Wajajajajaja, ya llegue con otro capi ¿Creyeron que me había olvidado de este fic? Oh... errr... sin comentarios...

Acotaciones:

"..." diálogos

'...' pensamientos

(...) mis burdos comentarios

Datos del fic:

Titulo: "El Código Da Vinci"

Autor: Celen Marinaiden.

Genero: AU, Shonen-ai, yaoi, misterio y lo que vaya saliendo según el libro.

Parejas: KaixRei.

Disclaimer: Ni la idea, ni la trama del fanfic me pertenece, todo ha sido tomado del libro "El Código DaVinci" de Dan Brown y por lo tanto los derechos le pertenecen solamente a el, mientras que Beyblade pertenece a Aoki Takao, en dado caso ambas cosas el libro y el anime no tienen nada que ver conmigo, no hago esto con fines de lucro y no me estoy ganando nada, todo es de sus respectivos autores.

Reparto del capitulo:

Robert Langdon: Kai Hiwatari

Shopie Neveu: Rei Kon

Silas: Bryan Kuznetzov

Sor Sandrine: Mariah Mao

Claude Grouard: Claude (el del Batallón Barthez XD)

¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸, El Código Da Vinci ¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,ø¤º°°º¤ø,¸¸,

.: VEINTINUEVE :.

Dentro de la iglesia de Saint-Sulpice, Bryan arrastraba el candelabro de hierro del altar hasta el obelisco, mas repentinamente reparo en algo, no podría romper el mármol sin que el terrible ruido no resonase en las bóvedas. Temiendo que la monja le fuese a escuchar pensó rápidamente en algo que pudiese amortiguar el ruido, reparando a usar su habito que no dudo en quitarse, aunque al hacerlo la tela le rozo las heridas recientes que tenia en la espalda. Envolvió la base del candelabro con la sotana y entonces apuntando al centro del suelo, lo golpeo. Se escucho un ruido seco mas no sucedió nada. Volvió a dar otro golpe sin obtener demasiados resultados, mas al fin dando un tercer golpe el suelo cedió y los fragmentos de mármol se hundieron revelando un compartimiento.

Bryan retiro todo aquello que le estorbaba y sin premura metió la mano dentro, tanteo hasta que al fin topo con algo, una gruesa tablilla de piedra, pasando los dedos por los bordes la tomo y la saco, contemplándola mientras se ponía de pie, luego de examinarla se dio cuenta de que la tablilla tenia unas palabras gradabas.

Se sorprendió al leerlas, pues esperaba que la clave fuera un mapa o una compleja serie de indicaciones, en cambio se trataba de algo mucho mas sencillo.

Job 38:11.

Bryan se sorprendió al ver que se trataba de un versículo de la Biblia, notando que la hermandad no tenia limites al burlarse de los rectos, escondiendo la clave incluso en la Biblia misma.

Volteo la cabeza al instante y sonrió, ahí un tanto alejado de el en el altar mayor, se encontraba el preciado libro sobre un atril dorado. Una Biblia.

De pie en el balcón, Sor Mariah estaba temblando, hacia solo un momento había estado a punto de ir a cumplir ordenes, pero se quedo paralizada al ver como aquel monje se quitaba la sotana, relevando una piel infinitamente blanca, una espalda ancha atravesada por las marcas sangrientas de latigazos seguramente recientes, no había duda de que lo habían azotado sin piedad. Además de que el cilio que aun portaba estaba manchado de sangre, con la herida en carne viva. Sor Mariah no podía comprender como los ritos del Opus Dei, pero no dejaba de preguntarse que Dios querría un cuerpo tan castigado.

Pero al recaer en que el Opus Dei estaba buscando la clave, Sor Mariah salio corriendo silenciosamente, hasta llegar a sus aposentos y buscar silenciosamente a gatas detrás de la cama, sacando un sobre lacrado que había estado escondido ahí por años.

Lo abrió y encontró cuatro números de teléfono correspondientes a Paris, y temblando comenzó a marcarlos.

Abajo, Bryan había dejado la tablilla sobre el altar, y había empezado a buscar en las blancas paginas de la Biblia, pasándolas y retrocediendo hasta el Antiguo Testamento, donde encontró el libro de Job.

Paso el dedo por la columna del texto impaciente por las palabras que estaban a punto de leer, ya que ellas indicarían el camino. Encontró el versículo once y lo leyó, solo tenia seis palabras. Confundido volví a leer con la sensación de que había cometido un error, ya que el versículo rezaba así:

LLEGARÁS HASTA AQUÍ, NO MÁS ALLÁ

.: TREINTA:.

El guardia de seguridad Claude sentía que la rabia lo invadía mientras que custodiaba a aquel hombre postrado a sus pies, delante de la Mona Lisa... ¡Aquel había matado a Dickenson Kon! Y Dickenson había sido como un padre para el y para todo el equipo de seguridad.

Claude pensó que no seria nada difícil jalar el gatillo y hundirle una bala en la espalda a Hiwatari, pero eso seria librarlo del calvario que seguramente Hitoshi Kinomiya tenia para el. Saco su walkie-talkie del cinturón e intento pedir refuerzos pero solo oyó el chisporroteo del vació. Sin mas remedio que el tener que acercarse a la puerta, comenzó a caminar hacia atrás sin dejar de apuntar a Kai con el arma, y cuando ya estaba a tan solo tres pasos de la entrada, vio algo que le hizo detenerse en seco.

Mas o menos en el centro de la sala se había materializado un espejismo, alguien se movía en la oscuridad avanzando a grandes zancadas hacia el otro extremo de la pared izquierda, frente a el un haz de luz violeta recorría el suelo una y otra vez, como si estuviese buscando algo con una linterna especial.

"¿Qui est là?" -pregunto Claude, sintiendo que la adrenalina se le estaba disparando por segunda vez en los últimos treinta segundos-.

"PST" -respondió el interrogado sin inmutarse y dejar de revisar el suelo con la linterna-.

"Policía Técnica y Científica". Claude estaba empezando a dudar ¡Se suponía que todos los agentes ya se habían ido! Ahora si se dio cuenta de que la linterna emitía luz de rayos ultravioleta, instrumento habitual de los miembros de la Policía Científica, pero seguía sin entender porque aquel agente estaba buscando pruebas en aquella sala.

Voltre nom!" -grito Claude, a quien su instinto le decía que ahí había algo que no encajaba- "¡Répondez!".

"C´est moi" -dijo la voz en un francés reposado- "Rei Kon".

En alguna parte de su mente, aquel nombre le decía algo ¿Rei Kon? Aquel era el nombre del nieto de Dickenson ¿No? de pequeño venia muchas veces al museo, pero de eso hacia ya muchos años ¡No podía ser el! y aunque lo fuera, no era motivo suficiente para confiarse, porque le habían llegado rumores de la dolorosa ruptura entre el conservador y su nieto.

"Usted sabe quien soy, me conoce" -replico Rei- "Y le aseguro que Kai Hiwatari no ha matado a mi abuelo, créame".

Pero Claude no iba a creerse así de fácil, necesitaba refuerzos pero su walkie-talkie seguía sin señal alguna, la puerta estaba a veinte metros de el así que empezó a retroceder de nuevo, despacio sin dejar de apuntar al hombre que seguía en el suelo, mientras lo hacia vio que el nieto de Dickenson apuntaba con la linterna al gran cuadro que había justo frente a la Mona Lisa, y Claude ahogo un grito al darse cuenta de que cuadro se trataba.

Al otro lado de la sala, Rei noto como el sudor se le resbalaba por la frente, el ruso aun se encontraba en el suelo.

'Aguanta un poco Kai, ya casi estoy' -pensó, y aunque no lo noto, lo pensó con una mayor preocupación a lo que hubiese esperado-.

Seguro de que aquel guardia no se atrevería a dispararle a ninguno de los dos, volvió a concentrarse en su labor, buscando algún indicio que pudiese haber dejado su abuelo. Rei estaba seguro de que había interpretado correctamente las intenciones de Dickenson.

La obra que estaba examinando era un lienzo de poco mas de medio metro de altura. La extraña escena que Leonardo Da Vinci había pintado incluía a una virgen Maria en una postura muy forzada, sentada sobre un peligroso risco con el Niño Jesús. San Juan Bautista y el ángel Uriel, cuando era pequeño no había visita a la Mona Lisa que terminara sin que su abuelo le llevara hasta el otro lado de la sala para admirar ese cuadro.

'¡Estoy aquí abuelo!. ¡Pero no lo veo!' -detrás de el escuchaba como el guardia intentaba pedir ayuda por radio- '¡Piensa!'.

Miro la pintura, no tenia ningún vidrio que la protegiese y sabia que su abuelo hubiese sido incapaz de escribir algún mensaje en esas condiciones, al menos no en el anverso. Miro los cables que sujetaban al cuadro. Sostuvo el lado izquierdo del marco y tiro hacia el. Metió la cabeza y los hombros detrás y comenzó a inspeccionar el reverso, no tardo mucho en darse cuenta de que su instinto había fallado, había no había nada, ni una sola letra violácea, solo el reverso manchado de marrón por el paso del tiempo y... los ojos dorados de Rei se fijaron en el destello inesperado de un trozo de metal alojado cerca del ángulo inferior de la estructura del marco. Era un objeto pequeño, del cual colgaba una cadena de oro brillante. Ante su asombro, la cadena estaba unida a una llave que le resultaba conocida, la base ancha y trabajada tenia forma de cruz, y llevaba gradaba el sello de la flor de lis con las iniciales P.S.

Rei sintió que un nudo se le hacia en la garganta al darse cuenta de que su abuelo, aun en su momento de muerte había cumplido su promesa cuando le había dicho que, llegado el momento aquella llave seria suya. El chino entendió que el objeto final de los juegos de palabras había sido la llave. Como no quería que cayera en manos de la policía la había escondido detrás de aquel cuadro, y entonces había ideado una ingeniosa busca del tesoro para asegurarse de que solo el oriental la encontrara.

Au secours!" -grito el guardia-.

Rei arranco la llave y se la guardo en el bolsillo, y lo mismo hizo con la linterna. Vio como el guardia seguía intentando desesperadamente pedir refuerzos, al tiempo que se alejaba hacia la puerta y seguía apuntando con el arma a Kai. Era claro que no transmitía gracias al cableado especial de seguridad que recorría las paredes, la única forma de obtener señal era ir hasta el pasillo, y aquel guardia estaba muy cerca ya de la puerta. Mirando la pintura tras la cual se ocultaba parcialmente, Rei se dio cuenta de que Leonardo Da Vinci estaba a punto de acudir en su ayuda por segunda vez aquella noche.

Arretez!. ¡Ou je la détruis!" -la voz de Rei sonó firme por toda la sala-.

Claude se detuvo en seco y lo miro.

"¡Dios mío!. ¡No!" -grito el hombre-.

A través de de la penumbra rojiza, vio que el chico había arrancado en cuadro de los cables y lo había colocado en el suelo, frente a el. Vio con horror como el lienzo se arqueo en el centro y las imágenes de la virgen Maria, el Niño Jesús y San Juan Bautista empezaron a distorsionarse.

"¡No!" -nuevamente grito Claude, horrorizado al ver que aquel Leonardo de incalculable valor se torcía. Rei seguía empujando la rodilla en el centro del cuadro- "¡No!" -repitió desesperado-.

Claude se giro y le apunto con la pistola, pero al momento se dio cuenta de que la amenaza era inútil. Aunque la pintura era solo un trozo de tela, los seis millones en los que estaba valuada la convertían en un impenetrable chaleco antibalas.

"Deje el arma y la radio en el suelo" -ordeno el oriental- "O romperé el cuadro con la rodilla, ya sabe lo que pensaría mi abuelo de una cosa así".

Claude se sentía confundido y aturdido.

"¡Por favor, no!. ¡Es La Virgen de las rocas!" -dejo la pistola y la radio y levanto las manos por encima de la cabeza-.

"Gracias" -dijo Rei autosuficiente- "Ahora haga exactamente lo que le digo y todo irá bien".

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Momentos después, mientras bajaba corriendo la escalera de emergencia en dirección a la planta baja, Kai sentía que aun le latía el corazón con fuerza. Ninguno de los dos había dicho palabra desde que habían dejado al tembloroso guardia del Louvre tendido en la Salle des États. Ahora era el quien sostenía la pistola con fuerza.

Bajaban los escalones de dos en dos y se preguntaba si Rei era consiente de cuanto valía el cuadro que había estado a punto de destrozar.

"Has escogido un rehén muy valioso" -le dijo sin dejar de correr-.

"La Virgen de las rocas" -respondió el- "Aunque no he sido yo quien lo ha escogido, fue mi abuelo, me ha dejado una cosita en la parte de atrás" -Kai lo miro desconcertado-.

"¿Qué? pero ¿Cómo has sabido que tenias que buscar en ese cuadro?. ¿Porque La Virgen de las rocas?".

"No verdad lacra iglesias" -sonrió triunfante- "Es otro anagrama, mi abuelo me lo estaba diciendo claramente: Ve a la Virgen de las rocas. Los dos primeros se me han escapado Kai, no se me iba a escapar el tercero también".

Llegaron al último escalón, respirando agitadamente por la carrera. Repentinamente el oriental se giro y sin previo aviso le echo los brazos encima al bicolor, estrechándolo con cierta fuerza.

"Me preocupaste... tardaste en seguirme" -replico- "El guardia no te hubiera atrapado de no ser por eso".

El ruso se quedo inmóvil ante aquella acción, tomado por sorpresa. Se estremeció ligeramente, era la primera vez que un abrazo lograba eso en su persona. No es que muchos le hubiesen abrazado antes, odiaba el contacto físico y eso aunado a su temple y a su frió carácter no le dejaban ganas a las personas de acercarse a el, menos de esa forma. Se sentía tan... calido, tan... bien, no era como ese tipo de abrazos tan vacíos que siempre recibía de manera hipócrita cuando lo felicitaban luego de una conferencia, de obtener algún premio o una mención de honor por su trabajo. Era una sensación completamente diferente, tan genuina.

Una sonrisa apareció en los labios de Kai, al tiempo y sin quererlo realmente, colocaba su manos en los hombros del pelinegro y lo alejaba de el hasta poder mirarlo a los ojos.

"No iba a dispararme" -le aclaro- "Y de no ser por eso, te aseguro que no hubieses tenido tiempo de buscar en la pintura" -asombrosamente su voz había salido mas suave que alguna vez había recordado usar-.

Ante el gesto Rei asintió, con una sonrisa cristalina adornando sus labios. El tono aparente que había usado Kai, a sus oídos había sonado un tanto dulce, como si tratara de reconfortarlo. El momento se hubiese alargado, de no ser porque recordaron donde se encontraban y que era lo que estaban haciendo: huir.

.: TREINTA Y UNO : .

"¡Están todos muertos!" -grito Sor Mariah al auricular que sostenía, estaba dejando un mensaje en el contestador automático- "¡Por favor, que alguien responda el teléfono! .¡Están todos muertos!".

Los tres primeros números habían arrojado resultados terribles: una viuda histérica, un detective investigando en plena noche en el lugar del crimen, y un cura que consolaba a una familia desconsolada. Los tres contactos estaban muertos, y ahora, el cuarto (en que en teoría no debía marcar a menos de que no pudiera contactar a los otros tres anteriores) le salía un contestador, la voz grabada no daba ningún nombre y se limitaba a invitar a quien llamaba a dejar un mensaje después de haber oído la señal.

"¡Han roto la losa del suelo!" -exclamo- "¡Y los otros tres están muertos!".

Sor Mariah desconocía la identidad de los hombres a los que protegía, tan solo sabia que cuando la losa fuera rota debía de llamar a esos números e informar al resto, si esa losa llegaba a romperse quería decir que uno de ellos amenazado de muerte, había tenido que contar una mentira desesperada. Si la identidad de un hermano era descubierta al decir aquella mentira, se activaba el mecanismo del plan para advertir a los demás. Pero al parecer esa noche no solo la identidad de uno había sido descubierta.

"Por favor conteste" -susurro asustada- "¿Dónde esta?".

"Cuelgue ahora mismo" -dijo una escalofriante voz desde el umbral de la puerta-.

Se volvió asustada, y vio la figura del monje que llevaba en mano un candelabro de hierro. Temblando, hizo lo que le ordenaba.

"Si, están muertos" -dijo Bryan- "Los cuatro, y me han tomado el pelo ¡Dígame donde esta la piedra!".

"¡No lo se!" -grito Sor Mariah- "Ese secreto lo guardaban otros" '¡Y ahora están muertos!' -pensó seguidamente-.

"¿Es usted hermana de la Santa Madre Iglesia y aun así esta al servicio de ellos?" -se acerco, sujetando el candelabro-.

"Jesús propago un solo mensaje verdadero" -dijo la ojiambarina desafiante- "Y ese mensaje no lo veo por ningún lado en el Opus Dei".

Los ojos lavandas del monje dieron un chispazo de ira, levanto el candelabro y arremetió a golpes contra ella. Sor Mariah cayo al suelo y su ultima sensación fue un presagio abrumador.

"Los cuatro están muertos. La verdad mas valiosa se ha perdido para siempre".

.: TREINTA Y DOS :.

Kai y Rei salieron como balas y se internaron en la noche, mientras avanzaban por el estacionamiento en busca del automóvil del chino, Kai escuchaba las sirenas de la patrulla a lo lejos.

"Es ese" -dijo Rei, señalando un cochecito rojo de dos plazas aparcado adelante.

'Estará de broma' -pensó Kai, nunca había visto cosa tan pequeña-.

"Es un Smart" -aclaro el chino- "Gasta solo un litro cada cien kilómetros".

Al bicolor casi no le había dado tiempo de sentarse cuando Rei arranco bruscamente, y las ruedas del coche mordieron la gravilla. Se agarro del salpicadero y el coche atravesó velozmente la explanada, saliendo después de unos pequeños contratiempos del Louvre, las sirenas de las patrullas se oían cada vez cerca.

Después de un par de maniobras completamente peligrosas y atravesar calles hasta llegar a los Campos Elíseos, el ojirubí sintió como su corazón ya tenia permiso de latir a su ritmo habitual. La policía parecía ya no seguirlos.

"Ha sido interesante" -murmuro- "¿Dónde demonios aprendiste a manejar así?".

"Tiempo libre, amigos hábiles" -respondió automáticamente en el amplio boulevard que ahora atravesaban-.

Kai se acomodo en el asiento, recordando lo del ultimo cuadro, y reconociendo el ingenio asombroso de Dickenson al haber planeado todo aquello.

"¿Qué había detrás del cuadro?"

"Te lo enseñare cuando lleguemos a la embajada" -seguía con la vista fija en el camino-.

"¿Cómo que me lo enseñaras?" -repuso, frunciendo el ceño- "¿Quieres decir que te ha dejado un objeto, algo físico?" -Rei asintió ligeramente-

"Con una flor de lis y las letras P.S. grabadas" -Kai no podía creer lo que acababa de oír-.

Mientras comenzaban a acercarse a la Embajada, la mente de Rei reparo nuevamente en la llave, ahora luego de un par de años de experiencia profesional con el servicio secreto, se dio cuenta de que la peculiar forma de la llave ya no era tan extraña. Se trataba de una llave maestra incopiable con sistema láser. No sabia que podía ser lo que habría aquella llave, pero quizás Kai si podría ya que le había descrito el sello sin haberlo visto.

Recordó vagamente aquel día hacia años, cuando las cosas con su abuelo habían cambiando y había descubierto la verdadera naturaleza de aquel hombre. Ese día había regresado antes de lo previsto y sin dudar marcho a casa, pensando en la sorpresa que se llevaría su abuelo al verlo. Sin embargo al llegar se encontró con una serie de automóviles bastante caros, y le causo gracia el pensar que el ermitaño de su abuelo estuviese dando una fiesta, cuando se suponía que el se encontraba en la Universidad estudiando. Mas al entrar a la casa la encontró completamente vacía, sin embargo con aquel buen sentido del oído que siempre había tenido, noto cierta especie de cánticos, que provenían muy cerca de una pared descubierta junto a la chimenea, que siempre había sido tapada por un tapiz de Aubusson. Al acercarse y poner el oído encima, se dio cuenta fácilmente de que la pared estaba hueca del otro lado, toco los paneles de madera hasta que encontró un resquicio para meter el dedo, era una puerta corrediza bien disimulada. Vacilante abrió la puerta y entro, comenzando a bajar unas escaleras en espiral hechas de piedra. Al ir bajando noto que el aire se volvía mas frió y las voces mas claras, bajo hasta el ultimo peldaño y llego también al suelo de piedra de aquel misterioso sótano, conteniendo la respiración se acerco un poco mas para observar, aquel lugar era una especie de cueva, excavada directamente en la roca de la colina. La única luz era la de unas antorchas colocadas en las paredes y el resplandor de las llamas. Había unas treinta personas ahí, de pie y formando un circulo en el centro de la estancia.

Todos los presentes llevaban mascaras, las mujeres llevaban vestidos de gasa blancos y zapatos dorados, en sus manos sostenían globos terráqueos también dorados. Los hombres iban vestidos con túnicas negras del mismo color de las mascaras, parecían las piezas de un tablero gigante de ajedrez. En circulo todos se mecían hacia delante y hacia atrás, entonando un canto de adoración, a algo que había en el suelo frente a ellos, y que Rei no podía ver. Los cantos se habían vuelto mas rápidos hasta que llego el momento en el que todos se arrodillaron al mismo tiempo y el chino pudo ver por fin lo que había en el suelo. Perturbado de sobre manera se alejo, saliendo deprisa de aquel lugar aunque consiente de que aquella imagen le quedaría en la memoria para siempre, salio de ahí cerrando la puerta de madera. Esa misma noche hizo su equipaje sintiéndose desilusionado y traicionado, se fue de casa y en el comedor dejo una nota:

Lo he visto todo.

No intentes ponerte en contacto conmigo.

Y al lado había dejado la llave de la casa.

"¡Rei!" -grito fuertemente el bicolor- "¡Para!. ¡Para!".

Saliendo de las profundidades de sus pensamientos, el chino piso el freno y el automóvil se detuvo en seco.

"¿Qué?. ¿Que pasa?" -pregunto aturdido-.

Kai señalo hacia el frente y Rei volteo, a unos cien metros de ellos, el cruce estaba cortado por un par de autos patrulla de la Policía Judicial. Habían cortado la avenida.

"Supongo que la embajada queda descartada esta noche" -repuso con ironía el ojiescarlata-.

Con calma el chino intento cambiar de dirección, pues un par de agentes habían puesto su atención en ellos al haber parado tan bruscamente. Con tres precisas maniobras cambio de sentido, y al arrancar de nuevo escucho claramente el sonido de las sirenas. Maldiciendo, sin mas, piso el acelerador.

.: TREINTA Y TRES :.

El Smart de Rei atravesó como un rayo las calles, y enfilando por una calle secundaria salio nuevamente a la avenida.

Kai volteando hacia atrás comenzaba a arrepentirse de haber escapado, pero luego recordó que había sido Rei quien había echado lejos el GPS, y ahora huyendo una vez mas, notaba que sus posibilidades eran cada vez menores, aunque parecía que el oriental había despistado a la policía nuevamente. Sin mas, en ese momento el ojidorado se metió una mano en el bolsillo y saco un pequeño objeto metálico, enseñándoselo.

"Kai quiero que veas esto, es lo que mi abuelo me ha dejado en La virgen de las rocas".

Con escalofrió de emoción, Kai tomo precipitadamente el objeto rozando brevemente sus manos con la del chino, y nuevamente sintió su piel estremecer... Rei tenia aquel toque irresistible, pero también sin dudas era peligroso, sino ¿Cómo habían acabado en aquel embrollo juntos? Olvidando momentáneamente su interés por el ojidorado, comenzó a examinar aquella lave que claramente contaba con la forma de una cruz funeraria.

"Es una llave hecha con láser" -dijo el chino- "Estos hexágonos son para que el lector óptico los identifique" -aclaro, señalando las marcas de la parte inferior del objeto-.

"¿Una llave?" -Kai arqueo una ceja, en su vida había visto algo parecido-.

"Fíjate del otro lado" -pidió el pelinegro, cambiándose de carril y saltándose otro cruce-.

Al darle la vuelta Kai quedo boquiabierto, ahí en el centro de la cruz, en una elaborada filigrana, estaba gradaba una flor de lis con las iniciales P.S.

"Rei, este es el sello del que te hablaba, la divisa oficial del Priorato de Sión" -el chino asintió-.

"Ya te lo había dicho, esta llave ya la había visto una vez hace años, mi abuelo me dijo que nunca volviera a hablar de ella" -suspiro vagamente- "Me dijo que esta llave abría una caja donde guardaba muchos secretos".

"¿Y sabes lo que abre?" -interiormente comenzaba a pensar que aquello tenia que ver con un gran secreto que protegía la hermandad-.

"Yo esperaba que tal vez tu lo supieras" -Rei pareció decepcionado, mas Kai no dijo nada y siguió examinando el objeto- "Parece de inspiración cristiana".

"Rei, lo único que puedo decirte es que las cruces griegas como esta, son consideradas como símbolos de paz, la idéntica longitud de sus cuatro brazos las hace poco practicas para las crucifixiones, y el equilibrio de sus atravesaños horizontal y vertical representa la unión natural de lo masculino y lo femenino, por lo que encaja bien con la filosofía del Priorato" -dijo, como una de tantas explicaciones que estaba acostumbrado a dar-.

"No tienes ni idea ¿Verdad?" -dijo, con voz cansada-.

"Ni idea" -respondió con ironía impresa en sus palabras, permitiéndose una sonrisa sarcástica-.

"Bueno, dejemos de dar vueltas, nos hace falta un lugar seguro para poder averiguar que es lo que abre esta llave" -comento sensatamente el chino-.

Kai pensó con añoranza en la cómoda habitación del Ritz, naturalmente aquella opción estaba descartada.

"¿Y si vamos a ver a los profesores de la Universidad de Paris que me han organizado la conferencia?" -sugirió, aunque estaba seguro que aquella no era una buena idea-.

"Demasiado arriesgado, Kinomiya ira a revisar que no estemos ahí".

"Tu eres de aquí, tienes que conocer gente".

"Kinomiya revisara mi libreta de direcciones, mi correo electrónico y hablara con mis compañeros de trabajo, mis contactos no son seguros, y dudo que mi ex-novio nos reciba con los brazos abiertos" -comento con marcado sarcasmo- "Y buscar un hotel es imposible porque piden identificación".

"Llamemos a la embajada, les explico la situación y que manden a alguien a buscarnos".

"¿Buscarnos?" -Rei se volteo y lo miro como si estuviese loco- "Kai, estas soñando. La embajada no tiene jurisdicción mas que dentro de los limites de su recinto, si envían a alguien a recogernos se considera como asistencia a un fugitivo de la policía francesa, no lo harán" -negó con la cabeza- "Si llamas ahora te dirán que no empeores las cosas y te entregues a Kinomiya, y te prometerán, eso si, usar los canales diplomáticos a su alcance para que tengas un juicio justo" -resoplo- "¿Cuánto dinero en efectivo tienes?" -Kai se apresuro a mirar su cartera-.

"Cien dólares y unos pocos euros ¿Por qué?".

"¿Tarjetas de crédito?".

"Si, claro".

Rei acelero sin decir más, acercándose al Arco del Triunfo y rodeando la rotonda mas grande Francia, un gigante de nueve carriles de circulación. Mientras se iban acercando, los ojos dorados del chino se giraron hacia el.

"Por ahora nos hemos librado de ellos" -comenzó- "Pero si seguimos cinco minutos mas en el auto, nos atraparan seguro".

"Bueno, pues robamos un auto y ya esta, ahora que somos delincuentes que mas da" -dijo ácidamente, con su sarcasmo tan nato-.

"Ja ja, que gracioso" -le reprocho el otro, aunque la broma le había sacado una sonrisa-.

"Entonces ¿Qué vamos a hacer?".

"Confía en mi".

Kai no dijo nada, la confianza no le había llevado muy lejos esa noche, Se alzo la manga para mirar en su reloj y vio que eran las 2:51 a.m. vaya, y el que odiaba desvelarse. Rei continuaba atravesando aquella ancha rotonda.

"¿Ex-novio?" -pregunto repentinamente el bicolor-.

"Si" -dijo sin prestarle mucha atención, mas concentrado en el camino-.

"¿Y porque "ex"?".

"Porque decía que me enfrascaba en mi trabajo y no le dedicaba el tiempo necesario" -replico, sonriendo al recordar aquello-.

"Que curioso" -Kai puso un gesto pensativo-.

"¿Qué cosa?" -Rei volteo a verlo ligeramente-.

"Que el mío también había dicho eso" -se giro para mirarlo, entrecerrando los ojos- "Justo antes de que termináramos".

Sus miradas chocaron por unos instantes, algo parecido a la complicidad brillo en las orbes de cada uno. Rei sonrió de medio lado y giro la cabeza para enfocar su atención en el trayecto, conservando aun esa sonrisa como si se tratara de un niño que acababa de cometer una travesura. Por su parte el bicolor también había sonreído, dándose cuenta de que al fin había atravesado aquella rotonda. El elegante barrio diplomático donde se encontraba la embajada había quedado atrás, y ahora se encontraban en una zona mas industrial. Llegaron a una parte mas animada, en la estación Gare Saint-Lazare, y a pesar de la hora había una docena de taxis en las calles, como también lo había mas adelante policías municipales ayudando a los desorientados turistas.

Rei llevo el Smart detrás de una fila de taxis, y lo estaciono en una zona prohibida a pesar de que había mas lugares donde dejarlo, antes de que pudiera preguntar algo el chino se bajo, corrió hacia el taxi que tenían delante y comenzó a hablar con el chofer. Kai se bajo del auto y vio en aquel momento que Rei le estaba dando al taxista un montón de billetes, este asintió y entonces para su asombro arranco sin ellos.

"¿Qué ha pasado?" -pregunto al instante el bicolor, cuando llego al lado del oriental viendo como el taxi se perdía de vista-.

Pero el chino no respondió y empezó a dirigirse hacia la entrada de la estación.

"Vamos, tenemos que comprar dos billetes para el primer tren que salga de Paris" -indico-.

Mas Kai se quedo de pie, sin intenciones de moverse.

"¿Qué pasa?... ¿Tengo que llevarte de la mano porque temes perderte?" -dijo divertido el ojidorado, con un doble fondo para sus palabras y sonriendo de una forma que el bicolor no le había visto hasta ahora-.

"Puedo solo, gracias" -al fin el ruso se digno a moverse-.

Rei ensancho su sonrisa que ahora tenia una mezcla de victoria y ternura, y comenzó a caminar. Kai lo siguió, lo que había empezado como un breve trayecto de no mas de un kilómetro a la embajada americana, se había convertido en una huida de Paris en tona regla. Aquello cada vez le gustaba menos... pero no iba a quejarse completamente, la presencia de aquel chino de enigmáticos ojos había restado en mucho, lo que aquella descabellada noche había traído de negativo. Una vez mas no iba a negar que Rei le había gustado... y si tenia suerte en medio de aquella locura de policías, hermandades secretas y huidas, quizás podría descubrir si el también le gustaba al ojidorado.

Continuara...

CcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcCcC

¿Me extrañaron? Nah, que demonios nadie me puede extrañar y menos en este fanfic... como sea encontré un rato libre en mi ocupadísima agenda (nótese el sarcasmo) así que logre escribir este capi aunque ciertamente no es la gran cosa pero es para que vean que todavía estoy viva, que no he dejado los fics aunque si me estoy retrasando mucho. Espero me comprendan y me disculpen, y ya que en peticiones andamos ¿Me apoyan también? XD weno, es que ya saben que he andado con mis complicaciones, además de que mi vida ya no se limita a escribir como antes 9.9 mushos dicen que estoy creciendo ¡Ya ni el anime me llama la atención! .¿Pueden creerlo? .¡El horror! Pero es cierto... sin embargo aun me gusta escribir y aun me gusta el yaoi, y tengo un compromiso de terminar estos fics, así que... pues tengo que seguir. Por un momento estuve tentada a no seguir pero... ¡Tengo que continuar! .¿Que clase de proyecto-de-escritora seria si no termino lo que empiezo?

Bueno, hablando del fic... como verán las que ya han leído el libro, yo y mi retorcida mente cambiaron muchas cosas para volver todo tan yaoi como quiero que sea XD, lo advertí, dije que haría una "adaptación" a mi estilo y como estarán comprobándolo, realmente lo estoy intentando. Como sea, agradezco mucho el apoyo a las siguientes personas:

Shiroi Tsuki

Naru Narusegawa Hiwatari

NeKoT

Tailime-Hiwatari

Asuka-chan

Weno, es todo por hoy, nos veremos en... si, si... en otro capitulo de otro fanfic, y esperemos que no sea demasiado en tiempo x.X ¡Gracias por leer!

Atte.

»»----- ČεĻεŋ Mдяΐŋдİđεŋ "No me despiertes aun, quiero seguir en este sueño que se llama Vida..." ------»