Título: Cicatrices


La locura para él siempre fue un don que no cualquiera desarrollaba, era un sentimiento completamente diferente al odio y el amor, pero igual de palpable ante el mar de sensaciones que puede ocasionar en el momento indicado o en el caso de la hechicería para salvar tu propia vida. Desde hace mucho tiempo él supo que los únicos tornillos cuerdos que le quedaban se fueron desmoronando cuando tuvo que hacerlo…cuando tuvo que acabar con Ryomen Sukuna, "El rey de las maldiciones" y por consecuente tuvo que terminar con la vida de Itadori Yuuji.

No había día en que se odiara por haber asesinado a ese joven intrépido con alma buena la cual se fue desmoronando a medida que las misiones avanzaban y el punto de quiebre fue en Shibuya. Ese maldito acontecimiento marco la vida de todos, incluyéndolo, mostrándole que a pesar de ser el más fuerte de todos, aquel que su mera existencia era el equilibrio del bien y el mal, no era más que un simple humano. Uno que patéticamente fue encerrado en un cubito, por confiarse ante la situación y llevando su rescate a la muerte inminente de Nanami, así como las lesiones irreparables de algunos de sus alumnos en esa época.

- Nuevamente estás pensando en ellos, ¿verdad?. – sonrió ante la voz preocupada a sus espalda. – Deja de preocuparte, estoy segura que donde quiera que están ellos no te odian.

Cerro los ojos al sentir un abrazo por detrás y por mero instinto como hace catorce años entrelazo sus manos con las pequeñas de la persona.

- Es difícil no recordarlos un día como hoy. – sonrió amargamente. – Ademas al verlos es como imaginar que aún se encuentran aquí. – apretó más la muestra de cariño al sentir como ella recargaba su cabeza en su amplia espalda. – Aun me pregunto ¿Qué viste en mí y que hubiera pasado si no me hubieras rescatado?

La risa melodiosa de la mujer hizo que volteara viéndola fijamente y notar como a pesar de los años ese aire jovial e inocente siempre se encontraba impregnado en ella.

- ¿Dije algo gracioso? – abrazándola fuertemente por su pequeña cintura, y deslizando un poco sus lentes para que ambos encontraran sus miradas.

- Si. – vio como ella se recargo en su pecho y levantaba su mirada siendo que él era casi treinta centímetros más alto. – Nunca creí ver al siempre seguro, cínico y egocéntrico Gojou Satoru dudar de sus dotes de conquistador.

Regalándole una sonrisa ladina agacho su rostro hasta quedar unos centímetros cerca de sus labios.

- Sigo siendo el mismo. – tocando la mejilla de ella. – Incluso mis dotes de conquistador, solamente que solo me apetece practicarlos con cierta jovencita con un cabello de color demasiado extraño, unos enormes ojos azules, piel blanca y ni que decir de su cuerpo completamente ardiente. – subiendo y bajando sus manos deteniéndose al final de su espalda cerca de sus glúteos.

- Creo que exagera seguramente esa persona no es tan linda. – las caricias de Gojou lograban provocar sensaciones por todo su cuerpo. – Ademas le recuerdo que ya no es una niña sino una mujer próxima a cumplir treinta y cuatro años. Su cabello sigue siendo igual de extraño y sus ojos azules, aunque su piel ya está un poco maltratada y su cuerpo ha sufrido un cambio gracias a tres embarazos de cuatro maravillosos niños. Quedando con unas horribles cicatrices y ganando un poco de peso.

Hizo un pequeño mohín infantil la ojiazul, pero después sonrió al recordar el motivo.

- Pero eso no es importante en el sexo eres increíblemente candente, como una colegiala. – susurrándole cerca de su oído mientras lo mordía suavemente provocando un gemido por parte de la mujer. - ¿podríamos hacerlo rápido?

Volteando a la mujer quedando oculta bajo su cuerpo y levantando lentamente el borde de ese vestido negro sintiendo la suavidad y cremosidad de esas piernas, sonrió cínico al ver como ella evadía su mirada sonrojada entre su deseo de follar y su deber de mantener el orden antes de que ciertas figuritas llegaran a interrumpirlos.

- Sabes que no podemos. – cerro los ojos al sentir los besos en su clavícula. – Pronto llegaran los demás y… ¿Qué haces? – se alarmo al ver como Satoru se bajaba los pantalones y deslizaba a un lado su ropa interior. - ¡Satoru no podemos!

- Corrección cariño, si podemos mas no debemos. – dijo traviesamente

Antes de entrar en el interior de su esposa, unos suaves golpecitos tocaron a su puerta.

- Otousan, Okasan. Ya llegaron los demás. – la tranquila voz de un niño se escuchó detrás de la puerta.

La mujer rápidamente empujo a Satoru quien hizo un puchero y suspiro derrotado tal parece que tendrá que esperar hasta la noche para poder follar como dios manda a su querida esposa, sin interrupciones. Bueno sino se le metía en la cabeza a su ultimo hijo desear dormir con ellos, sus ojos color cielo vieron como ella se acomodaba su ropa viéndose de manera fugaz en su tocador y volviendo a retocar un poco de su maquillaje, para dirigirse a la puerta, no sin antes detenerla y darle un rápido beso diciendo:

- Esto lo terminaremos en la noche. – su declaración solo hizo que asintiera la ojiazul y abriendo la puerta se encontró con…

- Suguru, ¿Cómo amaneciste, cielo? – se agacho la mujer para quedar en la misma estatura que su pequeño de seis años.

El infante sonrió emocionado al ver a su Okasan tan bella como siempre y sin dudarlo la abrazo para que lo cargara, haciendo que Satoru volteara los ojos no importaba cuanto hiciera sus hijos eran igual de posesivos que él.

- Bien Okasan. – decía feliz. – Abajo están los demás solo estamos esperándolos.

Sus enormes ojos azules inspeccionaron el lugar hasta toparse con su Otousan el cual estaba sentado en la cama tapado con una cobija de la cintura para abajo.

- Hola, Otousan, ¿Cómo estás? ¿Aun no terminas de cambiarte? – Gojou rio negando levemente ante la inocencia de su pequeño.

Porque debía de reconocer que de sus cuatro hijos Suguru era el más inocente y demasiado fácil en caer a las bromas de cualquiera.

- "Hasta en eso tenía que parecerse a su Okasan". – decía viendo a ambos en el marco de la puerta con sus ojos azules y ese extraño color cian en su cabello. – No Suguru-chan solo tengo un poco de frio, pero tu Okasan estaba buscando la forma de calentarme.

Ante la insinuación de Satoru, ella sentía las mejillas como granada y un gran signo de interrogación adornaba arriba de la cabeza del pequeño.

- ¿Y cómo pensaba quitarte el frio, Okasan? – ahora si no pudo contener su carcajada ante la pregunta del menor y cuando iba a responderle de forma inocente una voz lo interrumpieron.

- Por favor, cállate y no contamines aun a Suguru. – decía un adolescente de casi catorce años. – No crees que es demasiado temprano para tus perversidades, Satoru.

Ambas miradas color cielo se debatían una divertido y la otra sin poder creer que su Otousan no madurara a pesar de su edad - ¡Por dios tenia cuarenta y tres años! - En cambio Gojou miraba orgulloso a su primogénito portando el mismo color blanco con mechones cian como su otra hermana, su piel blanca como su madre y sus ojos igual a los de él. Sabía que desde el nacimiento de Kyo algo iba a cambiar en el mundo de Jujutsu y no se equivocó, porque ese poder que el portaba fue herencia hacia su hijo al grado de también necesitar usar gafas y ese carácter serio e intachable le hizo recordar tanto a…

- Sino fueras una mini versión mía y que tu Okasan me adora, diría que serias el hijo de Nanamin. – recordó con nostalgia a uno de sus amigos.

- ¡SATORU! – grito escandalizada la mujer que aun sostenía al pequeño Suguru, el cual por inercia abrazaba más ese extraño amuleto en forma de muñeco.

Kyo rodo los ojos ante la actitud de su Otousan aunque muy en el fondo le divertía, total desde que tenía uso de razón sabia de las excentricidades de su progenitor.

- Por cierto, ¿ya llego Megumi y Tsumiki-chan? – cuestiono el peliblanco al notar mirar rápido hacia abajo comprobando que su erección se haya bajado.

- Claro fueron los primero en llegar, ¿Quién crees que mando a Suguru para controlar tus hormonas? – Kyo se recargo en el marco de la puerta haciendo notoria su mayor estatura a su Okasan. – No tardes en bajar pronto llegara Yu junto con su madre.

- Está bien. – agitando la mano desinteresadamente. – Por mientras Kyo-chan atiende como se debe a Sayuri. – le regalo una sonrisa divertida a su hijo que se amplió más al ver el sonrojo de Kyo. – Digo a los Fushiguro.

- ¡Idiota! – sin decir más el adolescente se fue comenzando a despotricar en contra de Gojou.

Sus acciones hicieron que la ojiazul riera mientras bajaba a Suguru, el cual miraba a todos como extraterrestres más a su Oniisan que parecía tener fiebre al mencionar a la pelinegra.

- Kyo-Nissan se puso igual que Okasan cada vez que mencionan a Sayuri-san. – dijo deductivo el infante

- C-Creo que es mejor bajar, Suguru-chan. – nerviosa empujo un poco a su hijo hacia la salida dirigiéndole una última mirada para que se apresurara.

Se recostó en la amplia cama inhalando el aroma impregnando en donde solía dormir ella, un contraste entre dulce y floral, recordando desde su primer encuentro hasta el día en que por casualidad se cruzaron esa noche en el Colegio. Cuando pensaba que no había más luz al final del camino encontró una demasiado brillante que lo saco de ese sufrimiento que lo estaba carcomiendo al borde la locura.

"Abrió sus ojos notando el largo de sus pestañas blancas, no se sentía con ánimos de levantarse nuevamente. De ver los rostros de sufrimiento de sus alumnos, de ver como Megumi se culpaba por haber permitido que todo esto comenzara, de cómo Inumaki había perdido junto con Panda esa chispa espontanea que los caracterizaba, Maki había cambiado al grado de sentir su energía maldita como la de Fushiguro Toji erizándole la piel al recordarlo y Nobara…esa chica que había perdido al ser que más amaba aunque tenía el consuelo de dar pronto a luz un fruto de su amor con Itadori Yuuji. Aquel joven que murió con una sonrisa, que no murió solo y protegiendo a las personas de aquello que estaba dentro de él, ese joven que movió cielo, mar y tierra junto con sus demás alumnos para rescatarlo de ese confinamiento. Pero no porque el representaba el equilibrio, o sus ideales en el mundo Jujutsu sino porque simplemente Itadori Yuuji lo vio como un amigo y ejemplo a seguir.

- Uno que termino matándolo, como lo hizo con su mejor amigo. – inevitablemente venia el rostro de Suguru. – Tal parece que tenía razón el anterior portador del infinito. – se incorporó. – Si estas maldito a matar todos aquellos que son importantes en tu vida…Gojou Satoru.

Rio amargamente viendo frente a él una imagen que nunca creyó visualizarse había perdido peso, su cabello blanco se encontraba hasta los hombros, en sus ojos se podía notar un vacío y debajo de estos unas enormes ojeras.

- Tsk. En serio que si te ves patético Satoru. – rio amargamente. – Es curioso tenerlo todo y nada a la vez. – sentía reseca la garganta.

Rápido noto que el recipiente de agua se encontraba vacío y como su "medicamento especial" estaba terminado. Arrugo en entrecejo al darse cuenta que pronto volverían sus fantasmas internos así como las pesadillas.

- Creo que es necesario ir con a la oficina de Shoko a buscar más. – se levantó perezosamente saliendo y notando que ya era de noche.

Seguramente su amiga se encontraba inundada en el alcohol en compañía de Utahime aliviando sus penas. Sonrió al imaginarlas como en los días del Colegio y comprobando que era cierto: "Todo ser humano es adicto a algo". En su caso era adicto a las golosinas y al sexo, por eso siempre nunca fue un hombre de una sola mujer, siendo un infiel y ninfómano según Nanami.

- Es cierto…aún no he ido a conocer a su hijo. – murmuro al recordar como Megumi le había comentado que su difunto amigo tuvo un hijo con una joven panadera. – De seguro es igual de serio que su padre.

Sin decir más vio la puerta del despacho medico de su amiga dentro del Colegio, no se sorprendía que este se encontrara abierto más sí que las luces se encontraran encendidas. Lentamente fue abriendo la puerta del lugar notando lo excesivamente ordenado y limpio que se encontraba sorprendiéndose de que por fin Shoko fuera tan ordenada y aplicada, pero una voz detrás de la cortina de las camillas le advirtió que no estaba solo.

- ¡Ay Miwa nuevamente se te cayeron esas inyecciones! – se reprendía la silueta cansada, causando que Satoru sonriera un poco ante la actitud de esa persona. – Al parecer ya terminé.

Una exclamación llena de felicidad de la joven. – Gojou lo dedujo por la forma de su cuerpo y su voz extrañamente familiar. – Las reacciones de ella eran como una niña feliz de haber cumplido sus deberes para ser premiada después.

Sus pensamientos fueron interrumpidos al ver como la cortina se deslizaba mostrando una hermosa joven que Satoru ya conocía, impactado de cómo un año en algunas personas había afectado de manera favorable. Porque frente a él ya no estaba la jovencita menuda, vestida como una señora de treinta y estricta, sino una joven que vestía con un uniforme parecido a las chicas de Tokyo y una bata blanca como Ieri; el cabello seguía portando ese color peculiar cian desprendiendo más cantidad de energía maldita, el cuerpo más proporcionado gracias a las prendas y el rostro de la joven más afilado, mas…mujer.

En cambio para Miwa Kasumi ver frente a ella lo que quedaba del hechicero más fuerte era simplemente deprimente, esa energía optimista y alegre que desbordaba el hombre se fue por completo dejando solo un cascaron vacío tanto mental como físicamente, aunque debía de reconocer que sin importar las circunstancias Gojou Satoru siempre seria frente a sus ojos un hombre excesivamente atractivo.

- Hola, buenas noches Gojou-sensei. – saludo Miwa dando una pequeña inclinación. - ¿buscaba a Shoko-san?

- Si, buenas noches…- comenzó a pensar rápido el nombre de chica hasta que recordó. – Miwa-chan, ¿no es cierto?

La ojiazul asintió mientras caminaba hacia el escritorio dejando algunos informes.

- Por lo que veo Shoko no está. – la suave risa de ella se lo afirmo. – Vaya no importa cuantos años pasen sigue siendo la misma holgazana de siempre.

Aquellas palabras no sorprendía a Miwa incluso estando de acuerdo con el hombre.

- Tal parece que sí. – su respuesta hizo que el la viera más fijamente llegando a intimidarla un poco. – Creo que regresara mañana salió con Utahime-sensei y Mei-sensei. ¿necesita algo Gojou-sensei?

- Vaya entonces será una larga noche para esas tres. – alzo un poco su ceja izquierda y su tono de voz fue más grave. – De hecho si necesito algo, Miwa-chan. – sentándose despreocupadamente frente a ella. – Pero sospecho que Shoko ya te advirtió en no darme mi medicamento especial.

- Se refiere a las anfetaminas. – respondió triste y al ver como Gojou amplio su sonrisa se percató que dio en el clavo. – Si, Shoko-san me comento sobre su adicción a las anfetaminas.

Miro fijamente a esa chica buscando descifrar esa mirada que estaba dándole no era de lastima, de dolor o de enojo, sino era otro sentimiento uno que hace tiempo no sentía…empatía.

- Entonces deduzco que no me las darás, ¿no es así, Miwa-chan? – apoyo su codo en el escritorio mientras descansaba su mejilla en la palma de su mano.

Mientras que en la mente de Kasumi se repetían las palabras dichas de preocupación de Shoko-sensei.

- "Por lo que más quieras Kasumi, nunca le des este medicamento a Satoru al paso que va pronto seremos testigos de otro funeral y créeme que será el fin de lo que hemos estado construyendo".

- ¿Por qué busca hacerse daño con este tipo de cosas, Gojou-sensei? – regalándole una mirada decepcionada. – Usted más que nadie sabe los riesgos que podría tener al seguir consumiendo este tipo de medicina y…

- Ya lo dijiste tú, solo es una medicina. – se encontraba harto de discutir. – Ademas que tiene de malo una adicción más, digo Shoko es adicta al cigarrillo como al alcohol como Utahime y Mei Mei es adicta al dinero, follar y las dos segundas anteriores.

Amplio su sonrisa socarrona acercándose lentamente a la joven notando su nerviosismo y como las mejillas de ella se sonrojaban ante una palabra en específico.

- Y tú Miwa-chan. – poniendo como barrera uno de sus largo brazos entre ella y el. - ¿no tienes ninguna adicción?

Estaba siendo un imbécil con la joven pero era su última carta para obtener su tan deseada medicina, además podía hacerle un favor a ella de estar con él y cumplir su fantasía de colegiala. Recordando también, ¿hace cuando no tenía sexo con alguien? Miwa era bonita, no mentía cuando le dijo de "broma" a Utahime que la ojiazul era su tipo ideal de mujer. La cercanía de Gojou-sensei nublaba de cierta forma sus sentidos, pero no era tonta hace tiempo después de Mechamaru descubrió que ella seria feliz y se mantendría alerta ante cualquier situación.

- No se podría llamar precisamente adicción. – sonrió triste desconcertando a Satoru que se alejó unos centímetros de ella. – Sabe en ocasiones debemos aprender a dejar ir al pasado, no siempre es nuestra culpa Gojou-sensei.

Esas palabras dejaron helado al portador del infinito, cosa que aprovecho Kasumi para alejarse de él junto con sus ideas de colegiala ilusionada por su primer amor imposible, porque eso era Gojou Satoru para ella un imposible tan grande como el infinito poder que se le otorgo a él, porque el chamán más fuerte no era el único que cargaba con fantasmas de personas que pudo proteger."


- Por más que los veo no entiendo que vio Kasumi-san, en Gojou-sensei. – sentado en ese amplio sillón Fushiguro Megumi estaba hablando con su esposa mientras veían como la señora Gojou recibía a los últimos invitados para partir al cementerio. – Son como el agua y el aceite, ¡solo míralos!

Señalando la amabilidad de la Miwa Kasumi ante sus hijos y la recién llegada familia Okkotsu, ganando su gesto una risa de Tsumiki.

- Creo que eso mismo a veces también se cuestiona Gojou-sensei. – tomando la mano del sonrojado azabache. – Vamos Megumi, conmigo no tienes que fingir ambos sabemos que quieres mucho a Gojou-san y que muy en el fondo lo ve como un hermano mayor.

- Tsk. Mejor guarda silencio, Tsumiki. – volteando hacia otro lado y revolviendo un poco del cabello castaño de su esposa.

La sonrisa de Fushiguro Tsumiki se amplió al ver a su marido y sus actitudes demasiado tímidas, que sin importar el tiempo que transcurriera Megumi seguía siendo el mismo niño serio y reservado aun portando la apariencia de su difunto padre, porque con los años día a día Megumi era una copia exacta de Fushiguro Toji excepto por sus ojos zafiro. Rápidamente la mujer vio como el hijo de su antiguo mentor se unía a la conversación de Nanami Yu, Itadori Haruka y su hija notando como las mejillas de Gojou Kyo se sonrojaban al ver a Sayuri.

- Nee, Nee Megumi-chan. – susurro discretamente la castaña captando la atención de su esposo. - ¿No crees que Sayuri-chan haría una preciosa pareja con Kyo-chan?

Ante las palabras de la mujer dirigió rápidamente su mirada zafiro ante la figura de Kyo que al sentir una penetrante mirada a sus espaldas adivino que era patrocinada por Megumi-san.

- "Eso me gano por la fama que siempre tuvo Otousan". – suspiro derrotado.

- ¿Te encuentras bien Kyo-chan? – dirigió su mirada para ver a Sayuri, asintiendo por mecanismo. – Por cierto, no ha bajado Gojou-sensei ¿se encontrará enfermo?

- "No, el muy idiota probablemente este peleando contra una erección al no poder acostarse con Okasan." – recordando como solía arrinconar su progenitor a su Okasan sin ningún pudor alguno. – Aun no está listo, ayer tuvo una reunión con los vejetes del Clan.

- ¿Aun quieren buscarte una prometida? – cuestiono divertido Haruka al ver como su amigo asentía molesto. – No sé de qué tanto te quejas, bien podrías ir a esas citas divertirte un rato y ver quien será la afortunada señora Gojou.

Itadori Haruka era el único hijo de los difuntos hechiceros Itadori Yuuji y Kugisaki Nobara, él era casi un año mayor que Kyo, cada vez que los amigos de sus padres lo veían no se cansaban de repetir que tenía la actitud cínica de su madre con la mezcla de incoherencias que decía su padre. También era la viva imagen del ex portador de Sukuna excepto por su tono más claro de piel y sus ojos miel como su madre. Aunque en ocasiones su actitud también les recordaba al Rey de las maldiciones incluso los altos mandos deseaban su ejecución argumentando que sería una reencarnación de Ryomen Sukuna, por eso al igual que Gojou Satoru se divertía en provocarlos.

- Pero que comentario tan fuera de lugar, Haruka. – hastiado por el comportamiento del peli rosado, el siempre alegre Nanami Yu intervino. – No deberías decir ese tipo de cosas frente a Sayuri o imagínate si bajaran las hermanas de Kyo y te escucharan decir eso.

Haruka se encogió de hombros.

- No entiendo de que se sorprenderían, conociendo a Gojou-sensei de seguro siempre aprovecha una ocasión para meterle mano a Kasumi-san o arrinconarla en algún lugar.

Ante el comentario tan descarado del joven Kyo iba a golpearlo sin importar que sea su superior, pero en eso…

- ¡HARUKA HENTAI! – una pequeña niña de ocho años golpeo con todas sus fuerzas la rodilla de Itadori haciendo que se doblara del dolor. - ¿Qué dijiste de mi bella Okasan?

La mirada miel de Haruka vieron con resentimiento la pequeña figura de su pequeño tormento: Gojou Sakura, esa niña era una réplica exacta de su padre desde su cabello blanco, tez blanca incluso estaba seguro que los ojos de esa niña eran iguales a Kyo y Gojou-sensei.

- Sakura-Oneesan. – bajando rápidamente de las escaleras otra voz tierna se escuchó. - ¡No deberías tratar así a nuestros invitados! Recuerda lo que Okasan siempre ha dicho la amabilidad ante todo.

Kaoru y Sakura Gojou ambas con la apariencia de su padre, bueno excepto porque la primera en lugar de tener cabello blanco con mechones cian era lo opuesto a Kyo y su hermana gemela. las niñas a pesar de tener el mismo rostro eran completamente diferentes mientras que Sakura era una réplica exacta de su padre desde su ego, curiosidad y un poco de soberbia; Kaoru era una dulzura andando demasiado lista, ordenada, caritativa y muy servicial. Ambas estaban vestidas con un vestido negro para la ocasión adornado con un listón blanco en su cuello como el que adornaba sus altas coletas.

- Es cierto, Sakura-chan. – el tono de burla de Haruka encrespo los nervios de la menor. – Deberías de hacerle caso a Kaoru-chan, no por nada es la favorita de Gojou junto con Suguru.

- ¡Eres un…!

- ¿Alguien dijo mi nombre?

Divertido como siempre Satoru iba bajando de las escaleras ante el armónico escándalo que estaba armando sus retoños junto con Haruka. - ¡Realmente le divertía ese chico!. – era la mezcla de las únicas neuronas de sus padres. Su mirada cielo se detuvo en Kasumi que en compañía de Choso se disponían a reprender a los protagonistas de tan divertida escena.

- ¡Vaya hasta que se digna a aparecer Gojou-sensei! – se quejó Haruka. – Hasta pensamos que te habías quedado dormido.

El nombrado solo se encogió de hombros mientras cargaba a Sakura que abochornada comenzó a patalear a su progenitor.

- Ese idiota al parecer nunca crecerá por más viejo que este. – Maki quien estaba cargando a una pequeña de seis meses veía aburrida y nostálgica la escena. – Aunque a veces esto nos recuerde a escenarios del Colegio, ¿no lo crees Yuta?

- Si. – respondió simplemente recordando su primer encuentro con Gojou-sensei después de haber salido de su encierro.

"Okkotsu Yuta cerro cuidadosamente la puerta de la habitación de Maki, ya que la joven Zen´in aun no deseaba que se enteraran sus amigos sobre su relación, pero al darse la vuelta se sorprendió de ver a Gojou-sensei mirar vacíamente como caían los copos de nieve de invierno. Era cierto después de la pelea con Sukuna donde su mentor resulto victorioso nadie volvió a ser como antes. Lentamente fue acercándose a él notando que hace tiempo había dejado de portar vendas o gafas en sus ojos mostrando ese extraño color tan característico de él.

- Por lo que veo has crecido en todos los ámbitos, Yuta-chan. – dijo divertido sin dejar de observar la blanca nieve. - ¡Vaya quien lo diría con ustedes si aplico entre el odio y amor hay un paso! – quiso reír como antes pero se escuchó tan seco.

- Gojou-sensei…- con su sonrojo Yuta se inclinó para hacer una reverencia exagerada que desconcertó a Satoru. - ¡Nunca he tenido la oportunidad de agradecerle todo lo que ha hecho por mí, desde Rika hasta convertirme en lo que soy ahora!

Satoru parpadeo sin comprender ese agradecimiento, si siendo honestos el desarrollo del azabache dentro de la hechicería fue por su propio mérito. Él simplemente lo orillo a decidir y encaminarlo junto con Maki a sus ideales, reclutando nuevos hechiceros dispuestos a ir en contra de las normas y de paso que su vida no fuera tan monótona.

- El que debería de agradecerte como a los demás soy yo. – metiendo sus manos dentro de los bolsillos. – Ustedes lucharon a capa y espada para traerme de vuelta sin importarles ser unos renegados para los ancianos. Arigatou Yuta.

Y antes de que el joven respondiera Satoru vio como esa joven salía del consultorio seguramente para disponerse a descansar.

- "Esta es mi oportunidad". – pensó. – Bueno Yuta, te dejo tengo asuntos que atender. – dándole unas palmaditas en el hombro. – Por cierto tanto tu como Maki deberían tener precaución.

Okkotsu enarco una ceja divirtiendo ahora si a Satoru.

- Usen protección sino desean darle un compañero de juegos a los hijos de Yuuji y Nanami. – guiñándole el ojo. – dejando como una granada el rostro de Yuta y haciendo nota mental

- "Debo comprar más condones".

Sin embargo Satoru se perdió en el pasillo para utilizar su poder y transportarlo a la oficina de su amiga, buscando desesperadamente el medicamento necesario. Odiaba como transcurrían los días a una velocidad demasiado rápida y las noches lentas como si el tiempo se burlara, el destino le estuviera cobrando las facturas y la vida a un hilo de perder la razón.

- ¡Maldita sea!. – exclamo furioso al no encontrar nada. - ¿Dónde demonios estarán?

Recordó las veces que había ido con Shoko y escondía el medicamento, obviamente sin éxito alguno, pero no podía ser posible que una niña como Miwa las escondiera mejor que la hechicera. Entonces como flash recordó que la joven había salido con su bata medica teniendo mucho cuidado en sus bolsillos, se acercó a la puerta descubriendo que se encontraba sin llave y atando cabos dedujo que…

- Los tiene consigo. – bufo rodando los ojos.

Entonces una idea surgió en su mente provocando una sonrisa ladina.

- Bueno si Miwa-chan desea quitarme mi adicción tendrá que buscar la forma de compensarlo buscándome otra".

Y sin decir más salió del consultorio silbando la última canción que escucho antes de su confinamiento y con ese ánimo comenzó a idear un plan para atraer nuevamente a la que fue alumna de Utahime."


- Cada vez que vengo aquí me da escalofríos. – murmuro una mujer abrazándose a ella misma en compañía de sus amigas y colegas. – Pero es lo mínimo que podemos hacer para agradecerles.

Decía Utahime recibiendo el abrigo que Shoko le había proporcionado, haciendo que sus mejillas se sonrojaran por la extrema amabilidad de la castaña. En esos casi quince años que por fin la maldición de Sukuna fue destruida, como los escombros de lo que un día fue Tokyo se volvieron a restaurar y que muchos aspectos cambiaron para las personas dentro del mundo de la hechicería era cierto. Incluso ella que no fue participe en ese juego macabro las preocupaciones más la dirección del Colegio de Kioto estaban comenzando a cobrarle la factura, la apariencia de Utahime cambio su largo cabello azabache ahora se encontraba hasta un poco arriba de los hombros con una que otra cana presente, su mirada ahora era más comprensiva. – Omitiendo claramente a Gojou Satoru y Sakura. – su menuda figura seguía igual y quisiera o no por fin estaba siguiendo el camino que siempre debió de tomar.

- Por lo que veo lo asustadiza y llorona nunca se te ha quitado, Utahime. – hablando de personas desagradables. – Mira que casi tener sesenta años y esa actitud de cria no te sientan nada bien.

La mirada ámbar de la mujer se volteo furiosa viendo la figura de Gojou Satoru mirándola burlonamente con ese aire de superioridad que siempre lo ha caracterizado y es que para el maldito bastardo es como si los años no hayan transcurrido excepto por unas pequeñas líneas de expresión en sus ojos y su cabello más largo de lo habitual. Iba a darle un golpe pero se detuvo abruptamente al verlo cargando a un sonrojado Suguru que al mirarla no le otorgo más que una sonrisa sincera y pura, como solía hacerlo Kasumi en sus tiempos de estudiante.

- Gojou. – escupió el nombre como siempre solía hacerlo. - ¿Usas de escudo a tu hijo para que no te golpee? – el nombrado se encogió de hombros divertido.

- Por más que quisieras no podrías darme un solo golpe decente Utahime, relájate. – la soberbia del peliblanco aún se encontraba presente.

Sin embargo en la memoria de Utahime vino un recuerdo demasiado vergonzoso y que por más que deseara olvidarlo aún sentía como la bilis se le revolvía a recordarlo.

- Al parecer el que esta fallándole la memoria es a ti Gojou, o no recuerdas que hace catorce años pude darte un golpe. – esa afirmación había sorprendido al grupo de adolescentes y niños al recrear esa imagen del chaman más fuerte siendo golpeado por la directora de Kyoto.

- Por supuesto que lo recuerdo, pero no tu golpe sino el motivo de este.

Utahime iba a refutarlo pero la voz de la presencia de Gojou Kasumi hizo que ambos directores se callaran.

- No deberías de buscar pelear con Utahime-sensei, Satoru eso es grosero. – respondió la mujer frunciendo el ceño y sus mejillas sonrojadas por lo que su anterior mentora y su esposo mencionaban. - Ohayo Utahime-sensei, Shoko-san y Mei Mei-san.

La mujer hizo una pequeña reverencia de saludo ante las mujeres, las primeras dos con genuino afecto y cariño, más Shoko al darse cuenta que la chica que un día acogió después de Shibuya quedo el pasado convirtiéndola en una gran hechicera, además de solo ser la esposa de Gojou Satoru.

- Ohayo Kasumi-chan. – respondió la castaña. – Por lo que veo tus hijos han estado creciendo sanamente.

Los hijos del matrimonio Gojou saludaron a las mujeres como su madre solía enseñarles y que no tuvieran una mala reputación. La mirada café de Ieri se detuvo en el primogénito del matrimonio aun sin creer como la concepción de Gojou Kyo fue un desliz, pero también fue la primera luz en el túnel que mantenía en oscuridad a su amigo.

"Sentía como su cabeza le dolía a horrores después de su salida de anoche con sus amigas, pero siendo honesta era la única forma que encontraron para olvidar un poco del infierno que han presenciado a lo largo de su vida, el primer golpe para Shoko Ieri fue cuando Geto uno de sus mejores amigos fue considerado un traidor comunicándoles como este había matado a sangre fría a sus padres, aunque aparentemente no sintió nada por el simple idiota que dijo, por dentro Shoko sintió como le arrancaron una parte de ella. Después fue cuando ese día llego Satoru sosteniendo en su consultorio el cuerpo inerte del que consideraron ambos su mejor amigo. Sintiendo por primera vez que las palabras de Gojo hacia los altos mandos tenia sentido, por eso ayudaba en lo que podía al peliblanco como aquel estudiante contenedor de Sukuna. Pero la gota que derramo el vaso fue Shibuya: Gojou dentro de esa caja confinadora, Nanami muerto y que el mal nacido de Kajuku tomara el cuerpo sin vida de Geto como contenedor le hizo ver que el mundo Jujutsu era como decía Nanami: "El mundo de los hechiceros es un asco".

- Buenos días Shoko-san. - y ahí estaba otra victima de lo que sucedió en Shibuya. - ¿Cómo estuvo su noche ayer con Utahime-sensei y Mei-sensei.

Optimista como siempre Miwa Kasumi fue una de las pocas alumnas de Kyoto que se revelo en contra del mundo Jujutsu por ir ella en compañía de los alumnos de Utahime a rescatar a Gojou Satoru sin saber las consecuencias que eso le traería, además de sentirse culpable al no darse cuenta de los sentimientos de su antiguo compañero Muta Kokichi alias Mechamaru y lo peor es que no podía corresponderle.

- Lo mismo de siempre la descarada de Mei se largó con un sujeto desconocido para pasarla bien y nos dejo la cuenta como suele hacerlo.

Una gota surgió en la frente de Kasumi al recordar las manías de la atractiva mujer, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por las siguientes palabras que provocaron un inminente sonrojo.

- ¿No sucedió nada nuevo en mi ausencia?

Kasumi no sabia que responder, si era correcto o no notificarle a Shoko- san acerca de la visita sorpresa de Gojou-sensei y como este vino en búsqueda de su tan ansiada droga. Al grado que su consciencia se sentía mal, porque sabia las causas que estaban orillando al chaman mas fuerte en consumirlas, incluso no pudo dormir pensando… ¿el peliblanco pudo conciliar el sueño tranquilamente?. Pero en eso la puerta del consultorio fue abierta dejando ver una alta figura que venia radiando de felicidad mientras tarareaba una canción muy popular en el 2018.

- Buenos días Shoko-chan. – alargo el apelativo a la medica haciendo que esta negara sonriendo un poco. – Buenos días, ¡pero que cara traes! De seguro la noche se torno muy ajetreada con Utahime, ¿no es así?

Dijo divertido al recalcar la atracción notoria que sentían ambas mujeres y mas aun al darse cuenta que llego en el momento preciso para que esa tierna joven Miwa no hablara de lo sucedido ayer, aunque…

- ¿Cómo te enteraste que ayer salimos? – cruzándose de brazos examinando al peliblanco y después a la joven Miwa que mantenía su mirada gacha ante la interrupción de Gojou. - Déjame adivinar viniste ayer a buscar como un vil ladrón esa "medicina mágica", ¿no es así Satoru?

Los lentes del nombrado se deslizaron dejando ver sus ojos color cielo viéndola sorprendido.

- Ya dijiste tu solo un vil ladrón haría algo como eso. – poniendo su mano en el pecho de forma dramática. – Pero estas equivocada, ayer me dijo Miwa-chan que saliste y como debo de suponer los únicos que quedamos son Utahime, Mei Mei, tú y yo.

Esto ultimo quiso decirlo divertido, pero todos en la habitación pensaron que era imposible incluso cruel burlarse de una situación así tomando en cuenta la vida de inocentes.

- Ah, hola Miwa-chan ¿Cómo amaneciste?. - inclino su cuerpo un poco hacia atrás percibiendo el nerviosismo de la chica al tenerlo cerca provocando que alargara su sonrisa gatuna.

- Bien. – fue tajante. – Con permiso Shoko-san iré al laboratorio a verificar unas muestras de las ultimas maldiciones.

Y como alma que lleva el diablo la joven desapareció ante la vista de los mayores, sin embargo la castaña percibió algo que hace mucho no había visto en su amigo.

- Olvídalo, es demasiado joven para ti. – sentándose cansadamente notando como Satoru despego la mirada en donde había desaparecido Miwa para verla. – Ademas primero debes de enfocarte en recuperar un poco tu cordura y después busca con quien follar, pero a Miwa-chan no la tocaras o sino…

- ¿O sino que Shoko? – retaba divertido. – Tengo entendido que esa niña ya no es una estudiante de hechicería, sino… ¿Por qué estaría aquí? Ademas es mayor y puede decidir libremente si involucrarse o no conmigo. – se encogió de hombros.

Pero al ver como el semblante de su amiga cambiaba se dio cuenta que algo en los informes que había robado ayer acerca de Miwa Kasumi faltaba algo que fue detonante para que siguiera permaneciendo en el mundo de la hechicería.

- Simplemente porque Kasumi-chan no es como aquellas mujeres superficiales que sueles o mas bien solías frecuentar. – se mostro seria incluso un poco molesta. – Ella es diferente Satoru, es de los pocos seres que considero que nunca debió entrar a nuestro mundo.

Las palabras de Ieri hicieron que su curiosidad sobre Miwa Kasumi aumentara al grado de conectar un poco acerca de la información o advertencia de Shoko al acercarse a la joven y las frases de anoche por parte de esta.

- Tranquilízate, solo bromeaba. – ajusto sus gafas. – Desde que regrese no ha habido nada interesante y Miwa-chan me pareció buena gente incluso pensé que solo te estaba apoyando un poco.

- Y lo hace pero a medida que dejo de ser alumna de Utahime, se esforzó mas en ayudarme. Gracias a su cabello he logrado investigar hechizos para la técnica de maldición inversa. Ahora podemos incluso hacer que los civiles convertidos en maldiciones se recuperen un poco más rápido sin dejar secuelas graves.

- Impresionante así que es como bien dicen: Un diamante en bruto. – se rio ahora si divertido por la situación.

- Me sorprende que te encuentres un poco mejor incluso te afeitaste y volviste a ser un poco el vanidoso hombre que eras.

Gojou solo asintió sin ganas, claro que se veía un poco mejorado durmió hasta altas horas en la noche por los efectos del café sobrecargado, pero ni eso lo salvaba del inminente sueño o mas bien de las pesadillas.

- Creo que es como dicen todos ustedes, es momento de retomar aquello que nos fue arrebatado. – jugando con la pelota de plástico que estaba en el escritorio. – Megumi me comento que desean mi ascenso a Director dos de los grandes Clanes. – recordando la platica con el azabache.

- Déjame adivinar tu Clan no estuvo de acuerdo. – una sonora carcajada interrumpió el ambiente lúgubre que comenzaba a inundar el lugar. - ¿Qué decidirás?

- Joderles la existencia a mis padres antes era mi pasatiempo favorito al igual que Gakuganji, pero como no me apetece escuchar los mismos sermones sobre la descendencia y el viejo decrepito esta muerto. Probablemente mi primera opción sea la mas factible.

Ahí mismo ambos comprendieron que ya no eran aquellos adolescentes introduciéndose al mundo de los adultos sino que ya lo eran y el peor del caso con responsabilidades demasiado grandes sobre sus hombros, la llegada de Miwa informándole acerca de los últimos casos hicieron que la mujer suspirara derrotada. Levantándose de su asiento se dispuso a ir con su joven practicante, sin embargo Choso en compañía de Zen´in Maki ingresaron.

- Shoko-san es necesario que venga, Nobara amaneció demasiado débil. – notifico la chica manteniendo el mismo temple aunque por dentro se preocupara por su amiga.

- ¡Venga ayúdela, ella la necesita!

Ahora fue el turno de la maldición en hablar Choso había perdido todo lo que amaba, sus hermanos con los que se había criado y después Itadori Yuuji su pequeño hermanito. Aquel joven de alma pura que por capricho de la vida tuvo que ser el contenedor de Sukuna para después ser ejecutado y ser junto con Gojou Satoru el salvador de la restructuración del orden. Ahora ese bebe que viene en camino era un lazo que lo mantenía cuerdo…era recordar que su hermanito aun permanece cerca de él.

- Esta bien. – suspiro Shoko tomando sus materiales médicos. – Miwa-chan quédate aquí por si llegan nuevos informes por parte de Megumi y Yuta, ¿de acuerdo?

- Si. – respondió firme la joven como un saldado, enterneciendo un poco a Satoru.

Sin esperar más contratiempos la médica en compañía de los otros dos fueron a la habitación de Kugisaki Nobara, todo ante la atenta mirada de Gojou y Miwa, la cual sintió mucha tristeza para la joven hechicera y su embarazo. Incluso a su mente vino el rostro sonriente de Itadori Yuuji.

- Verdaderamente ese embarazo comprueba mi teoría. – su voz hizo que Kasumi lo mirara atenta. – El amor es la maldición mas retorcida de todas. – sonrió fugazmente ante sus fantasmas.

Las frases dichas por el hombre hicieron click en Miwa recordando a Mechamaru y el amor incondicional que el profesaba por ella, para después convertirse en los cuerpos inertes de…

- Por cierto muchas gracias por no delatarme con Shoko. – Miwa agito un poco su cabeza dispersando esas imágenes. – Esto comprueba que la opinión que tenía antes sobre ti era correcta.

Acercándose lentamente al cuerpo de ella, que ante sus palabras lo miro sin entender alzando ambas cejas.

- Tu eres una buena persona, Kasumi-chan. – agachándose para quedar a su altura logrando que se sonrojaran sus mejillas mientras su corto mechón lo colocaba detrás de su oreja. – Como agradecimiento, ¿Qué te parece si te invito a cenar hoy? Y no acepto un "no" como respuesta.

- ¿Eh? – solo pudo pronunciar eso ante la invitación de su ídolo, estaba segura que si hace un año esto hubiera ocurrido hubiera brincado de felicidad, pero ahora. – Estemm…. Agradezco mucho su oferta Gojou-sensei, pero…

- Anda, créeme que antes era la mejor forma para que olvidara. – ella comprendió a que se refería: Getou Suguru. – Ademas hace mucho no salgo al nuevo mundo exterior y estoy seguro que tu tampoco. – amplio su sonrisa haciendo que Kasumi agachara la mirada.

Hizo una lista mental de los pro y contras de esa salida, notando que eran mas negativas, pero algo muy dentro de ella decía que aceptara. Que esta oportunidad no volvería a presentársele, además el hombre necesitaba despejar su mente, sus fantasmas e incorporarse al mundo llegando incluso a considerar la oferta de Megumi-san en convertirse en Director.

- De acuerdo. – dijo levantando su mirada y sin previo aviso sintió los brazos del peliblanco rodeándola, oliendo su fragancia a menta y dulce.

- ¡Muchas gracias, Kasumi-chan! Te aseguro que no te arrepentirás. – exclamo feliz, percibiendo que estaba en lo correcto y la joven si había crecido en ese tiempo. – Por cierto, esto debemos mantenerlo en secreto, creo que Shoko o Utahime se harán ideas erróneas, ¿no crees?

- Si…como quiera no pensaba comentar nada, usted sigue siendo un sensei y yo de cierta forma una aprendiz de Shoko-san, así que…

- ¡Eres fantástica, Kasumi-chan! – besando rápido su mejilla logrando que las mariposas en el estomago de Miwa se removieran. – Bueno entonces te veo esta noche, a fueras del templo.

La joven solo asentía sintiendo caliente el área donde el Gran Gojou Satoru había impreso sus labios y como una colegiala toco con su mano la zona mostrando una sonrisa tímida como aquellas jóvenes que experimentaban su primera amor."

- Incluso en el aire se puede percibir ese aire melancólico que desprenden los viejos. – Kyo vio fijamente como los adultos miraban desolados cada una de las lapidas que se encontraban en el lugar. – No me puedo imaginar el dolor que sintieron al ver, estar o enterarse sobre la muerte de un amigo.

- O terminar la vida de uno propio. – finalizo Haruka mirando fijamente a su Tíos Choso y Yuki colocando flores blancas y rojas en las lapidas de sus padres. – Aunque no fue en este mundo se reencontraron en el otro.

Sakura iba a cuestionar sobre esas palabras dichas por el adolescente, pero se abstuvo de hacerlo, ya que probablemente Itadori Haruka sea el ser mas insoportable que sus lindos y tiernos ojos puedan ver. Pero reconocía que en ocasiones no era tan odioso al grado de simpatizarle el chico, la mirada miel del joven estaba fija en las tumbas de sus padres, cuestionándose la pequeña

- "¿Así nos hubiéramos visto si habríamos perdido a Okasan?" -su mirada ahora se dirigió a sus padres percibiendo como su Otousan tomaba suavemente la mano de su Okasan y esta como agradecimiento recargo su cabeza en el hombro de él. – "Por mas que los veo no logro descifrar como consiguieron permanecer juntos, como se…enamoraron".

Sabia que su Otousan antes de casarse con su tierna Okasan era un cínico, un infiel, desconsiderado, burlista, no tomaba nada en serio y….no había cambiado en absoluto solamente en la parte de infiel. Ya que en toda su vida fue testigo que no había mujer que viera como suele hacerlo con su Okasan, porque ante los ojos de Satoru no había mujer más buena y hermosa que Kasumi. Sus mejillas se sonrojaron al visualizar al final de las lapidas la figura de Okkotsu Ryu un niño un año mayor que ella, siendo la replica exacta de su padre en todo. Hasta incluso pareciera que no había ningún rastro de Zen´in Maki en él.

- ¿Qué tanto vez mocosa? – la voz de Haruka la asusto volteándolo a verlo. – Ahhh conque estas observando al pequeño Ryu, ¿te sigue gustando?

- ¿Eh? – la pequeña alargo la exclamación como solía hacerlo su progenitor. - ¿Acaso estas espiándome? – enarco una ceja ofendida logrando que Haruka sonriera cínico recordándole al idiota de su padre.

- En lo absoluto simplemente estoy aburrido odio esta fecha. – el brillo de sus ojos se fue apagando. – Sabes que a ese mocoso le interesa tu hermana, ¿no?

La burla que mostraba el rostro de Haruka cambio drásticamente al ver como el curioso flequillo de Sakura ocultaba su mirada, pero estaba seguro que estaba observando como Kaoru y Ryu interactuaban siendo muy notorio que al crecer seguramente esos críos serian pareja.

- Si te sirve de consuelo en ocasiones considero que eres mas linda y amable. – Sakura levanto su mirada sorprendida. – Aunque déjame decirte que cuando te enojas te vez igual de gruñona que Utahime-sensei.

El fuerte ruido de un golpe saco a los adultos en sus respectivas plegarias dirigiendo su mirada atónicos al ver a Haruka en el suelo con un fuerte golpe en su mejillas y Sakura alzando la barbilla ofendida con sus mejillas rojas.

- Ese niño nunca cambiara. – suspiro derrotado Choso al ver como su sobrino se metía en cada lio. – Ojalá fuera más tranquilo como Yuuji.

- Aunque debes de reconocer que esos arranques de él hacen mas interesante nuestra vida. – Yuki quien seguía orando, ni siquiera abrió sus ojos para ver a su sobrino volviéndose a pelear con la hija de Satoru. – Sin embargo debemos de reconocer que la pequeña Sakura saco un rasgo demasiado peculiar de Kasumi-chan.

El desconcierto en los hombres y las mujeres era inminente, bueno excepto en Maki y el mismo Gojou, comprendiendo al parecer que no solo estará relacionado con un anterior alumno por Kyo y Sayuri.

- Es sorprendente no lo creen. – Shoko hablo orando aun en la lapida de Yaga-sensei. – Como ha pasado el tiempo y aun parece ayer cuando tuvimos que despedirnos de ellos.

Las miradas de todos se torno lúgubre recordando a cada uno de sus seres queridos, la mirada azul de Kasumi se dirigió a unas lapidas alejadas del lugar. Suspirando derrotada al ver como en una estaba tallada las palabras: ¡Traidor! ¡Escoria o Cobarde!.

- Anda ve. – levanto su mirada encontrándose con una perceptible sonrisa de Satoru. – A fin de cuentas el era tu amigo, además aún falta que Shoko y yo...iremos a verlo.

Sabia a quien se refería y asintiendo se levantó, tomando un ramo de flores amarillas junto con botellas de agua y trapos para limpiar la lapida de aquel hechicero que sin importar su sacrificio o el motivo de su traición: Muta Kokichi alias Mechamaru aun era considerado un renegado.

- Hola Mechamaru-senpai. -se arrodillo comenzando a limpiar. – Se que no he sido muy buena amiga en visitarte seguido, pero...- volteando a ver cada uno de sus hijos agradeciendo que al menos ellos volvió a tener una oportunidad de continuar. – Se que estas feliz, porque he cumplido mi promesa en seguir el camino que mas me ha hecho feliz.

"No podía creerlo, es mas ni en sus mas remotos sueños se hubiera imaginado que el gran Gojou Satoru, el hombre considerado el mas poderosos de hechiceros. Portador de los seis ojos y heredero del Clan Gojou la invitara a salir, es mas ni siquiera un saludo, pero ahora se encontraba aquí tratando de buscar "ropa bonita" para la ocasión. Sin embargo entre mas rebuscaba, era claro que debía de declinar la invitación del hombre.

- ¡No tengo nada que ponerme!. – la mayoría de su ropa era demasiado formal o sosa, dándose cuenta que estaba tan concentrada en el trabajo que no salía. – Aunque...tampoco es como si tuviera motivos de salir a divertirme.

Nuevamente los recuerdos de Mechamaru y su familia la inundaron, pero en eso unos toques a su puerta la distrajeron. Camino sin animo a ver quién era sorprendiéndose de encontrarse a...

- ¿Shoko-san? – se sorprendió en verla, acaso...se habrá enterado de su cita con el peliblanco. - ¿S-Sucedió algo malo?

Los ojos cafés de la doctora vieron de reojo como el closet de su pupila estaba desordenado y la cama ni se diga, deduciendo que probablemente Kasumi saldría y por el esmero en verse linda, no era una salida normal. Sonrió al pensarlo.

- En lo absoluto, venia a invitarte a cenar hace tiempo que no salimos. Pero al parecer alguien se me adelanto. – ante el tono sugestivo de la mayor Miwa solo pudo sonrojarse. – Creo que tengo unas prendas que te quedarían perfecto.

Sin esperar respuesta la castaña tomo la mano de la ojiazul casi arrastrándola por el pasillo hasta llegar a su habitación. Miwa no se había dado cuenta de la situación hasta que Shoko-san estaba probándole ropa sobre la de ella.

- Me gusta mas usar tonos pasteles, aunque según Mei Mei y Iori no me favorecen demasiado. – sonrió al ver como ese vestido de invierno color violeta quedaba perfecto a Kasumi. – Porque no te pones este, con unas medias y aquellas botas negras de la vez pasada.

- Shoko-san, esto es demasiado. No quiero verme ventajosa con usted y...

Shoko la miro sobre el espejo de su tocador enarcando una ceja, deteniendo su búsqueda en aquellos aretes de flores blancas con perla que tenía y es que había algo en Miwa Kasumi que hacía protegerla...más cuidarla como una hermana pequeña.

- Sabes que nunca pensaría eso de ti. – agarrando el juego de joyería mientras caminaba hacia la joven. – Toma esto como un obsequio de gratitud por todo lo que has hecho por nosotros Kasumi.

- ¿Pero yo no he hecho nada relevante? – enarco una ceja sin entender. – Solo soy común y corriente incluso a comparación de los demás hechiceros soy la más inu...

- No vuelvas a decir eso. – fue dura la voz de Ieri. – Tu eres alguien demasiado fuerte Kasumi. – tomándola por los hombros. – Si te soy honesta ni siquiera alguien como yo hubiera podido enfrentarme a algo cercano a ese día en Shibuya.

Kasumi agacho la mirada.

- Ademas no dudaste ni un instante en ayudarnos a recuperar a Satoru. – sus mejillas adquirieron un color rosado ante la mención del chaman. – Eso sin tomar en cuenta que sufriste por la muerte de tus amigos y la perdida de tus hermanos tampoco ayudó mucho.

- Shoko-sensei, yo...- la joven quería llorar, pero no deseaba incomodar a la mujer. – Muchas gracias.

- La que debería de estar agradecida seria yo Kasumi. – viniendo a su mente la joven que hace un año vino por ayuda para sus hermanos y ella, aunque fue demasiado tarde. - ¡Anda es hora de que te arregles! No desearas hacer esperar a esa persona en su primera cita, ¿o sí?

La joven negó mientras sonreía y dando un ultimo agradecimiento se dispuso a arreglarse para su velada con Gojou-sensei.

Mientras tanto Gojou Satoru se encontraba eligiendo su atuendo de esta noche, si hubiera sido el hombre de hace un año atrás tomaría lo que fuera y se dispondría a ver su celular haciendo esperar a cita en cuestión por unos veinte minutos. Pero recordó que ya no era el mismo...desde hace tiempo él murió o mas bien la parte que quedaba cuerda de él se fue con el ultimo aliento de Yuuji y ver morir de nuevo a Suguru...aunque sabia que esa maldita maldición de Kajuku había poseído su cuerpo.

- Aunque no la conozca bien...esa niña no se merece tal desplante. – comenzando a desnudarse y meterse a bañar. – Miwa Kasumi...¿eh?

Viniendo a su mente aquella vez que cuestiono a los jóvenes acerca de su tipo ideal, recordando la respuesta indirecta que le dijo a Utahime donde dio a entender que esa amable joven era el tipo de persona que le gustaría como pareja.

- Aunque en ese momento era solo bromeando, estoy completamente seguro que esa chica seria una estupenda novia. – se río. – Aunque eso no lo sabría, porque nunca he tenido una, pero si a alguien que quiera pasarla bien y creo que a la pequeña Kasumi le hace falta un poco de locura.

Y diciendo esto ultimo se dispuso a cambiarse para convertir a esa chica en su nueva adicción o mas bien retomar aquella que hace tiempo no experimentaba.

- Nuevamente rayaron la lapida de Mechamaru-san, okasan. – desconcertada Kasumi vio como el mas pequeño de sus hijo veía con profunda triste el lugar donde descansaba su amigo. – No entiendo porque se ensañan con alguien que no está para defenderse.

La mujer vio como Suguru apretaba con mas fuerza aquel muñeco en forma de Satoru.

- Siempre que venimos su lapida me da demasiada tristeza, es como si la libertad que tanto deseaba conllevaba un gran resentimiento de los vivos.

La reflexión de vida que Suguru-chan le dijo enterneció y preocupo a Kasumi, sabia que sus hijos eran demasiado listos. Mas de lo que deberían, pero cuando Satoru y ella prometieron formar una familia también conllevaba en hacer que sus hijos no fueran alcanzados por el egoísmo y la ambición del mundo de hechicería.

- Tú crees que... ¿Mechamaru-san sea feliz?

Aquella pregunta la sorprendió, sonriendo fue acercándose a su pequeño y tocando su mejilla, noto algo que hace tiempo Satoru le había dicho:

- "Suguru-chan me recuerda mucho a ti". – ese vez no comprendió lo que trataba de decirle. – "Tanto tú como él ven la bondad en aquellos que no tiene salvación y en este mundo lleno de locura su cordura es una bendición entre tantas maldiciones".

- Estoy segura que este en donde este Mechamaru, esta muy feliz. – notando como sus demás hijos se acercaban a ellos.

- ¿Y como estas segura, Okasan?

- Porque...he cumplido mi promesa y mi felicidad hubiera sido la suya. – sonrió al ver la mueca de desagrado de Sakura. – Ademas él los hubiera adorado demasiado.

- ¿Y a Otousan? – los ojos azules del infante brillaron.

Pero unas enormes gotas surgieron entre los demás al ver como Suguru aún era demasiado inocente.

- C-Creo que a él no tanto querido. – rio nerviosa.

- ¡¿Eh?! ¿Pero por qué? ¡Si Otousan es genial – alzando los puños emocionado mientras sus ojos brillaban con intensidad.

- Esa mirada no te trae viejos recuerdos, Utahime. – la voz divertida de Yuki hacia la pelinegra hizo que el entrecejo de esta se pronunciará más. – Bien dicen que de tal palo, tal astilla.

- Eso ni lo dudes. – argumento Utahime cruzándose de brazos, pero en eso sus ojos ámbar se enfocaron en un lugar demasiado apartado, donde hace poco Satoru y Shoko habían partido.

- La herida aun sigue fresca. – decía Mei Mei encendiendo un cigarrillo. – Podrán pasar mas años y esos dos nunca lo olvidarán.

Las mujeres solo asentían recordando sus momentos como estudiantes en el Colegio.

- Creo que eso es comprensible. – sonrió triste Yuki. – Ya que no solo ellos perdieron alguien amado o que consideraron importante en su vida, ¿no lo crees Mei Mei?

La nombrada solo asintió leyendo la lapida cercana a ella...donde descansaba su hermanito.

- Al menos la humanidad tuvo una segunda oportunidad para restaurar lo que todos damos por perdidos. – finalizo Choso sosteniendo por la oreja a su sobrino reprimiéndolo por su anterior riña con Sakura.


Cada vez que venía sentía como la culpa lo carcomía incluso asfixiado, pero debía de permanecer fuerte, ya no era ese adolescente insoportable sino un hombre con cuatro hijos y esposa. Sin embargo eso no impedía que recordara con nostalgia al que una vez llamo mejor amigo.

- Verdaderamente debo darle créditos a Kasumi. – Shoko quien se encontraba a su lado sonrió. – Sabes cuándo estudiábamos nosotros nos hicimos una pregunta acerca de ¿Quién se casaría y formaría una familia primero?

- ¿Qué extraño, yo no la recuerdo? – cuestiono divertido. - ¿Acaso tenían reuniones secretas sin mi presencia? Eso me ofende y duele profundamente, Shoko. ¡Y yo considerándolos mis amigos!

La castaña rio ante el drama del ojiceleste y como colocaba una mano en si pecho con clara muestra de dramatismo.

- Te encontrabas en una misión en solitario. – rodo los ojos. - ¿Quieres escuchar la respuesta o no?

- Siendo honesto no. – suspiro. – Conociéndolos tanto Nanami como Yu hubieran dicho que Suguru incluso tu. – sonrió recordando al pelinegro. – Tu seguramente hubieras buscado a alguien de nuestra rama, pero al no llenarte el ojo ninguno hubieras desistido. Yu hubiera sido después de Suguru y Nanami...bueno ya sabíamos lo que pensaba. - sintió pena que a fin de cuenta los temores del rubio terminaron siendo ciertos. – En cuanto a mi hubiera sido descartado, ya que simplemente disfrutaba solo follar y si te soy honesto tampoco me imaginaba casado y con hijos.

Shoko encendió el incienso y aprovechando de eso saco un cigarrillo que tenía oculto encendiéndolo ante el disgusto del hombre.

- Pensé que lo habías dejado.

- Los malos hábitos nunca mueren o se olvidan. – encogiéndose de hombros. – Sabes tienes razón, excepto en algo.

Gojou enarco una ceja sin comprender.

- Suguru, nos aseguro que tu serias el único en formar una familia. – exhalando el humo recordando esa conversación. – Independientemente de que seas el líder de tu Clan y por obligación tenias que casarte, él dijo que tú te comprometerías con aquella persona que te haría ver las cosas distintas, alguien sumamente cuerdo que giraría tu percepción del nuestro mundo. Pero...que serias tan idiota en echarlo a perder para darte cuenta.

El peliblanco apretó los puños sobre sus rodillas, alargando sus labios con una mueca de seriedad rara en él mientras veía fijamente el nombre grabado: Getou Suguru.

- "Incluso en eso tenias que conocerme perfectamente, idiota".

- Al parecer nuestro amigo te conocía mejor que nosotros y al parecer lo único cuerdo de él fue su predicción de tu futuro. De nosotros solo tu y Nanami formaron una familia, aunque si pides mi opinión sigo pensando que te aprovechaste de Kasumi.

- Ya suenas como la amargada de Utahime. – rio al ver como Shoko levanto sus labios inconforme. -Aunque creo que tienes razón me aproveche de ella, pero no solo me refiero a la edad, que si te soy honesto es algo estúpido.

Se levanto del lugar ayudando a Shoko en incorporarse y darle una ultima mirada a su amigo.

- Me aproveche que nuestras cicatrices aun estaban frescas.

Porque así era la vida existen heridas o cicatrices que ni siquiera el tempo podría sanar, y eso lo comprendió. Que en ocasiones el dolor es tan grande que no nos deja continuar, que construimos una careta ante los demás, pero que cuando conocemos a la persona indicada esta misma comienza a quebrajarse, cuestionándonos... ¿quiénes somos realmente? Y eso poco a poco fue descubriéndolo Gojou Satoru en los brazos de Miwa Kasumi, mostrándole otra faceta de la vida.


¡Hola nuevamente! Aqui les dejo rápido un Two-shot de lo que seria despues de la pelea con Sukuna, la liberación de Satoru y algunas cosas de lo que tuvieron que vivir, aunque aqui ya transcurrieron al menos quince años del suceso.

El fin de semana subire la otra parte final, ademas del fic de "Mis dos pequeños problemas" y el oneshot pendiente en "Stories GoMi". Espero en Marzo terminar al menos tres proyectos (entre ellos los dos antes mencionados y "¿Cual es mi tipo ideal?" que solo hacen falta cuatro capitulos) de la ship para concentrarme en "Destinos entrelazados" y "Concubina"

Sin mas que decir muchas gracias, espero subirles este fin de semana mas de GojouxMiwa.

Besos y abrazos.

TheOtherDestiny.