Advertencia 01: Antes de continuar con el relato, me gustaría comentaros un par de cosillas. Los capítulos del 05 – 09 equivalen (de nuevo) a la historia de uno de nuestros "cantantes". El problema es que es el triple de largo que los anteriores (pobrecito Nooj, reafirmo que va a tener el episodio más cortito, snif snif. Pero no es culpa mía, es que la historia de Baralai da mucho de sí ;-) Y ya con la de Gippal ya tiemblo...). Tanto el título principal como los secundarios tienen un significado, así que os insto a leer el comen del final en cada uno de ellos. También me gustaría avisaros de que he cambiado ligeramente algunas escenas que sucedían en el juego para adaptarlas al relato. Las ideas principales están allí pero se han modificado las palabras utilizadas. Lo aviso para la gente que haya visionado esas escenas para no se quede sorprendida.
Advertencia 02: Me repito más que una almeja pero bueno. Los personajes no son míos, si no de Square - Enix.
Advertencia 03: La autora del fic no se hace responsable de las secuelas que puedan producir al lector la aparición de Seymour Guado en el relato. Y sí, alguna escenita puede hacer pitar el "radar Yaoi" a más de un pero prometo que no fue mi intención (es Seymour, que me provoca a propósito ;-)).
Dedicado a Shiga san (tanto "dijo, dijo" no es bueno jur jur jur).
Ale y a disfrutar de la lectura :-)
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CAPITULO 05: LA ESFERA ESMERALDA ( I )
ACTO 01: LA VOLUNTAD DEL MAGO.
Ya lejos de Miihen, Baralai y Denzel se dirigieron a toda velocidad al Río de la Luna. Pese a que los Legionarios que participaron en la Operación Miihen fueron excomulgados, el pueblo no podía evitar llorar por los difuntos. Allí por donde pasaban, siempre se podía ver alguno de aquellos malaventurados durmiendo por el camino. Baralai intentaba no mirarles, ya que su sola presencia le recordaba todo el sufrimiento que había tenido que soportar.
- Nooj¿por qué tuviste que hacerlo?... ¿No nos dijiste que éramos amigos?... Yo confiaba en ti... - pensaba Baralai. Movió la cabeza de un lado a otro para quitarse esos pensamientos de la cabeza. Sonrió y dio un golpecito en la espalda de su acompañante - Vaya, si que se va rápido en moto. No deberían estar prohibidas por el Clero. Son muy prácticas - dijo en voz alta para romper el hielo.
- ¿Verdad que sí? - Denzel estaba ilusionado porque era la primera vez que tuteaba a alguien que no fuera Albhed. Hubo una pausa. - Me alegro que hayas aceptado que te llevase. No mucha gente quiere... - añadió en voz baja y lastimera.
- Un amigo me dijo que no se debería tenerse en cuenta el aspecto de la gente - dijo Baralai.
- ¿Gippal? - respondió Denzel sonriendo - Ah, ya hemos llegado al Río de la Luna. Bueno, parece que nuestros caminos se separan aquí... - añadió inclinando la cabeza y en un tono lastimero.
- Aunque no para siempre - contestó el muchacho albino para animar a su compañero de trayecto.
- Sí, es cierto - dijo el chico emocionado - Bueno, pues entonces, hasta otra. Ten cuidado - añadió mientras le estrechaba las dos manos juntas.
- Tú también - dijo Baralai sonriendo.
Al cabo de poco, apareció otro Albhed. Él y Denzel empezaron a hablar de que "alguien" iba a pasar por ahí y que aprovecharían la oportunidad.
+ - Espero que ésta vez no me pegue una paliza como en Luca - Denzel suspiró y se tocó el flanco derecho, "rememorando" las tortas de la otra vez.
+ - Si, es muy bonita, pero también muy fuerte, como sus Guardianes - decía el otro Albhed afirmando con la cabeza.
Baralai no escuchó nada de aquella conversación porque había subido en el Shupaf. El viaje le distrajo bastante, sobretodo el balanceo que hacía el animal al nadar por el agua.
Ya al otro lado, fue directo a Guadosalam con las ideas muy claras: ahora que no podía contar con la protección del Venerable Kinoc, necesitaba a otro protector. ¿Y quién mejor que el Venerable Seymour para protegerle? De todos era conocido la enemistad entre ambos ya que los dos ansiaban más y más poder. Así que se plantó delante de la entrada a la Mansión y pidió al vigilante una audiencia con el Jefe de los Guados. Su interlocutor le hizo pasar y desapareció a la habitación contigua. Al cabo de poco, apareció aquel mismo Guado acompañado por el sirviente y mano derecha del Venerable, Tromell.
- Pasa muchacho. Lord Seymour te espera - dijo Tromell educadamente. Los dos Guados señalaron la puerta que daba a una gran sala e hicieron una reverencia.
El chico entró y miró a su alrededor. Un penetrante y seductor olor a incienso inundaba la habitación. También se había colocado a un lado de la misma una gran mesa repleta de frutas exóticas. Todo ello sumado a la decoración hacía la habitación irresistible en todos los sentidos. Seymour le observaba con detenimiento, escudriñando el aspecto de su invitado y preparando su discurso.
- Bienvenido a mi casa¿de qué deseas hablarme? - dijo Seymour con una voz pausada y seductora.
Las palabras de Seymour hicieron regresar a Baralai de su ensoñación momentánea. El muchacho quedó sorprendido de aquella mirada profunda y transparente, capaz de adivinar los secretos más bien escondidos.
- ¿Y bien¿Tienes miedo de contármelo? - Seymour le sonrió.
- Ahora que he llegado hasta aquí no puedo echarme atrás - pensó Baralai para sus adentros - Venerable Seymour, he venido para contarle las malas intenciones del Venerable Kinoc para con Yevon. El Venerable estaba planeando crear un grupo de guerreros de élite, llamado la Escuadra Escarlata, cuya creación le serviría para controlar el poder del Clero. Afortunadamente, la Escuadra Escarlata ha sido destruida y el plan del Venerable ha fracasado. Pero para mi desgracia, yo fui uno de los integrantes de ese "futura Escuadra", el único superviviente para más señas, y el Venerable ha enviado a sus hombres para que me silencien - el albino hizo una pausa y tomó aire - Por eso, señor, querría pedirle una cosa: me gustaría que me protegiera de la ira del Venerable. Le prometo fidelidad y devoción absoluta a cambio de su protección - dijo Baralai terminando así su monólogo. Se arrodilló como si estuviera ante un rey e inclinó la cabeza, esperando el veredicto del Venerable.
Seymour le observó con detenimiento durante todo el discurso, analizando cada palabra, entonación y movimiento.
- Lo que me cuentas no me sorprende. Tenía mis sospechas. ¿Sabes que estoy enemistado con Lord Kinoc? Seguro que lo sabes. Si no, no hubieses venido a verme... Debes haber pensado¿Quién mejor que el enemigo de mi enemigo para protegerme? - hizo una pausa y se acercó a Baralai - De acuerdo, te tendré bajo mi tutela. Levántate, por favor - dijo Seymour tomándole de la mano derecha. Después hizo una pausa. Iba a decir otra cosa, cuando Tromell entró sonriente en la sala. Seymour cambió su discurso - Tendremos que posponer nuestra conversación unos instantes. Parece que tengo buenas noticias. Espérame en mis aposentos - añadió haciendo señas a uno de los guardias que estaba en la sala.
Baralai fue escoltado a la habitación de arriba. Mientras subía las escaleras, observaba los retratos de los antepasados de Seymour, todos de una mirada ilustre. Solamente se paró dos veces: la primera cuando vio el retrato de Lord Jyscal, padre de Seymour; la segunda, con el retrato de su nuevo protector. La mirada de Lord Jyscal era ilustre pero a la vez triste, con cierto sentimiento de culpa. Por el contrario, el retrato de Seymour provocaba sensaciones distintas: Si bien tenía una mirada ilustre como sus antepasados e incluso podía decirse que era más bello, tenía en la mirada algo perverso que le hacía temible. Al igual que la sala de abajo, la habitación de Seymour alentaba a los sentidos, en parte por el olor a incienso afrutado. Poco después apareció el Venerable, que observaba a su invitado en silencio.
- Pues parece que tengo una visita. Mientras esperas, siéntate y ponte cómodo - Seymour le señaló el sofá para que se sentara - Si necesitas algo, díselo al guardia - añadió mientras daba una señal al muchacho Guado.
- ¿Se puede preguntar quién es la visita? - dijo Baralai en tono inocente.
- Puedes, pero eso no me obliga a responderte - respondió con mirada traviesa - En realidad no necesitas saberlo ahora mismo. Seguro que lo oirás tarde o temprano - añadió el Venerable moviendo la mano lentamente.
- ¿Quién será para que esté tan entusiasmado? Quiero saberlo - se preguntaba mientras reseguía a Seymour con la mirada. La respuesta de Seymour le había dejado más intrigado.
El Venerable abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó una esfera color esmeralda. La tomó delicadamente y la miró un instante. Después hizo una sonrisa a su interlocutor y se marchó al piso de abajo. Hacía ya rato que un grupo de personas hablaban en la gran sala, mas el albino no se había percatado de su presencia hasta ese momento.
Tiempo más tarde, minutos o horas (no sabría determinarlo), volvió Seymour. Baralai estaba recostado medio dormido en el sofá. Seymour se sentó a su lado y le observaba en silencio. Cada vez veía más claro que aquel muchacho de mirada seria y tez morena le sería de gran utilidad para sus siniestros planes. Baralai entre-abrió los ojos y miró a su alrededor. Se levantó de golpe al ver al Venerable tan cerca de él y le pidió disculpas haciendo una reverencia.
- No te preocupes. Estabas agotado y he preferido dejarte dormir. Lo necesitarás para la misión que te voy a encomendar - a Seymour le resultó divertido el pudor que mostraba el albino - Quiero que regreses a Saint Bevelle y entregues un documento al Venerable Mika. Dos de mis mejores hombres te acompañarán. Tranquilo, nadie del Templo se atreverá a tocarte sabiendo que estás bajo mi protección - añadió mientras sonreía. Después se acercó más a él y cogió suavemente su mano derecha - Ten, un presente en señal de respeto y confianza que tengo en ti - le dijo mientras colocaba la esfera esmeralda en la mano sujeta.
Baralai miró a los ojos cristalinos de su interlocutor y después a aquel extraño regalo.
- ¿No quieres verla? Ven, te la mostraré - dijo el Venerable.
Tomó delicadamente la esfera de la mano de su invitado y la colocó en el proyector. Un torbellino de imágenes circularon alrededor de ambos. Baralai no podía evitar mostrar su asombro a cada nueva imagen. Sus ojos brillaban como los de un niño pequeño al que le regalan un juguete nuevo. Seymour se mostraba triunfante: había conquistado la curiosidad e interés de su invitado.
- Esto es Zanarkand, la ciudad de las máquinas. Bonita¿verdad? Seguro que algún día Spira volverá a su esplendor de antaño - añadió para darse más importancia.
Baralai escuchaba con detenimiento todo cuanto Seymour decía y lo almacenaba en su cabeza.
- ¿En serio puedo quedarme una esfera tan importante? - dijo el muchacho sorprendido.
Seymour apagó el proyector y retiró la esfera del aparato.
- Por supuesto. Tengo absoluta confianza en ti - Seymour le sonreía mientras se acercaba a su interlocutor - Contigo está en muy buenas manos - añadió mientras depositaba de nuevo y con suma delicadeza la esfera en la mano derecha de Baralai.
El chico sonrió y se guardó la esfera.
- Ahora es mejor que te marches. Cuando termines el encargo, ven a verme al Templo de Macalamia. Te estaré esperando - dijo el Venerable sonriente apoyando su mano en el hombro derecho de Baralai.
El muchacho hizo una reverencia y bajó por las escaleras a paso lento. Abajo le esperaba Tromell, que se le acercó para entregarle un papiro con el sello del Venerable.
- Que vaya bien la travesía. Lord Seymour tiene plena confianza en usted - añadió con su pulcritud habitual. El muchacho hizo una reverencia y se marchó con sus dos acompañantes.
Los tres se dirigieron rápidamente a Saint Bevelle. El contenido del documento que transportaban era desconocido para ellos, mas sabían con toda certeza que era de suma importancia. El contenido del mismo marcaría un antes y un después en la existencia de los Guados.
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En este primer acto os voy a comentar el significado del título principal, del título secundario y la estructura que tienen los distintos capítulos.
Partiremos de la estructura: cuando terminé la historia de Baralai, empecé a pensar en el título de cada capítulo (Nota: es muy habitual en mí escribir primero la historia a gran velocidad y después pensar el título durante largas semanas). El caso era que no se me ocurría nada factible hasta que, cosas de las musas, cayó en mis manos mi libro sobre el tarot egipcio. Empecé a ojearlo (porque cuando las musas te dicen algo es mejor hacerles caso¿verdad?) y una idea fue creciendo en mi cabeza. ¿Y si estructurase los episodios como una lectura cartomántica? El consultante sería Baralai y la pregunta a formular sería "¿Descubriré los secretos del Clero?" (Se ha de admitir que tengo una imaginación desbordante y me voy muy pallá...) A partir de esto elegí el método de "la Cruz", uno de los más sencillos de interpretar y que consta de cinco cartas. Para la tirada se utilizan simplemente los Arcanos mayores (veintidós en total) y se colocan las cinco cartas elegidas en forma de cruz. Así que fui examinando cada una de las cartas y elegí las cinco que coincidían con la situación de Baralai. La primera carta en aparecer es "el Mago" (Arcano I). Esta carta, colocada a la izquierda de la cruz, significa los aspectos favorables de Baralai para conseguir su objetivo. En este caso, el Mago representa la astucia y la diplomacia, las cuales va a necesitar para poder sobrevivir.
En cuanto al título principal, y siguiendo la temática de los colores, el color elegido ha sido el esmeralda. La piedra esmeralda era considerada, en las tradiciones populares de la Edad Media, un amuleto de gran poder que provenía de los infiernos. Su poder era tan grande que incluso las criaturas infernales más poderosas no podían o no se atrevían a tocarla, y mucho menos intentar controlarla para su beneficio. Como es de suponer, esta piedra no podía caer en malas manos por miedo a que ocurrieran catástrofes inimaginables. Pero al mismo tiempo, esta poderosa piedra contenía grandes conocimientos sobre la vida y la muerte (de ella decían los egipcios que permitía a su poseedor comunicarse con los muertos) y que incluso, podía ser purificada para luchar contra el mal. Sería, exceptuando la noción de conocimiento y nacimiento, el mismo poder que tiene la esfera de Inuyasha (para que os hagáis una idea aproximada). La ambivalencia que aparece en la piedra esmeralda permite considerar la esfera que Seymour regala a Baralai (distinta a todas las esferas aparecidas en los dos juegos, ya que su contenido proviene de las almas del Etéreo) una fuente de conocimiento sobre la vida de los muertos pero, al mismo tiempo, algo que se puede convertir en un arma de doble filo, atrayendo la desgracia o la fortuna a su poseedor.
