CAPÍTULO 06: LA ESFERA ESMERALDA ( II )
ACTO 02: LOS CAPRICHOS DE TIFÓN.
Los tres atravesaron a zancadas la Llanura de los Rayos y el Bosque de Macalamia en dirección a Saint Bevelle. Cuando llegaron, dos monjes que se encargaban de la vigilancia les detuvieron. Baralai les mostró el documento y pidió audiencia para entregarle el papiro al Venerable Mika y los dos monjes no hicieron ninguna objeción, incluso se ofrecieron a acompañarles hasta la sala principal donde uno de los sacerdotes fue enviado para hablar con el Venerable. La espera fue relativamente corta ya que el Venerable Mika no tardó en aparecer acompañado por más guardias y sacerdotes. Se acercó a Baralai e hizo una reverencia.
- Bienvenidos a Saint Bevelle. Me han dicho que el Venerable Seymour te envía para darme un documento de suma importancia - dijo el Venerable cortésmente.
Baralai y los Guados hicieron a su turno una reverencia y el muchacho entregó el documento a Mika. El Venerable lo abrió y lo leyó allí mismo. Las arrugas de su boca se movieron para dibujar en ella una sonrisa.
- Es una gran noticia. Seguro que el pueblo se alegrará - añadió al finalizar el documento. Rápidamente mostró el papiro cuyo contenido quedaba resumido de la siguiente forma: el Jefe de los Guados proclama el futuro enlace con la Invocadora Yuna, hija del Alto Invocador Braska. Las felicitaciones se sucedían y muchos gracias a Yevon se pronunciaban junto a otras tantas reverencias.
- Lo comunicaremos al pueblo. Se merece una alegría después de las tragedias de Kilika y de la Operación Miihen - comentó Mika a los asistentes.
Todos asintieron con la cabeza y muchos de ellos se marcharon a proclamar la buena noticia por los alrededores.
- Así que ésa era la visita de antes... - pensaba Baralai mientras observaba la acción a cierta distancia. Retuvo aquellos hallazgos en su cabeza.
- Muchacho¿no estás contento por el futuro enlace? - el Venerable Mika le observaba hacía largo rato, al verlo tan pensativo.
- Pensaba si estaría bien visto que una humana y un Guado... - dijo el muchacho intentando disimular sus pensamientos.
- No es el primer matrimonio entre una humana y un Guado. Lord Jyscal, que en el Etéreo esté, se casó con una humana¿recuerdas? - respondió el Venerable con amabilidad y devoción en sus palabras.
- Por supuesto. Discúlpeme - dijo Baralai haciendo una reverencia.
- Así que tú eres el ayudante del Venerable Seymour. En la carta habla también de ti. Espero que sirvas a Yevon tan bien como lo haces con Lord Seymour - dijo el Venerable sonriendo.
Baralai hizo una reverencia y se dispuso para marcharse con los dos Guados. Sin embargo, y contra todo pronóstico, uno de los sacerdotes que quedaba en la sala se acercó al Venerable.
- Venerable Mika¿me permite que acompañe a nuestros invitados hasta la salida? - dijo el hombre haciendo una reverencia.
El Venerable asintió con la cabeza y el sacerdote se acercó al grupo. Los dos humanos caminaban a paso lento el puente mientras los dos Guados caminaban a grandes zancadas, ansiosos por ir al Templo de su Señor. El sacerdote cogió a Baralai del brazo izquierdo para que caminase más despacio y se acercó a él.
- Pareces buen chico, por eso quiero advertirte de una cosa: Ten cuidado con los Guados y con los secretos del Clero. A veces hay cosas que es mejor no saber... - susurró el sacerdote para que los Guados no le escuchasen.
- ¿Descubrir los secretos del Clero? Eso es justo lo que quiero - pensaba Baralai para sí mientras asentía con la cabeza.
- Soy el Padre Zuck. Espero volver a veros pronto - añadió haciendo una reverencia ya a la salida.
Los tres se dirigieron al Templo de Macalamia, como bien les había ordenado el Venerable. Pero, de nuevo, hubo un cambio de planes. Un Guado que les estaba esperando en la entrada al Bosque les detuvo.
- Lord Seymour me ha ordenado que te diga que vayas al Monte Gagazet y hables con el Patriarca de los Ronso. Debes proclamar a los Ronsos la gran noticia - dijo el Guado dirigiéndose a Baralai.
El muchacho se quedó extrañado, dudó un instante y asintió con la cabeza.
- Nosotros nos vamos al Templo de Macalamia, te esperaremos allí - añadieron sus, hasta ese momento, acompañantes.
Los tres se marcharon en dirección al Templo y a pocos metros no podían distinguírseles de los árboles.
- ¿Por qué habrá cambiado de opinión? Me pregunto qué estará tramando?... En fin, será mejor que haga lo que me ordene si no quiero tener problemas - se dijo para sí.
Fue caminando a paso lento, pensando en cualquier cosa que pudiera distraer su mente hasta el Monte Gagazet. Sin saber cómo le apareció una imagen que ya era pasado: estaba en el ferry, con sus dos amigos y con aquella chica de ojos rojizos. Los tres sonreían como si no hubiese sucedido nada. Paine, Gippal, Nooj, dijo lentamente. Suspiró mientras observaba aquel cielo azul pálido, y continuó el trayecto posado en una nube hasta llegar al puente que conducía a las montañas heladas.
En la entrada se congregaban algunos Ronsos y el Patriarca les hablaba sobre su misión en el Gagazet. El muchacho se acercó lentamente e hizo una reverencia al Patriarca Kelk, que hizo callar con la mano los comentarios de los asistentes. El muchacho meditó unos instantes y relató todo lo acontecido lo mejor que pudo en voz baja para el Patriarca. El Venerable hizo un gesto ligeramente alegre y proclamó la noticia a los Ronsos que se congregaban en la entrada. Muchos dijeron de ir a Luca para continuar esparciéndola como una semilla.
- Seguro que el pueblo estará contento. Pero es tan triste que una chica tan joven y a punto de casarse... - dijo el Patriarca en voz baja.
Baralai se marchó de nuevo hacia el Templo de Macalamia y no pudo quitarse de la cabeza el comentario del Patriarca.
- Sí que es triste que tenga que morir¿es que no hay otra forma de deshacerse de Sinh? - pensaba el albino. Sus intentos para encontrar una solución al problema eran constantes pero ninguna de sus ideas era factible. La última posibilidad era usar máquinas prohibidas pero los resultados fueron estrepitosos. Los ruidos de un Hrimthurs que no paraba de dar golpes contra el suelo helado le hicieron volver a la realidad. La sorpresa fue mayúscula cuando divisó a un grupo de siete personas luchando contra esa cosa. Uno de ellos le llamó la atención.
- Esos cabellos, la cara... ¡Es ese chico¡Es el chico que vi en la gruta! - dijo en voz alta sorprendido de su hallazgo - Debo hablar con él. Corrió hacia el lugar para intentar ayudar a aquellos desconocidos (Hay ciertas hábitos que nunca se pierden, dirían algunos...). El monstruo dio otro golpe contra el suelo, ya cuando estaba a punto de expirar. El golpe fue tan fuerte que el suelo se resquebrajó en mil pedazos y los combatientes cayeron al vacío. Baralai se apresuró y miró dentro del agujero. No había ni rastro de ninguno de ellos.
- No veo nada. ¿Habrán muerto? - pensó al ver el gran agujero que se había formado - ¡Hey¿Alguien puede oírme? Contestad - dijo gritando tanto como pudo. La respuesta fue el viento helado - El Templo. Quizá alguien pueda ayudarme - pensó.
El muchacho corrió hacia el Templo de Macalamia. Había un gran alboroto. El vigilante de la entrada se acercó corriendo hacia él.
- Es terrible, muchacho. La Invocadora y sus Guardianes han asesinado al Venerable Seymour - el vigilante temblaba de miedo.
- ¿Qué? - dijo Baralai estupefacto. Estaba exhausto e intentaba recuperar el aliento.
- Dentro te lo podrán explicar mejor que yo... - respondió el vigilante señalando la puerta.
Baralai entró en el Templo. Decir que se había formado un caos impresionante era quedarse corto. Los músicos se hablaban unos a otros y los pocos estudiosos de Yevon que habían se sentían horrorizados y culpables. A un lado de la sala, los Guados hablaban entre ellos y de entre ellos salió Tromell. El hombre se acercó con dignidad y aguantando la compostura al verle entrar.
- ¿Qué ha sucedido¿Puede contármelo? - Baralai mostraba una mirada seria y prefirió posponer la búsqueda de los accidentados. Quería oír en boca de Tromell lo acontecido durante su ausencia.
- La Invocadora Yuna y sus Guardianes han matado a Lord Seymour - dijo Tromell. Su voz era una mezcla entre educación y cólera.
- Pero ¿por qué? No lo entiendo - el muchacho intentaba sonsacarle más detalles, pero el anciano se mostraba inflexible.
- No hay nada que entender. Quien hiere a un Guado es como si hiriera a todos los Guados. Los Guados no descansaremos hasta eliminar a los traidores - sentenció Tromell. Los Guados asintieron con la cabeza y salieron del Templo mientras estudiosos y músicos se sentían impotentes.
- Esto es una locura - pensó el albino - ¿Dónde pensáis buscar? Spira es muy grande - añadió mirando a Tromell.
- Cada rincón. El Clero se ha ofrecido a ayudarnos - contestó Tromell.
- ¡Espera! Yo también quiero colaborar en la búsqueda - dijo Baralai - Si el Clero interviene, tiene que haber un buen motivo. Tengo que investigarlo - se dijo para sí
Tromell asintió con la cabeza y le pidió que lo acompañara a Saint Bevelle.
La travesía fue silenciosa: Tromell sólo pensaba en la venganza y Baralai en aquellos que vio precipitarse en el frío hielo. Me pregunto si eran los que cayeron al vacío ¿Habrán sobrevivido, se decía para sí.
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Continuando con la explicación sobre el tarot, encontramos como segunda carta "el Diablo" (Arcano XV). Esta carta está representada en el tarot egipcio por Tifón, Genio de las Catástrofes e imagen de la Fatalidad. Esta carta, colocada abajo de la cruz y de forma invertida, significa el/los obstáculo(s) al que tiene que enfrentarse Baralai para conseguir su objetivo. En este caso, el Diablo representa la interferencia de las malas acciones de otros (ya sea por venganza, codicia, etc.) o de situaciones impredecibles que pueden arrastrar a Baralai por caminos insospechados (si es que en menudo lío se ha metido mi niño).
