¡Hola de nuevo! Jejejejejejejejejeje lo sé, lo sé… me he ausentado durante mucho tiempo… ¡casi un mes! Ufffff bueno, es que he estado muy ocupada en el trabajo y eso pero… ¡por fin estoy aquí! Así que seguiremos ¿vale?
Lo primero es decir que casi todos los personajes que aparecen en esta historia (¡algunos me los inventaré en serio! Por ahora creo que no aparecen pero… aparecerán jejejeje) son propiedad de JK Rowling, de la Warner y de cualquiera que haya pagado los derechos.
Y la mejor parte ¡los reviews!
Alba1: Bueno… ahora verás si ha pasado algo drástico jejejejejeje. ¿Eres catalana? Pues sí estamos bastante cerca. Y lo de leer tu fanfic no es obligación, lo único es que leí que eras la autora y me picó la curiosidad . Espero que te guste este trozo ¡Agur!
Zara Zabini: ¡Sí, ya era Voldermot! Por eso mismo Hermione calló a Harry… para que no dijese más de lo necesario jejejejeje. Espero que te siga gustando este trozo ¡Agur!
Revitaa Locatis-Potter: ¡Me alegro de que no te haya quedado ninguna! ¡lo mejor del verano es estar sin mover un solo dedo! Jejejejejeje. En cuanto a lo que le va a decir Hermione a Voldemort lo vas a ver tú misma… a ver si te parece interesante. Y bueno, lo de que ellos supusieran que les llevaban a ver a Dumbledore por lo del ministerio… es que no tienen nada más en común… ¡y no se me ocurría otra cosa! Jajajajajajaja En este fic Voldy quiere acabar con Harry pero lentamente… es decir, fastidiando claro. Si tiene que cargarse a todos sus amigos… ¡pos se los carga! Jajajajajajajaja. Espero que te guste este capitulo ¡Agur!
Posdata: Ejem… en cuanto a lo de tu fic… esto… yo… ¡gracias por aclarármelo! Últimamente estoy bastante espesita… ¡me cuesta entender las cosas a la primera! ¡y tranquila dejaré muuuuuchooooo espacio cuando empieza el fic!
Menlor: ¡Gracias por el piropo! Jejejejejejeje y espero que te siga pareciendo igual de interesante ¡Agur!
¡Creo que me he pasado de espacio! jajajajajajaja
- ¡Ah! ¡Hola! – dijo rápidamente Voldemort que estaba registrando uno de los armarios de Dumbledore - ¿Ocurre algo? – preguntó sentándose en su sillón y ofreciendo la silla de enfrente a la castaña.
- Bueno... hemos elegido el lugar para pasar la noche de navidad todos juntos – comenzó a decir.
- ¿Y cuál es?
- La sala de los menesteres.
- ¿La sala de los menesteres?
- Sí, esa sala de la que le habló a Harry en el cuarto curso – explicó Hermione al ver la cara que ponía Voldemort – la que apareció cuando necesitaba ir al baño.
- ¡Ah! Esa sala... es una buena elección.
- Gracias. Además hemos pensado que, cómo cambia de situación según la necesidad, debería estar en la última planta para poder escapar con las escobas en el caso de necesitar huir rápidamente. – terminó esperando que Voldemort aceptase esa mentira.
- Tienes razón, creo que es lo mejor. – terminó sonriendo.
- Bueno... me voy a cenar. Buenas noches – se despidió Hermione.
- Buenas noches – dijo Voldemort.
La castaña se dirigía a la puerta cuando uno de los retratos se le quedó mirando. Hermione sabía, por la forma en la que la miraba, que el director que ahora estaba frente a ella conocía perfectamente la situación de la sala. Rogaba por que él no dijese nada. Armándose de valor miró directamente a los ojos del antiguo director y vio, para su alivio, que disimuladamente le guiñaba un ojo. No dirían nada pese a las amenazas que, seguramente, habían recibido. La castaña le sonrió en señal de gratitud y se fue de allí. Se dirigió al Gran Comedor cuando, de repente, un brazo salió de la nada y la metió en un aula.
- ¿Quién? – preguntó ella cogiendo rápidamente su varita para enfrentarse a su secuestrador.
- Tranquila Granger, no te voy a hacer daño – le sonrió Draco que ahora estaba frente a ella.
- ¿Draco? – le miró a los ojos confundida; notó que su colgante seguía teniendo la misma temperatura.
- He estado pensando en la oferta que me hiciste el día del partido y… he decidido aceptarla – al ver que la castaña alzaba una ceja en señal de desconcierto siguió hablando para explicarse – Aquel día me dijiste que si alguna vez tenía que hablar con alguien podía contar contigo…
- ¡Es cierto! – se dio un pequeño golpecito en la frente en señal de haberlo recordado de repente. - ¿Quieres hablar conmigo? – pregunto de repente extrañada.
- Bueno… no tengo a nadie más con quién hablar – dijo secamente el rubio incómodo – Pero si no quieres escucharme no te preocupes; puedes irte. – señaló a la puerta con un gesto un tanto antipático.
- No, claro que quiero hablar. Veamos… - se sentó en una silla e instó al rubio a sentarse en otra que estaba a su lado - ¿Qué es lo que quieres contarme?
- Verás – comenzó a decir y sus mejillas comenzaron a enrojecerse levemente – he oído por ahí que te vas a quedar en navidades en el colegio…
- Sí, nos vamos a quedar Harry, Ron, Neville, Ginny, Luna y yo.
- Bueno… yo… estaba pensando… - parecía tener miedo a realizar la pregunta ya que esperaba una rotunda negativa.
- ¿Quieres quedarte con nosotros? – preguntó Hermione al darse cuenta de que le costaba grandes esfuerzos al rubio hacer esa pregunta.
- Lo he estado pensando y… ya no hay nadie que me espere en navidad y… me siento solo… yo… - divagaba intentando poder explicar sus sentimientos.
- Tranquilo – le sonrió – ven conmigo y trataré de convencer a los demás; seguro que no les importa ya verás…
- Gracias Granger.
- ¿Podrías dejar de llamarme así? Me haces sentir incómoda… - le pidió la castaña.
- Tal vez con el tiempo…
- Bueno… creo que es lo mejor que voy a conseguir… - rió.
- Tienes razón – el rubio se rió con ella. - ¿Quién iba a pensar que yo te iba a pedir a ti un favor? – enfatizó las palabras yo y a ti.
- Las cosas cambian ¿Verdad?
- Sí… - parecía que quería seguir hablando.
- ¿Quieres decirme algo más Draco?
- … - tenía tantas cosas que decir. Quería hablar de lo que había pasado en su familia; su padre se convirtió en mortifago y acabó en Azkaban. Su madre, tal vez la única persona en el mundo que había demostrado algo de cariño por él, había sido asesinada. Ahora estaba solo. Solo. Esa palabra le aterraba. Ni siquiera la presencia de su escolta parecía acompañarle. Su vida cada vez se asemejaba más a un pozo oscuro. Cuando volvió a ver a su padre únicamente le dijo que debía unirse al Señor Tenebroso y, al rechazar esa idea, él se volvió loco de ira y desapareció sin ninguna explicación. Ahora sabía lo que era el miedo. Miedo a acabar como su padre si no encontraba ayuda y, por extraño e irónico que pareciese, la había encontrado de la mano de una sangre sucia. Nunca se le había pasado por la cabeza poder hablar así con Hermione Granger; a decir verdad, nunca creyó que ella quisiese hablar con él. ¿Por qué se portaba tan bien con él después de todo lo que le había hecho? Esa pregunta se adueñó de su cerebro - ¿Por qué? – preguntó en voz alta sin darse cuenta.
- ¿Por qué? ¿A qué te refieres?
- Quiero decir… - reunió el valor suficiente para preguntarlo - ¿Por qué me ayudas después de todo lo que te he hecho sufrir?
- ¿Quieres la verdad?
- Sí.
- Sencillamente, no lo sé
- ¿Qué? Menuda respuesta.
- Tienes razón… no es una buena respuesta – miró al techo intentando buscar una buena respuesta. No podía decirle que quería que se pusiese de su lado para la batalla final. En este último año descubrió que sentía lástima por él. Sí… quién lo iba a decir. Siempre pensando en que le debería pasar algo terrible y cuando al final le pasa, toda esa alegría que debería sentir se convierte por arte de magia en lástima. Inspiró hondo, miró al muchacho y, con tono convincente, le explicó – Sé que te va a resultar extraño pero… desde que me enteré de lo que te pasó con tus padres cada vez que te veía solo por los pasillos sentía lástima por ti. Por favor no te enfades – le dijo al ver la mueca de disgusto que se había formado en la cara del chico – Ya sé que tú no quieres que nadie te tenga lástima pero… eso fue lo primero que sentí. Después, una tarde, mientras estaba en la biblioteca, me imaginé mi vida sin mis padres y sin mis amigos – una sonrisa amarga apareció en el rostro de la castaña mientras los recuerdos de esos cinco años comenzaban a agolparse en su mente – y bueno… pensé que necesitarías a alguien para poder desahogarte. Tal vez yo podría ser esa persona y bueno… aquí estoy ofreciéndote mi ayuda.
- Gracias, muchas gracias – dijo Draco mientras se levantaba bruscamente y se daba la vuelta para que la castaña no viese cómo una pequeña lágrima se deslizaba por su mejilla al recordar a su madre y al ver cómo, la persona que menos debería ayudarle, le apoyaba.
- Bien… ¿estás preparado? – le preguntó Hermione al levantarse – Te advierto que no va a ser divertido…
- Sí – exhaló fuertemente y se limpió rápidamente la mejilla – estoy preparado.
- Tranquilo, te ayudaré – le susurró al encontrarse ambos delante de la puerta del Gran Comedor.
Hermione abrió la puerta lentamente intentando pensar en lo que les iba a decir a sus amigos que, seguramente, no aceptarían al rubio. Entró ella primero y esperó a ver su reacción; como todos se volteaban y no parecía que hiciesen ningún comentario miró extrañada hacia atrás. Draco no estaba. Caminó hacía atrás y le vio detrás de la puerta. Le cogió de la manga y le empujó hacia el comedor. De repente comenzó a oír susurros provenientes, sin duda, de sus amigos.
- ¿Qué hace ese aquí? – fue Ron el primero en hablar.
- Ese tiene nombre… - le regañó Hermione al acercase a ellos sujetando todavía al rubio.
- Está bien… ¿Qué hace Malfoy aquí? – volvió a hacer la pregunta esta vez con enfado en la voz.
- Pues… es bien sencillo – dijo con naturalidad la castaña – Como se va a quedar solo en navidad en el colegio le he invitado a que se quede con nosotros. – sus amigos se quedaron con la boca abierta y los ojos como platos. – Justamente la reacción que esperaba – pensó Hermione - ¿y ahora cómo les convenzo? – comenzaba a exasperarse.
- ¿Por qué tendría que estar con nosotros? – preguntó Ginny – Que se quede con sus amigos ¿no?
- Sus amigos se van
- ¿Y eso a nosotros nos tiene que importar? – siguió Ron.
- Sí, por supuesto. No vamos a dejar que alguien esté en el colegio sin protección…
- Seguro que Malfoy puede cuidarse solito… - respondió Harry que se había levantado de su silla al ver a la castaña y al rubio juntos.
- Tienes razón Potter – se enfrentó Draco – será mejor que os deje solos…
- ¡No! He dicho que tú te quedas mañana con nosotros y te quedarás… ¿alguna objeción? – dijo autoritariamente Hermione que comenzaba a perder los nervios. – De alguna forma he de convencerles… - intentaba esforzarse la castaña.
- ¿Pretendes que nosotros aceptemos pasar la navidad con este hurón? – preguntó Ron.
- A mi la verdad es que no me importa – dijo Luna sorprendiendo a todos, incluida a Hermione – Yo creo que cuantos más seamos mejor.
- Luna tiene razón – rogó la castaña.
- De eso no estoy tan seguro… - rezongó el pelirrojo que miraba de soslayo a la rubia que había vuelto a meterse de lleno en la lectura del Quisquilloso.
- Bueno… él nos ha hecho la vida imposible Hermione… - dijo Neville.
- Estoy de acuerdo con él. – coincidió Ron
- Pero… también es verdad lo que ha dicho Luna – en la cara del pelirrojo se asomó un atisbo de sorpresa.
- ¿Entonces? – preguntó ilusionada Hermione.
- Creo que… bueno… - comenzó a divagar Neville – no me importaría que se quedase con nosotros – terminó bajando la cabeza.
- ¡¿Qué! – dijeron Harry, Ron y Ginny a la vez.
- Yo me niego a que este se quede con nosotros… Bastante tengo con que Dumbledore no me deje ir a ver a mi familia – dijo la pelirroja cruzándose de brazos.
- ¿Y qué soy yo? ¿El hijo de un hipogrifo? – preguntó molesto Ron.
- Tú ya me entiendes… - respondió la pelirroja con cara de fastidio.
- No importa… si no quieren que me quede yo lo comprendo – dijo Draco que se daba la vuelta en dirección a la puerta.
- ¿Qué es lo que haces? – Hermione le volvió a retener – Estamos en plena discusión Draco.
- ¿Draco? ¿Le llamas Draco? – preguntó Harry con una pequeña nota de celos en su voz.
- Pues… sí
- ¡Genial! – repuso Ron.
- Mirad… yo creo que todos tenemos derecho a que alguien nos proteja ante Voldemort – al oír este nombre Luna, Ron, Ginny, Neville y hasta el propio Draco sintieron un escalofrío - ¿No estás de acuerdo Harry?
- Eh…. Sí tienes razón pero… Malfoy… seguro que es uno de ellos.
- Te equivocas Potter – dijo Draco con furia – Mi padre – recalcó estas palabras – es un mortifago yo no.
- Claro… y nosotros tenemos que creer tu palabra porque sí ¿no? – preguntó sarcásticamente Ron.
- Yo le creo – interrumpió Hermione dejando de piedra a sus amigos.
- ¿Qué? Pero si en el partido casi intenta golpearte…
- ¿Y? yo ya le he perdonado por eso…
- Pero Hermione… - comenzó a decir Ginny
- ¿Qué? ¿por qué no podéis perdonarle?
- Es que… las cosas que nos ha hecho…
- Exactamente nos. Y si yo le puedo perdonar no entiendo porque no podéis vosotros.
- Está bien… si tú le perdonas yo también – cedió finalmente Ginny.
- Gracias – le dijo su amiga. - ¿Y vosotros?
- Yo tengo que pensármelo – respondió escuetamente el pelirrojo.
- ¿Tan segura estás? – le preguntó Harry mirándola a los ojos.
- Sí, estoy segura.
- Está bien… acepto que se quede con nosotros… - repuso a regañadientes el moreno – pero… a la menor señal de que algo raro pasa se va a la calle. – amenazó mirando al rubio.
- Que miedo… - susurró Draco mientras le devolvía la mirada.
- ¿Y tú Ron?
- Bueno… no me quedan muchas opciones ¿verdad? – el pelirrojo puso cara de fastidio – Yo estoy con Harry… a la primera señal… - amenazó.
- ¡Bien! Muy bien Draco, mañana te quedarás con nosotros – anunció con alegría la castaña.
- Está bien… - intentó poner una mueca de fastidio. En el fondo agradecía cualquier compañía, incluso la de algunas personas que aún no confiaban plenamente en él.
- Mañana iré a buscarte – siguió Harry – espero que tengas tus cosas preparadas… no me gustaría tener que esperarte…
- Tranquilo estaré listo – retó con la mirada al moreno. – Hasta mañana – se despidió y salió del comedor.
- Genial… una cena con malas caras – interrumpió desanimada Ginny.
- ¿Cómo se te ha podido ocurrir? – preguntó incrédulo Ron a Hermione que se encogía de hombros.
- Ya te lo he dicho… cuantos más seamos mejor. – con eso concluyó la discusión.
- Hablando de otra cosa – interrumpió Harry - ¿le has dicho a Dumbledore que nos vamos a quedar en la sala?
- Sí, claro – respondió recordando la conversación mantenida con el director – Le he informado de todo.
Terminaron la cena en silencio. Nadie se atrevía a preguntarle otra vez a Hermione si realmente pensaba que era una buena idea estar encerrados con Draco Malfoy el día de Navidad. Se levantaron despacio de las sillas y se dirigieron a sus habitaciones. Ninguno de ellos se había vuelto a dirigir la palabra. Ron estaba muy enfadado y, de vez en cuando, soltaba algún murmullo inaudible para los demás. Ginny estaba confusa, no comprendía porqué su amiga ahora quería ayudar a Malfoy después de todo lo que le había hecho. Neville pegaba pequeñas patadas al suelo intentando averiguar porqué estuvo de acuerdo con la incorporación del rubio. Luna simplemente miraba la espalda del pelirrojo con gran interés. Hermione estaba segura de hacer lo correcto, de todas formas, hablaría otra vez con Snape para poder confirmarlo. De repente dio un pequeño respingo. - ¡Se me había olvidado! – pensó alarmada – Tengo que hablar con Harry… he de averiguar si está bien…- casi sin quererlo lanzó una mirada furtiva a su amigo que caminaba mirando al suelo. – Genial… ahora voy a tener que pasar la navidad con ese… - refunfuñaba en silencio - ¿Por qué Hermione ahora quiere ayudarle? No lo entiendo…
- ¡Harry! ¡Ten cuidado! – le gritó Hermione que le había sujetado por un brazo.
- ¿Qué? – preguntó saliendo de sus ensoñaciones - ¿Qué pasa?
- Has estado a punto de estrellarte contra la puerta…
- ¡Ah! Bueno… pues… gracias – sonrió.
- ¿Te pasa algo? – le preguntó la castaña que se había parado a su lado mientras sus amigos seguían andando ya que no se habían dado cuenta de nada.
- No… no me pasa nada…
- ¿Seguro? – le miró entornando los ojos – No te creo…
- ¿No me crees?
- No, lo siento. Sé perfectamente cuando me estás mintiendo Harry James Potter… ¿Es por lo de Draco?
- … - tardó unos instantes en responder. Quería hacerle tantas preguntas que se agolpaban todas en su mente. – Sí, es por eso. – sintió que se quitaba un gran peso de encima - ¿Por qué ahora le ayudas tanto? – soltó casi sin pensar incluyendo en su pregunta un tono claramente celoso.
- Bueno… ya os lo expliqué en el comedor – respondió intentando disimular la alegría que sintió al ver al moreno celoso – Cuantos más seamos mejor.
- Yo no me opondría si él no fuese un mortifago – casi gritó.
- Él no es un mortifago – respondió con infinita paciencia.
- ¿Cómo estás tan segura?
- Porque él me lo ha dicho. Estuve hablando con él y…
- ¿Qué estuviste hablando con él? – preguntó casi gritando.
- ¿Qué es lo que te pasa? – realmente comenzaba a sentirse furiosa con su amigo. - ¿Acaso ahora no puedo hablar con él?
- Perdona… - inspiró profundamente para calmarse – Lo que quería preguntar es cuándo hablaste con él…
- Pues… después de hablar con Dumbledore ¿por qué?
- ¿Estaba solo?
- Sí.
- ¿Estás segura?
- Claro, me agarró y me metió en un aula vacía. – al terminar de hablar Hermione se había dado cuenta de que hubiese sido mejor no decirle la verdad ya que el moreno había abierto los ojos como platos.
- Muy bien… veamos… me estás diciendo que has estado a solas con Malfoy sin decírselo a nadie, poniéndote claramente en peligro y me lo dices como si fuese lo más normal del mundo…
- Harry ¿Quieres calmarte? No pasó nada… sólo me preguntó si se podía quedar con nosotros…
- Y tú le dijiste que sí sin consultar con nosotros…
- Le dije que teníamos que hablar con vosotros – le interrumpió la castaña.
- Y, después de pasar un rato con él, te has dado cuenta de que sus intenciones son buenas ¿no? – Harry comenzaba a perder la paciencia.
- Pues… sí – dijo enérgicamente Hermione
- ¿Acaso eres una experta en legeremancia? – explotó finalmente el moreno.
- Será mejor que me vaya y deje que te calmes no sea que al final digas algo de lo que te arrepientas… - la castaña se daba la vuelta y comenzaba a caminar hacia el cuarto común dejando a Harry perplejo.
- ¡Espera! No debes ir sola… - el moreno se había puesto a su altura. – Deja que te acompañe.
- Puedo cuidarme sola perfectamente, gracias – le respondió enfadada mientras aceleraba su marcha. Al llegar ni siquiera miró a sus amigos y entró directamente en su habitación.
Ya en su habitación intentó serenarse caminando en círculos. - ¿pero qué se ha creído? – pensaba una y otra vez. Se paró delante de la ventana que estaba al lado de su cama. Miró al infinito y se limpió las lágrimas de furia que empapaban sus mejillas. – Tal vez tenga razón… estoy intentando que Draco encaje en todo esto a la fuerza sin contar con nadie… Será mejor que hable con Snape para saber si todo esto sirve para algo… - la castaña se dirigió al baño y cerró la puerta tras ella. Antes de abrir el medallón se limpió la cara con agua fría. Se secó rápidamente y lo abrió. Antes de pronunciar el nombre del profesor dudó por un instante. - ¿Debería hablar primero con Harry? – se preguntó mientras pasaba un dedo por el borde del medallón – No… será mejor que hable de esto con Snape… Después hablaré con Harry. Ahora que ya estaba segura bajó su mirada para pronunciar el nombre de su antiguo profesor cuando vio que ya no tenía el medallón en la mano. -¿Qué? - Se quedó perpleja durante unos segundos. Cuando por fin consiguió salir del trance comenzó a mirar por todo el baño. Buscaba por todos los rincones sin encontrarlo, desesperada comenzó a llorar.
- Lo he perdido – repetía una y otra vez – Lo he perdido
- ¿Hermione? ¿estás bien? – preguntó tímidamente Ginny que estaba al otro lado de la puerta - ¿estás llorando?
- No… - consiguió responder – Estoy bien… voy a tomar un baño
- Vale… yo me voy a acostar. Buenas noches.
- Buenas noches.
En el mismo instante en el que la castaña perdió el medallón Harry entraba furioso en su habitación. Ron apareció detrás de él; le había seguido después de que él entrase como un vendaval sin siquiera articular palabra igual que Hermione.
- ¿Te pasa algo?
- ¿Qué si me pasa algo? – repitió con sarcasmo – A mi no me pasa nada… pregúntale a tu amiguita del alma – terminó sentándose en su cama.
- Ya veo… habéis discutido ¿verdad?
- Ha sido por ese estúpido Malfoy – gruñó.
- Bueno… será mejor que lo aceptemos… Hermione cree que ahora es un buen tipo así que será mejor que lo vigilemos.
- Claro, como ella quiere estar junto a él… - rezongó cruzando los brazos sobre su pecho y dando una pequeña patada al suelo.
- ¿Quieres tranquilizarte? Yo no creo que sienta nada por el hurón, además… ¿por qué estás así si se supone que sólo la ves como una amiga?
- Por eso mismo… porque es mi amiga y quiero protegerla…
- Claro… - le dijo sin mucha convicción – Cambiando de tema… creo que Hedwig te ha traído un paquete… - señaló al ave que ni siquiera se había acercado al moreno.
- ¿Qué será? No espero nada… - le hizo un gesto a su lechuza para que se acercase. Ella alzó rápidamente el vuelo y se paró en su hombro. Extendió lentamente su pata para que el moreno recogiese un pequeño trozo de pergamino. – Gracias – la recompensó con un par de golosinas, a lo que el ave respondió con un pequeño picotazo y alzó el vuelo en dirección a la lechucería.
- ¿Qué pone? – preguntó interesado el pelirrojo que se había sentado a su lado.
- Querido Harry – comenzó a leer – Supuse que te gustaría tener esto; era de tus padres. Seguramente le darás alguna utilidad. Perdona por no dártelo antes. Abrazos. Lupin.
- Vaya… ¿qué será? Es raro que no te lo haya entregado con las demás cosas…
- Sí. Bueno, veamos lo que es – dijo abriendo una pequeña caja que estaba frente a él. Al abrirlo encontró dos medallones idénticos.
- Son muy bonitos…
- Sí, sí que lo son
Harry cogió uno de ellos para observarlo mejor. Era de oro y en los bordes había una especie de marcas pero para él no tenían ningún sentido. Le dio la vuelta y descubrió que había una letra grabada en la parte trasera. Era una J grabada detalladamente. No pudo resistir el impulso de pasar su dedo pulgar por encima de ella para poner notar su relieve. En el momento que retiró su dedo observó cómo la inicial cambiaba para componer una H; su inicial.
- ¿Qué?
- ¿Qué ha pasado? – le preguntó Ron que había cogido el otro medallón y lo observaba como su amigo.
- La inicial ha cambiado, antes tenía una J por el nombre de mi padre. Ahora hay una H.
- Es decir tu inicial… supongo que estarán hechizados. Espera a ver si hay alguna explicación… - comenzó a buscar en la caja pero únicamente descubrió un pequeño trozo de pergamino que ponía "Conexión" – He encontrado esto pero… no creo que le encuentres mucha lógica… - le informó tendiéndole el pergamino.
- Tienes razón… no entiendo nada… Supongo que mi padre se lo regalaría a mi madre. ¿El otro tiene una L? – preguntó el moreno intentando verlo.
- Sí, tienes razón – sonrió el pelirrojo.
- ¿Y por qué me lo enviará ahora Lupin? – se preguntó en voz alta el moreno.
- Seguramente porque cree que se lo puedes regalar a alguna chica… - le respondió el pelirrojo con una sonrisa pícara.
- Sí, claro… ¿a quién?
- No lo sé – se encogió de hombros – supongo que tú lo sabrás mejor que yo… - soltó una risa.
- ¡Que gracioso! ¡dámelo! – le respondió entre risas.
- Bueno… ¿y a quién se lo vas a regalar? – le preguntó Ron que había cambiado radicalmente de expresión.
- Ya te he dicho que no lo sé… - definitivamente tenía que zanjar esta conversación; seguro que su amigo sospechaba algo.
- ¿Seguro? ¿no me estarás mintiendo verdad?
- No…
- Eso no suena muy convincente Harry…
- Bueno… yo… - inspiró e hizo acopio de todas sus fuerzas para poder hablar abiertamente con su amigo.
- Me lo imaginaba – en el rostro del pelirrojo se asomó una mueca de dolor y tristeza.
- ¿Qué es lo que te imaginabas? Ni siquiera he dicho nada…
- No hace falta que digas nada. Se te nota mucho Harry.
- ¿El qué? – ahora estaba seguro, Ron lo sabía. ¿Tanto se le notaba? A él le costó mucho distinguir esos sentimientos. Al fin y al cabo siempre los había confundido con una gran amistad.
- ¿Estás enamorado de ella?
- ¿Qué quieres decir?
- Por favor Harry… - Ron comenzaba a hartarse de esta conversación tan ridícula.
- No lo sé…
- ¿No lo sabes?
- No estoy seguro.
- ¿No estás seguro?
- ¿Por qué me preguntas todo lo que te respondo?
- Bueno… porque por la forma que actúas con ella yo creí que estarías más que seguro…
- ¿La forma en que actúo con ella? ¿a qué te refieres?
- Casi te da un infarto cuando viste cómo agarró a Malfoy.
- Puede ser que no quiera que ese se acerque a ella porque no me fío de él.
- Claro… ¿y cuando le llamó Draco?
- Esto… yo…
- No hace falta que finjas. La verdad es que ya me lo imaginaba – le dijo tristemente agachando su mirada.
- Yo… lo siento… - no sabía qué más decir; nunca hubiese querido dañar a su mejor amigo pero, ya no podía ocultarlo más. Ese sentimiento comenzaba a inundar todo su ser.
- No lo sientas. Pero… tengo que decirte una cosa – le miró con una amplia sonrisa – nunca me daré por vencido – terminó levantándose de la cama – y espero que tú tampoco…
- Gracias – fue todo lo que pudo decir mientras miraba como se marchaba de la habitación. – Muchas gracias – volvió a decir después de que su amigo cerrase la habitación.
Recogió el colgante que el pelirrojo había dejado encima de su cama. En ese instante se le ocurrió una cosa ¿el colgante también cambiaría su inicial si pasaba su pulgar por encima? Nada más pensarlo lo hizo. La inicial se iluminó pero no ocurrió nada más. – Tal vez tenga que pasar también ella el pulgar… después de todo la única pista que me han dejado es la palabra conexión… Sí, estoy seguro. – se levantó – Se lo regalaré a Hermione – sonrió mientras buscaba una caja para guardarlo.
Cinco años después un moreno intentaba una y otra vez hablar con su amiga.
- ¿Qué es lo que pasa? No funciona
- ¿Cómo que no funciona? – dijo Snape que se acercaba a su lado.
- Digo su nombre pero esto no funciona – comenzó a desesperarse mientras agitaba el medallón.
- ¡No lo agites! ¿Qué haces? – le preguntó ya que el muchacho miraba si en la parte de atrás había alguna tapa que pudiese abrir.
- Busco por si acaso necesita pilas… - sonrió ante su propia respuesta. Al fin y al cabo había vivido siempre en un mundo de muggles y estaba acostumbrado a buscar esa dichosa tapita que esconde las pilas.
- ¿Harry Potter está haciendo un chiste? – preguntó Snape mientras sonreía.
- Más o menos… ¿puede mirar si está roto? – le tendió el medallón entre los barrotes.
- Claro… parece que no le pasa nada… ¡espera! – de repente Snape recordó una cosa que dijo el moreno a la que antes no dio importancia – cuando te lo enseñé me dijiste que era tuyo…
- ¿Ah sí? Pues no lo recuerdo…
- Sí, me exigiste que te lo devolviese…
- ¡Es cierto! – dijo después de volver a mirar el colgante con detenimiento – Era el colgante de mis padres.
- Vaya… nunca se me habría ocurrido. Simplemente pensé que la H que hay grabada detrás era la inicial del colegio.
- Entonces… ¿cómo sabía las propiedades mágicas que tenía?
- Bueno – el profesor se encogió de hombros – fue Dumbledore el que me dijo sus propiedades.
- ¿Qué?
- El día antes de que desapareciese, cuando me dijo que cuidase de vosotros y sobre todo de Hermione hizo un comentario pero en ese momento no le di importancia…
- ¿Qué le dijo?
- Me dijo que era extraño cómo cambiaban las cosas. Que un simple objeto podía cambiar tantas cosas. Yo no le entendí y, cuando le pregunte, me dijo que algunos que están encantados son verdaderamente útiles.
- Vaya… el director nunca cambió ¿eh? Siempre con acertijos…
- Tienes razón – sonrió mirando al techo – Después me tendió un libro sobre maldiciones y hechizos de conexión. Me dijo que lo guardase muy bien que, en algún momento, lo iba a necesitar. Y tenía razón.
- ¿Conexión? ¿Dónde he leído eso yo antes? ¡El pergamino! – gritó casi sin querer.
- ¿Pergamino? ¿Qué pergamino? – en ese momento ambos se callaron ya que acababa de entrar Avery en las mazmorras con el cuerpo de un muchacho en sus manos.
- Mira a quién te traigo Potter… - dijo con asco mirando directamente al muchacho. – A tu amigo…
- ¡Ron! – gritó y su amigo le miró dedicándole una sonrisa de victoria.
- Ha estado quejándose todo el rato… así que el amo ha decidido que lo traiga aquí abajo… - le tiró en la celda que estaba frente a Harry. – Y ahora calladitos ¿eh? – amenazó a ambos con la varita.
- Claro… no te preocupes – le contestó Snape acercándose a la puerta para ver en que estado se encontraba el pelirrojo.
- Ten cuidado traidor… - dijo entre dientes mientras salía por la puerta.
- ¡Ron! ¿estás bien? – preguntó Harry preocupado – Creíamos que ya no ibas a volver… hace tres días que te llevaron a otro sitio…
- Me llevaron ante el-que-no-debe-ser-nombrado. Me ha estado torturando a placer para que le dijese dónde se esconden los que sobrevivieron – dijo intentando incorporarse – pero yo he sido mucho más fuerte; no han conseguido sacarme nada…
- ¿Seguro que estás bien?
- Sí, tranquilo. – le dijo mientras intentaba no desplomarse. – Estuve tan pesado que al final han tenido que traerme aquí con vosotros – sonrió antes de caer rendido encima de la "cama".
- ¡Ron! ¡Ron! – gritaba desesperado Harry
- Tranquilo, estará bien… sólo está durmiendo. – le informó Snape que escudriñaba el rostro del pelirrojo.
- Menos mal… - dijo mirando a su mejor amigo que ahora tenía un aspecto muy demacrado. Sin quererlo recordó los tiempos del colegio cuando estaban los tres riendo sin preocupaciones. Quería volver a vivirlos.
- Bueno… será mejor que sigamos hablando del medallón… - interrumpió sus pensamientos Snape.
- Tienes razón… Supongo que me entregaron los dos medallones… uno era para mí y otro para… ella – suspiró.
- ¿Recuerdas cuándo te lo dieron?
- Creo que… - intentó hacer memoria – un día antes de navidad – dijo al fin.
- ¿Un día antes de navidad? Mmm eso nos serviría de ayuda si supiésemos qué día es hoy.
- Es un día antes de navidad – les informó Ron que había estado oyéndoles ya que no podía dormir.
- ¿Cómo lo sabes? – se interesó Harry.
- ¿Recuerdas el reloj que le regalé a Hermione?
- Sí…
- Pues antes de que desapareciese me lo dio, diciendo que lo guardase, que volvería a por él… - una lágrima apareció en sus ojos – pero no volvió.
- Tranquilo, ahora podemos cambiarlo todo – le dijo con una sonrisa su amigo
- ¿Estás seguro?
- Sí, ahora será mejor que duermas.
- Sí, dormiré un poco – cerró los ojos y, por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa se dibujó en su rostro.
- Entonces, supongo que el paquete te llegó hoy.
- Sí, seguro que sí.
- Pues bueno… ahí está el misterio.
- ¿Qué?
- En un mismo tiempo no puede existir el mismo objeto. Es decir, no puede haber un objeto que sea del presente y a la vez del futuro.
- Entiendo… por eso su medallón del futuro ha desaparecido al recibir yo el medallón del presente… - dijo desilusionado.
- Tranquilo, no pasa nada… ¿se lo regalaste a ella no?
- Bueno… más o menos…
- ¿Qué quieres decir?
- Pues que pensaba dárselo el último día…
- ¡Es cierto! Me diste ambos medallones antes de… bueno… de… ya sabes a que me refiero – el moreno asintió apenado - Espero que tu yo pasado haya cambiado en algo y se lo de antes… - rogó Snape que se había vuelto a tumbar. – De todas formas sólo podemos esperar.
- Sí, esperar. Sólo podemos hacer eso – Harry se tumbó en su "cama" y, lentamente, cerró los ojos.
Era el día de Navidad y todo el castillo se había engalanado para la ocasión. En todas las puertas había un anillo de muérdago decorando la raída madera. También se podían observar en los techos de los pasillos pequeñas luces parecidas a estrellas; si algún estudiante se acercaba un poco podía distinguir a las pequeñas hadas que sonreían y jugaban. En las orillas de los pasillos se alzaban pequeñas plantas, parecidas a las enredaderas, que estaban llenas de unos pequeños frutos rojos. Algunos estudiantes de primero los miraban con mucha curiosidad. Uno de ellos tomó uno de los frutos y se lo llevó a la boca; en ese mismo instante su rostro se llenó de pequeñas manchas parecidas a pecas. Sus compañeros comenzaron a reírse a carcajadas lo que atrajo la atención del conserje que, entre gritos, le mandó a la enfermería. Después de esto ningún otro estudiante volvió a intentarlo ya que la experiencia del muchacho corrió por todo el colegio. Aún eran las nueve de la mañana de un día de fiesta pero todos los pasillos estaban llenos de alumnos que iban de un lado para otro cargando pesadas maletas y hablando sobre lo que iban a hacer en las vacaciones que se les presentaban. Aunque estaban muy contentos, también tenían miedo; miedo por lo que podría pasar en el futuro, miedo de que esas fuesen las últimas navidades que pasasen juntos con sus familias riendo y comiendo. Sí, todos los alumnos estaban enterados de que, probablemente, este sería el año más difícil para todos; el más oscuro. Aún así todos intentaban que estas fiestas fuesen iguales que las demás.
