¡Hola! ¿Qué tal estáis? Espero que bien. Bueno ahora lo de siempre…
Todos los personajes pertenecen a JK Rowling, a la Warner y a cualquiera que haya pagado los derechos (Si yo lo hubiese hecho… ¿de que iba a estar aquí viendo como llueve en lugar de dar la vuelta al mundo?)
Y ahora los reviews :
Zara Zabini: Gracias por el cumplido jejejejeje ¿Qué quién entró al cuarto? Pos… mejor te respondo en la primera línea ¿vale? Seguro que es toda una sorpresa. Espero que te siga gustando ¡Agur!
Enigranger: ¡Hola! Tienes razón más vale tarde que nunca jejejejeje. ¿te gustó el duelo? Me alegro… no sabía muy bien cómo acabarlo. Hombre… atacar, atacar, lo que se dice atacar a Hermione pos… creo que… mejor lo contesto en el capítulo ¿Vale? Y en cuanto a lo de Harry… ¡también tienes la respuesta en este capítulo! Y lo del futuro igual tarda un poco más… es que si no… ¡sabrías más del fic que yo! Jejejejejejejeje. Espero que te guste este capítulo ¡Agur!
Revitaa Locatis-Potter: Esto… ¡muchas gracias por la corrección! Si ya me sonaba raro a mí… ejem… bueno, que ya lo he cambiado jejejejeje. ¿Crees que es Ron? Mmmmm no sé, no sé… tal vez te lleves una sorpresa jejejeje. ¿A qué son divertidos cuando se pelean Harry y Draco? Bueno, tal vez no te guste mucho este capítulo… en fin (te sugiero que leas lo que voy a poner antes de la historia y si se te quitan las ganas pos… ¡espero que leas el siguiente!). ¡Agur!
Alba1: ¡Hola! Pensé que ya te habías olvidado de mí sniff sniff ¡pero me alegra mucho que sigas leyendo! Lo de dejar los capítulos así pos… ¡es para que tengáis más ganas de seguir leyendo! Jejejejeje. Espero que este nuevo capítulo te guste ¡Agur!
Antes de nada tengo que decir que, aunque este capítulo tiene aventuras, va cargadito de romanticismo (a saber qué fue lo que bebí cuando lo escribí). Así que si no os gusta mucho este género pos… ejem… mejor lo leéis por encima y os paráis en las cosas que pasan en el futuro y otras cosillas más. ¡Ah! También es más largo que los demás para que este todo el romanticismo juntito (vale, hay más después pero no tan juntito). En fin, que voy a intentar poner una línea otra vez… no creo que salga pero… ¡Disfrutad de la lectura! (que televisivo me ha quedado eso…)
Perdona Draco… me has asustado… - se disculpó.
No pasa nada.
¿Qué es lo que quieres? – le preguntó mientras sacaba los regalos de su baúl.
Bueno… vine a…
¿A qué?
Vine a darte esto – bruscamente le puso un regalo en las manos – no quiero que los demás lo vean
¿Me has comprado un regalo? – preguntó sorprendida mientras, sin quererlo, lo miraba con desconfianza.
Sí, bueno… es Navidad ¿no? Tranquila – siguió viendo la expresión de la castaña – no es nada explosivo.
Es la costumbre… mejor dicho, es la falta de ella – rió.
¿No vas a abrirlo? – preguntó impaciente.
Esperaré hasta mañana – le respondió mientras abría nuevamente el baúl para guardarlo.
¡No! Prefiero que lo abras ahora – adoptó un tono autoritario, exactamente igual al que utilizaba antes.
Está bien, está bien – desenvolvió cuidadosamente el regalo y se encontró con un libro; un libro de leyendas.
Te lo compré porque sé que eres una sabelotodo insufrible y el que llevabas en el partido se ensució de barro – le explicó con indeferencia. La castaña le miró y en un segundo le estaba abrazando.
Gracias, muchas gracias Draco. Nunca pensé que me harías un regalo.
Yo tampoco – respondió mientras ella le seguía abrazando. Él tenía los brazos pegados al cuerpo ya que no estaba acostumbrado a que nadie le abrazase. Bueno, no sin que le pidiesen algo a cambio. Pero descubrió que este no pedía nada; sólo era un acto de amistad. Su cerebro obligó a sus brazos a devolverle el abrazo. En ese mismo momento se dio cuenta de que la castaña era su amiga.
Perdona pero yo no te he comprado nada… - se disculpó mientras se separaba de él – no pensé que pasarías la Navidad con nosotros y mucho menos que me fueses a regalar algo.
No importa Hermione.
Sí que importa… - se quedó quieta pensando - ¡ya lo tengo!
De verdad que no importa… después de todo lo que te he hecho.
Eso forma parte del pasado, de un pasado muy lejano. Además las cosas pueden cambiar – le dijo – Creeme yo lo estoy intentando – pensó para si misma. – lo he encontrado.
¿Qué es eso?
Es un cordón hecho de hilos. Me lo regaló una amiga muggle cuando iba al colegio. – le explicó – Le tengo mucho cariño; me lo regaló antes de irse para que la recordase por siempre.
Vaya… ¿y quieres regalármelo a mi? – preguntó extrañado.
Sí. Ya sé que no soportas las cosas muggles pero quiero que te lo quedes. Esto te demostrará que hay alguien con quien siempre podrás contar.
Gracias – no sabía qué más decir. Con cuidado se metió el cordón en el bolsillo.
¿Sabes que lo deberías llevar atado en la muñeca? – rió Hermione
Lo sé, pero no quiero que los demás lo vean. Todavía no.
Como prefieras. Ahora creo que será mejor que volvamos
¿Quieres que te ayude? – le preguntó solícitamente al ver como la castaña intentaba coger todos los regalos a la vez.
Creo que… sí por favor – sonrió mientras le tendía parte de los regalos.
Cuando llegaron todos estaban sentados en la mesa esperándoles. Al ver a Draco ayudando a la castaña se extrañaron pero decidieron no decir nada. Los dos se sentaron en los sitios que les habían dejado los demás. Hermione estaba sentada entre Harry y Ron y Draco se sentó entre Ginny y Luna. Fue una cena muy tranquila excepto porque al pelirrojo se le caía cada dos por tres los cubiertos. Después de cenar se sentaron todos en los cojines que estaban esparcidos por el suelo enfrente de la chimenea. Charlaron animadamente y, de vez en cuando, se veía volar un cojín hacia uno de los chicos. Ya era media noche así que trajeron sus sacos de dormir y los prepararon. Uno a uno se fueron durmiendo; todos menos un chico pelirrojo que intentaba por todos los medios serenarse.
Hermione – le susurró Ron mientras la movía con suavidad para despertarla – Hermione ¿estás despierta? – seguía moviéndola pero con un poco más de fuerza - ¡Despierta! – la zarandeó.
¿Qué pasa? – preguntó la castaña que se había sobresaltado - ¿Ron? Todavía es muy pronto… después abriremos los regalos – bostezó y volvió a acurrucarse en su saco – sigue durmiendo…
No te duermas… escúchame. Necesito hablar contigo. Pero ¿Quieres despertarte de una vez mujer?
Vale, vale – se levantó perezosamente mientras se frotaba los ojos - ¿Qué es lo que te pasa? – preguntó con enfado.
Necesito hablar contigo – repitió mientras le agarraba del brazo para sacarla del saco de dormir.
¿Ahora?
Sí
¿Tan importante es?
Sí – repitió al borde de la desesperación.
¿No puede esperar a mañana?
No
Tengo mucho sueñooooo – se quejó mientras intentaba volver a tumbarse.
Levántate… después podrás seguir durmiendo. Es sólo un momento.
¿Seguro?
Sí, venga.
Está bien, pero que conste que no voy a estar muy despierta ¿eh? – cuando salió del saco sintió un escalofrío. – Hace frío.
Ponte esta bata. – le ofreció la bata de Draco
No es mi bata, me queda grande – dijo Hermione somnolienta.
¿Quieres dejar de quejarte por un momento?
Vale, ¿a dónde vamos?
A la habitación de los chicos.
¿Hay camas? – preguntó ya que lo único que tenía en mente era volverse a dormir.
No – dijo con rotundidad – y si las hay las hago desaparecer.- terminó mientras se llevaba a la castaña casi a rastras.
Cuando llegaron a la habitación de los chicos en lugar de haber cuatro camas apareció un sofá y una chimenea ya que Hermione aún no había entrado en calor.
¡Genial! Un sofá – corrió hacia él. Casi se tumba de no ser porque el pelirrojo le lanzó una mirada asesina.
Bien… ahora tengo que empezar a hablar.
Estoy de acuerdo – dijo mientras cruzaba sus brazos y se sentaba.
Esto… no sé por dónde empezar…
¿Qué es lo que me quieres decir? – ahora la castaña estaba preocupada. - ¿Te pasa algo?
Realmente… sí me pasa algo, pero no es malo – añadió rápidamente al ver que su amiga abría la boca – por ahora no.
¿Por ahora?
Hermione… tengo que decirte algo y por favor no me interrumpas; no es fácil para mí.
Está bien, no te interrumpiré. – miró a su amigo con gran interés y en silencio.
Te habrás dado cuenta de que tú y yo siempre estamos discutiendo ¿verdad? – su amiga asintió en silencio mientras aparecía una sonrisa en su cara – Bien pues… yo – emitió un pequeño suspiro – hace tiempo que me he dado cuenta de una cosa. Al principio estas discusiones eran porque, en una palabra, me sacabas de quicio. Siempre estabas de aquí para allá diciéndonos a Harry y a mí que estudiásemos, que no hiciésemos esto, que debíamos comportarnos mejor… en fin, que nos tratabas como una madre – se paró y miró la expresión de la castaña; era de total acuerdo - ¿Estás de acuerdo verdad? – su amiga asintió y el pelirrojo sonrió. – Pero… después en cuarto me peleé contigo por culpa de un chico, de Viktor Krum. Al principio estaba convencido de que lo hacía para espiar a Harry, porque creí que te estaba sacando información sobre las pruebas y eso pues… no lo podía permitir. Por mucho que tú me dijeses que nunca harías nada que perjudicase a Harry no podía quitarme esa sensación que aparecía cada vez que os veía juntos. Más tarde, en quinto, cuando supe que aún seguías escribiéndote con él esa sensación cambió radicalmente; cada vez que oía su nombre me faltaba el aire y me enfadaba sin motivo. No supe cuándo fue, pero tardé un año entero en darme cuenta de que era. – en ese momento miró al suelo porque sabía que no podría sostener la mirada de la castaña – Me di cuenta de que lo que sentía eran celos; celos de Viktor. – Hermione abrió los ojos como platos, al fin comprendió lo que Ron estaba intentando hacer – Bueno… yo… - ahora la miró directo a los ojos – estoy enamorado de ti Hermione. Ahora ya puedes hablar – terminó al ver que la chica se quedaba quieta sin emitir ningún sonido.
Yo… - la voz de la castaña temblaba ¿cómo podía decirle que no sentía lo mismo? No quería dañarle pero tampoco darle esperanzas. Estaba entre la espada y la pared.
Tranquila – se sentó a su lado en el sofá – Sólo tenía que decírtelo eso es todo. Sé que no sientes lo mismo por mí.
¿Qué? – preguntó incrédula.
¿Crees que no me he dado cuenta? – ahora miró al suelo intentando reprimir las ganas que tenía de salir de allí.
¿Cuenta de qué?
Tú estás enamorada de Harry ¿verdad? – sabía que la respuesta a esa pregunta rompería en mil pedazos su corazón pero algo en su interior quería saberlo.
Ron… yo… - hizo que su amigo le mirase a los ojos – sí, estoy enamorada de él – nunca creyó que esa declaración le pudiese entristecer tanto. Sabía que las palabras que salieron de su boca dañaban a su amigo más que ninguna cosa. Tenía que ser sincera.
Lo sabía – se abrazó a ella – Espero que sepa cuidar bien de ti… si no se las tendrá que ver conmigo – le susurró mientras que lloraba en silencio.
Tranquilo… estoy segura de que encontrarás a alguien que te quiera y te comprenda. Eres un chico muy especial.
¿Especial? – preguntó sin dejar de abrazarla.
Sí: eres muy divertido, leal, valiente, romántico y por que no, también muy guapo. – sonrió – Aunque tienes un carácter un poco… - intentó buscar la palabra adecuada – raro.
¿Raro? – le preguntó divertido.
Sí Ronald Weasly – se separó de él y le miró a los ojos – es usted muy raro – terminó entre risas – y seguro que alguien ahí fuera sabrá apreciarlo y disfrutar de ello. – acarició suavemente la mejilla de su amigo para limpiar una lágrima.
Gracias. Harry es muy afortunado – le dio un beso en la frente y se levantó - ¿seguimos siendo amigos verdad? – tendió la mano para ayudarla a levantarse.
Los mejores Ron, los mejores – cogió la mano que le ofreció y juntos volvieron a la sala en la que estaban el resto de sus amigos durmiendo.
Buenas noches Hermione – el pelirrojo besó su mejilla.
Buenas noches Ron – le dedicó una sonrisa radiante.
Ron se metió en el saco y dirigió su mirada al techo. Se sentía bien. Su declaración no había tenido el final que tanto había deseado; pero su amiga había sido sincera. Aunque ella no sintiese lo mismo, él siempre la querría. Tomó una determinación. Iba a hacer cualquier cosa para que fuese feliz. Lo primero era ayudar a su mejor amigo que se revolvía nervioso en su saco. Sonrió y le dio un pequeño golpe para saber si estaba despierto.
¿Estás despierto? – susurró para que nadie más les oyese.
Sí. ¿Qué ha pasado? – preguntó nervioso – No deja… no quiero saberlo…
¿Seguro que no quieres saberlo?
No, no quiero – repitió
Está bien – el pelirrojo se dio la vuelta
Espera, espera, no te duermas. Sí que quiero saberlo – reconoció mientras le movía un poco.
Vale. Ha salido todo como yo imaginaba
¿Qué? – en la cara del moreno apareció la tristeza. – Entiendo… bueno, os deseo lo mejor – terminó mientras se daba la vuelta.
Tienes mucha suerte, no la desaproveches – le dijo el pelirrojo que se había acercado a su amigo.
¿Entonces? – le volvió a preguntar esperanzado.
Me ha rechazado… - reprimió sus ganas de llorar.
Yo… no sé qué decir – era cierto, se debatía entre la tristeza por su amigo y la alegría que le causaba esa declaración. – Lo siento – le dijo de todo corazón.
Lo sé. – respondió – Pero… tienes que conseguir que sea feliz ¿me lo prometes?
Sí, te lo prometo. Haré todo lo que esté en mi mano.
Gracias. ¡Ah! Mañana me llevaré a todos para que le puedas dar el regalo en… privado.
Eres el mejor amigo que existe en el mundo – salió de su saco y lo abrazó.
Y tú eres un poco… empalagoso – se rieron los dos – Vuelve a tu saco y duerme… mañana será un gran día
Sí, sí que lo será. – con este pensamiento Harry se durmió.
Durante la noche sólo se oía a una persona moviéndose nerviosamente en su saco. - ¿estarán bien mis padres? – Hermione no podía dormir pensando una y otra vez en ello – Si no hubiese perdido el medallón ahora mismo podría saberlo – se reprochó. – mañana tengo que encontrarlo, cueste lo que cueste. – intentó cerrar los ojos y dormir pero le fue imposible. Cuando apareció el primer rayo de sol una chica pelirroja se levantó y se acercó a su hermano.
Despierta Ron – le movía un poco - ¡Ron! ¡Despierta! – gritó al ver que su hermano ni siquiera había abierto un poco los ojos.
¿Qué es lo que pasa? – preguntó Hermione que se había levantado al oír los gritos de Ginny
Perdona… - se avergonzó – es que… es Navidad y estaba intentando despertar a mi hermano.
Deja de armar tanto escándalo – dijo Draco a quién también le habían despertado los gritos de la pelirroja.
¡Armaré el escándalo que me de la gana! – respondió molesta.
¿Qué es lo que está pasando? – Luna se levantaba lentamente.
¿Alguien nos ataca? – Neville miraba de un lado a otro.
¿Ataque? ¿Estáis todos bien? – Harry se había salido del saco y tenía la varita en la mano aunque sus ojos seguían cerrados.
Tranquilos es solo la pequeña Weasly que no consigue que el pobretón se despierte – respondió con desgana Draco mientras salía pesadamente de su saco.
¿Qué? ¿Después de todos estos gritos y no se ha despertado aún? – la castaña se acercó sorprendida.
Es como una marmota – dijo Harry mientras le comenzaba a zarandear. - ¡Ron! ¡Despierta!
Así no se va a despertar – sonrió Luna que también se había acercado – Ronnie el desayuno está listo.
¿Desayuno? – el pelirrojo había abierto los ojos y observaba cómo el resto de sus amigos, incluido Draco, soltaban sonoras carcajadas.
¡Vaya! Tendré que acordarme para la próxima vez – dijo Ginny entre carcajadas. Dejaron a Ron y se dirigieron al gran abeto que tenía a sus pies un montón de regalos.
Una chica que te entienda – susurró Hermione mientras ayudaba a Ron a levantarse ya que no podía bajar la cremallera.
¿Qué? – le preguntó mientras intentaba tirar con fuerza de la cremallera. Al final la rompió y salió sin esfuerzo.
Nada… venga que los demás ya están abriendo los regalos.
Todos estaban alrededor del abeto desenvolviendo rápidamente los regalos. Abrían los ojos en señal de sorpresa y, mirasen donde mirasen, siempre había una sonrisa de satisfacción por el regalo.
¡Gracias Hermione! ¡Me encanta! – su amiga pelirroja le abrazó rápidamente mientras miraba otra vez la prenda que tanto había pedido.
Sabía que existían – dijo Luna con aire ausente mientras se escondía detrás de las páginas del libro que le había regalado la castaña. Llevaba también unos adornos en el pelo que le habían regalado entre el resto.
¡Es una planta impresionante! – exclamó Neville mientras buscaba sus propiedades en el libro que los hermanos Weasly le habían comprado.
¡Vaya! Son unos guantes geniales Hermione. ¡Gracias! – la abrazó el pelirrojo y después se los probó. – Irán muy bien con el resto del equipo que me regalaron – entre su hermana, Neville y Luna le habían comprado un equipo.
¿No te han regalado nada? – le preguntó un poco triste la pelirroja a Draco que estaba alejado.
No te importa – le respondió con desgana mientras agarraba fuertemente el cordón que le había regalado ayer Hermione. Como única respuesta recibió una mueca de Ginny.
¡Gracias por el reloj Ron! – le dijo la castaña mientras se lo ponía rápidamente – Y también me encantan estos libros – les dijo a Neville, Ginny y Luna.
De nada… como yo te rompí el tuyo pues pensé que te gustaría. Además puedes anotar todas las tareas aquí. – le comenzó a explicar mientras se ponía a su lado.
¿No abres tus regalos Harry? – le preguntó extrañado Neville.
¿Qué? Ah sí… - el moreno salió de sus pensamientos. Estaba intentando averiguar cómo le iba a dar el regalo a Hermione. – Gracias por el equipo, es como el de Ron – dijo mientras miraba la prenda.
No creas, el tuyo es mejor – respondió divertida la pelirroja mientras sacaba la lengua a su hermano que se había dado la vuelta en ese momento.
Te vas a enterar Ginny Weasly – se levantó y comenzó a correr detrás de ella mientras reían sin parar.
Será mejor que riegue la planta – Neville se levantó corriendo llevándose la planta consigo que no paraba de gritar.
Te acompaño – dijo Luna – Es una planta muy rara… seguro que puedo encontrarla en este libro.
Pero es que esta planta existe – le respondió extrañado Neville.
Todo lo que sale en este libro existe.
Como quieras…. – cedió mientras desaparecían por una puerta.
¡Yo voy a probarme mi regalo! – exclamó emocionada Ginny.
Yo probaré el regalo que me ha hecho Harry – dijo Ron con una sonrisa malévola en su cara. El moreno le había regalado un montón de bromas y se dirigía a la habitación en la que estaba su hermana. – O si no… mejor… - se paró en seco y miró en dirección a la habitación en la que estaban Neville y Luna – Sí… - sonrió – Tú hurón – le llamó a Draco – vienes conmigo… te voy a enseñar una pequeña tradición…
Tú no me das órdenes… - le respondió mientras volvía a mirar al fuego de la chimenea.
Draco, por favor… - le pidió la castaña.
Está bien, iré – se levantó y siguió al pelirrojo que ya estaba eligiendo cuidadosamente la broma.
Nos hemos quedado solos… - dijo Harry.
Sí bueno… toma – la castaña le tendió una caja perfectamente envuelta – es tu regalo.
Gracias – lo miró detenidamente y comenzó a desenvolverlo muy lentamente.
Vamos Harry
¿Qué? No quiero romperlo
Es un papel…
Ya pero me gusta mucho – siguió lentamente mientras su amiga se desesperaba por momentos
¡Harry James Potter! – exclamó desesperada
¡Hermione Jane Granger! – le dijo divertido
Abre el regalo de una vez…
Está bien, está bien – sonrió y abrió la caja. No podía creer lo que estaba viendo. Era una foto de su bautizo. Observó cómo sus padres y su padrino sonreían felices mientras le sostenían en brazos. Su mente comenzó a llenarse de tristes recuerdos.
Lo encontré cuando estuvimos terminando la limpieza con Lupin – de repente se calló - ¿estás bien Harry? – le preguntó al ver que su amigo parecía comenzar a llorar – Lo siento… no quería que te pusieses triste.
No pasa nada… te lo agradezco mucho. Pero… es que… les echo tanto de menos – sollozó mientras seguía mirando la foto – Él me quita todo lo que quiero, todo – dijo con furia.
Eso no es verdad, nosotros seguimos aquí – le respondió mientras se acercaba a él e intentaba que la mirase a los ojos.
Sí, pero si seguís conmigo… - comenzó a decir cuando la castaña le abrazó con fuerza.
Nunca nos separaremos de ti… ¿todavía no te has dado cuenta? – le dijo en un susurro – Siempre estaremos contigo, siempre.
Gracias – se aferró con fuerza a la demostración de cariño de su amiga. Deseó que ese momento durase para siempre. Ella siempre encontraba la forma de reconfortarle, le daba fuerzas para seguir luchando. Tenía que decírselo. Ahora era el momento. – Hermione yo – comenzó a decir mientras se separaba lentamente de ella.
¿Qué quieres Harry? – le preguntó mirándole a los ojos.
Harry la miró con intensidad, se perdió nuevamente en esos ojos color miel que tanto necesitaba. Acarició su mejilla sonrosada por el calor que desprendía la chimenea y, tal vez, por su cercanía. Recorrió con la vista su cara hasta que tropezó con sus labios. En esos momentos temblaban ligeramente como siempre pasaba cuando estaba él cerca. Se inclinó y poco a poco desaparecía la distancia entre ellos. Quería probar esos labios que tanto había visto en sueños. Para su felicidad pudo ver cómo su amiga recorría lentamente parte de la distancia que les separaba.
De repente apareció Hedwig ululando muy fuerte para que pudiesen notar su presencia. Hermione al oírla se separó rápidamente de Harry y fue al lugar dónde le esperaba la lechuza. El moreno tardó unos segundos en darse cuenta de lo que había pasado. Ahora veía cómo su amiga se acercaba con nerviosismo a una pequeña libélula.
¿Qué es lo que haces? – le preguntó Harry mientras intentaba analizar lo que había pasado. Unos segundos antes habían estado a punto de besarse y ella le deja plantado por un insecto… no se lo podía creer.
¡Es Hedwig! ¡Me trae noticias de mis padres! – exclamó mientras intentaba que sus manos dejasen de temblar para poder desenrollar el pergamino que traía el ave.
¿Hedwig? – preguntó hasta que recordó el hechizo que hizo la castaña el día anterior. - ¿Quieres que lo haga yo? – se ofreció al ver que su amiga no era capaz de desenrollarlo.
Sí por favor – le pidió mientras volvía a hacer que Hedwig fuese una lechuza a la vista de todos.
Querida Hermione – comenzó a leer Harry – Te comunico que, gracias a la información tan detallada que me diste, hemos conseguido detener a los mortifagos que intentaron matar a tu familia – al oír esto la castaña soltó un grito de alegría y varias lágrimas caían por sus mejillas – Muchas gracias por confiar tanto en mí pero ahora soy yo el que te tengo que pedir algo. Quiero que ayudes y protejas a Harry ya que yo no estoy allí con vosotros. Confío en ti, sé que no permitirás que le pase nada. Felicita a todos la Navidad. Abrazos. Lupin.
Mi familia está bien, mi familia está viva – decía una y otra vez dando pequeños saltitos de alegría.
Hermione ¿qué quiere decir eso de que diste a Lupin información muy detallada? – le preguntó extrañado.
¡Están vivos! – volvió a gritar y abrazó fuertemente a Harry lo que hizo que se le olvidase completamente la pregunta que había hecho. La lechuza ululó con alegría y desapareció por la misma ventana que utilizó para entrar.
Me alegro mucho Hermione y, para seguir con esta alegría, será mejor que abras tu regalo. – le alargó una caja.
Gracias, espera un momento – le dijo mientras se secaba las lágrimas de alegría con la manga. Estaba consiguiendo cambiar el futuro. Ahora tenía su familia estaría viva. Sólo faltaban sus amigos y acabar con Voldemort. No sería fácil pero lo que estaba pasando le daba la esperanza que necesitaba para lograrlo. Cogió la caja que le ofrecía Harry y la desenvolvió con mucha rapidez.
Tranquila, no creo que se vaya a ir – rió el moreno al ver la velocidad con la que desenvolvió el regalo.
No soy tan lenta como otros… - sonrió mientras le miraba de reojo. Harry estalló en carcajadas recordando cómo, unos minutos antes, había conseguido que su amiga casi se desesperase. – Es… - había abierto la caja y encontrado el colgante que había dentro. No tenía palabras para decir lo que sintió en ese momento.
Espero que te guste, era de mi madre… - le explicó mientras se acercaba a ella. - ¿Ves? Tiene su inicial, una L.
Harry es… precioso… no puedo creer que me lo regales… yo… no sé que decir…
Únicamente di que te gusta – sonrió.
Me encanta – estaba embelesada mirando el colgante, observando cada pequeño detalle. El colgante era de oro y tenía unas extrañas muescas a su alrededor; le resultaban muy conocidas. Sabía que había visto antes unas muy parecidas. Siguió observándolo hasta que se dio cuenta; ¡era igual al colgante que tenía Snape en el futuro!. No se lo podía creer. Ahora tenía la oportunidad de hablar con él. No sabía cómo había acabado en las manos de Harry pero ahora eso ya no importaba. Las piezas comenzaban a encajar. Sonrió. Lentamente, casi sin querer, pasó su dedo por la inicial grabada en la parte trasera. Al instante brilló con intensidad y aquella inicial se transformó en una H. - ¿Qué es lo que ha pasado?
Tranquila, es un hechizo. Yo tengo el colgante de mi padre. Antes tenía la inicial de mi padre pero, al pasar yo el dedo, cambió a una H. Después pasé el dedo por la inicial de tu medallón y únicamente resplandeció. Supuse que cambiaría cuando lo hicieras tú y… así ha sido – concluyó.- Aunque ahora que lo pienso… tal vez yo tendría que tener ese y tú el mío.
¿Por qué? – preguntó. Miró otra vez el medallón que tenía entre las manos. - ¿Por eso tiene una H? ¿Por mi inicial?
Bueno… se supone que cada uno tiene que tener el medallón del otro ¿no? Para estar en conexión – dijo sonrojado.
Claro – ella seguía pensando en lo que estaba pasando. - ¿Desaparecería mi medallón cuando Harry recibió el suyo? Seguro que sí, el mismo objeto no puede estar en el mismo tiempo siendo del futuro y el presente a la vez.
Hermione ¿me lo dejas? – le preguntó tímidamente mientras se quitaba el suyo.
Sí claro.
Bien… - se lo cambió y se puso el colgante que, seguramente, llevó su padre. – Y ahora ¿te importa que te lo ponga? – le preguntó mientras intentaba en vano ocultar su nerviosismo.
Claro – en la cara de la castaña apareció una gran sonrisa. Ahora estaba segura; él siempre la había querido. Seguramente no se dio cuenta hasta el último momento pero en este nuevo presente estaba haciendo todo lo posible para dárselo a entender.
Hermione se sentó en el sofá que estaba más cerca de la chimenea y se retiró el cabello para que a Harry le resultase más fácil ponerle el colgante ya que notó que sus manos temblaban ligeramente. El moreno inspiró y se dirigió hacia donde estaba su amiga. Estaba muy cerca de ella y eso le producía un cosquilleo general. Estaba muy nervioso pero la mirada de la castaña le tranquilizaba mucho. Intentó abrir el cierre del colgante pero parecía que se le resistía. Miró a su amiga y sonrió nerviosamente. Volvió a intentarlo y tampoco lo consiguió. Hizo un chasquido con la lengua y, tras un pequeño forcejeo, consiguió abrirlo - ¡Al fin! – dijo victorioso mientras que la castaña se reía abiertamente. Se acercó a ella con el colgante abierto. Cuando estaba a pocos milímetros rozó con sus labios la comisura de los labios de ella. Una sonrisa se dibujó en el rostro de la castaña y sus mejillas se cubrieron de un tono rojizo. Harry siguió acercando el medallón al cuello de la muchacha y volvió a rozar con sus labios su mejilla. Al cerrar el medallón rozó su cuello haciendo que Hermione se estremeciese ligeramente. Al cerrarlo se fue separando lentamente besando en orden inverso los lugares que, anteriormente, había rozado. Se separó unos centímetros de la castaña y la miró a sus ojos con la misma intensidad que lo había hecho hace unos minutos. La castaña comenzó a acercarse cerrando lentamente sus ojos. Harry sonrió de felicidad. (N/A antes de nada tengo que decir que esta escena es parecida a una que sale en la película de Jerry Maguire ¡me encanta! Es mi peli favorita jejejejeje) – Hermione – un chico cinco años después la llamaba desesperadamente convencido de que podía sentirle – Hermione – la castaña notaba el calor que desprendía el moreno al acercarse – Hermione – sentía cómo estaba cada vez más cerca – Hermione – percibía cómo el calor inundaba su ser – Hermione – se dio cuenta de que era su colgante que le quemaba la piel pero se resistía – Hermione – no podía soportarlo por más tiempo – Hermione – se levantó separando a Harry – Hermione – entró en el baño – Hermione – abrió el colgante jadeante.
¿Snape? – preguntó nada más abrir el colgante.
¿Hermione? – le llamó una voz conocida.
¡Harry! ¿estás bien?
Sí, tranquila no te preocupes por mí… ¿Qué tal estás tú?
Bien… - se sonrojó al recordar lo que había pasado unos minutos antes.
¿Por qué estás así? – estaba sorprendido por la reacción de su amiga.
Por nada… ya lo sabrás – fue lo único que dijo.
¿Eh? Bueno… Tenemos que decirte algo muy importante
¿Qué es? ¿Ha pasado algo malo? – preguntó temerosa.
No, tranquila. Te lo explicará todo Snape. – en ese momento le dio el colgante al profesor.
¡Vaya! Lo ha conseguido… ha estado todo el día llamándote. – sonrió el profesor – Tengo que contarte algo más sobre lo último que me dijo Dumbledore.
¿Qué?
Bueno… es un detalle que pasé por alto. Antes de irse me entregó un libro y me pidió que lo guardase muy bien, que pronto lo iba a necesitar
¿Y dónde lo guardaste?
En mi despacho, en una librería oculta…
¿Cómo se titula el libro?
Es un libro de maldiciones y hechizos de conexión. Escucha, la estantería de la que te hablo está detrás de mi mesa. Apunta con tu varita al cuadro y pronuncia "Defensa"; así aparecerá. Creo que está en el estante superior, camuflado en un libro de pociones – cerró los ojos intentando recordar su título – se titula… "Veritaserum sus propiedades".
Gracias. Pero ahora no sé cómo voy a poder convencer a los demás para ir hasta allí…
¿Nunca habéis deseado entrar en mi despacho? – preguntó incrédulo.
Bueno… - no quería decirle que años antes había entrado para conseguir algunos ingredientes para realizar la poción multijugos que utilizaron en segundo.
Tranquila, no hace falta que respondas – sabía que no le iba a gustar demasiado la respuesta. - Intenta convencer a los demás, seguro que ese libro te será de mucha utilidad.
Está bien. ¿Puedo hacerte una pregunta?
Claro.
¿Ha cambiado algo en el futuro? ¿Mis padres están vivos?
¿Por qué me haces esa pregunta? Ya sabes cuál es la respuesta – respondió cabizbajo el profesor ya que no se había enterado de ninguna noticia alentadora al respecto.
Ayer escribí a Lupin para que los cuidara… - comenzó a explicar.
¿Qué escribiste a Lupin? – le miró con severidad – ¿no te habrás delatado verdad?
No, tranquilo. Sólo le di un par de pistas. No sospecha nada.
¿Les ayudó?
Sí, me dijo que, gracias a la nueva información que le había dado, les salvaron. – terminó con una gran sonrisa de felicidad.
Me alegro mucho, intentaré enterarme de si siguen vivos. ¿Te das cuenta de que estás cambiando cosas del futuro?
Sí, el plan funciona – contestó esperanzada.
¿Puedo hablar con ella un momento? – preguntó tímidamente Harry que había seguido toda la conversación muy interesado.
Claro. Bueno Hermione recuerda todo lo que te he dicho ¿de acuerdo? – se despidió Snape mientras le daba el medallón a Harry.
¿Qué es lo que ha pasado? – le preguntó Ron a su amigo que aún seguía sentado en la misma posición que le había dejado Hermione. - ¿Harry? – se puso delante del moreno para que, por lo menos, pestañease.
No sé lo que ha pasado – respondió confundido el moreno. – yo pensé que lo estaba haciendo bien pero… ella se marchó justo cuando… cuando…
Vale, vale. No hace falta que me des más explicaciones – le interrumpió al sentir una gran rabia en su interior - ¿Qué le dijiste exactamente?
Nada – respondió con voz queda.
¿No le dijiste nada? – preguntó ahora una voz femenina.
Ginny, esto no es asunto tuyo – le reprochó su hermano.
Sí que lo es, ella es mi amiga – se sentó al otro lado del moreno. - ¿No le dijiste nada?
No… yo… pensé que… bueno… que sobraban las palabras – respondió finalmente totalmente rojo.
¡Harry! – le dijo con desaprobación la pelirroja mientras chasqueaba ligeramente la lengua.
¿Qué?
Tenías que haber hablado primero con ella… seguro que la ofendiste…
¿Qué la he ofendido? Ella me ha dejado plantado…
Tú te lo has buscado – le reprochó Ron cruzando los brazos.
Hasta mi hermano lo entiende… - añadió la pelirroja. – Tienes que hablar con ella…
Tenéis razón, será mejor que me disculpe ahora mismo – se levantó.
¡No! – le agarró Ginny – no te disculpes, pensará que lo hiciste sin pensarlo siquiera…
¿Entonces que hago? – se sentó desesperado.
Esta noche habla con ella – interrumpió Ron.
¿Creéis que ella querrá hablar conmigo?
Claro que sí, no seas tonto Harry – respondió la pelirroja.
Está bien, está bien. No me disculparé y hablaré con ella esta noche. – sonrió el moreno.
Creo que será mejor que desayunemos ¿no? – dijo Ron mientras se daba pequeños golpecitos en la tripa.
¡Claro! Voy a llamar a Hermione, vosotros avisad a los demás ¿vale? – terminó Harry mientras se levantaba y se dirigía a la habitación en la que se había metido la castaña - ¿Hermione? – preguntó tímidamente mientras golpeaba suavemente la puerta.
Dime Harry – respondió la muchacha que en ese momento estaba hablando con el Harry del futuro mediante el medallón.
Esto… ¿vas a salir?
¿Salir? ¿De qué estás hablando? – preguntó extrañada la castaña.
Pero si yo no he dicho nada todavía… - se defendió el Harry del futuro.
¿Cómo que de qué estoy hablando? ¿No vas a desayunar? – volvió a preguntar el Harry del presente sin saber muy bien lo que estaba pasando.
¿Desayunar? – la castaña estaba empezando a ponerse nerviosa.
¿Pero de qué desayuno estás hablando Hermione? – el Harry del futuro alzó las cejas; señal inequívoca que no sabía lo que estaba pasando.
Claro, te estamos esperando… aunque si no quieres venir… pues… lo comprendo… quédate todo el tiempo que necesites – dijo el Harry del presente desanimado porque pensaba que aún estaba enfadada con él.
¡Espera! – exclamó de repente la castaña lo que dejó a los dos muchachos, el del futuro y el del presente, anonadados - ¡Harry ahora voy a desayunar! – le dijo al moreno que estaba detrás de la puerta en ese momento – Lo siento, tengo que irme – le susurró al moreno que la miraba desde el medallón.
Vale, te esperamos – se despidió el moreno del presente aliviado.
¿Te estábamos hablando los dos a la vez? – preguntó divertido el Harry del futuro.
Sí… lo siento… no sabía que estabas también detrás de la puerta – le contestó también riéndose.
Bueno, será mejor que hablemos en otro momento.
Sí, pero… llamaré a Snape. Si digo tu nombre igual hablo con tu yo del presente – sonrió.
Tienes razón. Adiós y cuídate mucho – se despidió un poco triste.
Tranquilo, volveremos a hablar muy pronto. – cerró el medallón. - ¡Se me olvidaba! – dijo en voz alta – Tengo que realizar el hechizo... ¡veritas identum! – realizó el hechizo apuntando al medallón cerrado – Ya está listo – al ver el pequeño resplandor que emitió.
Cuando llegó a la mesa estaban ya desayunando. Estaban todos muy callados seguramente porque Draco estaba levantado esperando a la castaña. Al verla le sonrió y le hizo señas para que se sentase a su lado. Harry tuvo que contenerse para no lanzarle un cubierto. Mientras desayunaban Hermione pensaba una y otra vez en cómo iba a conseguir que sus amigos fuesen al despacho de Snape cuando, de repente, se le ocurrió.
¿Tenéis pensado hacer algo hoy? – preguntó la castaña.
Pues… la verdad es que no – respondió Ron cuando terminó de masticar su última tostada.
Bueno… es que en navidades mi familia tiene una especie de tradición – comenzó a relatar – Entre todos hacemos un concurso por así llamarlo.
¿Ah sí? ¿y cómo es? – preguntó interesado el moreno.
Nos dividimos en grupos y cada uno tiene que recoger un objeto que está escondido. El primero que lo encuentra decide lo que tienen que hacer los demás durante todo ese día.
¡Parece divertido! – exclamó Ginny.
¿Verdad que sí? ¿Os apetecería jugar? – la castaña rogaba por una afirmación general.
¡Yo me apunto! – dijo decidida la pelirroja.
¡Yo también! – coincidió su hermano al que le había entusiasmado la idea.
¡Sí! – corearon Harry, Neville y Luna.
¿Draco?
Está bien, está bien… yo también jugaré
¡Perfecto! Lo haremos como en los duelos. Voy a escribir los nombres de todos y alguien que saque los grupos. Como somos siete… ¿os parece bien que seamos equipos de dos y uno de tres?.
¡Sí! – contestaron ilusionados los demás.
Ya he terminado ¿quieres sacar los papeles Luna? – le preguntó a la rubia que se había puesto a su lado mirando con mucho interés los trozos de papel.
Sí. – revolvió los papeles – El primer grupo son Harry y… Hermione – el moreno sonrió abiertamente – El segundo… Ron y… Luna – el pelirrojo sonrió fugazmente – Y el tercero son Ginny, Neville y Malfoy – terminó.
Está bien. Ahora sólo tenemos que pensar en los objetos que tenemos que recolectar… - dijo Hermione.
¿Qué os parece una buggler? – divagó Neville en voz alta.
Tiene que ser algo más difícil de conseguir, sino no tiene gracia…
¿Y un trofeo de la vitrina? Creo que hay unos hechizos muy potentes para que no los puedan sacar… mis hermanos me lo dijeron – explicó Ginny.
Bien, ese nos puede servir. ¿Algún otro? – preguntó mientras escribía "trofeo de la vitrina" en un trozo de pergamino.
¿Y algún objeto de la habitación de Filtch? – Draco sonreía con satisfacción, si lo aceptaban y le tocaba a él, disfrutaría mucho. Una semana antes el conserje le obligó a recoger la sala de Gryffindor ya que le pilló entrando a su habitación para huir de Pansy. Como era lógico, ese día lo disfrutaron todos los leones ya que la sala estaba hecha una pocilga.
Bien… "objeto de la habitación de Filtch" – anotó Hermione - ¿Y el último?
¿Qué os parece un libro de pociones del despacho de Snape? – Ron había escuchado en su mente varias veces esa prenda. La castaña sonrió satisfecha. No podía ser ella quién lo propusiese; alguien debía hacerlo por ella. Así que… concentrándose un poco consiguió que el pelirrojo aceptase esa idea como suya propia.
¿Estás loco? Él todavía sigue en el colegio – respondió el moreno a la idea de su amigo.
¿Tienes miedo Potter? – le dijo desafiante Draco.
Yo no tengo miedo de nada… Malfoy
¿Entonces?
Estoy de acuerdo con Ron, es una buena prenda – contestó Harry, no iba a dejar que le ridiculizase ante sus amigos.
Está bien… vosotros veréis… - anotó esta última. – Ahora uno de cada grupo cogerá uno.
Primero se acercó Luna y, con un gesto afirmativo de Ron, cogió el primer trozo de pergamino. – "trofeo de la vitrina" – anunció en voz alta. Rompió el trozo de pergamino y ambos salieron de la sala de los menesteres. El siguiente fue Draco que, sin esperar siquiera confirmación alguna por los demás miembros del equipo, saco otro trozo – Objeto de la habitación de Filtch – dijo y sonrió. Salió de la sala seguido por sus otros dos compañeros que refunfuñaban por el modo de actuar del rubio.
Genial… tenemos que ir al despacho de Snape…
Vamos Harry ¿no quieres ganar a Draco? Imagínate… hacer la tarea más peligrosa antes que él y encima poder darle órdenes.
Tienes razón – soltó una risita maliciosa - ¡Vamos! – y cogió a su amiga de la mano mientras se dirigían a la puerta. De repente se paró en seco – Será mejor que coja el mapa del merodeador… espera aquí… - soltó su mano y se encaminó a la habitación de los chicos.
¡Espera! – Hermione le cogió del brazo y le detuvo – No sería justo… - No quería que utilizase el mapa del merodeador ya que, al hacerlo, descubriría que la persona que estaba en el despacho del director era ni más ni menos que el propio Voldemort.
Tienes razón… - aceptó y ambos salieron de la sala. Al salir el picaporte de la sala desapareció sin dejar que nadie pudiese volver a entrar.
Cuando salieron sus otros compañeros les estaban esperando en el patio para comenzar el juego.
El primer equipo que regrese aquí con el objeto gana. ¡Empezamos! – al oír las instrucciones de Hermione los grupos se dispersaron. Luna y Ron bajaron las escaleras para ir a la vitrina de los trofeos. Draco, Ginny y Neville se dirigieron a la sexta planta; lugar en el que se encontraba el dormitorio del conserje. Harry y Hermione bajaron a las mazmorras para encontrar el despacho de Snape.
Ninguno de los chicos se dio cuenta de que tres personas escondidas en las sombras observaban con gran interés esa escena.
Crown tú seguirás al muchacho pelirrojo, – un hombre alto, moreno y desgarbado afirmó con un gesto y desapareció escaleras abajo – Tú Werlton perseguirás al hijo traidor y, recuerda, tiene que estar vivo – otro hombre bajo, musculoso y con una profunda cicatriz en uno de sus ojos hizo una mueca de asco – Ya sabes que el amo quiere enseñarle en persona qué es lo que pasa cuando se enfrentan a él. Puedes hacer lo que quieras con los demás – terminó haciendo un gesto con la mano y aquel hombre desapareció escaleras arriba. – Yo me encargaré de Potter – dijo para sí mismo con voz de satisfacción.
Recuerda que los quiero a ambos… - una voz apacible habló detrás suyo.
Sí mi señor… no lo olvidaré.
Eso espero Ubertus, eso espero… - repuso amenazadoramente la figura antes de perderse por uno de los pasadizos del enorme colegio.
Después de unos minutos dos chicos habían llegado a la vitrina de los trofeos ganados por el colegio.
¿Te dijeron tus hermanos cómo se pueden sacar? – preguntó Luna mientras miraba el reflejo del pelirrojo en la vitrina.
Pues... no. Debería habérselo preguntado... Pero no creo que sea tan difícil. Intentemos abrirlo – dijo mientras agarraba uno de los lados. – Tú coge de ese otro – le señaló el lado izquierdo. – A la de tres. Uno – agarraron fuertemente los dos extremos – Dos – comenzaron a hacer presión - ¡Tres! – tiraron con todas sus fuerzas pero no hubo forma de abrirlo.
No se abre – dijo Luna mientras examinaba por primera vez la vitrina.
Ya lo he notado – respondió con fastidio Ron mientras volvía a intentarlo. De repente se oyó un pequeño clic y la puerta se abrió sin ninguna dificultad dejando al descubierto todos los trofeos. - ¿Qué ha pasado?
He abierto esta cosa – explicó señalando a una pequeña bisagra – y he corrido el cristal. – terminó.
¿Y lo que me habían dicho del hechizo? – preguntó desorientado el pelirrojo.
Te han mentido Ronnie – le dijo tranquilamente la rubia mientras cogía el trofeo que Gryffindor ganó en 5º curso. – Ya podemos irnos.
Cuando los vuelva a ver se van a enterar... – Ron y Luna se encaminaron a las escaleras para volver al patio.
¡Qué bonita pareja! – dijo de repente Crown que había estado observando toda la escena.
¿Quién eres tú? – preguntó Ron sacando rápidamente su varita y apuntando al hombre que ahora reía ruidosamente.
No necesitas saberlo muchacho. Lo único que necesitas saber es que te vienes conmigo.
No va a ir a ningún lado – dijo de repente Luna poniéndose delante del pelirrojo dejándole boquiabierto.
¡Vaya! No sabía que te iba a proteger tu novia... esto será demasiado fácil... – el hombre estaba decepcionado, pensaba que sería un gran combate dado que era el mejor amigo del chico que sobrevivió.
Será mejor que la dejes en paz, tu pelea es conmigo – espetó Ron mientras empujaba a Luna hacia un rincón.
¿Tienes agallas? Umm tal vez me equivoqué... primero te aturdiré y ya me divertiré un poco con tu novia... – miró a la rubia de arriba abajo.
¡Te he dicho que tu pelea es conmigo! – gritó enfadado el pelirrojo - ¡Empecemos de una vez!
Como prefieras... – apuntó directamente al pecho del pelirrojo - ¡Desmaius!
¡Protego! – se defendió - ¿No sabes hacer algo mejor? – se rió de él - ¡Tarantanela! – las piernas del hombre comenzaron a temblar violentamente dejándole indefenso en el suelo.
¡Me las pagarás! – le amenazo entre dientes - ¡Expelliarmus! – el haz de luz le dio al pelirrojo justo en el pecho haciendo que retrocediese unos metros en el aire. - ¡Finite encantament! – dirigió su varita a las piernas que no dejaban de moverse por su cuenta – Y ahora – se acercaba al muchacho que estaba inconsciente ya que se había dado un golpe en la cabeza con una estatua de bronce. - ¡Mob!
¡Silencius! - interrumpió Luna que se había levantado. Ahora tenía ventaja ya que su atacante no podía recitar ningún hechizo. O eso era lo que ella pensaba. Al no poder articular palabra el brujo se enfureció y golpeó violentamente a la rubia dejándola en el suelo.
¡Te dije que la dejaras en paz! – el pelirrojo apareció por detrás - ¡Expelliarmus! – el hechizo cobró tal fuerza que tiró al hombre hasta el otro lado del pasillo. Quedó totalmente noqueado. Ron se acercó para poder terminar de reducirlo y llevárselo a algún profesor, pero no pudo. En ese instante desapareció entre una nube de humo. - ¿Qué? – fue lo único que pudo decir.
¿Ron? ¿estás bien? – le llamaba la rubia que intentaba incorporarse sin éxito.
Estoy bien, ¿qué tal estás tú? – le preguntó preocupado mientras la ayudaba a levantarse.
Bien... sólo me duele bastante la cabeza. – respondió frotándose para intentar calmar el dolor. – Gracias – y le dio un beso en la mejilla haciendo que el pelirrojo se sonrojase.
De nada... Será mejor que nos vayamos. – cogió a la rubia de forma que se apoyara en él – Tenemos que avisar a los demás – los dos chicos se dirigieron escaleras arriba con el trofeo en las manos.
Deberíamos tener cuidado...
No seas gallina Longbotton
No soy gallina... sólo he dicho que tenemos que tener cuidado de que no nos descubran... – replicó alzando un poco la voz.
Shhhh – la pelirroja miró con enfado a Neville que en ese momento de encogió de hombros. – Dejad de discutir de una vez – susurró mientras el grupo formado se iba escondiendo en los rincones.
¿Cuál es la habitación de Filch? – preguntó Neville que miraba en todas las direcciones.
Es aquella – Draco señaló una puerta vieja y que no tenía ningún adorno navideño.
Está bien... entremos – Ginny comenzaba a acercarse lentamente hasta que un brazo la detuvo - ¿Qué pasa? – susurró alarmada.
Por ahí viene la Sra. Norris – Neville señaló con su mano izquierda a la gata que se acercaba a la habitación pero, después de dar dos vueltas, parece que se lo pensó mejor y volvió por donde había venido. – Menos mal... ahora podemos. – los tres se acercaron a la puerta.
¡Alohomora! – Ginny abrió la puerta dejando ver una pequeña habitación limpia y recogida pero sin ningún objeto personal a la vista. - ¿Y qué nos llevamos? – preguntó la pelirroja mirando a su alrededor. – Aquí no hay nada... ni siquiera un armario...
Tiene que haber algo... Seguro que lo tiene escondido – decía Draco mientras miraba debajo de la cama.
Tal vez... – Neville comenzaba a dar pequeños golpes en las paredes. Siguió hasta que llegó a donde se encontraba una pequeña muesca en la pared - ¿Qué es esto? – le dio un pequeño golpe y al instante se abrió un gran armario donde el conserje guardaba todas sus cosas más preciadas.
¡Vaya! Por una vez has sido útil... – le dijo Draco - ¿Qué es lo que te quieres llevar? – le preguntó a Ginny que estaba observando con detenimiento el interior del armario.
¿Qué os parece esto? – dijo señalando una réplica de la Sra. Norris – Así no quedará ninguna duda...
Está bien... es una buena idea – respondió Draco y le entregó la figura a Neville.
Será mejor que no la lleve, sólo sirvo para descubrir armarios en las paredes – le dijo con desdén mientras le devolvía la replica al rubio.
No sabía que eras tan sensible...
¡Ya basta! Tranquilo Neville, no le hagas caso. Y tú – dijo autoritariamente la pelirroja mirando al rubio – será mejor que la lleves...
Está bien... vaya equipo que me ha tocado... – se guardó la figurita en el bolsillo de la túnica. - ¡Vamos! – salieron los tres despacio no sin antes volver a cerrar la puerta. – Creo que ha sido bastante fácil.
Tienes razón – dijo la voz de un hombre.
¿Quién eres? – preguntó Ginny - ¿Filch?
¿Os referís a este viejo y a su gata? – señaló el cuerpo del conserje inconsciente y a su gata; ambos estaban a los pies de las escaleras.
¿Qué les has hecho? – preguntó Draco sacando su varita; sus otros dos compañeros le imitaron.
Será mejor que te preocupes por lo que te voy a hacer a ti y a tus amiguitos... sobre todo a ella – señaló a la pelirroja.
¡Qué valiente! ¡Va a luchar contra una chiquilla! – le felicitó con sarcasmo el rubio.
¡Yo no soy una chiquilla! – protestó Ginny mientras apuntaba con su varita al pecho del hombre.
Como prefieras... me divertiré con los dos – señaló a Neville y a Ginny – Y tú... podrás ver cómo lo hago... – disfrutó cada una de las palabras.
Yo no estaría tan seguro. Somos tres contra uno.
Estás equivocado... vosotros tres hacéis uno – rió Werlton mirándolos con desprecio.
Yo no estaría tan seguro... ¡Desmaius! – el rubio intentó pillarle desprevenido, pero se deshizo del hechizo únicamente moviendo lentamente su torso.
¿Eso es todo lo que sabéis hacer? – se carcajeó – Esperaba más del hijo del gran Lucius Malfoy...
¿Te envía mi padre? – preguntó incrédulo.
¿Tu padre? No me hagas reír...
Entonces... ¿te envía el-que-no-debe-ser-nombrado? – preguntó tímidamente Neville.
No os importa... dejad de hacer estúpidas preguntas. Me preocuparía más por vuestra vida – les amenazó.
¡Expelliarmus! – esta vez el rubio consiguió darle en el pecho haciendo que éste saliese despedido por los aires.
¡Maldito crío! – chilló - ¡Desmaius! – el haz de luz se dirigía al rubio cuando, de repente, Neville le apartó recibiendo el hechizo.
¿Qué? – Draco no sabía porqué lo había hecho. Él era el que debía de estar inconsciente en el suelo no Neville.
¡Neville! – le llamó la pelirroja y se puso a su lado para poder ver el estado en el que se encontraba.
¡Expelliarmus! – volvió a decir Werlton. Ahora, Ginny y Neville salieron volando por los aires chocando ruidosamente contra una pared.
¡Bombarda! – el rubio apuntó directamente al pecho del hombre que salió despedido por la explosión ocasionada. - ¡Déjales en paz! – se puso delante de ellos. – Yo me basto para darte tu merecido...
No me hagas reír... – respondió mientras se levantaba pesadamente.
Tú lo has querido... – en el rostro del rubio apareció una medio sonrisa - ¡Desmaius! – el hombre lo esquivó pero, esta vez, con bastante dificultad. – Mmmm pareces rápido... ¡esquiva esto! – le tiró la réplica que tenía en el bolsillo. -¡Glacius! – al esquivarla el rubio le congeló hasta la cintura.
Maldito – dijo entre dientes – Supongo que no importará que salgas con un par de marcas... ¡Piros enable! – de su varita salió un haz de fuego que rodeó completamente al rubio. Según pasaban los segundos se iba cerrando más y más.
¿Qué pasa? – ahora el fuego comenzaba a quemarle el cuerpo.
¿Y ahora qué es lo que piensas de mí? – se reía.
¡Desmaius! – gritó una voz femenina detrás de Draco. Werlton quedó inconsciente tendido en el suelo. - ¡Finite encantment! – Ginny intentó deshacer el hechizo que atrapaba a Draco pero era demasiado fuerte. - ¡No lo consigo!
¡Trae a Longbotton! – le gritó el rubio.
¡Enervate! – Neville se levantó e, inmediatamente, entre los dos pararon el hechizo que atrapaba al rubio.
Veo que has mejorado Longbotton – no parecía que estas palabras hubiesen salido de la boca de Draco, hasta él se sorprendió. Para disimular observó con atención el efecto del hechizo sobre su piel.
Gracias – le respondió desconcertado por el reciente halago- ¿Dónde está? – preguntó al ver únicamente al conserje y su gata.
¿A quién te refieres? – preguntó Ginny mientras intentaba ayudar al rubio.
Al hombre que nos atacó
Está ahí – señaló Draco con la mano sin mirar siquiera.
Ahí no hay nadie.
¿Qué? – Werlton había desaparecido.
Tenemos que avisar a los demás, ¡vamos! – dijo el rubio autoritariamente.
Primero tenemos que llevarlos a la enfermería – le cortó Ginny mientras señalaba al conserje y a su gata.
Está bien – replicó de mala gana – Longbotton ayúdame a coger a Filtch, tú encárgate de la Sra Norris... – entre los dos muchachos llevaron al conserje a la enfermería sin dar ninguna explicación. Después corrieron a reunirse con sus amigos para explicarles todo lo que les había ocurrido; no sin antes llevarse también la pequeña réplica.
¿Crees que nos encontraremos con Snape? – preguntó Harry mientras miraba a todos los lados y se escondían en las sombras que producían los ventanales.
Espero que no... no quiero que nos descuente quinientos puntos...
¿Sabes? Me parece raro que no dijeses nada por la ocurrencia de Ron – el moreno cogió la mano a la castaña arrastrándola a un hueco en el momento que pasaba uno de los fantasmas.
Bueno... es navidad ¿no?
Últimamente estás muy rara... – salieron del hueco en el que se habían escondido y se dirigieron al despacho de Snape.
¿Yo? ¿Y que me dices de ti? No recuerdo haberte visto comportarte igual – se defendió pero, en ese instante, recordó lo que había pasado en la mañana e intentó evitar sonrojarse.
Tienes razón... pero no es el momento de hablar de eso... – el moreno notaba cómo el calor se apoderaba de sus mejillas. – Ya hemos llegado – anunció - ¿Estará cerrada? – giró el picaporte con mucha fuerza; estaba seguro de que estaba cerrada. Se oyó un ruido ¡crack! Harry tenía en su mano el picaporte. Ambos miraron a su mano extrañados y, después de unos instantes, tuvieron que contenerse las carcajadas.
Creo que eres muy fuerte – consiguió decir la castaña mientras cogía el picaporte de la mano de su amigo.
Ya te digo... – abrió la puerta – Déjame arreglarlo – puso el picaporte en su sitio y pronunció ¡Reparo! Al instante quedó igual que antes. – Busquemos un libro de pociones... – se dirigió a una estantería. Sin que le viese Hermione hizo un pequeño hechizo para cambiar todos los lomos de los libros; ahora en todos ponía "Defensa contra las artes oscuras" en lugar de pociones. - ¡Vaya! No encuentro ninguno... sólo hay libros de defensa...
¡Que raro! ¿no? – sonrió la castaña y se puso enfrente de la mesa del profesor – Defensa, defensa, defensa... – iba leyendo en alto parte de los títulos de los libros que encontraba. Al final apuntó directamente al centro del cuadro y apareció la estantería de la que le había hablado Snape. – ¡Harry! He encontrado una nueva estantería...
Antes no estaba ahí – le dijo el moreno que se había puesto a su lado.
Lo sé... estaba leyendo los títulos de los libros y ha aparecido de repente... – explicó. – Mira aquí hay uno de pociones.
Del Veritaserum... que interesante – recordó que dos años antes la profesora Umbridge quería hacerle beber para descubrir qué es lo que estaban intentando hacer cuando se colaron en su despacho.
Yo lo cojo... será mejor que nos vayamos...
Sí, tal vez podamos ganar – sonrió mientras cerraba la puerta tras de si.
¿Qué es lo que queréis ganar? – preguntó una voz helada.
¿Quién está ahí? – Harry cogió su varita e intentó apuntar al sitio de donde suponía que estaba el hombre que les estaba amenazando.
Mi nombre no es importante creedme… - respondió sin moverse de su escondite. En ese instante Hermione reconoció la voz - ¡Es Ubertus! ¿Cómo ha entrado? – rápidamente sacó su varita y apuntó directamente al lugar en el que se encontraba el mortifago.
Será mejor que salgas – le amenazó la castaña.
Está bien, está bien… - salió de su escondite apuntando con su varita al corazón de Hermione – Ya he salido ¿ahora qué queréis hacer? – sonrió maliciosamente.
Creo que eres tú el que debería estar asustado… recuerda que somos dos – amenazó el moreno mientras le seguía con su varita.
Sí, tienes razón… sois dos chiquillos. Pero por si no te has dado cuenta estoy apuntando a tu novia así que, al primer movimiento, despídete de ella… - movió la varita para dejar más clara su amenaza.
No sé por qué pero no me impresionas… - rió Hermione mientras comenzaba a caminar hacia él.
¿Qué estás haciendo? – le preguntó Harry e intentó detenerla agarrándola del brazo.
Sé lo que hago, confía en mí – le susurró. Al instante la castaña estaba libre y se dirigía hacia el mortifago con una sonrisa triunfante en sus labios.
Será mejor que hagas caso a tu novio… no me gustaría tener que hacerte daño – le amenazó el mortifago. Pero aún recordaba las palabras de su señor; no podía tocarles.
Si pudieras hacernos algo ya lo habrías hecho ¿verdad? – la castaña siguió andando lentamente hacia él apuntándole con la varita.
¿Por qué estás tan segura de que no puedo haceros daño? – preguntó intentando aparentar frialdad. Se suponía que ambos tenían que tenerle miedo pero se enfrentaban a él. No lo entendía.
Porque – había llegado hasta él y, poniéndose enfrente de su varita, le apuntó al cuello – no eres lo suficientemente bueno como para haber trazado este plan tú solito y lo sabes… ¿verdad? – adoptó un tono dulce y burlón.
Será mejor que no me subestimes muchacha o si no…
¿O si no qué?
¡Expelliarmus! – gritó ya sin importarle las consecuencias que podría tener.
¡Hermione! – gritó Harry al mismo tiempo que vio cómo salía una luz rojiza de la varita de Ubertus. En ese momento una figura salió volando por los aires chocándose fuertemente contra una de las paredes del pasillo y quedando aparentemente inconsciente. - ¿Estás bien? – volvió a preguntar.
Perfectamente, no te preocupes. – le respondió la castaña que había seguido con la mirada la trayectoria que siguió el mortifago. – Supongo que estará inconsciente.
¿Cómo lo has hecho? No te he visto realizar ningún hechizo… - se acercó a ella.
Antes de acercarme a él utilicé el hechizo scurundum… así que lo único que tuve que hacer fue enfadarle y que utilizase su magia conmigo…
Así se ha derrotado él mismo con su propia magia – le dijo Harry totalmente impresionado por la sangre fría e inteligencia que había demostrado la castaña.
Sí más o menos – sonrió – Será mejor que se lo llevemos a Dumbledore – Seguro que se pone muy contento – pensó.
Está bien… ¿no había caído por ahí? – preguntó el moreno confuso mientras miraba al sitio en el que estaba el cuerpo de Ubertus.
Sí, cayó ahí…. Seguramente alguien se lo ha llevado…
O ha desaparecido…
Harry… ¿cuántas veces te tengo que decir que eso no es posible en este colegio?
Tienes razón… - le respondió avergonzado – Algún día me leeré ese libro…
Sí, claro... Ahora tenemos que ir con los demás y contarles todo lo que ha pasado – le dijo la castaña mientras le cogía de la manga de su túnica.
¡Vamos! – ambos subieron por las escaleras hasta llegar al patio en el que habían comenzado el juego.
Los primeros en llegar habían sido Ron y Luna que ya estaban esperando ansiosos a que llegaran los demás. Al instante aparecieron Harry y Hermione que llegaban corriendo y, después de unos minutos, aparecieron los demás.
Será mejor que entremos – dijo Harry mientras comenzaba a pasar tres veces por el sitio en el que se encontraba la sala de los menesteres. – Tenemos que contaros algo – dijo cuando había entrado el último de sus amigos. Mientras, sin que nadie lo notase, Hermione repitió el nombre de sus amigos en bajo mientras les miraba disimuladamente a los ojos; después de lo que había pasado, Voldemort podía haberse cambiado por cualquiera de ellos. Para su alivio la temperatura de su medallón no había cambiado.
Nosotros también – siguió Ginny.
Y nosotros – interrumpió Ron.
¿Os han atacado? – preguntó Hermione aunque ya sabía la respuesta.
Sí, un hombre alto, moreno y desgarbado intentó atraparnos a Luna y a mí. – comenzó a explicar el pelirrojo.
Tenía intenciones de atraparte a ti Ronnie… yo no le importaba demasiado – le interrumpió la rubia mientras se sentaba tranquilamente.
¿Eh? – dijo desconcertado – Bueno, sí, parecía que sólo quisiese atraparme a mí… - siguió de mala gana – pero entre los dos le dejamos inconsciente y, al ir a ayudar a Luna, desapareció.
¿Desapareció? – preguntó interesada Ginny – El hombre que nos persiguió a nosotros también lo hizo…
¿Os persiguieron? – la pregunta de Hermione iba directa a Draco que ahora la miraba a los ojos.
Exactamente me perseguía a mí… parece ser que mi querido padre aún no me ha perdonado totalmente – respondió con amargura el rubio.
A nosotros nos ha pasado lo mismo – explicó Harry – pero ese tipo nos quería a los dos vivos y sin ningún rasguño…
Está claro que el-que-no-debe-ser-nombrado está detrás de todo esto – conjeturó Ron que se había sentado al lado de la rubia.
Sí, yo también lo creo – coincidió el moreno – Será mejor que esta noche hagamos turnos de vigilancia ¿estáis de acuerdo?
Sí, será lo mejor – afirmó Hermione.
¿Os parece bien que sigamos con los mismos grupos? – dijo de repente Ron – Es mejor que lo hagamos por parejas… - dirigió una mirada cómplice a su amigo.
¿Eh? Sí creo que Ron tiene razón – afirmó Harry intentando ocultar su nerviosismo.
Está bien – coincidió el rubio – ¿Qué grupo empieza?
Creo que será mejor que comiencen los que han llegado los últimos, después los penúltimos y para terminar nosotros. – se apresuró a decir Ron.
Bien… creo que es lo mejor – respondió Hermione antes de que Draco comenzase a hablar.
Está bien, está bien… - coincidió el rubio ya cansado. – Cenemos algo y comencemos con la vigilancia. – Fueron todos a cenar y, cuando terminaron Harry y Ron se fueron a la habitación para poder dormir un poco antes de comenzar con su turno.
Ten mucho cuidado Draco – le susurró la castaña cuando pasó por su lado antes de irse a su habitación.
No te preocupes, no dejaré que os pase nada… sobre todo a ti – le sonrió mientras cogía con su mano la varita.
Buena suerte – le sonrió mientras se dirigía con Luna a su habitación.
Será mejor que nos sentemos… serán tres horas muy largas – dijo Draco mientras se acercaba a un sillón.
¿Creéis que alguien conseguirá entrar? – preguntó temerosa Ginny.
No, no lo creo… además estos detectores nos serán muy útiles – Neville señaló a todas las medidas de seguridad que Hermione había instalado anteriormente.
¿Y si, a pesar de todo, lo consiguen? – volvió a preguntar sentándose al lado del rubio.
Los detendremos – respondió Neville al sentarse a su lado – No te preocupes por nada, yo te defenderé…
¡Qué bonito! – interrumpió Draco que había estado observando la escena – No te preocupes pequeña Weasly, entre los tres podemos derrotar a cualquiera ¿no lo has notado antes? – le sonrió.
Tenéis razón, entre todos lo conseguiremos.
Mientras tanto tres hombres inconscientes estaban tirados en el suelo del despacho del director. Voldemort estaba sentado atento a cualquier señal de vida que diesen. El primero en despertar fue Crown y, después de unos instantes lo hicieron Werlton y Ubertus.
¿Qué ha pasado? – preguntó secamente Voldemort.
Esos malditos críos… son más fuertes de lo que pensé… - respondió Crown mientras se frotaba la cabeza.
Sí… ese pequeño traidor me las pagará… - siguió Werlton mientras que Ubertus se quedó callado observando cualquier pequeño cambio en el rostro de su señor.
Entonces… ¿no habéis sido capaces de vencer a cinco estúpidos niños? – preguntó sin moverse de su sitio – No merecéis ser mortifagos… - dijo entre dientes.
¡Señor! Me cogieron desprevenido… yo no sabía… - intentaba justificarse Crown.
¡Es cierto! – coincidía con terror Werlton consciente de la suerte que correrían todos si su señor se enfadaba.
No necesito vuestras inútiles excusas – se levantó y les apuntó con su varita.
¡Señor! ¡Por favor! No le volveremos a fallar….
Ya lo habéis hecho… - con un movimiento ambos cayeron inertes en el suelo. - ¿Y tú por qué no te defiendes? – apuntó directamente a Ubertus que aún no había dicho nada.
No es necesario, no tengo defensa alguna. Le he fallado y por eso espero la muerte, para poder congraciarme con mi señor – le dijo mientras le miraba directamente a los ojos.
Mmmm te daré otra oportunidad… - Voldemort se había vuelto a sentar – Llévatelos no quiero volver a verlos por aquí.
Sí, mi señor… - el mortifago recogió a sus dos compañeros.
Estaremos en contacto
Sí, mi señor – fue lo último que dijo antes de escabullirse por el mismo pasadizo que utilizó para entrar al colegio.
Malditos críos… - dijo entre dientes – Son más resbaladizos de lo que yo suponía... - miraba a los campos del colegio – Tal vez tenga que hacer algo… - en su rostro se dibujó una sonrisa de pura maldad.
¡Despierta Potter! – le zarandeaba el rubio – Ya es hora de que tú y Hermione nos relevéis…
Ya te he dicho que no la llames así…
La llamaré como quiera cara rajada…
Cállate hurón. – el moreno se levantó de la cama y se puso rápidamente las gafas.
¡Espera! – le dijo el rubio antes de que saliese por la puerta – No dejes que le pase nada – terminó mirándole fijamente.
Antes de que la toquen tendrán que acabar conmigo – respondió sin mirarle siquiera. Era la primera vez que oía a Malfoy preocuparse por alguien que no fuera el mismo.
Eso espero… - terminó metiéndose en la cama mientras que Harry cerraba lentamente la puerta. - ¿Hermione? – la llamó cuando llegó a la puerta del cuarto de las chicas.
Ya voy… un momento – respondió la castaña mientras se colocaba la bata y cogía rápidamente su varita. – Estoy lista – le sonrió cuando salió de la habitación y cerró suavemente la puerta. Los dos se dirigieron a la sala y se sentaron en un sofá cerca del fuego.
¿Tienes sed? Voy a coger algo de agua… - le ofreció Harry después de unos segundos de silencio.
Sí, gracias. – respondió la castaña. Cuando el moreno regresó Hermione seguía mirando directamente a la puerta como esperando que, de un momento a otro, entrara alguien.
Tranquila… nadie sabe dónde está esta habitación y además recuerda que Dumbledore nos está vigilando.
Tienes razón – le dijo Hermione mientras cogía el vaso que le ofrecía el moreno – Eso no me da mucha seguridad – pensó y, de repente, sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
¿Tienes frío?
Un poco sí…
Espera un momento – al instante Harry apareció con una manta – Con esto estarás mejor – le dijo mientras la tapaba suavemente.
¿Sabes? Creo que así estaré mejor – desdobló la manta y tapo a ambos con ella – Así ninguno tendrá frío… - dijo mientras se acurrucaba contra él y el moreno la rodeaba con su brazo derecho. Se quedaron en silencio mirando a la puerta. Mientras que Hermione pensaba constantemente en que alguien iba a entrar de repente, Harry buscaba una forma de hablar con ella.
¿No es raro cómo están cambiando las cosas? – interrumpió Harry el silencio.
¿Raro? ¿A qué te refieres? – le respondió ella sin dejar de mirar a la puerta.
Si alguien, el año pasado, me hubiese dicho que pasaría estas navidades con Malfoy me hubiese reído de él y, fíjate, ahora hasta compartimos habitación– sonrió.
Tienes razón, es bastante raro… - se rió.
Y bueno… no sólo eso…
¿Compartes algo más con él? – preguntó asombrada pero sin mirarle siquiera.
Al parecer sí… comparto tu preocupación.
¿Qué? – ahora le miró fijamente - ¿Mi preocupación?
Sí… ayer estuviste a punto de irte con él…
Pero eso es distinto yo… pensé que debería ayudarle después de todo lo que había pasado – volvió a mirar a la puerta. – Ya sé que siempre nos ha tratado mal pero no puedo evitar que me de lástima…
Eres una gran persona Hermione – le dio un pequeño beso en el cabello.
Gracias pero no es para tanto… únicamente pensé lo solo que se debía de sentir sin tener a nadie de su familia… en parte me recordó a ti… por eso le ayudo. – terminó esbozando una pequeña sonrisa amarga.
Creo que eres la única persona que conozco que sabe ver lo bueno que hay en cada persona aunque, a simple vista, no haya nada. – buscó la mirada de su amiga pero estaba anclada en la puerta de entrada.
Exageras Harry.
No, no lo hago. – ahora hizo que su amiga le mirase a los ojos – Eres la única persona que supo ver lo bueno que había en Lupin aún sabiendo que es un hombre lobo, en Malfoy, que probablemente acabase convirtiéndose en un mortifago como su padre, en mí… - suspiró – aún sabiendo que estando conmigo podrías morir.
No digas eso… por favor – le pidió entre lágrimas.
Sabes que es cierto. Voldemort siempre ataca a las personas que más me importan acabando con ellas sólo para verme sufrir y, en este momento, la persona que más me importa y ayuda eres tú… siempre has sido tú. – esto último lo susurró en el oído de la castaña.
Harry… yo… no sé que decir – se había quedado sin palabras después de oír la confesión del moreno. Él nunca había mostrado tanta sinceridad con nadie. Cuando le miró a los ojos vio tristeza y soledad. Estaba segura de que en su interior había una lucha continua… entre el necesitar a alguien tanto como parecía necesitarla a ella y la soledad que debía guiarle para no poner a nadie en peligro. Le sonrió dulcemente y consiguió que en los ojos del chico apareciesen la felicidad y esperanza. – No me importa lo que Voldemort pueda hacerme quiero estar contigo y ayudarte. Harry yo… te necesito…
¿De verdad? – le limpió las lágrimas que bañaban sus mejillas mientras en su cara se dibujaba una sonrisa de felicidad y paz. – Soy yo el que te necesita Hermione… el que siempre lo ha hecho… Yo… yo… te amo – terminó mientras la miraba nervioso esperando una respuesta.
…. – No sabía muy bien qué responder, ahora tenía que pensar en la misión… debía ayudar a todos pero, a la vez sabía que, a pesar de todo, había vuelto para vivir este mismo momento. Sabía que podía sonar egoísta pero no lo podía evitar y se dejó llevar - Yo también te amo Harry – sollozó de felicidad mientras notaba que él se iba acercando poco a poco.
¿No volverás a desaparecer verdad? – el moreno se había detenido a pocos milímetros de su amiga recordando la vez anterior que intentó besarla.
Nunca… - sonrió y le besó. Fue un beso corto pero intenso en el que demostraron que ambos se necesitaban y amaban. Cuando se separaron Hermione le rodeó con sus brazos y Harry hizo lo mismo atrayéndola hacía él. Estuvieron abrazados durante unos minutos sintiendo el corazón del otro.
Hermione… - dijo el moreno después de separarla unos milímetros de él – me preguntaba… me preguntaba… si… bueno… si tú… si tú quisieras… - tartamudeó intentando controlar sus nervios – Si tú quisieras ser mi novia – terminó al fin.
Déjame pensarlo… - miró al suelo para no ver la expresión de vacío en el rostro del moreno - ¡Claro que quiero ser tu novia! Hace años que espero que me hagas esa pregunta – terminó entre risas. Era feliz, muy feliz.
Eres… eres… - intentó buscar adjetivos para describir ese comportamiento – Eres perfecta para mí – terminó también entre risas. – Muy bien… ¿y qué será lo que vamos a hacer para celebrarlo? – la volvió a mirar a los ojos y se acercó a sus labios.
¿Beber cerveza de mantequilla? – rió.
Mmmm déjame pensar – terminó con la distancia que les separaba y la besó apasionadamente. Tanto que dejaron de pensar en vigilar la puerta. En realidad dejaron de pensar en nada que no fuera ese beso. Dejaron atrás temores, remordimientos, peleas… sólo existían ellos.
En la última parada comienza el camino. Atrás queda el tiempo vacío, como quien abandona su pasado en un bote de cristal oscuro.
Al tropezar con las agujas del tiempo se cayeron las letras de un diario incompleto, del que tan sólo se salvó un recuerdo: El despertar de un confuso sueño gracias al calor de unas manos conocidas que invitan a soñar de nuevo. Pero esta vez, a su lado, y con los ojos abiertos. (N/A: lo que está escrito en cursiva es aportación de una amiga… yo no puedo escribir estas cosas tan bonitas jejejejeje)
