¡Hola! ¿qué tal estáis? Espero que bien jejejejeje Bueno, lo primero es lo primero…

Todos los personajes que se describen (¡menos uno! Que es míííííííííííooooooo tanto ver el Señor de los Anillos… hace estragos…) son de JK Rowling, de la Warner y de cualquiera que haya pagado los derechos.

Y ahora ¡los reviews! Jejejeje:

Revitaa Locatis-Potter: ¡Hola! ¿de verdad te lo has leído todo? Jejejeje impresionante jejejejeje. No hace falta que me des las gracias por la advertencia, lo hice con mucho gusto jejejeje ¿te reservas tu opinión sobre la parte romántica? Mejor, porque se me da fatal así que… ¡no hace falta que digas nada! Jajajajajajajaja. En cuanto a lo del medallón, Hermione estaba hablando con el Harry del futuro usándolo y el Harry del presente estaba detrás de la puerta… vamos, que la mujer se estaba haciendo un lío. Aquí tienes lo que pasó con las guardias… tú verás si han pasado más cosas jejejejejejeje. ¡Ah! Mi amiga te da las gracias (ahora a ver quién la soporta… todo el día con el ego subido… si lo estás leyendo ¡es broma! Sabe dónde vivo :S) Espero que sigas leyendo ¡nos vemos!

Enigranger: ¡Gracias! Ejem… estoy colorada… jejejejeje ¡Gracias a ti por leerlo! Aquí tienes el siguiente y espero que te siga gustando ¡nos vemos!

Zara Zabini: Yo también creo que ya era hora… es que ya sabes… ¡a la tercera va la vencida! Jajajajajajaja (que mala llego a ser… en fin) espero que te siga gustando este capítulo ¡nos vemos!

LunaNis: Muchas gracias… haces que me sonroje jejejejejeje. Aquí tienes la nueva actualización ¡espero que te guste! ¡nos vemos!

Kela2812: ¿De verdad crees que escribo alucinante? Ya será para menos jejejejeje Bueno, no soy mala y aquí tienes el siguiente capítulo ¡espero que te guste! ¡nos vemos!

Desisto de intentar poner la línea porque pasa bastante de mí así que… ¡esta es la introducción! Jajajajaja

Creo que ya es la hora de cambiar de turno – dijo de repente Hermione.

Tal vez no les importe que nos quedemos toda la noche... además seguro que Ron prefiere dormir – respondió ilusionado; no quería separarse de ella.

Harry... creo que le debemos una oportunidad ¿no?.

¿Una oportunidad?

Sí... él te ha ayudado para que nos quedemos solos en la vigilancia ¿verdad?

¿Eh? – le había descubierto. - Qué cosas se te ocurren... – Hermione alzó las cejas y él sonrió. – Está bien... tienes razón. – cedió – Ahora voy a despertarle... – y, muy a su pesar, se levantó separándose de ella. Le tendió la mano para ayudarle a levantarse y la retuvo durante el trayecto hasta sus habitaciones. – Ya hemos llegado.

Sí... bueno, voy a despertar a Luna – se dio la vuelta sin soltar la mano del moreno – Pero antes... – tiró de él hasta situarlo a poca distancia de ella – Que duermas bien... – le dio un tierno beso en los labios.

Lo mismo te digo... – le respondió aún aturdido por la ternura que había demostrado su, ahora, novia. Se quedó observando como lentamente abría la puerta, le dedicaba una gran sonrisa y se metía en la habitación.

Despierta Ron, te toca seguir la guardia – le decía Harry cuando, por fin, entró en la habitación de los chicos.

Un poco más... sólo un poquito...

Ron... – le zarandeó.

Sólo cinco minutos...

Luna te está esperando...

¿Puede esperar cinco minutos más no? – se acurrucó aún más en la cama.

Ronald Weasly – gritó haciendo que Draco y Neville se sobresaltaran.

¿Qué es lo que pasa? – preguntó el rubio molesto.

Nada... perdón – el moreno se llevó una mano a la cabeza en señal de disculpa. – Es que este no quiere seguir con la guardia...

Sólo cinco minutosssss – volvió a repetir suplicante.

¡Levántate ya! – Draco le tiró un almohadón a la cabeza – Los demás queremos dormir...

No me des órdenes hurón – repuso lanzándole el mismo almohadón.

Ron... déjalo ya... – le reprendió Neville que no podía abrir los ojos.

Venga... que Luna ya está lista – Harry le tiró del brazo a su amigo.

Está bien, está bien... – respondió mirando amenazadoramente al rubio que se había dado la vuelta para poder seguir durmiendo. – Por cierto... ¿qué tal te ha ido? – al recibir una señal positiva de su amigo, sonrió y le dio una pequeña palmadita en el hombro – Después hablamos – salió de la habitación.

Ya era hora – divagó Luna mientras miraba al reloj que estaba enfrente del sofá en el que le estaba esperando.

Perdona... es que me cuesta mucho levantarme por las mañanas...

No importa ¿quieres sentarte? – le preguntó dejando un sitio a su lado.

Gracias – Ambos se quedaron mirando a la puerta sin dirigirse la palabra durante la mayor parte de su vigilancia. Luna parecía muy concentrada mirando las bisagras mientras que Ron estaba absorto contemplándose las manos.

Me alegra que hayas decidido que yo sea tu compañera Ronnie – dijo de repente Luna interrumpiendo el silencio.

¿Eh? Sí... bueno... antes me ayudaste y...

¿Formamos un buen equipo verdad?

Sí, claro – respondió extrañado mientras la miraba. Ella no se había girado todavía ya que seguía vigilando la puerta. – Es muy rara... – pensó y dirigió su vista al suelo para que la rubia no notase que sus mejillas comenzaban a adquirir un tono rosado.

¿Desayunamos? – de repente apareció Neville.

¿Qué? – Ron se había levantado instintivamente al oír la voz de su amigo.

Supongo que querréis desayunar... después de pasar tres horas sin dejar de vigilar a mi me entraría hambre – respondió dirigiéndose a la mesa y sentándose en una silla.

¿El pobretón no quiere desayunar? Es muy raro... – sonrió Draco que se sentó al lado de Neville.

No le llames así Malfoy – respondió Ginny intentando reprimir un bostezo. - ¿Vais a desayunar?

Sí – respondió Luna dirigiéndose a la mesa en la que estaban sentados los demás.

Esto... sí, ahora voy. ¿Aviso a Harry y Hermione? – preguntó Ron cuando recuperó el habla.

Déjalos descansar... al fin y al cabo sólo han podido dormir un rato... – respondió autoritariamente Draco mientras se acercaba un bollo.

Nunca pensé que diría esto pero... Malfoy tiene razón – dijo Ginny mirando de reojo al rubio. Draco levantó una ceja y se rió.

Esta bien, espero que después les quede algo de desayuno – terminó Ron reuniendo toda su comida.

Hermione no había podido dormir en las tres horas que llevaba en la habitación. Volvió a recorrer mentalmente todo lo que había pasado ese día. Ahora tenía en su poder un libro que, seguramente, podría ayudarle a encontrar el medallón con el que conseguirían derrotar por fin a Voldemort. Había rescatado a sus padres y a Lupin. Y, después de esperar tanto tiempo, al fin Harry le había pedido que fuese su novia. Era muy feliz y sentía que podía realizar cualquier cosa. Recogió el libro que sacó del despacho de Snape y, encendiendo su varita, se dispuso a leerlo. Se detuvo en un capítulo en el que, efectivamente, hablaban de su colgante. Únicamente había un pequeño párrafo en el que se mencionaba que tenían una extraña cualidad. Estaba escrito en un idioma muy antiguo del que sólo conocía una palabra: conexión. Leyó y releyó varias veces el mismo párrafo pero no consiguió entender nada. - ¿Conexión? – pensó – No entiendo lo que quiere decir con eso... ¿será que los dueños de los colgantes están atados por una conexión especial? Tal vez... Yo puedo hablar con Snape incluso en épocas diferentes... Aunque creo que eso no es todo lo que guarda... – Se tumbó nuevamente en la cama mirando al techo para poder pensar mejor, pero sólo revivía una y otra vez el momento en el que Harry se le declaró. – Hermione... deja de pensar en él por un par de minutos... – se reprochaba pero siempre con una sonrisa en los labios. Mientras tanto, en la habitación de al lado, un chico no podía dejar de mirar a la puerta. - ¿Debería ir a despertarla? ¿O tal vez ya se ha ido a desayunar? – se preguntaba nervioso; ya no podía aguantar más. Se levantó de la cama y comenzó a dar vueltas por toda la habitación. – Bueno, se acabó. Voy a despertarla – se dijo por fin. Mientras tanto Hermione, como ya no podía concentrarse, se levantó y salió de la habitación. – Espero que no esté dormido – se dijo cuando ya estaba frente a la habitación de los chicos. Justo en el momento en el que ella iba a llamar a la puerta, Harry salió de la habitación empujándola sin darse cuenta.

¿Qué? – fue lo único que pudo decir. Sintió que caía hacia atrás pero, de repente, algo o alguien le frenó. Abrió los ojos, ya que los había cerrado a causa de la impresión, y se encontró a Harry sujetándola.

¿Estás bien? – le preguntó – Lo siento... no te había visto – se disculpó mirándola con preocupación.

Perfectamente – sonrió – Venía a despertarte.

¡Qué casualidad! Yo también iba a hacer lo mismo. – ambos rieron.

Esto... tal vez sea mejor que vayamos a desayunar con los demás...

¿Estás segura? ¿No prefieres quedarte un rato más? – preguntó con picardía.

Harry... – le reprendió pero con tono de felicidad - ¿Qué dirían los demás si nos viesen así?

Pues... que tú te ibas a caer y que Harry te ha sujetado – dijo una voz femenina inconfundible.

¿Qué? – del susto el moreno casi suelta a Hermione. Se dio la vuelta poco a poco para encontrarse con Luna que los miraba interesada. Rápidamente la ayudó a incorporarse mientras que los dos se reían nerviosos.

Venía a despertarte Hermione pero ya veo que estás bastante despierta... – hizo una mueca muy parecida a una sonrisa pícara. - ¿Venís a desayunar?

Sí... ahora vamos... – respondió la castaña mientras recuperaba la compostura.

Se dirigieron al salón donde estaban los demás terminando el desayuno. Al ver a Hermione, Draco le cedió el asiento que estaba a su lado. Harry se sentó frente a ella aunque estaba muy alejado de su amigo Ron, que lo miraba de reojo y sonreía disimuladamente. El desayuno fue muy tenso ya que el rubio no dejaba de hablar con la castaña haciendo que todo su interés se centrase en él. Cuando al fin terminaron, todos se sentaron en los cojines del suelo. Harry y Ron empezaron a jugar una partida al ajedrez mágico, Draco le mostraba la réplica que consiguieron en la habitación de Filch a Hermione y Ginny, Luna y Neville charlaban animadamente.

Pensé en recoger esta réplica porque así sería más fácil demostrar que era verdadera... – le decía el rubio mostrándole cada pequeño detalle de la estatuilla.

Tuviste una gran idea...

Sí, así nadie podría decir que la encontramos por ahí... – replicó mirando de reojo a Harry que intentaba concentrarse.

Harry... te he dicho mil veces que el peón no se mueve en diagonal... – Ron contenía a duras penas la risa.

Perdón... pues muevo el alfil...

Ese alfil es mío...

¿Eh? – no podía dejar de mirarles cada vez que oía una risa. – Perdona... – movió rápidamente la torre sin apenas darse cuenta de dónde la dejaba.

¡Vaya! No me esperaba esto... – como el pelirrojo también había estado más atento a lo que hacía su amigo que a la propia partida no se dio cuenta de que ahora mismo le habían hecho jaque.

¿El que? – el moreno miró el tablero por primera vez en mucho tiempo - ¡Ah! Jaque... – no le interesaba en absoluto la partida.

Tal vez... muevo el rey primero para que no me lo coma... si después muevo este peón y le como el caballo... no porque entonces él podría mover la torre y me comería a la reina... – Ron cambió el rey de sitio y le dio un pequeño codazo a su amigo para que moviese. Harry miró durante un segundo el tablero y movió su alfil. - ¿Cómo es posible? – había vuelto a hacer jaque. – Será mejor que me concentre... – pensó y, mentalmente, le dio mil vueltas a la partida. Al final movió lentamente el rey y rogó porque el moreno no moviese su torre ya que, si lo hacía, iba a ser la primera vez que le ganase. – Te toca Harry – le informó ya que su amigo ya ni siquiera miraba al tablero.

Sí... – miró sus piezas y, justo cuando iba a mover, Hermione comenzó a reírse de algo que le había dicho Draco. Se giró bruscamente y, en ese movimiento, se llevó consigo la torre realizando un perfecto jaque mate.

No lo puedo creer... me has ganado... – Ron miraba asombrado una y otra vez el tablero.

¿Has ganado a Ron? – preguntó Ginny interesada mientras se acercaba al tablero. – No recuerdo que haya mucha gente que lo haya logrado...

¿He ganado? – Harry había vuelto a centrar su atención en el juego después de ver que Draco y Hermione se acercaban para ver más de cerca el juego.

Muy bien Harry – le felicitó la castaña.

Seguro que ha sido suerte... – susurró el rubio que ya se había dado cuenta de que Harry no dejaba de mirarles.

Bueno, mañana por la mañana tendremos que volver cada uno a su habitación – anunció el moreno después de cenar.

¡Vaya! Nos lo estábamos pasando muy bien… - dijo desilusionado Neville.

Mejor habla por ti… - susurró el rubio que había tenido que aguantar cada día las miradas penetrantes de Harry cada vez que se acercaba a Hermione para hablar con ella.

¿Os apetece jugar a algo esta última noche? – preguntó Ron mientras se sentaba en un sillón.

¿Jugar? ¿A qué? – Luna se había sentado al lado del pelirrojo dejando a éste perplejo.

Pues… no sé… ¿a los naipes explosivos? – propuso Ron.

Está bien… juguemos – aceptó Harry mientras iba a buscar las cartas a su habitación.

¡Sí! – los demás se sentaron en el suelo.

Yo prefiero irme a la cama… estoy muy cansada – interrumpió Hermione – Hasta mañana.

¡Hasta mañana! – corearon Ginny y Luna.

¡Espera! Yo también me voy… - dijo Draco mientras se levantaba de la mesa.

¿No te ibas a sentir cómodo verdad? – le susurró la castaña mientras se dirigían a sus habitaciones.

No… la verdad es que si tú no estás me tratan como… como si no existiese

Tendrás que darles un poco más de tiempo, no te preocupes

Gracias, muchas gracias por todo lo que estás haciendo… eres una gran… - dio un gran suspiro – amiga – parecía que decir esa palabra le costaba mucho.

De nada… no te preocupes, con el tiempo tendrás muchos más amigos… amigos de verdad. – en ese mismo instante recibió un abrazo del rubio. Le dio la sensación de que se liberaba de todos los prejuicios que había tenido en cualquier etapa de su vida. Antes de separarse le dio un pequeño beso en la mejilla.

Que duermas bien – Hermione se había quedado de piedra, era la primera vez que él mostraba tanta… ternura. Justo cuando se dio la vuelta se encontró con la mirada furibunda de Harry que había visto tanto el abrazo como el beso y trataba, con mucho esfuerzo, de controlarse. – Tranquilo Potter – le dijo al pasar a su lado.

Hermione… ¿Puedo preguntarte una cosa? – el moreno se acercó a ella.

Depende qué quieras preguntar…

Malfoy…

Sólo somos amigos Harry – le interrumpió - ¿Estás celoso? – se acercó más a él hasta casi aprisionarlo contra la pared. En el rostro de la castaña se dibujó una sonrisa pícara.

Tal vez… - le sonrió de la misma forma.

Me encanta cuando te pones celoso Harry James Potter – le susurró al oído – Hace mucho tiempo que he querido verte así…

A mi modo siempre lo he estado – le respondió dándole un pequeño beso en la mejilla.

Pues has tenido un modo muy extraño de demostrarlo – se separó de él y le dio un pequeño golpe con el dedo índice en su frente.

Bueno… es que yo soy muy extraño… - volvió a acercarse a la chica.

¡Harry! ¿Has encontrado las cartas? – sonó la conocida voz de Ron desde el salón.

¡Sí, ahora voy! – se volvió para estar frente al rostro de Hermione – Buenas noches… - le dio un fugaz beso en la punta de la nariz mientras se dirigía al salón.

Buenas noches – se despidió cuando el moreno se dio la vuelta para volver a verla.

Hermione entró en la habitación y, rápidamente, volvió a sacar el libro que habían "tomado prestado" del despacho de Snape. Volvió a ojearlo entero para ver si se había saltado algún párrafo que contuviese una información relevante. Pero, para su desesperación, lo único que encontró fue ese pequeño párrafo conocido en un idioma antiguo. Suspiró. Estaba empezando a desesperarse. ¿Tanto trabajo para tres líneas escritas en un idioma que no conocía? Cerró con fuerza en libro y lo dejó encima de la mesa. Se tumbó en la cama y dirigió sus ojos al techo. Los cerró durante unos segundos para poder mantener su mente en blanco… para cerrarla. Cuando, al fin lo consiguió, quedó sumida en un profundo sueño.

¿Estás seguro de que no correrá ningún peligro? – preguntaba un hombre que estaba encantando una puerta para convertir un improvisado refugio en un lugar fuera de peligro.

Estoy seguro de que no… no te preocupes. Sé exactamente lo que hago.

Pero… se supone que estando en Hogwards nadie puede entrar en la mente de otra persona… hay muchos hechizos que sirven para eso.

¿He de recordarte que yo soy conocedor de todos ellos?

Sabes perfectamente que eso no es suficiente…

Tranquilo Alberthford. Durante el transcurso de los años he aprendido que únicamente es necesario tener una fuerte conexión con la otra persona para poder realizarlo.

¿Y si está utilizando la oclumancia?

En realidad… cuento con ello – Dumbledore se sentó en el suelo adoptando una postura un tanto rígida. Cerró sus ojos intentando concentrarse lo máximo posible.

Sólo digo que tal vez no se de cuenta y acabéis los dos heridos – terminó diciendo de mala gana su hermano mientras intentaba conjurar unas mantas para poder pasar la noche.

Se dará cuenta… por favor confía en mí…

Mientras tanto una chica castaña comenzaba a moverse en su cama tratando de bloquear una visita inesperada.

¿Quién eres? – preguntó inocentemente una niña que no tendría más de siete años. Se encontraban en un pequeño patio en el que había dos columpios. Ella estaba sentada en uno de ellos cuando él se acercó.

Hola pequeña… - saludó Dumbledore. Estaba intentando acceder a la mente de Hermione. - Esta debe ser alguna prueba.- pensó el director mientras miraba a su alrededor– Estoy aquí para ayudarte – se sentó en un columpio que había a su lado.

¿Ayudarme? – preguntó extrañada - ¿A qué?

Bueno… estás aquí sola… ¿no tienes amigos?

Claro que sí – señaló a una mochila con muchos libros – Están todos ahí.

Comprendo… ¿no tienes algún amiguito con el que jugar?

No los necesito.

Extraña afirmación para alguien tan joven…

¿Quién es usted? – preguntó mirándole directamente a los ojos.

Soy alguien que quiere ser tu amigo.

Le repito que no necesito a nadie. – En ese momento se oyó el sollozo de un niño. - ¿Quién eres? – un chiquillo moreno de ojos verdes estaba frente al columpio de la niña.

¿Podrías ayudarme? – le preguntó colocándose detrás de ella – Por favor… - suplicó. Al instante apareció otro niño más rollizo que blandía amenazante un pequeño palo.

Ven aquí... ¡te has comido un trozo de pastel y mamá te dijo que era mío!

¡Tenía hambre! ¡Me habéis dejado encerrado en esa alacena sin darme nada de comer! – se defendió el muchacho que aún seguía detrás de la pequeña.

¡Te vas a enterar! – Dumbledore observó pacientemente la escena. No entendía muy bien qué era lo que tenía que hacer.

¡Quieto! – la chica se había levantado y, al hacerlo, recibió el golpe destinado al muchacho que defendía.

¡Le has pegado! – el chico salió de detrás de ella y se enzarzaron en una pelea. Ella los miraba con lágrimas en los ojos. Nunca había visto que dos chicos se peleasen delante de ella.

Será mejor que os estéis quietos – el director se había levantado y los separó.

¡Se lo diré a mamá!

¡Me da igual!

¡Te va a echar de casa! – gritó mientras desaparecía.

Gracias – dijo tímidamente el muchacho moreno a la pequeña que aún seguía llorando - ¿te ha hecho mucho daño?

No – dijo sollozando – no te preocupes, sólo es una pequeña herida – señaló un corte poco profundo en su antebrazo.

Creo recordar a mi madre diciéndome que estas heridas se curan con un beso – se acercó al brazo de la chica y le dio uno pequeño – Seguro que ahora te duele menos… ¿verdad? – sonrió.

Sí – la chica sonrió también. De repente se oyeron unas voces lejanas.

¡Me están llamando! – el muchacho se dio la vuelta dispuesto a irse.

¡Espera! – le paró la chica - ¿cómo te llamas?

Harry, Harry Potter… ¿y tú?

Hermione, Hermione Granger – le dedicó una pequeña sonrisa.

¿Nos volveremos a ver?

Seguro que sí… eres mi primer amigo – sonrió mientras el pequeño desaparecía despidiéndose con la mano.

¿Te has divertido? – preguntó de repente la Hermione adulta.

¿Qué? – fue lo único que salió de la boca de Dumbledore.

No me gusta que nadie entre en mi mente – se acercó amenazadoramente – Mientras tú contemplabas la escena yo te he quitado algo muy importante para ti – le mostró la varita que le había quitado al director. – Ahora no vas a poder hacer nada. – En ese instante desapareció el patio envolviendo a ambos en oscuridad.

Hermione… soy yo Albus… tengo que decirte algo – intentaba explicarse.

¡Silencio! ¿Intentas entrar en mi mente sin mi permiso y aún así crees que voy a quedarme quieta escuchándote? – le apuntó con la varita. – Te aseguro que, aunque estés en mi mente, mi magia funciona y mucho me temo que tu mente nunca volverá a tu cuerpo…

Hermione… por favor… - tenía miedo. Ahora no pensaba que eso de intentar entrar en los sueños de su alumna fuese tan buena idea. Pensó que así sería más difícil que alguien los observase. Maldijo la hora en la que se le ocurrió tan brillante idea.

No sé si lo habrás notado pero no queda nada de esa pequeña niña. No queda compasión, no queda esperanza… no queda nada. Ahora, será mejor que cierres los ojos para no ver lo que te espera – le dijo entre dientes. De pronto apareció el niño moreno que antes le había pedido ayuda.

¡No lo hagas! Yo sé que eres buena – tiró de su túnica.

¿Qué? – le miró a los ojos y bajó lentamente su varita. – Pero él es el que te quiere hacer daño – le dijo cuando se agachó poniéndose a su altura.

No… él no me quiere hacer daño… me quiere ayudar

Está bien – aparecieron en la sala común de Gryffindor. Dumbledore respiró tranquilo intentando olvidar que segundos atrás había estado a punto de no volver a su cuerpo. Miró a Hermione, que aún seguía agachada junto con el niño que le acababa de salvar, y de repente vio como una gran sombra intentaba cernirse sobre los dos.

¡Cuidado! – Dumbledore se interpuso entre ellos y esa malvada sombra quedando envuelto en oscuridad. Sólo podía sentir un frío intenso y observar cómo una luz brillante salía de su pecho. Estaba seguro de que iba a morir.

Levántese – le dijo una voz familiar mientras abría pesadamente los párpados - ¿está bien? – esa figura le había tendido una mano para ayudarle a levantarse.

¿Qué? – Dumbledore aún no creía que siguiese vivo. Miró a la dueña de la mano que le estaba ayudando a incorporarse. Era Hermione. - ¿Qué ha pasado? – preguntó mirando perplejo a todos los lados.

Era una prueba – dijo mientras que se sentaba en el sillón - ¿Quiere sentarse?

Sí, gracias…

Lo lamento mucho pero… he de poner trabas para que Voldemort no entre en mi mente… no quiero que descubra mis planes.

¿Cuándo has aprendido a realizar todo esto? – preguntó impresionado.

Snape me enseñó todo lo que sé. Yo únicamente lo he estado perfeccionando.

Es impresionante – fueron las palabras que salieron de su boca. – A propósito… ¿conociste a Harry antes de entrar en el colegio? ¿O era un truco?

No, no era un truco. Le conocí antes de entrar. Aunque no le recordaba muy bien ya que no volví a verlo hasta el día del tren. Siempre me resultó muy familiar pero parece ser que ese recuerdo estaba enterrado en mi mente. – hizo una pequeña mueca que el director calificó de tristeza y agotamiento.

¿Y por qué has elegido precisamente ese recuerdo? – preguntó interesado.

Porque es un recuerdo poco relevante... debía elegir un recuerdo en el que estuviese involucrado Harry por si Voldemort intentaba entrar. Así estaría muy interesado en seguirlo detalladamente...

Comprendo... así podrías hacerte con su varita ¿y esa sombra negra?

Es una defensa que aprendí de un libro. Si quedas envuelto en él se queda con tu mente. Sé que resulta amenazador – explicó al ver la cara de asombro del director – pero es muy efectivo.

¿Por qué no se separó mi mente de mi cuerpo?

Fue por Harry... él le ayudó.

¿Qué? – no lograba comprenderlo.

En mi mente el pequeño Harry comprende y recuerda todo lo que ha pasado. Confío en él para poder distinguir entre la gente que me quiere hacer daño y la que me quiere ayudar. – el director sonrió ante tal respuesta – Siento haberle asustado pero es que, como puede comprender, casi no me puedo fiar de nadie... – Dumbledore hizo un gesto para que la castaña no se preocupase – Y ahora... ¿qué es lo que me quería decir?

Lo primero es que los dos estamos bien gracias a ti – en su voz había gratitud – y lo segundo es que tengo noticias del medallón que necesitáis para poder derrotar a Voldemort…

¿En serio? – le interrumpió ansiosa.

Sí. Supongo que ya tendréis el libro que le di a Severus ¿verdad? – Hermione asintió – Y seguro que ya habrás encontrado el párrafo en el que hablan de tu medallón – otro gesto afirmativo. – Sólo necesitas recordar un número... el 289.

¿Qué?

… - no pudo explicarse ya que en ese mismo momento su hermano le zarandeó para que saliese del trance - ¿Qué es lo que pasa? – estaba mareado por la manera tan brusca en la que había dejado la mente de su alumna - ¿Alberthford?

Tenemos que irnos... creo que ahí detrás hay gente. – lo atrajo hacia una pequeña abertura en la pared.

Estás en lo cierto, tenemos que irnos de aquí cuanto antes – ambos huyeron de aquel lugar en el mismo momento en que dos figuras entraban en el cuarto contiguo.

El amo ha dicho que debemos secuestrarla antes de que acabe el día de mañana... no sé cómo lo lograremos – hizo una mueca que podía calificarse tanto de fastidio como de terror.

Podríamos conseguirlo si salen del colegio... – dijo una voz femenina

Sí claro... únicamente debemos hablar con el director e insistirle que debe dejarlos salir – respondió con sarcasmo.

No seas impertinente conmigo – replicó con altivez la otra figura.

Muy bien, entonces dime Bellatrix ¿qué podemos hacer para que salgan?

¿Alguna pequeña travesura para que la hagan salir al bosque prohibido? – su rostro se iluminó de repente.

¿Travesura? ¿A qué te refieres?

Bueno... en el colegio hay una elfina... Winky creo que se llama. Estaba muy apegada a su señor Crouch – su voz adquirió un tono falso de preocupación – Cuando la echaron se aficionó a la cerveza de mantequilla... ya sabes lo perjudicial que es eso...

¿Y en qué nos puede ayudar esa? – preguntó con asco.

¿No lo entiendes? Puedes convertirte en él y ordenárselo, cuando esté borracha claro...

¿Quieres que entre en el colegio convertido en él?

Por supuesto... ¿crees que, entre tus muchas habilidades, conseguirás hacerte pasar por esa escoria? – le retó.

Claro que sí... no me subestimes – le respondió entre dientes – Nunca.

Está bien... no lo volveré a hacer – no se podría decir a ciencia cierta que en la voz de la mujer hubiese el más mínimo matiz de terror... pero retrocedió dos pequeños pasos al oír la amenaza de aquel hombre.

Mañana mismo conseguiré que esa inútil me ayude, no lo dudes ni por un momento... – dicho esto ambos desaparecieron.

¡Qué! ¡Dumbledore! – Hermione se había incorporado de repente en su cama y estaba empapada en sudor. Respiraba entrecortadamente por el esfuerzo realizado. - ¿Qué ha pasado? – miró a su alrededor para confirmar que estaba despierta. Vio a Luna y a Ginny que seguían durmiendo placidamente; al parecer no la habían oído. Se levantó y fue al baño. Allí se lavó la cara con agua fría y se miró al espejo. Alrededor de sus ojos se habían formado grandes ojeras desde que se vio por última vez. Sus labios estaban agrietados y le pareció ver que también tenía un par de cortes. La cara, sin embargo, estaba blanca como el reflejo de la luna. Estaba muy cansada y tenía hambre. Decidió ir al comedor. Salió despacio intentando no realizar ningún ruido. Cerró la puerta suavemente no sin antes comprobar que sus amigas seguían dormidas. Cuando llegó al comedor vio un bulto cubierto por una manta en el sillón. Se acercó despacio y con la varita en alto. Retiró lenta y suavemente la manta. De repente una mano agarró con mucha fuerza su muñeca. Intentó separarse pero no podía... sus fuerzas la habían abandonado. - ¿Quién? – fue lo único que logró decir.

¿Hermione?

¿Harry?

¿Qué estás haciendo despierta a estas horas?

¿Yo? ¿qué estás haciendo tú?

Estoy vigilando claro...

¿Vigilando? Pero si estabas durmiendo...

Bueno, vale – se incorporó y se puso las gafas – lo estaba intentando – dijo con una mueca de fastidio. - ¿Qué te ha pasado? – le preguntó al ver el estado en el que se encontraba la chica.

Nada... sólo una pesadilla...

¿Sigues con tus pesadillas? – preguntó escéptico -¿No hay nada que me quieras contar? – le miró directamente a los ojos.

¿Algo? - ¿Debería contarle todo? Creo que aún es muy pronto... de todos modos no tengo que decírselo. Así, por lo menos, tendrá una oportunidad para no culparse de todo lo que está pasando... pero tiene derecho a saber qué pasa en su futuro. ¡No! Decididamente he de mentirle... aunque no sé si haré bien... – mientras divagaba el moreno sonreía por las muecas de concentración de la castaña. - ¿Por qué me miras así? – preguntó de repente.

Cuando te concentras eres preciosa...

¿Qué? – no se esperaba esa contestación, ella pensando en lo que debía hacer para escapar a esa pregunta y él mirándola – No sé qué voy a hacer contigo... – le sonrió.

Se me ocurre algo que puedes hacer... – la besó dulcemente – Y ahora dime qué es lo que te pasa... – le susurró.

Yo... – Concéntrate Hermione... venga... no dejes la mente en blanco – se repetía una y otra vez ya que el moreno comenzaba a darle pequeños besos en la mejilla acercándose a su cuello. – Ya te lo he dicho... he tenido una pesadilla...

¿Seguro? – la miró entornando los ojos – Yo creo que te ... – Hermione le besó antes de que terminase la frase.

Voy a comer algo ¿me acompañas? – le preguntó mientras se levantaba del sillón.

¿Eh? – la reacción de su novia le había dejado atontado

Te estaba preguntando si quieres comer algo – se rió.

Mmmm sí, te acompaño – ambos cenaron en silencio mientras se miraban furtivamente y sonreían. – Será mejor que te vayas a la cama... estás muy cansada...

¿Podría quedarme contigo esta noche? Es que no quiero volver a tener esa pesadilla y me siento más segura contigo. – preguntó con timidez.

Claro que sí no te preocupes – de repente sintió que su cuerpo se estremecía por la expectativa - pero ¿has pensado lo que van a decir los demás si nos ven aquí a los dos junto durmiendo?

No creo que digan nada – sonrió. Los dos se acercaron al sillón. Harry se sentó primero y dejó que Hermione se tumbase poniendo su cabeza en sus rodillas.

¿Estás cómoda? – le preguntó mientras la tapaba con la manta.

Sí, nunca he estado mejor – sonrió mientras cerraba los ojos por el cansancio.

Buenas noches – le dio un pequeño beso en la cabeza. Durante el resto de la noche se quedó velando el sueño de la castaña mientras vigilaba la puerta. Cuando salieron los primeros rayos del sol la despertó suavemente. - ¿Has dormido bien?

Sí – contestó desperezándose - ¿Tú has dormido algo?

La verdad es que no, he estado vigilando toda la noche.

¿Por qué no me has despertado? Así podríamos habernos turnado y tú podrías haber descansado algo. – le dijo con preocupación al ver el semblante de cansancio de él.

No te preocupes. No recuerdo una noche que haya estado con tanta paz y tan a gusto como esta. – notó cómo el rostro de la castaña se enrojecía levemente por el comentario – Eres preciosa – le dio un beso en la mejilla.

Harry... – se había quedado sin palabras mirándole a los ojos. Extrañamente éstos tenían la cualidad de llevarse con ellos toda su cordura. Dejaban su mente en blanco, sentía que en ese momento podría hacer cualquier cosa. Decidió mirar durante un segundo al suelo para escapar de esa sensación.

¿Te pasa algo? Últimamente me preocupas mucho... – cogió su barbilla y la obligó a mirarle a los ojos.

Sólo son esas pesadillas sobre la profecía que tengo... no puedo quitármelas de la cabeza – una lágrima furtiva atravesó rápidamente su mejilla – no puedo – susurró mientras luchaba internamente por no volver a llorar.

¿Es sólo eso? – la castaña le miró sorprendida

¿Cómo qué sólo eso? – le regañó - ¿No estás preocupado por lo que pueda pasarte?

No. Con vosotros a mi lado estoy seguro que le venceré – su voz notó muy segura en contraste con su interior. Estaba aterrado por la idea de que, seguramente, podría llegar a morir. Pero frente a ella nunca lo demostraría. – No me importa lo que pueda pasarme... sólo tengo miedo por vosotros. No podría soportar la idea de veros morir – tragó saliva con dificultad ante la expectativa – de verte morir... – terminó con un hilo de voz.

No te preocupes por nosotros – respondió al recordar el estado en el que se encontraba el moreno en el futuro antes de poder hablar con ella. – Estaremos bien – aunque su voz parecía quebrada por la suerte que le deparaba a ella, Harry no pareció notarlo. De repente notó cómo él le abrazaba reconfortándola como siempre. Intentó reprimir las lágrimas pero éstas salían libremente mientras mojaban las mangas de su pijama. Suspiró profundamente.

Siempre me preocuparé por vosotros... lo sabes muy bien. – se separó lentamente – no quiero que sufras por mi culpa – le limpió las lágrimas.

Será mejor que despertemos a los demás... no quiero seguir con esta conversación. Prefiero disfrutar del presente y dejar de pensar en el futuro. – trató de sonreír pero en sus labios sólo se podía ver una delgada línea.

Tienes razón – se levantó despacio – yo aviso a los chicos y tú a las chicas ¿vale? – sonrió con la esperanza de cambiar la expresión de la castaña.

Sí – respondió vagamente y se dio la vuelta en dirección a las habitaciones sin siquiera volver a mirar a Harry.

Espera – le detuvo agarrando suavemente su brazo – Déjame verte sonreír por favor... - Ante su ruego el rostro de la castaña se destensó mostrando una gran sonrisa – Gracias – la besó en la frente.

Harry... – comenzó a divagar en voz alta – Tengo que decirte una cosa...

¿Sí? – se temía algo malo por el tono de voz que utilizó.

Nunca te he dicho...

¿Sí? – estaba en tensión.

¡Qué eres un poco empalagoso! – dijo entre risas.

¿Piensas eso de mí? – preguntó mientras bajaba el rostro y en él se dibujaba una mueca de tristeza.

Era una broma... – Hermione se bajó para quedarse frente a la cara de Harry - ¿estás bien? – le preguntó preocupada. No recibió respuesta sino que él movió su cabeza a la izquierda. - ¿Harry? – ella se movió también a la izquierda y entonces, en lugar de obtener una respuesta, recibió un pequeño beso en la frente. - ¿Qué? Eres imposible... – sonrió.

Por eso me quieres ¿no? – sonrió con picardía.

Tal vez... o tal vez sólo te quiera por la fama no sé... – ambos estallaron en carcajadas. – Será mejor que les despertemos ¡vamos! – tiró de él.

¡Venga dormilonas! ¡A levantarse! – Hermione entró como un huracán en la habitación.

¿Ya? ¿tan pronto? – dijo perezosamente Ginny mientras intentaba acurrucarse aún más en la cama.

Mmmm un poco más... ni siquiera ha salido el sol – se quejó Luna.

¡Arriba! Comienzas a parecerte a tu hermano – le dijo sonriente mientras levantaba las sábanas a la pelirroja – Y creo que tú pasas demasiado tiempo con Ron... creo que se te están pegando algunas costumbres – rió cuando consiguió, después de mucho forcejear, quitarle la manta a la rubia.

Está bien, está bien – cedió Ginny – será mejor que vayamos a despertarnos al baño… vamos Luna

Nooooo quiero quedarme un rato más… - respondió acurrucándose aún más.

Venga – volvió a decirle Hermione. – Ayúdame – le pidió a la pelirroja. – Si no te levantas te tendremos que levantar a la fuerzaaaaa.

Un rato más…. – rogaba la rubia.

Tú lo has querido… Vamos Ginny – la castaña le cogió los pies mientras que la pelirroja la agarraba por los brazos. – A la una, a las dos y a las…

¡Me levanto! – terminó diciendo Luna mientras intentaba por todos los medios zafarse de sus amigas. Éstas respondieron riéndose a carcajadas.

Bien… veamos qué es lo que tiene esa página de especial… - dijo Hermione mientras recogía el libro que sacó del despacho de Snape. - ¡Aquí está! – había llegado a la página. Leyó su contenido en voz alta con cuidado de que lo le oyesen sus amigas que todavía se encontraban en el baño aseándose.

De todos los hechizos posibles los de conexión son los más fuertes, si bien tenemos en cuenta, que las personas unidas por éstos han de estarlo por un vínculo muy fuerte. Sin ese vínculo el hechizo se desvanecería. A continuación explicaremos las clases y formas de realizar correctamente estos hechizos:

La primera clase es la mutualidad, es decir, el sentimiento recíproco. Aquí se pueden englobar tanto el amor como el odio. En el primer caso, las mentes se complementan haciendo que, las personas poseedoras de un objeto hechizado, consigan entrelazar sus magias. En el segundo caso, este hechizo conseguirá que, al realizar los mismos hechizos, estos se vuelvan contra sus realizadores duplicando su fuerza (éste es muy útil si el contrincante no sabe que está hechizado)

La segunda clase es la interna, es decir, el sentimiento que sale del alma. Se podría decir que las personas que realizan este hechizo están obligadas a realizar lo que el corazón les dicta; ya sea bueno o malo.

La tercera clase es la nula, éste hechizo conseguirá que el contrincante no tenga poder alguno para realizar ningún hechizo.

La cuarta clase es la mística, éste es el hechizo más complejo de todos ya que el alma y el corazón de las dos personas deben estar totalmente compenetradas. Pero, en este caso, el sentimiento que les une no puede ser el odio. Por alguna extraña razón únicamente puede funcionar si las dos personas se necesitan mutuamente. Si se realiza el hechizo utilizando el odio como base, este sentimiento les consumirá lentamente hasta llegar a matarles.

La quinta y última clase es enlace, como su palabra indica únicamente se utiliza para comunicarse con la otra persona. Pero, mediante este hechizo, las dos personas pueden comunicarse en eras y espacios diferentes.

Como se puede observar toda la relevancia de estos hechizos es lo suficientemente alta como para tener en alta consideración este tipo. También se pueden catalogar en hechizos confusores ya que, si el de la mutualidad se realiza con odio y la persona que lo realiza es conocedora del contra hechizo, ganará dejando confuso (de ahí su significado) a su rival ya que únicamente alcanzará a ver un pequeño reflejo.

Hermione estaba confusa, no sabía porqué su director se había arriesgado tanto entrando en sus sueños para mostrarle una página que seguramente ella habría encontrado tarde o temprano. Leyó y releyó las clases y significados de los diferentes hechizos. Lo único que logró entender es que los colgantes estaban unidos por una conexión de enlace.

Volvió a intentarlo pero esta vez utilizó su dedo índice para seguir su lectura. Notó como algunas letras tenían un relieve más pronunciado. Inconscientemente grabó las palabras en su memoria. Estas eran: mutualidad, interna, nula, mística, enlace, relevancia y consideración. Le dio vueltas al significado de ellas y cómo podría ayudarla pero no encontró ninguna relación. En ese momento aparecieron sus amigas y ella escondió el libro antes de que pudiesen darse cuenta.

Ya estamos listas – exclamó alegremente Ginny – Vamos a desayunar – cogió a sus dos amigas del brazo y salieron de la habitación. Para su sorpresa los chicos estaban ya sentados saboreando parte del desayuno.

¿Podríais habernos esperado no? – dijo distraídamente Hermione mientras se sentaba en la silla libre que siempre le guardaba Draco.

Hermione tiene razón – Luna escogió el asiento que estaba libre al lado de Ron.

Lo sentimos… es que teníamos mucha hambre – se disculpó Ron mientras se alejaba un poco de la rubia ya que su cercanía le ponía nervioso.

Por cierto… buenos días – dijo de pronto la pelirroja que se había sentado al lado de Neville.

Buenos días – respondieron los cuatro chicos a la vez lo que provocó que las chicas se rieran.

Durante el desayuno ninguno levantó la mirada del plato ya que sabían que iba a ser su último desayuno juntos. Ninguno quería admitirlo pero, seguramente, eran una de las mejores vacaciones de navidad que habían pasado. Hermione removía una y otra vez sus cereales pensando en qué tenía de especial la página que le había mostrado el director. Pensó en porqué esas palabras tenían un relieve más raro que los demás.

¡Sí! – gritó de improvisto dejando a sus compañeros totalmente anonadados.

¿Qué pasa Hermione? – le preguntó preocupado Harry.

¿Eh? No nada… ¿recuerdas la poción de Snape que tendremos que terminar mañana? ¿la que duplica la fuerza mágica?

Sí…

Pues se me acaba de ocurrir una idea – Terminó mientras se levantaba de su silla.

¿No vas a terminar de desayunar? – le preguntó Draco mientras la seguía con la mirada.

No… después comeré algo – cerró la puerta de la habitación detrás de ella. Como no sabía lo que podía ocurrir la selló con el hechizo fermaportus para poder estar más tranquila. – Cómo no se me ha ocurrido antes… - se reprochaba a si misma. – Dumbledore ha tenido una gran idea.

Sin pensárselo dos veces recorrió con su dedo índice las palabras que tenían ese extraño relieve. Curiosamente no pasó nada. - ¡Vaya! Estaba segura de que sería esto… Un momento… - Notó que, con partes de las palabras, se podía componer otra. La letra "m" de "mutualidad", la letra "i" de "interna", la letra "n" de "nula", las letras "ist" de "mística", la letra "e" de "enlace", la letra "r" de "relevancia" y las letras "io" de "consideración". Todas ellas unidas formaban la palabra ministerio. Pero lo más sorprendente de todo es que si se dibujaba un trazo imaginario entre las letras se formaba un figura; un rayo. Era el mismo rayo que en esos momentos "adornaba" la frente de su novio. – Es un genio – pensó para si misma – Pero… yo creo que hay algo más… no puede ser sólo eso". En un acto reflejo pasó su dedo índice por las letras formando el mencionado rayo cuando, de repente, salió una luz del imaginario dibujo trazado. Todo el libro se llenó de luz y, como le pasó a Harry en el segundo año, fue trasladada a otro mundo. Todo alrededor era gris y la única que permanecía en color era ella. Se fijó en que estaban en la misma habitación que en su quinto año, cuando fueron a comprobar si Sirius estaba vivo. Reconoció las marcas que estaban en dos de las puertas, dando a entender que esa era su tercera intentona. Miró a su alrededor y se vio a si misma junto con Harry y los demás. ¿Ese chico rubio era Draco?. Sí, no había duda. Estaban todos ellos. En ese momento el moreno se acercaba a una puerta e intentó abrirla, pero fue en vano. Estaba mágicamente cerrada. Ella se acercó y observó detenidamente cada pequeño detalle. Cuando siguió con su mirada el marco observó una pequeña muestra de un tamaño muy familiar. Miró a Harry y movió la boca pero Hermione no pudo escuchar nada de lo que ella misma decía en ese mundo paralelo. Él asintió sonriendo y se quitó de su cuello el medallón de su padre. ¿Ese era el poder oculto del medallón?. Estaba atónita. No podía creerlo. Era la llave del cuarto en el que guardaban el arma más poderosa. El arma con el que podrían vencer a Voldemort. Vio cómo todos entraron, no sin antes discutir sobre quienes deberían entrar. Harry parecía querer entrar solo mientras que todos los demás decían que no, que no era justo. Al final él cedió. Justo cuando desapareció por la puerta el último de sus amigos volvió a su mundo. Estaba impresionada. Acababa de ver la forma de entrar al misterioso cuarto que no pudieron abrir en su quinto año. Y, lo mejor de todo, es que el medallón que necesitaban estaba en su poder. Miró el suyo extrañada, cómo podía ser que todo este tiempo estuviese en su poder. Tanto buscarlo en libros, en leyendas, en casi cualquier parte para que, al final, comprendiese que siempre había estado en su poder. Era increíble. Estaba tan metida en sus pensamientos que no oía el revuelo que se había formado en torno a la puerta de la habitación en la que estaba.

¿Qué es lo que pasa? – preguntó cuando se dio cuenta de que estaban llamando a la puerta y que las voces de Harry y Draco la llamaban.

¿Hermione? ¿estás bien? – preguntaba preocupado Harry.

Sí... estoy bien... – aún no se había recuperado totalmente de la impresión.

¿Necesitas ayuda Hermione? – ahora era Draco el que preguntaba.

Te he dicho que no la llames así hurón. – interrumpió el moreno.

La llamaré como quiera Potter – le respondió con desprecio.

Será mejor que la dejes en paz...

Es mi amiga y puedo preocuparme por ella.

¿Tu amiga? – dijo con asombro Harry.

Sí, es mi amiga ¿algún problema?

No... ninguno – respondió entre dientes ya que sabía que su novia les estaba escuchando.

Me alegro de que me des tu permiso para ser su amigo – dijo con sarna el rubio. De repente, se abrió la puerta dejando ver a una Hermione bastante más tranquila. - ¿estás bien? ¿Qué es lo que hacías ahí sola y encerrada? – preguntó con curiosidad el rubio.

Nada... estaba pensando en la poción de Snape. – le respondió.

¿Seguro? – preguntó Harry cuando se encontró con la mirada de la castaña.

Seguro – y le dio un beso en la mejilla – Gracias por preocuparte – sonrió.

¿Debo entender que sois parejita? – preguntó con sorpresa Draco.

¿Crees que somos novios porque me ha dado un beso en la mejilla? Que mente más calenturienta – respondió gracioso Harry.

¿No lo sois? Hubiese jurado que...

Tranquilo Draco. Que yo sepa a ti te he abrazado y no soy tu novia ¿verdad? – le interrumpió tranquila.

No pero... siempre pensé que te gustaba Potter... más que nada por cómo te comportabas con él desde cuarto curso... – se calló al ver que la castaña enarcaba las cejas dándole a entender que había metido la pata.

¿Qué? – se sorprendió el moreno.

Esto... nada, nada... es que se le ocurren unas cosas... – respondió la castaña bajando la mirada para ocultar el rojo de sus mejillas.

¿De qué te sorprendes tanto? – preguntó el rubio – Además que yo sepa a ti te gustaba desde el año pasado y no dejabas que nadie se le acercase, ni Boot, ni Thomas, ni Longbotton... – pensó que así podría resarcir a su amiga.

¿En serio? – Hermione había levantado bruscamente la cabeza ante tal revelación.

Malfoy deja de inventarte cosas... – le dijo el moreno entre dientes.

¿Por eso ningún chico se acercaba a mí? – ahora comprendía muchas cosas. Había oído hablar a sus compañeras de habitación de que Terry Boot le iba a pedir que saliese con él a Hogsmeade el curso anterior pero nunca lo hizo. Ella hubiese declinado la proposición inmediatamente pero, en el fondo, le hubiese gustado que por lo menos alguien le hubiese tomado en cuenta. - ¿Cómo pudiste hacer eso? – le recriminó al moreno que en ese momento no sabía dónde esconderse.

Yo... ya sé que actué impulsivamente... lo siento... – comenzó a excusarse Harry.

Lo siento, tendréis que disculparme pero tengo que hacer mis maletas – dijo con brusquedad Hermione mientras entraba a la habitación y cerraba con un portazo. - ¿A eso se refería cuándo dijo que estaba celoso a su modo? No me lo puedo creer – pensaba con furia pero, a la vez, no podía evitar que una cálida sonrisa apareciese en su cara.

¡Maldito hurón! Cómo se haya enfadado de verdad conmigo... – le amenazó.

¿Qué se supone que me vas a hacer? – le miró cansado de tantas amenazas.

Será mejor que no me subestimes Malfoy – se acercó peligrosamente agarrándole del cuello de la túnica.

¿Qué es lo que pretendes hacer? – le preguntó casi con sorna.

Nada... por ahora – le soltó la túnica empujándole levemente contra una de las paredes.

¿He tocado el punto débil del gran Harry Potter?

Piérdete Malfoy – el rubio únicamente esbozó media sonrisa y se alejó casi sin interrumpir el contacto visual. Tan pronto como desapareció de su campo de vista llamó a la puerta de la habitación de las chicas. - ¿Hermione? ¿podemos hablar? – preguntó tímidamente.

¿De qué quieres hablar exactamente?

De... de lo que ha dicho Malfoy... yo...

¿Acaso era mentira?

No... yo... por favor, me gustaría decírtelo cara a cara... – de repente la puerta se abrió.

¿Y bien? – dijo Hermione que estaba sentada encima de su cama con los brazos cruzados.

Bueno... yo...no sé exactamente qué fue lo que me pasó... – comenzó a explicar mientras se sentaba en la cama que estaba frente a la de la castaña - ¿Recuerdas el día antes del aniversario de la muerte de Sirius? Cuando estuvimos en la sala común...

Sí, lo recuerdo perfectamente

Aquel día Harry se había quedado encerrado en la habitación y ni siquiera quiso salir a comer. Ella subió a buscarle y, pese a las rotundas negativas y a algún que otra palabra fuera de tono, logró que al menos bajase a la sala común por la noche.

Tienes que comer algo – le decía una y otra vez preocupada su amiga.

No tengo hambre... quiero estar solo ¿no puedes entenderlo? – se levantó del sofá.

Siéntate – Hermione le cogió de la manga del pijama y le obligó a sentarse – Te he traído esto de la cena – sacó un pequeño paquete en el que tenía guardado un trozo de pastel. – Cómetelo, te hará bien...

No quiero – el moreno dejó de mirar a su amiga para concentrarse totalmente en el fuego que aún estaba encendido en la chimenea.

Harry por favor... – le rogó.

¿Por qué haces esto? – preguntó de repente sin siquiera mirarla.

Porque me preocupas. No quiero que acabes aislándote del mundo y termines enfermo... – parecía al borde de las lágrimas.

¿Y qué más da? Ya no tengo nada Hermione ¿no lo entiendes? – comenzaba a exasperarse. Quería irse de allí, marchar a donde nadie le encontrase jamás. Le habían quitado a la única persona, después de sus padres, que podría haberle proporcionado un hogar agradable y acogedor. La única persona que podría haberle sacado de la casa de sus tíos.

¿Qué no tienes nada? – preguntó indignada - ¿Quién te crees que eres?

¿Cómo que quién me creo que soy? – gritó mirando a su amiga por primera vez en toda la noche.

Ya sé que todo lo malo parece pasarte a ti pero tienes...

¡¿Qué es lo que tengo Hermione! ¡¿A un loco que no hace más que perseguirme! ¡¿El destino de todo el mundo en mis manos! Es eso ¿verdad? No quieres que me pase nada para que pueda defenderos a todos... para libraros de Voldemort... – gritó con rabia – sí... es lo único que os importa... que más da si yo estoy hundido... da igual ¿verdad? – su voz cada vez iba adquiriendo un tono más peligroso, más dañino para su amiga que aún intentaba, casi sin éxito, refrenar el llanto.

Lo primero no te atrevas a volver a gritarme – respondió Hermione intentando medir muy bien el tono y las palabras que salían de su boca – Y lo segundo, por si no lo habías notado, estamos nosotros para intentar ayudarte... aunque viendo cómo nos estás tratando estos días ni siquiera deberíamos preocuparnos por ti. Y tercero – siguió antes de que el moreno dijese otra palabra ya que había abierto la boca para contestar – por lo menos a mi me importa mucho lo que te pase. Por eso estoy intentando que no te encierres, que comas... ¡estoy intentando ayudarte! – explotó al fin entre lágrimas – si no te das cuenta es tu problema... no tengo porque aguantar que siempre me estés insultando, que siempre digas que nadie se preocupa por ti, que nadie te comprende... ¡sé que no puedo comprenderte porque esto no me está pasando a mi! Pero créeme que lo intento... ¡lo intento! – se levantó del sillón para poder irse cuando sintió que una mano le agarraba la muñeca y la obligaba a sentarse.

Lo siento... – su amigo la abrazó y le susurró la disculpa al oído. Al instante comenzó a llorar amargamente por su suerte. Ella correspondió al abrazo y le acariciaba con ternura la espalda para intentar darle ánimos. Pasaron varios minutos hasta que Harry consiguió calmarse y se quedó dormido. Para no despertarle Hermione conjuró una manta y les tapó a ambos.

Pasaron toda la noche en la sala común.

Veo que lo recuerdas... – dijo con amargura al recordar lo mal que había tratado a sus amigos el año pasado – Lo que ya no viste es que, durante la noche, yo me desperté y lo primero que vi fue tu cara – las mejillas del moreno se tiñeron de rojo.

¿Te despertaste?

Sí, bueno... he de decirte que tu rostro fue la única cosa que me hizo por primera vez sonreír en mucho tiempo. Así que tomé la decisión de que intentaría por todos los medios tenerte a mi lado... sé que fue egoísta pero, en ese momento, es lo primero que pensé.

¿Por eso ahuyentaste a todos?

Sí y estoy arrepentido... cuando me enteré que Terry te iba a pedir que le acompañaras a Hogsmeade yo... bueno, dejémoslo en que le pedí amablemente que olvidase esa idea... – miró al suelo, por algún extraño motivo no podía mirarla a la cara. Esto le ocurría cada vez que sentía que ella estaba decepcionada por su actitud.

Harry – se había levantado y puesto su cara a la altura de él – yo nunca te hubiese dejado solo. Nunca hubiese aceptado su proposición.

Hermione... yo... – no dijo nada más. Sonrió abiertamente y la besó. Dio gracias por poder volver a besarla. Sintió que todo estaba bien, que ya no tenía qué temer. Se sentía seguro.

¡Vaya! ¿Así que esto es lo que estabais haciendo eh? Os estamos esperando... – Ron acababa de entrar en la habitación. - ¡Ah! Y la próxima vez será mejor que cerréis la puerta – no pudo evitar un nudo en su garganta. Aún le dolía el rechazo de la castaña y su posterior confesión pero se había prometido a si mismo ayudarla a ser feliz. Y, en este momento, por mucho que le pesase, ella estaba enamorada de su mejor amigo. Era una difícil situación pero... tenía que enfrentarse a ello.

Lo siento... – fue lo único que pudo decir Hermione. El pelirrojo sabía perfectamente que no estaba pidiendo perdón por su retraso si no por haber permitido que él viese esa escena.

No importa – la miró a los ojos - ¿Te ayudo a llevar la maleta?

Espera... Ron, quiero que seas la primera y única persona que sepa que... Hermione y yo somos novios – dijo de repente Harry.

La verdad es que esperaba esa noticia. Me alegro mucho por los dos – esbozó una sonrisa triste. Los tres amigos se sentían muy raros. A su alrededor se había formado un ambiente bastante tenso. De repente Ron frunció el ceño - ¿El primero y el único? – preguntó extrañado.

Sí, no quiero que nadie más lo sepa. Seguramente Voldemort – Ron se estremeció al oír ese nombre – tenga a alguien que le pase información. Si lo sabe, Hermione estará en peligro.

Creo que tengo una ligera idea de quien puede ser... – Ron divagaba en voz alta.

¿En serio? ¿Quién? – preguntó rápidamente Hermione.

Seguramente Malfoy

Ron... no empieces otra vez ¿quieres? – interrumpió la castaña cansada.

Pero... piénsalo bien Hermione. Siempre nos ha tratado mal y su padre es un mortifago que se ha escapado de Azkaban. Todas las sospechas recaen en él. – intentó argumentar Ron.

¡Ya basta! Yo confío en él.

¿Ciegamente? – preguntó de repente Harry.

Pues... – ¿Ciegamente? Nunca me había hecho esa pregunta – pensó rápidamente Hermione – Sólo hay cuatro personas en las que confío ciegamente.

¿Cuatro? ¿Quiénes? – preguntó con curiosidad Ron.

¿No lo sabes? Pues es bastante lógico. Confío ciegamente en mis padres y en vosotros dos tonto. – sonrió. Como respuesta recibió dos cálidas sonrisas.

¿Hermione? – sonó la voz de Draco - ¿Ya estás lista?

Sí, ya vamos – respondió rápidamente. No quería seguir con la conversación de quién era el supuesto informador que le pasaba los detalles a Voldemort. Quién iba a imaginar que sería él mismo, disfrazado del amable y pacifico director por supuesto.

Ese hurón está muy pendiente de ti... – dijo receloso Ron.

¿Tú también estas celoso? – interrumpió Hermione intentando contenerse la risa.

No... esto... yo... – la pregunta había pillado de improviso al pelirrojo. ¡Claro que estaba celoso! Pero no iba a decírselo, especialmente delante de su novio.

Tranquilo Ron, no pasa nada – le tranquilizó Harry – yo también creo que se está pasando un poco.

¡Qué voy a hacer con vosotros dos! – dijo Hermione mientras ponía sus brazos en jarras intentando dar una imagen seria.

Pero... es que siempre te está llamando y hablando contigo... – intentó justificarse el pelirrojo mientras que Harry únicamente sonreía al ver la expresión de su mejor amigo.

Déjalo Ron... – le dijo la castaña entre risas – No importa

¡Y yo intentando justificarme! ¡Argg! – le tiró un almohadón a la cara mientras intentaba reprimir las carcajadas.

¡No le tires eso a mi novia! – Harry le tiró otro almohadón a su amigo entre risas.

¡Pero bueno! ¿qué es lo que estáis haciendo? ¿Así recogéis todo? – Ginny acababa de entrar en la habitación y les regañaba.

Eso mismo les decía yo... – dijo Hermione mientras se acercaba peligrosamente a su amiga con una almohada escondida. Cuando la pelirroja se quedó mirando cómo Harry le daba por enésima vez con la almohada a su hermano, Hermione atacó por sorpresa a la pelirroja.

Únicamente se podían oír las carcajadas de los cuatro chicos retumbando en toda la sala. Al instante aparecieron los demás para ver la escena que producía tantas risas. Cuando llegaron vieron a los cuatro rodeados por las plumas del relleno de los almohadones que habían usado en su pasada pelea.

¿Habéis terminado ya? – preguntó Luna mientras miraba directamente al suelo.

Sí – respondió avergonzado Ron.

¿Entonces podemos irnos ya o esperamos a que aparezcan más almohadones para que podáis seguir con la pelea? – preguntó cansadamente Draco que estaba apoyado en el marco de la puerta.

Perdona Draco – contestó Hermione antes de que los demás dijesen alguna palabra – Tienes razón, os hemos hecho esperar demasiado... – los tres chicos miraron sorprendidos a la castaña mientras en la cara de ésta se dibujaba una sonrisa. – Pero... – con un movimiento rápido de varita aparecieron de la nada un montón de cojines que cayeron directamente en el rubio – yo creo que estás celoso – terminó entre risas mientras esquivaba con bastante dificultad los que ahora le estaba tirando él.

Al final se unieron también Luna y Neville mientras apuraban los últimos minutos de estar todos juntos. Cuando llegó la hora de irse Harry iba a coger el mapa del merodeador para asegurarse de que nadie descubriese, accidentalmente, la ubicación de la sala. Antes de que lo abriese, Hermione le detuvo argumentando que, ya que no confiaban tanto en Draco, tal vez sería mejor que lo mirase ella. Se metió en la habitación diciendo que se le había olvidado algo y allí abrió el mapa. Confirmó que Voldemort se encontraba aún en el despacho del director y que nadie estaba rondando por los alrededores. Volvió donde estaban sus amigos y les dijo que ya podían salir tranquilamente.

Recuerda que fuera tendré que tratarte como siempre – le susurró Draco a Hermione antes de salir por la puerta.

No te preocupes – le apretó suavemente el hombro – pero ya sabes que, si quieres hablar conmigo, sólo tienes que buscarme – le sonrió. El rubio le guiñó un ojo y salió corriendo.

Cuando ya estaban todos fuera Hermione le devolvió el mapa a Harry y se fueron cada uno a sus respectivas habitaciones. Mientras tanto, las visitas comenzaban a llegar. Miles de alumnos volvían a sus clases después de haber pasado unas navidades un tanto tensas con sus familias.