¡Hola! ¿Qué tal? Espero que os lo estéis pasando bien este fin de semana jejejejeje

Lo mismo de siempre… que estos personajes pertenecen a JK Rowling, a la Warner y a cualquiera que haya pagado los derechos (si yo hubiese sido una de ellas no estaría escribiendo esto jejejejeje)

Como he visto por ahí que no se puede contestar a los reviews pues a los que tengan reply les contestaré y a los demás: ¡Muchas gracias por seguir leyendo! Espero que os siga gustando este capítulo ¡Nos vemos! ¡Hola Alba1! Ya te echaba de menos jejejejeje

Y antes de empezar sólo tengo que decir que ya sé que el Sr. Crouch está muerto pero… le necesitaba un rato vivo así que… ejem… lo he resucitado jajajajajaja.

Buenos días, quisiera hablar con Dumbledore – saludó un hombre al que reconocieron como el Sr. Crouch.

Buenos días – respondió cortésmente Filch - ¿puede acompañarme? – le guió hasta el despacho del director que le recibió amablemente.

Buenos días Dumbledore – saludó aquel hombre mientras le estrechaba la mano.

Buenos días ¿a qué debo esta inesperada visita? – Dumbledore le invitó a tomar asiento mientras él hacía lo mismo.

Me he enterado de que tienen empleada a mi antigua elfina Winky – comenzó el hombre – y, puesto que aún no he conseguido ningún ayudante doméstico, me gustaría intentar que volviese.

Está bien, como prefiera. Pero debo comunicarle que se encuentra en muy malas condiciones. La pobre abusa demasiado de la cerveza de mantequilla y, últimamente, realiza mal su trabajo. – le explicó – Pero, si aún así, desea hablar con ella no tengo inconveniente.

Muchas gracias – se levantó de su asiento - ¿Podría indicarme el camino que debo seguir?

Por supuesto, déjeme acompañarle. – el director guió a su visita hasta las cocinas y le indicó exactamente el lugar en que se encontraba la elfina. – ¿Qué es lo que hace Lucius aquí? ¿Y por qué quiere hablar con ese asqueroso ser? – pensó Voldemort a quien el disfraz no le había engañado – Será mejor que no diga nada... seguramente es parte de algún plan trazado en el pasado... – se retiró no sin antes ordenar a los demás elfos que tratasen con mucho cuidado al invitado que dejaba ahí.

¿Sr. Crouch? – una voz chillona destacó entre todas las demás. El elfo se adelantó a los demás dejando ver su extravagante atuendo. Llevaba dos gorros de lana, un jersey rojo con la letra R bordada y dos calcetines de diferente color.

Sí, soy yo. ¿Podría hablar con Winky? – pidió amablemente.

¡Por supuesto! ¡Winky se pondrá muy contenta! – exclamó desapareciendo nuevamente. Los demás elfos le ofrecieron comida y, ante la negación del hombre, volvieron a sus quehaceres. Al momento apareció una pequeña elfina que se enjuagaba las lágrimas en una camisa sucia y raída.

¿Señor? – titubeó. Al ver que el hombre asentía la elfina sonrió. - ¿Ha venido a buscar a Winky? – preguntó incrédula.

Bueno... quería hablar contigo a solas – respondió mirando significativamente a Dobby que aún se encontraba mirando la escena. Al oírlo el elfo se retiró haciendo una profunda reverencia.

¿Quiere que Winky vuelva a casa? – preguntó ilusionada.

Lo siento pero no necesito que vuelvas – al ver la expresión de tristeza y viendo que nuevamente iba a ponerse a llorar se apresuró a decir – por ahora – la pequeña elfina sonrió – pero necesito que hagas una cosa por mi.

Por supuesto – respondió sin titubear – Winky hará cualquier cosa que su amo le ordene.

Muy bien – sonrió – quiero que le digas al profesor Snape que una alumna le ha robado un libro.

¿Qué? – exclamó incrédula. No se podía creer que su anterior señor le pidiese eso.

Me dijiste que podría pedirte cualquier cosa. – le regañó – además ella quiere acabar con nuestra reputación; nos quiere destruir y yo no puedo permitirlo – alzó un poco la voz pero sin llegar a chillar.

¿Ella quiere destruir a mi señor? – lanzó la pregunta al viento en un susurro – Está bien – dijo con determinación – lo haré.

Muy bien, gracias – sonrió ampliamente – La alumna en cuestión se llama Hermione Granger, no olvides el nombre.

No amo. Ahora mismo Winky hablará con Dumbledore. – la elfina había salido de las cocinas corriendo.

Muy bien, muy bien... ya hemos dado el primer paso – sonrió satisfecho Lucius mientras desaparecía de la cocinas en dirección a la puerta del colegio.

Perdón, ¿podría venir a mi despacho la señorita Granger? – el director había interrumpido la clase de transformaciones, la primera después de las vacaciones.

Por supuesto, señorita Granger por favor... – le indicó la profesora señalando a la puerta.

Se encaminó a la oficina del director ya que este había desaparecido en el mismo instante que ella había salido de clase. - ¿Qué pasará ahora? – se preguntaba a si misma mientras subía por las escaleras que estaban abiertas para acceder al despacho del director. Nada más entrar vio como Snape le dirigía una mirada difícilmente descifrable. Parecía enfadado pero, a la vez confundido. Ella no entendía nada. Se sentó en la silla que el director había indicado.

Supongo que sabrá porqué la he mandado llamar – comenzó el director.

La verdad es que no lo sé – de repente se acordó de todo lo que había pasado en las vacaciones. - ¡Oh no! Snape se ha dado cuenta de que le hemos robado el libro... creo que estoy en serios problemas – intentó disimular y seguir con su expresión de sorpresa.

El profesor Snape me ha informado de que usted tiene en su poder un objeto que es de su propiedad.

¿Un objeto? – miró al profesor de pociones que seguía estático oyendo la conversación - ¿Es mi imaginación o Snape está intentando reprimir su mal humor? – pensó - ¿Será que no le importa que tenga el libro? – en ese momento el director hizo una señal al profesor para que hablase.

Tengo entendido que usted entró en mi despacho sustrayendo un libro sobre el veritaserum. – en ningún momento utilizó un tono acusatorio o de reprobación. Era muy raro.

Eh... bueno...

Por favor señorita Granger no intente disimular. Nos lo ha comunicado una elfina que trabaja para nosotros. Y usted sabe perfectamente que no puede mentir a sus amos... – interrumpió el director mirándola por encima de sus gafas. En el momento que Snape oyó la palabra amo se tocó instintivamente el brazo en el que aún tenía la marca tenebrosa y se estremeció levemente. Voldemort había estado observando la reacción del profesor de reojo y una fugaz sonrisa malévola pasó por su rostro.

Está bien, entré en el despacho del profesor Snape para buscar un libro que me ayudase a mejorar realizando pociones – respondió segura.

¿Entró usted sola? – preguntó incrédulo el director.

Sí, completamente sola. – Snape seguía oyendo la conversación. Le parecía muy raro que, habiendo sido el director el que días antes le dio el libro diciendo que contendría información interesante para su alumna, ahora le estuviese reprobando su comportamiento. Sobre todo si ambos sabían de su secreto.

No la creo – dijo tranquilamente mientras se reclinaba en su asiento. - ¿No tendrá nada que ver el señor Potter en todo esto?

No – ¿por qué quiere meter a Harry en esto? Seguramente pensará que así puede ir resarciéndose... – pensó desanimada.

Creo que lo mejor será preguntárselo... ¿no está de acuerdo Snape?

Como usted diga profesor – Definitivamente estaba pasando algo muy raro. Era la primera vez que el director le llamaba por su apellido y creyó notar un pequeño tono desdeñoso. Llegó a la conclusión de que era un impostor. – Creo que debería ser yo el que hablase con ellos ya que entraron a mi despacho... – dijo en el último momento. Por mucho que le pesase debía proteger a Hermione y también a Harry; no podría permitir que se quedasen a solas con un desconocido potencialmente peligroso.

No se preocupe profesor Snape - ¿No sabe que a sus profesores Dumbledore les llama por el nombre? – pensó Hermione mientras fruncía ligeramente el ceño. – Hablaremos los dos con ellos, así podremos idear un castigo apropiado... – sonrió para sus adentros – Ahora, si me hace el favor, vaya a buscar al señor Potter.

Será mejor que vaya a buscarle la señorita Granger, creo que mi estado de ánimo no es el mejor para hablar con él. – le respondió con voz natural. No iba a dejar a Hermione sola con el director. Él ya había estado un rato y no había intentado hacer nada; confió en su suerte.

Muy bien como prefiera – estaba sorprendido pero, aún así, no puso ningún reparo – Espero que estén de vuelta en cinco minutos – le dijo a Hermione mientras ésta se levantaba lentamente del asiento.

Antes de salir miró de soslayo a Snape. En ese momento se encontraba mirando a la pared de enfrente con mucha atención, como si estuviese totalmente concentrado en una lucha interna. Mentalmente le agradeció lo que estaba haciendo ahora por ella y salió del despacho en dirección al gran comedor para buscar a Harry pero no le hizo falta, estaba fuera esperándola.

¿Qué es lo que ha pasado? – preguntó rápidamente al verla bajar las escaleras.

Se han dado cuenta de que falta el libro del veritaserum que nos llevamos...

¡Vaya! ¿cómo lo han sabido?

Se lo ha dicho una elfina... mucho me temo que haya sido Winky.

Pero... estoy seguro de que ella no pudo vernos... ¿cómo se habrá enterado?

No lo sé. – realmente esa era una buena pregunta.

¿Y qué te han dicho?

Me ha preguntado si estuve yo sola y, al responderles que sí, no me creyeron y me han mandado llamarte.

Seguro que ha sido Snape... – Hermione no dijo nada; era mejor que pensase que había sido el "odioso" profesor de pociones a que se diese cuenta de que Dumbledore era un impostor - no te preocupes, por lo menos estaremos juntos en el castigo ¿no? – sonrió.

Sí, pero yo no quería que te castigasen a ti también – seguro que Voldemort tiene que tener algún plan para involucrarte – pensó la castaña mientras miraba al suelo.

No te preocupes... – levantó la cara de su novia con la mano derecha – No hay nada que más me guste que cumplir un castigo a tu lado – le dio un beso en la mejilla y ella sonrió – Aunque... ¿no es un poco raro que sólo te dijesen que me llamases a mi? Pensé que también llamarían a Ron tratándose de una broma...

¡Será mejor que vayamos, sólo me han dado cinco minutos! – le agarró del brazo obligándole a seguirla. No quería que siguiese dándole vueltas a la cabeza sobre ese asunto, tal vez sacase conclusiones precipitadas.

Pasen por favor – les dijo Dumbledore cuando les vio entrar por la puerta. Harry, nada más entrar, le lanzó una mirada de odio a Snape. Éste ni siquiera les había dirigido una mirada, aún seguía completamente absorto en la pared. – Siéntense – les ofreció asientos, como siempre Hermione se puso frente al director. – Supongo que ya te habrá comunicado la señorita Granger el por qué te he llamado...

Sí director. – de repente la cicatriz comenzó a arderle; no entendía el motivo. Se pasó rápidamente los dedos por ella para intentar calmar el dolor.

¿Tienes algo que decir en tu defensa?

No, no tengo nada que decir. Yo robé, por así decirlo, el libro del despacho del profesor Snape. – El aludido ni siquiera miró a Harry, aún tenía la misma posición.

Muy bien, entonces tendré que hacerles cumplir un castigo. Creo que una noche recolectando los ingredientes de alguna poción resarcirán de algún modo a su profesor – Dumbledore miró fugazmente a Snape para que los chicos viesen cómo buscaba la confirmación del profesor.

¿Pasaremos la noche buscando ingredientes? – preguntó Hermione. - ¿Por qué quiere que salgamos por la noche? ¿Qué estará tramando? – pensó.

Sí, puesto que los ingredientes que quiero que recolecten únicamente se pueden ver por la noche.

Como usted diga director y ¿dónde se encuentran? – preguntó Harry intentando terminar rápido la reunión ya que la cabeza comenzaba a darle vueltas.

En el bosque prohibido – al oírlo Snape levantó ligeramente una ceja en señal de no creer del todo lo que había oído. Hermione se tuvo que controlar para no poner los ojos en blanco y preguntarle directamente porqué les pedía eso y Harry se quedó asombrado sin poder casi decir una palabra olvidando incluso el dolor de la cicatriz.

¿Quiere que vayamos al bosque prohibido? – dijo incrédulo el moreno – Pero sabe que es muy peligroso, sobre todo en estos momentos.

No se preocupen, no les ocurrirá nada. Contarán con la vigilancia de la orden – sonrió el director.

Aún así creo que es muy peligroso – interrumpió Hermione mientras le miraba directamente a los ojos.

Lo siento, pero ustedes han cometido una falta muy grave y creo que no hay ninguna justificación posible. Piensen que únicamente tendrán que salir una noche. – finalizó la discusión haciéndoles un gesto para que se levantaran de las sillas. – Se me olvidaba – dijo antes de que ambos salieran – aquí tienen la lista de las plantas. – se la entregó a Hermione no sin antes "dedicarle" una sonrisa victoriosa.

¿Qué es lo que le pasa a Dumbledore? Seguro que lo de salir al bosque prohibido por la noche ha sido idea de Snape... – dijo Harry nada más salir del despacho del director. El dolor había terminado.

No estoy muy segura – Hermione no se había dado cuenta de que estaba hablando en voz alta.

¿No estás segura? ¿Piensas que Dumbledore nos ha impuesto el castigo aún sabiendo que podemos estar en peligro?

¿Qué? No... no me refería a eso - ¡Lo he dicho en alto no me lo puedo creer! – me refería a que no estoy segura de que nos pase algo... eso es todo – esbozó una sonrisa tranquilizadora.

Bueno, supongo que hemos cometido una falta lo bastante grave como para que el director nos obligue a salir una noche al bosque prohibido. – sonrió – pero aún así mereció la pena sólo por ver la cara de Snape.

Harry... – le reprochó Hermione mientras comprobaba la lista de las plantas que debían localizar y soltó un suspiro – Por lo menos esto no nos llevará mucho tiempo.

¿Seguro? Déjame ver... – el moreno comenzó a repasar la lista.

Ambos se dirigieron a la clase de pociones ya que era la siguiente. - ¿Por qué nos mandará a buscar esos ingredientes esta noche al bosque prohibido? Seguro que tiene algún plan... pero, ahora que lo pienso fríamente seguramente puedan ayudarme aunque sea sin quererlo – sonrió. Snape entró como siempre y, sin mirar a sus alumnos, hizo aparecer unas instrucciones en la pizarra.

Muy bien, hoy terminaremos la poción que comenzamos antes de las vacaciones de navidad – habló rápidamente – aquí tienen todo lo que necesitan para realizarla. ¡Comiencen! – se sentó en su silla y sacó un trozo de pergamino. Comenzó a escribir y a garabatear en él. Mientras tanto los alumnos intentaban que sus pociones no se volviesen pegajosas. La primera instrucción del profesor era precisamente esa; si querían que su poción funcionase debidamente, ésta debía estar líquida. En la clase la única que logró exactamente lo que había pedido el profesor era Hermione, que en esos momentos cortaba milimétricamente una ramita de hooler. – Señorita Granger – la llamó Snape – haga el favor de venir aquí inmediatamente.

¿Qué quiere profesor?

Tenga, guarde esto – Snape le tendió el pergamino en el que había estado escribiendo y dibujando segundos antes. – Y haga el favor de volver a sentarse – le ordenó al ver que, en ese mismo momento, se disponía a ver el pergamino.

Muy bien – volvió a su sitió y añadió los trozos de la planta que anteriormente había cortado. Como debía esperar unos cinco minutos a que su poción hiciese reacción, se sentó en su silla y abrió el pergamino. Con asombro descubrió que se trataba de un pequeño mapa. En él estaban situados con exactitud los lugares en los que se encontraban cada una de las plantas de la lista. Disimuladamente alzó la vista hacía el profesor y lo vio inmerso en una lectura. – Gracias – susurró para que nadie la oyese. Nunca pensó que el profesor del pasado pudiese hacer algo para ayudarla pero, en ese momento, descubrió que siempre estaría dispuesto a cumplir las órdenes de Dumbledore aunque eso implicase tener que favorecerles. Un pequeño ruido sordo llenó el aula, sonrió; su poción ya estaba lista. Metió un poco en una botella y, en menos de un segundo, había sacado una segunda botella en la que vertió bastante poción.

En cuanto hayan terminado dejen sus muestras en mi mesa – dijo autoritariamente Snape que ya se había levantado. – Longbotton yo haría algo con esa masa repugnante – le dijo con asco a Neville que intentaba meter algo de poción en su botella.

Bueno... definitivamente creo que no soy bueno en esto de las pociones – Ron estaba desanimado, únicamente había logrado meter un pedacito de su poción en la botella. Le había quedado bastante sólida.

No te preocupes. Si te sirve de consuelo la mía se parece mucho a la tuya – Harry le dio un par de palmaditas en el hombro intentado animarle.

Sí, se parecía demasiado – le reprochó Hermione que se había colocado a su altura - ¿En qué estabais pensado si se puede saber?

¿Quieres que te conteste? – respondieron los dos chicos a la vez mirando extrañamente a su amiga. No comprendió nada hasta que Harry hizo un pequeño guiño.

Sois imposibles... – dijo en un suspiro. En ese momento llegaron al comedor y se sentaron los tres juntos como siempre. Después de comer los chicos tenían clase de adivinación y Hermione de aritmancia. - ¡Nos vemos después! – se despidió con la mano mientras corría a su nueva clase.

Tiene que ser horrible ¿verdad? – interrumpió Ron los pensamientos de Harry mientras subían lentamente las escaleras hacia su nueva clase.

¿Horrible? ¿A qué te refieres?

Pues a no poder siquiera despedirte de tu novia delante de la gente – susurró el pelirrojo de forma que sólo su amigo pudiese oírlo. Al moreno únicamente le dio tiempo a asentir mientras que sus compañeros pasaban a su lado riendo.

Muy bien chicos – dijo la profesora cuando ya se hubieron sentado todos sus alumnos – Hoy aprenderemos a leer las líneas de la mano. Aunque no lo creáis es bastante difícil interpretar todas las líneas – Los dos amigos alzaron a la vez sus cejas y rieron por lo bajo – Ya que estáis por parejas lo mejor será que abráis vuestros libros por la página 168 y leáis la palma de la mano de vuestro compañero.

Dicho y hecho. Ahora Ron se encontraba intentando descifrar lo que decía el libro sobre las líneas en la mano de su amigo. Miraba rápidamente de un sitio a otro intentado descifrar el complicado texto. Frunció el ceño y levantó su mirada a su amigo que le miró enarcando las cejas. El pelirrojo desvió sus ojos al techo y volvió a concentrarse en el libro.

Esto... – comenzó después de dejar a un lado el libro – creo que esta es la línea de la vida – señaló a una línea que tenía bastantes altibajos. – Mmmm aquí bordea un montículo... – ojeó nuevamente el libro en busca de información – Esto... ¡no tengo ni idea! – se desesperaba por momentos mientras su compañero intentaba aguantarse la risa.

Tranquilo, seguro que significa que moriré pronto – dijo con desgana Harry a quien la profesora ya había predicho la muerte varias veces – te lo puedo asegurar.

¿Tú crees? – Ron entornó los ojos – ¡este olor a incienso me está mareando! – susurró por lo bajo mientras miraba disimuladamente a la mesa de la profesora en la que había un gran plato humeante.

Creo que yo me voy a dormir – dijo de pronto Harry mientras intentaba en vano mantener los ojos abiertos.

¿Harry? – preguntó el pelirrojo mientras su amigo se desplomaba encima de la mesa.

Oyó el eco de una voz conocida llamándole pero sus labios no se pudieron abrir para preguntar porqué le llamaba. Estaba en una habitación oscura, muy pequeña. Siguió mirando a su alrededor y descubrió lo que parecían unas pequeñas grietas en una pared. Por ellas entraba la luz de la luna que iluminaba débilmente un sucio colchón. Se acercó a él sigilosamente y observó que había encima un bulto cubierto por una deshilachada manta. Intentó tocarlo para comprobar si había alguien bajo ellas. En ese momento notó que su mano pasaba limpiamente por el bulto sin llegar a tocarlo. Comprendió que se encontraba en algún recuerdo lejano de alguien. Únicamente sabía que no era suyo. Se sentó en el sucio suelo esperando que aquel extraño bulto se moviese para poder ver de qué o de quién se trataba. Al no notar ningún movimiento se levantó y comenzó a andar haciendo un pequeño círculo. ¿De quién podría ser esa habitación? Desde luego era mucho peor que la suya e, incluso, peor que la alacena que tuvo que utilizar primero. Mirase donde mirase se podía ver el abandono; llegó a la conclusión de que esa persona no tenía a ningún ser querido. En ese instante el bulto se movió dejando ver un brazo pequeño y demacrado. – No le dan bien de comer – pensó en ese instante mientras se acercaba lentamente. - ¿Harry? – se oyó a lo lejos - ¿Estás bien? – está vez se oía más cerca – Creo que está volviendo en si – dijo una voz esperanzada. Justo en ese momento la manta se movía y parecía que su dueño se iba a levantar. Intentó por todos los medios quedarse en ese sitio para poder saber quién era.

¿Estás bien? – le preguntó preocupado Ron que estaba a su lado zarandeándolo suavemente para despertarlo.

¿Dónde estoy? – preguntó desconcertado – Hace un momento estaba en una habitación pequeña...

Creo que aún está desorientado. Será mejor que le lleves a la enfermería querido – le dijo dulcemente la profesora Trelowny al pelirrojo

Será mejor – Ron le cogió y le cargó sobre su hombro derecho. Cuando llegaron a la enfermería Madam Pomfrey hizo una mueca con el rostro que bien podría interpretarse como un "¿otra vez aquí? ¿Qué es lo que pasa ahora?". Les dejó el paso libre y acomodó a Harry en una cama mientras le daba una poción de un color blancuzco que humeaba bastante. Según la enfermera era una poción parecida a la revitalizante pero menos efectiva debida al estado en el que se encontraba el moreno. - ¿Qué te ha pasado? – preguntó Ron cuando la enfermera se fue a atender a otro paciente que volaba encima de su cama.

No lo sé. Estaba en una especie de habitación oscura y llena de polvo. En el medio había un colchón y estaba a punto de ver quién estaba dormido allí cuando me despertasteis... – dijo mientras se frotaba la frente.

¿Estás bien? – Hermione acababa de entrar y se notaba que había corrido desde su clase porque su pelo estaba más alborotado que de costumbre.

Estoy bien, tranquila – le respondió Harry mientras recibía un beso en la mejilla de su novia.

Sí, sólo ha tenido una pesadilla – interrumpió Ron que, al ver esa escena, "inexplicablemente", se le había revuelto el estómago.

¿Una pesadilla? ¿con Voldemort? – preguntó la castaña que se había sentado en la cama al lado del moreno. Ninguno de los dos noto como, por primera vez, Ron no había temblado al oír el nombre del mago oscuro más poderoso; estaba concentrado intentando no salir corriendo de la habitación. Intentaba acostumbrarse a la situación pero, cada vez que los veía juntos y analizaba sus comportamientos anteriores, su estómago se contraía y un líquido agrio le subía desde la boca del estómago.

No, esta vez no ha sido con él. Ha sido muy raro... es como si hubiese estado en la memoria de alguien...

¿En la memoria de alguien? – preguntó desconcertado Ron. - ¿Por qué piensas eso?

Bueno, ¿recordáis que os conté cómo en el quinto curso entre en el pensadero de Dumbledore y de Snape? – ambos asintieron – Pues era idéntico.

¿Y qué es lo que viste? – preguntó interesada Hermione.

Vi una habitación muy pequeña y muy sucia. Incluso más que la alacena en la que viví por un tiempo. Sólo había unas pequeñas rendijas por las que se colaba la luz de la luna – Al oír esa parte de la definición Hermione comenzaba a mover nerviosamente las manos – En la mitad, más o menos, había un viejo colchón. No parecía muy cómodo pero sí estaba lleno de polvo. En realidad, toda la habitación estaba igual, no entiendo cómo alguien podría vivir ahí...

Seguramente no quería vivir ahí – razonó el pelirrojo que había estado escuchando pacientemente la descripción de su amigo. – De lo contrario supongo que la hubiese hecho más habitable ¿no?

Tienes razón...

¿Alguna cosa más que recuerdes? – preguntó de nuevo Ron haciendo que Hermione pegase un pequeño e imperceptible salto en su silla.

Mmmm sí, en el colchón había un bulto cubierto por una manta también vieja – la castaña notaba cómo sus manos comenzaban a temblar violentamente y las introdujo en los bolsillos de su túnica para intentar esconderlas – Pude ver que era una persona, seguramente una mujer – Hermione tenía que salir de ahí, notaba cómo se iba quedando lentamente sin aire – Lo sé porque vi un brazo que colgaba del colchón; sin lugar a dudas era de mujer – añadió al ver la mirada interrogante de su amigo – aunque era muy delgado, pálido y sucio. Seguramente la estaban maltratando...

Vaya... no es un bonito recuerdo...

No, pero parece bastante reciente por todos los detalles que he visto – Harry y Ron seguían hablando sin darse cuenta de que Hermione se había levantado y dado pequeños pasos hacia la puerta. - ¿Ya te vas? – la voz del moreno interrumpió su huída.

¿Eh? Bueno... iba a ir a la biblioteca para buscar algún libro en el que hablen de personas que pueden ver el recuerdo de los demás – se disculpó mientras sonreía a sus amigos.

¿No te vas a quedar un rato más conmigo? – preguntó Harry con cara de buen chico.

Entonces – dijo de repente Ron mientras se levantaba de la silla – será mejor que os deje solitos... – guiñó un ojo al moreno mientras caminaba hacia la puerta – Cuídale bien Hermione – terminó cuando ya había llegado a la puerta sin darse la vuelta. Caminó por el solitario pasillo rogando mentalmente que apareciese algún alumno que castigar para poder aplacar las ganas de comenzar a golpear cualquier objeto que estuviese a su alcance. – Definitivamente estos sentimientos me están volviendo loco... tengo que olvidarme de ella de una vez – se repetía una y otra vez el pelirrojo – Pero creo que nunca lo lograré – suspiró y entró a su sala común.

Está bien... te cuidaré... pero solo un rato ¿eh? – rió la castaña.

¿Cuántos segundos es un rato? – preguntó Harry con una voz infantil a juego con la expresión de su rostro.

Mmmm no sé... tal vez... ¿Qué te parecen 600 segundos? – se sentó en la orilla de cama.

¿En serio? ¿Te vas a quedar todos esos segundos conmigo? – el moreno seguía con la misma expresión y tono de voz.

Sí, me quedo todos esos segundos – afirmó la castaña mientras le daba un beso en la frente.

... – agarró con suavidad las solapas de la túnica de su novia atrayéndola a él y, acercándose a su oído susurró – Un segundo contigo hace que todo mi miedo – fugaz beso debajo de su oreja – mi pasado – otro más – mi futuro – otro más – mi pesimismo – otro más – mi angustia – otro más – desaparezca. - Después trazó una línea imaginaria de pequeños besos hasta su boca – Haces que todo mi mundo se llene de esperanza – fugaz beso en la comisura de los labios – de paz – otro más – de tranquilidad – otro más – de alegría – otro más – de amor – otro más – En definitiva, de ti – la besó suavemente sosteniendo su rostro entre las manos. – Te quiero – terminó instantes después sobre su boca.

Harry... – no pudo terminar la frase, tenía tanto que decirle, que agradecerle... tanto para poder resumirlo en pocas palabras. – Te quiero – en su rostro se dibujó tal sonrisa que en ese momento Harry dejó de sentir dónde estaba, qué es lo que estaba haciendo allí y sobre todo ¿qué narices estaba respirando?. Ella le besó con tanta ternura que parecía imposible. Sus almas estaban en algún lugar, ¿cuál? Eso no lo sabían pero, de lo que sí estaban seguros, es de que estaban muy lejos de allí y que estarían siempre juntas; juntas por siempre.

¿Se encuentra mejor el señor Potter? – preguntó la profesora MacGonnagall a la enfermera.

Sí, está mucho mejor. ¿Quieres pasar a visitarle Minerva?

No creo que haga falta que pase – intervino de repente el moreno que ya se había levantado y acercado a las dos mujeres.

Creo que todavía es muy pronto para abandonar la cama – le reprochó la enfermera.

Me encuentro en plena forma, no se preocupe.

Está bien pero intente descansar ¿entendido?

Sí, lo haré – se despidió mientras salía por la puerta de la enfermería.

Mientras tanto una figura femenina entraba sigilosamente al baño de Myrtle la Llorona y cerraba con un hechizo la puerta. Aplicó otro más para insonorizarlo totalmente; tenía que averiguar una cosa muy importante. Abrió el colgante con mucho cuidado y pronunció el nombre de un "antiguo" profesor. Al instante apareció el rostro tan familiar para ella.

¿Qué ocurre? – preguntó Snape al ver la cara de preocupación de su interlocutora.

Ha ocurrido algo muy extraño...

¿Qué es? – el profesor estaba impaciente – en cualquier momento volverá uno de los guardias – miraba nervioso a todos los lados de la habitación.

Esto... ¿está Harry ahí?

No, se lo han llevado – respondió con voz queda.

Tengo que hacerle una pregunta acerca de los medallones – no sabía muy bien por dónde empezar. – de sus propiedades más bien.

¿Les ocurre algo? – preguntó extrañado.

No... sólo quería saber si era posible que los portadores de los medallones pudiesen... digamos...

¿Si?

Penetrar en los recuerdos

¿En los recuerdos?

Bueno, Harry esta mañana ha tenido una especie de visión de mi "futuro".

¿A qué te refieres exactamente? ¿Ha visto cómo luchaba o cómo moría?

No... ha visto mi habitación y... – hizo una pequeña pausa – me ha visto a mi acostada en el colchón.

¿Te ha reconocido? – casi gritó.

No, únicamente está seguro de que era una mujer. Lo sabe porque vio uno de mis brazos...

Tal vez sea bueno ¿no? Quiero decir – siguió al ver la mueca de la castaña – Así podrá saber lo que ha pasado en su futuro y puede detenerlo

Pues yo creo que es mejor que no lo sepa, no quiero que cargue con las muertes de mi familia, sus mejores amigos, sus familiares y encima con mi encarcelamiento. No creo que pueda soportarlo y ahora no es el momento de que se hunda... – sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas. – No creo que sea justo que cargue con tanto...

Está bien – respondió severamente – lo haremos como dices, aunque sigo creyendo que sería lo mejor.

¿No habrá alguna forma de pararlo?

¿Pararlo?

Sí, una forma para que no siga viendo mis recuerdos. Estoy segura de que, en algún momento, se dará cuenta de a quién pertenecen esos recuerdos... – comenzó a pasear nerviosa entre los baños.

Pues realmente no lo sé. Dumbledore no me explicó nada a cerca de ellos, supongo que todo estará en ese libro ¿aún lo tienes verdad? – preguntó al ver la palidez de la cara de la castaña en ese momento.

No, Voldemort me obligó a devolverlo – respondió con furia contenida. – Hizo una reunión con tu yo del pasado…

¿Ah, sí? ¿y cómo reaccioné? – preguntó interesado el profesor.

¿A qué te refieres?

Bueno, después de lo que me dijo Dumbledore cuando me dio el libro, llegué a la conclusión de que debía de ser muy importante que lo guardase y te lo entregase en un futuro no muy lejano. Supongo que me resultaría bastante extraño ese cambio en el director…

Recuerdo que no le miraste a los ojos, te concentraste en un punto de la pared. Y más tarde me diste una especie de mapa de los lugares en los que se encontraban los ingredientes.

Entiendo, seguramente sospeché que no era el director el que estaba frente a mí.

¿Por eso miraste a un punto de la pared? ¿Para que no te pudiese leer la mente? – el profesor asintió con la cabeza – Tampoco querías que me quedase a solas con él… Lo que no entiendo es porque nos ha mandado al Bosque Prohibido… - comenzó a pensar en alto.

¿Al Bosque Prohibido?

Sí, hemos de ir allí para recoger unos ingredientes para pociones por la noche… estoy segura de que trama algo.

¿Vas a ir tú sola? – se interesó.

No, se las arregló para que fuésemos Harry y yo, pero tengo un pequeño plan… - sonrió.

¿Plan?

Sí, me he enterado de que debemos ir al Ministerio para averiguar la forma de derrotar a Voldemort.

¿Al Ministerio? ¿Cómo lo sabes?

Bueno, lo descubrí en el libro que te confió Dumbledore. Es una especie de portal que me descubrió una escena en la que estábamos todos enfrente a una de las puertas del Ministerio. Lo recuerdo porque estuvimos allí en quinto.

¿Y en qué consiste el plan? – preguntó después de oír con interés la explicación de Hermione.

He pensado que lo más lógico es que nos ataquen en el Bosque Prohibido así que aprovecharé esa ocasión para hacer que hablen sobre el Ministerio... que digan cualquier cosa. Eso todavía no lo tengo decidido... – ahora estaba dando pequeñas vueltas pensando en alto. – Intentaré que lo oiga Harry para no tener que inventarme una excusa poco creíble para ir.

Espero que tengas suerte... ya hablaremos más tarde – cerró su medallón cuando Avery entraba sujetando a Harry por un brazo.

Cuando desapareció la imagen de Snape, Hermione se sentó en el suelo. Sabía que el plan que había trazado era muy arriesgado pero no se le ocurría otra salida. Seguramente así no sospecharían que ella parecía saber más de lo que aparentaba. Lo más fácil sería poner en boca de algún mortifago algo relacionado con el Ministerio... sí, conseguiría que uno de ellos hablase de algo que hay ahí que Harry no tiene que encontrar por nada del mundo. Tendría que utilizar el hechizo cuando alguno estuviese muy cerca de ella; ese era básicamente el peligro. Aún no había conseguido realizar el hechizo en la distancia a no ser que tuviese un vínculo muy fuerte con esa persona. Y este no era el caso. Se resignó y se levantó del suelo. Todavía le quedaba otro pequeño problema ¿cómo iba a conseguir que Harry no tuviese más visiones a cerca de su futuro? Sin el libro y sin ninguna oportunidad de volver a conseguirlo... iba a ser realmente difícil. Abrió la puerta del baño todavía pensando en ello y no se dio cuenta de que había empujado a un pequeño ser que ahora estaba en el suelo mirándola.

¡Perdona Dobby no te había visto! – le dijo Hermione mientras se agachaba para ayudarle a levantarse - ¿Te he hecho daño? ¿Quieres que te lleve a la enfermería?

No hace falta señorita Hermione Granger.

Lo siento mucho... tendría que haber estado más atenta – siguió disculpándose preocupada - ¿seguro que no te he hecho nada? – examinó con la mirada al pequeño elfo que, en ese momento, la estaba sonriendo.

No se preocupe señorita. – dejó que le examinara completamente para tranquilizarla. – Dobby le trae un paquete a la señorita Hermione Granger.

¿Un paquete? ¿De quién?

Dobby lo siente pero no puede decírselo señorita. – el elfo bajó su mirada.

No importa, tranquilo – dijo recogiendo el paquete que le tendía el elfo ahora sonriente.

Es muy buena con Dobby señorita...

Al contrario, siempre nos has ayudado.

Bueno, Dobby tiene que irse a las cocinas a preparar la comida de hoy señorita. Pero, ¿puede Dobby invitar a la señorita Hermione Granger y a su amigo el gran Harry Potter a visitarle en las cocinas?

Claro, no te preocupes iremos a visitarte – le sonrió.

¡Gracias! Dobby está feliz – el elfo se fue en dirección a las cocinas dando pequeños saltitos de alegría.

¡Hermione! – la llamó Ginny justo cuando iba a abrir el paquete. - ¿puedo hablar un momento contigo? – le preguntó cuando llegó a su altura - ¿Qué es eso?

Ummm no lo sé, me lo acaba de traer Dobby. Bueno, ¿qué es lo que me quieres contar? – guardó el paquete en su mochila.

Mejor en la sala común – respondió la pelirroja mientras ambas se encaminaban a la sala. – ¡Vaya! – exclamó cuando, al llegar a la sala común, se encontró con Harry y Ron sentados hablando – Te espero arriba en la habitación – le indicó al ver que los dos chicos hacían señas a su amiga para hablar con ella.