¡Hola! ¿qué tal las Navidades? Espero que os lo hayáis pasado muy bien y que los Reyes Magos os hayan traído muchos regalos jejejejejejeje
Lo primero… todos los personajes que he utilizado (salvo alguno que me he inventado) son propiedad de JK Rowling, de la Warner y de cualquiera que haya pagado los derechos (creo que me portado mal este año… los Reyes no me han traído parte de los derechos jejejejeje)
También quiero agradeceros vuestros reviews ¡Muchas gracias! No voy a poder contestar (¡lo siento mucho!) pero es que mañana vuelvo a trabajar y tengo unas cuantas que hacer todavía jejejejejeje (vaga que es una…) de todas formas lo intentaré la próxima vez ¿vale? ¡Espero que os guste!
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¿Qué? – Harry se había parado en seco y volvió su cabeza para ver de dónde había salido esa voz.
¿Ocurre algo? – preguntó Hermione mientras que se apoyaba en la pared ya que el moreno la había soltado para poder volverse totalmente mirando fijamente al salón.
Creo que he oído una voz...
¿Una voz? ¿De quién era?
No lo sé, pero creo que la conozco – recogió a la castaña y la apoyó en uno de sus hombros. - ¿Te sientes mejor?
Sí, sólo un poco cansada.
¿Crees que podrás subir tú sola a la habitación?
Espero que sí porque no tengo ánimos de bajar por un tobogán – ambos rieron. Cuando llegaron al retrato de la Dama Gorda Harry dijo la contraseña y entraron en la sala común. Él tenía la esperanza de que alguna chica estuviese aún despierta para que acompañase a Hermione pero estaba desierta.
Te acompaño, creo que no estás en condiciones de subir sola por las escaleras.
Se supone que los chicos no pueden entrar en nuestras habitaciones Harry, no te preocupes seguro que puedo subir sola...
No, he dicho que te acompaño y te acompaño. – reafirmó.
¿Y cómo piensas subir? ¿te vas a convertir en una araña gigante? – la castaña rió.
Mmmm es una buena idea... Pero seguro que por aquí hay algún resorte o botón o algo... – comenzó a palpar las paredes.
No creo que lo encuentres. De haber un botón, seguro que estará en la parte de arriba para que solo nosotras podamos activarlo. En serio, no te preocupes, podré subir sola. – se despidió de él con un beso en los labios y comenzó a subir lentamente las escaleras. Harry seguía abajo para asegurarse de que llegaba bien.
Ya había subido la mitad de las escaleras cuando, de repente, todo lo que había a su alrededor desapareció. No estaba la puerta de su dormitorio, no estaba de pie en una de las escaleras, no veía a Harry al pie de ellas, sólo veía una inmensa oscuridad. Parpadeó un par de veces para verificar que no se trataba de una broma. Llegó a la conclusión de que era verdad; estaba perdida en la oscuridad. Intentó alcanzar su varita pero no la tenía encima. Desesperada comenzó a mover las manos intentando encontrar una superficie palpable. Nada. Cerró los ojos y trató de calmarse. ¿Cómo había llegado ahí? Y lo que era más importante ¿quién la había llevado?. No tuvo que esperar mucho para saber la respuesta; una figura se acercaba a ella. Mientras se iba acercando se iban encendiendo poco a poco unas luces en el techo. Se parecían mucho a esas luces que se encendían por el movimiento. Cuando ya estaba frente a ella descubrió que la figura que le estaba observando vestía una larga capa con una capucha cubriéndole la cara.
Voldemort – dijo en voz alta. La figura no se movió pero podía haber jurado que vio una sonrisa.
Eres demasiado inteligente – su voz parecía muy lejana, como de ultratumba.
¿Qué es lo que quieres? – le desafió.
¿No lo sabes? – ella negó lentamente con la cabeza sin dejar de mirarle a donde ella pensaba que estaban sus ojos – Me sorprende... – cruzó los brazos – Te quiero a ti.
¿Qué? – retrocedió un paso.
Sé que eres muy inteligente... no me hagas explicártelo – pronunció las palabras como intentando enseñarle a un niño que dos y dos son cuatro.
Aunque me cueste negarlo, sé que tú también lo eres y por tanto sabrás mi respuesta – recuperó la compostura y acortó la distancia entre ambos.
Si sigues con él acabarás mal... como su madre. Ella no tenía que haber muerto... – se acercó más a la castaña.
¿También le avisaste? – preguntó entre dientes a lo que él asintió – que alma tan caritativa – en su voz había ironía y desprecio.
Únete a mí y no tendrás el mismo final que ella – volvió a repetirle perdiendo la paciencia.
Sabes que nunca lo haré... – respondió en el mismo tono.
Está bien, hagamos un trato
¿Un trato? ¿tú y yo? – preguntó escéptica.
Sí, ¿qué tengo que darte a cambio para que te unas a mí? – parecía querer a toda costa que estuviese de su lado.
¿Lo dices en serio?
Sí.
Ya sabes lo que quiero ¿verdad?
Está bien, dejaré a Potter en paz y no le volveré a tocar en la vida. ¿era eso no?
No exactamente... sé que uno de los dos ha de morir y por tanto no podrás cumplir tu promesa... no soy tan estúpida.
Entonces ¿qué es lo que quieres? – gritó perdiendo la poca paciencia que le quedaba.
¡Quiero que desaparezcas! – su voz resonó por todo el espacio. – Sólo si desapareces me uniré a tu ejercito de mortifagos
¿Quieres que desaparezca? Trato hecho. Desapareceré y tú liderarás a mis mortifagos
¿Qué? No pienso hacerlo.
He cumplido tus exigencias, yo desparezco y tú te unes a mi bando.
No es posible... sé que tú quieres controlar el mundo y si desapareces no lo lograrás.
Es cierto... – comenzó a caminar rodeando a Hermione – pero mi semilla logrará conquistar el mundo con tu ayuda, por supuesto.
¿Semilla?
Sí, un hijo... – miró a la castaña a los ojos – tuyo. – esas palabras resonaban en su mente. Un hijo suyo. Voldemort quería que ella tuviese a su hijo. Alguien que conquistase el mundo. Un hijo suyo. No podía pensar... sólo negaba una y otra vez con la cabeza mientras la risa del amo de los mortifagos resonaba en su mente una y otra vez. – Piénsalo muchacha... tu mundo a cambio de ti...
¿Mi mundo? ¿dejarías el mundo muggle y el mágico en paz?
Pensé que eras más inteligente... escucha lo que te estoy diciendo. TU MUNDO.
"Mi mundo" una y otra vez repetía esas palabras. Sin duda se refería a Harry... si ella aceptaba el trato él nunca más volvería a correr peligro... nunca. Pero ¿qué estaba diciendo? Estaba segura de que el hijo de Voldemort intentaría acabar con él. Volvió a mirarle. Sólo era un saco de huesos oculto tras una capa, tal vez le quedase poco tiempo y quería volver a ser fuerte y poderoso. Con un hijo lo conseguiría. Seguramente utilizaría algún hechizo de magia antigua para poder reencarnarse en él. ¿Cómo ha podido ni siquiera dudarlo? La verdad es que era una oferta muy tentadora pero... no, no podía aceptarla.
Lo siento pero creo que no voy a aceptar tu trato – se quedó quieta esperando la reacción de aquella figura.
¿Sabes que te arrepentirás verdad? Cualquier decisión que tomes ahora puede modificar tu futuro...
¿Eso es una amenaza? – levantó una ceja.
No sabes lo que estás haciendo... estás firmando tu sentencia de muerte. – se adelantó hasta quedarse a unos milímetros de ella. Rápidamente Hermione bajó la mirada para no ver lo que escondía la capucha.
La estaría firmando igual si me uniese a ti
Pareces muy valiente para no atreverte si quiera a mirarme a la cara – sonrió.
Y lo soy – decidida miró hacia arriba para ver lo que Voldemort guardaba detrás de esa capa. Lo que vio la dejó sin respiración. Dos óvalos rojos centelleantes de movían de un lado para otro. Parecía que no tenían un par de cuencas para poder descansar. A su alrededor pudo ver lo que parecían trozos de piel. Era blanquecina y desgastada. Lo peor de todo es que no estaba unida. Podía ver pequeños huecos negros entre ella. Viajó con la mirada hasta ver sus labios. Parecían dos delgadas líneas rojas que se contorneaban en una risa terrorífica. Quiso gritar.
¿Has visto algo que te ha asustado? – preguntó maliciosamente al ver cómo ella reprimía un grito.
No
Ante todo una gran Gryffindor... como ese estúpido de Godric – murmuró. – Recuerda que te he ofrecido una oportunidad, una gran oportunidad... – dicho esto se dio la vuelta y comenzó a alejarse. Ella se quedó allí inmóvil. Notó cómo parecía que se iba hacia atrás. Se sentó y cerró los ojos. Se preguntó si cuando los volviese a abrir todo eso habría pasado.
¿Qué ha pasado? – oyó que preguntaba una voz muy conocida. – Abre los ojos por favor – suplicaba. – Por favor – ante la suplica ella los abrió lentamente. No podía negarle nada al dueño de esa voz. - ¿Hermione? ¿Estás bien?
Eh... sí, estoy bien. Sólo me he mareado tranquilo – intentó sonreír mientras le miraba a los ojos.
No vuelvas a asustarme así – la abrazó mientras le besaba tiernamente en el pelo.
No ha sido mi intención – intentó esbozar una sonrisa pero no lo consiguió.
Estás muy cansada para poder subir tú sola...
¿Pretendes ayudarme a subir? – se incorporaba lentamente mientras Harry la ayudaba – Ya sabes que no puedes.
Tienes razón... ni siquiera puedo avisar a alguna de tus compañeras. Pero – dijo de pronto – hay dos opciones.
¿Dos opciones? – preguntó extrañada.
Sí. La primera es venirte conmigo al cuarto de los chicos y dormir en mi cama mientras que yo duermo con Ron – a la castaña no parecía convencerle mucho la idea de despertarse mañana y tener que dar explicaciones a todos sus compañeros – O – siguió al ver la expresión de la chica – podemos quedarnos aquí los dos.
¿Los dos?
No pensarás que te voy a dejar sola ¿verdad? – respondió mientras la llevaba en brazos al sillón.
Mmm pues la verdad es que no sé cual de las dos opciones es mejor... en cualquiera de las dos dormirás muy mal
¿Aún te preocupas por mí? ¿Después de todo lo que ha pasado y de lo cansada que estás te preocupa cómo duerma yo? – preguntó incrédulo mientras sonreía al ver la cara de enfado de la castaña.
Pues claro que me preocupo por ti... siempre lo hago. – replicó molesta
No te enfades – le dio un beso en la mejilla – lo que pasa es que no sé porqué tú te puedes preocupar por mi y yo no por ti... – se levantó a recoger unos cojines.
Es diferente...
¿Ah si? ¿en que sentido? – se acercó con ellos y conjuró unas mantas.
Pues... en que... tú no puedes morir por mi culpa... sería mucha responsabilidad...
Tú tampoco puedes morir por mi culpa. Me hundiría... – acomodó a Hermione poniéndole varios cojines en la cabeza y tapándola con un par de mantas.
Mmmm pues... – se había quedado sin argumentos.
Hermione – le interrumpió mientras él se acomodaba en otro de los sillones que estaban a su lado – no importa lo que digas. No importa que digas que si yo muero se acaban todas las esperanzas de los magos y muggles para poder volver a vivir tranquilos. Si tú no estás conmigo sabes perfectamente que todo me dará igual. Sabes que nunca lograría vencerle. Eres... eres... – tartamudeó mientras su cara adquiría un color rojo intenso – eres lo único que hace que tenga fuerzas y suficiente confianza en mi.
Harry... – extendió los brazos hacia él – lo mismo me pasa a mi – cuando estuvo lo bastante cerca de ella le abrazó con mucha fuerza, como si en ese mismo momento pudiese desaparecer – Te quiero – y le besó. Le besó con pasión, ternura, terror por poder perderlo, angustia por las palabras que había pronunciado, soledad que llenaba con su simple presencia, necesidad de estar a su lado y miedo por cómo iba a actuar después de que se cumpliese el destino de ella; la muerte.
Será mejor que descanses – le dio un beso en la frente y la arropó. – Buenas noches.
Buenas noches.
Se arrastra por un pasillo oscuro. Se para y mira a ambos lados. Sabe que hay alguien en la habitación de al lado. Pasa su delgada lengua por los dientes y aspira el olor que emana esa persona. Sonríe. Siente el filo de los colmillos y siente el deseo irrefrenable de ir a por ella y probar su piel. Un grito surca el aire. Es su señor. Avanza rápidamente a su encuentro. Entra en una habitación iluminada por antorchas ancladas en hierros con forma de serpiente. En el centro se encuentra un sillón verde que parece atraer toda la iluminación. Sentado se encuentra su señor. Siente una oleada de orgullo y alegría. Corre a enroscarse en su lado derecho para poder protegerlo contra cualquiera que quiera atacarlo. Barre con su mirada la habitación. Por fin descubre algo con que jugar. Hay un hombre mal herido en un rincón intentando parecer fuerte. "Mmmm te voy a bajar los humos" piensa mientras se acerca a él. Primero sigilosamente y despacio para después avanzar más rápidamente, como si estuviese dando latigazos en el suelo. El hombre, al sentirla, se gira bruscamente. Pero, cuando ya está a punto de ver su rostro y acabar con él una palabra, más bien una orden, se oye en toda la habitación "¡Alto!". Se gira sobresaltado para ver a su señor. Con una señal le dice que vuelva a su sitio. Cuando está otra vez enroscada a su lado suelta una carcajada. Una terrorífica carcajada que hace que el hombre arrinconado y herido tiemble ligeramente. Lo que hace que sienta una gran satisfacción. "Tranquila, llegará el momento de la venganza". Una promesa que calma todo su cuerpo. "Pronto" "Pronto le mataré".
¡Qué! – Harry abre los ojos sobresaltado. Ha vuelto a soñar que era la serpiente de Voldemort. ¿Sería otra visión de lo que estaba pasando? Mmmm no. Definitivamente no lo era. No ardía su cicatriz. Inconscientemente se pasó los dedos por ella cuando alguien se los cogió con delicadeza. Al principio se apartó bruscamente. Intentó visualizar la figura que estaba a su lado. - ¿Hermione?
¿Estás bien Harry? – le preguntó preocupada. – Murmurabas algo entre sueños y te movías compulsivamente. – le estaba quitando el sudor de su cara con un pañuelo.
No pasa nada, estoy bien...
No me mientras Harry... ¿has vuelto a soñar con Voldemort? – le preguntó mirándole a los ojos.
Yo... no me pasa nada en serio... – apartó la mirada.
Harry James Potter sé perfectamente cuando me estás mintiendo. – la castaña hizo que le mirase otra vez a los ojos.
Está bien, está bien. ¿Recuerdas el sueño que tuve cuando Nagini estaba atacando al padre de Ron? – Hermione asintió con la cabeza – He vuelto a ser ella...
¿Voldemort ha vuelto a atacar a alguien? Debemos hablar con...
No, no creo que haya atacado a nadie – interrumpió a Hermione. Sabía que le mandaría hablar con Dumbledore y no quería pasar otra vez por eso – No me ha dolido la cicatriz. Creo que he vuelto a entrar en el pasado de esa chica... – la castaña se sentó en el suelo de la impresión.
¿Qué... es... lo... que... has... visto? – tartamudeó por el miedo a que le hubiese descubierto. Harry lo achacó a su miedo por que le ocurriese algo malo si seguía teniendo esas visiones.
Estaba en una sala muy grande iluminada por antorchas. Voldemort estaba sentado en un sillón verde. En un rincón estaba tirado un hombre muy mal herido. Yo corro a atacarle pero Voldemort me detiene en el último momento.
¿Viste... quién... era? – preguntó casi sin aliento.
No, no lo vi. Será mejor que hable sobre esto con Dumbledore mañana.
¿Qué? – la castaña dio un pequeño salto en el sitio – Será mejor que no lo hagas... – respondió de inmediato.
¿Por qué no?
Creo que podemos solucionarlo nosotros solos – por nada del mundo quería que fuese al despacho del director para contarle con pelos y señales todo lo que había visto del "futuro". Sospecharía y trataría de encontrar un vínculo. Seguramente después de mucho hablar... ¡tal vez acabase contándole lo del medallón de sus padres! No... no podía ser... ¿por qué se lo iba a contar?.
¿Hermione?
... – Era un regalo personal, un regalo de sus padres... no, definitivamente no hablarían de eso... ¿seguro? ¡Arggg! Tengo que convencerle de que no vaya.
¿Me estás escuchando?
... – Pero ¿y qué le digo? Siempre le he dicho que hable con Dumbledore... seguro que le ha sonado raro lo de "nosotros lo solucionamos". A estas horas de la noche no tengo muy buenos reflejos... ¡qué hago!
Hermione, despierta – chasqueó sus dedos delante del rostro para sacarla de sus pensamientos. Pareció recobrar la conciencia de dónde estaba.
¿Por qué has hecho eso?
No me estabas escuchando – se defendió - ¿En qué pensabas?
¿Eh? Pues... en lo que me acababas de decir por supuesto...
¿Crees que lo podemos arreglar solos?
Claro que sí... yo buscaré algún tipo de hechizo no te preocupes...
¿Seguro? – no estaba muy convencido.
Por supuesto... no te preocupes yo encontraré algo – dijo con firmeza.
Me parece raro...
¿Raro? ¿el qué? – Me ha pillado, ahora dirá que es raro que no quiera hablar con Dumbledore, ¿cómo salgo de esta? ¿me desmayo o mejor le callo? Mmmm sí, creo que será mejor que le calle. – una sonrisa se dibujó en su cara mientras que el moreno seguía divagando en voz alta.
Pues que al final se te haya pegado a ti el espíritu de aventura en lugar de pegársenos a nosotros el de la responsabili... – no pudo terminar la frase porque Hermione le estaba callando de la única forma que se le ocurría en ese momento; besándole.
¿Qué decías? – preguntó cuando se separó de él.
¿Eh? Pues... esto...
¿Te falla la memoria? – rió ella.
Cuando me besas así sí – la atrajo hacia él y la besó en la comisura de los labios.
Eh... será mejor que nos vayamos a dormir. Creo que ya tengo fuerzas para subir a mi habitación – interrumpió mirándole a los ojos.
¿Segura? – la volvió a besar con suavidad.
Sí...
¿De verdad que no prefieres quedarte aquí conmigo? – besó su mejilla.
Esto... – no se podía concentrar mucho porque el moreno comenzaba a darle pequeños besos por su cuello. – Creo que es mejor que... eh... vayamos... a ... dormir a... la habitación... digo... a nuestras... respectivas... habitaciones...
No pareces muy segura... – sonrió y siguió con el recorrido hasta llegar a su hombro.
Estoy... convencida – había cerrado los ojos y parecía dejarse llevar.
¿Entonces por qué no puedes decir una frase sin pensar cada palabra? – se rió separándose de ella.
¿Qué? – ahora le veía delante de ella riéndose a mandíbula batiente. - ¡Me vengaré Harry!
¿Ah? ¿si? ¿y qué piensas hacerme? – le guiñó un ojo juguetonamente.
Querrás decir que es lo que no pienso hacer – su cara se tensó en una media sonrisa y sus ojos se entrecerraron.
¿Qué quieres decir con eso? – preguntó con miedo.
No pienso volver a besarte por lo menos en... tres días. – se levantó y recogió las mantas y los cojines.
¡No lo dirás en serio! – se alarmó levantándose.
Claro que sí, debería usted saber que no se puede jugar conmigo señor Potter... – respondió sin mirarle a la cara y aguantándose con dificultad la risa.
Perdona... lo siento... – comenzaba a acercarse a la espalda de la castaña.
Ya es demasiado tarde... – aunque ya había recogido todo no se había dado la vuelta. Seguía mirando fijamente al sofá cuando apareció una flor encima de las mantas. - ¿Y esto? ¿es un soborno? – preguntó recogiéndola.
¿Funciona? – la abrazó por la espalda.
Tal vez... – se dio la vuelta y le sonrió ampliamente. - ¿Tú que crees? – cogió su cabeza entre sus manos y le besó con ternura.
Creo que sí... – se volvió a acercar a ella. Cuando ya estaba muy cerca la castaña se separó riendo de él y corrió hasta el pie de las escaleras a su dormitorio.
¡Hasta mañana! – se despidió con una mano mientras que con la otra se sujetaba el estómago que, de tanto reírse, comenzaba a dolerle.
Eres... – corrió hacia ella mientras que Hermione subió cinco escalones, lo suficiente para que no la alcanzase.
Buenas noches señor Potter – volvió a despedirse lanzando un beso al aire.
¿Crees que así conseguirá escapar de mi señorita Granger? – preguntó peligrosamente Harry que estaba delante del primer escalón.
¿A qué se refiere? – pero, cuando en la cara del moreno apareció una sonrisa de oreja a oreja, comprendió exactamente a que se refería – No serás capaz...
Claro que sí – confirmó alzando su pie y sosteniéndolo en el aire encima del primer escalón.
Pero... podría caerme...
Sabes que yo te recogeré – comenzó a separar ligeramente los brazos.
Sonará la alarma y vendrán todos para ver qué ha pasado...
¿Crees que a estas alturas me importa lo que piensen los demás? – siguió sonriendo mientras acercaba peligrosamente su pie al escalón.
Podrían enterarse de que tú y yo somos novios...
Mmmm siempre he querido gritarlo a los cuatro vientos...
Voldemort... – ahí se acabó la discusión, Harry quitó rápidamente y con mucho cuidado el pie retrocediendo un par de pasos. - ¿Estás bien?
Sí, perdona... – no pudo contener una mueca de tristeza. – Será mejor que nos vayamos a la cama... – retrocedió otros dos pasos y se encaminaba a su cuarto cuando la castaña le abrazó por su espalda.
No te preocupes, todo saldrá bien – y le besó ligeramente la nuca para volver corriendo a las escaleras.
Gracias – respondió Harry mientras le dedicaba una sonrisa.
De nada ¡qué duermas bien! – se despidió Hermione mientras vio cómo él desaparecía por la escalera.
¿Qué tal anoche? ¿recogisteis todos los ingredientes? – preguntó Ron al día siguiente mientras él y Harry esperaban a su amiga en la sala común.
Sí, conseguimos todos los ingredientes – seguía mirando directamente a las escaleras.
¿Os atacó alguien? – preguntó el pelirrojo en apenas un susurro. Su amigo afirmó con la cabeza lentamente y le contó todo lo que había pasado la noche anterior.
¡Vaya! ¿Así que Snape os ayudó? Nunca me lo hubiese imaginado...
Pues sí, nos ayudó a escapar de ellos – interrumpió la conversación Hermione que se había puesto a su altura.
Esto... ¿nos vamos a desayunar? – propuso el moreno para evitar una nueva discusión.
Tenemos que hablar – la castaña tiró de los brazos de sus dos amigos después de la última clase del día.
¿Qué es lo que pasa? – preguntó Ron mientras seguía a su amiga a la fuerza - ¿Dónde vamos? – no se dirigían a la sala común.
A la sala de los menesteres... – pasó tres veces por delante pensando en que necesitaban una sala insonorizada para poder hablar de lo que ocurrió por la noche en el bosque prohibido. En cuanto apareció la manilla empujó a sus amigos adentro antes de que les viese otro alumno.
Pero ¿qué es lo que pasa? ¿por qué nos empujas así? – preguntó enfadado Ron mientras se sentaba en un sillón.
Perdona... es que es algo muy importante y no puedo dejar que nos oiga nadie.
¿Es sobre lo que pasó anoche? – preguntó Harry que se había sentado al lado de su amigo.
Sí, - se acercó más a ellos – ¿recuerdas al mortifago que me retuvo?
Claro que lo recuerdo – respondió entre dientes – le di su merecido congelándolo...
Veo que lo recuerdas. Bueno, mientras me estaba sujetando dijo algo muy interesante...
¿Qué es lo que dijo? – preguntó interesado Ron a quien se le había pasado el enfado.
Dijo que me iban a secuestrar para que no fueses al ministerio – terminó mirando directamente a Harry.
¿En el ministerio? – repitió sin comprender - ¿Qué es lo que no quieren que encuentre allí?
Creo que el arma que puede vencer a Voldemort – respondió de repente Ron.
¿Qué? – preguntó sorprendido Harry mientras Hermione sonreía satisfecha.
Piénsalo... ¿por qué un mortifago no querría que fueses al ministerio? Pues porque allí se encuentra algo que puede dañar a su señor... ¿y qué es lo que le puede dañar? Pues supongo que ese "arma" que tienen escondido allí ¿no?.
Es lógico – corroboró Hermione.
¿Vosotros creéis?
Yo apostaría todo lo que tengo – afirmó Ron
Entiendo... – después de meditarlo unos segundos se levantó – Creo que deberíamos ir al ministerio a averiguarlo por nosotros mismos.
¿No deberíamos hablar antes con Dumbledore? – preguntó Hermione - ¿Cómo que hablar con Dumbledore? Hermione... estás fatal... recuerda, Dumbledore es Voldemort... ¿cómo le vamos a preguntar a él si podemos ir a por un arma para aniquilarle? ¿qué le vas a decir? Oye Voldie... ¿te importa si nos vamos al ministerio para poder rescatar el arma para matarte? Lo que hace la costumbre...
Será mejor que no – respondió tajante Harry lo que hizo que la castaña diese un pequeño suspiro de alivio que nadie notó.
¿Estás seguro? Recuerda lo que pasó la última vez – en ese mismo momento Ron se arrepintió de lo que acababa de decir – Lo siento – miró al suelo.
No te preocupes... No quiero que lo sepa, no me preguntes porqué pero tengo un mal presentimiento. Es como si ya no confiase en él... – dijo confuso.
¿No confías en él? – preguntó interesada Hemione.
Cada vez que entro en su despacho... no sé cómo explicarlo pero... siento que pasa algo; que algo no anda bien.
Está bien no le diremos nada – zanjó el tema la castaña. - ¿Creéis que seremos suficientes nosotros tres? – comenzó a analizar la situación, después de todo en la visión había visto cómo le acompañaban los demás.
No quiero involucrar a nadie más – respondió el moreno – De hecho si pudiese evitarlo, vosotros no vendríais conmigo...
Pero como no puedes evitarlo, iremos contigo – Ron le dio un pequeño codazo en señal de compañerismo.
Me lo imaginaba. Aún así preferiría ir solo, después de lo que os pasó en quinto cuando os arrastré allí... – Harry no quería ni recordarlo. Todavía seguía sufriendo por la pérdida de su padrino y recordaba cómo, por unos instantes, creyó que Hermione había muerto.
Será mejor que no pienses en eso si tenemos que volver – intentó sonreír la castaña.
¡Mejor vamonos de aquí! Quiero cenar – Ron se levantó del sillón y abrió la puerta – Las damas primero – rió.
Qué caballeroso... – la castaña imitó a su amigo.
Un momento... ¿cuándo iremos al ministerio? – preguntó en voz baja Harry una vez hubieron salido.
Mira por donde aparece San Potter... – Draco les había interrumpido. Se encontraba apoyado en el marco de la puerta de una clase vacía. Estaba acompañado, como siempre, por sus dos guardaespaldas y su "novia".
¡Vaya! El huroncito... ¿te han dejado salir de la clase de cuidado de criaturas mágicas? – replicó molesto Ron.
Weasly, Weasly, Weasly... ¡qué gracioso! Pensé que no podrías aprender tanto vocabulario de los libros de segunda mano... – el rubio entrecerró los ojos. Su "sequito" comenzó a reír ruidosamente.
Vamos chicos... será mejor que nos vayamos... – Hermione empujó débilmente a sus amigos para dirigirse al comedor.
¿A dónde crees que vas sangre sucia? Para ti también hay unas palabras... – Pansy había dejado de reír y se encaró a la castaña.
¿Sangre sucia? ¿En serio que no se te ocurre un insulto mejor? – replicó cansada de oír esas dos palabras tan a menudo en la boca de la Slytherin.
Eh... – miró a sus amigos en busca de apoyo – bueno, tal vez dentro de poco no podrás considerarte únicamente sangre sucia... tal vez seas una huérfana sangre sucia aunque, personalmente, no creo que la pérdida sea muy grande – disfrutó cada una de las palabras que pronunció con una sonrisa. Al oírla Hermione se quedó blanca, Ron parecía que de un momento a otro iba a abofetearla y Harry se apretaba los puños para contenerse y no dejarle dos marcas en la cara. Cuando vio la reacción de los tres comenzó a reírse de tal manera que parecía que se iba a atragantar de un momento a otro. La castaña sabía que no podía hacer nada en los pasillos del colegio pero en su mente había un par de maleficios que estaría encantada de lanzarle. De repente Pansy dejó de reírse. Puso los ojos en blanco y su rostro se estaba tornando rosado. Parecía como si no pudiese respirar ya que hacía vanos esfuerzos con sus labios. En un momento estaba tirada en el suelo completamente desmayada.
¿Qué le habéis hecho? – preguntó Goyle que, inmediatamente después, se agachó para recogerla. Los tres se miraron intentando averiguar quién le había lanzado el hechizo. Pero ninguno lo había hecho. Hermione miró de soslayo a Draco que aún ni siquiera se había agachado a ver que le había sucedido a su "novia". Éste le devolvió una pequeña sonrisa sin que nadie se diese cuenta. El rubio había sido el artífice del hechizo. No pudo soportar por más tiempo las cosas que le estaba diciendo y, aprovechando el momento en el que sus dos guardaespaldas estaban riéndose con su "novia", le lanzó el hechizo. Ella sonrió fugazmente agradecida.
Será mejor que nos vayamos ¿no? – propuso Ron que no estaba muy seguro de lo que había pasado.
Sí, vamos a cenar antes de que se acabe la comida. – Harry comenzó a andar en dirección al comedor seguido por Ron. Cuando Hermione se disponía a seguirlos sintió cómo alguien le tiraba levemente del brazo. Al desviar la mirada descubrió cómo Draco la estaba mirando y parecía querer decirle algo. Ella sonrió asintiendo y atinó a decir con los labios "a las diez aquí".
Bueno, he de hacer las rondas ¡nos vemos! – se despidió Hermione de sus amigos después de cenar. Se dirigió rápidamente al lugar en el que había quedado con Draco.
Comenzó a andar para llegar a su cita cuando apareció su "pacifico director" y se plantó en medio del pasillo. Hermione, disimuladamente miró a ambos lados en busca de algún alumno o de apoyo. No encontró a nadie. Siguió su camino hasta llegar a la altura de Dumbledore. Éste le miró con una sonrisa en los labios.
He hablado con el profesor Snape y me ha comentado que ya reunieron los ingredientes en una sola noche.
Sí, tuvimos suerte. – respondió con tranquilidad.
Sí, también me informó del desagradable incidente...
Exacto, fue muy desagradable... nos sorprendieron cuatro mortifagos. Pero fue muy extraño. Únicamente querían secuestrarme parecía que nos les importaba mucho la presencia de Harry – comenzó a decir mientras ponía muecas fingidas de reflexión. – No lo entiendo...
¿No lograron sacarles información? – preguntó con avidez.
¿Información? No, no logramos escuchar nada. – respondió negando con la cabeza.
¡Vaya! Eso significa que seguimos como al principio... pensaba que, tal vez, habían escuchado algo significativo – parecía más tranquilo.
Pues no, lo único que me quedó claro es que me querían secuestrar.
Me alegro de que esté bien; de que estén bien. Ahora, si me disculpa he de resolver unos asuntos... – se despidió de ella.
La castaña siguió andando hasta llegar al lugar en el que la sala multiusos estuvo esta mañana cuando se reunió con sus amigos. Inspeccionó el lugar pero no descubrió a Draco por ningún sitio. – Debe estar escondido en algún sitio- se dijo a si misma y comenzó a buscar disimuladamente detrás de unas armaduras y, finalmente, en algunas aulas vacías. No encontró al rubio. - ¿dónde estará? ¿tal vez no ha entendido mi mensaje? – cuando comenzó su búsqueda por segunda vez sintió una sombra bastante rápida y oyó el ruido de una puerta al cerrarse. Estaba convencida de que era su amigo así que entró detrás de esa persona. Estaba oscura y, aunque entrecerraba los ojos intentando enfocar mejor, no pudo ver nada. Se acercó a lo que supuso una ventana y palpó en busca de la cortina. Cuando lo consiguió y la subió levemente, un pequeño rayo de luna dejó ver a su acompañante. Definitivamente no era Draco. Era la silueta de una mujer mayor con gafas. Se acercó más y descubrió que se trataba de la profesora de adivinación. Estaba sorprendida pero, al acercarse, tuvo que ahogar un grito. La cara de la mujer estaba casi desfigurada. Parecía soportar mucho dolor. Se apretaba con fuerza las costillas e intentaba con mucho esfuerzo respirar. Quiso ayudarla con algún hechizo calmante pero ella levantó la mano y la miró directamente.
Sólo una – dijo con voz ronca mientras miraba al vacío, ubicado en este caso en un punto indeterminado de la pared – podrá volver para reparar la brutalidad. Ofrecerá su vida a cambio de la resurrección. – seguía hablando mientras la castaña caía lentamente al suelo – Tendrá la sabiduría y el valor de los fundadores. Dará una segunda oportunidad al elegido. Una segunda oportunidad para acabar con Él. – lentamente se iba calmando y clavó su mirada en Hermione que aún la miraba aterrada desde el suelo – Sus actos determinarán un nuevo futuro o el renacer de la oscuridad. Su marca – continuó diciendo mientras miraba con cierta curiosidad a la castaña sentada a sus pies – será el círculo de comunicación de almas. – parpadeó un par de veces como tomando conciencia de dónde se encontraba y alzó una ceja en señal de desconcierto - ¿Qué estoy haciendo aquí? – su timbre de voz era el mismo que tuvo horas antes - ¿Qué haces tú aquí? – preguntó refiriéndose ahora a la chica que aún la miraba atontada.
¿Qué? – estaba desconcertada, no estaba muy segura de lo que acababa de oír.
¿Por qué estoy en este aula? – miraba a todos los lados intentando encontrar una explicación. - ¿Te estoy dando clases? – preguntó extrañada.
Sí – fue lo único que pudo articular sin sonar demasiado estúpida.
¿A ti? Tú abandonaste mi clase...
Lo sé pero... es necesario aprobar adivinación para convertirse en aurora...
No es necesario, te basta con aprobar aritmancia – se levantó de la silla – Será mejor que vuelvas a tu dormitorio, es muy tarde. Buenas noches – se despidió mientras cerraba la puerta. Hermione estaba atónita. Había escuchado de labios de Sybil Trelawny una profecía. Recordó que Harry le confesó que si conoció el contenido de su propia profecía fue gracias a ella. Dumbledore le contó que estando con ella en Cabeza de Puerco escuchó el contenido exacto de la profecía. ¿Así pudo Dumbledore saber que ella iba a volver al pasado? era una posibilidad. Exactamente era la única posibilidad que se le ocurría. – Por eso supo que hacer antes de que Voldemort acabase con él. Confió en Snape para no levantar sospechas. ¿Quién iba a creer que él me ayudaría? Ni yo estaba completamente segura... – Seguía tan inmersa en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta de que un muchacho rubio había entrado en el aula.
¿Estás bien? – preguntó Draco al ver que no le había visto y tenía la mirada fija en el suelo.
¿Quién? – pegó un pequeño salto - ¿Draco?
Claro que soy yo ¿con cuántos has quedado esta noche? – preguntó con sorna mientras la ayudaba a levantarse.
Me has asustado eso es todo... – se calmó - ¿qué me querías contar?
Os he oído – dijo simplemente mientras se sentaba en una silla.
¿Nos has oído?
Sí, cuando Potter os estaba preguntando cuándo ibais a ir al ministerio.
¡¿Qué! ¿no lo habrán oído también los demás verdad?
No, tranquila. No oyeron nada. ¿Para qué queréis ir al ministerio?
Bueno... – todavía no estaba muy segura de querer contárselo al rubio. Recordó la conversación que tuvo con sus amigos en la que les confirmaba que no confiaba del todo en él. ¿Sería correcto hablar de eso con él?
Si no quieres decírmelo estás en tu derecho – se levantó con brusquedad de la silla.
¡Espera! Yo... no era mi intención...
Tranquila, no pasa nada. – cuando se disponía a marcharse la puerta del aula se abrió de repente dejando ver a un muchacho moreno de ojos verdes.
No tienes porqué irte... – había estado escuchando toda la conversación.
¿Qué haces aquí? – preguntó sorprendida la castaña.
Tardabas mucho y bueno... al final he conseguido encontrarte – rozó ligeramente el bolsillo de su túnica dando a entender que tenía el mapa del merodeador.
Ah... – fue lo único que pudo decir Hermione ya que Draco estaba con ellos y no sabía nada del mapa.
Yo me voy – volvió a repetir el rubio que se encaminaba a la puerta.
No. Verás esto es muy difícil para mi pero... – Harry suspiró como si fuese a realizar una titánica tarea
Te vamos a contar lo del ministerio – Ron se había unido a sus amigos.
¿Qué haces aquí? – preguntó asombrado el moreno mientas se daba la vuelta rápidamente.
Bueno – se encogió de hombros – te seguí.
Y nosotros también – terminaron Ginny, Neville y Luna.
Pero bueno... ¿cómo habéis llegado vosotros? – les preguntó Ron que no había notado que le estaban siguiendo.
Yo tengo una excusa, soy prefecta y tengo que hacer la ronda – respondió sonriente la pelirroja.
Yo la estaba acompañando – siguió Luna que miraba fijamente, casi sin parpadear, al pelirrojo que lentamente daba un paso hacia atrás.
Seguí a Ron, era extraño que saliese tan tarde y después de lo que está pasando... pensé que tal vez necesitaría ayuda. – terminó Neville mientras cerraba la puerta.
En fin... ¿qué era lo que le ibas a contar a Malfoy? – preguntó Ginny mientras se acercaba a los demás.
Eh... – no estaba seguro de querer contarles a todos sus planes. Antes se lo iba a contar sólo a Malfoy porque, aunque le costase mucho aceptarlo, podía defenderse perfectamente solo. Pero ellos... sí, en quinto demostraron que eran suficientemente capaces de enfrentarse a cualquier cosa. En quinto... y en sexto. Allí sufrieron mucho ya que les acorralaron siete mortifagos muy experimentados. Acabaron tendidos en la cama del hospital de San Mungo. No quería volver a verlos en ese estado.
Perdona, pero creo que esta es una conversación privada... será mejor que os vayáis – el primero en hablar había sido Ron que miraba fijamente a su hermana.
¿Estas insinuando que no formamos parte de vuestros planes? – Ginny parecía que de un momento a otro iba a sacar chispas.
No lo estoy insinuando; te lo estoy diciendo – poco a poco iba moviendo a su hermana y a los demás hasta la puerta.
Somos perfectamente capaces de defendernos Ron... – casi siseaba las palabras.
No
Tú no puedes prohibirnos nada
Sí que puedo; de hecho creo estar haciéndolo.
Ron...
Ginny...
¡Tenemos derecho a ir! ¡Harry es nuestro amigo! ¡No queremos que le pase nada!
¡Y tú eres mi hermana y he dicho que no vienes!
¿Cómo quieres que te lo explique? Vamos a ir te guste o no.
¿Y qué pretendes hacer para que os dejemos venir?
Muy sencillo. Si no nos dejáis ir con vosotros se lo contaremos a Dumbledore... – amenazó Luna que hasta el momento había estado en silencio.
¿A Dumbledore? – Hermione parecía que le habían amenazado con contárselo al mismísimo diablo. Comprobó, por las caras que habían puesto sus compañeros, que no había medido muy bien el tono de su voz. – No quiero que nos expulsen – balbuceó.
No seréis capaces... – Harry entrecerró los ojos.
Claro que sí – respondió tranquilamente la rubia.
No sabéis dónde os estáis metiendo... será mejor que se lo dejéis a los mayores – Draco intervino en la pelea.
¿Acaso estás diciendo que cualquiera de vosotros es mayor que yo? – replicó Neville bastante molesto.
No me refería a eso... más bien a las capacidades – contestó mordazmente.
Mira Malfoy, que yo sepa estuvieron a punto de petrificarte en vacaciones... ¿lo recuerdas? – Neville se adelantó dos pasos y se encaró al rubio.
Eso no quiere decir nada... – escupió las palabras.
¡Ya está bien! – interrumpió Hermione – Estoy harta de ver cómo discutís por cualquier cosa. ¿Queréis venir? – miró a los tres amigos y estos asintieron - ¿No vais a parar hasta conseguirlo verdad? – nuevamente afirmaron – Pues decidido, que vengan.
¡Qué! ¡¿Sabes lo que estás diciendo! – Ron se dirigió al lugar en el que la castaña estaba sentada.
¿Y según tú qué es mejor? ¿encerrarles? – estaba enfadado pero poco a poco parecía ir cediendo – Seguro que son capaces de seguirnos y correr incluso más peligro del que correrían si no viniesen con nosotros... A mí tampoco me gusta mucho la idea pero, siendo lógicos, creo que es mejor que nos acompañen.
Está bien – aceptó a regañadientes – pero tú no te separas de mi ¿entendido?
Sí, sí... prometo no separarme ni un momento de tu lado – contestó Ginny alzando la mano como sellando la promesa.
Genial... ya que estos han conseguido lo que buscaban... ¿qué es lo que me tenías que contar Potter? – preguntó Draco interesado.
Bueno... hemos descubierto que el ministerio hay algo que Vol...
No digas su nombre – interrumpió secamente el rubio.
Creo que ya es hora de que dejéis de temer a un simple nombre.
Ya nos preocuparemos de eso después, ¿quieres seguir?
Por supuesto Malfoy – le lanzó una mirada furiosa – como iba diciendo, nos hemos enterado que el-que-no-debe-ser-nombrado ¿mejor así? – preguntó mirando directamente a Draco que sonrió irónicamente – no quiere que vaya al ministerio ya que allí se encuentra el arma definitiva para derrotarle. – todos, excepto Hemione y Ron, le miraban con los ojos desorbitados – Así que nosotros pensamos en ir y recogerlo.
¿Y cómo supones que vamos a entrar en el ministerio? – preguntó Draco.
Iremos hoy por la noche...
Lamento ser yo quién haga esta pregunta, pero... ¿sabéis acaso dónde la guardan? – alzó las manos dando a entender que las personas que estaban frente a él tenían un serio problema mental.
Sí – contestó con tranquilidad el moreno.
¿En serio? – preguntó incrédula Ginny haciendo caso omiso a la mueca de desconfianza del rubio.
Está escondida tras la puerta que no pudimos abrir en quinto.
¿Así que es allí dónde la guardan? – Ron se puso los dedos en la barbilla y comenzó a dar un pequeño paseo - ¿y cómo suponéis que podemos abrirla? – preguntó de repente mirando directamente a Hermione.
Ya nos preocuparemos por eso cuando lleguemos… - respondió la castaña.
Te recuerdo que no fuimos capaces de abrirla la otra vez – el pelirrojo se acercó a ella observándola detenidamente y cambiando radicalmente el gesto de su cara- ¿tú sabes cómo abrirla verdad? – soltó de repente.
¿Qué? ¿cómo quieres que lo sepa? – intentó hacerse la ofendida. ¡Claro que lo sabía! Pero ¿qué iba a decirles? ¿Qué estuviesen tranquilos porque había encontrado la respuesta en el libro que le robaron a Snape? ¿qué había visto el "pasado" al igual que Harry en segundo curso? Seguramente en ese mismo momento harían una llamada para San Mungo.
Pues yo creo que lo sabes pero no nos lo quieres decir – Ron se acercó mucho más a ella intimidándola.
¿Se puede saber qué es lo que te pasa? – la castaña retrocedió ligeramente. Mientras tanto los demás observaban la escena sin dar crédito.
¡Sí que lo sabes! – chilló de pronto y la agarró por los hombros - ¡Dímelo! – exigió acercando su rostro.
¡Ron me estás haciendo daño! – en el mismo momento que la castaña miró a sus ojos vio un destello rojo. Tembló. ¿Cuánto hacía que Voldemort había poseído a Ron?
¿Qué crees que estás haciendo? – Draco se había acercado y, de un empujón, había apartado al pelirrojo.
¡Me das asco! – le gritó al rubio - ¡Estás ayudando a una sangre sucia! ¡eres un traidor! ¡eres la vergüenza de tu familia! – en esos momentos parecía un demente.
¿Qué? – Harry se había puesto delante de él. Le miraba con los ojos desorbitados. Sabía que a el pelirrojo no le caía bien Malfoy pero lo de llamar a Hermione sangre sucia… eso nunca lo haría. Estaba seguro.
¡Apártate! – sacó su varita y apuntó directamente al pecho de la castaña – ella está con él Harry… es una traidora – su voz temblaba de ira – la voy a matar – una sádica sonrisa apareció en su rostro mientras miraba a su futura víctima directamente.
¿Qué estás diciendo? – el moreno se acercó más a su amigo intentando pillarlo distraído y quitarle la varita pero él reaccionó antes.
Petrifucus totalus – al instante los brazos de Harry se pegaron a su cuerpo y cayó inerte en el suelo. – Y ahora tú… - se acercaba cada vez más.
¡No! ¡expelliarmus! – gritó su hermana.
¡Protego! – el pelirrojo se deshizo del hechizo de Ginny. Se volvió hacia ellos y su rostro se volvió serio – Pensaba dejaros marchar… ¡Expelliarmus! – el hechizo cobró tal fuerza que arrastró a los tres amigos fuera del aula dejándolos inconscientes – Fermaportus – susurró y la puerta produjo un sonido de succión. - ¿Por dónde íbamos? – se volvió hacia su objetivo.
Weasly ¿qué demonios te pasa? – preguntó Draco que se interpuso entre la castaña y él.
No es de tu incumbencia traidor… - arrastró las palabras como antes solía hacer el rubio – Pronto descubrirás qué le sucede a los traidores… ¡Ahora quítate de en medio! – su rostro estaba desencajado por la ira.
¡No! Lucharé contigo si es necesario… - le apuntó con su varita haciendo que el pelirrojo estallase en carcajadas.
No eres lo suficientemente bueno, Draco – respondió simplemente - ¡fuera de mi vista! ¡Bombarda! – al instante el rubio salió despedido por los aires chocando contra la pared del fondo y quedando inconsciente. – Ahora sólo quedamos tú y yo preciosa…
Déjale en paz – Hermione se había levantado y ahora estaba encarando a Ron que la miraba con una sonrisa en el rostro - ¿Sabes que eres un cobarde verdad? – alzó su varita y apuntó a su amigo.
¿No me digas que vas a pelear contra mí? – utilizó una voz infantil y pastelosa - ¡Soy yo Ron, tú amigo! ¿Me recuerdas? – una carcajada diabólica llenó toda el aula
Tú no eres mi amigo… Voldemort – terminó entre dientes.
Sólo por qué tú no quieres que lo sea – fingió tristeza mientras decía esas palabras – Por cierto ¿cómo lo has sabido? Bueno eso no tiene mucha importancia... y ahora vamos a cosas más importantes… ¿Qué es lo que hacéis aquí todos reuniditos? ¿estáis tramando algún plan contra mí? ¡Vamos! ¡puedes contármelo! ¡somos amigos! – rió.
¿Si te lo digo le dejarás en paz?
¡Por supuesto! La verdad es que no me gusta mucho tener que poseer a un traidor a mi sublime causa – se miró con asco – pero, seguro, que os he asustado a todos – hizo una mueca que podría describirse como una horrible sonrisa ladeada.
Sí, estamos todos asustadísimos – ironizó Hermione. Recibió una mirada furibunda del pelirrojo.
Tú me dices lo que está pasando y yo libero a tu amiguito ¿trato hecho?
Trato hecho – se acercó a él tendiéndole la mano.
¿Qué crees que haces? – preguntó sin entender.
En mi mundo los tratos se cierran así – explicó la castaña como si fuera lo más normal del mundo.
No pienso tocarte… - respondió con asco.
Tampoco a mi me ilusiona… pero sólo así puedo fiarme de tu palabra – le retó clavando los ojos en los suyos - ¿crees que voy a contagiarte algo? – preguntó casi divertida.
No seas ridícula. – acercó su mano titubeando. No se fiaba mucho de ella. Seguro que tramaba algo. Al ver la sonrisa de la castaña, bufó y estrechó su mano sin dudar.
Está bien - Ron intentó soltar la mano de la castaña pero algo iba mal. Ella no disminuyó la presión con la que tenía cogida la mano de su amigo. Él la miró horrorizado. Se acercó a su oído y susurró unas palabras es un idioma muy antiguo. Al instante estaba sentado nuevamente en su despacho.
¿Cómo lo ha conseguido? – se preguntó Voldemort mientras se levantaba furioso del sillón. Lo único que había conseguido escuchar fue que estaban buscando la forma de abrir una puerta para recoger el arma que acabaría con él. Comenzó a dar vueltas por la habitación buscando alguna solución. Finalmente decidió que debía vigilarlos. Mañana mandaría a Ubertus.
Ron ¿estás bien? – le preguntó a su amigo que parecía totalmente ido. Casi al segundo cayó desmayado en el suelo. Con bastante esfuerzo reunió a todos sus amigos en el aula. – Espero no hacer mal el hechizo… - dijo en voz alta. Se concentró en los últimos acontecimientos, exactamente desde que Ron parecía estar poseído por Voldemort - ¡Obliviate! – apuntó uno a uno a sus amigos repitiendo el mismo hechizo. Así lograría que ninguno de ellos recordase nada. Los colocó en los mismos sitios que estaban antes. Ella se sentó en la silla. Con un movimiento de su mano y susurrando "enervate" sus amigos volvieron a su posición inicial – Ya nos preocuparemos por eso cuando lleguemos – volvió a repetir la castaña mirando al pelirrojo.
¿Qué? – parecía que no sabía dónde se encontraba.
Que ya pensaremos en cómo abrirla cuando lleguemos… ¿nunca me escuchas verdad?
Sí claro que te escucho – respondió molesto. - ¿Cómo pretendéis llegar al ministerio?
Fácil... cómo en quinto año. – le informó Harry tranquilamente mientras metía sus manos en los bolsillos.
¿Qué dices? ¿Tenemos que subirnos a esos bichos que sólo puedes ver si has estado cerca de la muerte? – casi gritó con aprehensión Ron.
Sí, ellos saben cómo llevarnos – se justificó.
¿De qué estáis hablando? – preguntó con impaciencia Draco que no se estaba enterando de nada.
Los thestral; ellos nos llevaron en quinto al ministerio. Lo único malo de ellos es que tienes que haber estado muy cerca de la muerte o haber visto a alguien morir para poder... digamos... ubicarlos – le explicó la castaña.
No te preocupes – continuó Harry al ver la cara que había puesto el rubio – Luna, Neville y yo te ayudaremos a subir a uno. Ahora será mejor que nos marchemos. – salió despacio de la habitación mirando a ambos lados y dirigiendo a sus compañeros hasta uno de los pasadizos que llevaban cerca del Bosque Prohibido.
Creo que hemos olvidado algo... – dijo de repente Ginny – la sangre...
Todo esto es un poco macabro... – susurró Draco mientras se situaba al lado de Hermione.
Tienes razón... ¿cómo la conseguimos ahora? – preguntó Neville.
Es fácil... que uno se desangre – propuso el rubio con sarcasmo.
Podemos dar una vuelta por ahí... seguramente encontremos algo – comentó casi con asco la castaña – de alguna pelea...
No creo que sea muy seguro deambular por el bosque... – comentó el moreno – tal vez... ¡ya sé! Seguro que Snape tiene sangre de dragón para las pociones...
¡Claro! – le apoyó Ron.
¿Quieres volver al castillo para recogerla? Seguro que esta vez no tendremos tanta suerte... – interrumpió el rubio la alegría.
No hace falta volver... es bastante con un hechizo – sonrió Hermione mirando a Harry.
Sí, eso es cierto – levantó su varita y se concentró en el objeto que necesitaban - ¡Accio sangre de dragón! – por unos instantes no pasó nada. Todos miraban al cielo esperando escépticos ¿y si en el despacho no había nada de eso? Y si lo hubiera... ¿cómo iba a conseguir traerlo desde tan lejos?. De repente apareció volando un tarro lleno de un líquido verdoso.
¡Genial! – gritó Ginny.
Sí… impresionante – dijo con desgano el rubio.
Bueno... ahora sólo hay que abrirlo y derramarlo por aquí... seguramente aparecerán inmediatamente – Luna le había arrebatado el tarro al moreno y comenzó a esparcirlo. Casi al instante aparecieron tres animales. Harry, Neville y Luna sonrieron al verlos. Nadie se dio cuenta de la expresión de Hermione. Era la primera vez que conseguía verlos. Retrocedió ligeramente. Inspiró profundamente para parecer lo menos afectada posible. Se acercó a Ron y entre los dos comenzaron a escudriñar el sitio en el que los demás miraban.
¿Ya han llegado? – preguntó con impaciencia Draco.
Sí, hay tres. Sólo tenemos que esperar un poco más... – contestó Luna – Ahí llegan los demás – apuntó con su dedo índice a la entrada del bosque.
Genial... ¿alguien puede decirme cómo demonios me voy a montar en un animal que no veo? – preguntó Draco mientras veía a Harry subido en su montura fantasmal.
Yo te ayudaré – Luna se acercó a él y enredó la mano del rubio en la crin del animal. Después le ayudó a subir. La expresión del Slytering era de profundo pánico.
¿Y nosotros? – preguntó Ginny que estaba al lado de su hermano y de Hermione quienes no se habían acercado ni un milímetro.
Un momento... yo te ayudo – Neville se acercó a la pelirroja y repitió la acción de la rubia. Sin que él pudiese verla se sonrojó al sentir el tacto de su amigo. Mientras tanto Luna estaba ayudando a Ron que tenía bastantes dificultades para conseguir subir. Al nerviosismo de éste ahora se añadía un ligero temblor cada vez que la rubia se acercaba a él. Hermione les miraba divertida y apenas se percató de que alguien estaba a su lado.
¿Te ayudo? – preguntó solícitamente Harry que se había puesto a su lado.
Claro – le sonrió. El moreno cogió delicadamente la mano de la castaña y la enredó en la crin del animal. Con un rápido movimiento la alzó situándola en la grupa del animal. – Gracias.
De nada – se quedó mirándola como queriendo decir algo más; un gesto de la castaña le dio a entender que no necesitaba decirlo.
Bien – dijo Harry una vez que estaban todos montados – Esto... espero que lo recuerdes. Queremos ir a la entrada principal del ministerio en Londres. – después de unos segundos todos se encontraban en el cielo, algunos volando sobre animales visibles y otros, para su suerte, en animales fantasmales. Aterrizaron en un callejón cerca de la entrada al ministerio. Los seis se acercaron a la cabina telefónica y entraron juntándose lo más posible para caber todos. Al final, después de mucho esfuerzo, lograron entrar todos. – Que alguien marque los número 7224.- Ginny era la que estaba más cerca, así que descolgó el auricular y los marcó.
Bienvenidos al Ministerio de Magia – les saludó una voz de mujer inexpresiva – Por favor digan sus nombres y el porqué de su visita.
Somos Harry Potter, Hermione Granger, Ron Weasly, Ginny Weasly, Neville Longbotton, Luna Lovegood y Draco Malfoy – recitó rápidamente Hermione – Y venimos a investigar una sala – no era necesario revelar toda la información.
Gracias – al instante aparecieron seis chapitas, Ginny las fue repartiendo. En ellas ponía el nombre de cada uno y, en diferentes letras, misión: investigación. – Deben entregar al guardia de seguridad sus varitas al entrar. Que pasen buena noche. – en ese momento el suelo de la cabina se movió hacia abajo y entraron en el ministerio. Al no encontrarse el guardia de seguridad en su sitio entraron procurando hacer el menor ruido posible.
Tenemos que coger el ascensor – susurró Harry mientras dirigía a sus amigos. Salieron del ascensor, siguieron todo recto y entraron en una sala llena de puertas.
