¡Hola otra vez! ¿qué tal el fin de semana? Espero que bien :-)
Bueno, pues todos los personajes pertenecen a JK Rowling, a La Warner y a cualquiera que haya pagado los derechos (la próxima vez pongo comillas… supongo que será lo mismo…)
Gracias por los reviews pero… tengo que contestarlos entre semana… es que hoy se me ha hecho muy tarde jejejejeje. Bueno, de todas formas espero que os guste… Aio!
No pronuncies mi nombre nunca – casi silbó las palabras – te desentendiste de todo. No tienes derecho a hablarme. Ni siquiera tienes derecho a respirar el mismo aire que yo… - se dio bruscamente la vuelta para poder salir de las mazmorras.
¡Espera! Yo… no sé lo que hice… ni siquiera sé el por qué.
¿No lo sabes? Yo te lo diré – respondió Hermione sin darse la vuelta – lo hiciste porque tuviste un sueño. Un sueño en el que el hechizo no funcionaba. Un sueño en el que Voldemort me mataba. Creíste ver el futuro Harry. Pero por más que intenté decirte que no pasaba nada de eso, nunca creíste en mí. Y te aseguro que sabía de lo que estaba hablando. Yo utilizo la oclumancia. Y veo, que aunque sepas dominarla, tú nunca lo has hecho. Espero que ahora sí lo hagas. – y salió dando un portazo.
¡Maldita sea! – rezongó Snape – ¡tenemos que evitar que eso ocurra! Tienes que realizar el hechizo.
¿Cómo ha podido pasar? ¿cómo? – se preguntaba una y otra vez mientras lentamente se sentaba en el suelo - ¿Cómo he podido hacer eso?
Ahora eso no importa… lo más urgente es hablar con tu yo pasado y me da igual si se lleva un susto de muerte. Tenemos que evitar que crea en ese sueño…
¿Y cómo lo vamos a hacer? – parecía al borde de la desesperación.
Bueno… tú sabes utilizar la legeremancia ¿no? Puedes aparecerte en su sueño.
Estás bromeando ¿verdad? – preguntó incrédulo – no soy tan poderoso… no creo que pueda entrar siquiera en su mente.
¡Vamos! Tienes que intentarlo. Ella intenta ayudar…
¿Qué intenta ayudar? Parecía furiosa conmigo…
Y de hecho lo está – de repente Ubertus entró en las celdas oyendo únicamente el final de la conversación – tú le abandonaste Potter – se acercó a su celda – No sé por qué aún estáis vivos… no lo entiendo. El amo debería haber acabado con vosotros ya… - sonrió ante la expectativa.
¡Piérdete! – exclamó Harry mientras se sentaba en su "cama".
¡Vaya! Hoy estamos contestones ¿eh? Tal vez tendría que darte tu merecido… - sacó la varita y apuntó a la cabeza del moreno.
Todos sabemos que no puedes hacerme nada hasta que Voldemort venga… deja de hacer el estúpido – dijo cansado el moreno mientras le miraba con sorna.
Te equivocas… yo sí puedo. Yo te capturé. Y a ella. Por eso merezco este honor. Pero… pensándolo bien será mejor que lo haga mañana. Delante de todos. Así quedará claro quien es el favorito de mi señor. Nos vemos mañana Potter. – se despidió con una mano como quien se despide de un gran amigo. – ¡Ah! Me olvidaba de ti… - le dirigió una mirada divertida al antiguo profesor de pociones – tú también tendrás el gran honor de conocer los poderes que me ha concedido el maestro…
Estoy impaciente – respondió con sarcasmo.
Muy bien, muy bien… nos vemos mañana – dicho esto desapareció por la puerta.
¡Genial! Ahora resulta que este mal nacido va a acabar conmigo.
Como te he dicho antes, tienes que hablar con tu yo del pasado… como podrás comprobar es muy urgente.
¡Ya te he dicho que no puedo!
¿Crees que la única persona en el mundo que puede acabar con Voldemort no puede comunicarse consigo mismo? Que conste que me cuesta mucho decir esto pero – suspiró intentando sopesar las palabras – eres un gran mago Harry James Potter. Eres mucho mejor que tu padre. Eres mejor que Dumbledore. Eres – lo que iba a decir parecía exigirle mucho sacrificio – mejor que yo. – esto último hizo que en la cara del moreno apareciese una sonrisa – Eres un gran mago. Bueno, en realidad eres el mejor. Eres el único que puede acabar con Voldemort.
Así que crees que soy el mejor ¿verdad?
No me lo hagas repetir Potter y ponte a trabajar. Seguramente tenemos muy poco tiempo.
Entonces… ¿estás seguro que Hermione quería ayudarnos? ¿Qué quería ayudarme? – el pensamiento de que la castaña le odiase poblaba su cabeza.
Piénsalo un poco. Si te odiase por qué te iba a contar todo. Seguramente ni siquiera te hubiese hablado.
¿Seguro?
¿Qué quieres que haga para que te lo creas? Está bien, está bien… recuerda todos los malos momentos que has pasado… ¿qué es lo que tienen en común?
Hermione – sonrió – Hermione ayudándome.
Entonces ¿por qué esta vez iba a ser diferente? Nunca sabré lo que ha visto una sabelotodo insufrible en un egocéntrico – murmuró mientras se tumbaba en la "cama"
¿Snape?
¿Sí? Ahora qué pasa…
¿Podrías ayudarme? Creo que hace mucho que no practico la legeremancia…
¿Será posible que el gran Harry Potter me esté pidiendo ayuda? – se incorporó.
Después de todo… eres el único que puede ayudarme… - se encogió de hombros intentando restarle importancia al hecho de pedirle ayuda.
Así me gusta. Que no te de miedo mostrar tu simpatía por mi – sonrió con sarcasmo mientras se sentaba en frente suyo. – Cuando quieras comenzamos…
Espero no ver algo de lo que después me arrepienta – sonrió mientras que su antiguo profesor podía cara de odio. - ¿Preparado? – Snape sólo cerró durante unos segundos los ojos y después le miró – legeremens…
Sin que ninguno de los dos lo hubiese notado una chica les estuvo observando desde que salió de aquella habitación. Sonrió. Su plan funcionaba. Ahora era el turno de Harry. Debía conseguirlo. Pero, si de algo estaba segura en este mundo, era que lo iba a lograr. Por eso mismo les contó todo. Sabía que reaccionaría. Se alejó por el pasillo. Voldemort iba a pagar caro su despiste. Debió suponer que ella siempre le iba a ayudar por muchas tonterías que hiciese. Siempre.
Tienes que concentrarte... – repetía una y otra vez Snape
¿Más aún? Creo que he visto toda tu infancia. Incluso cosas que no debería... – recordó cómo, en una de sus incursiones en los recuerdos de su profesor, le descubrió garabateando palabras en una carta para enviársela a una chica que le gustaba. Estuvo parte de la noche sin poder volver a concentrarse por la mera idea de haber visto a su profesor completamente enamorado.
Ya está bien. – elevó casi imperceptiblemente la voz. – Tienes que conseguir que no pueda bloquearte...
Está bien, está bien. Averiguaré todos los secretos de tu mente pero... creo que es muy difícil que consiga introducirme en los sueños de mi yo del pasado... – susurró Harry mientras cerraba los ojos por el cansancio y por los pocos rayos del sol que entraban por las rendijas de su celda.
Hay un hechizo. – le informó su ex profesor – pero... no consigo recordarlo...
¿No consigues recordarlo? Pues sí que estamos bien... – replicó con sarcasmo.
Es muy difícil recordar todos los hechizos de los libros ¿sabes? Bueno, qué te voy a contar a ti... la única persona de los tres que conseguía hacer eso era...
¡Hermione! – gritaron los dos a la vez.
¿Crees que querrá ayudarnos? – preguntó el moreno bajando nuevamente la voz.
Eso no es lo importante. Lo importante en ese momento es saber si puede hacerlo...
¡Vaya! Estáis despiertos... ¡qué desilusión! – acababa de entrar la castaña por la puerta de los calabozos con las bandejas de comida en las manos – esperaba poder dejaros la comida sin tener que oír vuestras voces... – se acercó a la celda de Snape y, tal como hizo la vez pasada, volvió a tirar la comida.
Buenos días a ti también – respondió sarcástico Harry cuando ella estuvo frente a su celda y le tiró su comida A pesar de las circunstancias su orgullo volvía a emerger.
¡Vaya! Estamos susceptibles hoy... – sonrió de medio lado – será mejor que tengas cuidado cuando te comas la comida no vaya a ser que, por un descuido, te atragantes... nadie querría eso... – sacó de su repertorio su mejor tono sarcástico e irónico.
Tranquilos... – intentó mediar Snape. Necesitaba preguntarle si recordaba algún hechizo para ayudarles.
No me diga lo que tengo que hacer – replicó molesta entre dientes.
¿Ya estáis peleando otra vez? – Ubertus, el otro vigilante, había entrado en el calabozo por orden expresa de Voldemort. No se fiaba del todo de que Hermione cumpliese todos sus deberes al pie de la letra. Temía que decidiese ayudar a Harry.
El que faltaba... – susurró la castaña mientras se preparaba para salir de ahí – Será mejor que me vaya.
No, espera un momento – la detuvo agarrándola de un brazo – Cuando pones esa cara de asco estás preciosa – ironizó al vez la mueca de desagrado de la castaña cuando la mano de Ubertus asió firmemente su brazo.
Entonces, frente a ti, siempre debo estar hermosa – le replicó sin apartar la mirada.
Hoy tenemos un mal día ¿verdad? – se puso detrás de ella – tal vez te lo pueda alegrar... – sostuvo sus brazos con su mano derecha y con la izquierda apartó bruscamente el pelo de su cuello.
¿Hoy van a acabar contigo? – le respondió mientras le dedicaba una gran sonrisa de satisfacción.
No... – bajó la voz hasta convertirla en un susurro terrorífico – hoy vas a tener suerte. Alguien se va a acercar a una asquerosa sangre sucia – acercó sus labios al cuello desprotegido de ella. Tanto que podía sentir su aliento sobre la piel. Harry observaba la situación apretando fuertemente los dientes. Casi sin darse cuenta estaba frente a ellos agarrando los barrotes de su celda. Seguramente si estos no existieran ya se habría encargado personalmente de arrancarle esa asquerosa sonrisa de su cara.
¿Tú crees? – le susurró la castaña mientras dejaba a Ubertus acercarse a ella. Mentalmente contaba los segundos que iban pasando antes de que sus labios entrasen en contacto con su piel. Justo cuando el aliento de su opresor chocaba contra su cuello en medio de una sonrisa de satisfacción al saber lo que eso provocaría en ella, recibió un fuerte codazo en las costillas que le dejó sin aliento. Este brusco movimiento por parte de la castaña fue secundado por otro aún más fuerte en las rodillas haciendo que éste perdiese el equilibrio acabando en el suelo boca arriba – Pues mira por dónde vas a tener razón… - le dijo con sarcasmo mientras le veía agarrarse frenéticamente las rótulas – me acabas de alegrar el día.
¡Cómo te atreves! – gritó Ubertus lleno de furia. – No tienes ni idea lo que significa esto…
Creo que me hago una vaga idea…
Hoy… - siguió mientras se tragaba el dolor – hoy… - recalcó al levantarse y apoyarse en la pared con su espalda – vas a morir. ¡Pero antes verás cómo mueren ellos!
¿Me vas a dar una alegría antes de morir? ¡Qué amable! – respondió con ironía – Ahora será mejor que te vayas con tu señor a llorarle un poco – entrecerró los ojos intentando controlar toda la rabia que sentía en ese momento.
¡Asquerosa sangre sucia! – se inclinó hacia delante y, con ayuda de ese movimiento, golpeó a Hermione haciendo que de su labio saliese un pequeño reguero de sangre. Al ver cómo la castaña era golpeada Harry apretó frenéticamente los barrotes de la celda haciendo que las paredes temblasen. Pero, al parecer, ni Hermione ni Ubertus notaron ese cambio.
Asquerosa sangre sucia – repitió casi automáticamente – Tengo que decirle a Voldemort que os enseñe un vocabulario más extenso – siguió con una media sonrisa mientras se quitaba la sangre con el reverso de su mano.
Voy a disfrutar mucho con esto… - la miró de arriba abajo – disfrutaré oyéndote gritar de dolor – en su rostro apareció una sonrisa sádica.
Ten en cuenta que ya estoy muerta – Hermione se había acercado a él y le susurraba con rabia las palabras – No creas que puedes asustarme…
Ya lo veremos… - dicho esto salió del calabozo cerrando con brusquedad la puerta a su espalda.
¿Estás bien? – preguntó Harry en cuanto se fue su guardián – Te juro que me las pagará todas juntas… ese cerdo… - sus dientes estaban tan juntos que casi se podía oír el rechinar a dos kilómetros a la redonda.
No necesito tu preocupación – respondió Hermione – ni tu venganza. Reconozco que las necesité, pero ya no… - la voz de la castaña era dura pero a la vez… había algo raro, algo que hacía que en la mente de Harry saltase una especie de click. – Y ahora – se dio la vuelta para mirarlo otra vez a los ojos – será mejor que comáis para tener suficiente fuerza. Tenéis que aguantar todo lo que os van a hacer, sino Voldemort se enfadará… - se dirigió a la puerta y antes de abrirla volvió a darse la vuelta. Esta vez sus ojos estaban brillantes y parecía querer comunicarse con ellos – no os atragantéis con la comida… sería frustrante tener que ver cómo morís de esa forma… - cerró lentamente los ojos y, sin ninguna otra palabra más, se fue de los calabozos.
¡Genial! No he podido hablar con ella y encima tienen previsto acabar con nosotros esta misma tarde… - Snape se sentó derrotado en su "cama" mientras se sujetaba con sus manos la cabeza. De repente, oyó un ruido en la celda contigua. Miró rápidamente al origen y descubrió a Harry de rodillas moviendo con desesperación su comida - ¿Qué se supone que estás haciendo?
Buscando – murmuró sin dejar de apartar pequeños trozos de una comida que buenamente hubiese valido para rellenar los huecos de alguna pared.
¿Se puede saber qué demonios estás buscando? ¿Una forma de desaparecer dentro del plato? – preguntó Snape mientras se acercaba a él.
Esto es lo que estaba buscando – de entre los restos había sacado un trozo de pergamino bastante sucio que tenía garabateado algo.
¿Qué es eso?
Es el hechizo. El hechizo que me ayudará a entrar en mis sueños…
¿De qué estás hablando? – el profesor temía que su ex alumno tuviese alucinaciones.
Hermione me ha dejado esta nota. Es el hechizo que no podías recordar – dijo con toda tranquilidad mientras le mostraba el trozo de pergamino.
¿Cómo lo has sabido? – preguntó una vez había cogido el hechizo.
La forma en que me ha mirado… siempre me miraba así cuando iba a decirme algo importante.
Sigo sin entender… - Snape seguía examinando el hechizo.
Cuando se ha detenido en la puerta y se ha dado la vuelta. Me ha mirado detenidamente. – comenzó a explicar Harry mientras se sentaba en el suelo cruzando sus piernas – siempre he sabido que nos podíamos comunicar sin palabras. Con el tiempo empecé a descubrir lo que significaban cada una de sus miradas, cada una de sus caricias…
Eso es muy bonito… - le cortó con urgencia – pero ¿por qué te has puesto a remover toda tu comida?
Después de mirarme dijo que no nos atragantásemos… que no quería vernos morir así… me di cuenta de que nos quería ayudar. Y esa ayuda estaba relacionada con la comida que me acababa de dar. Así que uní cabos y he ahí el trofeo – sonrió orgulloso.
Justo cuando pensé que no podíais ser más raros me topo con esto… - Snape rodó sus ojos y se sentó en frente del muchacho. – Espero que esto funcione… Veamos, antes de concentrarte totalmente has de pronunciar estas palabras Tempus juntarae.
Muy bien, será mejor que comience ya… no vaya a ser que vuelva ese desgraciado y quiera comenzar la fiesta antes…
Concéntrate – exigió su profesor – cierra los ojos y repite mentalmente el hechizo – el moreno cumplió exactamente las palabras de Snape recitando en un susurro legeremens…
Hermione estaba en el pasillo reprimiendo con mucho esfuerzo las lágrimas. Dio gracias por poder recordar aún la pesadilla que le relató Voldemort entre risas cuando le reveló la gran noticia de que había acabado con Harry Potter. Le resultaba extraño que él le contase su "aventura" del pasado. De cómo se enteró por medio de Ubertus del famoso hechizo y del medallón que lo guardaba. Cómo ese mal nacido les había perseguido desde que Voldemort les vio salir del castillo. Si tan sólo se pudiese dar cuenta del terrible error que había cometido… claro que él siempre dio por hecho que ella volvió al presente después de deshacer algunas cosas. Pensó que ella era lo suficientemente responsable como para saber que no se podía vivir en el pasado ya que eso tendría grandes consecuencias. Lo que él no tuvo en cuenta es que, después de todos esos años de humillaciones, su carácter había cambiado mucho. Ya no era tan responsable en cuanto a sus acciones. Y, ahora más que nunca, su corazón mandaba mucho más que su propio cerebro. Deslizó su espalda por la pared hasta quedarse sentada en el frío suelo. Se agarró las rodillas y dejó escapar un pequeño suspiro. Ya todo daba igual. Él la había entendido. Por un momento temió que no lo hubiese hecho pero… recordaba perfectamente el porqué de algunas de sus miradas. Ahora estaba todo ganado… todo. Sólo quedaba el pequeño detalle de si funcionaría el sueño con el antiguo Harry. Rezó con todo su ser.
¿Así qué han ido al ministerio? – Voldemort hablaba mentalmente con Ubertus. En el último momento decidió que debía espiarlos desde que salieron del colegio; no tenia sentido que les observase al día siguiente. Había tomado una buena decisión.
Sí mi señor – Ubertus había salido de su escondite después de que los siete magos hubiesen subido a sus fantasmagóricas monturas. Ahora estaba apoyado contra la entrada al ministerio mirando directamente al oscuro cielo. No había ni una sola estrella, incluso la luna parecía haberse camuflado para no ser el blanco de la vigilancia de aquel mortifago. – Acaban de huir prácticamente.
¿Y qué es lo que podrían haber hecho ahí? La profecía se rompió… - ahora Voldemort caminaba en círculos por el despacho. No entendía exactamente el porqué de ese comportamiento. Si la profecía estaba rota… ¿qué sentido tenía volver a ese lugar? ¿Acaso querían intentar resolver la desaparición de Sirius? La simple idea hizo que se carcajeara. Era una estúpida pérdida de tiempo. ¿Por qué se arriesgaban tanto por intentar recuperar a un mugriento traidor?
Creo que no tenía nada que ver con la profecía amo… - la voz de Ubertus resonó en su cabeza interrumpiendo sus pensamientos.
¿Fueron a investigar el velo? – en el fondo sentía que era una pregunta bastante tonta.
No, no es eso señor… - ¿Acaso el tono de la voz de su súbdito era de miedo? No podía ser… en el ministerio no había nada que… ¡un momento! ¡un maldito momento!
La habitación… eso es lo que estaban buscando… - no buscaba la confirmación de su esclavo. Únicamente se lo estaba confirmando a si mismo. ¡Qué tonto había sido! Debió haberlo entendido desde el principio. Después de todo la sangre sucia era muy inteligente. Acaba de demostrárselo una vez más. Cuánto la odiaba…
Sí mi amo… se lo oí decir a uno de ellos… ¿qué es lo que quiere que haga? – parecía preocupado. Por lo que había oído habían encontrado un hechizo para deshacerse de su amo. Debía ayudarlo a toda costa.
No hace falta que hagas nada… - ahora en su cara se asomaba un atisbo de sonrisa. Habían ganado una pequeña batalla pero no la guerra. Aún quedaba una oportunidad. – Yo me encargaré de todo… será mejor que vuelvas – cortó la comunicación. El silencio que había inundado segundos antes el despacho fue desplazado por una macabra carcajada. Sabía muy bien lo que debía hacer; ya lo había hecho antes con excelentes resultados…
Muy bien, será mejor que nos vayamos a dormir ¿no? – dijo Ginny enfrente del retrato de la Dama Gorda – Ha sido un … - reprimió un sonoro bostezo – día muy duro…
Tienes razón – le apoyó Hermione – debemos descansar por lo que pueda pasar…
Eres muy positiva ¿nadie te lo había dicho antes? – replicó con sarcasmo Draco. Ni que decir tiene que este comentario consiguió una mirada de odio de cierto moreno – Tranquilo… era una broma – le dedicó una sonrisa de triunfo.
Bueno ¡todos a la cama! – ordenó la castaña con su mejor voz de prefecta.
Está bien, está bien… hasta mañana – refunfuñó Draco mientras tomaba el camino a la sala de Slythering.
Hasta mañana Ronnie – se despidió Luna dando un sonoro beso en la mejilla al colorado pelirrojo – Buenas noches a todos – ya se había dado la vuelta y se dirigía con paso lento a sus habitaciones.
¡Vaya! No sabía que tenías novia Ronnie… - le dijo divertida su hermana mientras entraban en la Sala común.
¡Será mejor que te calles! – le respondió arrastrando las sílabas haciendo una perfecta imitación del rubio de Slythering.
¡Está bien! ¡Está bien! – levantó las palmas de las manos en señal de paz - ¡Buenas noches a todos! – primero se acercó a Harry y le dio un pequeño beso en la mejilla, después se acercó a un sorprendido Neville y repitió la misma acción. Aunque en este caso el beso no fue tan pequeño claro está. Su hermano se quedó atónito viendo la escena. Parecía que estaban a punto de salirle humo por las orejas; cosa que divirtió mucho a su hermana que aún no separaba los brazos del cuello de su compañero de casa.
¡Ya está bien! – gritó de repente Ron haciendo que todos se sobresaltasen - ¡Deja de estrujarle!
¡Hago lo que me da la gana! – le sacó la lengua en forma de respuesta. Después lo único que pudo hacer la pelirroja fue huir del radio de acción de su hermano. Como subió tan rápido no la pudo coger. Se quedó estático al pie de las escaleras de la habitación de las chicas y, de pronto, ladeó la cabeza en dirección a Neville. En su cara se dibujó una media sonrisa y comenzó a andar muy lentamente. En cuanto su compañero se dio cuenta de la dirección que estaba tomando comenzó a dar pequeños pasos hacia atrás. Ron ya estaba a dos pasos de él cuando Neville comenzó a correr desesperadamente a su cuarto.
¡No importa cuanto corras! ¡Recuerda que yo también puedo entrar en el cuarto! – le amenazaba el pelirrojo mientras le seguía por las escaleras - ¡Buenas noches! – de repente se había parado y dándose la media vuelta les había hablado a sus amigos – lo siento pero tengo prisa… ¡he de matar a alguien! – volvió a su loca carrera - ¡Neville! – canturreó – Abre la puerta… sólo quiero hablar contigo… ¡Si no te voy a hacer daño!
Pobre Neville… será mejor que suba enseguida para que no le mate… - dijo resignado Harry cuando oyó un portazo y un grito ahogado.
Sí, será lo mejor – le respondió la castaña con una amplia sonrisa.
Te acompaño hasta la puerta – le dijo el moreno ofreciéndole su brazo para que ella se apoyase como todo un galán.
Será mejor que me acompañes sólo hasta las escaleras – rió Hermione aceptando el brazo de su novio.
¡Hecho!
Bueno… ya hemos llegado – Hermione se subió a la primera de las escaleras.
Bueno, hasta mañana – Harry se había dado la vuelta y comenzaba a andar hacía su habitación.
Un momento ¿y mi beso de buenas noches? – preguntó extrañada la castaña.
¿Beso de buenas noches? – preguntó el moreno sin darse la vuelta – Mmmm será mejor que se lo pidas a tu novio ¿no? – se encogió de hombros tratando de contener la risa.
Tienes razón – Hermione bajó del escalón y parecía dirigirse a la sala común – será mejor que me de prisa o Draco ya habrá llegado a su habitación…
¿Qué? – en menos de dos segundos Harry ya estaba detrás de la castaña.
Pues eso… le voy a pedir a mi novio mi beso de buenas noches… ¿ocurre algo? – se dio la vuelta mirando al moreno con una gran sonrisa.
Eres… eres… - mientras intentaba encontrar las palabras precisas se acercaba lentamente a ella - ¡una bruja! – estalló en carcajadas contagiando a la chica que tenía en frente.
Puede ser… - la sonrisa se consumió poco a poco en sus labios y se acercó a milímetros de su novio – pero ahora quiero mi beso de buenas noches – siguió con voz de niña.
¿Crees que Draco estará despierto? – cada vez estaba más cerca de sus labios.
Creo que no… - de repente se separó de él con una sonrisa en sus labios - ¡tendré que conformarme contigo! – y rápidamente volvió a subir los escalones a su habitación.
¡Traidora! – gritaba entre risas Harry
¿Por qué? – preguntaba con inocencia desde la seguridad de su sexto escalón. – Es la verdad – puso sus brazos detrás de la espalda.
¿Ah sí? – el moreno entrecerró sus ojos – pues vete con él si tanto le quieres – se dio la vuelta bruscamente y casi corrió hacia su habitación.
¡Harry! – Hermione bajó las escaleras siguiendo a su novio. Lo que ella no sabía es que él estaba esperándola en uno de los rincones de la escalera. En cuanto pasó por ahí la agarró con suavidad por los brazos y, sin que ella lo esperase, la besó con pasión.
¿Y ahora qué? – le preguntó el moreno cuando se separaron.
¿Eh? – estaba confundida después de aquel beso. Le costaba recuperar la conciencia.
¡Lo sabía! – rió triunfante Harry
¡Eres un tramposo! – le dijo también entre risas la castaña – Eso no es justo… - hizo pucheros.
Tampoco es justo que me hagas creer que me cambias por Malfoy ¿no? – se volvió a acercar a ella.
No me querías dar mi beso de buenas noches… - se justificó mirando al suelo con la misma expresión de niña buena.
Eres preciosa… ¿te lo había comentado alguna vez?
Hoy no – sonrió y le besó.
¡Qué escena más tierna! – les interrumpió Ron que había bajado a recoger a su amigo. Extrañamente esta escena ya no le revolvió tanto el estómago. Sí, el dolor seguía ahí pero… ya no era tan grande.
Ron… ¿no estarías espiándonos verdad? – le miró Harry sin soltar a Hermione – me refiero – siguió al ver la mirada de su amigo – a que no estarás cogiendo ideas para despedirte la próxima vez de Luna ¿no? – el rostro del pelirrojo bien podía haber competido con el color de su pelo – es que… un beso en la mejilla… - rió el moreno mientras le daba un suave beso a su novia y huía a su habitación.
¿Te gusta mucho Harry? – preguntó de repente Ron a Hermione.
Pues sí… - respondió tímidamente.
Te lo pregunto por que creo que mañana estará totalmente muerto – sonrió.
No le hagas mucho daño ¿eh? – le previno la castaña siguiendo el juego.
¿Entonces puedo hacerle un poco? – se frotó las manos.
Sólo un poco – le guiñó un ojo. Sin poderlo evitarlo el pelirrojo volvió a ponerse rojo por segunda vez en tres minutos. – Buenas noches – le dio un pequeño beso en la mejilla y desapareció por las escaleras.
Buenas noches… - susurró y, antes de que su mente procesase los acontecimientos que acababan de ocurrir se dirigió a la puerta - ¡me las vais a pagar! – gritó cerrando la puerta tras de si.
Después de una pelea de almohadas, en la que los únicos perdedores fueron los cojines, un muchacho moreno descansaba plácidamente en su cama. Si a eso se le podía llamar placidez… Se movía mucho y parecía reprimir algún que otro grito de temor. Seguramente estaba en medio de otra de sus usuales pesadillas protagonizadas por un mago oscuro… muy oscuro.
¡Finalmente he acabado con ella! – se carcajeaba Voldemort mientras miraba el cuerpo inerte de Hermione – ¿creías en serio que ese estúpido hechizo iba a acabar conmigo? No seas ridículo…
Yo… no sé lo que ha podido salir mal… el hechizo debía funcionar… - balbuceaba mientras se arrodillaba al lado del cuerpo de su novia.
¡Pequeño iluso! Deberías saber que nada puede acabar conmigo… ¡soy el mago más poderoso!. He acabado con todos tus amigos y protectores. Y ahora sólo me falta quitarte de en medio. Al muchacho que muchos creen será mi fin, a la única esperanza del mundo mágico… - susurró mientras se acercó a él – Seguro que estás deseando que acabe contigo ¿Verdad? – preguntó al ver la cara de Harry. Vio con sus ojos el estado de shock en el que se encontraba el moreno que en ese momento tenía apoyada su cabeza en el pecho de Hermione intentando sentir el más ligero movimiento de su corazón. – Está muerta – le devolvió a la realidad – ha sido tu culpa… por ti todos están muertos. Por tus necedades todo el mundo mágico pagará un precio muy alto… - se apartó de la patética escena que estaba protagonizando su, hasta ahora, más temido enemigo – pensándolo mejor te dejaré vivo para que puedas disfrutar con todo el sufrimiento que has causado… - se alejó dejando a un destrozado muchacho llorando amargamente y sin saber qué hacer.
¡Vaya! Veo que sigo sin utilizar la oclumancia... – una voz conocida resonó en el vacío imaginado por el muchacho.
¿Quién eres? – parecía una pregunta echa con falso interés. Realmente era difícil para él apartar toda su atención de la desoladora escena que tenía enfrente.
No está muerta...
¿No está muerta? ¿No está muerta? – repetía furiosamente - ¿Acaso no has visto lo que ha pasado? ¿No has visto cómo la maldición imperdonable que iba dirigida a mi se estrellaba contra su corazón? ¿Te lo has perdido? Si quieres podemos volver a repetirlo para que lo veas con todo detalle...
No recordaba ser tan irónico... – ahora se podía vislumbrar una silueta lejana – Será mejor que hablemos, no creo que tengamos mucho tiempo...
No quiero hablar – seguía sin intentar buscar con la mirada a su interlocutor – Sólo quiero desaparecer; descansar. Dejar que todos los demás descansen de mí...
Sí, es cierto. Yo solía pensar así pero me he dado cuenta que lo único que consigo con eso es hacer más daño del que intento reparar... – cada vez se acercaba más.
¿A ti también te persigue un psicópata y todo el mundo depende de lo que hagas? ¡Genial! Si quieres podemos recordar batallitas.
Escúchame...
Ya te he dicho que no quiero escuchar... estoy muy cansado. – ahora la figura que hablaba con él se distorsionaba aún más en la oscuridad – Ya no tengo nada por lo que luchar... no queda nada... nada...
Ella no querría que te hundieses así...
¡¿Qué sabes tú de ella! – se levantó de un saltó dándose la media vuelta - ¿No serás un maldito mortifago verdad?
¿No entiendes que esto es un sueño? ¿Un estúpido sueño?
Sí, claro. Ahora me dirás que has venido a ayudarme ¿me equivoco? ¡Todos los que de verdad me ayudaron están muertos!
¡Deja de compadecerte! – casi parecía gritárselo a sí mismo que a su yo pasado - ¡Tienes que luchar! ¡¿Acaso no vale de nada su sacrificio! Ella sólo quería que vivieses; quería que acabases con él…
¡Vete al infierno! – gritó el muchacho con todas sus fuerzas. Las lágrimas salían furiosas de sus ojos y lentamente fue cayendo al suelo. No podía soportarlo más. Sentía que su corazón se iba apagando lentamente.
¿Qué he de hacer para que hables conmigo? – preguntaba impaciente la otra figura.
No tienes que hacer nada… - el moreno se había sentado al lado del cuerpo inerte de Hermione. La recogió entre sus brazos hundiendo su cara entre el cabello de su novia. – Será mejor que te vayas… - susurró – déjame estar con ella… - cada vez iba aumentando el volumen – sólo con ella… ¡Vete! – terminó gritando.
Veo que sólo hay una forma de hacer que hables conmigo ¿verdad? – rebuscó entre su túnica la varita. Al principio se sorprendió al verla en el bolsillo interior. Pero recordó que Voldemort también la llevaba. Eso sólo significaba una cosa; que antes era pésimo utilizando la oclumancia. Cualquiera podía entrar en su mente y acabar con sus ganas de vivir desde su subconsciente. Sacudió furiosamente su cabeza y se concentró. La única forma de que su yo pasado confiase en él era mostrarle su patronus. Sólo dos personas podían lograr que un gran ciervo plateado apareciese para patear a los dementores. Inspiró colocando su mirada en cualquier punto lo bastante alejado para dejar de ver la imagen de Hermione muerta. Por su mente pasó el momento exacto en el que ella aceptó ser su novia. Sonrió como hacía tiempo no lo hacía. – Expecto Patronum – susurró y de su varita salió un ciervo plateado que se dirigió hasta su yo pasado. Una vez allí le dio pequeños golpes con su cabeza en el hombro de aquel muchacho destrozado.
Cornamenta – susurró cuando vio al magnifico ciervo a su lado - ¿de dónde has salido? ¿papá? – escudriñó los alrededores esperando ver alguna señal de su desparecido progenitor.
Lo siento, no soy él – Harry se acercaba cada vez más a su yo pasado – pero creo que puedes confiar en mi…
Sí claro… ¿por qué no? ¡¿crees que enseñándome un ridículo expecto pratronum vas a engañarme! Seguro que hay mucha gente que puede hacer un ciervo… - apartó de un manotazo al animal que se evaporó en menos de un segundo.
¿Cómo puedo llegar a ser tan desconfiado? – sacudió la cabeza. Bueno, si analizaba la situación, era normal que fuese desconfiado. Después de algunos de los profesores y "amigos" que había tenido… en primero el profesor Quirrel ¿qué decir de él? Era bastante tímido pero tenía una sorpresita en la cabeza… en segundo el profesor Lockhart, de este mejor si se acordaba ¡menudo fiasco! En tercero… cambió los papeles de amigo; creyó que Sirius sólo quería matarle y sintió pena por Colagusano ¡sólo que era al revés! En fin… en cuarto, un maniaco se hace pasar por un profesor y casi lo mata, sin contar que Voldemort logró resurgir. También deberíamos añadirle los celos de Ron. Y en quinto… ¡la profesora Umbridge! Y después se entera de la profecía, añadiéndole que Dumbledore le ocultaba cosas. Era normal ser desconfiado. Pero… ¿cómo podía hacer que confiase en él? Sólo había una persona en la que confiase plenamente y bueno… en este momento estaba muerta. ¡Hasta él mismo comenzaba a plantearse si esto sería una buena idea! Pero no podía dejarlo pasar, no después de ver todo lo que pasaba. Lentamente se acercó pensando qué podía hacer o decirle para que confiase en él. Tal vez podría decirle algo que nadie más supiera. Algún secreto… de repente se le ocurrió. Cerró los ojos concentrándose y sonrió. Había entrado en la mente de su yo pasado y sólo había un secreto que estaba guardado bajo mil hechizos. Supuso cual era. - ¿Crees que tu novia ha muerto verdad? – preguntó casi en un susurro. Su yo pasado dio un pequeño saltito ¿Cómo podía ser que conociese esa información? Estaba seguro de haberla guardado en lo más profundo de su mente para no causarle ningún daño a ella. Giró lentamente la cabeza y observó al chico que estaba de pie junto a él dejando suavemente a Hermione otra vez en el suelo y se levantó sorprendido. Tenía enfrente de él a un muchacho idéntico a él… bueno, sólo que unos años más mayor. No lo podía creer.
Eres… eres… - desconcertado miraba una y otra vez de arriba abajo al extraño que se había materializado. – Eres… yo… - susurró mientras miraba la frente de su doble.
¿Es esto lo que querías ver? – levantó su flequillo mostrando su famosa cicatriz en forma de rayo. – ¿Ahora me vas a escuchar? – el chico que tenía enfrente a penas llegó a asentir – Voldemort lo único que quiere es que huyas lo más lejos posible y no acabes con él. No te preocupes estoy seguro de que el hechizo funcionará y le mandará al infierno.
Pero… ¿y Hermione? ¿cómo sabes que está viva?
Bueno, yo mismo la he visto… en el futuro claro.
¿Me estás diciendo que estoy entrando en mis sueños pasados? Eso es muy difícil de creer… después de todo se me da fatal la legeremancia.
Y la oclumancia también… si no yo no podría entrar con esta facilidad ¡si puedo traer hasta varita y hacer encantamientos! – dijo con pesar – pero no te preocupes – siguió al ver que su yo pasado volvía la mirada a Hermione – ella siempre estará contigo… viva. – le sonrió – bueno, con nosotros – rió.
¿Y qué pasará en el futuro?
¿De verdad quieres saberlo? – la pregunta sólo dejaba espacio a una respuesta.
No, no quiero saberlo – bajó su mirada.
Sólo tienes que estar preparado y recitar el hechizo… otra cosa muy importante. No debes hablar con nadie de esto ¿entendido?
¿Ni siquiera con Hermione?
Exacto. Es más… ella no debe saberlo por nada del mundo ¿has entendido?
Sí, claro. No estoy muy seguro del porqué pero…
¡Ah! Y para que Voldemort no sospeche será mejor que te aísles de todos… tienes que estar siempre solo.
¿Siempre? Hermione se enfadará conmigo…
No te preocupes, no puede enfadarse contigo. Creeme puedes llegar a hacer cosas peores y ella siempre te perdonará – recordó con una sonrisa todos los momentos que había pasado con su novia.
Muy bien. Será mejor que te haga caso… ¡no creo que me vayas a dar malos consejos! – sonrió.
Entonces… ¿hecho? – le ofreció su mano para cerrar el trato.
Hecho – Harry recibió un gran apretón de manos de parte de su yo pasado. – Es muy extraño dar la mano a mi yo futuro…
Ni que lo digas… Ahora tengo que irme, nos veremos pronto
¡Un momento! ¿cómo voy a estar alejado de todos y enterarme de cuando empiece la batalla para ayudarles?
Eso es fácil… ¿recuerdas el encantamiento desilusionador? – le sonrió mientras se alejaba – practica el hechizo ¿vale?
¡No te preocupes! – se despidió con la mano. Cinco años después un chico moreno recuperó la conciencia y miró a su alrededor.
¡No! – gritó Harry cuando el sueño se acabó. Respiraba entrecortadamente e intentaba recordar todo lo que había pasado. Inspiró con fuerza soltando el aire rítmicamente. A su mente vino nuevamente el recuerdo del cuerpo inerte de Hermione protegiéndole de Voldemort. Sacudió la cabeza con fuerza como intentando sacarla de su cerebro. Pasado un segundo la sonrisa volvió a sus labios. Ella estaba viva. Estaba viva en el presente y en el pasado. Ahora sólo tenía que poner en marcha su plan. Debía alejarse de todos. Pero… ¿cómo lo iba a hacer? Miró a sus compañeros de cuarto que aún seguían dormidos. Tal vez si se iba en ese momento… ¡eso era! ¡tenía que irse! Después de todo no tenían que enterarse que los abandonó por un sueño ¿verdad? Tomó su capa y en una mochila puso unas cuantas cosas. Antes de salir por la puerta de su habitación tomó la decisión de escribirles una nota de despedida. Así quedaría todo más real. O eso esperaba claro. Tomó una pluma y un trozo de pergamino.
"Queridos amigos:
Estoy seguro de que os estaréis preguntando qué demonios está pasando por mi cabeza pero… ni siquiera yo lo sé. Lo único que veo claro es que tengo que alejarme de todos vosotros. No quiero ser el culpable de vuestras muertes. Yo…lo siento pero he de irme. No me busquéis por favor. Creedme estaréis mejor sin mi. Sé que la Orden conseguirá acabar con Voldemort, no me necesitan. Por favor cuidad de vosotros mismos y sobrevivid…
Con cariño
Harry James Potter"
Sabía que cuando encontrasen esta nota querrían encontrarle a toda costa y volver a llevarle al castillo aunque fuese a rastras. Sobre todo Hermione. Pero… si de algo estaba seguro es de que estaba haciendo lo correcto. Después de todo no siempre aparece tu yo futuro en sueños para aconsejarte y salvarte la vida. Dejó la nota encima de su cama y salió por la puerta. La cerró lentamente para no provocar ningún ruido y se aplicó el encantamiento desilusionador. Se paró a los pies de las escaleras que comunicaban la sala común con el cuarto de las chicas deseando poder despedirse de ella. Pero no podía. Finalmente salió por el retrato de la Dama Gorda que, para su suerte, estaba dormida en el cuadro de su amiga. Una vez fuera no sabía dónde ir. ¿Dónde podría esconderse para poder vigilar a sus amigos? ¿En la casa de los gritos? No era una buena idea… después de todo desde ahí no podría enterarse de nada. ¿Tal vez en algún pasadizo que había en el colegio? ¡Esa era una gran idea! Pero… ¿cómo iba a encontrar un lugar idóneo para pasar un par de días?
¿Harry? – Alguien le llamaba en un susurro - ¿eres tú? – intentaba no moverse mucho para no delatar su posición – tranquilo… soy yo… Dumbledore… - se dio la vuelta tan rápido que temió haberse roto el cuello. Que él supiese el director estaba en su cuarto. Recogió el mapa del merodeador y lo abrió. Se buscó a sí mismo con la mirada y vio que a su lado se encontraba el director del colegio. ¿Le habría oído salir de la habitación y después seguido para que no le pasase nada? ¡Menudo oído tenía entonces! Pero le ganó la curiosidad y fijó su vista en el despacho del director. Ahogó un grito de terror. La persona que estaba en el despacho… era… Él… Voldemort. - ¿Me escuchas? – la voz calmada de su director le sacó de su letargo. Avanzó un par de pasos hacía él.
Sí… soy…soy… yo – tartamudeaba. Aún no se había recuperado de la impresión. Voldemort estaba en el castillo. Se hacía pasar por su director. Conocía perfectamente dónde estaban en cada momento del día. Le tembló todo el cuerpo. ¿Cómo era posible? Después de todas las charlas que mantuvo con él durante el curso… ¡un momento! Últimamente apenas hablaba con él siempre por petición de… - ¡Hermione! – un grito ahogado salió de su garganta. – Ella… ella… lo sabía pero… ¿cómo?
Harry tienes que venir con nosotros – le apremió Dumbledore – tenemos que entrar antes de que nos encuentre Ubertus – Yo te lo explicaré todo – prometió al ver que el muchacho no se movía – Tenemos que irnos – volvió a repetir haciendo que el moreno le siguiese. Caminaron a oscuras por infinidad de estrechos pasillos, o eso es lo que le pareció a Harry, hasta llegar a una pared. El director únicamente sacó su varita y, después de realizar algunos movimientos con ella y susurrar unas pocas palabras, abrió la pared dejando al descubierto una pequeña habitación. – Ya estoy aquí – susurró dirigiéndose a uno de los rincones – he traído a Harry.
Ya era hora… pensé que tendría que enfrentarme a Voldemort yo solo – el hecho de que una persona que él no conocía pronunciase con tanta seguridad el nombre del mago más temido de todos los tiempos hizo que Harry saliese de sus pensamientos sobre su amiga. – Y ahora ¿qué se supone que debemos hacer? Llevamos mucho tiempo escondidos… - farfulló el hermano de Dumbledore después de salir de su escondite.
Mañana será el gran día, sólo tenemos que prepararnos – se acercó al centro de la habitación. Agitó su varita y apareció una mesa con varios tipos de comida - ¿Quieres? – le preguntó a Harry ya que su hermano había empezado mordiendo un gran trozo de pollo.
No tengo hambre – sacudió su cabeza lentamente y después miró fijamente a su director – Estoy esperando sus explicaciones – no había marcha atrás. Quería escuchar todo lo que él sabía. Lo necesitaba. Después de todo lo que estaba pasando no podía dejar de pensar que Hermione le había mentido. ¡Ella le estaba ocultando cosas! No podía ser… la única persona que él jamás pensó que le engañaría…
