¡Hola a todos¿qué tal estáis? Espero que bien :-)
Todos los personajes pertenecen a JK Rowling, La Warner y a cualquiera que haya pagado sus derechos.
Este capítulo es bastante largo así que… será mejor que os cojáis algo de comer y beber jejejeje
¡Espero que os guste!
Aio!
¡Venga Harry! Es hora de levantarse… - Ron había corrido las cortinas de la cama de su amigo para despertarle - ¿Ya se ha levantado¡es raro que no me haya avisado! En fin – volvió a cerrar las cortinas – seguramente estará abajo con su novia aprovechando que nadie puede verles… - susurró para que ninguno de sus otros compañeros le oyese. Molestamente esa sensación de resentimiento y envidia volvió a aparecer. Sacudió levemente la cabeza y salió lentamente de la habitación - ¡Buenos días Hermione! – saludó a su amiga una vez bajó el último escalón.
¡Buenos días Ron! – abrazó a su amigo nada más verle aparecer. No pudo evitarlo… ¡estaba tan ilusionada¡tan contenta!
¡Menudo recibimiento! – respondió Ron sin soltarla aún – Creo que te diré buenos días más a menudo – rió mientras le daba un pequeño beso en la mejilla.
Es que hoy estoy muy contenta – sonrió radiante mientras seguía abrazada al pelirrojo.
Me alegro mucho – se separó unos milímetros de ella para poder observarla. En su cara se dibujaba una gran y deslumbrante sonrisa. Sus ojos tenían un brillo especial. No pudo contenerse y, a decir verdad, tampoco quiso. La besó en los labios.
¿Qué? – fue lo único que pudo decir Hermione antes de separarse totalmente de Ron. No lo entendía. Se supone que Harry era su novio, o eso era lo que había visto en su pensadero… ¿lo había soñado todo¿Acaso su novio era Ron?
Lo siento. Lo siento mucho. No pude resistirme – habló el pelirrojo mientras miraba directamente al suelo – Yo… sé que Harry y tú sois novios pero… yo… ya sabes y… lo siento mucho Hermione.
No pasa nada – levantó la cabeza de su amigo – Sólo me pillaste por sorpresa. Sé que no volverá a suceder ¿verdad? – le sonrió cuando él la miró a los ojos.
Te lo prometo… ¡es que cuesta mucho olvidarse de ti! – le dijo entre risas.
Lo sé… por eso mismo no te he convertido en un calamar – rió con él – Esto… ¿dónde esta Harry¿no baja contigo? – miraba nerviosa a las escaleras como esperando que, de un momento a otro, bajase su flamante novio.
¿No está contigo? – la castaña negó con la cabeza - ¡qué raro! Cuando desperté no estaba en su cama y pensé que estaría aquí contigo… - miró a todos los lados.
Pues no… estoy completamente sola… Bueno, contigo… - sonrió - ¿Estará en el campo?
No creo… no hay entrenamiento hasta dentro de un par de días… ¡Podemos utilizar el mapa del merodeador para encontrarlo! – chasqueó los dedos y comenzó a subir por las escaleras.
¡Espera! Voy contigo – Hermione le siguió hasta llegar a la puerta de la habitación de los chicos. - ¿A qué estás esperando? Abre la puerta – le dijo ansiosa al ver que Ron no hacía ningún amago de querer abrirla.
Por muy amiga mía que seas eso no te convierte en chico y, por si no lo habías notado, aquí dentro convivimos unos cinco. No creo que estén muy contentos de que una chica entre sin previo aviso a su cuarto… - le sonrío maliciosamente
Muy gracioso Ronald Billius Weasly – entrecerró los ojos – Esperaré fuera pero, como tardes más de cinco minutos en coger el mapa, te juro por Merlín que entro y ¡me da igual la escena que haya delante!
¡A sus órdenes señorita Granger! – abrió rápidamente la puerta y entró justo antes de que la castaña pudiese sacar la varita y decir vete tú a saber que encantamiento. - ¿Dónde estará el dichoso mapa? Mmmmm seguramente en su baúl. Pues no, no está – dijo después de revolver todos los útiles que tenía su amigo guardados - ¿En su escritorio? No, tampoco… ¿Qué es esta carta? – se dispuso a leer la carta que había dejado Harry antes de marcharse - ¡No me lo puedo creer! Cuando la lea Hermione se va a poner furiosa… - ya había terminado de leerla y no sabía exactamente qué debía hacer ¿Debía enseñarle la carta a Hermione y esperar su reacción¿o esconderle el hecho de que su novio se había escapado para que nadie resultase herido por su culpa? No le hizo falta pensar en la respuesta. Sintió el calor de un cuerpo detrás suyo y oyó varios resoplidos de furia e indignación – Hermione, te dije que me esperases fuera… - su voz era cansada pero a la vez asustada. Quién sabe lo que podría hacer la castaña para volver a traer de nuevo a Harry.
Pero… ¿quién se ha creído que es? – No se lo podía creer, justo ahora cuando tenía la oportunidad perfecta para disfrutar todo el tiempo con él, se va. No era justo. Estaba al borde de las lágrimas. Sacudió con vehemencia su cabeza. Ahora no era el momento de pensar sólo en ella, debía pensar en él. En lo que le habría ocurrido para irse sin decirle nada a nadie. Sin despedirse de sus amigos. En definitiva, y lo más importante en esos momentos para la castaña, sin despedirse de ella.
No lo sé… tal vez ha vuelto a tener uno de esos sueños con… bueno… con quien-tú-sabes…
¡Eso no es excusa Ron y tú lo sabes! Debió utilizar la oclumancia… ¿Dónde puede estar ahora? – preguntó preocupada - ¿Has encontrado el mapa del merodeador? Así quizás podamos encontrarle. Eso si aún se encuentra en el colegio…
No lo he encontrado, parece que se lo ha llevado consigo… seguro que es para que no lo encontremos…
¡Genial¡Me encanta cuando la gente toma todas las decisiones por mí! – gruñó Hermione alzando la voz sin querer.
Shhhhh vas a despertar a todos… - susurró Ron dando un pequeño codazo a Hermione.
Creo que ya es tarde… ya me habéis despertado – Neville se había acercado a ellos frotándose los ojos en un intento de despertarse - ¿quién ha desaparecido¿Harry?
Sí… se ha alejado de nosotros para que no suframos por su culpa. Dice que estaremos mejor sin él… - respondió Ron con voz queda.
Cómo si yo pudiese estar mejor sin él… - las palabras salieron de la boca de Hermione casi sin pensarlas. Al instante se tapó la boca.
¿Qué? – preguntó Neville confundido – Ah… claro, es comprensible.
Es… ¿comprensible? – tartamudeó la castaña.
Claro, es uno de tus mejores amigos y estás muy preocupada por él ¿Verdad?
Sí – contestó rápidamente aliviada.
Será mejor que se lo contemos a los demás… - interrumpió Ron mientras se metía la carta en el bolsillo – Iremos a avisar a mi hermana, después iremos a buscar a Luna y por último a… Malfoy
¿A Malfoy? – preguntó extrañada Hermione - ¿No creerás que tiene algo que ver verdad?
¿Estás bien Hermione? – la castaña le miró confundida – Hace un par de semanas no dejas de protegerle y ahora resulta que no te fías de él… ¿alguna vez de he dicho que eres muy rara? – preguntó Ron que realmente estaba empezando a preocuparse por la salud mental de su amiga.
¡No! Es sólo que… bueno, como siempre has desconfiado de él pues… para decirte que no pensaba que tuviese nada que ver… es mi amigo… bueno ¡nuestro amigo! - ¡Cómo se le olvidó a su yo del futuro decirle algo tan importante cómo eso! Bueno, era de esperar. Realmente no tuvieron mucho tiempo para hablar. Además le dijo lo más importante para ella.
Bueno, será mejor que nos vayamos… ¿vienes Neville?
Sí, un momento y me cambio – al ver que ninguno de los dos se movía se apresuró a añadir – esto… Hermione… si no te importa… me gustaría cambiarme en privado…
Claro… ¡perdón! – la castaña salió rápidamente de la habitación totalmente sonrojada dejando a sus dos amigos muriéndose de la risa.
¿Hola? Soy yo… - Harry se paró delante de la habitación secreta en la que estaban escondidos los dos hermanos.
Pasa – de la nada salió una mano que cogió inmediatamente al moreno del hombro y le hizo traspasar la pared. - ¿Estás bien? – Alberthford le escrutaba con la mirada – Tranquilo Albus… es Harry y está bien.
¡Harry¿has venido solo verdad? – miró detrás de su alumno para asegurarse de que estaba solo. La verdad es que, teniendo en cuenta que su hermano acababa de hacerle cruzar la pared, era una medida de seguridad muy tonta.
Bueno… la verdad es que os traía un regalo pero como me han dado una bienvenida que casi me mata del susto – entrecerró los ojos mientras miraba a Alberthford que sonreía inocentemente – no lo he podido coger a tiempo.
¿Qué es lo que traías? – preguntó con curiosidad su director.
Ya lo veréis… ¿puedo salir a buscarlo?
Muy bien, sal pero nada más cojas el regalo avísanos y te esconderemos ¿está bien?
Por supuesto – Harry volvió a salir al pasillo y agarró el brazo petrificado del mortifago - ¡Estoy listo! – la misma mano volvió a salir para introducirle nuevamente en la secreta habitación.
Es… ¡Es Ubertus! – exclamó Albus - ¿Cómo lo has traído¿y qué le ha pasado? – preguntó nada más ver el estado en el que se encontraba el mortifago. Harry le explicó con todo detalle lo que había ocurrido. – Estoy impresionado. Sabía que juntos lograríais hacer grandes cosas.
Sí – sonrió el moreno al recordar que junto a Hermione había logrado atrapar a un peligroso mortifago.
Está bien, dejaremos a este encerrado aquí por si consigue escapar del hechizo… aunque es muy poco probable… yo diría que si tardamos mucho puede incluso llegar a morir… - dijo entrecortadamente Alberthford ya que estaba tirando del cuerpo inerte de Ubertus hasta una caja bastante grande. Cuando metió el cuerpo dentro la cerró mágicamente aplicando después un hechizo de invisibilidad.
Muy bien, sigamos con la segunda parte de nuestro plan ¿te parece bien Harry?
Claro, cuanto antes terminemos con esto antes podré regresar con mis amigos y…
Y con Hermione ¿verdad? – el director acabó con una gran sonrisa cómplice la frase del moreno.
Iba a decir descansar de una vez… - Harry se sonrojó al máximo posible.
Está bien, está bien… sigamos…
El reloj acababa de dar las doce de la mañana en el despacho del director y Voldemort esperaba impacientemente la llegada de su esclavo. Al notar la tardanza de este, comenzó a dar vueltas imaginándose su triunfante retorno al futuro. Esperaba poder volver a disfrutar de su posición de prestigio; de poder. Humillar a todos aquellos que osaron alguna vez ponerse en su contra. Volver a reír sobre la tumba de su gran adversario Harry James Potter mientras humillaba y maltrataba a la única persona que de verdad le importó en su vida. Pero ¿era ese todo el motivo? No, no era sólo eso. Sabía que humillar y maltratar una y otra vez a Hermione Jane Granger haría que su gran opositor se agitase de dolor en su tumba. Pero… debía admitir que tenía otra gran razón de peso. La necesitaba. Sí, necesitaba que ella se pusiese a sus órdenes. ¿Por qué? No era una pregunta fácil de contestar. A lo largo de todos estos años de persecuciones y batallas siempre hubo un punto común en todos ellos; su derrota. La derrota a manos de esos tres amigos; de ese odioso trío. Pero, en el sexto año desde que conoció el amargo sabor de la inferioridad, tuvo que reconocer la gran astucia de esa pequeña sangre sucia. Logró saber antes que nadie sus planes. Durante días, semanas e incluso meses estuvo buscando la respuesta a una pregunta¿cómo averiguó que intentarían entrar en el castillo usando ese escudo milenario destinado a romper cualquier barrera mágica? La respuesta, al final, le fue revelada por uno de sus más leales súbditos. Ella poseía el don de las premoniciones. Se quedó quieto por un instante. Ella. Ella tenía el poder de ver todo lo que acontecería en el futuro. Esa sangre sucia. Esa asquerosa y maldita sangre sucia. Al final llegó a una conclusión. Debía hacer que se pasase a su bando. Después, cuando lo hubiese logrado, ella sería perfecta para llevar su semilla. Un niño dotado de un gran poder mágico ¡del mayor que jamás tuviese el honor de contemplar cualquier mago, bruja, muggle, criatura mágica o no! Con el poder de la adivinación; una gran baza sin lugar a dudas. Y, aunque le costaba mucho admitirlo ya que iría y volvería del infierno antes de afirmar frente a alguien que esas palabras salieron de su boca, tendría una inteligencia superior. Ella era sólo una marioneta, un… recipiente por así decirlo. Si consiguiese que ella aceptase llevar dentro de si un bebé en el que él se pudiese reencarnar… nadie podría vencerle. Menos aún cuando su "gran rival" se encontraba bajo tierra. Muerto. Sonrió ante la expectativa de ese futuro. Veía las caras horrorizadas de cualquier persona, animal, monstruo, elfo… Le encantaba sentir el pánico en sus miradas. Y él era el artífice de todo. Él era el único que iba a lograrlo. El amo supremo. El maestro. Se paró enfrente del fénix que aún estaba inmóvil en su palo. Sonrió de lado imaginando a esa ave asada con guarnición. Como si le estuviese leyendo el pensamiento, el fénix le devolvió la mirada y comenzó con su canto. Odiaba ese ruido. Cuánto lo odiaba… Pasó una hora; sesenta minutos eternos. Ubertus no había regresado y no podía contactar con él telepáticamente. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? Él debía regresar al futuro ya, no podía perder más tiempo. ¡Maldita sea! Debía comenzar ya con el hechizo. Sacó su varita con pesadez. Esperaba alguna noticia de su mortifago. Volvió a mirar de reojo el reloj. La una y veinte. Sólo le quedaba un minuto, sesenta ridículos segundos, y debía volver. Volver sin ninguna pista de lo que iba a ocurrir. Eso no era una buena señal. Quedaban diez segundos. Se apuntó con su varita y pronunció lenta y claramente el hechizo. Cuando las manecillas del reloj señalaron la una y veintiún minutos de la tarde se evaporó. Había vuelto al futuro; a un futuro incierto.
¡Genial! Todo esto es genial… ¡ahora resulta que tenemos que recorrernos todo el colegio para encontrar al héroe! – refunfuñaba una y otra vez Malfoy mientras seguía al resto.
¿Quieres callarte de una vez? – le amenazó Ginny que ya estaba harta del comportamiento del Slythering – Tenemos que encontrarle aunque a ti te suponga un trauma ¿entendido? – al oír la última frase de la pelirroja el rubio se detuvo y la miró con odio. Ella también se paró y se encaró a él – No me das miedo… - dijo muy segura de si misma.
Pues tal vez debería dártelo pequeña…
¡Deja de amenazar a mi hermana! – Ron se interpuso en medio de los dos para que se calmasen los ánimos.
Como si poniéndote en medio consiguieses algo… pobretón – respondió Draco apretando los dientes.
¡Malfoy¡Ron¡será mejor que os calléis de una vez si no queréis que lo haga yo personalmente! – Hermione estaba tan alterada porque Harry había desaparecido que podría haber hechizado a sus dos amigos ahí mismo.
¿Malfoy¿Ahora me llamas Malfoy?
¿Y cómo quieres que te llame eh?
Pues Draco… como siempre – las mejillas del rubio de encendieron.
¿Cómo siempre? – susurró la castaña. Otro detalle que se le escapó a su yo del futuro. Decidió que la próxima vez se obligaría a darse la información completa. Suspiró – Perdona es que… estoy muy preocupada por Harry. No quería que te sintieses mal Draco.
No importa… puedo llegar a comprenderlo – sin saber muy bien lo que estaba haciendo se acercó a ella y le dio un abrazo. Los demás miraban la escena como si ahora mismo apareciese Snape anunciando que les devolvía todos los puntos que le había quitado a sus casas injustamente. – Esto… ¡sigamos buscando¿Hay que encontrar al tonto de Potter no? – dijo recuperando la compostura.
No le llames tonto hurón… - refunfuñó Ron mientras retomaba su camino hacia las afueras del castillo.
Será mejor que no hagamos mucho ruido… Dumbledore podría estar despierto y no me apetece que nos castigue – susurró la castaña que aún no se había recuperado de la sensación que le produjo el abrazo del rubio. Sí que había cambiado…
¿Era mi imaginación o Malfoy ha abrazado a mi Hermione? – Harry apretaba los puños con fuerza. Sus amigos se habían detenido justo delante de la habitación en la que estaban escondidos.
No te va nada bien la imagen de celoso Harry… - Alberthford estaba cerrando mágicamente la entrada a la habitación.
Me da exactamente igual lo que me vaya o no… - el moreno cruzó los brazos encima de su pecho – como lo vuelva a intentar se acuerda de mi…
Eso tendrá que esperar Harry – interrumpió el director – lo que ha pasado ahora mismo demuestra que la Hermione del futuro ya ha vuelto. Y seguramente a estas horas Voldemort también… - se acercó a una de las paredes – Y ya que Ubertus está controlado, sólo nos quedan los demás mortifagos…
Vale… persigámoslos… - los tres se habían aplicado el hechizo desilusionador para que ninguno de los amigos de Harry supiesen que en todo momento les estaban vigilando – Los planes de Voldemort no van a cambiar ¿verdad? – Dumbledore miró extrañado a su alumno – quiero decir… ¿los atacará en el bosque a media noche no? Porque… después de lo ocurrido con sus otros mortifagos en el bosque… tal vez no le quede paciencia y quiera acabar con ellos antes – el moreno notó cómo un nudo se iba formando en su garganta.
No lo creo Harry. Ahora mismo hay muchos alumnos en las afueras del castillo como para poder ejecutar ningún plan libremente. Aunque… será mejor que nos aseguremos. Nunca se sabe…
Pero… ¡dijiste que tu alumna te avisó sobre el ataque de Voldemort! – interrumpió Alberthford a su hermano.
Lo sé… pero esa visión la tuvo hace tiempo. Ella no lo recuerda. Nunca recuerda nada de lo que recita. Es por eso que los planes pueden haber cambiado.
¿Quiere decir que Hermione le advirtió sobre un nuevo ataque hace tiempo¿por qué no nos avisó profesor?
Pensaba hacerlo pero… los últimos acontecimientos han hecho que todo esto cambie. Cuando me enteré de que Voldemort quería deshacerse de mi por medio del secuestro de mi hermano… y que en realidad lo conseguía llegando a morir ambos… yo… tuve que reorganizar mis prioridades.
Lo siento profesor… yo… no recordaba esa parte. Seguro que debió de ser muy duro enterarse de que usted y su hermano iban a morir sin poder ayudar a nadie…
No los sientas ya no importa. Ahora contamos con la ayuda proporcionada por el futuro de la señorita Granger. Ahora podemos vencerle y acabar de una vez con todo esto…
Tiene razón profesor. Será mejor que les sigamos, nunca se sabe lo que va a ocurrir ¿verdad?
Es cierto. Vamos – los dos hermanos y Harry siguieron a sus amigos hasta la entrada del bosque prohibido. Cuando los seis chicos se detuvieron ellos tres se sentaron a escuchar ya que habían formado una especie de reunión.
Será mejor que lo dejemos pasar… seguro que Potter se encuentra bien y lo único que está haciendo es reflexionar – repetía incesantemente Draco. No le atraía la idea de adentrarse en el Bosque Prohibido. Aún recordaba la experiencia de segundo año.
¿No será que eres un cobarde verdad? – rió Ron mientras veía cómo el rostro de Malfoy pasaba por todos los colores posibles.
¿Algún día vais a dejar de pelear? – interrumpió exasperada Hermione – Ahora tenemos que centrarnos en Harry no en vuestra rivalidad.
Está bien… perdona Hermione – Ron le dedicó una pequeña sonrisa de victoria a Malfoy que parecía querer meter al pelirrojo bajo tierra en ese momento - ¿Crees que Harry puede estar ahí dentro? – señaló al bosque prohibido que se alzaba fantasmagóricamente a sus espaldas aún siendo prácticamente las tres de la tarde.
No estoy muy segura pero… es el único sitio en el que no hemos buscado ¿Verdad? Seguro que él no espera que lo vayamos a buscar ahí – la castaña intentó sonar segura en su afirmación.
En eso tiene razón – susurró Harry a sus dos acompañantes que aún se mantenían a una distancia prudencial de los seis chicos – nunca hubiese pensado que ellos entrarían en el mismísimo bosque prohibido para encontrarme. Creo que si al final me hubiese ido para poder protegerlos me hubiese escondido en alguna parte de este bosque.
Lo que demuestra que la señorita Granger te conoce muy bien – respondió Dumbledore en el mismo tono que había utilizado el moreno.
Demasiado bien… - sonrió Alberthford al ver la cara totalmente roja del moreno.
A ver… que yo me aclare. Lo que estás diciendo es que tenemos que adentrarnos en el bosque prohibido en busca de Harry. Aunque también es muy probable que no esté ¿Verdad? – interrumpió Draco el silencio.
Pero sí hay una probabilidad de que esté ahí dentro – Neville sonaba muy seguro de sí mismo – Yo me escondería ahí si fuese él…
Si tuvieses las mismas habilidades que él, querrás decir – contradijo Draco.
¡Ya basta! Neville ya ha demostrado que es muy capaz de combatir contra cualquier mortifago ¡y tú no estarías aquí si él no lo hubiese hecho antes! – gritó Ginny fuera de si.
Dos cosas – Draco se había levantado – la primera es que ya le di las gracias en su momento por ayudarme ¿entiendes? Así que deja de recordármelo cada dos por tres y segundo ¿quieres dejar de gritar como una niña histérica¡pueden descubrirnos!
¡Deja de meterte con mi hermana! – interrumpió Ron que también se había levantado.
¿Quiénes nos van a descubrir eh? – Ginny se había incorporado realmente enfadada por la respuesta de Draco - ¿tus estúpidos amigos los mortifagos?
¡Mis amigos no son unos mortifagos! – volvió a gritar el rubio más fuerte.
¿Y cómo estás tan seguro? – la pelirroja utilizó su voz más potente para poder contrarrestar al Slythering.
¡Porque sois vosotros idiota! – la respuesta formó un gran silencio entre los demás chicos.
Esa es una buena razón – soltó de repente Luna – yo no soy ninguna mortifaga…
Ya está bien de tanta discusión, así no vamos a llegar a ningún sitio – declaró Hermione que aún permanecía sentada. Al oírla los chicos volvieron a tomar asiento. Draco miraba al suelo porque no podía creer lo que había gritado. Ginny y Ron se miraban confundidos ya que oír de parte de Draco que eran sus únicos amigos era bastante impactante. Neville miraba incesantemente al bosque rogando porque ninguna criatura se hubiese acercado en el transcurso de la pelea y Luna parecía muy interesada en la hierba que había a sus pies. – Tenemos que entrar y buscar a Harry. Será mejor que hagamos grupos, así lo encontraremos antes.
¿Crees que es seguro que hagamos grupos¿Nos será mejor que vayamos todos juntos? – preguntó Ron.
Tal vez sea más seguro pero también más lento. Así podríamos tardar meses en encontrarle.
¿Os parece bien si vamos de dos en dos? – dijo de repente Luna.
Creo que es una buena idea. Así nos podremos defender de cualquier criatura que aparezca en el camino – contestó Hermione - ¿Qué os parece?
Está bien… hagamos grupos de dos – cedió Ron mientras miraba a Draco - ¿Cómo los hacemos?
Creo que será mejor que Luna y Ginny vayan acompañadas por cualquiera de nosotros. No os ofendáis pero sois más pequeñas y sabéis menos hechizos… - dijo Neville.
Está bien…. Vete tú con la pobretona – Draco se había cruzado de brazos – que Weasly vaya con la lunática y yo iré con Hermione.
No le llames lunática… - contestó Ron entre dientes.
Creo que es una buena idea – confirmó Ginny que estaba muy contenta por el acompañante que le había caído en suerte.
A mi también me parece bien – Luna, después de sonreír a Ron en agradecimiento de su defensa, se había levantado dispuesta a seguir con la búsqueda de su amigo.
Pues ya está decidido. Ron y Luna vosotros iréis por la derecha. – Ambos chicos se juntaron y desaparecieron por la dirección indicada. Antes de irse Ron susurró algo al oído de Neville que provocó que el chico se quedase blanco de la impresión. – Ginny, Neville, vosotros por la izquierda – los dos chicos desaparecieron – y tú y yo nos vamos por el centro Draco – Hermione cogió de la mano al rubio.
Tranquila, puedes confiar en mí. No dejaré que te pase nada malo – sonrió Malfoy antes de adentrarse en el bosque.
¡Será posible¿Ahora cómo vamos a vigilarles? – Harry se había levantado del suelo.
No te preocupes… somos tres. Alberthford será mejor que vayas a vigilar a la señorita Weasly y al señor Longbotton – Dicho y hecho; su hermano había desaparecido en el bosque – Harry… ¿a quién prefieres vigilar? – sonrió Dumbledore.
¿Hace falta que responda a esa pregunta? – sonrió de igual manera el moreno.
Muy bien, yo seguiré al señor Weasly y a la señorita Lovegood – el profesor desapareció entre los árboles.
Yo seguiré a Hermione y a Malfoy. Y como se le ocurra intentar algo… - susurró Harry mientras seguía a su novia y a su "amigo".
¡Vaya¡qué divertido! Ellos solitos se están metiendo en la boca del lobo… - una mujer se acercó al lugar en el que había desaparecido todo el grupo, tanto perseguidos como perseguidores.
Tienes razón… tal vez ya saben lo que iba a ocurrir y han pensado que no había porqué retrasarlo ¿no? – sonrió otro.
Muy bien, echémoslo a suertes… - dijo con verdadero entusiasmo otro. – a ver quién persigue a quien…
Trato hecho – una risa entre macabra y sobrecogedora se adueñó por un momento del claro del bosque.
Ya está. Bella tú seguirás a la pelirroja y al hijo de los locos – la aludida sonrió y, varita en ristre, salió a toda velocidad siguiendo el rastro de los muchachos – Avery tú perseguirás al pelirrojo y a esa extraña niña – él sonrió de felicidad – pero recuerda que el chico tiene que estar vivo… no importa lo que pase con la otra ¿entendido? – el mortifago asintió y se dispuso a adentrarse en el bosque – Querido hijo, volvemos a encontrarnos… - susurró Lucius que desapareció en medio de un remolino color violeta.
Esto es asqueroso – dijo de repente Ginny cuando, por decimocuarta vez, metió el pie en un líquido pringoso parecido al barro pero, seguramente, ni siquiera se acercaba a eso.
Será mejor que andemos con cuidado… puede salir cualquier criatura de entre los árboles… - susurró Neville que iluminaba suavemente el camino con su varita. Porque, aún siendo las tres de la tarde, en aquel bosque parecía noche cerrada.
No te preocupes, entre los dos conseguiremos vencerla – sonrió la pelirroja - ¿y ahora qué camino tomamos? – delante de ellos se abría una bifurcación en el camino.
¿Tú cuál crees? – A la derecha se podía observar un sendero lleno de árboles más bien macabros y a la izquierda el paisaje era muy parecido - ¿llevas un galeón?
¿Un galeón? – repitió extrañada la pelirroja ya que le había parecido oír mal lo que le había dicho su amigo.
Para echarlo a suertes – Neville se encogió de hombros.
Creo que será mejor que vayáis por la derecha pequeños – la voz de Bellatrix resonaba por todo el bosque haciendo casi imposible ubicarla.
¡Bellatrix! – gritó Neville mientras apuntaba a cualquier cosa que se moviese para poder ver a la mortifaga.
¿Te acuerdas de mí? – canturreó la aludida mientras que los dos muchachos se ponían en guardia - ¿Por qué será? – soltó una horrible carcajada que hubiese congelado la sangre de cualquiera. Pero no de ellos, no en ese momento. No cuando había tantas cuentas que saldar.
¡Aparece maldita¿O me tienes miedo? – la voz de Neville sonaba fuerte y decidida.
Ten cuidado con lo que deseas porque puede cumplirse – al instante apareció la mortifaga apuntando a ambos con la varita – cuando termine con vosotros desearéis que no hubiese aparecido… - les amenazó.
Más bien será al revés – susurró Neville - ¡me vengaré por lo que les hiciste a mis padres!
No seas rencoroso hombre… - sonrió de lado – si esperas un poco haré que te reencuentres con ellos…
Somos dos contra una… tal vez seamos nosotros los que logremos que te unas a ellos… - Ginny se acercaba peligrosamente a la mortifaga mientras que Neville la seguía a escasos milímetros para evitar que la mortifaga la atacase.
Sólo sois unos niñatos… no podéis hacerme nada… - comenzó a andar en círculos - ¿Cuál de vosotros quiere ser el primero? – preguntó amenazante.
¡Se acabó¡expelliarmus! – Ginny había apuntado a Bella intentando pillarle despistada.
¡Protego! – susurró la mortifaga mientras le dedicaba una sonrisa victoriosa a su contrincante – Como has podido observar no es tan fácil pequeña…
Está bien, hagamos esto más interesante… - Neville apuntó a sus ojos - ¡Ocus Neblen! – el hechizo tomó por sorpresa a Bellatrix que no pudo hacer nada por esquivarlo. En menos de un segundo la mortifaga estaba totalmente ciega.
¿Cómo te atreves! – gritaba desesperada al no poder ver dónde se encontraban sus "pequeños" rivales - ¿Cómo os habéis atrevido a hacerme esto¡Os encontraré! Y cuando lo haga ¡desearéis no haberos puesto en mi camino!
Amenazas, amenazas y más amenazas… ¿nunca te cansas de decirlas? – la pelirroja comenzaba a rodear a la mortifaga haciendo mucho ruido mientras que Neville la imitaba por el otro lado – Porque… ahora tenemos una gran ventaja ¿verdad? – le susurró casi al oído.
¡Maldita niña¡Crucio! – descargó toda su ira sobre un inocente árbol ya que, en el momento que Neville se dio cuenta de sus intenciones, agarró a su compañera y tiró de ella hasta ponerla en un lugar seguro. - ¡Malditos! – susurraba intentando ponerse de pie. No era una tarea fácil ya que los matojos se lo impedían.
¿Te ayudamos? – preguntó solícito Neville mientras se ponía a su lado. Sabía que en cualquier momento recuperaría la compostura y eso definitivamente no era nada bueno. Así que se le ocurrió quitarle la varita antes de que su cerebro reaccionase y se aplicase un hechizo para deshacerse de esa pequeña desventaja. Justo cuando iba a quitársela Bellatrix hizo un amago protegiendo la varita contra su pecho.
¿Creéis que así lograréis desconcentrarme¡nunca! Soy una gran mortifaga y la súbdita más leal y fuerte del amo… ¡os mataré! – Bellatrix se incorporó de golpe lo que hizo que tanto Ginny como Neville diesen, involuntariamente, un paso hacía atrás. – Me libraré de este ridículo hechizo vuestro y después arreglaremos cuentas… - la mortifaga se apuntaba a los ojos cuando, de repente, salió un haz blanca desde una sombra que estaba detrás de ella. Cuando la luz se extinguió pudieron distinguir la mano helada de Bellatrix - ¿Qué es esto? – sintió cómo su brazo no se movía y un frío extremo se instalaba en su brazo - ¿Qué es lo que me habéis hecho? – gritaba furiosa. Ahora no podía ver y su varita, por el momento, le resultaba totalmente inútil. Estaba muy asustada.
Te hemos congelado la mano para que no puedas defenderte… ¿esta tan ciega que no puedes verlo? – la pelirroja se dio el lujo de reír ante el espectáculo.
Maldita seas… - rugió la mortifaga mientras intentaba por todos los medio deshacerse del hielo de su brazo. A tientas comenzó a buscar una roca o algo que le sirviese para romper el hielo. Cuando encontró algo que le sirviese notó como una patada que llegaba de la nada acabó con cualquier oportunidad que hubiese tenido.
No queremos que uses tu varita ¿verdad? – Neville le había dado una patada a su brazo izquierdo. Al principio se había sobresaltado al ver que un hechizo salía de la nada pero, al ver que les estaban ayudando, se volcó totalmente en hacer sufrir a la persona que tenía arrodillada frente a él.
¿No quieres enfrentarte a mí dignamente? – el orgullo de la mortifaga no le permitía verse vencida tan fácilmente. No por dos chicos que ni siquiera habían terminado la escuela. Eso era humillante.
Pues la verdad es que no… - susurró Neville – Tú no le diste ninguna oportunidad a mis padres y yo tampoco te la daré a ti… ¡Laces solem! – apuntó directamente a sus piernas; debía tener cuidado con no aplicarle el hechizo en el brazo ya que el calor derretiría el hielo que inmovilizaba su brazo derecho. Ahora la mortifaga casi aullaba por el dolor que le producían las quemaduras en sus piernas. Justo cuando ella se movió para poder acercar su brazo congelado a sus piernas la pelirroja la petrificó. No hizo el hechizo en todo su cuerpo; sólo hechizó sus brazos y hombros.
No lo intentes Bellatrix… - se acercó a ella. Observó cómo, una de las grandes mortifagas, estaba arrodillada frente a ellos hecha un pequeño ovillo. Aunque intentase retener los sollozos de dolor, unas lágrimas comenzaban a agolparse en sus ojos.
¿Y qué podríamos hacer ahora? – preguntó Neville en tono casual - ¿Crees que podría repetir lo que le hiciste a mis padres? – ahora su voz adquirió un tono muy peligroso.
¡Tú no puedes realizar ese hechizo¡no me odias lo suficiente como para que sea efectivo! – gritaba desesperada.
¡Sí que te odio¿sabes cuánto tiempo me costó que mis padres consiguiesen reconocerme¡Cuatro años¡Cuatro malditos años en los que me preguntaba si realmente llegarían a recordarme! – explotó el joven mago – Y ahora… ¡ahora voy a vengarme! – Ginny retrocedió ante la mirada de odio de su amigo.
Neville… creo que no deberías… - susurró intentando convencerle.
¡Tú no lo entiendes! – le gritó a la pelirroja que instintivamente retrocedió un poco - ¡Tú nunca sabrás lo que es ver a tus padres en esa situación! – las lágrimas comenzaban a mojar la cara de Neville. Dejó de mirar a Ginny y se centró en la mortifaga – Vas a pagar lo que hiciste muy caro… ¡crucio! – el cuerpo de Bellatrix se agazapó en el mismo instante en el que una ola de dolor se apoderó de ella. Sintió como si todo su cuerpo se rompiese en mil pedazos. El aire no le llegaba a los pulmones y ella se esforzaba en retener el que aún tenía dentro. Apretó con tanta fuerza los dientes que se produjo unas heridas que pronto comenzaron a sangrar. Ginny se acercó a su amigo y le agarró con fuerza el brazo. Neville se dio cuenta y dejó de aplicar el hechizo. Bellatrix quedó estirada encima de la hierba intentando recuperar el aliento.
No eres como ella – le repitió una y otra vez la pelirroja haciendo que se calmase – No te bajes a su nivel – le susurró.
Tienes razón Ginny. Lo siento, no sé lo que me ha pasado – dijo intentando retener las lágrimas.
No te disculpes. Creo que si ella hubiese tratado así a mis padres me hubiesen tenido que detener…
Malditos niños – susurraba cansadamente Bellatrix mientras intentaba volver a ponerse en pie – os voy… os voy… - cayó medio muerta en el suelo – os voy a matar – susurró antes de desmayarse completamente.
¿Qué hacemos con ella? – preguntó con asco Neville.
Será mejor que la atemos y la dejemos aquí. Tenemos cosas más importantes que hacer… ¡Incarcero! – al instante Ginny hizo aparecer unas cuerdas que ataron fuertemente a la mortifaga que aún yacía inerte.
Se me ocurre otra cosa que podemos hacer por si se despierta y consigue deshacerse del hechizo… ¿le aplicamos el hechizo oblibiate? – preguntó Neville que se había acercado a ella.
¿Crees que será lo mejor? Es decir… no quiero que ella olvide fácilmente que fue vencida por dos niños – sonrió la pelirroja.
Tienes razón. Sólo le quitaremos la varita. Antes de irnos – retrocedió y apuntó a la mortifaga con su propia varita - ¡Petrificus totalus! – los brazos de la mortifaga se pegaron a su cuerpo quedando totalmente quieta – Así no nos seguirá y estará más tiempo dormida – miró a la pelirroja - ¿qué te parece si vamos por la izquierda? – ella asintió y ambos se adentraron más aún en el bosque para encontrar a su amigo.
Parece que te han dado tu merecido ¿eh? – Alberthford había salido de su escondite y ahora estaba de pie junto a Bellatrix – creo que también te encerraré… - mediante un conjuro hizo aparecer una caja y la metió dentro. En lugar de hacerla invisible la redujo hasta alcanzar el tamaño de una caja de cerillas. La recogió y la guardó en uno de sus bolsillos. Sonrió satisfecho y siguió a los chicos.
Tenemos que darnos prisa Luna… Tenemos que encontrar a Harry – repetía una y otra vez Ron ya que la rubia constantemente insistía en pararse a recoger unas extrañas ramas.
¡Pero estas ramas no se ven en todas partes¡son un reclamo para los snorlaks! Ayúdame a coger algunas… - le pidió.
Ahora es más importante encontrar a Harry… ¡ya te acompañaré otro día a recoger más!
¿Me lo prometes? – preguntó ella con ojos soñadores.
Te lo prometo… ¿vamos?
¡Vaya! No me digas que tu última promesa va a ser acompañarla a recoger unas ramas que se encuentran en cualquier parte… ¿qué tierno?
¿Quién eres? – Ron escondió detrás de sí a la rubia para protegerla.
¿No sabes quién soy? – en ese instante un mortifago salió de detrás de un árbol.
Ubertus… - susurró el pelirrojo con desprecio.
Sí que me recuerdas… - rió él.
Tu cara no se olvida con tanta facilidad como a mi me gustaría… - subió decididamente la varita hasta encontrarse con la cara de su enemigo.
¿Vas a pelear contra mí? – se llevó una mano al pecho simulando estar profundamente herido.
¡Ya basta de tonterías¿no querías pelear¡pues peleemos!
No – Ubertus ni siquiera había sacado la varita – No quiero pelear contigo – puso cara de fastidio ¡por supuesto que quería cerrarle la boca a ese niño maleducado! Pero no quería ser el blanco de la ira de su "amo"
¿No quieres pelear? – preguntó Ron mientras que con la mano izquierda prácticamente obligaba a Luna a permanecer detrás de él - ¿por qué será que no te creo? – guardó silencio durante unos segundos - ¿qué es lo que quieres? O mejor dicho… ¿qué es lo que te han ordenado que hagas? – arqueó las cejas en un intento de contener una gran carcajada.
¡Cállate! – el mortifago estaba furioso. Y tenía motivos. Un simple chico se estaba burlando de él y no podía hacer nada por evitarlo - ¡Se acabó¡te vienes conmigo!
¡No irá contigo ni a la vuelta de la esquina! – Luna se había zafado de la protección del pelirrojo y se encaró a Ubertus.
Será mejor que te calles… Mis órdenes no te incluyen preciosa – le amenazó – y puedo hacerte todo lo que se me ocurra. Y, creeme, en este momento me encantaría desquitarme con tu pequeño cuerpecillo.
Inténtalo… - susurró Ron con el rostro sombrío – por favor… inténtalo aunque sea una sola vez…
¡Qué escena más tierna! El héroe protege a su amor… ¡me dan ganas de vomitar! – por fin sacó la varita de su túnica – Pensándolo mejor… creo que no importará que vayas inconsciente… siempre y cuando estés vivo claro… - su sonrisa se ladeó imprimiendo a su rostro un aire sádico.
Luna, será mejor que te vayas… - le susurró a su acompañante.
No – le respondió decidida en el mismo tono que utilizó el pelirrojo – No voy a permitir que este te impida cumplir una promesa – sonrió - ¡Glacius! – Ubertus esquivó con sorna el hechizo; como si hubiese sido una ofensa el llegar a realizarlo.
¡Expelliarmus! – ese hechizo no se lo esperaba. Mientras esquivaba el hechizo de la rubia Ron le lanzó el suyo con toda la rabia que había acumulado en su interior. Como resultado Ubertus salió disparado varios metros.
¡Estás muerto! – se levantó con dificultad mientras respiraba entrecortadamente debido a la rabia - ¡Y me da igual lo que me pase después! – se acercó corriendo mientras los dos jóvenes seguían apuntándole.
¡Terra mobile! – Ron apuntó al suelo haciendo que surgiesen varias fallas. Ubertus se frenó justo antes de caer en una de ellas. Miró a su alrededor; estaba completamente rodeado.
¡Incarcero! – el mortifago apuntó a Luna y ésta cayó inmediatamente totalmente atada de pies y manos. El pelirrojo se acercó a ella para poder deshacer el hechizo - ¡Yo no haría eso¡Bombarda! – el hechizo dio directamente en el pecho de Ron haciéndole retroceder unos cuantos metros - ¡Aún estando a esta distancia tengo mucho más poder que vosotros! – gritaba fuera de si - ¡Incendio! – alrededor de Luna se formó un círculo de fuego - ¡Ventum! – Ubertus movió furiosamente su varita describiendo anillos en el aire hasta que conseguir convertirlo en un muro que hacía imposible acercarse a la chica. - ¡Entrum! – Ron se había levantado de su caída y se acercaba rápidamente al lugar en el que se encontraba Luna - ¡Yo no me acercaría tanto! Por cada paso tuyo el fuego se acerca más a ella ¿no querrás que tu novia muera calcinada verdad?
¡Suéltala! – gritó furioso el pelirrojo apuntándole con la varita.
Creo que no… ¡Crucio! – el pelirrojo nunca había sentido un hechizo tan fuerte en su propio cuerpo. Sentía como si todas las venas se entrelazasen apretando con tanta fuerza su corazón que parecía explotar. Sin siquiera pensarlo se apretó las costillas esperando que todo pasase. Ubertus seguía aplicando el hechizo a la vez que se acercaba peligrosamente a él sorteando las fallas de su alrededor. - ¡Vendrás conmigo te guste o no! – Dumbledore se encontraba escondido detrás de un árbol viendo la situación. Alzó lentamente la varita para poder ayudar a Luna y que ésta a su vez salvase a Ron pero, para su sorpresa, el círculo de fuego desapareció dejando ver a la rubia de pie apuntando a un sorprendido Ubertus.
¡He dicho que le dejes en paz! – gritó ella apuntando a la cabeza del mortifago - ¡Imperio! – la mente de su enemigo quedó totalmente en blanco esperando a cualquier orden - ¡deja de aplicar ese hechizo sobre Ronnie! – al instante se cumplió su orden. Luna corrió a socorrer al pelirrojo que estaba de rodillas recuperando el aliento. - ¿Estás bien? – le preguntó con preocupación.
No sabía que pudieses realizar ese hechizo… - le respondió entrecortadamente.
Yo tampoco – se encogió de hombros – sólo lo he visto utilizar una vez…
¡Por eso mismo no ha durado nada! – gritó lleno de rabia Ubertus que ya se había deshecho del encantamiento - ¡crucio! – ahora ambos magos cayeron al suelo intentando aplacar inútilmente el dolor. Cada vez aplicaba más y más fuerza al hechizo haciendo que de sus bocas saliesen pequeños quejidos. Se acercaba poco a poco mientras clavaba su mirada en el pelirrojo. Éste aún tenía la mirada gacha y se apretaba con insistencia el pecho. Este hecho hacía que Ubertus sonriese de satisfacción; había cumplido con su venganza. Sólo tenía que llevarle a su señor lo que quedase de él, ya pensaría que iba a hacer con la muchacha… Justo cuando el mortifago estaba tan cerca de ellos que se podían oír los latidos de su corazón, Ron levantó su cara que estaba adornada por una sonrisa de satisfacción. Al ver como un mago inexperto vencía su poderoso hechizo lo único que pudo hacer Ubertus fue soltar un débil ¡Ah! de sorpresa.
¿Sorprendido? - agarró a Luna y, después de apuntarse con la varita, gritó - ¡Piros exteris! – al instante un gran muro de fuego se formó en torno a ellos quemando en el acto al sorprendido mortifago – Este hechizo me lo enseñó un amigo – se levantó con dificultad apuntando a su rival – tengo curiosidad por saber si funciona algo… - parecía sopesar todas las opciones posibles - ¡crucio! – Ubertus, que aún estaba intentando ponerse de pie, cayó nuevamente al suelo sintiendo toda la rabia del hechizo del pelirrojo - ¿Duele? – preguntó con sarna mientras seguía aplicando el encantamiento - ¿Quieres que pare¡Dime que quieres que pare¡suplica!
Por… por… favor… - pedía entrecortadamente el mortifago que estaba hecho un ovillo en el suelo – Para… para…
Muy bien, eso es lo que quería oír – Ron dejó de apuntarle con la varita – Pero para estar seguros de que no nos vas a seguir… ¡Incarcero! – unas sogas atraparon al mortifago que intentaba moverse con las pocas fuerzas que le quedaban – Se me olvidaba… ¡glacius! – al instante el cuerpo casi inerte de Ubertus se congeló dejando el retrato del dolor que le produjo el último ataque del que fue víctima. – Será mejor que nos vayamos Luna… - le tendió la mano a la rubia que aún estaba en el suelo - ¿estás bien?
Sí… - se levantó apoyándose en Ron y rápidamente se llevó la mano a una herida del brazo que sangraba bastante.
No te preocupes – apuntó con su varita al brazo de su amiga - ¡ferula! – al instante apareció una especie de vendaje mágico – Tal vez deberíamos ir a la enfermería…
Tenemos que encontrar a Harry… seguramente este no es el único mortifago que hay por aquí – el pelirrojo se sorprendió del tono tan realista que había utilizado Luna.
Está bien, vamos – se limpió la sangre seca de su labio y ambos comenzaron a andar lentamente adentrándose cada vez más en el bosque.
Sabía que lo lograrían – Dumbledore se acercó a Ubertus que aún permanecía congelado – Han mejorado mucho… - sonrió con orgullo mientras encantaba el cuerpo del mortifago para reducir su tamaño y seguir el mismo procedimiento que realizó su hermano.
¿Crees que estará por aquí? – preguntó Draco que miraba a todos los lados posibles con mucha atención.
Bueno, creo que sí… - le contestó no muy segura Hermione. Llevaban caminando casi una hora y aún no encontraban ninguna pista que les demostrase que Harry se había escondido en el bosque – Tal vez no esté por aquí… - se arrepentía de haber sugerido ese posible escondite.
Tú le conoces mejor que nadie de nosotros. Si piensas que hubiese elegido el bosque como lugar para esconderse de seguro lo hizo. Si te he de ser sincero yo me hubiese escondido aquí – le dijo con una sonrisa intentando apoyarla.
Gracias – susurró mientras miraba al lado contrario en el que estaba el rubio.
Se está tomando muchas confianzas… cuando salgamos de esta se acuerda – susurraba Harry que estaba justo detrás de ellos.
¡Sorpresa! – Lucius Malfoy acababa de aparecer frente a los dos chicos.
¡Padre! – gritó Draco mientras abrazaba protectoramente a Hermione.
¿Sólo eso? Nada más un ¡padre! Esperaba otra clase de recibimiento por parte de mi único hijo…
¿Qué clase de recibimiento¿Querido padre tal vez? – preguntó con sarcasmo el Slytherin.
Me has ofendido… - replicó con una medio sonrisa – no esperaba ese comportamiento de mi único heredero…
Estamos igualados, yo no esperaba ese comportamiento en mi único padre…
Dejémonos de palabrería – interrumpió autoritariamente mientras miraba de reojo a Hermione – he venido a por ella así que quítate de en medio.
¿Qué te hace pensar que voy a hacer lo que me ordenes? – apretó a la castaña más contra sí mismo – Hace mucho tiempo que ya no te temo…
Te estoy dando una última oportunidad – avanzó un paso – únete a nosotros. Aunque te cueste creerlo no quiero que te pase nada… - avanzó otro más.
Permíteme que lo dude padre – alejó a Hermione de su padre interponiendo su cuerpo entre ellos.
Muy bien, yo ya te he dado una opción – se encogió de hombros – pero estoy seguro de que tu madre hubiese querido que vinieses conmigo.
¡No tienes derecho a hablar de ella! – gritó dejando a un lado a la castaña sin darse cuenta – ¡ni siquiera la ayudaste cuando vinieron a matarla¡Dejaste que todo ocurriese como lo había ordenado tu amo! – le recriminó acercándose a su padre.
Maldita sea Draco no te separes de ella – susurraba Harry mientras permanecía entre los árboles y apuntaba decidido con su varita al mortifago - ¿no ves que eso es lo que quiere?
¡No hables de lo que no entiendes! – escupió con asco cada una de las palabras mientras, casi imperceptiblemente, se iba acercando a la castaña por la izquierda – Él siempre nos ha ayudado ¡siempre! Nos ha sacado de la ruina y de la vergüenza muchas veces… ¡siempre nos ha defendido! – volvió a gritar mientras se levantaba con fanatismo su manga derecha mostrándole a su único hijo el objeto de su loca devoción.
¿Qué Él nos ha ayudado padre¿Exactamente a qué? – se acercó Draco ya sin importarle lo más mínimo que estuviesen en medio de una encarnizada pelea - ¿a despreciar a los demás¿a creernos superiores a todos¿a matar incluso a una persona que amas por un mandato suyo¿a eso?
Sigues sin entenderlo hijo – susurró mientras se acercaba cada vez más al rubio – Él nos proporciona poder… eso es lo único que importa: el poder. – entrecerró sus ojos para poder ubicar mejor el espacio en el que se encontraba atónita Hermione presenciando la discusión familiar.
Sé que nunca he tenido el valor de decírtelo pero – parecía dudar de las palabras que iban a salir de su boca a continuación – tus ideas son basura. ¡una basura por la que no merece la pena morir¿Por qué no te das cuenta?
No soy yo el que se tiene que dar cuenta hijo… no soy yo – de repente alzó su varita apuntando al pecho de Draco - ¡Expelliarmus! – el hechizo se dirigía a su objetivo cuando una luz azulada lo detuvo. Ambos miembros de la familia Malfoy se miraron confundidos entre sí intentando averiguar el origen de aquel hechizo protector.
No sois los únicos que estáis en este bosque – la voz de Hermione resonó en el claro mientras aún sostenía la varita en alto.
La pequeña sangre sucia puede defenderse ¿eh? – dijo con ironía Lucius mientras cambiaba el destinatario de su próximo ataque – Esto será mucho más interesante… - terminó sonriendo de medio lado.
Se te olvida que somos dos – Draco reclamó la atención de su padre – no dejaré que la dañes…
¿Desde cuando proteges a seres inferiores hijo¿Acaso ella te puede dar algo que nosotros no? – preguntó con algo de lujuria en su voz – Por supuesto que sí ¿verdad? Ella te da todo lo que necesitas ¿eh? – indagaba atropelladamente intentando que su hijo perdiese totalmente la razón por la rabia.
¡Maldita sea! – refunfuñaba Harry mientras se aplicaba el hechizo desilusionador para poder avanzar sin ser visto – al final va a lograrlo – se internó en el claro mientras observaba cómo la cara de Draco comenzaba a adoptar un color rojizo – No te enfades… piensa que eso es lo que quiere que hagas…
¿Y qué si le doy todo lo que necesita? – interrumpió Hermione dejando atónitos a los demás combatientes - ¿Acaso tienes envidia Lucius? – se acercó despacio a él - ¿Acaso te gustaría ser mi amiguito? – sonrió de medio lado intentado sacar de sus casillas al gran Lucius Malfoy.
Sería una buena idea… - respondió dejando atónita a la castaña – me encantaría estar un rato contigo y comprobar a que se debe tanta devoción hacia tu persona.
¿Devoción? – preguntó confundida Hermione; que ella supiese no tenía nada que pudiese producir tal efecto en nada ni nadie.
¿No sabes lo que puedes producir en ciertas personas? – preguntó con ironía Lucius mientras continuaba acercándose con la intención de cortar cualquier clase de retirada por parte de ambos muchachos – Tienes completamente idiotizado a Potter mientras que mi propio hijo te defiende en contra de su familia. Como es normal yo me pregunto qué es lo que haces para causar ese efecto. Tal vez pasando algún tiempo contigo consiga averiguarlo… - sus labios se torcieron en una sonrisa macabra.
No creo que llegues a realizar tu deseo padre… - Draco estaba situado a la derecha de su padre impidiéndole cualquier movimiento – creo que será mejor que te vayas – le miraba a los ojos mientras que con su varita apuntaba directamente a su pecho amenazándole.
¿Serás capaz de pelear contra tu propia sangre? – preguntó fingiendo sorpresa y tristeza - ¿Cómo podrías llegar a ser tan traidor? – enfatizó la última palabra alzando lentamente la varita hasta llegar a tocar el pecho de su hijo; justo donde se encontraba el corazón.
Tú me enseñaste padre… tú me enseñaste – contestó intentando sonar indiferente. Nunca había pensado que un día iba a estar involucrado en una pelea a muerte contra su propio padre.
Como quieras pero… he de decirte una cosa – murmuró algo mientras que de la punta de su varita comenzaban a salir pequeñas chispas verdes – si yo caigo… tú caerás conmigo.
¿Qué quieres decir? – ahora fue Hermione la que interrumpió aquella escena.
Sólo he sellado un pequeño hechizo. Nunca pensé ver a mi propio hijo tan decidido a acabar conmigo. Por eso mismo he unido su destino al mío. Si yo muero él morirá – terminó con solemnidad mientras miraba directamente a la cara de Draco. Esperaba ver temor, espanto y derrota; pero no fue así. La cara de su hijo reflejaba victoria e incluso satisfacción.
Nunca pensé que el gran Lucius Malfoy pudiese llegar a estar tan desesperado por salvar su vida – alzó la voz queriendo dejar testimonio en el viento que ahora mismo les envolvía – No estés tan seguro de que eso me detendrá – le miró con odio a los ojos; como si estuviese delante del asesino de su madre – no tengo miedo a morir… me quitaste todo por lo que valía la pena luchar. Por tu culpa mi madre no está conmigo y nunca he tenido amigos de verdad. ¡No queda nadie que me haya querido de verdad! – apuntó a la cabeza de su padre que apenas reaccionaba debido a la confesión de su hijo - ¡Crucio! – pronunció el hechizo casi en un silbido mientras lágrimas de culpabilidad comenzaban a dibujar pequeños hilos en sus mejillas. Jamás una venganza había dolido tanto en su alma. Mientras el haz de luz salía lentamente de su varita para llegar a su destino final su corazón moría; ya no volvería a ser el de antes. No quedaba nada. Se estaba enfrentando a su progenitor; la parte que conservaba un poco del amor que alguna vez profesó a su padre se opacó totalmente por el sentimiento de rencor. Cuando la luz se estrelló contra el asombrado rostro de su padre, sus rodillas comenzaron a temblar y un dolor le recorrió por completo la espalda. Miles de alfileres comenzaron a introducirse dolorosamente en cada centímetro de su piel. Sabía que debía bajar la intensidad del hechizo pero no podía. La satisfacción de ver a su padre en las mismas condiciones era superior al dolor e incluso a la compasión. Ya no había vuelta atrás.
¡No! – se oyó el asustado grito de Hermione rompiendo el silencio del claro. Aunque los dos últimos miembros de la familia Malfoy estaba sufriendo un enorme dolor en cada centímetro de su cuerpo, ninguno de los dos emitía el más pequeño ruido. Parecía una competición; ambos permanecían de pie intentando controlar los feroces temblores de sus piernas. Harry, que se había acercado al ver que la discusión que mantenían tal vez se pudiese volver el contra de su novia, contenía el aliento al ver a padre e hijo luchando y mostrando tanto orgullo. Su varita lentamente iba resbalando de su mano hasta caer con un ruido sordo a la hierba. - ¡Basta! – volvió a decir la castaña mientras apuntaba a ambos con su propia varita - ¡Expelliarmus! – padre e hijo volaron unos metros hacía atrás acabando en el suelo
¿Por qué lo has hecho? – preguntó con dificultad Draco mientras intentaba recuperar el aliento y ponerse en pie. - ¿No entiendes que si no acabo con él te matará? – alzó la voz.
Tiene razón; lo haré – Lucius se había puesto en pie mientras su rostro se deformó en una mueca horrible de fanatismo y sadismo - ¡Acabaré contigo! – se abalanzó contra ella mientras que Draco hacía esfuerzos por levantarse y ayudar a su amiga. Cuando estuvo a punto de tocar uno de sus brazos una fuerza surgida de la nada hizo que parase en seco su carrera. - ¿Qué demonios pasa aquí? – preguntó desorientado mientras una parte de su túnica levitaba con vida propia - ¿Potter? – preguntó mirando a izquierda y derecha - ¿Estás aquí verdad¿Quieres proteger a tu novia sangre sucia? – comenzó a reírse. Dos segundos después su nariz sangraba fruto de un puñetazo propinado aparentemente por el aire – Yo sabía que estabas vigilando… ¡lo sabía! – de repente su cuerpo adoptó un gesto de victoria absoluta.
¿Por qué estás tan contento? – preguntó Draco que había tenido tiempo suficiente para colocarse a su lado.
Ya lo verás… todo a su tiempo… - justo en el momento que Lucius miró al cielo una ráfaga de aire congelado recorrió el poco espacio que quedaba entre el mortifago y los jóvenes.
Dementores – susurró Harry que comenzaba a sentir el miedo en sus huesos.
Dementores – anunció Hermione mirando al cielo - ¡y hay miles de ellos! – de repente sintió una punzada en su corazón. Era como el recuerdo de un sueño muy antiguo. Instintivamente miró a su derecha. Allí se encontraba una pequeña cueva; estaba segura de que podrían estar a salvo si se refugiaban allí. Cuando estuvo a punto de coger a Draco por la manga y llevarlo a rastras hasta ese lugar un dementor apareció a su lado. Comenzó a acercarse poco a poco adelantando su cabeza. Ella parecía no reaccionar; su cerebro había quedado paralizado ante la idea de quedarse sin alma por culpa del tan temido beso.
¡Expecto patronum! – un espléndido ciervo plateado corneó sin compasión al dementor que se había atrevido a acercarse tanto. Al instante ese monstruo sin alma desapareció en la oscuridad del bosque mientras que el animal conjurado corría alrededor de la chica sirviendo de protección.
¿Harry? – susurró Hermione mientras miraba a todos los lados.
¡Ni siquiera Potter puede con todos ellos! – gritó victorioso Lucius mientras que los dementores comenzaban a rodearlos haciendo que todo a su alrededor perdiese cualquier esencia de vida.
Harry no está solo padre – Draco se había colocado al lado de Hermione para poder ayudarla en todo momento. Lo más extraño fue, a parte del hecho que un Malfoy llamase a Potter por su nombre de pila, fue que el ciervo conjurado prestaba protección al rubio.
¿Piensas ayudarle a luchar contra todos ellos? – preguntó intentando controlar la risa - ¡Tú no puedes realizar ningún hechizo capaz de librarte de uno solo de ellos¡eres una vergüenza! – gritó sin piedad Lucius mientras daba pequeños pasos atrás para dejarles el camino libre a los dementores.
No estés tan seguro… - murmuró mientras cerraba los ojos e intentaba concentrarse en algún pensamiento feliz tal y como le habían explicado en las clases de defensa contra las artes oscuras. Por mucho que buscaba en sus recuerdos no conseguía uno que realmente sirviese para lograr el hechizo.
¡Ánimo Draco! – le dijo Hermione mientras ejercía una pequeña presión en su brazo en señal de apoyo – Sé que tienes algún pensamiento positivo… sólo tienes que pensar un poco…
No sé porqué te empeñas en apoyar a perdedores Granger – interrumpió el mortifago y como si de repente hubiese recordado algo añadió – debes venir conmigo. ¡Si te unes al amo serás invencible!
¿Qué? – la castaña no entendía aquella invitación; parecía como si todo el mundo se estuviese volviendo loco. Cuando se levantó esta mañana estaba completamente emocionada por un sueño que tuvo. Más adelante su yo del futuro le había confirmado que todo había pasado de verdad no se trataba de una fantasía onírica. Y cuando estaba realmente emocionada se entera de que Harry ha huido para no ponerlos en peligro. Pero lo más raro vino después, cuando se enteró de que Draco Malfoy era su amigo. Aquel chico que no hacía nada más que insultarla y al que le dio un buen puñetazo en tercero. ¡Y ahora esto! Lucius Malfoy diciéndole que se uniese a Voldemort¿Estaba volviéndose loco¿Por qué le hacía ahora esa invitación? - ¿Por qué me dices eso? – la curiosidad de Hermione venció al miedo de estar rodeados de dementores que esperaban pacientemente la desaparición de aquel ciervo plateado para poder acabar con sus vidas.
Sólo cumplo órdenes – el mortifago se había alejado lo suficiente como para que se formase una gran muralla de dementores alrededor de la castaña y su hijo – Personalmente creo que una sangre sucia como tú no debería gozar de tal honor – la miró con asco – pero el amo cree que le podrías resultar muy útil…
¿Si accedo a ir contigo les dejarás en paz? – preguntó de repente Hermione ignorando su propia seguridad para asegurar la integridad física de sus dos acompañantes.
¿Quiere eso decir que te lo vas a pensar? – el mortifago estaba realmente impresionado y asombrado por lo que ella estaba a punto de hacer.
Me iré contigo si me prometes que nadie saldrá herido – dio un paso al frente ignorando la mano de Draco que insistía en que se quedase a su lado – Nunca – añadió mirando fijamente a Lucius que seguía estático.
Sabes que eso no es posible… - respondió fríamente – mi amo tiene que acabar con la molestia de Potter – buscaba disimuladamente alguna pequeña señal de dónde se encontraba Harry.
Dile a tu amo que me cambio por él. Si estoy de su lado Harry no se atreverá a dañarle… lo sé – miró al suelo por unos instantes. Sabía que lo que estaba a punto de hacer inclinaría la balanza a favor de Voldemort pero en ese momento era lo único que se le ocurría.
¿Estás completamente segura? – el mortifago parecía ansioso. Su amo tenía razón. Era capaz de cualquier cosa por proteger a Harry incluso sacrificar su propia vida. Ella era una gran baza en esta guerra. Ahora ganarían.
Sí – respondió firmemente.
Hermione… sabes que no tienes que hacerlo – el rubio se puso a su lado e intentaba por todos los medios que rechazase la proposición de su padre.
Escúchame atentamente Draco – le miró fijamente a los ojos – es la única opción. Será mejor que cuando se retiren los dementores huyas – desvió ligeramente la vista hasta la cueva – no mires hacia atrás.
¿Qué? – no entendía a qué se refería con la última frase. Disimuladamente miró a su derecha y allí descubrió la pequeña cueva que podría servirle de escondite. – No te preocupes por mí… por favor, no te vayas con ellos. Sabes que si lo haces ganaran.
He de hacerlo – dio un pequeño paso y volvió a sentir una presión en su brazo; Draco volvió a retenerla - ¡Deja que lo haga de una maldita vez! – como la presión no disminuía le apuntó con su varita y, sin que nadie lo notase, susurró unas palabras. Parecía que el hechizo que debía decir le costase mucho pero, apretó la sujeción que ejercía en su varita y gritó - ¡Expelliarmus! – al instante el rubio se encontraba un par de metros separado de ella.
¿Por qué? – susurró Malfoy mientras intentaba levantarse. Al instante un dementor corrió directamente hacia él. Cuando estaba lo suficientemente cerca como para absorberle todo el alma un rayo plateado lo desintegró. Draco pudo ver cómo el ciervo que antes les protegía a Hermione y a él desaparecía delante de sus ojos.
Estoy lista – ella levantó las manos en señal de rendición.
Muy bien pero será mejor que dejes la varita… por precaución… - sonrió el mortifago.
Soy una persona de palabra Lucius – dijo autoritariamente – he dicho que me iba contigo y así lo haré.
Está bien, está bien… - respondió con desgana - ¡Vamos!
¡Diles que se vayan! – exigió la castaña mientras que lentamente llegaba a la altura del mortifago.
Yo no soy una persona de palabra… - le agarró del brazo al mismo tiempo que ella intentaba huir - ¡Acabad con ellos!
¡No! – Hermione se resistía y miraba constantemente hacia atrás esperando ver cómo Draco huía a la cueva; pero no lo hizo. Se levantó y comenzó a andar en su dirección.
No seas necio – le susurró al oído Harry que seguía siendo invisible – sabes que no tienes ninguna oportunidad ¡Haz lo que ella te ha dicho! – le dio un pequeño empujón en dirección a la cueva.
¿Qué estás diciendo? – el rubio parecía confundido - ¡Pensé que tú también reaccionarías igual!
¡Cállate! – gritó entre dientes para no dar a conocer su posición – cuando tú desaparezcas podré salvarla… ¡vete! – esta vez el empujón fue mucho más fuerte que el anterior. Tanto que Draco tuvo serios problemas para seguir en pie.
Está bien – aceptó a regañadientes – pero como llegue a pasarle algo…
¿Me estás amenazando? – preguntó casi divertido Harry – empezaba a echarlo de menos… - sonrió - ¡Ahora corre! – Draco le lanzó una última mirada antes de salir corriendo en dirección a la cueva. El moreno se dio la vuelta para enfrentarse directamente al poderoso mortifago. Vio cómo Hermione seguía forcejeando y al mirarla a los ojos, salió corriendo en dirección a la cueva.
¡Eres un embustero! – le recriminó la castaña a su captor - ¡dijiste que no le pasaría nada y un dementor casi le besa!
¿No quería más cariño¡pues ya lo tenía! – la apretó con más fuerza para que dejase de luchar – Pero sí voy a hacer una cosa – reflexionó en voz alta al notar que dos dementores se acercaban peligrosamente a la castaña - ¡No la toquéis! – le gritó a las criaturas que estaban a su alrededor - ¡Ella es sirviente del amo! – al instante todo ese remolino de dementores se alejó de ellos para perseguir a sus dos objetivos secundarios – Así está mejor ¿verdad?
Sí, a decir verdad mucho mejor – sonrió Hermione levantando con decisión su varita y apuntando al mortifago recitó un hechizo.
¿Qué estás haciendo? – preguntó sorprendido mientras que un haz de luz amarillo golpeaba su cuerpo haciendo que este cayese hacia atrás. Lucius se preparaba para sentir cualquier clase de dolor en su cuerpo. Pero pasó el tiempo y no ocurrió nada. Se levantó rabioso. - ¿Qué es lo que crees que estás haciendo?
Yo…
¡Estúpida niña! – la agarró fuertemente del brazo hasta casi hacer que la circulación no pasase por él.
¡Suéltame! – ella forcejeaba inútilmente.
¡Diste tu palabra! – le repitió mientras seguía sosteniéndola con fuerza. Al oír esas palabras ella se calmó.
Tú también me dijiste que no les pasaría nada y ¡mentiste! – alzó mucho más la voz intentando controlar los temblores que recorrían todo su cuerpo al ver la mirada furibunda de Lucius.
¡Cállate! – gritó con todas sus fuerzas mientras que con la mano que tenía libre azotaba la mejilla de la chica – No eres nadie para echarme nada en cara ¿entiendes? – le amenazó entre dientes. Y, sin mediar ninguna otra palabra, la arrastró por el claro.
¡He dicho que me sueltes! – volvió a gritar alzando exageradamente la voz.
¡No te soporto! – el mortifago se había parado y la miraba directamente a los ojos. Cogió rápidamente la varita con la mano que tenía libre y le apuntó a la cabeza – No me hagas hacer algo de lo que me arrepienta…
Está bien – volvió a susurrar mientras se acercaba mucho más a él haciendo que entre ellos la distancia se pudiese contar en milímetros - ¡Suéltame! – gritó casi a su oído.
¡Se acabó! – de la rabia Lucius tiró a Hermione al suelo - ¡Crucio! – ella se retorcía intentando aplacar el dolor que sentía. ¡Demonios! Se había entrenado tanto para poder controlar sus emociones y miedos… ¡tanto para soportarlo! Después de unos segundos parecía que había controlado al menos las habilidades esenciales para poder realizar el próximo paso.
Lucius… - susurró mientras levantaba torpemente su varita. Al verla el mortifago intensificó su hechizo lleno de rabia – Vocea… - parecía que decir cada palabra le costaba un inmenso esfuerzo pero debía soportarlo - ¡PERMUN! – gritó con lo que le quedaba de sus fuerzas.
¿Qué se supone que has he…? – no pudo terminar la frase; se había quedado estático. La voz que salía de su garganta no era la suya, se parecía mucho a la de… - ¡No¿qué has hecho¿QUÉ HAS HECHO? – gritó cegado por la ira.
¿Qué es lo que está pasando? – preguntó Draco a Harry. Ambos estaban dentro de la cueva perfectamente camuflados mediante el hechizo desilusionador.
Shhhh será mejor que nos callemos – le susurró para que ninguno de los dementores que estaban en ese momento a la entrada de la cueva los pudiese sentir – ella sabe lo que hace. Confía – le dijo más para convencerse a sí mismo que a su acompañante. Apretaba con fuerza sus puños, no podía soportar estar más tiempo escondido mientras Hermione sufría los ataques de ese mal nacido. Pero tenía que esperar.
¿PORQUÉ HAS HECHO ESTO? – Lucius seguía gritando desesperado mientras se acercaba amenazadoramente hasta el sitio en el que estaba tirada la castaña - ¡DIMELO! – al instante varios de los dementores se dieron la vuelta alertados por tanto grito. Cuando dos de ellos estaban tan cerca de Harry y Draco que parecían haberles oído se pararon en seco. Uno de los que aún estaban cerca de la escena que protagonizaban el mortifago y la castaña había emitido un gruñido seco. Se miraron entre ellos y acudieron a su llamada. En un instante estaban todos reunidos. Y se acercaban peligrosamente al lugar en el que estaba Hermione.
Ahora lo sabrás – susurró mientras señalaba con la mirada al grupo de dementores que ahora se cernían amenazadoramente sobre Lucius.
¿QUÉ ES LO QUE ESTÁIS HACIENDO MALDITOS? – todas esas asquerosas criaturas estaban rodeando al mortifago haciendo que la hierba que crecía bajo sus pies muriese en el acto - ¿ACASO NOS SABÉIS QUIÉN SOY? – comenzaron su trabajo arrancándole poco a poco su felicidad – NO PODÉIS HACER ESTO ¡SOY VUESTRO AMO! – gritaba mientras caía lentamente al suelo - ¡FUERA! – gritó en un último intento. Pero ellos no podían obedecerlo ya que anteriormente le habían dado la orden que ese ser debía morir. El propio Lucius Malfoy, al que Hermione había transformado tanto en apariencia como en voz en Draco Malfoy, estaba sufriendo las consecuencias de sus actos. Al ver que uno de ellos se acercaba lentamente al mortifago con la intención de darle su último beso, Hermione se levantó recuperando automáticamente una parte de sus fuerzas.
¡EXPECTO PATRONUM! – gritó apuntando al dementor. A pesar de estar completamente exhausta y magullada de su varita salió una perfecta nutria que golpeó sin piedad a aquel monstruo.
¡EXPECTO PATRONUM! – gritó a su vez Harry haciendo que un ciervo hiciese un perfecto dúo con la nutria anteriormente conjurada. Entre ambos consiguieron acabar con todos los dementores presentes. Justo cuando ambos hechizos perdieron fuerza y desaparecieron uno de esos horribles seres emergió de entre unos arbustos. Hermione sólo tuvo tiempo para cubrir con su cuerpo al mortifago.
¡EXPECTO PATRONUM! – se oyó la lejana voz de Draco que corría en la dirección de ambos. Una tímida figura salió de su varita hasta convertirse en un fiero dragón que acabó de un mordisco con el dementor que estaba casi encima de su padre. - ¿estás bien? – fue lo único que dijo al llegar a la altura de la castaña.
Estoy bien – se levantó lentamente – Creo que es él quién necesita ayuda. – señaló a Lucius. El mortifago aún tenía su cuerpo encogido y los ojos cerrados pero sus pupilas continuaban moviéndose en señal de angustia y dolor.
Padre… - susurró mientras se acercaba a él e intentaba incorporarlo.
Será mejor que te lo lleves a San Mungo – le dijo Hermione mientras apoyaba su mano en el hombro del rubio – Estaré bien, no te preocupes – siguió al ver la mirada de preocupación que le dirigía Draco.
Está bien – miró al sitio en el que estaba Harry aún invisible – Será mejor que la cuides – dicho esto salió corriendo del claro internándose en el camino de vuelta al colegio.
Harry… - fue lo único que pudo decir antes de caer totalmente exhausta.
Hermione… - el moreno consiguió recogerla justo antes de que su cuerpo alcanzase el suelo. La tendió suavemente mientras examinaba una a una cada herida. En ese momento juró que acabaría con Voldemort aunque le costase la vida.
