Disclaimer: El mundo de Harry Potter, su historia y personajes no me pertenece, sino a JK Rowling; yo solo juego con ellos a mi antojo.

N/A- Antiguo título: ¿Celosa Yo?, pero lo cambié porque creo que éste va más con la historia. Este fic está basado en un fragmento de Harry Potter y la Orden del Fénix, el cuál incluyo en el fic. Es un H/Hr.

El Por Qué de un Beso

Reacciones Inesperadas

Hacía solo unos días que las clases habían comenzado, y para Harry el quinto año no sería nada fácil: el Ministerio se había encargado de desacreditarlo a él y a Dumbledore, afirmando que Voldemort no había regresado y que todo había sido un cuento de Harry... "una de sus tretas para llamar la atención", afirmaba El Profeta. Ahora todos los estudiantes, escepto sus amigos más cercanos, miraban a Harry como un mentiroso patológico que solo buscaba desesperadamente ser el centro de atención. Sí... el quinto año sería muy difícil para Harry Potter...

Luego de terminar Cuidado de Criaturas Mágicas, Harry, Ron y Hermione se encaminaron hacia Herbología, como ya se encontraban en los jardines de Hogwarts, fueron los primeros en llegar al invernadero. Estaban hablando sobre la nueva profesora que sustituía a Hagrid cuando

"La puerta del invernadero más cercano se abrió y por ella desfilaron unos cuantos alumnos de cuarto curso (…)

Unos segundos más tarde salió Luna Loovegood, un tanto rezagada del resto de la clase (…) Al ver a Harry, los saltones ojos de Luna se desorbitaron aún más por la emoción y fue derechita hacia él. (…) Luna respiró hondo y, sin saludarlo siquiera con un "hola", dijo:

-Yo sí creo que El-que-no-debe-ser-nombrado ha regresado y que tú peleaste con él y lograste escapar.

-Ss-ssí –Balbuceó Harry. (...)

-Pueden reírse –prosiguió Luna -pero antes la gente tampoco creía que existieran ni los blibbers maravillosos ni los snorkacks de cuernos arrugados.

-Ya, y tenían razón¿no? –Dijo Hermione, impaciente- Los blibberes maravillosos y los snorkacks de cuernos arrugados no existen.

Luna le lanzó una mirada fulminante y se alejó indignada.

-¿Quieres hacer el favor de no insultar a la única persona que cree en mi? –le dijo Harry a Hermione

-Por favor, Harry, tú te mereces algo mejor (…)" (La Orden del Fénix, edición 2004: Salamandra, P. 274-275)

Le había dicho Hermione, luego de esto se alejó de Harry y fue tras Ron que ya se encontraba acomodado en las primeras filas de la clase. Harry se quedó pasmado por unos segundos, no entendía por qué Hermione había actuado de esa manera, luego se unió a sus dos amigos que ya comenzaban a sacar sus útiles.

Al finalizar el día, Harry se encontraba sentado en su butaca preferida de la sala común de Gryffindor, justo frente a la chimenea que en esos momentos albergaba un acogedor fuego. Llevaba un rato pensando; las prácticas de quidditch habían sido suspendidas por un torrente repentino de lluvia y, para colmo, no tenía ni idea de como comenzar su redacción sobre las propiedades del ópalo y su uso en la fabricación de pociones, tarea que Snape les había asignado.

Hermione, que en esos momentos se encontraba a su derecha sentada a varias butacas de distancia, estaba muy entretenida releyendo su redacción de pociones mientras a su lado dos agujas flotaban, tejiendo de una bola de hilo de color rojo intenso lo que se suponía eran gorros y bufandas para los elfos domésticos. Harry se sorprendió observándola de soslayo, desde ese ángulo podía ver el perfil de su cara y como su ondulada cabellera la enmarcaba, llevaba un rato con la pluma rozando el borde de sus labios mientras su vista estaba fija en su pergamino, de vez en cuando apartaba la vista para supervisar el trabajo que realizaban sus agujas mágicas para luego adentrarse nuevamente en su lectura. Harry sonrió para si y trató de concentrarse nuevamente en su propia redacción de pociones, pero entonces sintió una mirada fija en él. Miró nuevamente a su derecha y sorprendió a Hermione observándolo, pero ésta rápidamente apartó su vista y la fijó en el gorro que finalmente habían tejido sus agujas mágicas.

Por alguna extraña razón Harry se sintió nervioso, pero justo en ese momento se abrió el retrato de la Señora Gorda dejando entrar a Ron, quien acababa de dar una ronda como parte de sus deberes de prefecto, seguido de Fred y George, que hablaban y reían entre si. Ron atravesó la sala a largos pasos y se sentó al lado de Harry, quién lo observó detenidamente; tenía las orejas tan rojas que Harry rápidamente supo que algo le había pasado. Segundos después los gemelos se habían acercado a su hermano menor y comenzaron a revolcarle el pelo, cosa que aumentó su mal humor.

-Y dime hermanito… ¿Desde cuando estás tan interesado en… la astronomía…? –le habían preguntado los gemelos con tono de burla

-¿Me pueden dejar en paz? –les había dicho Ron con tono furioso

-Esta bien prefectito, no nos vayas a castigar –le había contestado Fred –Sí… creo que la Luna te ha puesto un poco… lunático… –había dicho George mientras subían las escaleras riendo y se dirigían a los dormitorios.

-¿Qué ha pasado? –le había preguntado Harry luego de ver como se alejaban Fred y George.

-Nada; desde que me nombraron prefecto se han dedicado a hacerme la vida imposible –había contestado Ron con la vista fija en el fuego de la chimenea, por alguna razón Harry estaba casi seguro de que los gemelos le hacían bromas a Ron por algo más que ser prefecto.

-Voy a buscar mis libros, regreso más tarde… – dijo Ron evasivamente mientras se levantaba de su butaca.

Segundos después Harry estaba nuevamente solo, miró a Hermione; esta estaba hablando tranquilamente con Ginny, ni siquiera parecían haberse percatado de que minutos antes Ron había estado allí. Al poco rato Ginny se fue, dejando también sola a Hermione quien se dispuso a guardar su pergamino y pluma; hacía tiempo que las agujas habían terminado de tejer 5 gorros y 4 bufandas así que guardó también su aguja e hilo y comenzó a esconder aquí y allá los gorros y bufandas con la esperanza de darle libertad a varios elfos domésticos. Luego de esconder el último gorro, apoyó sus manos en sus caderas y suspiró con aprobación mientras observaba a su alrededor; fue entonces cuando sorprendió a Harry observándola.

Harry observaba detenidamente a Hermione mientras esta se despedía de Ginny, guardaba sus deberes y luego escondía los gorros y bufandas. Ni siquiera había terminado el primer párrafo de su redacción y allí estaba mirando embelesado a su amiga, cosa que le pasaba con frecuencia en los últimos días.

Después del incidente en la clase de herbología, Hermione no le había dirigido la palabra en todo el día y esto lo tenía un tanto preocupado. Era cierto que su amiga a veces era un tanto exasperante cuando de estudiar se trataba, pero tenía que reconocerlo: se había acostumbrado a ello y ahora que no la tenía presionándolo para estudiar, la extrañaba demasiado. También estaba el asunto con Luna ¿Por qué le había molestado tanto el que Luna se acercara y le mostrara apoyo? Mientras pensaba en esto, Harry se dio cuenta de que Hermione le había sorprendido mirándola. Allí estaba ella mirándolo como si de un fenómeno se tratara.

-Harry… ¿En qué piensas? –le había preguntado Hermione

-¿Ah¿De qué hablas? –preguntó, sintiéndose el hombre más tonto

-Llevas rato mirándome con cara de bobo… y ni has terminado tu redacción para Pociones –decía Hermione mientras se acercaba a Harry y le echaba un rápido vistazo al pergamino casi en blanco que el chico tenía entre sus manos.

Harry sintió como la sangre subía a su cara y un repentino calor le invadió… "¿Cuánto tiempo llevará Hermione sabiendo que la estoy mirando?"

-Perdona… es que no sé qué poner en mi redacción… -había contestado nerviosamente Harry mientras Hermione lo miraba de manera inquisitiva

-Por Dios Harry… solo abre el libro en la página 300 y resúmelo –había dicho Hermione poniendo los ojos en blanco. Por alguna razón, la respuesta de Harry la había decepcionado un poco y ya comenzaba a darse la vuelta para irse cuando algo la detuvo.

-Hermione… -había dicho Harry, armándose un poco de valor, mientras la agarraba del brazo -¿Puedo hablar contigo un momento?

-Claro… –había dicho la chica mientras se sentaba a su lado.

Harry se quedó callado por un momento, el tener a Hermione cerca lo había puesto más nervioso aún "¿Desde cuándo Hermione me pone tan nervioso?", pensaba para si.

-¿Por qué no me has hablado en todo el día? –Había preguntado finalmente Harry, tomando desprevenida a la chica, quién tardó un tanto en contestar.

-Es que… estaba un tanto… avergonzada… -había contestado Hermione, que ya comenzaba a sentirse invadida del mismo calor y nerviosismo de Harry

-¿Avergonzada de qué? –había preguntado extrañado Harry

-Pues de cómo me comporté en la clase de herbología… creo que fui muy dura con Luna…

-¿Entonces por qué no me hablabas a mi, si el problema era con esa chica Luna?

-Ya te dije: estaba avergonzada

-No te entiendo Hermione…

Hermione comenzaba a sentirse como una tonta muerta de nervios

-Mira la hora… ya es tarde, me voy a acostar… -dijo mientras trataba de levantarse de su silla, pero fue detenida nuevamente por Harry quien extendió el brazo rozando levemente el estómago de Hermione, aumentando el nerviosismo en ella

-¡Ah no! Me tienes que explicar Hermione – había dicho mientras su amiga se sentaba nuevamente con los nervios a flor de piel

-¿Qué quieres que te explique Harry? –preguntó la chica fingiendo fastidio

-Quiero saber por qué, si estabas avergonzada por como le hablaste a Luna, yo tuve que pagar los platos rotos

Hermione movía sus piernas nerviosamente mientras miraba para todos lados

-Harry: es tarde, tengo sueño; me voy a acostar… otro día hablamos¿si?

Luego de esto Hermione se levantó tan rápido como pudo y se fue directo a las escaleras de los dormitorios de las chicas, dejando a Harry con la intriga.