XIII. Crisis floral

Sakura sonrió al ver a su amigo en la florería. Siempre lo encontraba cuando pasaba a ver a Ino para hablar sobre trabajo, emociones y cotidianidad. Naruto no podía faltar ahí.

-¿Crees que estas flores le gusten?

-Naruto, ¡es Hinata! A ella le encantará todo lo que tú le des.

-¡Claro que no! Una vez la invité a un lugar de mariscos y le pedí un curry con cangrejo, ¡eso no le gustó, de veras!

-Eso sucedió hace meses.

-¡Vamos! No puedo confiarme.

-¿Hablas de la chica que estuvo enamorada de ti por años? Créeme, yo hubiera terminado contigo en cuanto supiera que tus únicos temas de conversación son Sasuke, el ramen y ser Hokage, pero ella parece llevarlo de maravilla.

El rubio frunció el ceño. Sakura entró, saludando a una fastidiada Ino.

-¡Sakura! Qué bueno que llegas, ¡te tengo una pregunta que la pesada de Ino no me quiere contestar! Hoy saldré con Hinata al cine y decidí llevarle flores. Tú sabes, ¡le encantan! Pero no quiero darle algo que no le guste, ¿entiendes? Podría comprar alguna que me guste a mí, pero puede no gustarle a ella y eso sería un problema, ¿no? Porque entonces pensaría que no la conozco lo suficiente como para darle algo bonito, ¡de veras! Y creo que quedaré como un tonto si le digo que no sabía qué darle.

Sakura examinó el ramo que Naruto sostenía. Eran girasoles envueltos en un delicado paño blanco.

-Le van a encantar.

-Pero, ¿no crees que los girasoles son feos? Es decir, las rosas son más bonitas, ¿no?

Sakura detectó el tono avergonzado de Naruto. Era muy sutil, sorprendente para alguien tan escandaloso como él, pero inmediatamente advirtió cuál era la verdadera cuestión, la raíz de su crisis.

-Le gustarán aún más si a ti te gustan. No ve lo que le das, Naruto, ve lo que hay detrás de ello, y si le regalas tu flor favorita se sentirá feliz. Créeme, una cosa es recibir algo que te guste, pero otra cosa es que una persona especial te regale algo que forma parte de sus gustos.

Ino le guiñó el ojo. Sakura se acercó al mostrador, lista para enseñarle los últimos informes de las clínicas, mientras Naruto miraba el ramo aún con un dejo de duda.

-Su nombre significa "lugar soleado". Los girasoles siguen al sol, ¿no es así? Siempre me parecieron flores muy lindas… Y más ahora, porque con ella me siento como un girasol… - Naruto caviló, viendo hacia el techo. – Tal vez eso sólo tiene sentido para mí, ¿no?

-Ella lo entenderá – afirmó Ino con voz suave. Como si no se acabara de dar cuenta de lo que acababa de decir, Naruto pagó el ramo y salió de la florería. Se despidió de las chicas con una sonrisa, prometiendo desayunar temprano con Sakura para hablar de la ampliación de clínicas de salud mental.

-¿Desde cuándo Naruto es tan cursi? – preguntó la Yamanaka – Soy un girasol y ella es mi lugar soleado… - hizo una trompetilla y suspiro, negando con la cabeza – Supongo que Jiraiya-sama también le habrá enseñado sobre escritura, o que alguna sensibilidad sobrevivió en esa cabeza hueca después de tantos golpes.

Sakura miró hacia donde Naruto se había ido.

-No… Naruto siempre fue así. Sólo le hacía falta alguien que lo inspirara.

-Sólo Hinata podría sacar alguna ternura de él.

Sakura río.

-No me sorprendería si se casan pronto.

-¿Bromeas? Estoy segura de que fue directo a pedirle matrimonio, ¡si ya le compró al menos un ramo de todas las flores que tengo aquí! No creo que un anillo haga una gran diferencia… No, realmente no me sorprendería si mañana recibimos una invitación a su boda o si en un año ya tienen un hijo.

Sakura sonrió ante la idea de Naruto siendo papá y sintió una dulce calidez al pensarlo con una familia. Pensó en Hinata fuera de la frialdad de las paredes de su hogar, en ambos encontrando en el otro el amor que les fue negado desde niños y no pudo evitar suspirar.

-Y que le pongan "girasol" a su bebé.

Ino le sonrió.

-Nosotras lo dijimos primero.