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Legolas Greenleaf & Éowyn of Rohan

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Diez

Después de darse un baño y cambiarse, Éowyn entró en la sala de fiestas del Castillo con un sencillo vestido blanco, y sin la capa de Legolas, que ella misma había llevado a la habitación de él sin ser vista. La sala estaba repleta de gente, sobre todo de soldados y de algunas mujeres jóvenes. Nadie advirtió su presencia, así que se sentó en la primera mesa libre que vio y empezó a buscar a Legolas con la mirada. De pronto notó la presión de una mano en su hombro, se giró y vio a Merry.

-Estaba pensando en irte a buscar. Estabas tardando mucho.

-¿Se preocuparon por mí?

-Nosotros sí -contestó Merry refiriéndose a los hobbits- Pero ellos, no. Ni siquiera se dieron cuenta. Pensaron que habías ido directamente a las habitaciones.

-He decidido que...

-Dama Éowyn -la voz de un soldado delante de la mesa la interrumpió- os esperan. Tenéis que ir por aquella puerta.

Apenas acabó la frase, el soldado se marchó.

-Ve -dijo Merry- seguro que es él.

Éowyn se levantó de la silla, y atravesando la multitud consiguió llegar hasta la puerta indicada. Antes de abrirla, busco a Merry con la mirada, éste aún seguía al lado de la mesa en la que ella había estado, se sonrieron, abrió la puerta y entró.

Once

Cerró la puerta tras de sí. Pero allí no estaba Legolas. Sino que estaban la Dama Galadriel y el Rey Thranduil. No sabía que hacer. Estaba por volver a salir de la estancia y dejarlos allí. Pero luego comprendió que eso sería un error.

-¿Querían hablar conmigo? -preguntó Éowyn un poco nerviosa.

-Sí -contestó Thranduil.

Éowyn pudo notar que el tono de la voz del padre de Legolas era frío y distante. Y que no parecía hacerle mucha gracia tener que hablar con ella. Pensó que sería mejor no nombrar a Legolas, en tal caso sería mejor que ellos lo hiciesen.

-Mi hijo -continúo el elfo- no me ha dicho nada. Pero sé que entre vosotros dos hay algo. Le conozco lo suficiente como para saber que nunca se desprendería de algo tan importante como lo es un presente de la Dama Galadriel.

-Sólo me la dejó para el viaje. No me la ha dado.

Thranduil ignoró su comentario.

-Seré muy claro. No quiero que vuelvas a acercarte a Legolas. Es mi único hijo. Quiero que te pongas en mi lugar. ¿Logras entenderlo?

Claro que lo entendía, debería ser un dolor muy grande que su hijo, un ser inmortal dejara de serlo, mientras sus padres continuaban viviendo. Había notado, aunque muy levemente, el dolor del Caballero Elrond, padre de Arwen. Hubiera sido mejor huir.

-Lo comprendo -dijo con una voz sumamente triste-. Pero... si usted puede ser egoísta, yo también puedo serlo. Yo también quiero a su hijo. Es injusto que quiera separarnos. Ni siquiera ha contado con la opinión de él.

-No hace falta. Con el paso del tiempo te olvidará, y simplemente serás un recuerdo.

-Thranduil -la voz de Galadriel resonó por la habitación-. Creo que antes de negar nada, tendrías que darle una oportunidad. -Hizo una pausa para mirar a Éowyn- ¿Le quieres tanto como para dejarle ir?

-Claro que le quiero -contestó Éowyn-. Yo no quiero que deje de ser inmortal, porque eso significaría que acabaría muriendo, que sentiría lo mismo que un ser mortal. No quiero que sufra, pero tampoco quiero que se vaya y me deje... Quiero que esté bien, aunque yo también quiero sentirme bien.

-Con el tiempo, le olvidarás. Seguramente te dolerá al principio, pero luego tus heridas sanarán, a él también le sucederá igual. Sólo es cuestión de tiempo -repitió Thranduil.

Ella iba a contestarle, pero el elfo salió por otra puerta que había en la habitación. Haciéndole ver a Éowyn que la conversación acababa allí. No quería llorar, pero no aguantaba más, así que en silencio comenzó a llorar. Era la segunda vez que lo hacía en esa noche. Ignoraba la presencia de la Dama Galadriel, estaba harta de fingir ser fuerte. Ella también sentía dolor. Galadriel no la interrumpió, ni dijo nada. Después de un rato dejó de llorar.

-Debo irme-dijo Éowyn con la voz quebrada-. Tengo que irme de aquí.

-No hagas caso de lo que ha dicho Thranduil. Lo que más le duele a él, es perder a su hijo porque prefiere morir junto a la mujer que ama, en vez de vivir para siempre con su familia.

-Lo sé. Por eso debo irme. El Rey Thranduil tiene razón, el tiempo lo cura todo. Y si no es así, al menos sabré que Legolas será feliz siempre.

-¿Cómo puedes creer tus palabras? Vivirá siempre, sí, pero quizá siempre triste. Si tanto quieres irte, díselo primero a él. O... acepta lo que yo voy a ofrecerte.

Doce

Éowyn se encontraba otra vez en el último nivel de la Ciudad, sentada en las escaleras. Necesitaba reflexionar. Sostenía entre sus manos lo que la Dama Galadriel le había ofrecido, un colgante, un precioso colgante que podía volverla...

-Inmortal -susurró para sí misma.

Al principio encontró injusto que se lo ofreciera, porque antes que ella estaba Aragorn, pero Galadriel le hizo comprender que Aragorn, estaba destinado a ser Rey de los Hombres, y como tal no podía ser inmortal, porque sino era muy probable que acabase como los Hombres de Númenor. En cambio, Éowyn, no perdía nada, en la Tierra Media sólo le quedaba su hermano Éomer, que era el Rey de la Marca. Pero ella no era nada. Y lo único que quería era estar al lado de Legolas. Entonces, si era tan fácil, por qué le costaba tanto decidirse. Simplemente era porque no sabía si estaba preparada para vivir siempre, que las Edades pasaran, que los demás murieran y...

Despertó con los primeros rayos de sol. Se había quedado dormida en las escalinatas. Se sentó, aún tenía el colgante entre las manos. Había llegado a la conclusión de que lo mejor era aceptar lo que la Dama Galadriel le había ofrecido, pero antes lo consultaría con Legolas, quería saber si a él le parecería bien. Una vez se pusiera el colgante, por mucho que se lo sacara, no habría vuelta atrás, así que debía estar completamente segura. Se desperezó, y comenzó a bajar hacia el Castillo.

Trece

Se sorprendió al llegar al Castillo y ver que la fiesta aún seguía, aunque con mucha menos gente. Vio a Aragorn junto al Rey Thranduil y al Caballero Elrond. No quería volver a enfrentarse al padre de Legolas, no, mientras no estuviese la Dama Galadriel para ayudarla. Así que dio la vuelta para salir, pero topó con la primera y última, a la vez, persona que deseaba ver.

-Éowyn te he estado buscando toda la noche. Como no te vi en la fiesta.

-Vine, pero sólo estuve un momento. Luego... -evitó contarle la charla con su padre- fui allí arriba, me quedé dormida. Hace poco que he llegado. Siento que te hayas preocupado.

-Quería que estuvieses conmigo en el momento de hablar con mi padre, y contarle lo que he decidido, por eso te buscaba. Ahora es un buen momento.

La cogió de la mano, y comenzó a llevarla en dirección Thranduil, pero ella se paró, y él se giró para ver que le pasaba.

-Espera Legolas -le dijo mientras desviaba la vista hacia el Rey del Bosque Verde y luego la volvía a él- No puedo.

-¿Qué quieres decir? -él también miró a su padre, y luego la miró a ella- ¿Qué significa que no puedes?

Pero Éowyn no contestaba. La poca gente que quedaba en la sala les estaba mirando, todo estaba en silencio, eran el centro de atención. Legolas volvió a girarse hacia su padre.

-¿Qué le has dicho¿Qué le has hecho¿Con qué la has amenazado?

Ese fue el momento que aprovechó Éowyn para deshacerse de la mano de Legolas y salir corriendo.

Catorze

Se había encerrado en su habitación. Legolas la había seguido.

-Éowyn abre, por favor.

Durante un buen rato le siguió pidiendo que abriera la puerta, pero después dándose por vencido dejó de hacerlo. Aunque ella sabía que él aún estaba al otro lado, esperando a que saliera. Se arrescostó en la puerta, y fue deslizándose hasta quedarse sentada en el suelo. Aun tenía el colgante en su mano. Lo miró, y evitó el impulso de tirarlo contra el suelo. Al fin y al cabo, era la única oportunidad que tenía para estar siempre con Legolas.

Después de lo que le pareció una eternidad, decidió levantarse y abrir la puerta. Legolas estaba allí, como había supuesto. Él no esperó ni que le dijera que entrara, la empujó para que entrase en la habitación y cerró la puerta con llave. Ella se sentó en la cama mientras que Legolas se quedó de pie delante de la puerta.

-Mi padre no ha querido decirme nada. Por lo tanto vas a ser tú quién me va a explicar que está sucediendo. Perdona el empujón, pero es que... se me han ocurrido miles de cosas mientras esperaba que abrieses la puerta, y estaba muy alterado.

-La que lo siente soy yo. No me tendría que haber ido corriendo. Verás, es que hablé con tu padre ayer por la noche. No voy a decirte lo que me dijo, pero me hizo pensar mucho. Y no me veía con fuerzas de hablar con él, y enfrentarme.

Legolas se aproximó a Éowyn y le tendió la mano para que se levantase. Ella dejó el colgante en la cama, le dio la mano y se levantó. Él la abrazó.

-Puedo intuir lo que te ha dicho. Seguramente algo como que te alejes de mí, que me dejes en paz, que seguramente seré un capricho, que lo nuestro no tiene futuro, que no valdría la pena -hizo una pausa-. Y se me olvidaba, su frase favorita: El tiempo lo cura todo.

-Te aproximas -dijo Éowyn sonriendo.

-Siento que hayas tenido que pasar eso sola. Tendrías que haberme venido a buscar y contármelo.

-También estuve hablando con la Dama Galadriel. Y me ofreció algo, algo con lo que no sé si tú estarás de acuerdo.

Éowyn se apartó de él, y fue hasta la cama a recoger el colgante. Se lo enseñó.

-¿Esto? Es imposible. ¿Ella te ha dado esto¿Ella te ha elegido a ti?

-¿Cómo? Pareces más sorprendido que yo. No creía que fuese tan importante. Ella no le dio importancia. Pensé que...

Legolas le puso el dedo índice encima de sus labios, fue hasta la cama para sentarse, y luego la hizo sentar a ella en sus faldas.

-¿Sabes la historia de la Caída de Númenor? -le preguntó Legolas.

Éowyn asintió.

-Durante un tiempo, muy corto, se consideró darles lo que pedían, por eso se creó esta joya, pero sólo una persona se beneficiaría de ella, y en ese caso hubiera sido el legítimo heredero de Elros. Aunque luego pensaron que eso sería inapropiado. Al principio creía que era una mera leyenda. Que nadie podía volverse inmortal en un instante. Pero Aragorn me lo confirmó. No sabía que esa joya se hallara en la Tierra Media, creía que en el caso de existir estaría en las Tierras Imperecederas.

-Le pregunté a la Dama Galadriel que por qué no se lo ofrecía a Aragorn...

-Será Rey de los Hombres, es despertar la ambición, sabemos que Aragorn sería incapaz de pedir más, pero no sabemos como serán sus descendientes.

-Lo sé. Entonces.. tú estarías de acuerdo en que aceptara ser inmortal.

-Si ella te ha escogido a ti. Si ella ve correcto que seas tú quien reciba este don. Y si esta es la manera de estar juntos y que mi padre te acepte -Legolas lo meditó un momento-. ¿Sabes qué? No le diremos nada a mi padre sobre esto. No es que quiera hacerlo sufrir. Pero como dice él: El tiempo lo cura todo. Le dará algo cuando algún día, tú y yo juntos, lleguemos a las Tierras Imperecederas.

Ella sonrió.

-Será mejor que vayamos a ver a la Dama Galadriel para comunicarle lo que hemos decidido -dijo Éowyn.

Acercó su cara a la de él para besarle, pero se vio interrumpida por una insistente llamada a la puerta. Qué inoportuno.

-¿Quién es?- preguntó Éowyn en voz alta, sin moverse.

-Soy Aragorn. Me gustaría hablar contigo.

Éowyn se levantó, y fue hasta una mesa que había al lado de su cama. Guardó el colgante en su joyero. Un joyero de madera con el símbolo de los Rohirrim que había sido de su madre. Luego fue hacia la puerta, y la abrió.

-Pasa -dijo ella.

Aragorn no se sorprendió de encontrar allí a Legolas. Pero si se sentía un poco traicionado porque se lo habían ocultado. Se encontraban en una situación parecida a la de él. Y le había dolido que no se lo hubiesen contado.

-Ya lo sabe toda la Ciudad -dijo tranquilamente.

-No era esta la manera que planeábamos contarlo, pero no se puede controlar todo -contestó Legolas con un tono de voz muy poco amable-. Es una pena que no haya habido nadie que se enterara antes que los demás, y haya sentido ilusión en vez de escándalo.

-Se lo conté a Merry, me olvidé de decírtelo.

Legolas sonrió.

-Menos mal que alguien se enteró. ¿Qué le pareció?

Éowyn dejó a Aragorn en la puerta y volvió a sentarse encima de Legolas.

-La verdad es que le pareció muy bien. Pero se quedó extrañado porque no sabía si nosotros habíamos hablado antes. Y tiene razón, la verdad es que nadie nos ha visto juntos. Puedo comprenderlo.

Aragorn carraspeó para que recordaran que aún estaba allí.

-Venía a deciros que Thranduil os está buscando. Y os advierto que no parece de buen humor.

-Gracias, Aragorn. ¿Le podrías decir que nos espere en -Legolas se detuvo a pensar- los Jardines?

-Sí. Voy a decírselo.

Aragorn salió de la habitación y cerró la puerta. Éowyn hizo caer a Legolas en la cama para besarle.

-Perdón.

La voz de Aragorn la hizo levantar. ¿Por qué no había llamado a la puerta?

-¿Qué quieres ahora, Aragorn? -preguntó Legolas un poco malhumorado.

-La Dama Galadriel pregunta por vosotros -dijo echando una vista fuera de la habitación.

Ambos, Legolas y Éowyn se pusieron de pie.

-Que pase.

Galadriel entró majestuosa en la habitación. Aragorn cerró la puerta al salir.

-Me gustaría saber que habéis decidido. Aunque ya me lo imagino.

-Creo que debe imaginar bien. Quiero darle las gracias. No sabía que esto que está haciendo por mí fuera tan importante -dijo Éowyn.

-Trato de ser justa. ¿Y bien te lo vas a poner?

-Queríamos que usted -comenzó Legolas-, que lo hiciera usted. Siempre estaremos agradecidos.

-¿Queréis que yo os haga la ceremonia de despose, aquí y ahora?

-Sí -contestaron los dos a la vez.

Éowyn fue en busca del colgante, y luego lo puso en manos de Galadriel.

-Me gustaría, pero no es justo para los demás. Es algo muy importante, tendría que haber gente presente. No todos los días un elfo se une a una mujer humana, que es inmortal. ¿Sabéis que vamos a hacer? -dijo después de ver que se ponían ligeramente tristes- Vamos a... Os daré mi bendición, y te colocaré esto -dijo refiriéndose al colgante-. Pero tendréis que desposaros de manera oficial. Y en cuánto a lo de la inmortalidad... ya sé que queréis mantenerlo en secreto. Yo no diré nada.

Después de la pequeña ceremonia que Galadriel había hecho, les dio un beso en la frente a cada uno.

-Creo que Thranduil os esperaba.

-Es verdad -dijeron Éowyn y Legolas al unísono.

Se fueron corriendo dejando a Galadriel sola en la habitación, sonriendo.


Hola!

Gracias Miko, gracias Alleka por vuestros reviews. Por cierto Alleka, gracias por lo deque minarrativa es fluida y envolvente. Estas cosas te suben los ánimos. Espero que estas escenas o como querais llamarlo os hayan gustado. Por mi mente nunca pasó el hecho de que Éowyn muriera, de alguna manera u otra quería que fuera inmortal, hice muchos borradores de ff sobre la inmortalidad de Éowyn, y todas llegan de la misma forma, por mediante de Galadriel. Me parecen bonitos, aunque subirlos sería como rallar con la misma idea.

En fin, muchos besos, saludos.

Nami