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Legolas Greenleaf & Éowyn of Rohan
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Veintiuno
Cuando llegó a los jardines del palacio del Rey Thranduil todo estaba lleno de elfos. Era una fiesta que Thranduil había hecho en honor de Legolas, Gimli y Éowyn. Con poco entusiasmo comunicó que Legolas tomaría como mujer a Éowyn una Dama del reino de los jinetes, Rohan, en el Castillo Dorado de Meduseld. De no ser por ese pequeño incidente, ella se lo estaba pasando bien. Aunque no con la gente del pueblo de Legolas, sino con Gimli. Hablaban irónicamente de todo, los elfos no comprendían la ironía del pueblo de los Enanos, pero Éowyn sí, y no dejó de reír durante un buen rato. Legolas se acercó a ella, después de hablar con su padre y sus amigos.
-¿Puedo preguntarte por qué te ríes tanto?
-Gimli... me está contando cosas. Siento, si te molesta. Pero es que no sé que elfos hablan la Lengua Común, y por eso... no puedo hablar con nadie.
-Podrías comenzar a aprender mi lengua. He hablado con mi padre, enviará elfos a Ithilien. Vamos a reconstruir el bosque.
-Cuando tú hables la mía -dijo intentando sonar seria-. Es broma, lo haré, aunque aún hay tiempo.
Apareció el Rey Thranduil, y comenzó a hablar con Gimli. Legolas y ella se alejaron del Rey y el Enano. Él la llevó hasta donde se encontraban sus amigos.
-Éowyn te presento a Celebrindal, Fíriel, Arfin y Telvo.
-Hola -dijeron todos a la vez.
-Hola -contestó ella con una sonrisa.
Al principio hablaban en Oestron, pero luego ellas comenzaron a hablar en Sindarin, y Éowyn ya no entendía nada. Estaba segura de que lo habían hecho a propósito.
Veintidós
Éowyn estaba en otra fiesta, una más alegre y donde se sentía a gusto. Los enanos le habían parecidos muy divertidos. Y en ningún momento habían usado su lengua, más porque no les gustaba mostrarla que por otra cosa. Legolas y Éowyn llamaron mucho la atención. Al principio la mayoría de los Enanos se mostraron reacios al elfo. Pero Gloin les comunicó que era hijo de su amigo el Rey Thranduil. Como si eso sirviera de mucho, pensó Éowyn.
Veintitrés
La despedida en el Camino del Bosque entre Legolas y su padre fue muy emotiva, y Éowyn por fin vio una parte de Thranduil que no conocía. Y tanto le afectó que se portó amablemente con el Rey. Gimli no iba con ellos, iba a quedarse más tiempo en el Valle con sus familiares. Habían acordado encontrarse en Edoras.
Veinticuatro
Por petición de Éowyn, Legolas y ella entraron en Imladris.
-¿Cómo crees que no quiera verlo si me has dicho maravillas de ese lugar? Si no querías parar, no me tendrías que haber llenado la cabeza con cosas fantásticas.
-Sólo te lo comenté, no creía que te entusiasmaría tanto. La única debilidad que sientes hacia los elfos son dos: la Dama Galadriel, y yo.
-Esto es por lo que pasó en el Bosque Verde. Pero no era yo, eran los demás, se mostraban frívolos conmigo, pensaban que les había robado o hecho algo peor por estar contigo. ¿Cómo querías que me sintiera bien? Si lo único que trataban era mantenerte alejado de mí el mayor tiempo posible.
-Eso no es verdad.
-¿Sabes qué? Vamos a dejarlo. Vamos a la Comarca. No quiero que discutamos. Últimamente no hacemos otra cosa. No sé como se me ha ocurrido elegir ser inmortal, no contaba con esta parte de la relación, no todo son sonrisas.
Veinticinco
Encontraron a Elrond, a Galadriel y a Celeborn en Rivendel. Estuvieron poco rato, porque aún les quedaban días para llegar a Hobbiton, aunque lo suficiente para que Éowyn pudiera observar la casa del Caballero Elrond. La Dama Galadriel y unas doncellas la acompañaron.
-No quiero ser injusta con los elfos del Bosque Verde. Pero la gente de aquí es más amable -le contó Éowyn a Galadriel.
-No es eso. Verás los elfos de aquí están más acostumbrados a ver mortales. Por si no lo recuerdas, Aragorn creció aquí. Lo que pasa con los elfos silvanos del Bosque Verde es que no han conocido a muchos humanos, y por supuesto les ha sorprendido que una humana cautivara a su Príncipe.
Éowyn se había puesto el colgante que le había regalado la Dama Galadriel, y a partir de entonces no se lo volvería a quitar nunca más.
-Por cierto me gustaría preguntarte algo. ¿Aún no habéis tenido una ceremonia para vuestra unión?
-No. Se hará en Edoras cuando volvamos de Hobbiton. ¿Por qué?
-Curiosidad. Bueno -dijo deteniéndose a unos metros de donde estaban Legolas, Elrond y Celeborn-, te deseo mucha suerte. Seréis felices, ya lo verás, por mucho que suelas enfadarte -sonrió-. Tenéis mi bendición -le recordó.
Luego le dio un beso en la frente, y se acercaron a los Elfos que las esperaban. Éowyn se despidió de todos, Legolas también. Jamás volvería a ver Rivendel, pero el recuerdo de su belleza quedaría grabado en su corazón.
Veintiséis
Habían llegado a Hobbiton, pero no veían a nadie, desmontaron de los caballos y se adentraron en el pequeño pueblo. Legolas y Éowyn se detuvieron cuando vieron a todos los hobbits en la que dedujeron era la plaza central de la aldea. Estaban rodeando a algo o alguien.
-Frodo -gritó Legolas.
Los hobbits comenzaron a abrir espacio. Éowyn vislumbró unos cuerpos en el suelo, aunque intuyó que Legolas los había visto porque la hizo girar para abrazarla y no dejarle ver quienes eran las personas que yacían muertas. Sintió la voz de Frodo a sus espaldas, iba a girarse, pero Legolas continuaba abrazándola y no la dejaba.
-Lo siento, Éowyn, no quiero que veas esto -le susurró Legolas al oído.
Se separó de ella, miró por encima de su hombro para dirigirse a Frodo.
-¿Podemos ir a un lugar más tranquilo?
-Sí, mi casa. -Hizo una pausa- Merry, Pippin, Sam. Vamos, tenemos visita.
Éowyn no miró hacia atrás. Caminó hacia casa de Frodo, cogida de la mano de Legolas mientras que con la otra cogía las riendas de su caballo.
Veintisiete
Legolas, Frodo, Pippin, Merry y Sam estaban sentados en el comedor, Éowyn les servía té. Después se sentó al lado de Legolas.
-¿Puedo saber quienes eran los que estaban en el suelo? -preguntó Éowyn mirando a Merry, porque sabía que él le respondería.
-Saruman, y un hombre que no recuerdo su nombre... -puso cara pensativa.
-Era Lengua de Serpiente -interrumpió Legolas-. No quería que le vieras. Eso es todo.
-¿Qué hacían ellos aquí? -volvió a formular otra pregunta.
-Huyó de Isengard, con ese -dijo Pippin-. Comenzaban a causar estragos en la Comarca.
-Nuestra intención no era matarles. Pero todo fue rápido, ellos intentaron atracarnos y algunos hobbits se defendieron -relató Frodo.
-Entiendo.
Despreciaba a Lengua de Serpiente, pero no hasta el punto de desear su muerte. Su cara se ensombreció, Legolas le cogió la mano y se la apretó.
-Deberíamos irnos -dijo a los hobbits- Éowyn necesita descansar y... ¿Algún lugar en qué nosotros podamos descansar?
-¿Adecuado a vosotros? -preguntó Sam.
-Sí.
-En Bree, pero está muy lejos. Creo que... os prepararé una habitación, son grandes¿si no os importa dormir en el suelo? -dijo Frodo.
-No -contestó Éowyn con una voz apenas audible-. No importa.
Veintiocho
La casa de los Brandigamo era grande. La familia era muy simpática, niños y mayores se quedaban sin habla cuando veían a Legolas y a Éowyn porque apenas habían visto Gente Grande, y menos a elfos. Sí, al principio creían que Éowyn era una elfa, hasta que ella colocó el cabello que cubría sus orejas, detrás de estas. Merry les estaba enseñando contento su habitación, ella había viajado hasta la Comarca expresamente por eso. El hobbit le había descrito su casa, y a ella le había parecido fabulosa y llena de alegría.
-Estoy tan contenta de ver con mis propios ojos todo lo que me describías en Edoras, Merry -Éowyn examinaba cuidadosamente todo lo que había en la estancia-. Por cierto -dijo acercándose al paquete que llevaba y había dejado en el suelo-, esto es para ti.
Merry cogió la caja y la abrió. Legolas no sabía que era, ya que Éowyn no había querido explicárselo. El hobbit sacó una figura de madera perfectamente tallada. Un caballo.
-Pensé que quedaría perfecto en tu habitación, hasta que tengas preciosos niños hobbits que puedan jugar con él, como yo nunca hice.
-¿Jugar? -preguntó Merry como si lo que acabará de decir Éowyn fuese una locura-. Esto lo hiciste tú cuando sólo tenías diez años. Me gustó cuando lo vi, pero no pienso dejar que mis hijos jueguen con él. Lo guardaré como un tesoro, como Gimli guarda los tres cabellos de la Dama Galadriel.
-Pero lo hice con la intención de jugar. Aunque nunca lo haya hecho.
-Lo guardaré. Decidido -lo colocó en la estantería-. Muchas gracias, Éowyn -le dijo mientras le daba un beso en la mejilla.
Veintinueve
Llegaron a Edoras cuando estaba atardeciendo, subieron la rocosa colina. Poca gente se encontraba fuera de sus casas. Bajaron de sus caballos y los guardaron en los establos. Al salir de ellos subieron las escaleras hacia el Castillo, cogidos de la mano. La voz de que la Dama Éowyn había llegado en compañía del elfo que había acompañado al caballero Aragorn se corrió muy deprisa, y antes de que ambos llegaran a las puertas del Castillo, toda la gente de Edoras estaba al pie de las escaleras.
-Dama Éowyn -saludaron los guardias con una leve inclinación, luego miraron al elfo.
-Se llama Legolas -dijo ella sonriendo-. Legolas Hojaverde.
Él sonrió. Los guardias inclinaron la cabeza.
-Bienvenido maestro elfo.
-No -dijo Éowyn-. Es Legolas, nada de elfo. Bueno, es un elfo, pero tiene un nombre.
-Sí -dijo el jefe de la guardia-. Bienvenido ¿maese Legolas?
-¡Oh! De acuerdo -contestó sonriendo Éowyn-. Así ya está bien.
-No me molesta, que me llamen como quieran -dijo Legolas en un tono agradable-. Como si me quieren llamar Principito de Orejas Picudas, así me llama Gimli cuando se enfada.
-Ya sabéis -dijo dirigiéndose a los guardias-, le llamáis como queráis -después de eso les guiñó un ojo, en señal de advertencia de que no se les ocurriera llamarle así.
Los guardias sonrieron y abrieron las puertas del Castillo.
Treinta
Éomer estaba en medio de la sala, iluminada por antorchas, cenando junto a personas que ella conocía. Estas se giraron, ya que les estaban dando la espalda. Pero no hacía falta, porque las reconoció enseguida. Estaban Gimli, Aragorn, Arwen, Faramir y Gandalf.
-¡Vaya bienvenida! -gritó feliz Legolas mientras se acercaba a todos y los saludaba.
Éowyn no pudo evitar sentir una punzada de celos cuando él abrazó a Arwen. Hubieran hecho una bonita pareja en el caso que la hubiesen sido. Ella también se acercó, saludó a su hermano con un abrazo, luego a Faramir al cuál le dio un beso en cada mejilla y a Gandalf que sonrió al ver la joya que llevaba al cuello. Cuando se acercó al Rey Elessar, sólo lo miró fijamente, no sabía por qué no podía apartar la vista de sus ojos, no sabía por qué era incapaz de saludarle. Ya había aclarado que lo que sintió por él era un engaño, entonces... ¿qué sucedía?
-Bienvenida -dijo Elessar al ver que Éowyn no reaccionaba, y le tendió la mano-.
-Gracias, Elessar -contestó mientras estrechaba su mano-.
-No hace falta tanto formalismo, Dama Éowyn, aún podéis llamarme Aragorn.
-Pues entonces, gracias, Aragorn.
Cuando se giró para saludar a Arwen, notó la mirada examinadora de Legolas. Le dio dos besos a la elfa, y agradeció que esta no hubiera heredado el don de Galadriel. Apenas había hablado con ella, y no porque la elfa no quisiese, sino que Éowyn se mostraba reacia. Durante la semana que estuvo en Gondor después del Solsticio de Verano, Arwen intentó hablar con ella varias veces. Sin embargo, Éowyn siempre se excusaba alegando que tenía que atender otras cosas, o que ya hablarían más adelante por que, en fin, acabaría viviendo en Ithilien y se verían a menudo. Éowyn no le había contado nada de eso a Legolas, aunque quizá la elfa ya se lo habría comentado. Se acercó hasta Gimli que estaba al lado del elfo, se agachó y le dio un abrazo.
-Hola Gimli. No sabes lo que te perdiste en la Comarca.
-Es una pena. ¿Sabes que los del Valle quedaron encantados contigo?
-Pues no sé por qué. Más fascinados estaban con Legolas.
-¿Fascinados? Curiosos. Hacía tiempo que muchos de nosotros no veían elfos, y menos en nuestro territorio. Fue una sorpresa.
Se sonrieron. Pero su sonrisa se desvaneció cuando vio el rostro serio de Legolas.
Treinta y uno
Como su unión aún no era oficial, tenían que dormir en habitaciones diferentes. Cuando Éowyn entró en la suya, lo primero que hizo fue echarse bocabajo en su cama, sin cambiarse de ropa. Había evitado hablar con Legolas durante toda la noche, de alguna manera u otra, intuía que el elfo estaba enfadado, y ella no quería oír sus quejas. Empezó a reflexionar sobre qué le podía haber molestado. Fue cuando saludé a Aragorn. ¿Qué me pasó¿No estará enfadado porque sabe que evito a Arwen constantemente, o por qué me llevo bien con Gimli? La verdad, ya no sé que pensar. Llamaban a la puerta.
-Adelante -dijo sin levantarse de la cama.
Oyó el sonido de la puerta al abrirse, y luego al cerrarse.
-Éowyn, creo que deberíais hablar conmigo.
Se dio la vuelta, y se quedó sentada. ¿Qué hacía él allí?
-¿Qué queréis señor Faramir? No creo que sea adecuado que estéis en mis estancias cuando es tan tarde. Podemos ir a otro lugar.
Él se sentó a su lado.
-No era mi intención que os lo tomaseis así. He venido a preguntaros algo, algo muy simple. ¿De verdad amáis al elfo Legolas?
¿Qué¿Qué si amo a Legolas? Pues claro. ¿Por qué me hace semejante pregunta?
-Claro que sí. Y me ofende que tengáis que preguntarme algo así.
- Siento la ofensa. Pero he observado que en el transcurso de la noche no os habéis dirigido la palabra, le evitabais y él os miraba con el semblante serio. Es normal que tenga dudas.
-Sí, es normal. Desde el Solsticio de Verano que cambié, y en principio creía que el problema estaba solucionado, pero en cuánto veo a otros elfos... Siento que no seré igual jamás, que nunca podré estar a su altura. La sensación no desaparece. Y Arwen, no tengo nada en contra de ella, pero cada vez que la veo...
-Hubiese sido más fácil si no hubieras querido unir vuestra vida a uno de los Primeros Nacidos. Os dije que quería que fueseis feliz. Y no encuentro que esto lo sea.
-No es su culpa. Es la mía. Soy siempre yo la que se enfada, la que le desafía, él hace todo lo posible para que yo no me sienta mal. Y cuando yo no le ataco, estamos bien, estamos perfectos.
-¿De verdad le amáis?
Faramir fue aproximando su cara a la de ella. Se había quedado sin habla, no podía contestarle. Su cercanía la estaba poniendo nerviosa, ni siquiera podía moverse. Iba a dejar que la besara. Vio como Faramir cerró los ojos cuando sus narices se rozaron y apenas había una separación entre ellos. Entonces una llamada a la puerta la hizo volver en sí.
-Lo siento, Faramir. No sé que... Disculpe si os he dado alguna esperanza. Yo amo a Legolas.
Ambos se levantaron de la cama y fueron hasta la puerta. Faramir tenía puesta una mano en el pomo, y antes de abrir, cogió a Éowyn por la muñeca y tiró de ella hacia él.
-Lo seguiré intentando. Al menos hasta el día de vuestro despose -le susurró al oído-.
Le soltó la muñeca y abrió la puerta. Chocó con alguien que aguardaba fuera. Faramir salió de la habitación, y Éowyn pudo ver quien había llamado a la puerta.
-Estáis loca -fueron sus primeras palabras mientras entraba a la habitación-. ¿Y si no hubiese sido yo quien hubiera venido?
-Aragorn. ¿Qué sucede¿Que es el día de mis visitas? Si te refieres a si hubiese sido Legolas, creo que confía bastante en mí. Y si no fuese el caso no continuaríamos con esto.
-¿Qué os pasa? Esperaba veros contenta, y me encuentro conque mi amigo está muy serio, y que la Dama de Rohan le evita. Y que además evitas a Arwen, creía que no teníais nada en contra de ella. Ella ni siquiera sabe que...
-Pero que egocentrismo el de los Hombres... ¡Basta! Quiero estar sola -le señaló la puerta, pero luego recapacitó-. No, mejor me iré yo, parece que todo el mundo se empeña en hacerme visitas.
Gracias por los reviews: a Miko (siempre te estás cambiado el 2º nombre?) y a Alleka... no sé tu hotmail... para enviarte los borradores... en un reply saldría sin formato... Mándame un mensaje y me dices el mail, ok?
Ya sólo quedan las partes de 32 a 42... Y la historia llegará a su fin.
Muchos besos, Nami! Espero que os haya gustado estas once escenas... aunque ya sé que algunas son cortitas... Hasta pronto!
