La noche era tranquila, todo el Campamento se encontraba en silencio dormidos tranquilamente, a excepción de los dos chicos que se encontraban inmóviles viendo con terror al monstruo que había irrumpido en el Campamento, el león por su parte se quedó inmóvil unos instantes, como si se estuviera debatiendo a cual de los dos chicos iba a devorar primero. — No te muevas — murmuró Percy, intentando pensar en algún plan, pero su momento de tranquilidad duró muy poco.

— Por Hades — murmuró nerviosa la hija de Atenea, un par de Cíclopes junto con un par perros del infierno salían del bosque, antes de fijar su vista en los dos semidioses.

— Deberías de usar tu gorra — dijo Percy, sin desviar la mirada del león de Nemea, de todos los monstruos que habían entrado en el campamento, ese era el que más le preocupaba.

— ¿Pero qué dices? ¿Acaso te has vuelto loco? — respondió la rubia, ¿qué clase de plan era ese? ¿Acaso quería morir devorado por los monstruos? Debían pensar en otro plan más ingenioso para salvarse.

Pero el chico se quedo en silencio sin dejar de o ser a los monstruos, hasta el momento ninguno de ellos había echo un movimienton para atacarlos pero sabía que eso no iba a durar mucho, de inmediato tocó su collar, solo esperaba que la hija de Atenea no recordará el arco, — ¡Corre a la casa grande! ¡Avisa a Quirón! — grito Percy, antes de disparar un par de flechas contra el león de Nemea. — ¡Vamos! ¡Vete!

La chica lo observo por unos instantes antes de desaparecer. Tan pronto como la chica desapareció los monstruos se alteraron, El León de Nemea fue el primero en intentar localizar a la chica, pero Percy lanzó un par de fechas más, llamando la atención del animal, quien de inmediato intentó atacarlo, Percy se arrojó al suelo logrando evitar la mordida del animal, pero aún así este logro hacerle un corte con sus garras, sobre su brazo.

El chico intentando alejarse del lugar, aunque no se percató del Cíclope quien lo golpeó con su mazo, arrojando al chico contra la cabaña de Hefesto.

— ¿Que Hades te pasa? — pregunto un hijo de Hefesto medio dormido.

— Tranquilo no te preocupes, estoy bien, gracias por preguntar — respondió Percy antes de arrojar un par de flechas para detener al León y evitar que este se acercará más a la cabaña. Fue justo en ese momento cuando el hijo de Hefesto se percató de los monstruos que habían en el campamento. Percy corrió directamente al León, logrando esquivar otro de sus ataques antes de intentar apuñalar al animal, pero su cuchillo se rompió tan pronto como tocó la piel del animal.

—¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? — murmuró Percy arrastrándose un par de metros para evitar los arañazos que lanzaba el furioso animal. "¿Cuál era su punto débil?" pensó, intentando recordar sus lecciones con Atenea, antes de esquivar otra mordida de la bestia, era tan difícil poder concentrarse mientras intentaba esquivar los ataques.

— ¿Te parece si dejamos las cosas así? Lo podemos llamar un empate — murmuró Percy, al escuchar el rugido furioso del León de Nemea. Percy observo a su alrededor intentando encontrar algo que le pudiera ayudar, poder tener una ventaja sobre el animal. Para su mala fortuna la playa se encontraba bastante lejos, lo único era el bosque que le quedaba más cerca y podía aprovechar para mantener una cierta distancia del león. Aunque para llegar hasta el bosque tendría que pasar sobre el animal, el chico se echo a correr esperando que el León intentará atacarlo o estaría muerto. El animal se abalanzó sobre Percy, quien aprovecho para lanzarse al piso.

Tan pronto como el león se alejo de él, se echo a correr en dirección al bosque, podía escuchar al León corriendo tras de él, incluso llegó a sentir el aroma del animal, pero antes de que este pudiera mordelo se estrelló contra uno de los árboles. Percy se volteo viendo que el León se había quedado a unos escasos centímetros de haberlo matado, sentía como su corazón latía velozmente amenazando con salir de su pecho. — ¡Oh vamos! ¿No me puedes dejar descansar unos minutos? — exclamó Percy al ver que el León se levantaba aún más furioso. El chico corrió hasta el árbol más cercano El tratando de subir lo más alto.

"Toda la piel del León de Nemea es resistente, solo su boca y ojos son frágiles" recordó Percy lo que Atenea le había enseñado. El chico sacó su arco tratándose de concentrar pero las mordidas furiosas que le lanzaba el león le hacían difícil la tarea. — Esto es sencillo, tu puedes — murmuró Percy mientras cerraba los ojos, el león lanzó otra mordida justo debajo de sus pies. Al abrir los ojos Percy disparo un par de flechas que se clavaron justo en el hocico del animal, pero a pesar de eso el León seguía intentando morderlo. Percy disparo un par de flechas más derribando al animal del árbol. Se espero unos segundos en su posición hasta que el León se empezó a disolver, dejando solo su piel. Percy se dejó caer en el suelo exhausto, ¡Por Hades! Eso había estado tan cerca, aún sentía como su corazón latía con fuerza, esta era la primera vez que estuvo cerca de morir.

— Se me había olvidado — murmuró Percy mientras se ponía de pie para regresar al campamento. Los monstruos habían aprovechado que la mayoría de los semidioses estaban dormidos para incendiar algunas cabañas. Pero lo que más le preocupaba era que la cabaña de Artemisa, era una de las que se estaba bajo las llamas, tal vez sus hermanas aún estaban dormidas.

— Espero que nadie me vea — murmuró, mientras se concentraba antes de que varias olas golpearan a cada cabaña, sofocando el fuego.

Los monstruos desaparecieron del lugar inmediatamente cuando vieron que la Diosa Artemisa llegó al campamento. Quirón de inmediato corrió entre las cabañas tratando de ayudar a los semidioses heridos, al igual que algunos semidioses que trataban de ayudar a sus amigos.

— ¿Estás bien? — pregunto Percy al ver a la hija de Atenea, aunque tenía un par de rasguños no parecía ser nada de gravedad.

— Si, gracias por lo que hiciste — respondió la chica guardando su daga, — Aunque aún no entiendo como es que entraron en el campamento.

Ambos se giraron hacia donde se encontraba el árbol de Thalia, viendo una columna de humo, tanto Percy y Annabeth corrieron hasta la frontera.

— No puede ser — dijo Annabeth cuando vio que el árbol de Thalia se encontraba totalmente quemado, y con ello, la protección del campamento no existía. Percy examinó alrededor del árbol, intentando encontrar algo que le ayudará a saber quién había sido el responsable.

— ¿Por Hades, cómo ha pasado esto? — exclamó Quirón al ver lo que había pasado con el árbol de Thalia.

— ¡Fueron ellos! — grito un hijo de Hermes señalando tanto a Percy como Annabeth.

— ¿Acaso estás loco? Annabeth nunca haría algo así — exclamó Malcom colocándose frente a su media hermana.

— Entonces tiene que ser el nuevo — exclamó un hijo de Ares.

— Creo qué esto es tuyo, ¿no es así? — dijo Chris levantando una playera naranja del piso, Percy intento reclamar pero se quedó en silencio al ver una P grabada en la espalda de la playera. Percy pudo ver a sus hermanas, quienes apretaban con furia sus arcos intentando no atacar a los campistas.

— Él tiene que pagar por lo que ha hecho — añadió Chris, los hijos de Ares se acercaron a Percy, pero antes de que pudieran hacerle algo, tanto Dionisio como Artemisa aparecieron frente al muchacho.

— Nadie de un paso más, mis cazadoras serán las encargadas de interrogar al muchacho — exclamó Artemisa, logrando que los hijos de Ares retrocedieran. Pero antes de que algunos de los presentes pudieran hablar, un rayo ilumino el lugar provocando que todos los presentes tuvieran que cerrar los ojos; segundos después, Zeus, el Rey de los Dioses apareció frente a los campistas.

— ¿Dónde está? — rugió Zeus, Percy se quedo en su lugar viendo con nerviosismo al Rey de los Dioses, ¿Acaso había averiguado quién era?

— Es él — grito Chris señalando a Percy, Artemisa y Dionisio se voltearon a ver intentando pensar en algo, mientras tanto Zeus se acerco lentamente al hijo de Poseidón, hasta que estuvo a unos escasos centímetros del chico. Percy podía sentir como su cuerpo temblaba del nerviosismo esperando que en cualquier momento Zeus lo atacará, sabía que iba a morir, nadie podría detener el ataque del Rey de los Dioses, sintió como si todo a su alrededor se hubiera detenido, solo esperaba el momento en que el Rey de los Dioses lo atacará.

— Él no es quien busco, ¿Dónde está el hijo de Poseidón? — pregunto Zeus viendo a Dionisio y Artemisa, Percy en cambio sintió como su corazón volvía a latir, por un instante pensó que lo habían descubierto.

— ¿De qué hablas padre? — pregunto Dionisio, Zeus observo a todos los campistas antes de golpear su rayo maestro al piso.

— Los quiero ver en el Olimpo — rugió antes de desaparecer.

— Zoe quiero que lleves almuchachoa nuestra cabaña y asegúrate de que no escape — exclamó Artemisa, — Espero que le den almuchachouna clara bienvenida.

Tanto Zoe como Phoebe se acercaron a Percy sujetando las manos del chico, — Esperen, él es inocente — dijo Annabeth pero un par de cazadoras le impidieron que pudiera llegar hasta donde estaba Percy.

— Vamosmuchacho— rugió Phoebe dándole un fuerte golpe en la cabeza, Percy fue custodiado por las cazadoras, ya que la mayoría de los semidioses lo veían con furia, incluso hubo algunos que se atrevieron a lanzarle objetos, aunque ninguno de estos logró golpearlo. Tan pronto como entraron a la cabaña, Zoe lo abrazo con cariño.

— ¿Estás bien? — pregunto la teniente, mientras Phoebe le quitaba los amarres.

— ¿Qué fue todo eso? Les juro que no hice eso — respondió Percy, Zoe le sonrió tranquilamente mientras Phoebe le dio otro fuerte golpe en la cabeza.

— Ya sabemos eso bobo — respondió Phoebe con una sonrisa.

Atalanta entró en la cabaña abrazando de inmediato a Percy, — Zoe, Quirón quiere verte. Las cosas están graves, la mayoría de los campistas están afuera esperando a Percy — informó Atalanta, Phoebe apretó su arco con furia, se moría de ganas de salir y atacar a todos esos estúpidos.

— Está bien, hay que estar tranquilas nadie va a entrar a la cabaña, pero aún así disparen si alguien se quiere hacer el valiente — dijo Zoe antes de salir de la cabaña.

Salto de Línea.

Zeus esperaba impaciente en la sala del trono, ¿Cómo había logrado Poseidón mantener oculto a su hijo? Sabía muy bien que para hacer eso necesitaba ayuda, y tendría que ser alguien dentro del consejo ¿Quiénes lo habrían traicionado? ¿Acaso querían derrocarlo? ¿En quién podía confiar?

— ¿Qué ha pasado Zeus? ¿Por qué la reunión? — pregunto Hera, quién había sido la primera Olímpica en aparecer.

— Él hijo de Poseidón sigue vivo — respondió, observando la reacción de su esposa, la cual se mantuvo tranquila, los siguientes en aparecer fueron Artemisa y Dionisio, seguidos de Hefesto, Hermes, Apolo, Atenea, Afrodita, Deméter, Ares, solo esperaban a Poseidón quien era el único que aún no llegaba.

— Hermes, ve por Hades. Él también debe de estar presente — rugió Zeus sin apartar la vista del trono de Poseidón.

— ¿Qué ha pasado padre? ¿Por qué está reunión? — pregunto Atenea mientras se acomodaba en su asiento.

— El hijo de Poseidón esta vivo, y alguien dentro del consejo le ayudó para mantenerlo oculto — añadió Zeus golpeando su rayo maestro al piso, evocando unos rayos. — Y los traidores serán enviados al Tártaro — dijo mientras caminaba por la habitación observando la reacción de cada uno de los Dioses.

— Tal vez sea Artemisa — añadió Hera despectivamente, — Y sea esa la razón por la que no ha pisado el Olimpo desde hace 12 años.

Artemisa sonrió tranquilamente a pesar de la mirada asesina que le lanzaba su padre, — ¿Enserio? ¿Acaso creen que dejaría que un hombre viviera en mi Caza? Eso es una idea tan estúpida — pregunto Artemisa, — Tal vez este sea tu plan Hera, y esa sea tu venganza contra las muchas infidelidades de mi padre, ya lo intentaste una vez antes.

— ¡Basta! — rugió Zeus golpeando su rayo maestro al piso, justo en ese momento, el Dios de los Mares apareció en la sala aumentando más la furia de Zeus.

— ¿Dónde está tu hijo? — exclamó, apuntando con su rayo maestro al pecho de su hermano, quien a pesar de la situación Poseidón se mantuvo tranquilo.

— ¿Tritón? Él está en la Atlántida, ¿Hizo algo? — pregunto Poseidón, Zeus golpeo furioso su rayo maestro dejando caer unos cuantos rayos por toda la sala.

— Bueno parece que he llegado algo tarde — murmuró Hades, viendo con diversión la pequeña pelea de sus hermanos, pero tan pronto Zeus lo vio le apuntó con su rayo maestro.

— ¿Por qué me has mentido? — exclamó Zeus furioso, el resto de los Olímpicos se quedaron en silencio, sorprendidos por la actitud del Rey de los Dioses, pero a diferencia de todos Hades se encontraba tranquilo, incluso sonreía descaradamente a su furioso hermano.

— ¿Podrías ser más específico? — exclamó Hades tranquilamente, — Te he mentido tantas veces, que no me es posible saber con exactitud de cual hablas.

— ¿Esto te parece gracioso? — rugió furioso llevando su rayo maestro a la garganta de su hermano.

— ¿Acaso quieres iniciar una nueva guerra hermano? — a pesar de la situación Hades se mantuvo tranquilo. Zeus bajo su rayo maestro, dando un par de pasos para alejarse de su hermano, pero para la sorpresa de todos este arrojó su arma contra el Dios de los Muertos.

Para la fortuna de Hades, Poseidón convocó una barrera de agua deteniendo el ataque de su hermano, pero provocando una ligera explosión.

— Te tienes que calmar hermano — pidió Poseidón intentando calmar la furia del Rey de los Dioses.

— Hiciste un juramento Poseidón, ¿dime acaso buscas derrocarme? ¿Eso es lo qué quieres? — pregunto Zeus furioso.

— Si no mal recuerdo, tu también hiciste el mismo juramento y lo has roto en dos ocasiones — añadió Poseidón, logrando que Zeus guardará silencio, el resto de los Dioses seguían en silencio, se supone que Zeus solo había roto su juramento con Thalia, o eso ellos creían.

— ¿Acaso les has dicho al consejo donde decidiste esconder a tu hijo? A pesar de que pudiste poner en riesgo la paz que hemos tenido durante estos siglos.

Zeus permaneció en silencio, había sido cuidadoso, y Hera era la única que sabía de la existencia de su hijo.

— ¿Qué pasa hermano? ¿Por qué tan callado? — pregunto Poseidón.

— ¿Tienes otro hijo? — pregunto Deméter, aunque lo que más le sorprendía es que Hera estuviera tranquila, pero Zeus se mantuvo en silencio, incluso ignorando las miradas de todos los Dioses.

— Si, y a mi querido hermano se le ocurrió la gran idea de llevarlo al campamento Júpiter — dijo Poseidón aumentando más la sorpresa entre los Dioses.

— ¿Es Romano? — pregunto Atenea, aunque si lo era no entendía por que aquella discusión, ya que la Profecía hablaba de un griego.

— No lo es — respondió Zeus, ignorando las miradas del resto de los Dioses.

— ¿Por qué lo hiciste? — pregunto Deméter, no quería ni imaginar los problemas que podía ocasionar el tener un griego entre los romanos.

— Hemos evitado por siglos que ellos se junten y tu llevas a tu hijo ahí — exclamó Hades igual de molesto.

— ¡Silencio! — exclamó furioso Zeus, — Lo que está en discusión es la traición de mi hermano.

— Padre en el campamento no había un hijo de Poseidón — intervino Artemisa, esperando terminar con la discusión.

— Él tiene un hijo, pude sentir su esencia — dijo Zeus sin desviar la mirada de su hermano. — Dime donde esta y morirá rápido o de lo contrario sufrirá la peor de las muertes.

Las miradas de todos en la sala se mantuvieron fijos en Poseidón esperando su reacción, — Hermano debes calmarte, en estos momentos no es bueno iniciar una guerra por esto — dijo Poseidón, pero su semblante había cambiado, incluso hasta había dejado de sonreír.

— Esto puede acabar fácil, dame a tu hijo — exclamó Zeus, — O enviaré a cada Dios, sátiro y monstruo a su búsqueda. Y créeme que cuando lo encuentre esté sufrirá el peor de las muertes.

En esta ocasión Poseidón golpeó su tridente al piso provocando algunas fisuras en la sala, — ¿Acaso quieres qué le pase algo a Jason? Nueva Roma siempre ha sido muy propensa a los terremotos — pregunto Poseidón, listo para atacar a su hermano. Zeus lo vio detenidamente antes de lanzar su rayo maestro contra el trono de Poseidón.

— Es mejor que piense bien las cosas hermano — fue lo último que dijo Poseidón antes de desaparecer del Olimpo.

— Artemisa, Hermes, Ares, Apolo quiero que empiecen a buscar al chico, no me importa si tienen que recorrer todo el país, pero lo quiero con vida — dijo Zeus caminando furioso por la sala.

— Padre, ¿no cree qué Poseidón pudo haber llevado al chico a la Atlántida? — pidió Atenea ganándose una mirada furiosa de Zeus.

— No lo haré, entre nosotros prefiero a Poseidón que a ti hermanito — dijo Hades antes de desaparecer del Olimpo, dejando a un furioso Zeus.

— Búsquenlo por tierra, Dionisio quiero que envíes a todos los sátiros del campamento a buscarlo, Hera envía a las Amazonas. Quiero que encuentren al chico — rugió Zeus antes de abandonar la sala, los siguientes en irse fueron Deméter y Hera.

— Bueno creo que empezaré mi búsqueda por Florida, algo me dice que el chico se encontrará ahí — dijo Ares con una sonrisa. Artemisa suspiro pesadamente antes de abandonar el Olimpo.

Salto de Línea.

— ¿Señor Dionisio qué ha pasado? — pregunto el viejo centauro cuando se percató del regreso del Dios, este se quedó en silencio mientras caminaba por la casa grande.

— Quirón quiero que envíes a todos los sátiros a la ciudad, tienen que encontrar a un hijo de Poseidón — dijo Dionisio, mientras tomaba un sorbo de su refresco, ¿Por qué las cosas se tenían que haber complicado tanto? — ¿Ha pasado algo con el chico? ¿Descubrieron quién fue el culpable?

— Él sigue en la cabaña de Artemisa, pero me temo que el chico fue inculpado, esperaba que usted pudiera abogar por el chico, ante la señora Artemisa — respondió Quirón, — Annabeth me ha dicho lo que pasó, Percy estaba con ella cuando todo esto empezó.

Dionisio solo asintió, solo esperaba que el resto de los campistas creyeran eso, pero sabía que por el momento, todos en el campamento lo verían como traidor. — ¿Han encontrado alguna solución para reparar la barrera mágica?

— El oráculo ha escogido a Annabeth para encontrar el Vellocino de Oro, en esto momentos esta escogiendo a sus acompañantes — Dionisio sonrió tranquilamente, si Percy iba a esa misión estaría unos días alejados del radar de su padre y si lograban tener éxito, eso le ayudaría a que los campistas no lo vieran como traidor, ahora solo tenía que convencer a Artemisa para que dejara ir a su hijo.

— Quirón, dile Ana que Paul los va a acompañar — dijo Dionisio caminado hacia la salida de la casa, tenía que pensar en cómo convencer a su media hermana de aceptar que su hijo fuera parte de la misión.

— ¿Por qué quiere que Percy valla a la misión? — pregunto Quirón, pero Dionisio ya se había ido. El Dios se acerco nervioso hasta la cabaña de Artemisa, la cual era custodiada por las cazadoras. Zoe hizo una pequeña reverencia antes de dejar entrar a Dionisio en la cabaña.

— Creo tener una solución a lo que ha pasado — dijo Dionisio sin dejar de sonreír, — Quirón me ha dicho de la Misión para recuperar el Vellocino de Oro y le he pedido que Percy se una a ellos.

— ¿Qué has hecho que? — rugió Artemisa furiosa, — ¿Sabes dónde está el Vellocino?

Dionisio se quedó en silencio, recordaba que había escuchado antes donde estaba el Vellocino, — ¿Eso importa? No va a ser peligroso — dijo tranquilamente, — A lo mucho se enfrentarían a un Cíclope o algún otro monstruo para obtener el Vellocino, nada demasiado peligroso y eso lo mantendrá alejado de nuestro padre.

Artemisa suspiro pesadamente, — El Vellocino está en el mar de los monstruos — exclamó, intentando no golpear al Dios, pero Dionisio sólo asintió.

— Bueno, como sea. Percy mañana parte a las 9 junto con las chicas — dijo Dionisio antes de abandonar la cabaña, era mejor huir antes de que Artemisa decidiera atacarlo.

Salto de Línea

— ¿Estoy en problemas? — preguntó Percy al ver llegar a su mamá y por su aspecto se percató que las cosas se habían complicado, Artemisa se quedó en silencio mientras abrazaba con cariño a su hijo.

— ¿Por qué lo hiciste? — pregunto Artemisa.

— ¿Qué se supone que tenía que hacer? Dejar que murieran — dijo Percy, sabía que lo que había hecho complicaba las cosas, ¿pero acaso no valía la pena?

— Tal vez — murmuró Artemisa, aunque no culpaba a su hijo, después de todo se había arriesgado para salvar vidas. — Estoy orgullosa de lo que hiciste Percy, fue muy valiente.

El gesto duro de Percy se suavizó, — ¿Mi abuelo sabe quién soy? — pregunto, esperando que las cosas pudieran regresar a la normalidad.

— No, pero ha mandado a todos los Dioses del consejo buscarte y tu padre ha sido expulsado del Olimpo — respondió Artemisa, Percy se quedo en silencio, nunca pensó que eso iba a pasar. Ambos voltearon en dirección a la puerta, donde Poseidón había aparecido.

— Papá siento mucho lo que pasó — murmuró Percy bajando la mirada al piso, se sentía tan mal, pero Poseidón lejos de verse enojado parecía feliz.

— No tienes por qué preocuparte hijo, estoy orgulloso de ti — respondió Poseidón con una sonrisa.

— ¿Y ahora qué pasará? — pregunto viendo a sus padres.

— Al parecer hay una misión para recuperar el Vellocino de Oro y me temo que eres parte de ella — dijo Artemisa, solo esperaba que su nada le pasara a su hijo en aquel lugar.

— ¿Por qué se ven tan preocupados? — pidió Percy.

— El Vellocino se encuentra en el mar de los Monstruos — respondió Poseidón, frotándose la nariz, no le agradaba nada la idea de enviar a Percy aquella misión.

— Tal vez no sea tan malo — murmuró Percy, pero temía que no iba a tener tan buena suerte.

Hermes apareció de pronto, interrumpiendo la charla. — Dionisio me ha contado de su plan — exclamó el Dios agotado, — Fui a ver a Hécate para que me otorgará una poción más fuerte y evitar que algún enviado de mi padre pueda rastrear a Percy.

Hermes saco un pequeño envase de su bolsa antes de dárselo a Percy, — ¿Hay alguna posibilidad de que puedan rastrear a Percy? — pidió Artemisa, aunque hasta ahora la poción había servido.

—Hécate me ha dicho que ocultará el aroma de mi Tío, pero incrementará el tuyo. Eso hará que para cualquier Dios, Sátiro o monstruo lo vea como un hijo tuyo— respondió Hermes,— Casi lo olvidó, ten Percy, recuerda tomar una pastilla de estas todos los días.

—¿Y para qué son?— pidió Percy analizando las pastillas, ¿acaso era otro hechizo para mantenerlo oculto?

— Esas te ayudarán contra Circe, aunque te recomiendo que intentes evitarla— respondió Hermes,— Buena suerte Percy.

El dios desapareció en un chasquido,— Es mejor que me valla, antes de que mi hermano detecte mi presencia, ten cuidado hijo, toma esto te ayudará si necesitas mi ayuda — se despidió Poseidón antes de dejarle un dólar al chico.

Salto de Línea

Percy salió de la cabaña de Artemisa acompañado de Zoe, Phoebe y Atalanta, se encontró con un par de campistas y aunque lo miraban con odio ninguno hizo algún intento de atacarlo.— Que bueno que llegas Percy, las chicas estaban a punto de partir— comento el viejo centauro al ver a Percy aparecer junto con las tres cazadoras.

— Zoe, ¿serás tan amable de liberar a Percy?

La teniente de la Caza asintió lentamente antes de retirar las ataduras, — Tuviste suerte muchacho— añadió Zoe, Quirón tomó a Percy del brazo tratando de evitar alguna confrontación.

—Espero que las cazadoras te pudieran decir acerca de la misión— dijo Quirón, pero Percy se quedo en silencio con cara de espantado. El viejo centauro no pudo culparlo, después de todo él pobre chico había pasado toda una noche entera con las cazadoras, incluso hasta estaba sorprendido de no haberlo visto peor.

—Aquí esta Percy, es mejor que ya se vallan— dijo Quirón abriendo la puerta trasera del vehículo, donde lo esperaban tanto Annabeth como Clarisse. Percy subió el vehículo observando las miradas furiosas de la hija de Ares.

—¡Esperen!— Percy se giro encontrando que Luke se acercaba hacia ellos.

—Ten, mucha suerte Annie, esto te va a servir— dijo, mientras le entregaba una pulsera dorada.

—¿A dónde vamos?— pregunto Percy, recibiendo un par de miradas, Clarisse lo vio con furia mientras Annabeth lo vio fijamente como si lo estuviera analizando.

—Vamos en búsqueda Vellocino de Oro— dijo Annabeth antes de voltear su mirada hacia el frente. Percy suspiro pesadamente, al parecer iba a tener un viaje demasiado difícil. Argos los dejo en la central de Autobuses, donde el trío dejó el vehículo para continuar con su búsqueda.

— Tú quédate aquí, nosotras iremos por los boletos— dijo Annabeth antes de irse junto con Clarisse a la taquilla.

—¿Disculpe joven?

Percy se sobresalto antes de darse la vuelta, encontrando a una señora de mediana edad,— ¿Me podría indicar en dónde sale mi autobús?— dijo mientras le mostraba su boleto.

Percy observo con cierto interés el reloj de arena qué venía grabado en la parte superior del boleto.— Aún tienes tiempo, y tu eres el único que puede detener la Guerra.

—¿Qué haces? — Clarisse, Percy levanto la vista sorprendido de que aquella mujer había desaparecido.

— Nada— murmuró Percy, tratando de recordar algo en aquella mujer que le pudiera decir quien era, mientras tanto sus compañeras no dejaban de verle.

—Partimos en media hora— dijo Annabeth, Percy solo asintió, por lo menos Annabeth no lo ignoraba, habría querido decirles la verdad, pero sabía bien que no le iban a creer. Durante los treinta minutos Percy se mantuvo alejado de las chicas, intentando descubrir quien había sido la desconocida.

—Vamos ya llego nuestro autobús— dijo Annabeth, Percy camino detrás de ellas, tratando de pensar en una forma para convencerlas de que no era malo.

—Tu vas a ir en la ventana, no quiero que te separes de mi— dijo Clarisse, Percy asintió con la cabeza antes de tomar asiento.

Salto de Línea.

— ¿Chicas? — murmuró Percy con nerviosismo, en que momento había dejado el autobús, pensó el chico mientras intentaba averiguar en donde estaba, pero todo el sitio era completamente obscuro, no podía ver absolutamente nada, por instinto se llevó las manos a su bolsillo intentando encontrar su pluma, y aumento más su nerviosismo al ver que no estaba.

— Tranquilo, no hay nada que temer — pero esa voz lejos de tranquilizar al chico, lo dejo aun más nervioso, la temperatura del sitio fue bajando conforme pasaba el tiempo, y sentía como su corazón latía más rápido.

— ¿Quién está ahí? — pregunto Percy intentando no sonar con tanto temor, pero su voz lo traicionaba, y no era para menos estaba en un lugar desconocido, sabía que no estaba solo y lo peor es que a pesar de que no veía nada y si alguien lo atacaba ni siquiera se podría defender.

— Vamos niño, ¿tienes miedo? — dijo esa voz a la espalda de Percy, el chico de inmediato se dio la vuelta intentando localizar al desconocido, pero nuevamente todo estaba en silencio, de pronto a lo lejos observo una luz blanca, después de varios segundos el chico empezó a caminar en dirección a aquella luz. Pero conforme se iba acercando aquella luz lograba escuchar algunos gruñidos, que lo hicieron detenerse en dos ocasiones.

— Tranquilo, esto no es real — murmuro Percy intentando armarse de valor, pero aquellos gruñidos se escuchaban cada vez más cerca. Después de varios minutos, que le parecieron una eternidad el chico logro acercarse aquella luz, para su sorpresa había salido de una especie de cueva y ahora se encontraba en un extenso bosque y la luz que había visto era la luna, pero a pesar de ser un lugar algo familiar no logro tranquilizar al chico, el cual no dejaba de oír ruidos a su alrededor y ahora que podía ver estaba más nervioso al percatarse que no había nadie que pudiera hacer aquellos ruidos.

— Es tan agradable el olor que desprende el miedo — dijo una voz a la espalda del chico, Percy se dio la vuelta de inmediato observando al desconocido pero se aterro más al ver el aspecto que este tenía, su rostro estaba deforme, sus ojos eran negros y tenia una sonrisa llena de varios dientes amarillentos y afilados.

— ¿Quién eres? — murmuró Percy intentando alejarse del desconocido solo para percatarse qué atrás de él había alguien. El temor que había sentido hace unos momentos desapareció para ser remplazada por un sentimiento de pánico, Atalanta lo detenía para que no se pudiera alejar pero lo más aterrador era qué en su estómago sobresalía una espada.

— ¿Así qué este es tu mayor temor? — pregunto Atalanta con una sonrisa, Percy no podía entender como es que su hermana podía estar tan tranquila, esa herida qué tenía debía de ser grave. — Eres alguien bastante extraño, ¿Pero por qué tu hermana?

Percy permaneció en silencio tratando de tranquilizarse, — Son Fobos y Deimos, ¿No es así? — dijo Percy observando qué estos cambiaban de forma, ambos vestían un par de trajes negros, pero lo que más le aterraba eran las sonrisas maliciosas.

— Los rumores son ciertos, un chico listo — añadió Deimos, quien hasta hace unos momentos había sido el monstruo.

— Pero tranquilo, no hemos venido a dañarte — dijo Fobos con una sonrisa.

— Debes de detenerte Percy, o tu peor pesadilla se puede cumplir — dijo Deimos colocando su mano sobre el pecho del chico.

Percy se despertó de pronto, su corazón aun latía rápidamente, sentía como gotas de sudor resbalaban por su cara. ¿Qué había sido eso? ¿Por qué los Dioses menores lo amenazaban? El chico se llevó sus manos a su camisa ya que sentía una quemadura en su pecho, levantándola para observar que tenía la palma de una mano justo donde Fobos lo había tocado, el chico estaba tan sumido en sus pensamientos que no se percató que el autobús se detuvo y la gente ya se encontraba bajando.

— ¿No vas a bajar? — pregunto Clarisse golpeando el brazo de Percy, el chico dio un pequeño brinco que no paso desapercibido por la hija de Ares.— Debes darte prisa, no tenemos todo el día.

Percy asintió poniéndose de pie para buscar su mochila, pero tan pronto como se puso de pie notó un olor raro, apenas perceptible en el autobús pero estaba más que seguro que aquel olor venía de la calle. —Esperen— dijo Percy tomando por el brazo a la hija de Ares, que lo observó molesta.

— ¿Qué Hades te pasa?— exclamó Clarisse molesta, el chico les hizo un gesto para que guardará silencio mientras caminaban al interior del autobús, alejándose de la puerta.

Clarisse estuvo apunto de reclamar pero se quedó callada cuando el autobús se movió, como si alguien desde afuera lo habría empujado.— ¿Qué Hades fue eso?— murmuró la hija de Ares con temor, ninguna persona normal era capaz de hacer eso.

Pero Percy permaneció en silencio intentando observar por la ventana, pero desde ese ángulo no le era posible ver que había empujado el autobús, — ¿Estás seguro que es esté?— La voz era gruesa, pero Percy la reconoció de inmediato.

— Eso es un Cíclope— murmuró Annabeth.

—¿Pero cómo nos han encontrado? — respondió Clarisse mientras observaba la puerta del autobús, esperando que en cualquier momento aquel Cíclope entrará.

Percy observo a su alrededor intentando encontrar alguna forma de escapar, pero para su mala suerte no la había. — Estoy seguro, a lo mejor aún no han bajado — dijo otra voz, Percy maldijo su suerte, pensó que tal vez el enfrentarse a un Cíclope no sería tan difícil pero ahora sabía que aquel monstruo no iba solo.

— Ellos no podrán subir— dijo Percy en voz baja, aunque eso solo les daría unos minutos tan pronto los Cíclopes se percaten de su presencia aquel autobús se iba a convertir en una ratonera, pero lo que no le gustaba era salir y menos sin saber cuantos Cíclopes estarían esperándolos.— ¿Tienes tu gorra?

La hija de Atenea asintió sacando su gorra de su mochila,— Tenemos que averiguar cuantos Cíclopes hay, y saber como defendernos— explico Percy, la rubia no dijo nada solo se puso su gorra desapareciendo de pronto, los chicos se quedaron en su lugar pero el autobús se empezaba a mover más violentamente. Después de un par de minutos que a los chicos le parecieron horas, la hija de Atenea regreso, pero por su semblante sabían que no traía buenas noticias.

— Son 7 Cíclopes y una docena de Empusas — dijo Annabeth con nerviosismo.

La hija de Ares de inmediato puso su espada en la garganta de Percy,— ¿Quién demonios eres? No creo que sea una coincidencia, primero en el campamento y ahora esto, es mejor que hables o te voy a matar en este momento — dijo ella viendo con furia al chico,Percy echo un vistazo hacia Annabeth tratando de buscar su ayuda, pero parecía que ella estaba igual de enojada que su amiga.

— Les prometo que no tuve nada que ver — respondió, pero la hija de Ares continuó con su espada sobre su cuello, — Juro por el Río Estigia que no tuve nada que ver en el ataque del Campamento ni el de hoy.

— Suéltalo Clarisse, está diciendo la verdad — dijo Annabeth sin dejar de verlo, Clarisse solo vio con furia antes de retirar su espada de la garganta de Percy.

— Ustedes dejen de volar y vean si están adentro— rugió uno de los Cíclopes.

— Ponte tu gorra, cuando estés afuera tu serás nuestros ojos— dijo Percy, la rubia se quedó unos segundos antes de caminar a la salida colocarse su gorra, pero fue algo tarde ya que una Empusa había abordado el autobús.

Aquella mujer subió tranquilamente, Percy sacó su arco esperando atacar pero para su sorpresa la Empusa pareció no percatarse del aroma de la hija de Atenea,— Quédate aquí, espera unos minutos antes de bajar del autobús — dijo Percy pero antes de que la chica pudiera reclamar, esté se puso de pie lanzando un par de flechas que se incrustaron en el pecho de aquella criatura. Percy se echó a correr empujando a la Empusa, derribando a la criatura y saliendo del autobús.

— ¡Ahí está!— grito uno de los Cíclopes arrojando su hacha en dirección al muchacho, el cual se tuvo que lanzar al piso, para evitar ser cortado en dos. aunque en el suelo el chico se arrastró abajo del autobús logrando escapar momentáneamente de los ataques.

— Ven acá niño— espeto el Cíclope furioso metiendo su mano intentando jalar al chico pero solo se gano que 5 flechas se incrustarán por todo su puño.

Percy pudo observar como Clarisse bajaba del autobús y corría en dirección contraria a donde estaban los Cíclopes,— Ahí va la chica— escucho decir a uno de los Cíclopes.

— Déjala ir, es al niño al que queremos— espeto el líder, usando sus dos manos para levantar el autobús, Percy de inmediato salió de su escondite disparando una flecha al líder que se incrustó en su único ojo provocando que dejará caer el autobús y en su intento por quererse quitar la flecha golpeaba a los demás Cíclopes,— ¡Cuidado!

Tan pronto se dio la vuelta Percy fue derribado por una Empusa, el chico apenas tuvo tiempo para sacar su escudo y protegerse del ataque,— El niño es mío— rugió el líder de los Cíclopes tomando con su mano a la Empusa antes de arrojarla contra el autobús,— Ustedes quédense con las chiquillas.

Percy pudo observar como tanto Clarisse como Annabeth apenas podían defenderse de los ataques que le lanzaban las Empusas,— Dije que el niño es mío— rugió el líder golpeando con su hacha a un cíclope que se había acercado a Percy.

— Tan grandote y tan llorón— dijo Percy con una sonrisa, aumentando más la furia del Cíclope, el chico dio un par de pasos hacia su izquierda mientras el monstruo lanzaba un ataque con su hacha, pero el chico lo esquivo con suma facilidad provocando que su arma quedará atascada en el autobús. Percy aprovecho para disparar más flechas enfureciendo más al Cíclope.— ¡Oh vamos! ¿Acaso es tan difícil matarme?— dijo Percy con una sonrisa, el Cíclope rugió furioso logrando sacar su arma pero con ese movimiento golpeó a uno de los Cíclopes que se encontraban cerca, Percy se mantuvo sonriendo tranquilamente aumentando la furia del Cíclope, quien de inmediato intento atacar al chico pero él lograba esquivar los ataques, pero solo provocaba que el Cíclope se enfureciera más. Percv se mantuvo corriendo esquivando los ataques mientras lanzaba alguna flecha al rostro del monstruo, lo que provocaba que el Cíclope perdiera por unos momentos la visibilidad.

— ¿Ya te has cansado?— pidió Percy con una sonrisa, el Cíclope rugió furioso lanzando su hacha en dirección al muchacho, quien apenas pudo arrojarse al piso. En su frenesí el Cíclope no se percato que en su intentó por dañar al semidiós había lastimado a sus compañeros. Percy se distrajo un momento viendo como las chicas lograban hacerle frente a la docena de Empusas, aunque eso aprovecho el Cíclope para golpearlo en el pecho lanzándolo contra un autobús.

— Me he cansado de tus malditos juegos— rugió el Cíclope mientras caminaba a donde había dejado su hacha.— Vas a sufrir la peor de las muertes.

Percy echo un vistazo hacia sus compañeras logrando ver que ellas estaban demasiado distraídas, justo cuando el Cíclope lo atacó con su lanza una barrera de hielo detuvo el ataque. El chico de inmediato se puso de pie antes de arrojar una ráfaga de agua lanzando al Cíclope al suelo.

— Es hijo de Poseidón —murmuró la líder de las Empusas, Percy recupero su arco y aprovecho la confusión que tenían los monstruos para arrojar varias flechas y lograr asesinar a las que estaban más cerca de las chicas.

— ¡Corran! — grito Percy mientras ayudaba a Clarisse a ponerse de pie, — ¡Rápido!

Las chicas de inmediato se echaron a corren mientras Percy las seguía de cerca disparando a los monstruos logrando que estos no pudieran acercarse, — Vamos aquel lugar — grito Clarisse señalando un almacén que se encontraba a menos de cien metros de donde estaban, Percy uso el resto de sus energías para llegar aquel sitio, pero se percató que cuando entraron en aquel lugar, tanto los Cíclopes como las Empusas se detuvieron de pronto, como si aquel lugar les diera miedo.

—¿Qué les está pasando? — pregunto Percy tratando de recuperar el aliento, pero estaba confundido ya que los monstruos no avanzaban, se quedaban en aquel sitio viéndolos con furia. Clarisse de igual forma se quedó en su lugar con su lanza lista por si los monstruos los atacaban pero ellos no se movían.

— ¿Estás bien? — pregunto Annabeth mientras señalaba el brazo del chico, Percy se sorprendió al ver una enorme herida en su brazo, pero solo asintió como respuesta.

— Hay que buscar una forma de escapar de ellos — dijo Annabeth entrando al interior de aquel almacén, seguido de Percy y Clarisse que se mantuvieron observando hacia atrás por si los monstruos decidían atacar, aunque ellos se mantuvieron en ese sitio sin moverse. Percy se mantuvo en silencio volteando en varias ocasiones por si los monstruos decidían entrar, pero ellos se mantenían en su sitio sin moverse, dejando al chico con más dudas que era lo que podía haber provocado aquella actitud en los monstruos, era como si aquel lugar les diera más miedo.

— Estas esculturas son geniales — dijo Clarisse mientras observaba la escultura de una niña, Percy se detuvo para observar la escultura que tenía a su derecha, era de una pareja de ancianos, el chico pudo notar incluso las arrugas en el rostro de ambos, y tan pronto como se iba percatando de cada uno de los detalles, sintió como se helaba su sangre, ahora entendía por qué los monstruos no los siguieron hasta aquel almacén, después de todo quien en su sano juicio entraría en aquel lugar para encontrarse a la famosa Gorgona.

— Debemos irnos — dijo de pronto, en esos momentos era mucho mejor idea enfrentarse a los Cíclopes y Empusas, que a la Gorgona.

— ¿Pero qué estás diciendo? — dijo Clarisse confundida, — Si salimos ellos nos van a atacar.

— Vean las esculturas son muy perfectas, es casi imposible que alguien pueda hacerlo con ese nivel de detalle — explico Percy desesperado, esperando que todavía tuvieran tiempo para salir de aquel lugar, — Solo conozco a alguien que puede hacer eso.

La cara de Annabeth decayó cuando se dio cuenta, pero ya era demasiado tarde, los chicos escucharon el sonido de un cascabel acercándose a ellos.— ¡Cierren los ojos!— grito la hija de Atenea.