En las profundidades del Tártaro, donde incluso ni los monstruos o Titanes más fuertes se atrevían a entrar, en aquel lugar donde la obscuridad reinaba; un majestuoso palacio sobresalía en aquel sitio tan aterrador.
El antiguo palacio del Primordial del Pozo estaba casi vació a excepción de la mujer que se encontraba en silencio observando el paisaje que ofrecía uno de los enormes ventanales de aquel palacio, unos pasos resonaron en aquel lugar haciendo un eco en cada uno de las habitaciones de aquel sitio, aunque la mujer se mantuvo en su lugar, observando con cierto interés aquel obscuro paisaje.
— El niño, ya va rumbo al Mar de los Monstruos — informo la mujer que acaba de llegar, su incomodidad se podía notar, a pesar de la penumbra que las rodeaba, incluso para ella que era una Diosa Guerrera, que era conocida como la Destructora de Ciudades, aquel sitio la incomodaba.
— ¿Deimos y Fobos ya iniciaron su misión? — pregunto la desconocida sin voltear a ver a la recién llegada
— Así es Señora, ellos han empezado con sus tareas — añadió Enio, mientras de las sombras emergía un hombre vestido con un traje negro.
— Los Titanes siguen buscando pero no han encontrado nada— informó el hombre con su voz áspera.— Creo que sería más fácil si Tártaro nos ayudará, es su pozo después de todo.
— No, sigan buscando Erebus deben darse prisa— añadió la desconocida, el hombre parecía molesto pero se quedo en silencio antes de abandonar la habitación.
— Es momento de que vallas al Olimpo, y le adviertas a Zeus de la existencia del hijo de Poseidón.
— ¿Pero eso no pondrá en peligro al niño? — respondió Enio, pensó que el niño era de importancia para los planes.
— Ha llegado el momento de probar al niño, además tú serás la encargada de intentar matarlo, así que todo seguirá de acuerdo con el plan — respondió la desconocida tranquilamente.
— ¿Intentarlo? — pregunto Enio, tratando de no sonar tan molesta.
— Así es, los planes de mi marido deben de iniciar pronto, solo recuerda no hacerle nada a la chica que lo acompaña, ella es nuestra aliada — dijo la desconocida, Enio solo asintió antes de desaparecer e ir Olimpo.
A diferencia del Pozo, el Olimpo era un lugar tranquilo y luminoso, aunque en los últimos años había estado más tiempo en Tártaro que algún otro sitio, ella caminó tranquilamente por las calles del Olimpo, ignorando las miradas que le lanzaban los habitantes de la ciudad. Rara vez, se veía a un Dios Menor, en aquel reino, pero ella continuó su andar hasta que se detuvo enfrente al palacio de Zeus. Tan pronto como entro se encontró a Hera y Zeus sentados en sus respectivos tronos.
— ¿Qué haces aquí? — pregunto Hera, viendo con molestia la interrupción de Enio.
— He venido a advertirle al señor Zeus, del plan que tiene Poseidón para derrocarlo — dijo Enio, el Rey de los Dioses se levantó de inmediato de su trono sin dejar de sujetar su rayo maestro.
— ¿De qué hablas? — pidió Zeus. — Y solo espero que este no sea un juego.
Pero Enio se mantuvo en silencio sonriendo maliciosamente, tenía razón Deimos y Fobos era tan fácil manipular al Rey de los Dioses, — He encontrado al hijo de Poseidón, él se dirige al mar de los monstruos para rescatar el Vellocino de Oro — dijo Enio sin dejar de sonreír, Zeus sujeto su rayo maestro con más fuerza, — También se de los Dioses qué lo han estado ayudando para mantener oculto a su hijo.
— Quienes — rugió Zeus golpeando su rayo maestro al suelo, logrando evocar un par de rayos que iluminaron la habitación — Dime quienes son los traidores.
— Artemisa, Apolo y Ares — respondió Enio, mientras Zeus sujetaba con más fuerza su rayo maestro mientras Hera se mantenía tranquila, incluso parecía bastante aburrida.
— Iré a tratar con esos traidores — añadió Zeus, pero Hera se lo impidió.
— Debes esperar Zeus, aún no sabemos su plan, no puedes arriesgarte, antes de actuar tenemos que ver el panorama completo — dijo Hera, logrando calmar a su marido.
Zeus respiro profundamente antes de golpear su rayo maestro al piso, unos segundos después seis Olímpicos respondieron al llamado sorprendidos por la reunión improvisada, — ¿Ha pasado algo padre? — pregunto Atenea, curiosa de ver que ni Artemisa, Ares o Apolo estaban en la reunión.
— He encontrado al hijo de Poseidón — dijo Zeus levantándose de su trono para caminar a donde estaban los Olímpicos, observando la reacción de cada uno de ellos. — También Enio me ha informado del nombre de quien ha ayudado a mi hermano a esconder a su bastardo.
— ¿Artemisa es parte de esto? — pregunto Deméter, confundida de no que la Diosa de la Caza no estuviera en la reunión.
— Ella ha mantenido al niño escondido en su campamento — añadió Enio, atrayendo la vista de todos los presentes.
— Padre no es por contradecir, ¿pero en verdad cree que Artemisa lo ha traicionado? Me cuesta pensar que ella tenga a un hombre dentro de su campamento — pregunto Hermes, intentando sonar lo más tranquilo, si quería ayudar a su media hermana, tenían que averiguar qué era lo que sabía su padre.
Zeus se detuvo un momento, incluso para él era un poco difícil de creerlo, — Ella ha mantenido al niño oculto por más de once años, gracias a eso el niño ha podido entrenar sin ser detectado — respondió Enio, aumentando la furia del Rey de los Dioses.
— ¿Sabes algo más? — pidió Atenea observando a la Diosa menor, — ¿Sabes cuál es el plan de los traidores?
— No — respondió Enio tranquilamente, Zeus resopló con molestia, estaba más que furioso.
— Si usted me lo permite padre, me gustaría enviar a un infiltrado al campamento de las cazadoras, si Enio dice la verdad así podremos averiguar más del plan de los traidores — dijo Atenea haciendo una reverencia al Rey de los Dioses.
—Eso no va a servir, Hera ha intentado infiltrar a algunas amazonas, pero ellas no han logrado entrar — respondió Zeus furioso, — No me importa, iré a matar a los traidores.
— Creo que eso no es conveniente padre — añadió Atenea, sin verse intimidada por la mirada furiosa de Zeus, — Se que en el pasado usted ha logrado imponerse a quienes le han querido quitar su trono, pero en esta ocasión estamos hablando de 4 Olímpicos y probablemente Hades también este involucrado.
Pero lejos de calmar a Zeus este estaba aún más furioso, — Aunque soy mucho mejor estratega que Ares, no debemos de subestimarlo, un ataque ahora puede significar nuestra derrota — terminó Atenea logrando calmar la furia de Zeus.
— ¿Y qué propones hija? — espetó Zeus un poco más calmado.
— Yo seré quien se infiltre en el campamento de Artemisa, Hermes puede mantener vigilado a Apolo, mientras Afrodita hace lo mismo con Ares y podemos usar a Perséfone para tener un infiltrado en el Inframundo.
Zeus se quedó unos minutos en silencio, — Se que no es lo mejor, pero si es cierto lo que nos ha contado Enio, ellos llevan planeando esto por más de 11 años, no podemos subestimar Ares y Artemisa, cualquier error puede significar nuestra derrota — espetó Atenea con dureza.
— Esta bien se hará como lo dices hija, pero les advierto si alguno de ustedes piensa en traicionarme, lo van a pagar muy caro — dijo Zeus apuntando con su rayo maestro a cada uno de los Olímpicos. — Enio tráeme al niño, seré yo quien lo mate.
Los Olímpicos asintieron antes de desaparecer, ellos reaparecieron en un acantilado a las afueras de Nueva York, — ¿Y qué haremos ahora? — espetó Dionisio con nerviosismo, de verdad que en esos momentos le hacía falta un buen vino para poder calmar sus nervios.
— ¿Hay acaso un traidor entre nosotros? — dijo Afrodita de pronto, porque no podía entender cómo es que Enio sabia de Percy, aunque su comentario solo logro que los Dioses se enfrascarán en una discusión acusándose los unos a los otros.
— Creo que deberíamos calmarnos — grito Atenea terminando con aquella discusión. — No creo que tengamos un traidor.
— ¿Pero entonces Enio como lo averiguo? — preguntó Hermes observando a todos.
— Aún no lo sé, pero piénsenlo, si de verdad alguien nos hubiera traicionado, ¿por qué solo dijo los nombres de Ares, Artemisa y Apolo? — explicó Atenea, — Enio puede ser muy buena guerrera, pero para nada es una buena estratega y mi padre tampoco. Así que si nos dijeron de sus planes es porque creen que estamos de su lado.
— ¿De verdad vamos a traicionar a nuestro padre? — murmuro Dionisio con miedo, observando el cielo esperando que en cualquier momento un rayo lo fulminará.
— Si — dijo Atenea tranquilamente, ante la sorpresa de los Dioses, — Todos sabíamos de los riesgos, y si para proteger a Perseo tengo que traicionar a mi padre, lo haré.
— Pero estamos hablando de una guerra, probablemente si de verdad estalla la guerra no quedaría de otra más que derrocar a nuestro padre — añadió Hermes nervioso.
— Lo sé, por eso intenté ganar tiempo, me temo que lo peor apenas va a empezar — dijo Atenea, el resto de los Olímpicos se quedaron en silencio. — No me gusta esto, pero lo haré por Artemisa.
— Cuenta conmigo — espetó Hefesto con dureza, quien se había mantenido en silencio durante la discusión. — Artemisa ha sido la única que no me trata como un estorbo, haré lo que sea necesario para mantener vivo a su hijo.
Una vez dicho eso el Dios de los Herreros desapareció, — También cuenta conmigo, Artemisa ha rescatado a varias de mis hijas, se lo debo — murmuró Hermes.
— Ve a ver a Apolo, me reuniré con ustedes después de hablar con Ares — dijo Atenea, Hermes solo asintió mientras desaparecía.
— Igual cuenten conmigo — dijo Dionisio desapareciendo, dejando solo a Afrodita y Atenea.
— No tienes que hacer esto si no quieres Afrodita, nadie te culparía — dijo Atenea, pensando que la Diosa del Amor no continuará con ellos y no la podía culpar.
— Voy a hacerlo — comento Afrodita con bastante seguridad, algo que dejo sorprendida Atenea, — Desde que Artemisa llego al Olimpo, es la única que no me ve como un objeto o solo como una cara bonita, ella me ha enseñado a combatir.
Atenea se quedó en silencio, sorprendida de la declaración de Afrodita, nunca había pensado que Artemisa y Afrodita se llevarán bien, incluso siempre tuvo la idea de que estás se odiaban. — ¿Pero no se odian? — pregunto Atenea, Afrodita sonrió tranquilamente.
— Me gusta molestarla, y no estoy de acuerdo con su idea de ser una Diosa virgen — dijo Afrodita tranquilamente, — Pero creo que puedo decir que somos amigas.
Atenea estaba sorprendida, aunque había un patrón Hefesto había comentado lo mismo, incluso para ella había pasado desapercibido lo que su media hermana hacía por los demás Olímpicos, — Bueno en este caso, necesito de tu ayuda tengo que ver a Ares para advertirle — dijo Atenea, Afrodita sonrió tranquilamente antes de tomar por el brazo a la Diosa de la Sabiduría, transportando a ambas a una feria.
— ¿Atenea? ¿Qué pasó? — pregunto el Dios de la Guerra extrañado de ver Atenea en aquel lugar.
— Mi padre ya sabe de Perseo y donde ha estado todo este tiempo — dijo Atenea tranquilamente, — Enio le dijo y que tu junto con Apolo, Artemisa y Poseidón están inmiscuidos en esto.
Ares las observo fijamente pensando primero que se trataba de alguna broma, pero después de unos segundos se dio cuenta que nada de aquello era una broma, — ¿Qué tan grave es? — pregunto Ares tomando asiento en la banca.
— Mi padre quiere asesinarlos a todos ustedes y envió a Enio al mar de los monstruos para capturar a Perseo y llevarlo al Olimpo — explico Atenea tranquilamente, — Logre ganar un poco de tiempo, pero no sé cuánto dure mi padre sin atacarlos, sabes lo impulsivo que puede ser.
— Debemos hablar con Hades, tan pronto Percy regrese de su misión lo llevare personalmente al inframundo para que este a salvo — dijo Ares de pronto, — Me temo que también deberíamos hacer lo mismo con las cazadoras.
Atenea solo asintió, — Tengo que ir a informarle a los demás, mantente alerta — fue lo último que dijo la Diosa antes de ir a donde lo esperaban Hermes y Apolo.
— ¿Estamos en problemas? — pregunto Apolo al ver a la Diosa Atenea, incluso pudo notar que la sonrisa y el aspecto tranquilo que siempre tenía Apolo se veía reemplazado por un gesto de preocupación.
— Nuestro padre ya sabe todo de Perseo — dijo Atenea, el semblante de Apolo pasó se preocupación a de furia pura.
—¿Quién nos traicionó? — pregunto Apolo molesto mientras sacaba su arco, estaba más que dispuesto a asesinar al que había revelado la existencia de su sobrino.
— No creo que se trate de uno de nosotros — respondió Atenea tranquilamente, — Creo que esto tiene que ver con la Profecía, me temo que ya ha empezado.
En esta ocasión tanto Apolo como Hermes se veían bastante preocupados, — ¿Arty ya sabe? — preguntó Apolo con nerviosismo.
— No, aún no, debes mantenerte vigilado, nuestro padre puede atacar en cualquier momento — dijo Atenea antes de teletransportarse a la entrada al Inframundo.
— Señora Atenea— murmuró nervioso Caronte mientras escondía la revista que estaba leyendo.
— Me gustaría hablar con Hades— dijo Atenea ignorando las miradas que le lanzaban las personas que estaban en aquella habitación.
— Le informaré a mi Señor— murmuro Caronte con nerviosismo mientras abandonaba la habitación, solo le tomo unos minutos antes de regresar junto con Alecto.
— Mi Señor la espera en su palacio— dijo Alecto, Atenea solo asintió antes de tomar el brazo de la Furia para poder llegar al palacio.
— Ya puedes regresar a tus tareas Alecto— ordenó Hades observando con interés la presencia de la Diosa de la Sabiduría.— A que debo el honor de tu visita sobrina.
— Mi padre se ha enterado de todo acerca de Perseo— comentó Atenea sin verse afectada de la mirada penetrante que le lanzaba Hades.
— ¿Y a mi en qué me afecta eso?— preguntó Hades con tono seco.
— Me gustaría que usted permita que Perseo y las cazadoras se resguarden en su Reino, solo así podremos mantenerlos a salvo a todos— respondió Atenea, en esta ocasión Hades se levanto de su trono para acercarse a la Diosa.
— ¿Por qué tendría que hacer eso?— pregunto Hades manteniendo su vista fija en Atenea.— Creo que no me gustaría verme involucrado en una guerra entre mis hermanos.
— Creo que a usted le encantaría la idea de mantener a Perseo con vida— añadió Atenea ganándose una mirada de sorpresa del Dios.
— ¿Y por qué es eso sobrina?El niño podrá no caerme tan mal pero no vale la pena involucrarme en una guerra por él— comento el Dios con sarcasmo.
— Por que si Perseo continua con vida, lo más probable es que sea él quien habla la gran Profecía y sus hijos estarán a salvo— dijo Atenea, en esta ocasión Hades observo con furia a la Diosa.— Mi padre no sabe de ellos.
— Esta bien lo haré— añadió Hades regresando tranquilamente a su trono— Aunque deben de estar listo, me temo que tu padre será la menor de nuestras preocupaciones, algo esta sucediendo en el Pozo. Alguien me esta bloqueando hace unos días he dejado de sentir las presencias que están encerradas en aquel sitio.
— ¿Son los Titanes?— pregunto Atenea con curiosidad.
— No, ninguno de los Titanes tiene el poder para hacer eso creo que niAlcioneo podría hacerlo esto va más allá de ellos— añadió Hades, en esta ocasión el Dios de los Muertos lucía bastante preocupado.
— Creo que ha iniciado la Profecía— añadió Atenea.— Iré a informales a todos, gracias por su ayuda Tío.
La Diosa de la Sabiduría ene esta ocasión reapareció en la frontera del campamento, una vez en aquel lugar se transformó en una niña de 12 años.
Tan pronto se acercó al árbol de Thalía fue interceptada por un par de cazadoras, que se mantenían vigilando el campamento por si algún monstruo atacaba en la noche. — ¿Qué haces aquí niña? — preguntó Zoe apuntándola con su arco.
— He venido a hablar con mi hermana, es algo importante — respondió Atenea, la teniente de la Caza de inmediato bajo su arco para después hacerle una reverencia.
— Venga conmigo señora Atenea — dijo Zoe, guiando a la Diosa hasta la cabaña de Artemisa, tan pronto entró en aquel lugar la Diosa regreso a su forma adulta, para su sorpresa no sólo Artemisa estaba en aquel lugar si no también Poseidón.
— ¿Mi hermano se percató de su presencia? — pregunto el Rey de los Mares tan pronto vio a la Diosa. — No sé qué pasó en la misión, pero pude sentir a mi hijo usando sus poderes y me temo que mi hermano también lo haya notado.
— Me temo que hay algo más peligroso, mi padre se ha enterado de todo — dijo Atenea.
— ¿Cómo qué de todo? — pregunto Poseidón.
— Mi padre sabe que Perseo estuvo escondido en la Caza todos estos años, sabe que Ares y Apolo los ayudan — dijo Atenea.
— ¿Qué? ¿Cómo se enteró? — cuestionó Artemisa.
— ¿Quién nos traicionó? — pregunto Poseidón sujetando con fuerza su tridente, se iba a encargar de que el traidor pagará por su cobardía.
— Eso aun no lo sé, fue Enio la que le reveló todo a mi padre — dijo Atenea.
— ¿No habrías sido tu Atenea? Después de todo me has odiado siempre — dijo Poseidón apuntando con su tridente al pecho de la Diosa, Atenea por otra parte se mantuvo tranquila.
— Si hubiera sido yo, tu estarías en estos momentos siendo atravesado por el rayo maestro de mi padre — añadió Atenea sin dejar de ver al Rey de los Mares, — Aunque no creo que esto haya sido alguien de nosotros.
— ¿De qué hablas? Solo nosotros sabíamos de Percy — añadió Artemisa, estaba aún más furiosa que Poseidón.
— Lo sé, pero me temo que esto va más allá, tal vez sea que la Profecía está a punto de cumplirse — explico Atenea.— He hablado con Hades y me ha comentado que ha dejado de sentir las presencias que se ocultan en el Pozo.
— Mi padre aún no se ha reformado, le debe tomar aun varios milenios para poder regenerarse — exclamó Poseidón sin entender quien podría tener el poder para bloquear a Hades.
— Kronos no es el único inmortal qué controla el tiempo y según me ha contado Hades niAlcioneo tendría el poder para hacerlo — añadió Atenea, aunque tenía una teoría acerca de quien se podrían enfrentar solo esperaba que estuviera equivocada.
— ¿Tienes una idea de que se puede tratar?— preguntó Artemisa, Atenea se quedó en silencio antes de asentir ante la mirada atenta de los dos Olímpicos.
— Si Hades tiene razón, solo existe alguien más poderoso que un Titán o un Gigante — dijo Atenea en voz baja.
— ¿Un Primordial?— murmuró Poseidón con nerviosismo.
— Puede ser, solo un Primordial tendría el poder para bloquear a Hades, aunque puede que me equivoque aun no sabemos bien todo— respondió Atenea, aunque la Diosa muy pocas veces se equivocaba en sus teorías.
— ¿Qué haremos? — pregunto Artemisa preocupada por la situación, pero Atenea no pudo responder ya que fue interrumpida por la aparición del Dios de la Guerra.
— Es bueno verlos a todos reunidos — dijo Ares tranquilamente, — He hablado con Hefesto, ya esta fabricando armamento para proteger a Percy.
— También Hades a aceptado mantener en su reino a Percy y las cazadoras — añadió Atenea ante la mirada furiosa de Artemisa. — Creo que no tengo que explicarlo, pero una vez que mi padre decida atacar no habrá forma de razonar con él.
— ¿Vamos a ir en guerra contra mí hermano? — pregunto Poseidón sorprendido que tanto Ares como Atenea estaban dispuestos a ir en contra de Zeus para mantener a salvo a su hijo.
— Aunque no me guste la idea, pero me temo que mi padre no va a entender razones, él no va a dejar que Percy siga con vida — explico Ares, Artemisa suspiro pesadamente, ¿por qué tenía que complicarse todo? pensó la Diosa.
— Pero saben que mi padre no va a perdonarlos — dijo Artemisa observando fijamente tanto a Ares como Atenea.
— Eso no importa sabia de los riesgos desde el inicio y cumpliré mi promesa, no dejaré que nada le pase a Perseo — respondió Ares con bastante tranquilidad.
— Ares tiene razón, nadie los va a traicionar, he hablado con todos y están dispuestos a hacer lo que sea necesario para mantener vivo a Perseo — añadió Atenea sin dudar en ningún momento.
— Voy a preparar a mi ejército, tan pronto regrese mi hijo del mar de los monstruos enviare a algunos para que lo protejan y lo lleven con mi hermano Hades — dijo Poseidón.
— No se preocupe Tío, yo me encargaré de llevar personalmente a Percy al Inframundo — respondió Ares, ganándose una mirada de sorpresa por parte del Rey de los Mares. — También he hablado con Apolo y Dionisio para mantener vigiladas a las cazadoras por si alguien las ataca.
— Debemos de estar listos, la guerra pronto va a empezar — dijo Atenea antes de desaparecer junto con Poseidón y Ares, dejando a una muy nerviosa Artemisa.
Salto de Línea
Aquella criatura se mantenía arrojando sus tentáculos, tratando de romper aquella barrera de hielo que protegía a la embarcación.
— Resiste solo un poco más Percy — dijo Annabeth, el chico solo se quedó en silencio mientras tratando de concentrarse, nunca había utilizado por tanto tiempo sus poderes y sentía que con cada golpe la barrera iba perdiendo fuerza.
— ¡Hazlo ahora Clarisse! — grito la hija de Atenea, el barco se movía violentamente mientras uno a uno de los cañonazos golpeaban al monstruo.
— Tu también ataca Percy.
El chico bajo las manos observando el daño que le estaba provocando Clarisse al monstruo, pero temía que eso no fuera suficiente para derrotarla, el chico a pesar de que estaba agotado camino hasta la cubierta del barco, — No dejen de disparar — grito el chico, sabía que aquello iba a ser bastante riesgoso, pero era la única solución que se le ocurría, aunque no sabía si tendría el suficiente poder para hacerlo. Percy cerró los ojos intentando concentrar y sintió un ligero estirón en el estómago, pero al abrir los ojos se percató que nada había pasado, todo seguía igual.
"el mar siempre va a seguir tus órdenes, solo debes de tener paciencia hijo" Percy volvió a cerrar los ojos, concentrándose solo en el ruido del mar, nuevamente sintió un tirón en el estómago, pero este fue más fuerte de los que había tenido, podía sentir como el barco se agitaba violentamente, y a pesar de eso el chico se mantuvo en su sitio tratando de concentrarse. Después de varios segundos, el chico abrió los ojos al percatarse que el sonido del cañón había cesado.
Percy se llevó una enorme sorpresa cuando abrió los ojos, aunque ese había sido su plan original nunca se imaginó que tuviera el suficiente poder para hacerlo. El chico había logrado elevar al barco 50 metros evitando así los ataques de Escila, en la cabina pudo observar a la hija de Atenea que se mantenía sujeta al timón para evitar caerse.
— ¡Sujétense fuerte! — gritó Percy, en esta ocasión utilizo sus poderes para bajar, aunque no se pudo percatar que Escila lanzó uno de sus tentáculos logrando golpear un costado del barco provocando que el hijo de Poseidón cayera al piso, la ola que hasta hace unos momentos mantenía al barco en los aires empezó a perder fuerza provocando que la embarcación bajara con más fuerza junto con la ola, aunque eso les ayudo para alejarse de Escila antes de que esta pudiera atacar. La embarcación se movía violentamente arrojando al piso a Percy, cada vez que este trataba de ponerse de pie, después de varios minutos el barco golpeó contra la playa arrojando nuevamente a sus ocupantes al suelo.
— ¿Estás bien? — preguntó Annabeth mientras ayudaba al hijo de Poseidón a ponerse de pie.
— Eso estuvo bastante loco — dijo Clarisse uniéndose con sus compañeros, el hijo de Poseidón sonrió agotado, aquella demostración de su poder lo había cansado bastante. Las chicas bajaron de la embarcación dejando que Percy recuperará el aliento.
— Percy vamos a necesitar de tu ayuda — gritó Clarisse, a pesar del cansancio Percy bajo del barco observando por primera vez la isla a donde habían llegado y pudo observar como la embarcación había llegado hasta la playa, para su fortuna solo habían golpeado con la arena y no parecía que el barco tuviera alguna afectación.
— Solo denme unos minutos — dijo Percy agotado, mientras se dejaba caer en la arena.
— ¿Dónde creen que estemos? — preguntó Clarisse observando la isla, aunque esta parecía bastante normal.
— No te quiero presionar Percy, pero no es buena idea quedarnos en una isla en medio del mar de los monstruos — respondió Annabeth, el chico se puso de pie con dificultad para usar sus poderes logrando llevar nuevamente a la embarcación al mar.
— Percy — murmuró Clarisse, el chico se dio la vuelta observando que sus dos compañeras estaban siendo sujetada por dos chicas, pero lo que más le preocupaba era que la daga que se encontraba presionando el cuello de sus amigas.
— No te muevas o ellas mueren — dijo una de ellas sin apartar su daga del cuello de la hija de Atenea.
