— No te muevas o ellas mueren — dijo una de ellas sin apartar su daga del cuello de la hija de Atenea, — Reyna amárralos.
La chica más joven se acercó a los semidioses colocando un par de esposas a cada uno de ellos, — ¿Quiénes son ustedes? — pregunto Clarisse, pero la chica se mantuvo en silencio, Reyna se acercó al bosque donde unos segundos después salió acompañada de un lobo.
— Hace justo unas horas mi Señora detecto un inusual comportamiento en el mar, ¿Quién de ustedes es el hijo de Poseidón? — exclamó Reyna observando fijamente a los jóvenes.
— ¿Poseidón? ¿De qué demonios hablas? — exclamó Percy, — Nosotros hemos perdido el rumbo, no sabemos ni donde estamos.
— Muy pocos logran evadir a Carbadis, y no creo que unos turistas lleven consigo unas espadas como estás — respondió Reyna con molestia, — Entonces el lobo nos dirá quién es.
Percy observo con nerviosismo como el lobo se acercaba al inicio a Annabeth, después de olfatearla por unos minutos, este se alejó para hacer lo mismo con Clarisse, que al igual que con su amiga después de unos minutos este se alejó para ir a donde estaba Percy, el chico se mantuvo quieto rezando a Hermes que las pastillas que le dio funcionarán, pero después de unos minutos el lobo rugió.
— Vaya, parece que tenemos un ganador — dijo Reyna mientras se acercaba a Percy, ella llevó su daga a la garganta del chico, — Hylla encierra a las chicas.
La otra le hizo un gesto a Clarisse y Annabeth para que abordaran el barco, — No les hagan nada a ellas, son a mí a quien quieren — dijo Percy con nerviosismo.
— Has cualquier movimiento y ellas van a morir — le dijo la chica mientras presionaba su espada sobre el costado de su espalda, —Ahora camina.
Percy se mantuvo en silencio, pensando en cómo iba a salir de aquella situación, sabía que no iba a ser tan difícil deshacerse de las chicas, pero prefirió esperar más aún cuando estaba bastante debilitado por el uso de sus poderes, aunque entre más se adentraban en aquella isla, el nerviosismo del chico solo aumento, a pesar de que la isla estaba llena de árboles, pudo observar a su alrededor a varios leones y lobos, pero tan pronto veían a las chicas estos huían, perdiéndose entre los árboles.
Después de varios minutos caminando el chico observo a unos metros un castillo y cuando más se acercaban se percató que había varias esculturas supuso que estas eran echas por Medusa, debido a la calidad que tenían estas.
— Reyna, ve avisarle a nuestra Señora que tenemos al hijo de Poseidón — ordenó Hylla mientras mantenía su daga sobre la garganta de Percy, tan pronto se alejó la chica Hylla retiro su daga para después colocarle unas cadenas que lo sujetaban al piso.
— ¿Así tratan a todos sus visitantes? — preguntó Percy, tratando de distraer a la chica, pero ella se mantuvo en silencio ignorando por completo el comentario del chico. Una vez que termino de sujetar a Percy, Hylla abandono la sala dejándolo solo en aquel lugar.
El chico observo la habitación, la cual en las paredes se encontraban varias pinturas de la isla donde observaba a los leones junto con una mujer, — ¿Por qué me tiene que ocurrir esto a mí? — murmuró Percy mientras intentaba zafarse las esposas para salir de aquel lugar, lo menos que quería era enfrentarse a la hechicera.
— Lo bueno es que sería una misión sencilla— murmuro recordando las palabras de Dionisio, desde que abandono el campamento había estado en peligro de muerte en varias ocasiones y lo peor es que aun no lograban acercarse al Vellocino.
Después de varios minutos de intentarlo el chico logro quitarse las esposas, tan pronto lo hizo se acercó a la salida del palacio, tenía que ser lo más sigiloso que pudiera para poder escapar y llegar al barco antes que se dieran cuenta, pero su suerte duró muy poco ya que tan pronto abrió la puerta del palacio, uno de los leones que estaban cerca rugió furioso mientras se echaba a correr en dirección a donde se encontraba, lo cual obligo al chico a cerrar la puerta para protegerse.
— ¡Él ha escapado!
El nerviosismo de Percy aumento, de inmediato se adentró en el palacio intentando escapar de sus captoras y tratar de idear algún plan para salir de aquel lugar, — ¡Ya lo encontré! — grito Hylla mientras arrojaba su daga en dirección a Percy, el chico logro agacharse evitando el ataque, lo cual aprovecho Hylla para sujetarlo, pero Percy la derribo con facilidad.
— Lo siento — murmuró Percy mientras le colocaba a Hylla las esposas sujetándola contra una mesa, para después alejarse, pero no pudo llegar muy lejos ya que fue derribado por Reyna, quien logro hacerle un corte sobre el brazo, Percy respondió lanzando un par de flechas distrayendo a la chica para después colocar sus cuchillos de caza sobre la garganta.
— No te haré nada, solo quiero regresar con mis amigas — dijo Percy.
— No vas a salir de aquí con vida — respondió Reyna con odio, pero el chico le dio un ligero empujón para que caminará en dirección a la salida del palacio.
Tan pronto salieron del palacio los leones y lobos que se encontraban cerca rugieron furiosos, pero ninguno hizo un intento por acercarse.
Un nuevo rugido distrajo a Percy, el chico observo el cielo esperando encontrar a la criatura que había hecho aquel ruido, de pronto una criatura alada se abalanzó sobre ellos. Percy empujo a la chica, logrando salvarla, aunque eso provoco que la criatura clavará sus garras sobre el brazo izquierdo del chico.
Percy de inmediato saco su espada para atacar a la criatura logrando que esta se alejará. — ¡Al suelo! — gritó Percy al ver que Reyna intentaba atacarlo. La chica no le hizo caso lo que provocó que una de las criaturas la sujetará del cabello, Reyna lanzaba varios ataques, pero ninguno de ellos lograba acertar.
Por unos momentos Percy se quedó observando la escena debatiéndose que hacer, sabía que podía aprovechar aquella situación para llegar al barco, aunque eso podría provocar la muerte de la chica. Después de pensarlo por algunos segundos Percy disparo un par de flechas contra las criaturas que habían rodeado a la chica logrando que estas se alejarán, — Ten — dijo Percy entregándole sus cuchillos de caza a Reyna, — ¿Sabes qué son esas criaturas?
— Ellas son Keres — respondió Reyna mientras se prepara para el ataque, las criaturas de inmediato volvieron al ataque, Percy disparo varias flechas, pero lejos de dañarla, esta enfureció más, para después derribar al chico, aunque en esta ocasión Percy logro sacar su escudo para evitar algún daño. El chico llevo su mano libre al bolsillo sacando su pequeña pluma, tan pronto la destapo su espada se clavó en el estomagó de la criatura, ella rugió dolorosamente mientras se disolvía. Reyna por su parte estaba derribada apenas logrando evitar una mordedura de la criatura, aunque esta había logrado clavarle sus garras sobre sus brazos.
Percy de inmediato apuñalo a la criatura en la espalda salvando a la chica, ella respondió colocando su cuchillo sobre la garganta de Percy, — Creo que este sería un buen momento para agradecerme el salvarte la vida — dijo Percy, pero Reyna se mantuvo con su cuchillo sobre la garganta, un par de leones se acercaron al chico rugiendo furiosos.
— Aléjense.
En silencio Percy maldijo su suerte, pudo observar cómo los leones se alejaban rápidamente del lugar mientras Reyna retiraba su cuchillo. — Mira que tenemos aquí — una mujer de mediana edad apareció frente al chico, iba vestida de una túnica blanca, su cabello era negro mientras sus ojos eran de color amarillo. — Si es un hijo del mismísimo Dios de los Mares.
El nerviosismo del chico aumento gradualmente, era más que claro que su padre no era muy popular en aquel lugar, — Creo que se equivoca señora, soy un hijo de Apolo — dijo Percy, pero la sonrisa que le dio la mujer sabía que ella no le creía.
— Mi niño, ¿Acaso no te has dado cuenta de que la poción de Hécate no sirve en este lugar? — dijo mientras chasqueaba sus dedos apareciendo un espejo frente a Percy, su aspecto había vuelto a ser normal, su cabello negro mientras sus ojos eran verde mar. — Hécate es muy fuerte pero su poder no sirve aquí ¿Acaso no te dijo eso tu querido padre?
La mujer caminaba con una sonrisa de satisfacción, el nerviosismo de Percy aumento, ¿Cómo se supone que saldría de aquel lugar? — ¿Qué quieres de mi Circe? — dijo Percy, la sonrisa de la mujer aumento aún más, incluso no se sorprendió en que el chico supiera quien era.
— Oh niño, hay muchas cosas que puedo hacer contigo — dijo Circe con una sonrisa, — Podría esperar, Enio no tardará en llegar por ti, o tal vez pueda llevarte directamente al Olimpo, creo que Zeus me daría una grandiosa recompensa por llevarte.
Circe sonrió por un momento antes de tocar el pecho de Percy, convirtiendo a éste en un pequeño conejillo, — ¿Estás bien Reyna? — pregunto Circe bastante preocupada.
— ¿Él te hizo daño? — preguntó Hylla.
— No, él me salvo, fuimos atacados por un par de Keres, ellas me tomaron por sorpresa — dijo Reyna, Hylla se quedó en silencio mientras Circe sonreía tranquilamente.
— Toma esto, te ayudará — dijo Circe pasándole un pequeño frasco verde a la chica, — ¿De verdad él te ayudo?
— Si — respondió Reyna, — Él pudo escapar, pero prefirió ayudarme.
Hylla se quedó en silencio observando al pequeño conejillo. — Reyna, Hylla. Lleven al niño a su barco, ayúdenlo en su misión — dijo Circe mientras le entregaba el conejillo a Reyna, — Denle esto cuando estén lo más lejos de la isla, lo regresara a su forma y sobre todo lo ocultara de todos los monstruos y de ella.
— ¿Pero no lo iba a entregar a Enio? — pregunto Hylla confundida.
— Le debo un favor a Hermes, al parecer el niño es más valioso e importante de lo que creemos, quédense con él, Hermes me prometió que ustedes estarán a salvo — dijo Circe viendo fijamente a las chicas, después de todo el tiempo que pasaron juntas, la hechicera las quería y se preocupaba por ellas.
— Vallan a la isla del Basilisco, usen su cabeza contra el dragón y será más fácil tomar el vellocino, cuídense mis niñas.
Las chicas corrieron de inmediato de regreso al barco, justo cuando habían llegado a la embarcación se detuvieron al escuchar aquel ruido, era un grito desgarrador, ellas levantaron la mirada y las vieron, un centenar de criaturas aladas sobrevolando toda la isla, — Tenemos que darnos prisa, ella no va a tardar en llegar — dijo Hylla, antes de volver a correr, mientras su hermana la seguía de cerca. — Ve por las chicas, intentaré encender el barco.
Reyna asintió mientras se adentraba en el interior del barco, Hylla podía observar cómo más Keres iban acercándose a la isla, al parecer ninguna de ellas parecía importarle la presencia de ella, todas se dirigían hasta el centro de la isla, donde se encontraba el palacio de Circe.
— ¿Dónde está Percy? ¿Qué le han hecho a nuestro amigo? — exclamó molesta Clarisse. Pero Hylla y Reyna se quedaron en silencio observando el cielo, ella había llegado al mar de los monstruos, vestía una armadura negra, pero esta estaba cubierta de manchas de sangre, su cabello era negro, estaba mal cortado, y al igual que su armadura tenía manchas de sangre.
—¿Quién es ella? — murmuró Annabeth temiendo que aquella mujer se diera cuenta de su presencia, ella pasó sobrevolando el barco rodeado de keres hasta adentrarse en la isla.
— Tenemos que darnos prisa, ¿Cómo encendemos esta cosa? — exclamo Hylla desesperada.
— ¿Dónde está Percy? No, nos iremos sin él — exclamó Annabeth. Hylla la observo molesta antes de pasarle el pequeño conejillo.
— Ahora me quieres decir como encender esta chatarra o Enio vendrá y matará a tu querido novio — exclamó molesta Hylla, Clarisse se acercó a la chica y entre las dos encendieron el barco, el ruido pareció alertar a las keres de su presencia, pero ellas se mantuvieron en su camino hacia el centro de la isla.
— ¿Ahora nos quieren explicar que está pasando? ¿Y por qué mi amigo esta convertido en eso? — exclamó Clarisse tan pronto el barco se puso en movimiento. Reyna sacó de su bolsa el frasco que Circe les había dado, pero Hylla se lo arrebato.
— Creo que aún es muy pronto — dijo Hylla, — La mujer que vieron es Enio, ella fue enviada por Zeus para capturar a su amigo.
Clarisse volteo a ver la isla que habían abandonado, todo hijo de Ares sabía muy bien quien era aquella mujer, era la hermana de su padre, incluso en algunas ocasiones era más violenta y sádica que el Dios de la Guerra. — Mi señora Circe fue advertida por Zeus que un hijo de Poseidón se dirigía al mar de los monstruos y después de su pequeño espectáculo, toda criatura que habita en este lugar se enteró de la presencia del niño — explicó Reyna mientras tomaba nuevamente el frasco para dárselo al conejillo, después de unos segundos Percy regreso a la normalidad.
— ¿Por qué todo el mundo odia a Percy? — dijo Clarisse.
— Debido a su padre, aunque él no gobierna estos mares, si controla los mares que nos rodea. ¿Crees que a todos los monstruos les gusta estar encerrados en este lugar? Incluso Poseidón manda aquí a todo aquel que lo ofende, es su tártaro personal — exclamó Hylla con molestia. — Es por eso por lo que eres un imán para ellos, cada monstruo que hay en esta isla se quiere vengar de tu padre.
Salto de Línea
Circe se quedó inmóvil observando como las chicas corrían en dirección a la playa, desde que Hermes le había pedido el favor de mantener a salvo al chico, había dudado, después de todo el mismo Poseidón la había encerrado en aquel lugar, que mejor venganza contra aquel él, aunque después de la acción del chico decidió hacerle el favor a Hermes. Había podido observar como aquel chico prefirió salvar a Reyna que escapar aun sabiendo que eso podía provocar su captura, eso termino por convencer a la hechicera para ayudar aquel niño.
— Solo espero que de verdad tengas razón Hermes — murmuró observando la ruta que habían tomado las chicas, sólo esperaba que Reyna y Hylla estuvieran lo más lejos cuando ella se percatara que todo había sido una trampa, después de todo esto lo hacía por ellas y su seguridad. Y de todos los inmortales, era ella a la que más le temía, sabía que tan pronto la Diosa Menor se diera cuenta del engaño estarían en peligro. La tranquilidad en la isla se vio interrumpida por un par de rugidos, a su alrededor tanto lobos y leones escapaban intentando mantenerse alejados de las criaturas aladas.
— Cuídense mis niñas — murmuró Circe echando un último vistazo al camino que habían tomado las chicas, para después caminar en dirección a su palacio, aquellos rugidos se fueron haciendo más intensos, muchos de los lobos más lentos habían sido devorados por aquellas criaturas.
A pesar de eso la hechicera se mantuvo tranquila entrando en su palacio seguida de varias Keres que de inmediato entraron a todas las habitaciones del palacio, después de unos minutos la Diosa Menor irrumpió en el lugar.
— ¿Dónde está el niño? — pregunto Enio observando fijamente la reacción de la hechicera, la cual le sonrió tranquilamente mientras chasqueaba los dedos evocando una copa de vino.
— Lamento haberte echo que vinieras hasta aquí, pero el niño ya no está en mi isla — dijo tranquilamente Circe mientras tomaba un sorbo de su vino, pero para sorpresa de la hechicera Enio se mantuvo tranquila, incluso después de unos momentos llego a sonreír.
— Sabía que no podíamos confiar en ti, siempre has sido una traidora y testaruda, nunca has sabido elegir y me temo que al igual que en el pasado estás con el perdedor — dijo Enio tranquilamente mientras caminaba por la habitación. — A mi señor no le gustan que lo traicionen.
— ¿Y qué es lo que va a hacer Zeus? — cuestionó Circe con una sonrisa, — ¿Mandarme a otra prisión?
Para sorpresa de Circe, Enio se mantenía serena algo extraño en ella. — Estás bastante equivocada querida, esto va más allá de Zeus, la Gran Guerra ha iniciado la guerra y lamentó decirte que has tomado el bando equivocado — dijo ella con suma tranquilidad, — Sabes ha sido un viaje largo y mis Keres llevan siglos sin comer bien, están hambrientas.
Circe se puso de pie sonriendo, — ¿Acaso crees que eso me importa? — dijo la hechicera sin dejar de sonreír — Sólo son unos pobres idiotas que llegaron a mi isla, no importa que los mates.
— Eso lo sé, maten a todos en la isla, no dejen a ninguna criatura con vida —dijo Enio, las Keres rugieron espantosamente antes de abandonar el palacio, en busca de todos los seres que habitaban la isla. — Ellos sólo serán un aperitivo, el plato fuerte serán mis dos hijas.
— A ellas no les harás nada — dijo Circe acercándose a la Diosa Menor.
— Tu hiciste tu elección, ¿acaso crees qué ese chiquillo las podrá proteger contra mí? — dijo Enio maliciosamente, — Mis Keres se van a divertir con ellas, las harán sufrir las peores de las torturas.
Circe intento atacar a la Diosa Menor, pero fue arrojada al piso por una bola de energía, — ¿Acaso se te ha escapado el chico? — pregunto Deimos con una sonrisa.
— ¿Qué haces aquí? — espetó Enio sin apartar la mirada de Circe.
— Quieren que ella viva — dijo Deimos señalando a Circe.
— ¿Por qué? — dijo Enio furiosa, después de todo Circe los había traicionado.
— ¿Estás cuestionando mis decisiones? — exclamó una mujer, Circe se giró sorprendida, ¿en qué momento había llegado aquella desconocida? Y sobre todo por qué Enio y Deimos parecían temerle.
— Lo siento, no era mi intención Señora — añadió Enio, haciendo una reverencia a la desconocida.
— Deimos, ve a cumplir tu misión — el dios menor, solo asintió antes de desaparecer, — Y tu Enio, deja que el chico llegue al Vellocino para atacarlo.
Salto de Línea
— ¿A dónde nos dirigimos? — preguntó Clarisse.
— A la isla donde está el Basilisco, su cabeza nos ayudará a eliminar al dragón que cuida el Vellocino — explicó Reyna, mientras ella y su hermana no dejaban de ver la isla donde estaba Circe.
— ¿Por qué debemos de confiar en ustedes? — preguntó Annabeth, teniendo su daga en la mano lista para atacar a las dos desconocidas.
Pero Percy se puso en medio de las 4 chicas para evitar una confrontación, — No creo que ellas sean nuestras enemigas, si hubieran querido me habrían matado en aquella isla — explico Percy, aunque a regañadientes Clarisse y Annabeth asintieron dejando a Percy a solas con las chicas.
— ¿Por qué Circe me salvó? — preguntó Percy observando a sus dos nuevas compañeras.
— Fue por culpa de Hermes, al parecer eres bastante importante y el Dios le pidió que te mantuviera a salvo — explico Hylla viendo con molestia al chico, Percy suspiro pesadamente era claro que aquellas chicas no estaban muy felices con la idea, pero aun así lo estaban haciendo.
— Gracias — dijo Percy, sorprendiendo a ambas chicas, — Voy a entender si no quieren ayudarnos en nuestra misión y de verdad lamento haberlas metido en problemas.
— Esta bien, nosotras aun así los vamos a acompañar, ustedes estarían muertos antes de llegar al Vellocino — explico Reyna, mientras su hermana solo asintió con la cabeza.
— De la que debemos de cuidarnos es de Enio, ella está aquí para llevarte al Olimpo — explico Reyna, con algo de nerviosismo, por más que tanto su hermana y ella habían sido entrenadas por Circe, no creía que tuvieran alguna oportunidad de vencer a la Diosa Menor.
— Si lo sé, tal vez entre los 5 podremos vencerla — murmuró Percy, aunque no estaba muy seguro de que fuera a pasar eso.
— Ve avisar a tus amigas, ya estamos por llegar — dijo Hylla señalando la isla a la cual se estaban acercando. Percy asintió mientras se adentraba en el barco, a pesar de que estaba nervioso de enfrentarse a Enio primero se tenía que enfrentar al Basilisco, ¿Por qué las cosas no podían ser fáciles?
— Ya estamos por llegar — dijo Percy al encontrar a las dos chicas.
— No creo que sea buena idea enfrentarnos al Basilisco — dijo Clarisse, — Creo que entre los tres podremos derrotar al dragón.
— Creo que ellas tienen razón, sería más fácil derrotar al dragón con la cabeza del Basilisco, además también nos podría ayudar a vencer a Enio — dijo Percy, aunque no le agradaba para nada enfrentarse aquel monstruo, aunque recordaba su entrenamiento con Atenea prefería mejor evitar el acercarse aquel monstruo, pero por otro lado la cabeza del Basilisco si le harían las cosas más fáciles.
— Creo que tienen razón, incluso no sabemos cuántos monstruos estén cerca del Vellocino — explico Annabeth ante la mirada furiosa de su amiga, — Hay que mantenernos juntos.
Los tres chicos abandonaron la habitación, llegando a la cubierta donde lo esperaban Hylla y Reyna, aunque solo Reyna tenía su espada lista. — No es buena idea que todos nos adentremos en la isla, el Basilisco no saldrá si vamos todos — explico Hylla, al ver llegar a los tres chicos.
— Me quedaré, ustedes dos vallan con ella — dijo Annabeth, aunque quería acompañar a sus amigos no confiaba en aquellas chicas y era mejor que uno se quedará a cuidar el barco.
— ¿Algún otro dato del basilisco? — pregunto Clarisse, deseando que el monstruo tuviera algún punto débil.
— Además de su mirada mortal, el basilisco es bastante venenoso. Si él te muerde, morirás en cuestión de horas. — añadió Annabeth, — Aunque alguna vez leí que es posible revertir el petrificado, empleando algunas plantas, pero lo mejor es que vallas con los ojos cubiertos.
— Será algo muy fácil — murmuró Percy.
— Tengan esto les ayudará a vendar sus ojos — dijo Annabeth entregándole a Reyna tres vendas, Percy asintió antes de bajar del barco seguido de Reyna y Clarisse, — ¿Hay algo más que deba de saber del Basilisco? — cuestionó Clarisse mientras observaba el relieve de la isla, todo el lugar se encontraba marchito, había muy pocos árboles, pero la mayoría de estos estaban solo los troncos huecos.
— No hay que preocuparnos por otros monstruos, el Basilisco mata a todo que llega a su isla — dijo Reyna mientras le entregaban una cinta negra, pero lejos de animar a los chicos más lo preocuparon. — Creo que a partir de ahora tenemos que taparnos los ojos, no sé qué tan cerca este el Basilisco, pero es mejor que acabar muertos — informo Reyna, Percy asintió con la cabeza mientras se ponía la cinta sobre sus ojos, Clarisse no estaba muy a gusto, pero de igual manera se cubrió los ojos.
Percy se quedó un momento inmóvil, recordando las lecciones que había tenido con Atenea, aunque estaba bastante nervioso quería calmarse para poder concentrarse, pero a pesar de eso no lograba percibir algún ruido o alguna señal del Basilisco. A pesar de que era algo difícil caminaron unos cuantos metros, aunque no lograron escuchar nada del Basilisco. — ¿De verdad creen que nos vamos a encontrar al Basilisco? — murmuró Clarisse nerviosa, no le agradaba para nada no poder ver y sobre todo que aquel monstruo no daba ninguna señal.
— Silencio — murmuró Percy, los chicos escucharon un aleteo, aunque era lejano este se estaba acercando a ellos.
— ¿Qué no era una serpiente? — preguntó Clarisse, dando giros para tratar de ubicar por donde se acercaba aquella criatura.
— Tengan cuidado con su aliento, este puede ser muy peligroso — murmuró Reyna mientras sacaba su escudo para protegerse, lo único que logro es que Clarisse se pusiera aún más nerviosa. El aleteo se escuchó más fuerte poniendo aún más nervioso a los chicos, Percy mantuvo su arco, aún no lograba ubicar donde se encontraba aquella criatura.
— Creo que ya se ha ido — dijo Reyna antes de ser golpeada en el estómago lanzando a esta por los aires, Clarisse se quiso quitar la venda de los ojos, pero el sonido de una serpiente arrastrándose hacia ellos, la hizo cambiar de opinión.
— ¿Están bien? — preguntó Percy, intentando localizar a la criatura, — Nadie se mueva.
Percy arrojo un par de flechas, solo le bastaron unos segundos para que los chicos escucharán el grito furioso del monstruo, Percy escucho un par de ramas romperse y de inmediato se abalanzo sobre Clarisse evitando el ataque del Basilisco.
— Tu idea es ponerlo furioso — preguntó Clarisse, mientras se ponía de pie con la ayuda de Percy.
— ¿Reyna estás bien? — preguntó Percy preocupado por la chica.
— Si tranquilo, ¿tienen algún plan? — pregunto Reyna mientras se acercaba a los chicos.
— Voy a atacarlo, ustedes traten de colocarse detrás de él para que puedan matarlo — dijo Percy y se puso de pie de inmediato arrojando otro par de flechas en dirección a donde se encontraba el Basilisco, este rugió furioso, el chico sintió una ráfaga de aire y se arrojó al piso evitando nuevamente un ataque del Basilisco, pero tan pronto como el monstruo estuvo lo suficientemente lejos, se puso de pie y arrojo una cadena de hielo, logrando acertar al monstruo.
Aunque trató de usar su fuerza para detener la huida del monstruo, esto resulto un fracaso ya que se vio arrastrado por el piso. Después de varios metros que fue arrastrado Percy logro sujetarse a un tronco logrando detener al monstruo. Percy olio un aroma desagradable, tuvo que contenerse sus ganas de vomitar, aun sin soltar la cadena Percy se colocó detrás del tronco. El olor se hizo un más fuerte y sintió como se iba derritiendo el tronco. Él dio un par de paso para atrás antes de arrojar un par de flechas en dirección al Basilisco. La criatura volvió a rugir, el aleteo nuevamente se volvió a escuchar y Percy tuvo que usar todas sus fuerzas para evitar que la criatura se elevara por los aires.
— Sigue así, creo que ya encontramos una forma de matarlo — grito Clarisse, para fortuna del chico la bestia abandono su deseo de irse y nuevamente regreso a tierra, el chico saco su escudo para protegerse de algún ataque, pero este nunca llego. Otro rugido alerto a Percy, antes de escuchar un grito de dolor de Reyna.
— Ve por Reyna, te puedes quitar la venda, es seguro — grito Clarisse, Percy espero unos segundos antes de quitarse la venda, lo primero que se percató fue que la chica había quedado con una pierna atrapada por un tronco, el chico no perdió el tiempo y se acercó intentando retirar el tronco, después de unos segundos pudo librar el tobillo de la chica.
— Cierren los ojos — grito Clarisse desesperada, Percy de inmediato lo hizo antes de darse la vuelta para arrojar una ráfaga de agua para intentar mantener alejada a la criatura.
— ¿Puedes correr? — pregunto el chico ayudando a su amiga a ponerse de pie.
— ¡Cuidado! — gritó Clarisse, ambos chicos olieron aquel aroma desagradable, Percy de inmediato se colocó frente a Reyna protegiendo a la chica.
Solo basto unos segundos para que el chico sintiera un dolor indescriptible en la espalda, sentía como esta ardía bastante. Después de unos segundos el Basilisco dejo de atacar, Percy aun con dolor se dio la vuelta arrojando un par de flechas antes de volver a usar unas cadenas de hielo para sujetar a la bestia.
El Basilisco volvió a atacar, pero Percy uso todas sus fuerzas para tratar de desviar el ataque, pero aun así sentía como sus pies quemaban.
Clarisse aprovecho que el Basilisco estaba bastante entretenido en atacar a Percy, para subirse en su lomo, una vez arriba y cerrando los ojos utilizo su lanza para clavarla en el cuello de la bestia, le costó bastante trabajo, pero logro degollar al monstruo. Tanto el cuerpo del Basilisco como Clarisse cayeron al piso muy cerca de donde estaba Percy y Reyna. La hija de Ares se acercó aun con los ojos cerrados, hasta que logro ubicar la cabeza del Basilisco, con la ayuda de su chamarra colocó encima de la cabeza para evitar algún accidente.
— Ya pueden abrir los ojos — murmuro Clarisse abriendo los ojos, y para sorpresa de las chicas Percy estaba en el piso con un líquido negro tanto en su espalda como piernas.
— No te muevas — dijo Reyna evitando que el chico se pudiera poner de pie. — Ve por las chicas.
Clarisse asintió, antes de salir corriendo en dirección al barco, a pesar de que estaba bastante cansada y algo herida por la batalla contra el Basilisco, la chica uso todas sus energías para llegar hasta donde estaba el barco.
— ¿Qué ha pasado? — pregunto Hylla al ver a la hija de Ares, tan pronto como llego la chica trato de recuperar el aliento antes de hablar.
— Las necesitamos, Percy este herido — dijo Clarisse antes de regresar corriendo en dirección a donde estaba el chico siendo cuidado por Reyna. La chica había cortado el pantalón del chico desde las rodillas y le quito la camisa, Percy se mantenía en silencio con los ojos cerrados. El dolor era indescriptible, sentía como sus piernas y espalda quemaban.
— ¿Qué pasó? — pregunto Annabeth arrodillándose frente al chico para examinar las heridas de su amigo.
— El Basilisco lo atacó con su aliento — respondió Reyna. — Tranquilo, no te muevas.
— Tengo algo de ambrosía — dijo Clarisse sacando un pequeño trozo de su pantalón, pero tanto Annabeth, Reyna y Hylla negaron con la cabeza.
— El aliento del Basilisco es venenoso, la ambrosía no lo ayudará — explico Hylla, las chicas se quedaron en silencio.
— Tal vez el agua lo pueda curar — añadió Clarisse, rogando a su padre porque eso pudiera ayudarlo. Tanto Hylla y Reyna se observaron fijamente, ninguna de las dos chicas sabía de alguna cura para el veneno del Basilisco, mientras tanto Annabeth solo observaba en silencio.
— Tenemos que ver como llevamos a Percy hasta el mar — añadió Reyna, después de todo se sentía algo culpable ya que Percy se había lastimado para salvarla. Entre Clarisse y Hylla improvisaron una camilla para poder llevar al chico, mientras Annabeth cubría bien la cabeza del basilisco para poder llevarla al barco. Después de unos minutos y tras varios esfuerzos las chicas lograron llegar al mar.
Tan pronto llegaron al mar, las chicas metieron a Percy al mar, el agua toco su cuerpo y el veneno del basilisco fue disminuyendo. Las chicas suspiraron aliviadas al ver que sus heridas estaban sanando. — ¿Cómo te sientes? — preguntó Reyna, al ver que el chico abría los ojos.
— Con bastante dolor — murmuró Percy mientras trataba de ponerse de pie, pero para sorpresa de todos tan pronto como su espalda dejo de tocar el agua esta se vio cubierta nuevamente por el veneno del basilisco, haciendo que el chico perdiera el equilibrio.
— ¿Qué haremos? — preguntó Clarisse, era claro que su amigo no se podía mover, pero tampoco podía quedarse todo el tiempo en el mar.
— Tal vez el Vellocino pueda sanarlo — murmuró Reyna, aunque no muy convencida.
— ¿Pero ¿cómo vamos a llevarlo? No podemos dejarlo aquí y tendremos que resolverlo rápido antes de que Enio nos encuentre — añadió Hylla.
— Vamos a subir a Percy, lo pondremos en la bañera, creo que eso nos ayudará a retrasar que el veneno avance y nos dé tiempo para recuperar el vellocino — explico Annabeth, Percy solo asintió preparándose para todo el dolor que iba a sufrir tan pronto lo sacaran del agua. Las chicas con esfuerzo lograron subir a Percy al barco hasta llevarlo al camarote, Annabeth y Hylla se quedaron en la cubierta para arrancar el barco.
Clarisse y Reyna pusieron a Percy en la bañera, tan pronto como el chico estuvo en el agua las heridas de Percy disminuyeron, — Resiste.
