¡Hola, otra vez!
Bueno este capítulo sí continua lo que ansían leer.
CANCIÓN: MAYBE - LEWIS CAPALDI
Por tanto no los molesto más y a leer.
CAPÍTULO 3: Our mistakes
Segundos después de tocar nuevamente el suelo, Draco dio vueltas como león enjaulado por su habitación, luego pateó los postes de su cama de dosel donde pocas horas antes se había dado el fogoso reencuentro con Astoria, rompió las sábanas de seda, tumbó su estante rebosante de libros.
En medio de ese frenesí, oyó que alguien entraba en el dormitorio y lo llamaba.
Hizo oídos sordos, fue hacia el baúl y comenzó a tirar todo lo que había dentro, jalaba y botaba, solo veía rojo y cuando notó que estaba vacío se dirigió a su escritorio y antes que mandara todo lo que había encima al suelo, sintió que algo lo retenía. No podía mover ningún músculo o extremidad, nada.
- No voy a deshacer el hechizo hasta que te calmes.- Oyó la voz de su madre.- Un Malfoy impulsivo, que novedad.
El rubio se exasperó aún más reviviendo la discusión con Hermione, pensando en Scorpius, debatiéndose entre sentirse culpable o liberado.
Su madre no pronunció palabra alguna, dejando que su hijo se sumerja en sus cavilaciones.
Tras un largo momento, lo rodeó y notó la confusión en sus ojos, ya no estaba furioso.
- Finite Incantatem.- Apuntó con su varita y Draco cayó sobre sus rodillas.
- Madre, no tengo ni misera idea de lo que he hecho.- Susurró.
Y se quedó allí, en medio de su oscuro, solitario y destrozado dormitorio, con la única compañía de su madre y el peso de sus equivocaciones.
Se había pasado la noche revisando y resolviendo los casos que se le había asignado.
Ya llevaba algunos años trabajando para la División de Seres del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, y aunque su trabajo era tildado de aburrido y rutinario, ella era feliz ayudando a los seres que muchas veces no tenían ni voz ni voto respecto a sus propias vidas.
Había recibido propuestas de otros Departamentos como el de Seguridad Mágica, pero las había rechazado porque se sentía bien con su labor y con el ambiente de trabajo. Aunque los horarios eran ajetreados y por ello con Draco habían acordado llevar a Scorpius a una guardería muggle y donde a pesar de sus casi 3 años, Scorpius no daba problemas.
¿Por qué no se había pasado la noche llorando?
Claro que lo había hecho, cuando regresó de Malfoy Manor se desahogó en los brazos de Ginny y lo hizo poco después de ver irse a Draco y lloró aún más cuando cometió la estupidez de mirarse al espejo y preguntarse que tenía Astoria que ella no.
Decidió que ese día no iría al trabajo, el jefe de su Departamento le había sugerido días atrás que podía tomarse el día libre porque estaba al tanto de su aniversario y le tomaría la palabra.
Salió del cuarto de baño ataviada en una de sus pijamas y antes de ir a la cocina, pasó por la habitación de su pequeño rubio para asegurarse de que continuara durmiendo.
Cuando terminaba de preparar su café, sonó el timbre de la casa, se extrañó porque la mayoría de sus conocidos llegaban por medio de la chimenea. Al abrir la puerta, se lanzó a los brazos de Harry, conteniendo un sollozo.
- Mione.- La estrechó contra su pecho.- ¿Estás bien? ¿Quieres que vaya a matar a Malfoy?
Ella solo se separó y se hizo a un lado invitándolo a pasar.
- Estoy bien Harry, ¿Quieres una taza de café?- Ofreció, aún sabiendo lo llorosos que estaba ojos y lo temblor de su voz.
- Café está bien, gracias.- Respondió ya que solo así conseguiría conversar con ella.
Minutos después Hermione regresó al comedor, llevando 2 tazas en ambas manos, puso una frente a Harry con una sonrisa y se sentó frente a él.
- ¿Cómo está Scorpius?
La miró por encima de su taza.
- Está bien. Estuvo con síntomas de gripe pero ya sabes que Ginny, como digna hija de Molly Weasley, le dio una de sus medicinas caseras y el único síntoma que tiene es el de cansancio. Suele despertarse antes de las 7 pero ya viste que son casi las 8 y siguen en el séptimo cielo.
El pelinegro la miró con cariño y logró esbozar una sonrisa al reconocer el amor que le tenía a su hijo.
- Ginny… me contó lo que pasó anoche.- Notó el cambio de humor de su amiga.- Quise venir inmediatamente pero ella me dijo que era mejor que pases tiempo sola pero tenía que verte y fue lo primero que quise hacer a penas salí de casa.
Ella lo miró dubitativa y tras una lenta inspiración, extendió la mano para tomar la que su amigo tenía sobre la mesa.
- Es difícil. Me conoces y sabes perfectamente que por sobre todo, siempre trato de ver el lado bueno de las personas.- Apretó su mano.- Y esta vez me jugó en contra. Confié demasiado en él y me olvidé que es una serpiente rastrera y venenosa.
- Puedo buscarlo y romperle su aristocrático rostro.
- No, Harry.- Su voz fue suave y resignada..- Dijo que este no era su estilo de vida y que se había aburrido de "jugar" a la familia.
-Maldito.- Masculló, apretando la mandíbula.
- Tal vez si hubiera sido más honesto y me hubiera dicho como se sentía, se pudieron haber evitado tantas cosas. Si quería estar con alguien más, tendría que haber terminado lo que teníamos.- Se sorbió la nariz.- Hubiera sido doloroso pero no tanto como saberme traicionada cuando yo creí que todo estaba bien.
Harry la miró atentamente y le dolió tanto que a la que consideraba su hermana, se encontrara en esa situación, hecha pedazos por culpa de un estúpido mentiroso.
-Si él hizo eso, significa que no los merece. Poner a otra mujer por encima de su familia, no solo es de un poco hombre sino también de un cobarde.
Se paró de su asiento y se acercó a ella, abrazándola con todo el amor que podía.
- Ciertamente, creo que ningún hombre sobre la faz de la tierra es merecedor de una persona como tú. Y si él no supo aprovechar esa oportunidad, pues que se vaya a la mierda y que aterrice sobre su albino trasero.
Sintió que ella reía entre los sollozos. La sostuvo entre sus brazos, hasta que Hermione estuvo más relajada y se alejó, tomándole el rostro.
- Se va a arrepentir, Mione.- Limpió sus lágrimas.- Y cuando lo haga ya será muy tarde, porque una oportunidad como la que tú y Scorpius le dieron, no se repite ni una ni dos veces.
Hermione le contó sus planes de cambiarse de trabajo, Potter rápidamente se ofreció a hablar con el mismísimo Wizengamot para que le otorgue un puesto en el Departamento de Seguridad Mágica y aseguró que cuánto antes comenzaría el trabajo porque era de conocimiento público cuán calificada estaba ella para el puesto de Jefa de los Servicios administrativos del Wizengamot.
- Han estado tras de tí desde el primer momento que pisaste el Ministerio. Además oí que el Jefe de los Servicios Administrativos del Wizengamot, se va a retirar.- Señaló Harry en medio de su discurso de persuasión.
- ¿Y eso por qué?
- Se irá a Francia, su hija estudiará en Beauxbatons. Perdió a su esposa en la guerra y dicen que no ha podido sobreponerse por eso dejará Londres.
Se quedaron en silencio por unos minutos y Harry decidió continuar.
- Pero no se irá hasta que le encuentren un reemplazo. Y puedo sugerirle a Kingsley, muy sigilosamente, que te propongan a ti.
- No vamos a mover hilos para que pueda conseguir trabajo.- Dijo enojada.
- Piénsalo Mione, un puesto más alto e importante, un mejor sueldo.
Vio cómo, aún con esos argumentos, no la convencía. Intentó nuevamente.
- No tendrás que recibir nada de parte de Malfoy, podrás con los gastos de esta casa y de Scorpius tú sola.- Y dio justo en el blanco.
- No quiero nada que venga de él.- Afirmó con aplomo.
Su amigo la miró por unos minutos, conociendo lo que pasaba por su mente, sopesaba ideas, todo lo que iría bien pero lo que también podía salir mal.
- Sé que no debo meterme en tus asuntos, pero pienso que dejas demasiado tiempo a Scorpius en esa guardería, es un niño pequeño y debe pasar tiempo con su familia. Ya pasará 7 años escolares en Hogwarts.
- Está bien, pero primero déjame terminar mis asuntos pendientes en la División de seres.- Aceptó.
Su amigo la había convencido, necesitaba más tiempo con Scorpius pero necesitaba más ingresos y eso se solucionaba con horarios más flexibles y un mejor sueldo, justo lo que ese nuevo cargo le ofrecía.
Quisieron volver a continuar pero uno leves balbuceos llegaron hasta el salón.
- Esa es mi señal para irme.- Comentó Potter, poniéndose en pie.
- Harry, no quiero abusar pero… ¿Le llevarías unos portafolios a Artylous? Ya acabé con esos casos y él sabe que no iré hoy al trabajo, ya envié una lechuza.
- No hay problema.
La acompañó hasta el estudio y no le impresionó la cantidad de libros que su amiga tenía en las muchas estanterías.
- ¿Irás mañana? - Preguntó cuando ambos se dirigían a la salida.
- Sí, hablaré con Artylous y luego de eso podremos hablar con Kingsley, ¿De acuerdo?
- Está bien.- Asintió como niño regañado.- Será bueno tenerte en nuestro Departamento, Mione.- Dijo antes de despedirse.
- Gracias, Harry.
Se abrazaron nuevamente y ella se dio cuenta que no estaba sola y que nada detendría su vida, no cuando había personas que confiaban en ella y le tendían la mano.
Miró a su madre, atentamente. Esperaba su respuesta, su reacción y mientras más tiempo pasaba más temía lo que fuera a pasar. Sus ansias y sus temores crecían de manera proporcional con cada minuto que su madre se mantenía en silencio.
Y por fin, Narcisa Malfoy reaccionó, se puso de pie y le dio la espalda. Draco vio como se apoyaba con una mano sobre el marco de la chimenea, ella inspiró y se dio media vuelta para enfrentarlo.
- Nunca creí tener un hijo tan egoísta. ¿Conoces realmente lo que han desencadenado tus actos? ¿Sabes acaso lo que acabas de hacerle a tu familia?- Sus ojos azules resplandecían de indignación.
- Madre, creí que tú…
- No Draco, no puedo apoyar otro de tus errores.- Negó con la cabeza.- No eres un niño. No puedo hablar con tu padre para que sea más benévolo contigo, ni puedo enviarle una carta a Severus para que interceda por ti y tampoco puedo llorar nuestra mala suerte.- No necesitó alzar la voz para hacer saber que no quería interrupciones.- Lo que has hecho, no es una travesura escolar. No se soluciona con un castigo y difícilmente con una disculpa.
Esas palabras se mantuvieron flotando en el gran salón de Malfoy Manor, Draco no podía estar más confundido.
- Yo sé que estaba mal, pero tienes que escuchar.- Alzó la vista hacia su madre.- Tenía miedo.- Soltó con reticencia.
Narcisa lo miró parpadeando. No escuchaba esa frase desde que su hijo era un niño. Ni siquiera la había pronunciado cuando se vio obligado a hacer cosas horribles en esa época tan oscura, cuando su casa había dejado de pertenecerles.
- Ella tenía muchas expectativas puestas en mí, quería que fuera un esposo amoroso y responsable y tenía miedo de no poder cumplir esas expectativas.- Dejó caer todas sus defensas ante la mujer que le había dado la vida.- De no ser el esposo que ella quiere ni el padre que Scorpius necesita. Quería ser diferente pero…
- Lo arruinaste.- Terminó de decir la mujer.- No querías que ella se decepcionara de ti pero hiciste que te odiara.- Se acercó a él y lo miró con altivez.- ¿En qué pensabas, Draco?
- Solo quería desligarme de toda esa presión, quería… dejarme ir, buscar una salida rápida. Y eso es Astoria.
Bajo la mirada y la culpa lo embargó por completo, había tratado de deshacerse de ella, se había engañado pensando que tal vez podría arreglar ese problema y que recuperaría a su familia. Pero entonces, las palabras de su madre lo aplastaron de forma contundente, al igual que el peso de sus actos.
- Tu padre también me engañó.- Confesó su madre sentándose frente a él.- Cuando apenas cumplías 5 años. Tuve que hacer uso de gran parte de mi imaginación para mentirte sobre sus ausencias y para engañarme sobre sus razones.- Tomó aire de manera temblorosa.- Pasé noches en vela, al inicio preocupada por su integridad, luego enojada y finalmente destrozada. Él, en cambio, se encontraba de lo más satisfecho entre las sábanas con su amante.- Terminó de decir con amargura.
El rubio la miró atónito y luego de unos segundos pudo entrever entre esas palabras, comprender lo que ella trataba de decirle.
- Madre, yo no…
- Sé que no querías parecerte a tu padre más allá de lo físico, sé cuánto repudiabas que te dijeran lo iguales que eran y conozco todo lo que has hecho para no seguir su camino.
Entonces, Narcisa también dejó ceder sus murallas de defensa y se mostró ante él con los ojos brillantes de lágrimas.
- Y lo creí Draco, creí que tú podías ser diferente a él. Pensé que no cometerías sus errores.
- Madre, yo no soy él.- Se puso de pie y comenzó a caminar por toda la estancia.- No actúo como él, esto fue solo un desliz. Ella me perdonará y todo regresará a la normalidad.- Dijo tratando de convencerse a sí mismo más que a su madre.
- El desliz que cometiste…- Comentó con una sonrisa irónica.-... ella no se lo merecía, ninguna mujer merece que la persona a la que ama, la traicione.- Lo miró con determinación.- ¿Qué te perdonará? Suerte con eso, Draco.- Sonó audaz, como una Malfoy.- Porque primero tendrías que recuperar su confianza y si yo fuera ella no confiaría ni en tu respiración.
Draco la miró dolido y aún cegado por la obstinación. No todo estaba perdido, él podía recuperarlos, tenía que recuperarlos.
- Ella lo hará.- Afirmó, intentando dar a entender que no esperaba una réplica pero obviamente su madre tenía lista una respuesta.
- Cómo mucho ella te permitirá seguir viendo a tu hijo y eso se dará porque ella es una chica sensata no como tu… desliz.- Su sonrisa fue mordaz.
El rubio se sintió indignado. Claro que la comprendía, era mujer y ya había estado en esa situación, entendía su manera de empatizar con Hermione, pero él era su hijo no podía darle la espalda de esa manera.
Entonces, Draco pensó en su propio hijo, lo quería demasiado, daría su vida y su fortuna por él. Hermione estaba equivocada cuando decía que se arrepentía de la llegada de Scorpius. Él amaba a su hijo, era lo mejor que había pasado en su vida, su razón más grande para tratar de ser una mejor persona, un buen padre para él.
Y tal vez no podría recuperar a Hermione o quizás no quería recuperarla.
De repente la idea de no tener que cumplir expectativas ajenas, le resultó atractiva. No quería convertirse en otra persona para encajar en los ideales de otra.
Astoria lo veía como un amor idílico, el chico guapo e inalcanzable con el que una soñaba cada noche, el apuesto heredero de una de las familias con mejor linaje del Mundo Mágico, el chico que era antes que Hermione entrara en su vida.
Y decidió que si no era constantemente presionado a ser alguien que no podría ser, tendría la posibilidad de ser quién siempre fue, simple y fácil. Se sentía liberado. O eso creyó.
- Mientras pueda mantenerme cerca de Scorpius, no me importan su perdón.- Confirmó con voz seca y despectiva. Y la indignación, esa vez, vino por parte de su madre.
- ¿Te estás oyendo, Draco?- Lo miró escéptica.
- Madre… ¿Y si Hermione no es la mujer para mí? ¿Cuál es la probabilidad que hay respecto a si me equivoqué eligiendo a la mujer incorrecta?
- Niégame si no hablé contigo cuando decidiste casarte con ella.
Eso le cerró la boca a Draco, tambaleó su reciente resolución y parpadeó por algunos segundos, intentando refutar las palabras de su madre.
- Yo quería lo mejor para ti, que no tuvieras un matrimonio sin amor. Como el mío.- Levantó la mano para mostrar su alianza.- Era una joven obediente y dispuesta a cumplir las disposiciones de mi familia, seguir tradiciones.
Su mirada se perdió en un punto no identificado, pero su voz se mantuvo firme.
- No pregunté ni dudé cuando me comprometieron con Lucius, era el deber que debía cumplir como digna hija de la Noble y Ancestral Casa de los Black.- Soltó con amargura.- Tu padre y yo éramos extraños, creo que lo único que sabíamos del otro era el nombre y la edad. Y él me trataba como un bonito adorno, algo que le pertenecía por el simple hecho de llevar el apellido Malfoy, me sentía insuficiente y pese a toda mi confianza, me sentía insignificante.
Draco estaba pasmado por las confesiones de su madre, parecían tan paradójicas e irónicas. La imponente y poderosa Narcisa Malfoy, confesando que se había sentido insuficiente, peor aún, insignificante. Era insólito.
- Así que cuando me dijiste que querías casarte con Hermione Granger, te pregunté si era solo porque ella estaba esperando un hijo tuyo o porque realmente la querías. ¿Y qué me respondiste?- Elevó una ceja recriminatoria.
Su hijo se quedó mirándola por unos segundos y luego suspiró, pasándose una mano por el cabello.
- Te dije que me veía teniendo un futuro a su lado, que me gustaba y que podría llegar a enamorarme de ella.- Respondió en voz baja.
- ¿Y qué pasó?- Su tono fue condescendiente.
- Madre, no quiero otro interrogatorio, por favor.- Dijo hastiado.- Ya he tomado una decisión, lo intentaré con Astoria.
- Dejando de lado a tu familia.- Refutó Narcisa con algo de ira.
Draco se puso de pie, incapaz de continuar siendo juzgado por su madre.
- No estoy diciendo que me desentenderé de Scorpius, es mi hijo y es muy importante para mí, solo que comenzaré una relación con otra persona.- Comenzó a caminar hacía las puertas.
- Estás destrozando a tu familia, tu hijo crecerá en un hogar disfuncional, no merece eso por tu calentura.- Narcisa también se puso de pie, al ver a su hijo actuar de esa manera tan despectiva.
- Ya tomé una decisión madre.
Él tampoco necesitó alzar la voz para hacer comprender que no necesitaba más contradicciones. Y Narcisa lo comprendió, de modo que solo le quedó suspirar y desistir en su intento de hacer entrar a su hijo en razón.
- Espero que haber dejado a tu familia por una mujer valga la pena, aunque ciertamente lo dudo.- Fueron sus últimas palabras, algo más suaves y resignadas.
Draco dejó el salón y se refugió en su habitación, esa vez lo que lo acompañó fue la desolación, la soledad y el vacío. Lo que sería parte de sus días a partir de entonces. Aunque él se negara a asumirlo.
¿Alguien más quiere darle un buen golpe a Draco? No los voy a juzgar, él se lo está ganando a pulso.
Espero que les haya gustado este capítulo y me encantaría leer sus reviews.
Nos vemos en el siguiente. Gracias.
TRAVESURA REALIZADA
