¡Hola otra vez!
La canción para este capítulo es: DON'T WANNA BELIEVE IT - RHYS LEWIS
CAPÍTULO 4: Proceso de adaptación
Los aplausos resonaron en el hall del Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas, despidiendo a una de sus mejores y más eficientes trabajadoras.
Hermione tenía todos sus asuntos resueltos en la División de Seres de su ahora ex Departamento, incluso su oficina ya se encontraba vacía y no quedaba rastro que demostrara que ese había sido su refugio por algunos años.
Cuando salió del Ministerio, mucho más temprano de lo normal, se dirigió a la guardería a recoger a Scorpius.
En el camino encontró un supermercado y decidió hacer una compra rápida.
Primero se dirigió a la sección de frutas. Porque su hijo gracias a la genética humana, no solo había heredado el aspecto de su padre y algo de temperamento Malfoy, sino también la especial predilección por las manzanas verdes que tenía Draco.
También compró frascos de miel y algo de leche baja en grasas que Scorpius solía tomar a la hora de la merienda.
Cuando llegó a la guardería, contempló desde la ventana del aula a su pequeño rubio. Tenía el ceño fruncido mientras oía las últimas indicaciones de la maestra, igual que cuando hacía sus deberes. Y cuando la maestra les dijo que podían prepararse para salir, Hermione se percató que los materiales de Scorpius levitaban hasta guardarse por sí mismos en su mochila. Asustada, miró a ambos lados, a los otros niños y a su maestra, por suerte nadie se había percatado de ese pequeño detalle. Entonces, la puerta del aula se abrió y una de las colaboradoras de la maestra se acercó a saludarla.
- Señora Malfoy, buenas tardes.- La saludó la chica.- ¿Ha ocurrido algo?
- No, solo que a partir de hoy vendré por mi hijo a esta hora, ya lo hablé con la directora por la mañana.- Le ofreció una sonrisa tan cordial como incómoda.
- Que bueno.- Le devolvió la sonrisa.- Por cierto, en la agenda de Scorpius se ha colocado una permiso de vacunación que usted y su esposo deben firmar para dar la autorización.- Hermione reprimió otra mueca de disgusto.- También está toda la información al respecto.
- Gracias. Nosotros le…
- ¡Mami!- Hermione se vio interrumpida por la llegada de su hijo.
Se agachó y esperó a Scorpius con los brazos abiertos, a donde el pequeño se lanzó de lo más contento. Hermione acarició los rizos rubios de su hijo y tomó su rostro para llenarlo de besos, ocasionando que el pequeño soltara ligeras risas que a ella le encantaron por lo dulces que sonaban.
- Gracias por todo, que tengan buen día.- Se despidió Hermione de la chica y la recién llegada maestra, mientras que se ponía en pie con su hijo en brazos y aferrado a su cuello.
- Hasta mañana señora Malfoy, hasta mañana Scorpius.- Respondió la maestra.
- Adiós.- Contestó el niño, dejando entrever el rostro sobre el hombro de su madre.
La guardería quedaba a corta distancia de la casa en la que vivían, por tanto los caminos de regreso se hacían caminando, ya sea Draco o Hermione quién lo recogiera. Era prácticamente una rutina.
A los 10 min, Hermione entró en casa con su hijo tomado de su mano. Agradeció la costumbre suya de llevar aquel bolso de cuentas consigo, porque allí había podido guardar las compras y la mochila de Scorpius y por lo tanto pudo tener las manos un poco más libres.
Cuando entraban al salón, Scorpius se soltó de su mano para poder correr.
- ¡Papi!- Gritó con mucha emoción y para cuando Hermione lo alcanzó, él ya se encontraba envuelto en un gran abrazo con su padre.
Hacía poco más de una semana que Draco no aparecía por esa casa. Hermione se sentía tranquila al respecto pues le había dado tiempo para poder reflexionar y adaptarse. Es por eso que no se lanzaba hacia él para gritarle lo idiota y sinvergüenza que era.
- ¿Qué haces aquí?- Preguntó de manera fría.
Draco levantó la mirada y por fin la enfrentó.
- Vine a recoger unos documentos del estudio y a ver a mi hijo.- Respondió, abrazando con un poco más de fuerza a Scorpius.
Tras unos minutos en los que Draco le susurraba cosas al oído al pequeño, por fin deshicieron su abrazo.
- ¿Buela Cissy?- Preguntó el niño mirando a su padre fijamente, él cual solo pudo mirar a Hermione de manera interrogante.
- Scorp, ¿Por qué no vas a guardar tus cosas?, cuando regreses papá nos dirá cómo está tu abuela. ¿De acuerdo?- Intervino la bruja.
- Si mami.- Asintió y fue a su habitación.
Mientras el niño desaparecía por el pasillo, Draco se plantó más cerca de Hermione.
- ¿Por qué preguntó sobre mi madre?- Frunció el ceño.
- ¿Cómo querías entonces que le explique el por qué ya no estás en casa?- Se mostró imperturbable como cuando se reunía a proponer una nueva reforma.- Lo que me lleva, por cierto, a aclararte que no puedes entrar a esta casa de esa manera. Primero tienes que tocar la puerta, ya no vives aquí y no puedes entrar y salir a tus anchas.
- Sigue siendo la casa en la que vive mi hijo, no puedes prohibirme la entrada.- Refutó.
- Y nadie te la está prohibiendo, solo se te restringen ciertas libertades.- Ella curvó los labios en una sonrisa muy clásica de los Malfoy.
Draco sabía que no había argumento alguno que pudiera utilizar en contra de la posición de su esposa. Lo tenía más que claro.
- ¿Qué le dijiste a Scorpius?- Dijo luego de inspirar.
- Le dije que Narcissa estaba algo enferma y que estabas en Malfoy Manor cuidando de ella.
Él se sorprendió. Conocía a Hermione y sabía que ella no era el tipo de persona que inventaría imprudencias para que su hijo lo desprecie, pero también sabía que le había hecho daño y por ello temió que pusiera a su hijo en su contra. Y se dio cuenta de que Scorpius nunca podría tener una madre mejor que ella, que no había mujer más sensata y con mejores principios que ella, se sintió agradecido pero no lo demostró.
Scorpius apareció nuevamente, con su pequeña escoba en la mano y una snitch dorada en la otra. Cuando ambos padres lo vieron supieron que seguía a continuación. Draco se quitó el saco y comenzó a caminar hacia el pasillo que llevaba a las habitaciones, pero se detuvo abruptamente. Ya no tenía ninguna de sus pertenencias en aquella habitación de matrimonio.
La castaña se dio cuenta y se inclinó para quedar a la altura del niño.
- Scorp, papá tiene que regresar al trabajo pero ya habrá otro día para que puedan jugar. Además te traje manzanas, ¿No te gustaría probarlas?- Acarició su mejilla, otorgándole una sonrisa a su hijo quién ya mostraba un gesto de desilusión.
- No, no hay necesidad de regresar al trabajo.- Draco también se inclinó.- Que mamá te ayude a ponerte el uniforme y yo buscaré el mío.- Y Scorpius, sonrió ampliamente asintiendo repetidas veces con la cabeza.
Hermione comprendió y acompañó al pequeño hacia su habitación, mientras Draco se dirigía a la chimenea.
Él sabía que se lo debía a su hijo, tras más de una semana en la que no dio señales. No le importó poner su habitación de cabeza, con tal de encontrar ropa deportiva.
- ¿Draco?- Narcisa se asomó por dentro de la habitación.
- Madre, estoy buscando ropa deportiva. Vi a Scorpius y quiere jugar Quidditch pero ya no tengo ropa en casa y tuve que venir. ¿Tú sabes dónde la han guardado los elfos, madre?
- No, pero llama a uno.- Dijo de manera cortante.- ¿Vas a regresar a donde Scorpius?
- Si, tal vez pase la tarde con él.- Antes que terminara aquella frase, su madre había desaparecido de la habitación. Y él decidió tomar su consejo.
Para cuando Scorpius y Hermione regresaron al salón, Draco acomodaba su camiseta de pie frente a la chimenea y tenía una bolsa de terciopelo en una de las manos.
- ¿Estás listo campeón?- Miró a su hijo, que llevaba una réplica del uniforme de Quidditch de Slytherin.- Se me olvidó decirte que la abuela Cissy, te manda esto.- Le extendió la bolsa de terciopelo, que el niño no tardó en tomar.
Fue hacia uno de los sofás, donde vació todo el contenido, que no eran más que dulces. Ranas de chocolate, varitas de regaliz y chocolate, paletas ácidas, moscas de café con leche, etc. Scorpius, buscó entre todos aquellos hasta dar con sus favoritos, las meigas fritas y las bolas de chocolate.
Con una sonrisa, corrió y se abrazó a las piernas de su padre.
-Gr… gr… graci...as.- Respondió con algo de dificultad en las primeras sílabas.
Se alejó de Draco y tomó nuevamente su pequeña escoba para dirigirse al jardín, sin embargo la voz de su mamá lo detuvo.
- Scorpius… ¿No piensas dejar tus dulces así, verdad?- Lo miró con los brazos cruzados.
- No, mami.- Negó con la cabeza y deshizo sus pasos. Cogió los dulces y los fue llenando, lo que a Hermione le recordó otra cosa.
- Cuando terminen, quiero hablar contigo sobre un asunto importante.- Se dirigió a su aún esposo, mirándolo brevemente, mientras él solo asintió.
Minutos después ambos rubios se encontraban en el jardín, el menor volaba sobre su escoba apenas un metro y medio del suelo, mientras su padre le indicaba cómo poner sus manos en el mango de la escoba, como inclinarse hacia los lados, también a mantener el equilibrio.
Hermione los observaba desde el salón, ni ella ni nadie podía cuestionar sobre Draco siendo padre, lo había demostrado desde el primer momento. Lo que no entendía era el por qué había decidido cambiar a su hijo por una aventura, tal vez dejarla a ella de lado habría sido fácil, quizá nunca se enamoró, quizá sus "te amo" no eran ciertos. Pero lo veía y no dudaba que ese hombre amaba a su hijo.
Y nuevamente llegaba el ¿Por qué?
Para ella todo estaba bien, eran una familia feliz, Scorpius era feliz, Draco era feliz, ella era feliz. Entonces ¿Qué faltaba?, ¿Por qué todo lo que ella creía real resultó ser falso?
Y le costó cuatro noches sin dormir comprender que ella se había cegado, que todo el razonamiento e inteligencia que le atribuían los demás, de nada le había servido en su matrimonio. Que Draco le había dado señales que demostraban que él no era tan feliz como pretendía.
Las largas horas en las que se aislaba en su estudio, las constantes reuniones de trabajo, los muchos regalos que traía a Scorpius casi a diario, la tensión en sus hombros cuando ella decía "Te amo", los espontáneos ataques de pasión, cuando llegaba a casa y no tenía nada que contar sobre el trabajo, los variopintos trajes que llegaban por encargo hasta 5 veces a la semana, la repentina decisión de recibir su correspondencia en la oficina, lo cual excusó con un simple "así me organizo mejor".
Claro que respecto a lo último, ella intuía que Draco se había confiado durante el viaje de Astoria y por ello esa carta terminó siendo recibida en casa.
En cuanto vio a Draco subir junto a Scorpius en la escoba más grande, decidió ir hacia su habitación, ya era suficiente con sentirse mal con sus cavilaciones, no quería agregar el hecho de ver a su hijo volar a más de 4 metros del suelo.
Tomó un baño, que se llevó todo el cansancio del día además de sus silenciosas lágrimas. Se había prometido no llorar más, no por él. Pero era inevitable, se sentía furiosa, herida, desolada, insuficiente, confusa. Y eso no iba a desaparecer de la noche a la mañana.
Se puso pantalones ligeros y un grueso suéter, recogió su cabello en un moño y se plantó frente al espejo, para pronunciar ese hechizo que ocultaba los estragos de sus noches sin dormir, de las cuestiones sin respuesta y la soledad.
Sabía que saldría adelante, solo era cuestión de tiempo y adaptación.
Revisó las tareas de Scorpius y leyó la información de aquella vacuna, luego consultó sus dudas con el pediatra muggle que atendía al pequeño. Al poco tiempo, padre e hijo, hicieron acto de presencia en el salón.
Ambos estaban agitados y sudados, por un momento tanto Draco como Hermione, sintieron familiaridad y normalidad, su vida como era solo hacía pocas semanas.
Ella se puso en pie y se dirigió hacia la cocina, pero se detuvo dudosa. Él la entendió.
- Yo bañaré a Scorp, mientras preparas su merienda.- Indicó también con duda.
- De acuerdo.- Y continuó su camino hacia la cocina.
Colocó dos manzanas verdes en baño maría, mientras preparaba leche para Scorpius. Quitó las manzanas del agua cuando estas estuvieron lo suficientemente blandas para que el pequeño pueda comerlas y comenzó a cortarlas.
Nuevamente, ambos rubios aparecieron, esta vez en la cocina, justo cuando ella endulzaba, el vaso de leche, con miel.
Draco puso a su hijo en su silla y ayudó a la bruja a poner los alimentos en la mesa, finalmente Hermione también se sentó luego de haberle ofrecido una taza de té a Draco y disponer otra para ella.
- ¿Buela Cissa?- Preguntó nuevamente el niño, tras haber comido gran parte de sus manzanas en trozos.
Su padre miró a la castaña en busca de respuestas y ella decidió ayudarlo, por el bien de su hijo.
- La abuela está mejorando. Poco a poco, pero papá la acompaña y por eso se siente mejor.- Acarició el cabello del pequeño.
- Estaba mal de su corazón pero gracias al medimago se recupera y pronto irás a verla.- Draco sonó alentador y Scorpius le respondió con un asentimiento y una sonrisa.
- ¿Y papá?- Preguntó nuevamente.
- Mi amor, si papá regresa a casa, la abuela puede enfermar otra vez. Papá debe quedarse con la abuela hasta que ella mejore y eso aún tomará tiempo.- La voz de su mamá era dulce y su sonrisa cálida.
- No, Papá no lee cuetos.- Dejó caer el pequeño tenedor, que tanto le costaba sostener.
Sus padres se miraron fijamente, ignorando la incomodidad, y sus miradas decían lo mismo, ninguno sabía cómo solucionar ese dilema. Hermione, muy a pesar de sus reticencias, fue la primera en proponer una respuesta.
- Papá vendrá a leerte un cuento, los días que le toca hacerlo.- Explicó alternando su mirada entre el niño y su padre.
- Y también te daré un beso de buenas noches los días que venga.- Aportó también Draco.- Pero no olvides obedecer a mamá y no hacerla enojar.
- Sí mamá, gra… cias papi.- Sonrió contento y se quedó en silencio el resto de tiempo que tardó en terminar su merienda.
Lo llevaron a su habitación y le indicaron cómo hacer sus deberes.
Los dos adultos regresaron al salón y luego de acomodarse en los sofás, la incomodidad llenó todo la estancia. Las disculpas, las frases no dichas, las dudas y verdades, quedaron flotando en el aire, impidiendoles hablar con objetividad.
Todo era un proceso, perdonar, aceptar, sentir, confiar. Todo ello tenía que pasar un proceso, nunca las cosas volvían a ser las mismas, muchos creían que las cosas regresaban a su lugar, pero no era así, solo se adaptan, ya sea a nuevas situaciones o nuevas realidades.
En la situación en la que ambos se encontraban, solo quedaba adaptarse y eso también conllevaba un proceso.
¿Qué les pareció?
Sé que tardé mas de lo previsto en actualizar pero comencé otro semestre en la universidad y los maestros no esperaron para dejar trabajos.
Gracias por sus reviews y los espero también este capítulo.
Hasta la siguiente actualización.
