¡REGRESÉ! Y no quiero hacerles esperar más por este capítulo, así que a leer.
CANCIÓN: HARD TO SAY I'M SORRY - CHICAGO
Cosas de la vida y… un poco de cobardía
Llegó al vestíbulo del Ministerio de Magia, con una sonrisa. Otro proyecto de ley aprobado, esta vez a favor de los centauros.
Era cierto que avanzaba poco a poco, pues no era nada fácil convencer a jefes y directivos de ofrecer mejores condiciones a las criaturas menos favorecidas del mundo mágico. Y no solo eso, tenía que consultar muchos libros sobre criaturas mágicas y otros tantos de Historia, para así tener los suficientes argumentos para lograrlo y si bien era cierto que tenía cierta debilidad por los libros, a veces le resultaba agobiante.
- Vaya, Granger. Con esa sonrisa, cualquiera pensaría que conseguiste salirte con la tuya una vez más. ¿Alguna nueva reforma que escandalice al mundo mágico?- Oyó la voz de Malfoy, mientras esperaba el ascensor para regresar a su oficina.
- Buenas tardes a ti también Malfoy.- Lo miró de manera condescendiente.- Y sí hay una nueva reforma.
- ¿A favor de quién?- Preguntó con total naturalidad, porque no era la primera vez que tenían esa conversación.
- Los centauros.
Ambos dieron un paso dentro del ascensor, que segundos después se cerró con ellos dos como únicos pasajeros.
- No estoy seguro que es lo que te gusta más. Si tu trabajo o crear controversia.- Negó con la cabeza, recibiendo un codazo en las costillas a manera de regaño.- O la agresividad.- Se quejó con indignación.- Pero aquí entre nos, creo que cada vez les agradamos más a los del Profeta.- Se acercó a ella, como si le contara un secreto.- Siempre somos quienes les llenamos los bolsillos, deberían darnos algo de comisión.
- Créeme cuando te digo que si Harry, tú o yo cobráramos comisión por cada vez que El Profeta habla sobre nosotros, tendríamos más oro que todo Gringotts.
Draco dejó escapar una risa algo ronca y totalmente masculina. Hermione tuvo el pensamiento irracional que él debería sonreír más a menudo pero solo para ella.
- A todo esto. ¿A qué se debe que honres al Ministerio de Magia con tu visita?- Preguntó con pomposidad, a modo de burla hacia su narcisismo.
- Gracias por las gentiles palabras.- Respondió con ironía.- Tengo una reunión con el Cuerpo de Normas Internacionales de Comercio Mágico.
- ¿Intentando meter otra de tus garras en nuestro Ministerio?
Era conocido en el mundo mágico que tras la segunda guerra mágica, Draco Malfoy había sacado provecho de los vínculos políticos de su padre para convertirse en un importante inversor en distintos poderes del Ministerio de Mágica Británico. Era realmente sorprendente como gran parte de la reconstrucción y restablecimiento de la Sociedad Mágica de Londres, había sido gracias a los Malfoy, específicamente a su heredero, y solo fue cuestión de unos cuantos años para que le dieran frutos. Las bondades de ser paciente, solía decir Draco Malfoy.
- Garras que son completamente necesarias y útiles para ambos lados.- Resaltó ya que no podía negar aquella afirmación.- A todo esto…- La imitó.-… creo que con tu pomposidad, sagacidad y benevolencia, debería invitarte a mi próxima reunión con los duendes de Gringotts. Son los únicos reticentes a dejar incursionar alguna de mis garras en su sistema. Y creo que con tu encanto Granger, sería de gran ayuda.
Ella lo miró parpadeando, sin saber que responder ni cómo interpretar sus palabras.
- Lamento aclarar que tampoco soy del agrado de los duendes, por lo menos no después de asaltar su banco, burlar guardias, usar una maldición imperdonable sobre uno de sus importantes trabajadores y huir a cuestas de un dragón atravesando su hall.- Contestó con simpleza.
Draco la miró atónito y tratando de ocultar su curiosidad.
- Retiro el ofrecimiento, ninguna reunión con duendes.- Afirmó rápidamente, entreabrió los labios para continuar pero fue interrumpido por la voz del ascensor, anunciando la parada de su acompañante.
- Fue un gusto hablar con usted, señor "Reuniones importantes"- Se despidió saliendo del ascensor.
- Igualmente, señorita "Reformas controversiales".- Se miraron por unos segundos.- Que tenga buena tarde.- Alcanzó a decir antes que el ascensor se pusiera nuevamente en movimiento.
Hermione no pudo evitar esbozar una sonrisa camino a su oficina.
Tras su graduación de Hogwarts, solo tenían conversaciones ocasionales que resultaban estimulantes pero ella podía darse cuenta que no era el niño engreído de Hogwarts ni el muchacho retraído que aparentaba ser un sombra como lo era en su séptimo año; ahora era un adulto joven de 22 años, intentando buscar nuevos referentes para su apellido.
A penas hacía segundos que se habían despedido y ella no podía reprimir la anticipación por su próximo encuentro.
- Perdón Mione pero no puedo acompañarte a almorzar, me pidieron que pase por la academia.- Explicó Harry parado en la puerta de su oficina.
- No te preocupes Harry, tal vez yo pueda ir al Callejón Diagon a almorzar.- Sonrió.- Sabes que odio comer en la cafetería sola.
Su amigo se disculpó nuevamente y la acompañó hasta el ascensor. En cuanto pisó las calles del Callejón Diagon, Hermione esbozó una ligera sonrisa, era tan reconfortante ver algo más que funcionarios y oficinas.
Descartó inmediatamente ir al Caldero Chorreante, quería ir a un lugar bonito y tranquilo, No a uno bullicioso con personas yendo y viniendo.
- Granger se ha escapado del trabajo. Qué buen día para hacer revelaciones.- Oyó una voz a su izquierda que al reconocerla solo pudo rodar los ojos.
- No me he escapado, Malfoy.- Se giró hacia él con los brazos cruzados.- Es mi horario de almuerzo.
- ¿Y decidiste oler algo que no sean pergaminos y tinta?- Caminó a su lado.
- ¿Qué haces tú aquí, Malfoy?- Elevó una ceja en su dirección.
El rubio se detuvo y sonrió con suficiencia antes de retomar el paso.
- Lo mismo que tú pero me dejaron plantado.- Dijo, al encogerse de hombros.
- ¿Una de tus novias?- La incredulidad adueñándose de la pregunta.- Lo dudo, porque para todas las chicas con las que sales, eres su ídolo personal y no creo que te dejen plantado.
- No sé cómo tomarme ese comentario, Granger.- Sonó enojado.- Pero quién me dejó plantado es Zabini, ha puesto el ojo en un equipo de Quidditch y se fue.
- ¿Equipo de Quidditch?- Resopló, sinceramente no le sorprendía.
Draco sonrió ante su gesto y con algo de duda en su interior se atrevió a hacer una sugerencia ocultándola en su siguiente comentario.
- Te puedo contar más si nos sentamos en una mesa a disfrutar de los sagrados alimentos.
- No sé cómo tomarme esa invitación.- Imitó.- Pero… de acuerdo
Ambos caminaron por un par de calles más antes de girar a la derecha y luego a la izquierda, finalmente ante ellos se presentó un imponente restaurant
- Suelo comer aquí con Zabini, ya sabes que tiene orígenes italianos y él encontró este lugar.- Explicó, acercándose a la puerta.- Adelante.
Hermione trató de ocultar su asombro al dar el primer paso dentro de aquel lugar, su acompañante la condujo hasta una mesa junto a una preciosa fuente de mármol blanco. Esperaba tener el dinero suficiente para pagar ese almuerzo.
Los dos coincidieron al pedir ensalada Capresse, Draco pidió además un plato de Vitello Tonnato y Hermione pidió Bistecca alla Fiorentina. Acompañaron el menú con un el clásico Vermouth de Piamonte.
- ¿Qué quiere Zabini con un equipo de Quidditch?- Preguntó la castaña, una vez que el camarero se fue.
- El equipo tiene jugadores buenos pero no tiene financiamiento, Blaise comprará el equipo y pondrá mejores entrenadores, la Liga de Quidditch está por comenzar así que cree que obtendrá ganancias pronto.- Comentó con ligereza.- A Blaise le gusta poner dinero y que este crezca solo y el maldito es un suertudo.
- Pudo haber invertido en otra cosa, no sé en San Mungo o en los Orfanatos que se crearon después de la guerra, pero no, él tuvo que invertir en Quidditch.- Dijo evidentemente exasperada.- Los hombres ponen al Quidditch primero.
- Granger, Blaise fue un Slytherin no un Hufflepuff, no esperes que él, algún día, sea tan benevolente como tú.
Tras eso, llegó su ensalada y la comieron en silencio. Hermione conteniéndose por dentro y evitar saltar sobre el mago y dejarlo calvo por atreverse a sonar aburrido sobre ella.
Ya no le resultaba estimulante hablar con él.
Cuando llegaron los otros platillos, él reinició la conversación.
- ¿Planeas otra reforma?- Levantó la vista.
- No, ahora haré una pasantía en Francia.- Explicó tranquilamente mientras cogía el cuchillo.
Draco estuvo a punto de soltar sus propios cubiertos por la sorpresa que se infundió en su cuerpo, con ayuda de mucha tranquilidad y represión, dejó los cubiertos y cogió la servilleta.
- ¿Por cuánto tiempo?- Preguntó.
- Un año.- Dijo cortante.
Sin saber cómo, Hermione percibió la rigidez de Malfoy y dirigió su atención hacia él, quién la miraba fijamente, apenas parpadeando.
- ¿Pasa algo?- La intriga impregnó la pregunta.
- No, simplemente…- Negó con la cabeza.- Creí que tenías miedo de sentirte sola.
- Eso fue hace más de 3 años, Malfoy.- Desvió la mirada para no sentirse tan expuesta.- Vivo sola, nadie me espera en casa cuando llego del trabajo. Es una rutina a la que fue difícil adaptarme pero lo logré. Ahora será lo mismo pero en otro país.
- Otro país, con personas nuevas y un idioma nuevo.
La bruja lo detalló por unos segundos y deseó conocerlo más para poder interpretar lo que sus ojos ocultaban.
El camarero regresó y les sirvió a ambos el vino, Draco bebió la copa rápidamente y se sirvió otra que bebió hasta la mitad.
- Me voy en unos días, es una gran oportunidad. Sé el idioma y tal vez no sea la mejor haciendo amigos pero sobreviviré.- Reprimió el impulso de tomar su mano y apretarla.- Pude sobrevivir 6 años en Hogwarts con un mocoso Slytherin que me hacía la vida imposible.
Draco sonrió de lado, aún con la vista puesta en su copa.
Salazar, Salazar, Salazar, él prácticamente la había maltratado psicológicamente con todos sus desprecios e insultos y ahora ella se burlaba de eso. ¿En realidad existían personas tan buenas y desinteresadas en el mundo? ¿Personas tan buenas como ella?
Por un segundo, Draco Malfoy sintió que debía agradecer a todos los dioses existentes por estar ante la presencia de aquella bruja, en específico.
- ¿Hablas francés?- Dirigió la conversación hacia otro punto que no sea ella marchándose.
- Francés, italiano, ruso, español, un poco de latín y evidentemente inglés.- Contestó con simpleza.- Y algunas lenguas de criaturas mágicas
- ¿Algo más que quieras presumir?- Comentó girando copa entre sus dedos.
Hermione lo miró de reojo, al soltar un suspiró cansado que hizo rebotar el mechón de cabello que caía sobre su rostro.
- Termina tu comida, Malfoy.
Ninguno de los dos le prestó atención al otro mientras comían sus respectivos platos. Hermione en un par de ocasiones quiso hablar nuevamente pero lo sabía lo suficiente sobre él como para saber que no tenía un buen estado de humor en ese momento.
Cuando el camarero se acercó a preguntar sobre los postres, Draco inmediatamente respondió Tiramisú, sin siquiera dedicarle una mirada a ella para consultar.
- Puedo elegir por mí misma.- Masculló con los dientes apretados.- Además esto parece una cena.
- Perdón por haberte arrastrado aquí, me aseguraré con no volver a molestarte con mis sugerencias de restaurantes.- Estrechó los ojos al mirarla.
- Malfoy…
- ¿Vas a esperar el postre o estás apresurada?
- Yo…
- Correcto.- Se puso de pie.- Iré a pagar la cuenta.
Hermione se enojó ante su conducta. Merlín bendito, si apenas había dicho unas cuantas palabras y él no la dejaba defenderse. Y quería pagar la cuenta, cómo si ella no pudiese pagar sus alimentos.
- No te preocupes, puedo pagar yo.- Se puso de pie y abrió su bolso.
- Granger, yo invitó, así que por primera vez en tu vida deja de ser tan altanera y autosuficiente.- Gruñó.
- ¿Qué? ¿Qué rayos quieres decir, Malfoy?
- Que te sientes y esperes hasta que pague la cuenta, como una chica con modales, no una engreída.
- ¿Ah, porque me creo capaz de pagar la cuenta, soy maleducada? ¿Quieres saber lo que realmente es ser maleduca?
En ese momento el camarero se acercó temeroso hacia ellos y entregó la cuenta, sin mirar dos veces Draco dejó el dinero en la mesa y salió del restaurante con Hermione tras de él.
- Quisiera decir que fue un placer compartir contigo Granger pero a veces eres tan…- Buscó algún término.-… insoportable que superas mis límites de autocontrol.- Giró leventemente hacia ella, mientras pasaba la mano por su cabello.- Suerte con tu viaje y espero que madures.
Dio media vuelta y caminó hacia el lado izquierdo de la calle, dejando a la bruja atrás.
- Estúpido Malfoy.- Exclamó ella en voz alta, a la vez que giraba hacia el lado contrario y caminaba con pasos fuertes y furiosos.
Draco sabía que se había comportado como un idiota grosero y egoísta pero era inevitable actuar así, era su mecanismo de defensa.
Creía que era su día de suerte cuando la vio pasar frente a la tienda en la que él se encontraba, la había llevado a ese restaurante para ver si dejaba de ser tan cobarde y por fin le decía como se sentí en realidad.
Pero no, porque nuevamente la vida y su estúpida desconfianza, lo obligaban a dejarla ir.
La canción que elegí es una de las tantas que escucho mientras escribo, la amo y sentí que le iba bien a este capítulo, espero lo aprecien.
Sé que soy mala dejándolos con la expectativa por más de una semana y por abandonarlos merecen doble actualización, so...
NEXT!
Espero sus reviews, gracias por seguir la historia.
