Amo este capítulo, es uno de mis favoritos de los que he escrito y espero que lo disfruten igual que yo. Y viene con 2 canciones porque este capítulo lo amerita.
CANCIÓN: WE'VE GOT TONIGHT - KENNY ROGERS, SHEENA EASTON
CANCIÓN: HEAVEN - BRYAN ADAMS
Hopes and Fears
4 de Marzo de 2003
Draco salió temprano de su oficina aquel día. Después de todo, por fin tras casi 5 años desde la Batalla de Hogwarts, había sido invitado a una de las tantas galas que se realizaban en honor a los héroes de guerra y mártires.
Ese día, por ejemplo, se celebraba el nacimiento de Albus Dumbledore; porque según muchos de sus seguidores, era mejor que recordar la fecha de su muerte.
Draco zanjó aquel pensamiento para evitar sentir desprecio a sí mismo y a lo manipulable que era durante su infancia y adolescencia.
Pasó parte de la tarde con su madre, puesto que ella se quejaba de lo abandonada que se sentía por su único hijo. Incluso dejó que ella le escogiera el traje que iba a usar, no es que se quejara, al fin y al cabo a él le quedaba perfectamente bien todo lo que se pusiera.
Para cuando llegó la hora de irse, pasó la mano sobre su cabello mientras se veía en el espejo. No sabía que era lo que le hacía sentir ese entusiasmo en su pecho como si esa noche fuera a cambiar algo en su vida y lo que más le preocupaba era que aquella no sería la primera vez que sentía algo así; ya le había pasado antes, años atrás cuando la cobardía lo venció.
Pero era ilógico sentirse tan ansioso y nervioso, era algo poco convencional y a pesar de todo, seguía sintiéndose así.
Que Salazar se lo llevara si seguía teniendo conductas de un adolescente en su primera cita.
Ajustó su corbata y se apareció.
El salón que los encargados de la organización de aquel evento habían escogido se veía considerablemente bien. Había parejas por todos lados y él tuvo que felicitarse por no llevar una cita, recordaba muy bien las palabras de cierta joven en un baile. Era mejor disfrutar de aquella gala sin alguien que estuviera colgada de tu brazo.
Mientras cogía una copa de una de las fuentes que flotaban por toda la estancia, las conversaciones de los demás se vieron interrumpidas por los aplausos que resonaron cuando Harry Potter se hizo presente con Ginny Weasley al lado, tras ellos llegó Ronald Weasley con una chica rubia.
Esperó ver llegar al último tercio del fantástico trío de héroes, sin embargo nadie entró después de Weasley. Se intrigó ante esa repentina ausencia.
El ministro Shacklebolt dio un discurso de bienvenida seguido de un brindis en honor a Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.
Draco notó un ligero movimiento gris a la derecha y se limitó a mirar de reojo. Era una chica de cabello castaño en un vestido gris de satén o tal vez seda, que a su madre le habría fascinado. No le dio más importancia e intentó prestar atención al discurso de Potter.
Entonces, la chica del torbellino gris estaba subiendo los escalones hasta el estrado para quedarse tras Potter. Y con una segunda o quizá tercera mirada, descubrió que la chica era Hermione Granger quién en realidad ya no era una chica.
El vestido era simple, tenía un entalle que cobijaba el torso, las caderas y las piernas de Granger, con un cinturón de plata que rodeaba su cintura. Llevaba el cabello suelto y en ondas ligeras y ordenadas que caían sobre su pecho y su espalda.
Se sintió de la misma manera que lo hacía cuando estaba a punto de salir. Cómo un estúpido adolescente.
Y la razón estaba ahí, frente a todos, brillando como solo ella podía brillar.
Había sido un estúpido con ella la última vez que la había visto y la había dejado ir como otras veces antes.
La duda creció dentro de él de manera tan repentina que logró hacerlo temer un poco.
¿Podría… quizá… aquel era el momento en el que al fin podría tenerla?
¿Tal vez aquella era una oportunidad más para él?
¿A lo mejor ella sonreiría para él si fuera un poco amable, si hablaran y la invitará a bailar, también si la acompañara a casa?
Observó un poco más y no vio a ningún mago en espera a que Granger tomara su brazo y continuaran con la velada. Se aferró a esa idea con todas las fuerzas que pudo reunir.
Elevó su copa para hacer el brindis que Potter había propuesto y que él no había escuchado.
Tomó su lugar en la mesa asignada y disfrutó de la cena que procedió con conversaciones a su alrededor y miradas recelosas en su dirección. No era que pudiera esperar algo diferente en un lugar lleno de personas pertenecientes al bando ganador de una guerra en la que él era el enemigo, solo una sucia rata adoradora de un mestizo desquiciado temeroso de la muerte e incapaz de vencer a un adolescente con suerte.
Caminó por los alrededores de la sala, charló con alguno que otro funcionario que no tenía problema en verse involucrado con un ex mortífago y acordó algunas reuniones en distintas oficinas del Ministerio.
En resumen, tenía propuestas que valorar y aproximadamente un par de semanas ocupadas con reuniones, nada fuera de lo normal, nada lejos de lo agobiante.
- ¿Bastó un año para hacernos cambiar, Malfoy?- Oyó una voz a su espalda, la reconoció al instante.
- Draco.- Corrigió, dando media vuelta.- Han pasado 5 años y he terminado de considerarlo, Hermione.
Ella lo miró por un momento antes de reír suavemente por su descaro.
- Qué bueno que solo hayas tardado 5 años, ya me había preocupado al pensar que tardarías medio milenio o incluso más.- Soltó con sarcasmo y fingida preocupación.
- Es reconfortante ser objeto de tus preocupaciones, Hermione.- Se acercó a ella.
- ¡Oh Merlín! No lo digas más, suena tan… raro.- Simuló un escalofrío.- No me mires así, yo sí te he llamado Draco antes.
- Ese "Draco", debe haber quedado opacado con los cientos y miles "Malfoy" que has dejado salir de tu dulce boca.-Extendió la mano hacia su rostro pero ella retrocedió y él tuvo que ocultar su decepción con una sonrisa.
- Y yo que creí que estaba frente a un nuevo Malfoy.- Resopló.
Los músicos comenzaron a tocar una pieza más reconocible, Draco aprovechó el "odio está canción" de la chica frente a él para dejar su copa sobre una bandeja y acercarse a ella nuevamente.
- Vamos a bailar.- Tomó su mano y la arrastró al centro, junto a otras parejas, sin esperar su respuesta o su posible rechazo.
- Dije que odio esta canción, es muy empalagosa.- Intentó soltar su mano.
- Solo es Magic Works en instrumental, Hermione.- Soltó su mano y en un instante la acercó a él tomando su cintura.- Solo baila.
Hermione dudó un instante antes de colocar sus manos sobre los hombros del rubio, ambos comenzaron a moverse suavemente, siguiendo el compás de la melodía.
- Tienes razón Draco, es mejor sin letras.- Se reclinó un poco contra él.- Resulta paradójico, una canción de The Weird Sisters, sin oír a The Weird Sisters.- Suspiró.
Draco sonrió al oír su nombre viniendo de ella, al tenerla entre sus brazos. Decidió que si incluso esa noche fracasaba nuevamente, aquella sería una recompensa lo suficientemente reconfortante, no estaría en paz consigo mismo pero al menos sobreviviría.
Giró junto a ella y atrapó la mirada, tan incrédula como horrorizada, de Potter en ambos. Bueno, esa era otra recompensa a su ego herido tras un posible y cercano rechazo de la bruja que comenzaba a tararear la melodía junto a su oído.
La segunda mitad de la canción fue casi eterna.
Hermione sentía que estaban ellos dos solos y ajenos del resto de personas que los miraban sorprendidos.
La música era solo para ellos y el lugar era únicamente para ambos, al igual que la noche, su noche.
- So dance your final dance.- Susurró Hermione.- 'Cause this is your final… chance.
Draco se separó ligeramente de ella y la miró fijamente mientras la última palabra se deslizaba de sus labios.
El mago apostaba a que ella no sabía cuál era la dimensión de la última frase de la canción en su subconsciencia. Tal vez ella nunca sabría que aquel conjunto de palabras había sido el impulsor que logró espantar su duda y su estúpida cobardía.
Apoyó una mano en su espalda baja y la guió hasta uno de los balcones que tenía la puerta abierta.
- Odias la canción y terminaste cantándola.- Comentó alejándose de ella y apoyándose en la barandilla de mármol.
- Muchos veranos con los Weasley, además de almuerzos familiares.- Se encogió de hombros.- Es inevitable terminar aprendiendo canciones que escuchas una y otra vez en bucle.
- Algo difícilmente de ignorar para una mente tan prodigiosa como la tuya, sin obviar tu memoria claro está.- Una sonrisa de lado se hizo presente en sus labios.
- Me harías un favor si sonaras menos sarcástico, Draco.- Cruzó los brazos sobre su pecho.
El rubio reprimió una sonrisa ante lo enfada que se veía.
- ¿Hace cuánto estás en Londres?- Se atrevió a preguntar.
- Un par de semanas.- Dijo acercándose también a la barandilla.- Me dieron días libres en el Ministerio; ya sabes, para hacer papeleo, reinstalarme en mi oficina y buscar un nuevo alojamiento.
- ¿Dos semanas fueron suficientes para instalarte en tu nueva casa?
- Tuve suerte que mi anterior apartamento estuviera desocupado. Lo alquilaron por 10 meses y no se molestaron en cambiar los ambientes o la pintura.- Sonrió satisfecha.- Quedó tal y como solía estar, es como si nunca hubiera dejado Londres.
- Pero deben haber otras cosas que sí han cambiado.- Se giró a mirar su perfil y la vio reír.
- Sí algunas.- Dijo aun riendo.- Por ejemplo; Harry y Ginny comprometidos, George casado, algunos Weasley en camino. Luna mudándose a América o Neville dejando el departamento de Aurores. Muchas cosas han pasado en un año.
- Y como dijiste, otras se mantienen.- Su voz fue baja, casi un susurro.
Se quedaron varios minutos en silencio, ella observando las estrellas y él observándola a ella.
Fue cuando la misma canción que había estado sonando cuando ella se deslizaba fuera del Gran Comedor durante su baile de Graduación, llegó hasta ellos desde la sala que habían dejado.
Draco dio un paso hasta ella y tomó nuevamente su cintura. Hermione, esa vez, pasó los brazos detrás de su cuello. Y la música guío sus movimientos.
Se vieron inhibidos por el libido y la atracción, con la mirada fija en el otro y la cercanía cada vez más próxima.
Él apoyo su frente sobre la de ella, afianzando el agarre de sus brazos a su alrededor.
- Quería hacer esto. ¿Sabes?- Susurró.- La última noche en Hogwarts, cuando te encontré en el Lago.
- ¿Y por qué no lo hiciste?- También en un susurro, pasando los dedos por su nuca y embriagada por su aroma.
- Porque soy un cobarde.- Alzó una mano y acomodó su cabello, rozando suavemente su cuello.- ¿En qué lugar del mundo, alguien como tú estaría conmigo?
- ¿A qué te refieres con alguien como yo?- Frunció el ceño.
- Una heroína de guerra con un mortífago.- Su mirada se oscureció y decidió cerrar los ojos.
Hermione había notado esa mirada de autodesprecio en sus sorprendentes ojos grises y sintió algo en su corazón, algo cálido y que la instaba a confortarlo. Por lo que tocó su mejilla y el tacto con su piel la hizo a suspirar y a él abrir los ojos con evidente sorpresa.
De repente, la música ya no tenía importancia, ni el tener detrás una sala llena de personas, ni el viento que agitaba su ropa y cabello. Solo esos ojos gris que le devolvían la mirada y esos brazos que la sujetaban y su aroma que estaba a punto de llevarla a la locura.
- ¿Qué pasaría si ahora te beso?- Murmuró Draco, rozando sus labios.
- Yo…- El rubor cubriendo sus mejillas.-… solo… hazlo.
Y para ambos no había momento más perfecto que aquel en el que sus labios se unieron, anhelantes y ansiosos. Por fin encontrándose luego de un largo recorrido.
Draco se sintió completo tal vez por primera vez en su vida. Intuía que había vivido y respirado por 23 años para llegar a ese instante.
Era perfecto, era mágico, era… lo que habían estado buscando.
Cuando se alejaron ambos tenían una sonrisa en sus labios y se quedaron por varios minutos entrelazados en un abrazo.
Esta era la meta de Draco, al fin había llegado a la superficie. Quería ser lo que ella necesitaba, lo que ella quería y deseaba tenerla en sus brazos por mucho tiempo más.
No importaba si esa noche acababa. En ese momento, ella era suya.
- Draco.- La oyó decir contra su pecho, antes de alejarse de él.- Vámonos de aquí.
El rubio no esperó que su cognición terminara de procesar la palabra y unió sus dedos a los de ella para poder hacer una aparición conjunta.
Ella se maravilló con el interior de su departamento, que en realidad era un pent-house muy lujoso con sofás de cuero, cortinas de terciopelo, un ventanal precioso, un bar y una mesa de billar a un lado. Un apartamento lleno de testosterona, hasta en la alfombra.
Él le ofreció una copa a su invitada y conversaron por horas. Sobre Francia, negocios, citas frustradas, navidad y Hogwarts.
Y en algún momento de la madrugada, ambos terminaron recostados sobre el sofá, besándose y deslizando las manos por el cuerpo del otro.
La corbata de Draco desapareció junto con su camisa y su cinturón. Los zapatos de Hermione terminaron bajo la mesa de centro y una de las tiras de su vestido colgaba de su brazo.
Subieron los escalones hacia el dormitorio principal, entre tropiezos, risas y suspiros. El resto de ropa tuvo como destino el piso.
Y la cama fue testigo de un derroche de pasión y devoción entre dos personas completa y totalmente fascinadas entre sí.
Draco con ojos brillantes apreció el brillo de su desnudez, absorbió cada uno de sus suspiros y jadeos y adoró cada una de las veces que ella dijo su nombre.
Embelesados, entregados, satisfechos y agotados; se rindieron a los brazos del otro, tras tocar el cielo juntos.
5 de Marzo de 2003
Draco ya había demorado mucho la inevitable acción de abrir los ojos y hacerle frente a un nuevo día. Estaba más que seguro de que, tan pronto como abriera los ojos, esa sensación de tener a Hermione Granger entre sus brazos se habría desvanecido.
Si había dejado de ser un cobarde la noche anterior, también podía serlo esa mañana.
Y abrió los ojos.
Y la sensación seguía allí porque ella seguía allí, junto a él.
Detalló cada uno de sus rasgos y sus gestos, le gustaba y había esa fascinación pero ciertamente no era amor, solo plenitud. Intentó convencerse. Porque había una respuesta muy simple a ello, eso era lo que había estado buscando durante años.
Ella era a quien había anhelado en sus noches solitarias, Hermione Granger era por quien se sentía atraído más que por cualquier otra mujer.
Le había dicho adiós un par de veces antes, las mismas veces que la había dejado ir. No obstante, ahora ella estaba ahí, en su cama después de una fantástica noche. Solo esperaba que no huyera o se horrorizara. No cuando ambos estaban en el cielo.
Podía recordar cuando él le había preguntado que tan segura estaba de lo que iban a hacer, recibiendo por respuesta un escueto "no soy una colegia virginal". Y confiaba en que ella también pudiera recordarlo.
- ¿Hace cuánto estás despierto?- Murmuró Hermione con la voz adormilada, giró y quedó frente a él.
- Solo unos minutos. Quería asegurarme que no fueras a huir.- Deslizó la mano por su hombro desnudo.
- Pues no voy a huir, ahora puedes relajarte y volver a dormir.
- ¿Agotada, Granger?
Solo obtuvo un golpe a manera de regaño, antes que ella escondiera el rostro entre su hombro y suspirara para quedarse dormida nuevamente.
La siguiente vez que Draco despertó, la castaña estaba acariciando su antebrazo, delineando con los dedos su Marca Tenebrosa. Era más tenue que cuando se la habían hecho pero aún era visible.
Por la hora que era, almorzaron juntos; con ella vistiendo la camisa que él había abandonado en el suelo, en medio del frenesí.
- ¿Qué sigue ahora Draco?- Preguntó Hermione, aferrándose a su tenedor.
- Quiero…- Extendió una mano hacia ella.-… que me des una oportunidad para formar parte de tu vida.- Sonrió, acariciando su mano.- Lo de anoche fue fantástico, al igual que lo de esta mañana. Y te quiero así, conmigo. Si quieres empezar de cero, hagámoslo, te llevaré a citas y te recogeré del trabajo, no te besaré de nuevo hasta que lo creas correcto y…
- Está bien.- Lo interrumpió, sonriendo radiantemente.- Yo también te quiero conmigo. No importa si no hay citas, solo toma mi mano y demos este paso juntos.
Y él lo hizo y dieron un paso hacia el nosotros.
Aquella noche había sido una cita a ciegas que ninguno de los dos esperaba pero que agradecerían infinitamente.
Porque al fin se había encontrado y podrían comenzar a amarse sin darle importancia a todas las dificultades que aquello representaba, porque ahora estaban juntos y se asegurarían de que durara si era posible toda la eternidad.
Porque estaban en el cielo.
Tardé mucho escribiendo este capítulo y no me arrepiento porque valió la pena.
Les recuerdo que las canciones están en un Playlist en Spotify con el nombre de la historia.
El siguiente capítulo tal vez llegue mañana, así que nos leemos pronto.
