¡Otro capítulo por aquí!

CANCIÓN: Hold Back The River - JAMES BAY


CAPÍTULO 10: The weaker girl

Draco contemplaba la diana que flotaba delante de la puerta cerrada de su oficina, con un dardo girando entre sus dedos. Entrecerró los ojos, preparándose para lanzar y cuando oyó el suave golpeteo contra la puerta, resopló.

- Adelante.- Dijo con voz seca.

Una delgada y pálida castaña de ojos verdes, entró con una sonrisa mientras aferraba contra su pecho unos cuantos pergaminos.

- Perdón por entrar así pero tu secretaria no estaba y yo…

- ¿Qué haces aquí, Astoria?- La interrumpió.

- ¿Astoria?- Sonrió y con contoneando sus caderas, se acercó al escritorio.- Hasta hace poco más de un mes era: "Mierda, Tori te había echado tanto de menos." - Estiró la mano y cogió la corbata de Draco.

El rubio observó como la chica tomaba su corbata por centímetros al ir acortando la distancia entre ellos, decidió que era suficiente y la alejó con suavidad.

- ¿A qué viniste?- Preguntó con voz seca, la bruja solo hizo un puchero.

- Mi papá viajó anoche a París y me encargó que te traiga este contrato y sus cláusulas, también se disculpa por no poder asistir a la reunión que acordaron pero estoy yo aquí, en cambio. ¿No es eso mejor?- Enrolló en su dedo un mechón de cabello y lo hizo girar por unos segundos para luego bajar su dedo por su cuello y repasar su escote.

Draco hizo todo lo que pudo para no seguir, con los ojos, el recorrido de ese dedo.

- De acuerdo, revisaré el contrato, ¿algo más?- Dijo con paciencia.

- En realidad yo...

Astoria fue interrumpida por el golpe en la puerta, Draco asumió que su secretaria y murmuró un "entra".

Y el mundo otra vez estaba en su contra, porque Hermione acababa de encontrarlo nuevamente con Astoria.

- Vaya dos pájaros de un tiro.- Hermione se obligó a hablar para reemplazar su sorpresa.

- Señora Malfoy, buenas tardes.- Sonrió Astoria, parándose y acercándose hacia la recién llegada.

- ¿No que no podías llamarme por un apellido que no me calza?

Abrió su bolso y agitó la varita, insonorizando la oficina, también sacó la revista.

- Dime, señorita miembro de la aristocracia mágica, ¿estás feliz por todas las cosas que dijiste?

- Hermione…- Dijo Draco confundido.

- Tú te callas.- Murmuró sin mirarlo.- ¿Qué ganas con todo esto?

- Tengo derecho a expresarme, Rita coincidió conmigo y me hizo unas cuantas preguntas, yo solo le di mi opinión.

- ¿Diste tu opinión o dijiste una bola de mentiras?- Respondió rápidamente.- Claro que tienes derecho a expresarte, yo no soy nadie para restringir lo que dices o no dices...

- Evidentemente.- Masculló despectivamente.

- Pero hasta ese derecho tuyo, está al margen de la ley.- Ignoró su comentario.- No puedes especular sobre un menor de edad sin la autorización de sus padres.

- ¿Hermione de que estás hablando?- Habló Draco, esa vez más fuerte.

Hermione lo miró de reojo y lanzó la revista hacia su escritorio.

- Página 11.- Regresó su atención a la otra bruja.- ¿Y sabes qué dijo sobre mi hijo? "Un pobre niño mestizo, sin nada especial que lo haga merecedor de la grandeza de su apellido."- Elevó una ceja aún con la mirada fija en la mujer frente a ella.- ¿Pero sabes que te respondo yo, Astoria? Que mi hijo es más puro que tú y todos tus ancestros incestuosos.

Draco encontró en la página la misma frase que Hermione había citado. Dejó que su mirada pasara por las letras encontrando palabras y frases como; "frígida", "Draco podría criar a su hijo solo" "círculo social" "poco apasionante", "es culpa de la señora Hermione", "permítanme darle el beneficio de la duda".

- ¡Qué te pasa!- Exclamó Astoria en respuesta a Hermione.

- ¿Qué te pasa a ti?- Contestó la castaña, manteniendo su tono calmado pero firme.- ¿Acaso vives conmigo para afirmar que no cuido de mi hijo? ¿Quién crees que se queda con Scorpius mientras tú te acuestas con Draco?

Astoria se volvió hacia Draco y sonrió.

- Así que ya lo sabes.- Su sonrisa se hizo más grande.- ¿Comprendes ahora cuál es tu lugar?- Caminó hasta llegar detrás del escritorio, poniéndose al lado del rubio.

Hermione observó mientras la otra bruja, se apoyaba sobre el hombro de Draco, y sonreía confiada. De pronto todas esas emociones sepultadas bajo palabras reconfortantes y actitud despreocupada, se abrieron como un hoyo bajo ella, al verlos juntos, lado a lado.

Recordó entonces, el por qué estaba parada en esa oficina.

- Puedes hablar de mí todo lo que quieras, Astoria.- De reojo, vio a Draco dar un paso hacia atrás.- Que soy una manipuladora, una mojigata, una frígida o incluso una ramera. Pero de tu boca no puede salir siquiera el nombre de mi hijo.

- Yo puedo hablar todo lo que quiera de ti y de tu sucio mocoso.- Exclamó Astoria con los dientes apretados.- No dije nada que no fuera cierto.

- ¡Astoria!- Gritó Draco, tomando a la bruja del codo y girándola hacia él.- ¡No te atrevas a llamar así a mi hijo, así que mejor cierra la boca!

- Pero Draco…

- Desafiaste a la ley al hablar de Scorpius, por lo tanto ya he puesto en marcha una demanda en tu contra.- Hermione se esforzó por contener una sonrisa ante la expresión boquiabierta de la otra bruja.- Y me harías un favor si le envias el recado a tu amiga Skiteer, porque ella también tendrá una demanda, sólo que mucho más grande.

Draco no sabía qué hacer mientras Hermione tomaba su bolso y sacaba su varita.

- ¿Hermione, no crees que es excesivo?- Intentó conciliar, sin querer tomar parte en ningún lado.

- ¡No la defiendas, Draco Malfoy!- Gritó en su dirección, apuntándolo con el dedo índice.- ¡Todo esto no es más que culpa tuya!

Hermione retrocedió y tomó el pomo de la puerta para irse, sin embargo la voz del mago la detuvo.

- Vete Astoria, tengo que hablar con Hermione.- Dijo, enfocando su atención en la castaña.

- Draco, si ella ya lo sabe, no sé qué problema hay.- Habló la joven bruja con voz melosa.- Si es por esa estúpida demanda, no me importa, me desharé de ella como si no fuera más que una pelusa.

- Subestimas mis alcances.- Murmuró Hermione en un tono lo suficientemente audible.

Astoria la miró con todo el odio que pudo reunir, una acción nada sensata en opinión de Draco.

Él estudiaba a Hermione y estaba comenzando a detestar la indiferencia con la que ella estaba actuando frente a él últimamente. Ella solía ser transparente ante sus ojos, incluso hasta predecible sin dejar de ser fascinante. Ahora, no podía saber que pasaba por su mente, no podía descifrarla y eso hacía que la preocupación se apoderara de él, era como si Hermione se estuviera escurriendo de entre sus dedos.

Sin que pudiera hacer algo para detenerla, Hermione se marchó mirándolo de la misma manera que cuando él se había ido de casa; furiosa y herida.


Hermione pasó rápidamente por su oficina para tomar algunas cosas y decirle a Suzanne que por favor la disculpara con Theo y que iría a verlo al día siguiente a primera hora.

Entró a la oficina de Harry, sin llamar y como si un huracán estuviera tras ella.

- ¿Hay alguien en la academia para practicar?- Preguntó rápidamente.

- ¿Estás bien?- Se puso de pie para acercarse a su amiga.- ¿Por qué no te sientas?

- Estoy perfectamente, Harry Potter. Solo quiero hacer algo que no sea encerrarme en mi oficina y seguir pensando.- Retrocedió.

Harry se quedó frente a ella, parpadeando ante lo evidentemente alterada que se veía. Suspiró, deseando estar haciendo lo correcto.

- No, pero hay una sala de cristal que puede ayudarte a entrenar en hechizos y también en combate cuerpo a cuerpo, incluso con armas muggles.- Se inclinó sobre su escritorio y tomó una pluma.- Funciona como la Sala de los Menesteres, piensa en lo que necesitas y te lo dará.

Escribió sobre un pergamino, firmó la nota y se la entregó.

- Solo la usan los aurores graduados y los que están por acabar su entrenamiento porque puede resultar peligroso.- Terminó de explicar, reclinándose contra el borde de su escritorio.

- Por eso necesito tu permiso.- Contestó, elevando la nota.- Gracias.

Oyó un "ten cuidado" de parte de su amigo antes de salir e ir en busca de un lugar en el cuál aparecer.

Las siguientes 4 horas, estuvieron llenas de movimientos de varita, lanzando hechizos de ataque y de defensa, se sorprendió a sí misma al crear un escudo que la protegía por todos los ángulos de posibles ataques. Cuando decidió intentar la lucha cuerpo a cuerpo, se encontró frente a dos sombras vestidas con túnicas azules y procedió a defenderse con intentos de patas y esquivando golpes, consiguiendo media docena de costillas doloridas y muslos temblorosos.

No le gustaba pensar porque la llevaban a sentirse débil y lo que menos necesitaba en ese momento era sentirse débil y bajar sus muros, no lo iba a permitir; pues de lo contrario, terminaría hecha un desastre.

Prácticamente tuvo que convertirse en una snitch para poder bañarse y alistarse nuevamente y evitar llegar más tarde lo que ya iba a Malfoy Manor.

Sin embargo, se sentía mejor y más valiente para continuar manteniendo el mentón en alto.


Lo que menos esperaba Draco al regresar a Malfoy Manor aquella noche, era encontrar a su madre de pie delante de la chimenea, completamente lista para lanzarle una revista en cuanto él apareciera.

Solo que contra su rostro y su cabeza, no solo golpeó una sino más de una docena.

- ¿Sabes que esto es tu culpa?- Le dijo Narcissa con mucha calma, contradiciendo la furia con la que había disparado las revistas hacia su hijo.

- Hermione pudo haberlo mencionado.- Respondió enojado.- Pero no entiendo porque es mi culpa, no es como si yo le haya dicho a Astoria que vaya a hablar con Skeeter.

- Serás un sinvergüenza.- Dijo con los labios apretados.- Es tu culpa porque tú metiste a Astoria en sus vidas.

El rubio se sintió nuevamente juzgado, no obstante esa vez su madre tenía razón. Si no fuera por él, Astoria no se habría atrevido a hablar de su familia.

Pero qué podía hacer él si esa revista estaba siendo distribuida por toda Gran Bretaña. Incluso cuando trató de amonestar a Astoria ella estalló en llanto repitiendo una y mil veces lo honesta que había sido y él no queriendo soportar sus sollozos la despidió rápidamente.

- ¿Leíste acaso el artículo? ¿Cómo puedes permitir que tu amante se exprese así de tu hijo?- Narcissa lo miraba con desprecio, como si él fuera ajeno a ella.- ¿Cuán cínica es esa mujer para hablar así de Hermione?

- Hermione la está demandando.- Explicó en un vano intento de desviar el objeto de su furia.

- Mujer sensata, es lo menos que puedo esperar de ella.- Sonrió con algo parecido al orgullo.- Aún así no es suficiente.

Narcissa caminó hasta el sofá y se sentó con pose erguida. El mago la siguió con movimientos cautelosos.

- Primero madre, podrías explicarme, ¿por qué tenías todas esas revistas?

- Quise deshacerme de todas las ediciones de esa revista pero luego me di cuenta que "Corazón de bruja" no merece mis galeones.

Draco resopló con agobio y pasó las manos por su cabello, se quitó el saco y se sentó al lado de Narcisa..

- Madre, ¿no podrías simplemente dejarlo así?- Intentó razonar, recibiendo a cambio recibió una mirada fulminante.- Puedo hablar con Astoria y podemos pedir una retracción pública, además…

- Draco… ¿No te duele ninguna de las palabras que dirigieron hacia Scorpius? ¿No te enoja o indigna? Prácticamente lo trataron como si fuera un bastardo.- Apretó los puños sobre su regazo.- No puedo tolerarlo y tú tampoco deberías, no podemos dejar que no obtengan lo que merecen por sobrepasar los límites.

- Yo nunca voy a permitir que discriminen o insulten a Scorpius, madre.- Con brusquedad se puso de pie.- Él es lo más importante para mí, daría mi vida por él.

La mujer también se puso de pie y alisó su vestido, regresando a su actitud enojada.

- Pues no lo parece, Draco, no lo estás demostrando.

Se alejó del rubio con decepción y caminó hacia la puerta.

- ¿A dónde vas, madre?- Dijo aún afectado por sus palabras.

- A escribirle una carta a Hermione.- Se detuvo junto a la puerta.- Mi nuera y yo vamos a destruirle la carrera de esa cucaracha y por el bien de nuestra reputación, será mejor que mantengas a raya a tu amante.

Caminó con una enojada majestuosidad fuera de la estancia, dejando a un rubio descolocado, boquiabierto y en medio de un campo de batalla.

En solo unas horas, Hermione había conseguido imponer una demanda en contra de ese par de sensacionalistas. Su madre había intentado descontinuar las ediciones de la bendita revista. No obstante, las dos unidas en contra de un mismo objetivo... la sola idea le causaba escalofríos y le erizaba la piel.

Que todos los magos sagrados se apiadaran de aquellos que acababan de entrar en un terreno minado, donde dos mujeres audaces, inteligentes y poderosas, tenían total y completo control.


Hermione se plantó frente a la puerta de la oficina de "Corazón de bruja", con la mirada altiva, llevando consigo una revista de 1994 y otra del día anterior junto a dos solicitudes de demandas. Estaba dispuesta a seguir las indicaciones de Narcisa y realizar la primera parte del plan que habían detallado juntas.

Tocó su bolso para asegurarse de tener a su alcance el frasco de vidrio y finalmente, llamó a la puerta de la editora de dicho medio de comunicación.

Sabía que en ese momento debería estar llegando a la residencia de Astoria Greengrass una lechuza también llevando otra solicitud de demanda.

Claro que había tomado represalias porque nadie hablaba así de su hijo y se iba por un camino lleno de rosas.

Nadie. Ni siquiera una reportera sensacionalista, ni tampoco una bruja engreída.

Y aquella visita solo era el comienzo.


Draco leyó atentamente la carta que Hermione le había enviado, donde le pedía que llevara a Scorpius al Ministerio, debido a que ella estaba atrapada en una reunión con el Ministro.

Inevitablemente, notó un par de detalles en la misiva. Ella antes le escribía con apelativos cariñosos, aunque fueran broma y solía firmar como Hermione Malfoy solo porque sabía que eso lo hacía sonreír.

Si antes creía que las cosas cambiaban en un año, acababa de enterarse que podían cambiar drásticamente en 2 meses.

Alcanzó a llegar a Malfoy Manor en el momento justo en el que la señora Florentia le dictaba los deberes a Scorpius, que ya más tarde haría con la ayuda de Hermione.

Luego, Draco observó a Scorpius trepar el asiento detrás del escritorio y comenzar a recoger sus cosas.

- ¿Mami… estuvo aquí?- Preguntó, tomando la mano de su padre mientras se dirigían al salón.

- No Scorp, iremos por ella al Ministerio.

Continuaron caminando en silencio hasta llegar a uno de los salones con chimenea, Draco percibió también el extraño comportamiento de Scorpius, ya que se mantuvo callado en lugar de acompañar su caminata con parloteos infantiles.

Se inclinó hacia él, a pocos pasos de la chimenea.

- Scorp, sabes que te quiero ¿verdad?- Su voz fue suave y besó su frente.

- Si papi.- Asintió con la mirada baja.

Draco suspiró temblorosamente y lo abrazó. Segundos después, Scorpius lo rodeó con sus brazos y se aferró a él con sorprendente fuerza.

- Quero mucho, papi.- Susurró contra su pecho.

- Gracias pequeño, yo te quiero mucho mucho más.- Parpadeó un par de veces.- Ahora vamos a buscar a mamá.

En su camino por el Departamento de Seguridad Mágico, Draco veía aurores por todos lados y no podía evitar preguntarse cuál de todos había enviado flores a Hermione.

Llegaron a la oficina de la castaña, donde la puerta estaba abierta y tanto Harry Potter como Theodore Nott, estaban fuera de la oficina.

- ¿Pasó algo?- Le preguntó al de anteojos.

- Buenas tardes Malfoy.- Asintió en su dirección, en lugar de responder.

- Buenas tardes Potter.- Se giró hacia el otro mago.- Nott.

- Malfoy.- Respondió escuetamente.

- Hola tío Hady.- Dijo Scorpius, aún en los brazos de su padre.- Hola.-Dijo en dirección a Theo.

Theodore contuvo su sorpresa al ver a ambos rubios frente a él. Eran dos gotas de agua. Conocía a Draco desde pequeño y ese niño en sus brazos, le recordaba a su amigo de infancia.

No podía creer cómo su querida y pequeña cuñada, había sido capaz de afirmar todas esas cosas del adorable niño que acababa de saludarlo con tanta amabilidad, estaba más loca de lo que él creía.

- Qué tal, joven Malfoy.- Asintió hacia él como si estuviera hablando con un adulto.- Soy Theodore No…

- ¡Scorpius!- Dijo alguien dentro de la oficina, interrumpiendo su presentación.

Hermione se abalanzó sobre Draco para arrebatarle al pequeño rubio de sus brazos. Y lo abrazó fuertemente, mientras le susurraba constantes "estás bien" y "mi bebé".

Draco notó lo desesperada que se veía y con más seriedad, se acercó a Potter hablando en tono irritado.

- Repito Potter, ¿qué pasó?

El nombrado intercambió una mirada con Nott, el rubio advirtió la confidencia entre ambos y la poca confianza en él.

Nott le respondió.

- Encontró un boggart en su oficina.

Draco lo detalló por unos segundos antes de regresar su atención a Potter.

- ¿Y cómo llegó un boggart a su oficina?- Interrogó con dureza.

- Por favor Malfoy, no hagas como si te importara.- Le respondió Harry exasperado.- Pero si tanto quieres saber, atrapamos a un traficante de criaturas mágicas y en la detención se escaparon tres de los boggarts que comercializaba. Uno terminó en la oficina de Hermione. ¿Algo más quieras saber, oh sagrado hombre, modelo de esposo?

El rubio resopló tratando de evitar responderle a Potter y se acercó a Hermione.

- Scorpius.- Comenzó pero una mano en su hombro lo detuvo.

- Déjala, fue una experiencia terrible para ella.- Harry tomó la mochila infantil de la mano de Draco.- Yo se la daré, puedes irte.

- Potter, yo creo que Draco ayudaría a reconfortarla, fue algo difícil.- Intervino Theodore.- Si les damos un poco de privacidad…

- No.- Lo cortó de vuelta.- Es mejor que se vaya, yo sé lo que digo.

Fue el turno de Theo de alternar su mirada entre los dos magos y llegando a una conclusión, optó por retroceder con las manos en alto, a manera de rendición.

- Siempre metiendo las narices donde no te necesitan, Potter. Creo que ya es momento de superar ese horrible hábito.- Contraatacó Draco.

- Para tu inconformidad, debo aclararte que aquí sí me necesitan pero a ti no. Así que el que está metiendo las narices eres tú.

No esperó réplica alguna y puso un brazo en los hombros de Hermione para llevarla de regreso al refugio de su oficina.

- Lo siento, contra el héroe no puedo hacer nada. Es el jefe por aquí.- Nott elevó la mano para darle unas palmadas en la espalda pero los ojos grises brillando con advertencia, lo detuvo.- Tienes un hijo precioso.

Abrió la puerta y también entró en la oficina de la Jefa de los Servicios Administrativos del Wizengamot.

Draco se quedó fuera, luchando contra el impulso de romper la puerta y buscar a Hermione, decirle que todo estaría bien y oír de su propia voz qué era lo que había pasado.

Sin embargo, por primera vez en mucho tiempo estuvo de acuerdo con el pensamiento de que ese ya no era su derecho; y él se lo había buscado.

Giró sobre sus pies y con un caminar que competía con el de Narcisa Malfoy enojada, regresó por donde había llegado.

Mientras en la oficina de la castaña, la bruja terminaba de sollozar frente a sus dos compañeros.

- ¿Qué le dijeron?- Preguntó con la voz ronca.

- Un boggart.- Respondió Theo, tendiendole un pañuelo.

- Gracias.

Harry la miró preocupado y luego al niño entre sus brazos. Frunció el ceño.

- Hermione, ¿es de hoy verdad?- Buscó una confirmación.

- Sí, de cuando salimos de casa.- Respondió, acariciando al pequeño y extendiendo una mano hacia uno de los cajones.

- Ellos ya saben donde vives…- Theo se inclinó hacia el escritorio.- Lo que puede significar que te han estado siguiendo.

Hermione abrió una rana de chocolate para Scorpius y él comenzó a comer, apoyado en el pecho de su madre.

- Mione, haré que vaya dos… no… un escuadrón de aurores a custodiarlos.- Se apresuró a decir el de anteojos.- No dejaré que les pase nada.

- No Harry. Está… está bien si Hansen, Carlson, Theo y tú me ayudan a poner encantamientos en casa.

Su mirada recayó nuevamente sobre las fotografías en medio de su escritorio.

Había sido llegar a su oficina tras el entrenamiento y encontrar un sobre levitando por encima de su escritorio con fotografías de Scorpius. Fotografías que habían sido tomadas esa mañana.

Llamó inmediatamente a Harry que llegó junto a Theodore, quien se puso a hacer distintos encantamientos con el fin de descubrir algo sobre la persona que se había atrevido a entrar en su oficina.

No dieron con ninguna pista, el rastro de magia había sido borrado.

Y ella estaba terriblemente asustada.

Solo quería tomar a Scorpius y huir a algún rincón del mundo donde no pudieran encontrarlos y donde él estuviese a salvo.

Y por más que le pesara, sabía que eso no solucionaría nada, dado que esos mortífagos seguirían sueltos. Podría salvarse a ella y a Scorpius pero habían muchas más personas vulnerables.

Simplemente tenía que ser valiente y trabajar el doble para poder mantener a su hijo, y a otras personas como ella, a salvo.


Y por ahora queda hasta aquí.

Por incluir algunas cosas que se me ocurrieron mientras escribía, ya no puse lo que estaba esquematizado para este capítulo porque eran 10 hojas.

¿Les gustan los capítulos largos?

Gracias por todos los reviews del capítulo anterior y también los espero en este capítulo.

En la siguiente actualización toca capítulo del pasado y ese ya está escrito así que lo van a leer durante esta semana. Sin embargo ahora estoy en exámenes y tal vez tarde un poco más con el capítulo 11, pero les adelanto que pueden haber algunas sorpresas.

Gracias por leer.