¡Al fin! Perdón por haber desaparecido por casi 3 semanas. Pero regresé y siento decir que no con una actualización doble pero sí con un capítulo largo. Sé que suena tonto pero acabo de percatarme de mi error garrafal con los guiones y ahora todo tiene lógica
Al igual que el capítulo anterior les recomiendo que busquen comodidad, café o comida. Y para este ocasión les daré dos canciones y ambas tienen mucho significado tanto para el desarrollo del capítulo como para la historia. Ahora, a disfrutar.
CANCIÓN: RAN AWAY - HOLLOW COVES
EMPTY SPACE - JAMES ARTHUR
CAPÍTULO 12: Palabras
Draco apareció a metros de la Madriguera y caminó apresuradamente hacia la casa.
La actitud y las palabras de Hermione, habían generado una inquietud en él que hizo que aproximadamente 10 minutos después de ver a Hermione irse, él tomara el mismo camino.
Llamó a la puerta y esta se abrió mostrando a Molly Weasley apuntándolo con su varita.
—¿Cuándo fue la primera vez que te vimos junto a Hermione?— Masculló con una mirada dura.
—Señora, no seguimos en la Guerra como para…
—Responde. — La punta varita se apretó en su pecho.
—En la boda de Potter y su hija, en Agosto de 2003.
Molly suspiró y bajó la varita, haciéndose a un lado para dejar pasar a Draco.
—Perdón por eso, pero Hermione me pidió que me asegurara que realmente fueras tú en el caso que vinieras por el pequeño. — Le explicó con voz cansada. — Fue lo primero que se me ocurrió cuando te vi afuera.
—No se preocupe, señora Weasley. —Ocultó su tono irritado. — ¿Sabe usted que está pasando con Hermione?
—No, estaba actuando algo nerviosa, igual que Harry. — Se sentó en el comedor y tomó una taza. — Él le rogó a Ginny que se quedara junto a James aquí esta noche. Ella llegó hace una hora.
—Supongo que ya hablaré con ella. — Asintió. — Ahora me llevaré a Scorpius.
Molly dejó su taza y sonrió mientras guiaba al mago hacia la sala. En uno de los sofás y rodeado de cojines, dormía el pequeño rubio apretando contra sí a su peluche de dragón naranja.
—Lo dejé dormir aquí, no quise que despertara asustado en una de las viejas habitaciones de mis hijos. — Habló calmadamente y le tendió un maletín. —Hermione dejó esto. Es una mamá muy preocupada, puso ropa y cosas como si Scorpius fuera a vacacionar aquí por semanas.
Draco frunció el ceño ante ese detalle y se colgó el maletín en el hombro izquierdo para después inclinarse y tomar suavemente a su hijo en los brazos, Molly acomodó la cabeza del niño en el hombro del mago y lo cubrió con su manta.
— ¡Por las barbas de Merlín! —Exclamó al girarse y caminar a la cocina. — Olvidé guardar su leche y su termo.
El rubio la siguió y la mujer agitaba su varita limpiando el tomatodo del niño y regresó a su lado para abrir la maleta.
—Esta cabeza mía. —Golpeó su frente. — El termo de agua, el tomatodo y su fórmula… ¡Ay Merlín! —Volvió a exclamar. — La cuchara de la fórmula. — Giró hacia la cocina.
Cuando la maleta estuvo finalmente lista, Molly reacomodó la manta que cubría a Scorpius y se despidió del rubio mayor con un sonoro beso en la mejilla.
—Cuídense y lleguen bien a casa. — Se despidió.
Draco caminó por los sombríos pasillos de Malfoy Manor con Scorpius dormido. Pensó en dejar al niño en una de las habitaciones infantiles, sin embargo, la voz de Hermione pidiéndole que no se alejara de su hijo por nada del mundo guiaron sus pies hasta su propia habitación.
Recostó a Scorpius en medio de su cama y se dispuso a ponerse su pijama.
A veces agradecía que Scorpius creciera cada día más, porque así dejaba de ser el bebé que lo despertaba tres veces durante madrugada; sin embargo otras veces se sentía nostálgico porque el niño se hacía cada vez más independiente y Draco sabía que en algún momento no habrían horas de sueño suficientes que sacrificar y que pudieran regresarle a su bebé Scorpius.
El niño instintivamente se acercó al costado de su padre cuando éste se recostó a su lado.
Draco lo rodeó con un brazo y se durmió lo más pacíficamente, que esa inquietud en el interior de su pecho, le permitió.
Los cinco aplicaron hechizos insonorizantes a sus zapatos antes de acercarse a la cabaña. Los aurores ya habían realizado otros hechizos para revisar los escudos del lugar y pudieron rodear la cabaña sin temor a ser detectados en los exteriores.
—Hansen y Theo, entraran conmigo primero. —Comenzó a instruir Harry. —Si oyen algo, Hermione entras junto a Carlson, sino te quedas aquí y esperas que terminemos de registrar dentro.
—Harry no. —Sentenció, también susurrando. —Este lugar tiene 2 pisos, ustedes van al primero y nosotros al segundo, no me voy a quedar aquí como si fuera un muermo.
Nadie se atrevió a refutar, porque Carlson tampoco quería quedarse a esperar, Theo encontraba lógica en su argumento, Hansen creía que con dos más trabajarían mejor y Harry conocía ese tono de voz que no auguraba nada bueno a su integridad.
A pesar de que sabían que sus pasos no hacían ruido, Hermione y Carlson subieron lentamente por las escaleras para encontrarse en un pasillo con por lo menos doce puertas a cada lado. Con gestos el auror le indicó a Hermione que él iría hacia la izquierda y ella por el lado contrario.
La castaña fue entreabriendo puertas con varios Alohomora, para encontrar nada más que habitaciones normales y hasta un par de habitaciones para bebés, todas en desuso.
Mientras se acercaba al final del pasillo derecho, comenzó a oír gemidos y rechinidos, junto a una voz masculina que no supo reconocer.
Entreabrió la puerta, tan silenciosamente como pudo, y encontró una escena indudablemente sexual.
Había una mujer con una presunta cabellera oscura que subía y bajaba con premura sobre el regazo del hombre que tenía ambas manos estiradas, tocando sus senos. Por el dosel de la cama, Hermione solo alcanzaba a ver el torso del hombre y la silueta de la mujer estaba entrecortada por la oscuridad, impidiéndole definir siquiera su perfil.
No encontró nada útil que pudiera ayudarla.
Fue cuando oyó algo en el piso inferior y, sobresaltada, estuvo a punto de cerrar la puerta con un fuerte golpe, por suerte alcanzó a amortiguar el golpe con su pie y se lanzó un hechizo de desilusionador para retroceder por el pasillo.
Se apegó a la pared cuando vio al hombre salir de la habitación con una túnica negra y la cabeza cubierta. Lo siguió, olvidándose de la mujer que había quedado sola en la habitación.
Al llegar a las escaleras, el brazo de Carlson la detuvo tomándola de la cintura y le hizo señas que indicaban que esperara.
Tras unos segundos, bajaron lentamente por las escaleras y se acercaron a lo que parecía una sala con sofás de terciopelo y la chimenea encendida.
Vieron a sus otros 3 compañeros luchar con 7 personas que también traían túnicas puestas.
Hermione se puso rápidamente en acción y lanzó un Depulso, al que estaba más cerca a ella y al ser un hechizo no verbal, lo tomó por sorpresa, logrando que su contrincante sea golpeado contra la pared. La castaña tuvo que recuperarse pocos segundos después, protegiéndose con un escudo y continuó lanzando hechizos no verbales que eran inútiles porque su contrincante se movía ágilmente.
Entonces escuchó el roce de la tela en su espalda junto a la punta de una varita en la nuca, cambió en un veloz movimiento la mano que tomaba su varita y doblando el brazo, golpeó con el codo el estómago de la persona que se había colado tras ella.
Captó la sorpresa de quien tenía enfrente y aprovechó para que un Petrificus Totalus, resonara en su mente.
Con uno fuera de combate, se giró hacia el que había dejado sin aire para encontrarlo de rodillas, apuntando su varita hacia ella.
—Sangre sucia astuta. —Le escuchó decir, a pesar de las voces de sus compañeros gritando hechizos.
La indignación recorrió su cuerpo, desconcentrándola y siendo sorprendida por un Depulso, que la llevó a ser empujada hasta chocar con la pared cerca de la chimenea. Un crujido acompañó el sonido del impacto, aun así Hermione lo descartó y elevó su varita para defenderse de las incesantes maldiciones que recibía de su oponente.
— ¡Protego! ¡Desmaius! —Comenzó a decir en voz alta, olvidando hacer resonar los hechizos solo en su mente.
—¡Imperio!
Hermione se agachó para esquivar la maldición. No tenía tiempo para razonar pros y contras, solo tenía que ser creativa.
— ¡Repello inimicum! —Gritó intentando mantener su escudo, al mismo tiempo que apuntaba al suelo y en su mente decía Deprimo.
Su némesis de duelo, logró retroceder a tiempo del agujero que se abrió en el suelo, la castaña no esperó un segundo y lanzó un Locomotor mortis, consiguiendo así que el hombre cayera de bruces contra el piso.
—Incarcerous. —Dijo en dirección al mago caído.
Las cuerdas salieron de su varita y retuvieron a su objetivo, en el instante exacto en que otras cuerdas, esta vez de fuego, se aproximaban a ella. Consiguió lanzarse hacia el suelo, no logrando salir del todo ilesa debido al roce de las cuerdas contra la piel de su hombro y cuello.
— ¡Baubillius! —El rayo de luz fue en dirección a su nuevo adversario, que cubrió sus ojos con el brazo.
La distracción, le sirvió a Hermione para gatear por el suelo con el fin de alejarse y poder ponerse de pie con estabilidad.
Sabía que la piel que había sido dañada debía estar en carne viva pero en ese momento todo era nada más que entumecimiento.
— ¡Incendio! —Gritó oponente e hizo que Hermione se lanzara boca abajo contra el suelo nuevamente, esta vez sin otra quemadura.
— ¡Desmaius! ¡Confringo! —Hizo la devolución hacia donde presumía que estaba su atacante.
—Maldita zorra. ¡Oscausi!
La bruja bloqueó el hechizo agitando con rapidez su varita y comenzó a retroceder, llevando así su incesante duelo hacia el patio fuera de la casa.
A los pocos minutos, Theodore también apareció en el patio con su respectivo contrincante.
Y luego, el patio se convirtió en el nuevo campo de batalla mientras Hermione aún no podía deshacerse del mago que lanzaba una cantidad proporcional de maldiciones e insultos hacia ella.
Con un giro realmente ingenioso, consiguió por fin desarmarlo y atarlo con otras cuerdas, para finalmente dejarlo fuera de combate.
Tenía la respiración agitada y la cabeza le palpitaba con insistencia, a la vez que repentinamente sentía el persistente entumecimiento en la zona que había sido afectada por el fuego de la cuerda.
Observó a su alrededor y descubrió que Theo y Carlson eran los únicos que estaban ganando en sus duelos, mientras que Harry era atacado por dos, en evidente desventaja y Hansen estaba tirado en una rara posición cerca de un arbusto.
Corrió hacia su derrotado compañero y con suavidad le lanzó el contrahechizo correcto.
—Hermione... —Le susurró con voz ronca. —... tene… mos que… irnos… pronto…
—Lo sé, lo sé. —Lo ayudó a ponerse de pie, registrando que nadie los aceche. —Los tenemos aquí pero no podremos atraparlos.
—No por… ahora.
—Mantente junto a mí y ayúdame a que los demás también se pongan a mi espalda.
Hermione apuntó hacia el segundo mago que luchaba con Harry y gracias a un Enbublio, consiguió encerrarlo en una burbuja mientras Harry se deshacía del otro. Le hizo señas a su amigo y este corrió hacia ella tomando a Theo junto a él.
Carlson también se percató de eso y logró aproximarse al grupo, Hermione rápidamente realizó un encantamiento de impasibilidad que creaba una barrera.
— ¡Theo, un traslador! —Exclamó agitada y luego hizo un hechizo de descarga defensiva que mantenía otra barrera que generaba descargas eléctricas a quién se acercaba.
Finalmente, Theo hizo la cuenta con el traslador activado que, en medio de la desesperación resultó ser su propio zapato, y pudieron salir de allí.
Harry comenzó a decir todo tipo de maldiciones en cuanto aparecieron en su sala de reuniones.
— ¡Viste sus túnicas! ¡Maldita sea! — Pateó una silla. — ¡No sabemos quiénes carajo son!
— ¡No se veía nada! ¡Solo... —Se le unió Hansen. — ¡Y ellos nos vieron! ¡Saben quiénes somos!
Theo se acercó a Hermione, rodeado de un aura de completa calma y ajeno a las quejas y el colorido vocabulario de sus compañeros.
— ¿Quieres que te ayude con eso?—Hizo un gesto hacia su cuello. —Se ve doloroso.
— ¿Mientras esos neandertales desahogan su frustración? —Elevó una ceja. —Tu ayuda es más que bienvenida, esto arde como si fuera una hoguera.
El mago asintió y fue hacia la esquina de la sala en busca de los elementos necesarios.
—Voy a ponerte esencia de díctamo y voy a cubrir la herida con una gasa. —Le mostró ambas cosas. —Es una quemadura de segundo grado, mañana vuelves a aplicar la esencia y la cubres. Estoy seguro que en un par de días no quedará cicatriz.
Cerca de las 5 de la madrugada, terminaron de unir todas las piezas que pudieron hallar en su desafortunada escaramuza.
Las 7 personas con las que había luchado, eran hombres y posiblemente todos eran ex mortífagos, eran una deducción que tenía en base al tipo de hechizos que utilizaban.
La cabaña Rosier solo era utilizada para reuniones, las habitaciones del piso superior estaban en su mayoría deshabitadas.
La mujer que Hermione vio, posiblemente se quedó en la habitación porque nadie pudo ver a ninguna mujer huyendo.
Tenían que buscar más propiedades, porque estaban seguros que ellos no iban a regresar a la cabaña Rosier luego de haber sido descubiertos.
El patrón que seguían para sus ataques, tenía la forma de la Marca Tenebrosa.
Gracias a Carlson, sabían que su siguiente ataque iba a ser en Tyne and Wear.
Y por culpa de esa sensación de derrota que los llevó a solo querer irse y descansar, ninguno de los 5 presintió que ese ataque se llevó a cabo al mismo tiempo que ellos se despedían con expresiones de agotamiento y de fracaso.
Draco frunció el ceño ante el titular que cubría gran parte de la página central de la recién llegada edición de "El Profeta"
Marca Tenebrosa aparece en el cielo del norte de Gran Bretaña
La pasada noche, mientras el Ministro, funcionarios y aurores festejaban con Hidromiel y Whiskey de fuego; un vecindario mágico de Tyne and Wear fue reducido a cenizas.
En la zona afectada vivían familias mágicas, en su mayoría, de sangre mestiza y de nacidos de Muggles, por lo que se presume que el ataque pudo estar orquestado por ex mortífagos.
El ataque fue llevado a cabo en horas de la madrugada, al norte de Gran Bretaña, la ejecución de dicho atentado fue….
Draco leyó cada vez con más intriga las cuatro páginas que relataban el acontecimiento, eran cerca de 20 personas muertas y cuyas casas habían sido reducidas a cenizas. Magos, brujas y niños; muertos e incinerados.
Jodido Godric.
Su taza de café estaba fría para cuando disipó su consternación, aun así no conseguía alejar el horroroso presentimiento de que aquello tenía algo de relación con Hermione.
La misma Hermione que entraba en el comedor, siendo la representación antagónica de la frase "fresca como una lechuga".
Sus jeans tenían una mancha, el suéter que llevaba se le estaba resbalando por un hombro mostrando un vendaje y en ese momento caminaba intentando domar su cabello en una coleta.
—Buenos días, Narcissa. —Ajustó la coleta y elevó la mirada. —Me siento terrible por… —Se detuvo cuando vio a Draco con la vista clavada en ella, claramente analizándola.
— ¿Qué te pasó ahí? —Apuntó con la taza hacia la venda en su hombro.
—Buenos días a ti también. —Asintió con el ceño fruncido. — ¿Dónde está Narcissa?
—Te hice una pregunta.
—No me importa. —Contestó tajante. — ¿Dónde está Narcissa?
A pesar de su apariencia descuidada, su voz era tan firme y fría que lograría congelar mares y océanos si se lo proponía. Pero Draco esta vez, no iba a retroceder ni amilanarse.
—En su habitación. —Soltó, tomando el diario nuevamente. — ¿Sabías que hubo un ataque de supuestos mortífagos durante la madrugada? —Dio vuelta a una página.
Un movimiento muy Slytherin, perfecto Draco. Se felicitó.
La castaña lo miró atónita, ahogando un grito. Era imposible, no podía ser, ellos...
— ¿Ah sí? ¿No es otra de esas mini venganzas? —Dijo pasados unos segundos.
Intentó recomponer su tono tembloroso pero Draco ya había captado su nerviosismo.
—No consideraría una mini venganza al incendio de todo un vecindario, con casi 20 personas muertas. —Comentó con voz seria.
— ¿Muggles?
—No, familias mágicas.
—Merlín. —Susurró, bajo el escrutinio de Draco.
— ¿No lo sabías? —Ella lo miró con duda. —Digo, eres amiga del Jefe de Aurores.
Draco trataba de aparentar ignorancia y curiosidad a la vez y así poder discernir de las respuestas tanto verbales como no verbales que Hermione le iba dando.
No, no iba a ir directo al grano. Él se iba a escabullir por debajo y obtener las respuestas que buscaba.
—No he visto a Harry desde… ayer. —Inquirió titubeante.
—Eso es verdaderamente desafortunado, yo creía que estabas… no sé… más involucrada con el departamento de...
—Iré a ver a Narcissa, adiós. —Lo interrumpió y con mucha prisa se retiró del comedor.
Evasión del tema. Apuntó Draco, mentalmente.
Hermione estaba metida en algo muy grande, según lo que él intuía.
No quería sonar como un intruso o ser demasiado perspicaz, pero eran tantas cosas que ella dejaba entrever, que era imposible que él ignorara todas esas señales.
Al regresar a Malfoy Manor al medio día, se derrumbó sobre uno de los sofás de la habitación de Narcissa.
Cuando había entrado esa mañana a esa misma habitación para relatarle su desventurada noche a su suegra, había llegado el patronus de Harry, notificándose sobre la reunión de emergencia de su escuadrón.
Ahora, de regreso, se sentía agotada y con el rastro de culpabilidad que había compartido con sus compañeros.
Era su deber evitar esos ataques, el Ministro de Magia confiaba en ellos para detener lo que estaba sucediendo y dos meses después, no lograban nada.
En su lugar, cargaban sobre sus hombros la muerte de 23 personas.
Ella no había perdido a sus padres ni huido por casi un año, acampando en bosques y lugares remotos, no había sido forzada a hacerse adulta y luchar en una Guerra para que, 8 años después, regresará a aquello que había intentado erradicar.
Dejó escapar su aliento lentamente, secando sus ojos y salió de la habitación.
Quería hablar con Draco sobre el cumpleaños de Scorpius. Sin embargo, no tenía ánimo para tratar ese tema, la aflicción en su pecho hacía que festejar algo se sintiera como si pisara los cuerpos de aquellas personas que no había logrado proteger.
Lo encontró en una de las terrazas inferiores, junto a Narcissa y un vivaz Scorpius.
—Cielo. —Saludó a su hijo, acercándose a la silla de comer del niño y dándole un beso en la mejilla.
— ¡Mami! ¡Tú estuviste aquí! —Sonrió hacia su mamá.
—Claro que sí Scorp, estoy contigo siempre. —Se inclinó otra vez y besó su frente.
Se sentó junto al niño y miró divertida hacia Narcissa.
—Manzanas verdes ¿eh? —Apuntó el plato del pequeño.
—Oh querida, ya sabes lo engreídos que suelen llegar a ser los niños Malfoy. —Concedió su suegra.
Ambas rieron bajo el inspección de Draco, hasta que Hermione por fin decidió reconocer la presencia de su aún esposo.
— ¿Podemos hablar de algo? —Dijo apenas mirándolo de reojo.
Él asintió y tras recibir una afirmación de Narcissa, ambos regresaron a los pasillos de la Mansión.
Draco abrió la puerta para ella cuando llegaron a su oficina y se sentaron uno frente al otro, separados por un escritorio, como si fueran a tratar de negocios.
—El cumpleaños de Scorpius es en menos de un mes. —Comenzó Hermione. —Estaba pensando hacer una fiesta de cumpleaños para él. Blaise incluso dijo que podíamos utilizar una Villa que tiene en Edimburgo.
— ¿Ya hablaste de esto con Blaise? —Frunció el ceño.
—Fue a verlo hace unas semanas, es su padrino y creí oportuno que él lo supiera. —Encogió los hombros.
—No antes que yo. Soy el padre de Scorpius, me debiste informar primero.
—Si tanto te preocupa debiste ser tú quién hablara esto conmigo, no esperar a que yo lo hiciera. —Sentenció con gestos de desaprobación.
El rubio pasó las manos por su cabello, intentando calmar la sensación de sentirse excluido.
—Está bien, lo siento. —Dijo en voz baja. — ¿Qué habías pensando que podíamos hacer?
— ¿Recuerdas lo entusiasmado que estuvo en esa fiesta de cumpleaños de su compañero?
—Claro, prácticamente tuvimos que dormirlo para poder salir. Todos esos juegos y esos ¿animadores?... —Buscó aprobación en el rostro de Hermione y así poder continuar. —Y los dulces muggles.
Inevitablemente, la aparente reunión de negocios se hizo más afable y de cierta manera, cálida.
Los dos tenían sonrisas plegadas en los labios, recordando aquel momento compartido hace pocos meses, que en realidad parecían años, con la pequeña familia que ambos habían logrado formar.
¿Cómo habían llegado a arruinar la familia que habían luchado por proteger a capa y espada? ¿Dónde quedó la importancia de aquellas tardes de juegos infantiles o de aprender mutuamente a cuidar de un bebé? ¿En qué recoveco de su camino juntos pereció la confianza, el amor y el verdadero significado de su unión? ¿Era algo que estaba completamente perdido? ¿Ese era el fin? ¿Todos sus buenos y malos momentos, simplemente se borraban para convertirlos en un par de personas totalmente ajenas y apenas tolerantes entre sí?
Eran cuestiones tan difíciles de asimilar, tantas cosas como para simplemente dejarlas ir.
Si bien continuaban en una guerra entre la culpa y el perdón. Tenían que reconocer que priorizaba la situación de encontrarse en un punto muerto, atados de manos y sin querer mover un dedo, ya sea para solucionarlo o solo darle fin.
La valentía de Hermione, afloró, deshaciendo el incómodo silencio en el que ambos se habían sumido.
—Podría consultar la parte de los juegos con George. —Le dijo con voz ronca. —Lo del pastel… no hay muchas pastelerías mágicas que logren utilicen el estilo muggle y a Scorp…
—Le gustan los pasteles muggles. —Completó. —Creo que está bien si hacemos el encargo a una pastelería muggle.
—El inconveniente son las decoraciones, no podemos pedir que pongan diseños de snitchs o del Príncipe Dragón.
—Tal vez podríamos buscar alguna pastelería en el Callejón Diagon o encargarlo a los elfos de la cocina. Aún tenemos tiempo para el pastel. —Observó a la castaña por unos segundos y continuó cuando ella afirmó con un gesto. —Respecto a los juegos, estoy de acuerdo en consultar con George Weasley.
—Bien, supongo que los bocaditos y dulces lo solucionaremos junto con el pastel.
Para ese momento, Hermione ya había tomado un pergamino y comenzado a escribir.
— ¿Crees que necesitamos a los animadores? —Le preguntó la bruja.
—No creo que podamos conseguir alguno en el mundo mágico. —Dijo luego de considerarlo por un par de segundos. —Pero hay otro tipo de entretenimiento para niños. Un espectáculo de títeres o… la narración de cuentos. Podemos contratar a quién fuiste a ver en Flourish & Blotts.
—Claro, Penélope Clearwater. —Se apresuró a apuntar.
—Creo que tenemos la mayoría de cosas cubiertas…
—Nos falta la lista de invitados. ¿Te importaría ayudarme con eso?
—No hay problema, además madre y yo podríamos trabajar en las invitaciones.
—Perfecto. —Movió nuevamente la pluma sobre el pergamino. —Yo hablaré con George y Penélope y estaré consultando lo del pastel.
Los dos repasaron que cosas más hacían falta e hicieron un boceto de la lista de invitados, que los llevó a constantes debates. El más reñido fue si invitarían o no a maestros de Hogwarts y cuáles.
—Hagrid sí. —Chilló Hermione, a punto de ponerse de pie. —Él aprecia a Scorp, fue uno de los primeros en mandar un presente antes de que naciera.
—Pero es torpe y viejo y grande. Aplastará a Scorpius con un abrazo.
—Es bueno, noble y cariñoso. —Contraatacó la bruja.
— ¿Y si llega con una de esas criaturas suyas? —Inquirió con mirada insistente. —No sé… con uno de sus escregutos o ese… ese… pollo.
—Hagrid no haría eso. —Notó el gesto de Draco. —Sino yo me encargo, ¿de acuerdo?
—Estará invitado, solo si tú te haces cargo de todos los desastres.
—De acuerdo, asunto resuelto.
Hermione tomó su pergamino y se puso de pie, frente a él.
—Iré por Scorpius para marcharnos. —Caminó hacia la puerta. —Que tengas un buen día, adiós.
Draco se vio imposibilitado de agregar algo debido al apremio de la bruja por irse. Era como si no pudiera aguantar ni un segundo más en el mismo lugar que él.
Merlín y Morgana. Ese rechazo junto a sus conjeturas surgidas durante la mañana, solo lo hicieron desear despejar su mente. Y lo mejor que se le ocurría en ese momento era tomar un trago, de lo que sea.
Para Theo Nott, aquel era el peor fin de semana haya vivido nunca.
Si bien se había mantenido impasible con la misión de la noche anterior, los resultados de su fracaso conjunto, ahuyentaron esa calma que solía llevar consigo.
La reunión de emergencia fue desastrosa por todas las emociones que se juntaron en esa sala. Las pocas horas de sueño solo colaboraron en su agotamiento. Confiaba que al igual que sus compañeros, podía llegar a casa y descansar su mente y su cuerpo. Así encontró a su adorada esposa en un estado de histeria, causado por su desaparición a lo largo de la noche y parte de la mañana.
Suspiró, a la vez que volvía a rellenar su vaso con Whiskey de Fuego.
Aún podía oír los insultos que Daphne había proferido hacia Luna. "Maldita zorra poca cosa", "Loca roba maridos", "Alguien como ella tiene que conformarse con una noche", "Zorra defectuosa", "...ni creas Theodore que te dejaré libre, no…"
Él había estallado como era de esperarse. Podía soportar las interminables quejas diarias de Daphne cuando eran dirigidas a él, pero no cuando eran para Luna. No lo iba a permitir, Luna no, nunca a ella. No importaba si ella estaba a kilómetros de distancia, nadie hablaría mal de ella.
Intentó rellenar su vaso y no se sorprendió al percatarse que había terminado la botella.
— ¿La adultez nos convierte en alcohólicos, Nott? —Reconoció la petulante voz y el sonido de la silla que lo acompañó.
—La adultez no Malfoy, el matrimonio. —Se giró hacia su viejo amigo. —Supongo que estamos en la misma situación.
— ¿Qué intentas decir? —Refunfuñó, pidiendo otra botella.
Theo evaluó al rubio con una creciente sonrisa.
Estaba más que seguro que no podía arreglar vida, no importaba que consiguiera un divorcio o la anulación del contrato de matrimonio. No había nadie esperando por él. Pero Draco sí tenía a alguien esperando por él, dos personas que lo amaban.
—Que sé lo que sucede contigo y con Hermione. —Sin permiso tomó la botella y sirvió en su propio vaso.
— ¿Desde cuándo es Hermione para ti? —Inquirió. —Mejor no me respondas y dudo que tengas idea alguna sobre mis problemas conyugales.
—No necesito saber mucho si eres tú quien admite tener problemas conyugales.
Draco apretó los puños, mirándolo de reojo y bebiendo el contenido color ámbar de su vaso.
—Los matrimonios siempre tienen problemas. —Se sirvió más alcohol.
—Evidentemente. —Concedió, girando el vaso que sostenía. —Problemas del tipo por qué te comiste su helado, por qué tomaste su libro o por qué te olvidaste de visitar a sus padres. —Inclinó la cabeza para beber. —Tu problema no es de ese tipo.
—No compares mi matrimonio con el tuyo.
—No lo estoy haciendo, aunque resalto el hecho de que nombraras mi matrimonio. —Sonrió afable. — ¿Estás al tanto de mi parentesco con Astoria Greengrass?
—Eso tiene que ver conmigo de qué manera… —Dejó el comentario al aire.
—Draco, nos conocemos hace mucho tiempo y sé lo suficiente respecto a… —Bebió y chasqueó la lengua. —... Astoria.
—Repito, eso tiene que ver conmigo de qué manera…
El tono ácido de Draco, impulsó a Theo a dejar salir una carcajada.
—Amigo, estoy ebrio pero no soy un estúpido.
—Nott… —Advirtió.
—Ok, ok. No me iré por las ramas. —Golpeó la mesa con su vaso. —Sé sobre tu tórrido romance con Astoria. Y lo que causó en tu relación con Hermione.
El rubio apretó su vaso, logrando que estallara en cientos de piezas de cristal, derramando a su vez el líquido ámbar entre sus dedos.
— ¿Hice que te exaltaras? Lo siento amigo no era mi intención. —Le dijo Theo mientras le tendía un pañuelo.
Draco limpió su mano e hizo un par de movimientos con la varita para sacar los cristales incrustados en su piel.
—Supongo que lo oíste de Astoria. Un caballero como tú no debería escuchar conversaciones de damas. —Sonrió con burla.
Oh, Merlín. Lo último que necesitaba Theo era ver a Draco Malfoy recurrir a sus mecanismos de defensa.
—Las Mansiones son grandes, los Castillos lo son más. A veces el eco de conversaciones llega a mis oídos. A veces soy muy bueno leyendo a las personas. — Encogió los hombros y bebió nuevamente.
Fue el turno de Draco, para comenzar a reír, al mismo tiempo que le arrebataba el nuevo vaso que le extendía el mago tras la barra.
—Escuchaste a Astoria hablar con Daphne. —La burla mostrándose claramente en su rostro. —Y lo viste en Hermione. —Enarcó una ceja. — ¿Qué sigue? ¿Confesarás que tienes un sexto sentido?
Theo comenzó a sentir el entumecimiento causado por el alcohol y dejó de lado su vaso.
No podía estar cayéndose de borracho si quería cumplir su propósito.
—No voy a burlarme de ti, tampoco voy a juzgarte. —Elevó ambas manos en señal calma. —No soy quién para hacerlo; porque sí, te considero un idiota pero yo también fui un idiota hace un tiempo y lo perdí todo.
—Oh… ¿ahora eres un consejero?
—Quiero ayudarte a abrir los ojos. —Sentenció firme. —Tenía miedo de romper mi compromiso con Daphne y solo me quedé ahí sentado aceptando órdenes. Hasta que me enamoré de alguien, a quién terminé haciendo mucho daño.
—No quiero oír moralejas, Nott.
—Sé que no, de todas formas seguiré, es tu decisión si decides oírme o no. —Esperó alguna muestra de rechazo y al no encontrarla, inspiró. —Pude haber buscado maneras de romper el contrato o hablar con Daphne, incluso he llegado a considerar que podría haber entregado mi fortuna y mis propiedades a los Greengrass con el fin de quedar libre de cualquier compromiso con Daphne.
—Que… heroico de tu parte. —Lo miró de reojo. — ¿Quieres que te llame "San Nott"?
—No Draco, no soy un santo ni un héroe. —Negó con la cabeza. —Soy un idiota que dejó ir a una mujer maravillosa y que ahora está condenado a lamentarse por eso cada de su vida, a ser nada más que un mero espectador de la vida que ella tiene, casada y formando una familia. —Parpadeó, apretando los puños sobre su regazo. —Estoy limitado a verla ser feliz con otro, convenciéndome a mí mismo qué es lo único que debe importarme. A veces funciona, otras no.
Draco lo observó fijamente por largos minutos, rellenando en dos ocasiones su vaso con Whiskey. Comprendía perfectamente lo que el mago junto a él trataba de decirle.
Nott le estaba contando una historia sobre las malas decisiones y las consecuencias a pagar, lo instaba a valorar lo que tenían en lugar de ahogarse con los arrepentimientos. Entre líneas le decía que si no luchaba por recuperar a Hermione, lo iba a perder todo. Le aconsejaba que no la dejara ir porque después nada la traería de regreso a él.
— ¿Quién era ella? —Preguntó tras carraspear.
—Luna Lovegood. —Sonrió al pronunciar el nombre y el rubio notó el pequeño brillo en sus ojos.
Draco reconoció el nombre. Era una amiga de Hermione, la que vivía en América y estaba casada con el nieto de Newt Scamander y tenían gemelos y eran una de esas familias sonrientes y…
Comprendió a Theo.
—Estoy arriesgándome a actuar como un Hufflepuff y a pesar de ello, te pido que te des un tiempo a solas para pensar en lo que hiciste y dijiste, que asimiles todo y te pongas en el lugar de Hermione.
Nott extendió la mano y apretó su hombro a manera de apoyo.
—Quizá estabas más que seguro de que podías tener a las dos, la que te daba amor y seguridad, y la que te llevaba al desenfreno. —Un escalofrío recorrió a Draco. —Sé que cuando despiertes de tu letargo de necedad, será muy tarde, y tú no eres alguien altruista como para admitir que ahí afuera hay alguien que la merece más que tú. —Rió al oír el gruñido de su amigo. —Querrás a Hermione para ti de nuevo y si continúas actuando como hasta ahora, no tendrás esposa a la que recuperar.
Se alejó de Draco y tomó la botella para beber sin molestarse en hacer uso del vaso que lo había acompañado.
El mago rubio lo miró con algo parecido a odio y pretendió seguridad al volver a expresarse.
—Yo he decidido…
— ¿Empezar algo con Astoria? —Lo cortó Theo, limpiándose los labios con las mangas de su camisa. —No te engañes Draco, no sigas haciéndolo. ¿Has ido a buscarla? ¿Consideraste firmar el divorcio e irte a vivir a una linda mansión con la niña engreída? —Lo miró con atención. —No lo has hecho porque has estado quejándote del por qué te juzgan, por qué no te comprenden, siendo un egoísta.
—Deja de actuar como si estuvieras en mi mente, de una jodida vez, Nott. —Escupió con los labios apretados y el ceño fruncido.
—Te conozco tanto como a ti mismo, Draco y he vivido algo parecido. No estoy en tu mente. —Se levantó tambaleante. — ¿Quieres ir con Astoria? Ve y hazlo. Pero deberías saber que ella tiene un pretendiente, están a poco tiempo de firmar un contrato.
— ¿Qué? —Balbuceó Malfoy.
—Sus constantes viajes no eran más que una parte del cortejo. —Vio a su amigo abrir la boca. —Sí Draco, dije cortejo. Está siendo cortejada por Adrian Pucey. Ha pasado semanas en las Villas y Propiedades de verano de la familia Pucey.
Draco también se puso de pie, frente al otro mago, odiando la idea de admitir que Nott tenía razón, no le importaba Astoria. No sentía enfado al saber que ella tenía otro compromiso, no tenía la necesidad de arrancarle la cabeza a Pucey. Nada.
—No quiero decir que ella te ha utilizado creo que, en su lugar, eras su salvación. Ya sabes, la pequeña Tori siempre tuvo un enamoramiento contigo.
—Pensó que me enamoraría de ella y la rescataría de ese matrimonio. —Adicionó al manifiesto de Theo, recibiendo un asentimiento.
Theodore metió la mano en su bolsillo y luego puso dinero sobre la mesa, una cantidad que posiblemente pagaría media docena de botellas de Whiskey de Fuego.
—Es hora de regresar a casa, Draco. —Palmeó su hombro y pasó por su lado. —Se está haciendo tarde.
Con pasos tambaleantes, Theo caminó hasta la salida. Siendo seguido a los pocos segundos por Draco, ambos en direcciones diferentes.
Malfoy no se iba a dejar manipular así, iba a comprobar una de las afirmaciones de Theo y sabía que luego, todo caería como un dominó.
Astoria entró en la habitación caminando con la elegancia de un cisne y contoneándose en un vestido blanco casi transparente.
—Aún no llego a entender porque siempre tardas tanto en buscarme. —Mordió su labio. —Eres alguien que considera muy enserio eso de tomar el tiempo que necesites.
Se paró junto a Draco y pasó las yemas de sus dedos por su cuello y su pecho, suspirando lentamente.
— ¿No dirás nada, amor? —Ronroneó, esta vez besando su cuello.
El mago se quedó quieto, sin responder su pregunta ni moverse para corresponder sus atenciones.
Astoria lo tomó del cuello y juntó sus labios con desespero.
Draco intentó devolverle el beso, no obstante el tormento que había generado su encuentro previo con Theodore, lo tenían en un estado de cavilación e intentó analizar ese momento. Como ya se había propuesto a sí mismo.
Esos labios que se movían hábilmente sobre los suyos, eran suaves y eran un vano intento de ser dominantes, sabían a fresa, dulce y empalagosa. El aroma que inundaba sus sentidos también era empalagoso y muy genérico. Esas manos eran delicadas pero presurosas. Y cuando se separaron, esos ojos eran verdes y audaces.
Draco jadeó.
Sus labios no eran delicados y tiernos, no tenían un sabor exótico ni se acoplaban a los suyos. Su aroma no era balsámico ni especial, no lo hacían delirar. Sus ojos no eran cálidos ni de color chocolate, ni aceleraba su corazón. Y sus manos no lo tocaban con cariño y sabía que si las tomaba entre las suyas no encajarían como piezas del mismo puzle.
Ella no era la mujer que lo había acogido y amado incondicionalmente, no era quién le había dejado entrar en su vida y tomar todo lo que quisiera. Ella no tenía esa sonrisa que desquiciaba su mente.
La mujer frente a él, no era su dulce y amorosa esposa, a quién había jurado amar hasta su último suspiro. No era quien le había enseñado a amar y abrir su corazón. No era quien le había dado mayor significado a un abrazo y al tomarse de las manos, que al sexo.
Ella no era Hermione.
Ella era Astoria.
No Hermione, nunca podría ser Hermione.
El corazón y el alma se le cayeron a los pies.
Repitan conmigo: AL FIN!
¿Les gustó?
Dios este capítulo me tomó mucho tiempo de escribir, doña Inspiración se fue por más de una semana, luego no me sentí segura con la parte de acción de este cap.
Hoy tuvimos a Hermione on fire, planes para el cumple de Scorp (Adelanto, coincidirá con el capítulo del pasado que va sobre su nacimiento), a Theo cumpliendo objetivos y Draco al punto de golpearse la cabeza en la pared por lo tonto que ha sido.
Dejen sus REVIEWS, por favor. Me tardo un poco pero respondo a todos.
Gracias.
