¡Holaaaaaaaaaa! Volví, no saben cuanto moría por actualizar. Sé que también ansiaban leer. Así que no tardo más.

Leen al nota del final, por favor, es muy importante.

CANCIÓN: OCEANS - SEAFRET


CAPÍTULO 14: Cry for me

Hermione había tenido esa sensación de anticipación durante toda la mañana, por lo que no evitó sobresaltarse por el entusiasmo cuando llamaron a su puerta.

—Adelante. —Dijo logrando sofocar un chillido emocionado.

Sintió nuevamente desilusión cuando fue Draco quien estaba tras la puerta. Lo miró con desdén.

—No me mires así, es evidente que no era a mí a quien esperabas. —Murmuró con cierto enojo.

La castaña odiaba que él la conociera tanto.

—Es solo que llegas antes de lo esperado. —Se excusó.

—Si empezamos antes, tendremos más tiempo. —Encogió los hombros.

—Pero habíamos quedado en una hora porque aún tengo cosas que hacer, no puedo estar a tu disposición.

Se dejó caer en su silla con irritación, bajo la mirada gris de Draco quien, con mucha suerte, logró enmascarar su gesto herido.

—Puedo esperar. —Respondió firmemente.

—Eso o regresar a la hora que… —Fue interrumpida por unos golpes apresurados en la puerta.

Corrió a abrir y sus labios dibujaron una sonrisa al ver a Carlson.

—¿Es ella? —Preguntó mirando a la bebé que el auror sostenía en sus brazos.

—Sí y tómala pronto que tengo que regresar a hacer todo ese papeleo en el que me metiste. —Gruñó enojado, aunque una sonrisa lo delató.

—Gracias. —Se inclinó a tomar a la bebé. Otra sonrisa, esta vez, maternal, adornó sus rasgos.

Draco contemplaba con recelo el intercambio, lo que luego se convirtió en intriga. El tipo que le sonreía y le hablaba con tanta confianza a Hermione, era un auror pero… ¿por qué le traía un bebé?

—Suzanne, por favor notifica a Theodore Nott. —La oyó decir antes de que cerrara la puerta.

Se veía tan hermosa sosteniendo a ese bebé, que se le hizo imposible no revivir el momento en el que la vio sostener a Scorpius por primera vez.

El primer recuerdo de su propia familia.

—¿Quién es? —Preguntó despejando la mente.

—No te… —Se interrumpió, no importaba si él lo sabía. —La única sobreviviente del ataque en Tyne and Wear. —Y luego más para sí misma dijo. —A penas tiene 2 meses.

El rubio solo tardó un par de segundos en recordar el incidente y lo brutal que había sido. Su intriga creció en torno a cómo habían logrado rescatar a la niña, y para él fue inevitable pensar que si ese ataque fue ocasionado por ex mortifagos, fueron muy descuidados.

Él sabía que un error así en la época en la que actuaban bajo el mando del Lord Oscuro podía costarles, no solo la vida, sino muchas horas de tortura junto a la posibilidad de convertirse en la cena de Nagini. Era una de las reglas que los que llevaban la Marca Tenebrosa temían romper. Por lo tanto, pensar que, quienes sean los autores de ese crimen, habían fallado su misión dejando que alguien se salvara; fue algo inherente para su actividad mental.

Se recordó a sí mismo que eran otros tiempos, que no había Lord Oscuro que los torturase por fallar. Así que prefirió cuestionarse la razón por la cual ahora la niña estaba en los brazos de Hermione.

—¿Tú… —Se trabó con el nudo en su garganta generado por la idea que acababa de plantearse. —...la vas… a adoptar?

Hermione volvió a sonreír, embelesada con la bebé.

—No. —Contestó con una suavidad con la que hacía tiempo no se dirigía a él. —Theo la va adoptar. Y si quieres saber más sería mejor que le preguntes a él.

Tan pronto como terminó de hablar, la puerta fue abierta por Theo intempestivamente.

Por su respiración agitada era evidente que había llegado corriendo, se quedó confinado al lado de la puerta, al tiempo que su mirada se detuvo en la figura de Hermione y sus ojos destellaron.

Fue un momento desconcertante para los tres adultos que estaban en la oficina.

Theo sentía algo muy fuerte que lo llamaba a tomar a la bebé en sus brazos y no soltarla nunca más, fue una sensación natural como si uno de sus propósitos de vida hubiese sido llegar a ese lugar y a ese momento.

Draco y Hermione sintieron en el ambiente esa conexión latente de la que Theodore Nott era uno de los protagonistas.

Él se acercó lentamente a Hermione sin desviar su mirada de la niña, sus manos temblaban a ambos lados de su cuerpo, lo que lo llevó a esconderlas en su espalda, receloso de sus propios movimientos.

—Es ella, Theo. —Le susurró la bruja con calma y con duda de interrumpir sus pensamientos. —Es preciosa, tómala.

Nott se encogió cuando la castaña intentó acercarle a la niña. Era tan pequeña, se odiaría si le hiciera daño. Por suerte, Hermione comprendió su temor y no insistió.

Theo nuevamente se acercó y observó con más detenimiento a la bebé. Ya la había visto varias veces antes, cuando fue a San Mungo y luego en el orfanato en Hogsmeade. Aun así, no evitó asombrarse con ella.

Tenía un rostro angelical, con mejillas redondas y pestañas largas y oscuras, recordaba el azul de sus brillantes e inocentes ojos, tan ajenos a la cruel realidad que había destruido todo lo que conocía.

Estaba completamente cautivado.

—¿Quieres tomarla? —Preguntó Hermione notando como sus hombros dejaban de tensarse y sus brazos se temblaban ligeramente a sus costados.

—Yo… no sé… cómo… —Dijo entrecortadamente.

La bruja intercambió su mirada entre los brazos de Theo y los suyos, sin saber cómo poder explicarle.

Draco, a un lado de la oficina, prestaba atención a la escena con algo de incomodidad. Era una situación muy emotiva. Conocía a Nott desde que eran niños y siempre había sido tímido o indiferente ante cualquier situación. Y ahora se mostraba totalmente embelesado por esa niña, y Draco no era del todo ajeno a esa sensación. Supuso que era lo que todos los padres sentían cuando veían a sus hijos por primera vez.

Esa sensación de amor y protección incondicional hacia esa pequeña persona que era una parte tuya.

Recordó tener emociones similares durante el embarazo de Hermione. Por ejemplo, la primera vez que sintió a Scorpius moverse o cuando Hermione le propuso ir a una clínica muggle porque ahí te mostraban al bebé dentro del vientre con unas máquinas, además que podías escuchar los latidos de su corazón y luego podrías tener una fotografía. Pero ninguna de esas experiencias se comparaba a la primera vez que Scorpius lo miró fijamente a los ojos mientras él lo sostenía en sus brazos.

—Draco podrías… —Lo llamó Hermione, haciendo que volviera al presente.

Él comprendió a qué se refería, y fue la empatía que en ese instante lo envolvió, lo que hizo que no dudara al acercarse a Nott e indicarle cómo poner los brazos para sostener a la bebé. Sus brazos temblaban de la misma manera que los suyos lo hacían mientras su madre le indicaba cómo sostener a Scorpius. Captó su miedo y se permitió en ese momento regresar al tiempo en el que eran mejores amigos.

Puso sus manos sobre sus brazos y levantó la cabeza para fijar sus ojos en los de su viejo amigo, al igual que cuando le decía que se escondiera para que su padre no pudiera castigarlo, al igual que la noche antes que él huyera y Draco no hizo nada para detenerlo, aun conociendo sus intenciones.

—Firme. —Murmuró. —Mantén los brazos firmes, ella depende de ti. —Asintió con entereza y retrocedió.

Hermione se conmovió por el intercambio, sabía algo de la historia de ambos pero se dio cuenta que había mucho más.

Avanzó hacia Theodore y le transmitió confianza con una sonrisa al depositar a la bebé en sus brazos.

Él sintió un ligero vértigo cuando percibió el peso de la niña sobre sus brazos. Otra vez notó lo frágil que era y lo hermosa y… suya.

Ella era suya. Su hija, para cuidar, proteger y amar. Desde ese momento, ella era lo mejor que tenía y fue la segunda vez en su vida que sintió que podía dar la vida por alguien, esta vez estaba seguro que la daría por ella.

—Gracias. —Dijo en dirección a Draco y decidió darle una explicación. —El ataque en Tyne and Wear destruyó muchas casas, sin embargo la del final de la calle no fue atacada. —Acarició la frente de la bebé. —Era una familia pobre, supongo que no le dieron importancia. —Dijo con un poco de rencor. —El esposo despertó a tiempo, era mestizo, tomó a la bebé y apareció en el bosque que estaba a metros de la casa, la dejó allí y regresó por su esposa. —Se detuvo por un par de segundos. —La casa era de madera y paja, el fuego la alcanzó y ambos ya no pudieron salir. Los aurores la encontraron horas después por sus llantos y tenía mucha fiebre por el tiempo que pasó en el frío. —Puso su atención en la otra persona en la habitación. —Hermione me ayudó a adoptarla, con lo indispuesto que está el Wizengamot, la parte legal recayó en sus manos. Gracias.

—No tienes por qué agradecerme. —Riñó. —Estarás en periodo de prueba por tres meses y en un par de semanas una encargada del orfanato irá tu casa a evaluar las condiciones en las que vives y si le das lo que necesita. —Caminó hacia él y apretó su hombro. —Aún no ha terminado. Pero te ayudaré a que permanezca contigo. Y ya relájate, harás un gran trabajo. —Regresó a su escritorio. — ¿Tienes todo listo?

Theo quiso pasar una mano por su cabello pero se contuvo sujetando con más seguridad a la bebé.

—Aún no, estuve avanzando con su habitación, aunque no he comprado ropa ni cosas de aseo. —Dejó ver su nerviosismo.

—Bueno creo que entonces te será útil esto. —Se inclinó y sacó una maleta para bebés de debajo de su escritorio. —Es ropa que compré y tejí cuando no sabíamos el género de Scorpius, por suerte no compré demasiado, aunque sí tejí mucho. La estaba guardando para… —Un gesto triste se dibujó en su rostro y encogió los hombros con algo de resignación. —No importa. Puedes usarla.

Sintió la mirada de Draco sobre ella, no obstante, la ignoró, así como ignoró la imagen del ajuar para niña que Narcissa le había regalado y que había guardado con otras de sus pertenencias más apreciadas.

—Muchas gracias. —Respondió Theo. —Tendré que regresar a mi oficina y llamar a un elfo para que me ayude a cuidarla hasta terminar el trabajo.

—No será necesario. —Dijo divertida y tomó un pequeño pergamino de su escritorio. —Te conseguí una cita para tu bebé en San Mungo, solo presenta este pase en tu oficina, no tienes que quedarte.

—Nunca voy a terminar de agradecerte Hermione. Muchas, muchas, muchas gracias. —La abrazó ligeramente, todavía con el temor de dañar a la bebé. —Encargaré a uno de los elfos que termine de preparar la habitación y...

—¿Cómo reaccionó Daphne con la noticia? —Interrogó de repente Draco, denotando su presencia. —No creo que le haya gustado, espero que sepas tener todo controlado.

—Decir que no le gustó fue poco, entró en crisis. —Dijo con indiferencia. —Tenemos un trato, yo no me meto en su vida ni ella en la mía. Así que, esta niña es completamente mía, no hay manera de que sea su hija.

La bruja sintió lástima por la situación en la que Theo vivía, él se movió incómodo.

—Bien entonces será mejor que me vaya pronto. Adiós y gracias, de nuevo.

Hermione lo ayudó a colgarse el maletín del brazo y lo acompañó hasta la puerta.

Tras quedarse solos nuevamente, Draco y Hermione se quedaron en un silencio tenso. Él se aclaró la garganta.

—Entonces…

La castaña lo miró parpadeando por unos segundos, aun desligándose de todas las emociones que había recorrido su cuerpo durante la acontecimiento que Theodore compartió con ellos.

Se dio tiempo para respirar y calmarse, secó el par de lágrimas que habían escapado de sus ojos y luego giró para enfrentarse a Draco.

—He conseguido que Penélope Clearwater vaya a la fiesta por un par de horas. —Comenzó a juntar sus cosas. —También Ginny me comentó sobre una chica que estaba en su mismo año en Hogwarts, ella tiene una pastelería en el mundo muggle. Por lo que separé una cita para hoy.

—Dale las gracias por habernos ayudado a encontrar a alguien. —Afirmó con la cabeza. — ¿Aparecemos ahí?

—Sí, me dio la dirección y conozco una calle que está cerca.

Caminó cerca de él y lo cogió del codo para después hacer una aparición en conjunto.


Theo llegó a casa sujetando a la bebé y haciendo levitar un par de bolsas de papel con los complementos que reemplazarían la lactancia materna y otras vitaminas que la sanadora Johnes le había recetado para su hija.

Un par de elfos se acercaron a él para ayudarlo mientras subía las escaleras para llegar al segundo piso de Nott Castle, donde estaban las habitaciones.

Vivía en la principal residencia familiar por lo que habían habitaciones infantiles, aunque había decidido remodelar la que ocuparía su hija. Ahora ya no era oscura con tonos grises y colores opacos. Alejándose del cliché rosa, optó por el turquesa y el amarillo, en tonos pasteles, junto al blanco. En las paredes habían estrellas y, por qué no, algunas lunas

La cuna tenía un dosel blanco con patrones hechos de hilo dorado y él se había ocupado de escoger una cuna cómoda y blanda, con colchas suaves. También había una mecedora junto a una ventana con una preciosa vista a los jardines y que a la vez tenía cortinas en celeste pastel. Al otro lado de la habitación había una repisa con algún que otro animal de peluche, Nott esperaba pronto poder comprar más. Así mismo había un cambiador y un armario que los elfos ya habían empezado a acomodar con la ropa que Hermione le había dado.

La bebé había vuelto a quedarse dormida luego de la revisión con la sanadora Johnes, sabía que pronto tendría que despertar para comer.

—Tydly. —Llamó a una de las elfinas. —Tydly, ¿sabes cómo utilizar los suplementos que traje para preparar la leche?

—Sí, señor. Tydly sabe cómo hacerlo, su madre le ha enseñado cómo hacerlo. —Asintió repetidas veces.

El mago la había llamado porque si bien era una elfina joven, su madre había sido una elfina con mucha experiencias cuidando bebés, confiaba en ella.

—Entonces te pediré por favor que prepares un poco para cuando la bebé despierte, gracias.

—Sí, señor. Estaré atenta a la señorita. —Hizo una reverencia y regresó a terminar de arreglar el armario.

Theo recostó a la bebé en la cuna y fue, mientras la miraba, que Daphne se hizo presente.

—¿Es ella? ¿La mocosa huérfana? —Tenía una voz suave y femenina pero cuando quería podía sonar como una banshee.

Theodore a veces olvidaba que no solo era Astoria la que se comportaba como una princesa engreída a la que no se le podía negar nada.

—Es mi hija, ya no es huérfana. —Dijo con seriedad, aunque sin voltearse a verla.

—Ni creas por un momento, Theodore, que yo moveré un dedo para cuidarla. Es tu problema, no el mío.

—En ningún momento te pedí que lo hicieras. —Dio media vuelta y la encaró.

Sin importar que gran parte de su tiempo lo pasaba en casa, Daphne no se inmutaba al vestir costosos vestidos, faldas, túnicas y joyas, aunque no hiciera más que sentarse en alguna terraza o caminar por los pasillos criticando lo antigua que era la arquitectura del castillo o viendo paredes mohosas donde no las había.

—Es mi hija, Daphne. Yo la protejo, tú no tienes por qué hacerlo, menos si no lo quieres hacer. —Explicó contundentemente. —Solo te pido que no la insultes y que si vas a estar cerca de ella, limita tus comentarios y acciones negativas, esta niña ya ha pasado por mucho.

Ella no respondió y le dirigió una mirada llena de odio, al igual que a la bebé, antes de marcharse con pasos fuertes, haciendo resonar sus tacones en el pasillo.

Theo reprimió un suspiro.

Aquello no iba a ser nada fácil.


Hermione sostuvo la carta con mucha duda.

Si por Narcissa fuera, ella la mandaría a restregarle el contenido de aquella carta en las narices a Draco. Pero no podía, eso no era parte de su forma de ser. Sí, en algunos momentos pudo haber sido vengativa, no obstante prefería dejar la situación con Draco en paz.

Sintió el peso de aquellas entradas en sus manos. Según Blaise, Draco se estaba esforzando por conseguir esas entradas para Scorpius y ahora ella las tenía.

¿Qué hacer?

Algo dentro de ella, esa parte que la llevó a encerrar a Rita Skitter en un frasco, la parte que también la motivó a poner una maldición en el pergamino en el que los miembros del ED firmaron, esa misma parte, la hizo tomar sus cosas y dirigirse a la oficina de Draco.

Muchos en la empresa la saludaron conforme iba avanzando, la secretaria ni siquiera se molestó en anunciarla, y así llegó a la oficina.

—Buenas tardes. ¿Puedo pasar? —Entreabrió la puerta para asomarse.

—Sabes que no tienes que pedir permiso. —Inquirió con un leve gruñido.

Hermione entró y cerró la puerta tras ella, al mismo tiempo que avanzaba fue sacando el sobre de su bolso y finalmente lo colocó en el escritorio de Draco.

—Blaise me dijo que estabas buscando entradas para la final del mundial de Quidditch. —Notó el gesto de enojo que hizo. —No te enojes con él. —Advirtió severamente. —Hoy me llegó esta carta, es de Viktor. Este será su último mundial y me envió tres entradas especiales. Solo quería decírtelo, así ya no sigues buscando.

La mirada gris de Draco se tiñó de rencor cuando la elevó para mirarla. De pronto, aquella idea de molestarlo ya no era tan buena, hubiera preferido seguir manteniendo su actitud indiferente.

—He estado buscando esas entradas por meses, Hermione, ese iba a ser mi regalo para Scorpius. —La bruja se encogió. —No quiero ser grosero contigo, por lo que será mejor que hagas lo que desees con esas entradas pero no se las des a mi hijo.

Ella se sintió avergonzada de sí misma. Estaba consciente que pasara lo que pasara con Draco era un asunto de ambos en el cual Scorpius no tenía por qué involucrarse. Y ella acababa de hacer eso, utilizar a su hijo para hacerle daño.

¿En qué se estaba convirtiendo?

—Lo siento, ¿de acuerdo? —Admitió su equivocación. —No tomaré lugar en ese tema, tal vez se las dé a Ron. —Guardó la carta. —Los preparativos van bien, George ya fue con Blaise a Edimburgo y casi termina con la parte de los juegos.

—Madre ya envió las invitaciones. —Acotó. —Y ayer fui a la pastelería a terminar de acordar sobre los bocaditos.

—Bien, eso es todo. Me tengo que ir.

Draco la observó irse, sin esperar a que él se despidiera.

Apretó mucho los puños, cuando el enfado regresó a él.

Krum le había enviado una carta y la había invitado a ir a verlo a su último juego en la Copa Mundial de Quidditch.

¿A cuántos más idiotas yendo tras Hermione tenía que soportar?

Y luego estaba ese maldito que la había llevado a cenar y el colmo era que su propia madre la apoyaba en sus citas.

Chequeó la hora y decidió regresar a Malfoy Manor.

Encontró a su madre caminando junto a Scorpius hacia el comedor y los acompañó, escuchando el parloteo del pequeño sobre sus lecciones con la señora Florentia.

Almorzaron todos juntos en un ambiente de calma y alegría, Scorpius era como el rayo de sol que había llegado para iluminar la vida de todos.

Hermione solía llegar minutos después del almuerzo, sin embargo no apareció.

Draco pasó tiempo con Scorpius en los jardines y cuando el clima invernal se hizo más intenso, regresaron a la seguridad de la casa, entonces ya habían pasado cuatro horas desde la hora en la que Hermione normalmente llegaba a recoger a Scorpius.

Ayudó a su hijo a hacer sus deberes, luego lo acompañó a comer su merienda. Y así, seis horas después, Hermione no aparecía.

La alarma reclamó su atención en su mente y la inquietud hizo que comenzara a buscarla.

Primero fue al Ministerio, donde su secretaria dijo que no la había visto desde que salió poco tiempo antes del almuerzo, era la misma hora que había ido a su oficina.

Así que optó por ir a casa, pensando que tal vez ella había regresado a descansar y se había quedado dormida. Sin embargo, no había nadie.

Se negaba a admitirlo pero estaba muy nervioso y asustado.

Decidió ir a buscarla a la casa de Potter, por suerte la Red Flú estaba conectada.

—¡Hermione! —Llamó sacudiéndose el polvo de su traje. — ¡Hermione!

A los pocos segundos Potter corría por el pasillo hacia él, con la varita apuntando en su dirección.

—¿Qué haces aquí? ¿Por qué gritas de esa manera? —Escupió con irritación.

—Deja de apuntarme con tu varita Potter. —Masculló con los dientes apretados. —Hermione no está. No ha llegado a recoger a Scorpius, no está en el Ministerio, no está en casa.

—Puede haber ido a Londres a buscar más cosas para la fiesta. —Argumentó, bajando la varita, más relajado.

Draco se sintió como un estúpido. Ella podía estar en Londres Muggle o en el Callejón Diagon, y él buscándola como un paranoico. Cuando daba media vuelta para irse, otra alarma se encendió.

—No. —Dijo. —Así fuera a tardar 30 minutos en llegar a Malfoy Manor, ella manda una carta. Fue a mi oficina antes de la hora del almuerzo, no regresó al trabajo desde entonces.

Harry lo evaluó inquieto, más que tranquilizar a Malfoy, quería tranquilizarse él mismo.

Habían estado siguiendo a Hermione, luego le habían hecho daño a Scorpius. Y ahora ella no aparecía por ningún lado. No era coincidencia.

—El Cuartel. —Susurró para sí. Si Mione había ido a la oficina de Malfoy, tal vez habían tenido una pelea y ella pudo haber ido al Cuartel a entrenar mientras descargaba toda su furia en la Sala de Cristal. —Quédate aquí, iré a revisar otro lugar.

No oyó su réplica. Apareció en el cuartel, corriendo por los pasillos y subió rápidamente las escaleras. Llegó a la sala de entrenamiento pero estaba desierta.

Al ver a Potter actuar de esa manera, Draco no hizo más que desesperarse. Estaba seguro que habían sido solo 15 minutos en los que su némesis tardó, aun así los percibió como horas.

—No está. —Resopló agitado. —Expecto Patronum. —Murmuró con su varita en alto. —Theo, Hermione ha desaparecido. No Ministerio, no casa, no Cuartel. Malfoy está conmigo. Nos vemos en la sala de reuniones.

Hizo lo mismo con otros dos Patronus, estos dirigidos a Carlson y Hansen pero con el mismo mensaje.

En cuanto finalizó, tomó al rubio del brazo y aparecieron juntos, en lo que Draco suponía era la oficina de Potter.

—Sígueme y no te inmiscuyas en lo que no te conviene. —Ordenó en su mejor tono de auror.

—No me das órdenes, Potter. —Lo tomó del cuello de la túnica. —Estoy aquí por Hermione y quién no debe inmiscuirse eres tú porque si quiero puedo buscarla por mí mismo.

—Pero sabes que no sería suficiente, por eso sigues aquí. —Dijo con una sonrisa ladeada.

Claro que lo sabía. Draco lo empujó contra la pared con enojo y se alejó de él.

Caminaron juntos por algunos pasillos hasta que Potter murmuró alguna contraseña frente a una puerta y esta se abrió. Dentro ya había otras tres personas.

Malfoy pudo reconocer a Theo y al otro auror que había llevado la bebé a Hermione solo tres días antes.

—¿Cómo es eso que Hermione no aparece? —Inquirió el auror desconocido, que para Draco debería ser el tal Hansen.

—Según Malfoy, debió haber ido a recoger a su hijo hace… —Se giró hacia el rubio.

—Hace siete horas, siempre va a recogerlo después del almuerzo. —Dio un paso adelante para tener más atención. —La busqué en su oficina y dijeron que no regresa desde la mañana, cuando salió para ir a mi oficina. Fui a casa y tampoco estaba, Potter la buscó no sé dónde y no la encontró. —Notó que iban a objetar. —Tampoco puede estar paseando por ahí porque hasta ahora siempre me ha avisado cuando va a tardar en ir a Malfoy Manor.

Sus actitudes se tornaron más serias conforme iban asimilando las palabras de Draco.

—¿Carlson, viste a Hermione? —Le preguntó Harry al auror que Draco había reconocido.

—No desde el otro día.

—¿Hansen? —Avanzó un poco hacia él.

—La vi en el hall esta mañana, después de eso no. —Su voz era grave.

—¿Theodore? —Continuó Harry.

—No la he visto desde ayer, cuando fui a su casa en la noche para que me ayude a calmar a mi hija. —Explicó con rigor.

Draco no evadió los celos que sintió al notar a todos esos hombres preocupados por Hermione. Eligió no darle importancia, con tal que ellos lo ayudaran a encontrarla, no importaba otra cosa.

—Harry, han estado siguiéndola. Quizá lo que pasó conmigo fue para despistarnos pero ella ha sido de más interés. —Dijo Hansen acercándose al azabache.

—¿Y qué estamos haciendo aquí? —Los miró alterado a todos. — ¡Vayan a buscarla!

Los aurores y Theo se pusieron en movimiento, apresurándose fuera de sala para buscar un punto de aparición.

—¿Dónde más puede estar Hermione? —Preguntó Draco cuando se quedó solo con Harry.

—Ellos ya saben dónde buscarla, tú regresa a tu casa.

—¿Qué? —Frunció el ceño indignado. —Ni lo creas Potter, sé que ustedes están metidos en algo y estoy seguro que eso se relaciona con esos lugares a los que fueron a buscar a Hermione.

—Puede que sea así y eso no quita que tengas que regresar a tu casa porque Mione puede regresar ahí.

Un furioso Malfoy acortó la distancia con Harry para adoptar una postura amenazante, aunque esta vez se contuvo de hacer algo brusco.

—No me voy a quedar esperando mientras a ella le puede estar pasando un millón de cosas distintas. —Siseó.

—¡Hermione puede regresar ahí, tienes que esperarla! —Le gritó el otro mago con cierta histeria. —Y rápido, estamos perdiendo el tiempo.

Prácticamente lo empujó fuera de la sala y regresaron a su oficina para aparecer.

Draco odió admitir que Potter tenía razón, Hermione podía regresar a casa y debería haber alguien esperándola.

Pasó dos inquietantes horas, dando vueltas por el salón, revisando la chimenea, el jardín y ,¡Salazar!, hasta los baños.

No había ningún rastro.

Se estaba desesperando cada vez más, todas sus sospechas habían estado acertadas. Hermione estaba metida en algo peligroso, junto a Nott y Potter. Las actitudes de todos esos idiotas se lo habían confirmado, eso y otros detalles, por ejemplo; el "Cuartel", el cual Draco suponía que era el Cuartel de aurores, también tenían una sala de reuniones y no se le había escapado las minucias como los mapas, o carpetas de archivos y pergaminos con garabatos.

Iba a poner toda Gran Bretaña de cabeza, y Europa si era necesario, para encontrar a Hermione si no aparecía pronto.

Potter y Nott llegaron a su casa casi tres horas después de que se hubieran separado. Ninguno de los dos tenía buena cara.

—Hemos revisado todos los posibles lugares en los que ella podría estar. —Exhaló Harry, frustrado. —Carlson y Hansen también revisaron y nada, continúan en ello.

—¡Le dije que le pondría un hechizo localizador! —Theo se jaló el cabello con furia.

—¡Le dije que no se expusiera! —Gritó también Harry.

Y luego la estancia se llenó de insultos, maldiciones y palabras malsonantes que escandalizarían a cualquiera.

Hasta que un golpe dentro de la chimenea junto a un quejido, los hicieron callar. Los tres giraron rápidamente con la varita en la mano.

Hermione se desvaneció tan pronto como salió de la chimenea. Estaba hecha un lío con el cabello alborotado, la ropa desgarrada y sangre; había sangre en su rostro, en su cuello, en su pecho, en sus piernas.

Draco fue el primero en llegar hasta ella, se inclinó rápidamente para tomarla en sus brazos y hacer que se recostara en el sofá pero su grito lo detuvo.

—¡No me toques! —Exclamó con parte de la poca fuerza que le quedaba. —Theo… haz… haz… el hechizo. —Susurró agotada, tratando de incorporarse.

—¿Qué… —Preguntó, también inclinándose frente a ella.

—Me atacaron… todos… lanzaron...hechizos…

El mago entendió de inmediato y la apuntó con su varita. Sin embargo, otra voz lo detuvo.

—¿En serio Hermione? —Era Draco. —Sabes que sigo siendo bueno en legeremancia, que no la use no me quita la habilidad. No vuelvas a intentar hechizarme, menos de manera no verbal.

Theo lo miró confundido, hasta que reparó en que la bruja sostenía débilmente su varita apuntando hacia Draco. Negó con la cabeza.

—¿Cuántos fueron? —Preguntó suavemente.

—Cinco o seis, no estoy segura. —Su voz se oyó ronca y desgastada. Draco detestó pensar que podía ser a causa de gritar bajo un Cruciatus.

—Potter trae un pergamino. —Solicitó Theodore, al tiempo que ayudaba a Hermione a levantarse y sentarse en un sofá. — ¿Estás segura? Sabes que no es necesario…

—No los vamos a... atrapar de otra… forma, Theo. —Lució segura y determinada. —Hazlo… de una vez.

El mago asintió y comenzó a murmurar el hechizo en voz baja, humo de distintos colores rodeó a Hermione a medida que nombres de distintos colores salían de la punta de la varita y se quedaban en el aire antes de desvanecerse.

—Lucian Bole… Scott Ancrum… Cassius Warrington… —Comenzó a dictar mientras Harry escribía rápidamente. —… Barnaby Lee… Zacharias Smith… y… Adrian Pucey.

—Adrian Pucey. —Dijo Hermione al mismo tiempo que Theo y se pudo palpar el rencor en sus palabras.

Draco reconoció los nombres, eran mortífagos. Algunos no fueron lo suficientemente importantes como para ser marcados, otros solo fueron simples perros fieles a la causa y a cualquier otro mortífago con más influencia. Eso no quitaba el hecho de que habían sido seis los que se atrevieron a atacar a Hermione.

—¿Qué pasó Mione? —Harry se arrodilló frente a ella.

—Adrian Pucey me llevó con él a una casa y… luego vinieron los demás y comenzaron a lanzarme maldiciones, intenté defenderme pero eran demasiados. Cuando comenzaron a torturarme, Pucey les dijo que se detuvieran, luego me amarró y me dejó por horas ahí. Más tarde regresaron y volvieron a torturarme, hice magia sin varita hasta que la pude recuperar, peleé con todos y escapé.

Seis malditos estúpidos le habían hecho daño a Hermione. La rabia recorrió cada uno de los rincones del cuerpo de Draco. Iba a despedazarlos uno a uno.

Aunque este no era el momento, por lo que volvió a prestar atención a lo que sucedía cerca de él.

—… bien, solo quiero darme un baño… estoy bien. —Oyó decir a Hermione, que se paraba con ayuda de Potter.

Dio un paso hacia adelante para poder ayudarla también, aunque no contó con que Nott lo detuviera. Tuvieron una pelea por medio de sus miradas y cuando regresó su atención a Hermione, ella ya estaba a mitad del pasillo con Potter.

—Déjalos. Ella necesita desahogarse. —Dijo Theo haciendo que el rubio frunciera más el ceño. —Sé que esto no te va a gustar, pero creo que hay más detrás de lo que ella dijo.

—¿Qué… —Balbuceó. —...a qué te refieres?

—Pasó algo más y sinceramente no quiero imaginarme qué.


Hermione se sintió segura cuando Harry la abrazó con fuerza y no solo segura porque ya estuviera a salvo, sino para dejar de aparentar ser fuerte.

Todo su cuerpo comenzó a temblar y las lágrimas bañaron su rostro. Una vez que empezó fue imposible parar.

Adrian Pucey no solo la había llevado con él, no solo había ordenado que los demás se detuvieran y luego la había atado.

—Me tocó, Harry. —Dijo entre sollozos. —Me tocó y me dijo cosas horribles.

Había pasado sus manos por todo su cuerpo, rodeado y apretado su cintura, su trasero, sus senos, una y otra vez. Había pasado su nariz por su rostro y su cuello y la había enterrado en su cabello. La había obligado a besarlo, le había mordido los labios, había deslizado su lengua dentro de su boca mientras apretaba su cuello para que ella no se alejara. Le había susurrado frases desagradables que le habían provocado náuseas.

No quería recordar.

Se odiaba a sí misma por lo mucho que había rogado y pedido para que la soltara, para que la dejara ir, para que se alejara. Debió ser más valiente y agitarse con más fuerza, pudo haber recordado antes que llevaba la navaja que Hansen le había dado. No hizo nada de eso, solo rogó y lloró.

Harry la protegió con sus brazos, repitiéndole que estaba a salvo y que Pucey sería capturado y podría pagar por lo que le había hecho.

Ella no encontró sentido en sus palabras, sí, estaba a salvo pero no podría olvidar lo mucho que había temido el no salir de allí y no volver a ver nunca más a Scorpius y que Pucey cumpliera sus promesas. No olvidaría cuánto había dolido cada Crucio que ellos escupían, el dolor en sus músculos, en sus huesos, sin importar que ella se había resistido a gritar. Era imposible olvidar cómo había sentido que se estaba aferrando a su vida mientras usaba todo de sí para lanzar hechizos, para no sentir nada cuando clavó esa navaja en la pierna de alguien cuyo rostro no reconoció.

Se alejó de Harry y se apresuró a encerrarse al baño. Necesitaba borrar la sangre de su cuerpo, necesitaba mirar sus heridas y encontrar las pruebas de que seguía viva.

Cuando lloró, esa vez, fue por lo agradecida que se sentía por haber salido de allí, entendió que tal vez odiaba todo lo que pasó pero no importaba si aun así podría ver a Scorpius una vez más.

Mientras Draco apoyaba las manos en la puerta, sintiéndose impotente por no poder encontrar manera alguna de confortar a Hermione.

Oyéndola llorar tan desconsoladamente, él recibió otro tipo de tortura.


NOTA IMPORTANTE:

La historia está NOMINADA para ser parte del Calendario Dramione 2021, así que les agradecería mucho si fueran a dejar su voto. (Nunca habían nominado a algo que escribí) Les enviaré el enlace del formulario en los reviews. La votación se cierra el 19 de diciembre. Gracias.

Ahora hablemos del capítulo. Uno de mis grandes deseos ha sido poner algo sobre la adopción en alguna de mis historia y llegó ese momento, sinceramente amo la idea de que niños que han pasado por mucho tengan la oportunidad de tener una familia con personas que están dispuestas a amarlos. Y creo que Theo encaja perfectamente en esa descripción.

Respecto a eso, en mi mente, la familia de la bebé no pudo registrarla correctamente por lo que no se sabe su nombre, así que les pido sugerencias para el nombre de la pequeña princesa Nott. Yo estaba pensando en Aysel porque significa "como la luna", ustedes entienden, aunque espero sus sugerencias.

Otro detalle es que el título no solo va por Draco.

Por otra parte, al fin estoy libre. Se acabaron las clases y ahora tendré más tiempo para escribir. Ya estoy avanzando con el siguiente cap. Gracias a todos por sus buenos deseos, me fue un 100% bien en los exámenes finales y califico para la semibeca que otorga la universidad, así que a esperar los resultados.

Bueno, también ahora sabemos quiénes son parte de grupo de mortífagos, aten algunos cabos. Falta uno pero no es alguien que vaya a causar impacto, así que no se asusten.

Hasta aquí, gracias por leer y apoyar la historia.

Dejen sus reviews por favor, nos leemos pronto.