¡Hello, hello! Sí, lo sé, láncenme todos los tomates que quiera porque lo merezco por tardar.

Aunque, no lo pensé para compensarlos, pero este capítulo es laaargo, el más largo que he escrito (21 hojas en Word) Por lo tanto, prepárense y busquen comodidad. Sin más, con ustedes el capítulo 15 de T&L.

CANCIÓN: HOLD ON - CHORD OVERSTREET


CAPÍTULO 15: De reencuentros y fracasos

—La señorita Atheal. Está lista, amo.

Theo giró hacia ella y sonrió al ver a su hija enfundada en un diminuto vestido turquesa. La prenda era ligera y con algunos delicados intrincados, no como esos otros vestidos pomposos que había visto en la "Twilfit & Tattings".

—Muchas gracias, Tydly. —Volteó nuevamente hacia el espejo y terminó de hacerse el nudo de la corbata. Luego se puso una gabardina gruesa y miró con satisfacción su reflejo.

Revisó el maletín para bebés, asegurándose de estar llevando todo lo necesario.

En las pocas dos semanas que había tenido a Atheal bajo su cuidado, había aprendido tanto, ya sea gracias a Hermione o a los elfos que siempre estaban pendientes. Pequeños trucos para hacerla dormir, reconocer sus distintos tipos de llantos y necesidades y otras cosas aparentemente innecesarias que terminaban siendo muy útiles.

Con un hechizo encogió el coche para bebés, al cual le había desentrañado distintas utilidades. Considerándose preparado para salir, se aseguró de tener el regalo para Scorpius, tomó a Atheal y se colgó del hombro el maletín.

Caminó hacia una de las chimeneas, ignorando a Daphne que estaba rondando por el salón de arte, y partió con un pequeño deseo en el corazón.


—¡Harry! ¡¿Por qué James aún no está listo?! —Gritó Ginny cuando entró en la habitación de su hijo y lo encontró aún con pijama.

Su esposo apareció en la puerta, a medio vestir con la camisa abierta y con solo un zapato.

—Lo siento Gin, ahora lo hago, puedes terminar de prepararte. —Caminó hacia la cuna del niño.

—No, lo haré yo. —Ginny hizo a un lado a su esposo. —Ya te lo pedí y no lo hiciste, termina de cambiarte.

—Pero yo puedo hacerlo…

La pelirroja lo miró con ojos furiosos, apretando con ambas manos el borde de la cuna.

—Estoy enojada Harry, no hagas que empeore.

Él retrocedió lentamente y salió de la habitación.

Su esposa siempre había tenido un carácter fuerte, sin embargo cuando ese carácter se veía alterado por el embarazo, temía que pudiera convertirse en un Bola de Fuego Chino.

Los cambios de humor eran totalmente normales en las mujeres embarazadas, pero deseaba que en su esposa no fueran tan radicales y explosivos. Podía recordar que Fleur tan sólo lloraba todo el tiempo cuando estaba embarazada, de igual forma con Angelina, aunque quizá eso tenía más que ver con George, e incluso Hermione que tenía un carácter especial, no recordaba que ella hiciera sufrir mucho a Malfoy cuando estaban esperando a Scorpius.

Hizo el camino de regreso a su habitación, terminando de abotonarse la camisa.

Pensó que podía calmar a Ginny dándole un adelanto de su regalo de navidad.

Sí, quizá eso funcionara.


Hermione caminó junto a Blaise y Draco por los jardines.

Había algunas personas terminando de preparar la mesa para los bocaditos y el pastel. Una de las ayudantes de Sortilegios Weasley, estaba terminando de revisar los juegos infantiles, un par de elfos estaban alistando el pequeño escenario en el que se presentaría Penélope Clearwater.

Blaise, como el dueño de la finca, hizo un hechizo de clima para que todo el lugar se mantuviera soleado y fresco, en lugar del frío invierno que azotaba Escocia en esa época del año.

— ¿Las chimeneas tienen todas las medidas de seguridad? —Le preguntó al moreno.

—Sí, solo las personas que están en la lista pueden entrar. —Respondió reprimiendo un resoplido.

— ¿Y las zonas de aparición? —Interrogó Draco, ojeando por encima del hombro de Hermione el pergamino que sostenía.

—Lo mismo, solo quienes confirmaron que llegarían por medio de la aparición podrán ser admitidos por las barreras.

— ¿Y las demás…

—Todo ha sido revisado. No entiendo qué tienen ustedes dos con el tema de la seguridad. —Se giró hacia ambos exasperado. —Hasta Potter y el tonto de Nott vinieron junto con unos aurores en la madrugada para poner más escudos. ¿Hay algo que deba saber? —Miró primero a la castaña. — ¿Además de que parece que Nott ha vuelto a ser tu amigo? —Fijó su mirada en Draco.

—No es mi amigo, coincidí con él porque trabaja con Hermione y no tengo por qué explicarte. —Repasó su vestimenta. —Y creo que en lugar de estar cuestionándome deberías estar cambiándote, señor vanidoso, no creo que termines a tiempo. —Fingió revisar su reloj.

Blaise hizo un gesto de indignación que hizo reír a Hermione, antes de correr de regreso al interior de la casa, tropezando unas cuantas veces con sus pantuflas.

—Tendré que volver a revisar cuando todo esté listo, creo que yo también voy adentro, tengo que ayudar a Scorpius. —Dijo la bruja, enrollando su pergamino.

—Tú también tendrás que prepararte. —La detuvo Draco. —Yo solo cambiaré mi ropa, así que yo me encargo de Scorpius.

Ella consideró su propuesta por unos segundos, era cierto que aún tenía cosas por hacer y además si aceptaba, tendría tiempo para terminar de supervisar la organización.

—Todavía no ha tomado su baño, la ropa que usará está en su maletín, ya sabes lo demás. —Asintió en dirección a Draco y siguió los pasos de Blaise.

Últimamente no comprendía a aquel mago de cabello rubio. Había pasado de ser un idiota total a ser un idiota considerado. Aunque para ella eso no cambiaba nada, por lo tanto sus interacciones con él habían estado impresas de indiferencia e impersonalidad, por lo menos de su parte.

Draco ahora era atento con ella, bueno, era más como el Draco con el que ella había creído estar casada y en el que solía confiar. En su interior era tan difícil admitir eso.

Fue a causa de los preparativos para el cumpleaños de su hijo, que tuvieron que pasar más tiempo juntos. Era muy incómodo para ella, menos aún después de lo que le había pasado. Y también era a causa de las pesadillas generadas por ese… incidente, que le dejaba mucho tiempo para pensar en medio de la oscuridad de su habitación.

Tenía tantos "y si" que era imposible discernir entre ellos.

El albornoz abrazó su cuerpo al salir de la ducha y al ver en el espejo el desastre en el que su cabello se había convertido, decidió empezar con ello. Hacía unos años, la primera vez que conoció a Narcissa, ella le habló sobre una poción que la ayudaría con su cabello, controlaría sus rebeldes rizos, les daría brillo y suavidad y los mantendrían ordenados. Y desde entonces, no se había separado de esa poción, era su aliada. Podía probar distintos peinados o simplemente dejarlo suelto, ya no tenía que conformarse con atarlo por completo o invertir tiempo en vano en mejorarlo, había sido una gran ayuda en su vida adulta.

Hizo dos trenzas delgadas en la parte delantera y las cruzó para que simularan una diadema y dejó el resto de cabello suelto. Se maquilló como normalmente lo hacía y luego se deslizó en su vestido de primavera azul mosaico.

Se paró frente al espejo, reconociendo a una mujer adulta, bonita, determinada y… ¿feliz?, sí feliz porque su hijo cumplía una año más de vida.

Esa mañana había estado muy emocionada al pensar en lo rápido que su pequeño ángel estaba creciendo, a veces podía jurar que solo fue hace tan solo unos días cuando podía sentirlo moviéndose en su vientre o despertándose para calmar su llanto. Nadie podía asegurarle que la siguiente vez que parpadeara, Scorpius ya estaría yendo a Hogwarts.

Se roció con un poco de perfume y salió de la habitación para entrar en la contigua, en la que supuso que Scorpius debía estar.

—...se pasea or mi balcón. —Estaba cantando el niño con su infantil voz. —...Iene en la cabeza una campanita y en la cola… —Hermione sonrió cuando él se detuvo y miró a su padre con el ceño ligeramente fruncido. —Canta, papá.

Draco dejó de atarle los zapatos y lo miró desconcertado, para después suspirar. La bruja supo que había llegado a la misma conclusión, si no querían un Scorpius enojado, tenía que cantar. A veces el carácter Malfoy se le desbordaba.

Eso la hizo sonreír más.

—Tiene en la cabeza una campanita… —Entonó con su voz gruesa lo que hacía divertido escucharlo.

—Y en la cola un caracol. —Terminó la estrofa con los brazos en alto. — ¿Mami?

—Oh, claro, cariño. —Hermione entró en la habitación, obviando la mirada sorprendida del Malfoy mayor. —Todas las mañanas viene a la ventana que yo tengo en el jardín.

—Es arga y finita como una bananita.

La castaña abrió la boca para continuar, sin embargo Draco se le adelantó.

—Y de nombre yo le puse… —Echó un vistazo al niño.

—¡Pilín! —Exclamó con una sonrisa que contagió a sus padres.

Draco, todavía riendo, giró la cabeza y su mirada dio con el perfil de Hermione.

Como si nada de lo último le hubiera afectado ya lo suficiente, verla fue otro golpe a su, cada vez más creciente, arrepentimiento y culpa.

Ella era preciosa, la luz filtrándose por las ventanas resaltaba todo en ella, el cariño tácito que fluía fuertemente hacia el hijo de ambos, hizo que su respiración se agitase y la satisfacción cosquillear dentro de su cuerpo.

Hubo un día en el que criticó a Weasley por ser tan tonto como para descartar a una chica como Hermione por otra que solo era una niña boba.

Y la hipocresía le dio una patada en el trasero porque lo que había criticado a Weasley, era lo que él mismo había hecho.

¿Fueron ironías de la vida o fue el haber ignorado lo que su corazón le gritó?

Quizá algún día lo descubriría, aun cuando él necesitaba descubrirlo pronto, en serio necesitaba hacerlo.

Todavía podía recordar cuando Nott le había dicho que era hora de regresar a casa porque se estaba haciendo tarde y Draco había tardado en comprender que no se refería a ese momento, a irse del bar, sino a que estaba tardando al encontrar el camino que lo llevaría de regreso a su hogar junto a su familia.

Y no obstante, él estaba tardando mucho, demasiado, debía admitir.

Podía ir retomando el camino y salir de esa desviación con algo que había estado sopesando largamente en los últimos días.

Tragó, intentando recordar lo que había memorizado y falló estrepitosamente. Bueno, los planes no siempre funcionaban, conseguiría improvisar.

Entreabrió los labios, sintiéndose listo para hablar y...

— ¿Es enserio? ¿Por qué tuvieron que cantar esa? —Irrumpió Zabini en la habitación. —La mejor canción es la de los hipogrifos perdidos.

Draco se mordió la lengua para evitar decir algo realmente grosero e inapropiado, y fingió revisar los nudos de los zapatos de Scorpius.

—Ciertamente esa se llama; "El pequeño hipogrifo que viajó a América". —Masculló Draco, mirándolo de reojo.

—Pero se perdió, ¿o no? —Le dijo con soltura. —Solo vine a decirles que los niños del orfanato acaban de llegar, los dejé en el vestíbulo, junto a la encargada que los acompaña.

Hermione intercambió una rápida mirada con Draco.

—Iré a recibirlos entonces. —Último comenzando a caminar.

—No es necesario, Narcissa ya llegó y está con ellos. —La detuvo Blaise, terminando de arreglar las mangas de su camisa. —Vine para apurarlos a ambos, los demás deben llegar en treinta minutos. Terminaré de prepararme en mi habitación.

Salió con pasos rápidos. Hermione tuvo que darle la razón a Draco al resaltar lo vanidoso que era el moreno.

—¿Puedes ayudar a Scorpius? —Le preguntó el mago. —Iré a cambiarme de camisa, esta está mojada por el baño. Regresaré rápido para que puedas ir a supervisar el resto.

Ella únicamente asintió y se acercó hacia el pequeño para secar su cabello.

Para cuando Hermione regresó a los jardines, la mesa del pastel y los bocaditos ya estaba lista, los juegos también y los elfos estaban por culminar de acomodar las áreas de descanso.

A ella no le gustaban las reuniones grandes, lo había demostrado con su boda, al igual que con los cumpleaños anteriores de su hijo, lo cuales se habían reducido a cenas o días de campo en alguna propiedad Malfoy. La diferencia con aquel actual cumpleaños era que el niño se había sentido entusiasmado con la fiesta de cumpleaños de Victoire en la Madriguera y luego con la fiesta de un Scott, uno de sus compañeros; por lo que Hermione optó por no quitarle eso, ya había hecho demasiados cambios en la vida de Scorpius.

Y en ese instante se encontraba al frente de una gran fiesta de cumpleaños que poco a poco se iba llenando de más invitados.

Se quedó de pie al lado de Draco, que sostenía a Scorpius, mientras recibían a varios Weasley, a algunos empleados de Draco, al antiguo asistente de Hermione, a un lloroso Hagrid, a Teddy y Andrómeda, quién rápidamente se juntó con Narcissa.

Los Malfoy ya comenzaban a retirarse de la zona de recepción para unirse a los demás y dar inicio al evento, cuando una sorpresiva invitada hizo acto de presencia, Luna Scamander.

Las reacciones generadas por su llegada, en su mayoría, fueron de emoción y alegría por volver a ver a la encantadora Luna, que caminaba entre los invitados con uno de sus hijos tomado de su mano y el otro apoyado en su cadera, sin dejar de sonreír y respondiendo a las preguntas con naturalidad.

Hubo un mago, al que no se le aceleró el corazón por ver a una vieja amiga y aliada, no sonrió a manera de bienvenida, contrariamente a eso, contuvo la respiración y si sonrió fue por la nostalgia que lo embargó, su corazón latió únicamente por ella y por lo que volver a verla representaba; porque fue hasta ese momento que no se había dado cuenta de lo mucho que la había echado de menos.

— ¿Nott? —Lo llamó Carlson, sentado a su lado.

— ¿Mmmm? —Se acercó un poco hacia él.

—Si no quieres que tu hija se quede dormida cuando la fiesta aún no comienza, será mejor que dejes de mecer el coche.

El mago alejó su atención de Luna y vio que Atheal estaba con los ojos adormilados. Consideró que era de mala educación que su hija durmiera antes de haber entregado el presente a Scorpius, además, aún no había comido.

—Gracias. —Le dijo a su compañero para luego inclinarse a sacar a la pequeña del coche y entretenerla con una sonaja.

Sin siquiera ser consciente de eso, su mirada nuevamente fue atraída por Luna.

—Si te molestaras en tratar de disimular un poco, tal vez ella ya habría venido a saludar.

Carajo.

Tan absorto como estaba, tampoco reparó en que Draco había caminado hacia él.

—Cállate, Malfoy. —Gruñó, ocultando lo avergonzado que se sentía por ser descubierto.

— ¿Por qué deberías disimular? —Carlson se entrometió en la conversación. Draco lo miró con obviedad y Theo percibió sus mejillas calentarse. —Oh… uh… uh… ¿ex novia? —Observó por unos segundos a Luna que en ese momento se inclinaba hacia uno de sus hijos. —Y tiene hijos. Situación difícil. ¿Terminaron bien, Nott?

El mago se limitó a hacer una mueca, evocando un recuerdo en específico.

—Hace no mucho, me diste un sermón, mi turno ha llegado. —Comentó Draco. —Su esposo está en África en una entrevista, supuestamente su estancia se alargó y ella vino a pasar las fiestas con su padre. Está en Londres desde hace dos días, se quedará hasta mediados de enero.

Theo parpadeó, no logrando comprender a dónde quería llegar ese odioso rubio aunque con su postura complacida no era difícil saberlo tras unos segundos.

—De ninguna manera, Malfoy. Absolutamente no. —Negó con la cabeza repetidas veces. —No voy a meterme en su matrimonio solo porque...

—¿Porque todavía la quieres? —Terminó Draco por él. —Yo no insinué eso, la he visto antes con su esposo, hace como dos años, así que no insinuaría eso. —Casi hizo un gesto de repugnancia. —Me refiero a que puedes hablar con ella, tratar de reparar algo de la conexión que tenían. Puedes volver a tenerla en tu vida como una amiga en lugar de mantenerla totalmente alejada cuando es evidente que la necesitas presente de alguna manera.

Theo nuevamente parpadeó confundido pero esa vez fue porque no creía estar escuchando al Draco Malfoy correcto, el que él conocía jamás le hubiera dicho eso.

—Entonces, ¿si no logras solucionar las cosas con Hermione, te limitarás a tenerla como amiga? —Elevó una ceja.

Ambos ignoraron al intrigado Carlson.

Draco apretó los puños. Solía pensar eso, que las cosas con Hermione nunca se solucionarían y la única relación que tuvieran fuera la de padres y que respecto a lo demás, ella se mantuviera alejada y actuando con apatía. Actuando como lo venía haciendo, detestando su presencia, alejándose de él, ignorándolo a veces. Bendito Salazar. Ya ni siquiera quería su dinero, lo demostraban todos los sobres que había encontrado en casa, los sobres con dinero que él había enviado para pagar los servicios y la comida, ella los había guardado todos, intactos, sin por lo menos ser abiertos.

¿A dónde más habría llegado de seguir actuando tan egoísta y orgulloso?

— ¿Ves que no es tan fácil ir y hablar como si nada? —Irrumpió Nott en sus pensamientos. — ¿Qué pasa si ella aún me mira con odio? ¿Qué hago si…

—No te odio, Theodore. —Oyeron una voz tras de ellos, una suave y tranquila voz que hizo paralizar a Theo.

—Lu… Luna. —Tragó. — ¿Qué tal? —Ladeó y puso a Atheal en su coche, antes de pararse y enfrentar a la mujer por la que había estado bebiendo los aires durante aproximadamente 5 años.

—Todo bien, gracias, sin embargo algo emocionada por… ¡ay! perdón. —Giró hacia el otro mago. —Draco, Hermione me pidió que te dijera que ya comenzarán, que tienes que ir a la mesa principal.

—Iré allí, gracias. —Asintió para luego marcharse.

Luna reparó en Carlson cuando estaba por retomar su conversación con Theo.

—Oh, lo siento. Soy Luna Scamander, solía ser Luna Lovegood, puedes llamarme solo Luna. —Le extendió una mano.

—Yo soy Carlson, el auror Carlson. —No tardó en estrechar su mano.

—Seguramente trabajas con Harry, antes Ron y Neville también trabajaban allí pero ahora Ron trabaja con su hermano y Neville en Hogwarts. Yo me alegro por ellos, ser auror es muy peligroso, aunque ayudan a muchas personas. —Comentó con facilidad.

—Si es peligroso pero fuimos entrenados para eso. —Encogió los hombros.

Algunas personas a su alrededor comenzaron a moverse para pasar por la mesa principal para hacer entrega de su regalo y tomarse fotografías.

La atención de Luna recayó en el coche cuando estaba por retomar su conversación con Theo.

— ¡Un bebé! ¿Es tuyo? —Le preguntó al auror con clara curiosidad.

—No. Es la hija de Nott. —Dijo indignación, apuntando con el mentón hacia el nombrado.

Theo le sostuvo la mirada a Luna cuando ella giró a verlo con interés.

—Felicidades. —Sonrió. — ¿Puedo verla? —Él consintió algo atónito. La rubia se inclinó frente al coche. —Es muy linda, es una suerte que no se parezca a su mamá. —Acarició su mejilla suavemente.

Aquello hizo que Theo contuviera una risa apretando los labios, sabía que debía decirle la verdad la dificultad fue que ella volvió a hablar.

— ¿Cuál es su nombre?

—Atheal.

Luna automáticamente levantó la cabeza con sorpresa y con una sonrisa formándose en sus labios.

—Como… como tu mamá. —Susurró. —Siempre pensé que era un bonito nombre.

—Gracias. Luna yo…

Ella acarició la mejilla de la bebé una vez más antes de levantarse.

—No te odio, Theodore. —Él se volvió a estremecer cuando escuchó su nombre. —Lo dije en serio, ha pasado tiempo y han pasado muchas cosas. —Tímidamente le mostró su mano derecha, con su anillo de matrimonio brillando en su dedo anular. También, señaló hacia el coche. —Ya no somos los mismos de entonces y yo he tenido tiempo para pensar y sé que aquella no fue tu decisión, me contaste lo que pasaba con tu padre y de cierta manera lo entiendo.

—No, Luna. —Dio un paso hacia ella queriendo tomar sus manos entre las suyas, se detuvo, sabiendo que no era correcto. —No tienes que entenderlo, siempre lo supe y cuando… cuando llegaste tú fue tan sencillo olvidarlo. Yo también he pensado, mucho, en realidad. —Soltó una risa nerviosa. —Fui un cobarde y un tonto, mi padre no estaba más y no podía castigarme si por una vez no cumplía con lo que él deseaba. Sin embargo, el temor se mantuvo ahí y te dejé ir. No voy a perdonarme nunca eso. —Fijó sus ojos en los de ella. —Ahora, aunque tarde, sé que debí apostar todo en lugar de rendirme con tanta facilidad. Negociar propiedades, dar dinero, porque eso es lo único que les importa a Daphne y a su padre. Quedarme en la calle habría sido mejor a vivir como lo he estado haciendo, ahora tengo a Atheal y es lo mejor que me ha pasado y es mi hija, solo mía, no de Daphne. —Sus palabras fueron firmes. —Y quizá las cosas no son como me gustarían, aun así, mi vida es mejor con Atheal en ella, soy feliz y sé o espero que tú también lo seas.

Se tomó un momento, esta podría ser la última vez que la viera, no podía solo dejar todo así, aún tenía algo importante que decir, posiblemente lo más importante.

—Perdóname, Luna.

La bruja se mantuvo callada por un largo minuto y justo cuando el segundo sesenta resonó en la mente de Theo, ella estaba envolviéndolo entre sus brazos y presionando su rostro en su pecho.

La pieza que completaba el puzle, al fin había sido colocada.

Theodore recordaba con perfecta exactitud el día en que todo se arruinó.

Daphne, por medio de Pansy, se había enterado sobre su relación con Luna y tan pronto como pudo, regresó de Francia y en lugar de enfrentarlo a él, fue por Luna. Le había dicho sobre el compromiso y había sido muy grosera, luego la dulce Luna llegó a casa con los ojos hinchados y las mejillas sonrojadas, ellos llevaban viviendo juntos cerca de 3 meses en Nott Cottage, y lo que le dijo, él nunca lo olvidaría; "Te amo, Theodore, te amo mucho pero tú has roto mi corazón."

Theo la había seguido cuando ella fue hasta su dormitorio y comenzó a recuperar sus cosas. En medio de esa labor, con ira le gritó lo que había oído de Daphne y él sabía que su rostro lo delató, siendo la confirmación que Luna necesitaba para terminar de irse. Él le envió cartas, fue a buscarla a su antigua casa, a la casa del señor Lovegood, a la casa de Longbottom y a muchos otros hipotéticos lugares en los que no logró encontrarla.

Fue una semana después, cuando salía del trabajo, que entró en un café donde casualmente también estaban Potter y su novia, lo que no fue casual fue sentarse en la mesa de al lado, tras unos minutos escuchó cuando la pequeña de los Weasley le comentaba a Potter que había recibido una carta de Luna, en la que ella le contaba que se mudaba a América porque tomaría clases prácticas con un reconocido magizoologista.

Así, Theodore Nott se quedó sin la oportunidad de disculparse ni de decirle a Luna que él también la amaba.

En el presente ya no podía decirle lo segundo, no obstante, era totalmente imperativo disculparse con ella mirándola a los ojos para demostrar que era sincero y que nunca le volvería a ocultar algo. Y ella lo notó, por eso estaba abrazándolo.

—Yo soy feliz, Theo. —Puso una mano sobre su pecho, sintiendo el latir de su corazón. Ambos sabían que a Luna la tranquilizaba sentir los latidos de su corazón, solía contarlos mientras se quedaba dormida. Cedió contenta y se alejó. —Tengo dos bellos, traviesos y muy curiosos ángeles. Y Rolf… él me ama y yo lo amo y tenemos una maravillosa familia.

—Es bueno saberlo.

—Gracias. Y Theo, creo que deberías darle una oportunidad o por lo menos dártela a ti mismo. —Pasó las manos por debajo de sus ojos. —Creo que será mejor que vayamos antes de convertirnos en los últimos.

Theo advirtió que las personas comenzaban a dispersarse de la mesa principal, por lo tanto al tiempo que Luna iba a buscar a sus hijos, él devolvió el regalo a su tamaño original y tomó a su hija. A mitad del patio se encontró con Carlson y asintió con gratitud por darle privacidad para que él y Luna conversaran.

El peso de una disculpa perdida en el tiempo y la soledad, dejó de sentirse sobre sus hombros mientras sonreía a la cámara, parado al lado de Draco y sosteniendo a su hija.


Penélope Clearwater se quedó unos diez minutos luego de su presentación, poniéndose al día con Percy, Audrey, George y Angelina, al igual que otros grupos de adultos mientras los niños jugaban y corrían.

Draco estaba charlando con Blaise y con algunos de sus empleados que habían asistido, Hermione estaba sentada junto a Ginny, Charlie, Neville y Ron, riendo y bebiendo su cóctel ocasionalmente.

Su mirada miel se paseó por los invitados, sonriéndole a Hagrid y preguntándose qué era lo que Carlson, Harry y Theo hablaban y que los hacía soltar carcajadas. Miró también a los niños que corrían y subían entusiasmados a los juegos, notó a Teddy tomando la mano de Victoire mientras ambos se deslizaban por el inflable que parecía una cascada. La pequeña Molly iba con sus primos Dominique y Fred jugando con burbujas que caían desde una graciosa campanilla del invierno. Lorcan y Lysander corrían junto a James y junto a los niños del orfanato que reían y saltaban contentos.

Hermione pensó en los niños y toda esa alegría y energía que los caracterizaba. Bebió otro sorbo de su bebida, al mismo tiempo que registraba el lugar buscando asegurarse de que Scorpius estuviera divirtiéndose, ciertamente lo había hecho durante la narración de su libro favorito.

Frunció el ceño y colocó su bebida en la mesa cuando recordó que su hijo se había ido junto a James. Se puso de pie y caminó hacia los juegos, sus ojos sin dejar de moverse apresurados. Scorpius no estaba en la zona de juegos.

—James, cariño. —Llamó a su ahijado que corrió a ella. —Cariño, ¿viste a Scorp? Vino a jugar contigo.

—Cop… esich. —Respondió.

— ¿Snitch? ¿Es eso, cielo? —Cogió sus manos. — ¿Scorp fue por su snitch?

—Esich. —Repitió pero esta vez apuntó hacia la espalda de Hermione, donde había un portal hecho de arbustos que llevaba a otra área de la finca.

Hermione acarició el cabello de James y luego miró con el rabillo del ojo a Teddy y Victoire, Scorpius también apreciaba a ambos, posiblemente ellos pudieron vislumbrarlo.

—Teddy, ¿sabes dónde está Scorp? —Se arrodilló para estar a su altura.

—Scorp jugaba con James y los otros niños rubios. —Dijo rápidamente y retrocediendo para volver a jugar.

—James dice que fue buscar una snitch. — Procuró no sonar desesperada.

—¿Snitch? —Apareció Victoire por sobre el hombro del niño. —Vi a Scorpius caminar ahí… — Insinuó hacia el portal. —… con una snitch.

—Gracias, linda. —Fingió una sonrisa y se levantó para ir a buscar a su hijo.

Comenzó a acercarse al portal, sin embargo si su pequeño no estaba por ahí sería imposible cubrir toda la extensión del lugar para buscarlo. Blaise estaba más próximo en su línea de visión y caminó rápidamente hacia él.

—Blaise, Scorpius no está, iré a buscarlo, dile a Draco y ayúdenme. —Masculló en voz baja. —No llames demasiado la atención.

Dijo el nombre de Scorpius repetidas veces mientras caminaba. Era un niño y podía haberse distraído con la snitch pero también estaba en peligro, ya le habían hecho daño una vez y ella temía que pudieran dañarlo de nuevo.

Minutos después oyó a alguien junto a ella, viró la cabeza para encontrar a Blaise. Suspiró aliviada.

—Draco fue por el otro lado, me dijo que te acompañara. —Informó con seriedad.

Pocos metros después Hermione creyó oír algo, deteniéndose a hacer más aguda su audición para indagar el origen del sonido. En menos de un segundo, colocó hechizos insonorizantes a sus tacones y a los zapatos de Blaise para seguir buscando.

Hasta que escucharon un débil gimoteo, sus pasos se hicieron más lentos y Hermione movió la cabeza ligeramente en el desvío que llevaba a otro patio. Y divisó la cabeza rubia y llena de rizos de Scorpius y luego, una voz.

—Anda ven conmigo. —Era una mujer.

Hermione buscó su varita, sin embargo no la había llevado con ella. En un impulso surgido por la necesidad de proteger a su hijo, dio vuelta a la curva e hizo magia sin varita, provocando que quien sea que estuviera junto al niño, cayera como un peso muerto sobre el césped.

Corrió y abrazó a Scorpius que ya estaba llorando y cuando estuvo en sus brazos, se aferró a su cuello y sollozó con más fuerza.

—¿Astoria? —Inquirió Blaise, confundido.

Eso llamó mucho la atención de Hermione que levantó la mirada y reconoció a la otra bruja con solo un vistazo.

—¡Maldita sea, Draco! —Dijo el moreno nuevamente. —¡Draco! —Llamó con fuerza, siendo reprochado por la castaña porque su grito había estremecido a Scorpius. —Lo siento, campeón. ¡Draco!

—Shh… cielo… mamá está aquí no pasará nada. —Hermione consolaba al pequeño con palabras suaves y reiterados besos en su frente. —Mamá está aquí, no llores, shh…

— ¿Por qué gritas así, Zabini? —Dijo Draco, agitado tras ellos.

Hermione abrazó a Scorpius con más fuerza y se puso de pie, enfrentando a su aún esposo.

—Desde que descubrí lo de ella, nunca le hice ninguna afrenta, además de lo que sucedió en tu oficina cuando ella habló con Skeeter e incluso eso no fue por mí, fue por lo que dijo de Scorpius. —Consiguió sonar implacable. —Pero ¿esto? Esto, Draco, es pasarse de la raya y cruzar cualquier límite. Que venga y que haga lo que quiera conmigo, no con mi hijo, nunca con él.

—Pero yo no… —Se vio amedrentado.

—¿Tú no qué? ¿Tú no le dijiste que hoy es el cumpleaños de Scorpius y dónde sería? ¿O no le dijiste que le gustaba el Quidditch y se vería atraído por una snitch?

—Fui yo. —Dijo alguien más. Theo.

La bruja frunció el ceño, boquiabierta.

—Perdón, Astoria estaba ahí cuando le dije a Daphne que hoy saldría a Escocia, al cumpleaños del hijo de Draco. —Explicó acercándose a ellos.

— ¿Y cómo supo la dirección? —Preguntó Hermione con dureza.

Theo pensó por un momento. Daphne estaba cenando con Astoria cuando él llegó del trabajo, él tenía a Atheal en sus brazos fueron a la habitación y… ¡la invitación!

—Ella tomó la invitación. —La respuesta brilló en su rostro. —La dejé en la habitación de Atheal, sin embargo, la encontré esta mañana en mi habitación.

Scorpius continuaba llorando en el pecho de Hermione, por lo que ella no logró pensar más u ocupar su mente en lo sospechoso que era aquello.

—Theo, por favor, encárgate de ella. —Dio una confirmación y volvió a la fiesta.

Como le ofreció pastel a Scorp con el fin de calmarlo, con la ayuda de Narcissa, Andrómeda y un par de elfos, comenzaron a repartir pastel a todos los invitados.

De regreso al otro patio de la propiedad, Blaise no dejaba de otear con enojo a Draco y de ignorar a Theo.

—Esto es tu culpa, Malfoy. —Apretó los puños a ambos lados de su cuerpo. —Ella estaba convenciendo a Scorpius para que se vaya con ella y no quiero saber de otras cosas que le dijo que hicieron que llorara.

—No es mi culpa, no la he visto en semanas y la última vez que lo hice, le dejé en claro cómo eran las cosas. —Se paró frente a él,

—¿Y qué tan en claro se las dejaste como para que intentara llevarse a tu hijo? —Repuso con insolencia. —Apuesto a que le dijiste que esperara a que Hermione te diera el divorcio y en tanto mantendrían las apariencias. ¿Cierto?

—No, Blaise. Le dije que no la quise y que nunca lo haría porque amo a Hermione y que recuperaría a mi familia, cueste lo que cueste. Le dije que lo que pasó fue un error.

—Supongamos que eso fue lo que dijiste, pero parece que ella no lo entendió. —Apuntó en dirección a la quieta forma de Astoria, tirada a un lado.

—Eso escapa de mis manos, no es mi culpa. —Trató de mantenerse impasible. —Nott dijo que ella lo escuchó, no es como si yo le hubiese indicado que venga y secuestre a Scorpius. Y te aseguro, Blaise, que esto no se va a quedar así.

—Tú la involucraste en sus vidas, lo sabes. Porque sino te hubieras relacionado con ella, no habría motivo por el cuál quisiera acercarse a Scorpius.

Draco al instante abrió la boca para refutar y las palabras golpearon su mente cuando se dio cuenta de lo cierto que era.

Hasta antes de… todo, él ni Hermione tenían un vínculo con Astoria y luego él se convirtió en un puente entre Astoria y su familia. Se impidió pensar en lo que hubiera sucedido si Hermione no llegase a tiempo y Astoria se saliese con la suya.

Blaise tenía razón, era su culpa y no podía seguir en la niebla tratando de negarlo.

Asintió lentamente y retornó a la fiesta, no sin que antes que Blaise lo detuviera.

—Creo que lo entendiste. —Susurró en su oído. —Y espero que Hermione no te perdone, porque después de todo, no la mereces. No la merecías cuando comenzaron y no la mereces ahora. Ellos están mejor sin ti.

Draco controló su furia y continuó caminando. Ya le habían dicho eso con anterioridad, solo que escucharlo de su mejor amigo fue aún más difícil de ignorar.

A pesar de ser un susurro, Theo había logrado escuchar. Estaba a pocos metros de donde Draco se detuvo y Blaise no mantuvo su voz tan baja como pretendía.

—Zabini, no me importa como tomes esto, pese a eso, no eres nadie para juzgar lo que Draco hizo o lo que Hermione hará, es cuestión de ellos. —Agitó su varita y despertó a Astoria. La esposa de Potter estaba cuidando a su hija, así que podía seguir las instrucciones de Hermione sin preocupaciones.

Tomó a Astoria del brazo y la arrastró consigo hasta una zona de aparición. Había pasado unas vacaciones con Draco y Blaise en esa finca hacía muchos años atrás, conocía el lugar lo suficientemente bien.


Hermione salió de la chimenea con Scorpius dormido y abrazando su cuello, Draco salió detrás de ella, sosteniendo una caja mediana y rectangular con él.

La bruja caminó con cuidado de no tropezar con los regalos colocados en pilas por la sala de estar. Se felicitó por no olvidar darles una compensación a los elfos de Blaise por su arduo trabajo, además de obligar al mago a darles unos días libres. Ellos habían trabajado tanto en los preparativos de la fiesta y luego en su desarrollo y sabía que continuaban trabajando después.

El rubio la siguió a la habitación del pequeño. Había tratado de hablar con ella y hasta el momento solo recibía evasivas.

Hermione recostó a su hijo dentro de la cuna, al tiempo que Draco dejaba la caja que llevaba a un lado del estante de cuentos.

—Zabini no estaba pensando cuando decidió regalarle un perro a un niño de tres años. —Oyó decir a Draco.

—Voy a tener problemas si no logramos educarlo correctamente. —Comentó también. —Blaise dijo que lo hizo porque recordaba lo bien que Scorpius se llevaba con Crookshanks antes de que muriera.

—Oh, sí. Ese gato no se alejaba de la cuna, la mecedora o donde sea que estuviera Scorpius, e incluso él comenzó a caminar siguiendo al gato. —Sonrió.

—Y sigues pretendiendo que no lo apreciabas. —Dio media vuelta hacia él, sintiéndose familiar con el momento.

—Hermione debes saber que yo… yo no he visto a Astoria en semanas y no entiendo porque inten… —Se vio interrumpido cuando las alarmas sonaron.

Alguien acababa de cruzar las barreras.

—Mierda. —Saltó Hermione, tomando su varita rápidamente y transformando sus tacones en zapatos deportivos. —Quédate aquí, no salgas y protege a Scorpius.

Él cogió su brazo cuando estaba a punto de cruzar la puerta.

—No voy a dejarte salir después de lo que pasó. Iré yo. —Dijo entre dientes.

— ¡No! Quédate aquí. —Aprovechando su desconcierto, en su mente gritó ¡Expulso! enviando a Draco dentro de la habitación.

Cerró la puerta y puso varios encantamientos anti apertura y anti intrusos. Corrió al salón y antes de salir del pasillo de las habitaciones hizo más hechizos de protección y de área, así podría retener a cualquier que fuera por su hijo, asimismo retendría a Draco.

Llegó a la sala de estar cuando la puerta de vidrio que conducía al patio era convertido en polvo por un Finestra y Adrian Pucey hacía su entrada.

—Amor, estás justo aquí, ¿estabas esperándome? —Sonrió aproximándose a ella.

¡Baubillius! —Gritó Hermione y él lo descartó con un ligero movimiento.

—Puedes hacerlo mejor, preciosa, anda, inténtalo. —Extendió ambos brazos.

¡Glacius! ¡Confringo! —Y nuevamente él hizo simples movimientos para repelerlos.

—Te daré una oportunidad más, sólo una porque no podré resistir más estar lejos de ti, no con lo deliciosa que te ves en ese vestido. —Le guiño un ojo y pasó la lengua por su labio inferior.

Hermione sintió náuseas y se obligó a erguirse. Pucey era tan idiota que no se daba cuenta que era ella quién estaba dando oportunidades. Apuntó con determinación

¡Petri… —Dijo en voz alta una parte del hechizo mientras que en su mente resonó otro. ¡Everte statum!

Adrian cayó hacia atrás, tropezando con la mesa de centro.

¡Ascendio! —Lo elevó en el aire. — ¡Expulso! —El hombre colisionó en la pared. — ¡Incarcerous! —Gritó con más fuerza e hizo que cuerdas ataran al patético hombre que terminó cayendo de rodillas.

Respiró agitada. Bien, eso había sido fácil. Tenía que llamar a los demás para que vinieran por él.

¡Expecto… —Comenzó y una fuerza invisible la empujo de lado.

—No tan rápido, preciosa. Immobulus. —Su sonrisa se hizo más amplia al notar el desespero de Hermione al sentir su cuerpo prácticamente congelado.

Adrian la tomó del cuello y la empujo contra la pared, sujetó sus manos haciendo que otras cuerdas la ataran.

—No estaba al tanto de lo mucho que me querías. —Puso una de sus manos frente a Hermione. —Tus cuerdas me dejaron cicatrices pero me encantan, todo lo que viene de ti me encanta. —Su dedo índice, acarició la mejilla de la castaña. —Así que... ¿dónde está ese precioso niño tuyo?

El corazón de Hermione se aceleró, giró la cabeza hacia el pasillo y en ese momento llegaba Draco y chocó con la barrera, su boca se abrió y supo que él estaba gritando.

Percibió el temor y la adrenalina correr por sus venas. Estaba inmovilizada, atada y su varita estaba en algún lugar en el suelo. Tenía pocas probabilidades de hacer algo, sin embargo tenía magia y no siempre se necesitaba una varita para utilizarla. No por nada había pasado tantas horas entrenando con su equipo y en la Sala de Cristal.

—Responde rápido que te tengo que llevar pronto conmigo. —Rodeó su cintura con un brazo.

Hermione intentó un par de veces con un Finite Incantatem, antes de sentirse en control de su cuerpo nuevamente. Levantó una rodilla y golpeó la entrepierna de su atacante. Las náuseas volvieron a ella cuando sintió su erección.

¡Accio Varita! —La familiar madera le dio calidez al tenerla en su mano. Desató rápidamente las cuerdas. — ¡Eres un maldito cerdo repugnante! ¡Orbis! —Falló cuando él se movió hacia un lado. — ¡Spongify!

Adrian esquivó su hechizo y también convocó su varita para enfrentarla.

—No quería hacer esto, amor, tú me obligaste. —Advirtió para luego comenzar a atacarla con varios hechizos continuamente y sin tregua.

Draco, al otro lado de la barrera, gritaba y golpeaba para lograr salir y defender a Hermione. Lo primero que haría sería cortarle las manos a ese idiota por haberse atrevido a tocar a su esposa y mirarla de esa forma, con los ojos llenos de lujuria, luego lo torturaría y lo haría rogar. No obstante, previamente a ello tenía que deshacerse de esas barreras. Tomó su varita y dijo contra hechizos.

Dos minutos más tarde, aún no había terminado y estaba más alterado por salir, esa sensación se incrementó al ver a Hermione perder su varita. Maldita sea, si tan solo ella no hubiese hecho barreras tan poderosas.

Con los dientes apretados siguió recitando contra hechizos, sin quitar su mirada de la afrenta que se estaba llevando a cabo frente a él. Bueno, por lo menos Hermione no estaba tan indefensa, pensó cuando ella golpeó con su codo a su oponente, todavía desconocido para Draco, y luego doblaba su brazo hacia su espalda y a la misma vez, pateaba sus rodillas.

Draco se distrajo al sentir una última y más potente barrera que en el lapso en el que por fin pudo cruzarla, ante él Hermione era estrellada con un fuerte golpe en una de las paredes.

— ¡Ossio Dispersimus! —Gritó hacia el idiota que esquivó su maldición y volteó hacia él.

Adrian Pucey.

El que se había llevado a Hermione y la había hecho pasar por angustiosas horas.

— ¿En serio, amor? —Pucey miró de reojo a Hermione. — ¿Después de todo, sigues con él? —Habló despectivamente cuando se refirió a Draco. —De acuerdo, si lo perdonaste a él, seguramente también me perdonarás luego de que lo asesine.

Hermione intentaba recuperar la respiración mientras Draco y Pucey, tenían un duelo a poca distancia de ella. Convocó su varita y nada ocurrió. Este era su asunto, no el de Draco, él no tenía que estar luchando por ella.

Con renovadas fuerzas, su varita regresó a su mano y siguió los movimientos de Draco para poder coordinarlos.

Agitó su varita y una cuerda se ató en el torso de Pucey, jaló la cuerda hacia ella y cuando lo tuvo a solo centímetros, habló con furia.

— ¡No me vuelvas a tocar! ¡Nunca en tu vida!

Soltó la cuerda, ésta se estiró y Hermione le hizo un gesto a Draco, él lo captó.

Ya habían hecho eso antes, cuando regresaron a Hogwarts tras el fin de la Guerra y en una de las salidas a Hogsmeade, ellos y los demás estudiantes fueron atacados por los mortífagos prófugos.

—3… 2… 1… —Hizo el conteo el rubio. —¡DEPULSO! —Gritó al mismo tiempo en el que Hermione soltaba la cuerda.

El cuerpo de Adrian Pucey, voló sobre el patio y colisionó en el muro que marcaba el fin de la propiedad.

Draco y Hermione corrieron hacia él, dispuestos a terminar el duelo de una vez por todas. La castaña estaba murmurando un Incarcerous cuando el cuerpo de Adrian se hizo borroso y luego desapareció.

—No… no, no, no. ¡Maldita sea, bastardo de mierda! —Gritó Draco cuando llegó al punto en el que segundos previos estaba Adrian Pucey. Retrocedió y se paró delante de Hermione. —En este momento, tú me vas a explicar todo.

Entraron en su destrozada sala de estar, lo primero que hizo Hermione fue revisar la habitación de Scorpius.

—No está ahí. —La detuvo el rubio. —Aparecí en Malfoy Manor y lo dejé con mi madre.

Ella se sintió aliviada, y juntos limpiaron y repararon todos los destrozos. Una vez todo estuvo en su lugar, se sentaron para dar paso a una conversación que Hermione sabía que en algún momento debía suceder.

—Quiero precisar que no te dije lo que pasaba porque es peligroso y te conozco, no te hubieras quedado al margen. Si me pasaba algo, Scorpius te tendría a ti.

Draco estrechó los ojos en su dirección.

—Odio eso de ti. Toda esa valentía que hizo que te pusieras en peligro desde que entraste en mundo mágico, posteriormente que incluso te pusieras en primera línea en la Guerra.

—Lo dijiste, es parte de mí. —Sonrió orgullosa y comenzó a contarle todo sobre el escuadrón de élite que Kingsley había formado.

No tenía sentido seguir ocultándolo cuando Draco estaba al tanto del ataque directo a ella, sobre los escudos y protecciones en casa, no era tonta y sabía que él ya había sospechado algo.

Era otra cuestión el dejar que se involucre, lo mantendría informado pero estaba muy claro que ese era su asunto y Draco no tendría por qué inmiscuirse. Lo importante era Scorpius, siempre lo sería y se mantendría firme respecto a sus primeras premisas, si a ella le pasaba algo, su hijo tendría a Draco.


Adrian terminó de beber la poción revitalizadora y luego lanzó el frasco en una pared, causando que se rompiera con un fuerte estruendo.

—¡Astoria, ven aquí! —Gritó quitándose la camisa y recostándose para esperar a que la poción terminara de cumplir su función.

La puerta se abrió cinco minutos después y gracias al sonido de los tacones supo quién era. No esperó a nada más para levantarse y arrinconar a Astoria contra la puerta y comenzar a besarla apasionada y furiosamente.

Con un ligero movimiento de su mano, se deshizo de su provocador vestido, dejándola en ropa interior. Ella gimió cuando una de sus manos bajó y apretó su trasero y la otra uno de sus senos. Ambos compitieron por el dominio en medio de su abrasador beso.

Astoria se aferró al torso de Adrian, deslizando sus manos por sus abdominales, sus oblicuos y luego la cintura de sus pantalones.

Ellos tenían muchas diferencias, a veces apenas podían tolerarse, pero en la habitación, joder, en la habitación era el único sitio en el que podía nacer la comprensión entre ellos. Les había tomado poco tiempo conocer todo del otro para lograr el placer, actuaban en sincronía y su pasión y desenfreno estaba al mismo nivel.

Cuando sus cuerpos se unieron, ella gritó y él gruñó, tras eso todo fue intenso y vehemente.

Aquel no era otro encuentro con el objetivo de alcanzar la satisfacción de sus deseos; este tenía como fin el encontrar la liberación y borrar sus frustraciones.

Sus movimientos frenéticos y desesperados, decían una cosa, no obstante sus ojos fuertemente cerrados, exhibían la verdad. Ambos deseaban estar en otro lugar y con otras personas. Era su mayor deseo.

Quizá además de lo que pasaba cuando sus cuerpos sucumbían juntos a las pasiones carnales, no era el único punto en el que se comprendían. Ellos tenían otro objetivo en común y sin importar los fracasos de ese día, lo lograrían.

En tanto, continuarían ahogando la sensación de fracaso que abrumaba sus mentes y que en ese instante de pasión compartida, se iba desvaneciendo poco a poco.

Sí, poco a poco, de la misma manera en la que se acercarían a su objetivo.


En primer lugar quería agradecerles nuevamente por votar por T&L para el Calendario Dramione 2021, ¡TENEMOS EL MES DE DICIEMBRE! que coincide con el cumpleaños de Scorpius, como este capítulo.

Otro punto es que como sabía que estaba tardando en actualizar, en el grupo de Facebook Dramione Fanfics, compartí una imagen con el adelanto de este capítulo. Así que se me ocurrió crear cuentas en Facebook e Instagram para poder estar en contacto, interactuar, compartir cosas Dramione. ¡Manténganse pendiente a mi perfil en estos días que ahí publicaré los enlaces.

Y finalmente...este cap ha sido una montaña rusa. Tiene todo lo que he planeado. ¡El reencuentro de Theo y Luna, aparición de Astoria, otro ataque a Hermione, Draco enterándose del escuadrón y... Adrian y Astoria! Bien, sí, ellos dos eran la pareja que estaban en pleno frutifantástico cuando Theo, Harry y los demás fueron a la cabaña de Aurora Flemont. Esto está muy largo, así que hasta aquí.

Gracias por apoyar y leer este fic, espero sus review.

Hasta una próxima actualización.