¡Hola! Me puse como propósito actualizar antes de que termine el mes, según la hora de Perú, estoy cerca de lograrlo.

Espero que les guste este capítulo.

CANCIÓN: HEY JUDE - THE BEATLES.


Una familia valiosa

Hermione alzó la cabeza cuando oyó la puerta abrirse y sonrió al ver entrar a Draco, su esposo. Oh Merlín, tres meses después y aún no se acostumbraba a esa etiqueta pero, paradójicamente, al mismo tiempo la amaba.

¿Tienes todo listo? —Le preguntó Draco, acercándose a ella.

Sí, tengo la maleta lista. ¿Y tú? ¿Terminaste con todo el papeleo? ¿Dónde está Scorp? —Soltó las preguntas aceleradamente.

Ese era su último día en San Mungo, luego irían al departamento y darían comienzo a su nueva vida familiar.

Las ansias crepitaban dentro de Hermione.

Esas fueron muchas preguntas. —Llegó a ella y tras acariciar su rostro, dejó un suave beso en sus labios. —Ya liquidé la cuenta y la sanadora Johnes, traerá a Scorpius después de unas últimas revisiones, también nos dejará utilizar la chimenea de su consultorio.

¿Por qué no podemos salir por la puerta principal como las personas normales?

Porque las personas normales no son heroínas de guerra ni mortífagos desertores. —Sus palabras fluyeron con simplicidad, bordeando el sarcasmo. —Lo que se traduce en que los reporteros han causado todo un revuelo en el lobby y la puerta, después de que un indiscreto medimago le dijera a esa tal Brown que Scorpius había nacido.

¿Tanto revuelo como el que hicieron en Malfoy Manor, cuando apareció la repentina acta de nuestro matrimonio? —Ambos rieron recordando el incidente y cómo Narcissa se las había arreglado para deshacerse de todos los reporteros. — ¿Te digo algo? —Draco asintió. —Tengo miedo de lo que tenemos que enfrentar al finalmente llegar a casa. ¿Estaremos listos para actuar como padres?

Draco sentía lo mismo, aunque era reconfortante saber que no enfrentaría aquello solo y Hermione también debía saberlo. Se puso frente a ella y la rodeó con los brazos.

No, no estamos listos, pero... ¿sabes qué?, estamos juntos y eso será suficiente para actuar como padres. Hemos logrado llegar a este momento sin muchos contratiempos, además eres Hermione Gran… no, eres una Malfoy y si eras espectacular cuando eras Hermione Granger, ahora que eres una Malfoy, serás aún mejor. Y yo soy Draco Malfoy, los dos somos inteligentes y persistentes, podremos hacer esto juntos, hay alguien por el que vale la pena intentarlo y él depende de nosotros, nos escogió como sus padres y no vamos a decepcionarlo.

Su esposa sonrió con los ojos brillando por las lágrimas de emoción contenida. Eso era lo que necesitaba para infundirse de seguridad y dejar que la razón y la lógica despertaran en su cerebro.

A pesar de no estar listos, estaban dispuestos a dar lo mejor de sí mismos para ser los padres que ese pequeño ángel merecía.

Gracias, te amo. —Susurró, poniéndose de puntillas para besarlo.

El rubio trató de profundizar ese beso y lo habría conseguido de no ser porque alguien llamó a la puerta a los pocos segundos.

Debe ser Johnes. —Gruñó, retrocediendo y tomando la maleta de Hermione y la del bebé. —Yo también te amo y ahora, volvamos a casa.

Abrieron la puerta y su sanadora estaba frente a ellos con Scorpius en brazos.

Este guapo muchacho está listo para conocer su hogar. —Se lo tendió a la castaña y ella lo tomó lentamente y con mucho cuidado.

Estamos muy agradecidos con usted por todo, sanadora Johnes.

Oh, no se despidan, aún tendré el gusto de seguir viéndolos en las siguientes visitas de control del pequeño Malfoy. —Deslizó un dedo por la adorable mejilla del bebé. —Ustedes han sido mi pareja favorita, y sería yo quién les agradezca por permitirme traer a un bebé tan precioso al mundo. —Esbozó una sonrisa. —Y sigan cuidando de él tan bien como lo han venido haciendo. Ahora síganme.

Draco rodeó los hombros de Hermione con un brazo mientras la sanadora los conducía hacia su consultorio. En el camino, ella no pudo evitar asomarse a una ventana y ver a un grupo de personas reunidas en las afueras del lugar.

Me preguntó qué querrán realmente. ¿Crees que si les damos una fotografía de Scorpius, se queden tranquilos? —Miró a su hijo mientras retomaba el paso junto a Draco.

Hacemos eso y luego nos lloverán las propuestas para que Scorpius se convierta en modelo de túnicas para bebés. —Sonrió de medio lado, recibiendo una mirada condescendiente por parte de Hermione. —No me mires así, todo el mundo piensa que nuestro hijo es muy guapo y yo no me canso de oírlo.

A mí no me molesta, siempre y cuando, no contagies de todo tu narcisismo a Scorp.

Draco bufó, caminando junto a ella y colocando otra vez su brazo alrededor de sus hombros.

Hermione fue la primera en entrar en la chimenea, envolviendo de manera más protectora a Scorpius en sus brazos.

El primer vistazo del departamento, luego de tres días en San Mungo, fue el de una sala de estar con muchos globos verdes, blancos y azules y de distintos tamaños, dispersados por la estancia. Había un enorme conejo blanco de peluche, al lado de los sofás. Un par de arreglos de flores, uno con rosas blancas y otro con lirios, pequeñas lantanas de colores y algunas aquilegias caeruleas. Ya había recibido flores como felicitaciones durante su estadía en San Mungo, además de una canasta con variados dulces mágicos y muggles, de parte de Ginny y Harry.

Lo que llamó su atención fue el precioso moisés de oro con dosel de seda.

¡Es el que Narcissa mencionó! —Exclamó sorprendida y se volteó para ver a Draco que la apreciaba con una sonrisa.

Fue hasta él y puso al bebé en sus brazos, para inmediatamente lanzarse a examinar el moisés que la tenía tan encantada.

Era tuyo, incluso Narcissa me mostró fotografías de cuando eras un bebé y dormías aquí. Es tan hermoso como lo imaginé. —Deslizó las manos por los costados y el interior. — ¡Y mira! —Levantó un cojín de color azul rey con letras bordadas en dorado. —El nombre de Scorp está escrito aquí.

No recuerdo haberlo visto antes, supongo que madre lo guardó. —Se acercó con pasos lentos y sin dejar de observar de reojo a su hijo.

¿Y esos regalos? —Jadeó al ver algunas bolsas y cajas sobre la mesita de centro.

Todo esto… —Apuntó con el mentón. —Es obra de Blaise y de madre, yo los ayudé un poco en los regalos. Algunos son para ti, otros para Scorpius y uno para los tres.

Él se sentó en uno de los sofás, luchando por sentirse seguro de sus movimientos. Algunas sanadoras y su madre le habían indicado muchas veces cómo sostener a su hijo y a pesar de ya haberlo hecho en repetidas ocasiones a lo largo de los tres pasados días, todavía no lograba sentirse seguro.

Estaba embelesado, detallando el rostro de su pequeño Scorpius, aun logrando identificar cómo alguien podía encontrar semejanzas con él en ese rostro, prácticamente, angelical. Los ojos de Scorpius eran grises y muy brillantes, los suyos eran opacos, tenía rasgos suaves, no angulosos y puntiagudos como los de él y en la cima de su cabeza se lucían pequeños rizos rubios.

Observándolo así, se daba cuenta del por qué para su madre era un querubín.

Observándolo así, era casi inverosímil creer que fuese una parte suya, tal vez de Hermione si podía provenir algo tan hermoso. Pero… ¿de él? ¿De Draco Malfoy?

Sin embargo, eso fue totalmente posible y él no podía estar más contento, agradecido y con esperanzas renovadas.

Su burbuja de inseguridades disipantes, se rompió cuando oyó otro jadeó de Hermione.

Estaba abriendo una de las cajas y sacando un vestido casual de color beige.

¡Es tan… —El bebé se removió ligeramente en los brazos de Draco, haciendo que él le hiciera un gesto a la bruja para que module su voz. —Perdón, es muy bonito. Y es de los que son especiales para la lactancia. —Lo dobló cuidadosamente y lo guardó en su caja.

Los demás regalos fueron también prendas de vestuario, un abrigo largo, un vestido verde de parte de Draco, un par de pijamas de seda, otro par de camisones especiales, pantuflas y zapatillas; además de cremas y un cojín que la ayudaría en la lactancia. Otra parte de las bolsas y cajas, contenían dos maletines para bebés; uno que parecía un bolso y que Hermione ya ansiaba llevar consigo al trabajo, y otro de cuero que, obviamente, era para Draco; algunos juguetes para bebés, un adorable y diminuto abrigo, jerseis abrigadores, pijamas con el emblema de Slytherin y unas encantadoras toallas y cobijas.

Cuando terminó de desenvolver y abrir los regalos, una única caja quedó en la mesita de centro.

Hermione la cogió, entusiasmada y al abrirla, unas llaves resplandecieron. Sus ojos se inundaron de confusión al fijarlos en Draco.

¿Por qué unas llaves? —Susurró, evidentemente desconcertada.

Son nuestras llaves. —Le respondió con una sonrisa.

¿Tú… en serio? —Rió con nerviosismo. —Son… son… ¿de nuestra casa?

Exacto, son las llaves de nuestra casa.

Ella corrió hacia él, deteniéndose a pocos metros, sin querer que su efusividad afectara de alguna manera a su hijo. Se puso de rodillas frente a él y colocando una mano sobre la que Draco tenía sosteniendo la cabeza del bebé, extendió la otra para acariciar su mejilla.

Gracias, Draco. Por darme una familia, por hacerme amar, por darme el privilegio de ser madre, por todo. —Su voz emitía un tono tan tranquilo y con palabras rebosantes de cariño.

El mago se inclinó un poco y juntó sus frentes, sus labios estaban a pocos centímetros de distancia, causando que se rozaran cuando él habló.

Te amo.

Y se besaron con parsimonia, compartiendo otro momento de dicha y felicidad. Sus labios entreabriéndose y acariciándose, disfrutando del contacto, suspendidos en ese instante donde nada podía ser más perfecto.

Al separarse, ambos bajaron la mirada para encontrar a Scorpius parpadeando hacia ambos, seguido de un tierno bostezo.

Bueno, eso sí lograba hacer todo más perfecto.


Un gimoteo despertó a Draco y mientras el sueño se desvanecía de él, el gimoteo se convirtió en un llanto.

Restregando sus ojos, encendió la lámpara de su lado de la cama y caminó hacia la cuna. Scorpius lloraba extendiendo los brazos y apretando y soltando sus pequeños puños.

El feo gato de Hermione se asomó de debajo de la cuna, observando a Draco en tanto él tomaba al bebé.

Se aseguró de que el pañal estuviera limpio y seco, y tras un vistazo de reojo, se percató que hacía poco más de tres horas Hermione se había levantado a cambiarle el pañal.

De acuerdo, no era eso. Lo estaba meciendo a la altura de su corazón, así que tampoco podía estar llorando por falta de contacto.

¿Qué pasa, Scorp? —Le susurró. Se sentía tan pequeño en sus brazos, y esa sensación empeoraba al ver unas cuantas lágrimas deslizarse por su rostro. Al estirar una de sus manos para limpiarlas, su hijo volvió la cabeza hacia su palma.

Oh, era eso.

Draco se habría golpeado la frente de tener las manos libres. Hizo una nota mental de poner más empeño en reconocer su llanto y atender sus necesidades.

Hermione… —Llamó suavemente con el pesar de despertarla. Ella había calmado al bebé las dos veces anteriores que había despertado a lo largo de la noche. —… Hermione.

Mmmh. —Se removió.

Scorpius tiene hambre.

Ella giró hacia él, parpadeando somnolienta.

Está… —Bostezó. —...bien. —Se irguió y se apoyó en la cabecera de la cama, tras deslizar el tirante de su camisón, con ayuda de su esposo acomodó al niño en su pecho y luego el llanto se había silenciado.

La castaña pasaba los dedos por el desordenado cabello del bebé, al tiempo que éste la miraba fijamente.

Draco se sintió como un intruso en aquel momento, no obstante, no podía desviar su atención porque presenciar esa tácita conexión era impresionante.

Minutos después los ojos de la bruja comenzaban a cerrarse, al igual que los grises de Scorpius que empezaba a succionar con menos frecuencia y paulatinamente. Su padre se inclinó a tomarlo, otra vez, volviendo a mecerlo con ligereza a medida que caminaba hacia la cuna.

Lo observó hasta que su respiración se ralentizó y regresó a la cama, al mismo tiempo que Crookshanks se recostaba nuevamente a los pies de la cuna.


Mientras Hermione tarareaba villancicos desde la sala, terminando de escribir las tarjetas de felicitaciones, y Scorpius estaba recostado en el moisés con el móvil tallado en madera* levitando sobre él, Draco estaba en la cocina probando la salsa de arándanos

Por culpa de un tonto juego, terminó siendo él el encargado de preparar la cena de Navidad y había pasado los días anteriores perfeccionando su preparación de pavo asado, y esperaba que el que estaba en el horno quedara tal cual el libro de cocina lo describía.

Su esposa lo había ayudado preparando devils on horseback, coles de Bruselas y zanahorias, también la había visto llorar cuando ella horneaba galletas de jengibre.

Logró comprenderla cuando le comentó que su madre le había enseñado a hacerlas y que la última Navidad que pasó con sus padres fue ella quien las hizo, y según le fue contando, ese era un detalle muy importante en su tradición familiar.

Y él se propuso hacer de esas primeras Navidades como familia, unas muy especiales. Ahí era donde radicaba su esfuerzo.

Hermione no se despegó de la cámara fotográfica, sacando instantáneas de Scorpius bajo el árbol, la sonrisa satisfecha de Draco al abrir el horno, los tres frente al árbol y en el balcón del segundo nivel del departamento, la mesa lista con la primera cena hecha, en su mayoría, por Draco.

Fue una preciosa víspera de Navidad y tanto Hermione como Draco, estaban muy felices de haberla compartido con su preciada familia.


Hermione colocó un hechizo que simulaba el sonido del mar, alrededor del coche. Había sido un consejo de Andrómeda y luego de probarlo un par de veces, se dio cuenta que ese sonido, alargaba el sueño de su bebé; lo que le permitía tener periodos más largos de trabajo.

Artylous, había esperado menos de un mes después del parto, para comenzar a enviarle todo el papeleo que se había acumulado en su ausencia y aunque Draco se obstinó en denunciar a su Departamento por el incumplimiento de la licencia por maternidad, los asuntos pendientes eran en demasía importantes para continuar aplazándolos.

Únicamente había terminado de leer todos los reclamos que muchos magos y brujas hicieron sobre las Medidas de Regulación Laboral para Elfos, aprovechando su temporal ausencia; cuando un sonido en la chimenea la alertó de la llegada de alguien.

Revisando la hora, supo que no era Draco y solo bastó oír una exclamación para saber quiénes la visitaban.

¡Estúpida chimenea! —Era Ron.

¡Cállate, Ronald, hay un bebé cerca! —Y esa era Ginny.

Los pasos de ambos se acercaron a donde Hermione estaba en la sala de estar de su nueva casa.

¡Hermione! ¡Hermione! —Gritaba el pelirrojo, la sonrisa se borró de los labios de la castaña cuando notó a su hijo removerse. —¡Hermio… ! ¡Ahí estás!

Shhh. —Respondió enojada, poniéndose de pie para mover de un lado a otro el coche.

Su mejor amigo abrió la boca, preparando una respuesta que por suerte fue detenida por la varita de Ginny, quién comprendió rápidamente la situación.

Al menos cinco minutos después, Scorpius se volvió a quedar dormido.

Sus horas de sueño han ido disminuyendo durante el día, por la noche es otro caso. —Explicó invitando a sus amigos a sentarse. —Draco está muy cansado, duerme aproximadamente cuatro horas, adicional a eso, tiene que ir al trabajo, asistir a reuniones y ocuparse de la mudanza. Las noches son agotadoras para nosotros, y todavía no terminamos de acomodar esta casa.

Malfoy se debe ver más horrible que de costumbre con ojeras. —Soltó Ron, en voz más baja, por poco un susurro. —Si la paternidad es así, prefiero evitarla.

A mí me parece que es algo maravilloso. —Repuso Ginny como reproche a su hermano. — ¿Cómo es? —Le preguntó a la otra bruja.

Tienes razón es maravilloso, eso no quita que no sea una gran responsabilidad. Él depende de ti y aunque no haya ninguna expectativa que cumplir, te esfuerzas por no decepcionarlo. Y la recompensa es él, todo él. —Desvió su mirada hacia el bebé que dormía pacíficamente.

¿Y cómo lo está haciendo Malfoy?

Draco y yo estamos aprendiendo mucho. Él realmente se esfuerza y es un gran papá, muy atento, responsable y, a su manera, amoroso. ¡Oh, Godric! Adora a Scorp.

¿Scorpius? No puedo creer que permitieras que tu hijo reciba ese nombre, es tan ridículo como "Draco" —Se enfurruñó Ron. —Y tampoco comprendo por qué dejaste que otro mortífago sea su padrino.

Hermione percibió esas palabras como un agravio hacia ella y su familia. Comprendía las suspicacias de Ron, había perdido un hermano durante la Guerra y ese fue uno de sus grandes motivos para convertirse en un auror y sumarse a la búsqueda y captura de mortífagos, en los pasados cinco años. Tenía ciertos resentimientos pero Hermione creía que a esas alturas de su amistad, él confiaba en su juicio y criterio.

El nombre, Ronald, lo elegí yo. Narcissa fue la única Black que continuó la tradición de nombrar a los niños en base a la astrología. No es para nada ridículo. —Sus mejillas se encendieron en un brillante rubor. —Y también fui yo quien sugirió que Blaise fuera su padrino, es el mejor amigo de Draco y si no vivieras encerrado en tu mundo blanco y negro, te darías cuenta de que es una buena persona.

A Ron se le desencajó la mandíbula y los colores se le subieron al rostro. Hermione acababa de tambalear sus ideas que afirmaban que Malfoy tenía una gran influencia en ella o que la dominaba de alguna forma.

Lo siento, aún es muy difícil hacerme a la idea de tú y Malfoy, casados y… formando una familia. —Se justificó, avergonzado.

¿Aún? Ron, hace medio año que sabes sobre mi relación con Draco. Y bueno, sí, los acontecimientos volaron pero Scorpius no tiene culpa de nada, así que no tienes por qué despotricar contra él.

Se puso de pie para recoger sus pergaminos, haciendo caso omiso a la expresión entristecida y abochornada de su amigo.

Es tiempo de superarlo Ron, Mione escogió al hurón por algo. —Ginny golpeó la cabeza del mago. —Además mira a este bebé, parece un ángel. ¡Vamos Mione, déjame despertarlo!

Hermione se volvió a ella con una sonrisa agradecida.

Lo siento, Gin. A veces a mí tampoco me gusta cuando se queda dormido porque la casa parece vacía. —La sonrisa se mantuvo en sus labios. —Pero no lo voy a despertar, aunque no lo creas, si lo hago se convertirá en un pequeño gruñón.

Ginny hizo un mohín, regresando al sofá.


Entonces, tenemos un trato. —Aseveró Draco con un elegante asentimiento.

Los demás allí reunidos se pusieron de pie y comenzaron a estrechar las manos y a hacer comentarios sobre lo fructífera que resultaría esa alianza y lo pronto que verían positivos avances.

Draco, en cambio, no dejaba de ver su reloj.

La reunión se alargó inesperadamente y ya habían pasado más de cincuenta minutos de la hora a la que le había asegurado a Hermione que llegaría, además de la impaciencia que crecía dentro de él; necesitaba regresar a casa, pronto, no quería tener que esperar más.

Buenas tardes, señor Malfoy. —Finalmente comenzaron a despedirse y Draco quería empujarlos uno a uno por las puertas.

¡Qué se moría por ver su familia!

Tras regresar a su oficina y tomar sus cosas, ni siquiera se molestó en utilizar las chimeneas, optando por la aparición.

Oh, ¿qué fue eso? —Oyó decir a Hermione en la sala de estar. — ¿Fue papá? ¿Si? Vamos a ver a papá.

"Papá", todavía sentía que la palabra le quedaba grande.

Hacía años, en una cena con sus socios, donde uno de ellos llevó a su hija y al ver su interacción, Draco se creyó muy ajeno a esa palabra y a su significado. Mathews atendía a su hija con veneración y afecto, y los ojos de la niña realmente resplandecían cuando veía a su padre con el mismo fervor. Mathews escuchaba lo que su hija le decía, limpiaba sus manos y barbilla muy suavemente, le cortaba las verduras y la carne en porciones diminutas, alisaba las arrugas de su vestido y le abrigaba con el saco, siempre con una sonrisa y como si hacer todas esas cosas fueran un gozo para él.

Draco, que en ese entonces, acababa de cumplir veinte años, se vio muy conmovido por esa demostración. La imagen paterna con la que él había crecido era demasiado distinta a la que Mathews representó esa noche.

Ahora creía que al ver y estar con Scorpius, actuaba con el mismo nivel de veneración y afecto, e incluso más.

Al hallarlos a ambos, la idea de lo que encontraría en casa al regresar no tenía comparación con la realidad.

Scorpius sollozaba en los brazos de su, muy ruborizada, madre; la cual además tenía la blusa colgando por un lado y el cabello esponjado.

¿Qué ocurrió aquí? —Colocó su maletín en el sofá y se acercó a ambos.

Scorp no deja de llorar desde hace media hora, ya se calmó un poco pero continúa sollozando. —Sorbió la nariz. —He intentado calmarlo de numerosas formas y no logré nada. Lo saqué al jardín, lo pasé por toda la casa en su coche, intenté darle de comer y tampoco creo que esté enfermo, porque no tiene temperatura, ni algún otro malestar, he sobado su estómago y espalda, nada funciona.

Draco besó su frente para a continuación tomar al bebé en sus brazos. Al segundo siguiente, los sollozos se calmaron y comenzó a dar ligeros hipidos.

Hermione los miró atónita, con los ojos muy abiertos e intercalando su mirada entre ambos rubios.

Su esposo meció a Scorpius, caminando de lado a lado por la sala y hablándole en susurros que la bruja no supo identificar. Sin llamar la atención de ninguno, tomó la cámara y capturó el instante con un click.

Supongo que era porque te extrañaba. —Dijo asomándose por el hombro de Draco, cuando se percató que su hijo ya estaba dormido. —Me asusté demasiado cuando no se calmaba, si tardabas un poco más, me habrías tenido que buscar en San Mungo.

Lo siento, la reunión se prolongó más de lo que creí.

La pareja caminó hacia la habitación del pequeño y lo colocaron dentro de su cuna, cobijándolo y dejando cada uno un beso en su frente.

Draco se dejó caer en la mecedora y sentó a Hermione en su regazo.

¿Es precioso, no? —Preguntó ella, de repente.

Obviamente, es nuestro hijo. —Ladeó una sonrisa. Segundos después repuso. —A veces, despierto y es imposible creer todo lo que sucede, es demasiado bueno para mí.

No digas eso, Draco. —Acarició su cabello. —Todos merecen ser felices. No voy a decir que eres el hombre más perfecto, cometiste errores, igual que todos. Sin embargo, a diferencia de los verdaderos villanos, tú hallaste tu camino y sabes sobre arrepentimiento, lograste diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto, aprendiste de tus errores y trabajas en corregirlos. No eres malo y eres merecedor de cualquier cosa buena que te suceda.

¿Cómo ustedes? —Intentó sonreír, sin embargo no lo consiguió. —De alguna manera, siento que las situaciones difíciles que pasé, la culpa, el castigo, las recriminaciones y muchas otras, las podría pasar nuevamente, si tú y él, estarán al final del camino. —Reflexionó con la mirada perdida. —Hay cosas horribles que he vivido, pero valen la pena si ustedes son la recompensa.

Pienso lo mismo. —Acercó su rostro al de Draco. —Todo vale la pena, en tanto Scorpius esté con nosotros, es lo más bueno y maravilloso que podamos tener nunca.

Draco mostró su acuerdo besándola, agradecido.

Su familia era realmente maravillosa y especial, le brindaba felicidad y un enorme amor que resultaba casi palpable.

No quería que aquello cambie y deseaba con intensidad que jamás lo hiciera.


*Es el móvil que le regaló Hagrid, lo puse en algún capítulo. Él fue uno de los primeros en darles un regalo a Draco y Hermione para su bebé, en realidad fue el segundo, la primera fue Narcissa. Hagrid hizo el móvil artesanalmente, talló 10 figuras de madera; una lechuza, un hipogrifo, un bola de fuego chino, un jarvey, un crup, un demiguise, un bowtruckle, una hada, un kneazle y un aethonan.

Tardé en hacer este capítulo por la investigación que tuve que hacer. Como anécdota les cuento que en el anterior capítulo del pasado, Google creyó que estaba embarazada, ahora cree que tengo un bebé y no dejan de salirme anuncios jajajaja.

Por último, los invito a seguirme en mis redes, si el tiempo se me da, planeo publicar un OS o un shortfic Dramione para San Valentín. Espero que hayan disfrutado este capítulo.

Dejen review, por favor. Y nos leemos pronto.