Hola. Lo siento, ya sé que tardé pero esta vez no fue demasiado.
Este capítulo es un capítulo bomba y espero que tenga la cantidad suficiente de acción para lo que pudieron haber imaginado para este momento. Sin más...
CANCIÓN: ATTACK - THIRTY SECONDS TO MARS
CAPÍTULO 17: I'll Attack
Draco había armado su plan, así que se dirigió a cumplir con el primer paso y caminó con pasos firmes hacia el Departamento de Misterios, donde tras ser retenido por un guardia, Theodore hizo su aparición.
—Draco, ¿qué haces aquí? —Se mostró extrañado.
—Tengo algo importante que decirte. —Theo se plantó frente a él. —En privado. —Aclaró.
Sin dudar, el otro mago lo tomó del codo y lo llevó hasta una oficina escondida entre paneles oscuros.
—Tengo su ubicación principal. —Soltó seriamente, negándose a sentarse debido a la inquietud que lo recorría.
— ¿Cómo la obtuviste?
—Eso no importa. —Metió la mano dentro de su saco y puso un pedazo de pergamino en el escritorio de Theo. —Es allí, yo atacaré a los malditos roedores y cuando te envíe la señal, ustedes atacan la madriguera y todo resuelto.
—De ninguna manera, Draco no voy a permitir que cobres tu venganza personal con ellos, no importa que eso nos ayude a capturarlos. —Manifestó con fuerza y seguridad.
—Iré y tú más que nadie comprendes por qué tengo que hacerlo, de lo contrario habría ido con Potter.
—Iré contigo, entonces. —Empuñó su varita e irguió sus hombros con resolución.
—No. Tus escrúpulos no me dejarán continuar, además solo pienso visitar a tres.
Ese último detalle intrigó más a Theodore.
Él sabía y estaba seguro que Draco había pasado por muchas cosas en su transición a mortífago, tal vez incluso demasiadas que al final ciertas actitudes le habían resultado inherentes. Cuando tenían dieciséis años, ya había notado esos cambios casi imperceptibles. Su silencioso caminar, su mirada calculadora al entrar en una estancia, lo rápido que había dominado la magia no verbal, su actitud retraída y cautelosa.
—No irás. —Sentenció. —Terminarás… no sé… descuartizándolos o matándolos.
— ¡No! ¿Tengo cara de Lestrange, acaso? —Su rostro evidenció repulsión. —Solo les daré una lección.
Nott lo evaluó críticamente durante unos segundos y terminó rindiéndose. Comprendía el punto de Draco y siendo honesto consigo mismo, él también buscaría venganza.
—Sabes que tienen que recibir un juicio y ser condenados por todos sus crímenes. Así que espero que no termines envuelto en una masacre, te lo pido por favor. —Moduló su voz para no sonar alentador. — ¿Cuál será la señal?
—Mi patronus, es un… —Alzó una mano para apretarse el puente de la nariz. —… es un… león.
—Espera… ¿cómo el de Hermione?
—Sí, como el de ella y eso es lo único bueno que rescato de la forma de mi patronus. —Contuvo un bufido. —Dame dos horas, luego reúnes a tu equipo y van a esa dirección.
— ¿A dónde irás primero? —Le preguntó distraídamente, sirviendo Whiskey para Draco.
—A Gales, allí está Ancrum. —Asintió al recibir el vaso. —Después iré por Barnaby y Davies. —Bebió con premura. —Será mejor que vaya pronto.
—Aún no. —Lo detuvo y vació el portalapiceros en su escritorio y apuntándolo con su varita, murmuró Portus privata. —Ten, es un traslador, se activa en quince minutos, sin embargo se reactivará otras tres veces y te llevará a donde quieras, siempre y cuando no sobrepases el intervalo de veinte minutos entre un viaje y otro. —Le tendió el objeto y acotó una última cosa. —No olvides el fuego.
Draco hizo un gesto afirmativo y se fue.
Goyle le había mandado la dirección de la residencia permanente de Pucey, así como la de Ancrum, la de Davies y la de Barnaby, pero Draco resaltaba el trabajo de Goyle porque también había conseguido otros detalles importantes.
Así que hizo una rápida visita a Malfoy Manor para prepararse como era debido, con ropa y zapatos especiales, no iba a desaprovechar la ocasión.
Sonrió para sí mismo cuando se activó el traslador que lo llevaría donde Warrington, en Llanilar, una localidad en Ceredigion al occidente de Gales.
Al llegar comparó el lugar en el que estaba con la fotografía que Goyle había enviado, luego de otra retribución de galeones, y se dio cuenta que ese lugar era más urbano que el que se retrataba en la fotografía.
No podía perder el tiempo buscando a Ancrum en todo el lugar, entonces vio a una anciana sentada en una banca de piedra. Al acercarse a ella, le mostró la fotografía, con el movimiento previamente congelado.
—Dyna ni Plas Llanilar, mae'n filltir. —Le contestó la anciana.
El galés no era uno de los idiomas que Draco hablaba, o uno que siquiera comprendiera medianamente.
— ¿Plas Llaniar? —Preguntó confundido.
—Rydych chi'n siarad Saesneg. —Ella le sonrió tiernamente. —Eso está a un correo*.
El rubio frunció el ceño, ¿a un correo?
—A una milla. —Corrigió, comprendiendo el error. La señora asintió sonriendo. —Gracias.
Caminó y se adentró en una calle angosta. No podía caminar una milla para llegar a su objetivo. Era momento de tomar riesgos, así que detalló la fotografía que llevaba e hizo una muy osada aparición.
A los pocos segundos, estaba parado sobre el césped perfectamente cortado frente a una gran casa de campo. Se sintió más confiado.
Con un rápido alohomora entró por la puerta principal, pasó el salón de recepción y siguió el camino de la izquierda donde encontró una escalera.
El interior de la casa era un espanto con sus paredes rojas y brillantes, sin embargo, la decoración de la primera habitación en la que se adentró hizo un gran contraste.
Y tras abrir otro par de puertas, irrumpió en otra habitación, una más grande y más lujosa. Draco tuvo que contener una carcajada al ver a Scott Ancrum durmiendo en el asiento de la ventana.
Tanto recorrido para que resultara algo demasiado fácil.
Y él reflexionó en que no había nada más divertido que despertar de una siesta con un Cruciatus, uno como con los que, ese maldito, había atacado a Hermione.
Volvió a coincidir en lo fácil que eso había sido, cuando luego de algunos minutos dejó a Cassius retorciéndose en el suelo. Y antes de dar media vuelta para ir a su segundo punto, le prendió fuego a las cortinas.
El siguiente fue Barnaby Lee, quien vivía en Merseyside, por lo tanto activo el traslador de regreso a Inglaterra.
Al entrar en esa aburrida mansión, encontró a Barnaby sentado frente a la chimenea, ahogándose con borbotones de un barato Whiskey de Fuego. Algunos crucios y otro par de maldiciones más tarde, salió del lugar; no sin antes lanzar bolas de fuego por los pasillos.
Ellos habían incendiado docenas de casas, podrían recibir algo de su propio veneno.
Roger Davis era el tercero y vivía en Essex, cerca de Londres. Draco hizo el mismo procedimiento con él y al marcharse, lanzó una pequeña llama de fuego en el jardín delantero, ya se extendería por sí misma.
Y el traslador se activó por última vez, llevándolo al punto final de su recorrido.
Gibbon Cottage en Cornwall, el centro de operaciones de esos seis mortífagos de juguete y la residencia actual de Adrian Pucey y de sus principales secuaces.
—Flippendo. —Una luz naranja salió de su varita y al instante siguiente, las alarmas estallaron y las barreras se debilitaron, mostrándole el camino hacia la casa. —Bombarda. —Hizo estallar la puerta e irrumpió en el hall.
Por el pasillo de la derecha, Warrington corría hacía él con la varita en alto, en una postura desafiante, como invitándolo a atacarlo.
—Con gusto, si tú lo pides. —El rubio sonrió complacido. — Confringo.
Warrington saltó hacia un lado evadiendo el ardiente rayo, no obstante el muro detrás de él se iba agrietando a causa de la maldición.
—No sabes cuánto he deseado deshacerme de ti, Malfoy. —Respondió con ira, al tiempo que huía del muro colapsante.
—Collosho. —Lo evadió. —Densiarum. —Se lanzó al suelo. —¡Crucio!
— ¡Fulgari!
Unas cuerdas plateadas se dirigieron a Draco, y con un ademán de sus manos, éstas se desvanecieron.
—Débil, muy muy débil. —Extendió los brazos. —Adelante, inténtalo con más vigor.
— ¡CRUCIO! —El hechizo impactó en el pecho de Malfoy y él simplemente sonrió con insolencia.
—Creí que lo harías mejor. —Caminó hacia su oponente, con la maldición aún en su cuerpo.
Cassius, con el miedo por fin desfigurando sus facciones, retrocedió y terminó el hechizo, mientras Draco al estar a medio metro de él, apuntó su varita hacia su pierna.
—Sectumsempra. —Su voz se mantuvo calmada, observando a Warrington caer al suelo.
El día que atacaron a Hermione, Draco se valió de su profundo sueño para entrar en su mente y saber con exactitud qué había sucedido. Fue desgarrador y demasiado horrible de soportar, y si no fuera por su represión y fuerza de voluntad, estos bastardos habrían terminado muertos esa misma noche.
Así que consideró que cualquier cosa que fuera a hacerles no sería suficiente, aun así debía recurrir a su moderación.
Giró la varita en espiral y el cuerpo de Warrington voló por los aires para estamparse contra el ventanal.
—Por ahora he acabado contigo. —Se acercó a él, sin importarle pisar los cristales. —Tiempo de dormir. Securum sommos. —Los ojos del otro individuo comenzaron a cerrarse y su cuerpo perdió tensión.
— ¡Qué gran honor! —Exclamó alguien desde el rellano del segundo piso. — ¡Si es el increíble Draco Malfoy en persona!
Era Adrian Pucey, luciendo como un rey recibiendo a un invitado en su palacio.
Por una de las esquinas apareció Lucian Bole, corriendo y blandiendo su varita, vestido con una bata.
Draco le lanzó un Orbis de manera no verbal pero para la buena suerte de Bole, el ir corriendo evitó que fuera succionado por el suelo.
Entrecerrando sus ojos grises, Draco hizo un cálculo rápido y su mente exclamó Everte Statum, Bole retrocedió y sus pasos fueron torpes.
— ¿Seguirás allí, enviando a tus lacayos en lugar de hacer el trabajo tú mismo? —Elevó la mirada para enfrentar a Adrian.
—No seas hipócrita, Malfoy. —Comenzó a bajar los escalones. —Enviaste a Goyle a por mí. Desgraciadamente él sigue siendo leal a ti.
—Siento eso pero no estoy acostumbrado a tales menesteres, lo mío siempre ha sido tomar el mando y aportar con la acción. —Jugaba con la varita con desgana. —Aunque dudo que sepas eso, ya sabes, tú estuviste al final de la cadena.
Adrian apretó la mandíbula, encolerizado. Aquello había sido un insulto para él.
—Las vueltas de la vida han invertido ese orden. —Llegó al último escalón. —Soy yo quien está en la cima ahora y te demostraré que tú no eres más que un cobarde sin gracia. Sproxte. —Una ventisca salió de su varita.
Eran un hechizo poderoso, diez veces más potente que un Expulso común, por suerte Draco no había caído en el error de subestimarlo como a los otros y repelió el hechizo con sagacidad.
Si íbamos a por esas.
—Dróseros. —Contraatacó.
— ¡Ignis! —Una gran flama de fuego se dirigió hacia su rival.
— ¡Fluctus! —Draco tuvo que hacer un esfuerzo mayor para evocar la cantidad suficiente de agua para que sofocara el fuego. —Yo que tú no hacía algo así. ¡Ignis Malignum! —No ocultó la sonrisa que se le formó en los labios cuando vio salir de su varita un gran dragón de fuego.
Adrian mostró asombro por un par de segundos, el tiempo idóneo para que Draco lo viera y su sonrisa se extendiera aún más.
— ¡Uisge! —Se defendió rápidamente cuando el dragón comenzó a dirigirse hacia él. Fue un movimiento vano. — ¡Diffindo! —Tampoco funcionó y regresó a las escaleras — ¡Aguamenti! ¡Congela! ¡Glaci…
La desesperada lucha de Adrian por detener a la gran figura de fuego, se vio interrumpida por la progresiva caída del candelabro de cristal, y él no podía estar más perplejo.
Era imposible, era de cristal, el cristal resistía el fuego.
—No al fuego maligno. —Oyó la voz de Malfoy. —Piensas muy alto, fue imposible ignorar lo que tu mente gritó.
Cuando Adrian estaba por volver a atacar, el candelabro colapsó por completo y tuvo que lanzarse al suelo para evitar ser golpeado por los pequeños cristales que volaron en distintas direcciones. Draco, por otro lado, murmuró algo entre dientes, provocando que el dragón de fuego volviera a su varita y luego agitó la mano con simplicidad para ser rodeado por una barrera que detuvo el avance de los cristales hacia él.
Segundos después, Pucey se reincorporó en un dos por tres, con el cuerpo invadido por la ira e irritación.
—Jodido Malfoy, ¡Avada Kedavra! —Un poderoso rayo se dirigió a su contrincante.
Draco apuntó con rapidez hacia una pieza de madera que estaba en el suelo y con un Engorgio, seguido de un Duro, que convirtió la madera en piedra, la puso delante de él. La maldición dio de lleno en la piedra la cual estalló en llamas verdes, de las que Draco se cubrió con escudo.
Su mirada gris, ahora destellante de furia, se fijó en Adrian.
—Mala decisión. —Hizo crujir su cuello y nudillos, giró su varita entre los dedos como si fuera una baqueta y se acercó con pasos perezosos en dirección a su adversario.
Se colocaron uno frente a otro, con las varitas listas y posturas determinadas. Apuntaron a la vez y el duelo continuó.
—¡Sectumsempra!
—¡Stagno!
—¡Oppugno!
—¡Confringo!
Draco se protegía con escudos y hechizos de impasibilidad, con inclinaciones y retrocesos, moviéndose demasiado rápido y esquivando las continuas maldiciones de Adrian.
—¡Ossio Dispermus!
Esa última maldición hizo enfurecer incluso más a Draco.
—¡Crucio! ¡Orbis! ¡Densiarum! ¡Baubillious! —Lanzó una tras otra, haciendo retroceder al otro que se defendía de manera ágil. —¡Flipendo! ¡Expulso! ¡Impedimenta! ¡Immobulus!
En el mismo instante en el que Adrian tropezaba, Draco escuchó pasos y gritos que se dirigían hacia ellos. Los otros debían haberse recuperado, sin embargo eso también significaba que su plan había funcionado.
Ellos habían corrido a buscar la protección de papá Pucey.
—¡Everte Statum! —Esa vez el rayo si dio en el objetivo.
Aprovechó la momentánea confusión de su oponente para convocar su patronus con la misión de darle la alerta a Theodore.
Theo no dejaba de tamborilear los dedos en el escritorio ni de sacudir su pierna. Habían pasado más de dos horas y Draco no enviaba la dichosa señal.
Comenzaba a sucumbir a la desesperación y decidió que si Draco tardaba diez minutos más, reuniría al escuadrón y emprendería la misión de captura, arriesgando así el que su viejo amigo fuera descubierto.
Sus dedos seguían tamborileando cuando las luces de la sala comenzaron a parpadear y un majestuoso león plateado se posó frente a él e hizo un soberbio asentimiento antes de desvanecerse.
Theo se apresuró a la esquina de la sala y activó el encantamiento proteico. Todo el escuadrón había acordado democráticamente que ese encantamiento era especialmente para emergencias, por ende sus compañeros no dudarían en acudir.
Y así fue. Harry apareció a los tres segundos, luego Hansen y una muy intrigada Hermione, finalmente llegó Carlson con la túnica desarreglada.
— ¿Es en serio, Carlson? ¿Tu secretaria, otra vez? —Bufó Hansen, irritado.
—Estaba en la Academia, además a esta hora los servicios están ocupados como para…
—Más tarde podemos terminar con esa plática. —Interrumpió Hermione con disgusto. — ¿Cuál es la emergencia, Theo?
El mago miró con detenimiento a todos, sabía que ese era el final, era la oportunidad perfecta para capturar a ese grupo de revoltosos. Antes de dar un paso hacia adelante y soltar la novedad, rogó para que todos, incluido Draco, regresaran con vida.
Inhaló.
—Sé dónde se reúnen Adrian Pucey y los otros —Todos soltaron distintas exclamaciones de sorpresa. —Y sé, además, que en este preciso momento están todos juntos allí.
— ¡¿Y qué carajos estamos esperando?! —Gritó Carlson completamente exaltado.
—Necesitamos un plan. —Hansen se reclinó en una silla.
—No necesitamos ningún plan, solo tenemos que ir allí, luchar y atraparlos.
Hansen se volvió hacia Carlson con enojo y ambos lucieron como si fueran a discutir.
—Basta ustedes dos. —Los regañó Hermione. — ¿Cómo conseguiste esa información, Theo?
—Eh… —Titubeó. —Eso no importa, debemos ir allí ahora. —Intentó ser cortante.
Todos asimilaron lo urgente que era la situación y comenzaron a espabilar.
—Tengo que cambiarme. —La castaña señala su vestido y tacones. —Creo que tengo ropa en mi oficina pero también tengo que enviar una carta a Malfoy Manor para avisar que tardaré en ir por Scorpius y…
—Cálmate. —Inquirió Harry. —Todos cálmense. Tendremos cinco minutos para cambiarnos, regresar aquí y marcharnos, y Hermione, puedes enviar un patronus, sé que lo entenderán. ¡Ya!
Al segundo siguiente cada uno de ellos cruzó la puerta entre empujones.
En cuanto llegó a su oficina, Hermione tomó la maleta de debajo del escritorio y se cambió de ropa en pocos segundos.
La inquietud la embargaba y al mismo tiempo, sentía un tirón dentro de su pecho. Muy en el fondo sabía lo que eso significaba pero optó por ignorarlo, era una ocurrencia casi inverosímil.
Pasados los cinco minutos, todos tocaban el traslador mientras Theo hacía la cuenta regresiva.
Al sentir nuevamente el suelo bajo sus pies, Hermione abrió los ojos. Frente a ellos se extendía un gran jardín y una casa muy bonita, lástima que fuera utilizada para fines perversos.
—No hay ningún hechizo de protección ni alarmas. —Comunicó Hansen, bajando su varita luego de realizar hechizos de reconocimiento.
—El ventanal de allí, está roto y espera… ¿es una persona? —Carlson señaló el lado derecho de la casa. —Ojalá sea uno de ellos.
Theo escondió las manos en la espalda para que no se notara lo ansioso que estaba porque estaba consciente de que Draco aún seguía allí y por el ventanal de en medio del segundo piso que acababa de romperse, era algo demasiado veraz. Y lo que más temía era la reacción de Hermione.
La castaña alcanzó a hacer un Finestra, para protegerlos de los cristales que caían hacia ellos.
Sus sospechas se incrementaban. No podía ser, no, de ninguna manera. Sin embargo, el tirón era más persistente y afianzado.
Y fue eso lo que la incentivó a ser la primera en cruzar la destrozada puerta.
La escena frente a ella le despertó variadas emociones, la más resaltante fue la de horror.
Draco peleaba contra Lucian Bole, Roger Davis y Adrian Pucey, entre el rellano y las escaleras hacia el segundo piso, casi en la orilla y con el riesgo de caerse en cualquier momento.
A pesar de su perplejidad, notó que Scott Ancrum se reincorporaba poco a poco al pie de la escalera, así mismo, vio a Barnaby Lee tendido en el camino en dirección a un pasillo.
Sin dudar un segundo más. Atacó a Ancrum, percatándose de sus intenciones de hechizar a Draco y ponerlo en más desventaja.
— ¡Incarcerous! —Hizo vueltas con la varita en el aire y las cuerdas rodearon con fuerza a Ancrum. — Expelliarmus. Glacius —Atrapó la varita y lo dejó congelado.
—Genial. Tenemos a uno. —Carlson pasó por su lado.
— ¡Incarcerous! —Hermione apuntó hacia Barnaby, haciendo el mismo procedimiento que con el anterior. —Tenemos a dos.
—Tres. —Acotó Hansen desde el ventanal roto, con Warrington igual de atado.
Para entonces, Harry y Theo habían subido las escaleras y estaban luchando junto a Draco. Por lo menos ya no era un enfrentamiento desigual.
—Llévense a los tres al Ministerio y asegúrense de poner todas las medidas de seguridad, no podemos fallar. —Indicó Hermione.
Ambos asintieron y se marcharon, tomando a los prisioneros con algo de brutalidad.
La bruja hizo un cálculo rápido. Contando a Draco, era cuatro contra tres, tenían ventaja y siendo que Draco había dejado fuera de combate a tres, tenían la victoria a su favor.
Si tan solo las cosas fueran así de simples.
— ¡Amor! —El llamado de Adrian, rompió con la concentración de todos. — ¡Bienvenida a casa!
Hermione demostró rabia al reparar en él. Draco gruñó e hizo un enérgico movimiento con la varita, no obstante Adrian detuvo el hechizo con sencillez.
—Lo siento, Malfoy, pero no puedo permitir que me hagas quedar mal frente a mi chica. —Fingió un ruego. —Potter, ¿serías tan amable de retirar la varita del cuello de mi compañero? —Harry no se inmutó. —Está bien, supongo que tú tampoco cederás, ¿cierto Theodore? —Él también mantuvo la varita en alto, empuñándola con más fuerza. —Será como deseen.
Draco estaba al pendiente de lo que Pucey hacía y cuando él alzó la mano en la que sujetaba la varita, automáticamente retomó su postura de alerta.
Fue totalmente inesperado que Adrian irradiara una potente oleada que mandó por los aires a Theo, Draco y Harry.
—¡Molliare! ¡Molliare! ¡Molliare! —Hermione lanzó los encantamientos de almohadón dando una vuelta completa para así cubrir todos los lugares en los que los tres magos cayeron.
—No, no, no. ¡DETÉNLO! —Gritó Draco, poniéndose de pie al instante y corriendo hacia las escaleras.
Adrian había apuntado a Davies y a Bole, lanzando a ambos hechizos que Hermione no supo identificar.
—Confieso que no confiaba en ti, Malfoy. —Sonrió con petulancia. —Parece que las viejas costumbres son difíciles de olvidar.
— ¿Draco? —La castaña dejó la pregunta en el aire, él la comprendería.
—Es un maleficio especial, si los atacamos, se activará y tendrán más poder. —Esclareció con el ceño fruncido.
— ¿Cualquier hechizo? —Elevó una ceja.
—Solo maldiciones. —Le respondió y ella lo miró con condescendencia.
— ¡Fulgur suffusio! —Gritó y ocasionando que una cascada de chispas saliera de su varita y atacara a sus enemigos.
Ellos se vieron amedrentados, intentando defenderse desde todos los flancos. Hermione y Draco aprovecharon el descuido para subir las escaleras y acortar la distancia con ellos.
Harry y Theo los siguieron y retomaron sus duelos con los otros dos magos, siendo cuidadosos de no utilizar maldiciones.
—Princesa, no quiero hacerte daño. —La voz de Adrian se suavizó cuando se dirigió a Hermione.
Ella respondió lanzando un rayo rojo, que él rechazó con la varita. Draco también lanzó otro hechizo, que Adrian resistió con un poco más de esfuerzo.
— ¡Entomorphis!
No burlarse de ese último hechizo, fue inevitable para Draco cuando vio a Hermione haciendo la floritura y pronunciando el hechizo.
— ¿Trataste de convertirme en un insecto? —Preguntó Adrian, indignado. —Muy mal cariño, muy mal. —Dio un paso hacia ella.
—Atrévete a tocarme y veremos si volverás a ser capaz de presumir que tienes cinco dedos en cada mano. —Amenazó la castaña. —Y eso es lo que eres, un insecto.
Draco recuperó la sonrisa que se había desvanecido cuando Pucey llamó con ese apelativo a su esposa, estaba hartándose del bastardo.
— ¡Mierda! —Exclamó Theo al final de la escalera.
Rogers, el oponente de Theo, se estabilizó con más vigor imponiéndose al otro mago.
La distracción resultó en que Adrian tuviera el camino libre para atacar Draco con un hechizo asfixiante y correr hacia el segundo piso. Las piernas del rubio se debilitaron, y Hermione lo sostuvo a tiempo.
—Anapneo. —Despejó las vías respiratorias de Draco, antes de dejarlo apoyado en la pared e ir tras Adrian.
El suelo estaba cubierto de trozos de cristales, hizo otro Finestra y ante la confusión, se aventuró por el pasillo de la derecha.
Apretó su varita en la mano y abrió con cautela cada puerta. En la primera, había un despacho, amplio y con distintos libros y sobre el escritorio vio un mapa. Al abrir la segunda puerta, una fuerza invisible, la empujó dentro de la habitación y la puerta se cerró.
En medio de la habitación, estaba Scorpius recostado en la cama. Hermione se acercó con temor. Su pequeño tenía los grises abiertos, abiertos y opacos, sin vida, sin luz.
Un jadeo escapó de su garganta.
No.
Cerró los ojos con fuerza.
Scorpius estaba bien, estaba con Narcissa en Malfoy Manor. Ningún mortífago prófugo tendría tanta valentía como para acercarse a la propiedad, se habían alzado muchas barreras, siglos y siglos de barreras y escudos poderosos. Scorpius estaba bien.
Elevó la varita y con potencia en la voz, moduló.
—Riddikulus.
La representación frente a ella cambió, y su hijo la miraba sonriendo, con la cara manchada de helado y chispas de colores. Y posteriormente desapareció.
Soltó un suspiro largo y entrecortado.
Iba a hacer sufrir a Adrian Pucey por lo había hecho, todo lo que había hecho le iba a pesar.
—¡Bombarda! —Apuntó hacia la puerta y se cubrió con un rápido escudo.
Hizo lo mismo con las otras dos puertas de ese pasillo. El cobarde no estaba en ninguna.
Corrió al otro pasillo, encontrando la primera habitación abierta, a diferencia de la de al lado.
Repitió el hechizo.
—¡Bombarda!
Y Draco estaba dentro, parado frente a la cama con los hombros tensos, y sobre la sábana estaba ella junto a Scorpius y ninguno de los dos respiraba.
Su pálida mano tembló cuando apuntó hacia el boggart.
—¡Riddikulus!
Se convirtió en Narcissa y de su esbelto cuello salía la sangre a borbotones.
—¡Riddikulus! —Reiteró Draco.
Y entonces Narcissa se convirtió en Lucius, parado frente a ellos con una mueca de total repugnancia desfigurando su rostro.
Draco comenzó a temblar.
—¡Riddikulus! —Esa vez lo dijo Hermione, causando que la ropa de Lucius se transforme en un traje de ballet, con zapatillas y mallas incluidas.
El rubio dejó caer los hombros y se encorvó.
—Me hizo lo mismo. —Dijo la bruja como una manera de reconfortarlo. —Continuemos. —Retrocedió y antes de salir, vio a Draco asentir lentamente.
Se apresuró a abrir la irrumpir en la otra habitación y fue cuando una habitación de puertas dobles llamó su atención al final del pasillo.
—¡Bombarda! —Nada ocurrió. —¡Bombarda máxima! —La madera se agrietó. Tomó aliento.
—¡BOMBARDA MÁXIMA! —Gritó Draco al unísono con ella y cuando la puerta por fin estalló, la protegió con su cuerpo. —Está allí dentro, no dejemos que escape. —Le susurró al odio.
Los dos ingresaron en lo que parecía ser una sala de duelos. Había arcos y ballestas en las paredes, espadas y cuchillos y muñecos de práctica alineados en la parte final, detrás de donde Adrian estaba parado.
— ¡Expelliarmus!
Las varitas de Draco y Hermione, escaparon de sus manos, provocando que se sintieran impotentes. Su rival, colocó ambas varitas en una repisa alta, junto a la suya.
—Recuerdo que el cuchillo que clavaste en la pierna de Warrington, le causó un horrible corte, amor, quiero ver si puedes volver a clavar otro cuchillo igual de profundo. —Sus ojos estaban sobre Hermione, brillando lujuriosos.
Y de pronto fue enviado hacia atrás con violencia, derribando los muñecos y estrellándose en la pared.
Draco sonrió de lado. Había extrañado hacer magia sin varita y no verbal, le subió el autoestima y lo hizo sentir poderoso.
Hermione, de pie a su lado, chasqueó los dedos y atrapó en el aire el par de cuchillos que venían hacia ella. Claro que podía volver a clavarlos.
—Ennervate. —Murmuró Draco, estabilizando a Pucey. —Más te vale estar listo.
La castaña lanzó el primer cuchillo.
Una vez, había logrado dar en el costado de uno de sus enemigos en la Sala de Cristal, a una distancia de casi dos metros.
Para su desventura, apenas consiguió rozar en el costado de Adrian. Lanzó el segundo y se hundió en su brazo izquierdo.
Mientras, Draco se concentraba en mover un estante y lanzarlo hacia su oponente. Éste se inclinó en el segundo exacto y el estante traspasó la pared.
—Locomotor wibbly. —El hechizo de Hermione impactó en las piernas de Pucey, imposibilitando que pudiese pararse. Caminó hasta él. —Dime Adrian, ¿qué hizo que tú, un chico que perdió a su prometida por culpa de los mortífagos, ahora luche en nombre de ellos?
Él abrió los ojos con sorpresa y luego asco.
—Ella era una zorra, se acostó con Dolohov, merecía morir. —Escupió.
—No fue así, Dolohov la violó igual que a otras chicas que sí sobrevivieron y dieron su declaración cuando la guerra terminó. —Replicó con dureza, la víctima había sido aquella pobre chica y este… energúmeno la calificaba como culpable.
—No, yo lo vi. Rodolphus me lo mostró.
Draco estaba pendiente de la conversación, por ello recordó que Pucey solía ser el perro faldero de su tío Rodolphus.
—Porque Rodolphus fue otro acusado de violación. —Objetó. —Y porque les convenía hacerte creer que ella te había engañado a que supieses la verdad y te rebelaras contra ellos.
—¡No! —Se desesperó y luchó por ponerse de pie. —Eso no es así. Ella era una perra sangre sucia que no merecía seguir respirando.
Hermione retrocedió ante el insulto y él se percató de su error.
—Menos tú, amor, tú eres la excepción. tú…
— ¡Cállate! —Draco aterrizó frente a él y en un parpadeó, su puño impactaba en la nariz de Adrian, salpicando de sangre a ambos. —Sal de aquí Hermione, ve a ayudar con los otros, yo me encargo de esta basura.
—No, Draco, no puedes.
—Lo sé, lo sé. —Apretó su agarre en el cuello del otro mago. —No haré nada… letal.
—Tiene que ir a juicio y ser castigado por todo sus crímenes.
Con un Accio tomó su varita y le lanzó la suya a Draco.
Fijaron la mirada en los ojos del otro y Hermione dio media vuelta cuando supo que él había comprendido la importancia de la situación.
La misión de captura terminó diez minutos después de que Hermione saliera de esa habitación.
Ayudó a atar a Bole y evitó que Theo rodara por las escaleras por un hechizo de Roger, tras eso, juntos lo redujeron y finalmente lo ataron; en medio de ese trajín, Draco apareció en las escaleras, estaba con el rostro algo magullado pero era nada en comparación al de Adrian Pucey.
El rubio no se tomó la molestia de levitar el cuerpo lívido de Adrian, sino que lo estaba arrastrando por el suelo, detrás de él y no se detuvo cuando comenzó a bajar por las escaleras, haciendo que rebotara.
Harry observó complacido. No importaba qué ni cómo, los tenían a todos, al fin los habían atrapado.
*Correo en inglés es mail y milla en inglés es meil, por ello la confusión.
IMPORTANTE: Les conté que iba a hacer un especial de San Valentín, así que este 13 de Febrero dejaré en IG y en Facebook una encuesta para que ustedes escojan la temática Dramione sobre la que quieren el especial. Y en los días posteriores, pondré otras encuestas para dejar en sus manos la elección de otras parejas.
¿Qué tal? ¿Les gustó el capítulo? A mí me gusta Draco en modo dark and dangerous.
Por último, tardé en actualizar porque tuve un resfriado la semana pasada, gracias a Dios solo resfriado. Y en medio de antibióticos y fiebre, revisé el esquema de la historia y me di cuenta que estamos en la recta final, así que también me puse a releer todo para no dejar nada al aire.
Gracias por leer y espero sus reviews, siempre es un placer leerlos y responderlos.
