Ring Lost in Flames I

Ese sábado por la tarde, Suzu había salido temprano, por lo que se encontraba de pie junto a la salida de la estación de radio de Mahiru oyendo su programa en sus auriculares, la escuchó despedirse y sonrió para sí misma sabiendo que no faltaría mucho para verla.

Alrededor de veinte minutos después, Mahiru salió por la puerta acompañada de un chico, el cual se despidió de ella, y de Suzu, antes de ir a su auto.

Mahiru notando su presencia le preguntó —¿Te hice esperar mucho?

Ella negó rápidamente —No, no, tranquila. Estaba pasando por aquí mientras volvía al departamento y escuché que tu relevo estaba al aire, así que pensé que debías estar saliendo y me detuve a esperarte —le mintió, avergonzada, en realidad había ido a buscarla porque quería caminar con ella un rato.

—Gracias por esperarme — La peli-azul se estiró antes de decirle —Mi espalda está cansada, estuve sentada en el estudio más de dos horas.

—Entonces ¿Qué tal si caminamos un poco antes de volver al departamento?, podríamos ayudar a tu espalda.

Ella asintió, empezando a caminar —Tal vez una vuelta por el parque nos haga bien, hay que aprovechar que no ha llovido hoy, el otoño es bastante pesado.

Suzu tomó su mano, caminando a su lado —Al menos no es tan lluvioso como en Hokkaido, la granja de papas se llenaba fácilmente de lodo.

Ella rio —No sé qué esperabas, está en riego constante para que crezcan las papas, hay lodo todo el año, tonta.

Su acompañante rascó su nuca avergonzada —Lo sé, solo te ponía a prueba.

Mahiru se rio, antes de cambiar de tema —Hablando de Hokkaido, mi hermana me escribió hoy, dice que me extraña allá, y me estaba hablando de que conoció a un chico, y al parecer tienen una relación seria, no lo entendí todo porque me escribió cuando se acabó el descanso, pero mamá debe estar emocionada —bromeó— creo que quiere que alguien le de tantos nietos como le dio a mi abuela.

Suzu sonrió para sí misma al notar la nostalgia con la que Mahiru hablaba sobre su familia, sabía que debería estar extrañándoles, decidiendo seguir con su broma frunció el ceño contestándole —¿Un chico? Primero tiene que pasar por mi visto bueno.

Ella la miró divertida —¿Desde cuándo te importan tanto mis hermanas?

Sonriendo de lado le dijo —Desde que son mis cuñadas, además no te equivoques, no solo tus hermanas, si tus hermanos consiguen novias, ellas también tendrán que pasar por mi visto bueno.

Mahiru se cruzó de brazos a la vez que fruncía el ceño —No me hagas enojar.

Le dijo riendo nerviosa —Era broma. Yo solo quiero darte vistos buenos a ti.

Mahiru se ruborizó —No digas tonterías, Suzu.

Suzu volvió a tomar su mano, mientras caminaban junto a un estanque, Mahiru pudo observar a lo lejos a un par de caras conocidas, trató de hacer memoria. La más alta tocó su anillo con uno de sus dedos y le sonrió, cosa que hizo a Mahiru sonrojar y desviar su atención a ella.

Tenían anillos a juego en base a una promesa de apoyarse y estar juntas siempre, así que llevaban sus anillos en sus dedos anulares derechos, rara vez se los quitaban.

Misora caminaba junto a Aruru por el parque esa tarde, habían salido a comprar la cena, pero Aruru había insistido en ir a ver las ardillas y por eso habían terminado ahí. A lo lejos vio unos cabellos azules y sintió reconocer a esa persona, dirigiéndose a Aruru le preguntó: —¿Conoces a esa persona?

Aruru miró donde le señalaba y le dijo —¿No es Tsuyuzaki-san?

La pelirroja chasqueó sus dedos dándole la razón —¡De Seisho! ¡Es cierto!

Mientras más se acercaban al estanque junto al que estaba Mahiru, más curiosidad sentía, pero al notar que ella estaba tomando la mano de Suzu le surgió una duda.

Aruru al parecer pensó lo mismo —¿Serán pareja? Parecen muy unidas.

Misora le contestó con sarcasmo —¿Cómo puedo saber eso? ¿Por qué mejor no vas y se lo preguntas?

La rubia asintió emocionada —En un principio lo pensé, creí que me dirías imprudente, pero ahora que lo dices tú suena a una ¡Excelente idea! — iba a paso decidido con dirección a Mahiru.

Misora corrió tras ella —¡ERA BROMA ARURU!

La rubia la ignoró y al llegar a ellas les dio una reverencia —¡Hola! ¡Oh es Minase-san! —recordaba a Suzu de una obra en la que había actuado el año anterior.

Ella le sonrió —¡Otsuki-san! ¡Es bueno verte otra vez! Permíteme que las presente.

Mahiru negó con su cabeza —No hace falta, las recuerdo, son de Frontier, ya habíamos hablado antes ¿O me equivoco Kano-san?

Misora le sonrió —No, no se equivoca Tsuyuzaki-san, nos conocimos años atrás. Es bueno volvernos a encontrar.

Aruru no pudo resistirlo más y ruborizándose al notar que ellas seguían tomadas de las manos, les preguntó —¿Interrumpimos su cita o algo?

Misora frunció el ceño y trató de desviar el tema —¿Pasan por aquí muy seguido?

Mahiru soltó la mano de Suzu por acto reflejo, y le contestó, nerviosa, a la pelirroja —En realidad nos encontramos recientemente y decidimos conversar un rato.

Suzu llevó su mirada al estanque tratando de no mostrar expresión alguna, estaba bastante acostumbrada a la manera en que Mahiru solía negar su relación, pero nunca paraba de doler.

Aruru notó el silencio de Suzu y solo pudo mirarla con preocupación, pero al voltear a ver a Misora se encontró con un rostro enojado, le sonrió en respuesta.

La pelirroja habló rápidamente evitando que Aruru dijera algo —Nos encantaría quedarnos a conversar, pero tenemos que llegar a hacer la cena, ha sido un placer encontrarnos, Tsuyuzaki-san, Minase-san.

Aruru asintió animada —¡Deberíamos reunirnos para salir juntas algún día!

Mahiru le sonrió —Algún día deberíamos coordinar.

Suzu se limitó a darles una reverencia —Fue un placer volvernos a ver.

Mahiru la imitó soltando cordialmente —¡Fue un gusto!

Misora se despidió de ellas, antes de empezar a caminar de regreso a casa, Aruru se abrazó a ella contenta de haber visto chicas de su época de colegio, pero ni así se salvó del regaño de la pelirroja.

Suzu levantó la mirada al cielo pensando en silencio.

Mahiru la miró preocupada —¿Estás bien?

Ella asintió, tratando de forzar una sonrisa —Estaba pensando en que hacía mucho tiempo no veía a Otsuki-san —no quería molestar a Mahiru con sus emociones, por lo que intentó distraerse —¿Vamos a casa? Está oscureciendo.

Mahiru la tomó de la mano con un asentimiento, presintiendo el problema, pero lo habían hablado tantas veces, que agradecía el hecho de que Suzu lo hubiera evitado, tratando de sonar animada le dijo —¡Vamos! Haré algo rico para cenar.

La más alta sonrió, un poco más contenta ante su tacto —Ahora solo hiciste que me diera hambre, y no es justo, todo lo que cocinas es delicioso.


Ese fin de semana, Suzu le había dicho a Mahiru que necesitaba ir a Hokkaido por una situación familiar, la peli-azul insistió en acompañarla y de paso visitar a su familia, y por eso estaban bajando del tren en la estación principal de su tierra natal, pensaban regresar antes del lunes, era noche de viernes.

La más alta notó que habían miradas sobre ellas, pero pensó que debía ser normal, tratándose de que Mahiru aparecía en las noticias y en la radio constantemente, incluso notaba a señoras conversar entre si mientras las miraban, trató de ignorar la idea.

Estaban agotadas, entre cansancio, escucharon el claxon de un carro, Mahiru reconoció el auto de su padre, él se había bajado y estaba parando junto a la puerta abierta del mismo, ella corrió en su dirección feliz de volver a verlo —¡Papá! ¡Volvimos! ¡Regresé!

El padre de Mahiru era un hombre de cabellos negros, bastante alto, en su rostro adornaban un par de anteojos, Hiroshi Tsuyuzaki, no tenía contextura de ser un hombre de granja, sin embargo, administraba una. Devolviéndole el abrazo a su hija le preguntó —¿Cómo te ha estado yendo por allá?

Ella rompió el abrazo y le contestó simulando cansancio —Es agotador, empiezo a extrañar la granja y las papas.

Mahiru tenía una relación padre e hija bastante cercana, él era un hombre muy calmado, atento y compasivo, haría lo que fuera por su familia, su cualidad más grande era su mente fría, a diferencia de su madre, la cual tenía un carácter fuerte y era quién se encargaba de que sus hijos fueran todos obedientes y respetuosos, a toda costa.

Suzu se acercó y dándole una reverencia, nerviosa, saludó —Buenas noches, señor Hiroshi.

Él le sonrió y le tendió una mano —Suzu-chan, es bueno volverte a ver.

Ella sonrió de vuelta, devolviéndole el apretón de manos —Puedo decir lo mismo, hacía mucho no lo veía —Se sentía extremadamente tensa. El papá de Mahiru solía tratarla como si fuera su hija, pero a ella le molestaba la idea y trataba de crear barreras para que él fuera consciente de que ella no lo era.

Mahiru notó la tensión e interrumpiendo dijo —Papá ¿Vamos a casa? Esas cuatro horas de viaje siempre son agotadoras, Suzu-chan debe estar muy cansada.

Suzu entendió el mensaje y soltando un bostezo asintió —Estoy cansada, discúlpenme.

Él se subió al asiento del conductor invitándolas a subir —¡Vamos! La cena está esperándolas.

Mahiru se había sentado en el asiento del copiloto junto a su papá, Suzu tragó pesado al pensar que podría estar invitada a esa cena. La peli-azul colocó música, mientras respondía preguntas de su papá sobre su vida en Tokio.

Al llegar a casa de los Tsuyuzaki, Hiroshi y Suzu bajaron el equipaje, con ayuda de Mahiru, en el momento en que se disponían a entrar a la casa Suzu los detuvo.

Dándoles una reverencia les dijo —Disculpen que rechace su invitación a cenar, pero tengo que ir a casa urgentemente, nos vemos mañana señor Hiroshi, Mahiru.

Mahiru la miró preocupada.

Hiroshi asintió mientras tomaba la maleta de Mahiru —No te preocupes, bienvenida a Hokkaido, Suzu-chan.

—Gracias— Suzu le hizo señas a Mahiru explicándole que le escribiría, antes de empezar a caminar a pasos decididos rumbo a casa de su madre.

La peli-azul la vio ir, mientras su padre entraba a casa, siguiéndolo, abrió la puerta, dentro, su hermana de quince años junto a su hermano de unos catorce años la abrazaron emocionados.

Hana era su hermana menor, una chica de cabellos negros, ojos azules, y una personalidad muy dulce. Yamato, su hermanito era un chico de cabellos azules como los suyos y ojos color café oscuro.

Hana la abrazaba mientras le decía —¡Hermana! ¡TE EXTRAÑÉ!

Yamato apretaba su abrazo —¡Ya me estaba cansando de verte solamente en las noticias!

Ella rio a la vez que les acariciaba el cabello contenta —También los extrañé, hacía mucho tiempo no nos veíamos.

La madre de Mahiru, una mujer de cabellos azules al igual que su hija, y un rostro amable, llamada Natsumi, apareció por la puerta de la cocina y al verla sonrió contenta —¡Mahiru! Regresaste ¿Vienes sola?

Parecía esperanzada, pero Mahiru se limitó a asentir en respuesta. Sintió que la pregunta le había molestado.

Se escucharon unos pasos por la escalera del segundo piso, hasta que por la misma apareció Sayumi, la hermana más grande, después de Mahiru, tenía unos dieciocho años y cabellos azules al igual que ella. Al verla soltó emocionada —¡MAHIRU!

Ella le sonrió en respuesta —¡Sayu-chan!

La abuela de Mahiru cruzó el umbral de la puerta de la sala y al ver a su nieta extendió sus brazos —¡Mahiru! Mi niña.

La aludida sonrió feliz y fue en su dirección, dándole un abrazo.

Su abuela le preguntó en el abrazo —¿Viniste sola? Creí que al fin tendrías alguien a quién presentarnos.

Ella se rio nerviosa en respuesta, bastante incómoda —En realidad vine con Suzu-chan, pero tuvo que irse a casa de su madre.

La señora frunció el ceño y rompió el abrazo en silencio.

Su madre las vio romper el abrazo y le dijo —Mahiru, ¡No demores tanto en volver a casa! No venías desde hace un año.

La aludida sonrió culpable, aunque inquieta por la nueva actitud de su abuela.

Ryuu, su hermano de veintiún años, de cabellos negros como los de su padre, entró a casa por la puerta mientras limpiaba la tierra de su pantalón, pero al ver a Mahiru frunció el ceño —¿Eres?

Ella lo volteó a mirar, pero al notar su rostro molesto, le contestó —Volví.

Él rio mientras le decía en broma —Ya no te reconozco si no te escucho la voz.

Ella fue en su dirección mientras se estiraba para alcanzar su cabello y despeinarlo con una sonrisa —Espero hayas estado cuidando de todos mientras no estuve.

Asintió sonriente —Lo he estado haciendo como te prometí, tú también lo has estado haciendo bien en Tokio, eh, señorita deportes.

Su madre interrumpió el momento —Vamos a cenar, luego pueden hablar de lo que quieran.

Hana soltó —¡Vamos a celebrar porque Mahiru onee-chan volvió!


Suzu llegó a casa de su madre, colocando su llave abrió, al entrar se quitó los zapatos y yendo a la sala la encontró sentada viendo las noticias.

Saludó —¡Volví!

Su madre la miró indiferente, volviendo su vista a la televisión, antes de comprender lo que estaba pasando y volver a mirarla —¿Suzu?

Ella se rio, antes de sentarse junto a su madre en el sofá —No seas dramática, mamá, estuve fuera solo seis meses.

La aludida se recostó contra su hombro y le dijo con una sonrisa —Es que seis meses es mucho tiempo.

Suzu frunció el ceño —Seis meses no es tanto tiempo.

Suzume era una mujer de unos cuarenta y cinco años, de cabellos verdosos y ojos azules, su personalidad era igual de animada que la de su hija. Era muy cercana a Suzu y vivía sola desde que el padre de Suzu y ella se divorciaron años atrás.

Era consciente de los gustos de su hija, pero conociéndola tanto, sabía que no importaba eso, porque no hacía de su hija una mala persona. Inclusive conocía a Mahiru a causa de una visita sorpresa que les había hecho en Tokio. Le había parecido que Mahiru era lo que Suzu necesitaba para dejar de ser un desastre. Ni Mahiru ni su hija habían dicho nada sobre su relación, pero ella directamente había asumido que eran pareja y ellas dos al notar que Suzume no les decía nada al verlas actuar como tal, se comportaban tranquilamente como una pareja a su alrededor.

Su madre se apartó y le dijo con un tono serio —Tengo que contarte algo, antes de que te enteres por ti misma.

Su hija la miró atentamente —¿Qué pasó?

—La gente del pueblo se enteró de tus gustos, creen que es solo un rumor, pero no dejan de hablar de ello —soltó un suspiro sintiéndose culpable —es que, había venido una organización de esas que tratan de educar a la gente, a explicar que la homosexualidad no es mala ni rara, incluso me enteré que en Hokkaido es el lugar donde hay más parejas homosexuales en todo Japón, bueno, el punto, pidieron que alguien contara una experiencia personal o si conocía a alguien así y diera testimonio de que son buenas personas.

Suzu asintió frunciendo el ceño —¿Y hablaste?

Ella asintió ocultando su rostro entre sus manos cargando con la culpabilidad —Pensé que esa reunión los haría cambiar ese pensamiento horrible que tienen, pero solo dije que conocía a alguien que era gay y era buena persona, inmediatamente asumieron que se trataba de ti y desde entonces hablan de ello, cuando los escucho comentar cosas malas sobre ti, siempre intento defenderte, pero es frustrante, perdóname Suzu.

Ella rio dándole una palmada cariñosa en el hombro —No pasa nada, mamá, son solo rumores, además, mientras no lleguen a Tokio y puedan provocar algún daño a mi carrera, todo está bien. No me molesta escuchar a la gente hablar sobre mí, es publicidad ahora que haré un personaje en un programa de televisión, está bien, no te culpes por eso.

Suzume se levantó y caminó a la cocina mientras le preguntaba con tranquilidad —¿Saldrás también en televisión?

Suzu tomó el control y cambió de canal, hasta llegar a una película animada —Así es, estaré haciendo de un personaje secundario en una serie de un canal internacional, me lo propusieron el mes pasado al ver que soy buena en gimnasia.

—Ya era hora, no puedes permitir que Mahiru-chan te deje atrás.

Suzu sonrió para sí misma, pensando que en realidad no podía competir contra Mahiru —Deja de decir tonterías, ella sale cada tarde en las noticias, y en cada partido de béisbol puedes oírla hablar, no hay forma de que le gane ¿Sigues encargándote de la biblioteca del pueblo?

—Sí, pero es agotador ver tantos adolescentes entrar cada tarde, creí un tiempo que eras uno en un millón, hasta que empecé este trabajo, veo todo tipos de parejas y grupos de amigos.

—No es extraño, conozco mucha gente como yo en Tokio.

Tenía un tono bromista, pero el ceño fruncido, aunque su hija no pudiera verla —Oye, escúchame bien niña malcriada, no te atrevas a hacer sufrir a Mahiru-chan, es perfecta esa niña, si la lastimas la tomaré como mi hija y te desterraré— realmente le agradaba Mahiru.

Suzu soltó una carcajada, imaginándose el rostro malhumorado que debía tener su madre al decir eso, el papel de madre regañona no se le daba bien —No te preocupes, hay más posibilidades de que ella me deje a que yo lo haga.

Su madre le tendió un plato con ramen y sentándose junto a ella en el sofá, con el suyo propio en manos, le dijo —Vamos a cenar ¿Por qué quitaste las noticias?

Suzu comenzó a comer —Son aburridas si no hay sección de deportes.

Su madre negó con su cabeza riendo, su hija realmente estaba enamorada y tonta a causa de Mahiru.


La tarde siguiente, Mahiru se encontraba recogiendo algunas papas junto a sus hermanos, hasta que su madre se asomó por la puerta y le hizo señales a ella para llamar su atención.

Acudiendo al llamado, fue en su dirección para encontrarse a su mamá.

La señora le sonrió y le dijo —Tenía una pequeña duda y no me atrevo a preguntárselo a ella directamente y tu papá me dijo que tal vez sería buena idea preguntarte a ti, pero ¿Suzu-chan tiene novio?

Ella no pudo evitar fruncir el ceño, antes de decirle —No, ¿Por qué preguntas esas cosas, mamá?

—¿Qué tiene de malo? Eres mi hija, debería estar bien preguntártelo a ti, además de que es por algo que han estado diciendo en el pueblo y tiene de mal humor a tu abuela.

Sintió curiosidad —¿Qué es eso que han estado diciendo?

Su madre quitó la mirada —Dicen que es rara.

Soltó una leve risa —Sabemos que lo es.

Ella negó cruzándose de brazos —Me refiero a que están diciendo que es anormal, que a ella le gustan las mujeres, y a tu abuela le parece que, si es así, no la quiere ver más por aquí, entonces como la conozco y pensaba que es buena persona, creía que era imposible que ella lo fuera, si tuviera novio, podría convencer a tu abuela de que es mentira lo que dicen.

Mahiru sintió que su sangre calentarse ante su enojo —¿Entonces ella no puede venir?

Natsumi la miró seriamente —Sabes que tu abuela es una persona entrada en edad, no podemos darle muchas emociones y creo que, si traes a esa chica, ella se va a enojar mucho, así que evítalo todo lo posible. Aunque sea mentira, mientras no lo puedas comprobar, no estará tranquila.

Mahiru asintió en silencio, llena de enojo, le molestaba que eso estuviera pasando, la hacía sentir muy mal. Pero eso le confirmaba que era imposible que sus padres aceptaran sus gustos, tragó pesado ante la idea de tener que ocultarlo toda la vida.

Su madre interrumpió sus pensamientos diciéndole en un tono bromista —Ahora que estamos con el tema, ya estás en edad de tener hijos y ni siquiera tienes pareja ¿Qué estás esperando para conseguirte un novio? No puedo creer que tu hermana consiguió uno antes que tú.

Mahiru desvió su mirada, contestándole incómoda —No tengo apuro, mamá.

Su tono bromista aumento —¿Qué tal ese chico de la emisora? Graban juntos todos los días ¿No? Parecen llevarse bien.

La peli-azul la miró con el ceño fruncido —Es mi trabajo, no quiero nada con él —dándose vuelta añadió —voy a seguir con las papas.

Natsumi se cruzó de brazos mientras susurraba para sí misma viéndola ir —No la entiendo.

La noche llegó, Mahiru estaba en la sala viendo la televisión junto a sus hermanos, hasta que su hermana Sayumi, quién estaba junto a ella decidió romper el silencio.

—Entonces, Mahiru ¿Cómo son los chicos de la ciudad?

Ella se ruborizó ante la sorpresa y mirándola frunció el ceño —¿No tenías novio?

Se encogió de hombros —Lo tengo, pero no significa que no pueda apreciar a otros chicos.

Su hermano Ryuu, que estaba sentado al otro lado de Mahiru, le contestó —Sí, significa eso, Sayu.

Akiyama, Hana y Yamato, estaban conversando sobre un videojuego entre sí. Por lo que los tres hermanos mayores aprovecharon para hablar.

Mahiru soltó una risa, divertida —No creo que haya que ser extremistas.

Sayumi desvió la mirada —Seiji es fan de idols y no le digo nada, incluso voy a sus conciertos con él.

Ryuu le contestó —No creo que sea lo mismo, que Seiji-san mire chicas cantar y bailar, a que tu mires chicos en tus redes sociales con la posibilidad de contactarlos.

Mahiru se burló —Además, si no mal recuerdo, la que sigue a idols eres tú, pobre chico, ahora lo llevas a conciertos y lo culpas por ello.

Ella se ruborizó —Es que son tan lindas, no puedo evitar seguirlas. Pero volviendo al tema ¿No tienes algún chico lindo en la mira, Mahiru?

Ella se preguntó qué pasaría si intentaba mentir a medias, ellos parecían de confianza —Si hay alguien que me atrae.

Ryuu la miró sorprendido —¿Quién es? ¿Y por qué no le conozco?

Sayumi también estaba impactada —¿Qué?

Mahiru se ruborizó y les contestó, jugando con sus palabras —Posiblemente conozcan quién es, pero no puedo revelar más información.

Su hermano asintió con el ceño fruncido —Espero que, si llegas a algo con esa persona me la presentes, tengo que asegurarme de que te merezca.

Sayumi sonrió de lado —Espero que sea un beisbolista, esos chicos son muy calientes.

Mahiru le llamó la atención —Oye ¿Desde cuándo hablas así?

Su hermano soltó una risa —Deberías rendirte, desde que descubrió la sexualidad, se salió de control, eso sí, no lo hace frente a nuestros hermanos menores o nuestros padres, tranquila.

Sayumi lo molestó —¿Y por qué no le cuentas de tu novia china?

Él se ruborizó, quitando la mirada —Cállate.

Mahiru sonrió curiosa —¿De qué está hablando?

Su hermano, rascó su nuca nervioso y avergonzado —Es que, hay una chica que me gusta, la conocí en línea y hemos estado hablando alrededor de un año, vive en Shanghái, hablamos en inglés entre nosotros y a veces nos enseñamos mandarín y japonés. Pero no somos pareja ni nada parecido, solemos vídeo-llamarnos. Esto es un secreto, solo Sayumi y tú lo saben.

Mahiru asintió con una sonrisa —Así que es así, si llegó a tener que ir a Shanghái, me aseguraré de llevarte conmigo, tienes que presentármela algún día.

Sayumi se rio ante la vergüenza de su hermano y soltó en broma —Eso, váyanse, así me quedo la granja para mí.

Ryuu le dijo —No hay problema por mí, no tengo muchas ganas de vivir para siempre en este aburrido pueblo.

Mahiru sintió su celular vibrar y al sacarlo de su bolsillo leyó el nombre de Suzu, colgó la llamada.

Caminó al comedor buscando privacidad, se detuvo en la puerta al oír a sus padres hablar, por lo que se ocultó espiando al notar que mencionaban su nombre.

Pudo oír a Hiroshi, su padre, decirle a Natsumi —No estés exagerando, Mahiru aún es joven, no tiene ninguna prisa en casarse. Así son los jóvenes de ahora.

—No seas tan suave, Hiroshi, ¡Ella ya está en edad de tener hijos! A mí no me importa si tú quieres o no, ¡Pero no va a faltarle al honor de la familia negándose a casarse o tener hijos!

—Deja que conozca a alguien que le guste, seguramente si eso pasa se quiera casar, no la obligues a casarse como hicieron nuestros padres.

—¡Tal vez eso es lo que le falta! A nosotros nos funcionó.

—No vas a hacerle eso a alguno de mis hijos, quiero para ellos lo que yo nunca tuve y entre eso, está la voluntad de decidir por sí mismos lo que quieren.

—Está bien ¡Pero si ella resulta rara va a ser tu culpa! Mira cómo resultó su amiga, me preocupa escuchar el nombre de mi hija en boca de todos mientras hablan mal de ella.

—Eso no va a suceder, no estés exagerando. Mahiru siempre ha sido una gran hija, cuando estuvo aquí cuidaba de sus hermanos, y se fue a Tokio a convertirse en una estrella y lo cumplió, hace feliz a su abuela, aparece en las noticias cada tarde, aún lejos cuida a sus hermanos, les manda algo de dinero, aunque ellos le digan que no es necesario, es muy inteligente y nos quiere mucho, no desconfíes de tu hija solo porque no ha encontrado a la persona correcta, y menos cuando seguramente sea ella quién cuide de nosotros cuando seamos ancianos.

Natsumi suspiró —Tienes razón, tal vez estoy exagerando, Mahiru siempre ha sido el ejemplo para sus hermanos, seguramente solo sea cuestión de tiempo, ella no nos defraudaría.

Hiroshi cambió el tema —Hablando sobre defraudar, el tractor está funcionando mal estos días.

Mahiru caminó de vuelta al sofá, junto a sus hermanos, y se dejó caer en el mismo, con una mezcla de emociones dentro de sí, miraba sus manos pensando. Hasta que su celular volvió a vibrar, notándolo, lo sacó entrando a sus chats.

Sayumi también sacó su teléfono leyendo mensajes, por lo que Ryuu tomó el suyo empezando a revisar sus redes sociales.

Mahiru frunció el ceño al leer un mensaje de Suzu donde le avisaba que estaba afuera, pero no se había atrevido a golpear la puerta.

Levantándose caminó a la entrada, seguida de Sayumi, aunque ella no lo había notado.

Ryuu las detuvo —¿A dónde van?

Sayumi tomo su abrigo y les dijo —Iré a ver al tonto de Seiji-kun, está en el campo, dice que quiere ver las estrellas un rato.

Mahiru asintió —Hoy es luna llena, así que saldré a ver la luna —dirigiéndose a su hermana le dijo— ten cuidado.

Ryuu frunció el ceño cruzándose de brazos —Si no supiera que Seiji-san es un buen chico, te diría que es muy delincuente pedirte salir a esta hora.

Mahiru se dio cuenta que Suzu también sería delincuente en ese caso, y que necesitaba salir antes que su hermana, por lo que le dijo —Anda avísale a mamá que vas a salir.

Sayumi suspiró obediente. A lo que Ryuu miraba a su hermana mayor con sospecha, pero resignándose caminó de vuelta a la sala donde estaban sus hermanos.

Mahiru aprovechó y salió, cerrando la puerta tras de sí, al encontrar a Suzu afuera, tiró de su brazo llevándola consigo a la parte detrás de la casa, hasta llevarla a un campo abierto, ahí le dijo —¿Qué pasó?

Suzu la miraba bastante sorprendida —Eso te pregunto yo ¿Por qué tenemos que hablar aquí?

Ella negó restándole importancia —No es nada, quería estar contigo en un lugar más privado —No quería contarle la verdad por miedo a hacerla sentir mal. Aún tenía sus emociones confundidas por lo que había oído recientemente de sus padres.

—¿Estás segura?

Ella asintió —Sí, igual no des vueltas ¿Tenías algo que decirme?

—¡Ah sí! Es que, verás, al parecer hay algunos rumores en el pueblo acerca de mí.

Mahiru suspiró —Mi madre me contó, ¿Cómo estás con eso?

Se encogió de hombros —No me importa, pero mamá se ve frustrada por eso. Supongo que le molesta.

Ella asintió frunciendo el ceño —A mí me molesta también. Son unos idiotas para estar metiéndose contigo y murmurando tonterías sobre ti, ¡Por esas cosas este pueblo pequeño es solo otro pequeño pueblo! —estaba enojada.

Suzu tomó una de sus manos, antes de tirar de ella en un abrazo y acariciar su cabello diciéndole —Ya, no te preocupes por eso.

Mahiru apretó su agarré en el abrazo y le dijo —Solo llevo un día y medio aquí y ha sido agotador, necesitaba un abrazo.

Su acompañante susurró preocupada —¿Pasó algo?

Negó mintiendo —No tranquila, es solo que ha sido pesado por las papas ¿Cómo está tu madre?

Suzu tomó su rostro entre sus manos y se acercó a él, respondiéndole con una sonrisa —Está bien, pero preocupada, dice que debo tratarte lindo y cuidarte mucho para que no me dejes —unió sus labios en un beso.

Al separarse, Mahiru le contestó en broma —Es una mujer muy inteligente.

Suzu rio, recostando su frente contra la de Mahiru, mirándola a los ojos. Se quedaron algunos segundos así, absortas en su mundo.

La más alta, aún sin romper esa postura, le preguntó —¿Es mucho pedir el quedarnos así para siempre?

Ella rio —Sería incómodo en cierto punto.

Separándose Suzu la abrazó contra su pecho —Entonces así.

Cerró sus ojos en el abrazo —Me gustaría, pero ya deben ser las diez de la noche, debería regresar y tú también, tienes que ir más allá.

Suzu la sintió romper el abrazo y tomando su mano le rogó —Quedémonos un ratito más.

Ella rio ruborizándose —Suzu, mañana volvemos a Tokio, no exageres.

La aludida se acercó a su rostro y le susurró contra sus labios —Pero besarte en Hokkaido sabe diferente a besarte en Tokio.

Mahiru le continuó en tono bromista —¿Cuál es mejor?

Suzu rompió la distancia dándole un beso, para susurrarle al oído —Cualquiera si es contigo.

Mahiru no pudo evitarlo y abrazándose a su cuello se estiró para darle un beso, a la vez que Suzu se inclinaba y la abrazaba por la cintura, pero fueron interrumpidas.

Una linterna las alumbró y la voz de un hombre resonó —¿Qué están haciendo?

Mahiru se apartó como por acto reflejo preocupada.

Suzu frunció el ceño y apretó sus puños mirando al portador de la linterna, encontrándose con dos personas, entonces soltó —¿Ryuu-kun? ¿Sayu-chan?

Mahiru se sentía extremadamente nerviosa, tenía miedo, dos de sus hermanos la acaban de descubrir.

Él suspiró, apagando la linterna se acercó a ellas —¿Así que esto era lo que estabas ocultando, Mahiru?

Sayumi guardó silencio cubriendo su boca con sus manos analizando lo que acababa de ver.

Ella temblaba del miedo, en completo silencio, era un caos.

Suzu habló, intentando defenderla y evitando meterla en problemas con sus padres —Fue mi culpa, ella no quería hacer eso, pero yo la presioné.

Sayumi frunció el ceño —¿Mahiru, es cierto?

La aludida negó con su cabeza cabizbaja.

Él soltó una risa —No creo que pudieras obligar a Mahiru a hacer algo, mi hermana no es dócil.

Mahiru salió de su trance y aun temblando dijo —¿Qué hacen aquí?

Ryuu contestó seriamente —Sayumi regresó, y notamos que estabas demorando mucho, nos preocupamos porque saliste sola de casa y decidimos venir a buscarte. Yo no estoy aquí para juzgar a nadie.

Sayumi miró a su hermana y le preguntó confundida —¿Ella es la persona de la que estabas hablando? La persona que te gusta.

Mahiru asintió aún nerviosa.

Suzu caminó hasta Ryuu y tomándolo del cuello de la camisa lo miró a los ojos de forma amenazante—¿Amigo o enemigo?

Él la miró algo temeroso, nunca la había visto así —¡Amigo!, ¡Amigo!

Sayumi sintió la mirada amenazante de Suzu sobre ella y levantó ambas manos en rendición, diciéndole —Definitivamente amiga.

Mahiru se acercó a ellos y tocando el hombro de Suzu la detuvo, a lo que la más alta lo soltó.

Dirigiéndose a sus hermanos dijo —Agradecería si no le contaran sobre esto a nadie, no quería que se enteraran de esta manera.

Él abrazó a su hermana —No quería verte asustada, a mí no me importa con quién estés mientras sea buena persona y te haga feliz.

Sayumi se unió al abrazo y le dijo —Yo no puedo decirte nada, eres la mejor persona que conozco y a la que más admiro, Mahiru, eso no va a cambiar solo porque te gusten tontas como Suzu-chan, incluso creería que eso es de familia.

Ryuu y Mahiru no pudieron evitar reír ligeramente ante el último comentario de su hermana.

Suzu suspiró aliviada, antes de fruncir el ceño al entender el comentario de Sayumi. Era la primera vez que ella la llamaba así, pero era cercana a la familia de Mahiru, así que no le extrañaba.

Mahiru sonrió en el abrazo conmovida, era la primera vez que revelaba a alguien sus sentimientos por Suzu, y se sentía llena de emociones, vuelta un caos.


La mañana siguiente se hizo presente, era domingo y Mahiru no quería salir de su habitación, no había podido dormir en toda la noche gracias a todo lo que había vivido y oído la noche anterior. Quería volver a Tokio y acabar ese viaje.

No tenía ni la más mínima idea sobre qué hora era, su habitación estaba completamente iluminada por el sol, pero ella cubría su rostro con sus sábanas.

Escuchó como alguien tocaba la puerta de su habitación, y decidió hacerse la dormida, evitando responder.

Su hermana Hana abrió la puerta, seguida de Sayumi, las cuales miraron la cama y notaron a Mahiru arropada de pies a cabeza.

Sayumi frunció el ceño —¿Qué hora es? ¿Qué clase de mujer de granja es para no levantarse temprano?

Hana sacó su celular leyendo la hora —Son las once y treinta y cinco de la mañana, es bastante tarde.

Yamato apareció por la puerta con una manilla, un bate de béisbol y una pelota, y al verlas ahí, les dijo —¡Chicas vamos a jugar béisbol!

Hana le preguntó —¿Qué te dijo papá sobre eso?

—Que estaba bien, después de todo, ya hicimos lo que teníamos que hacer temprano en la granja, y es domingo.

Sayumi miró a su hermana menor con una sonrisa y le dijo —Vayan, ya los alcanzo.

Hana y Yamato corrieron por el pasillo escalera abajo buscando a Ryuu.

Sayumi se acercó a la cama y tirando de la sábana descubrió a Mahiru, la cual cubrió su cabeza con sus manos tratando de ocultarse del sol.

Akiyama pasó junto a la puerta y al verlas les preguntó —¿Qué están haciendo?

Mahiru lo vio desde su posición y al notar que estaba vestido como si fuera a salir de la granja, le preguntó curiosa —¿A dónde vas?

Él se acomodó las mangas de la camisa —Voy con Maki al cine.

Sayumi le dijo en burla —No puedo creer que tengas novia.

Él le sonrió altanero —Yo tampoco.

Mahiru no pudo evitar reír y preguntar en broma —¿Todos tienen pareja? ¿Qué pasó en un año?

Akiyama le respondió sonriente —Es que somos tus hermanos, nos da estatus.

Sayumi se rio en burla —Dices eso, pero desde que la conociste hace dos años estabas detrás de ella y no te daba bola, solo lo hizo cuando te metiste al equipo de béisbol de la escuela.

Él frunció el ceño avergonzado —No te pregunté, Sayumi, ahora, si me disculpan, me voy, tengo a una chica que hacer feliz —cerró la puerta.

Mahiru se reía mientras lo oía ir quejándose de su hermana, hasta que Sayumi cortó su humor peleándole la almohada.

Intentaba quitarle la almohada mientras le decía —Levántate, tonta. Tienes que salir, ya son las doce y aún sigues acostada.

Mahiru suspiró sentándose en la cama y le dijo —No seas necia, es domingo ¿No puedes dejarme descansar? Además, hoy regreso a Tokio, déjame reposar para el viaje.

Ella le contestó en reproche —Si hiciera eso, posiblemente te quedarías aquí, o volverías a dormir, además llevas más de doce horas acostada, debes estar cansada de descansar, y necesito hacerte preguntas...

Mahiru se levantó y la interrumpió tapándole la boca para silenciarla, afuera pudo oír a su abuela hablando con Natsumi, su madre, sobre las Minase, posiblemente estaban en el pasillo.

La abuela de Mahiru decía —Ayer en la tarde vino uno de las vecinas y me contó que estaba hablando tranquilamente en una tienda, cuando la señora Minase se enojó y empezó a gritarles que se ocuparan de sus vidas, se debe estar volviendo paranoica, pobre muchacha.

Natsumi, la madre de Mahiru contestó —Le dije a Mahiru que no se acerque más a esa chica, lo mejor que puede hacer es apartarse de ella o terminara ocasionándole problemas.

—Claramente esa chica es un problema, ¿Quién iba a pensarlo? Que sería una desviada, parecía tan buena niña, supongo que los papás no la cuidaron lo suficiente o no supieron enderezarla cuando se dieron cuenta que no era normal, pobre la señora Minase, debe ser horrible cargar con tal vergüenza.

—Ojalá el que Mahiru haya estado cerca de ella no la haya afectado, si me entero que esa chica le hizo algo a mi Mahiru o la ha obligado a alguna de sus cosas extrañas, la haría pagar —ella suspiró —es uno de los motivos por los que quiero que Mahiru encuentre a un hombre y se case pronto.

—Mahiru no sería tonta para caer en esas cosas, no creo que permitiría que esa niña le hiciera algo sin contárnoslo, además, ya te dije que la cases, te funcionó a ti.

—Hablé con Hiroshi, pero no quiere que le haga un matrimonio arreglado a Mahiru.

—Entonces organicemos un Omai, podrá conocer chicos que tal vez le llamen la atención, casarse le vendrá bien, entonces querrá tener hijos.

—Pero, Oba-san ¿Qué pasaría si Mahiru no quisiera casarse nunca? Sabe que esa gente existe, además, Hiroshi dice que tal vez estaría bien dejarla el tiempo que ella quiera.

—Tiene que casarse, no puedes permitir que le falte al honor de los Tsuyuzaki.

Las voces se oían ya algo lejanas, lo último que escucharon fue a la madre de Mahiru decir: —Me preocupa que vuelva a Tokio hoy y no haya podido convencerla de que tiene que conseguir un novio.

Mahiru, quién a tal punto ya había soltado a su hermana, se dejó caer en la cama y volviendo a arroparse le dijo —Ya no quiero salir.

Sayumi se sentía enojada, sentándose en la cama al igual de frustrada que su hermana, le dijo fuera de sus cabales —No sabes las ganas que tengo de incendiar este asqueroso pueblo. Si destacas eres malo, si no destacas eres malo, se creen rebaño de ovejas, pero todos son ovejas estúpidas, son un pueblo de idiotas.

Mahiru suspiró y le contestó —Y eso que apenas estás empezando a ser una adulta, si vieras lo horrible que se vuelve con el pasar del tiempo. Me quedaré aquí el resto de la tarde, gracias por tu apoyo, Sayumi. Te avisaré cuando esté por irme.

Su hermana tuvo una idea y con una sonrisa traviesa, se levantó de la cama y salió de la habitación, corriendo escalera abajo.

Mahiru volvió a arroparse pensando que su hermana respetaría su decisión. En su soledad, sintió deseos de llorar al darse cuenta que, si llegaba a hablar, perdería a su familia. Se abrazó a sí misma con los ojos cerrados, rogando poder escapar de esa situación, y sintió que extrañaba los brazos de Suzu. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó como si algo estuviera deslizándose, desarropándose, notó que Suzu estaba entrando por su ventana.

Suzu cerró la ventana detrás de sí y le dijo —Llegué ¿Cuál era la emergencia?

Estaba sorprendida —¿Qué haces aquí? Y más importante ¿Por qué irrumpiste en propiedad privada de esa manera?

Se rio y le contestó nerviosa —Tu hermana me dijo que si entraba por la ventana me vería como un chico salvajemente enamorado de las películas occidentales y luego me comparó con Romeo, aunque no sé si él entró por la ventana de Julieta, de cualquier forma ¿No te gustó?

—Suzu, pudiste caerte y haberte lastimado, estamos en el segundo piso, ¿Y qué haces aquí?

Rascó su nuca confundida —Sayu-chan me dijo que querías verme con urgencia, dijo que estabas caliente, así que —sacando unas pastillas del bolsillo de su abrigo y un abanico de mano, añadió —traje medicamentos por si era fiebre o si era calor, mi abanico.

Ocultando su rostro ruborizado entre sus sábanas, estaba avergonzada, juró que tomaría venganza contra su hermana. Al calmarse miró a Suzu y le preguntó —¿A qué hora nos iremos?

Sentándose en la cama, la miró confundida —¿No te gustó el viaje? Creí que querías ver a tu familia, por eso te dije que viniéramos.

Mahiru se sintió culpable, frustrada de tener a alguien tan buena como Suzu y no poder sentirse en paz con ello, le martirizaba sentirse así. Harta de todo eso comenzó a llorar dándole la espalda en la cama, con el rostro entre sus mantas.

Suzu pudo escuchar sus sollozos y acostándose junto a ella, levantó las sábanas, antes de arroparse y abrazar a Mahiru por la espalda, susurrándole —¿Qué pasó?

Ella cerró sus ojos ante el tacto y le contestó —No puedo más con esto, es asfixiante.

—¿Me contarías? — Estaba preocupada.

Sus lágrimas no paraban —Es angustiante, no puedo soportar las preguntas y la insistencia sobre casarme, no quiero esto, me duele como hablan de ti, no puedo con el peso que es ocultar lo que siento por ti. Siento que estoy mintiendo sobre quién soy.

Suzu apretó su agarre en el abrazo y le preguntó —¿No quieres acabar con todo eso? Sé que no es fácil, pero decir la verdad te hará libre.

Mahiru se dio vuelta entre sus brazos y mirándola a los ojos con el rostro empapado de lágrimas le contestó —¡No puedo! No quiero perder a mi familia. Los amo, no puedo elegir entre ellos y tú —ocultó su rostro contra el pecho de Suzu y le humedeció su abrigo con sus lágrimas.

Suzu suspiró, diciéndose a sí misma que no era el momento para insistir y abrazándola con fuerza le dijo al oído —Vámonos a Tokio, olvidemos a toda esta gente y vámonos.

Apretando sus manos contra la espalda de Suzu le contestó con un hilo de voz —No importa si nos vamos, esto va a seguir, y cuando regresemos será peor, va a ser peor con el tiempo, no importa qué tanto trate de ocultarlo, no puedo con esto, con esta angustia, no quiero sentirme así, no quiero que tu estés triste, no quiero ocultar lo que siento por ti, Suzu, ya no quiero.

Acarició su cabello y besando su frente le susurró —Todo va a estar bien. Tranquila, tú no estás haciendo nada malo, no sufras por las palabras de gente ignorante. Ellos le temen a lo que no conocen.

Se sintió temblar mientras le contestaba entre sollozos —Y yo le temo al rechazo— se decidió a confesarle —Mi madre dice que no puedes venir a casa porque eres rara, abuela dice que eres una desviada, no podría escuchar ese tipo de comentarios de gente que amo. Ni siquiera puedo oír ese tipo de comentarios sobre ti sin sentirme molesta, no sé qué hacer con este sentimiento.

Suzu levantó su rostro con una de sus manos y mirándola a los ojos, mientras limpiaba sus lágrimas con sus dedos, le dijo —Yo le temo a tu sufrimiento, Mahiru. A mí no me importa lo que digan sobre mí, soy feliz siendo quién soy y estando contigo, no me importa si eso es algo que otras personas no pueden soportar, yo soy feliz viéndote sonreír, viéndote al despertar, no me importa nada más. No creo que me importe jamás si la gente me trata con indiferencia, mientras llegue a casa y sienta toda la atención que me das. Tienes personas que te amamos como eres, no lo dudes.

Mahiru cerró sus ojos dejándose acariciar por la mano de Suzu, se sentía segura entre sus brazos.

Suzu suspiró pensando en lo doloroso que había sido llegar a ese punto donde se acostumbró a los rumores, escuchar personas hablar de ella, y que ya no le afectara. Sabía por lo que estaba pasando Mahiru, pero también sabía que ocultarlo solo la terminaría haciendo infeliz y si eso se daba, solo las arrastraría a ambas al sufrimiento.

Al ver su sonrisa ante sus caricias, sus pensamientos se dispersaron y no pudo evitar sonreír, en ese instante se preguntó a sí misma que tanto amaba a Mahiru para que una sonrisa pasara su mundo de un frío invierno a un sol de verano.


Habían llegado a Tokio hacía dos noches.

Hasta ese momento Suzu no había podido parar de pensar en las palabras de Mahiru, no entendía a qué se refería con no poder elegir, y carcomida por la duda y la inquietud, había terminado esa tercer noche en un bar, bastante ebria, eran alrededor de las once de la noche, su celular estaba repleto de llamadas de Mahiru, pero se decía a sí misma que no quería verla mientras no supiera que hacer.

Pidió una copa más, el bartender no dudo en dársela, pero nunca llegó a su mano porque alguien la apartó de su alcance. Levantando la mirada, notó que se trataba de Hisame y soltando un suspiro ocultó su rostro entre sus brazos contra la barra.

La castaña le preguntó —¿Qué se supone que estás haciendo al preocuparnos a todas así?

Aún en su posición y arrastrando las palabras le contestó —¿De qué estás hablando?

Hisame notó el tipo de lugar que era y se dio cuenta que Suzu tenía buen gusto, estaban en un bar bastante tranquilo, con música suave de fondo, donde casi todos estaban vestidos de ropa formal, definitivamente tenía que ser un lugar para oficinistas o gente adinerada. Las luces eran tenues, no llamativas y no parecían haber ebrios, aparte de Suzu, la cual estaba en la barra lejos de las mesas.

Suzu se levantó y caminando, medianamente bien, hasta una de las mesas de la esquina del local, la invitó a sentarse, sentándose volvió a dejar caer su rostro entre sus brazos contra la mesa, y suspirando insistió con la pregunta —¿Preocupar a quién?

Ella se cruzó de brazos, mirando a Suzu con reproche, se veía bastante ebria y triste —Mahiru-san llamó a Koharu para preguntarle por ti, ha estado esperándote desde las seis y tú no apareces. También llamó al resto de sus amigas, estaban todas preocupadas, pero como alguna vez me comentaste el nombre de este bar, pensé en buscarte aquí, tal vez con un golpe de suerte te encontraba. Le diré a Mahiru-san que te encontré, deberías avisarle cuando no vayas a llegar, Suzu.

Ella movió su cabeza y mirándola aún apoyada en la mesa, le contestó —No quiero verla. Dile que dormiré en tu casa hoy.

Frunció el ceño —No creas que vas a llegar a mi casa en ese estado, si mi madre te ve, te va a dar el sermón de tu vida, eres como una hija para ella.

Suspiró —Entonces dile a Koharu que me haga espacio en el departamento.

Ella sacó su teléfono y le dijo —Primero le diré a Mahiru-san que te encontré y que estás bien, en lo que cabe lo posible, y luego le diré a Koharu que irás a quedarte con ella esta noche, pero me vas a tener que explicar ¿Por qué estás en este estado y qué pasó con Mahiru-san que no quieres verla?

—Estuve pensando mucho en algo y decidí tomar para no pensar.

Hisame guardó su teléfono después de haber mensajeado a Mahiru y a Koharu, para responderle —¿Qué es lo que te tiene así?

Sus ojos se cristalizaron y le dijo con un deje de tristeza —Creo que Mahiru no me ama.

La castaña la miró seriamente —Si ese es el problema, no existe problema, claro que Mahiru-san te ama. Hasta la tortuga de Koharu sabe eso.

—¿Y por qué no es capaz de decirle a sus padres que me ama? Ni siquiera lo acepta ante sus amigas más cercanas, y me dijo que ella no podía elegir entre su familia y yo ¿Eso significa que nunca va a aceptar lo nuestro? Ni siquiera es mi novia, porque siempre me rechaza, me tiene esperando por ella durante dos años y medio, ¿Esa fue su manera de decirme que nunca vamos a estar juntas oficialmente? ¿Soy solo su juego?

Hisame decidió que era el momento para interrumpir su tren de pensamientos —Basta, Suzu. Deja de darle tantas vueltas a eso. Entiendo que estés triste y te haga sentir mal, pero si te preocupa tanto ¿Por qué no se lo preguntas tú misma? No estés torturándote de esta forma y menos tomando de manera irresponsable.

Ella se acomodó en su silla y recostando sus codos en la mesa, llevó sus manos a su rostro, refregando sus ojos, Hisame tenía razón. Se estaba comportando como una idiota. Suspirando le dijo —Tienes razón.

La castaña sintió que había sido algo insensible, por lo que le decidió decirle —Mira, Suzu, piénsalo así, ¿Cuánto tiempo estás dispuesta a esperar por ella? ¿Cuánto das por ella? ¿Ella da la misma cantidad por ti? Sabemos que te ama, sabemos que la amas, pero eso no lo es todo en la relación, y sé que asfixia el tener que ocultarlo, tal vez eso nunca cambie, por el tipo de trabajo que tenemos, pero el título de pareja definitivamente crea confianza. Intenta organizar tus dudas y pregúntale todo lo que te tenga dudando. Una vez tengas una respuesta, dependiendo de cuál sea, puedes buscarme y te ayudaré a pensar, mejor que como lo hace el alcohol.

Le sonrió en agradecimiento —Gracias por todo, Hisame.

Ella se estiró sobre la mesa, hasta llegar al cabello de Suzu y acariciarlo, mientras le decía en broma, tratando de cambiarle el humor —Ningún gracias, vas a pagar el taxi.

Asintió con una sonrisa cansada —Sabía que no sería gratis.


Eran alrededor de las siete de la noche, Mahiru llegó a casa, se sentó en el sofá e inhalando aire cerro sus ojos tratando de relajarse, había sido un día pesado en el trabajo.

Se sentía preocupada por Suzu, no había llegado la noche anterior, ni le había hablado en todo el día, no contestaba ninguno de sus mensajes. Sentía que necesitaba una explicación.

La puerta del departamento se abrió, y Suzu cruzó el umbral, se quitó los zapatos y caminó a su habitación en silencio.

Mahiru trató de llamar su atención —Buenas noches ¿Por qué fuiste a un bar anoche? ¿Y por qué no me avisaste?

Ella detuvo su andar y dándose la vuelta le contestó —Fue un día estresante, estaba pensando mucho en algo y terminé tomando, disculpa si te preocupé, olvidé mencionarte que iba a quedarme fuera anoche — se preguntó si era el mejor momento para hablar sobre lo que había pensado todo ese tiempo, tomando valor, tragó pesado y caminó en su dirección —Pero, quiero hablar contigo sobre algo.

La peli-azul abrió nuevamente sus ojos y la miró preocupada —¿Qué pasó?

Deteniéndose frente a ella en el sofá, le preguntó con los puños cerrados dándose valor —¿Tú me amas?

Mahiru por inercia, movió el anillo en su dedo y le contestó confundida —Claro que sí, sabes que lo hago ¿Por qué lo preguntas? —Hizo una pausa y le añadió algo ofendida —¿Estás dudándolo?

Suzu sintió que sonaba triste y tragando pesado le dijo —Si tú me amas y yo te amo ¿Por qué no podemos tener una relación?

Ella se levantó del sofá y nerviosa le contestó —Sabes que no puedo, Suzu, ya lo hemos hablado antes.

Asintió y sintiendo su voz temblar nerviosa le dijo —Lo hemos hecho, pero tú siempre decías que algún día, pero esa tarde en tu habitación en Hokkaido dijiste que no podías elegirme sobre tu familia, entonces te pregunto ¿No vas elegirme nunca? —juraba que sus manos estaban temblando, por impulso empezó a jugar con el anillo en su dedo.

Mahiru la miró sintiéndose nerviosa de responder, estaba entre lo que deseaba y lo correcto, después de unos segundos, eternos, tratando de sonar calmada, susurró —No puedo elegirte sobre mi familia, yo los amo, mis hermanos, a mis padres, mi abuelita, no puedo decepcionarlos, perdóname —tenía un nudo en su garganta.

Sintió su sangre hervir y le dijo en un tono más alto —¿No puedes responder pensando en lo que tú quieres y no lo que otros quieren?

—Ellos lo son todo para mí, soy la hermana mayor, el ejemplo a seguir, no puedo solo olvidarme de ello, tengo una responsabilidad con mi familia, Suzu, no puedo pensar de manera egoísta.

Apretando los puños le dijo con un deje de tristeza —¡Yo creí que yo era tu familia! Soy quién te espera en casa cada día, quién te cuida cuando enfermas, quién ve todos los partidos de béisbol solo para oírte narrarlos, soy tu fan, tu admiradora, tu amante, tu amiga ¿No soy importante para ti?

Mahiru sintió sus ojos cristalizarse ante el tono triste de Suzu y dándole vueltas al anillo en su dedo, le respondió, evitando llorar —No se trata de eso. Yo no puedo elegirte sobre ellos, los amo mucho, lo sabes, no podría soportar si mi madre me rechaza y simplemente no me permiten volver, quiero ver a mis hermanos crecer, quiero verlos ser personas de bien y sentirse orgullosos de mí y sentirme orgullosa de ellos —Sus lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas al pensar en la posibilidad de perderlos —perdóname, pero yo no puedo elegirte.

Suzu sintió la desesperación consumirla y le imploró —Entonces solo aceptemos nuestra relación con tus amigas, pero hazme sentir que no he estado esperando por ti en vano, por favor, Mahiru —estaba al borde de las lágrimas.

Ella quitó su mirada, tratando de mantener su voluntad, limpiando las lágrimas que estaban bajando por sus mejillas, recordó los rumores en Hokkaido y negó con su cabeza —Perdóname, pero no puedo.

Pasando de tristeza a desesperación y de desesperación a ira, tomó un cuadro con una foto de ellas, que estaba sobre la mesa de la televisión y lo lanzó contra la pared más cercana, le gritó frustrada —¡Entonces todo esto es una mentira! ¡Todo ha sido mentira! —Estaba enojada con la vida, enojada con que Mahiru no la pudiera entender, con que el motivo de ella fuera válido y no pudiera derrumbarlo, estaba enojada porque no podía hacer nada para cambiar esa situación.

Mahiru la miraba preocupada y aun llorando, le dijo —Suzu, no hagas esto más difícil.

La más alta la volteó a mirar consumida por la ira y le gritó fuera de sus cabales —¡¿Más difícil?! ¡¿Más difícil de lo que ya lo hiciste?! ¡¿Por qué tus amigas no pueden saberlo?! ¡Es que ellas lo saben! ¡¿Por qué no puedes decirlo?! ¿Te avergüenzas de mí? ¿Entonces el problema es que soy yo? Seguramente si le hicieras caso a su madre y consiguieras un novio, se lo presentarías a todos con orgullo ¿No? ¡Tu problema es que soy yo! Y si fuera Karen, se la presentarías a todos sin dudar ¿Cierto? Ya entendí todo ¡El problema siempre fui yo!

Sintiendo sus lágrimas caer, consumida por su enojo, le gritó —¡Cállate! ¡No digas sinsentidos! ¡Cállate! ¡Yo no quiero a ningún hombre! ¡Yo no quiero a Karen! ¡Ya te he dicho miles de veces que no estoy interesada en ella! ¡Deja esos celos estúpidos! —Mahiru se acercó a ella y dando suaves golpes a su pecho la empujó un par de pasos atrás, mientras lloraba de ira.

Tomando sus manos, detuvo sus golpes y mirándola a los ojos, en los cuales se reflejaban sus emociones amargadas, le contestó —¿Celos? ¿Cómo pretendes que no tenga miedo? ¡Estuviste enamorada de ella durante mucho tiempo! ¡Seguro te morías porque ella te correspondiera! No dudo que, si lo hubiera hecho, todos lo habrían sabido, pero a mí no me amas tanto, claro, soy tu juego ¿Por eso me dijiste que te esperara? ¿Por eso siempre niegas lo nuestro? ¿Por eso me mentiste? Por eso me dijiste que te esperara, aún sin la mínima intención de tener una relación conmigo ¿No? ¿Tú solo estabas jugando conmigo?

Ella negó con su cabeza y se soltó de su agarre, el cual, aunque era suave, la aprisionaba, y le contestó con el ceño fruncido en muestra de su enojo —¡¿De qué estás hablando?! ¿Realmente piensas que yo jugaría contigo? ¿Crees que todo fue mentira? Estoy contigo porque te amo ¡No me importa Karen! ¡No me importa Hikari! ¡Solo me importa mi familia! ¡Deja de decir estupideces!

Suzu, sintiendo su ira apaciguarse ante las lágrimas de Mahiru y su rostro rojo de enojo, le dijo —¿Realmente me amas? ¿Entonces por qué no puedes pensar en lo que quieres y hacernos feliz a ambas? ¡No tiene que ser egoísta! ¡Ryuu-kun y Sayu-chan te apoyan, Mahiru! ¡Están orgullosos de ti! Sabes que eres una buena persona ¿Por qué tienes tanto miedo? —volvió a tomar sus manos, pero ahora con más delicadeza y añadió —¿Por qué no puedes decirlo? ¿Por qué no quieres una relación conmigo si realmente me amas?

Ella evitó mirarla y le dijo —Si no hay un lugar para mí en esa granja, no existe un lugar para mí en este mundo, si mi madre decide que no puedo volver, si mi padre me mira con decepción, yo no creo tener las fuerzas para continuar, perdóname. No se trata de amor, no se trata de ti, o de nadie más, yo no puedo elegirte sobre las personas más importantes de mi mundo, no puedo ser egoísta.

Cabizbaja, llena de culpabilidad por haberse atrevido a dudar, llevó sus manos a su rostro limpiando sus lágrimas, evitando mirar a Mahiru, le contestó — Sé lo que sientes, tú le temes al rechazo, pero no eres consciente de que me has rechazado muchas veces. No puedo más con esto, Mahiru.

Ella comprendió que había sido injusta por miedo, pero aún determinada a sostener su decisión, le dijo —Esto no está llevando a ninguna parte, Suzu, solo nos hace daño.

Ella la miró una vez más y volvió a desesperarse, tomando sus manos le rogó —Por favor, Mahiru, entiéndeme, intenta entenderme, sé que me amas, no puedes tomar una decisión como esa cuando no es lo que quieres, estaré contigo si quieres superarlo, te esperaré años si me das la oportunidad de ser tu pareja, no necesito que se los digas ya, entiendo que no es fácil, pero por favor, piénsalo bien.

Mahiru comprendió que era el momento de acabar con esa conversación que tanto daño le estaba haciendo a Suzu, y aún entre lágrimas, se quitó el anillo, la abrazó, le besó una mejilla y tomando una de sus manos, colocó el anillo en ella, susurrándole —Te amo, Suzu, perdóname.

Ella cerró sus ojos bajando la mirada y manteniéndose en esa posición le contestó en un hilo de voz —Está bien, perdóname tú a mí.

Mahiru caminó a su habitación y recostándose contra la puerta, se deslizó hasta quedar sentada, comenzando a llorar abrazándose a sus piernas.

Suzu se mantuvo de pie en la sala, llorando en esa posición, hasta que sintió la impotencia ganarle y empezó a tirar cosas al suelo y contra las paredes, frustrada, mientras gritaba —¡¿Por qué?! —Enojada lanzó el anillo contra una de las paredes del departamento y se dejó caer en el suelo, llorando recostada contra una pared, viendo todo el desastre que había hecho. La última vez que hizo algo como eso, había sido cuando sus padres anunciaron que se divorciarían, ella no podía controlarse en esa situación.

Después de un rato, se quitó su anillo guardándolo en el bolsillo de su abrigo, pensaba que, si Mahiru no tenía el suyo, no había sentido en conservarlo puesto.

Luego se levantó y caminó a su habitación, e hizo su maleta con algo de ropa, volvió a la sala, miró el desastre y suspirando se dijo que tenía que hacerse cargo, por lo que limpió la sala, tiró a la basura las cosas que había dañado, lo único que no se atrevió a tocar fue el anillo de Mahiru, el cual permaneció en el suelo junto a una ventana, tomando aire para liberar su tensión, salió del departamento, cerrando la puerta detrás de sí.

Mahiru permaneció en su cama, abrazada a una almohada, sollozando.


Suzu llegó al departamento de Koharu, en media hora, ella abrió la puerta y al verla con la maleta volvió a cerrar.

Hisame que estaba en la sala, y había escuchado cómo tocaban la puerta y Koharu iba a atender, le preguntó —¿Quién era?

Ella fue en su dirección, mientras la puerta seguía sonando —No es nadie.

La castaña frunció el ceño incrédula —Si no fuera nadie, no estarían tocando la puerta así —Se preguntaba si Koharu realmente pensaba que le creería una respuesta tan absurda.

Koharu bajo el tono de su voz y le contestó —Es Suzu.

Hisame fue a la puerta mientras le decía —No seas mala amiga, sé que te gusta tu espacio, pero tu amiga te necesita.

Ella le contestó —No se trata de espacio, ella es muy ruidosa, además se acaba de ir. Si quieres que se quede, tendrás que quedarte.

Sin pensarlo mucho soltó —Trato hecho, solo tendré que avisarle a mamá, ahora compórtate.

—Lo haré.

Abriendo la puerta, vio a Suzu con un semblante triste y desesperado, le preguntó —¿Qué te pasó?

Ella entró con su maleta y abrazando a Hisame le contestó sintiendo sus lágrimas bajar por sus mejillas —Mahiru me dejó.

Koharu frunció el ceño sintiéndose culpable, pero se mantuvo en silencio.

Hisame acarició su cabello en el abrazo, tratando de calmarla, e invitándola al sofá, interrogó —¿Cómo pasó? ¿Qué pasó?

Mientras limpiaba sus lágrimas, le dijo —Le pregunté sobre nosotras, intenté saber porque no quería tener una relación conmigo, me enojé, le grité, nos gritamos y luego me dio el anillo que le regalé, creo que es definitivo.

Koharu asintió —Asumiendo que ustedes casi nunca discuten, podría ser definitivo.

Hisame volteó a mirarla molesta y le contestó a su novia —No estás ayudando aquí ¿Sabes?

Suzu negó con su cabeza —Le dije cosas muy feas, no creo que Mahiru me perdone, además de que su familia es un motivo poderoso, no puedo luchar contra ellos.

Hisame indagó —¿Entonces te dejó por su familia? Ella te ama, todos sabemos eso, creo que, si la presionas un poco respecto a tu valía, ella va a caer a tus pies.

Koharu asintió —Tiene sentido, Suzu es quién la busca siempre.

Suzu las miraba confundida —¿Qué están queriendo decir?

Hisame le explicó —Tienes que regresar a ese departamento, en uno o dos días, y ahí, hacer como si ella no te importara, luego llenarla de celos y ver como se vuelve loca por tí, es sencillo, va a rogarte que regreses con ella.

Suzu frunció el ceño —¿Y cómo sabemos que va a funcionar?

Koharu le respondió —Pues, ha servido en los libros.

Suspirando se dijo a sí misma que ya no tenía nada que perder, y si eso la ayudaba a conseguir lo que quería y de paso volver con Mahiru, lo iba a intentar —Hagámoslo.


Para Mahiru, esos dos días desde que Suzu se fue, habían sido los más largos de su vida, o eso juraba ella, aunque se le hacía extraño que Suzu no hubiese aparecido o le hubiese avisado que no volvería, sabía que habían discutido, pero no pensaba que fuera tan grave. Como no se sentía apta de usar el anillo en su dedo anular, hasta resolver esa situación, prefirió hacerlo un collar y llevarlo consigo, pensaba comentárselo a Suzu cuando volviera y tratar de hablar con ella tranquilamente, estaba algo inquieta y ansiosa por verla y hablar con ella una vez más.

La puerta del departamento se abrió, y Suzu cruzó con una lata de cerveza en una mano, tambaleándose, mientras hablaba por teléfono —Sí, sí, no te preocupes, acabo de llegar, no esperé que vivieras tan lejos, fue bueno llevarte a casa, digo, para asegurarnos de que estarías bien.

Mahiru frunció el ceño al notar cómo arrastraba las palabras, el olor a alcohol que desprendía y la lata que traía en la mano, además de la extraña conversación que estaba sosteniendo, no pudo evitar preguntarse «¿Llevó a alguien a casa?, ¿En ese estado?»

Suzu le sonrió al verla y caminó al baño, mientras susurraba por lo bajó al teléfono —Creo que se lo creyó.

Hisame quién estaba al otro lado de la línea le dijo —Eres tan inepta ¿Qué fue eso de "fue bueno llevarte a casa"? Todo en esa oración fue sinsentido, piensa un poco más Suzu.

Soltó una risa nerviosa —No puedo mentirle, nunca antes le había mentido a Mahiru, no me pidas tanto, además, se supone estoy ebria, entiéndeme.

Hisame le contestó —No es mentir, es un empujón para que entienda qué es lo que quiere, míralo más como un acto.

Al notar cómo Mahiru se acercaba a la cocina y por ende estaba a unos metros más cerca de ella, le susurró más bajo en respuesta —Está cerca, ella está cerca.

Hisame le dijo al otro lado —Repite lo que te diré, pero repite exactamente las mismas cosas que voy a decir —hizo una pequeña cuenta regresiva y comenzó —Sí mi amor, estoy en casa, fue bueno verte.

Suzu se ruborizó avergonzada de oír a su amiga decirle eso y decidió cambiar las líneas —Sí linda, ya llegué a casa, fue bueno verte —Hisame continuó en su oído —Lo de hoy fue bueno, fue muy divertido estar contigo, casi no sentí el pasar del tiempo, deberíamos vernos otro día.

Mahiru no pudo evitar fruncir el ceño y cruzarse de brazos, aún no hablaban de su reciente discusión y Suzu ya estaba dándole apodos lindos a otras chicas, le debía explicaciones.

Suzu notó la expresión de enojo de Mahiru y caminó a su habitación mientras respondía "Ajá, sí, entiendo, está bien" evitando los regaños de Hisame por no seguir sus indicaciones y cerrando la puerta al entrar le dijo al teléfono —Entiendo que quieres que sienta celos, pero si hubieras visto la expresión que tiene, creo que directamente pensó en varios métodos de asesinarme dormida, Hisame-chan, solo quiero que crea que hay alguien más, no que sienta que ya la cambié.

Su amiga soltó un suspiro —Eres muy débil, pero está bien, por hoy lo hiciste bien, y la trataste con indiferencia, muy bien, mañana vamos con la segunda táctica.

—¿Hay tal cosa? ¿Cuál es tu plan?

—Ya te vas a enterar, ahora mantente en tu habitación, no salgas y si lo haces, procura que no esté despierta, en caso de que lo esté, no la mires y si la miras, solo sonríele como si nada pasara, hazme caso.

Suzu asintió mientras apuntaba todo en una notita en su mesita de noche —Lo entiendo, buenas noches, gracias Hisame-chan.

Koharu habló al otro lado —Buenas noches, Suzu, suerte en tu misión, Hisame está ocupada. Hasta mañana.

Se escuchó una risita de Hisame al otro lado, antes de colgar, Suzu frunció el ceño y se preguntó si estarían haciendo algo extraño.

Mahiru permaneció en el sofá, cruzada de brazos, consumida por su ira, no le había gustado para nada la manera de llegar de Suzu, bastante ebria, limitándose a sonreírle, susurrando al teléfono y diciendo cosas sobre llevar a alguien a su casa, querer verle pronto y adjetivos calificativos a una presunta mujer, odiaba la idea se compartirla con alguien más y le hería profundamente que con una discusión, Suzu se olvidase de ella con tanta facilidad.


La mañana llegó, Mahiru estaba en la mesa con el desayuno preparado, esperaba que Suzu se levantara a comer con ella antes de ir a trabajar, ambas entraban al mediodía, según recordaba, pero alrededor de las nueve, decidió empezar a comer sola, al terminar, y notar que Suzu no aparecía, se preguntó si tal vez estaba dormida, abriendo la puerta de la habitación donde estaba ella, la encontró arropada de pies a cabeza abrazada a una almohada y la lata de cerveza junto al pie de su cama, frunció el ceño, se preguntó si lo mejor era dejarla descansar y después de meditarlo un poco, salió de la habitación.

A eso de las once de la mañana, salió Suzu de su habitación y corriendo empezó a alistarse, se bañó, vistió y en dos minutos comió un pan antes de buscar sus zapatos.

Mahiru preparaba su bolso, antes de salir, pero al notarla corriendo por todo el departamento, se preguntó si todo estaba mejor, por lo que decidió soltar —Buenos días, Suzu.

Ella, poniéndose los zapatos, como por inercia le contestó —Buenos días— buscó en sus bolsillos, pero al no encontrarlo añadió —¿No has visto mi teléfono? Me tengo que ir.

Mahiru sonrió, sintiendo que las cosas habían mejorado y le dijo —Lo vi en la mesita junto a tu cama ¿Nos vamos juntas?

Suzu estaba a punto de responderle afirmativamente, pero recordó a Hisame y trató de inventar una excusa —Ah, no disculpa, hoy tengo que encontrarme con una compañera antes de ir a los ensayos, el director quiere hacer sesiones fotográficas, pero será otro día, yo te aviso—Fue rápidamente a su habitación, tomó su celular y corrió fuera del departamento.

Mahiru suspiró —¿Ella me avisa? Vivimos juntas.

Suzu se reprendió a sí misma, en el ascensor «Soy una idiota, vivo con ella ¿Cómo le voy a avisar luego para ir juntas al trabajo? Ahora no solo me va a dejar, me va a echar del departamento por rara».


Buenas, aquí Nick otra vez, Eri no reconoce los derechos humanos así que aquí ando trabajando en las fiestas.

Es un gusto volver a publicar, en esta ocasión, esta vez con el fic de diciembre, son dos partes, la segunda parte viene en unos días.

Personalmente me duele ver esta situación entre ellas, pero es algo por lo que pasan bastantes personas, y evidentemente ellas entran ahí.

Esperamos que esta historia les guste tanto como a Eri le gustó escribirla y a mí editarla.

Agradecimiento especial a todo el Team Starlight.

A todos les deseo felices fiestas y que la pasen muy bien.

¡GRACIAS POR LEER!