Ring Lost in Flames II

La noche llegó, Hisame, Koharu y Suzu se habían reunido en un restaurante para cenar.

Suzu seguía intrigada por lo que sería el siguiente plan de esa misión.

Hisame se hacía la interesante —No te preocupes, ya pronto vas a descubrir el plan.

Koharu con un tono pesimista dijo —Esto va a terminar peor de lo que está.

Por la puerta del restaurante cruzó una mujer de cabellos rubios que, al verlas sonrió, Hisame fue a su encuentro, a la vez que Koharu se levantaba, cosa que Suzu imitó.

La chica al acercarse les dijo —Tranquilas, no hacen falta las reverencias.

Suzu sintió que su rostro se le hacía conocido.

Hisame sonriendo enormemente, se las presentó —Koharu, Suzu, esta es Shiori Yumeoji, mi mejor amiga.

Suzu frunció el ceño y miró a Koharu.

La pelinegra le dio una leve sonrisa, antes de colocar una mano en su hombro y decirle al oído —No podíamos tener a la misma mejor amiga.

Suzu se sintió más tranquila y volviendo a sonreír le dijo a Shiori —¿Eres la de las películas?

Shiori asintió —Soy la de las películas. Y según el plan que me comentó Hisame, seré tu pareja.

Suzu la miraba confundida y rápidamente volteó a mirar a Hisame en busca de una respuesta.

Hisame rio y le dijo —No pasa nada, no te alarmes, ella es bastante bromista, pero el plan de hoy es que la lleves a tu departamento y luego a tu habitación, poniendo celosa a Mahiru, es todo lo que necesitamos.

Koharu colocó una mano en el hombro de Suzu y le dijo —Todo va a estar bien, si sale mal, ya no tienes nada que perder.

La aludida la miró incrédula y le preguntó divertida —¿Y se supone que esa es la motivación?

Shiori las interrumpió —¿Nos vamos ya? Tengo que ir a dormir, mañana mi ensayo empieza temprano.

Se despidieron, Suzu tomó rumbo al departamento en un taxi, Shiori se mantuvo en silencio en el trayecto.

Al llegar a la puerta del departamento, Suzu decidió romper el silencio y dar algunas advertencias —Mira, Yumeoji-san, solo tenemos que ponerla celosa ¿Sí? Intentemos no exagerar, es todo un acto, no quiero que se piense que somos pareja, solo eres mi amiga de la cual sentir celos ¿Me entiendes? Es que no quiero que te confundas.

Shiori frunció el ceño y mirándola de arriba abajo le dijo —No eres ni la mitad de lo que es Akira, así que no "me voy a confundir" por ti, además soy tu amiga, porque Hisame es tu amiga, así que hagamos las cosas bien, vamos, entremos.

Suzu sacó la llave de su bolsillo y dándole vuelta a la cerradura, abrió.

Mahiru quién estaba preparando la cena, no la miró y le dijo —Buenas noches, Suzu, estaba haciendo la cena, anda báñate y puedes venir a comer con... —Sus palabras murieron en su garganta al levantar la mirada y encontrarse a una rubia junto a Suzu y juraba que la conocía.

Suzu le sonrió, sintiéndose culpable internamente y le dijo —Buenas noches, tengo que presentarte a una amiga.

Le dolió empezar por Shiori, pero tuvo que hacerlo, improvisó un apodo para hacerlo creíble —Shio-chan, ella es mi compañera de piso, Mahiru Tsuyuzaki. Mahiru, ella es Shiori Yumeoji, mi amiga.

Ambas se dieron una reverencia, antes de que Shiori tomara a Suzu del brazo y le dijera —¿No me ibas a mostrar tu cama?

Mahiru frunció el ceño y estaba a punto de decir algo, pero Suzu interrumpió intentando justificar el comentario: —Es cierto, te iba a enseñar la habitación, vamos Shio-chan, tengo algunas cosas que quisiera enseñarte, mi colección de estampas de béisbol, por ejemplo —tragó pesado rogando que Mahiru le hubiese creído.

Shiori la siguió a su habitación.

La peli-azul la miró completamente enojada y al ver la puerta cerrada apretó su mandíbula tensa. Se estaba deteniendo a sí misma para no saltar la garganta de la rubia.

Shiori sonrió para sí misma diciéndose que Mahiru se veía muy graciosa celosa. Sacaba su lado travieso y solo quería verla más celosa.

Ahí a solas, Suzu le dijo a Shiori —¡Está hecho! Creo que se lo creyó y está celosa.

Shiori se sentó en la cama y mirándola divertida le preguntó —¿No quieres hacerla enloquecer de celos y que venga a ti inmediatamente?

Ella negó con su cabeza —No, definitivamente no quiero que venga a mí ardiendo en celos, me va a matar.

La rubia chasqueó con su lengua y le dijo —No seas cobarde, vamos a hacer las cosas bien. Simulemos tener sexo, bien, yo empiezo, voy a gemir, solo sígueme.

Suzu negaba con su cabeza repetidamente mientras le decía —No, no, no, no, por favor no, nos va a matar, no estoy bromeando, se va a enojar mucho si cree que estamos. Ella está a una puerta de distancia.

Shiori restó importancia con sus manos y soltó un gemido, mientras gritaba —¡Ahí!

Suzu gritó en respuesta —¿Te duele ahí? ¡Te dije que tuvieras cuidado con los muebles!

La rubia frunció el ceño y le susurró —No arruines esto, ¡Es tu oportunidad! —volvió a soltar un gemido, seguido de un jadeo.

Suzu volvió a intentar detenerla —Ah ¿Duele mucho el alcohol? —Subiéndose en la cama se le acercó y posicionándose sobre ella cubrió su boca con una de sus manos, susurrándole —Cállate, escucha eso.

Afuera se oían los pasos pesados de Mahiru, y el cómo giraba frente a su puerta de un lado a otro.

En efecto la peli-azul estaba completamente enojada, roja de ira y frustración, quería entrar a la habitación, pero si lo que se encontraba no era lo que estaba imaginando, Suzu podría enojarse más.

Intentó tomar aire para controlarse, pero al ver la puerta que tenía en frente, pasó sus uñas por la puerta pensando en golpetear, tomó la cerradura dudando y dio dos vueltas ligeras, pero sin abrir.

Suzu moría de tensión dentro de la habitación, Shiori sintió que estaba a punto de ser asesinada y que Suzu no había estado bromeando, tal vez lo que pasó sobre la puerta eran cuchillos, su mente estaba jugando con ella.

Suzu vio la cerradura girar y cerró sus ojos rogándole a los Dioses que la protegieran de la ira de Mahiru. Pero su sangre volvió a correr por su cuerpo cuando escuchó los pasos alejarse y el volumen de la televisión aumentar, se dejó caer junto a Shiori en la cama ambas agitadas del miedo.

La rubia le preguntó —Estabas bromeando cuando hablabas de matar ¿Cierto?

Ella negó con su cabeza —Ni siquiera yo puedo estar segura.


La noche pasó velozmente, no se atrevieron a salir de la habitación en toda la noche, así que Suzu durmió en el suelo de la habitación, en un futón, hasta las seis de la mañana, que Shiori se levantó y le dijo que podía cambiarse a la cama, que ella tenía que irse.

Shiori salió de su habitación arreglando su vestido, había dormido en ropa interior para no arrugarlo.

Afuera estaba Mahiru sentada en el sofá con una taza de café en manos.

La peli-azul la notó y se cruzó de brazos, mirándola atentamente —¿No te habías ido anoche?

Shiori le dio una sonrisa burlona —Ella no me dejó ir en toda la noche. Vaya que tiene energía, por su culpa desperté cansada.

La peli-azul le dio un sorbo a su café, antes de sonreír y decirle —Durmió en el suelo. No puedo negar que eres linda, pero no eres yo.

La rubia no evitó reír —No necesito ser tú, además si tu no la quieres entonces me la quedaré yo.

Mahiru frunció el ceño —No está interesada en ti, solo eres su amiga.

Le sonrió divertida —Y tú su compañera de departamento.

La peli-azul se cruzó de brazos simulando tranquilidad —Te recuerdo de Siegfeld, eras una niña muy tímida ¿Aun no te pone atención Yukishiro-san? Es lo normal, tienes ese aire de inmadura.

La rubia sintió la sangre hervir en sus venas —¿Inmadura? ¡Inmadura tú que no eres capaz de aprovechar a alguien tan buena como Suzu-chan! También te recuerdo Seisho.

Mahiru la miró, mostrando su enojo en su expresión facial y le dijo —No te metas en lo que no se te ha llamado, o arruinaré tu carrera.

Shiori le sonrió confiada —Entonces arruinaré la tuya, chica de los deportes.

Mahiru se levantó del sofá, cosa que hizo a Shiori dar un paso atrás por impulso y apretar sus puños dándose valor.

La puerta de la habitación de Suzu se volvió a abrir y ella apareció somnolienta —Buenos días.

Shiori intentó escapar, caminando a la cocina y sirviéndole una taza de café —Te hice café, cariño.

Mahiru miró a la rubia enojada y volteando a mirar a Suzu, aun con su expresión molesta, soltó —¿Tuviste una buena noche?

Ella sonrió nerviosa —Me duele un poco la espalda ¿Cómo dormiste tú?

Mahiru le sonrió y quitando la mirada le contestó avergonzada —Últimamente me hace falta algo de compañía al dormir.

Shiori llevó sus manos a su rostro emocionada, aunque les estaba dando la espalda podía oír su conversación, se preguntaba si habían logrado su objetivo.

Suzu se ruborizó y tomando su mano le preguntó —¿Te puedo hacer compañía?

Mahiru volvió a fruncir el ceño al notar que Suzu no llevaba su anillo, además de oír una taza moverse en la cocina y apartando su mano le contestó —No gracias, tú ya tienes compañía —sus ojos se dirigieron a Shiori.

Suzu suspiró en respuesta.

Shiori regresó con el café y dándoselo a Suzu le dijo —Alístate rápido, amor, tenemos que llegar temprano hoy.

Suzu tomó la taza y dando un sorbo notó inmediatamente que era el que solía hacer Mahiru, le sonrió a la peli-azul, como si le agradeciera.

Ella la miró con indiferencia entrando a su habitación.

Shiori le dijo por lo bajo —En serio, muévete que me tengo que ir.

Suzu asintió y se tomó el café caliente de dos tragos, no se iba a permitir rechazar algo que Mahiru había hecho para ella. Después de alistarse, tomó sus cosas, se puso sus zapatos y corrió a la puerta, diciéndole a Shiori —Vamos.

Mahiru salió de su habitación al oír la puerta de la entrada cerrarse y suspiró preocupada al notar la taza vacía, tenía miedo de perder a Suzu.


La tarde del día siguiente, Mahiru aprovechó el almuerzo para comer con Karen, como estaban trabajando en lugares cercanos, habían decidido almorzar en el parque.

Sentada en una banca destapó su almuerzo y mirando que Karen no tenía uno le preguntó —¿Y tu almuerzo?

Ella le sonrió —No traigo almuerzo, salgo a las doce del trabajo, y almuerzo en casa.

Mahiru le tendió el suyo —Toma, como agradecimiento por hoy.

Karen trató de negarse —No, no, tranquila, lo necesitas más que yo, tienes que volver al trabajo.

Mahiru se lo dio en las manos y le dijo mirándola con el ceño fruncido —No tengo hambre.

Karen asintió tomándolo y al notar sus ojeras, le preguntó preocupada —¿Pasó algo? Pareces estar de mal humor.

La peli-azul suspiró, antes de decirle —Discutí con Suzu hace unos días, y no hemos podido hablar, y desde entonces se está comportando de manera extraña, habla por teléfono como si mantuviera secretos, lo peor fue ayer, llevó a una chica al departamento.

Karen preguntó mostrando interés —¿Una amiga?

Mahiru frunció el ceño —No lo sé, fueron a su habitación y estaban haciendo ruidos extraños.

La castaña estaba confundida, hasta que después de pensarlo algunos segundos, se ruborizó haciendo una expresión de vergüenza —¿Con ruidos extraños te refieres a ese tipo de ruidos extraños?

Ella asintió cabizbaja —Ese tipo de ruidos extraños, no dudo que a esa chica le guste Suzu. Estaba tan ansiosa y preocupada que no pude dormir anoche, entonces esperé a la madrugada y caminé a su habitación, te juro que rogué al cielo que ellas al menos estuvieran vestidas, cuando giré la cerradura me preparé mentalmente para lo peor, pero Suzu estaba en un futón en el suelo y esa chica en la cama, agradecí a los Dioses.

Karen abrió sus ojos como platos y la miró sorprendida —Espera ¿Estás celosa?

Mahiru frunció el ceño y avergonzada negó con su cabeza —No, no, no son celos, o tal vez sí —jugó con sus dedos nerviosa.

La castaña alzó la voz en su sorpresa —¡¿Estás enamorada de Suzu-chan?!

La peli-azul suspiró agradeciendo que el parque estuviera bastante vacío, antes de reírse divertida y bromear —¿Si sabes que Hikari-chan está enamorada de ti?

Ella contestó confundida —Sí, lo sé.

Mahiru volvió a reírse —Pensé que tampoco sabías eso.

Karen hizo un puchero —No soy tan tonta, Nana-chan dice que solo soy lenta.

Mahiru volvió a reír divertida mientras la veía comer, pensaba que el encanto de Karen residía en su inocencia y el cómo destacaba con su pasión y amor por lo que hacía, aun cuando ni siquiera sabía cómo lo hacía.

Karen terminó el almuerzo de Mahiru y decidió volver al tema —Creo que, si realmente te preocupa perder a Suzu-chan, deberías hablar con ella, una vez me dijiste junto a Nana-chan, que si tenía un problema con Hikari-chan, lo mejor era hablarlo, deberías intentarlo, no importa si no encuentras el momento, toma cualquier momento y hazlo o solo seguirás confundida por todo esto.

Mahiru miró a Karen sorprendida.

La castaña sin notarlo le preguntó —¿Jun-Jun te dijo que tenemos cita de lectura el viernes de la otra semana? Tal vez ella pueda ayudarte mejor.

Mahiru asintió y sacando una barra nutritiva de su bolso le contestó —Está bien, gracias Karen-chan ¿Planeamos desde ya lo que haremos de comer para ese día?

Karen bromeó —¿Por qué sigue llamándose cita de lectura si solo nos reunimos a comer?

Mahiru no evitó reírse, agradecía contar con Karen aún después de todo lo que habían vivido y lo que había sentido por ella en el pasado, pensando en las palabras de Suzu se dijo que no había querido a Karen la mitad de lo que amaba a Suzu.


A eso de las siete de la noche, Suzu estaba de pie frente al departamento hablando por teléfono con Hisame.

—No voy a seguir más con este plan, está empeorando todo.

Hisame le contestó al otro lado de la línea —No seas tonta, está yendo bien ¿No dices que te invitó a dormir con ella?

—¡Y casi me degüella después de eso! Solo voy a respetar su decisión de una buena vez, me quedaré aquí hasta la quincena y me iré con Koharu-chan cuando pueda pagar la mitad de la renta.

—¿Te vas a rendir?

Ella suspiró y le contestó en un susurro —No puedo hacer otra cosa.

Hisame soltó un bufido, antes de despedirse y colgar.

Suzu entró al departamento, se quitó los zapatos y caminó a su habitación, pero al pasar por la pequeña sala notó que Mahiru no estaba, así que encendió la televisión y sonrió al verla en la sección de deportes de las noticias como cada viernes y sin poder evitarlo lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, llevó sus manos a su rostro tratando de detenerlas, sin lograrlo, sacó el anillo de su bolsillo, lo miró entre llanto y se sintió muy sola al pensar en que su promesa con Mahiru se había roto, que ya casi era navidad otra vez y ella estaba ahí sola, extrañándola, abrazó el anillo contra su pecho, buscando la calidez y el amor de Mahiru en él, mientras oía su voz en la televisión, sintió que la destrozaba la verdad de la cual había estado intentando escapar, Mahiru no iba a renunciar a su familia y ella no iba a poder estar nunca con ella libremente, así que, su amor no podría ser y ellas tendrían que separarse para no hacerse daño, su llanto se acrecentó.


Mahiru cruzó la puerta, y encontró a Suzu dormida en el sofá, frunciendo el ceño se preguntó si estaría bien despertarla, notó la televisión encendida y caminando a ella, cambió el canal, para luego ir a la cocina y prepararse algo rápido para cenar antes de dormir.

Notó a Suzu moverse en el sofá y gruñir entre sueños, para luego hacer sonidos de confusión, se preguntó qué estaría soñando.

Cenó sentada en el sofá, en el pequeño espacio que había junto a Suzu, y la miró dormir, sonrió para sí misma, enternecida, al oírla murmurar su nombre entre sueños, pero su ceño se frunció al ser abordada por pensamientos agrios, ella la amaba, quería estar con ella toda su vida, su expresión se convirtió en una de tristeza y sus manos viajaron a sus ojos, deteniendo las pequeñas lágrimas que intentaban escapar de ella, no iba a permitirse llorar si era ella quién estaba atormentando el corazón de la persona a la cual amaba, no tenía derecho a sufrir, o eso se decía, pero más recuerdos llegaron y su mandíbula se tensó enojada al recordar a Shiori, las llamadas cariñosas y los secretos que Suzu podía estar ocultándole, la estaba matando la posibilidad de que Suzu se enamorara de alguien más.

Suspiró al sentir que estaba siendo injusta y egoísta, pero los celos la estaban consumiendo, no sabía qué hacer. Miró una vez más a Suzu antes de quitarse su collar y mirar el anillo, entonces recordó las palabras de Karen, tal vez lo mejor era hablar con ella.

Al terminar de cenar, despertó a Suzu, la cual la miró desorientada y diciéndole que no se preocupara, se dirigió a su cama, cosa que ella imitó.


La noche pasó con velocidad, y Mahiru no vio a Suzu en todo el día, cuando volvía del trabajo, la encontró sentada en una de las sillas del comedor, con una lata de cerveza en la mano, mirando una película en la televisión, inevitablemente se preguntó desde cuando tomaba tanto, y frunciendo el ceño saludó —Buenas noches.

La aludida la miró unos segundos, antes de contestarle indiferente y regresar su vista a la televisión —Buenas noches.

Se quitó los zapatos, y caminó a la pequeña cocina, mientras se sentía cada vez más irritada ante la idea de que Suzu estuviera tomando más de lo medianamente saludable, dándose vuelta la miró y le preguntó —¿Qué estás haciendo?

Suzu se mantuvo en silencio, preguntándose a sí misma qué responder, o cómo hacerlo, no quería sonar muy interesada, se decía que necesitaba hacer entender a Mahiru que ella había aceptado su decisión y la dejaría en paz, no quería hacerlo incómodo para ella, después de unos segundos, le dijo —Ver una película.

Mahiru sintió que algo en ella estaba fallando, porque creía que Suzu estaba siendo indiferente con ella, se preguntó si tal vez estaba enojada, tomando aire miró la espalda de Suzu, y suspiró sintiendo que se merecía eso. Algo en ella le dijo que lo intentara una vez más, por lo que insistió —¿Cómo te fue en el trabajo hoy?

Suzu se encogió de hombros, su rostro tenía una expresión de confusión que Mahiru no podía ver, no entendía por qué parecía tan interesada en ella, la resolución a la que llegó, fue que Mahiru estaba siendo amable con ella, y volviendo a sonar desinteresada le contestó —Fue bien.

Sintió que su irritación se acrecentaba —¿Podrías al menos tomar eso en un vaso?

Suzu se mantuvo en silencio unos segundos, antes de levantarse, buscar un vaso y servirse la cerveza en el mismo, volviendo a sentarse le preguntó —¿Contenta? —Algo en ella estaba comenzando a frustrarse ante el tono de Mahiru.

Enojada reprochó —¿Qué te pasa?

Suzu la miró confundida —¿De qué estás hablando?

—Estoy hablando de que estás siendo grosera.

Se cruzó de brazos —¿Yo estoy siendo grosera? ¡Pero si eres tú quién acaba de romper mi calma diciéndome con ese tono que cambie mi cerveza a un vaso! —Se molestó —¿Qué te pasa a ti?

Mahiru también levantó su tono molesta —¡No estoy siendo grosera! Solo te dije que cambiaras eso a un vaso, pero tú has estado tratándome mal desde que llegué ¿Es por la —trató de cambiar la palabra que inicialmente pensó —tonta esa que trajiste el otro día?

Suzu entendió que Mahiru estaba celosa, pero sus emociones se combinaron, enojo y frustración, además del alcohol, así que no podía controlarse —¡¿Qué tiene que ver ella en esto?! ¡Si no quieres estar conmigo tengo derecho a seguir mi vida ¿No?!

Caminó hacia ella y al estar de frente le cuestionó—¡¿Qué tiene que ver?! ¡Literalmente metiste a otra mujer a nuestro departamento! ¡A tu cama! ¡Y no recuerdo haberte dicho que esto se había acabado! ¡Pensaba que aún teníamos que hablar!

Estrelló su vaso de cerveza contra la mesa, haciendo un gran estruendo, y levantándose le dijo —¿Qué tengo que hablar contigo? —se decía a sí misma que ella no quería decir esas cosas, pero estaba fuera de control —¿No fuiste tú quién dijo que no podías elegirme? ¿Crees que voy a quedarme como tonta mientras sigues utilizándome?

Mahiru la miró a los ojos, podía sentir la tensión que se había creado entre ambas, y con un deje de tristeza le dijo —¿Entonces buscaste a otra?

Soltó una risa en respuesta, cosa que hizo a su acompañante molestarse más, y lanzando un suspiro le contestó —No entiendes nada.

Apretó sus puños antes de contestarle —¡¿Qué haces aquí si ya no me amas?!

Suzu golpeó uno de sus puños contra la mesa al escuchar su duda —¡¿Amarte?! ¡Tú fuiste quién comenzó esto! ¡Tú eres quién está obligándome a no amarte, porque eres incapaz de decir la verdad! ¡PORQUE ERES UNA MALDITA EGOÍSTA!

Mahiru tomó su camisa y acercándola amenazante le preguntó completamente fuera de sus cabales —¡¿Porque soy una qué?!

Tragó pesado, pero aun consumida por su rabia le susurró —Una egoísta. No pensaste nunca en cómo me sentiría yo ¿Por qué tengo que preocuparme de cómo te sientas tú? — Mahiru frunció aún más el ceño mirándola a los ojos, en cambio ella se sintió calmar —Además, Shiori-chan es solo mi amiga.

Suspiró soltándola y dándole la espalda asintió —Sé que no dormiste con ella y que no te atrae —Mahiru sentía que a veces podía ver a través de Suzu— ¿Pero ya no quieres estar conmigo?

Negó con su cabeza, y le susurró acercándose a su espalda —Tú fuiste quién rompió nuestra promesa, quién se quitó el anillo primero, yo solo estoy aceptando tus decisiones.

Llevó sus manos a su rostro tratando de detener las lágrimas que habían comenzado a caer. Quitándose el collar, con el anillo, para luego de abrazarlo contra su pecho, le contestó —Yo no quiero que esto termine.

Suzu la abrazó por la espalda y al ver el anillo sintió que sus mejillas se humedecían, comprendió que estaba llorando y le dijo con voz rota —Sabes lo que tienes que hacer.

Se abrazó a sí misma y negando con su cabeza entre sollozos le dijo —No puedo, sabes que yo no puedo.

Soltó un gran suspiro al sentirla temblar entre sus brazos, y soltándola le contestó —Creo que estar juntas solo hace esto más difícil.

Mahiru sintió que su cuerpo extrañó los brazos de Suzu cuando la abandonaron, trató de buscar su tacto nuevamente pero su expresión se convirtió en una de confusión al verla caminar a su habitación —¿Eh?

Me iré —Entró a su habitación, metió su ropa en su maleta y luego se dirigió a la salida.

Mahiru, quién estaba demasiado sorprendida para procesar lo que estaba pasando le preguntó —¿No vas a regresar?

Suzu le sonrió triste y tomando aire se preparó para lo que estaba a punto de decir, aun así, su voz salió rota —Eso no depende de mí.

Ella permaneció de pie y al verla salir sintió su alma escapar de su cuerpo, quedándose sin aire se sentó en el sofá, antes de llevar sus manos a su rostro comenzando a llorar y jadear, le dolía el corazón, como pensaba, nunca antes le había dolido.


Dos semanas pasaron luego de esa noche, nadie sabía nada de Mahiru en esos días, solo cuando eran capaces de verla en las noticias, era un veintidós de diciembre y Karen se sentía inquieta, tenía días sin ver a su amiga, sin saber de ella, no respondía mensajes a nadie, no le hablaba a nadie, no iba a sus reuniones de lectura con Junna, era como si estuviera evitándolas a todas.

Ya casi era navidad y cuando la vio en las noticias esa mañana y Hikari le preguntó que le regalarían ese año, se preguntó si estaría bien preguntarle a alguien más si era normal que Mahiru pareciera apartarse de ellas. Solían hablar a diario, y pasar de eso a no hablar, la estaba impacientando. Se lo había comentado a Hikari, pero ella le dijo que tal vez Mahiru solo necesitaba un respiro de todo, claro que en los primeros dos días eso sonaba normal y lo había sido, pero para la segunda semana ya no lo era.

Aprovechando que estaba en su departamento comiéndose una banana, decidió escribirle a Junna.

En mensajería:

Karen: Buenas tardes, Jun-Jun.

Junna: ¿Qué quieres, Karen?, Estoy ocupada, habla rápido.

Karen: Que cruel, ¿Ni siquiera un buenas tardes?

Junna: Siempre que me escribes dices una tontería, así que ¿Qué quieres?

Karen: :c No tengo la culpa de tener preguntas sobre física cuando estás en medio de una obra, además si me invitaras eso no pasaría.

Karen sonrió a recordar la vez que Junna la regañó por llamarla en medio de una presentación, al parecer en un descuido había dejado su teléfono con sonido y en un momento de silencio total, Karen la había llamado, provocando desconcierto a quienes lograron oírle.

Junna: Ya dime qué quieres.
Junna: ¿Ya leíste la naranja mecánica y tienes dudas?

Karen: ¿Cuándo sale la naranja?

Karen se rio al imaginar la cara de molestia de Junna en ese momento y decidió ir a grano antes de que dejara de contestarle.

Karen: Era broma, pero quería hablarte de Mahiru-chan ¿No van muchos días sin que sepamos de ella?

Junna: Ahora que lo dices, tienes razón, tampoco ha ido a nuestras reuniones de lectura.

Karen: Y se ve súper cansada en las noticias, deberíamos ir a ver si está bien ¿No?

Junna: Buena idea, cuando salgamos del trabajo la vamos a ver, le diré a Nana que pase por nosotras.

Karen: Estaré esperando, nos vemos Jun-Jun.

Junna: Hasta luego, Karen.


Las horas pasaron, se encontraron a eso de las siete de la noche y dirigieron en el auto al departamento de Mahiru, al llegar al edificio se estacionaron, bajaron y caminaron a la entrada, Nana tomaba a Karen de los hombros intentando tranquilizarla. Se veía muy preocupada.

Hikari iba con ellas, porque Karen le comentó la situación y se ofreció a acompañarlas, ya que consideraba a Mahiru una persona importante, además de que ella sabía parte de lo que estaba pasando, pero guardaría el secreto de haberse reunido con Suzu, Koharu, y Maya esa semana. No consideraba propio meterse en el asunto.

Junna miraba el ascensor con inquietud y preocupación, presentía que algo malo estaba pasando. Nana pasó de los hombros de Karen, a abrazar a Junna por la espalda. La pelinegra notó el cambio y tomó la mano de Karen, tratando de calmarla.

Al llegar a la entrada del departamento, Karen tocó la puerta repetidas veces, pero nadie contestaba, mirando a Junna le preguntó —¿Y ahora?

Nana le sonrió sacando un pedazo de alambre de su bolsillo —Tengo un plan.

Hikari le sonrió ligeramente y le preguntó —¿Sabes hacer eso?

Junna frunció el ceño —No vas a hacer eso, Nana, es ilegal — tomando su teléfono marcó al número de Mahiru, el cual sonó dentro del departamento, y suspirando desistió.

—Deberías confiar más en mi— Nana sonrió a verla rendirse y metiendo el alambre en el agujero de la puerta empezó a intentar abrirla.

Junna se acomodó los lentes, pero al ver sus caras confundidas, procedió a explicar —Nana es de esa gente que suele dejar las llaves dentro del carro muy seguido, y llamar a un mecánico es muy caro, así que un día aprendió a abrir puertas de carros, luego pasó a las del departamento, creo que, por diversión, pero le he dicho que no la fuerce o puede dañar la cerradura. No allanamos propiedad privada.

Karen la miró sorprendida cuando la cerradura cedió y la puerta se abrió. Nana sonrió satisfecha. Hikari estaba intrigada por el cómo la rubia había aprendido a hacer eso, más que cualquier cosa.

La peli-morada justificó al oír la puerta hacer "click" abriéndose —A excepción de hoy.

Junna entró al departamento al ver la puerta abierta, y encontró a Mahiru sentada en la mesa del pequeño comedor, donde había un vaso con cerveza que parecía llevar días ahí y una taza vacía junto a un anillo, ella tenía su cabeza entre sus manos en silencio.

Karen pensó que debía romper el silencio, pero Junna se le adelantó. —¿Qué pasó?

Hikari sintió remordimiento, por no haberle insinuado antes a Karen el visitar a Mahiru y quitando la mirada de ella recorrió el departamento, dándose cuenta que estaba completamente limpio, pero el tiempo parecía haberse detenido en esa mesa.

Nana se acercó a Mahiru, como quién se acerca a un animal asustado, y tocando sus hombros, con suavidad le dio un suave masaje llamando su atención —¿Te encuentras bien?

Ella asintió, antes de soltar un suspiro y contestarle —¿Qué hacen aquí?

Karen soltó la mano de Hikari y fue hasta ellas, abrazando a Mahiru por la espalda le preguntó al borde del llanto —¿Por qué no me hablabas? ¡Estaba muy preocupada por ti!

Las manos de Mahiru volvieron a su rostro y cerrando sus ojos entre ellas tomó fuerza, para negar con su cabeza —No es nada, solo he estado algo cansada.

Junna se sentó frente a la silla que estaba Mahiru y le preguntó —¿No nos vas a decir qué pasó?

Mahiru se rio en respuesta, incluso su risa estaba desganada —No es nada, en serio es solamente cansancio.

Hikari no lo soportó más y le dijo —¿Estás dispuesta a seguir cargando con eso por tí misma? ¿No es eso egoísta? Tus amigas están preocupadas por ti.

Junna pensó en interceder, pero Nana la detuvo con un movimiento de su mano, al igual que a Karen, presentía que Hikari sabía algo que ellas no.

La peli-azul frunció el ceño y bajando su mirada susurró —Esa es mi descripción últimamente ¿No?

La rubia insistió —Estamos preocupadas por ti ¿Qué pasó?

Karen notó algo que nadie más se había atrevido a mencionar hasta ese momento, pero que todas sentían que faltaba, y soltó curiosa — ¿Y Suzu-chan?

Mahiru llevó sus ojos al anillo en la mesa, y les contestó con un tono monótono, como quién busca no sentir —Se fue.

La castaña no comprendió a lo que se refería —¿A dónde?

Nana le acarició el cabello, despeinándola y le dijo —Te lo explicaré luego.

Hikari frunció el ceño y acercándose a ella se detuvo junto a la silla de Junna, mirándola seriamente —¿Hace cuánto?

Junna se cruzó de brazos —¿Por qué no nos lo contaste?

Mahiru frunció el ceño y les respondió —¿Para qué se los contaría? No quería preocuparlas.

Karen pareció entender por sí misma y haciendo un chasquido con su lengua, hizo señas de darse un golpe en la cabeza por tonta, antes de decirle —Mahiru-chan. Somos amigas ¿Cierto? ¿No dices que las amigas se cuentan este tipo de cosas? Estuviste para mí siempre que te necesité.

Junna asintió y le sonrió, al sentir sus ojos sobre ella —Incluso me apoyaste hace algunos meses cuando Nana y yo discutimos. Déjanos apoyarte de la misma manera.

Nana caminó hasta Hikari y le dijo —Vamos a dejarlas un rato solas.

La pelinegra no entendía, pero notó que Mahiru incómoda miraba a Karen y a Junna, como si estuviera deseando estar sola con ellas. Con un asentimiento caminó con la rubia hasta el sofá y encendiendo la televisión le subieron el volumen para crearle confianza a Mahiru.

Junna insistió tomando sus manos —Cuéntanos qué fue lo que sucedió, solo queremos ayudar.

Karen le sonrió sentándose junto a ella en la silla vacía al lado de Mahiru —Solo queremos apoyarte como siempre nos apoyas.

Ella suspiró y tomando el anillo entre sus manos lo estudió con la mirada, mientras soltaba —La alejé de mí, no podemos estar juntas.

La castaña frunció el ceño confundida —¿No pueden? Pero si parecías muy enamorada de ella hasta hace unas semanas que me dijiste que estabas celosa ¿Qué pasó? ¿Ella te dejó por esa amiga que me comentaste?

La chica de lentes las miraba llena de dudas, aclarándose la garganta le dijo a Mahiru —Deberías contarnos todo lo que ha sucedido, tal vez pueda ayudarte.

Mahiru asintió y empezó a relatarles resumidamente, los acontecimientos de esas últimas semanas, Junna y Karen parecían sorprendidas por lo fuerte que sonaban las discusiones, al terminar su relato, añadió —Ella dijo que dependía de mí volver o no, pero yo no creo tener la fuerza que se necesita.

Junna conectó todas las líneas en su cabeza y le dijo —Tienes la capacidad, solo te dejaste consumir por el miedo.

Karen jugaba con sus dedos terminando de procesar todo lo que había escuchado y con el ceño fruncido soltó —Me recuerda un poco al señor Kagura, me detesta, pero su esposa me adora.

La peli-morada acarició el pelo de Karen como si quisiera consolarla, pero ella no pareció entender el gesto.

Volviendo a Mahiru le dijo —He estado en silencio porque no tenía todos los datos sobre lo que estaba ocurriendo y no podía analizar la situación detenidamente, pero ahora puedo decirte que estuve en tu posición, solo que, no exactamente igual. Yo amo a mis padres, aunque ellos tal vez no lo hagan, el punto es que, siempre viví deseando su aprobación, nada de lo que yo hiciera parecía serles suficiente, empecé a estudiar actuación y decían que no era algo serio o decente, que estudiara economía o comercio, me gradué y fui a estudiar al extranjero, regresé y empecé a trabajar, ni siquiera eso les parecía importar, ahora soy directora en un teatro y para ellos, tampoco es importante, así que tuve mucho miedo de contarles quién era Nana, no quería más desaprobación, e intenté ocultarlo, negarlo e incluso rechacé a Nana un par de veces, pero no estaba siendo feliz, al final solo nos hacía más daño a ella y a mí, que a cualquier otro, no soporté más y se lo conté a mis padres, me prepararé para que rechazaran y lo hicieron, pero yo estoy feliz con Nana y creo que es lo importante, aún visitamos a mis padres, evitan el tema, y la verdad, es lo mejor. Tu familia cambia cuando te casas, y vives con tu pareja, tenías una familia ya, Mahiru ¿Vas a perderla por miedo?

Karen asintió y de Junna, pasó su mirada a Mahiru, diciéndole —Creo que es más importante quién te ama y protege por quién eres y cómo eres, que quién te rechaza y te atemoriza. El señor Kagura me detesta y hasta cortó su ayuda monetaria a Hikari-chan, pero ella se quedó conmigo sin importar eso, y realmente lo aprecio, somos una familia, incluyéndolas a ustedes.

La peli-morada volvió a despeinarla al escuchar a Karen decir algo inteligente, y añadió —Aunque es sorprendente, Karen tiene razón, creo que deberías analizar quién da más en tu vida y quién resta, al final te quedas con quién te ama y amas sin importar nada.

Mahiru asintió, había estado callada escuchándolas, pero Junna tenía razón, tomando el anillo entre sus manos lo sacó de la cadena y colocándoselo les contestó —Ya sé lo que tengo que hacer.


Aquel veintitrés de diciembre, Suzu se encontraba sentada en una silla, en el mismo bar que Hisame la había encontrado semanas atrás. Se había prometido tomar hasta perder la consciencia para evitar recordar a Mahiru esa noche, iba apenas en el segundo trago, cuando creyó escuchar el compás de unos pasos conocidos, vivir tanto tiempo con ella había hecho que incluso reconociera sus pisadas.

Mahiru se sentó junto a ella en la barra y le preguntó —¿Qué estás haciendo? —Seguía molestándola que Suzu estuviera intentando escapar de los problemas con el alcohol, sabía que no le gustaba hablar de cosas personales, pero no creía que esa fuera la forma indicada de solucionar las cosas.

Ella no la miró, movió sus ojos por el vaso con alcohol que habitaba en su mano y le contestó con indiferencia —Estoy celebrando que ya casi es navidad.

La peli-azul la miró con reproche —Si bajas ese vaso y me escuchas un rato, tu hígado lo va a agradecer.

Lo colocó en la barra y sentándose en su dirección, mirándola seriamente, le preguntó —¿Qué quieres?

Mahiru sabía que se había ganado esa actitud, así que intentó restarle importancia —Regresa al departamento.

Mostró una expresión esperanzada antes de fruncir el ceño en desconfianza e interrogar —¿Qué cambió?

Quitó su mirada en respuesta —Nada, pero quería intentarlo —Suspiró añadiendo —En realidad estoy aquí porque quería proponerte el regresar a Hokkaido una última vez —volvió a mirarla a los ojos —Si esto se va a acabar, creo que debería terminar donde comenzó.

El rostro de la más alta tenía una expresión de seriedad, ocultando sus emociones, Suzu se preguntaba qué contestar, claramente quería ir a donde fuera con Mahiru, pero por la manera en que lo había dicho, sonaba a una despedida definitiva, sus esperanzas morirían con ese viaje, después de analizarlo un poco, asintió aceptando que tal vez lo mejor era matar esos sentimientos —¿Cuándo?

Mahiru le entregó un boleto de tren —Mañana a las diez de la mañana partimos, estoy libre de la emisora mañana y no salgo en el noticiario hasta el viernes, consigue una excusa y acompáñame a Hokkaido, solo así podremos continuar con nuestras vidas.

Suzu frunció el ceño —Lo pensaré.

La peli-azul se dio la vuelta satisfecha y despidiéndose le dijo —No bebas más, o no podrás pensar. Adiós.

Suzu miraba el boleto entre sus manos, con el ceño fruncido, no sabía si ir o no, tenía dudas sobre si ese viaje le haría bien o mal.


La mañana del veinticuatro de diciembre llegó con velocidad, Mahiru estaba impaciente, nerviosa, preparándose mentalmente para lo que pasaría ese día. Cuando llegó a la estación del tren, estaba más nerviosa que antes, pero ahora era porque tenía miedo de que Suzu no apareciera. Eran aún las nueve y cincuenta, miraba el reloj repetidamente buscándola, cuando la vio aparecer a las diez y dos, sintió que volvía a respirar.

El viaje en tren a Hokkaido fue silencioso, Suzu miraba nostálgica la ventana, mientras Mahiru jugaba con sus dedos en silencio, tragaba pesado y se daba calor en las manos, tenía frío, el invierno realmente era frío, pero ella en realidad estaba nerviosa. A la segunda hora de viaje, cayó dormida, en el hombro de Suzu, la cual no se atrevió a despertarla ni decirle nada, la miró dormir un rato. Al llegar a Hokkaido la despertó y le avisó que habían llegado.

Al bajar en la estación, Mahiru temblaba de miedo, por lo que mirando a Suzu le preguntó nerviosa —¿Puedo tomar tu mano?

La aludida la miró sorprendida, impactada y le preguntó —¿Estás segura? Estamos en la estación de trenes de Hokkaido, es un lugar muy transitado —Cuando la vio temblar, tomó su mano susurrándole —¿Qué pasa?

Mahiru negó con su cabeza restándole importancia —Es que el clima está muy frio.

Un carro se estacionó en la entrada de la estación e hizo sonar el claxon, Ryuu estaba sentado en el asiento del conductor, cuando las vio saludó —¡Mahiru! ¡Suzu!

Su hermana corrió al auto, seguida de Suzu, cuando se montó en el mismo lo saludó —Ryuu-kun, ¿Y papá?

Él le sonrió —Está preparando la cena de navidad, no esperaba que ustedes dos volvieran tan pronto.

Suzu lo miró curiosa por el retrovisor —¿Hacen cena de navidad? ¿Celebran tanto la navidad?

Mahiru le respondió —Es la festividad favorita de papá, así que la celebramos con comida y regalos, lo pasamos en familia.

El camino a casa de los Tsuyuzaki fue en silencio, Suzu no entendía bien porqué estaban yendo hacia allá, pero eran sus últimos días con Mahiru, así que no quería arruinarlos y prefería hacerle caso.

Mirando por la ventana, Mahiru veía las casas adornadas con luces de navidad, los parques iluminados y la nieve en la hierba, soltó un suspiro y vio el vidrio de la ventana empañarse, jugó con sus manos dándose fuerza y valor, sentía deseos de llorar del miedo que estaba sintiendo, era angustiante, pero se decía a sí misma que era algo que tenía que hacer.


Al llegar a casa, Ryuu fue a bajar la maleta de Mahiru, pero ella negó con su cabeza y le dijo —Déjala ahí.

Él la miró confundida, pero asintió, entrando a casa, seguido de su hermana y Suzu, la cual ahora sentía temor y nerviosismo recordando que Mahiru le había dicho que su madre le había pedido no llevarla ahí en su último viaje.

La madre de Mahiru salió a saludarla, al igual que sus hermanos, y su padre, ella les pidió a sus padres hablar un momento a solas, por lo que se dirigieron a la sala con ella, sus hermanos fueron al comedor, su abuela al parecer estaba durmiendo. Suzu intentó apartarse para darles privacidad, aún confundida, pero Mahiru tomó su mano y la jaló con ella.

La madre de Mahiru no se veía contenta de tener a Suzu ahí.

El padre de Mahiru pasó de estar confundido a mirarla preocupado —¿Pasó algo?

Ella jugaba con sus dedos. Empezaba a pensar que había adquirido un tic nervioso, y tomando aire le dijo —Tengo que decirles algo.

Natsumi llevó sus ojos atentos a su hija, preocupándose ante su tono nervioso.

Suzu sintió que la tensión que se estaba creando la haría vomitar, de lo nerviosa que se sentía y al ver a Mahiru pasar sus manos por su rostro, y luego limpiar el sudor de sus palmas contra su pantalón, se dijo que ella estaba peor.

Hiroshi insistió —Habla Mahiru, no nos dejes esperando tanto.

Ella apretó sus puños, y después de unos minutos de silencio, en los que se decía a sí misma que se estaba arrepintiendo de esa situación, que lo mejor era decir que no pasaba nada e irse, miró el rostro preocupado de Suzu y sintió que había encontrado la determinación que le faltaba, por lo que soltó en un susurro —Me gustan las mujeres.

Suzu sintió deseos de abrazarla, al notar que ella había comenzado a soltar lágrimas del miedo que estaba sintiendo, pero se dijo a sí misma que no debía, o solo empeoraría la situación. Por lo que se mantuvo fría en su posición.

Hiroshi llevó sus manos a su cabello y se recostó contra la silla en la que estaba sentado, en silencio, pensando.

Un silencio avasallador se hizo presente, acrecentando la tensión, el miedo y los nervios de Suzu y Mahiru.

Natsumi fue la primera en romperlo, al sentir su preocupación consumirla y le dijo a su hija —¿Estás segura?

Mahiru asintió en respuesta.

Natsumi se levantó del sofá al sentir una avalancha de emociones que no sabía controlar y le dijo a su hija —Vamos a cenar.

Mahiru le imploró entre sollozos —¡No ignores lo que te acabo de decir! —Sentía que le dolía más la idea de que toda la fuerza que había reunido para esa confesión se viera consumida en indiferencia.

Su madre volvió a hablar con un tono de preocupación mezclado con su voz rota —¡Mahiru! ¡Es que tú no entiendes lo que me estás diciendo! ¡Esto va a terminar tu carrera! ¡No puedes hacerte esto, no puedes hacernos esto! ¿Es por alguien? — Natsumi pensaba que mientras no hubiese alguien aún podría hacer algo.

Suzu se mantuvo en silencio, pero su ceño se frunció, sentía que su presencia había pasado a ser invisible y para la situación en la que estaban, lo agradecía.

Mahiru tomó su mano y temblando añadió decidida —Estoy enamorada de Suzu.

Su padre asintió en silencio. Natsumi se levantó enojada y dirigiéndose a Suzu le gritó —¡Esto es tu culpa!

Mahiru se levantó cuando sintió su sangre hervir y lágrimas de rabia caer por su rostro, entonces le gritó a su madre en respuesta —¡Déjala en paz! ¡Si vas a enojarte hazlo contra mí!

Suzu se levantó y tomando la mano de Mahiru intentó tranquilizarla y le susurró —No tiene caso, Mahiru.

Natsumi tomó a Suzu del brazo, ella no reaccionó al tratarse de la madre de Mahiru, por lo que la señora enojada la llevó hasta la puerta, diciéndole iracunda —No eres bienvenida aquí.

Suzu se detuvo fuera de la puerta de la casa de los Tsuyuzaki, llevando sus manos a su cabeza frustrada por haber visto a Mahiru en una situación como esa y no poder defenderla o defenderse, tratando de calmarse caminó a la camioneta y recostándose contra ella esperó a Mahiru. Pero en ese momento lo único que necesitaba era que ella saliera de ahí con la cabeza en alto y no se doblegara ante ellos.

Mahiru aún de pie miraba a su madre completamente enojada, estaba fuera de sus cabales por la manera en que había echado a Suzu y con un tono que denotaba su molestia le gritó —¡¿Por qué hiciste eso?!

—¡Mahiru! ¡Entiéndelo! ¡Esto va a arruinar tu reputación! ¡Tu carrera! ¡Trabajaste muy duro por todo eso! ¡No puedes arruinarlo ahora!

Le enojaba la idea de que su madre estuviera tratándola como a una inmadura que no era consciente de las consecuencias, cuando la idea de tener consecuencias era lo que la había estado aprisionando ante esa mentira —¡No soy una niña! ¡Pero tú no puedes entenderlo!

—¡No vas a traerle la vergüenza a tus hermanos! ¡Ve... —Sus palabras murieron en su boca al ser interrumpida.

—¡Basta! — Hiroshi se levantó enojado de su silla.

—¡No puedo más! ¡Si tanta desgracia traigo a esta familia simplemente no vendré más! — Las lágrimas de Mahiru corrían con más ímpetu ante las palabras de su madre y cuando escuchó a su padre tuvo miedo de que él, a quién siempre recordaba como amoroso, la rechazara, por lo que llorando corrió a la puerta saliendo, ignorando los gritos de su madre y los de su padre que le pedían que volviera ahí con ellos.

Afuera vio a Suzu recostada en el carro junto a sus hermanos Ryuu y Sayumi. Abrazándose a Suzu le imploró —¡Vámonos por favor!

Ella asintió en respuesta. Sayumi y Ryuu subieron al carro, seguidos de Suzu y Mahiru, emprendiendo marcha a la estación de trenes.


Durante el camino a la estación Suzu trataba de consolarla, pero Mahiru no podía parar de llorar, Sayumi acariciaba su cabello, como su hermana muchas veces había hecho con ella, y Ryuu las miraba preocupado por el retrovisor, no esperaba ver nunca a su hermana de esa forma.

Mahiru detuvo sus lágrimas para cuando llegaron a la estación de trenes, y abrazándose a Suzu agradeció el calor corporal, sentía que moría de frío.

Al bajar, abrazó a sus hermanos y agradeciendo les dijo —Gracias, no sé cuándo vuelva a Hokkaido, pero pueden ir a verme en Tokio, estaré esperándolos.

Sayumi la abrazó en silencio, la estrujó tan fuerte como sus brazos le permitían y al separarse tomó su rostro entre sus manos, mirándola a los ojos, para decirle —Eres la mejor persona que conozco. No importa lo que otros digan, siempre serás mi más grande inspiración.

Ryuu se acercó al ver que Sayumi soltaba a Mahiru y dándole un abrazo le dijo —Mahiru, nosotros te amamos, no importa lo que digan mamá o papá, estamos orgullosos de ti. Iré a visitarte a Tokio y la tonta esa —Señaló a su hermana Sayumi —También lo hará.

Ambos abrazaron a Suzu, a lo que Mahiru se sumó llena de ternura, Sayumi rompió el momento diciéndole —Haz feliz a mi hermana, tonta.

Ella les respondió riendo, al separarse, Suzu recordó que tenía que comprar los boletos y aprovechando que estaban en la estación, fue a una de las ventanillas.

Un taxi se parqueó en la entrada de la estación, Hiroshi bajó nervioso, llevaba sus manos a su cabello y luego a su rostro, terminando de procesar lo que había sucedido esa noche, el más insólito y conmocionante veinticuatro de diciembre de su vida, pero creía que posiblemente no lo había sido solo para él. Al entrar a la estación, a lo lejos pudo ver a sus hijos, hablando entre sí. Tomó aire nervioso, temeroso, de no saber qué decirle a Mahiru, acercándose repetía en su cabeza las palabras que ella le había pronunciado esa noche.

Mahiru vio a su padre acercarse y frunció el ceño, apretando sus puños, llena de miedo, Sayumi notó que él parecía inquieto y le dijo a su hermana —Tranquila.

Ryuu miraba a su padre con desconfianza, ver a Mahiru llorar le había provocado una necesidad de protegerla, recordando que ella lo había protegido muchas veces a lo largo de su vida.

Hiroshi no dijo palabra alguna, se paró frente a ella y tomando aire buscó las palabras, pero no parecía encontrarlas, se sentía culpable de haber permitido que Natsumi dijera tales cosas a su hija, en su presencia. Jugó con sus manos, nervioso. Mahiru reconoció el mismo tic que ella tenía y extendiendo sus brazos lo invitó, nerviosa, a abrazarla. Él pareció entender el gesto, abrazando a su hija en respuesta.

Mahiru lloró contra su pecho, en regocijo. Su padre sintió las lágrimas de su hija humedecer su camisa y le susurró —Puede que yo no lo entienda, pero si te hace feliz, me hace feliz. Estoy orgulloso de ti, mi pequeña Mahiru.

Ella lo abrazó con más fuerza y rio sintiéndose plena entre sus brazos, sus lágrimas se convirtieron en unas de felicidad, el solo hecho de que uno de sus padres la aceptara, era un logro. Sus hermanos se unieron al abrazo sonriendo alegres. Permanecieron en silencio compartiendo un momento íntimo como ese.

Suzu regresó con los boletos, pero al notar el momento, sonrió satisfecha. Ellos se separaron y todos parecían avergonzados ante su mirada, no pudo evitar reír al notar que los Tsuyuzaki eran iguales en muchos aspectos.

Hiroshi le tendió una mano seriamente y le dijo —Bienvenida a la familia — Podría aceptar que su hija estaba enamorada, pero aún lo preocupaba la idea de que alguien pudiera lastimar el corazón de Mahiru.

Suzu se tensó ante la seriedad de él y devolviéndole el apretón le contestó —Gracias, señor Hiroshi.

Sayumi y Ryuu repitieron en un coro divertidos ante el ambiente que se había creado —¡Bienvenida, Suzu-chan!

Mahiru no pudo evitar reír ante el tono burlón de sus hermanos y la expresión temerosa de Suzu.

El padre de Mahiru se acomodó los lentes avergonzado y les dijo con una sonrisa —Pueden venir cuando quieran, siempre son bienvenidas en casa. Mahiru, Suzu-chan, siempre habrá un lugar para ustedes en la granja de papas. Mahiru, no te preocupes por Natsumi, lo va a entender con el tiempo, solo ten algo de paciencia.

Suzu le sonrió en agradecimiento, algo nerviosa —Gracias señor Hiroshi. También hay un espacio para ustedes en nuestro departamento en Tokio, cuando nos quieran visitar.

Mahiru asintió —Volveré en unos meses, mamá necesita algo de tiempo y yo solo pedí permiso para hoy de la emisora, al igual que Suzu, así que tenemos que volver a Tokio antes de que salga el último tren, gracias papá. Gracias Sayu-chan, Ryuu.

Avisaron por una de las bocinas el siguiente tren y Suzu lo identificó como el suyo, se despidieron y subieron al tren, por la ventana podían ver a Hiroshi, Sayumi y a Ryuu mirándolas desde la plataforma.

Alrededor de treinta minutos de viaje, Mahiru miraba sus manos pensativa. No podía evitar sentirse triste ante las palabras de su madre. Le dolían profundamente.

Suzu le susurró —Hey, yo posiblemente no debería decir nada, porque ocasioné un gran problema y te presioné a esto, tal vez por miedo, pero quiero que sepas que —sacó su anillo de su bolsillo, colocándoselo en el dedo — yo siempre voy a estar contigo, te prometo cuidarte, protegerte, amarte y acompañarte, mientras tú me lo permitas. Sé que decírtelo probablemente no ayude en nada, pero quería que lo supieras. Pero como dice mi madre, la montaña no es el problema, es quién la escala.

Mahiru miraba el anillo de Suzu en su mano, analizándolo y después de unos segundos le preguntó curiosa —¿Qué significa eso?

La aludida rio avergonzada y recostando su cabeza contra la de Mahiru con suavidad le contestó —No lo sé, mi madre jamás me lo dijo.

No pudo evitar reírse ante la torpeza de Suzu y le dijo — No causaste un problema, yo necesitaba hacer esto por mí misma, gracias por apoyarme e impulsarme a avanzar.

La de cabellos grisáceos-verdosos le contestó con un tono culpable —Fue más como si te hice lanzarte al vacío.

Ella se rio en respuesta y la miró con ternura —Pero te lanzaste conmigo.

Un rubor iluminó en sus mejillas mientras confesaba —Por ti lo haría mil veces.

Mahiru sacó su anillo de su bolsillo pensando en corresponder a la promesa, lo colocó en el dedo de Suzu y mirando la hora en el tren, que daba las doce y cinco, le susurró —Feliz navidad.

La más alta le sonrió al recordar que justamente habían intercambiado anillos en navidad hacía un año y le contestó dichosa —Feliz navidad, Mahiru.

Mahiru tomó su mano, gesto que la más alta correspondió, dándole un suave apretón. Posiblemente sus problemas no habían acabado, pero ahora que estaban juntas, sabrían enfrentarlos. Mahiru la miró de reojo y sonrió, realmente la amaba tanto, sonrió aún más al pensar en Suzu como su familia.


Pasaron varias estaciones, y cuando se hicieron dos horas de viaje, alrededor de las dos de la mañana, Mahiru se preguntó qué estarían haciendo sus amigas esa navidad. Sentía que la suya había sido una montaña rusa de emociones.

Curiosa, dirigiéndose a Suzu, que estaba al lado suyo, le preguntó —¿Debería escribirles? — Sonrió con ternura al notar que ella estaba dormida y babeando sobre su hombro.

Sonriendo buscó rápido el chat de Suzu para tomarle una foto y enviársela, pero luego de tomarla, se dio cuenta que la había mandado en el grupo de lectura que tenía con Karen y Junna, intentó borrarla desesperadamente antes de que la vieran, pero fue muy tarde. Al entrar al grupo general pudo leer a Karen burlándose de ella.

En Mensajería:

Karen: Veo que arreglaron sus diferencias 7u7

Mahiru: ¡Karen-chan! ¡No molestes!

Junna: Pero si se veía muy tierna dormida.

Nana: ¡Eh! ¡Manda la foto, vamos, me la perdí!

Claudine: ¿Foto? ¿De qué?

Mahiru: ¡No es nada! ¡Karen-chan! ¡Junna-chan! Olvídense de haber visto eso.

Suzu despertó junto a Mahiru y al verla hablando con sus amigas, le susurró curiosa —¿Qué estás haciendo?

Ella negó con su cabeza rápidamente —Hablando con las chicas, pero no es nada importante —no quería contarle de su error.

Asintió, sacando su teléfono y algo tímida le preguntó —¿Podemos contarles?

Mahiru sonrió conmovida y le contestó —Hagámoslo divertido.

Suzu estaba intrigada, pero se sorprendió al ver a Mahiru tomar su celular, abrir la cámara y tomar su mano, juntarla con la suya mostrando los anillos para luego sonreír, cosa que imitó. Al sacar la foto la envió al grupo, ambas se estaban riendo al leer los comentarios que no se hicieron esperar.

Junna: ¿Esto es una imitación o inspiración?

Karen: ¡¿Se van a casar?!

Nana: ¡Felicidades, aunque ahora no será divertido decirles que parecen esposas!

Hikari: Felicidades.

Claudine: Si ya le ponía correa, ahora sí la va a amarrar.

Maya: Felicidades y Saijo, me preocupa que veas así el matrimonio.

Claudine: ¡TENDO MAYA! ¡No te pongas así!

Kaoruko en nota de voz: ¡No puede ser que todas se están casando antes que nosotras! ¡FUTABA-HAN!

Mahiru no pudo evitar reír al imaginarse la cara de Futaba ante esa queja.

Futaba: ¡Kaoruko! No arruines el momento de Mahiru. Felicidades Mahiru, Suzu.

Suzu miro a Mahiru y le preguntó —¿Deberíamos detenerlas?

Ella asintió cruzándose de brazos —No recuerdo que me hayas pedido matrimonio.

Llevó sus manos a su cabello nerviosa y les escribió:

Suzu: Lamento decepcionarlas chicas, pero no es lo que están pensando.

La peli-azul la miró y aún de brazos cruzados le preguntó —¿Y qué tipo de relación tenemos? No recuerdo ninguna propuesta.

Suzu rio divertida y ruborizándose tomó la mano de Mahiru, depositando un beso en su dorso, preguntándole con un tono bromista —¿Acepta usted, su majestad Mahiru Tsuyuzaki pasar el resto de sus días con esta plebeya?

Le sonrió divertida —¿No va muy rápido, señorita Minase?

Continuando con la broma colocó una mano en la mejilla de Mahiru, mirándola a los ojos y le dijo algo más seria —Entonces, me conformaré por ahora con preguntar ¿Quiere usted ser mi novia?

Asintió ruborizada, conmovida por el tono que colocó al preguntarlo, mirándola a los ojos le sonrió enternecida y le contestó bromeando —Le daré el privilegio.

La más alta rompió la distancia dándole un beso, que duró algunos minutos más de los que planeaban y solo rompieron cuando sintieron que la temperatura estaba cambiando. Se rieron avergonzadas al separarse, sabían que se habían estado extrañando.

Después de unos segundos, Mahiru volvió su vista al celular, notando que sus amigas habían enviado muchos mensajes preguntando de qué hablaba Suzu o si se habían arrepentido. Mahiru se dijo a sí misma que eso era algo que ella tenía que hacer, así que se adelantó a Suzu aclarando.

Mahiru: Solo queríamos que supieran que somos pareja ahora.

Nana: ¡Al fin!

Karen: Sé que es tonto, pero, ¿Desde cuándo han estado enamoradas?

Kaoruko: ¿Te lo explico con dibujos?

Hikari: Ni siquiera así lo entendería.

Karen: ¡Kaoruko-chan! ¡Hikari-chan! No se burlen de mí -

Futaba: ¡Kaoruko, no seas odiosa!

Futaba: Mahiru, ya era hora.

Junna: Estoy feliz por ustedes.

Claudine: Felicidades.

Claudine: Futaba tiene razón, definitivamente ya era hora de que lo admitieras.

Maya: Estoy contenta por ustedes dos.

Karen: ¡Ah! ¿Cómo es que nadie lo dijo?¡Feliz navidad!

Nana: ¡Propongo celebrar en año nuevo por Mahiru-chan y Suzu-chan!

Nana: ¡Es cierto! ¡Feliz navidad!

Mahiru y Suzu sonrieron divertidas, presentían que Nana solo buscaba una excusa para reunirse, pero definitivamente ya les hacía falta verlas, ambas necesitaban agradecer la ayuda de sus amigas.

Suzu miraba a Mahiru enternecida mientras se reía de las ocurrencias de sus amigas, se sonrojó sintiéndose plena al pensar en ella como su novia, sin dudas, por Mahiru saltaría mil veces al vacío.


Buenos días, buenas tardes o buenas noches dependiendo de cuándo lean. Aquí Nick una tercera vez, la idea era subir el fic hace dos días pero tanto Eri como yo estuvimos ocupados, sepan disculpar.
Con respecto al fic, esta historia me encantó, así haya gente que piense como Natsumi o su madre, es bueno saber que hay gente que te acepta por amor tal y como hizo Hiroshi.
Sin más que decir, les dejo el comentario que la autora me envió a comunicarles.

¡Hola! ¡Aquí Eri! Disculpen por no haber podido publicar por mi misma estos días, gracias a todos por leer esta historia y apoyarla, sinceramente esperaba que no gustara la trama, por lo pesado que es el argumento, pero parece haberles gustado.

Espero que este final los haya dejado satisfechos, tuve un bloqueo horrible en medio de esta historia, pero con algo de descanso supe superarlo, la historia tomó el rumbo que necesita tomar, al igual que Suzu recuperó el norte. Al menos Mahiru y Suzu ahora estarán felices y juntas.

Es una historia sin un malvado o villano, el punto de Suzu es muy valido y el de Mahiru lo es de la misma manera. Cuando analizaba si no estaba haciendo al personaje verse muy cruel con el otro, y lo miraba desde su lado, entendía que ambas estaban luchando por lo que querían y lo que la otra quería parecía cruel, no importaba si miraba desde el lado de Suzu o el de Mahiru, en ambas partes era complicado aceptar lo que la otra quería.

Sé que hay gente en la situación de Mahiru, solo puedo decirles que sean fuertes. Y si hay personas del lado de Suzu, quiero que sepan que una persona que esta lista para amar, no te corta las alas, si no que vuela contigo.

¡Gracias por leer y felices fiestas!


Contestando...

SilentDrago: Posiblemente luego de eso por cómo es la sociedad japonesa, la hubieran funado de todos lados, así nos guste que sean ellas tal cual son, su sociedad no piensa lo mismo, más teniendo en cuenta que son figuras públicas. Que Mahiru haya podido decidir correctamente es algo que me alegra mucho de la historia.

Ninja Britten 11: Estar en la situación de cualquiera de las dos es algo difícil, yo estuve en una situación similar a la de Suzu, con circunstancias diferentes, y ciertamente no es algo fácil de llevar, pero también es normal entender a la otra persona y sus motivos. Lo bueno es que el amor ganó al final entre ellas dos.