¡Bienvenidos!, Tal vez te preguntes porque esta nota aquí, bueno, se debe a que esta es una ocasión especial.

Como el Team Starlight está de celebración, cada uno de los integrantes del Team ha escrito la trama y algunos las historias mismas, el tema era Navidad o Año Nuevo. Junto a cada historia estará el nombre de su autor.

La verdad las historias son algo extensas, pero no queríamos lanzar un montón de capítulos, así que tómense su tiempo para leerlo a gusto.

Esperamos que lo disfruten y comenten cual fue su historia favorita ¡Disfruten de la lectura!


New Year Compilation

Silent Night - Gise

Era veintidós de diciembre, Junna estaba viendo la televisión, o eso simulaba hacer, sus pensamientos estaban inmersos en una de sus amigas, específicamente Mahiru, entre más pensaba en ella, más sentía que eran similares, entendía lo que era sufrir por el amor y la aceptación de sus padres, aun así, no podía evitar molestarse cuando ellos miraban mal a Nana o le hablaban de forma grosera, o cómo le cuestionaban el no poder tener hijos y "dañar el honor de los Hoshimi", en realidad le importaba poco tener hijos, pero le irritaban esas quejas de su madre.

Pensó «Bueno, no me molestaría ser madre» sus pensamientos se exteriorizaron —Si continúan así, tendré que adoptar o hacer una inseminación artificial.

Escuchó algo caer detrás de ella, sorprendida se dio la vuelta, para encontrar a Nana ruborizada, se le había caído una taza de té que llevaba en manos.

La rubia no terminaba de procesar lo que había escuchado, sentándose en un sofá llevó sus manos a su cabeza y le preguntó —¿Quieres tener hijos?

Junna que, hasta el momento creía que solo había estado pensando, se dio cuenta que no había sido así.

Trató de explicar —No es lo que crees Nana, solo estaba pensando en Mahiru, lo digo porque tenemos una situación similar, en la que nuestras familias quieren que nos casemos y tengamos hijos. Somos unas "raras" por querer seguir nuestra felicidad de manera nada normal para ellos, ni siquiera el país puede aceptarlo, ni nos apoya.

Nana al escuchar eso se sentó a su lado, para aligerar el ambiente bromeó un poco — Me sorprende que te importe tanto la política como para querer usar lo que pagamos de seguro en educación.

La peli-morada frunció el ceño, le gustaba que Nana intentara entender su humor político, pero no era el momento — Eres una idiota. Se ruborizó y aun en tono de broma le dijo —Pero volviendo al tema, me encantaría procrear contigo de forma natural, ya sabes, tú y yo, la cama.

Junna se sonrojó y le dio un leve empujón, cosa que hizo a la rubia reír al verla avergonzada.

— Ya, en serio, también quiero hijos, aunque no podamos tenerlos con el sistema arcaico, leí hace un tiempo, un artículo en internet, en donde dos mujeres podrían tener un hijo y que tuviera ADN de ambas, se llama método R.O.P.A.

Junna asintió rememorando —Sé que, en Estados Unidos, el único requisito era que la pareja estuviera casada, aunque desconozco si este método se use en Japón, lo más probable es que no.

Nana le sonrió de forma coqueta —Entonces nos vamos a Inglaterra o a Estados Unidos, ese podría ser mi regalo de navidad.

Junna frunció el ceño en reproche —No empieces Nana, pero aprovechando que estás hablando de Navidad ¿Qué deberíamos hacer para la víspera?

Llevó una de sus manos a su barbilla, demostrando que estaba pensando —Ahora que lo mencionas, me gustaría que nos juntáramos todas, pero viendo la situación, mejor no.

—¿Tienes alguna otra idea?

Nana trató de pensar por un momento, tuvo una idea, y se dijo a sí misma «Tal vez sea lo mejor para calmar la tensión», dirigiéndose a Junna le dijo cantando —Sí, se me ocurrió algo, pero será una sorpresa.

La chica de lentes la miró curiosa —¿Debería preocuparme?

Riendo le dijo —No, Junna-chan, no voy a traer a un niño para que lo adoptemos.

—Eres una idiota

—Soy tu idiota.


El veinticuatro de diciembre llegó con velocidad, Nana estaba preparando la cena, aún nerviosa por todo su plan, esperaba que de alguna manera u otra resultara, tenía que alivianar el ambiente que por su culpa se había creado.

Junna, la miraba ir y venir de la cocina a la sala y de la sala a la habitación, parecía demasiado ansiosa, por lo que al verla pasar intentó llamar su atención —¿Nana?

Ella se detuvo en seco e interrogó —¿Sí, Junna-chan?

Junna continuó mirando su libro —¿Por qué estás tan nerviosa? Pareces ir a mil kilómetros por hora.

Se rio avergonzada —Es algo especial, así que no puedo contarte —Y porque temía que, si le contaba, Junna se iba a enojar con ella, no quería eso en una fecha como esa.

La peli-morada la miró, frunció el ceño y le dijo — Está bien, te creeré— Su expresión decía todo lo contrario, cosa que la rubia no pasó desapercibida.

Los golpes de unos nudillos contra la puerta, rompieron la tensión que se creó, entre la mirada inquisidora de Junna, y la cara de simulada inocencia de Nana.

La rubia caminó a la puerta inquieta — Junna-chan, yo abro.

Se acomodó los lentes y curiosa fue a la puerta siguiendo a Nana, pero al verla casi abrir, le dijo —Mejor abro yo.

La rubia se congeló en su posición, Junna tenía el pomo de la puerta en la mano, no podía hacer nada más que esperar su reacción.

La peli-morada se preparaba para lo que encontraría al otro lado, mirando atentamente la puerta suspiró y susurró casi que para sí misma —Supongo que esa es mi sorpresa.

Al abrir, se encontró con Hisame y Koharu, la primera le sonrió amablemente, su acompañante en cambio, saludó —Buenas noches.

Junna miraba a la castaña, con el ceño fruncido y les preguntó —¿Qué hacen aquí?

Koharu sintió a Hisame ocultarse tras su espalda y ante la mirada enojada de Junna le contestó frunciendo el ceño — Daiba-san nos invitó.

Exigió una respuesta — Daiba, explícame qué significa esto ¿Qué hace tu ex en nuestra puerta un veinticuatro de diciembre?

Nana tragó en seco, había olvidado el detalle de que Hisame era prácticamente su ex. Le respondió con un tono bromista — hoy es veinticuatro, la víspera de navidad es noche de paz, noche de amor.

La chica de lentes se cruzó de brazos y abriéndoles espacio las invitó a entrar, para contestarle a la rubia —No te estás ayudando.

Ella suspiró rindiéndose —Invité a Koharu-chan y Hisame-chan, porque por mi culpa, hay tensión entre ustedes dos, así que les pido que se lleven bien, aunque sea solo por hoy, ¿Me podrían regalar eso por ser navidad?

Hisame y Junna se miraron mutuamente, aunque Nana fuera la culpable del malentendido que se creó meses atrás, eso en realidad no tenía sentido. Junna pensaba que eso no era necesario, el remordimiento que tenía hacia Hisame era algo que ni ella misma podía explicar.

Hisame se sentaba en el sofá mientras le decía a la rubia —Nana, en realidad esto no hacía falta.

Koharu se acercó a la rubia y le dijo —Daiba-san, ¿Puedo hablar contigo en privado?

Miró curiosa a la pelinegra, pero asintió — Claro, sígueme a la cocina Koharu-chan.

Junna y Hisame siguieron sentadas en el sofá de la sala esperando, se creó un silencio incómodo.

Hisame jugaba con sus dedos, inquieta, hasta que decidió romper el silencio— No me vas a matar ¿Verdad?

Junna se cruzó de brazos — Depende de cómo te comportes.

La castaña tragó pesado y solo pudo pensar «Vine a la boca del lobo».

La chica de lentes continuó — Sé que no fue tu culpa lo que pasó Hisame-san, Nana puede ser algo inocente en ocasiones, incluso me comentó que querías venir a hablar conmigo y aclarar que era un malentendido, pero ella no te dejó, para no empeorar la situación, y creo que, actuó de la forma correcta, yo probablemente no te hubiera escuchado, pero colaboraste para que Nana y yo diéramos el siguiente paso, el matrimonio. Así que yo no te odio, al contrario, estoy agradecida contigo.

A Hisame le costaba creer lo que Junna le acababa de decir —Realmente ¿No me odias? —miró sus manos algo tímida, antes de decirle —Después de lo que pasó hace unos meses, yo no parezco agradarte.

Junna llevó su mirada a la ventana, antes de confesar avergonzada —Posiblemente sí exista un rencor, pero, no es algo que pueda explicar y tampoco tienes la culpa de ello. Hisame la miró, encontrándose con la mirada culpable de Junna, entendió que a ella tampoco le gustaba sentirse así, posiblemente porque no comprendía del todo sus emociones. Ella también estaba confundida, así que le preguntó —¿Entonces qué hacemos con esta extraña tensión?

—Nana parece estar feliz con la presencia de ambas aquí, tal vez esté bien darle el gusto, solo seamos amables entre nosotras.

—Tienes razón, tal vez sirva de algo, ni Nana ni Koharu necesitan soportar esta situación por nuestra culpa— extendió su mano ofreciéndole un apretón — Nos conocemos desde que estábamos en la escuela, y aun así, siento que nunca nos conocimos bien, así que ¿Te parece si intentamos conocernos más?

Junna le sonrió, aceptando el apretón de manos.


Koharu estaba asomándose desde la cocina con Nana detrás de ella observando la escena.

La pelinegra le preguntó a su acompañante —Entonces, ¿Ya está todo bien? Asintió, algo dudosa —Eso parece.

—Fue buena idea dejarlas solas por un momento, bien hecho, Daiba-san.

Sonrió satisfecha y le contestó con un tono algo cantado —Bananice —animada tomó una bandeja de la mesa mientras le decía —Vamos a llevarles unos banana muffins en lo que termino de cocinar el resto de la cena.

Koharu llevaba unas bebidas mientras que Nana llevaba los muffins, colocaron todo en una mesa que estaba junto al sofá, Koharu se sentó junto a Hisame, ella estaba junto a Junna y al otro lado de ella, se sentó Nana. La peli-morada sintió que las estaban acorralando.

Nana miró a Junna directamente, para luego sonreírle divertida, cosa que hizo a la chica de lentes fruncir el ceño, y la rubia le preguntó —¿De qué estaban hablando?

Hisame intentó bromear —Del cómo eras en la secundaria, así es Junna-san, Nana no siempre fue tan alta como lo es ahora. Cuando nos conocimos, eras casi de mi misma estatura, me pasaba solo por tres centímetros.

Ella le sonrió curiosa —Me lo imaginé, ¿En qué momento se hizo tan alta?

Frunció el ceño, se sentía culpable por ello, aún —No lo sé, como dejé de frecuentarla no me di cuenta de ello, de pronto la vi en los pasillos y era más alta que el promedio.

Koharu se unió a la conversación, curiosa —¿Eso fue después de que terminaron?

Hisame y Nana se miraron divertidas, antes de comenzar a reír. Junna frunció el ceño ligeramente.

— Koharu-chan, Hisame-chan y yo, nunca fuimos pareja, no en la práctica.

Koharu miró a Hisame confundida —¿Qué significa eso? ¿Por eso fui tu primer beso?

Ella asintió con una sonrisa —Nana y yo no fuimos pareja, solo nos cortejábamos a veces, y nos llegamos a tomar de las manos, una o dos veces, pero cuando dejé el club de teatro, no seguimos con eso, hace unos años, cuando nos reencontramos en un bar, algo tomadas, acordamos entre bromas ser ex-pareja —Estaba un poco temerosa de alguna mala reacción de Junna, pero ella la miraba con desinterés.

Nana asintió y dijo en un tono bromista —En realidad, el título es más grande que lo que en realidad pasó.

La pelinegra sonrió levemente, algo aliviada —Tiene sentido.

Junna quitó la mirada, respondiendo por lo bajo —No, no lo tiene.

Nana aprovechó el momento y en broma le dijo —No estés celosa, Junna-chan.

Ella frunció el ceño y con un cojín del sofá, le dio un ligero golpe en broma, antes de reírse —No seas tonta.

Koharu y Hisame se rieron levemente ante esta escena.

—Bueno, parece que ya no necesitaré esto— Koharu sacó de su abrigo un bolígrafo.

Hisame la miró sorprendida —Espera, conozco ese bolígrafo ¿Cuándo sacaste la navaja de mi bolso? Además ¿Por qué lo trajiste contigo?

— Pensé que las cosas se podían salir de control —Les mostró la navaja que ocultaba el bolígrafo.

Nana la miró con el ceño fruncido. Junna por su parte sintió preocupación, no era normal que alguien fuera a su hogar con un arma punzocortante y además, le dijera que resolvería las situaciones con una navaja, se preguntó a sí misma «¿Eso cuenta como una amenaza?».

La pelinegra les sonrió, antes de llevar una de sus manos a sus labios, ocultando su risa.

Hisame empezó a reír con ella y les dijo —Era una broma. La lleva consigo por seguridad.

Nana empezó a reír, al escuchar a Junna reír junto a ella.

La peli-morada suspiró al terminar de reírse y les dijo —Tal vez me estuve tomando todo esto muy en serio.

Nana acarició su cabello con una sonrisa, se miraron unos segundos a los ojos, en los que se sintieron perder.

Koharu interrumpió el momento preguntando —¿Qué hora es?

Hisame sacó su teléfono y leyendo la hora le dijo —Son las once y cincuenta. Wao, ya casi es navidad.

Nana se levantó del sofá y caminó a la cocina mientras decía —¡Junna-chan! ¡Trae el champán, vamos a brindar!

Ella asintió, levantándose del sofá, una vez volvieron, escucharon los fuegos artificiales empezar a sonar por todo Tokio.

Entregaron las copas, cuando cada una tuvo una, las chocaron animadas, diciendo en un coro —¡Feliz Navidad!

Hisame se abrazó a Koharu, ruborizada, mientras le decía con una sonrisa —Feliz Navidad, amor.

Ella le contestó con una sonrisa, antes de acercarse a su rostro, dándole un beso.

Junna apartó la mirada avergonzada, para encontrarse con el rostro de Nana, el cual tenía una sonrisa pícara. Frunció el ceño, pero antes de que pudiera decir algo, la rubia la tomó de la cintura, acercándola a ella, para darle un beso.

Una vez se separaron, la miró a los ojos, susurrándole —Feliz Navidad, Junna-chan.

Fue una velada llena de anécdotas, Nana estaba realmente feliz al ver a Hisame y Junna convivir nuevamente. Desde aquel problema hace unos meses, deseaba ver que las cosas se resolvieran.

Pero lo que más le sorprendió fue ver cómo Koharu parecía más alegre cuando estaba con Hisame, tenía un aura completamente distinta a cuando estaba sola.

Todo estaba bien ahora, con una sonrisa Nana sacó su teléfono y empezó a sacar fotos, quería que ese momento quedara grabado para siempre. Su sonrisa se ensanchó al pensar que posiblemente las siguientes fotos serían en su boda con Junna. Susurró para sí misma «Esta navidad quedará siempre grabada en mi
corazón».


Christmas With You - Enrique

Aquel veinticuatro de diciembre, Futaba despertó con una canción navideña, no entendía qué pasaba, pero estaba sonando "All I Want For Christmas Is You" en el estéreo, desperezándose llevó sus manos a su rostro, girando en la cama, notó que Kaoruko no estaba y escuchó su voz tararear la canción desde la sala de la casa, se notaba que le encantaba saber inglés, volviendo a pasar su mano por su rostro, se desperezó nuevamente, se sentó en la cama, se estiró, en minutos se colocó sus pantuflas y salió a la sala, para encontrarse a Kaoruko bailando con la escoba, no pudo evitar reírse.

Entre risas le preguntó —¿Qué estás haciendo?

En otra situación eso la habría sorprendido, pero desde que empezaron a vivir juntas, le dio el ultimátum a Kaoruko que, o ambas aportaban en esa convivencia o simplemente ella no seguiría con eso. Kaoruko, por suerte, había madurado un poco y aceptó que pondría de su parte, por lo que se dividían los quehaceres del hogar, con el tiempo, se habían acostumbrado a ello.

La peli-azul le contestó alegre —Preparo mi energía para el evento de navidad de la academia esta tarde.

Futaba la miró curiosa, se preguntaba por qué Kaoruko parecía tan feliz por llevarle regalos a niños en hogares infantiles, pero decidió no cuestionarla, sabía que la peli-azul era siempre una caja de sorpresas —Entonces asegúrate de mantener esa energía, porque realmente la vas a necesitar.

Ella volteó a mirarla confundida, pero al notar que Futaba pasó a la cocina, y escuchó cómo movía cosas en la estufa, decidió no molestarla y continuó limpiando el suelo. Una sonrisa se dibujó en su rostro al sentir el aroma del desayuno. Luego se preocuparía del resto.


La tarde llegó con velocidad, el evento de beneficencia era a las dos de la tarde y terminaría a las siete de la noche, según su agenda tenían otro compromiso luego de ello, pero no leyó con detenimiento, porque decía confiar en su memoria.

Su abuelo estaba pasando sus compromisos sociales a su nieta, para que la gente la conociera cuando heredara la academia. Así que Kaoruko para esas fechas decembrinas, tenía la agenda llena de eventos sociales a los cuales ir a representar su apellido y por ende, Futaba terminaba yendo con ella, sabía que a Kaoruko le daba mucho temor hablar con personas a las que no conocía.

La peli-azul estaba acomodando un vestido elegante en la cama, aún en ropa interior, cuando la pelirroja la detuvo.

—No puedes ir con eso.

Levantó una ceja curiosa —¿Qué? ¿Por qué?

Se cruzó de brazos mientras arreglaba las mangas de su camisa roja —No puedes ir con eso a un evento como este.

—¿Entonces llevo algo más elegante? — Su confusión se acrecentó.

La pelirroja la miró divertida y caminando a su armario sacó unos pantalones negros y una blusa verde —Ponte esto, es más adecuado y cómodo.

La miró sorprendida, y aun dudando le preguntó —¿Estás segura?

Futaba frunció el ceño mientras acomodaba su cabello contra el espejo y le decía —Lo estoy, hazme caso.

Kaoruko se vistió, confiando en Futaba, recordaba que alguna vez su abuelo le había dicho que la gente adinerada era muy excéntrica, Futaba le había dicho que eso era un sinónimo de raro, y ella lo creía, él era adinerado y era un hombre muy extraño.


Cuando salieron de la casa, un auto negro pasó a buscarlas, ni Futaba, ni Kaoruko, sabían con exactitud a qué lugar iban, pero si el nombre del hogar infantil. Durante el viaje, Kaoruko miraba por la ventana, esperando encontrarse con casas lujosas y mansiones, pero solo veía árboles.

Al llegar a donde iban, bajaron del auto, un par de carros llegaron después que ellas y bajaron lo que parecían ser unos diez voluntarios.

Kaoruko leyó en voz alta el letrero de la entrada —Kyoto Seikokai, hogar infantil —Sus ojos viajaron directamente a Futaba y le preguntó tratando de disimular su sorpresa —¿Qué significa esto?

La pelirroja pensó que se refería al letrero y le dijo —Ahí dice, hogar infantil Kyoto Seikokai, estamos aquí para hacer caridad.

La peli-azul se mantuvo en silencio, pensando detenidamente, hasta que le preguntó —¿No íbamos a una fiesta con gente adinerada?

Dándole un gorrito de navidad, y empezando a bajar las cosas del carro, le contestó —Eso es a la noche, de aquí hasta las siete tenemos que hacer felices a estos niños. Trajimos muchos regalos para ellos.

Kaoruko aún estaba tratando de procesarlo todo, pero colocándose el gorro de navidad, activó las luces que traía enfrente y empezó a ayudar a Futaba y al chofer, a bajar los juguetes del maletero, no sabía cómo, pero tendría que sobrevivir un día con niños, ella y los niños, no era algo que pondría en una oración si tuviera que elegir, prefería evitarlos.


Kaoruko en un principio, se mantuvo alejada de los niños, limitándose a entregarles regalos o a mirarlos jugar, y emocionarse. Futaba parecía contenta con cada sonrisa, pero ella no entendía qué era lo que la hacía tan feliz.

En la esquina contraria a ella, había una niña de cabellos azules, jugando con una muñeca, y junto a ella, un niño de cabellos dorados abrazando sus piernas en silencio.

Kaoruko se preguntó si al niño no le había llegado el aviso de estar feliz y sonriente para las cámaras, a ella tampoco le gustaba eso, pero estaba ahí disimulando estar contenta, aunque no fuera así.

Suspirando, al pensar que ella también era tímida cuando había mucha gente, se acercó a él y le preguntó —¿Estás bien?

El niño la miró, parecía preguntarse quién era ella y le contestó —¿Qué quieres?

Sintió su sangre hervir, ella solo quería ser amable y había resultado así, no pudo evitar preguntarse «¿Por qué los niños no son adorables como en la televisión?» —Mira, niño tonto, estoy aquí porque te vi sentado aquí de manera lamentable y me preocupé por ti, pero si no vas a decirme qué te pasa, me voy y hacemos como que esto jamás pasó.

—No, no, no te vayas, los niños no me hablan y las niñas dicen que soy extraño, no tengo amigos.

Kaoruko lo estudió con la mirada, parecía tener unos diez años y ser muy lindo, incluso tenía los ojos azules, no entendía por qué los otros niños lo aislarían —¿Por qué dicen eso?

Él señaló su cabello —Los chicos dicen que mi cabello es raro y las chicas que no soy como los otros niños, solo ella me habla —miró a su amiga que estaba junto a él, jugando con una muñeca.

Kaoruko reconoció a la niña de cabellos azules que había visto anteriormente, y le dijo —Son unos idiotas, no saben nada, por hoy, voy a ser tu amiga ¿Qué te gusta hacer?

Jugó con sus dedos nervioso, antes de contestarle apenado —Me gusta bailar.

Ella chasqueó sus dedos regalándole una sonrisa —¡Estás de suerte! Es mi especialidad, bailemos.

La niña junto a él reaccionó y le dijo —Por esas cosas es que dicen que eres raro.

El rubio frunció el ceño —No arruines mi momento, Yui.

Kaoruko no pudo evitar reírse al oírlos pelear, le recordaron a ella con Futaba, pero recordó un detalle importante, no se había presentado, por lo que tendiéndole una mano e invitándolo a levantarse, le dijo —Kaoruko Hanayagi.

El niño le sonrió aceptando la invitación y se levantó —Yo soy Kishido —Una vez de pie le tendió la mano a su amiga para ayudarla a pararse y añadió —y ella es Yui.

Yui le sonrió a Kaoruko amablemente —¿Eres una voluntaria? No suele venir mucha gente por aquí.

Kaoruko soltó una leve risa, antes de contestarle de manera presumida —No soy una voluntaria, soy quién trajo los regalos. Soy la futura directora de la academia de danza clásica de los Hanayagi de Kioto y estoy aquí por las fotos.

Kishido no terminó de comprender y con una expresión de confusión le preguntó —¿Qué?

Riendo, ante la mirada indignada de Kaoruko, Yui le explicó —Es una persona adinerada que vino a dejarnos regalos de navidad.

Futaba salió al patio a jugar béisbol con los niños, algunas niñas se unieron a ella y otras se quedaron dentro, Kaoruko se dijo a sí misma que era el momento de poner a prueba su liderazgo y decidió enseñarles a bailar mientras estuviera ahí.

Unas diez niñas estaban sentadas jugando con muñecas, había incluso chicas de unos diecisiete años conversando entre sí. Tomó valor, apretando sus puños, ante un Kishido y una Yui completamente confundidos, parándose en el centro de la sala, soltó en voz alta, como cuando estaba en el centro del escenario —Tengamos una práctica de baile.

Los voluntarios le aplaudieron, se organizaron y en minutos, estaban siguiendo los movimientos de Kaoruko mientras les intentaba enseñar cómo bailar ballet.

Unas dos horas después, en las que cambiaban de género musical continuamente y tomaban pequeños descansos, pero en los cuales no paraban de divertirse, Futaba regresó adentro con los chicos, Kaoruko decidió que era momento de parar.

Los encargados de hogar infantil, propusieron a los chicos una competencia de jalar la soga, con el equipo azul dirigido por Kaoruko y el rojo por Futaba, al final el de la pelirroja ganó y les dieron un premio. La peli-azul hizo un puchero, pero Kishido le dijo que le enseñara a bailar personalmente, alguna vez, cosa que la hizo sentir reconocida y feliz.


A eso de las seis, mientras los niños cenaban, Kaoruko se recostó contra una esquina a mirarlos con una sonrisa. Futaba se detuvo junto a ella.

La pelirroja le preguntó —¿Entonces qué tal tu día de caridad?

Negó con su cabeza —Los niños no son tan odiosos como recordaba.

—¿Quieres saber por qué Kishido está aquí?

Sintió curiosidad —¿Por qué?

Futaba lo miraba desde su posición —Su madre era una extranjera que ofrecía servicios sexuales, lo cuidó durante un año hasta que la policía la atrapó y su padre era un presunto Yakuza, pero murió cuando él tenía unos tres o cuatro meses, así que terminó aquí.

Kaoruko asintió, mirándolo, sintió pena por él, pero repentinamente la invadió la intriga sobre su amiga —¿Y Yui-han?

—Ah, según me comentó la encargada, la niña está aquí porque su padre era un policía, y murió en servicio, al parecer su madre no está apta para cuidarla, porque cayó en el alcoholismo luego de la muerte de su esposo, ella tiene uno o dos años aquí.

Kaoruko miraba a los dos, sintiendo pena por ellos, la estaba consumiendo la impotencia, analizó las palabras de Futaba, cuando sintió que llegó a una resolución, le preguntó —¿Y si los adoptamos?

Ella negó con su cabeza cruzándose de brazos —Ni siquiera lo pienses. No somos aptas para cuidar de nadie más, además, las leyes no nos lo permitirían, así que olvídalo. Pero si quieres ayudarlos, puedes hacerlo de la manera en que lo has estado haciendo, con traerles cosas y pagar sus estudios o que tu academia les dé una beca, parecían buenos bailando.

La peli-azul le sonrió un poco avergonzada —¿Viste eso? — No pudo evitar emocionarse un poco —Sí parecían buenos bailando, creo que nacieron para ello.

Futaba le sonrió divertida y bromeó —No podía perdérmelo, así que en cada descanso te miraba desde la ventana, ibas a destiempo en ocasiones, pero tienes razón, bailan muy bien.

Intentó hacerlo sonar como un plan —Entonces les daré una beca de la academia, ¡Lo hablaré con mi abuelo apenas volvamos a vernos!

La pelirroja acomodó el cuello de su camisa antes de mirar la hora en su teléfono y decirle —Bien, ahora prepárate, va a ser una noche larga, odio los eventos llenos de gente adinerada.

Kaoruko asintió y alisando su cabello le contestó —Estoy cansada, ya no quiero ir.

—Yo tampoco, pero tu abuelo va a enfurecer si no vas, así que tenemos que ir.

La peli-azul suspiró en respuesta, no había opción.

Por lo que, al despedirse, le comentó a Kishido y a Yui que tenía planes para ellos, les dio su número por si necesitaban ayuda la llamaran. Se despidieron con todo el grupo, a eso de las siete de la noche, volvieron a casa. Los voluntarios se quedaron un poco más de tiempo.


Al llegar a casa, se cambiaron de ropa, Kaoruko usó un vestido morado, junto a unos tacones negros. Futaba por su parte, no sabía si ir en camisa o en vestido, al final se decidió por un pantalón negro de tela, una camisa púrpura, y un blazer negro, era de la colección que había modelado para una revista ese mes. Lo que más le gustaba de modelar, era que le regalaban ropa.

Cuando salieron de casa, las esperaba el chofer de los Hanayagi, Futaba lo vio y se dijo a sí misma que necesitaban un auto personal.

Kaoruko le preguntó — Es una fiesta de gente adinerada ¿Cierto?

Asintió abriéndole la puerta del carro —Lastimosamente, sí es.

Se separaron, Futaba se subió en su moto y siguió el carro en el que viajaba Kaoruko.

El viaje fue un poco largo, llegaron al lugar alrededor de las nueve de la noche.

No querían estar ahí, a Kaoruko en un inicio le emocionaba la idea, pero ahora estaba completamente cansada de socializar con otros humanos.

Futaba por su parte, detestaba rodearse de gente con dinero, le parecían arrogantes, no sabía tratar con ellos.

Al llegar a una mansión, enorme, Kaoruko bajó del auto, Futaba estacionó su moto en la entrada, se miraron entre sí y se hicieron señales de ser fuertes, iban juntas, pero la gente no podía saber que estaban juntas, menos emocionalmente, por lo que, el contacto físico estaba descartado, al igual que estar juntas toda la noche.

Kaoruko pasó a saludar a algunas personas a las cuales conocía. Mientras Futaba entraba, pasando desapercibida, y se hacía la desinteresada, la miraba desde lejos.

Al llegar a una de las esquinas del salón, se detuvo de pie a observarla, mientras ella fluía entre la multitud, el plan era que, parecería desinteresada durante unos minutos, hasta que se pudieran topar casualmente, saludarse y hablar.

De esa manera, los amigos del abuelo de Kaoruko, no pensarían que ella había llevado a una acompañante femenina con ella, si no que se habían topado casualmente. La gente estaba muy interesada en que Kaoruko contrajera matrimonio con alguno de sus hijos y ella hacía todo lo posible para soportar esos comentarios, porque su abuelo le decía que todo lo que se les mostraba a los socios comerciales, era una fachada, y jamás había que mostrarles lo que realmente era o sería debilidad y podrían destruirla. Ella no sabía de negocios, pero él definitivamente tenía experiencia y confiaba en su juicio.

Incluso por eso de la fachada, Kaoruko llevaba guardaespaldas a casi todos lados, a los que no iba con Futaba, para que se aseguraran de que nadie le tomara fotos desprevenida. Tenían todo muy bien planeado, solo subían fotos juntas a sus cuentas personales privadas en redes sociales y ahí solo las veían sus amigas, en las públicas, subían fotos de sus trabajos o en solitario. Les parecería agobiante, de no ser porque estaban seguras de que esos empresarios no investigarían sus vidas a menos que necesitaran algo de ellas.

Después de veinte minutos, Futaba la miró y notó que Kaoruko la miraba con el ceño fruncido, como reprochándole el demorar tanto, le sonrió en disculpa, y acercándose puso en acto sus dotes de actuación, hablando cordialmente con un chico que estaba de espaldas a Kaoruko, simuló tropezar con ella.

Dándose vuelta se disculpó —Oh, lo siento, no te vi.

Le sonrió amablemente —No te preocupes, oye, creo haberte visto antes.

Había miradas curiosas sobre ellas, Kaoruko llamaba mucho la atención en ese tipo de eventos, por el apellido al que representaba.

Futaba le regaló una sonrisa brillante —Eres Hanayagi-san de la academia de música Seisho ¿No?

Intentó simular modestia —Ah, eso fue hace mucho.

Tragó pesado, intentando no avergonzarse al preguntar —¿Te molestaría acompañarme un rato? —Se sentía nerviosa con tantas personas mirándola de reojo.

Amablemente le respondió —Es un placer.

Apareció el anfitrión de la fiesta y aprovecharon para escabullirse.

Futaba, que se había detenido frente a ella, empezó a caminar, al patio de la mansión, siendo seguida por Kaoruko, ambas necesitaban aire.

Una vez afuera, se aseguraron de que no hubiera nadie mirándolas.

La pelirroja le dijo en un susurro —Esto es agobiante ¿Cómo se supone que vamos a sobrevivir a esto?

Asintió. Desde un pasillo que dividía lo que parecían habitaciones, con el patio en sí, miraba la nieve en la hierba —¿Qué hora es? Nos iremos a la una.

Futaba miró su teléfono, y le contestó —Son las once y treinta ¿Soy yo o el tiempo pasa más rápido allá adentro?

—Ya casi es navidad— Le preguntó en un tono bromista —¿Tienes algún regalo para mí?

Negó con su cabeza desinteresada —Dime ¿Tú tienes un regalo?

La peli-azul se cruzó de brazos —Ya casi son las doce, ¿Y no trajiste un regalo para mí?

Futaba soltó una ligera risa —¿Tan rápido se molesta, señorita Hanayagi?

Su puchero se agrandó —No juegues conmigo, solo dame mi regalo de navidad.

Ella buscó en su ropa, hasta que al sacar un papel de su bolsillo se lo entregó, y le preguntó —¿Qué le puedo dar a una persona que lo tiene todo?

Kaoruko leyó el papel curiosa, en él tenía escrito "El regalo está en casa", así que con una sonrisa traviesa le susurró —Dame un beso.

Futaba dio vuelta sobre su eje, mirando en todas direcciones, para asegurarse de que todos estaban adentro, escuchó a la gente celebrar en el salón y supuso que eran las doce, fuegos artificiales empezaron a iluminar el cielo.

Mirando a Kaoruko le dijo en un tono temeroso —Estás loca ¡Nos pueden atrapar!

—Cobarde— La sonrisa burlona de Kaoruko irritó a su acompañante.

—No soy cobarde, simplemente, no quiero meternos en problemas.

Insistió —Cobarde.

La pelirroja lo sintió como un reto y acercándose a ella, envolvió sus brazos alrededor de su cuello, antes de tirar de ella, más cerca, rompiendo la distancia con un beso.

Cuando se separaron, Kaoruko estaba roja como una rosa, además de completamente anonadada y mirando a su alrededor le reprendió —¡Pudieron habernos visto!

Futaba se cruzó de brazos mirándola molesta —¡Es tu culpa! ¡Me dijiste que lo hiciera!

Kaoruko la tomó del cuello de su camisa y tiró de ella en un beso cargado de pasión.

Cuando se separaron, se miraron a los ojos sintiendo que necesitaban más de eso, pero no podían, por lo que, apartaron sus miradas, avergonzadas.

La pelirroja le susurró avergonzada —Feliz navidad.

Kaoruko se rio ruborizada —Feliz navidad.

Alguien salió buscando a Kaoruko, al encontrarla, la invitó adentro, cosa que se les hizo inevitable.

Futaba sonrió para sí misma preguntándose qué tanto se enojaría el abuelo de Kaoruko si la invitaba a bailar en esa fiesta. Siguió a la peli-azul y su acompañante adentro, pero un rubor adornó sus mejillas cuando Kaoruko la miró por sobre su hombro y le guiñó un ojo, estaban jugando con fuego.


Fireworks at Midnight - Gab

Claudine había partido a Francia el veinte de diciembre. Ella solía visitarlos después de navidad, pero ese año las cosas fueron distintas.

Maya no podía ir con ella, por una situación familiar que se podría resumir diciendo que a la madre de Claudine no le agradaba Maya, ni la aceptaba como su pareja. Así que la rubia solía viajar sola a visitarlos.

Esa navidad y año nuevo, los Saijo pensaban pasarlo en Alemania, cosa que hizo a Claudine tomar la decisión apresurada de ir a visitarlos, cuando le contó a Maya, pareció enfurecer, a ella no le gustaba para nada la idea de que se fuera antes de navidad a Francia, como era acordado, eso arruinaba algunos de sus planes que tenía preparados con ella.

Claudine había ignorado la molestia de la castaña con el pensamiento de que era absurdo, y a causa de ello, existía una tensión entre ambas. Ninguna le escribió a la otra durante esos días, y cuando sucedía, hablaban de Shiro, su gato, él parecía ser el tema de conversación.

Claudine miraba su teléfono con el ceño fruncido, acababa de bajar del avión, pero Maya aún respondía sus mensajes en los que le avisaba que estaba saliendo del aeropuerto en París, era un veinticuatro de diciembre, alrededor de las nueve de la noche, ella acababa de llegar a Tokio, pero no había nadie esperándola en el aeropuerto como de costumbre, tampoco le contestaba las llamadas, se asustó al pensar que Maya realmente estaba viendo esa situación con más seriedad de la que ella creía que eso tenía.

Después de estirarse un poco y masajear su cuello cansado del asiento del avión, se decidió a escribirle a Maya una vez más.

En mensajería:

Claudine: Bonjour (Hola) llegué a Tokio.

Claudine: ¿Sigues enojada? Acabo de volar doce horas para pasar navidad contigo, ¿No podemos dejar los enojos para mañana?

Claudine: Maya, je sais que vous avez lu les messages, répondez s'il vous plaît (Maya, sé que lees los mensajes, responde por favor).

Dio un suspiro al notar que nuevamente le marcaba los mensajes como leídos y no obtenía respuesta, no podía evitar pensar que Maya estaba siendo inmadura. Caminó a la salida del aeropuerto y tomó un taxi rumbo a su edificio.

Durante el viaje miraba la ventana, las calles abarrotadas de parejas, todas las luces navideñas y la nieve cayendo, sonrió al pensar en las diferencias que había entre cómo se celebraba en París y cómo se hacía en Tokio, allá era una festividad familiar, en ocasiones la gente iba de fiesta o hacia fiestas, pero en Japón parecía un segundo San Valentín, su ceño se frunció en preocupación al pensar que tal vez ese año lo pasaría discutiendo con Maya.


Al llegar al edificio, bajó del auto y jalando su maleta se dirigió a su departamento, al estar en su piso, se preparó mentalmente para encontrarse con Maya enojada o algo por el estilo, pero al abrir la puerta, se llevó una gran sorpresa, al notar el lugar vacío, oscuro, parecía que nadie lo había habitado en días.

—¿Maya? — Empezó a buscarla por el departamento mientras llamaba su nombre.

Preocupada revisaba su habitación —¿Maya?

No había rastro de ella, al salir al balcón del departamento, escuchó un maullido venir desde adentro del departamento, dio un respingo asustada, hasta que recordó a su gato y mentalmente se reprendió por no encender las luces del departamento, al llegar a la ventana, lo vio salir de una de las cortinas blancas, acercándose a él, lo tomó en brazos acariciándolo, y frunció el ceño al notar que en su collar llevaba algo que parecía estar de más. Tomando el pequeño papel, lo desdobló, al parecer era una nota, con la letra de Maya en ella. La leyó en voz alta —"Ve a la Torre de Tokio"— Mirando a su gato le preguntó confundida —¿De qué está hablando? ¿Tú entiendes a tu madre, Maya?

El gato pareció contestarle con un gruñido, por lo que riéndose le acarició las orejas, no entendía la rivalidad de Maya y Shiro.

Dejando al gato en el suelo, caminó al perchero junto a la puerta, se colocó su abrigo y emprendió marcha a la torre de Tokio. Caminando por la ciudad, miraba el reloj y veía a la gente hablando, conversando sobre lo que cenarían esa noche o con quiénes lo pasarían. Suspiró al sentir que odiaba esa situación, quería reencontrarse con Maya y resolver ese problema, no era justo ser la única que pasara la navidad sola.

Una vez en el lugar, buscó por todos lados, pero no había rastros de la castaña, intentó llamar a su teléfono, pero no sonaba, le escribía y ya no le llegaban los mensajes, se sintió frustrada y empezó a cuestionarse el haber viajado. Entonces esa navidad sería normal. Irritada llevó sus manos a su nuca, dándose un leve apretón para calmar su estrés.

Su plan para navidad había cambiado, iría a una licorería, compraría una botella de vino y volvería a su departamento, a tomar sola esa navidad, entonces en el día se preocuparía por Maya.

Eran las veintitrés y estaba cada vez más cerca de su departamento, esa noche simplemente había sido un caos y todo su cuerpo le dolía a causa del viaje. Con una bolsa de compras, llegó a los pies del edificio, pero le pareció ver que las luces estaban encendidas, frunció el ceño preguntándose «¿Las dejé encendidas?».

Confundida subió al departamento, encontró todo limpio y decorado, mirando alrededor, frunció el ceño al ver que habían luces e incluso un árbol de navidad, afuera escuchó fuegos artificiales y aún intrigada recorrió la habitación con la mirada.

Maya entró a la habitación desde el balcón y le sonrió, extendiendo sus brazos invitándola a acercarse.

La rubia se acercó furiosa a ella, pero al estar de frente, sintió sus ojos llenarse de lágrimas y la abrazó.

La castaña acarició su cabello y le susurró al oído —Feliz navidad.

Claudine se apartó de ella y mirándola a los ojos le preguntó enojada —¿Dónde estabas?

Maya le señaló la habitación donde estaban —Estuve muy ocupada estos días y no pensé que volverías tan pronto, entonces conseguí tiempo para adornar el departamento mientras ibas a la torre de Tokio.

Le preguntó confundida —¿No estabas enojada?

Asintió cruzándose de brazos —Aún lo estoy, pero no por eso te voy a dejar sola en navidad.

Claudine suspiró aliviada y tratando de arreglarse el cabello le respondió —Al menos me hubieras avisado que harías algo, tú estás muy bien vestida y yo estoy toda desarreglada por el viaje y estar corriendo por Tokio, por tu culpa.

Maya tomó su mano y la guio al balcón —Olvídate de eso, para mí estas hermosa.

La francesa le sonrió sonrojada —Tu dis ça parce que tu es amoureux de moi (Solo dices eso porque estás enamorada de mí).

Los fuegos artificiales continuaban iluminando el cielo de Tokio, la gente celebraba en las calles y daban regalos a sus parejas, Claudine miraba el cielo, pero la voz de Maya la sacó de su ensimismamiento.

La castaña la miraba sonriente y le dijo —Realmente está hermosa la noche.

Frunció el ceño avergonzada —¿Qué te pasa? Ya te pusiste necia.

Ella rio y acercándose a sus labios le susurró —Aún no me das mi beso de bienvenida.

Se ruborizó y cerrando sus ojos se acercó suavemente, Maya acabó la distancia que las separaba, uniendo sus labios en un beso cargado de amor.

Se separaron al sentir algo pasar en medio de sus piernas, al mirar abajo notaron a Shiro, que rozaba las piernas de Claudine. La castaña se agachó y le acarició la cabeza al gato contenta.

Claudine le preguntó curiosa —¿Ya se llevan bien?

Maya se levantó cargándolo en su pecho, y asintió —Más o menos, pero me ayudó con la nota hoy, así que le debo una.

Shiro saltó a los brazos de Claudine quién lo abrazó contra su pecho, mientras Maya acariciaba su pelaje, ambas levantaron la mirada esperando ver a la otra, pero se sonrojaron avergonzadas cuando se dieron cuenta que estaban pensando en lo mismo.

Claudine le regaló una sonrisa feliz —Feliz navidad, Maya.

Ella tocó la nariz del gato y al verlo gruñir, dejó escapar una risa, antes de mirarla y contestarle, llena de ternura ante la escena que presenciaba —Feliz navidad, ma Claudine.

Claudine sonrió ante el pensamiento de que esa era su familia. Definitivamente en el próximo viaje a Francia, llevaría a Maya y a Shiro con ella.


New Year at Home - E'than

Era un veintiséis de diciembre. Koharu llevaba días pensando en qué hacer el treinta y uno próximo. Tenía planeado darle un regalo a Hisame e invitarla a su apartamento esa noche, pero no sabía qué planes podría tener ella para ese día. Lo único bueno, fue cuando Suzu le había comentado que ahora estaba en una relación, oficialmente, con Mahiru, pero eso implicaba que, seguramente ya tenía planes para año nuevo.

En el peor de los casos podría pasar año nuevo sola. Estaba bastante acostumbrada a eso, en esos últimos años todos estaban muy ocupados para esas fechas, y siempre terminaba o trabajando, o en su departamento, esa noche, pero deseaba que esta vez fuera diferente, tenía que serlo, después de todo, ahora estaba en una relación.

Días atrás había aprovechado para comprarle a Hisame, unos audífonos para su mini estudio de música en casa, junto con un par de pulseras que iban a juego con sus nombres escritos en la parte inferior.

Se decidió a escribirle.

En mensajería:

Koharu: Te tengo algo preparado

Le envió una foto de los audífonos envueltos en papel de regalo.

Hisame: No puedo ver nada si está envuelto.

La castaña se decidió a molestar a su pareja.

Hisame: Pero parece un anillo.

Koharu: No es uno.

Hisame: Jajaja ya sé que no es eso, pero te creo capaz de pedirlo por foto.

Hisame: Ya sin bromas ¿Puedo saber qué es?

Koharu: Si quieres saberlo tenemos que vernos ¿Estarás libre en año nuevo?

Hisame: Creo que mamá quiere invitar a algunas personas y hacer una fiesta familiar ese día. Tendré que ayudarla a prepararlo todo.

Hisame: ¿Quieres venir? Si quieres puedes quedarte ese día, le diré a mi madre y no debería haber problema. También se lo comentaré a Suzu.

La pelinegra se encontraba bastante decepcionada, había pensado que podría pasarla con ella ese día y darle sus regalos. Pero no se rendiría con tanta facilidad.

Koharu: Me dijo que va a celebrar año nuevo con las chicas de Seisho.

Hisame: Sí, Nana me dijo que iban a celebrar el año nuevo por ella y Mahiru-san. Suzu me dijo que luego me contaría algo importante.

Hisame: Ah, pero, ves, te dije que serviría la ayuda de Shiori.

Koharu: Sigo sin creer que eso no acabara con Suzu viviendo acá por meses. Ya tenía preparado un futón para ella. No sé ni cómo convenciste a Yumeoji-san de algo así.

Hisame: El fin justifica los medios. Además, lo importante son los resultados.

Koharu: Al menos tendré mi tranquilidad de regreso.

Hisame: Hablamos luego, falta preparar muchas cosas antes del 30 y mamá llegó con las compras para la fiesta.

Koharu: Cuídate.

Eran ya las seis de la tarde y aunque Koharu había logrado comprar todo lo que necesitaba para una pequeña fiesta, aún no entendía el qué haría con esas cosas sabiendo que no vendría nadie a casa, pensaba que lo había comprado todo por impulso. Se tiró al sofá y se puso a mirar series policíacas en la televisión, hasta quedar dormida.


Dormir, mirar televisión y trabajar en ocasiones, era su rutina en esas fechas.

Además, había hablado con Tendo-san y esta le había recomendado ver algunas obras. Pasó en eso los siguientes días, iba en la mañana a grabar voz para un juego y el resto del día lo pasaba en el departamento prácticamente libre, todos estaban ocupados, y no le gustaba socializar a excepción de cuando era con Hisame, Suzu y Tendo.

Koharu se la pasaba leyendo en cama o viendo la televisión. Había un canal de televisión internacional que pasaba películas navideñas todo el mes, pasaba de ese canal, al canal de maratón de series policíacas.

De esa misma forma habían ya pasado los días. Llegó el treinta y uno de diciembre, todos hacían planes, en cambio, Koharu rechazo la invitación de Hisame evitando la fatiga que le provocaban las fiestas muy sociables.

Después de todo, tal vez quedarse en casa era lo mejor, de esa forma podría dejar que Hisame tuviera un tiempo para sí misma, y pasara un rato con su familia. O eso se decía a sí misma para no parecer tan intensa, últimamente la castaña la pasaba más en su departamento, que, en casa, no quería asfixiarla.

Agradecía tanto el tiempo que pasaba con ella que ahora que la misma estaba ocupada podía notar cómo tenía demasiado tiempo sola y sin saber qué hacer.

Suzu también la había invitado a una fiesta que harían las chicas de Seisho, pero no sabía si asistir, después de todo, solo conocía bien a Tendo.

A veces su introversión la alejaba de las personas y no quería ser esa silla alejada en una fiesta.

Por un momento, pensó en ir a un bar y tomar un rato. Idea que pasó fugaz al saber que no se sentiría cómoda en salir ese día. Tenía algo preparado para ese día, algunas bebidas, pero no tenía con quién compartirlas.

El sentimiento de tomar sola le parecía algo demasiado aburrido para hacerlo en un día como ese. Además de no saber qué podría ocurrir si tomaba de más y hacía alguna tontería o si molestaría a Hisame. Por eso simplemente se encerró y arropó tanto como pudo. Extrañaba tanto el calor que Hisame le daba que no podía pensar en nada más que ella. Quería solo poder volver a verla, pero no quería molestarla mientras estaba pasándola en familia, pensaba que se sentía nostálgica porque era una fecha especial, era fin de año.

Koharu no entendía qué pasaba, no sabía cómo era posible que un día se hiciera tan largo, pero pareciera ser tan corto a la vez. La noche llegó a una velocidad abrumadora y ella solo había pasado casi todo el día tirada en la cama mandándole mensajes a Hisame. La cual estaba ocupada atendiendo a sus familiares y a algunos vecinos que habían ido desde bastante temprano a la fiesta.

En todo ese día, Koharu simplemente parecía no tener fuerzas o ganas siquiera de moverse de la cama, había construido un lugar tan cómodo que parecía no querer moverse de él.


Las horas continuaron pasando y antes de que siquiera fuera capaz de enterarse de ello, empezaron a sonar los fuegos artificiales y pudo escuchar las campanas del templo budista, supuso que las calles estarían abarrotadas de gente.

Al revisar su teléfono, pudo ver varios mensajes de sus amigas que le deseaban un feliz año nuevo. Junto a una nota de voz de parte de Hisame en la cual se podía oír "¡FELIZ AÑO NUEVO! ¡Vamos a hacer de este nuestro año! Me habría gustado que vinieras, pero como no lo hiciste, a cambio, me des un abrazo. Y no pienses que me he olvidado de lo que sea que estuviera en la cajita. Mañana te veo."

Koharu simplemente miraba los regalos que tenía preparados para su novia pensando en si se los daría uno de esos días o los guardaría más tiempo, aunque tal vez estaba exagerando. Se alegraba mucho de que Hisame lo estuviera pasando bien en casa.

Cuando menos se lo esperaba alrededor de las una y treinta, cuando ya todo parecía calmarse. Escuchó un golpeteo en su puerta. Se dijo a sí misma que debía ser la puerta del vecino de enfrente, hasta que volvió a escuchar más golpes que parecían cada vez más insistentes, levantándose del sofá, caminó a la puerta con pesadumbre.

Al ver a Hisame se sorprendió, y se preguntó a sí misma si se había dormido en el sofá y estaba soñando. Sus pensamientos se dispersaron cuando Hisame saltó en sus brazos dándole un cálido abrazo.

La castaña saludó emocionada —¡Feliz año nuevo!

Koharu solo supo corresponder de la forma que tanto había querido hacer en todos esos días. La abrazó más fuerte — Feliz año, pensé que la estabas pasando bien en casa ¿Qué haces aquí?

Hisame la miró con reproche — Vine a visitarte, te extrañé. Además, me dijiste que tendrías una fiesta así que me auto invité.

La castaña sabía que Koharu solía tener días de indecisión, y por eso no permitiría que su novia estuviera sola en un día como ese. Por lo que apenas le mandó la nota de voz, ya estaba lista para salir al departamento de Koharu. Quería sorprenderla y llevarle algo de la comida que ella y su madre habían preparado.

—¿Por qué?

Hisame entró al departamento, ignorando su pregunta mientras sacaba las cosas que había llevado en su bolso y las colocaba en la mesa frente al sofá. Había varias vasijas con comida, que, al parecer, la madre de Hisame le había dicho que llevara cuando le contó que iría a visitar a su "amiga".

Sentándose en el sofá le respondió —No necesito razón para venir a sacarte de tu aburrido sofá y sinceramente quería alejarme un momento de todo el ruido que había, prefiero estar contigo en un día como hoy, me he ido adaptando a tu personalidad tranquila, con el pasar de los años. Bien, basta de hablar, ahora come algo que sé que no has comido bien desde que me fui hace unos días.

Koharu solo pudo sonreír ligeramente, agradecía tener a alguien que la conocía tan bien en su vida.

Hisame, por su parte, veía que Koharu disfrutaba la comida, se levantó y curiosa fue al refrigerador notando que Koharu tenía algunas cosas poco comunes para ese día, tenía algo de pastel y helado, junto a un whisky. Se imaginó lo que pensaba hacer Koharu con el alcohol si ella no llegaba.

Preparando unos vasos le preguntó sonriendo —¿Quieres tomar un poco? Encontré algo interesante en tu refrigerador.

La pelinegra restó importancia —Está bien. Aunque pensaba que podríamos intentar con un reto luego — En realidad no tenía planes para esa botella.

Cuando Koharu terminó de comer, empezaron a tomar, dio un trago mientras Hisame se acostaba en el sofá frente a la televisión.

Koharu no terminaba de procesar lo que estaba sucediendo. No esperaba ver a Hisame ahí esa madrugada.

Luego de un rato viendo una película musical, y en el que ambas se acercaron más, acurrucándose en el sofá. Hisame notó el rubor de su compañera y decidió romper el silencio —¿No tenías algo que darme hoy? —No quería sonar ansiosa, pero estaba ansiosa.

Koharu, que hasta ese momento estaba distraída, la miró confundida, hasta que la castaña hizo con sus manos la forma de una caja, imitando un regalo, entonces se levantó y caminó a su habitación buscando los regalos.

Hisame, por su parte, aprovechó para sacar algo que traía escondido en su bolso, y que se había mantenido protegiendo toda la noche.

Cuando Koharu volvió ambas tenían el regalo de la otra oculto.

Koharu, por su lado, lo tenía entre las manos atrás de su espalda, antes de dárselo a Hisame, solo le advirtió —No es un anillo.

Hisame no pudo evitar reírse antes de contestarle —No te preocupes, es demasiado pronto para eso.

Koharu la miró expectante y le dijo —Bien, ábrelo.

Abriendo primero la caja con los audífonos por fin entendió por qué tenía esa forma, desde lejos parecían pequeños, pero en definitiva no lo eran —¡Oh!, son geniales para mi pequeño estudio de grabación ¡Gracias, Koharu!

Ella seguía escondiendo las pulseras en su espalda. Antes de que pudiera siquiera decirle del siguiente Hisame le ofreció el suyo. Tomándola por sorpresa, no se esperaba algo para ella. Alcanzó a sentarse escondiendo detrás de ella el ultimo regalo.

Empezó a desenvolver la pequeña cajita que le entregó Hisame. Descubrió un cuadro con una foto de sus manos juntas, sonrió al recordar el momento en que se tomó esa foto, era la primera foto que Hisame les tomó cuando empezaron su relación. Esbozó una sonrisa y le enseñó la marca que le había quedado del incidente de esa tarde, en la que empezaron su relación, como si le dijera que ella también lo recordaba. Ante la mirada de Hisame, que parecía exigirle que dijera algo, soltó —Tenemos mejores fotos.

Se ruborizó avergonzada y le respondió —Sí, es cierto, pero esa es de mis favoritas, por el valor sentimental que tiene.

Koharu colocó el cuadro en la mesa y le dijo —¿Podrías cerrar tus ojos un momento? Ah y extiende tus brazos, por favor.

Hisame se preguntó qué tan rara podía ser su novia, pero hizo lo que ella le pidió, ruborizándose al sentirse desprotegida. Pudo sentir cómo manipulaba su muñeca y colocaba algo en ella, antes de sentir los brazos de Koharu envolviéndola, abrió sus ojos, y notó que ella tenía los suyos cerrados, además de que estaba completamente ruborizada, sonrió emocionada ante lo que estaba presenciando, pero se sintió derretir con lo que escuchó a continuación.

Koharu decidió sincerarse y en el abrazo, completamente avergonzada, le susurró —Te amo, Hisame.

La castaña soltó una risa completamente feliz y le contestó, también con los ojos cerrados en el abrazo —También te amo.

Cuando se separaron, la pelinegra quitó su mirada y levantando su brazo le mostró su pulsera amarilla, antes de señalarle la suya.

Hisame notó que era una pulsera roja que por dentro tenía grabado "Koharu", bromeando le preguntó — Entonces ¿Ahora todos sabrán que soy tuya?

Ella trató de defenderse — No, no se trata de eso. Además, mira, yo tengo una a juego, incluso dice tu nombre dentro.

Hisame no pudo evitar reírse ante su preocupación —Estaba bromeando, no seas tonta— la abrazó en agradecimiento.

En el abrazo, la pelinegra pensaba que podían haber pasado ese fin de año de muchísimas otras maneras, pero esa era su favorita.

No creía que esa noche pudiera ser mejor. Solo bastaba con mirar a Hisame para darse cuenta que estaba en el lugar correcto, y ella, justo en ese momento, solo quería estar ahí. Aprovechando la corta distancia, le dio un suave beso, cosa que la castaña correspondió abrazándose a su cuello.

Al separase volvieron a abrazarse en el sofá, cuando estaba con Hisame, todo parecía estar en la forma, lugar y momento correcto.


End of Year Notes - Fer

«¿Te gusta alguien?»

Esa pregunta no se dejaba de repetir en la cabeza de la pelinegra, ¿Tan obvio era lo que estaba sintiendo en ese momento? Sabía perfectamente qué parte de las líneas que escribía para la obra en la que participaba eran pensando en ella, pero esa mañana, Masai se le acercó y le preguntó eso, mientras leía uno de sus guiones ¿Era un juego mental? ¿Una prueba? ¿Una pregunta capciosa o ella realmente no lo sabía? ¿Tal vez era una señal? No lo entendía.

Aunque ellas estaban saliendo, o eso asumía la pelinegra luego de que Masai hubiera aceptado cenar con ella en restaurantes, salidas a cines y parques. Bueno, podía entenderlo, porque incluso ella no sintió un cambio, todo seguía igual, se trataban igual, realmente eran las mismas de antes.

Lo cual le hubiera gustado de no ser porque en lo que iban saliendo, no se habían tomado de la mano ni una sola vez

Una dulce voz la sacó de sus pensamientos —Te ves bastante distraída.

Sin darse cuenta se había perdido en sus pensamientos — Hola, Masai, tiempo sin vernos —sonrió ante lo incoherente que sonaba lo que había dicho, trató de actuar lo más natural para evitar preguntas.

—Ya casi es fin de año, ¿Qué piensas hacer ese día? —Masai se veía interesada en saber la respuesta, porque incluso ignoró su tontería.

—Aun no lo sé — Se sentía un poco desanimaba.

— Ya veo— Pensó en decir algo, en contestación, pero sus nervios le ganaron, en su mente se repetía «Solo dile que salgan ese día, Masai, ¡Vamos, tú puedes!». Cuando sintió que encontró la determinación, su acompañante rompió el silencio.

—Tal vez lo pase trabajando.

Ella le sonrió negando con su cabeza —No, no, tranquila, ese día lo tienes libre.

Una sonrisa no se hizo esperar de la pelinegra, que le contestó bromeando—En ese caso espero que el año nuevo llegue, ya merezco un descanso— Masai la miró divertida.


La mañana del veintiocho de diciembre, Masai caminaba por la plaza central de Tokio, había salido a caminar un rato, siguiendo su rutina, pasó por un local y compró el periódico de aquel día.

Levantándolo entre sus manos, les dio una leída rápida a sus páginas. Lo compró y volvió al departamento, a hacer el desayuno.

Una vez en el departamento, se sentó sola en la mesa del comedor, a ver las noticias, mientras desayunaba lo que había preparado recientemente. Algo aburrida ante el pronóstico del clima, abrió el periódico buscando la página donde solían recomendar obras, museos o cualquier evento artístico, quería ver si la obra que harían el mes próximo estaría ahí o tal vez alguno de sus actores, pero su mirada se distrajo al ver en un costado del mismo, lo que parecía ser un pequeño anuncio que narraba:

"Buen día, Masai-san, sé que estás leyendo esto, tengo algunas palabras para ti. Te conocí hace algunos años atrás. De hecho, va bastante tiempo, aunque esos son detalles. Posiblemente estés en esta sección del periódico y no sepas si estoy hablando de ti, sinceramente yo solo quiero que sepas que amo tu dedicación a las artes. Que a pesar de ser alguien con tanto poder eres tan amable y dulce, amo eso de ti, ni hablar de tu creatividad y visión que hacen de ti alguien impresionante. Estoy enamorado de ti, me inspiras, eres mi musa, cuando pienso en amor, pienso en ti, es todo, no te robo más tiempo, cuídate mucho y espero que estés bien, yo seguiré apoyándote".

Ella frunció el ceño, intrigada, y miró a su alrededor buscando a Amemiya, pensando en hablar con ella sobre eso, pero al no encontrarla, se mantuvo dudando si se trataba de ella, o era para ella, esa nota. Se convenció a sí misma de que esa nota debía ser para otra Masai, de entre miles que había en Japón.


El veintinueve empezó siendo un día común, hasta que una edición del periódico de aquel día llegó a sus manos, abriéndolo, pasó las páginas inquieta, sentía que ese día, también podría haber algo especial. Y quería saber si ese "enamorado" anónimo continuaba hablándole a "Masai-san", estaba bastante convencida que no se trataba de ella.

Al encontrar la página número quince, la misma página donde habían escrito el mensaje el día anterior, leyó con detenimiento.

"Buen día, Masai-san. Es la segunda vez que escribo una nota para un periódico, realmente crea cierto nerviosismo saber que esto podrían leerlo miles de personas, ay lo que hago por amor. Primero me veo en la necesidad de aclararte que no soy un acosador, discúlpame por no haberlo dicho en la primera nota, espero no haberte asustado, en realidad soy una persona cercana a ti, te conozco desde hace años, he trabajado contigo en más de una ocasión. Tienes una sonrisa tierna y dulce, tus ojos azules, son profundos como el mar, ocultan toda tu determinación, tu cabello castaño, es tan sedoso y suave, amo tu shampoo también, como eres bajita, es más fácil percibir su aroma, cuando estoy contigo se hace un infierno el resistir acariciar tu cabello, me haces querer protegerte siempre, es irónico que en realidad no lo necesites. Lo digo porque diriges a muchas personas, tienes poder, y de alguna manera, actúas con amabilidad, y eso es todo lo que está bien y lo que se necesita para que todo funcione y vaya maravilloso. Me derrito solamente con pensar en tu dulce y tierna sonrisa, siempre tan sincera y gentil, ay y tus labios, lo que daría por un beso de tus labios, entre más pienso en ti, más me enamoro. Sé que vas a dudar de si esto habla de ti, así que, creo que debo darte una señal. Tienes dos lunares, casi juntos, en el antebrazo, son tan lindos como tú. Ten un lindo día y cuídate, Masai-san".

Frunció el ceño al bajar el periódico y levantando su brazo, se miró el antebrazo, notando sus dos lunares.

Amemiya cruzó la puerta desperezándose y al verla mirarse el brazo, le preguntó —¿Qué pasa?

Ella le contestó, consternada —Creo que alguien me está enviando mensajes por el periódico.

La pelinegra frunció el ceño y tomando el periódico leyó la nota, devolviéndoselo le dijo —No seas tonta. Debe estar hablando de alguien más.

Kiriko le señaló los lunares en su brazo y le dijo —Estoy casi segura de que está hablando de mí, pero ¿Quién podría ser?

Amemiya se sentó en el sofá restándole importancia —Si no se atreve a decírtelo de frente, no vale la pena.

Ella miraba el periódico con detenimiento, leía y releía sonrojada —No seas ruda, está enamorado de mí y sus sentimientos parecen ser muy sinceros. Merece saber una respuesta de mi parte. El único problema es que no sé quién es.

Su acompañante sonrió al escucharla así de ilusionada y le contestó —Vaya que tienes un gran corazón. Creo que solo te queda esperar a lo que vaya a suceder en el periódico de mañana.


El treinta llegó, esa mañana Masai no salió del departamento temprano, porque se quedó dormida, temía que ya se hubieran acabado los periódicos de la mañana. Pero al salir de su habitación, encontró a Shion leyendo la edición de ese día.

Le preguntó curiosa —¿No hay algo para mí ahí?

La pelinegra pasó a la página de arte, donde venían los mensajes a Masai, en la misma se leía:

Fecha: 31 de diciembre. Hora: 22:00. Lugar: Parque Ueno, Tokio. Escultura de Saigo Takamori.

La castaña miraba la información y confundida le preguntó —¿Es una invitación a encontrarnos?

Asintió —Yo te diría que no vayas. Tal vez vayan muchas Masai, o tal vez intenten secuestrarte o algo así. No lo sé, suena peligroso.

La castaña se mantuvo en silencio debatiéndose entre arriesgarse o no hacerlo. Sabía que Amemiya tenía razón, podría ser peligroso, pero ella quería conocer a su admirador, y el parque Ueno era un lugar concurrido, y si nunca conocía a su admirador posiblemente sentiría remordimiento toda la vida. Ella estaba enamorada de Amemiya, y prefería rechazar a esa persona a hacerla sentir que sus notas no le habían importado. Se dijo a sí misma «Tienes que hacerlo, Masai».


El día pasó con velocidad, ya era treinta y uno de diciembre, Masai estaba igual de ansiosa que Amemiya, no podían dormir bien de los nervios.

La pelinegra vivía con la sensación de querer confesar sus emociones a Masai, decirle lo que sentía y empezar una relación con ella, pero sentía ansiedad y miedo, de no saber su reacción, y aún de saberla, era vergonzoso exponer sus emociones.

La castaña pasó junto a ella en la cocina, y la vio tomando café, mientras tecleaba en su computador, asumió que estaba escribiendo un guion. Por lo que prefirió no molestarla, le encantaba verla trabajar, fruncía el ceño de una manera tan linda, a sus ojos, podía sentir su dedicación, a veces no dormía e iba cargada de café al trabajo, pero cuando tenía días libres, descansaba sin parar. Sentía que era dañina esa rutina, pero completamente dedicada y comprometida con su trabajo, ella sentía su pasión en cada texto, sus emociones en cada diálogo, juraba que se había enamorado de esa mente tan creativa y maravillosa, reflejada en letras y una personalidad tan ruda, seria y enojona.

Shion la vio pasar detrás de ella, desde el reflejo de su computador y le preguntó —¿Vas a ir?

Kiriko sintió sus nervios invadirla, le hacía sentir mal la idea de tener que rechazar a alguien, pero sus mensajes eran tan lindos, que no pudo evitar ruborizarse. Asintió en respuesta, pero luego de ello, se dio cuenta que su acompañante no estaba viéndola, por lo que le contestó —Voy a arriesgarme.

La pelinegra suspiró antes de decirle —Entonces ten mucho cuidado. No queremos que te lleves una mala sorpresa.

Masai asintió, algo preocupada por lo que pasaría esa noche.


Alrededor de las ocho de la noche, Masai se encontraba peinando su cabello. Amemiya no había aparecido desde las tres de la tarde. Así que asumió que había ido a visitar a su familia o tal vez estaba en el teatro tocando el piano, admiraba su amor por la música y las letras, además de lo que amaba pasar el tiempo sola, no sabía si era introversión o solo lo hacía por paz interior, pero le encantaba cómo incluso estar sola era algo positivo y provechoso para ella.

Una vez terminó de alisar su cabello, caminó a la cocina y al encontrar el periódico sobre la mesa del pequeño comedor, suspiró, no sabía cómo haría eso. Tenía cierto temor de lastimar a alguien.

Salió del departamento a eso de las nueve de la noche, a las nueve y cincuenta se encontraba frente a la estatua, estudiando con la mirada el parque, buscando a la persona que misteriosa de los periódicos.

Se hicieron las diez de la noche, la hora acordada, a lo lejos vio a alguien acercarse, pero se le hizo extraño, era una chica de cabello negro. Una vez la vio más de cerca, entendió que se trataba de Amemiya. De alguna forma se sentía aliviada. Sonrió al entender que era a ella la única persona que esperaba ver esa noche.


Amemiya la veía desde lejos, mirar en su dirección, se debatía mentalmente en si confesar todo de una vez o sostener su mentira. Al ver su sonrisa, no pudo evitar pensar «No le puedo decir la verdad, me odiará».

La castaña la saludó al notarla a unos metros de ella —¡Shion! ¿Qué haces aquí?

Al llegar junto a ella, le saludó —Kiriko, no iba a dejarte sola, podría pasarte algo malo, así que decidí venir, y por lo que veo, tu admirador, no ha llegado ¿No te parece raro que nadie más ha venido? Me refiero a alguna otra Masai.

Ella asintió intrigada —Ahora que lo mencionas, sí es extraño.

La pelinegra jugó con sus dedos, algo nerviosa, antes de decirle —¿Te parece si vamos a otro lugar? —intentó sonar graciosa —Ya que tu cita no vino, seré tu cita.

Masai soltó una pequeña risa, ruborizada y tomando su mano, completamente avergonzada, le dijo —Entonces, ¿Vamos a Shibuya?

Amemiya quitó su mirada, procesando lo que estaba pasando, no pudo evitar sonrojarse y sonreír como tonta.

El resto del camino, hablaron un poco sobre los próximos proyectos en los que estarían participando juntas. El viaje a Shibuya les tomó unos treinta minutos, cuando llegaron ahí, eran las diez y cincuenta.

Caminaron por el lugar, viendo los puestos de comida. Compraron algunas cosas, comieron juntas, apreciaron la decoración navideña de la ciudad, todo el tiempo estuvieron tomadas de las manos.

A las once y cincuenta, la gente empezó a aglomerarse en el centro de la plaza, había una energía animada, que las hizo sentir extasiadas de felicidad. Amemiya se dijo a sí misma que tenía que decirle la verdad.

Masai acomodaba su abrigo rojo, mientras le decía —Vaya que es frío el invierno ¿Es caliente tu gabán?

Ella asintió —Es muy cálido.

La castaña intentó bromear —Debe haber sido difícil peinar tu cabello luego de una semana.

Había días en los que, Amemiya no tenía la necesidad de salir de casa así que se concentraba en escribir, sin importarle como estaba su cabello. Por lo que peinarlo luego de una semana, era un infierno. Masai siempre le decía a diario que cuidara más de sí misma, pero Amemiya no parecía hacerle caso.

Ella se rio —Lo bueno del invierno es que no tengo que atarlo cada vez que hace calor, así que es más sencillo desatar los nudos.

Llevó una de sus manos al cabello de ella, tomando un mechón —Se te ve hermoso, siempre he querido tener el mío tan largo como el tuyo, pero recuerdo el verano y no puedo evitar cortarlo.

Amemiya decidió interrumpir el tema, sintiéndose carcomida por la culpa y tomando sus manos, se paró frente a ella, ganando su atención —Tengo algo que contarte, Masai.

Ella la miró curiosa —¿Qué pasó?

El conteo regresivo inició detrás de ellas. Amemiya lo aprovechó como un conteo para expresar sus sentimientos y su preparación mental.

La multitud gritaba: —¡Diez! — y ella debatía en su mente: «No puedo hacerlo».

—¡Nueve! — «Tengo que decirle la verdad».

—¡Ocho! — «¿¡Y si me rechaza!?».

—¡Siete! — «Es Masai, no podría odiar a nadie».

—¡Seis! — «Pero se va a decepcionar».

Levantó su mirada de sus manos unidas y al verla a los ojos, entendió su confusión y notó que Masai le había estado preguntando preocupada qué sucedía.

—¡Cinco! — «Se va a sentir peor si le oculto la verdad para siempre».

—¡Cuatro! — «Incluso su mirada preocupada es hermosa».

—¡Tres! — «Ah, ¡No es justo que sea tan linda!, me volveré loca si sigo mirando sus labios».

—¡Dos! — «¡Al diablo! ¡Tengo que hacer esto!».

—¡Uno!

Olvidándose de todo, en ese momento, mientras la gente aplaudía y vitoreaba, tomó su rostro entre sus manos, para luego romper la distancia, dándole un beso, estaba completamente nerviosa, hasta que sintió como Masai le correspondía.

Cuando se separaron, la miró unos segundos, antes de sentirse invadida por la vergüenza y mirar en otra dirección. Estaba esperando una reacción de Masai.

La castaña estaba completamente anonadada. Miró a su alrededor preocupada de que alguien las hubiera visto, pero solo encontró la mirada de una señora de cabello lavanda, junto a un señor pelinegro, sonriéndole, se sintió avergonzar y un rubor cubrió su rostro, volviendo sus ojos a Amemiya, le preguntó —Siempre fuiste tú ¿No?

Ella asintió, repitiéndose mentalmente que eso era algo que tenía que hacer —Sí, era yo.

Masai empezó a reír aliviada —Tenía miedo de que no fuera así, sospechaba de la forma de expresarse del admirador y la tuya, pero como no estaba segura, me sentía preocupada, no quería rechazar a nadie —la miró confundida— Pero ¿Por qué me decías que no valía la pena o cosas así?

La pelinegra llevó una de sus manos a su nuca avergonzada —Es que, no quería que supieras que era yo, antes de hoy, ni siquiera quería contarte que era yo, no quería decepcionarte. Pero me di cuenta que ocultártelo solo te haría enojar si llegabas a enterarte. Además, quería ver tus reacciones, y pensaba que si podía enamorarte sin saber quién era, tal vez, tenía más oportunidades de que me correspondieras.

La risa de Masai se acrecentó —Eres una tonta, salimos juntas ¿No? ¿Qué te hace pensar que no siento lo mismo que tú?

Frunció el ceño sintiéndose culpable —Pensaba que tal vez podrías estarlo viendo como salidas amistosas o cosas por el estilo.

Negó con su cabeza un poco ofendida —No me subestimes, no soy tonta.

Ella le sonrió más confiada —Entonces creo que te va a gustar la edición de mañana, página veintidós —sacando un periódico de su gabán, se lo entregó.

Masai la miraba confundida, hasta que leyó en el periódico la fecha, edición del uno de enero, abriéndolo fue directamente a la página indicada, y al llegar a ella leyó: "Kiriko, quisiera desearte un feliz año. En realidad, esta nota no es para eso, era porque quisiera confesarte que te amo desde hace mucho tiempo, posiblemente más del que puedo recordar, me disculpo por haber sido cobarde y no actuar con sinceridad desde un inicio, pero cuando estás enamorado tienes miedo de perder a quién amas. He escrito miles de confesiones, pero cuando debo escribir la mía, no tengo idea de cómo hacerlo. Estoy muy nerviosa, así que seré directa. Quiero estar contigo este año, y por el resto de mi vida ¿Quieres ser mi novia?".

Levantó la mirada avergonzada y le dijo rápidamente —¡Cancela esa nota! Ya tengo una respuesta para ti —Sacando un bolígrafo de su bolso, le escribió junto a su nota en el periódico "Yo no soy buena con las letras como tú, pero si quiero serlo, yo también te amo, Shion ¡Ah! y ¡Feliz año nuevo!".

Amemiya la abrazó contra su pecho y riendo feliz le dijo — No te preocupes por la nota, es un periódico especial. Mi padre es dueño de ese periódico y el que leíste con la invitación y este, son especiales, las ediciones normales no traen estas notas. ¿Puedo usar esto como inspiración?

Se cruzó de brazos —Así que por eso no fue ninguna otra chica al parque. Te dejaré usarlo, solamente si yo dirijo la obra.

Rio contra su oído —Eres la directora que estaba buscando.

Masai se apartó un poco y mirándola a los ojos le respondió con una sonrisa —Y tú la guionista que necesitaba mi historia.


Starry New Year - Nico

Iniciaba un treinta de diciembre, a puertas de año nuevo y Akira acababa de despertar, era temprano y hacía un frío horrible, así que se acurrucó en la cama y se puso a pensar.

La Navidad fue extraña para ella, fue fría, se acostó temprano y casi no habló con nadie fuera de su familia, solo pasó a saludar a Shiori temprano en la mañana ya que no quería meterla en problemas o molestar, sabía que toda su familia estaría en la casa, por lo que asumió que Fumi también y por cómo ellas se llevaban, ir a pasarlo con ellas sería un problema, por lo que solo pasó a saludar y a llevarle de regalo una bolsita de café, sabía que adoraba el aroma del café, también le llevó algunos chocolates algo caros y siguió su camino, a fin de cuentas conocía los gustos de Shiori y sabía que le gustaría.

Luego de levantarse y hacer su rutina mañanera, procedió a llamar a Shiori, quería asegurarse de que estuviera libre ya que anhelaba pasar año nuevo con ella para compensar esa navidad tan solitaria.

—Hola buen día, Shiori— Dijo Akira, trataba de disimular su nerviosismo, pero se sentía algo ansiosa, lo cual era poco común para la mejor estudiante de Siegfeld en todas sus generaciones.

Shiori sonrió bastante divertida al notar ese nerviosismo. Tomó unos segundos para retomar la compostura y le contestó — ¿Sí? Buenos días Akira, ¿Todo bien?

La platinada se rascó la nuca inquieta, no tenía idea que se respondía a un "¿Todo bien?", necesita más comunicación social informal, decidió contestar de la misma manera — Todo bien...Oye... ¿Shiori? Estuve pensando y, quería saber si estabas libre mañana, me preguntaba si podíamos hacer algo— Aún dudaba bastante de todo lo que decía, principalmente porque eran fechas especiales y sería normal si estuviera ocupada, pero aun así no estaba preparada para una respuesta negativa, al fin y al cabo, por muy perfecta que sea la Frau Platin, si ella tuviera una debilidad, esa sería Shiori.

Shiori complacida con oír a Akira en ese estado, le respondió —Por si te preguntas, yo también estoy bien, y sí, estoy libre ¿A qué hora vienes por mí? ¿Qué vestido uso? ¿Cómo quisieras que vaya? —Se ruborizó al notar que sonaba emocionada.

Una combinación de emociones invadieron a Akira, entre culpa, vergüenza y emoción, mezclados con sus nervios, sin pensarlo mucho le dijo — Puedes usar lo que quieras, con lo que lleves, te ves hermosa— Escuchó un sonido como un chillido del lado de Shiori, y se preguntó si había pasado algo, pero decidió no preguntarle por ello, si no disculparse— Ah, perdón, no te pregunté cómo estab...

Shiori tenía el rostro muy rojo, pero no dudaba que Akira no era consciente de que había dicho algo vergonzoso y romántico. La interrumpió de golpe con una risa y le dijo — Ay Akira, tranquila, perdón, es que, a veces eres muy linda, oh, tengo que cortar, nos vemos en la mañana —se ruborizó y trató de decirlo con rapidez para no mostrar su vergüenza — te extrañé mucho en Navidad, me encantó el chocolate y encantada pasaré año nuevo contigo, debo irme, ¡Mañana hablamos! ¡Adiós! —Shiori cortó la llamada aun riendo, sonrojada y contenta, sabía que Akira solo era así por ella y con ella, eso la emocionaba. Se sentía ansiosa por pasar año nuevo a su lado.

Akira roja, nerviosa y con una sonrisa que no podía controlar, frunció un poco el ceño al pensar que le acababan de cortar el teléfono, pero se emocionó por pasar año nuevo con Shiori.

Sonrió recordando lo linda que era, cuando se dio cuenta, sus pensamientos se habían perdido en la rubia. Suspiró al entender que estaba loca por Shiori, era la única que alteraba su calma, y su realidad, estaba feliz de que fuera ella quién había descubierto ese lado, que ni siquiera ella misma sabía que tenía.

Repentinamente su felicidad se aplacó a causa de una sensación de pánico y terror, tenía miedo de hacer las cosas mal, y dedicó el resto del día a comerse la cabeza con pensamientos, pensando en qué usar, en ordenar el departamento, y en cada mínimo detalle para que todo saliera bien.


Llegó la mañana del treinta y uno, y Akira despertó temprano, volvió a limpiar la casa una y otra vez, se duchó y se preparó, eligió ir elegante con un vestido azul, un collar celeste, se arregló el cabello y luego de ponerse tacones bajos salió a buscar a Shiori. Pero al estar fuera del edificio vio la nieve en el suelo y recordó el invierno. No quería arruinar su preparación ni subir al departamento en busca de un abrigo, así que fue así, le escribió y le pidió que se encontraran en un punto medio entre sus casas, una biblioteca con cafetería en la que se reunió con la rubia para el catorce de febrero.

Al llegar saludó a Shiori, notó que ella iba vestida de manera casual con unos pantalones negros y un abrigo azul.

Shiori no pudo evitar reírse y le dijo —¡Wou!, Que elegante estás Akira, aunque eso se ve poco conveniente para el invierno, debes estar muriendo frío, ah, pero te ves muy linda, sin dudas una belleza y el vestido también —Se sonrojó al decirlo, pero esperaba ruborizar a Akira desde temprano, como su venganza por lo de la última llamada.

Akira intentó defenderse —Bueno, es por la ocasión, es año nuevo, y estamos juntas...

Shiori se volvió a ruborizar, se preguntaba cómo Akira podía decir cosas así y no darse cuenta que estaba diciendo algo vergonzoso, no pudo evitar reírse y luego le contestó — Es cierto, quería estar contigo en Navidad y no se dio la ocasión así que aprovechemos este día...

La platinada sonrió ligeramente y dándole un asentimiento le contestó —Es el último día del año.

Shiori se quitó el abrigo que llevaba y se lo ofreció a Akira —Ah, toma, hace mucho frío.

La platinada se avergonzó y negó con su cabeza —Estoy bien, gracias.

La rubia frunció el ceño e insistió —No seas terca, te vas a resfriar, no me preocupes para estas fechas.

Asintió sonrojada ante su preocupación y tomó el abrigo que le tendían —Está bien, gracias, Shiori.


Decidieron caminar al departamento de Akira que no estaba tan lejos de la cafetería.

A medio camino Shiori preguntó — Ah, ¿Y cuál es el plan de hoy?

Luego de un silencio de unos segundos Akira respondió —Ah— se hizo un silencio y añadió —No tengo un plan como tal.

— ¿No tienes un plan? Pensé que tenías algo en mente —Contestó Shiori sorprendida, no era normal que Akira no supiera que hacer.

— Disculpa, no lo pensé, olvidé planear algo — Akira estaba bastante arrepentida. Se sentía como una tonta, había esperado tanto ese momento que perdió los cabales y no planificó lo más importante.

Shiori notó como se estaba castigando a sí misma, por lo que decidió improvisar y con un tono animado le dijo —Esto es mejor de lo que esperaba, podemos hacer algo que siempre he querido hacer contigo ¡Cocinemos juntas! Hagamos una cena de año nuevo tradicional y bonita.

A Akira le brillaron los ojos de felicidad, siempre había querido ver a Shiori cocinar, entonces podría imaginarla como su esposa, y le contestó —¡Sí! ¡Hagamos eso! Siempre he querido verte hacer eso— se corrigió rápidamente —siempre he querido hacer eso contigo, a eso me refería.

Shiori rió con esa reacción y continuaron caminando y conversando sobre la cena.


Ya en casa, Shiori se puso un delantal, Akira cambió su vestido por unos pantalones y un suéter de mangas largas para estar más acorde a la rubia, al volver junto a ella, se colocó el delantal.

Decidieron preparar Osechi Ryori un piso de Kombu Maki, otro de Date Maki y finalmente uno de Tori Maki Yaki. Partieron por el Kombu Maki, básicamente rollitos de alga y vegetales relleno con pollo. Picaron los vegetales y pollo y lo prepararon bastante rápido. Ya era de tarde, alrededor de las seis, pero lentamente se iba ocultando y estaban terminando el Date Maki.

Shiori se puso a pensar — ¿Akira?

¿Sí? — Replicó la del cabello platinado.

Se sinceró —Estoy feliz, me gusta que sea yo quién vea esta parte de ti, sabía que había mucho más allá que solo tu fachada de poder, estoy feliz de conocerte Akira, y estoy feliz de ser yo quién te sonroje, a veces digo estas cosas para hacerte sonrojar, pero también porque realmente las siento —Shiori estaba feliz y también a este punto ruborizada, había sentido la necesidad de expresar con esas palabras una pequeña parte de lo que sentía.

Al contrario de lo que esperaba, Akira no estaba sonrojada ni titubeando, estaba muy feliz, con una sonrisa ligera, pero cargada de cariño y amabilidad.

Aún concentrada en lo que estaban cocinando, le contestó con el mismo tono de sinceridad—Gracias Shiori, yo también te aprecio mucho y comparto ese sentimiento de felicidad por conocerte, me da una sensación de alegría el que podamos estar juntas un día tan especial como hoy— Cuando la miró, le regaló una sonrisa ligera, pero confiada.

Luego de un silencio donde ambas se quedaron mirándose perdidas en la otra y se acercaban lentamente, una notificación en el teléfono de Shiori interrumpió el momento, ella lo revisó rápidamente, pero al volver a la receta se percató que faltaba huevo para hacer el Tori Maki Yaki, el último plato del Osechi Ryori, que era básicamente un sushi de pollo.

—¡Oh!, faltan los huevos para el Tori Maki Yaki, iré a comprarlos al supermercado.

La platinada se ofreció —¿Puedo ir contigo?

Ella negó con su cabeza —No, no, tranquila, iré y volveré rápido.

La rubia se abrigó y partió a comprarlos, el sol ya estaba ocultándose y el ambiente estaba algo anaranjado, antes de que Akira pudiera decir o hacer algo, Shiori ya estaba camino al supermercado, no tenía más opciones que esperar a que volviera.


Akira estaba sentada en el sofá, descansando y reposando un rato, pero lo único que pasaba por su mente era Shiori, realmente estaba feliz, la quería mucho, pensaba en su sonrisa, sus abrazos, su voz, su talento, su forma de ser, su cabello, todo. Se sentía hasta mal de pensarla tanto, pero no podía evitarlo, la platinada estaba tonta por ella.

Shiori por su parte sabía que Akira estaba enamorada de ella y estaba feliz por ello, siempre la trató bien, y ambas reconocen su talento y brillo.

Mientras Akira más pensaba en ella, más le surgía una molestia que no podía definir en palabras, sentía que algo estaba mal, hasta que se dio cuenta de lo tarde que era, de la poca luz que había y entendió lo que pasaba, Shiori aún no llegaba, se preocupó así que decidió salir a buscarla.


Shiori iba camino de regreso, quedaban solo unas cuadras para llegar cuando se percató de que una persona la seguía, era alguien muy sospechoso, tenía un cámara colgando en su cuello, una respiración algo agitada y parecía seguirla paso a paso, ni siquiera intentaba disimular y hasta estaba ganando velocidad, Shiori era alguien muy reconocida y famosa, era consciente de ello, por eso siempre había temido de pasar por una situación como esa, sabía mucho de ello, por todo lo que se contaba tras bastidores, sobre los acosadores, y gente obsesiva, además de lo que sus propias conocidas habían vivido. Asustada intentó dar un desvío, estaba a solo tres cuadras de la casa de Akira y vio que la persona que la seguía también dio el mismo desvío y notó que estaba aún más cerca.

—¿Q-qué hago? ¿Cómo reacciono ante algo así? No tengas miedo, Shiori, no tengas miedo —Se decía a sí misma mientras aumentaba la velocidad de sus pisadas y escuchaba cómo el acosador también lo hacía, se percató de un flash, se dio cuenta de que estaba siendo fotografiada de una manera descarada y al acosador no le importaba, ni la veía como una persona, era un sin vergüenza.

Cuando Shiori tenía el corazón acelerado, vio que el acosador estaba cada vez más cerca, juraría que, a solo unos pasos, estaba a punto de empezar a correr cuando miró al frente y reconoció a la joven de adelante, cabello platinado, con una mirada seria y amenazante, llena de rabia.

—¡Shiori!, Ven, quédate detrás de mí. —Akira miró al acosador con un semblante en donde se podía distinguir, asco, rabia y un odio tremendo, se le aceró y se plantó frente a él.

El tipo, a pesar de ello, parecía confiado y despreocupado.

Akira le quitó la cámara del cuello, de un tirón, rompiendo la cuerda que la sostenía, la estrelló contra el suelo y de una patada la quebró, a continuación, lo agarró del cuello con una rabia que ni ella se creía, por otra parte, se veía el miedo de aquel hombre en su cara.

Como hablar no era su punto fuerte, decidió basarse en uno de los personajes que alguna vez había protagonizado. Lo amenazó furiosa —¡Te veo acercándote a Shiori nuevamente y no me hago responsable!, Si no te hago nada ahora es porque no quiero que me ella me vea así. Vete lo más rápido posible, y replantea lo que quieres hacer con tu asquerosa y patética vida, porque yo no perdono a la gente como tú.

Apenas Akira le soltó el cuello, él cayó al suelo asustado y levantándose salió huyendo despavorido.

La platinada se acercó a su acompañante preocupada —¿Estás bien, Shiori?

Shiori estaba asustada, abrazándose a Akira la miró a los ojos —Tenía mucho miedo, no sé cómo reaccionar ante cosas así y bueno, me asusté mucho, recordé las cosas que he oído de amigas y compañeras de trabajo, tuve mucho miedo— sintió algo de remordimiento—Perdón, hice que te preocuparas Akira.

Akira tomó valor, y la abrazó contra su pecho, acariciando su cabello le dijo —No pidas perdón, Shiori, tranquila, está todo bien, no permitiré que esto te vuelva a suceder, al menos ese imbécil se quedó sin cámara y se llevó un buen susto, gente como esa es la que tiene esta industria en este estado, si es para protegerte de eso no me molestaría ser tu guardaespaldas —Tratando de cambiar el tema añadió —¿Por qué no regresamos al departamento y terminamos de cocinar? Ya pronto será año nuevo.

Shiori se abrazaba a Akira, sintiendo su calidez y su cariño, logró calmarse y le contestó —Está bien, gracias por protegerme—Bromeó —Akira o debería decir ¿Guardaespaldas?

Akira solo atinó a reír ligeramente, con un golpe de confianza decidió tomar a Shiori de la mano, regresaron juntas a casa. Ambas estaban ruborizadas, pero estaban felices, el camino a casa fueron hablando de la industria del entretenimiento, pero llegaron a tal punto en que hablaban sobre cualquier cosa.


Una vez llegaron a departamento empezaron a preparar la última parte de la cena, el Tori Maki Yaki estaba casi listo, los vegetales estaban preparados, la salsa la habían hecho previamente, solo faltaba alistar la pasta de pollo y huevo. La receta estipulaba que el pollo se aliñaba al gusto con pimienta y sal y un poco de picante al gusto. Tras esto a Akira le brillaron los ojos con una resolución y empezó a añadir y añadir mucho picante.

—¡Eh! ¡Akira! ¡Detente! —Exclamó Shiori preocupada

Akira la miró confundida —¿Eh? ¿Qué pasó?

—¡Mira eso! —Shiori le señalaba el bol con la pasta de pollo. Estaba completamente rojo y el olor que desprendía le irritaba los ojos.

Akira miró a Shiori y luego miró el bol, le costó algunos segundos entender su error —¡Oh! Creo que me pasé un poco. Disculpa. No fue mi intención, me dejé llevar.

La rubia intentó bromear —Sé que te gustan las cosas picantes Akira, pero no quiero morir tan joven.

Akira por su parte estaba enojada consigo misma, sabía que no era un error tan grande, pero tenían todo lo demás listo, solo faltaba el pollo y era lamentable que por su culpa ya no fuera comestible, no para Shiori, le habría gustado comerlo con ella, pero solo con el olor, notó como sus ojos se irritaban. Frunció el ceño y se mantuvo en silencio, un minuto, antes de suspirar ligeramente y contestarle —Disculpa.

Intentó animarla, creía que era la primera vez que la oía suspirar —Tranquila, mira, aún queda algo de pollo, también huevos, aliño, tenemos de todo un poco, terminemos de hacer esta cena — Shiori supo que lo había logrado cuando le vio darle una sonrisa suave.

Hicieron juntas la mezcla y la pasta nuevamente, esta vez todo salió bien, Shiori vigilaba a Akira constantemente, le preocupaba que abusara del picante.

Luego de terminar todo y armar los platos de sushi, los colocaron en la pequeña mesa del balcón, se sentaron en el suelo del mismo, mirando las estrellas en silencio, contemplaban un lindo momento.

Eran las once y cuarenta y cinco de la noche. Quedaba poco tiempo para año nuevo, miraban el cielo nocturno, expectantes, aunque no lo mencionaran sabían que esperaban los fuegos artificiales.

—Solo quedan cinco minutos Akira, ¿No te parece nostálgico cómo finaliza un año y comienza otro? —Se ruborizó avergonzada y se permitió sincerarse —Bueno, en cualquier caso, me alegra poder ver el final y el inicio de algo nuevo, mientras sea contigo —Recostó su cabeza en el hombro de Akira.

Akira estaba roja cual rosa, se quedó unos segundos en silencio mirando de reojo a la rubia recostada en su hombro, sentía su calor, su cabello, olía su perfume y hasta sentía su respiración tranquila, en el mismo tono le respondió —Comparto el sentimiento, va a ser un buen año, si permaneces a mi lado.

Se escuchaban gritos de una multitud, que rompieron el momento. Shiori se levantó curiosa, cosa que Akira imitó y asomándose por el balcón, notaron que la plaza que daba a la entrada del edificio estaba adelante a ellas, abarrotada de personas que hacían el conteo regresivo —¡Cinco! ¡Cuatro! ¡Tres! ¡Dos! ¡Uno!

Los vítores y gritos de la gente emocionada felicitándose entre sí, seguidos de las campanadas de los templos budistas, que fueron acompañadas de los fuegos artificiales.

La rubia emocionada, la abrazó efusiva, toda la energía de la gente abajo se la había contagiado y riéndose le dijo —¡Feliz año nuevo!

Ella le devolvió el abrazo y le susurró al oído —Feliz año nuevo, Shiori, espero que sea un buen año para ti y que se cumplan todos tus deseos y claro, podamos seguir... —Le estaba costando encontrar las palabras, eso del romanticismo no era nada fácil.

La rubia terminó sus palabras, abrazándose contra su pecho —¿Seguir juntas?

Ella asintió haciéndole un sonido afirmativo —A eso me refería, espero podamos seguir juntas en este nuevo año.

Shiori se ruborizó aún más que la platinada, escucharla decir esas cosas era más emocionante de lo que quería admitir —Seguiré a tu lado Akira y estoy segura de que tú también estarás a mi lado, feliz año nuevo, yo —tomó fuerza y apartándose un poco del abrazo la miró a los ojos, diciéndole avergonzada —te quiero mucho.

Akira se acercó a su rostro, yendo directamente a sus labios, dándole un beso, que le fue correspondido inmediatamente, el contacto físico de ese tipo, le era más sencillo que hablar, le avergonzaba igual, pero al menos requería expresarse menos, cuando se separaron, se miraron a los ojos unos segundos, sintió que podía adivinar los pensamientos de Shiori y ella los suyos, al contrario de lo usual, no le preocupaba el sentirse descubierta ante su mirada, realmente la amaba.

La platinada se vio en la necesidad de decirle algo, porque Shiori parecía esperar oír su contestación —Lo haré, sabes que no soy buena con las palabras, pero en un principio me preocupaba que lo que teníamos fuera meramente carnal, pero es bueno saber que no es así —le regaló una ligera sonrisa —Estoy feliz de que mis sentimientos sean correspondidos.

Estaba sonrojada, pero se sentía avergonzada y un poco culpable ante lo que iba a decir —Sé que puede ser complicado de creer, porque posiblemente hago cosas que tú no entiendes, pero no dudes que siento lo mismo por ti, nunca te vi solo como algo de una noche o una compañera de placer o algo así. Yo realmente tengo sentimientos por ti, solo, que, aún tengo cosas que resolver conmigo misma. Espero que puedas entenderme —jugaba con las puntas de su cabello, nerviosa.

Akira sonrió al pensar que se veía muy tierna cuando jugaba así con su cabello —Lo hago, no te preocupes. Si durante años no pude extinguir estos sentimientos, no lo haré ahora, te apoyo y quiero que estés bien, así que esperaré por ti— se sintió sorprender, ni ella sabía de donde habían salido esas palabras. Estaba hablando sin ser consciente de ello.

Shiori estiro sus brazos, envolviéndolos alrededor de su cuello y colocándose de puntillas se acercó a sus labios, Akira comprendió lo que estaba intentando y se inclinó, uniendo sus labios con los suyos en un beso, sentía que, a ese paso, se haría adicta a los besos de Shiori.

Al separarse volvieron a sentarse en el balcón, recostada una contra la otra mirando el cielo, eventualmente conversaban sobre el pasado, lo que hicieron ese el año que acababa de terminar y lo que querían hacer en este nuevo comienzo. A Akira, que jamás le había gustado hablar mucho, se sentía muy cómoda escuchando y comentándole cosas a la rubia.

Unos minutos después, Shiori buscó una botella de vino que había en el refrigerador de Akira y dándole los platos con el sushi, empezaron a comer.

Unas horas después de eso, alrededor de las cuatro de la mañana, Akira se durmió recostada a Shiori, la cual la acomodó sobre su regazo, acariciando su cabello, mientras la veía dormir.

No podía evitar preguntarse, qué les depararía ese año, sentía cierto temor, pero al ver a Akira tan tranquila, sonrió sintiendo sus dudas disiparse.


Little New Year - Nick

—¡Aruru! ¿Cuánto más vas a tardar? —Exclamó Misora desde la sala del departamento —Llevas casi una hora cambiándote.

Aruru, quién se encontraba en la habitación, aún no había pensado en qué ponerse, solo estuvo perdiendo el tiempo con un juego en línea con Lalafin. Al oír el reclamo de la pelirroja y darse cuenta que ya faltaban quince minutos para las diez de la noche, terminó el juego y corriendo se puso lo primero que vio y le pareció lindo.

Una vez ya listas para salir a su paseo para finalizar el año, Aruru recibió una videollamada de Shizuha, quién se encontraba con Tsukasa pasando el fin de año en el hotel Four Seasons.

La peli-azul saludó con una sonrisa amable —Buenas noches, Aruru, Misora.

Tsukasa se unió a la llamada y viendo a sus amigas les sonrió curiosa antes de atreverse a preguntar —Veo que están muy bien vestidas, ¿Planean salir a algún lado?

Aruru asintió sonriente —Misora y yo pensamos ir a dar un paseo de fin de año, hay un festival aquí, y ella quiere probar la comida, así que vamos a recibir bien el año.

La pelirroja la reprendió con el ceño fruncido —¡Aruru, si lo dices así, suena como que solo me interesa la comida! —Volviendo a mirarlas les preguntó —¿Y ustedes tienen algún plan para fin de año?

—Nosotras vinimos a pasarlo en un hotel, dejamos que Satochi haga una pequeña fiesta con sus amigos en casa, por suerte Yumi está ahí para supervisar que nada se salga de control.

Siguieron hablando por un rato, hasta que Misora notó que iban a ser las diez y quince, así que, decidió que era hora de colgar, por lo que les dijo —Bueno chicas, fue un gusto poder hablar con ustedes antes de que acabe el año, tenemos que salir y no quiero que se nos haga tarde.

Luego de despedirse y desearse terminar bien el año, ambas partieron rumbo al festival.


Eran alrededor de las diez y media cuando llegaron, Misora se emocionó al ver tantos puestos de comida y ciertamente iba a probar todos.

Aruru se distrajo al ver a una niña de unos seis años, que se encontraba sola y llorando, así que entre curiosa y preocupada decidió acercarse e intentar consolarla.

—Buenas noches, me llamo Aruru Otsuki, ¿Cuál es tu nombre?

Entre sollozos le respondió —Yo me llamo Ella —Era una niña bajita, pelirroja y de ojos amarillos, no se veía muy bien vestida, probablemente no tendría mucho dinero.

Aruru sacó un pañuelo de su bolso y dándoselo se presentó —Mucho gusto, Ella ¿Te molesta si te digo Eli?

La niña asintió curiosa, antes de sonreírle animada y decirle —Nunca me habían dado un apodo ¡Entonces serás Aruru-chan!

La más grande sonrió feliz al verla limpiar sus lágrimas más contenta, por lo que la invitó —¿Qué te parece si vamos a jugar algo?

Ella parecía cada vez más contenta —¡Eso suena divertido!


Ambas se dirigieron al área de juegos, mientras caminaban de la mano en esa dirección, Aruru decidió preguntar lo que la llevó a acercarse a la niña en un inicio —Eli, cuando te encontré hace unos minutos estabas llorando ¿Puedo saber el motivo?

Ella frunció el ceño, como si estuviera decidiéndose sobre contarle o no, pero al ver nuevamente a la rubia que iba con ella, le sonrió —Quería ir al templo para oír las campanadas de año nuevo, pero no sé dónde está el templo y me perdí —sus ojos se cristalizaron, y se le hizo un nudo en la garganta, estaba a punto de llorar.

Aruru la miró aún más preocupada y trató de calmarla apretando su manito —Tranquila, ya no estás perdida ¿Pero y tus padres?

Negó con su cabeza restándole importancia —Mamá está enferma en casa, entonces me deja salir.

La rubia estaba muy preocupada por la niña, pero ciertamente se veía más inteligente que las niñas de su edad. Notaba que era muy independiente, por lo que decidió no preguntar más.

Cuando llegaron al área de juegos habían alrededor de quince juegos, estaban indecisas sobre qué jugar primero.

Aruru, tratando de pensar en una respuesta, soltó —Entonces hagamos esto, tú elige uno y yo elijo otro, ¡Lo decidiremos con piedra, papel o tijera!

Eli dijo emocionada —Eso suena divertido, ¡Hagámoslo!

Luego de tres empates consecutivos, Eli terminó ganando y fueron al juego que eligió. El juego consistía en tirar abajo unas botellas con una pelota. La niña quería un peluche grande de un dango que le llamó la atención, pero no llegó a tumbar las botellas necesarias para ello, por lo que Aruru decidió ver si podía ganarlo por su cuenta, cosa que logró al tercer intento.

La niña soltó emocionada —¡Eres increíble Aruru-chan! Yo apenas pude tirar dos botellas.

Simulando ser un pensador le dijo —A veces hay que insistir hasta lograr lo que uno quiere —Sonriéndole más animada le entregó el premio — Ten tu peluche Eli, pero a cambio, ¡Yo elijo el próximo juego!


Por otro lado, Misora seguía probando cada comida que veía, hasta que en un puesto se encontró con una peli-lavanda que ella conocía de una obra hace algunos años, y estaba acompañada de una rubia que comía yakisoba.

—Ichie-chan, ¡Cuánto tiempo! Me da gusto verte. Veo que estás con... —La recordaba de Rinmeikan y de haberla visto con Ichie en un noticiero hace algún tiempo, pero no recordaba con exactitud su nombre.

—¡Misora! Sí, pasó tiempo, ella es Fumi Yumeoji, mi novia.

La rubia apretó sus mejillas y le reprochó —Ichie, primero, no soy tu novia, y segundo, te dije que no andes por ahí diciendo cosas como esas tan alto y despreocupada, sabes que pueden estar siguiéndote— Volviendo su mirada a la pelirroja se presentó con una reverencia —Soy Fumi Yumeoji, mucho gusto —Hizo un sonido de interrogación esperando que ella respondiera con su apellido.

—Misora Kano, mucho gusto, Yumeoji-san. Veo que al igual que yo, viniste aquí para probar de todo.

—Ichie me trajo casi a rastras, yo quería que lo pasáramos en casa.

—Dices eso, pero te trajiste una botella de ponzu para echarle a todo lo que compres — soltó Ichie en burla mientras se reía.

Fumi se defendió —Así todo es más delicioso, lo sabes.

Misora miró la situación y preguntó curiosa —¿Le pones a todo?

—Sí, puede mejorar cualquier comida. Prueba mi yakisoba, y vas a notarlo.

Misora probó el yakisoba, ante la mezcla de sabores soltó emocionada —Yumeoji-san ¡Esto es delicioso!

—Veo que también aprecias un buen ponzu, ¿Qué tal si vamos a otro puesto y lo pruebas en algo más?

—Eso me gustaría mucho, ¡Hay que hacerlo! —Estaba emocionada por probar cosas nuevas. La comida realmente le podía apasionar en ocasiones.

La rubia le tendió la mano en señal de amistad —Por cierto, puedes llamarme Fumi, a cambio te diré Misora.

La pelirroja aceptó el apretón de manos y le respondió con una sonrisa ligera —Está bien, Fumi, ahora vamos a probar más comida, la comida de ferias es deliciosa.

Fumi asintió moviendo su botella de ponzu en su mano —Con esto, te prometo, Misora, que cualquier cosa sabe deliciosa, ¡Vamos! —realmente le emocionaba seguir probando comida con ponzu.

Ichie se sintió molesta al notarse ignorada y exclamó —¡Oigan! ¡Yo también estoy aquí!


Luego de estar comiendo durante un rato, iban dando las once de la noche, y en una conversación, a Ichie se le ocurrió preguntar —Por cierto, Misora, ¿Viniste sola o estás esperando a alguien?

Misora entró en caos antes de responder —¡ARURU! ¡Me olvidé de Aruru! ¡Vine con ella, pero me concentré tanto en comer que olvidé que vine con ella!

Ichie sonrió y miró a Fumi diciéndole —Veo que no eres la única que se olvida de todo por el ponzu.

Fumi la miró molesta. Luego miró a Misora y le dijo —¿Quieres que te ayudemos a buscarla?

—Si no es molestia para ustedes, me vendría bien algo de ayuda, es un lugar grande.

Ichie se sintió emocionar —¡A buscar!


Por otro lado, Aruru seguía jugando con Ella, parecían entenderse y tener una conexión por cómo se llevaban.

Esporádicamente Aruru sintió la necesidad de preguntar —Ahora que lo pienso Eli, ¿Viniste sola?

Asintió, y cambiando lo que le había dicho anteriormente al sentirse más confiada contestó —Salí de casa con mamá, pero no sé dónde está, debe estar enferma como siempre en algún local de por aquí —al darse cuenta que había soltado demasiada información, quitó su mirada tratando de reparar su error y sostener su mentira principal —Pero mamá debe estar bien, cuando está enferma solo dice cosas graciosas.

Aruru un poco confundida por lo que acababa de oír. Frunció el ceño mirando a su alrededor y notando que en la zona había restaurantes y bares, sintió preocupación al pensar que tal vez, Eli ni siquiera era consciente de qué estaba hablando, su madre debía estar ebria y Eli creía que era una enfermedad. Prefirió cambiar de tema al sentirse impotente, y dijo —Eli, ¿Qué te parece si comemos algo? Dime, ¿Te gusta el helado?

Los ojos de Ella se iluminaron y emocionada respondió —¡Me encanta! ¡Vamos, Aruru-chan!


Eran ya las once y media, Misora decidió llamar a Aruru, y ella atendió de inmediato.

La rubia saludó al otro lado de la línea —¡Misora! No vi que se hizo tan tarde, ¿Dónde estás?

Misora frunció el ceño —Eso debería preguntar yo, ¿Dónde te metiste esta vez?

—Estuve jugando con una nueva amiga, y ahora estamos comiendo un helado, ¿Y tú?

La pelirroja no pudo evitar asentir, aunque sabía que ella no podía verla, pero al mirar alrededor, notó desde lejos, en la zona de juegos, un cabello rubio, que conocía perfectamente, frente a un local de helados, por lo que respondió —Estoy cerca, voy para allá.

—¡Estaremos esperando!

Luego de colgar, Misora miró a Ichie y Fumi antes de decirles —Muchas gracias por ayudarme, ya encontré a Aruru, voy a ir a buscarla, pueden seguir con su cita tranquilas.

Ichie sonrió al oír eso y dijo —¡Fue divertido!, Además Fumi está feliz de compartir su amor por el ponzu con alguien más.

La rubia le sonrió amablemente y dándole una reverencia le dijo —Fue un gusto compartir mi ponzu con alguien que lo disfruta tanto, espero que nos veamos otra vez.


Luego de la llamada, Aruru notó que Eli ya no estaba ahí, supuso que se fue en busca de su madre y se entristeció al no poder despedirse, pero deseó volverla a ver, le había agradado tanto que quería ayudarla en todo lo posible.

A lo lejos vio a una pelirroja que venía preocupada porque no la había visto en toda la noche.

—Aruru, al fin te encuentro.

—¡Misora! Te extrañé —Le dijo contenta mientras se abalanzó a abrazarla.

—¿Que estuviste haciendo este tiempo? Dijiste que tenías compañía, pero de lejos te vi con una niña y ahora te encuentro sola— la carcomía la curiosidad.

Le confesó —Estaba con una niña que se había perdido. Cuando llegue a casa te cuento sobre ello, pero se llama Eli ¿Qué hacías tú?

La miró inquieta, pero sabía que Aruru solo quería ayudar a la niña, así que no la cuestionaría. Recordando su noche le respondió —Me encontré a unas exalumnas de la academia de chicas Rinmeikan, y me distraje conversando con ellas.

Le contestó animada —¡Si las vuelves a ver, avísame! Quiero saludarlas— vio a muchas personas caminar al templo budista que estaba cerca, así que le preguntó —¿Cuánto falta?

—Ya solo quedan quince minutos del año, llegué a tiempo para que lo pasemos juntas.

—¿Qué tal si vamos al templo a pedir la bendición de este año para que nos vaya muy bien? —Soltó la rubia.

—Veo que sigues contando con ello cada año.


Una vez oraron en el templo, salieron de allí y el reloj marcó las doce, y empezaron a oír los saludos de año nuevo, por lo que Aruru y Misora decidieron saludarse.

—Misora, ¡Feliz año nuevo! Me alegra mucho empezar otro año juntas.

—Aruru, sabes que siempre voy a estar aquí para ti, feliz año nuevo.

Estuvieron alrededor de una hora o dos, probando los juegos del lugar, comprando amuletos de buena suerte, quemando los de años anteriores y conversando entre sí.

Misora sintió el cansancio y lo notó en su acompañante, por lo que tomó la decisión de volver —Vamos a casa, ya va siendo hora.

Se tomaron de las manos y empezaron el camino a su departamento.


Cuando llegaron a casa, se sentaron en el sofá con algo de música de fondo, estaban cansadas, pero también celebrando el inicio de un año nuevo juntas, así que no querían solo irse a dormir.

Aruru se levantó de su asiento a buscar una botella de vino del refrigerador y poniendo unas copas en la mesa dijo —¡Brindemos para celebrar un nuevo año juntas!

La pelirroja asintió contenta y al tener ambas sus copas, fueron al balcón del departamento y brindaron, luego entrelazaron sus manos y cada una le dio de su copa a la otra.

Misora no pudo evitar decir en tono bromista —No sé porque hacemos esto de esta forma cada año o porqué te hago caso sobre ello.

Aruru comprendió que se refería a su forma de brindar y le contestó —¡No es tan raro! ¡Vi en una película que en occidente se hace así!

Le sonrió burlona —¿Ah sí? Espero no haya sido una película de esas románticas que ves.

Aruru hizo un puchero, antes de reírse contenta, gracias al alcohol, y abalanzarse sobre Misora abrazándola, soltando con un tono bromista tratando de molestarla imitando las películas de las que hablaba ella —Te amo Misora, realmente eres todo para mí.

Se rio ruborizándose avergonzada —Veo que ya te pusiste romántica, pero me gusta ese lado tuyo — sonrió satisfecha al notar que ella volvía a hacer un puchero al no lograrla enojar, pero decidió añadir con un tono más serio —Yo también te amo Aruru— acercándose lentamente unió sus labios con los suyos dándole un beso, dulce, pero cargado de amor.

Luego de un rato entre besos y caricias, Misora miró su reloj de muñeca, dándose cuenta que eran las cuatro de la mañana y decidió que era hora de irse a dormir.


A la mañana siguiente, Misora despertó por la luz del sol y se mantuvo en silencio pensando en la cama. No tenían que ir a trabajar ese día.

Aruru la sacó de sus pensamientos susurrándole, para no romper el ambiente del momento, con un tono animado —Que lindo es empezar el día contigo, me pregunto qué nos deparará el destino este año.

Misora la miró con una sonrisa enternecida y le contestó —Para lo que venga, vamos a estar juntas — Soltó una leve risa ante el rostro feliz de Aruru, ese sin dudas, sería un año único, como cada año junto a esa rubia. Suspiró al pensar «realmente estoy enamorada de esta tonta».


New Year's Resolutions - Jec

Luego de una mañana bastante ajetreada en el restaurante de los Tomoe, durante su descanso en el almuerzo, el teléfono de Tamao comenzó a sonar, al ver el nombre de contacto, ella atendió.

—¡Tamao! ¿Cómo estás? —Preguntó una Rui ansiosa al otro lado de la línea.

La peli-azul sonrió al oír su voz y respondió —¡Rui! Es bueno oírte. Fue un día cargado de trabajo, actualmente estoy en mi descanso, ¿Y tú?

Rui sonrió al oírla tan animada —Muy bien, más ahora que hablo contigo. Quería preguntarte, ¿Quieres salir conmigo esta tarde?

Tamao no pudo evitar sonrojarse y no tardó en decir —Claro que sí, solo que tengo turno aquí hasta las tres de la tarde, si quieres puedes pasar y esperarme en el restaurante.

Rui celebró levantando un puño en el aire y le contestó —Ahí estaré.


En base a que estaba libre del trabajo, desde las dos y media, Rui ya estaba en el restaurante, se sentía contenta con solo ver a Tamao atendiendo a la clientela del lugar.

Alrededor de las dos y cincuenta, una situación irrumpió la paz de la castaña; Tamao estaba atendiendo una mesa en la que estaban dos chicas, de unos dieciséis años, Rui la observaba con detenimiento, amaba verla trabajar, porque le encantaba lo naturalmente amable que era con las personas, para ella, era como apreciar un ave en su hábitat natural.

Detrás de la mesa de esas chicas, había unos señores de edad avanzada, a la castaña la hacían sentir incómoda, parecían señores de entre cincuenta y sesenta años, eran tres, uno de ellos, miraba a las chicas de la mesa de enfrente, como si fuera un león cazando, sintió deseos de golpearlo. Pensó que tal vez, trabajar en tantos dramas de acción, la habían llevado a pensar de forma más violenta. Se dijo a sí misma, que estaba bien, mientras no existiera algo como un acercamiento.

Todo cambió cuando Tamao regresó con la comida de las chicas, uno de aquellos hombres le dio una palmada en los glúteos a la peli-azul, la cual se volteó sorprendida y avergonzada, se sentía humillada, pero no supo reaccionar, no quería crear un escándalo. Rui por su parte, no pudo soportarlo más y dirigiéndose a aquel hombre, furiosa, lo tomó de la camisa, antes de darle un golpe en la cara, tirándolo de su silla al suelo.

Él cubría su rostro mientras le imploraba —¡Suéltame! ¡Por favor!

Ella le proporcionaba golpes, furiosa mientras le gritaba —Debiste pensar eso antes de tocarla ¡Maldito infeliz!

Todo fue en cuestión de segundos, Rui tenía a aquel hombre en el suelo, recibiendo sus golpes, directo a su rostro, mientras Tamao le imploraba que lo soltara y los amigos de él, intentaban apartarlos, cosa que los llevó a recibir golpes de parte de la castaña.

Takeda apareció desde la cocina y al oír el bullicio que se había formado alrededor de la escena, preguntó sorprendido —¡¿Qué está pasando aquí?!

Tamao le gritó —¡Papá! ¡Ayúdame! —Estaba intentando tirar de Rui lejos de aquel hombre, pero ella parecía estar fuera de sí.

Takeda, el cual era un hombre fuerte, bastante alto, de cabellos azules como los de su hija y una personalidad bastante amable, cosa que en ese momento no se podía apreciar, se acercó a su hija y tirando de la camisa de Rui, la apartó de aquel hombre, haciéndola caer sentada en el suelo.

La castaña tenía algunos golpes en el rostro y arañadas, de las veces que aquel hombre, ahora ensangrentado, intentó apartarla. Tamao corrió a ayudarla y a preguntarle preocupada, cómo estaba ella, Rui le restó importancia intentando no preocuparla.

El dueño del local y padre de Tamao, exigió una respuesta —¿Qué pasó? ¡Rui-chan! ¿Por qué estabas golpeando a este hombre?

Tamao se apresuró a explicarle a su padre, por lo bajo —Ese hombre, me estaba tocando indebidamente.

No hizo falta más, Takeda fue al mostrador y sacando su cuchillo les gritó —Váyanse de aquí, ¡Bastardos!

Los tres señores, salieron rápidamente del local, algo asustados. Takeda levantó sus brazos y dijo en voz, lo suficientemente alta, para que todos lo oyeran —Aquí no ha pasado nada, pueden seguir comiendo.

Dirigiéndose a Rui, que estaba siendo atendida por Tamao, le dijo —Gracias por cuidar a mi hija, a veces esas cosas pasan en este negocio, pero si no los detienes una vez, vienen a acosar a cada chica del servicio. Es mejor detenerlos desde la primera vez, gracias por tu preocupación —Le tendió la mano, ofreciéndole un apretón de manos.

La castaña sonrió aliviada de que el padre de Tamao no pensara que había exagerado, y devolviéndole el apretón le contestó —No se preocupe, ambos queremos lo mismo, que Tamao esté bien.

La peli-azul miraba la escena sonrojada, realmente había sido violenta la situación, pero, al menos Rui la había salvado de ese momento, y parecía llevarse bien con su padre.

Tamao agradeció a su padre y a Rui, antes de ir a cambiarse para su cita con ella.

Alrededor de diez minutos después, Tamao salió, tenía un abrigo verde pino y un pantalón azul como su cabello.

Al verla, la castaña se sonrojó, no importaba cuántas veces la haya visto en su vida, siempre lograba emocionarla ver a Tamao, a sus ojos, era la mujer más hermosa del mundo. No pudo evitar decirle —Te queda perfecto ese abrigo, siempre he pensado que el color verde te combina perfecto.

Tamao sintió curiosidad y le preguntó —¿Siempre eres tan atenta?

Asintió —Cuando se trata de ti, lo soy.

La peli-azul se sonrojó y le contestó divertida —¿Debería preocuparme?

Soltó una leve risa —Tal vez solo un poco.

Se cruzó de brazos —No me asustes, y oye, yo también soy atenta.

Rui le sonrió antes de contestarle en broma —Claro, eres capaz saber que llegué cada que entro al restaurante.


Ambas salieron al parque, donde iban a comer juntas, habían pasado por una tienda a comprar algunas donas y té, era invierno, pero ese día estaba despejado.

—Veo que es una linda tarde —Comentó Tamao, mientras acomodaba todo para que ellas pudieran sentarse.

Acomodándose, la castaña agregó —Toda tarde es linda si estás conmigo.

Tamao sonrojada le reclamó a Rui —No digas cosas vergonzosas en público —Antes de callarla con una dona.

Luego de unos treinta minutos allí, una ventisca helada comenzó, por lo que entendieron que ya no podían seguir en el parque, así que la castaña soltó —¿Qué tal si vamos a mi departamento por un café caliente y a ver una película?

La peli-azul sonriendo por la propuesta asintió —Vayamos, si nos quedamos aquí vamos a congelarnos.


En minutos llegaron al departamento, quitándose los abrigos y los zapatos, entraron, Tamao conocía bastante el lugar, así que entró tranquilamente hasta el sofá.

Una vez Rui la vio cómoda le dijo —Puedes ir eligiendo la película mientras yo preparo el café —Se dirigió a la cocina.

Tamao sonrió divertida por la situación —Ahora eres tú quién me atiende, vas a tener que darme un excelente servicio —Buscaba en la televisión, qué película ver, tenía que ser especial, ya casi era fin de año.

La castaña decidió seguirle la broma —¿Vas a darme propina por un buen servicio? — Sonreía mirando la taza que tenía en manos, Tamao era tan linda incluso bromeando.

La peli-azul no pudo evitar sonreír al escuchar lo contenta que sonaba su voz —Eso depende de cómo me atiendas.

Rui se acercó a ella con los cafés y colocándolos en la mesa, sentándose junto a ella, le preguntó —Entonces, ¿Merezco mi propina?

Tamao asintió sonrojada —Ven por ella.

Rui se acercó lentamente a ella, aprisionándola contra el sofá y rompiendo la distancia, unió sus labios con los suyos en un beso. Después de un par más, se preguntó si tal vez había colocado la calefacción demasiado alta, porque empezó a sudar, al ver a Tamao igual que ella, de acalorada y ruborizada, se sintió confiada y en control, por lo que se permitió ser atrevida.

Acercándose al oído de Tamao, le susurró —¿Tienes calor? Tal vez sin esto — Tomó el cuello de su camisa, acercándola más —te sientas más fresca.

Tamao sintió que se derretía, y cerrando sus ojos avergonzada le contestó —¿Y la película?

Besó su cuello, mientras desabotonaba su camisa y le respondía —Eres la actriz principal, vamos a hacer la película…

La peli-azul se preguntaba de dónde Rui sacaba tanto valor, cuando normalmente era muy tímida, pero, su mente se nubló al sentir su lengua en su cuello, no pudo evitar soltar un gemido, antes de contestarle con una sonrisa divertida —No esperaba actuar jamás en una de esta categoría.

Rui no pudo evitar reír ligeramente contra su cuello, antes de darle un ligero mordisco, cosa que hizo a su acompañante jadear, sonrió satisfecha, amaba tenerla sumisa ante su tacto.


Alrededor de las siete de la noche, la castaña se dirigió a Tamao preguntándole —¿Quieres quedarte a cenar? Es un poco tarde, en la mañana puedo acompañarte al trabajo, mañana no tengo que grabar.

La peli-azul asintió, solo tendría que llamar a su padre luego, así que no dudo en responder —Es una buena idea, ¿Qué tal si cocinamos algo juntas?

—No, no, no, Tamao, eres mi invitada, déjame preparar algo para ti —La verdad, Rui era buena cocinando, ya que tenía tiempo viviendo sola y le encantaba darse sus gustos.

Tamao al oír a Rui se dijo a sí misma que entonces era tiempo de buscar algo para mirar, después de todo estaban cansadas, por lo que respondió —Está bien, mientras tanto voy a ver televisión, dime si necesitas ayuda.

Rui se contentó al ver que su acompañante aceptó, así que se dijo a sí misma «Esta es la oportunidad de demostrarle a Tamao que cocino bien, haré sushi, ya quiero ver su cara de felicidad».

Mientras la castaña cocinaba, Tamao encontró en televisión un capítulo del drama donde Rui actuaba, en el capítulo en cuestión, la castaña salvaba a una chica de ser atacada por un tigre, lo que le recordó la situación de la tarde, así que la peli-azul reflexiva le dijo —Veo que lo de ser una heroína está en ti.

La castaña se avergonzó al notar que Tamao estaba viendo un drama en el que participaba, rápidamente fue a cambiar de canal. Le respondió ruborizada —Eso es solo actuación, eres la única persona a la que quiero proteger.

Tamao no pudo evitar sonrojarse —Entonces, cuento contigo, mi heroína.

Una vez estuvo listo el sushi, ambas cenaron y hablaron de sus planes de fin de año, el cual iban a pasar juntas, después de todo, también era el aniversario de su relación.


El treinta y uno de diciembre, ambas habían acordado pasar la víspera de año nuevo en el departamento de Rui.

Rememorando el año anterior, a Tamao se le ocurrió llevar vino para la ocasión, mientras que Rui tenía un champán en el refrigerador para cuando se hicieran las doce.

Su cena pasó con tranquilidad, tuvieron una llamada con Yuyuko, quién estaba pasando sola las fiestas, pero estaba contenta con ello.

Por otra parte, Fumi e Ichie les dijeron que iban a pasarlo juntas en un festival local, por lo que no pudieron llamarlas.

Alrededor de las once y cincuenta, ambas ya estaban un poco ebrias por el vino, pero se sentían llenas de energía, se encontraban en la azotea del edificio sentadas viendo las estrellas, muy abrigadas intentando sobrevivir al frio con alcohol y mantas.

Tamao le preguntaba por lo que había pasado esos últimos días —¿Cómo vas con eso de tus vídeos golpeando a ese tipo en el restaurante?

Ella se encogió de hombros —No lo sé. Mi mánager no para de llamarme, pero no pienso responderle hasta el otro año, vi que hay personas apoyándome en redes y diciendo que soy muy cool, otros me tachan de violenta, posiblemente si sea un poco lo segundo, pero no pude dejarlo pasar cuando lo vi tocarte, no me arrepiento.

La peli-azul rio al escuchar su despreocupación y ese chiste sobre el próximo año, no podía parar de pensar que eran horribles —Tú seguramente no lo hagas, pero tu mánager debe estar volviéndose loca. Al menos el que subió el vídeo explicó que estabas defendiendo a una mesera.

Le restó importancia con sus manos —Es lo mínimo que podía hacer, decir la verdad.

Tamao se mantuvo estudiándola en silencio, intentaba entender si realmente no le había importado o si le afectaba de alguna manera, pero no lograba encontrar nada en su mirada.

Rui rompió el silencio —Voy a bajar a buscar el champán y las copas, ya casi es año nuevo.

Tamao se levantó y le preguntó amablemente —¿Quieres que vaya contigo?

Negó con su cabeza —No, no, tranquila, solo espérame aquí.

Bajó rápidamente al departamento, al regresar, se encontró a Tamao tratando de tomarle fotos a la luna, sonrió enternecida.

Acercándose a ella le preguntó —¿Qué estás haciendo?

Ella la volteó a mirar —Intentaba tomarle fotos a la luna, pero mi teléfono no parece poder captarlo de la misma manera en que lo veo.

Rui no pudo evitar reírse y sacando el suyo, la enfocó y le dijo —El mío tampoco parece poder con tanta belleza.

Ambas rieron avergonzadas. La peli-azul suspiró divertida —Eso fue creativo, debo admitirlo.

Rui bajó su teléfono, pero antes de apagar la pantalla, vio la hora, y le dijo —Oh, son las once y cincuenta y cinco. Deberíamos abrir el champán.

La castaña fue por las copas y el champán, abriéndolo sirvió en ambas copas. Dándole la suya a Tamao, esperaron unos minutos, hasta que vieron los fuegos artificiales iluminar el cielo, anunciando la llegada del nuevo año. Brindaron.

Tamao tomó una de sus manos, mirando aún el cielo y le susurró con un tono triste —Feliz año nuevo, Rui.

—¿Feliz año? — Ella la miró intrigada, extrañamente su estado anímico había cambiado casi que radicalmente, apretó su mano y le preguntó —¿Pasó algo?

Negó con su cabeza —No es nada importante.

Insistió —No tiene que ser importante para que me importe, así que ¿Qué pasa?

Jugó con su cabello, inquieta, nerviosa, antes de contestarle —Estaba pensando en el futuro. Me estaba preguntando qué será de nosotras en el futuro ¿Dónde crees que estemos cuando cumplamos cuarenta años?

Rui le dio un suave apretón a su mano, llamando su atención, antes de decirle con una ligera sonrisa —No importa dónde termines en diez o cuarenta años, iré contigo, justo como lo haré en este nuevo año, porque te amo —Tomó su rostro y acariciando una de sus mejillas, se acercó, al notar cómo cerraba sus ojos tímidamente, no pudo soportarlo y rompió la distancia que existía entre sus bocas, dándole un dulce beso.

Al separarse, la sonrisa de Tamao no se hizo esperar, junto a un rubor que cubrió su rostro, juraba que eso había sido lo más lindo que le había dicho Rui en todo el tiempo que tenían juntas. Abrazándose a su costado, le preguntó en broma —¿Y qué será de nosotras en cuarenta años?

La castaña le contestó acariciando su cabello —Vamos a tener un perro.

Frunció el ceño —Ah, pero yo quiero un gato.

—¿Y qué tal si tenemos ambos?

Rui se sentó en una manta, seguida por Tamao, que se recostó a ella. Imaginando las cosas que estaban conversando.

—Entonces espero que trabajes mucho para mantenerlos y cuidarlos.

—Lo haremos juntas.

—Un gato hace menos estragos que un perro ¡Tengamos un gato!

—Depende de cómo los críes, algunos pueden querer más a una que a la otra y sueltan mucho pelo.

—¿Nos casaremos?

—Sí, claro que sí, lo haremos en el extranjero.

—¿Y tendremos hijos? Quiero una niña.

—Me encantaría tener hijos contigo, adoptemos a una niña algún día.

—¡Entonces tendremos que tener una casa grande!

—Vamos a tener que trabajar más duro y seguirnos esforzando, pero la tendremos.

—¿Y este año? ¿Qué habrá de nuevo este... —No pudo terminar sus palabras una vez escuchó las de su acompañante.

—Tamao, ¿Te gustaría mudarte conmigo? —La castaña se sentía nerviosa, acababa de preguntar algo sumamente importante. Sentía sus manos sudar de la inquietud.

Jugó con mechones de su cabello azul, después de pensarlo unos segundos le dijo —Creo que, si lo hablo con mi padre, podría mudarme este año. De hecho, creo que, si le digo que es contigo, después de que me defendiste en el restaurante hace unos días, él no pondrá inconvenientes —parecía más como si estuviera pensando en voz alta.

—¿Debo ir con el señor Takeda a pedirle tu mano? Digo, ¿Su aprobación para que te mudes conmigo?

Su risa no se hizo esperar, tomando su mano, aun recostada a ella, le contestó bromeando —Si vas con esa actitud, te va a decir que no, además, no vayas tan rápido, — frunció un poco el ceño al pensar en lo que diría— ni siquiera sabe que somos pareja—su boca se hizo una gran "o" al recordar algo importante, y tirando de su mano llamó su atención avergonzada —¡Feliz aniversario!

Intentó bromear al notar su tono cambiar a uno más serio —No nos preocupemos por eso ahora, yo te seguiré amando, incluso si no recuerdas nuestro aniversario, además, no creo que vaya a reaccionar mal ¿Qué tan mal podría salir eso?

Le contestó con una sonrisa burlona —Mientras no salga con su cuchillo de la cocina del restaurante, creo que estarías bien.

Rui la miró preocupada —Creo que, me retracto, ya no quiero saber qué tan mal podría ir todo.

Tamao no pudo evitar reír y levantando su copa, antes de darle un trago, le repitió lo que ella le había dicho, en broma —No nos preocupemos por eso ahora.

La castaña levantó su copa, también, y dándole un trago la miró de reojo, recostada en su hombro. Sonrió para sí misma, no le importaba nada, mientras pudiera estar con ella, aún en cuarenta años.


Winter in the Forest - Eri

Karen despertó, se desperezó y emocionada saltó de la cama, despertando consigo a Hikari, que soltó un gruñido.

—¿Por qué empiezas así el día? ¿No puedes dejarme dormir? Es día libre.

Ella se dirigió al baño mientras le contestaba animada —¡Es víspera de año nuevo! —para añadir en tono con más reproche —y son las diez de la mañana.

Hikari se sentó de golpe en la cama, mientras Karen cerraba la puerta del baño, y corrió a la sala buscando a Anne, tenía que sacarla a pasear o haría sus necesidades dentro y ella no quería limpiar.


Nana corría por el departamento, eran las doce del mediodía y aún no tenía idea de qué cocinar para esa noche, habían acordado reunirse a las siete.

Junna la veía ir y venir, cansada ante su ansiedad. Frunciendo el ceño irritada, al no poder concentrarse en su lectura, levantó la mirada del libro y le preguntó —¿Qué te pasa?

—¡Junna-chan! Es que, no sé qué cocinar hoy o cómo hacerlo distinto a los años anteriores, quiero que sea especial.

La miró curiosa —¿Y por qué no pasamos el año nuevo en un parque? Sé que es invierno, pero estos últimos días no ha nevado, ni llovido, podría servir para tener una experiencia distinta a nuestros años anteriores.

Ella asintió emocionada —¡Es una excelente idea! Le avisaré al resto que las pasaré a buscar.


Claudine y Maya estaban en su departamento, discutiendo por su gato.

—¡Maya! ¡Te he dicho que si mueves el plato de comida de Shiro lo vuelvas a poner donde estaba!

—Yo te he dicho miles de veces que yo no lo muevo ¡Lo mueve él mismo!

La rubia siguió refunfuñando en la cocina, dándole la espalda a la castaña que estaba en el sofá.

Maya escuchó su teléfono sonar con una notificación y tomándolo, leyó un mensaje de Nana, en el grupo, donde les decía que pasaría por todas alrededor de las cinco de la tarde, pero que alistaran cosas para acampar. A todas les pareció una locura, lo notó en sus mensajes llenos de confusión, era invierno después de todo.

Dirigiéndose a Claudine le dijo —Oye, dice Daiba-san que va a llevarnos a acampar.

Ella frunció el ceño —C'est l'hiver (Es invierno). Dile que alquilaremos una cabaña ¿A dónde quiere ir?

La castaña leyó los mensajes, hasta que le contestó —Dice que a Okutama.

—Bueno, dile que vamos a alquilar una cabaña en esa zona. ¡Ahora, Dis-moi où tu as mis l'assiette de Shiro! (¡Dime dónde pusiste el plato de Shiro!).

Maya podía oírlo maullarle a Claudine para que le diera comida, frunció el ceño a verlo junto al sofá y le contestó —Parece que está aquí junto al sofá.

La rubia se le acercó enojada y le dijo —¡¿Por qué no pones las cosas donde estaban luego de usarlas?!

Ella suspiró rindiéndose —Lo haré la siguiente vez— Volviendo al teléfono le escribió a Nana. Antes de ponerse a averiguar cabañas para reservar.


Se hicieron las dos de la tarde, Kaoruko y Futaba acababan de bajar del tren. Nana les había dicho que fueran a su departamento. Así que eso planeaban hacer.

Futaba cargaba las maletas, mientras seguía a la peli-azul fuera de la estación. Al llegar ahí, notó que Kaoruko se veía confundida, por lo que le preguntó —¿Qué pasa?

Ella rascaba su cabeza ligeramente, pensando, antes de responderle confundida —¿No pediste un taxi?

La pelirroja soltó un bufido molesta —¡Te dije que lo pidieras antes de bajarnos del tren! Kaoruko, no puedes olvidar ese tipo de cosas.

Se molestó ante su tono y le dijo —¡Yo también puedo olvidarme de las cosas! — Sacando su teléfono empezó a solicitar un taxi.

Futaba bajó las maletas y se recostó en una columna de la entrada de la estación, cruzando sus brazos en muestra de su enfado, estaba cansada.

La peli-azul se detuvo junto a ella, mirando al suelo con el ceño fruncido. Estaba enojada también.


Mahiru estaba lavando el piso, como tradición de año nuevo. Eran alrededor de las tres de la tarde. Suzu por su parte había salido a comprar cosas para esa noche. Algunos fuegos artificiales y linternas, entre otras cosas para acampar.

Al volver, entró a departamento, casi sin poder cargar los paquetes, así que le habló a Mahiru que estaba en la sala —¿Podrías ayudarme con esto?

Ella frunció el ceño agotada —Estoy ocupada, Suzu.

La recién llegada, se encogió de hombros y entró sin quitarse los zapatos.

Mahiru sintió su sangre hervir de la rabia —¡¿No ves que estoy limpiando?! ¡Quítate los zapatos!

Suzu bajó los paquetes en la mesa del pequeño comedor y volteando a mirarla le dijo molesta —¡Te dije que me ayudaras! No pude quitarme los zapatos porque casi se me caían las cosas.

Mahiru dejó el tema, con un suspiro, aunque continuaba molesta, y le preguntó —¿Compraste los calentadores que te pedí?

Suzu empezó a revisar los paquetes, hasta que, después de no encontrarlos, le contestó avergonzada —Creo que se me quedaron.

La peli-azul empezó a quejarse en voz baja, mientras pasaba a limpiar el televisor.

Suzu sabía que eso significaba que Mahiru estaba enojada, muy enojada.


Se hicieron las cinco de la tarde, Nana, Junna, Kaoruko y Futaba, pasaron a recoger al resto, casi no cabían en el carro, por lo que, para ir cómodas alquilaron otro, el cual Futaba manejaría.

Decidieron dividirse de la siguiente manera: Nana, Junna, Karen, Hikari, Maya, mientras en el segundo auto irían, Futaba, Kaoruko, Claudine, Mahiru y Suzu.

Eran casi tres horas de viaje. Karen iba sentada detrás de Nana, Hikari junto a ella y Maya detrás de Junna, quién iba de copiloto.

Karen iba animada jugando con una botella de vino que le habían encargado llevar en manos. Nana había colocado la calefacción en el auto, pero aun así podían sentir el frío de la noche.

Junna cambiaba de emisora una y otra vez, buscando algo interesante, hasta que llegó a un canal de noticias, y se demoró unos segundos escuchando la información.

Nana la miró unos segundos curiosa —¿Vas a dejar eso?

Junna se molestó y levantando su mirada del radio le preguntó —¿Hay algún problema con que escuchemos noticias?

Karen sin entender el ambiente que se había creado dijo —¡Yo quiero escuchar música!

Maya le contestó —Aijo-san, lee el ambiente.

Hikari suspiró —Bakaren.

Junna cambió la emisora, aún con el ceño fruncido, Nana en cambio la miraba preocupada, tal vez estaba en sus días. Todo el día había parecido irritable.


Kaoruko iba de copiloto, con los brazos cruzados y en silencio, mirando por la ventana. Claudine iba sentada tras Futaba, junto a ella estaba Mahiru y tras Kaoruko, Suzu.

Suzu llevaba el ambiente musical, mientras Claudine le daba recomendaciones musicales, Mahiru llevaba los brazos cruzados en silencio.

Futaba miró a Kaoruko, y frunciendo el ceño le preguntó —¿Sigues enojada?

Ella se limitó a asentir en silencio.

La pelirroja tomó una de sus manos, llamando su atención y le dijo —Hagamos una tregua, se va a acabar el año y no quiero que estemos discutiendo.

La miró de reojo, antes de sonreír ligeramente y decirle —Admite que eres una idiota— Si Futaba admitía serlo, ella estaría satisfecho y sentiría menos la culpa, le parecía un plan perfecto.

Futaba le sonrió —Somos unas idiotas.

Frunció el ceño —¿Y por qué me incluyes? Tú fuiste quién se enojó y me trató mal.

La miró unos segundos, antes de fruncir el entrecejo mirando la carretera —Y tú fuiste quién olvidó pedir el taxi a tiempo.

Suspiraron al unísono. Sabían que ambas tenían culpa de lo que había sucedido y no tenía sentido discutir por ello, pero eran demasiado orgullosas.

Claudine, que iba conversando con Mahiru, escuchó parte de la conversación de Kaoruko y Futaba, y algo cansada de verlas de mal humor, le dio un ligero empujón al asiento de Futaba, suave como para que no la distrajera, pero lo bastante fuerte para que ella lo notara.

Futaba entendió el mensaje y volviendo a mirar a Kaoruko unos segundos, le dijo —Sabes que fue culpa de ambas— la vio asentir, por lo que ella continuó —pero no tiene sentido pensar en eso, ya pasó. Fue una irresponsabilidad de tu parte, pero no debí reaccionar así, discúlpame— estaba hecho, se había disculpado, entonces el problema debía dejar de existir.

Kaoruko se recostó en la puerta y mirándola le contestó —Tienes razón. No tiene sentido discutir por esto, sabes que mi memoria no funciona siempre y aun así te enojas— no podía tomarlo a bien si ella le decía que era una irresponsable.

Estrelló sus manos contra el volante frustrada, Kaoruko estaba empeñada en su orgullo.

Suzu las interrumpió preguntando —¿Cuánto falta?

Claudine le mostró el mapa —Ya estamos a minutos de llegar.

Mahiru se asomó a la pantalla y leyó en voz alta —"Nakatsugawamura Camping Ground" ¿Así que es ahí donde nos llevan?

La rubia le sonrió —Oui (Si), es ahí. Nos dieron un precio especial porque es invierno. Pero ya casi llegamos.

Suzu soltó emocionada —¡Ahí vamos Nakatsugawamura!


Después de tres horas de viaje, llegaron al lugar. Nana bajó del carro, y caminó junto a Junna a la entrada para preguntar qué cabaña tendrían, les explicaron todo mientras Maya, Hikari y Karen bajaban las cosas. Una vez Nana y Junna volvieron, las ayudaron a cargar las cosas a la pequeña cabaña y de paso guiándolas.

Cuando llegaron a la cabaña, pensaron que desde afuera se veía muy linda y decorada con luces navideñas, pero era la única así, lo cual les pareció curioso, al entrar se dieron cuenta que estaba vacío, era solo una habitación.

Un poco más abajo había una cabaña con la luz encendida y otra más grande, la cual Nana les indicó que era el sanitario. Frente a esa estaba un rotenburo y más abajo, un sento cerca de una cocina.

En minutos llegó el otro carro. Futaba bajó, seguida de Kaoruko y entre todas llevaron sus maletas a la habitación que les guiaba Nana.

Cuando estuvieron todas juntas, Junna les repartió un mapa a cinco de ellas y les explicó —Estas son las indicaciones, no se separen, no vayan muy lejos, el lugar es grande y como está de noche podrían perderse con facilidad, solo tenemos cinco mapas, así que asegúrense de ir en pareja a donde vayan. No olviden llevar sus linternas, aunque en las zonas más grandes hay buena iluminación.

Todas asintieron, antes de entrar a la habitación, cenar algo rápido y acomodar sus futones para cuando fueran a dormir.


En unos veinte minutos tenían todo listo. Nana cerró la habitación y caminó junto a Hikari en busca de leña cerca de la cocina.

Suzu y Mahiru iban a hacer una fogata, así que bajaron a un lugar plano cerca de la cocina y los baños y comenzaron con ello.

Claudine y Maya iban juntas con sus linternas mirando el lugar, querían ver un rato las estrellas.

Futaba y Kaoruko se fueron juntas con el mapa en manos asombradas por la cantidad de cabañas vacías.

Karen notó que se quedó sola junto a Junna y le dijo —¿Me acompañas a tomar algunas fotos?

La chica de lentes vio la cámara fotográfica que ella tenía en manos y asintió —Te acompañaré, creo que si te dejo ir con Kagura-san, se perderían.

Iniciando su travesía Karen tomaba fotos a todo lo que tenía enfrente, Junna iba asombrada mirando los árboles, la estructura del lugar, lo amplio del campo. Se frustró al ver como Karen solo tomaba fotos a los árboles.

—¿Te ayudo?

La castaña le dio la cámara y le preguntó emocionada —Jun-Jun, no sabía que tenías una faceta de fotógrafa.

Ella acomodó sus lentes, orgullosa de sí misma —Tengo muchos talentos que aún no conoces.

Karen asintió emocionada y le dijo —¡Ven! ¡Ven! ¡Tómame fotos junto a este letrero! Será un buen recuerdo.


Mahiru y Suzu estaban haciendo una fogata, Suzu estaba empeñada en hacer que encendiera por su cuenta. Mahiru sonreía pensando que era obstinada.

Suzu se frustró y levantándose le gritó a la madera —¡Ya enciende!

Mahiru se rio ligeramente —¿Ya te cansaste?

Ella negó con su cabeza y volviendo a intentarlo soltó —¡No me voy a rendir!

La peli-azul le insistió —¿No quieres que mejor usemos la cocina?

Ella frunció el ceño —No, no, confía en mí, voy a hacer la mejor fogata que has visto nunca.

Se rio divertida al ver cómo se frustraba cuando lograba encender una pequeña llama y el viento se la apagaba. Decidió agacharse junto a ella —¿Te ayudo?

Suzu le hizo un espacio junto a ella, Mahiru intentó tapar las llamas del viento, mientras su acompañante encendía el fuego, en unos minutos lo habían logrado, la fogata estaba encendida.

Mahiru se rio contenta al ver a Suzu levantar sus manos orgullosa de su fogata.

Se dejaron caer junto al fuego, recostadas una contra la otra felices, aprovechando la calidez que les brindaba.

Mahiru sintió que debía disculparse por lo de esa tarde —Oye Suzu— Jugaba con sus dedos nerviosa.

La aludida notó que estaba nerviosa al ver sus dedos, siempre hacía eso cuando estaba inquieta, así que le preguntó curiosa —¿Sí?

Se abrazó a ella sintiéndose culpable —Perdón por lo de esta tarde, estaba estresada— se sentía culpable solo de recordarlo.

Ella le sonrió, acariciando su cabello —No te preocupes por eso, siempre te pones de mal humor para estas fechas, te tomas muy en serio la limpieza de fin de año— tenía unos años viviendo con ella, conocía sus malas manías.

Mahiru sonrió aliviada ante el entendimiento de Suzu, y tomando su mano, para luego envolver sus dedos con los suyos, le dijo —Aun así, está mal que te trate así, y creo que, si hacemos algunas cosas juntas, las haremos mejor que solas, me refiero, si me hubieras ayudado a limpiar y yo hubiera ido contigo a comprar, nada de eso habría sucedido.

Suzu levantó sus manos unidas, y llevando la de Mahiru a sus labios depositó un pequeño beso, antes de contestarle —No te preocupes, si tú me lo pides, voy contigo hasta el fin del mundo.

Se acercaron lentamente, estaban a punto a darse un beso, hasta que una voz las interrumpió.

—Oigan, ¿Han visto a Hikari-chan?

Junna llevó una de sus manos a su frente dándose una palmada ante lo absurda que podía ser Karen, y le reprochó —¡KAREN! ¡Te dije que esperaras un poco! —Avergonzada miró a Mahiru y pidió disculpas —Discúlpennos, Karen no tiene sentido común. No queríamos estar aquí en este momento, pero regresamos de dar una vuelta por el lugar y no hemos encontrado a Nana ni a Hikari, ¿No las han visto?

Karen recordó la conversación de hacía unas noches, que tuvo con Mahiru, y se ruborizó al entender que en realidad acababa de interrumpir un momento íntimo, y riéndose avergonzada cubrió su rostro con sus manos, susurró para sí misma —Soy una idiota.

Suzu llevó sus manos a su rostro, frustrada.

Mahiru no pudo evitar reírse avergonzada y ruborizándose les dijo —No se preocupen, no interrumpieron nada, solo estábamos conversando. Y creo que vimos a Hikari-chan y a Nana-chan hace unos minutos, pero comentaron algo de ir a dar una vuelta o buscar algo, no estoy segura.

Suzu intercedió —No, no, Kagura-san me preguntó si las había visto y como le dije que no, dijo que las iría a buscar. Se fueron juntas.

Junna y Karen se miraron entre sí, preocupadas. La peli-morada sacó su mapa del bolsillo de su pantalón e iluminándolo con una linterna empezó a revisar los lugares donde habían estado. Karen la miraba confundida.

Mahiru las observaba preocupada, pero no se atrevió a preguntar porque no quería desconcentrar a Junna.

Suzu por su parte soltó —¿Las ayudamos a buscarlas?

Junna guardó el mapa y les dijo —Manténganse aquí, Karen y yo iremos por ellas, no queremos que se pierdan, no creo que estén muy lejos. En cualquier caso, si para las doce no hemos vuelto, avísenle a los encargados de las cabañas.

Karen siguió a Junna en el área boscosa, iluminando el camino con su linterna.


Futaba estaba junto a Kaoruko, se habían ido a explorar la zona y eventualmente terminaron en las orillas de un rio congelado, junto a las cabañas.

Kaoruko seguía a Futaba a cierta distancia, iluminándola con su linterna, para no perderla de vista. El cielo estaba despejado esa noche, así que la luna las favorecía.

Después de unos minutos de caminar tras ella, la peli-azul no se resistió a preguntar —¿Sabes cómo volver?

—Sé cómo volver— Levantó el mapa entre sus manos, mostrándoselo.

—¿Entonces yo soy quién no puede alejarse de ti? — Se refería al mapa, pero al comprender que podría mal interpretarse se ruborizó.

Futaba sonrió para sí misma y deteniendo su andar, se dio la vuelta contestándole —Sí, esa eres tú.

Quitó su mirada avergonzada —Tonta.

—¿Y ahora lo vas a negar? Muy mal de tu parte— Se acercó a ella, burlándose ante su rostro avergonzado, le parecía muy tierna cuando se avergonzaba.

Una vez Kaoruko la tuvo casi encima, le dio un ligero empujón apartándola, pero Futaba dio un par de pasos atrás y se tropezó con una piedra, cayó de lado sosteniéndose con una mano, sintió el frío del agua del rio, por lo que se levantó como un resorte, agradecía solo haberse mojado la mano. la peli-azul corrió en su ayuda.

—¡Oye! — Se quejó una vez estuvo de pie, intentando calentar su mano.

—¿Estás bie... —Kaoruko no pudo terminar su oración, al intentar ir hasta ella, que ahora estaba de pie en unas piedras secas, se tropezó con sus pies, estaba a punto de caerse, hasta que Futaba, con su mano seca la detuvo, sin embargo, ella perdió el equilibrio y terminó de espaldas en el suelo. Kaoruko le tendió una mano para ayudarla a levantarse, pero la pelirroja la tomó y tiró de ella haciéndola caerle encima.

Futaba buscó venganza con su mano húmeda, colocándola en la mejilla de Kaoruko, se rio al oírla gritar ante el frío.

—¡Idiota! ¿Por qué hiciste eso? —Kaoruko estaba indignada.

Futaba seguía riendo, y aprovechando que Kaoruko seguía sobre ella, tomó su rostro entre sus manos, atrayéndolo hacia ella, rompió la distancia uniendo sus labios con los suyos. Sonriendo entre el beso le susurró —A veces te ves súperlinda enojada.

Kaoruko le preguntó, sobre sus labios, curiosa —¿Y las otras veces? — De alguna forma el beso le había cambiado el humor.

Riéndose le contestó en broma —Las otras veces me haces querer cometer homicidio.

Decidió seguirle la broma —Le contaré a mi abogado que me amenazaste— ambas rieron divertidas.

Kaoruko se acostó junto a ella en el suelo, sintió cómo Futaba tomaba su mano, envolviendo sus dedos. Dándose vuelta se abrazó a ella, sabía que tenía que pedirle disculpas por haberse enojado cuando ella había tenido la culpa, pero no sabía cómo, nunca era fácil aceptar un error, intentó pensar en una forma de comunicarse sin perder su orgullo.

Futaba la escuchó hacer balbuceos y riéndose le preguntó —¿Qué es lo que te cuesta tanto decir?

Sonrió al verla tan risueña y asumiendo que lo tomaría a bien, le dijo —Es sobre lo de esta tarde —volvió a sentirse nerviosa.

Negó con su cabeza restándole importancia —No te preocupes por eso, sé lo que te cuesta admitir que te equivocas, pero que eres consciente de ello y te martirizas. Si no supiera que te castigas mucho por tus errores, creo que ni siquiera estaría contigo. Si no te conociera, posiblemente pensaría que no te importa, y que solo eres orgullosa y terca.

Sonrió sintiéndose feliz de tener a Futaba con ella, y le contestó —Te amo. Perdóname por lo de esta tarde— hasta ella se sorprendió ante su sinceridad, se dio cuenta que ese era uno de esos momentos en los que solo sentía y no razonaba.

Futaba la miró sorprendida —¿Qué acabas de decir?

Ella cerró sus ojos cristalizarse al sentirse vulnerable, y le repitió —Perdóname por haberme enojado y haberte tratado mal— Recordó agradecida esa navidad y el cómo Futaba no parecía cuestionar las cosas que tenía que hacer para mantener el honor de su familia y seguir con ella. No duda que, si no era Futaba, no era nadie, y suspiró contenta, era ella. Estaba ahí, era ella, sin duda alguna.

La pelirroja la abrazó contra su pecho y acariciando su cabello le contestó —No te preocupes, también soy algo temperamental. Perdóname por haberte hablado así, a veces me enojo con facilidad si las cosas no salen como quiero —besó una de sus mejillas, antes de mirarle a los ojos y decirle —pero yo también te amo.

Kaoruko se aferró a ella en silencio, ambas se mantuvieron disfrutando del momento.

La calma llegó a su fin una vez la peli-azul le preguntó —¿No nos vamos a mojar con el agua del río si seguimos aquí en el suelo?

Futaba negó con su cabeza divertida —No seas idiota, las piedras están secas, el río está casi congelado en su totalidad.

Se mantuvieron en el suelo, abrazándose, conversando, mirando las estrellas, estaban felices de tenerse mutuamente.


Maya y Claudine estaban sobre el puente, que pasaba sobre el río en el que estaban Kaoruko y Futaba, desde arriba las miraban curiosas.

La francesa las veía con una sonrisa burlona —¿Ces deux-là ne sont-ils pas très dramatiques? (¿No son muy dramáticas esas dos?).

Maya la abrazó por la cintura, acercándola a ella y le preguntó con una sonrisa ladeada —¿Acaso somos las indicadas para decir eso?

Frunció el ceño —¿Pourquoi venez-vous si près? (¿Por qué te pegas tanto?).

La castaña la miró preocupada —¿Sigues de mal humor?

Claudine la observo fijamente —Maya, yo no estoy de mal humor, solo estoy cansada de esas situaciones, la primera vez esperas que esas cosas mejoren, pero empiezan a pasar tan seguido que ya no solo me cansan emocionalmente, me irritan mucho. No se trata solamente de cuando dejas las cosas en diferentes lugares, también me molesta cómo te comportas restándole importancia cuando intento hablarte de ello.

No supo cómo reaccionar ante las palabras de la rubia, así que la abrazó diciéndole —No quisiera que te sintieras así. Las cosas de Shiro las mueve él, aunque no me creas, pero admito que a veces dejo nuestras cosas fuera de su lugar de origen y eso sí es mi culpa, no creas que no me importa lo que me dices, todas tus palabras son valiosas para mí.

Claudine la abrazó de vuelta, en un inicio estuvo sorprendida, pero sintió el arrepentimiento de Maya y le contestó —Está bien, Maya, estas son cosas que pasan en las relaciones, tranquila, no voy a dejarte luego de esto. Solo quiero que encontremos una manera de estar las dos felices y tranquilas.

—Te amo, ma Claudine— La castaña estaba nerviosa, en todos sus años juntas, había problemas que se iban creando e iban superando, pero cada vez que Claudine le decía que estaba cansada emocionalmente se sentía culpable de haberla arrastrado a ello, aunque la rubia siempre le dijera que eso era normal que sucediera en ocasiones, en una relación de pareja con tantos años, ella no lo podía tomar con indiferencia y sentía deseos de protegerla, aunque el problema fuera ella. Quería hacerla sentir mejor.

Claudine sintió los nervios de Maya y acariciando su cabello le susurró —Yo también te amo, ma Maya —Separándose la miró a los ojos y le preguntó —¿Vas a dejar de poner las cosas fuera de su lugar?

Ella asintió —Lo haré, lo prometo. Pero a cambio, pido tu paciencia.

La rubia tomó una de las mejillas de Maya, mirándola a los ojos, antes de acercarse a ella y besarla, susurrándole sobre los labios —Te tendré paciencia— Aunque el problema había pasado muchas veces durante ese año, era la primera vez que hablaban de ello con seriedad. Así que estaba feliz de que Maya hubiera ofrecido su inquebrantable palabra, para prometer algo como ello. A veces notaba que ella estaba dando el cien por ciento de sí misma por esa relación.

Maya la tomó de la cintura, acercándola aún más y profundizó el beso, cosa que hizo a su acompañante jadear.

Se separaron ligeramente y susurró contra sus labios —Ya era hora que te calmaras.

Frunció el ceño —Mais la seule chose qui m'irrite, c'est toi (Pero si lo único que me irrita eres tú).

La castaña volvió a romper la distancia, uniendo sus labios, después de algunos besos, sintieron que se estaba volviendo intenso.

—¡Busquen una cabaña vacía!

Rompieron el beso al oír a Futaba gritarles desde abajo, donde estaba acostada junto a Kaoruko, que en ese momento reía divertida.


Hikari y Nana estaban sentadas junto a una cabaña, alejada del resto y entrada en el bosque, tratando de leer el mapa, para saber dónde estaban, pero su sentido de la orientación era horrible y con tantos árboles casi no veían nada, dependían de sus linternas.

Hikari miró a la rubia y le preguntó —¿No sabes dónde estamos aún?

Nana negó con su cabeza —No tengo idea. Pero se supone que estábamos buscando a Junna-chan y a Karen-chan, Junna-chan es buena ubicándose a donde sea, mientras tenga un mapa. Así que supongo que ellas pueden regresar bien.

La pelinegra no pudo evitar dudar —¿Y si no tienen un mapa?

Le contestó con un tono de seriedad —Espero que las puedan encontrar a ellas antes que a nosotras.

Asintió, ella estaba de acuerdo en eso —Entonces ¿Solo podemos esperar otra vez?

—La última vez no estábamos perdidas, solo varadas— Le aclaró al entender que se refería a cuando estuvieron en Kioto hacía meses atrás.

—Lo sé, pero es inevitable recordar que esa vez también estuve contigo.

—Es cierto, tal vez es una trágica coincidencia o es nuestro destino.

—Hablando del destino ¿Qué piensas del destino?

—Es raro verte hablando tanto.

—Si me voy a morir contigo, espero mínimo morirme conociéndote.

Nana soltó una ligera risa —¿El destino dices? Tú eres quién debería hablarme de eso, te separaste doce años de alguien y mágicamente te la volviste a encontrar, e igual de misterioso, ella seguía teniendo sentimientos tan fuertes por ti. En otra ocasión regresabas y tenía novio, o prometido o novia o capaz estaba a punto de casarse. Es una historia hasta increíble.

No pudo evitar sonreír y ruborizarse avergonzada al recordar eso, llevando una de sus manos a su pasador para el cabello con forma de estrella, susurró —Karen —sintió cierto remordimiento al recordar que la trató algo mal esa mañana, no quería que ese fuera el recuerdo de su último despertar juntas.

Nana la vio, y recordando a Junna sacó unos lentes de entre su abrigo contestándole —Yo también tengo un recuerdo de Junna-chan.

—¿Aún te regala anteojos cada año?

Confesó riendo —Espera ansiosa mi cumpleaños, solo para eso.

Una voz se escuchó a lo lejos —¡NANA!

Otra voz siguió a la anterior —¡HIKARI-CHAN!

La rubia le dijo a su compañera —Gritemos para que puedan encontrarnos.

Hikari levantó la voz —¡KAREN!

Nana empezó a gritar y a alumbrar con su linterna parpadeando —¡ESTAMOS POR AQUÍ!

En minutos, Junna y Karen llegaron hasta ellas.

Cuando la castaña vio a Hikari empezó a llorar abrazándola preocupada —¡HIKARI-CHAN! ¡No vuelvas a hacerme esto!

—Karen, no llores, estoy bien, estábamos buscándolas, cuando nos perdimos, pero es bueno que estés bien— Se sintió algo avergonzada al confesar que se perdieron buscándolas, pero sintió las lágrimas de preocupación de Karen disminuir con una risa ligera y sonrió acariciando su cabello, la tonta se estaba burlando mientras lloraba.

Nana abrazó a Junna contra su pecho, emocionada de haberla vuelto a ver, pero sintió sus jadeos y le preguntó —¿Junna-chan?

Ella levantó su rostro de su pecho y le contestó entre sollozos —Perdóname, Nana, estuve todo el día muy irritada y de mal humor, pero ahora que pensé que te había perdido, sentí que me moría, no vuelvas a hacerme esto —la consumía la culpabilidad.

Nana limpió sus lágrimas con sus dedos, con delicadeza, pero al ver que salían más y más, decidió volver a abrazarla, acariciando su espalda en pequeños círculos. Intentando calmarla le susurró al oído —Tranquila, amor, estoy bien, y está bien si tienes días pesados a veces, no te voy a juzgar si hay días en los que no te sientes bien, un día de amargura no va a opacar todo el amor que me haces sentir cada día de mi vida.

Junna no pudo evitar reír entre sollozos ante lo cursi que había sonado y ruborizándose le dijo —Eres tan ilógicamente romántica.

—Es porque te amo— besando sus lágrimas, las notó detenerse y quitándole los lentes, rompió la distancia, dándole un beso dulce, tratando de hacerle sentir lo mucho que la amaba.

Hikari frunció el ceño, preguntándose si era normal que se besaran en cualquier momento, al volver a mirar a Karen, notó sus ojos preocupados, sintió ternura y culpabilidad, así que no se resistió a besarla.

Cuando la pelinegra se separó de Karen, le susurró al oído —I love you (Te amo).

Karen volvió a besarla, contestándole —También te amo.


Una vez regresaron con el resto. Se movieron a la orilla del río, eran las once, llevaban consigo las copas, el vino, los fuegos artificiales, y Suzu, con ayuda de Mahiru, replicó su fogata. También pidieron unas extensiones y colocaron luces navideñas en el puente, iluminando el área donde estaban, junto con algunas otras luces blancas para terminar de iluminar el lugar, la luna estaba llena, así que tenían mucha luz.

Arriba del puente estaban Maya, Claudine, Junna y Nana.

Abajo Mahiru, Suzu, Karen, Hikari, Kaoruko y Futaba.

Hikari y Futaba se encargaban de los fuegos artificiales, la pelinegra había llevado una caja llena de ellos consigo. Claudine le había advertido que muchos de esos estaban prohibidos para el uso individual, pero a ella no había parecido importarle.

Colocaron la caja de cohetes entre dos rocas grandes, tratando de evitar que se cayera. Ya solo esperaban las doce de la medianoche.

Nana le preguntó a Maya curiosa —¿No es extraño que seamos las únicas aquí?

Ella la miró antes de negar con su cabeza, volviendo a mirar abajo —No lo creo. El sitio está cerrado hasta febrero porque están remodelando algunas cabañas, pero les convencí de dejarnos hospedar.

Junna vio a Karen encender una pequeña bomba y que al tratar de lanzarla se le cayó de las manos, aterrizando en medio de Suzu y Futaba, cosa que las hizo correr despavoridas.

La chica de lentes le gritó —¡Karen! ¡Ten más cuidado!

Nana devolvió su atención a Maya y regalándole una sonrisa le dijo —Gracias, Maya-chan.

Maya asintió con una sonrisa ligera, pero sintió curiosidad y le preguntó —¿Sabes si ese río es peligroso o algo? No vaya a ser que crezca repentinamente.

Junna negó con su cabeza, explicándole —Lo retiene una represa, así que no te preocupes por eso, le pregunté a los encargados del campamento y me explicaron que siempre les avisan antes de dejar salir el agua, estaremos bien por ahora. No sé si lo vayan a abrir los próximos días. Después de todo, estaremos aquí hasta el lunes.

Claudine miró el reloj de su teléfono, antes de gritarles —¡Ya casi! ¡Cinco!

Todas se unieron en coro al conteo —¡Cuatro!

—¡Tres!

Karen subió con la botella de champán al puente y agitándola puso sus de dedos en el corcho, esperando la señal —¡Dos!

—¡Uno! — Abrió la botella y el corcho salió disparado, casi golpeando a Suzu que reaccionó lo bastante rápido para quitarse.

Hikari encendió los fuegos artificiales y los vieron iluminar el cielo, se habían ido a la orilla del río evitando incendiar el bosque.

Nana abrazó a Junna y le dijo —Feliz año nuevo.

Karen gritó desde el puente, sirviéndole una copa de champán a Claudine —¡FELIZ AÑO NUEVO!

Suzu servía otra botella de champán abajo, mientras ellas se felicitaban entre sí.

Una vez todas tuvieron su copa, Junna habló —¡Por un año más!

Claudine levantó su copa emocionada —¡Un año más unidas!

Mahiru se rio desde abajo y levantando su copa brindó —¡Salud!

—¡Salud! — Brindaron al mismo tiempo, chocando sus copas con las que tenían cerca.

Suzu se detuvo junto a Mahiru y chocando su copa con la de ella, brindaron entre sí por lo bajo —Por un año más juntas.

Nana sonrió al verlas, desde arriba y aprovechando su mano libre, ya que con la otra abrazaba a Junna por la cintura, levantó la voz —¡Brindemos por Mahiru-chan y Suzu-chan!

Karen, que para ese momento ya había bajado del puente, rio emocionada y chocó su copa contra la de Suzu gritando eufórica —¡Salud! — El resto de las chicas siguió el gesto brindando.

Mahiru para ese momento llevaba ya tres copas, y como no tenía resistencia a alcohol, estaba algo ebria, por lo que, sonriendo feliz al notar la efusividad de Suzu al sentirse reconocida, se levantó de su silla y les dijo —Yo tengo que decirles algo —se ganó la atención de todas, por lo que continuó —Quiero agradecerles el estar conmigo, ser mis amigas, aceptarme a mí y a Suzu, ya somos una familia prácticamente, y realmente estoy orgullosa y agradecida con cada una de ustedes, aun cuando no podemos encontrar la aceptación completa en mi familia venimos a ustedes y nos reciben con los brazos abiertos, cuando me siento mal, ahí están para apoyarme, cuentan conmigo y hacen mi vida más emocionante y plena, las amo chicas, gracias.

Claudine, Nana, Junna y Maya, que seguían en el puente, le sonrieron conmovidas, Nana y Claudine no dudaron en soltar un par de "aww", al igual que el resto de sus amigas, pero ellas sí corrieron a abrazarla, cosa que hizo a Mahiru reír contenta. También abrazaron y despeinaron el cabello de Suzu en broma.

Después de algunos minutos, en los que se relajaron, Kaoruko notó a Junna recostada contra el pecho de Nana mientras conversaban entre sí, por lo que, interrumpiendo su momento, le gritó a Nana, desde la silla donde estaba sentada —¡Haz una interpretación del evento más destacado del año!

Nana levantó una mano curiosa —¿De qué?

Futaba le dijo riendo —¡De cómo le pediste matrimonio!

Junna se sonrojó y mirando a Nana negó con su cabeza. Nana sabía que ellas querían haber visto el momento, pero no se dio como ella planeaba, quería presumir un poco de su propuesta.

Karen y Suzu le hicieron porras en coro desde abajo —¡Nana! ¡Nana!

Maya y Claudine se hicieron a una esquina del puente.

La francesa sonriente les dijo —El escenario es todo suyo.

Maya les sonrió ligeramente, y abrazando a Claudine por la cintura le susurró —¿Crees que lo vayan a hacer?

Ella asintió —Nana quiere hacerlo, pero Junna es quién se resiste por vergüenza.

Hikari les gritó —¡Ya háganlo!

Mahiru se reía —¡Piénsenlo como un acto!

Junna se sonrojó a más no poder, y miraba a Nana nerviosa.

Nana se arrodilló, lo cual provocó una ola de vítores, y sacando su anillo, de su dedo, se lo tendió a Junna, riéndose nerviosa le preguntó —Junna-chan ¿Quieres casarte conmigo? —Estaba nerviosa y avergonzada, su rostro ardía en un rubor, sabía la respuesta, pero estar siendo observada lo hacía todo más emocionante.

Junna le sonrió, avergonzada, y quitándole la mirada le contestó divertida —No— Le fue inevitable bromear al verla tan nerviosa, la risa de Nana le hizo reír, amaba que fuera tan relajada para tomarlo con humor, realmente agradecía tener a Nana consigo.

El coro de risas no se hizo esperar, todas parecían divertirse con la situación.

La peli-morada le dijo entre risas —Sabes que sí.

Nana se levantó, le colocó el anillo y la abrazó, antes de darle un suave beso, al terminar, les hicieron una reverencia en broma.

Kaoruko les gritó con un tono bromista —Una lástima que no fue así, porque Junna-han posiblemente haya golpeado a la infiel antes de aceptar hace unos meses.

Nana sacó una bomba pequeña de su bolsillo, que le había dado Karen antes de medianoche, y encendiéndola se la lanzó a Kaoruko, que se levantó corriendo de su silla antes de que explotara.

La peli-azul le gritó mientras acomodaba su abrigo —¡OYE! ¡Pudiste haberme matado!

Nana le sonrió y con un tono inocente le dijo —Ah, se me resbaló.

Junna le susurró —A la siguiente, no falles.

Futaba reía ante la escena, Kaoruko amaba buscar problemas y meter a otros en ellos. Al menos sabía que sus amigas no la odiaban por ser así.

El resto de la noche hicieron interpretaciones y parodias de cómo llegaron a tener una relación o cómo se lo contaron a sus padres. Todo mientras hablaban de los planes a futuro o recordaban cosas del pasado. Nana sonreía contenta, avanzar con ellas, era siempre una aventura, amaba tenerlas de amigas y poder convertir situaciones complicadas en recuerdos graciosos.

Le dijo a Junna, al notar cómo la miraba curiosa —Va a ser un buen año.

Ella asintió sonriente viendo a sus amigas —Va a ser un gran año.


¡El Team Starlight esta de fiesta!
Hicimos el conteo de historias para fin de año y nos dimos cuenta que 2021 fue el año en el que más escribimos.
¡También que pasamos las 50 historias!

El conteo sería este:

18 Fanfictions.
5 Compilaciones.
27 Drabbles.
2 Universos Alternativos.
52(49) Historias publicadas en total.

Debo agradecer al equipo, no tengo idea cuando nos hicimos tantos, pero a todos nos gusta lo que hemos logrado y hacemos con estas historias, así que gracias por todo su apoyo y su contribución.

A ustedes, ¡Gracias por leernos!, Por acompañarnos en el 2021 y en los años anteriores, a los que nos han leído desde el inicio, gracias infinitas y a los que nos leen recientemente, bienvenidos gracias por unírtenos.

Esperamos que este año sea provechoso y mejor para todos. Un poco tarde, pero, ¡Feliz año nuevo! Oh y ¡Feliz día de Reyes!


Contestando...

SilentDrago: En realidad dudo que haya servido de algo el ponerla celosa, solo despertó la ira de Mahiru y llevó todo a una discusión, Suzu tonta.
La personalidad del padre de Mahiru lo hace alguien más tranquilo, así que es la persona correcta para intentar atreverse a entenderla, es un buen padre.
¡Vivan las novias! El grupo Seisho es una gran familia.

Ninja Britten 11: Mahiru tenía mucho miedo, pero cuando se dio cuenta que podía perder más de lo que estaba dispuesta, decidió actuar, al menos Karen y Junna le sirvieron para que pudiera entenderse mejor a si misma. Shiori es una tonta :P, solo le gusta ver el mundo arder. Al menos su familia Seisho la ama y la apoya.