Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 6
Sentí que unos pequeños dedos recorrían mi rostro.
Arrugué la nariz. Tenía tanto sueño que no pude despegar mis párpados. Fue cuando esos pequeños dedos abrieron uno de mis ojos. Era el rostro risueño de Lili quien me veía, tenía su melena transformada en un gran nido de pájaros en su cabeza.
Sonreí y la abracé al mismo tiempo.
Entonces, unas manos grandes y dedos largos movieron mi rostro con bastante fuerza.
— ¡Por Dios, Bella estás viva! —era la rasposa voz de Edward, enfoqué su rostro.
Me sorprendió que estuviera acostado al lado mío y que no tuviera camisa.
Fruncí las cejas.
— ¿Qué haces aquí? —Mi voz sonó adormilada.
— Pensé que habías muerto —farfulló—. Cuando duermes no haces ningún ruido y me asusté, llevó dos horas observando tu cuerpo inerte sobre la cama. Bombón y yo estábamos asustados por ti.
¿Qué diablos?
Pestañeé varias veces hasta despejar mis pensamientos. Me senté sobre la cama; era de día y la habitación estaba completamente iluminada con la luz natural que se colaba tras las cortinas mientras las sábanas de la cama estaban deshechas.
Un dolor abdominal me hizo fruncir el entrecejo. Esperaba que no fuera mi regla, mis manos fueron directo a mi vientre.
Edward se sentó frente a mí y recordé que estábamos en la misma cama.
— ¿Por qué estás al lado mío? —Quise saber. Anoche él había dormido en el lado opuesto de la cama y recordaba bien que Lili durmió en medio.
Ese calambre abdominal volvió.
Edward me observó con mayor atención cuando me quejé. Sin pensar bajé corriendo de la cama y me encerré en el baño.
Sentada en el inodoro vi la mancha roja en mis bragas. ¡Qué bien! A buena hora llegó mi periodo.
Dejé vagar mi vista por todo el baño en busca de almohadillas sanitarias o tampones. Fruncí los labios al recordar que la señora Cope ya había dejado de usar todos esos productos. Quizá desde hace miles de años.
— Tía Bella.
La voz de Lili me alertó.
— ¿Estás bien? —preguntó detrás de la puerta, podía ver que se había acostado de panza alargando sus manos por el espacio que había entre la puerta y el piso.
Sentí tantas ganas de llorar. Mi niña estaba preocupada por mí, pocas personas lo habían hecho a lo largo de los años y sentir ese cariño me puso mal y comencé a llorar.
»¿Por qué lloras? —Mi niña insistió intentando asomar su cabeza por la rendija.
— Por nada, mi amor —dije—, solo me duele la panza.
— Iré por un té —me avisó antes de escuchar sus pasos corriendo lejos.
— Bella… —Edward dio unos suaves golpes a la puerta— ¿te ocurre algo?
Apreté mis labios.
Quería decirle que estaba sentada en el inodoro viendo hacia todos lados en busca de una almohadilla sanitaria.
— ¿Está Alice cerca? Necesito de ella.
— Se fue temprano con mi amiga Victoria, ¿puedo ayudarte?
Ah, ¿así que Alice andaba de traicionera? Me reservaría esa información.
— Necesito toallas —dije sin ningún pudor. No era nada del otro mundo y tampoco es que Edward no supiera.
— Están en el estante de arriba.
Fruncí las cejas.
Rodé los ojos al darme cuenta que había confundido mi petición. Sí, había toallas por supuesto, pero eran unas suaves y esponjosas para después de la ducha.
— Me refiero a toallas sanitarias, mmm… Estoy con el periodo y necesito salir del baño porque se me están entumeciendo las piernas de estar sentada.
— Ah… oh.
Cubrí mi boca al imaginar el rostro enrojecido de Edward.
— ¿Puedes ir a comprarme un paquete de toallas sanitarias? Uso nocturnas y con alitas.
— ¿Por qué yo?
— Porque eres mi esposo. Y aunque seas un esposo falso debes ayudar a la causa.
— ¿Por qué no las pides en línea?
— Porque me urgen. Anda, ve, por favor. Que ya las piernas me hormiguean.
Lo escuché resoplar.
— Está bien. Este favor, te lo cobraré muy bien.
Reí.
— ¡Uso la marca Always!
Caminé por los pasillos de la farmacia con Bombón de la mano. Mis orejas aún se sentían calientes al igual que mi rostro. Bella me pagaría el favor muy caro.
— Tío Ewwi, ¿pudo llevar un caramelo?
— Es "puedo", cariño.
— ¿Entonces, si pu-e-do? —ella pronunció perfectamente.
— Sí cariño, solo dame un momento que tía Bella ocupa algo.
Lili empezó a saltar en un pie y en otro.
Exhalé al ver las cientos de toallas sanitarias frente a mí, eran empaques de distintos colores. También unos decían "protectores de uso diario", pero ninguno decía "nocturnas y con alitas".
Bufé.
Era vergonzoso que las mujeres me miraran con curiosidad.
Mi primera vez comprando toallas y esperaba que fuera la última. En todo el tiempo que viví con Bree nunca fue necesario hacer nada así, ella era organizada y sabía que debía estar prevenida. En cambio Bella era completamente lo opuesto.
Sabía que se había reído de mí, incluso imaginé que cubría su boca para acallar la risa.
Sostuve un paquete en mis manos: era morado con negro, según leí era discreto y máximo, tenía la apariencia de un calzón como imagen.
— No tengo absoluta idea —pensé en voz alta.
— Si tu esposa acaba de tener un bebé —comentó una señora risueña que estaba a mi lado— esos calzones son perfectos para flujo abundante —batió sus pestañas postizas en exageración— son tipo pañales muy discretos.
¿Pañales? Bella era capaz de lanzar el paquete sobre mi cabeza si le llevaba esos.
Le sonreí a la señora y no dije nada.
Mi celular sonó y respondí a James:
— ¿Qué quieres?
— Oye, tranquilo, ¿por qué tu buen humor?
— Estoy en la farmacia comprando toallas femeninas —susurré—. Eso es suficiente para estar de malas.
Escuché sus fuertes carcajadas por el auricular y lo alejé de mi oído.
— Espera… ¿Quieres decir que no hubo acción?
— Deja de molestar. La niña está conmigo.
James controló su fastidiosa risa.
— No puedo creer que te gobierne tan fácil. De verdad que esa chica es única, me agrada para ti y mucho. Espero que Bella saque de un zarpazo a la innombrable de tus pensamientos.
— Se llama Bree. Y Bella no significa nada, solo estamos en esto por…
— Sí, lo que tú quieras —me interrumpió—. Ahora cuéntame, ¿cuándo vendrán a Nueva York?
— En cuanto todo se resuelva.
— ¿Has hablado con tu esposa sobre dónde vivirán?
— James. —Pronuncié su nombre fuerte y claro—. No hace falta decir nada, en cuanto tenga la custodia de mi sobrina iremos a vivir a Nueva York y Bella viene conmigo, estamos juntos en esto.
Lili tiró de mi brazo llamando mi atención: tenía un paquete de toallas con ella.
— Es para tía Bella.
Me acuclillé a su altura y molesté su pequeña nariz haciéndola reír. La caja era unos tampones.
— Bella necesita algo diferente —le comenté a Lili y ella alzó sus pequeños hombros.
— Espero que no se desate la tercera guerra mundial cuando le digas que vivirán en tu apartamento de soltero.
Reí.
— Sé cómo domarla —dije presumido.
James volvió a soltar otra fuerte carcajada y yo dejé de reír.
— ¿Lo dice quien anda comprando toallas femeninas en su primer día de casados?, lo haces pésimo, pero me agrada. Te dejo, besos a Bombón.
Resoplé.
James era un tipo insoportable.
Edward se tardó treinta y tres minutos en volver de la farmacia. Me compró toallas Kotex y sin alitas, pero se la pasé porque era su primera vez comprando productos femeninos.
Después de una ducha tibia estaba como nueva.
— Bombón, es hora del baño. —Me quedé sin palabras al llegar a la cocina y ver a Edward muy conversador y cocinando con la pelirroja, parecían muy amigos. Y lo peor fue que mi niña estaba en los brazos de ella.
Me acerqué y rápidamente la tuve conmigo.
Lili se abrazó a mi cuello.
— Hola —dijo la chica— estoy preparando la comida. ¿Quieres probar? Son raviolis en salsa de tómate.
Miré las latas abiertas sobre la encimera: eran de raviolis y salsa marinara.
— Es comida de lata —dije sin reservas— con miles de conservadores y sodio en exceso.
La pelirroja bajó su vista hacía la cacerola de raviolis. Se veía derrotada y triste.
— No sé cocinar —confesó por lo bajo—. Edward sabe que no soy buena, mi intención era ayudar con la niña.
Edward llevó una mano al hombro de la chica, reconfortando. No pude evitar molestarme.
— No te preocupes, Vic —articuló Alice llegando junto a ella—. Bella cocina muy bien, seguramente nos preparará algo delicioso y nutritivo.
Estreché los ojos y arrugué la nariz. Desde acá podía oler la traición de mi mejor amiga.
Alice me sonrió y se acercó a mí llevando un brazo sobre mis hombros, me hizo caminar hacia el rincón justo donde estaba el refrigerador.
— ¿Desde cuándo eres muy amiga de ella? —Increpé molesta.
Alice se quedó pensativa y yo chasqueé los dedos para que volviera al presente.
— Alice, concéntrate.
— Ah, si. Tú estás enojada con ella porque andas echando chispas de celosa.
— Habla más bajo —pedí cuando Edward y la pelirroja voltearon a vernos.
— Lo que sea. Vic no tiene interés alguno en tu hombre, entiendelo.
— No es mi hombre —gruñí—, no me importa nada de él o su vida.
Alice llevó sus manos a su ancha cintura y me vio con cara de: ¡ajá!
— Me alegro que estén todos aquí —comentó la señora Cope al vernos invadir su cocina—. Es muy probable que Lili sea entregada a ustedes la siguiente semana.
No pude evitar gritar. Me emocioné hasta las lágrimas y abracé más fuerte a mi sobrina llenando su rostro de besos. Me sorprendí cuando Edward nos envolvió a ambas en sus brazos.
Había soñado tanto el momento y estaba a punto de ser real.
Volveríamos a casa,
Díganme si les gusta que haya capítulos contastes por una semana de cada historia. Ustedes tienen la última palabra porque si no les gusta podemos volver a como estábamos. ¿Opiniones?
Para imágenes alusivas recuerden que esta mi grupo de Facebook, el link está en el perfil.
Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior: Diannita Robles, Peerla Salvatore Swan, Claryflynn98, Adriana Molina, Ale Stewart, ALBANIDIA, JM Cullen, Rosemarie28, Daniela Masen, Cassandra Cantu, paramoreandmore, Isis Janet, Antonella Masen, Jane Bells, NaNYs SANZ, Pepita GY, Patty, jupy, Dulce Carolina, Cary, valentinadelafuente, Flor Mcarty, Gigi, Jade HSos, cocoa blizzard, Veronica, Torrespera172, Noriitha, dery 05, Gabby352, Ivii roo, Elizabeth Marie Cullen, Wenday14, sandy56, nydiac10, PaolaValencia, Lili Cullen-Swan, EriCastelo, Cinthyvillalobo, saraipineda44, Mapi13, mrs puff,
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