Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 7

Corrimos.

Mis zapatillas deportivas se deslizaron en el piso del aeropuerto y Bombón empezó a reír al verme resbalar. Ella sostuvo mi mano con su poca fuerza, dándome su apoyo.

Le sonreí y me mostró esa perfecta, diminuta dentadura blanca.

— ¿Puedes dejar de correr como si vinieran tras de ti? —Edward exhaló sin aliento al llegar junto a nosotras—. Asustaste a todos, no sabían por qué razón corrías.

— No creo que se les haga muy difícil pensar que puedo estar corriendo porque estoy a punto de perder el vuelo, ¿verdad? —rodé los ojos ante mi explicación.

— Oh, eso… —rascó su nuca mirando hacia todos lados— ya tengo listos nuestros boletos de avión.

Estrecerré los ojos.

Él dijo: ¿Nuestros boletos de avión?

— Creo que estás confundido —le dije— yo compré dos boletos a Los Angeles. Uno para Bombón y otro para mí.

— Y yo compré tres boletos para Nueva York. El vuelo sale en dos horas.

— Edward, no estoy entendiendo.

— Fácil. Lili y tú vienen conmigo a Nueva York, viviremos juntos.

— ¡Síí! —Bombón empezó a saltar llena de emoción— ¡Tío Ewwi!

Se arrojó a los brazos de Edward de lo más feliz. Era una pequeña traidora.

Un dolor en el estómago me sobrevino, pensé que podía ser la bilis y estaba a punto de reventar. Era increíble que con dos meses de convivir con Edward estaba a punto de enviarme al hospital.

— Espera… —levanté las palmas pidiendo un poco de tiempo, inhalé y exhalé lentamente—. Explícame, ¿por qué haces elecciones por mí? Nunca te he dicho que viviré contigo, jamás.

— Oh, preciosa Bombón —me ignoró para hablar con la niña que seguía en sus brazos—. ¿Verdad que quieres vivir con tío Ewwi, cariño?

Lili se aferró fuertemente a su cuello. Edward me miró como un gran ganador, de inmediato supe que estaba usando a la niña a su favor.

— Bombón… —le hablé a la niña y mi sobrina volteó a verme con esa sonrisa alegre— ¿Nena, quieres vivir con tía Bella y jugar con Alice? Haremos muchas cosas juntas, mi amor.

Su sonrisa se iluminó alargando sus cortos brazos hacia mí. Rápidamente la tuve conmigo y la anclé en mi cadera,

— ¡Síí! Quiero juegar —expresó en un chillido.

Reté a Edward con la mirada. Él no me ganaría.

— Iremos a Nueva York —murmuró viendo el reloj de su mano.

— No. Y es mi última palabra —aseguré.

Tendría que llevarme arrastrando si era posible porque no iría con él.


Bella no me habló en las cinco horas que duró el vuelo de Phoenix a Nueva York. Posiblemente se enojó cuando la eché a mi hombro y les dije a los pasajeros que mi esposa estaba teniendo un ataque de histeria y que sucedía con frecuencia en cada vuelo siempre al punto de desquiciarse, aunque también dije que era inofensiva.

Enfurruñada como era ella se la pasó viendo hacia la ventanilla y solo respondía a las dudas de Lili, ignorando mi presencia por completo.

Al llegar al apartamento abrió la boca de forma graciosa, pero se recompuso al ver que la miraba.

— Puedes disponer de todo —dije— por lo regular nunca estoy en casa, así que no hay problemas si haces algunos cambios.

Su mirada era de jódete.

Suspiré y centré mi atención en Lili. Mi pequeña sobrina curioseaba por cada rincón de la casa. De inmediato me lamenté no tener juguetes ni nada infantil, ella solo había podido traer su muñeca de trapo que cargaba en brazos.

Quizá fue mala idea traerlas conmigo. Si no fuera tan necio hubiera dejado que Bella se fuera a Los Angeles y yo podría ir a visitarlas cada semana.

Bueno, no me podía retractar.

— Me iré a casa apenas te vayas por esa puerta. Y la niña vendrá conmigo.

Me crucé de brazos y la miré. Sabía que hablaba muy en serio.

— ¿Podemos hablar? —pedí seriamente—. Sé que no debí traerte a la fuerza, solo que no tuve otra opción.

— ¡Parecías un cavernícola!

— Lo sé.

— Un patán.

— Lo siento mucho.

— Estoy tan enojada que necesito… —hizo sus manos en puños y los acercó a mí rostro. Era muy divertida.

— Lleguemos a un acuerdo, Bella.

— ¡No quiero nada! Necesito ir a casa y empezar a trabajar.

— Escúchame… estaremos un tiempo aquí, si no funciona buscaremos un nuevo lugar. Ya sea en California o cualquier otro estado, ¿de acuerdo?

Su semblante se suavizó al escucharme.

— ¿De qué se trata?

— Lili necesita estabilidad —articulé— un ambiente seguro, porque no tenemos idea cómo estaba siendo criada por nuestros hermanos. Así que nos toca empezar de nuevo, desde cero. La señora Cope nos recomendó terapia para ella y empezaremos por ello.

— Estás usando a la niña para salirte con la tuya —me increpó con las manos en la cintura. La cual era verdad, pero nunca lo admitiría—. No tomaste en cuenta mi opinión, tan solo por tus… ganas, me hiciste venir a una ciudad que detesto.

— No sabía que la odiabas.

— Pues lo hago —cerró sus párpados de forma graciosa y luego me miró—. ¡Una semana, Edward! Una semana te daré y si no funciona me voy con Bombón.

— De acuerdo.

Ella resopló.

— Le diré a Alice que me envíe unas cosas que necesito —habló para sí misma.


Aceptaba que el apartamento era espacioso, elegante, pero muy apagado, necesitaba algo de vida, esos colores negros me causaron depresión los primeros cuatro días.

Por la misma razón la habitación de Edward la transformé en algo colorido y alegre, lo primero fue cambiar el cubrecama por un rosa fuerte y vibrante también compré algunos almohadones de peluche color naranja, las cortinas las elegí con lentejuela color azul y puse un tapete peludo color verde, era una mezcla rara y sin sentido, sin embargo Bombón estaba feliz.

Ambas dormíamos juntas mientras Edward dormía en el sofá de la sala de estar, ya de su antigua habitación solo quedaban los muebles porque ya estaba teniendo nuestra esencia alegre y dicharachera.

Parecía que Lili iba aceptando su nuevo hogar, pues dormía plácidamente sin sobresaltarse en las noches y, aunque yo nunca lo aceptaría, también me gustaba despertar con la más hermosa vista neoyorquina.

De esa forma llegaron mis herramientas de trabajo y me dediqué a montar mi propio set y volver a tiktok. Aprovechaba las siestas de Bombón para hacerlo.

— ¿Qué es todo esto?

Apagué inmediatamente el celular cuando Edward entró a su habitación.

Suspiré al ver lo bien que lucía ahora con los aros de luz por todas partes y los trípodes con cámaras. A decir verdad solo me adueñé de una parte de su habitación.

— ¿Viste el letrero de la puerta? —pregunté.

Edward enarcó las cejas y con una cínica sonrisa me tendió el papel que decía "grabando".

— Estoy cansado y quiero dormir.

Desabotonó su camisa y se dejó caer de espaldas al colchón, al lado de Lili.

— Tu lugar es el sofá —le recordé.

— Llevo cuatro noches durmiendo en el sofá —cerró los ojos— creo que debemos cambiar por esta noche y tú dormir ahí.

Me acerqué, no quería que volviera a quedarse dormido en la misma cama que yo.

— Edward… —di unos suaves golpes a su mejilla cuando en realidad quería abofetear con fuerza su rostro— te deje la cena en el microondas.

Rápidamente abrió los ojos y se sentó.

— Gracias, creo que tengo hambre.

Caminé detrás de él. Vi atentamente cómo calentó en el microondas los espaguetis con camarones y se puso a comer como si estuviera hambriento.

Me acerqué a él y apoyé los brazos en la encimera.

Tenía una duda y mi lengua no estaba quieta.

— ¿Cómo será nuestra relación?

Edward dejó de comer y me vio fijo.

— ¿A qué te refieres?

— Estamos casados, ¿no? —él asintió— ¿cuándo nos vamos a divorciar? —pregunté.

— Ah… si quieres irte con tu novio por mí no hay problema, solo Bombón se queda conmigo.

— No tengo novio —confesé de mala gana—. A la niña no te la dejaré nunca.

— Bella, ¿cuál es la prisa por irte? No ha pasado ni una semana y la niña está muy bien aquí.

— No me gusta que me impongan nada y fue lo primero que hiciste. Me trajiste aquí sin contar con mi opinión y eso no me parece. Sin agregar que para todo utilizas a la niña y eso es jugar sucio.

Ahí estaba su sonrisa cínica jugando en sus labios.

— Yo no tengo la culpa de ser el favorito de Lili.

— ¡Eso no es cierto!

— Bella, la niña prefiere estar conmigo, no puedes negarlo.

— No. Eso no es así, tú para todo pides su opinión para dejarme mal. Por eso Lili no puede negarte nada y por tu culpa yo tengo que ceder y no es justo —farfullé sin aliento—. No quiero vivir aquí.

— Soy odontólogo, tengo una clínica y pacientes que debo atender. No puedo irme solo porque a ti no te gusta la ciudad.

Suspiré.

Edward empezaba a impacientarme. Era tan arrogante y controlador que tenía ganas de estrellar mi puño en su linda cara.

— Yo también tengo una vida en California —me crucé de brazos— y ahora se supone que debo aguantarme mientras tú sigues feliz de la vida.

— Pues ponte feliz y deja los berrinches.

Me fui sobre él. No iba a pegarle solo necesitaba que dejara de reírse de mí, pero en mi impulso no medí la fuerza. Edward cayó del taburete hacia atrás, conmigo encima y los espaguetis sobre su rostro y pelo.

Me angustie al oírlo quejarse cuando su cabeza golpeó contra el piso.

— Edward… —sostuve su rostro lleno de crema Alfredo— ¿estás bien?

Él parpadeó.

— ¡Tío Ewwi!

Lili se había despertado y estaba completamente angustiada por su tío. Se arrodilló junto a él y con mucho cuidado le empezó a quitar cada espagueti de la cabeza.

No había duda que Edward era su favorito.


¿Opiniones?

Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior: terewee, Diannita Robles, Tata XOXO, jupy, Jane Bells, ALBANIDIA, Rosemarie28, cocoa blizzard, NarMaVeg, Patty, Isis Janet, Daniela Masen, Kasslpz, Adriana Ruiz, SpicyDreams, Daniela, PaolaValencia, catita1999, Dulce Carolina, patito feo, Flor Mcarty, nydiac10, Adriana Molina, Noriitha, Torrespera172, Lily, Cary, Antonella Masen, Wenday14, Adriu, Pepita GY, Peerla Salvatore Swan, Ivii roo, Lizzye Masen, Cassandra Cantu, francicullen, Gigi, mrs puff, valentinadelafuente, sandy56, dery 05, Lily, Maribel 1925, Cinthyvillalobo, Elizabeth Marie Cullen, Mapi13, NaNYs SANZ, rociolujan, saraipineda44, Estefania Rivera, Lili Cullen-Swan, Lizdayanna, EriCastelo, rociolujan, Gabby352, Ale Stewart.

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