Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 9
Nos separamos cuando Lili abrazó mis piernas.
Nervioso y sin saber cómo comportarme, cargué a mi pequeña sobrina entre mis brazos.
Bella apretó los labios cómo si tratase de ocultar una risa y dio algunos pasos hacia atrás mientras Lili nos observaba con mucha atención, de pronto nuestra pequeña sonrió alegremente poniendo una mano sobre mi boca.
— Eww —hizo un gesto— ¿por qué le diste un beso a tía Bella?
— Bueno… —rasqué mi nuca sin tener idea de qué responder.
— Edward es mi esposo —Bella dijo rápidamente— es normal que los esposos se den besos, cariño.
Bombón frunció ligeramente su entrecejo quedándose pensativa.
— ¿Son esposos como mis papis? —inquirió dudosa.
— Sí —murmuré— es casi igual.
— Ah… —vociferó inocentemente retorciendo sus pequeños dedos.
— ¿Recuerdas el vestido blanco y esponjoso de Bella que tanto te gustó? —pregunté— ella lo usó para casarnos.
Bombón amplió sus ojos cafés. Parecía fascinada con la noticia.
— ¡Síí! —Exclamó— ¡tía era una princesa!
Bella sonrió.
— Es muy noche, Lili —dijo, extendiendo sus brazos a la niña— debemos dormir ya.
— ¿Por qué no duermes con tía? —Bombón me preguntó.
Bella y yo nos quedamos pasmados y con la boca abierta, sin saber qué explicación dar ante su formulada duda.
— Princesa —dijo Bella acariciando la mejilla de Lili— Edward ronca mucho, y esos ruidos fuertes como de motocicleta a punto de extinguirse me dan mucho miedo. A ti también te da miedo, ¿verdad cariño?
— No. A mí me gusta que tío duerma con nosotras, sus cuentos son muy divertidos y me hacen reír mucho —aseguró Bombón haciéndome soltar una risa audible.
Bella no tomó de buena manera las palabras de Lili porque de inmediato me miró furiosa para que dejara de reír.
Aunque ella se enojara seguía siendo el favorito de mi niña y eso ameritaba una celebración.
— Bien. Dormiré con ustedes. Tengo un par de cuentos por contarte, princesa. Uno de ellos es de una chica desastre que hace videos en… tiktok.
Bella no quitó su mala cara mientras inventaba cuentos para Lili, estaba tan quieta con su entrecejo fruncido y nariz arrugada que era por demás graciosa.
Cuando sentí que el cuerpo de mi sobrina se relajaba al punto de soltar leves exhalaciones por su boca, comprendí que se había quedado dormida. La cubrí con la sábana para que durmiera bien.
— Qué bueno que no fuiste comediante —murmuró mi amada esposa— te hubieses ido a la arruina porque no tienes ninguna pizca de comicidad en lo que cuentas.
— Ajá… —murmuré, acomodando mi cuerpo de costado y dándole la espalda.
Apreté fuertemente los labios para no reírme de ella. Eso ocasionaría una nueva discusión y simplemente tenía sueño.
Cerré mis párpados. Decidí no molestar más, me estaba durmiendo cuando sentí una fuerte patada en una pierna.
Enderecé la mitad del cuerpo intentando mirar en la oscuridad.
— Perdón —musitó Bella— no estoy acostumbrada a dormir con estorbos.
Restregué las palmas en mi rostro.
— Estorbo y todo, pero te gustó mi beso.
Mis palabras fueron la chispa necesaria para encender su mal humor. De inmediato se sentó en medio de la cama.
— Ni siquiera sabes besar, me llenaste de babas sin contar que jadeas.
— Mmm… alguien no sabe el concepto besar —me burlé.
Tenía mucho sueño, aunque también me gustaba molestarla. Sobre todo porque tenía un carácter de los mil demonios.
— ¿Crees que no tengo experiencia besando?
— No. No la tienes —le aclaré—. Ahora duérmete que mañana tengo que levantarme temprano.
— No me dormiré si sigues en la cama. No me gusta que estés aquí, así que vete a tu sofá —reclamó como si fuese una cría berrinchuda.
Bostecé exageradamente y me volví a recostar entre las sábanas frescas dejándola enfadada.
No iba a admitir que su beso me había gustado.
.
.
Luego de un mes en Nueva York nuestras discusiones continuaban, y era prácticamente por todo. No obstante, habíamos aprendido a guardar apariencias, pues cada vez que Lili aparecía nosotros éramos los más felices amigos.
En esos días transcurridos me había hecho aficionado a sus canales en redes sociales, la seguía en Instagram, Twitter, Facebook, YouTube y por su puesto Tiktok. No supe en qué momento me convertí en un erudito de las plataformas, pues bajo un perfil falso me estaba convirtiendo en su mayor admirador.
Había aprendido tanto sobre maquillaje estos días que bien podría recomendar las mejores cremas hidratantes de día o noche. Inclusive podía jactarme de haber intentado varios hacks de tiktok. Y estaba pensando seriamente en hacer esa caja de combinaciones con detergente, posiblemente funcionaba.
Sonreí.
Bella estaba cada vez más en mis pensamientos, tanto. Que empezaba a sentirme demasiado atraído por ella. Lo peor de esa atracción eran los celos que empezaban a hacerse evidentes.
Sabía que tarde o temprano ella terminaría por darse cuenta. ¿Qué podría hacer?
No soportaba verla interactuar con ningún tipo, ni siquiera una sonrisa con un desconocido porque ya podía ponerme como energúmeno, palabras de ella. Siempre me llamaba así.
— Aah… —se quejó un paciente cuando le extraía el tercer molar superior.
Rápidamente sacudí la cabeza. No podía darme el lujo de distraerme pensando en Bella en mi lugar de trabajo.
— Debes seguir las recomendaciones que te daré —le dije al hombre que parecía a punto del desmayo—. Cualquier dolor en exceso o infección debes volver, ¿de acuerdo?
Él asintió.
Apenas salió por la puerta y me dirigí al lavabo para asear mis manos. Primero quité los guantes y después el barbijo antes de mirar mi reflejo en el espejo.
Quizá ya me veía viejo. Tenía treinta y un años, pero mi comportamiento era de un anciano, no salía para nada desde hace tiempo. Me volví aburrido y no me había percatado.
Victoria y James tenían razón en decir que Bree se llevó mi alegría. No era un secreto que desde su partida me fui consumiendo en recuerdos dolorosos, siempre añorando su regreso.
¡Te cambió por otro! Entiende.
Por Dios, ¿en qué me convertí? Vamos Edward, ¡vive carajo!
Di unas suaves palmaditas a mi rostro y sonreí.
— Eso es todo —murmuré—. Edward necesitas rejuvenecer, verte agradable para el gremio femenino.
En especial para chicas de veinte años.
— Otra vez no llegó tío Ewwi.
Le sonreí a Lili a pesar de que estaba enfadada. Me acerqué a ella y la abracé mientras ella cenaba sopa con pollo.
Edward estaba pasando los límites y me iba a escuchar muy bien. Llevaba tres noches llegando en la madrugada apestando a cigarro, seguramente también venía borracho. Así que no iba a tolerar ese comportamiento frente a la niña.
La psicóloga explicó que era un paso a paso con Lili. Era una niña inteligente, pero nunca debíamos forzar a decir nada que ella no quisiera. Desde esa revelación que me dio no mencionó nada más. Aunque había noches que ella despertaba llorando nombrando a mi hermana.
— Cariño, termina de cenar —dije.
— Tía, ¿pudemos ver vídeos?
— Podemos, Bombón —corregí.
— ¡Yay!
Ella bajó de la silla y empezó a saltar emocionada. Había confundido mi corrección con un "sí". No quise quitar su buen humor, la invité a sentamos en el sofá que estaba frente al televisor.
Lili apoyó su cabeza en mis piernas pidiéndome que rascara su melena mientras ella comenzaba a ver videos de YouTube. Solo le permitía un poco de dibujos animados y no más de dos horas.
— Tía Bella.
— ¿Si cariño?
Sus ojitos me estaban observando fijamente.
— Abrázame —me pidió arrodillándose en el sofá y extendiendo sus cortos brazos hacia mí.
La abracé muy fuerte repartiendo besos en su cabeza.
Muchas veces Lili buscaba calor, era cada vez más recurrente que entre más pasara el tiempo, ella más quisiera abrazos.
Me hizo cuestionar cuánto extrañaba a sus padres y el cariño que sentía por ellos. Es que tampoco era que debía olvidar o borrar de su mente sus recuerdos. Ella estaba viviendo su propio duelo sin siquiera comprender dónde estaban sus padres.
La psicóloga había mencionado que el próximo paso sería explicarle lo ocurrido con ellos. De solo pensar me sentía nerviosa por su reacción. Iba ser extremadamente doloroso que ella comprendiera.
— ¿Estás dormida, princesa?
— No. Estoy escuchando tu corazón, hace el mismo ruido que el de mami.
Mi ánimo volvió al suelo.
Quería mantener la esperanza que las sesiones con la psicóloga pronto surtieran efecto.
.
Eran pasadas las veintitrés horas y el fanfarrón no llegaba. Me encargué de dormir a Lili desde hace más de dos horas y estaba lista para iniciar una guerra contra él.
Me preparé mentalmente para enumerar cada error cometido por él. Era muy injusto que nosotras estuviéramos solas cada día y él disfrutando seguramente con mujerzuelas baratas.
Apreté mis puños al divisar su silueta.
La estancia estaba oscura y silenciosa.
Debía estrellar un florero en su cabeza, pero corría con suerte que no tuviera uno en todo su apartamento.
— Bella… —fue lo primero que dijo al entrar, parecía sorprendido— ¿qué haces despierta?
Me acerqué para constatar que no oliera a licor. Deslicé mi nariz por su camisa negra y también por su pecho, llevaba tres botones abiertos. Quería restregar mi nariz por todo él. A decir verdad olfatee como si fuera un perro a punto de descubrir un cargamento.
Olía tan bien que me dio coraje reconocerlo.
— ¿Ya terminaste?
Me alejé. Llevé mis manos a la cintura y lo enfrenté.
— ¿Por qué llegas a esta hora?
— Porque el restaurante donde estaba tenían que cerrar —dijo sarcástico.
— Te dije que como comediante eres pésimo.
Rodó los ojos y se encaminó hacia la habitación. Lo detuve tirando de su brazo, sin dejarlo avanzar un paso más.
— Bella, no empezarás con dramas de esposa celosa.
Su respuesta me indignó. Era tan cretino y sinvergüenza que se merecía dormir en el sofá.
— Tenemos un trato, Edward y estás fallando. No me ayudas con la niña y antes de que digas, ¡no es queja! Simplemente no sé qué pasa contigo, ¿por qué te estás alejando de nosotras? ¿qué te hicimos?
Pasó las manos por su pelo antes de verme.
— Bombón no tiene nada que ver, no la metas.
Mis hombros se hundieron. Sentí cómo si hubiese recibido un puño en el pecho.
— Entonces soy yo —articulé lo obvio—. No te preocupes, Edward. Volveré a California y la niña se va conmigo.
Fui yo la quise dar un paso para largarme a la habitación, pero él fue quien me detuvo.
— Bella —gruñó— no es lo que estás imaginando.
— ¡Vete al diablo!
— Escúchame… —pidió acercándome a él.
Empecé a forcejear no quería escuchar nada. Seguramente estaba planeando cómo echarme de su casa, le evitaría gastar saliva. Le haría todo más fácil.
Sin embargo, por ser un idiota la única forma que tenía de controlarme era aprovecharse de su fuerza, el muy idiota me besó y mis fuerzas cayeron.
Su boca estaba sobre mis labios. Besándome de la forma más deliciosa que lo habían hecho nunca.
Sabía un poco a vino, y eso me gustó.
Aferré mis manos a su camisa y lo atraje hacia mí.
Chocamos contra algo, quizá era la pared o un mueble, no supe bien qué era. Aun así no dejamos de besarnos con tanta desesperación, con tanto deseo.
Sus manos fueron a mi trasero el cual estrujo mientras su boca exploraba mi cuello llenando de besos y mordidas mi sensible piel.
Gemí.
Edward me estaba manoseando muy fácil.
Sus grandes manos parecían tentáculos; tocando mi cuerpo a su antojo.
Me sostuvo a su altura donde fácilmente envolví mis piernas en su cadera y volvimos a besarnos con mucha intensidad, haciendo ruidos con nuestras bocas. Ambos estábamos calientes, no había duda.
Caímos sobre el sofá, entonces… lo sentí por primera vez.
¡Santísima virgen de las vírgenes!
Él… es decir, su… era grande. Mucho.
Por algún motivo me empecé a restregar, necesitaba más fricción entre su… y mi centro.
— ¿Qué hacen?
— ¡Ahh! —Grité fuertemente y sin querer mi rodilla golpeó las bolas de Edward.
Ambos caímos y tratamos de escondernos de Bombón. Acomodé mi blusa torpemente mientras Edward estaba con la cabeza sobre el sofá sin poder moverse.
— Princesa —articulé sin aliento— ¿por qué te despertaste?
— ¡Tío Ewwi!
Ella sin pensar se había lanzado a los brazos de Edward logrando que el cuerpo de este quedara tendido sobre el piso.
Cancelé las últimas citas que tenai pendientes porque necesitaba volver al apartamento y hablar con Bella.
Era un hecho que si Lili no hubiese aparecido Bella y yo hubiéramos hecho el amor por primera vez.
La noche que pasé en el sofá no pude dejar de pensar en ello, en sus curvas, en sus labios, su sabor.
Sintiéndome nervioso, suspiré al abrir la puerta.
Sabía que debíamos aclarar lo que pasaba entre nosotros, ella me gustaba y necesitaba que lo supiera.
Apenas di unos pasos, supe que algo pasaba y el silencio en la estancia me lo decían.
— Bella. Lili. Estoy en casa.
Con el ramo de flores rojas en mis manos caminé hasta la habitación.
Mi corazón retumbó de modo distinto al descubrir que no estaban y tampoco sus cosas.
Me habían abandonado.
Estaba solo de nuevo.
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Aquí los nombres de quienes amablemente comentaron el capítulo anterior: Asy, Cinti77, patito feo, Viviana, NaNYs SANZ, Isis Janet, Lizzye Masen, francicullen, Kasslpz, Jane Bells, Adriana Molina, Lily, ALBANIDIA, Dulce Carolina, Tata XOXO, PaolaValencia, Danidommm16, cleme1765, Veronica, terewee, Diannita Robles, Cassandra Cantu, Antonella Masen, Pepita GY, Daniela Masen, Rosemarie28, Gigi, miop, aliceforever85, Noriitha, Torrespera172, Lizdayanna, Lu40, sandy56, Cary, NarMaVeg, Wenday14, saraipineda44, EriCastelo, mrs puff, Patty, Adriu, Maribel 1925, Dryzzila, rociolujan, Cinthyvillalobo, Elizabeth Marie Cullen, Ale Stewart, Flor Mcarty, Peerla Salvatore Swan, Mapi13, Gabby352, Lili Cullen-Swan.
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