Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 17
Era mi sobrina.
Los resultados lo decían. Lili tenía un porcentaje sanguíneo conmigo.
Era hija de Esme.
Esbocé una ligera sonrisa. Llevé una mano a mi boca y continué leyendo. Estaba tratando de no ponerme a dar saltos cómo lo hacía Bombón cuando se emocionaba.
Entonces, toda la alegría se volvió un tumulto de emociones arremolinadas en mi pecho, mi corazón retumbó en toda mi caja torácica y tronó en mis oídos.
Mis lágrimas cayeron al leer la compatibilidad sanguínea, declarando un porcentaje de parentesco entre Edward y Lili.
Tomé una profunda bocanada de aire mientras mis lágrimas seguían derramándose por mis pómulos y lo miré.
En sus ojos verdes pude ver que él lo intuía; su semblante apacible y su gesto severo tratando de disimular sus emociones, gritaban que él sabía la verdad.
El nudo en mi garganta me impidió articular una palabra, tan solo abrí y cerré mis labios.
— Ella es hija de Carlisle —exhaló por lo bajo.
Seguí mirándolo fijamente.
— Lo es… —murmuré sin contener mis ganas de arrojarme a sus brazos.
Edward dio tres pasos hacia atrás, trastabillando cuando me recibió con un solo brazo, rodeó mi cintura y pegó su frente a la mía mientras sostenía a Lili del otro lado.
»No podrán quitárnosla —le dije—, es nuestra sobrina. Hija de nuestros hermanos.
— Temí lo peor —confesó—. Llegué a pensar que no… —cerró sus ojos unos segundos antes de verme— tuve mucho miedo, Bella.
— También lo tuve.
Vi cómo repartió besos en la cabeza de Lili. Ella apenas se movió para continuar profundamente dormida apoyada en el hombro de su tío.
Se escuchaba bonito. Era un gran alivio saber con exactitud qué era su tío, lo éramos.
— No podemos confiar en ellos —Edward murmuró logrando que dejara de sonreír, me quedé pensativa—. Llevaré a la niña a la habitación, acompáñame.
Lo seguí.
— ¿Qué quieres decir? —pregunté al mismo tiempo que acomodé las sábanas y él dejaba cuidadosamente a la niña en la cama, la arropé y besé su frente antes de ir detrás de Edward—. No pueden hacer nada, legalmente es nuestra y este papel —le mostré los resultados que aún tenía en la mano— es una prueba inapelable.
— Bella, estamos envueltos en una gran maraña de mentiras. El que Lili sea hija de nuestros hermanos no significa que los problemas se hayan terminado. Los Uley se acercaron por una razón, nos han mentido y amenazado con quitarnos a la niña, ¿por qué crees que están tan aferrados?
Fruncí las cejas.
— Porque están locos.
— Actuaremos de la misma forma que lo hemos hecho, ¿de acuerdo?
— Podemos hablar a la policía —repliqué— decir que ellos son un par de acosadores y que no los queremos cerca. Podríamos pedir una orden de restricción.
Edward se acercó y sujetó mis manos entre las suyas. Su semblante había cambiado por completo, lucía más relajado aunque seguía viéndose precavido.
— No me estás entendiendo, verdad.
Negué con la cabeza.
Edward sonrió de esa manera cautivante que cortaba la respiración y me hacía quererlo más, le sonreí como única respuesta cuando acunó mi rostro entre sus grandes manos.
»Si llamamos a la policía, nunca podremos saber lo que ocurrió realmente con Esme y Carlisle.
— Tuvieron un accidente de tráfico, se volcaron —le recordé.
— No mi amor, no creo esa versión.
— ¿Qué estás diciendo? —Mi voz se quebró.
— En la guardería dijeron que Lili llevaba días de haber entrado. Esme pasó de estar siempre encerrada a meter a la niña a una guardería en cuestión de días, ¿no te parece suficientemente extraño? Luego los vecinos aseguran que Carlisle no vivía en el edificio, sin dejar de lado las visitas de Leah, y toda la historia llena de mentiras de los Uley.
— ¿Crees que ellos…? —guardé silencio dejando la pregunta inconclusa.
— No sé si directamente tuvieron que ver con el accidente que les provocó la muerte a nuestros hermanos, sin embargo, considero que es mejor estar prevenidos para su siguiente paso. Es muy extraño que no hayan vuelto a acercarse y eso me hace ponerme alerta, aunque también preocupado.
— ¿Por qué no damos el siguiente paso nosotros?
Edward negó dejando un beso en la punta de mi nariz.
— Entraremos en su juego —sonreí cuando empezó a repartir cortos besos en mi rostro— ¿de acuerdo?
Asentí rápidamente soltando un pequeño grito al sentir sus manos en mis nalgas al sostenerme a su altura, envolví las piernas en sus caderas y lo besé con todo mi amor.
»¿Por qué no festejamos que Lili se quedará? —inquirió con su boca en mi cuello, me estremecí— ¿sí?
Suspiré. Mi respiración se volvía trabajosa cada vez que me besaba de esa forma y dejaba pequeñas marcas en mi cuello.
— Sí. —Apenas pronuncié.
Mis ojos rodaron hacia atrás. Lo hice cuando su jugosa boca se envolvió en mi teta, no importaba que estuviera cubierto por tela, de todos modos sentía y de igual forma me emocionaba disfrutando el placer de lo que me hacía.
Caminó hacia el baño y de inmediato mi corazón empezó a retumbar.
»¿Qué haces? —pregunté—. Dijiste que celebraremos.
Edward se detuvo quedando en la cocina, justo detrás de la encimera. Me puso sobre mis pies y sus manos sostuvieron mis mejillas, me hizo mirarlo.
— Sí, eso haremos —susurró besando mis labios— celebraremos a nuestro modo.
Delante de mí empezó a desabotonar su camisa y la dejó caer lejos de su cuerpo hasta perderse en el piso. Su espalda era ancha y tenía pecas en sus hombros.
Tragué. Estaba tan cerca de mí que podía sentirlo, todo él.
»¿Prefieres aquí o en el baño? —preguntó emocionado como si los dos lugares fueran suficientemente cómodos.
Pestañeé.
Al no responder me besó nuevamente, pero era un beso diferente, había pasión desmedida y sus manos me lo hacían saber porque no dejaban de amasar mis pequeños senos.
Cerré los ojos disfrutando lo que su tacto provocaba y me aferré a su cuerpo, pasando sutilmente mis manos por su espalda, arrastré mis uñas por sus omóplatos. Él siseó.
Y cómo si hubiese recibido alguna orden empezó a despojarme de mi blusa, sus manos desesperadas por tenerme desnuda removieron con facilidad mi sostén. Instintivamente me cubrí, era vergonzoso que me viera, sin embargo Edward quitó mis manos con facilidad para reemplazarlas con su boca.
Jadeé llevando mis manos a su pelo, en una emoción desconocida por acercarlo más.
No podía detenerlo, tampoco quería cuando poco a poco me fue recostando en el piso. No me di cuenta en qué momento había quitado mis pantalones y me dejó en bragas. Fui consciente que él tampoco traía pantalones solo bóxer.
Santísima.
No había vuelta atrás. Iba a suceder en la cocina, en el incómodo, frío y duro piso de la cocina de su apartamento. No era para nada romántico ni mucho menos lo que siempre imaginé en mis sueños.
Mi cuerpo reaccionó y empujé su pecho cuando sentí un dedo invadirme por primera vez. Él estaba siendo brusco y yo.
— Bella… —murmuró sin dejar de invadirme al unir otro dedo— estás tan estrecha y húmeda —su boca atacó mis pechos.
— Edward —gemí entre extasiada, temerosa y desilusionada.
Limpié mis lágrimas que se derramaban por mis sienes. Quería disfrutar, en verdad quería hacerlo y dejarme llevar.
— ¿Qué te pasa? —detuvo su invasión— ¿por qué lloras, nena?
— No hay flores, Edward, tampoco velas y menos una cama bonita —pensé en voz alta—. No hay nada de lo que siempre soñé que sería mi primera vez.
— ¿¡Qué!? —sus dedos abandonaron mi vagina y su rostro estaba muy cerca del mío, todo su cuerpo me cubría y lo sostenía con sus antebrazos para no aplastarme—. Bella, dime que no es lo que estoy pensando. Tú, no eres… ¿o si?
Cerré mis ojos un momento y asentí.
— Es vergonzoso decirlo —admití.
Resopló fuerte antes de ayudarme a sentar. Él se incorporó y empezó a poner su pantalón.
— ¿Por qué no me lo dijiste? —Su voz fue acusadora—. ¿Por qué permitiste que llegáramos hasta esto?
Empezó a caminar de un lado a otro mientras tiraba de su pelo completamente frustrado.
Enojada y también avergonzada empecé a vestirme. ¿Cómo se atrevía a reclamarme?
Me puse de pie y lo miré. Al menos la poca luz que se filtraba por el ventanal nos permitía ver nuestros rostros.
— Quería decírtelo, aunque parece que el destino se pone en nuestra contra. Siempre sucede algo y evita que hablemos de nosotros.
— Bella —restregó sus manos en el rostro antes de fijar sus ojos en mí— estuve a punto de tomarte, de envestirte, ¿comprendes? Estaba tan ansioso por ti que nunca pensé en el lugar, tan solo quería…
— Qué fuera tu mujer —terminé la oración por él—. Créeme que es lo que más deseo, Edward. Quiero ser tuya, solo que no así —incliné mi rostro— soy una idiota por soñar tanto con mi primera vez, pero fue lo único bonito que podía rescatar de mi vida.
— No. No pienses de esa forma —me abrazó fuertemente y yo también lo abracé escondiendo mi rostro en su pecho desnudo—. Debí ser un caballero, Bella. No portarme como un hombre sin raciocinio que solo piensa en estar entre las piernas de una mujer.
— Admito que también tuve cierta culpa.
— La culpa fue mía por no tratarte cómo mereces —murmuró dejando un beso en mi cabello— era tanto mi deseo por tenerte que nunca me puse a meditar un momento que necesitaba antes conquistarte.
— No niego que me gustaba lo que me estabas haciendo —dije sin un poco de vergüenza— tal vez, me traicionaron mis estúpidos miedos o mis ridículos sueños.
— No digas eso. Fue muy normal tu reacción, estuviste a punto de entregarte por primera vez y… el piso no suena muy agradable, nena.
Levanté mi rostro, mirándolo.
— Pensé que te pondrías como un energúmeno y empezarías a dar de gritos. Estaba a punto de ponerme en ese mismo modo para defenderme.
Edward sonrió al mismo tiempo que besaba mis labios.
— Eres una gruñona, que solo sabe discutir.
Fruncí las cejas.
— ¿Acaso te estás describiendo?
Sus dientes mordieron delicadamente mi labio inferior hasta tirar un poco de él, siseé y él sonrió satisfecho.
— Eres hermosa, Bella. En todos los sentidos.
— Eso dices porque ahora conoces mi cuerpo —suspiré— y porque tus dedos… oye, tus dedos son muy buenos.
Tomó mis caderas y como si no pesara nada me sentó en la encimera, sin ningún esfuerzo, se inclinó lentamente a mi oreja.
— Si fueran buenos ahorita mismo estarías gimiendo rogando por más.
Abrí mi boca al sentir como los vellos de mi piel se erizaban y mi entrepierna cosquilló. La voz de Edward era endemoniadamente sexy cuando estaba caliente.
Me tomó en sus brazos caminando conmigo.
— ¿A dónde me llevas? Pensé que…
— Tranquila —se sentó en el sofá dejándome en su regazo— tan solo quiero ponernos cómodos.
— Oh.
— Creíste que te llevaría al baño y terminaríamos lo que empezamos hace minutos.
Negué.
— Edward, ¿cómo le haremos? Es decir —pasé la punta de mis dedos por su pecho, primero recorrí lentamente su lado derecho y luego el izquierdo bajo la atenta mirada de él— ahora que ya sabes que nunca he tenido relaciones con nadie. ¿Cómo llegaremos ahí?
Él suspiró.
— Ese día llegará, Bella —prometió— y será el más hermoso de tu vida.
— ¿Habrá flores sobre la cama y velas?
Sonrió mirándome.
— Tendrás todo eso y más, nena.
— Oh, Edward —lo abracé emocionada—, gracias.
— Pero, ahora escúchame bien… te diré lo que haremos con Leah y Sam.
— Soy toda oídos.
Mordí mi labio mientras escuchaba con atención sus planes. Haríamos lo necesario para llegar a la verdad, no importaba el tiempo que podíamos tardar. Bombón lo merecía y nuestros hermanos también.
¡Sorpresa! Debido a su entusiasmo decidí actualizar antes de tiempo, ojalá el capítulo sea de su agrado y queden con más calma, sobre todo, quieran leer más. ¿Qué piensan harán para desenmascarar a Leah y Sam?
Adelantos en el grupo de Élite Fanfiction y para imágenes alusivas pueden unirse a mi grupo: link en el perfil.
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