Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.

Capítulo 18

Edward

— Es tan pésima actriz —murmuró James mientras capturada con el lente de su cámara a Victoria casi desmayada en brazos de Sam.

Luego de dos semanas de intentar coincidir con ese tipo, al fin lo habíamos logrado. La pelirroja sabía bien lo que debía hacer cuando se encontrara con él y justo lo estaba haciendo excelente.

Mostraba un poco de torpeza fingiendo que estaba a punto de colapsar de bruces si ese tipo no la sujetaba con fuerza y la acercaba a su cuerpo. Victoria era una mujer hermosa, no le costó hacerlo caer al ponerlo nervioso con su tentadora figura e imponente personalidad.

— Ha mordido el anzuelo —dije mirándolos desde nuestro escondite. Detrás de unas plantas falsas ubicadas a la salida de la tienda de libros.

El tipo sonreía sin dejar de ver el rostro de Vic. No dudó ni un momento en acompañarla hacia la pequeña cafetería que estaba frente a ellos. Ocuparon una mesa casi a la entrada del establecimiento y ordenaron algo, supuse, cuando una chica se acercó. Sam parecía fascinado con tener para él la atención de la pelirroja. Era tan repugnante que sus ojos empezaban a recorrer la figura de Victoria, sobre todo su vista estaba fija en las piernas, debido a la corta falda que ella usaba.

— Debe estar alucinando al tener a Vic con él —rio James sin dejar de verlos—. ¿Crees que logre sacarle una cita?

Fue mi turno de reír.

— Por supuesto. Es Victoria, tu eterna enamorada, la mujer que puede tener a todos menos a ti.

James me miró con un gesto aprensivo.

— No empieces. Sabes bien que la quiero, pero no como ella quisiera.

— Ojalá no te arrepientas. Puede que en un futuro ella se enamore de otro y tú te conviertas en un recuerdo, en uno muy malo.

— Seré el más feliz el día que se olvide de mí —aclaró volviendo su atenta hacia ellos.

— Tal vez eso mismo pensó Bree. Que ella sería feliz el día que la olvidara.

James volteó lentamente a verme, hizo una mueca y luego negó con la cabeza.

— ¿A qué viene eso?

— Pensé que nunca llegaría el día que la olvidaría —articulé llevando mis manos a los bolsillos—. Creía que cada noche la imagen de su rostro sería lo último que vería antes de dormir… hoy no es así.

— Hermano, me alegra saberlo —sonrió, dejando una palmada en mi hombro—. Supongo que Bella tiene mucho qué ver.

Reí con él.

— Bella está completamente loca —encogí mis hombros—, y me tiene a sus pies. Ella es todo lo que no buscaba y que ahora no quiero perder.

— ¿Ya tuvieron su noche? —movió sus cejas.

Exhalé. Me arrepentía una y mil veces de haberle contado sobre Bella, lo asociaba que fue en un momento de emoción, quizá extasiado por saber que ella no tenía experiencia alguna en el sexo me hizo hablar de más.

Ahora llevaba dos semanas soportando las preguntas indiscretas de James.

»Vamos, Edward, no te pediré detalles, solo cuéntame si o no.

— No. No ha pasado nada, estoy tratando de llevar las cosas de forma lenta. Estoy siendo muy paciente y darle su espacio para que se relaje.

James enarcó ambas cejas y esbozó una sonrisa qué no supe cómo descifrar.

— Tú ¿siendo paciente?

— Lo hago por Bella. Ella quiere una noche especial y quiero hacerle realidad ese sueño.

— Creo que si has perdido el juicio.

— Cállate y pon atención —señalé hacia la cafetería dónde ellos seguían ahí, charlando amenamente—. No debemos distraernos mientras Victoria esté con ese tipo.

Esperamos alrededor de una hora y media. Bebimos un poco de café y hablamos de cualquier tema sin importancia hasta que los vimos salir de la cafetería, él tontamente tenía una sonrisa de satisfacción en los labios mientras la mueca de Victoria era de hastío, ella no nos vio, pero nosotros sabíamos que debíamos seguirlos hasta que ella estuviera en su coche, a salvo.

Una vez ocurrió pudimos estar tranquilos.


Bella

Asentí.

Edward pareció satisfecho al contarme a detalle sobre Victoria y Sam. Me explicó cómo iba a intervenir, era lo más sencillo, pero según Edward aún no era momento, así que él me diría cuando iniciar la parte que me correspondía del plan.

Alargué mis piernas por encima de su regazo y Edward pasó sus manos por mis pantorrillas y juguetonamente arrastró la punta de sus dedos por mis muslos.

Lo escuché suspirar.

— ¿Irás de compras?

Moví la cabeza en un claro asentimiento.

— Será algo rápido —respondí.

— ¿Puedo ir con ustedes? Me puedo hacer cargo de Bombón mientras recorres el centro comercial con Alice.

— Bien. Acompáñanos —me incorporé y tiré de su mano.

— Bella… —murmuró rodeando mi cintura y acercándome. Reí, me gustaban nuestros momentos de arrumacos— ¿quieres salir conmigo esta noche?

Me puse de puntillas y enredé mis brazos en su cuello dejando un corto beso en sus labios.

— ¿Es una cita? —pregunté sonriendo.

— Lo es.

— Me parece perfecto tener una cita. Prometo no demorar en cuanto llegues por mí.

Edward rodó los ojos segundos antes de dejar una palmada en mi trasero.

— ¡Estamos listas! —Exclamó Alice trayendo a Lili de la mano—. Nos tardamos un poco porque esta pequeña ama que le cuenten historias de princesas.

Sonreí al ver el rostro de Edward, sus ojos siempre parecían iluminarse cuando veía a nuestra pequeña. Él extendió los brazos recibiendo a Bombón entre ellos, la sostuvo a su altura, besando su cabello rizado.

— Iremos a la librería del centro comercial —le dijo—. Hoy pasaremos una tarde agradable eligiendo libros, ¿de acuerdo?

— ¡Síí! —aplaudió Lili apoyando la cabeza en el hombro de Edward.

— Mmm… —Alice me dio un guiño—. Se hace tarde, vámonos.

.

Recorrer el centro comercial no era como antes, y no era queja, sin embargo extrañaba tener privacidad.

Ahora no podía disfrutar de la misma forma en lugares públicos debido a la cantidad de personas que me reconocían; algunas me grababan sin mi debido consentimiento y otras solo se acercaban por una foto. Era abrumador vivir así y prácticamente me estaba debatiendo en dejarlo atrás.

— Ya no te gusta, ¿verdad? —dijo Alice.

Le sonreí con los labios apretados mientras entrábamos a la tienda de Victoria's Secret.

— Casi no salgo y cuando lo hago quiero disfrutar.

Alice caminó detrás de mí, me alcanzó fácilmente.

— Aunque no me lo digas, sé que no eres feliz haciendo contenido. Tus prioridades cambiaron.

— Sigo soñando con tener mi propia marca de cosméticos —murmuré.

— ¿Y por qué no lo haces? Te han ofrecido asociarte con diferentes marcas para sacar tu propia colección y te has negado a negociar.

Miré directamente sus ojos y ella entendió. No era tan difícil comprender que mi prioridad era el bienestar de Lili y, que ahora mismo necesitábamos estar alertas para protegerla de los Uley.

»Cambiemos de tema —me pidió—. ¿Qué tipo de ropa estás buscando?

— Algo sexy —respondí dubitativa.

Aún no me decidía por el tipo de lencería que quería usar. Durmiendo con Lili debía optar por algo cómodo, supongo que podía seguir usando mis viejas camisetas, pero estaba terca en usar algo más fresco.

— ¿Qué tal este?

Abrí mucho los ojos al ver el provocativo camisón de encaje color blanco que Alice me mostraba sonriente.

— No dejaré nada a la imaginación, ¿no crees?

Alice levantó sobre su cabeza la endemoniada prenda, observándola de todos lados, rodó los ojos antes de enfocarse en mí.

— Es lencería —dijo lo obvio—, es usada para despertar el líbido en tu pareja —encogió sus hombros—. Puedes recibir a Edward con este tipo de ropa cada tarde, ¿no?

Le quité de las manos el camisón, tratando de esconderlo.

— ¡Estás loca! Pensará que ando urgida.

Volvió a quitar el camisón de mis manos y lo extendió frente a ella. Así, para que todas las demás mujeres que había en el concurrido lugar vieran el conjunto que estaba por comprar.

— ¡Pero si lo estás! Dijiste que no podías dejar de pensar en lo que te hizo y te estaba resultando difícil aparentar que podías esperar por más tiempo.

— Alice, no significa que me esté muriendo por estar con él —mentí. Necesitaba guardar un poco de dignidad delante de mi amiga.

— Pues esos escotes que usas y esas faldas que apenas cubren tu trasero dicen otra cosa.

Abrí la boca con la intención de refutar, sin embargo Alice no me dejó hacerlo restregando el fino encaje por mi rostro mientras reía divertida. Cerré brevemente los ojos evitando darle un manotazo.

»Mejor acepta que mueres por tener tu primera noche con él —añadió sonriente—. Anda, dilo.

— Alice, por favor, deja bromear —espeté ofendida mientras cerraba mis manos en puños. Detestaba que tuviera razón.

— Acéptalo. No puedes mentirme, te conozco y veo cómo lo miras.

— Está bien… Necesito que Edward me haga su mujer, porque de lo contrario me dará una maldita combustión de tan caliente que me pongo tan solo con sus besos, ¿contenta?

— Bella… —Edward llegó al lado mío y no dudó en sonreír. Me había escuchado y parecía feliz de haberlo hecho— ¿podemos irnos?

— Escuchaste todo, cierto —murmuré.

Él rio.

Sentí mis mejillas calentarse y fue peor cuando Bombón sujetó el bonito camisón y empezó a saltar en un pie y otro.

— No es cómo si no lo supiera —respondió él muy seguro.

Indignada lo seguí. Debía fingir que no moría por él, que era solo su ego y una falsa percepción suya. No obstante, podría aferrarme a miles de pretextos tontos, ¿y qué caso tenía? sí realmente lo necesitaba.

Estos días compartiendo besos supe que no eran suficientes. Aunque los hermosos detalles que tenía para mí me encantaban y por su puesto me enamoraban. Ahora quería más y él parecía haberse tomado muy en serio lo de esperar.

»Yo lo pago —sostuvo el camisón en su mano dejándome con la boca abierta, sonrió viéndome con esa mirada cautivante que prometía mucho—. De todos modos será un regalo para mí que tendré el gusto de quitar de tu cuerpo.

Sonreí al imaginar una noche prometedora.

Tal vez, había llegado ese momento.

Al fin.


Nota: No hubiese querido hablar de esto, chicas, sin embargo no encuentro opción. Estoy atrasandome con las historia debido a pequeños inconvenientes que surgen. Mantengan la calma si llego a tardar. En el grupo mencioné que la próxima semana me dedicaré por completo a Soñando Contigo para llevarla a su final, ahora mismo no sé si pueda ser posible debido a que me he sentido mal, no estoy segura si sea el virus. Ya que llevaba invicta todo este tiempo desde que se declaró pandemia, la debilidad que estoy sintiendo en estos momentos y el dolor de garganta es insoportable, realmente no sé cómo logré escribir. Aún así he querido mantener mi energía en estar escribiendo en vez de estar dormida, espero pronto sentirme mejor y seguir por aquí como tanto me gusta.

Les dejo un gran abrazo a cada una.

Gracias totales por leer 🍭