Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 26
Bella
— ¡Hasta la próxima! —agité la mano despidiéndome de todos y apagué el celular.
Había hecho un en vivo para tiktok. Las conjeturas seguían y seguían sobre mi vida personal desde que revelé que estaba casada. Ellos estaban interesados y querían saber todo sobre Edward y, yo siendo egoísta o quizá protectora mantenía todo lo relacionado a él y Lili bajo llave.
Suspiré. El aire se sentía diferente.
Miré hacia el mar; el atardecer estaba cubriendo todo y parecía que lamía el apacible agua del océano.
Era una sensación de ligereza en mi cuerpo y una paz increíble que se podía respirar. Todo era gracias a la nueva ciudad y por supuesto, al fallo del juez.
Sam Uley había sido encontrado culpable. Aunque la sentencia no superaría los cinco años, nos mantendrá tranquilos por el momento. Y si más víctimas de acoso lo denunciaban pudiera ser que sus años en prisión vayan en aumento.
Sobre Esme y Carlisle quedó asentado que fue accidente de tráfico. Debido a que nunca se encontraron los móviles pertenecientes a ellos, nunca pudimos saber con exactitud qué tanta culpa tenía Sam Uley. Aunque por su comportamiento obsesivo con mi hermana sabíamos que debía tener mucha culpa.
Perdimos el rastro de Leah. En el lugar que nos dijeron que estaba internada solo estuvo ingresada algunos días y su paradero ahora era un total misterio. Era un hecho que ella sabía más de lo que nosotros desconocíamos.
— Estoy lista.
Mi niña apareció por la puerta corrediza. La había enviado a cepillar sus dientes y ella ahora me los mostraba con una gran sonrisa.
— Vamos… que se hace tarde —sujeté su mano.
— ¡Tío Ewwi! —Ella corrió hacia los brazos de Edward—. Estás aquí, conmigo.
Mi sonrisa se amplió al ver su abrazo y el amor que compartían. Sabía que Edward no podía quedar mal, no importaba que cancelara citas en su nuevo consultorio, él jamás podría dejar plantada a Bombón.
— ¿Nos vamos? —preguntó rodeando mi cintura con su brazo y dejando un corto beso en mis labios—. No se vale llorar, eh —me dijo burlón— porque si lo haces te espera una buena tunda.
Reí mientras caminábamos al coche.
Lili estaba por emprender una nueva etapa, una de las muchas que traería su vida y nosotros estábamos listos para acompañar su viaje.
.
— No quiero.
Bombón se resistió, justo a unos pasos del salón de clases. Levantó su rostro y sus ojos marrones mostraron incertidumbre.
Edward me miró unos segundos, él lucía igual de atormentado que Lili. Solté un ligero bufido mientras ambos nos poníamos a su altura.
— ¿Qué pasa, Lili? —preguntó Edward.
La niña retorció sus cortos dedos, mirándonos con grandes ojos temerosos.
— No quiero quedarme —musitó—, no estoy lista.
— Es tu primer día de preescolar, Bombón —le recordé—. Será muy divertido conocerás amiguitos y empezarás una gran aventura con ellos y tu maestra, ¿recuerdas su nombre?
Ella asintió y sus dos grandes coletas se movieron hacia todos lados quedando sobre sus hombros.
La observé con nostalgia; no solo su cabello había crecido en este año, sino que ella misma lo había hecho ganando unos centímetros de más. Su rostro también tenía cambios significativos, su carita de niña pequeña estaba cambiando por unas facciones más propias de su edad.
Sujeté sus manos que seguía retorciendo y traté de sonreír tragando el nudo en la garganta, no era momento para llorar.
— ¿No me olvidarán? —inquirió con su voz rota y sus ojos al punto de llanto.
— No se olvida a quien se quiere —dijo Edward deslizando suavemente sus dedos por las coletas—. Nosotros estaremos aquí cuando sea la hora de volver a casa.
— ¿Lo prometen? —preguntó esperanzada.
— Por el meñique —enlace mi dedo con el de ella y eso la hizo sonreír.
— No puedes romper una promesa —nos dijo más segura.
— Nunca —respondimos.
Se echó a nuestros brazos cuando escuchó la campana que anunciaba la entrada a los salones.
— Soy la niña de las dos coletas y la mochila de unicornio —nos recordó— estaré aquí —dio unos pasos hacia la puerta y agitó su mano en un adiós antes de entrar al aula junto a los demás niños.
Edward se aclaró la garganta al ponerse de pie y escondió su rostro de mí siguiendo su camino.
Limpié rápidamente mis lágrimas y lo seguí. No iba a dejar pasar que estaba llorando por Bombón, ¡claro que no! Si no molestara a mi esposo qué clase de esposa sería, una aburrida y, eso si que no.
— Oye —le hablé quería hacerlo enfadar, pero también quería otras cosas, últimamente quería siempre estar con él—. Podemos pasar un rato en la casa.
Edward se detuvo y volteó hacia mí entrelazando su mano con la mía.
— ¿Haciendo qué?
Encogí mis hombros.
— No me has enseñado a montarte y… —cubrió mi boca.
— Bella, estamos en la escuela de Bombón, ¿podrías ser menos directa o hablar más bajo?
— Ya sabes que quiero —murmuré y él rápidamente tiró de mi mano caminando más deprisa.
Edward
— Mi amor —sostuve sus caderas impidiendo que siguiera moviéndose— te tratare de guiar con mis manos, te marcaré el ritmo y tu cuerpo por sí solo reaccionará.
Era una belleza tenerla montada completamente desnuda en plena luz del día.
Llevé mis manos a sus caderas y empecé a moverla de arriba a abajo y en círculos sobre mí.
Gemí disfrutando de su estrechez, sobre todo, de que ella misma empezara a moverse completamente desaforada y pasional.
— ¿Lo hago bien?
¿Qué si lo hacía bien? ¡Dios! No podía articular una palabra. Tan solo mis caderas arremetían contra su calor de una manera casi brutal al verla tomarme por completo.
Bella empezó a moverse sobre mí haciéndome jadear. Me estaba llevando al límite y empezaba a venirme en su interior cuando de pronto.
— Edward —se quedó paralizada mientras me corría en su interior y su cuerpo caía sobre mí.
— Bella, ¿qué demonios…? —alarmado por su reacción la lleve de espaldas a la cama—. ¿Qué ocurre?
— ¿Cuánto tiempo tenemos aquí?
— Aquí tenemos como tres horas.
Ella sacudió la cabeza y negó.
— No. ¿Viviendo en la ciudad?
— Nena —la cubrí con mi cuerpo quedando entre sus piernas— por favor, no me dejes así, aun no tengo suficiente de ti.
Llevé mis dedos a su resbaladizo centro y empecé a bombear. Bella en vez de disfrutar empezó a contar en voz alta mientras arrugaba el entrecejo.
— Hace cuatro meses que no me inyecto —murmuró— puede que esté embarazada, Edward.
— ¡¿Qué?! —mi voz fue un grito bajo.
Bella rápidamente empujó mi pecho, se incorporó y corrió hacia el baño. Mi mente aún seguía aturdida y no lograba hilar muy bien la conversación.
— Bella, ¿de qué hablas? —Fui hasta la puerta después de ponerme el bóxer y toqué con los nudillos.
— No me ha bajado, Edward.
Apoyé la frente en la puerta cuando escuché su respuesta y puede que haya botado todo el aire innecesario. ¿Qué íbamos a hacer?
Habían pasado apenas dieciocho meses desde que tuvimos la osadía de casarnos, de que habíamos luchado por quedarnos con Lili y de que prácticamente nos enseñamos a ser padres. Teníamos cuatro meses exactos en Oregon tratando de acostumbrarnos a la nueva ciudad.
Cuatro meses.
Cuatro meses haciendo el amor en nuestra propia cama, cuatro hermosos meses adorando su cuerpo y más enamorado de ella. Al fin dormíamos juntos y nuestras noches y mañanas se habían vuelto interesantes gracias a la conexión que logramos tener desde la primera vez.
Exhalé ruidosamente. Mi conciencia empezaba a reclamarme.
Si Bella estaba embarazada no la culpaba, de hecho ninguno tenía la culpa por dejarnos llevar tan placenteramente.
Bella abrió la puerta lentamente, se había puesto un corto camisón de algodón. Me miró con ojos llorosos.
— ¿Qué tienes, nena? —mi voz tembló junto con todo mi cuerpo.
Estaba pálida y paralizada. Di unos pasos envolviendo su cuerpo con todas mis fuerzas.
— Me hice una prueba de embarazo —musitó apuntando hacia el lavabo.
— ¿De dónde sacaste una prueba de embarazo?
— Hace tiempo Alice me la compró, fue cuando tenía náuseas, ¿recuerdas?
Asentí.
Sí. Por supuesto que recordaba que Bella se había enfermado de un virus estomacal y su inconsciente amiga creía que estaba en la dulce espera.
— Fue esa vez que terminaste en el hospital por deshidratación, nena. Pero, dime ¿qué salió en la prueba? —Traté de ocultar mis nervios.
— Es negativo.
Capté el tono desilusionado y antes de que saliera del baño atrapé su cintura.
Mi corazón había vuelto a palpitar con normalidad, incluso estaba sonriendo. En cambio ella parecía molesta, dolida, ¿por qué razón?
— Nena, ¿qué pasa?
Escondió su rostro en mi pecho, abrazándome con fuerza.
— No sé… a veces pienso —dudó— que me gustaría tener un bebé.
Sostuve su rostro entre mis manos.
— ¿Lo dices en serio? —pregunté.
Sus hombros se hundieron. Ahí estaba de nuevo su mirada triste y desilusionada.
— Hablemos… —tiró de mi mano llevándome detrás de la puerta corrediza, en el pequeño balcón se apreciaba la playa en su lejanía.
Ambos nos apoyamos en la baranda con nuestras miradas en algún punto del inmenso mar.
Un bebé. Bella quería un bebé, era completamente irreal escucharla. Pensé que para esta conversación pasarían muchos años y hoy la simple idea me tenía conmocionado.
»¿Consideras que está mal pensar en un bebé nuestro y un hermanito para Bombón? —Cuestionó después de un breve silencio—. Dirás que soy muy joven, cumpliré veintidós años y aunque te daré la razón. Quiero aclarar que no pienso que sea el momento, al menos me gustaría esperar hasta cumplir un sueño mío.
Sonreí al recordar su línea de cosméticos próxima a lanzar. Bella seguía entusiasta y conociendo todo acerca de fabricantes profesionales para lanzar su marca de maquillaje.
— Entonces quieres bebés y línea de maquillaje, ¿eh?
Rodeó mi cuello con sus brazos.
— Podría, usted amable caballero, hacerme el favor —bromeó—. Quiero dos bebés.
La sostuve en mis brazos estilo novia.
— Con todo gusto preciosa.
Bella empezó a removerse en mis brazos al darse cuenta que la llevaba a la cama. Ambos caímos sobre la blandura del colchón quedándome entre sus piernas, removí algunos mechones de su rostro y sonreí.
Seguíamos discutiendo por todo; qué si ella era desordenada y tenía pésima alimentación. Qué si yo me enojaba por sus tiktok y sus bailes. Seguíamos en la búsqueda de esa balanza que nos permitiera pasar el resto de nuestros días juntos.
Era difícil. No podía negar que era complicado mantener un matrimonio, sin embargo, la balanza seguía inclinándose al amor que seguía creciendo entre los dos y la responsabilidad por ser mejores padres para Bombón.
— Te amo, fanfarrón.
— Te amo más pequeña enojona —besé sus labios con la más absoluta ternura.
Esta vez quería hacerle el amor de la forma más lenta posible… la penetré despacio, tomándome el tiempo para hacerla disfrutar mientras ella se dejaba llevar y arañaba mi espalda.
— Edward, deberíamos de usar condón —suspiró entre jadeos mientras mis caderas se movían contra ella.
— No terminaré en ti, amor —lamí su cuello.
— Confiaré en ti.
Chupé unos de sus pezones rosas y arremetí con ahínco…
.
Corrimos tomados de las manos.
Bombón estaba sentada en la pequeña silla con sus coletas casi deshechas, se percató de nosotros y sonrió emocionada al vernos detenidos en la puerta de su salón de clases.
Los niños empezaron a salir uno a uno. Cuando fue su turno corrió hacia nosotros y se abrazó a nuestras piernas.
— ¡No me olvidaron! —Exclamó con sus ojitos brillosos.
No, no podíamos hacerlo y jamás lo haríamos. Ella era lo más importante que teníamos, el ser más preciado y el tesoro más grande que debíamos cuidar.
Y la causante de que estuviera enamorado de su tía, realmente nosotros le debíamos mucho a nuestra pequeña Bombón.
Fin.
Así llegamos al final, nos falta el epílogo y prometo traerlo muy pronto para no hacerlas esperar.
Infinitas gracias por haberme acompañado en este viaje, por todo su ánimo, sus favoritos, alertas y reviews.
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*Hoy publiqué una nueva historia navideña, será una historia corta y sin drama, donde mi única intención es sacarles varias sonrisas. Se llama Santa Is Coming 🎅 por si gustan darle una oportunidad.
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