introducción
Puede estirarse y enredarse,
pero el hilo rojo nunca se rompe
Se acercaban lentamente al lugar en el que la malvada bruja les esperaba. Sabía que era peligroso llevar a la niña, pero no iba a seguir los consejos de la anciana de la aldea: dejar a Rin con humanos no era precisamente una opción.
-Señor Jaken, ¿a dónde vamos?- preguntó Rin mientras permanecía sentada sobre Ah-Un.
-Vamos a ver a una bruja poderosa.
-¿Una bruja? ¿Por qué vamos a ver a una bruja?
-Porque el señor Sesshomaru le debe dinero y va a pagar su deuda...
-No voy a pagarle nada. - determinó el demonio mirando hacia el horizonte- No era más que una maldita embustera.
Había acudido a la bruja porque le había prometido que tenía una forma de fortalecer aún más su espada, sin embargo, había seguido cada uno de sus consejos, pero nada había cambiado y ahora pretendía hacer pagar a la bruja por su estafa. Por algo era el Señor del Oeste y nadie podría engañarle de nuevo, mucho menos alguien tan inferior como esa mujer.
-Señor Sesshomaru, ¿a qué debo el honor de su visita?- la voz de aquella mujer causó que se detuviera en su marcha mientras la vislumbraba en un claro del bosque. La luna era llena y las estrellas eran lo único que les acompañaba en aquel camino - ¿Ha venido a pagarme todo lo que me debe?
-No pagaré nada, tú me engañaste, Nyoko y he venido aquí a cobrar mi venganza.
-Yo no te he engañado: debías dejar algo en garantía para los dioses- apuntó la bruja dirigiendo una breve mirada hacia Rin- y sabes muy bien, de qué estoy hablando... Lamentablemente no es mi culpa que no me haga caso, pero el precio debe ser pagado en su totalidad.
Antes de hacer el trato le había explicado que tenía que dejar a Rin con ella a modo de prenda, pero él no había accedido. No confiaba en Nyoko ni en que no le haría daño a la niña en su ausencia, por lo que no había accedido a aquella parte del trato,
-No pagaré nada: debes saber que a mí nadie me engaña...
-Es una lástima...A partir de hoy, verás el hilo rojo que te une a la persona que ha sido predestinada para tu vida, es lo que se conoce como alma gemela, pero aunque te enamores y te correspondan, nunca podrás ser feliz: ella morirá inevitablemente, porque tu amor solamente le causará dolorosas desgracias. Sabrás que su muerte se aproxima, porque en el momento en que ella se sienta enamorada, comenzará a ver lo que tu ves y mientras el amor crecerá entre ambos, su vida se verá llena de dificultades...
-¿De qué estás hablando?
-Incluso cuando muera, sentirás alivio porque pensarás que la pesadilla para tu amada se ha terminado, pero no ha hecho más que comenzar: verás el hilo rojo cada vez que su alma reencarne y en cada una de sus vidas, estarás destinado a perderla de nuevo a una edad temprana. Desde hoy, tu vida y la suya serán una absoluta pesadilla.
Sesshomaru no comprendió las palabras de la bruja hasta que al vislumbrar su dedo meñique vio un hilo delgado de color rojo intenso.
-¿Qué es esto?
-¡Amo bonito, es un hechizo!- exclamó Jaken sujetando su báculo con fuerza- ¡¿Cómo te atreves bruja tonta?! ¡Deshaz lo que haz hecho de inmediato!
-Saca a Rin de aquí.
Jaken se llevó a la niña rápidamente a otro lugar para que no viera nada de lo que iba a suceder. Mientras la bruja, no tuvo oportunidad en explicarse o defenderse, ya que de inmediato Sesshomaru le rebanó el cuello con su látigo venenoso.
Pensó que asesinando a Nyoko todo se resolvería, pero el hilo rojo seguía firmemente atado a su dedo, sin embargo, decidió no preocuparse: él no conocía a nadie que pudiera tener el otro extremo del hilo, por lo que la maldición de la bruja no le produciría daño alguno.
El demonio caminó hacia donde estaban sus aliados, pensando en las cosas que tendría que hacer desde ahora, sin embargo, mientras se acercaba pudo ver que Rin en el dedo más pequeño de su mano tenía un lazo de color rojo envolviéndolo, sin que ella pareciera darse cuenta: La pequeña Rin estaba comiendo una manzana mientras escuchaba a Jaken, pero en cuanto vio al señor Sesshomaru, le dedicó una amplia sonrisa.
El demonio por su parte observaba el lazo: un extremo estaba atado a su dedo, mientras que el otro, lo tenía Rin. Aquello no era normal, porque eso no estaba en la mañana.
-Rin, ¿qué es lo que tienes en el dedo?
-¿En el dedo?- la niña miró su mano atentamente en busca de algo extraño- ¡Una manzana! El señor Jaken me la dio para cenar, ¿quiere un trozo? ¡Podemos partirla y todos tener un poco!
-¿No ves el lazo de color rojo que tienes en el dedo?
Rin negó con la cabeza antes de seguir comiendo su fruta. Pensaba que quizás el amo estaba de mal humor por su enfrentamiento con la bruja, pero ella no tenía ganas de hacer preguntas, ya que sentía hambre y quería comer su manzana.
Sesshomaru, miraba a Rin sin saber bien qué pensar: ¿por qué habían unido su destino al de esa niña? ¿por qué ahora ella estaba maldita? No podía entenderlo, ya que ni siquiera confiaba en la totalidad de las palabras de Nyoko, pero le preocupaba que Rin se viera perjudicada por su causa. La bruja dijo que la persona que tuviera el otro extremo de su hilo, moriría y aunque estaba convencido de que al parecer aún le quedaba tiempo, no podía permitir que la maldiciòn llegara a cumplirse.
-Rin, quédate muy quieta, ¿está bien?
-¡Sí!
Sesshomaru se alejó un par de pasos para sujetar a colmillo explosivo e intentar cortar el hilo, pero nada funcionaba: era increíblemente fuerte y al parecer, de momento, era el único que podía verlo.
Jamás debió haber confiado en Jaken y en su idea de fortalecer la espada con brujería, jamás debió haber alejado a Rin de su especie por mucho que su presencia le trajera algo novedoso a su vida, jamás debió haberla arriesgado a un hechizo que no sabía cómo romper... Si hubiese tomado en serio las palabras de la bruja, no la habría asesinado y la habría obligado a romper la maldición que afectaría a la niña.
Además no lo entendía: ¿por qué de todas las criaturas su alma gemela era Rin? No era lógico y ni siquiera estaba bien; era como si el destino le estuviera castigando y ni siquiera estaba seguro de entender por qué la vida le estaba jugando una traición semejante.
Rin le dio las buenas noches a sus amigos para acurrucarse a dormir sobre el lomo de Ah-Un. Estaba cansada, ya que se había despertado muy temprano y la bruja que tenía que ver el señor Sesshomaru estaba lejos, sin embargo, ahora iba a poder recuperar todo el sueño perdido.
-Jaken, hay que hacer algo.
-¿Por qué? Hoy ya es tarde.- comentó el diablillo acercándose a su amo- Además, Rin está dormida y si la movemos se va a despertar.
-La maldición de la bruja... cayó sobre Rin.
-¡¿Cómo?! ¡¿Por qué?!
-No lo sé.
-Pero... ¿no se supone que usted va a casarse con alguien de su clan cuando forme su imperio? ¿Cómo puede Rin ser su alma gemela?
-Hay que deshacer el hechizo de alguna manera: Rin puede morir por mi causa y... no es justo que sufra por algo en lo que nunca estuvo involucrada.
-Pero amo bonito, tiene que pensar bien las cosas- razonó Jaken mientras meditaba con la barbilla apoyada entre sus dedos-: la bruja dijo que Rin moriría en caso de que ella pudiese sentirse enamorada y ella es muy pequeña para sentir cosas de humanos adultos, además cuando llegue el momento, lo podemos resolver fácilmente.
-¿Cómo?
-Hay que dejar a Rin con la anciana que se ofreció a cuidarla en la aldea de humanos y velar porque cuando crezca se case con alguien: si esta casada, ella no podrá enamorarse de usted y el hechizo no se cumplirá.
-No es mala idea...
-¡Por supuesto que no! Además estoy seguro de que el hilo va a romperse en cuanto nos alejemos de la aldea en que viva la niña: es imposible que un hilo se pueda estirar tanto.
Sesshomaru se convenció de que esta vez confiaría en Jaken por última vez porque lo que decía era, extrañamente, muy razonable, además de aquella forma Rin estaría mucho más segura: ya nadie se atrevería a embrujarla y ningún demonio la atacaría por su causa. Era una buena opción para que finalmente el hechizo no se cumpliera...
