Capítulo dos
A partir del día siguiente Rin acompañó a la anciana Kaede y al monje Miroku a las clases que le impartían a la pequeña Mika. El lugar en que esa niña vivía era realmente muy grande, como nunca lo había imaginado y estaba segura de que el cuarto de la pequeña era más grande que el de la anciana Kaede.
-¡Rin, estás aquí!- exclamó Mika emocionada antes de abrazarla -¿Me contarás más historias? ¡Yo quiero saber más cosas de los demonios!
-Por hoy no, Mika- le indicó la anciana Kaede-, hoy ambas tienen que estudiar.
El monje Miroku comenzó a guiar una lección que Rin no lograba comprender del todo: le habían dicho que eran cosas que debía entender en todo momento, pero las metáforas eran complejas y su atención estaba centrada en admirar la belleza del cuarto de su nueva amiga.
-Muy bien, ahora deben escribir un poema - les instruyó Miroku con una pequeña sonrisa mientras la anciana Kaede servía un poco de té-: lo ideal es que apliquen algo de lo que aprendieron hoy.
Rin parpadeó en cuanto escuchó la instrucción: honestamente todo lo que había escuchado era tan aburrido que no le había prestado mucha atención y, aunque podía ver que Mika resolvía su tarea, ella decidió no complicarse y dibujar al señor Jaken en su trozo de papel con la tinta.
-Bueno, Rin ¿por qué no nos lees tu poema?- inquirió Miroku notando que la niña lucía interesada en su trozo de papel.
-No es un poema, porque yo no sé lo que es eso, ¡pero hice un dibujo! - explicó ella con una sonrisa- Está el señor Jaken alimentando a Ah-Un, iba a dibujarme con ellos pero no tuve mucho tiempo.
El monje Miroku y la anciana Kaede intercambiaron una mirada entre sí mientras Rin sonreía orgullosa por su dibujo.
-Creo que van a tomar clases separadas por el momento- anunció la anciana Kaede tomando a Rin de la mano-, al menos hasta que Rin se ponga al corriente.
-Yo quiero que Rin se quede- protestó Mika mirando a la niña con mucha ilusión-, yo pensé que iba a ser mi amiga ahora.
-Pueden jugar juntas, pero de momento para Rin es mejor que estudie sola.
Rin bajó la mirada antes de asentir en silencio. No quería que Mika se sintiera mal por su causa, pero confiaba en que las decisiones de la anciana Kaede eran sabias, después de todo, era una persona muy respetada en el pueblo.
De aquella forma, Rin comenzó a quedarse en casa de la anciana a tomar sus lecciones: al principio le enseñó a escribir su nombre, luego comenzó a escribir oraciones un poco más largas y paso a paso iba recordando cómo era leer.
Era una niña de rápido aprendizaje, pero no podía evitar creer que los poemas, los consejos de los filósofos y las lecciones eran muy aburridas. Le habría gustado más seguir aprendiendo en el bosque con el señor Sesshomaru y el señor Jaken, pero ellos no habían vuelto a buscarla.
Todos los días esperaba en la puerta de la casa de la anciana Kaede a que sus amigos volvieran por ella. Se había acostumbrado a contemplar el atardecer y aferrarse a la esperanza de que algún día ellos iban a volver.
-Rin, ¿por qué te quedas aquí afuera?- le preguntó la anciana mientras se alistaba para ir a atender un parto- Hace frío y puede que esté por comenzar a llover.
-Estoy esperando al señor Jaken- respondió ella abrazándose a sus rodillas-, lo extraño mucho y quiero que venga a jugar conmigo.
La anciana frunció el ceño, ya que a partir de la última conversación que había tenido con Sesshomaru él no parecía querer dejar a Rin en la aldea, pero había cambiado de opinión de pronto y no parecía querer volver a ver a la pequeña.
-Volverá en el momento en que menos lo pienses...- apuntó la anciana intentando agacharse para quedar a la altura de Rin- sé que los extrañas mucho y que es difícil para ti acostumbrarte a la aldea, pero pronto vas a ser muy feliz y comenzarás a querer quedarte aquí, pronto tu vida va a ser diferente.
-¡Pero yo quiero ser feliz ahora!
-Tengo una idea: ¿por qué no vamos donde Sango? Así puedes jugar con Kohaku y ayudarla un poco, creo que las gemelas le están dando bastante trabajo...
-¡Es verdad!- coincidió Rin con una pequeña sonrisa- Kohaku dice que ya no duerme bien y estaba pensando en ir con Kirara a dormir al bosque.
-Ven vamos a verles, ¿está bien?
-¡Sí!
Era muy agradable cenar con la familia de Kohaku, especialmente porque su hermana le preparaba a Rin muchos platillos deliciosos y se esforzaba mucho en que ella se sintiera cómoda.
-Mi hermana dice que estás tomando clases con Mika, ¿es divertido?
-Ya no tomo clases con ella- respondió Rin mientras cargaba con mucho cuidado a una de las gemelas-: la anciana Kaede dice que tengo que estudiar por mi parte, pero es muy aburrido.
-¿Qué te gustaría hacer?... Además de que el señor Jaken y el señor Sesshomaru vengan a verte...
-¡Ir con la anciana Kaede a ver como nacen los bebés!- exclamó Rin con una sonrisa- Me gustaría poder ayudarla porque ella trabaja mucho y es muy buena, además lo que hace se ve divertido.
-Quizás después te lleve a verlo.
-¡Eso espero!- Rin le miró con una sonrisa- La verdad es que las plantas y los niños son más divertidos que las lecciones que le dan a Mika: son puras frases y poemas que yo no entiendo... ¿Tú qué quieres hacer?
-Yo quiero aprender a cazar demonios como mi hermana y ser como era mi padre.
-¡Lo lograrás y serás muy bueno en eso!- apuntó ella antes de aplaudir y que la bebé la imitara.
-Tú también lograrás ayudar a la anciana Kaede con los bebés, pero ten cuidado con Mika: ella ya le dijo a los otros niños que tú eres su mejor amiga y no dejará que la ignores tan fácilmente.
-¡No voy a ignorarla! Ella me agrada mucho.
Aquella noche Rin durmió bien, sintiendo por primera vez que poco a poco podría encajar en la aldea y con la sensación cálida en el pecho de tener por fin una amiga.
Sesshomaru se había pasado aquel periodo de tiempo buscando algún tipo de solución para su problema, pero era difícil explicar a otras brujas la existencia de un hilo que solo él era capaz de ver. Estaba seguro de que ni siquiera Jaken podía entender la gravedad de su problema y de acuerdo con la opinión de las hechiceras a las que dejó ir después, solo quién había realizado el conjuro podía deshacerlo sin que nadie resultara dañado.
Debido a los malos resultados, se encontraba en un estado irritable en el que Jaken pagaba las consecuencias por haberle recomendado acudir a la bruja. El diablito verde pasaba los días lleno de golpes y moretones que aumentaban cuando una nueva hechicera repetía lo mismo que la anterior.
-¿Ahora a dónde vamos, amo bonito?- quiso saber el diablillo mientras se aferraba a su estola.
-Vamos al palacio de mi madre.
-¡Es buena idea! La doñita debe saber qué hacer en estos casos, además debe conocer a una bruja igual de poderosa que la que le hechizó.
-Eso espero.
En realidad, Sesshomaru desconocía si es que su madre conocía a alguien que pudiera ayudarle, pero esperaba que hubiera visto pasar a Nyoko a través de la piedra Meido y que, de alguna forma, pudiera traerla de vuelta.
No obstante, cuando le contó su historia, la gran señora de los perros permaneció en silencio por más tiempo del que él se esperaba.
-Si te embrujó y querías resolver el problema, ¿por qué no la reviviste con colmillo sagrado?
-Porque cuando regresé a buscarla, su cuerpo no estaba.
Irasue meditó un momento mientras ponía en orden sus ideas.
-Quizás no está muerta del todo.
-Imposible: yo mismo corté su cabeza y...
-Sesshomaru, es una bruja, son así: se valen de trucos para engañar a los incautos... aunque nunca pensé que mi propio hijo iba a caer en la trampa de una criatura tan insignificante... Al menos la maldición no parece ser tan grave.
-Sí lo es: el otro extremo del hilo se encuentra unido a Rin.
-Para ti eso es un gran problema...- Irasue suspiró antes de ponerse de pie- yo no sé bien cómo ayudarte, pero creo que tendrás que buscar a la bruja si es que ella sigue con vida.
-¿Qué hago si no se encuentra viva?
-El señor del Este debe conocerla más, podrías considerar preguntarle qué se puede hacer en estos casos.
-Yo puedo resolver esto solo.
-Es solo una sugerencia, pero siempre puedes hacer lo que tú quieras: solo no vengas aquí con esa niña si es que muere otra vez porque yo no voy a volver a salvarla, ya lo sabes.
Sesshomaru asintió en silencio antes de retirarse. Al menos el breve encuentro con su madre le había dado la confirmación de que la bruja podría continuar con vida, pero más allá de eso no había conseguido nada útil.
- Amo bonito, si gusta yo puedo ir a hablar con el señor Kirinmaru, ¡Él debe saber qué hacer con un hechizo de Nyoko!
Jaken se sentía orgulloso de su nueva idea, después de todo, pensaba que era parte de su responsabilidad resolver el asunto.
-No vas a hablar con él.
-Pero amo bonito, yo...
-Nada. De momento lo único que haremos es intentar encontrar a Nyoko o lo que quede de ella y no me acercaré a Rin mientras tanto.
-¿Yo puedo ir a verla?Han pasado muchos días desde que la dejamos en la aldea.- quiso saber el diablillo sin atreverse a mirarle a los ojos- Yo... la extraño, quiero saber si se encuentra bien y usted dijo que le daba igual si es que iba, ¿sigue sin importarle si voy? ¡Puedo enviarle saludos de su parte!
-No es mala idea...- Sesshomaru estaba pensando en voz alta- de esa forma puedes asegurarte de que es feliz y no le está sucediendo nada malo.
-¡Por supuesto! Además cuando crezca podré sugerirle un buen partido para que se case ¡Esa niña tiene que escuchar mi opinión!
-Puedes ir.
-¿Le digo algo de su parte?
-Nada.
Jaken asintió aunque sabía que Rin iba a sentirse triste con aquella indiferencia, pero comprendía los motivos de su amo: mientras menos interés demostrase en ella, menos probable sería que Rin quisiese verlo y con el paso del tiempo, ella podría dejar de querer saber sobre las aventuras de su amo, después de todo, era solo una niña y era posible que sus prioridades hubiesen cambiado.
-Jaken.
-Dígame, amo bonito.
-Llévale un obsequio.
-¿Un obsequio? - Jaken miró a su alrededor buscando algo que pudiera gustarle a la niña- ¿Qué obsequio?
-Comprale un kimono en alguna aldea, le será útil.
Jaken decidió comprar 3 kimonos en una aldea cercana para que su amo y Ah-Un pudiesen evaluar las opciones. Finalmente, después de evaluar sus alternativas se decidieron por un kimono verde claro con algunos diseños florales.
-¿Puedo llevar a Ah-Un?- quiso saber el diablillo mientras envolvía la prenda de ropa en una caja con cintas- Rin se alegrará de verlo y de recibir su obsequio.
-Haz lo que quieras, pero vuelve antes del anochecer: no debes permanecer mucho tiempo con ella y cuida que no te esté siguiendo.
-Sí, amo.
Jaken sujetó las riendas de la criatura que se dejó guiar prácticamente de inmediato al saber que iba a ver a Rin. El dragón la extrañaba y le parecía injusto que la maldición hubiese recaído sobre ella.
En cuanto llegaron a las cercanías del hogar de la anciana Kaede, el diablillo pudo divisar a la niña sentada en la entrada: se refugiaba en una manta de la nieve y el frío, pero estaba temblando y parecía no tener intención de regresar a la casa.
Rin tuvo que parpadear más de una vez y restregar sus ojos para asegurarse de que lo que veía era correcto: ¡El señor Jaken y Ah-Un estaban ahí! No sabía si era real, producto de su imaginación o de una posible fiebre, pero lo que sí sabía era que la alegría que estaba sintiendo en su corazón no podía ser una mentira.
