Nota: Este capítulo trata sobre el encuentro que tuvieron Saori y Shun. Del que hablaban en las Vegas.
3. El primer beso de Saori
Mansión Kido
Saori terminó de revisar los documentos correspondientes a los asuntos familiares que tenía en ese momento. Aún era muy joven y los accionistas de la fundación insistían en que la muchacha no tenía las facultades suficientes para manejar una compañía tan grande como era la corporación Grade. Pero ella no se daría por vencida.
Suspiró profundo, pensando en que su vida se limitaba a estar pendiente del manejo de la compañía y desde luego del funcionamiento adecuado del Santuario. Era la líder de ambos lados y aunque ella consideraba que podía con todo, no se sentía satisfecha ni mucho menos contenta.
Miró por la ventana, la noche estaba muy oscura y las estrellas apenas se veían. En el Santuario el cielo siempre estaba perfecto, la luz de la ciudad no opacaba el firmamento griego en esa parte del mundo. Movió su cabeza de lado a lado y prefirió tomar algo de aire y dejar de pensar en cosas que no venían al caso.
Pero al salir del despacho se sintió agotada y sumamente deprimida, por lo que prefirió ir a su cuarto para ponerse algo cómodo y dormir. Una ligera bata cubrió su pequeña figura, ésta era de seda blanca muy suave y de encajes azules en el pecho y dobladillo. Se puso un par de sandalias y antes de tumbarse en la cama se encaminó a la cocina por un poco de agua o algo para beber.
Bajó las escaleras con cuidado y escuchó el ruido de la televisión en una de las salas. Caminó hasta ésta y recordó como una tonta que Shun la acompañaba esa noche. Él siempre estaba con ella.
Siempre.
Se paró en el umbral y observó al joven caballero entretenido en la pantalla viendo una película. Aunque él advirtió su presencia no se atrevió a molestar ni a decirle nada. Así era Shun, quien siempre sabía cuando callar y esperar.
Saori miró a su compañero, guerrero y amigo. Observó que con el paso del tiempo el muchacho se hacía más apuesto, poco a poco quedaban atrás las facciones infantiles remplazando sus rasgos en gestos más maduros y varoniles. La diosa bajó ligeramente el rostro y recordó la guerra santa en el que el chico pasó de ser un joven dulce y amable a un dios siniestro.
Ella tuvo miedo ese día. Tuvo miedo de perderlo y que él no volviera a ser el mismo de antes. Pero allí estaba nuevamente a su lado, porque su destino era ser el santo de Andrómeda y no el vacío recipiente de Hades. Ahora aceptaba que desde hacia mucho tiempo aquel niño nada violento y reacio a las batallas le gustaba. Gusto que dejó a un lado al descubrir que ella era Athena.
Pero de todos los niños en la mansión, a Shun fue al único que trató con respeto y amabilidad. Tal vez era la razón por la que él siempre la acompañaba.
—¿Cuánto tiempo te quedarás ahí? —preguntó el muchacho ya un poco incómodo con la presencia silenciosa de Saori—. ¿Quieres ver la película conmigo?
—Desde luego —contestó ella sentándose a su lado
Él estaba acomodado en un amplio sofá, muy cerca al brazo del sillón. Saori se hizo un poco distante y le observó nuevamente. Shun la miró de medio lado y le sonrió tiernamente como solo él sabía hacerlo. Ante este gesto ella sintió un escalofrió e instintivamente intentó darse un poco de calor con sus manos.
—Ven que no muerdo —pronunció él
Saori se acercó más, recargando su cabeza en el hombro del guerrero mientras éste pasaba un brazo a su alrededor para abrazarla.
—¿De qué trata la película? —preguntó ella sintiéndose realmente cómoda en ese momento
—Es una historia de amor y traición, entre cuatro personajes que no saben si se aman o sólo se desean
—Que interesante. Tiene buenos actores
—Así es. Es Hollywood
—No sabía que te gustaban este tipo de películas
—Me gusta ella. —Señaló a la actriz de la película
—¿Te gustan las chicas bajitas?
—Me gustan las chicas malas, a ella siempre le quedan bien ese tipo de papeles
Saori guardó silencio prestándole atención a la película. Dos mujeres hermosas y dos hombres apuestos jugando a amarse sin saber hacerlo.
¿Pero que era el amor después de todo?
Ella no lo sabía y jamás tendría la oportunidad de comprender aquello. Estaba condenada a comportarse como una chica de clase alta por un lado y por el otro mantener la pulcritud y pureza de la diosa Athena. Vaya tontería y castigo que le había tocado.
Saori quería conocer el mundo en todo su esplendor. Quería salir con amigas y tomarse unas cervezas sin la necesidad de un chaperón. Quería enamorarse, besar, tener sexo, quería llegar tarde a casa e ir por la ciudad coqueteando con los hombres. Pero eso no era posible, no con sus cálidos guardianes que siempre estaban con ella y su siempre guardaespaldas Tatsumi que no le quitaba los ojos de encima. Era un milagro que el hombre no estuviera por ahí. Ya era viejo, seguro dormía.
Por lo menos ese día su cuidador era Shun. Él siempre era amable, atento y no se metía en lo que no le importaba como solían hacer algunos, exactamente Seiya. Aunque le tenía mucho afecto al santo de Pegaso, éste podía ser a veces un poco molesto e insufrible. Shun no era así.
Nuevamente sin darse cuenta su mirada se desvió hacia los ojos esmeralda del peliverde. Desde cualquier ángulo Shun era un hombre de extraordinaria belleza. ¿Qué tantas perversiones podría ocultar él debajo de esa inocente mirada?
Saori se preguntó si Shun sería de esos hombres que toman a una mujer con mucha dulzura o por el contrario si debajo de esa faceta de niño bueno, había un hombre ferviente capaz de hacer gritar con locura a su amante.
¿Qué escondía Shun debajo de su bondad?
Saori quería saber. Quería saber muchas cosas que posiblemente podía descubrir con Shun. Ella quería.
Andrómeda despegó la vista del televisor y la observó a ella completamente distraída en su mirada. Le sonrió amablemente apretándola más. Ella se incorporó y sin esperarlo posó sus labios sobre los de él. Shun se quedó quieto ante esa cercanía, sin embargo, no escapó e impulsado por el deseo profundizó más ese beso.
Ninguno de los dos sabía que hacer exactamente, ninguno de los dos estaba consciente de como manejar esa caricia, pero lejos de cualquier juicio se dejaron llevar, moviendo sus labios de acuerdo a lo que creían necesario. Saori se alejó un momento cautivada y ansiosa, sin pensarlo dos veces se levantó para sentarse sobre las piernas de Shun quedando frente a frente.
El muchacho estaba nervioso y ella también.
Saori le miró a los ojos y nuevamente acercó su cara para poder besarlo. El beso fue casto como al principio, el roce de sus labios era cálido y suave. Sin estar segura introdujo su lengua buscando la de Shun, no sabía si eso era apropiado o agradable. Él no la rechazó y continuó con el jugueteó.
No había problema.
Ambos se quedaron así por un largo rato, explorando sus bocas mientras aprendían más del beso y de cómo hacerlo. Saori bajó con delicadeza sus manos por el pecho de Shun, con delicadeza acarició de arriba abajo hasta que poco a poco empezó a desabrochar la camisa del muchacho.
Él por su parte no sabía exactamente donde poner sus manos, al principio las dejó sobre el sillón y después las subió hasta la cintura de la chica tocándola con mucha ligereza, cuando ella empezó a abrir su camisa, él no estuvo seguro si permitir esa caricia o continuar con ello. Con cuidado deslizó sus manos hasta posicionarlas sobre los muslos de Saori. Ella no se alejó.
Poco a poco las caricias de la chica se hicieron menos inocentes. Ahora ella besaba el cuello del muchacho haciéndole gemir levemente. No estaba segura si iba bien, pero a él parecía no molestarle. Sin más preámbulos deslizó su pequeña mano hasta ubicarla sobre la entrepierna del muchacho. Se volvieron a besar y ella empezó a masajear aquella zona hasta que empezó a abultarse.
Shun estaba contrariado, pero su excitación no lo dejaba pensar con calma. Sus manos se fijaron fuertemente sobre las piernas de la chica y ante la caricia en su ingle, no pudo evitar meter sus brazos por debajo de la delicada pijama de Saori. En un principio dibujó con sus dedos una línea de arriba a abajo por el torso femenino y cuando el beso se hizo más profundo él exploró con más detalle encontrándose con los pechos desnudos de la diosa.
Aunque quiso retirar su mano de inmediato, temiendo haber profanado algo sagrado, lo ignoró totalmente y apretó los senos de la chica sintiendo sus pezones duros y pequeños. Saori suspiró profundamente al recibir aquella caricia que la hizo estremecer oprimiendo la urgencia que crecía en su entrepierna.
Ambos volvieron a besarse esta vez con más deseo y la ropa empezó a molestarles. La timidez quedo a un lado cuando fue ella quien al tomar la iniciativa metió su blanquísima mano debajo del pantalón del guerrero encontrándose con una prenda más que le impedía su acceso, y a pesar de ésta pudo sentir el miembro endurecido de Andrómeda aún escondido.
Shun fue ligeramente un poco más rápido, antes que ella pudiera pensar con claridad, los dedos masculinos se adentraron entre sus pantaletas con mucha delicadeza acariciando suavemente la superficie de su vagina. Saori dejó caer su cabeza hacia atrás aceptando la caricia que aquel muchacho le ofrecía con mucha precisión.
Era agradable por lo que ella empezó a moverse de arriba abajo mientras él continuaba estimulándola muy pendiente a sus reacciones. Andrómeda no sabía que encontraría al hurgar entre las prendas femeninas pero no pudo evitar sentirse excitado al encontrarla completamente húmeda. Si era lo normal él no lo sabía, era una sensación fascinante y ver a Saori abrir la boca y jadear lo provocó aún más.
‹‹Shun de Andrómeda››. Las palabras llegaron rápidamente a su cabeza siendo consiente que todo aquello no era correcto. Sacó las manos de debajo de la ropa de Saori y con mucho cuidado se la quitó de encima sentándola sobre el sofá para él quedar de pie espaldas a ella.
—¿Qué pasó? —preguntó Saori confundida
—No podemos hacer esto —contestó aún en la misma posición
—¿Por qué? Tú quieres, yo quiero. Está bien —acotó ella arrodillándose sobre el sillón
—No puedo Saori —dijo encarándola—. No podemos hacer esto. Tú eres Athena y yo soy tu santo. Mi deber es protegerte, cuidar de ti. No…no hacer esto. Saori no puedo hacer esto
La peli lila se dejó caer derrotada.
—Pero
—Pero nada Saori. Esto no es correcto en ningún sentido
—Shun
—No volvamos hablar de esto. Hagamos como si nada hubiera pasado
—De acuerdo. Prometo no volver a tocar el tema. Sigamos viendo la película
Shun observó la televisión por un momento. Su deseo seguía impreso debajo de su pantalón y de seguir allí con ella, no podría contenerse por más tiempo.
—Mejor me voy a mi habitación
—Shun, lo siento
—No pasa nada. No fue nada. Ya pasó y prometo al igual que tú, no volver a hablar de esto. Descansa. —Finalizó caminando a grandes zancadas para desaparecer del lugar
Saori dejó caer su cabeza hacia atrás completamente desilusionada. ¿Qué tenía de malo? ¿Por qué Shun hacía tanto escándalo? Pensó que tal vez él la entendería, pero no fue así. El instinto de guerrero fue mucho más loable que el instinto de hombre. Athena suspiró derrotada. Se quedaría virgen para siempre. Era seguro que nadie se atrevería a llegar tan lejos con ella, no mientras siguiera siendo el recipiente de una diosa casta custodiada por todos sus amigos.
Sus únicos amigos.
Saint Seiya es una obra de Masami Kurumada
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Y aquí nos enteramos de que era ese secretillo que tenían Saori y Shun, de no haber sido por Andrómeda, estos dos hubieran hecho el delicioso arrepintiéndose el día siguiente. Porque para eso es el día siguiente.
Ya saben que si falta algo o creen que debería profundizar más en alguna parte, me lo cuentan para incluirlo.
Monse: Francisco es el mejor. De pronto y vuelva a salir por ahí
Geor: Gracias por acompañarme por aquí también. Gracias, gracias. Sí la idea es contar varias cositas que quedaron por ahí sin saberse a profundidad.
Guest: Desde luego que los voy a continuar. Tal vez tarde un poquito más en publicar, pero la idea es ir contando varias cositas. Por ahora tengo algunas cosas en mente. Gracias por comentar y estar aquí también.
Natalita07, Nyan-mx, Ivonne Galvn. Muchas gracias por sus bellos comentarios.
