Nota: Este capítulo habla sobre aquella misión que tuvieron Aioria y Milo en la que, según ellos, nada pasó.


7. La misión en Alemania

Alemania – Berlín

Era una tarde tranquila y soleada. Aioria de Leo y Milo de Escorpio caminaban por las calles serenas de la bella Alemania. Los dos santos habían sido informados que algunos eventos tenían indispuestos a los lugareños de la ciudad de Berlín. Según sabían, algunas imágenes estaban siendo puestas por todo el lugar, como una especie de adoración al dios Hades.

Los tratados de paz en el Santuario y en el inframundo estaban intactos, tanto en un lado como en el otro, ninguno había faltado a su palabra, por lo que los santos fueron enviados a Alemania a mirar con sus propios ojos quien era el causante de todo ese escándalo y el porqué de un momento a otro, el señor de la oscuridad se había vuelto tan famoso.

Paseándose por toda la ciudad descubrieron aquellos lemas plasmados en las paredes de las plazas y cerca de las iglesias. Todo aquello parecía un sacrilegio.

Pero aquel símbolo lejos de querer hacer una representación al dios de los muertos, parecía una figura mal hecha por un niño de cinco años. El emblema estaba conformado por una serie de círculos, unas letras y lo que podría ser una cara feliz. Aioria y Milo se quedaron confundidos ante esta extraña insignia. Todo parecía indicar que se trataba de un error y que tal vez alguien intentaba hacer una broma de mal gusto.

Sin entender continuaron su recorrido hasta muy tarde cuando el sol ya empezaba a ocultarse. En ese momento estaban cerca de una enorme pared donde el supuesto símbolo de Hades abarcaba gran parte de la muralla.

—¿Crees que se trate de una broma por parte de los espectros? —preguntó Aioria a Milo—. Estoy contrariado. No entiendo ninguno de estos símbolos. Creo que esto, es el signo del infinito. —Señaló

—¡Es una pérdida de tiempo! —bufó Escorpio

—Y lo es —contestó una voz cerca

Ambos ya habían notado la presencia del sujeto que se les acercaba con parsimonia.

—Juez. Acaso eres tú el que está garabateando la ciudad de Berlín —expuso Milo con sarcasmo—. Deberías dedicarte a otra cosa, tu talento para dibujar es realmente despreciable

El juez sonrió con cinismo y se acercó un par de pasos más hasta los santos.

—Por un momento pensamos que eran ustedes…Santos, los que estaban haciendo esto para consternarnos. Parece ser que su informante es un imbécil al igual que el nuestro

—Nuestros informantes en esta parte del mundo ya son ancianos —explicó Aioria—. Y después del gran eclipse se han vuelto paranoicos. Es lógico que cualquier cosa extraña llame su atención. No quieren ser víctimas de seres inescrupulosos

El juez volvió a sonreír.

—¿Y qué les dijeron atenienses? ¿Qué Hades estaba apropiándose de Alemania?

—Aiacos, ¿verdad? —Quiso saber Milo, el aludido afirmo—. Déjanos hacer nuestro trabajo por favor. Como dicen por ahí: 'huele mucho a azufre'

—Milo, ¿verdad? —preguntó el juez en el mismo tono—. Déjame decirte que yo ya hice su trabajo. —los santos prestaron atención—. Esos símbolos son de un grupo de niños revolucionarios que protestan por los altos niveles de contaminación ambiental causada por las grandes industrias

Leo y Escorpio observaron detalladamente las insignias y luego miraron al juez.

—No estoy intentando distraerlos ni nada de eso. Al palacio llegó el rumor de estas insignias, y se dijo que éstas estaban siendo atribuidas a nuestro gran señor. Y antes de tener un problema con el Santuario, vine a investigar y aquí me tienen, como ven, hice un mejor trabajo que ustedes. Todo fue un malentendido por parte de nuestros informantes que vieron todo esto como una amenaza

—¿Y debemos creerte? —Quiso saber Aioria

—Nuestros seguidores nos son tan palurdos como para dejar mamarrachos por toda la ciudad. —Leo y Milo se miraron entre si—. Tienen dos opciones. Creerme o no, ese ya es asunto suyo. —Les miró una última vez—. Yo ya no tengo nada que hacer aquí. Cumplí con mi trabajo y según los acuerdos, era mi deber informarles lo descubierto y ya lo hice. De ustedes depende si quieren seguir perdiendo el tiempo

—Espera. —Pidió Leo al ver que Aiacos se disponía a marcharse—. Tengo una última pregunta. —Milo miró a su compañero entretenido—. Tú y mi amigo —Señaló al escorpión—. ¿Fueron separados al nacer?

—¡¿Qué te pasa maldito gato?! —Protestó Milo. Aiacos hizo un gesto y se dispuso a marcharse

—Espero verlos pronto en el infierno —comentó el juez desapareciendo del lugar

—¿Por qué haces esas preguntas tan estúpidas?

—¿No ves el gran parecido que hay entre ustedes dos, bicho?

—¡Ay cállate gata pulgosa!

—No te molestes ¿A dónde vas? —preguntó al ver a su compañero caminar a grandes zancadas

—Al hotel

—Pero debemos saber qué significa esto

—Ese idiota ya lo dijo

—¿Y le crees? Ah claro, es porque es tu hermano mayor… ¿O menor?

—¡Vete al diablo!

—Espera Milo no te enojes

Aioria caminó tras Escorpio comprobando por sus propios ojos y oídos que aquellos símbolos dibujados en las paredes alemanas eran producto de un grupo bien organizado en contra de la contaminación ambiental. Tal cual les había informado el juez del inframundo.

Tuvieron mucha suerte al encontrarse con un niño rebelde que pintaba la pared y con un poco de persuasión (amenazas) el chico terminó corroborando lo que les habían informado minutos antes.

Molestos continuaron su camino hasta llegar al hotel donde pasarían la noche para poder marcharse a casa a la mañana siguiente.

Hotel Alecsa

Aioria observaba una pequeña cajita de color negro con ternura. Estaba convencido de que hacía lo correcto y que pronto pasaría toda su vida al lado de la mujer que tanto amaba. Marín la mujer de la cual había estado enamorado toda su vida y con quien llevaba una relación bastante larga. Conquistarla no fue fácil, pero al fin después de tanto tiempo y con su nueva vida, Aioria podía ser feliz al lado de quien tanto amaba.

Un golpe en su puerta llamó su atención. Dejó la cajita sobre la mesa y se dispuso a recibir a su molesto visitante.

—¿Qué quieres bicho? Tú perdiste. Te toca hacer el informe —Le recordó.

Milo tenía que cumplir con el papeleo al perder en un juego infantil de manos. Tijera vence a papel. Escorpio resopló.

—No vine por eso. —Aioria le miró sin creerle—. Vine a invitarte un trago

—¿Un trago?

—Sí. Terminamos temprano y no nos iremos hasta mañana. Vamos por un trago. Nos lo merecemos

—¿Por el excelente trabajo que hicimos?

—Porque somos fabulosos. —Leo soltó una gran carcajada

—Tienes razón. Vamos

—¿En serio?

—Sí

Y así empezó la noche para los dos santos quienes bajaron al bar del hotel para tomar un trago. Pero la noche se hizo amena y ambos santos se sentaron en la barra disfrutando de una copa de vino, pero luego de ésta hubo otra y otra más y gracias a las insistencias de Milo decidieron cambiar por whisky.

La charla se hizo más alegre, hablaron de sus días en el Santuario, de sus entrenamientos de niños, de otras misiones, e incluso se burlaron de sus demás compañeros y de ellos mismos. Con cada sorbo de licor la conversación tomaba un flujo más divertido y mucho más desinhibido.

—Sí Aioria, yo creo que Camus aún es virgen —dijo Milo arrastrando las palabras—. Él dice que no. Pero se molesta mucho cuando le pregunto

—Pero…yo lo eh…visto mirando…chicas

—Sí, él ve chicas. Claro, él tiene su corazoncito. Pero para mí que no ha llegado tan lejos

—Serás tonto —sostuvo el león echándose el trago encima

—¿Y yo soy el tonto?

—No. Tonto. —Intentó pronunciar—. Es sólo que Camus es reservado, eso no quiere decir que sea virgen. Para mí, el virgen es Mu

—¡Uy Mu! Ese es otro. Y a ese, ni chicas veo que mire

—¿Sera gay?

—No lo creo. O no lo sé, seguramente sí. Tal vez…tiene rollo con Shaka

—¿Con Shaka? —preguntó abriendo grandemente los ojos—. Bueno, suena lógico —Dejó salir una larga y fuerte carcajada

—Quiero algo dulce

—Pidamos un postre

—Vamos a caminar por la ciudad

—¿Para qué?

—Para conocerla gato. Vamos. —Pidió poniéndose de pie—. Vamos. Vamos a buscar algo dulce. Como una chica. —Intentó no caerse

—Yo ya tengo una chica. Hermosa y pelirota…pelirroja. —Rio—. Y me está esperando en casa

—Está bien, vamos por una chica para mí

—¡Milo!

—Está bien. No vamos por ninguna chica. Pero vamos

—Bueno, bueno. No afanes —le dijo caminando tras su compatriota—. ¿A dónde vamos?

—Pa onde las putas* —Aioria enarcó una ceja—. Las putas patas compita nos lleven

—¿Eso no es de una canción?

Escorpio contestó en medio de risas.

—No sé

Milo y Aioria salieron del hotel al frío de la noche y caminaron intentando recordar la letra de la canción completa. Pero apenas y podían unir un par de palabras y entre risas y maldiciones llegaron frente a un café iluminado.

—Se ve bonito. —Observó Aioria

—Y huele bien —expuso Milo entrando al lugar—. ¡Servicio! —gritó tomando asiento en una de las mesas. Leo llegó después y con un poco de dificultad se dejó caer frente a Milo—. ¡Servicio!

—Buenas noches —saludó una bella rubia de ojos verdes—. ¿En qué les puedo colaborar?

—Tú mi amor en lo que quieras —le dijo Escorpio, la chica sonrió con coquetería—. Qué tal si tú y yo, nos vamos a un lugar más cómodo

—¡Milo! —expresó Aioria

—Qué tal si pide algo para tomar y luego hablamos de eso. —Sugirió la chica

—Bien. Quiero un whisky

—Solo tenemos cerveza

Milo observó a Aioria quien se alzó de hombros.

—Cerveza. Para los dos

—Y un pastelillo. —Solicitó leo. La joven acató el pedido marchándose del lugar

—Me gusta

—Es linda. —Le dio la razón el rubio

….

—Oye Gitta. Mira a ese par. —Señaló la mesera que atendía a Milo y Aioria hacia unos momentos a una de sus compañeras—. Están como quieren. Me estaban invitando a salir. ¿Vas conmigo?

—Yo tengo novio —contestó la chica de cabellos castaños y ojos cafés

—Ay Gitta no seas aburrida. Vamos

—Apenas y los conoces Eda

—No creo que hagan nada malo. Apenas y se pueden mantener en pie. Pidieron cerveza. Me gusta el de pelo largo. Me pido ese

—Puedes quedarte con los dos si quieres

—Aburrida

Dos horas después

Gitta y Eda fueron las últimas en la cafetería. Tenían que cerrar cuanto antes pero su labor se había visto refutada por un par de hombres que se negaban a marcharse del lugar. Como no representaron mayor problema, ambas chicas decidieron terminar los quehaceres y tal vez con un poco de persuasión lograrían sacar a los santos del lugar.

Pero las cosas no pasaron así. Mientras Gitta organizaba los gabinetes, Eda se había sentado muy cerca al santo de la constelación de escorpión y en vez de estar barriendo los pasillos, estaba riendo al lado de los dos caballeros que ya iban por su décima cerveza.

—¡Gitta ven! Milo tiene muchas cosas que contar de un lugar llamado Santuario —dijo su compañera

—Sí Gitta. —Apuntó Escorpio—. Toma asiento linda y escuchas lo que tengo que decir

—Quisiera irme temprano

—Será sólo un momento señorita. —Pidió Aioria mirando a la muchacha—. Toma un descanso. Te lo mereces

Derrotada se sentó junto a los otros, en lo que Milo les relataba sobre el Santuario. Sin darse cuenta ambas chicas terminaron compartiendo un par de cervezas con los santos, escucharon sus anécdotas de aquel mágico lugar donde hombres y mujeres gozaban de una fuerza abrumadora. Les explicaron sobre el gran eclipse y como sus esfuerzos impidieron el fin del mundo.

Gitta no creía ni la mitad de las palabras de los hombres, que le hablaban de dioses y santos bajo una constelación. Pero Eda estaba fascinada con la historia que incluso pidió indicaciones de cómo llegar hasta el Santuario.

—Muchachos ya tienen que irse. —Pidió Gitta—. Es necesario cerrar el lugar y ya no hay más cerveza. —Mintió en lo último

—Vamos a celebrar a otra parte. A tu apartamento amiga. —Ofreció Eda—. ¿Sí?

Gitta observó a los dos hombres por un momento.

—Prometemos comportarnos —dijo Milo con su mejor sonrisa

—Dos desconocidos en mi apartamento. —Miró nuevamente a los hombres, estaban tan ebrios que Gitta no le vio mayor problema, igual siempre podía llamar a su novio el cual era policía—. Está bien

—¡Sí! —Celebró Eda—. Tengo una botella de tequila en mi mochila

Sin que la otra pudiera reaccionar los dos hombres y la rubia se pusieron de pie y continuaron su camino. Después de cerrar bien el establecimiento los cuatro caminaron por las calles de la ciudad mientras bebían de la botella de tequila suministrada por Eda.

—El tequila es malo —dijo Gitta caminando agarrada del brazo de Aioria mientras Milo y Eda iban detrás abrazados—. Te borra la memoria

—¿Quién eres tú? —bromeó Aioria

—¿Quieren uno? —Ofreció Eda un par de cigarrillos que fueron aceptados por sus acompañantes

Después de un pequeño recorrido y un par de cigarros, los cuatro llegaron hasta el apartamento de Gitta. Entrando se encontraron con una pequeña sala con un sofá de color rojo y un pequeño televisor en frente. Gitta señaló el baño, el cual fue rápidamente ocupado por Milo y luego por Aioria y se sentaron en la habitación para terminar la botella.

Bebieron hasta la última gota y fumaron hasta el último cigarrillo entre risas y anécdotas de los santos, quienes contaron divertidos sobre sus batallas, desde la primera que tuvieron hasta la última. Después de un tiempo prolongado Milo sugirió que jugaran póker de prendas, a lo cual Gitta y Aioria se negaron y después de esto, Escorpio y Eda se terminaron aburriendo cuando la conversación se limitó a la novia de Aioria y el novio de Gitta.

—¿Le pedirás matrimonio? Eso es genial —le dijo la castaña—. Marín es una mujer muy afortunada

—Yo soy el afortunado —comentó mirando para todo lado—. ¿Dónde está Milo y Eda?

—Milo está en el baño. ¿No lo recuerdas? —contestó Gitta—. Y Eda me dijo que se iba a recostar un poco. Debe estar en mi habitación. —Continuó mirando hacia el pasillo donde el baño y el cuarto estaban cerca el uno del otro—. Espera un momento —expuso caminando hacia el lugar sólo para encontrarse que Milo no estaba donde había dicho, temiendo sus sospechas, caminó hacia su alcoba y allí se encontró al santo encima de su amiga mientras se besaban con lujuria—. ¿Los molesto? —preguntó enojada, ambos voltearon a verla

—Lo siento —dijo Milo sonriendo—. Me es imposible negarme a estos ojos

—Lo que quieran hacer háganlo en otro lado, pero les agradezco respetar mi casa

—¿Vamos a mi apartamento? —le preguntó Eda a Milo

—Por supuesto

Y sin ni siquiera despedirse ambos se marcharon del lugar.

—¿De qué me perdí? —dijo el león al ver a Milo salir del apartamento en compañía de Eda—. Creo que yo también debería irme. —Continuó levantándose para luego caer sobre el sofá

—Puedes quedarte. Estás muy ebrio. Si quieres puedes seguir contándome sobre tu novia Marín

—¡Juguemos póker de prendas!

—Pero le dijiste a Milo que no, cuando él lo propuso

—¿En serio? No lo recuerdo

—Está bien. Vamos al cuarto, aquí hace mucho frío y no soy buena en el póker

—¡Si, póker de prendas! —comentó intentando seguirle el paso a la chica

Después de media hora, Aioria estaba completamente desnudo. Gitta apenas y se había quitado un par de prendas mientras disfrutaba de la bella vista que le ofrecía el santo de leo. Su pecho marcado, su piel nacarada, su sonrojo en el rostro y como no, su bien equipado paquete que Gitta observó cuando Aioria cayó profundamente dormido en la cama.

La chica no fue capaz de despertarlo y mucho menos de moverlo, por lo que decidió irse a dormir al sofá de la sala.

A la mañana siguiente

Milo despertó completamente adolorido. Le dolía el cuello, los brazos, las piernas, la cabeza y hasta el cabello. Molesto e incómodo miró en su rededor el extraño sillón donde dormitaba y sus ojos se perdieron en la bella figura femenina que descansaba completamente desnuda sobre su cuerpo. Sin despertarla intentó recordar algo de la noche anterior. Pero por más que intentó no lo logró. Hasta el nombre de la chica se le había olvidado.

Buscó con la vista algo que le diera alguna señal de quien podría ser la persona con la que dormía. Su vista se clavó en un portarretratos con el nombre de Eda a un lado.

‹‹Eda. Sí ese es su nombre›› pensó y con mucha delicadeza logró que su compañera despertara

—Buenos días santo de Athena —dijo la chica clavando sus ojos verdes en él, mientras una mano acariciaba su pecho. Milo enarcó una ceja—. ¿Dormiste bien?

El santo miró el lugar, el sillón no era para nada cómodo.

—Que te puedo decir. ¿Tú y yo?

—¿No lo recuerdas?

—No. ¿Me ayudas a recordar? —le dijo tomándola del mentón para besarla

—Con el mayor de los gustos —contestó ella sentándose de frente—. Fue en esta misma posición

—Así es como me gusta —Finalizó besándola con pasión en lo que ella se acomodaba para continuar aquel acto

….

Gitta despertó a la hora de siempre, se duchó, cambió y se preparó para irse a trabajar mientras su querido visitante seguía durmiendo sobre la cama. Antes de marcharse, dejó una nota, pidiéndole a Aioria verse en el café y después de darle una última mirada a tan majestuoso hombre, se marchó del lugar.

Una hora después Aioria despertó con un fuerte dolor de cabeza, la boca le sabía a cenicero y tenía la garganta completamente seca. Miró por todo lado sin reconocer el lugar y por más que intentó recordar no pudo hacerlo. En lo que su conciencia volvía a su mente se percató que estaba completamente desnudo y que estaba en una cama ajena.

Como un resorte se puso de pie y recordó a las dos chicas que había conocido la noche anterior en un pequeño café. Gitta fue su primer recuerdo. Él se había quedado con Gitta.

—¿Qué carajos hice? —Se preguntó llevándose las manos a la cabeza—. No puede ser. De acuerdo Aioria, intenta recordar —expuso sentándose en la cama—. Llegamos al café y tomamos unas cervezas. Luego vinimos a la casa de Gitta. —Suspiró. Hasta el momento todo bien—. Y luego Milo se fue… ¿Por qué carajos se fue Milo? ¡Maldito Milo! ¿Y qué pasó después? Milo se fue… ¿Qué pasó después? ¿Por qué no logro recordar? ¿Por qué Milo se fue? Tal vez Milo no se fue. Tal vez yo estoy soñando. —Sostuvo golpeándose fuertemente en la cara—. No es un sueño… ¡Que hice! Engañé a Marín. La engañé… ¡Por la diosa, engañé a Marín! Marín me va a matar. Me tengo que ir de acá. Tengo que irme

Aioria se vistió tan rápido como pudo y así mismo llegó al hotel para tirarse en la cama y torturarse por la falta que había cometido.

Hotel Alecsa

—Gato. ¿Qué tal tu noche? —preguntó Milo entrando a la habitación del león—. ¡Gato! —expresó a ver al hombre tirado sobre la cama con la cara hundida en la almohada—. ¡Gato!

—¡No quiero verte Milo! —contestó sin moverse—. Todo esto fue tu culpa

—¿De qué hablas?

Aioria se puso de pie para encarar al escorpio.

—Fue tu culpa. Engañé a Marín por tu culpa

—Espera, espera. —Milo intentó no reír—. ¿Tú y Gitta?

—Sí. Bueno no sé

—¿Qué?

—¡Que no sé! —le dijo caminando hacia la ventana—. Me levanté desnudo en su cama

—¿Y ella?

—Ella no estaba. Seguro se fue a trabajar. Milo. Lo que hice no tiene perdón. Le fallé a Marín

—Tranquilo hombre. Si pasó algo entre ustedes dos, ella no tiene por qué enterarse

—Milo le fallé a mi novia. ¡Y fue tu culpa!

—Ah no amigo. Yo no te obligué a nada. Tú eres el único culpable de tus actos

—¿Dónde estabas tú?

—Con Eda. Que mujer. Dormí en un sillón muy incómodo, pero ella es buena cabalgando

—Eres desagradable

—Por lo menos yo no engañé a mi novia. —Soltó ganándose una mirada fulminante por parte del león—. Descuida amigo. Fue cosa de una sola noche, no pasa nada. Eda y Gitta son parte del pasado

—Milo, le fallé a mi novia, a la mujer que amo

—¿Por lo menos valió la pena? —Aioria quiso matarlo en ese momento

—No lo recuerdo

—¿No te acuerdas de nada?

—No

—¿Entonces como sabes que dormiste con ella?

—Porque estaba desnudo. ¡Desnudo! ¡En su cama!

—Tal vez te desnudaste, pero no hiciste nada. Seguro te dormiste antes de hacer algo

—Eso espero Milo. No sé cómo voy a ver a Marín a la cara

—Mira amigo. Tú convéncete que no pasó nada y así vas por tu linda noviecita. Tenemos que irnos

—¿A qué horas vas a hacer el informe?

—Ya lo hice

—¿Y qué escribiste?

—Que no pasó nada

—¿En serio? ¿Ese va a ser el informe?

—Pero así es. No pasó nada. Porque no pasó nada —Aioria lo miró sin estar seguro—. Si no quieres que tu novia te mande a volar, eso es lo que tenemos que decir. Que no pasó nada. ¿Entendido? —Leo seguía sin convencerse—. ¡¿Entendido?!

—Pero

—Pero nada gato. No pasó nada

El quinto guardián aceptó derrotado.

Los dos santos llegaron al Santuario, entregaron el informe el cual no fue muy bien aceptado por parte de Shion quien no quedó convencido con el simple, 'no pasó nada', después de una pequeña discusión, frustrado, el Patriarca dejó ir a los dos hombres.

Templo de Leo

Aioria seguía triste sobre la misión en Alemania, estaba confundido y contrariado por toda la situación y de lo que pudo haber hecho o no con Gitta. Pero es que no podía recordar absolutamente nada. Apenas tenía algunas escenas en la cabeza y con lo poco que recordaba Milo, no era suficiente para recrear un hecho completo.

Suspiró. No se sentía con ganas de nada. Pero las cosas no son como uno quiere y una muy sonriente Marín lo esperaba con los brazos abiertos. Aioria intentó poner su mejor cara y caminó con paso firme hacia la amazona.

—¿Qué pasa? —preguntó ella cambiando su semblante. Aioria sintió un aire frío recorrerle la espalda—. ¿Qué pasa?

—Nada —contestó—. No pasó nada

—Te ves muy raro —dijo ella mirándolo de arriba abajo—. Algo ocultas

—No es nada. Te lo juro. Estoy un poco cansado. ¿Nos podemos ver después?'

—¿Tienes algo que decirme?

—Nada. Solo quiero descansar

Marín se marchó no muy convencida y Aioria dejó escapar un largo y fuerte suspiro cuando la sintió lejos. Caminó hacia su cuarto sacando del equipaje la cajita negra que aguardaba con un bello anillo adentro.

—No puedo pedirle que se case conmigo cuando le fallé. Soy un miserable. Te fallé Marín

Saint Seiya es una obra de Masami Kurumada

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*Jimmy Gutiérrez – Pa' las que sea

Hola. Eh aquí porque el pobre Aioria estaba sufriendo tanto por algo que no hizo jajaja…y no fue hasta después que llegó Dean que pudo conocer la verdad. Menos mal las cosas con Marín salieron a pedir de boca.

Nyan-mx, Natalita07, Monse, Ivonne Galvn, ShainaCobra muchas, muchas gracias por sus bellos comentarios. Me encanta leerlas.

Muchas gracias a mis demás lectores también por estar tan pendientes.

La idea de estos capítulos, es que no sean demasiado largos. Por eso en ellos cuento solamente lo necesario.

Nos estamos leyendo.