Nota: Y como todos se preguntaban cómo fue que Hades se enteró de todo, aquí les dejo la historia.
Ivonne Galvn, te dedico este capítulo, una dosis grande del Inframundo
9. De cómo Hades ganó la apuesta
Santuario
Tarde calurosa en las tierras griegas, Dio y Harold caminaban por el Santuario conversando tranquilamente sobre los últimos acontecimientos que llevaban a lugar ahí en los campos de Athena.
—¡Uy no parce! —dijo Harold luego de un largo bostezo—. Imagínese que uno, ahí todo fresco y luego lleguen a decirle que, le toca hacerse cargo de un chino, que vaya uno a saber, si es de uno o no
—El escuincle es de alguno de ellos —aseveró Dio—. Ya era hora que uno de esos bonitos la pasara mal por un rato
—Y cualquiera puede ser el papá. Esos son de los que las nenas apenas los ven, se les caen los cucos
—Uy, ya quisiera yo tener ese poder, carnal. ¿De quién crees que sea el bebé?
—Milo de Escorpio —contestó sin dudar—. Es el que tiene más fama de pipi alegre, fijo dejó preñada alguna hembrita por ahí
—Pero los otros no se quedan atrás socio. Ellos van por las calles enamorando mujeres y rompiendo corazones
—Son los chachos del Santuario. Oiga parce. ¿Por qué no hacemos una apuesta?
—¿Una apuesta? —preguntó dudoso Dio—. ¿De qué?
—Apostemos, de quien es el bebé
—Pero es que yo tengo muchos posibles candidatos
—No una apuesta entre nosotros dos. Una apuesta grande, entre todos los del Santuario, que cada uno juegue por su mejor postor
—Suena muy interesante esa idea, además de que podríamos estar ganando una buena lana
La apuesta inició, siendo muy bien recibida poco a poco por todos los interesados. En menos de una hora, la mayor parte del Santuario ya sabía del juego y desde luego estaban participando activamente. El bebé no llevaba mucho en el Santuario y sin lugar a duda era el tema de cada día.
…..
Rhadamanthys llegó al Santuario, como solía acostumbrar. Pese a los tratados de paz, Hades, lo enviaba seguido a dar una vuelta por el lugar y observar que todo estuviera y fuera como debía ser. Al juez ese encargo lo agotaba, el ambiente del Santuario era nauseabundo para lo que él estaba acostumbrado, y aquellos santos eran tan aburridos, que nunca había nada bueno o interesante que hacer o ver.
Dio de Mosca, pasó frente a sus ojos, como era costumbre, el santo de plata vigilaba esa parte del lugar, pero como Rhadamanthys nunca había suscitado una amenaza, el ateniense había hecho lo debido: pasar el informe y mientras el juez no hiciera nada malo, ni atravesara los límites, no había de que preocuparse.
Igual no era el único que solía andareguear por los alrededores del Santuario.
El espectro observó al santo, nunca se hablaban y apenas y cruzaban un par de miradas. Rhadamanthys no se caracterizaba por ser muy amigable, pero había algo que lo tenía inquieto: una conversación que escuchó cuando caminaba por el pueblo. Algo como de un bebé y un santo dorado. Se preguntó, si tal vez alguna infortunada mujer había sido tan tonta de darle un hijo a alguno de esos estúpidos hombres.
Tenía que averiguar qué estaba pasando. ¿Y si el niño significaba una amenaza para su señor? Él tenía que estar pendiente, y adelantarse a cualquier eventualidad si eso ponía en riesgo al inframundo. Suspiró profundo y vio como el plateado seguía su camino, la única forma de saber, era hablando con alguien y ese alguien se estaba alejando poco a poco de él. Carraspeo intentando llamar la atención del ateniense, pero éste continuó con su camino como si nada. El juez se molestó, hablar no era lo suyo.
—¡Hey santo! —llamó, Dio se detuvo de inmediato para luego girar sobre sus talones y observarlo—. ¿Cómo estás amigo?
Dio miró de arriba abajo al espectro, aquella palabra 'amigo' no logró el impacto que el juez quería, contrario a eso, el santo se puso más alerta.
—Hey, vengo en son de paz. —Se apresuró a decir Rhadamanthys—. Sólo quiero —Lo pensó un rato, decir tan abiertamente que quería saber sobre un bebé, no era una forma apropiada de sacar información—. Sólo quiero invitarte una cerveza
Nuevamente el santo miró desconfiado, aquello no era para nada normal.
—Mira, llevo mucho tiempo viniendo por acá, tú siempre estás de guardia y nunca me dices nada. ¿Qué tal si vamos por una cerveza y conversamos un rato? En realidad, odio mi trabajo.
Dio lo pensó un rato, meditó las palabras y se enfocó en las que anunciaban 'cerveza gratis' más exactamente en la palabra 'gratis'.
—De acuerdo, conozco un buen lugar. Sígame socio
Ahora fue Rhadamanthys el que se quedó consternado, no imaginó poder convencer tan rápido al santo y si las cosas iban bien, la información saldría más rápido de lo pensado. Sonrió, todo estaba saliendo a pedir de boca.
Pero las cosas nunca salen como uno las planea, llegaron al bar, pidieron un par de cervezas. Corona, pidió Dio y ya llevaban casi una hora en el lugar, el juez apenas y había bebido dos cervezas, mientras que el otro, ya iba por la quinta y nada que soltaba la lengua. Y cabe anotar, que Rhadamanthys tampoco era bueno sacando información.
Wyvern estaba a punto de un colapso, Dio de Mosca no solo, no decía algo relevante, sino que además había resultado fiel seguidor de las rancheras. Al ser prácticamente los únicos en el bar, toda la música se redujo a composiciones de Vicente Fernández, Antonio Aguilar, Pedro Infante, entre otros y aunque el juez no entendía nada de lo que decían, aceptaba que las tonadas eran interesantes y con sentimiento. Lo malo en realidad, era tener que escuchar a Dio cantarlas, y de haber sido otra época, el santo de plata ya estaría sollozando en el infierno, por semejante contaminación auditiva.
—Oye Dio. —El barban se acercó a ellos con un par de botellas—. Escuché algo de un bebé y que Aioria podía ser el papá del nene. ¿Qué sabes tú al respecto?
Rhadamanthys abrió ampliamente los ojos y escuchó entretenido la interacción.
—¿Dónde escuchaste eso Claus? —preguntó el santo, el otro asintió divertido
—Aquí. Marín y Shaina estuvieron por acá la otra noche. Marín se veía muy molesta, dijo que le cortaría las bolas al gato apestoso por ser el papá de ese bebé
Dio dejó salir una gran carcajada, contrario a la cara y desánimo del juez que notó que solo estaba siendo timado y que aquella información sobre un bebé no era más que un chisme sin sentido.
—La cuenta —musitó molesto el espectro
—¿Pero que pasa, carnal? —acotó Dio—. ¿Por qué te vas a ir, si nos estamos divirtiendo?
—Sí, pero tengo que irme. —Sostuvo intentando poner su mejor cara
—Aquí tiene —dijo el barban entregando la cuenta. Rhadamanthys miró por largo rato el papel, aparentemente el santo había pedido de las cervezas más costosas en el menú
—Gracias —acotó el juez pausadamente en lo que pagaba—. Hasta luego santo
—Gracias por las chelas —comentó el plateado, girándose a contarle a Claus el chisme completo sobre el bebé—. Verás, un bebé fue dejado en el Santuario, nadie sabe de quien es el nene, pero una nota dice que el papá es uno de los dorados
Rhadamanthys escuchó claramente esa información antes de salir del recinto, giró sobre sus talones y volvió hacia la barra para escuchar lo que Dio tuviera que decir, no sabía porque, pero el tema le pareció de lo más curioso.
—Pero ¿cómo así? —Inquirió el barban—. ¿Dejaron un bebé y dicen que un dorado es el padre? ¿Y ya?
—Sí, es toda la información que se tiene del nene
—¿Y no se sabe quién es el papá? —preguntó el juez
—No, no se sabe. —Soltó el plateado—. Cada santo de oro debe cuidar al bebé por una semana, mientras se descubre de quién es el bebé
—¿Y de quién es? —Quiso saber el barban
—Ni puta idea —contestó Dio—. Pero estamos haciendo una apuesta, por si quieren participar
—¿Una apuesta para saber de quién es el bebé? —preguntó el juez
—Sí. ¿Quieres participar?
—Paso, ya me tengo que ir
Y sin esperar por una despedida, el espectro siguió su camino. Chisme, todo eso no fue más que un chisme.
Inframundo
—¿Chisme? ¿Te parece que eso, es sólo chisme? —preguntó un hombre de cabellos negros largos y mirada penetrante—. ¿Chisme? ¿Y qué tal si el mocoso, es una reencarnación de un dios? ¿O un arma asesina de Athena y lo está ocultando con una excusa tan mediocre como que alguno de los dorados es el papá?
—Con todo respeto señor —musitó Rhadamanthys postrado frente al trono del gran Hades—. Pero no creo que sea algo muy importante, un par de chicas hablaban al respecto, algo como que, el bebé significaba una infidelidad y además hay una apuesta alrededor de todo esto
—¿Una apuesta dices?
—Sí señor
—¿Quién está apostando?
—No estoy muy seguro mi señor
—Me interesa esa apuesta —comentó Hades más para si—. Y si Athena participa, me gustaría poderle ganar
—Señor eso no es de su estilo, no está a su nivel
—¡A callar! Quiero apostar. Tú los conoces más. ¿Quién podría ser el padre? ¿Qué tal los gemelos? Me han dicho que han hecho de todo en esta vida, parece ser algo que harían ellos
—Sí, los de géminis podrían ser, pero también hay otros —dijo sin darle importancia a todo ese evento
—Quiero que vayas al Santuario y hagas una apuesta por los gemelos y esos otros que mencionas, pero también, quiero que pongas a alguien que sea capaz de averiguar de quien es el bebé
—Pero señor
—¡Sin peros! Sólo has lo que te digo
—Sí señor
En alguna parte del Inframundo
—¿Hablas en serio Rhadamanthys? —El aludido asintió ante las palabras de su colega—. ¿Y estás seguro de que, el que está en el trono es nuestro señor y no el muchacho Andrómeda?
—Eso es Minos. Debe ser Andrómeda, no hay otra explicación para que ahora nuestro señor quiera inmiscuirse en temas tan mundanos
—No Aiacos. —Suspiró Rhadamanthys—. No es Andrómeda, el que está en el trono, no es nadie más que nuestro señor Hades
—¿Pero por qué el señor Hades quiere participar en una sucia apuesta? —preguntó Garuda—. Estamos hablando de simples y mugrosos humanos
—Oigan, no sé qué está pasando por la cabeza de nuestro señor, pero él quiere ganar esta apuesta a como de lugar y debemos ayudar —acotó Wyvern
—De acuerdo. —Aceptó Minos—. ¿Qué hacemos? ¿Cómo movemos las cosas a nuestro favor?
—Necesitamos más información al respecto. ¿Rhadamanthys, que tanto te dijo aquel santo?
—No mucho. Lo que ya les dije, un bebé y nadie sabe quién es el padre
—Alguno debe tener por ahí su guardado —explicó Aiacos—. Eh escuchado que Escorpio es un don Juan, pero dudo que sea el único
—¿Quién? ¿Tu hermano? —Quiso saber el rubio. Garuda lo miró enfurecido
—¡Que no es mi hermano, maldita sea!
—Ya, tranquilo. —Pidió Minos intentando no reír—. El hecho es, que el padre puede ser cualquiera y necesitamos saber exactamente quien de todos es el papá de ese bebé
—Una chica —expresó Aiacos mirando divertido
—Una chica no puede ser el padre del niño. —Meditó Wyvern—. A menos de que estés hablando de Afrodita de Piscis
—No seas idiota —dijo Garuda en tono serio—. Me refiero a que una chica, podría sacar información de esos idiotas. Son hombres, y los hombres solo piensan en una cosa. —Los otros dos le miraron sin entender—. ¡En chicas! —Resopló
—No creo que ese sea el caso en este momento. Por una chica es que están como están
—Minos tiene razón. Pero la idea de Aiacos es buena, necesitamos a una chica, que se acerque lo suficiente al Santuario, para obtener toda la información posible
—Pero ¿quién? —Inquirió el Grifo—. Las mujeres del Inframundo son algo toscas, no todas son muy bonitas y su oscuro cosmos atraería la atención de todos. Además, necesitamos que sea de nuestra entera confianza
—Existe la mujer perfecta aquí en el Inframundo
—Rhadamanthys —llamó Aiacos—. ¿Estás consiente que la persona que vaya al Santuario tendrá que ganarse la confianza de esos hombres y que posiblemente tendrá que seducir a alguno? No creo que ningún espectro quiera eso, y si estás pensando en la señorita Pandora es la menos indicada. Ella asesinaría a cualquiera antes de obtener la información pertinente
—No estoy hablando de la señorita Pandora —comentó el rubio—. Y ella tampoco es tan demente. —Tomó un poco de aire—. Hablo de alguien que está en el escuadrón de Minos. Muy linda y puede pasar desapercibida
El aludido miró de uno en uno antes de atreverse hablar:
—¿Hablas de Violet? ¿Mi Violet?
—¿Es tuya? —inquirió Aiacos con una sonrisa pícara
—Ya quisiera —contestó el Grifo—. Ella no se prestará para eso. Ella me cortaría la cabeza antes de aceptar semejante misión
—Pero es la indicada. —Hizo ver Wyvern—. El cosmos de Cetus es muy cálido, no tiene esa oscuridad. Además, ella es hábil, buena con la palabra y es escurridiza. Es perfecta
Ambos jueces miraron a su compañero esperando una aprobación por parte de éste.
—Está bien, veré que puedo hacer —expuso Minos derrotado—. Pero hay posibilidades de que yo muera en el intentó
—Es tu subordinada. —Aseveró Rhadamanthys
—Tú no la conoces. No creo que el tema de que tenga que ir con un santo la ponga de buen humor
—Solo inténtalo
—De acuerdo Rhadamanthys, pero tú también puedes obtener algo de información con ese santo
—Minos tiene razón —expresó Aiacos—. Tienes que hacerte amigo de ese hombre
—Pero me sale costoso. Creo que es un cretino y embustero y canta rancheras de forma horrible
—¿Rancheras? —preguntó el Grifo, Wyvern asintió cabizbajo—. Lo siento amigo, sólo haz lo que puedas. Yo iré con Violet. Deséenme suerte —acotó alejándose de los otros en busca de la chica
—¿Y por qué no haces las paces con tu hermano y así tenemos información de primera mano? —le preguntó Rhadamanthys a Garuda
—¡Que no es mi hermano, idiota!
….
Violet de Cetus, estaba en el campo de entrenamiento practicando con un par de flechas. Sus ojos, uno dorado y el otro rojizo se clavaron en la figura imponente de Minos de Grifo. Una flecha surcó el cielo, y apenas el juez se ubicó cerca del blanco la saeta impactó muy cerca de su persona.
—Lo hiciste a propósito, ¿cierto? —inquirió el peliplateado notando que la flecha casi lo golpea
—¿Cómo se te ocurre pensar esas cosas? —preguntó la mujer en tono indiferente—. Sólo tengo mala puntería, es todo. —Minos suspiró y caminó hacia ella—. ¿A qué debo el placer de tu presencia?
—Tengo una misión importante para ti. —Violet rodó los ojos—. Y tienes que obedecer
—Sí, sí. ¿Qué es?
—Hay que ir al Santuario. —Minos tomó algo de aire antes de seguir hablando, la mirada poco amigable de Violet no le daba buena espina—. De acuerdo. Hay un bebé y nadie sabe quién es el padre, se dice que uno de los dorados es el papá y hay una apuesta alrededor de todo esto. El señor Hades, quiere participar y por lo tanto quiere ganar y ahí es donde entras tú
—Tengo cara de bruja, pero no soy adivina para saber de quién es el bebé
—Bueno, la idea es que entres al Santuario y obtengas toda la información suficiente para poder ganar
—¿Cómo quieren que haga eso? Si en el mismo Santuario no saben de quien es el bebé ¿Cómo voy a saber yo?
—Bueno mi niña. Tendrías que hacerte "muy" amiga de algún santo. Ya sabes —explicó guiñándole un ojo
—¡¿Quieres que sea la putita de alguno de esos tarados?!
—Bueno, no tan así. Pero…sí, sí
—¡Jamás!
—Oye, ellos no son tan desagradables, algunas personas dicen que son guapos
—Y son muy guapos realmente. —Minos rodó los ojos—. Por ahí vi un par de ellos en la guerra santa. Uno me mató de un solo golpe. Pero no es eso lo que me incomoda de ellos, es esa aura pura y divina que impregna a todos los protegidos de Athena. Además, estamos hablando de fraternizar con el enemigo
—No son nuestros enemigos. Por ahora
—Tampoco son nuestros amigos
—Violet. Sólo ve, sé gentil con esos hombres y tráenos la información necesaria para que nuestro señor esté feliz —Pidió colocando los pulgares en alto—. Créeme que, si te encuentras con el santo indicado, la pasarás bien —Finalizó guiñando un ojo
—Está bien Minos. Yo iré por esa información porque es claro que ustedes los jueces son un trio de idiotas. —El Grifo la miró indignado—. Pero no haré las cosas a tu manera, sino a la mía
—Tú utiliza la artimaña que requieras
—No dormiré con ningún santo de Athena. Amenos que se me atraviese alguno que valga la pena, que no es el caso. Pero sé que hacer
—¿Qué?
—Cerberos
Santuario
Era una tarde calurosa en el Santuario. Una bella joven de cabellos purpuras corría por los alrededores tratando de atrapar a un cachorro que con mucha habilidad escapó de sus manos.
—¡Manchas! ¡Manchas! ¡Espera! —gritó la chica alcanzando al canino, el cual era muy pequeño y de un pelaje claro—. Eres muy escurridizo pequeño —acotó en lo que el perro lamía su rostro. La chica observó por todo lado y luego dijo—. Bueno, Cerberos, para mi este es el lugar más sencillo para llegar al Santuario. Olfatea, necesitamos encontrar el rastro de quien dejó al bebé en este lugar. Corre
Nuevamente el cachorro emprendió la huida y la bella joven de cabellos morados corrió tras él. El canino se detuvo a una buena distancia y como todo un sabueso se puso a investigar por todo el lugar hasta obtener lo que quería. El tiempo ya había pasado, pero para Cerbero, quien poseía la agilidad y destreza de tres cabezas, era imposible que un rastro desapareciera, además que, gracias a la guerra santa, él conocía de primera mano, la esencia de los protegidos de Athena.
El rastro era suave, pero estaba aún impregnado en el ambiente que Cerbero, no tuvo problema para seguirlo.
—¿Encontraste algo pequeño? —preguntó la joven, por respuesta recibió un ladrido—. Muy bien
—Señorita —anunció un hombre sosteniendo con fuerza una lanza. Cerca de él, otro con el mismo atuendo se encontraba—. No puede estar acá
—Ay lo siento tanto —dijo la chica colocándose de pie con el cachorro entre sus brazos—. Mi perro corrió hasta acá y necesitaba atraparlo. Les ruego me perdonen —expuso con una mirada sensual. Los dos hombres tragaron saliva—. Ya me voy
—La podemos escoltar —comentó el otro sin apartar la vista de la chica quien lucía una pequeña blusa por encima de su ombligo y un short que dejaba ver sus torneadas piernas—. Si lo desea
—Pero que amables son. No es necesario. Hasta luego caballeros —se despidió caminando a paso ligero—. Que molestos. Bueno amigo, ¿a dónde tenemos que ir? —preguntó al llegar al pueblo y dejar al cachorro en el suelo. Éste sin esperar una indicación empezó a correr muy rápidamente—. Y ahí vamos
Violet persiguió al perro por todo el pueblo, al llegar al puerto y ante los insistentes ladridos del peludo, la chica se vio en la obligación de tomar un barco, para llegar hasta la ciudad, aunque le gustaban los animales, estuvo a punto de asesinar al pequeño Cerbero en un par de ocasiones, debido a que no dejaba de ladrar. Ya en la ciudad, el canino no esperó a que terminaran de bajar la puerta, cuando ya estaba corriendo como loco, en lo que Violet intentaba darle alcance nuevamente.
—¡¿A dónde me llevas endemoniado animal?! —gritó molesta, mientras el perro seguía corriendo—. Todo esto fue una mala idea.
El animal se detuvo y Violet se sintió aliviada, cuando pensó que ya todo estaba solucionado, el canino emprendió el camino nuevamente, pero esta vez se metió en una pequeña casa.
—¡Maldita sea! —expresó corriendo tras de él. Cuando por fin le dio alcance, lo encontró junto a una anciana de cabellos blancos que lo saludaba con dulzura, mientras él bailaba a su alrededor—. Ahí estás —dijo la chica—. Hola, es mi perro
—Hola niña —saludó la anciana—. Tienes una linda mascota
—¿Quién la dejó entrar? —preguntó una mujer con cara de pocos amigos acercándose a Violet
—Disculpe, estaba siguiendo a mi perro
—Es una amiga. Déjala en paz —acotó la anciana sin dejar de acariciar al perro
—Hagan lo que quieran —expuso la mujer molesta, marchándose del lugar
—Muchas gracias por eso señora —le dijo Violet a la anciana
—¿Eres de por acá niña?
—No señora —contestó la joven, inclinándose para observar al perro—. ¿Es ella? —le preguntó al cachorro en voz baja. El perro contestó con un ladrido—. Excelente
—¿Pasa algo mi niña?
—No señora
Tiempo después - Inframundo – Campos Elíseos
Perséfone estaba sentada alrededor de una fuente, el agua caía generando un cálido canto, la diosa pasaba sus manos por el líquido transparente, mientras observaba su reflejo en éste. Su cabello largo y de color rojo resbaló por sus hombros y sus ojos azules destellaron ante la luz de ese bello día.
Un sonido de metal llamó su atención, Hades estaba sentado unos metros más allá y esperaba con paciencia a su juez más leal.
—¿Dime que sabes? Llevo mucho tiempo esperando por esta información —dijo potentemente el dios del infierno—. Habla Rhadamanthys
—Mi señor, vengo del Santuario —comentó rápidamente el juez—. Aioria y Saga han sido descartados como padres del niño
—¿Qué dices? —preguntó molesto—. ¿Por qué? Maldición
—Parece ser que uno es un idiota y el otro lo es aún más
—Diablos. ¿Qué hay de Violet? Se supone que ella está buscando información al respecto y no eh sabido nada
—Según me dijo Cetus, la anciana no habla mucho del tema. Pero dijo algo, sobre una chica y el Santuario. Posiblemente pronto logremos algo que valga la pena
—De acuerdo. Márchate y dile a Violet que se dé prisa
—Si señor
Rhadamanthys fue rápido con su mensaje, después de un par de palabras el hombre se marchó del lugar. Perséfone miró a ambos hombres por un rato, agitó su mano para quitar el exceso de agua y con un pañuelo las secó. Con paso tranquilo caminó hacia su esposo.
—Querido. ¿Qué es lo que tanto tramas?
El dios del infierno observó un rato a su esposa, su cabello negro voló con el viento y después de un largo silencio, contestó:
—Nada, no tramo nada
—Entonces dime. ¿Por qué Rhadamanthys ha estado deambulando entre el mundo de los vivos y los muertos últimamente?
—Tiene temas personales —contestó intentando evadir la mirada de la diosa
—Nunca has sido un buen mentiroso o por lo menos no conmigo
Hades clavó la mirada en esa bella dama, tan hermosa como la primera vez que la vio, y aunque se la llevó por la fuerza, finalmente ella terminó enamorándose, no fue sino gracias a ella que él estaba nuevamente ahí en el inframundo. Sólo tuvo que aceptar un tratado de paz y todo volvió a la normalidad.
Perséfone era una diosa generosa.
—Hay un niño —contestó. La diosa prestó más atención—. En el Santuario de Athena. Se dice que uno de los santos dorados es el padre, pero nadie sabe exactamente de quién es. El patriarca obligó a cada uno hacerse cargo del niño, pero aun así no se sabe de quién es el bebé
—Pobre criatura, pasando de mano en mano. Pero ¿qué tiene que ver con nosotros?
El dios sonrió con inocencia.
—En el Santuario hay una apuesta al respecto y yo…estoy participando
—¿Tú? —Él asintió—. ¿Tú? ¿De qué te sirve el dinero mortal?
—De nada, sólo quiero la satisfacción de ver perder a Athena y Poseidón
—¿Ellos también participan en la apuesta?
—Así es
—¿Cómo te enteraste de todo esto?
—A veces envío a Rhadamanthys a darse una vuelta por ahí —explicó, su esposa le regaló una mirada molesta—. No quiero atacarlos, sólo quiero saber que ellos no nos atacarán a nosotros. —La diosa se cruzó de brazos y negó—. A veces es bueno saber que quiere tu enemigo. Igual, él nunca se adentrado mucho en el Santuario, no queremos una guerra, pero Rhadamanthys se hizo amigo de un santo y éste le contó sobre la apuesta
—¿Cómo estás tan seguro de que vas a ganar? Nadie sabe quién es el padre y son varios los sospechosos
—La lista ha disminuido con el paso del tiempo, pero yo, tal vez descubrí algo
—¿Y qué es eso? —El dios sonrió con malicia
—Verás, una subordinada de Minos encontró a la persona que dejó al niño en el Santuario. Es una mujer de edad, pero puede saber quién es el padre. Violet intenta obtener esa información, pero ha tomado mucho tiempo
—Una anciana dejó al niño en el Santuario. ¿No es extraño? Hasta donde yo sé, los dorados aún son hombres jóvenes. Pero, bueno
—Todo a su debido tiempo querida. Esperemos que información nos trae Cetus
—Promete que esto no será para problemas
—No te preocupes por nada de eso querida
Grecia – Hogar de paso
El tiempo pasó sin clemencia. Violet, visitaba todos los días a la anciana, que tenía por nombre Tessa. La mujer, recibía con gusto las visitas de la joven, y hablaban de muchas cosas, pero cuando se trataba de hablar de una tal Alexa, la mujer siempre enmudecía. Aunque Violet era buena sacando verdades con la anciana no la había tenido tan fácil.
—Eres tan buena como mi Alexa —comentó Tessa en lo que Violet le ayudaba a cambiarse de ropa—. Ella era muy amable
—Me ha hablado muchas veces de Alexa, pero no sé quién es ella. ¿Una hija? ¿Una nieta tal vez? —La anciana sonrió y guardó silencio. Cetus suspiró derrotada, otra vez la mujer acallaba, tenía que ser más hábil—. Era una persona muy querida para usted. ¿Tiene algo de ella? Tal vez yo, pueda ayudarla a encontrarla
—No mi niña —dijo la anciana sentándose en la cama y sacando una fotografía de una pequeña mesa junto al lecho—. Es ella
Violet tomó la foto y la observó por largo tiempo. Una linda chica de cabellos largos y ojos claros, la miraba desde la imagen.
—¿Dónde está ella? —Quiso saber tomando asiento junto a Tessa
—Murió
—Lo lamento mucho
—No pude hacer nada para ayudarle. —Sostuvo entristecida
—Usted estuvo ahí para ella. Le ayudó mucho
—No mi niña
—¿De qué murió Alexa? —Los ojos de Tessa se oscurecieron—. Perdón. No tiene que decirme si no lo desea
—Murió dando a luz a una hermosa criatura
—¿Alexa tuvo un hijo? —inquirió mientras la mayor caminaba hasta la ventana y asintió—. ¿Y el bebé? ¿También murió?
—Espero que no. Espero que al menos si haya hecho bien eso, por Alexa
—¿De qué habla? ¿No sabe dónde está el bebé? Tessa yo puedo ayudarle con eso. Si necesita información sobre el bebé, yo puedo traérsela
—El bebé está bien, mi niña. Está con su padre
Violet sonrió en silencio. Tessa decía las cosas a medias y no daba información más de la necesaria. Era muy poco lo que había obtenido de la señora.
—Me alegra mucho saber eso —dijo el espectro—. ¿Ellos vienen a visitarla?
—No. Ellos no saben que yo existo
—Tessa
—¿Tú puedes averiguar algo sobre el bebé de Alexa? —preguntó la anciana entusiasmada tomando entre sus manos las de Violet en un rápido cambio de actitud—. ¿Puedes? Me gustaría saber cómo está mi niño
—Claro que puedo. Pero necesito información para encontrarle
—Está en el Santuario —explicó la mayor tomando asiento nuevamente—. No es fácil llegar allá. Me costó mucho trabajo encontrarlo. Pero él está allí con su padre
—Eh escuchado del Santuario —comentó Violet—. Es un lugar muy grande. Con muchos guerreros. ¿A quién debo buscar?
Tessa la observó por largo rato y luego dijo:
—A un santo de oro. El padre del bebé es un santo de oro
Violet suspiró y esperó porque la mujer fuera más clara, pero su sonrisa no dijo mucho.
—¿Pero cuál santo dorado? —preguntó
—¿Hay muchos? —La anciana se sintió contrariada—. ¿Los hay?
—No lo sé. Tal vez sí, tal vez no —contestó rápidamente Cetus antes de que la señora se alterara más
—Yo espero que no. Porque no fui muy clara en la carta. Pero no creo que todos hayan pasado por un encuentro como el que tuvieron mi Alexa y él, en Francia —Violet prestó más atención. Tessa empezaba a ser elocuente—. El francés —comentó, y el espectro dejó caer su cabeza, la anciana otra vez divagaba—. Así le llamaba Alexa. 'El francés'
—'El francés'. ¿Es todo lo que sabe de él? —La mujer asintió con un movimiento de cabeza
Inframundo
Violet caminó con paso fijo por los largos caminos que llevaban justo a la corte del silencio. Allí se encontró a Minos conversando con Lune y dándole unas últimas indicaciones. Cuando el juez vio llegar a la chica, rápidamente se dirigió hasta ella.
—Dime que tienes algo que valga la pena Cetus. Nuestro señor se está impacientando
—No lo sé
Minos apretó las manos furioso. Tomó una gran bocanada de aire y habló pausadamente:
—¿A qué te refieres?
—Tessa no es muy clara que digamos. Pobre mujer, ha sufrido mucho
—¿Le tomaste cariño? —La chica se alzó de hombros—. No importa. ¿Qué te dijo esta vez? Oye, si no tenemos la información por las buenas, habrá que sacársela por las malas
—No harás eso
—Entonces habla
—Mira, no sé si esto sirva de algo. Pero, ella habló del bebé, del Santuario y dijo que el padre del niño era un francés. O bueno, que así lo llamaba la madre del pequeño, 'El francés'
—¿'El francés'? Debe de haber algún francés dentro del grupo
—Que astuto, a mi jamás se me hubiera ocurrido —comentó la chica en tono burlón
—Rhadamanthys, Aiacos que bueno que llegan —acotó el Grifo al ver entrar a sus compañeros
—Dinos que tienes información relevante, no puedo seguir llevándole simples recados a nuestro señor. —Impuso Wyvern a la chica
—¿Entre los dorados hay algún francés? —preguntó Minos mirando directamente a Rhadamanthys esperando por una respuesta
—Yo que voy a saber —contestó el rubio
—Los conociste un poco mejor que nosotros y vas al Santuario seguido —Hizo ver Aiacos
—Pero yo no sé. ¿Qué tiene eso que ver con lo que necesitamos?
—Posiblemente el padre del bebé sea francés o por lo menos eso es lo que dice la anciana —explicó Minos para molestia de Violet—. Pregúntale a tu amigo, el santo
—Creo que sería muy obvio ir a preguntar —aclaró Wyvern
—Ellos ya estuvieron muertos una vez —Tomó la palabra la chica—. Deben de estar en tus estúpidos libros Minos, búscalos
—Señor Minos —Recalcó el Grifo—. Y mis libros no son estupi…oye tienes razón
—¿En qué tus libros son estúpidos? —preguntó Garuda
—No idiota, en que la información de los santos debe de estar en los libros
—Si en alguno de esos libros dice que un dorado dejó a su suerte una mujer embarazada, te asesinaré —acotó Rhadamanthys
—¿Que? Ay, no sé, vamos a mirar
Los cuatro se encaminaron hasta la gran biblioteca. Minos tomó un gran libro negro y buscó los nombres que recordaba de los santos dorados. Por fin cuatro pares de ojos se detuvieron en una sola línea.
—Es él —dijo Aiacos—. Tiene que ser él
—¿El haber dejado a esa chica embarazada a su suerte no se consideraría un pecado? —Quiso saber Wyvern
—No, él no sabía y ella jamás lo culpó por ello —expreso Minos—. Y parece que ahora que el mocoso está bajo su cuidado, él no ha negado ser el padre
—¿Cómo podemos estar seguros de que él es el padre del niño? —Quiso saber Garuda
—Es el único francés que hay en ese grupo —expuso Violet
—¿Tú todavía sigues acá? —preguntó molesto Minos a Cetus—. Tienes razón Aiacos. —Continuó—. Igual ella lo llamaba 'El francés', pero no podemos estar seguros de que él sea el padre
—¿Y por qué otra razón lo iban a llamar 'El francés'? —Inquirió la joven obviamente
—¿En serio, por qué sigues acá? —Volvió hablar Minos—. Aunque tu punto es bueno
—Entonces es él —comentó el rubio
—Nos estaríamos arriesgando mucho al llevarle esta información al señor Hades
—Oigan es él —Tomó la palabra Violet—. Tessa dijo que Alexa y él se encontraron en Francia, y que ella siempre lo llamaba 'El francés', no hay pierde. Camus de Acuario, es el padre del niño
—¿Por qué tu subordinada sigue escuchando cosas que no le incumben? —preguntó molesto Rhadamanthys
—¿Qué no me incumben? Disculpa, pero eh sido yo la única que ha hecho un buen trabajo acá. ¿Tú que has hecho cejón?
—¡¿Cómo me llamaste mocosa?!
—¡Suficiente! —Minos se interpuso rápidamente entre los dos—. Pero en teoría ella sí hizo un mejor trabajo que tú
—¿Qué?
—Es verdad. —Le dio la razón Aiacos
—¡Cierren la boca!
—Y, por lo tanto —Le dijo Minos a Rhadamanthys—. Tú tienes que darle los pormenores a nuestro señor. Si nos equivocamos la culpa será enteramente tuya
—¿Ella hace un "mejor" trabajo que yo, y soy yo el que tiene que tomar la responsabilidad, cuando la que puede estar equivocada es ella?
—Rhadamanthys tú tomarás la responsabilidad —acotó el Grifo
—Sí, serás tú —comentó Aiacos
—Pero…está bien. —Aceptó el rubio—. Pero si todo es correcto y Camus de Acuario es el padre del bebé, yo tomaré el crédito al respecto
—Está bien por mí —anunció Violet caminando hacia la salida—. Si estoy equivocada no seré yo la que muera a manos del señor Hades
—Que niña tan molesta —comentó Wyvern
Campos Elíseos
Hades estaba sentado en una mesa en compañía de su adorada esposa, ambos bebían un poco de té mientras escuchaban cantar a las ninfas.
El ruido del metal atrajo la atención del dios, sin demora, caminó hacia el hombre de armadura negra y sin dejarlo hablar expuso con rapidez:
—¿Dime que sabes quién es el padre?
Rhadamanthys observó consternado mientras Perséfone rodaba los ojos.
—Sí. Señor, el padre del bebé es Camus de Acuario
—Camus de Acuario. Que tonto es Camus de Acuario. —Soltó una fuerte carcajada—. ¿Qué estás esperando Rhadamanthys? Ve y apuesta todo por él
—Sí señor —contestó el espectro desapareciendo rápidamente
—Te ves muy contento querido. ¿Qué te hace pensar que los otros no han apostado por ese hombre?
—Dicen que Camus, es un hombre muy serio y tranquilo. Rhadamanthys también me dijo que, a ese muchacho, pocos o más bien nadie le ha apostado
—¿Y qué tal si tus chicos se equivocan? Tal vez Camus no sea el padre —comentó su esposa con malicia
—Confío en mis hombres. Y si se equivocan los mataré
—Tú siempre quieres arreglar todo a la fuerza
Y para fortuna de todo el Inframundo, Camus de Acuario resultó ser el padre del bebé. Athena no contenta con el resultado, contactó a su hermana para que le dijera, como era posible que Hades se hubiera enterado sobre quien era el padre del niño y que treta usó para conseguir el dato. Y así fue como Violet entró en la historia, donde un furioso Rhadamanthys perdió el crédito, luego de que Perséfone averiguara como había sido todo.
Después de un par de conversaciones, Violet aceptó llevar a Camus con Tessa y que éste supiera que era lo que había pasado con la bella Alexandra. Al final, la anciana quien se esforzó tanto por reunir al pequeño Dean con su padre, tuvo un poco de tranquilidad al ser recibida en el Santuario. Hades estuvo tan contento con el resultado, que no le importó cuando su esposa se marchó antes de tiempo. A decir verdad, la pobre Perséfone estaba tan agotada con la algarabía de su esposo, que decidió irse con su madre antes de lo planeado.
Los jueces respiraron tranquilos y aunque todo salió a pedir de boca, nunca se sintieron tan cansados. Por lo menos, Rhadamanthys hizo un amigo, y de vez en cuando se reúne con Dio y ambos con un par de cervezas y whisky encima (este último para el juez), alegran el día cantando una que otra ranchera.
Y colorín colorado, estos cuentos aún no han acabado.
Saint Seiya es una obra de Masami Kurumada
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Hola a todos, espero que con este capítulo haya aclarado algunas de sus dudas, inicialmente iba a contar como tres historias diferentes, pero para que todo fuera y quedara más claro, me pareció mejor dejarlo todo en un único episodio. Pienso hacer algo similar para Poseidón y de paso saber, cómo fue que don Julián Solo, se enteró de la dichosa apuesta.
Nyan, por fin la chelas con Dio, sé que me quedo un poco corto, pero le haré justicia más adelante ; )
Como siempre, muchas gracias a todos;
Nyan-mx, Natalita07, Guest, Ivonne Galvn, beauty- amazon, Monse. Gracias como siempre por sus bellos comentarios.
Monse: Sí, todo está muy bien, gracias
Guest: Ese Aioros es un caso, muy tonto para algunas cosas, pero para otras tiene mucha agilidad, y Shura, bueno, en ese tiempo tenia su corazón bien grande
Nos estamos leyendo.
