Murdoc trabajaba en un rincón del estudio haciendo su lista navideña de obsequios y buenos deseos. Comenzaba a estresarse pues, irónicamente, parecía que cada nombre de quienes conocía de alguna forma u otra recordaba como esa persona le jodió el año (o más bien que él se lo haya jodido a esta persona) y no merecía ni una pizca de su consideración por eso mismo. Así que de inmediato que escribía un nombre, después lo tachaba con el mismo bolígrafo. No tenía sentido hacer ninguna lista, pero al menos quería intentarlo para sentir su ego satisfecho y su necesidad por elogiarse a sí mismo y creer que alguien de verdad necesitaría de sus cartas de buenos deseos este año.

De pronto un rico aroma invade su olfato. Viene de la cocina pues uno de sus queridos subordinados estaría trabajando en un postre decembrino. Olvida su quehacer por un rato y va a indagar qué es lo que huele tan bien. Encuentra a Noodle echando menjurjes y especias en la gran cazuela hirviente. Se le acerca por atrás con curiosidad, colocándole una mano sobre el hombro de manera cariñosa y preguntarle lo que preparaba.

—Hago ponche de huevo, ¿quieres probar?

—Por favor preciosa. Suena delicioso. -Responde él. -Noodle toma un vasito y le sirve una peque la porción. Murdoc bebe y de inmediato siente embriagarse con el exquisito sabor a alcohol en esta bebida. —Noodle, amor, esto tiene bastante licor para mis nuevos estándares.

—Eso lo se. Tal vez me pasé un poco, pero por eso te serví una cantidad pequeña. No abuses, de todas formas, aún faltan 2D y Russel de probarlo. -La chica deja que la bebida suelte a hervir y deja una flama baja en la estufa para irse a atender otros deberes. Murdoc se queda observando el rico brebaje y no puede evitar servirse una segunda porción en un vaso más grande. "Al carajo, de todas formas, este año casi termina. No puedo quedarme con las ganas". Se dice.

Regresa entonces con un ponche bien servido a su lugar en el escritorio. Después de seguir otro rato intentando hacer su lista, se ha rendido. Toma un cigarro medio encendido que se fumó antes y quema el papel observando cómo se consume. No piensa gastar más su valioso tiempo a gente que no lo estima.

De pronto siente una presencia escalofriante a sus espaldas. Se gira rápido y observa delante de él a tres fantasmas de animales que Russel alguna vez ha disecado haciendo trabajos de taxidermia. —¿Quiénes son, a que han venido? -Pregunta a la defensiva, echándose para atrás sobre su silla.

—¡Murdoc Niccals! ¡Hemos venido a darte un mensaje! -Dice el espíritu de perro Chihuahua.

—¿A mí? Jeje, creo que están confundidos. Deben referirse a mi amigo Russel. Si buscan venganza contra él por hacerles un mal trabajo post mortem, yo puedo decirles donde encontrarlo

—¡Silencio, mortal! -Exclama ahora el espíritu de un cerdo. —No somos animales muertos en realidad. Hemos adoptado esta forma como una manera de adaptarnos ante tus ojos, pues nuestras verdaderas formas intangibles son realmente difíciles de asimilar para cualquier ser humano.

—Cómo decíamos, ¡venimos del más allá! pues es nuestra última misión antes de cruzar al cielo y redimirnos por nuestros pecados. -Dice el espíritu de un palomo.

—¡Redención! Justamente eso es lo que tienes que hacer si no quieres terminar en el olvido, Murdoc Niccals. -Dice el perro.

—¿Pero yo que he hecho? Ni siquiera he vuelto a romper la ley desde el 2018. Aprendí mi lección... aunque esa vez en que robé ropa interior de esa tienda erótica, puedo explicarlo.

—Es sobre tu actitud. Sigues siendo un narcisista sin remedio. Ni siquiera eres capaz de terminar una lista con diez nombres para desearles una buena navidad. Si no corriges ese comportamiento te espera un destino horrible al morir. Fuego, dolor, desesperanza, sufrimiento, y más fuego.

—Está bien, ya entendí. Haré esa lista y les enviaré unos que otros stickers de nuestra tienda oficial, así obtendré el perdón eterno o algo así, ¿cierto?

—No es solo hacer una lista y ya. -Dice el palomo. —Además ahora que sabes el destino que te espera, sabemos que sólo lo harás para evitar ser castigado en un futuro.

—Recomendamos que hagas cosas buenas por personas que realmente aprecies, o tu cambio de actitud solo será superficial y de nada sirve. -Continua el cerdo.

—Ahora ya sabes lo que debes hacer. Se bueno Murdoc Niccals. Nunca lo sabes, pero puede que esta sea tu última navidad. -Los tres espíritus se desvanecen luego de decir esas palabras. Murdoc despierta sobre el sillón de su estudio. Siente miedo y está sudando frío. No sabe en qué momento fue que se quedó dormido. Tomó demasiado ponche y se siente mareado. Ese sueño fue tan lúcido y loco que le ha hecho recapacitar y ver la navidad como una oportunidad para ganarse el afecto de quienes lo rodean. Decide que es momento de hacer unas compras navideñas. Toma su cartera y sale de casa.

Regresó por la tarde cargado de regalos en un saco e incluso vestía un traje de Santa Claus con barba falsa. Mandó a reunirlos a todos en la sala para entregarles los obsequios que sus corazones más anhelaban. El vocalista de su banda exclamó con sorpresa al verlo vestido de tal forma. —¡Santa! ¡No puedes ser en verdad eres tú! ¡Gracias por venir a visitarnos! Lástima que Murdoc no está aquí para conocerte

—Ho ho ho, así es, querido 2D. Veamos que tengo en mi saco mágico para ti. -Comenta siguiéndole el juego. Extrae entonces una gran bolsa repleta de mandarinas y se la entrega con fatiga en sus debiluchos brazos. No va a admitir que se peleó con el dueño de la frutería por no pagarle el precio completo, pero si era para hacer feliz a su compañero estrella, todo valdría la pena.

—¿Como supiste? ¡Es todo lo que siempre quise! ¡Gracias, Santa! -Exclama 2D llevando su pesada carga.

—Ni que lo digas, sunshine. Y ahora, para la chica más genial del grupo…-Le hace entrega de una moto sierra eléctrica. —ahora podrás hacer esculturas en hielo como siempre quisiste, muñeca.

—¡Wow! ¡Nunca en mi vida he dicho que quiero hacer esculturas en hielo! Pero ahora si quiero, gracias Murdoc, le sacaré provecho.

—¡Y para el buen Russel! Que lo disfrutes. -Le ha dado un suéter colorido que incluso prende focos navideños con el mensaje "EN LA LISTA DE TRAVIESOS".

—Gracias, hombre, que detalle. - Procede a ponérselo. Todos parecen felices y conformes con lo que han recibido.

—¡Y no sólo eso! También pónganse estos. Traje uno para cada uno, solo cuídenlos bien porque tengo que regresarlos mañana por la tarde. -Les ha dado trajes de elfos de santa. Noodle y Russel lucen indecisos mientras que 2D ya ha subido sin chistar a cambiarse de ropa.

—Al parecer los ayudantes de Santa no visten talla grande. -Dice Russel observando su traje de medida pequeña.

—¡Y el mío tiene pulgas! -Dice Noodle apenas sosteniendo su conjunto con la punta de los dedos.

—¡Bueno, mis niños! Debo ir ahora a conseguirnos un árbol de navidad. Cuando vuelva, quiero verlos cantando villancicos. -Vuelve a salir de casa bastante motivado, algo que casi nunca se ha visto.

—¿Por qué crees que actúa tan amable de repente? -Pregunta Noodle.

—La pregunta es por qué nos adelanta obsequios si apenas es 13. Seguro ya está resintiendo la depresión prenavideña, pobrecillo.

Al regresar con un árbol recién cortado a casa, Murdoc lo decoró con las primeras cosas que encontró. No era el árbol navideño más bonito pero su intención era buena. Pará simular nieve sobre las ramas, utilizó crema batida y spray para el callo con brillitos incluidos qué tomó del cuarto de Noodle.

—¿Puedo ayudarte, Santa? -Pregunta 2D, luciendo su traje de duende, con el gorrito verde un cascabel en la punta, mallas de rayas rojas y blancas y orejitas puntiagudas de plástico. Se veía adorable

—No, gracias, sunshine. Está terminado. -Dice Murdoc

—¡Muchas Gracias por permitirme ser uno de tus ayudantes este año, Santa! -Dice 2D.—Gracias por los regalos y por el árbol. Siempre había querido conocerte. Por cierto, ¿dónde dejaste a tus renos? Y si no es mucha molestia me gustaría que para el próximo año me obsequiaras un par de zapatos nuevos porque este año yo he perdido muchos, no sé dónde pueden estar...

—Oye, ¿ya buscaste abajo de tu cama?

-...Oh, no había pensado en eso.

—¿En serio crees que soy Santa Claus, 2D? Lo fui en años pasados en plazas comerciales, pero ¡creí que estabas jugando! ¡Soy yo, Murdoc Niccals! -Se desprende un momento de su barba falsa y 2D exclama un jadeo de impresión.

—¿Murdoc? ¿Tú eres Santa Claus? Ahora entiendo porque siempre desapareces cada 24 de diciembre. Obvio tienes viajar al polo norte y preparar todos los juguetes y repartirlos en una noche, ¡eres admirable!

En realidad, en años pasados desaparece cada 24 de diciembre porque se iba al bar o a casas de citas, además de que por ser satanista no debería celebrar esas festividades, aunque últimamente haya ignorado ese detalle de su religión, pero dejara que 2D siga creyendo lo que él quiera. —Ah, sí, por supuesto. Hay muchos niños a los que tengo que hacer muy felices. Solo guárdame el secreto o Russel y Noodle no dejaran de pedirme más regalos si se enteran. Puedo hacer aparecer miles con solo chasquear los dedos.

—¡Claro Murdoc! No le diré nada a nadie.

—Así es, ahora, ¿por qué no vas y me cantas el niño del tambor o algo así? Debo trabajar en mi lista de niños buenos y malos.

—¡Oh, sí! No te molesto. -2D se va a otra esquina y empieza a entonar villancicos como le han dicho.

Ahora Murdoc va de vuelta a su escritorio como en un principio, con más ponche de huevo entre sus manos, sintiéndose contento y satisfecho por sus buenas acciones. Y tal vez en una oportunidad escriba una sincera carta a los fans.