PROEMIO · Datos reales
El plato que ofrecían hoy en el comedor del Tsukishima, no era un plato de buen tragar. Por lo menos, así lo sentían Yamato y Taichi. Aunque no era raro verlos juntos en el comedor, disfrutando del almuerzo, sí que era raro que Izumi Koushirou los acompañase.
Izumi Koushirou, un muchacho de diecisiete años, un año menos que Yamato y Taichi, pero con un conocimiento privilegiado, era un completo friki. O eso era lo que pensaba la gran mayoría de los estudiantes del Tsukishima.
Pues no existía ninguna persona que estuviese tan enganchado a una portátil como Koushirou. En ocasiones, te soltaba cosas tan detalladas y hablaba sin parar, que resultaba aburrido e irritante.
Lo más insólito es que corría el rumor de que salía con Tachikawa Mimi, la chica más guapa (seguramente) de todo el Tsukishima. Una adolescente con mucha energía que le gustaba ser el centro de la atención.
A muchos no les casaba el hecho de que el friki de Koushirou y la pija de Mimi estuvieran juntos. Pero los más cercanos, sabían que si esa relación se había dado, era porque ya venía de años atrás.
Ambos habían sido Niños Elegidos, por lo que tras sus aventuras digitales, habían tenido la oportunidad de conocerse más profundamente. Y claro, Koushirou, pese a que le encantaba investigar el código binario o el sistema cuántico, no podía negar que Mimi le parecía una chica muy guapa que lo había dejado prendado. Años atrás, ella en ocasiones, no paraba de llorarle porque no le prestaba atención, y eso desconcertaba al pelirrojo. Tampoco podía ignorar, el cambio tan radical que había sucedido durante sus aventuras digitales, donde Mimi se había convertido en una niña más considerada y a preocuparse por los villanos como Ogremon, y a querer ayudarlos.
En ese entonces, Koushirou solo sentía admiración y embobamiento, como le había ocurrido a Jou.
Pero poco después de sus aventuras, ella se había tenido que mudar a América por culpa del trabajo de su padre.
Todos y cada uno de los elegidos mantenían el contacto con ella, pero él, como estaba siempre pegado a la pantalla, era el que más tiempo mantenía el contacto a través de email con Mimi.
La adolescencia hace crecer los sentimientos de alguien, transformándolos en algo más grande, que Koushirou no se percató cuando ella había regresado a Japón el año pasado.
Su vuelta, aunque en un principio era para asistir a uno de los partidos de Taichi, había sido en realidad para quedarse en Odaiba. Ella no se lo había dicho en el tiempo que se mensajeaban. Sino, que se había enterado en un día de clase normal con el uniforme estándar y de manera casual. Según ella, quería darles una sorpresa, y bueno, Koushirou estaba encantado. Muy encantado de tenerla cerca y de poder confesarle sus sentimientos. Sentimientos que fueron aceptados y compartidos durante menos de un día.
Desplomado, sin tocar el almuerzo que le había preparado su madre y que destacaba del almuerzo comprado por Yamato y Taichi, Koushirou soltó un suspiro pesado, mientras que de reojo volvía a observar la razón de su tristeza.
Frente a él, Taichi comía tranquilo su ramen, mientras que Yamato tenía la consideración de no comer en aquellas circunstancias y buscar algo para animar a su amigo. Sin embargo, todo lo que tenía en la cabeza no eran las palabras indicadas que lo pudieran animar.
A Yamato no le parecía que alguien como Mimi pudiera estar con Koushirou, sencillamente por la personalidad inaguantable y demasiado directa de la chica. Tenía que ser alguien que le encantaba consentirla y darle todo tipo de atenciones a grande escala o ser un clon de Mimi para estar con ella. Y Koushirou no entraba en ninguna de esas dos categorías.
Podía entender que Koushirou cambiase alguno de sus hábitos por la influencia de Mimi. Después de todo, él, mejor que nadie, sabía lo que el amor podía transformar a una persona.
De no ser porque se había enamorado de Sora, nunca habría llegado a componer una canción inspirada en ellos, y que fuese la razón que hiciera que Sora se enamorase de él. Pues cuando la había compuesto, había sido solo para expresar mediante la música esos sentimientos que tenía, y que nunca diría por su emblema de la amistad. Sabía que Taichi estaba enamorado de Sora, y él, tras haberse enamorado también, calló y se mantuvo al margen, sin querer entrar en un triángulo en el que no debería de estar. Todo por la amistad que tenía con Taichi. Pero todo eso, no había servido de nada. Ella se había enamorado de él, e incluso el propio Taichi había animado a su novia a que se le declarara. Por lo que le había contado Gabumon, Sora no tenía la confianza de que él la correspondiera. Aunque al final, sus intenciones de confesión habían tomado otro rumbo.
Taichi dejó caer el bol vacío de ramen, quedándose satisfecho por la comida, donde Yamato no podía evitar visualizar a Agumon en su figura. Luego, Taichi cogió el móvil de Koushirou y revisó cada una de las fotos que contenía la nueva noticia publicada en Internet y que eran la razón del abatimiento de Koushirou.
-Viendo esto, está claro que entre Mimi y Michael hay algo más que amistad.
Yamato lo fulminó con la mirada, pero Koushirou articuló palabra.
-No es que esté claro. Es un hecho. Me lo dijo Mimisan anoche -sorprendiendo a sus dos amigos.
Al día siguiente, después de que Koushirou se le declarara, Mimi le había saltado con la noticia de que regresaba a Estados Unidos. Curiosamente, había recibido una llamada del Michael, donde su padre, que ahora trabajaba como productor y director de cine, le había pedido que participara como protagonista en una nueva película. Ella no había titubeado al aceptar. Y así, ella se había marchado al otro lado del océano para convertirse en una famosa actriz.
Koushirou había confiado ingenuamente en la relación a distancia. Pero, la diferencia horaria, el tiempo en que Mimi le mandaba la respuesta a sus correos, y las tantas fotos de Mimi y Michael juntos, le deprimían y a pensar que lo suyo había terminado.
Había pasado poco menos de un año desde que Mimi se había marchado. Y el contacto entre ellos era más distante por culpa de la agenda apretada de la chica. Mientras que la cercanía entre Michael y Mimi estaba incluso en boca de los medios de comunicación americana, donde corría el rumor de que eran pareja.
La verdad sea dicha, Michael era mucho mejor que él. No era de extrañar, que el día anterior, Mimi le mandase un mensaje diciéndole que salía con Michael, como si la relación entre ellos nunca hubiese existido. Por eso, ahora se encontraba tan deprimido y sin ganas de comer.
-Vaya -comenzó Taichi sin saber qué decir-. No me lo esperaba de ella. Bueno… sí que me lo esperaba… Pero… -y el moreno miró a su mejor amigo para que dijera algo más, ya que él se había quedado sin palabras.
Yamato le lanzó una mueca, donde él tampoco tenía las palabras indicadas qué decirle. Todo lo que rondaba en su cabeza, era un "Me lo imaginaba", "Sabía que esto acabaría así".
-Hola, chicos ¿Aún estáis comiendo?
Fue la voz de Sora quién les había hablado, la cual venía acompañada de Meiko. Ambas habían estado comiendo juntas con sus fiambreras traídas de casa disfrutando del buen clima donde se notaba que el verano estaba a la puerta de la esquina.
Koushirou levantó la cabeza y sintió una mezcla entre pena y rabia ante la escena que tuvo que presenciar. Yamato y Sora eran novios desde hacía casi cinco años y no habían tenido ningún problema durante su relación. Por otro lado, estaba la recién pareja de Taichi y Meiko, el cual solo era verlos, para ver a la típica pareja primeriza feliz y sin contratiempos.
Y en cambio él… Se había hecho ilusiones todos estos meses, creyendo que era la pareja de Mimi, cuando en realidad nunca había existido.
Tuvo ganas de coger la fiambrera que le había preparado su madre e irse a otra mesa bien lejos, pero, inmediatamente, Sora y Meiko le habían saludado y le habían mirado con esa cara de pena, donde ellas ya se habían enterado de la nueva relación de Tachikawa. De hecho, fue la propia Sora, quién empezó con su compasión.
-Lo siento, Koushiroukun. La verdad, es que lo que hizo Mimichan no estuvo bien.
Yamato añadiría algo más, dándole la razón a su novia, pero eso significaría hundirlo más.
-Fue muy cruel con Koushirou -sin embargo, Taichi no pudo callar.
-Bueno… Si Mimisan se enamoró de otra persona… -hablaba Meiko con ciertas dudas en un intento de defenderla. Ella la había apoyado mucho en el pasado, que no se sentía capaz de decir algo malo a sus espaldas.
Y las palabras de Meiko lo dejaron más triste y con la resolución de querer abandonar la mesa.
-Lo siento chicos, pero tengo cosas que hacer.
Meiko al instante, entendió que sus palabras hicieron más daño a Koushirou y se sintió culpable por haber hablado. Taichi se percató de eso y trató de detener al pelirrojo, buscando algo que lo pudiera animar. Pero solo podía pensar en su fracaso amoroso, y cómo había llegado a superarlo… en cierta manera. Así que empezó a hablar con sinceridad sin tener en cuenta los que estaban presentes.
-Mira Koushirou, yo también pasé por lo mismo que tú, y sé qué es muy difícil de asimilar, por no hablar que cuesta superarlo y es imposible de olvidar -Meiko que no sabía que su novio había estado tan enamorado de otra chica antes, se había quedado sorprendida, por no hablar de la cara que había puesto Yamato, seriedad y preocupación-, pero hay que aceptarlo y seguir hacia adelante. Quizás, lo mejor es que te centres en otras cosas para olvidarte.
-¿Otras cosas? -repitió Koushirou casi con ironía. En su pequeño mundo, solo existía su interés hacia lo desconocido, pero eso, cuando no tenía nada en la cabeza que lo hiciera perder la concentración. Y luego, estaban las cosas típicas de los adolescentes cómo jugar a un deporte, cosa que le disgustaba, o salir por ahí a tomar algo con los amigos, y los pocos amigos que tenía, tenían pareja, a excepción de Takeru y Daisuke. Pero el primero estaba muy unido a Hikari, y con el segundo, no es que fuera un buen compañero de salida. Solo le quedaba Tentomon, pero él no sabría cómo ayudarle- ¿Cómo cuáles?
-Pues… -y Taichi no supo muy bien qué decirle.
-¡Ah! ¡Ya lo sé! -interrumpió Sora-. El otro día Takerukun nos dijo -aludiendo a Yamato y a ella- que Iorikun organiza cada semana unas reuniones con los chicos que habían sido secuestrados por Oikawa y les da una charla sobre los digimon y las aventuras que tuvo. ¿Verdad, Yamato?
-¿Eh? ¡Ah! -saliendo de su trance donde le había dejado preocupado las palabras de Taichi-. Sí, eso es lo que dijo. Según parece, Iori quedó muy preocupado con esos chicos. Por eso, se está volcando con ellos.
-¡Esa es una buena oportunidad para olvidarte de Mimi! -exclamó Taichi animado-. Si estás con esos chicos, puedes aportar tu experiencia y todo lo aprendido en el Mundo Digimon. No hay nada más satisfactorio que enseñarle a los demás, de lo que tú aprendiste.
Koushirou lo pensó por unos instantes.
-Seguro que a esos chicos les gustará escuchar tus teorías sobre el Mundo Digimon y lo que me dijiste el otro día del resto de los mundos existentes -aportó Taichi cómo señuelo, sabiendo lo mucho que le gustaba al pelirrojo hablar de sus investigaciones.
-Está bien. Luego, le mandaré un mensaje a Iori para preguntarle dónde y a qué hora es -accediendo con la emoción de contar todo aquello que había descubierto.
Taichi se sintió alegre de poder haber conseguido animar a su amigo, así que le hizo la señal de la victoria hacia Sora, por ser la portadora de la idea. Algo que no gustó a Yamato y que empezó a comerse la cabeza con la idea de que Taichi, quizás, todavía no se había olvidado del todo de su novia.
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Koushirou acompañado de Tentomon se encontraban parados frente a un pequeño local de aspecto cerrado, pero que por alguna razón misteriosa, se encontraba bien cuidado. No tenía ventanas que diese al exterior, solo una simple puerta sin su reja, que invitaría a entrar a cualquiera.
El digimon no pudo evitar su desconfianza si aquel era el lugar que Iori les había indicado donde celebraba las reuniones, a lo que Koushirou, con la misma inquietud que su digimon, revisó una vez más la ubicación que el más pequeño de los elegidos le había enviado.
No había ningún tipo de error. Pero, tanto al humano como al digimon, le daban un poco de vergüenza entrar así sin más.
Koushirou revisó la hora. No llegaban tarde, pero tampoco muy temprano. Sino la típica hora en que llegas unos minutos antes de que empiece la fiesta. Lo que era más raro. Se suponía que por regla general, todo el mundo llegaba sobre esa hora, estarían entrando, y así tener la excusa de entrar con alguien que ya ha asistido a la reunión más veces.
Por lo que se dio el lujo de esperar un poco, hasta que apareciera alguien.
Pero los minutos, pasaban, y nadie aparecía para entrar en aquel local. Tentomon expresó qué tenía algo de calor. Y no era para menos. A pesar de que poco a poco, los humanos empezaban a convivir con los digimon, aún existía la inseguridad en algunas personas, por lo que Tentomon estaba en la calle, disfrazado con una chaqueta larga y una gorra como camuflaje. Y aún por encima, estaban a finales de junio, donde el sol empezaba a pronunciarse y hacerse notar por todos para que empezasen a usar la manga corta y no la manga larga cómo le pasaba al digimon.
Koushirou se disculpó con su digimon y por tenerle tan abrigado. Luego pensó, que seguramente adentro se estaría más fresco y podría quitarse aquel camuflaje. Apartando su vergüenza, y para que su digimon no lo siguiera pasando mal, se armó de valor y abrió la puerta para internarse en el local.
Tal cómo Koushirou se imaginaba, en el interior del local, el lugar estaba fresco y acondicionado. Pero, lo que no se imaginaba era ver a tanta gente reunida con sus pequeños digimon yendo de un lado a otro libremente, y a los humanos en pequeños grupos conversando alegremente cómo si estuvieran en alguna fiesta.
Koushirou se sintió intimidado.
A pesar de que había visto a todos esos "niños" hace cuatro años, ahora no reconocía a ninguno. Era verdad que solo los había visto una vez, y era normal que no los reconociera, por lo que se sentía como pez fuera del agua.
La vergüenza se apoderó de él y a querer huir del sitio, antes de que alguien lo viera, pero no tuvo éxito.
-¡Koushirousan! ¡Tentomonsan! ¡Cuánto tiempo!
-¡Qué alegría volver a verte, Tentomon!
Frente a Koushirou aparecía el joven Iori acompañado de su digimon. A su lado, también estaba una muchacha casi de su misma estatura, con un pequeño Punimon en sus brazos. Viéndolos más de cerca, Koushirou distinguió a Pipimon encima de Armajimon.
Pipimon había sido el digimon que había aparecido ante Oikawa, poco antes de su muerte. Por la memoria de Oikawa, quién había sido un viejo amigo de su difunto padre, Iori había decidido encargarse del pequeño digimon. Y a primera vista, daba la impresión de que había buena química entre Pipimon y Armajimon.
-Sí, mucho tiempo -contestó Koushirou-. Aunque no has cambiado mucho.
Quizás la altura. No es que hubiera pegado el estirón cómo le había pasado a Takeru, que a los once años había sido un poco más alto que él, pero Iori estaba dentro del promedio.
Iori sonrió con simpatía.
-Por cierto, ella es Kawada Noriko. No sé si te acuerdas de ella.
Mientras la muchacha inclinaba la cabeza a modo de saludo, la cabeza de Koushirou se puso a trabajar. No tuvo que pensar demasiado para acordarse de la chica. Pues era imposible olvidarse de ella.
Hace cuatro años, durante el día de Navidad, había sucedido una crisis a nivel mundial que había llevado al grupo de mayores a trabajar con el grupo de Daisuke y a viajar en un día por todo el mundo, para devolver al mundo digimon a los digimon confusos que habían llegado por accidente al mundo humano. Habían colaborado (y también conocido en persona) a varios de los niños elegidos que habitaban por el resto del mundo, y con su ayuda, habían conseguido su objetivo. Pero eso había sido el prólogo, o cómo seguía insistiendo él, que había sido una distracción provocada por Arukenimon y Mummymon. Ellos, junto a Oikawa, habían secuestrado a niños inocentes e incomprendidos dentro de la sociedad humana. Oikawa y los suyos les había lavado el cerebro para hacerles creer qué existía un modo de cambiar radicalmente y convertirlos en prodigios cómo había sido Ichijouji Ken con el poder de la semilla de la oscuridad.
Kawada Noriko no solo había sido una de aquellas niñas secuestradas, con la semilla de la oscuridad implantada, sino que además, había sido la primera y única de todos esos niños, en que la flor floreciese y a ser la primera víctima de los auténticos planes de Oikawa.
Lo último que Koushirou recordaba de aquella jovencita, es que cuando Taichi y los demás habían ido al mundo digimon para ayudar a Daisuke y los demás a derrotar a Belialvandemon, aquella niña, se había sentido afligida y a no poder creer en nada ni en nadie. La entrada al mundo digimon, el que ella junto al resto de aquellos niños desesperanzados abriesen los ojos y tuviesen un compañero digimon, había hecho que la alegría, la esperanza y la determinación a hacer sus sueños realidad, volviesen a la normalidad y derrotar juntos a aquel peligroso digimon.
Sin embargo, la semilla aún seguía dentro de ellos, pero a juzgar por la felicidad que transmitía tanto Noriko como el resto de los chavales allí presentes, daba la impresión de que esa semilla tenía que estar marchita y que nunca iba a florecer sobre los usuarios que aún la tenían en su interior.
Koushirou se sentía tranquilo con ello, por eso que le cogió desprevenido lo que Armajimon y Pipimon habían añadido con picardía.
-Iori y Noriko son novios.
-Unos tortolitos.
La revelación hizo que Noriko se sonrojara, mientras Punimon en sus brazos cantaba feliz, cómplice de Armajimon y Pipimon, al repetir la palabra novios. Iori amonestó a los dos digimon que tenía como compañeros en su hogar. Y luego, intentó aclarar con sus propias palabras que Noriko y él habían estado en contacto desde lo de Oikawa. Incluso había sido idea de Noriko lo de las reuniones que hacían todas las semanas. Ella se lo había propuesto a Iori y juntos habían planificado todo desde el comienzo. Y poco a poco, empezaron a atraerse, donde llevaban casi un año de noviazgo.
Koushirou atendía y no atendía.
El hecho de saber que Iori… ¡El pequeño Iori! Tenía pareja, lo hacían él miserable y a recordar irremediablemente su único amor y su gran fracaso.
Él tenía diecisiete años. La única chica que le había gustado (por no sé cuantos años) y por la que se había declarado, no había durado con ella físicamente ni veinticuatro horas. Lo peor de todo es que, durante el tiempo en que él creía que eran pareja, el amor había sido unilateral.
La depresión que había tenido los días pasados, donde Sora le había sugerido que participase en aquella quedada para animarle, no había servido para nada, sino para tener más sal en la herida.
Koushirou ya no atendía a Iori y a Noriko y a cómo, junto a Tentomon, cómo le preguntaban si estaba bien.
Con el piloto automático, se excusó diciendo que necesitaba tomar algo. La pena seguía con él y a pensar que su futuro sería miserable. Envejecería solo, con la única compañía de lo que más le gustaba, la investigación de lo desconocido, donde nunca hay un límite para lo que hay allá fuera.
Pero él también era humano.
Y no quería estar solo. Quería compartir sus logros con alguien.
Tenía a Tentomon, pero el crecer te hace querer tener a alguien más y a hacer algo productivo para el mundo, y no solo su nombre al descubrir lo desconocido.
Encontró en una mesa con un mantel blanco vasitos de plástico, pajitas y un montón de aperitivos. Vio un termo grande, seguramente con agua caliente y sobres de azúcar en un pequeño bol. También había sobrecitos de manzanilla, de distintos tipos de tés. Y por supuesto, también habían refrescos, botellines de agua, zumos, bebidas de fresa, incluso briks de leche, pero por ninguna parte encontró lo que debería ser algo habitual y típico del país nipón, su querido té verde. Podría hacérselo con el agua del termo y uno de los sobrecitos de hierbas, pero él quería ahora mismo algo que no fuese caliente. Así que, mientras que Tentomon no paraba de insistir con la pregunta de qué le pasaba, Koushirou cogió un refresco de cola junto a un vaso que no estuviera utilizado. Tras beber un poco, dejó escapar el aliento de la vida y a murmurar con extraña sonrisa.
-Quizás es que no tenga futuro.
Tentomon malinterpretó su comentario y a preocuparse de veras. Sabía que su amigo había quedado muy tocado con el tema de Mimi. Incluso, el digimon se las había arreglado para reunirse con Palmon y echarle la culpa, por tener una compañera tan desconsiderada y poco honesta. Palmon había defendido a Mimi a capa y espada y en consecuencia, se habían peleado y Tentomon perjuró que hasta que Mimi no le pidiera disculpas a Koushirou, no perdonaría a Palmon.
Eran digimon y también eran como niños cabezotas, debido a la fidelidad inquebrantable hacia su respectivo compañero humano.
Y ver a su amigo tan desanimado cómo si la vida no tuviese sentido, era muy alarmante. Para su suerte, Iori junto a Noriko y los digimon se habían acercado, preocupados también por el mayor. Ellos no tenían conciencia de lo que había sucedido entre Koushirou y Mimi. Y Tentomon no sabía si sería buena idea contárselo.
-Estoy bien, de veras -había respondido Koushirou con una sonrisa que sólo Tentomon advirtió como falsa, cómo queriendo convencerles de que todo estaba bien y se atribuía al cansancio de los exámenes.
-Vaya, lo siento ¿No crees que deberías regresar a casa y descansar apropiadamente? -hablaba el pequeño Iori con una madurez impropias en un chaval de trece años.
Si volvía a casa, la depresión se acentuaría al estar solo y recordar lo que había pasado. Necesitaba distraerse. Y eso mismo pensaba Tentomon, por lo que dijo las palabras que salvaron a su compañero humano.
-¡De eso nada! -intervino el ser digital- ¡Koushirouhan necesita relajarse! ¡Por eso, hemos venido! ¡Y también para ayudar a todos lo que están aquí con el conocimiento de Koushirouhan! ¿Verdad? -decía Tentomon en una mezcla de entusiasmo y excitación.
-Eh… Sí… -por alguna extraña razón, Koushirou se sentía un poco mejor.
Su digimon se preocupaba tanto por él que sino fuera por su naturaleza tranquila, lloraría de emoción.
-Por eso, si alguien tiene alguna pregunta sobre el Mundo Digimon, Koushirouhan es la persona más indicada.
Esa invitación es algo que Noriko no pudo rechazar. Aunque solo había estado una vez en el Mundo Digimon (el día que había conocido a su Punimon) y había escuchado de Iori toda la historia de los antiguos elegidos y del grupo de Iori, tener delante al que conocía más que cualquiera, era cómo tener la enciclopedia del mundo de sus sueños.
-¿Es verdad que la primera que evolucionó Tentomon fue al reescribir sus datos?
Y Noriko activó un interruptor en Koushirou que lo hizo en ponerse en pose de sabelotodo y charlatán y a hablar sobre aquella experiencia inolvidable, empezando a contar por lo detalles pormenores que lo habían llevado a averiguar el secreto de la evolución.
-Después de que Gabumon digievolucionase por primera vez a Garurumon, me llamó la atención de porqué sucedía tal acontecimiento. Mi amiga Sora llegó a la conclusión de que sucedía porque nosotros nos encontrábamos en grave peligro. Un hecho que me llevó a que lo confirmase, después de que Sora estuviera en peligro y Piyomon digievolucionase a Birdramon. Pero a mí, había algo más que me llamaba la atención, y era, porqué brillaban nuestros digivices en ese momento. Tuve que llegar a la conclusión de que los digivices estaban conectados con el poder de la digievolución. O eso pensaba en aquel momento. La verdad es que cuando llegamos a una fábrica abandonado y descubrí unos datos misteriosos, me puse a investigarlos de inmediato. Traté de descifrarlos, donde si cambiaba algunos parámetros, junto a mi digivice, podría provocar la evolución automática de Tentomon sin la necesidad de ponernos en peligro. Porque después de todo, los digimon son datos que se sobreponen a nuestro mundo. Así cómo los datos que en este mundo escribimos, se sobreponen en el digital, donde puede causar algo que nosotros no nos damos cuenta, cómo el nacimiento de un nuevo digimon, o el cambio de estructura en la superficie. Esa es una teoría que sostuve durante años, y que en la actualidad vi que era erróneo. Pues el código binario de nuestro mundo con el del digital, aunque sean sobrepuestos e idénticos, no interfieren en el mundo digital. Éste funciona de acuerdo con el mar cuántico…
Y Koushirou empezó a hablar con tal emoción y satisfacción que ya no atendía a dónde estaba, lo que le había pasado y con quiénes estaban.
-...y estos factores serán los que seguramente muevan la evolución de los digimon -terminó contando con orgullo su nueva teoría.
Una enorme ovación se escuchó y entonces Koushirou descubrió que había atraído la atención de los casi veinte chavales que lo miraban admirados y aplaudían ante aquel sermón cómo si fuese verídico y él fuese una persona importante. Su discurso motivó a muchos de aquellos chavales a querer que sus digimon evolucionen, y a otros, los motivó en relación con sus sueños como el caso de Hiroshi, donde Iori le había presentado previamente.
-¿Te importa que use tu idea para mi nuevo manga?
Hiroshi tenía como compañero digital a Nyokimon. Su mayor sueño era el de convertirse en un mangaka profesional. Un sueño que su familia y amigos se lo habían arruinado al reírse de él y a criticar sus malos dibujos, donde ahora, con esfuerzo, el apoyo de Nyokimon y las clases de dibujo a las que asistía, había mejorado sobresalientemente, pudiendo materializar muy pronto su sueño.
-¿Eh? Claro, claro -contestaba bastante avergonzado de ser semejante centro de atención. No estaba acostumbrada a ello, y eso se notaba mucho.
Otros lo felicitaban, entendiendo porqué llevaba el emblema del conocimiento. Tentomon se sentía complacido y miraba orgulloso a su amigo. Cómo iba a imaginar que todo eso se derrumbaría por algo tan simple.
Ante Koushirou apareció una chica adolescente, algo más joven que él. Se le notaba que era muy tímida, y era una pena, porque era una chica muy bonita.
-Tome. Una muestra de mi agradecimiento por su teoría tan esplendida y el trabajo que hace por los digimon -cargando una bandeja con una gran variedad de pasteles.
Noriko al ver la bandeja de pasteles, se sintió entusiasmada. Se acercó a la chica cómo si fuesen muy amigas e hizo conocer de que en todas las reuniones, aquella chica preparaba en casa aquellos pastelitos para compartir con todos. Eso hacía que la vergüenza de la chica se acentuase más. Iori presentó a la chica cómo Kurata Keiko, y que además era la mejor amiga de su novia Noriko.
Pero Koushirou al ver los pasteles, hizo que se acordara de Mimi.
Desde que la conocía, Mimi tenía un aprecio exagerado por todo lo dulce, donde a todos les había cogido por sorpresa al descubrir que le echaba azúcar y nata a los huevos fritos. A ella le encantaba tanto el dulce que extrañamente, eso no empeoraba su linda figura. La veía comiéndolos, e incluso invitándolo seductora a que los comiera con ella, que ingenuamente, acabó por jugar con sus sentimientos.
-Lo siento, pero no me gusta el dulce -y se apartó de ellos con su vaso vacío en una mano y la lata de cola ya consumida en la otra.
Tentomon lo siguió rápidamente, antes de disculparse por la brusquedad de su compañero. Vio cómo se dirigía al servicio, después de haber tirado lo que tenía en las manos en la papelera más próxima. Iba cabizbajo, y estaba claro que se había alejado para deprimirse. Pero Tentomon no entendía porqué de repente había vuelto a estar desolado. Y lo que menos entendía era, ¿desde cuándo no le gustaba el dulce? Quizás no fuera un consumidor extremista cómo Agumon, pero si se lo ofrecían, él lo recibía con gratitud y se lo comía. Y la forma en que lo había rechazado, había sido tan brusco y con tanto desdén que había dejado a la chica impresionada.
Cuando Tentomon entró en el baño, vio a su amigo con las manos apoyadas sobre la baldosa y mirando hacia abajo con cierto rencor cómo si se acordara de algo que le diera malos recuerdos.
El digimon lo llamó y le preguntó el porqué de esa actitud, así como a añadir que no fue lo correcto.
-Lo sé -reconoció no contento con lo que había hecho-. Pero es que me acordé de Mimi y de su amor a los pasteles y todo lo que tuviera azúcar. Y también recordé lo estúpido que fui al estar tan embobado en ella abiertamente. Seguro que todo el tiempo se estuvo riendo de mí.
-Pero eso no es para pagarlo con esa pobre chica. No sé si la viste, pero quedó colorada de la vergüenza, cómo si la hubieses humillado.
-¡¿En serio?! -culpable de haber provocado algo que para él resultaba escandaloso.
-Ella ni nadie tiene la culpa del trauma que te dejó Mimihan.
Y ahora el avergonzado se sintió él.
-Tentomon, ¿vendrías conmigo para pedirle disculpas?
Tentomon asintió sin duda alguna. Los dos salieron del servicio y juntos buscaron a la chica. Encontraron a Iori con Noriko y los digimon, en compañía de lo que parecía el más joven de todos los chavales. Iori lo vio y quiso acercarse, pero Tentomon avisó a Koushirou de que había encontrado a la chica. Estaba cerca de la mesa donde estaban los emparedados, más pasteles, patatas y alguna que otra chuminada. Koushirou hizo una seña a Iori, excusándose de que ahora tenía algo más importante que hacer.
Koushirou con Tentomon se acercaron a la chica que parecía entretenida cómo buscando algo. Él se hizo notar para que le atendiera y entonces Koushirou se percató en su digimon, un pequeño Yukimibotamon en su hombro que estaba sorprendida como su amiga humana, la cual tenía otra bandeja con galletas, seguramente para repartir entre sus amigos.
Preocupados, se habían acercado también Iori con su novia y los digimon y el pequeño niño con su Poyomon, donde tenía un aire a Takeru a sus ocho años que resultaba una monada.
-Esto… -empezaba Koushirou sin saber cómo expresar sus más profundas y sinceras disculpas-. Yo… Siento cómo te hablé antes… Yo… No quería sonar borde…
-En realidad, Koushirouhan no es así -apoyaba Tentomon a su amigo.
Keiko miraba con cierta curiosidad y un poco colorada lo que tenía enfrente.
-Ehh… No hay nada que disculpar -se apresuró a decir ella-. Yo… Entiendo que no a todos les gusta el dulce…
-Pero, yo lo dije muy brusco y cortante, porque pensaba en… -ahí cortó la frase y volvió a sentir rencor hacia Mimi.
Sorprendentemente, vio cómo ella le instaba a que probara algo de la bandeja de galletas que tenía en las manos. Keiko estaba silenciosa y su digimon habló por ella.
-Keichan sabe que a muchos de aquí no les gusta el dulce, menos a Takashi -mirando al más pequeño de todos.
El niño al sentirse mencionado, declaró emocionado el dulce que más le gustaba de Keiko.
-¡Sobre todo las galletas de nata con forma de pelotas de béisbol!
-Por eso -continuaba la pequeña digimon-, Keichan ha estado preparando también otro tipo de pasteles y galletas, ¿por qué no las pruebas?
De no ser por la digimon, todo lo que Keiko tenía en su mente y que le daba vergüenza decir, nunca habría salido a la luz.
Koushirou, pese a su reciente disgusto hacia lo dulce, cogió una galleta y la masticó.
No dijo nada.
Solo siguió comiendo con gula, sin hacer caso a nadie. Tentomon pidió si él podía coger una, a lo que la chica asintió, mientras esperaba el resultado por parte de Koushirou.
Su amiga Noriko se acercó a ella y pidió coger también. A sabiendas de cómo eran los glotones de Armajimon y Pipimon pidió coger más para ellos. Donde todos y cada uno, lo deleitaron y la alabaron con creciente admiración.
Pero la respuesta de Koushirou fue…
-¿Puedo coger otra?
Evidentemente incluso a Koushirou le había encantado. Su sabor no era muy dulce, además sabían a su delicioso té verde.
Ella se lo confirmó al explicarle de qué estaban hechas y cómo también había hecho galletas de nueces o incluso de jengibre para aquellos que no eran amantes del dulce. Pero el solo hecho de que aquellas galletas tuviesen el sabor de su té verde, le hizo preguntar por la receta.
Su madre tenía qué hacérselas porque se encontraba comiendo la quinta y última galleta con sabor a té verde.
-Esto… -sintiéndose demasiado halagada-. En realidad, la receta no me la sé de memoria. La tengo guardada en casa. Si eso… en la próxima jornada, traigo una copia.
-Podrías pasármela por mensajería.
Una clara indirecta para intercambiar los números y que muchos malinterpretarían. Koushirou estaba siendo tan directo y descarado, y solo porque le habían ultra encantado aquellas galletas, donde no podía aguantar una semana sin poder comerlas.
Ella accedió algo avergonzada y esa noche, cuando estuvo en casa, le pasó la receta tan ansiada. Koushirou al recibirla, no tardó en hacérsela saber a su madre, pidiéndole que se las preparase para el día siguiente.
Cuando estuvieron hechas, él le había sacado una foto para enviarle a ella en respuesta de que a su madre le habían salido igual de ricas que las suyas.
Ella le había respondido con un agradecimiento y le había aclarado que la receta era propiedad de una de sus maestras de repostería. Y Koushirou le pidió que le diera las gracias de que crease algo con la base de lo que más le gustaba.
Ese último comentario fue escrito desde su oficina con una sonrisa, mientras al lado de la pantalla tenía su botella de té verde y algunas galletas de ese sabor. Dejó el móvil sobre la mesa y cogió una galleta, mientras se enfocaba en las seis grandes pantallas que tenía enfrente, investigando lo nuevo del Mundo Digimon.
Tentomon lo observaba feliz y viendo que ya no tenía ese aire deprimente. Su amigo había vuelto a ser el que era.
Fueron pasando los días.
Koushirou mantenía su rutina habitual durante los días que tenía clase. De clase se iba a su oficina particular donde se encerraba horas y horas, y luego regresaba a casa, mientras que los domingos asistía a las reuniones que Iori organizaba con su novia con aquellos chicos que habían sido víctimas de Oikawa.
Koushirou se sentía encantado de que Keiko no solo preparase las galletas con sabor a té verde, sino también el hecho de que ella le hubiera pedido a su profesora sobre más recetas de repostería con la base de té verde.
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Algo pesado cayó de manera sorpresiva sobre una de las mesas del comedor del koukou Tsukishima que era ocupada por Yamato y Taichi y sus respectivas novias.
Ante el momento inesperado, los cuatro pares de ojos se enfocaron en el usuario causante que, de manera brusca, quería llamar la atención.
Fue Sora la primera en olvidar el gesto, e invitar a Koushirou a que se sentase con ellos y comiesen los cinco juntos.
Koushirou solo aceptó, simplemente porque tenía unas segundas intenciones, pero que tras la capa de rubor que le cubría en el rostro, nadie se lo imaginaría.
-Esto… Esto es para vosotros en señal de agradecimiento.
Los cuatro examinaron aquel objeto, o más bien, la caja de colorines donde era fácil de deducir que se trataban de dulces. Sora y Meiko no estrujaron el cerebro en querer saber cómo diantres Izumi Koushirou se presentaba con el obsequio de dulces para ellos.
Además, agradecimiento, ¿de qué?
Mientras las chicas se maravillaban por los bonitos dulces que habían en su interior y no tardaron en comerlos, Taichi aprovechó para hacer la pregunta qué le tenía a Yamato y a él en ascuas.
-¿Agradecimiento de qué?
-Bueno… -más rojo si era posible, donde ya para sus dos amigos resultaba altamente sospechoso-. Por querer animarme al sugerirme que vaya a las reuniones que organiza Iorikun.
Y antes de que Yamato formulara otra pregunta en querer saber más sobre qué es lo que había sucedido, las dos chicas empezaron a exclamar excitadas lo riquísimo que estaban aquellos pasteles, animando a sus novios a que los probaran. Taichi, siendo algo glotón, no había tardado en echarle el guante. Sin embargo, Yamato necesitó de un poco de insistencia por parte de Sora para que lo probara, a pesar de que Yamato no era muy amante del dulce.
Al comerlo, el propio Yamato tuvo que reconocer lo bueno que estaba. Ni que hablar de Taichi que no tardó en repetir el dulce, donde en nada, la caja quedaría vacía, de no ser porque Koushirou se había delatado sin darse cuenta al sentirse encantado de que a sus amigos les encantara los pastelitos que le había encargado a Keiko.
-¡¿Verdad que están deliciosos?! ¡Lo sabía! ¡Fue un acierto pedírselos a Keikosan y así poder hacer publicidad de lo que hace!
-¿Keikosan? -formuló Sora.
Koushirou se puso nervioso al instante. Realmente su intención era averiguar qué les parecían los dulces que hacía Keiko, a personas que no la conocían y así comunicarle a la chica la sincera opinión de sus amigos. Pues, aunque él y el resto de los que asistían a la reunión le decían que estaban muy buenos, ella aún tenía cierta desconfianza en lo que hacía. Por lo que creyó que la opinión de terceras personas, la animarían a coger más confianza en sí misma.
Y ahora que había conseguido su objetivo, era hora de poner pies en polvorosa con la primera excusa que se le vino a la mente. Pero Taichi y Yamato no lo dejaron y no tardaron en someterle a preguntas de tercer grado.
-¿Quién es Keiko?
-¿Lo ha hecho Keiko?
-¿Dónde la conociste?
-¿Cuánto tiempo lleváis juntos?
-Somos tus amigos y ha sido muy mal de tu parte en no habérnoslo dicho antes.
Koushirou solo miraba a Taichi cuando hablaba, para luego girar hacia Yamato y hacer lo mismo. Su expresión delataba temor y un sonrojo muy palpable donde sus dos amigos disfrutaban poniéndolo en apuros, ante una idea equivocada que tenían.
Escuchó cómo Sora y Meiko se ponían de su lado defendiéndole y que detuvieran ese séquito de preguntas tan privadas, donde ellos no tenían ningún derecho a saberlo con todo lujo de detalles.
-¡Es solo una amiga! -expresó con la verdad.
Reconocía que tenía más amistad con ella que con el resto de los chicos con los que asistían a las reuniones de los domingos. Pero era solo porque le encantaba los dulces que ella preparaba, cómo si ella tuviera en cuenta sus gustos.
-Una amiga, ¿eh? Eso no me lo parece a mí -habló Taichi con el móvil del pelirrojo en su poder, donde Koushirou no se había enterado de cuándo se lo había quitado. Vio cómo Taichi hurgaba en sus datos personales. Quiso detenerlo, pero Yamato no le dejó-. Pues para ser una amiga, te mensajeas con ella todos los días.
El aparato fue arrebatado de su poder por parte de Sora que miraba a su novio y a Taichi con furia, mientras que Meiko expresaba la decepción de husmear en la vida privada de los demás sin su permiso.
-¡No os da vergüenza! -decía Sora, mientras le devolvía el aparato a Koushirou.
La pelirroja consiguió que se sintieran arrepentidos, y luego se dirigió a Koushirou quién tenía en mente en crear alguna aplicación más segura que impidiera que los demás leyeran sus cosas sin su consentimiento.
-Muchas gracias, Koushirou. Dile de mi parte que estaba todo muy rico y que estaría encantada de probar más.
-Cierto -continuaba Meiko-. Parece que están hechos por un profesional.
-Le gustará saber eso -sintiéndose mucho mejor con las palabras de las chicas-. Ella se esfuerza a diario, y por eso asiste a clases de repostería, después de clase. Además, todas las noches me manda fotos sobre lo que hicieron en clase.
-¿Por la noche? -repitieron Sora y Meiko al unísono.
-Sí, cuando llega a casa -contestaba ingenuamente.
Si Koushirou no pensaba que tener a Yamato y a Taichi hostigándolo a preguntas era aterrador, más aterrador resultó ser tener a unas molestas Sora y Meiko.
-¿Y te quedas tan tranquilo?
-¿Te parece bonito dejar que una chica vague por ahí sola?
-¡Eres un insensible!
-¿Qué pasaría si le sucede algo de camino a casa?
De la misma manera que con Yamato y Taichi, Koushirou miraba alternativamente a Sora y a Meiko cuando hablaban.
-Es verdad -si no había más sal en el asunto, Taichi se encargó de ponerle la guinda final, aunque de manera inconsciente-. Aunque Japón tenga un bajo índice de criminalidad, existen muchos acosadores. El otro día, cuando Hikari estaba en un veinticuatro horas, cómo llevaba a Tailmon en brazos, un hombre la confundió con una niña pequeña y quiso persuadirla para que se fuera con él para acompañarla a casa -soltó una mueca de fastidio-. ¡Sí, claro! A saber a dónde se la hubiera llevado sino fuera porque Takeru estaba allí con ella -terminaba con algo de furia, donde si veía al hombre aquel, lo dejaba en el sitio.
-El otro día leí sobre cómo una chica había denunciado a un acosador que hasta la acosaba telefónicamente. Da miedo y asco de cómo esa gente llega tan lejos.
Koushirou que nunca leía esas cosas, desconocía de que hubiera tantos casos por ahí de acosadores. Así que no pudo evitar sentirse preocupado y a tomar una decisión.
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El cielo ya adquiría sus tonalidades oscuras cómo siempre sucedía cuando Keiko acababa sus clases de repostería. Dentro del local, charlaba felizmente con sus amigas, comentando las cosas de clase. Yukimibotamon se mantenía en sus brazos, hasta que las figuras de Koushirou con Tentomon sobre sus hombros, donde pasaría por una mochila friki, llamó su atención, por lo que le hizo señas a su amiga para que lo viera también.
Keiko se sintió sorprendida al verlo. Despidiéndose de sus amigas, se apresuró a recibirle y a querer saber qué hacía allí.
La sola idea de pensar que la había estado esperando, la emocionaba de sobremanera. Pero, no podía ser cierto, ¿verdad?
-¡Koushirousan! ¡Qué sorpresa verte!
La capa rojiza sobre sus mejillas casi rivalizaba con la de Keiko, donde apenas se atrevía a decirle lo preocupado que estaba de qué volviera a casa sola a esas horas de la noche. Pero Tentomon fue más audaz.
-Koushirouhan estaba preocupado de que volvieras sola a casa.
-¡Tentomon! -amonestándole, para después dirigirse a ella tan nervioso y a tratar de justificar de un modo más racional su presencia para acompañarla a casa-. Es que cómo he oído que hay muchos acosadores y es muy tarde. Además, mi amigo Taichi me comentó que el otro día, un desconocido quiso llevar a su hermana pequeña a casa -hablaba por hablar, donde no era necesario entrar en tanto detalle. Pero estaba tan nervioso que ya no sabía lo que decía. Por lo que no advirtió lo tan sorprendida que estaba la chica y cómo asomaba una sonrisa tan dulce y hermosa, sintiéndose feliz de que se preocupara tanto por ella.
-Muchas gracias, Koushirousan. Realmente, agradezco el detalle -y le entristecía decirle la verdad, pero tenía que decírselo-, pero en realidad, mi padre viene a recogerme.
La depresión y la humillación que sintió el chico fueron tan palpables que Tentomon trató de animarle por todos los medios.
Era lógico pensar que el padre viniera a buscarla. Pero se había cegado y obsesionado con las palabras de sus amigos, que no había pensado en algo con tanto sentido cómo lógico.
Ni que estuviera perdiendo su capacidad para razonar.
-Pero -se apresuró a decir ella- suele tardar en llegar y mientras, le espero en la cafetería del local. Si quieres, podríamos esperarle juntos, y de paso, me gustaría saber más sobre tus aventuras digitales.
Saber.
Esa era la palabra clave que activaba al ser humano llamado Izumi Koushirou. No hizo falta más palabras para convencerlo y así hablar, mientras esperaban al padre de la chica.
Un tiempo muy corto, pero que tanto Koushirou cómo Keiko lo disfrutaban. Debido a que los del local conocían a Yukimibotamon y la aceptaban, Tentomon se sentía libre cómo digimon y de jugar con la pequeña digimon. El té que los dos humanos tomaban venía acompañado de dulces preparados caseramente por una de las profesoras de Keiko, donde también los dos digimon lo degustaban felizmente.
Cuando Keiko recibió un mensaje de su padre, donde la avisaba de que ya estaba afuera, agradeció una vez más su presencia y lo divertido que había sido estar con él y descubrir más cosas sobre aquel mundo que al igual que Noriko y los demás, solo habían estado una vez.
Koushirou la acompañó hacia dónde estaba su padre por si acaso. Estaba justo enfrente, dentro de un coche negro de última gama. Aquel hombre, de aspecto canoso, con bigote y gafas, daba la impresión de ser alguien muy estricto y severo. Y lo miraba tan curiosamente, que agradeció a su hija cuando se lo presentó.
-Koushirousan, éste es mi padre, trabaja como profesor en la universidad de Tokyo. Papá, este chico es Izumi Koushirousan, uno de los primeros elegidos del Mundo Digimon.
-Encantado de conocerle, Kuratasan -se presentó Koushirou, agradeciendo de haber recibido una educación ejemplar por parte de sus padres adoptivos.
-El gusto es mío, Izumisan -respondió el hombre con la misma educación sin abandonar el coche.
-Papá, Koushirousan ha estado acompañándome mientras te esperaba. Me ha estado contando sus historias digitales.
El hombre se ajustó las gruesas gafas examinando más a Koushirou.
-Bueno… -decía Koushirou algo intimidado-. Será mejor que volvamos a casa, ¿no te parece, Tentomon?
-¡Espera un momento, chico! Sube, te llevaremos a casa.
-¿Eh? ¡No es necesario, señor! ¡Se lo agradezco, pero…!
-Koushirou, no seas tonto y aprovecha -le decía Tentomon al oído, donde Koushirou sentía que su digimon se estaba influenciando demasiado de Agumon y de Taichi.
-Insisto -dijo el hombre determinante-. Soy profesor de historia y amo la historia. Estaría encantado de conocer también la historia que le contaste a mi hija.
Y el señor serio y estricto se había convertido en alguien tan interesado como Koushirou cuando ve algo nuevo.
Koushirou no pudo negarse ante la palabra clave que lo activaba, y se subió al coche negro, donde volvió a contar lo mismo que le había contado a su hija tan entusiasmado como sus dos interlocutores.
Así fueron pasando los días con aquella rutina.
Aunque Keiko tenía a su padre para recogerla, Koushirou se presentaba para seguir contándole sus aventuras digitales y luego vuelta a contarlas al padre de la chica en el regreso a casa. Koushirou se sentía tan extasiado en aquellas historias, que empezó a hablar también en su lenguaje informático sobre el misterio del Mundo Digimon. El típico parloteo del cual sus amigos, a los pocos segundos dejaban de hacerle caso y se enfocaban en sus propias conversaciones. Pero Keiko lo escuchaba con deleite e incluso le hacía preguntas sobre lo que no entendía.
Era genial poder hablar tranquilamente sobre lo que le gustaba, y saber que tenía una verdadera oyente que lo escuchaba y quería saber más.
Para ellos era ya natural el estar más tiempo juntos, cómo el hecho de que los señores Kurata invitasen de vez en cuando a Koushirou a comer a su casa, cómo los señores Izumi al invitar a Keiko a su casa.
Visto desde fuera, daba la impresión de que eran una pareja como otra cualquiera. Además, sus expresiones rojas delataban que sentían un amor mutuo. Pero ninguno se atrevía a dar el siguiente paso por vergüenza y desconfianza.
El verano se fue acercando y con ello, el inmemorable día especial que Taichi y compañía festejaban en el Mundo Digimon, el uno de agosto.
Desde el año dos mil, se reunían los ocho elegidos, donde posteriormente se habían unido Daisuke y los suyos, para pasarlo juntos. Sin embargo, últimamente, lo hacían por separado o en grupos convenientes. Además, cómo después de lo de Belialvandemon, podían acceder al Mundo Digimon sin la necesidad obligatoria de los D3, cada uno de agosto, todos se iban a disfrutar del día al Mundo Digimon.
Aquel año, Koushirou no podía ir con Taichi e Iori cómo estaba su grupo determinado. Taichi había dicho que quería ir con Meiko y enseñarle los lugares emblemáticos que le habían cambiado. E Iori decía que no le parecía justo que fuese él por diversión, cuando su novia Noriko no podía pisarlo cómo ellos.
Aunque no se requería de un D3 para entrar, sólo los dispositivos de los primeros elegidos (Taichi y compañía) tenían la capacidad de abrir también el portal. Además, no sabía porqué, que no podían entrar si iban cargando a una persona ajena al sistema especial de sus dispositivos. Iori lo había intentado al querer llevar a Noriko al Mundo Digimon. Punimon, su digimon, sin embargo, sí que podía ir y volver cuando se abría el portal, debido a su condición cómo digimon. Lo mismo que los digimon de Keiko y los demás, pero ellos, no podían admirar la maravilla de aquel mundo tan extraño. Lo que a Koushirou le parecía muy misterioso era el hecho de que los elegidos de todo el mundo y Meiko, pudiesen acceder con sus dispositivos al Mundo Digimon sin ningún problema.
Entonces, se le ocurrió que podría investigar una forma de que Keiko y los demás también pudiesen ir, y disfrutar de aquel día tan especial como ellos.
Ante la nueva motivación de Koushirou, Tentomon lo apoyaba. Encerrado en su oficina con Tentomon sirviéndole el refrigerio o los dulces que Keiko le daba casi a diario, Koushirou solo salía para ir a buscarla a sus clases de repostería, indicándole cómo iba su investigación, agradeciendo que le prestara su digivice para analizarlo y ver cómo podía activarlo, para que ella y los demás pudieran asistir al Mundo Digimon.
En su proyecto, contaba con la ayuda de Daigo (y no solo para cubrirle las faltas de asistencia a clase) sino también de Gennai. Había exprimido su cerebro hasta la última célula, donde apenas pasaba por su casa a dormir. Directamente, dormía en aquella oficina habilitada para su uso exclusivo. Aunque el suelo y el saco de dormir no eran muy cómodos y no descansaba apropiadamente, eso no le impidió en querer lograr su propósito.
Keiko manifestaba su preocupación, asumiendo que no era necesario que se esforzara hasta tal extremo, pero Koushirou testarudo en ese campo, no daba su brazo a torcer. Taichi y el resto también se presentaban en su oficina, preocupados por su amigo, pero estar allí, era cómo estar en una biblioteca dónde nadie te hacía caso.
Su perseverancia hizo que Koushirou consiguiese que los dispositivos de Keiko, Noriko y los demás pudiesen activarse para abrir una puerta que los llevara al Mundo Digimon. Además, también había habilitado al tipo de dispositivo que usaban Taichi y los demás, a poder llevar a personas ajenas al Mundo Digimon. Lo había conseguido dos días antes del uno de agosto, por lo que hasta aquel día, durmió las cuarenta y ocho horas seguidas.
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El clima en el Mundo Digimon se presentaba como el día veraniego que era en el mundo real. Siendo uno de agosto, donde todos los niños y adolescentes contaban con unas vacaciones cortas de verano, estos las aprovechaban al máximo, dejando para última hora, los deberes, que los profesores les había dado el último día de clase.
Las vacaciones eran para disfrutarlas, y muchos se encontraban en los parques riendo y jugando, o los adolescentes paseando por ahí o charlando dentro de los locales de comida rápida, que era lo que su pobre economía les podía cubrir si querían tomar algo. Los que iban bien vestidos, donde se notaban que provenían de familia adinerada, lo hacían en exquisitas cafeterías. Y luego, la mayoría de las chicas, se reunían en cafeterías con degustación de dulces o pasteles o en aquellos buffet de pastelería, donde podían permitirse pagar un poco más si podían comer todos los dulces que quisieran.
Esa era la rutina que llevaba la mayoría de los estudiantes japoneses. Tan distintos a ellos, se encontraban los Niños Elegidos. Aquel uno de agosto simbolizaba tanto para ellos, que aunque no fuesen los elegidos juntos, todos iban al Mundo Digimon. Koushirou, en cambio iba con un grupo más grande. Con unos chavales más jóvenes que él, quiénes con sus mochilas a la espalda, daba la impresión de que iban a una excursión donde él era el responsable. Y aunque la gente no estuviese tan errada, el destino era el Mundo Digimon.
Su objetivo era llevarlos de tour por la Isla File, pasando por los lugares más especiales.
Se notaba que todos estaban emocionados. Muchos argumentaban que no habían podido dormir la noche anterior. Tentomon presumía de lo tan inteligente que era Koushirou por lograr algo tan increíble. Iori se sentía agradecido con el mayor, mientras a sus espaldas, Noriko y Keiko comentaban emocionadas las cosas que sus digimon les relataban de lo que había en el Mundo Digimon. Koushirou le comentaba al mismo tiempo a Iori, que había contactado con algunos de los digimon como Elecmon o Centarumon de la presencia masiva de niños, donde Elecmon era el más emocionado en conocerlos.
Sería un gran día para muchos, eso seguro.
En el Mundo Digimon con todos ya dentro, se dejaron entrever las expresiones de sorpresa y asombro en todos los humanos, mientras que los digimon se sentían más libres que nunca de poder corretear a gusto sin que nadie los mirase raro.
En el mundo humano, pese a que muchos ya aceptaban a los digimon, todavía no era una mayoría absoluta y había gente que los miraba con temor. Habían dado grandes pruebas de ello. Pero Koushirou estaba convencido de que mediante la cooperación entre ambos mundos, podría haber la coexistencia entre ambos mundos. El señor Kurata, en una de sus grandes charlas sobre la historia de la humanidad, le había dicho que el tiempo, personas de gran importancia y la perseverancia, había hecho que no existiesen esa negación a las distintas razas. Ahora todo era tan natural que dos personas de distintas razas fuesen pareja, donde hace más de cien años, aquello habría supuesto un sacrilegio. Por lo que, en un futuro no sería descabellado que los digimon pudiesen corretear libres por el mundo humano. De eso, él se encargaría.
Tras haber dejado que los primerizos tuvieran su primer contacto visual con el Digimundo y se sacaran unas fotos de recuerdo, Koushirou emprendió el tour, donde la primera parada tenía que ser la playa con las cabinas telefónicas, lugar donde el primer digimon del equipo había evolucionado.
A medida que caminaban, Koushirou les iba explicando con más detalle sus primeras impresiones sobre aquel mundo, así cómo sus amigos habían reaccionado ante los digimon. Muchos reían y otros se acercaban para oírle mejor. Y cuando llegaron a la playa, las cabinas telefónicas ocuparon el centro de atención y a querer saber si funcionaban. Ya eran muy raras en su mundo, que en el mundo digital y al lado del mar, era de lo más extraño.
-¡Anda! ¡Pero menudo grupito que te has traído! -apareciendo Taichi impresionado en compañía de Meiko y los digimon.
Los dos digimon, Agumon y Meikuumon, habían ignorado al gran grupo para ir al mar como niños pequeños y a salpicarse mutuamente. Aquel juego era tan divertido, que muchos se sumaron. Otros sintieron curiosidad sobre el recién llegado. Koushirou lo presentó. El hecho de saber qué él había sido el primer líder de los elegidos, hizo que lo alagasen tanto que a Taichi le subieron un poco los humos.
-¿Así que por ellos era por lo que estabas tan ocupado? -le preguntó Meiko.
-Iorikun ya dijo que le parecía injusto que no pudieran visitarlo, cuando también poseen un digimon.
Meiko sonrió.
-Se ve que tienes muy buen aspecto.
-¡Normal! -hablaba ahora Tentomon-. Tras terminar con el proyecto, estuvo durmiendo dos días seguidos. La verdad, es que me tenía un poco preocupado -manifestaba ahora con cierta amargura, recordando aquellos días donde su amigo descansaba lo mínimo-. Tenía unas ojeras horribles y apenas comía. Sino fuera porque salía a buscar a Keikohan, no saldría nunca de esa oficina.
-¿Keiko? -repitió Taichi afinando el oído- ¿No me digas que la famosa Keiko es una de ellos? -buscando con la mirada cuál podría ser la chica, mientras Koushirou amonestaba a Tentomon por ser un bocazas- ¿Y quién es?
A regañadientes, Koushirou le indicó cuál era. Taichi no podía creer que fuese aquella chica tan refinada y tan guapa. Meiko apoyaba en que le parecía una chica muy linda y adecuada para Koushirou. Pero el chico, negaba otra vez de que fuesen pareja y que solo eran amigos. Pero la palabra amigos fue dicha con tanta duda, que para Taichi fue fácil de descubrir qué su amigo había empezado a sentir algo más que amistad. Estaba a punto de picarlo, pero otra escena le llamó más la atención.
-¡Oye! ¿Qué ese no es Iori y la otra… -de todos los allí presentes, aquella niña llamada Noriko había tenido un peso muy importante durante las Navidades del dos mil dos. Además, como la había estado vigilando por mucho tiempo junto a Sora, era alguien imposible de olvidar- ¡¿Noriko?! -Iori y Noriko estaban juntos y cogidos de la mano. Armajimon no les hacía caso, solo jugaba a correr con Pipimon y Punimon- ¿Por qué están cogidos de la mano? ¿No me digas…?
-Están saliendo -dijo Koushirou tras un carraspeo y aliviado de que Taichi priorizara la relación de Iori con Noriko que la suya con Keiko.
-¡¿Cómo?! ¡¿Desde cuándo?!
Koushirou se lo explicó muy por encima, para no invadir tanto en la intimidad del más pequeño de los elegidos.
Taichi se sentía impresionado, y cómo Meiko apenas conocía la historia de las semillas de oscuridad, su novio se lo explicó, así cómo el hecho de que Noriko había sido la primera niña en que aquella semilla floreciese y fuese perjudicada cuando Oikawa se la había arrebatado.
En la mente de Meiko se retorció un poco, imaginando más bien el romance de cómo se habría dado.
Aquella niña habría tenido una montaña de sentimientos negativos por ser la primera y única en dejar que el mal floreciese en ella. Iori le habría estado dando el apoyo moral que necesitaba. La presencia de Punimon junto a Iori, habría sido la clave para que ella se recuperase y a enamorarse del chico.
Aquella historia que se le había ocurrido a Meiko, en realidad no era tan surrealista.
-¡Qué bonito! -expresó emocionada- ¡Me recuerda a…! -a ella misma con Taichi, pero bajó la cabeza avergonzada. Taichi se dio cuenta de lo que estaba pensando y también se sintió apurado.
-Esto… ¿Por qué no vamos al lugar dónde pasamos la primera noche? Creo que va siendo hora.
-¡Ah, sí! Nosotros iremos también. Si no, no nos dará tiempo para visitar el resto de lugares.
Taichi y los suyos se unieron al grupo de Koushirou. Previamente, los habían retrasado por culpa de Agumon y Meikuumon que se negaban a abandonar el agua, donde tan bien se lo pasaban. En marcha hacia su siguiente destino, Taichi era acosado a preguntas sobre la perspectiva que había tenido de niño cuando había visto el mundo digital por primera vez. Por su parte, Meiko charló con Noriko y Keiko.
Llegaron a su siguiente destino. Agumon le contó a Meikuumon y a los primerizos con sus digimon que Taichi había sido el causante de enfadar a Seadramon. Aquella serpiente gigante que los había atacado y que había provocado la evolución de Gabumon. Taichi le dio un capón por tergiversar tanto la historia.
Era cierto que había tenido parte de culpa, cuando la chispa de la hoguera había caído sobre la cola de Seadramon, pero aquello había sido un accidente que le hubiera podido ocurrir a Agumon si él no estuviera. Agumon no estaba de acuerdo, pues, aunque hacían guardia, él había estado con los ojos cerrados (durmiendo).
Las risas de todos habían inundado aquel lugar. Continuaron con su tour. Cómo Taichi y Koushirou sabían de sobra lo cansado que era andar tanto y con aquel clima, hicieron que sus digimon evolucionasen al siguiente nivel, y que ellos transportaran a los chicos por turnos. Algunos valientes, querían recorrer el mismo camino que los primeros elegidos, alegando que ya descansarían por la noche.
Enmedio del desierto, donde los chavales estaban incrédulos por los postes telefónicos, se escuchó una débil melodía de harmónica. Aquellos chicos pensaban que era otra cosa extraña más de aquel mundo, pero Taichi y Koushirou reconocían perfectamente esa melodía. La melodía que Yamato tocaba siempre con su harmónica en sus viajes digitales, y que muchas veces lograba que se sintiesen relajados. Era como una música zen, que lograba que olvidasen el estrés que tenían por estar en un sitio desconocido y el perderse en una realidad natural donde no existía el peligro ni la pena. Aquella melodía, que cuando estaba con los "Teenage Wolves", la había transformado en canción de rock con el título de "Walk on the Edge" donde la letra hacía alusión a sus aventuras digitales.
A medida que se acercaban, la melodía se escuchaba más fuerte. Noriko y el resto, coincidían en que era una melodía muy bonita. Iori le había explicado de quién provenía, así cómo la carrera musical que había tenido Yamato desde los trece años y cómo, a pesar de tener madera de músico, iba a estudiar ingeniería.
Al llegar al pueblo de los Pyokomon, observaron cómo los Pyokomon estaban arrejuntados unos contra otros con los ojos cerrados, disfrutando de la bella melodía como si estuvieran hipnotizados. Pero cuando uno de ellos sintió a los recién llegados, la música de la harmónica fue acompañado de risas y emociones de los pequeños digimon al recibirlos. Mientras los nuevos estudiaban aquella aldea de casas chiquitas y trababan amistad con los Pyokomon, principalmente Hiroshi que tenía a Nyokimon, la forma previa a Pyokomon, Taichi, Koushirou e Iori preguntaron por Yamato. Una Pyokomon los condujo hacia una zona apartada que los dos mayores junto a sus digimon reconocían muy bien. El lugar donde el pequeño digimon rosa los llevaba era dónde los Pyokomon junto a los elegidos habían corrido a refugiarse cuando Meramon, invadido por la rueda negra, había ido a atacarlos. Para los dos mayores, aquel lugar estaba cómo siempre, incluso cuando desde lo alto habían visto aquel buque semihundido en la arena del desierto. Lo más destacable era el dueño de la melodía junto a sus acompañantes. Apoyado contra la quilla del buque, se encontraba Yamato tocando su harmónica sin percatarse de que estaba siendo observado. Lo mismo le ocurría a Sora, Gabumon y Piyomon. Los tres apoyados unos a otros con los ojos cerrados, totalmente relajados, daban una imagen tan bonita cómo dulce. Viéndolos, ni Koushirou ni Iori tenían el valor de interrumpirles. Fue el pelirrojo en sugerir que era mejor dejarles en aquel mundo suyo en el que estaban. Pero cuando Koushirou vio a Taichi, se lo encontró con una mirada extraña, y su imaginación no le engañaba al advertir también, celos.
-¿Taichisan?
Cómo si hubiera despertado, Taichi estuvo de acuerdo en abandonar el lugar sin decirles nada.
Extraño fue el comportamiento de Taichi posteriormente en la aldea Pyokomon, algo que extrañaba a Meiko. Koushirou se percató en cómo Taichi mantenía las distancias con su novia y trataba de entrar en conversaciones de manera tan forzosa que resultaba sospechoso. Todo había sido después de haber visto a Yamato y a Sora.
Una idea acudió a su mente.
¿Sería que Taichi seguía enamorado de Sora?
Sabía que cuando eran niños, Taichi quería mucho a Sora, pero pensó que tras los largos años de pareja de Yamato y Sora, que lo había superado. Además, ahora estaba con Meiko. No podía ser. Pero si lo pensaba fríamente, no habría otra explicación al cambio de actitud que Taichi. Estaba tan ansioso con esa idea, que no se percató de que llevaban demasiado tiempo ahí, hasta que Iori le sugirió seguir con la ruta. Exagerando demasiado, estuvo de acuerdo en marcharse, donde la harmónica de Yamato seguía sonando, y sus dueños continuaban en aquel lugar, cómo si no quisieran moverse de allí.
El siguiente lugar era muy simbólico para Koushirou. El muchacho empezó a hablar sin parar, explicando todo y cómo desde la aldea Pyokomon se había comido la cabeza sobre la razón de la evolución donde los dispositivos brillaban y no por simple casualidad.
Hablaba y hablaba, donde eran pocos los oyentes que tenía, y muchos empezaban a hacer lo mismo que hacían sus amigos elegidos, centrarse en sus propias cosas y aprovechar el tiempo para comer. Cómo Taichi y Meiko no contaban con estar hasta la hora de la comida, no habían traído nada. Pero ambos se encontraban muy tensos y pensando en sus propias cosas, o más bien, en cómo la relación de Yamato y Sora les afectaba de una u otra manera. Por lo que, Agumon y Meikuumon estuvieron mendigando algo de alimento en los demás. Con un poco de aquí y un poco de allá, lograron saciar sus estómagos, para después acordarse del de sus compañeros.
Cuando ambos recibieron el alimento de sus digimon, fue cómo si reaccionasen y se dieran cuenta de dónde estaban.
Koushirou parloteaba ensimismado con su portátil en su poder, cómo así pudiera explicarlo mejor. Sus únicos oyentes e interesados eran Iori y Keiko. El resto se encontraban en pequeños grupos recogiendo, jugando, charlando… en otras palabras, sin hacerle ni puto caso. El estómago de Taichi sonó ligeramente, recordándole que necesitaba alimento, todo lo contrario a Agumon, donde tenía restos sobre su boca. Vio cómo Meiko recibía contenta lo que Meikuumon le había guardado, y él hizo lo mismo, para después susurrarle.
-Cuando acabemos, será mejor que interrumpáis a Koushirou, porque sino, estaremos hasta la noche y esos chicos le cogerán manía -sino fuera porque él ya estaba acostumbrado a su forma de ser, le habría cogido una pía terrible.
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-...y aunque la energía sea la evidencia de que los digimon evolucionen cómo un aparato al enchufar a una toma eléctrica, en el caso de los digimon provoca un sobrecalentamiento que puede ser peligroso. Por eso, es aconsejable que los digimon no…
-Koushirou -dijo Taichi interrumpiéndole, dándole unas palmadas- ¿No crees que deberíamos irnos ya?
Koushirou apartó la mirada de la pantalla. Al mirar al frente, se encontró con un espectáculo lamentable. De todos que lo habían observado interesados, solo quedaban dos. Iori y Keiko. Incluso Tentomon se había quedado dormido, mientras que los estaban a lo suyo.
-¡Ah! ¡Tienes razón! -objetó rojo y llamando la atención de todos. Le pareció escuchar algo así cómo "Por fin acabó" o no supo si había sido su imaginación, el caso es que se sentía fatal y que para ocultarlo, empezó a hablar apresurado-. Todavía quedan muchos lugares por visitar y el siguiente, es la ciudad de los juguetes donde Palmon… -acordarse de Palmon fue recordar a Mimi y cómo se había burlado de su relación. Eso lo puso rabioso y a no tener ganas de nada.
Habían pasado unos meses donde no se había acordado de Mimi, y reconocía que era gracias a Keiko, pero todavía era muy temprano para que la herida sanara.
Taichi al ver el estado de su amigo, lo identificó tan claro como el agua. Llevándoselo a otro lugar, lejos de los demás, le preguntó preocupado sobre su estado.
-Te afecta aún lo de Mimi, ¿verdad?
-Créeme que sí. Pero no siento tristeza, sino resentimiento contra ella por cómo se tomó nuestra relación y cómo de la nada, me entero de lo suyo con Michael.
-Escucha, Koushirou -sujetándolo por los hombros-, entiendo cómo te sientes, pero si estás así, entonces tu novia se preocupará y pensará lo que no es -aunque él no era el indicado para decirlo, pensaba internamente el pelirrojo.
-¡¿Cuántas veces tengo que decirte que Keikosan no es mi novia?!
-Yo no he dicho su nombre y tú ya asumiste que se trataba de ella -dijo Yagami con una sonrisa, pillando a su amigo-. Está bien, independientemente de si es tu novia o no, está claro que la aprecias mucho, y me da la sensación de que ella también.
Sus palabras lo dejaron en un mar de emociones diversas, donde no era capaz de ordenar las palabras para decirlas.
-De todas formas -empezaba ahora Taichi cómo hablando consigo mismo-, es muy probable que ella esté allí. Si la vieses, creo que sería peor… ¡Ya está! -pronunció como si le hubiese ocurrido una buena idea-. Meiko, los digimon y yo nos adelantaremos con Greymon y comprobaremos si ella está allí y te avisaremos por si prefieres cambiar de rumbo. Así no tendrás que cruzártela y no tendrás una cara peor.
-Taichisan…
-¡Nos reuniremos en el siguiente punto! -abandonándolo sin dejarle la oportunidad de negarse a esa decisión tomada por el antiguo líder. Sin embargo, cuando no estuvo frente a su contacto visual, lo agradeció teniendo la gran suerte de tener un amigo cómo él.
Ante las miradas sorprendidas de todos, Taichi hizo evolucionar a Agumon a su forma de Greymon. Montando Meiko y Meikuumon con la ayuda de Taichi, alegaron que tenían que hacer algo más importante y que ya se reunirían más tarde para despedirse de ellos. Mientras tanto, Koushirou volvió a encabezar la marcha en dirección hacia la Ciudad de los Juguetes, pero a paso moderado.
El mensaje de Taichi llegó más pronto de lo esperado. Mimi no se encontraba en el siguiente punto. Sintiéndose más tranquilo, Koushirou marchó a paso más apurado.
Durante los siguientes puntos a visitar, todo había ido con normalidad. Taichi junto a su novia y los digimon iban un paso más por delante para avisar al pelirrojo sobre si Tachikawa estaba presente. Sin embargo, sí que estaban el resto de sus amigos, los cuales se habían sumado al gran grupo de elegidos.
Los primeros habían sido Daisuke, Ken y Miyako. Se los habían encontrado de camino a aquella mansión falsa, donde Devimon había engañado a los primeros elegidos, haciéndoles creer que era una mansión muy bonita con sus platos suculentos dispuestos a consumir, y la enorme bañera, donde Taichi y Yamato se habían metido con Jou por su actitud vergonzosa.
Cuando Iori se encontró con ellos, inmediatamente había preguntado por Takeru, y cómo es que no estaba con ellos (lo mismo que Hikari), así como a preguntarse internamente por ese extraño grupo.
La respuesta fue llegada a través de Miyako. Takeru y Hikari habían llegado antes que ellos con sus respectivos hermanos, pero después, Takeru y Hikari habían acordado reunirse e ir por su cuenta. La forma tan burlesca en cómo lo había dicho Miyako, había inflado más todavía los celos de Daisuke a querer encontrarles. Lo mismo pasaba con Veemon, que no le gustaba la idea de que Patamon y Tailmon estuviesen juntos. Por eso, habían pedido ayuda a Ichijouji. Pero Ichijouji había llegado con su novia Miyako. Ahí había sido el turno de Daisuke de meterse con Miyako, donde no sentía remordimientos en arruinar su plan de dejar que disfrutasen en parejita ese día tan especial para los mayores.
Tanto Iori cómo Koushirou comprendieron al instante la paciencia y lo mal que lo debía estar pasando Ichijouji y Woormon, al tener a dos personas que sino fuera porque uno estaba enamorado de Hikari, y la otra era pareja de Ken, estarían hechos el uno para el otro.
Ken junto a Woormon y Hawkmon (otro que estaba cansado de los numeritos que montaban su compañera) se aliviaron cuando Daisuke y Miyako se habían puesto de acuerdo en unirse al grupo de Koushirou e Iori.
Los siguientes en ser encontrados, fueron Jou y Gomamon. Estaban frente a una orilla, donde Jou sonreía al ver a Gomamon nadar felizmente con los peces de colores. El lugar donde encontraron a Jou había sido uno de los fragmentos de la isla File cuando Devimon la había separado, y él había encontrado a Sora y a Piyomon. Pero también habían encontrado a seres humanos, o eso le había parecido al Jou de doce años, que estaba feliz de encontrar seres de su especie en aquel mundo. Al final, solo habían sido Bakemon que los habían engañado y planeado comérselos.
Con Jou y Gomamon se dirigieron al penúltimo lugar a visitar, la Ciudad del Comienzo. Lugar dónde Taichi le había dicho que estaban Takeru y Hikari y los digimon. Internamente, agradecía que en las ruinas dónde había estado en el pasado con Mimi por primera vez, no se hubiera encontrado con Tachikawa. No habían estado mucho tiempo allí, por los extraños sentimientos recordados cuando él había tenido diez años y había tenido que aguantar la verdadera personalidad de Mimi.
En la Ciudad del Comienzo, Daisuke no tardó en correr hacia lo que sería pareja en unos meses, y echarle en cara a Takeru por haberle quitado su tiempo con Hikari. La propia Hikari se había puesto del lado de Takeru, de que había sido ella la que le había pedido reunirse en aquel lugar para pasarlo juntos.
La escena graciosa que se montaba solo era atendida por varios de los niños, mientras que otros observaban maravillados aquel lugar tan infantil y pintoresco.
Elecmon, el encargado de la crianza de los bebés digimon y de los digihuevos, se había acercado a los niños humanos. Observando a los pequeño digimon que habían estado habitando en el mundo real por cuatro años, dio la imagen de alguien satisfecho, cómo si él fuera la mamá de esos digimon y que hacía tiempo que no los veía y que ahora se sentía orgulloso de verlos tan sanos y felices.
Siendo un lugar tan tierno y mágico, era imposible que se quedasen unos cinco minutos para ojearlo, así que estuvieron más tiempo del esperado. Un tiempo donde Yamato y Sora junto a sus digimon, acabaron por aparecer e internarse también en aquel grupo.
Sólo faltaban el grupo de Taichi y Mimi con Palmon. Taichi y los suyos se encontraban en el último destino, mientras que las dos últimas, no se sabía nada de ellas.
Sin embargo, todos se olvidaron de ellos en la Ciudad del Comienzo. Todos se lo estaban pasando tan bien. Todos los digimon habían digievolucionado a sus siguientes formas, para hacer de atracciones tanto a los bebés como a los nuevos elegidos, según sus habilidades; corriendo, volando, tipo tobogán (en el caso de Ikkakumon y Anquilomon). Por otro lado, Angemon hacía malabarismos con su bastón, mientras que Angewomon ofrecía un espectáculo de danza que maravillaba a las digimon femeninas.
-Entonces -empezó Takashi dirigiéndose a Takeru-, si mi digimon es la forma bebé del tuyo, ¿quiere decir que se convertirá en un ángel?
-Es muy posible -contestó Takeru, donde Hikari lo acompañaba como siempre y observaba al más pequeño con una gran sonrisa.
-¿Has visto eso Poyomon?
Pero Poyomon no estaba muy interesado en eso, sino en otra cosa más importante.
-¿Angemon y Angewomon son pareja? -formuló con creciente interés.
La pregunta fácilmente escuchada por los interesados, provocó que él se diera con el báculo, y Angewomon perdiera el equilibrio. La torpeza de los digimon no existió para los videntes, ya que se habían girado con gran expectación para escuchar una respuesta positiva.
-Claro que son pareja, Poyomon -afirmaba Takashi como si fuera lo más obvio-. Si sus compañeros humanos lo son, es normal que ellos también.
El nerviosismo que sentían Patamon y Tailmon que habían vuelto a sus formas originales, fue contagiado por Takeru y Hikari, donde de la manera más tranquila posible, intentaban aclarar que no eran pareja. Aunque sus rostros evidenciaban demasiado sobre los sentimientos que tenían por el otro.
-¿Cómo que no? -decía Takashi extrañado-. Pues no lo parece.
-Además, Iorisan me dijo que vosotros siempre estáis muy juntos y tenéis una química muy especial -añadía Noriko también extrañada.
-Y desde que os he visto, habéis estado muy arrimados cómo ellos dos -señalando a Yamato y a Sora.
Takeru dio gracias a que su hermano girara la cabeza al haber escuchado su nombre con el de Sora. Con sus dulces ojos azules, le pidió ayuda para que lo sacara de aquel apuro. La mirada que le devolvió su hermano mayor fue la de no querer ayudarle, y de que aprovechara la situación para que las cosas entre Hikari y él quedasen aclaradas de una vez por todas. Era tan obvio que se gustaban, que Yamato no entendía a qué estaba esperando su tonto hermanito a confesarle a la chica que le gusta. Bueno, él no era nadie para hablar, porque había hecho exactamente lo mismo o peor. En su caso, él había sido el enamorado qué había tenido que reprimir sus sentimientos por su mejor amigo, y a Sora no se le evidenciaba tanto como a Hikari. De hecho, lo que Sora había sentido antes de que se le declarara, había sido una necesidad de compasión y a querer ayudarlo con aquel problema amoroso que tenía y que había expresado en una de sus canciones.
Tenía que dar gracias a los digimon e incluso a Taichi, para que al final, los sentimientos de Sora se transformasen en amor hacia él, y tuviese el coraje para decírselo. De lo contrario, ahora mismo, estaría soltero y tendría que reír forzosamente al ver a Sora con Taichi.
¿Sora con Taichi?
Esa frase no le gustó nada de nada.
Y con eso, empezaron a despertar viejos sentimientos negativos, pero estos volvieron a quedar dormidos, al escuchar a Sora preguntando por él y si se encontraba bien.
Como si hubiera estado en trance, Yamato vio como Takeru había salido del apuro, aunque no de la manera deseada. Delante de ellos, había aparecido Daisuke, alegando que Hikari iba a ser su futura novia, dónde la cara de Yagami indicaba todo lo contrario.
-¿Yamato? -insistió Sora una vez más preocupada por él.
Sora se sorprendió al sentir como su mano era sujetada con fuerza por la de Yamato. Cómo si de repente tuviera el impulso necesario de quererla más a su lado, cómo si el tiempo mágico que habían pasado en la aldea Pyokomon no fuera suficiente.
Sora correspondió a su agarre de manos, entrelazando sus dedos con los suyos, teniendo la impresión de que él necesitaba saber qué ella se sentía feliz a su lado. Un acto público que llamaría la atención de todos, para mirarlos sonrojados, pero ahora mismo, Daisuke y su teoría de que acabaría casándose con Hikari era lo que más atención captaba.
Sólo Miyako observaba la escena con la emoción de una chica adolescente enamoradiza.
Garurumon y Birdramon como buenos compañeros digitales, que siempre estaban pendiente de sus compañeros humanos, también los observaban. Se lanzaron miradas furtivas, sintiéndose satisfechos de que les fueran tan bien y la confianza de que así también les iría en el futuro.
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Era muy tarde cuando llegaron al último lugar dónde Taichi, Meiko y los digimon les esperaban. Junto a ellos se encontraban digimon que los habían ayudado cómo Centarumon y Ogremon. Junto a ellos también se encontraba Gennai en su forma adulta.
Los jóvenes elegidos se sentían muy cansados por toda la caminata, pero hicieron un esfuerzo por las palabras que le dirigieron todos los allí presentes, y el agradecimiento por cuidar de los pequeños digimon y de creer en ellos.
La despedida se estaba produciendo, así como la promesa de volver pronto, ahora que podían. Y Koushirou se sentía satisfecho por lo que había logrado. Por el día pasado, y también por no encontrarse con Mimi.
Pero a punto de regresar a su mundo a través de una vieja televisión que había en el suelo, se escuchó su voz aguda, llamándoles y deteniéndoles.
Koushirou quedó en shock. Quiso creer que se trataba de su imaginación. Pero, escuchar cómo las chicas la recibían con alegría, vio que se trataba de una dura realidad. No vio cómo Taichi lo había observado con cierta pena, pues sus ojos negros estaban abiertos incrédulos de no solo encontrarse con aquella chica que se había reído de sus sentimientos, sino que además, venía acompañada de Michael con su Betamon.
Eso lo irritó. No vio cómo Keiko lo había observado con confusión.
-¡Pero, bueno! -pronunció tras los abrazos recibidos por parte de las chicas- ¡¿Pensabais marcharos tan temprano sin esperar por mí ni nada?! -objetaba Mimi algo indignada.
-Claro que no, Mimichan -contestó Sora-. Pero en Japón ya son cerca de las nueve de la noche. Y los chicos están muy cansados.
-¡Ah! ¡Es verdad! ¡Había olvidado que hay trece horas de diferencia con Japón! -riéndose- Menos mal que madrugamos -dirigiéndose a su acompañante. Luego, cayó en la cuenta de que no les había presentado a sus amigas a Michael formalmente-. Por cierto, él es Michael Ford, el elegido de América que me ayudó mucho cuando me mudé allí por primera vez. Y bueno, llevamos saliendo unos cuantos meses -colgándose de su brazo sin ningún pudor ni vergüenza, olvidándose de las costumbres japonesas, donde aquellas acciones no eran muy bien vistas en público.
Miyako se sintió emocionadísima con la noticia y con el acto efusivo de Mimi, y a observar a lo que era su ídolo, con la misma expresión que había tenido cuando había visto a Sora con Yamato tan acaramelados. Todo lo contrario a Sora y a Meiko, que recordaron cómo había tratado los sentimientos de Koushirou. Meiko sonreía nerviosa, sin saber qué decir. Pero Sora tenía la mente partida. Por un lado, por su amistad con Mimi, quería alegrarse por ella. Pero por el lado de su emblema, el del amor, le parecía algo ruin y rastrero cómo se había comportado con Koushirou.
-Sora, ¿qué pasa? ¿No te alegras?
-Sora está cansada -intervino Yamato junto a Piyomon, quiénes habían entendido lo qué debería sentir la pelirroja-. Ha estado preparando a contrarreloj los preparativos para que partamos a Francia la semana que viene.
-¡Es verdad! ¡Sora me contó que tus padres se vuelven a casar! ¡Felicidades!
-Gracias -contestó Yamato ásperamente, sacando a su novia de allí-. Nosotros nos vamos yendo.
El resto también quisieron imitarlo, salvo Miyako que quería quedarse un poco más para pasar el tiempo con Mimi. Y Mimi tampoco estaba contenta de que todos se marcharan cuando ella había llegado.
-¡Pero, bueno! ¡Al menos, un rato! ¡Me gustaría conocer mejor a los nuevos elegidos!
-¡Están muy cansados, ahora mismo! ¡¿Es qué tienes que ser siempre tan egoísta?! -explotó Koushirou sin mirarla y con un tono que muchos desconocían que pudiera tener. Entre ellos, Keiko que lo miraba boquiabierta.
La tensión que hubo en ese momento, fue tan palpable, que los que no estaban enterados del asunto, observaban al supuesto decente y responsable Koushirou atónitos.
-A ver -intervino Michael-, entiendo que allá en Japón sea muy tarde. Pero, me parece que hay formas de decir las cosas -dirigiéndose más a Koushirou por el tono en cómo se había dirigido a su querida novia.
-¡Eso! ¡Eso! -animaban Palmon y Betamon a su favor.
Antes de que todo fuera a peor, Taichi intervino y comentó que él se quedaría para hablar sobre los viejos tiempos. Meiko, lo imitó. Taichi pidió con la mirada a varios de sus amigos que también se quedaran, siendo únicamente los que se marchaban Yamato, Sora, Koushirou, Iori y Takeru con los digimon y los jóvenes elegidos que habían visitado por primera vez el Mundo Digimon. Taichi había conseguido que con los que quedaban, que Mimi se sintiera satisfecha y no le importara que el resto se fuera.
Koushirou se marchó con la tonta sonrisa feliz de Mimi y cómo ella había declarado, sin ningún descaro, que Michael y ella eran tan íntimos que de vez en cuando pasaban la noche en casa de uno o del otro.
A él le daba igual lo que ella hiciera, pero el rencor que sentía de cómo no se cortaba en contar su relación, y sin haberle pedido una mísera disculpa de cómo le había tratado, le parecía aborrecible e irritante.
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Varios días fueron pasando, y la rutina de Koushirou fue la de encerrarse en su oficina y centrarse en los misterios del Mundo Digimon, en vez de recordar cómo Mimi se había olvidado de sus sentimientos, sin haberle dado una respuesta, y cómo de la nada, presumía de su noviazgo con Michael.
Los días dos y tres de agosto, Koushirou los pasó en su oficina, excusándose con Iori y los demás, de que tenía que investigar algo muy importante.
Su expresión taciturna era algo que veía constantemente en el reflejo de las seis pantallas que tenía delante. No creía sentirse así. Y eso le hizo pensar que no estaba hecho para estar con alguien tan buena como Keiko.
Agradecía que en agosto, estuviera cerrado el complejo donde Keiko iba a sus clases de repostería. Así no tendría que poner excusas constantes de porqué ya no iba a recogerla. Pero ella le mensajeaba, y desde luego, no podía ignorarlas sin más. Por eso, le pedía a Tentomon que le respondiera por él y le dijera que estaba muy ocupado para responder en persona. Tentomon veía qué su amigo todavía se sentía molesto por lo que había pasado con Mimi. Y pensó que su razón para no contestar a Keiko se debía por miedo a poner algo desconsiderado. Pero con el tiempo, empezó a ver que estaba equivocado, sobre todo, cuando su amigo le había anunciado que iba a dejar de verla. Tentomon se sintió desesperado y sin entender muy bien el porqué.
-No puedo olvidar la indignación que me causó Mimi. Sé que es rencoroso. Pero me sigue molestando su actitud tan egoísta. Y no puedo estar con Keiko, estando yo así. Ella no se lo merece.
Para un digimon que no sabía nada sobre las relaciones amorosas entre los humanos, aquello era tan desalentador que no sabía qué hacer para convencer a su amigo de que eso no era cierto. Intentó convencerlo con desmesurada pasión de que estaba equivocado, y que por eso no debía apartar a una chica cómo Keiko. Pero sus palabras nunca lograron convencerlo. Se sintió más alarmado cuando un día le había dicho que en la próxima reunión que organizase Iori con el grupo de Noriko y los demás, le diría a Keiko que no se preocupase más por él. En otras palabras, la iba a rechazar.
Para alguien cómo Koushirou, decir a través de un mensaje que se olvidara de él, le resultaba frío y cruel. Por eso, quería verla en persona para decírselo. Podría mandarle un mensaje y decirle que quedasen al día siguiente para hablar, pero Koushirou imaginaba que eso animaría más las esperanzas de la muchacha por querer pasar más tiempo con él. Reconocía que tampoco obraba bien al hacer que Tentomon le contestara a los mensajes, donde el digimon, obedientemente, alegaba quién era realmente el que respondía a los mensajes y lo excusaba con que estaba muy ocupado. Y ocupado estaba, para no pensar en ese rencor que guardaba vehemente en su pecho y se negaba a salir, para así volver a ser quién era. Keiko lo había salvado aquel día en que la había conocido por primera vez, donde ingenuamente, le había ofrecido unos pasteles con sabor a té, tras haberle rechazado con crueldad los primeros que ella le había ofrecido.
Ella podía ser su salvación, le decía una parte romántica que existía en él. Pero la cordura le recordaba cómo incluso delante de ella, aquel sentimiento de rencor había aparecido al ver a Mimi.
Continuó tecleando sin parar, tratando de enfocar su mente en lo que tenía ante de las seis pantallas, por lo que Koushirou no escuchó el timbre que resonó por toda la oficina.
Alguien venía a visitarlo sin previo aviso.
Tentomon voló hacia el receptor para recibir a los visitantes. La presencia de Yamato junto a su novia y los digimon, le pareció la salvación a su amigo humano.
Koushirou tardó unos segundos en descubrir que habían llegado sus amigos a verlo. Para cuando lo había hecho, Tentomon ya se encontraba preparando bebida y unos aperitivos, mientras que Sora fue la primera en hablar para saludarlo.
-Espero que nuestra visita inesperada no moleste.
-No, para nada. Sentaos, sentaos -los dos digimon fueron los primeros en sentarse, mientras que Sora hizo lo mismo en el sofá del frente. Yamato por su parte, se quedó de pie, detrás de su novia con las manos en los bolsillos.
Tentomon dispuso en la mesita de cristal que había en el centro, las bebidas para los cuatro. Luego voló hacia la pequeña despensa, para recoger el plato con aperitivos que había preparado. Quiso comentar lo de Keiko, para que ellos le hicieran entrar en razón, pero tuvo que esperar. La pareja humana había aparecido sólo para darle un recuerdo que habían comprado en Francia.
Los padres de Yamato y Takeru, después de muchas indirectas del más joven y descubrir que todavía se amaban, se habían vuelto a casar. La boda se había celebrado pocos días después de aquel uno de agosto, donde los señores Ishida habían pedido que Sora también asistiera a la celebración. Celebración que habían celebrado en París, la ciudad natal de Natsuko y que ya no portaba su apellido de soltera.
Habían estado dos días en el país del amor, donde Sora había aprovechado para hacer turismo con Yamato y con Takeru. Algo que había molestado bastante al rubio mayor, y se notaba cuando Sora lo había contado. Entonces, a Sora se le había ocurrido la idea de comprar algo para todos, tras ver cómo su futuro cuñado se había decidido a comprarle una caja de música para Hikari. La persona que tanto amaba, y que había decidido confesarse…
-Pues, muchas gracias. Aunque no era necesario venir a propósito para dármelo.
Entonces, una sonrisa risueña se dibujó en la cara de Sora. Koushirou advirtió cómo ella miraba a Yamato con complicidad, el cual le respondió con una sorprendente sonrisa. Cómo si estuviesen sincronizadas, Sora alzó la mano, mano que fue cogida por Yamato y lo que dijeron a continuación, lo dejaron estupefacto.
-Yamato y yo vamos a casarnos.
Koushirou se levantó de la silla para mirarlos incrédulos. Tentomon se sumó a la reacción de su compañero humano. Y antes de que la pareja pudiese continuar, Gabumon y Piyomon empezaron a contar cómo había sucedido todo.
-¡Fue tan romántico el cómo Yamato se declaró delante de aquel río! ¡Era de noche y todo brillaba con las luces de la boda que se celebraba! -exclamaba Piyomon toda emocionada cómo si le hubiera pasado a ella.
-¡Nunca había visto a Yamato tan decidido y valiente que no tardé en avisar a Takeru para que lo viese también!
El ambiente romántico que se había respirado, se esfumó por completo con un Yamato sonrojado y echando chispas, entendiendo por fin, qué pintaba su hermano espiando junto a unos cotillas Gabumon y Piyomon. Sus padres habían insistido en que ellos estuvieran presentes. Pues al tratarse de un evento familiar, podrían estar tranquilos, y no preocuparse por lo que pensaran los humanos que todavía desconfiaban de los digimon.
Yamato agradecía que su hermano ni los digimon le hubiesen irrumpido la declaración en dónde él le había dicho que daba igual los años que pasasen, que seguiría amándola, y que le gustaría casarse con ella. Tarde o temprano lo iban a hacer, y le gustaría que al comenzar la universidad, Sora se matriculase con su apellido de casada. De esta manera, durante su vida universitaria, tendrían todo el derecho a vivir juntos sin necesidad de dar explicaciones de que eran novios y todo eso. Pues, aunque la universidad a la que iban asistir era la misma, estarían en distintas facultades.
Yamato le había pedido a sus padres tener su propio espacio durante su época de universitario. No es que no quisiera estar con su madre, la cual todavía se sentía incómodo a su lado, pero quería empezar a comportarse como un adulto, y saber lo que era trabajar para mantenerse uno mismo, al tiempo que estudiaba aquella carrera, para muchos, tan compleja. Y sobre todo, quería hacerlo al lado de Sora. Estando casados, tendrían todo el derecho a vivir juntos.
-¡Felicidades! -felicitó Koushirou una vez que los digimon dejaron de parlotear, donde Yamato tuvo que llamarles la atención más de una vez para que callaran. Sora no podía hacerlo, porque se encontraba tan avergonzada que no podía articular palabra- ¿Y para cuándo es la boda?
-El veinticuatro de diciembre -contestó Sora, recuperando el habla-. Yamato y yo decidimos que será una boda sencilla, debido a nuestra edad, pero nos gustaría que asistieras. También tus padres que ayudaron mucho con el Mundo Digimon. Y por supuesto, Keikochan también está invitada.
La cara de Koushirou cambió drásticamente y lo siguiente que dijo, lo hizo tan bajito que apenas fue audible.
-Si la invitáis sólo porque creéis que va a ser mi novia, estáis equivocados.
La extrañeza de la pareja se asomó, donde Tentomon aprovechó el momento para explicar toda la situación de su amigo humano y su decisión de dejarla para siempre, por culpa de ese rencor que le tenía guardado a Mimi.
-Ahora entiendo porqué te pusiste así -dijo Yamato, cómo si comprendiera a la perfección a su amigo.
Sin embargo, Sora estaba de acuerdo con Tentomon en que aquello no era la solución. Levantándose del sillón, se acercó a grandes pasos hasta la mesa y apoyando las manos sobre ella en un fuerte sonido para que la escuchara atentamente, se dirigió al pelirrojo con severa determinación.
-¡¿Crees acaso que esa es la solución?! ¡Sé que lo que Mimichan te hizo, no estuvo bien y que por eso te encuentres resentido, pero decidir por tu propia cuenta que es lo mejor para Keikochan, no es algo que debas decidir tú! ¡Aquel día en que te enfadaste, todos lo vimos y Keikochan también! ¡Tú que eres una persona tranquila que raras veces se molesta, resulta sorprendente! ¡Y aún así, Keikochan sigue mandándote mensajes porque tolera ese comportamiento! ¡Todos tenemos nuestras imperfecciones, pero sí por ellas ya decimos que somos insignificantes para la persona que amamos, entonces, el mundo no se poblaría! ¡El amor se trata de eso! ¡De aceptar lo bueno y lo malo de uno mismo! ¡Eso no va a impedir que bajo nuestras imperfecciones, no esté la parte que tanto amamos del otro! -Yamato la observaba con expresión sorprendida. Se notaba qué hablaban de ellos, de cómo antes de empezar a salir, existía una barrera, donde cualquiera diría que ella la saltaría para ofrecerle la mano y estar juntos-. ¡Si piensas que dejándola haces lo correcto, lo único que conseguirás es hacerle más daño y a que ella tenga el trauma de que si encuentra a alguien, la decepcione cómo lo vas a hacer tú! ¡¿Es eso lo que quieres?! ¡¿Acaso no estás sufriendo ahora por ese trauma, por culpa de Mimichan?! ¡¿Quieres que ella pase por lo mismo también?!
-Yo… -nervioso y viendo la otra causa si siguiera adelante con su decisión, la parte que ofrecía un tercero con la cabeza bien puesta y entendiendo perfectamente lo que significaba alejar a Keiko de su vida, donde pensaba que así ella podría ser feliz con otro. Nunca imaginó que pudiera ser algo tan egoísta-. Pero… Yo… He puesto todo este tiempo excusas para no mensajearme con ella y dejé que Tentomon le contestara en mi lugar… -cualquier persona en su sano juicio pensaría que estaba pasando de ella. La verdad es que Koushirou creía que así podría hacer que la ruptura no fuese tan trágica. Y ahora, tras escuchar a Sora, se arrepentía de ello, donde ya no habría solución.
Sora se dirigió a Tentomon, para preguntarle sobre si Keiko le enviaba mensajes a Koushirou a diario, a lo que el digimon le contestó con una afirmativa. También dijo que en todos esos mensajes, se manifestaba que le transmitiera sus ánimos y en todos ellos estaba escrito que tenía algo muy importante qué decirle.
¿Qué sería ese algo tan importante? Se preguntaba Koushirou con mucha curiosidad.
Podría tomarse desde tantas perspectivas, que Koushirou solo podía pensar en lo negativo. Y con una sonrisa triste, reconoció que tenía que ser eso. Ella, tras ver su lado oculto, querría hacer lo mismo que él. Decirle a la cara, en vez de en un aparato frío y en la distancia, que se alejara de ella.
-¡No seas paranoico! -objeto Yamato hastiado-. Si es así, ¿acaso no es lo que quieres?
-¡Yamato! -le amonestó Sora, indicándole con la mirada de que no dijera una palabra más. Luego, con toda la dulzura, se dirigió a su amigo, donde la verdad que él mismo pretendía hacer, dolía demasiado-. Escucha, Koushiroukun, puede que no sea eso, y sea otra cosa. Debes tener un poco más de confianza y animarte. Seguro que estás montando una montaña sobre un grano de arena. Queda con Keikochan y habla con ella.
-Tendré que decirle lo que me pasó con Mimi -dijo con pesar-. Pero ¿y si no acepta este resentimiento que tengo por su culpa?
-No te preocupes. Confía en ti -le dijo Sora con tanto convencimiento de que todo iría bien, que logró contagiarle y a asomar una sonrisa más animada.
-Vaya, por un momento, pensé que estaba delante de mi madre. Sin duda, acabarás siendo una gran madre, Sorasan.
Sora se apartó avergonzada, Yamato se sintió igual que ella, todo lo contrario a Gabumon y Piyomon que canturreaban ante la idea de que tuviesen niños, sobre todo Piyomon que estaba emocionada en querer conocer al hijito de su querida amiga.
-¡Callaos! -vociferó Yamato aún colorado- ¡Ni os creáis que tendremos un hijo después de casarnos!
La frase fue malinterpretada por Piyomon y a volar enfadada hacia Yamato para reclamarle en lugar de su amiga. Con gusto le daría un picotazo por ruin.
-¡¿Cómo que no quieres tener hijos con Sora?! -volaba tan cerca del rubio, que Yamato tenía que cuidarse de que no le diera con las alas o con ese pico haciéndole bastante daño- ¡¿Acaso no piensas en los deseos de Sora?!
-¡Piyomon! -Sora fue rápida a agarrarla para detenerla- ¡No es eso! ¡Lo que Yamato quería decir es que aunque nos casemos, tardaremos unos cuantos años en tener un hijo!
-¿Por qué tiene que pasar tanto tiempo? -seguía la digimon sin entender porqué había que esperar tanto.
-Aparte de que aún somos muy jóvenes, necesitamos un sueldo sólido y estable para poder ofrecer a nuestro hijo las comodidades necesarias.
Piyomon la miró con la boca abierta. De reojo, y cómo si tuviese una conexión interna con el digimon azulado, lo miró, donde a través de su mirada, pudiese entender lo que estaba pensando. Pero aquella conexión no era algo especial entre los dos, sino, lo que parecía, una especie de conexión entre digimon, ya que ambos miraron a Tentomon como si él tuviese la explicación. El digimon, con su expresión robótica donde era imposible determinar si estaba feliz o triste, sólo hizo en alto la duda que tenían confundidos a Gabumon y Piyomon.
-Koushirouhan ¿qué significa un sueldo sólido? ¿Qué se os pagan en monedas o qué?
Ahora la conexión interna se estableció entre los tres humanos, quedándose desconcertados por aquella pregunta tan infantil. Pero es que también, los digimon no conocían aquellas palabras tan complicadas para ellos, tan habituales para el ser humano.
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Aquella noche, Koushirou le había mandado un mensaje a Keiko para citarla al día siguiente. Tras enviarle el mensaje donde ponía sencillamente qué tenían que hablar. A Koushirou le dio la sensación de que era un mensaje frío que animaba a que iba a contarle que la iba a dejar. Tras cómo se había portado desde el uno de agosto, no le extrañaría que ella pensase así. Así que cuando recibió la respuesta con un simple monosílabo compuesto de dos letras "O" y "K", tuvo el convencimiento de que eso es lo que estaría pensando. Quería mandarle otro mensaje para aclararle todo, para que no se hiciera una idea equivocada, pero, en un mensaje era imposible de poner qué le iba a hablar de lo que sentía por Mimi y lo que sentía en estos momentos, y por consiguiente, lo que sentía por ella. Así que, los mensajes quedaron de esa manera, hasta el día siguiente cuando se reuniesen.
El lugar escogido era una pequeña cafetería poco concurrida, pese al intenso calor del verano. La imagen que daban ambos era tan tensa, que se podía cortar con un cuchillo. Koushirou miraba hacia abajo arrepentido, mientras que ella hacía lo mismo, pero triste, confirmando las sospechas del pelirrojo en que ella había malinterpretado sus palabras.
Para hablar más cómodamente, Tentomon y Yukimibotamon se habían ido al parque de juegos, que tenía la cafetería habitada para los niños, y que ahora estaba vacía. Los niños preferían el aire fresco y el calor natural del sol, a estar encerrados entre cuatro paredes, pudiendo hacer cosas más divertidas en el exterior, como tirarse por el tobogán o jugar en el agua.
Tras haber pedido lo que iban a consumir, Koushirou empezó a hablar.
-Yo… -se sentía más nervioso que nunca, pero ahora no podía echarse para atrás-. Antes de nada, quería pedirte disculpas por haberte ignorado todo este tiempo.
La chica se sintió más deprimida, cómo si eso lo hubiese imaginado y que él se lo confirmara, la entristecía más.
Koushirou procedió a explicar la razón de porqué lo había hecho. Le contó todo. Cómo desde que eran pequeños había sentido algo más que admiración hacia Mimi, incluso cómo se había enamorado de ella durante su adolescencia, su declaración, cómo ella lo había ignorado, su noviazgo inesperado con Michael y el resentimiento tan grande que tenía al recordarla o verla y de cómo le costaba de que ese sentimiento desapareciera.
-Ahora entiendo -y lo había dicho con un tono tan resignado como desesperanzador-. Quizás ese sentimiento que tienes -hablaba con extraña calma, pero se notaba que su sonrisa era forzada- es porque todavía la amas.
-¡De eso nada! -espetó él como si le hubiesen insultado- ¡Yo te quiero a ti! -el impulso salió natural, tan inesperado que no solo cogió a Keiko por sorpresa sino al propio Koushirou.
Cuando se percató de lo que había dicho, de cómo los pocos clientes de la cafetería los miraban con curiosidad, Koushirou agachó la cabeza rojo como su pelo y se sentó bruscamente, sin ser capaz de verla.
Fueron minutos los que pasaron en un intenso silencio sin que uno u otro se atreviera a decir algo. Koushirou tenía una batalla mental en su cabeza, donde se preguntaba qué pensaría ella.
¿Y si su declaración llegaba muy tarde?
Ella tenía que hablar de algo muy importante con él. Cómo si esa fuese la salvación, todavía vacilante y nervioso, hizo la pregunta sin recordar qué se había comido la cabeza pensando en que era para alejarse de él y quedar como simples amigos.
Ella empezó vacilante y lo que quería decirle, dejó a Koushirou descolocado.
-La verdad… Es que… Es algo que tenía que haberte dicho el día que fuimos al Mundo Digimon. Pero me sentí tan fascinada y ciega a todo lo que contabas, que lo olvidé por completo… -una pausa larga-. El día anterior, me llamó mi profesora de repostería para notificarme que había sido seleccionada para asistir a un curso especial de repostería de dos años en Francia.
Una sensación de dejavu rodeó a Koushirou.
Otra vez le había dicho sus sentimientos a la chica que amaba, y ésta se marchaba del país durante mucho tiempo.
-Bueno… Es mucho tiempo… Yo… Podremos intentar la relación a distancia… Pero… Sino quieres…
-¿Eh? ¡No! ¡No! ¡Espera! -levantando por primera vez la cabeza y mirándolo con el rojo pintado en sus mejillas e impidiendo que siguiera hablando con un frenesí apasionado- ¡Lo he rechazado!
-¿Lo rechazaste? -repitió incrédulo, creyendo no haber escuchado bien. Ella asintió con la cabeza-. Pero ¿no decías que querías abrir una pastelería propia? Formándote en Francia sería una oportunidad perfecta para convertirte en una gran pastelera.
Por un momento, pensó egoístamente que lo había hecho por él. Eso le habría encantado, pero si fuera por eso, no quería ser la causa de que ella no consiguiera a grande escala sus objetivos. Vio como ella bajaba la cabeza todavía con ese carmín cubriéndola. Juntó sus manos bajo la mesa, cómo si eso le diera seguridad y le explicó sus motivos de rechazo.
-Yo quiero abrir una pastelería propia en un futuro. Pero no por eso, tengo tanta ambición para convertirme en alguien tan importante. Me contento con vender los dulces que preparo a cualquier adulto o niño que pueda permitírselo. Ver sus rostros alegres y felices deleitándose con lo que hago será la mayor recompensa que reciba. Como cuando llevo mis elaboraciones a las reuniones que organizan Norikochan e Iorikun. Verlos felices y ver cómo disfrutan, me animan a querer seguir complaciéndoles y eso es lo que me hace realmente feliz. Por eso, cuando te conocí y rechazaste mis pasteles porque no te gustaba el dulce, te ofrecí otros menos dulces, para poder animarte -pausó para ponerse más colorada-. No me imaginé que te gustasen tanto para pedirme incluso la receta. Por eso, me esforcé en aprender nuevas recetas de dulces no tan salados que te gustasen. Me obsesioné con ello, que aquel día, cuando viniste a buscarme a las clases de repostería, entendí que lo que sentía por ti era algo más que amistad.
La respuesta a sus sentimientos, aunque evidente, se hizo ahora mismo con palabras. Sin embargo, Keiko no se esperó que Koushirou le cogiese de las manos y la mirase con tanta súplica que la sorprendió.
-¿Entonces, vendrías a la boda de Yamatosan y Sorasan conmigo como mi pareja?
-Claro -contestó ella con una sonrisa, donde a pesar de que sentía mucha vergüenza, aguantó la mirada que él le daba. Una mirada penetrante, una cara roja como la suya y una sonrisa de absoluta felicidad, cómo si el resto del mundo no existiera.
En el otro extremo, dos preocupados Tentomon y Yukimibotamon habían estado observando todo desde el principio. Ver cómo todo se había arreglado, hizo que Yukimibotamon saltase de alegría y felicidad.
-¡Yupii! ¡Qué bien! ¡Por fin! ¡Hala! -entonces se percató en su colega digital- Tenchan ¿por qué lloras?
-Es que estas cosas me emocionan mucho -indicaba el digimon con lágrimas bajo sus ojos inexpresivos.
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Después de las vacaciones de verano, volvió la rutina escolar para los elegidos, aunque ahora con algo más que añadir, la boda de Yamato y Sora. La boda sería sencilla y lo harían en el mundo digital, por consideración a sus propios digimon que todavía no eran bien vistos por los humanos. Yamato y Sora querían que todos disfrutasen cómo ellos al prometerse. Los invitados serían los padres y hermanos, sus amigos elegidos con los que habían pasado tantas aventuras y que tanto habían influido para que llegasen a ser lo que eran y en respuesta, a convertirse en pareja. Eso incluía a los padres de cada elegido y a las parejas de los elegidos. También estaba Daigo cómo invitado, y les apenaba que Himekawa no pudiera asistir.
Maki Himekawa había sido arrestada tras descubrir que había sido cómplice del falso Gennai en su obsesión por recuperar a Bakumon, el digimon que se había sacrificado años atrás para detener la amenaza de los Dark Masters.
Daigo visitaba a Maki con mucha frecuencia. El amor que hubo entre ellos cuando habían sido jóvenes, había sido como el de Hiroaki y Natsuko. Algo imposible de superar y que ahora Daigo la esperaba a que le dieran la libertad para volver a estar juntos.
Daigo opinaba que había mejorado mucho, pero el consejo de asuntos digimon, responsables de su arresto y los profesionales que la trataban, no opinaban lo mismo. Aún había signos de locura y ella era tan inteligente que podría disfrazarlos y volver a cometer el mismo error que llevase a la vida humana y digital a estar en peligro.
No podían decir lo mismo de la otra pieza, el que había engañado a Maki. El que se había hecho pasar por Digimon Káiser y posteriormente en Gennai para confundir a Taichi y los demás, Apokalimon.
Tanto el verdadero Gennai como Ichijouji habían sido derrotados y secuestrados. Junto a ellos, el grupo de Daisuke también había caído. Algo que Apokalymon había aprovechado para poder obrar con libertad y trastocar la mentalidad de los elegidos, al hacerles creer que su aliado de confianza les había traicionado tan cruelmente. Apokalimon había sentido tanto odio hacia los primeros niños elegidos, que no había dudado en usar artimañas rastreras. Ahora, encarcelado y sellado por los cuatro dioses sagrados, no suponía ninguna amenaza.
Aunque de aquello había pasado casi un año, los elegidos lo habían olvidado por completo.
Todos seguían adelante con su vida, donde Yamato y Sora sólo pensaban en los exámenes de ingreso, y cómo antes de ello, se convertirían en marido y mujer.
Faltaban pocas semanas para la boda. La navidad venía acompañada de la pronta estación invernal. Muchos ya estaban preparando aquellas fiestas tan especiales, aunque para Yamato y Sora, la llegada de las navidades, indicaría un paso más importante en sus vidas.
Todo ya estaba casi listo, por lo que podrían darse un respiro y pasar una cena tranquila en la casa Takenouchi. El padre de Sora estaba en Kyoto y lamentaba no poder asistir. Takenouchi Toshiko en cambio, sí que estaría presente, pero llegaría un poco tarde, por lo que lamentaba no poder ayudar a su hija con la cena y pasar más tiempo con su futuro yerno. Todo iba tan bien, que la tranquilidad de Yamato leyendo una revista de música, y Gabumon y Piyomon leyendo juntos un manga infantil protagonizado por animales parlanchines que querían salvar el mundo, fue rota al escuchar la voz de Mimi.
Con la boda a pocas semanas y Mimi en América, Sora hablaba a través de Skype con su mejor amiga, para tratar detalles mínimos sobre aquel evento.
Escuchar cómo era el vestido que llevaría y lo tan emocionada que estaba por ver a Sora de blanco, hizo que a Yamato le retumbara los oídos e hiciese un esfuerzo enorme en concentrarse en la revista que había comprado aquella tarde.
-Sí, es muy bonito -alababa Sora el precioso vestido rosa con detalles y flores blancas que llevaría Mimi en su boda.
-Por cierto Sora, por fin he conseguido dar con tu regalo de bodas.
-Mimichan, ya dije que no hacía falta ningún regalo. Con vuestra presencia, nos llega y basta.
-Pero, Sora, ¡ES TU BODA! Además, es el regalo adecuado -y poniendo emoción, haciendo un redoble, comunicó lo que sería su regalo- ¡TU TARTA DE BODAS!
-¡Ah! -la sorpresa que debía de tener al saber de un regalo necesario, la alegrarían, pero en cambio, se sentía apurada-. Esto… Mimichan…
-¡No pensé en ello hasta que Michey me lo sugirió! Además, cómo mi Mickey -cómo lo llamaba cariñosamente- tiene muy buenos contactos, y ha conseguido que el mejor repostero del mundo os haga la tarta. ¿Lo has oído, Sora? ¡EL MEJOR REPOSTERO DEL MUNDO! -recalcándolo bien.
Yamato miró de reojo a su novia, donde se la notaba tan apurada que Mimi no le daba tiempo a aclarar qué ya tenían reservada la tarta de bodas.
-En serio, agradezco ese detalle, pero…
-Te gustaba la vainilla, ¿no? Ya le diré a Monsieur Patrice que uno de los pisos sea toda de vainilla. Estaba pensando en que ocho pisos llegarán para todos y para los digimon que vengan. ¿Qué te parece?
-Es que ya tenemos encargada la tarta.
-Pues cancélala -expuso de manera natural-. Me hago responsable de los gastos adicionales que ello os perjudique.
-Mimichan, no podemos hacer eso porque la va a hacer Keikochan como regalo de bodas.
-¿Quién es Keikochan? -preguntó sin sonarle demasiado y que alguien que desconocía le hiciese un regalo tan personal como si fuera alguien cercana.
-Ah… Es la novia de Koushiroukun. En realidad, ellos nos pidieron hace unos meses si podían hacernos la tarta cómo regalo de bodas.
-¿Es que acaso la tal Keiko es pastelera profesional o qué? -había algo de desdén en su voz, así cómo envidia.
-No, no lo es. Pero está aprendiendo.
-Pero, Sora, es una amateur. ¿Vas a dejar que una amateur haga tu tarta de bodas?
-No creas. Hace unos pasteles deliciosos. Hasta fue seleccionada para un curso de pattissiere en Francia, aunque ella lo rechazó.
-Pero Sora -ignorando más de la mitad de la frase-, es una amateur. ¡Y es tu boda! ¡Un único día en tu vida! ¡Es un día que tiene que ser inolvidable! ¡Y mejor con una tarta hecha por el mejor repostero del mundo que por una aficionada que no tiene ni idea de pastelería!
-¡Mimichan no digas eso de Keikochan!
-Lo siento, Sora -disculpándose de forma sincera-. Solo quiero que tú, como mi mejor amiga, tengas una boda única y especial. Entiendo que dado tu carácter la quieras sencilla, pero al menos que sea inolvidable y puedas tener un maravilloso recuerdo. Una cosa así solo pasa una vez en la vida, a no ser que te divorcies y te cases con otro, pero eso es algo que no nos pasará a nosotras que somos unas romanticonas y hemos conseguido a nuestro príncipe azul.
Yamato apretó fuertemente la revista conteniendo con gran esfuerzo la rabia que sentía. Mimi había menospreciado indirectamente a sus padres quiénes se habían divorciado por culpa de sus trabajos, pero eso no indicaba que dejasen de quererse.
-Ya… -y Sora sentía lo mismo que Yamato, y ya no sabía qué más decir, sin sentirse decepcionada de que Mimi tocase aquel tema.
-Así que Sora, dile a Koushirou y a su novia que se busquen otro regalo de bodas que hacerte, porque ellos no podrán darte la magia que hará Monsieur Patrice.
-Pero…
-Vamos, Sora ¡ES TU BODA! -repetía tan insistentemente que resultaba cansino-. Y soy tu mejor amiga. ¿No puedes dejar que te dé algo tan especial en tu día?
Sora ya no supo qué contestar. Quería pensar que su amiga no le estaba comiendo la cabeza para convencerla de que aceptase su tarta y rechazara la amabilidad y el esfuerzo que ponía Keiko en la creación del postre. Como Mimi había dicho era su mejor amiga. Cierto que le había hecho algo a Koushirou algo terrible, pero cuando se lo había reprochado, ella le había dicho que había malinterpretado las palabras del pelirrojo y no pensaba que cuando él le había dicho que le gustase fuese en el sentido romántico. La tristeza que había puesto a través de la pantalla, la había compadecido y creído de que así era. No dijo nada a nadie sobre aquello, después de todo, ella era feliz con Michael y Koushirou lo era con Keiko.
-¡SORA! ¡¿Me escuchas?! -llamándola donde la pelirroja había estado en la babia. Y de repente, empezó a sentir una fuerte punzada en la cabeza.
-Sí… -contestó con voz baja.
-¡Pues eso! ¡Si te parece duro, ya le mando yo un mensaje a Koushiroukun para decírselo yo misma!
-¡Ni se te ocurra! -Yamato apareció detrás de Sora, sumándose a la pantalla para hablar con Tachikawa. Su fría voz y su mirada gélida dejaron a Mimi sin habla- ¡Está decidido que ellos nos hagan la tarta! ¡Y no hay nada más que hablar! -y con eso quedó zanjado el asunto-. Sora, es tarde y es mejor ir preparando la cena ¿dónde está el pollo que compró tu madre?
-¡Ah! ¡Espera, ya te ayudo! ¡Lo siento, Mimichan! ¡Ya seguiremos hablando!
Tras una apurada despedida, las dos chicas cortaron la conversación por Skype. Una vez que Tachikawa ya no estaba en línea, Yamato expuso su disgusto sobre la mejor amiga de su novia y cómo no había sido más concreta al dejarle en claro que prefería la tarta casera a la de un famoso.
-¡En serio, Sora! ¿Qué te pasa? ¿Por qué no le aclaraste de inmediato algo tan simple como eso? -Sora no dijo nada. Sentada aún en la silla, tenía la mirada cabizbaja y estaba triste-. Entiendo qué estés cansada y presionada con los exámenes y la boda, pero aún así, quedarte callada no es propio de ti.
-¡Oye, no le hables así! -Piyomon no pudo aguantar más. De un salto, había volado hasta Yamato y molesta, le recriminaba su conducta- ¡No ves que la entristeces más!
Yamato la miró y se dio la vuelta para dirigirse a la cocina, no sin antes anunciar que iría preparando la cena. Aunque él era el invitado, odiaba quedarse de brazos cruzados sin poder ayudar, sobre todo, cuando él era muy buen cocinero.
-¡Sora! ¿Estás bien? -preguntó Piyomon aterrizando en el suelo y cogiéndole las manos.
-Sí, estoy bien. Sólo que Yamato tiene razón. Es verdad que estoy cansada, pero eso no es excusa para no dejar en claro lo que pienso. Pero es que Mimichan es mi mejor amiga. No sabía cómo decir las cosas sin lastimarla.
-Aún así, no estoy de acuerdo en cómo Yamato te ha tratado -insistía Piyomon iracunda.
-Es que estaba molesto -intervino Gabumon acercándose-. Pero molesto porque te veía triste. Y si aún por encima ve que te sientes más triste por su culpa, más se enfada, pero consigo mismo. Él es así -terminó el digimon con un suspiro pesado.
Descubrir que Yamato estaba enfadado consigo mismo porque la había visto triste, la hizo abrir los ojos y a repetir las palabras del digimon. Se levantó de un salto y cogió el mismo rumbo de Yamato. Los dos digimon se miraron y más curiosos que nunca, corrieron a ver qué pasaba con sus compañeros humanos. Se los encontraron abrazados. Yamato la tenía sujeta de la cintura, mientras que Sora le tenía el rostro cogido con las manos. Mirándose mutuamente en una mezcla de dolor y necesidad, Sora le dijo una y otra vez.
-Estoy bien. Mientras estés a mi lado, estoy bien.
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Aquellas palabras habían dolido tanto a Piyomon, que se había sentido mal por ya no ser su pilar principal. Ahora aquel puesto lo ocupaba y seguía ocupado por Yamato, incluso muerto.
La digimon miró hacia su compañera humana. Apoyada sobre sus pequeñas piernas, Sora estaba acostada y tenía los ojos cerrados. Todavía conservaba ese vacío del alma, pero el cuerpo manifestaba las necesidades psicológicas del ser humano como la obligación de cerrar los ojos y entrar en otro mundo. Un mundo que parece real, pero que en realidad era un mundo ficticio creado por el subconsciente. Piyomon estaba convencida de que en sus sueños, Sora estaba con Yamato.
Solo con él era realmente feliz. Y eso la hizo sentir celosa y sola. Contaba con Gabumon, pero al principio ella pensaba que él era un aburrido al no querer hacer cosas divertidas. Incluso, había sido tan cruel en decírselo a Sora y que era mucho mejor estar con Agumon o Gomamon. No había notado que Gabumon las había escuchado, entristeciéndolo tanto que no le había hablado durante una buena temporada.
Un día cualquiera, él le había hecho un comentario casual cómo si no hubiera pasado nada entre ellos. Pero Piyomon, que no había olvidado lo cruel que había sido, que se disculpó con él tan sinceramente como pudo. Gabumon le había dicho que no había nada que perdonar, que lo entendía y que además, era él quién tenía que disculparse por haberla ignorado.
"Quizás no seamos compatibles, pero por nuestros compañeros humanos que viven bajo el mismo techo, podemos intentar comprendernos para no causarles problemas. Así que, perdóname tú por no haberte hablado."
Desde aquel día, Piyomon, por Sora, había intentado amigarse más con Gabumon, y poco a poco, empezó a sentir lo que los humanos llaman amor de pareja. Y era consciente de que Gabumon también lo sentía. Sus sonrojos eran tan notorios que se le contagiaba.
Sin embargo, después de lo de Kibou, ellos mantuvieron el mismo ideal que Patamon y Tailmon.
Se habían hecho la promesa mutua de que su prioridad consistiría en Yamato, Sora, sus hijos y los bebés digimon.
Una rebelde lágrima escapó de sus grandes ojos azules y a murmurar silenciosamente.
-¿Por qué rompiste tu promesa? ¿Cómo pudiste dejar que Yamato muriera? ¿Por qué no le protegiste? ¡Podías haberlo hecho! ¡Eras capaz y fuerte!
Piyomon se sentía rabiosa, pero no por la incompetencia de Gabumon, sino para omitir cuánto le dolía que Gabumon muriese también. Se sentía cómo Sora. Tenía ganas de hundirse en un vacío y no pensar en nada. Pero no podía hacerlo.
De repente sintió una presencia demasiado cerca, se alarmó por haber bajado tanto la guardia al pensar en Gabumon. Agarró el cuerpo de Sora más contra sí, y se encontró con Mimi junto a Palmon.
-¿Por qué no dejas que cuidemos de Sora? -preguntó Mimi.
-Piyomon se te ve muy cansada -habló ahora Palmon.
-¡ALEJAOS DE SORA! -explotó el ave digital llamando la atención de todos, mientras aprisionaba el cuerpo de su amiga más contra sí- ¡YAMATO OS LO DEJÓ CLARO! ¡ALEJAOS DE ELLA! ¡¿NO OS HA PARECIDO SUFICIENTE EL DAÑO QUE LE HABÉIS HECHO?!
Mimi quedó parada, cómo incluso después de diez años todavía siguiese ese recuerdo que la había alejado de su mejor amiga. Palmon saltó iracunda en su defensa.
-¡Eso ya es agua pasada!
-Además, solo queremos ayudar -pidió Mimi amablemente.
-¿Ayudar? -escuchó la voz de desdén de su exmarido-. Creo que ya has hecho suficiente -el odio que le tenía era tan palpable que la intimidó.
Reconocía que no había obrado bien en el final de su relación, pero nunca imaginó que el bueno de Jou la tratase así.
-¡ALÉJATE DE SORA! -pedía Piyomon entre lágrimas con su cuerpo delante y apartándola con su pico.
Mimi retrocedía más por el dolor de su pico que por otra razón. Palmon iba a enfrentarse al ave para que no siguiera dañando a su amiga.
-¡QUIETAS! ¡No es el momento ni lugar para pelearnos! -espetó Taichi.
-Yo solo quiero ayudar a Sora -se defendió Mimi.
-Lo que ocasionarás es que se destruya por completo -ahora fue el turno de Koushirou de explotar su odio por aquella mujer que había amado y que le había pisoteado.
-¡¿CÓMO SE TE OCURRE DECIR ESO?! ¡SINO FUERA POR MÍ, SORA SE HABRÍA DESTRUÍDO HACE AÑOS SI MURIESE SU PRIMOGÉNI…! -y Mimi ya no pudo quedarse callada de que le dijera algo tan cruel.
-¡BASTA YA! -pidió Taichi una vez más al borde de la paciencia y sobresaltando a su hermana y a Miyako-. Mimi se agradece que quieras ayudar, pero es mejor que vuelvas a tu sitio o perturbarás más a Piyomon.
Incluso al antiguo líder le molestaba que quisiera hacer algo productivo. Miró a su alrededor, como buscando algún aliado, pero ninguno estuvo de su lado. Ni siquiera Miyako que durante sus años de adolescencia la idolatraba. Esperaba que Hikari estuviera de su parte, pero ella estaba entregada a ocuparse del ánimo depresivo que tenía su marido.
Palmon y ella estaban solas.
Aquellos quiénes creía que habían sido sus amigos, le daban ahora la espalda.
Abrazó a Palmon con fuerza como si fuera un peluche y no pudo murmurar el querer volver a casa junto a Michael y Satoshi. Ellos nunca le harían el vacío como ellos.
No podía entender qué es lo que había hecho para que todos la ignoraran. Reconocía que no había obrado bien al divorciarse de Jou de la noche a la mañana, y haberse quedado embarazada cuando aún estaban casados. Pero en América existían muchas parejas así. Incluso, años más tarde se amigaban y se llevaban bien.
Hundiendo su rostro en el cuerpo calentito de Palmon, se comió más la cabeza. Era consciente de que Koushirou y Jou la odiaban a muerte. Se había ganado también el odio de Yamato tras haber visto llorar a su mujer. Unas lágrimas que al parecer había sido por su culpa. Yamato le había privado de hablar con su mujer, hasta que ella quisiese hacerlo. Sora nunca más había vuelto a ponerse en contacto con ella. Creyó fervientemente que era porque Yamato se lo impedía. Y ahora, veía que incluso Piyomon le impedía acercarse a ella.
¿Por qué?
Luego estaba Hikari.
También llevaban años sin hablarse. No recordaba cuántos, pero estaba convencida de que había sido antes de que naciese Satoshi. En ocasiones, intentó comunicarse, pero nunca la hallaba. Empezó a cansarse de que no le hiciera caso, y pasó de ella.
Con Meiko, poco a poco había ido sucediendo de la misma manera. Le había dolido su distancia, que hasta se lo había espetado.
Y con Miyako. Había sido hasta hace poco. Se había sentido molesta al enterarse de que había pegado a la pequeña Minami, que Miyako no había aguantado las verdades que ella le había dicho. Pero no había que exagerar tanto las cosas y seguir enfadada cuando te dicen la verdad. Y por mucho que tratase de hablar con ella, Miyako se escudaba en Ken.
¿Por qué todos la dejaban de lado?
De verdad que no lo entendía.
Su cuerpo empezó a convulsionarse y Palmon sintió cómo empezaba a gimotear. La digimon trató de calmarla diciendo que pronto volverían a casa con gente que realmente la quería.
Palmon sabía muy bien las razones de odio que sentían algunos. También porque sus amigas habían dejado de hablarle. Su amiga Mimi era tan inocente como despistada y que solo pensaba en sentirse feliz, sin imaginar que eso causaba la destrucción de quiénes la rodeaban.
Solo Michael, que la consentía en todo, era su príncipe azul. Por lo que cuando su amiga le había dicho que se casaba con Jou, no lo había logrado entender muy bien, solo hasta descubrir lo que le había pasado a Sora.
