MARAÑA · Agosto maldito
El 1 de agosto de 1999 siete niños fueron absorbidos por una extraña luz y enviados a un mundo poblado de seres digitales llamado Mundo Digimon con la intención de luchar contra digimon malignos y salvar tanto al mundo digital como al mundo humano.
A partir de ese día, fue cuando todas las tragedias comenzaron.
Pues aunque los niños habían conseguido salvar ambos mundos, habían tenido que ver con sus propios ojos el dolor perder a alguien. No habían visto morir a seres humanos, sino a seres digitales con la misma conciencia y personalidad que un ser humano. Y aunque los digimon renacían a través de digihuevos, existían algunos donde su muerte se aplicaba en el mismo sentido de la palabra. Morir y no regresar nunca más. Eso es lo que les ocurrían a los digimon fallecidos en el mundo humano.
Seis años más tarde, habían sufrido otra tragedia en el mes del signo del león. Y esa fue la muerte de un digimon de uno de sus camaradas, Meikuumon. Pero antes de sufrir esa tragedia, los ocho primeros digielegidos habían vivido lo peor que podría sucederles con sus compañeros digimon. Creer que los habían perdido para siempre y volverlos a encontrar sin que les reconociesen. No habían durado mucho intentando forjar el lazo perdido, pero cuando habían recuperado a sus viejos compañeros digitales, habían tenido que realizar un terrible acto, matar al digimon de Meiko.
Cinco años más tarde, tuvieron que experimentar otra tragedia. Una que había tocado hondamente a los dueños de esperanza y luz, el asesinato de su primogénita a manos de digimon oscuros. Algo que había sucedido de forma repentina, y a lo que no estaban preparados. Mucho menos, a que ellos solo buscasen asesinar a la niña para evitar que su poder y su luz pudiese destruir a los futuros digimon malignos. No les había detenido nada y no les había importado sus vidas, cuando todos los digimon habían luchado conjuntamente para derrotarles. Los nuevos poderes y la experiencia que los digimon habían acumulado les había servido para ganar muy fácilmente a esos seres que debían haber matado hace tiempo. Pero ya era tarde, para lamentarse. Y la muerte de Kibou, traumó a la dueña de luz durante años.
Y ahora en la actualidad, tras más de quince años de paz y sin ninguna anomalía, sucede la muerte de Yamato y posteriormente, la desaparición de los doce digielegidos, donde una nueva y peligrosa amenaza se avecinaba.
La desaparición de los elegidos había transcurrido poco después de la llegada inesperada de Mimi. Después de muchos años, todos los digielegidos volvían a estar juntos en un mismo espacio. Daigo había creído que su desaparición no había sido simple coincidencia. Que se necesitaba que todos estuviesen en el mismo lugar, justo como cuando Taichi y los demás habían sido elegidos hace más de veinticinco años.
Así que, enfrente de los señores Ishida y Takenocuhi, de los jóvenes Yuuta y Sanae, de los dos niños y del propio Daigo, todos los elegidos habían sido absorbidos por una poderosa luz que se había formado en el techo y que había brillado con tanta intensidad, que los digimon no pudieron hacer nada, solo situarse al lado de su respectivo compañero con la misión de protegerlo.
Los que quedaron se envolvieron en la histeria y Daigo había tenido que obligarles a que se mantuvieran la calma.
Nat había actuado raudo y tomó a un Aki sorprendido en brazos como su máxima prioridad. No necesitó que Yuuta se lo dijera. De hecho, él estaba más preocupado en querer saber dónde estaba su madre.
La luz que había aparecido le resultaba a Daigo demasiado familiar para suponer que esa luz era la misma que le había llevado a Maki, a su equipo y a él al Mundo Digimon cuando habían sido elegidos.
Inmediatamente, había tratado de contactar con Gennai sin éxito con un Yuuta encolerizado e histérico y exigiendo que hiciera algo de inmediato para saber de su madre.
Daigo solicitó la ayuda de la hija mayor de Koushirou, la cual era la única que podría ayudar a investigar cómo poder contactar con Gennai. La chica que llevaba el mismo nombre y apellido no tuvo tiempo a saber qué su padre había desaparecido junto al resto de sus amigos y digimon. Sin saber absolutamente nada, solo tuvo que seguir las indicaciones de Daigo y buscar la forma de contactar con Gennai, donde casualmente, la línea que lo conectaba a él no funcionaba y las puertas que permitían el acceso al Mundo Digimon se habían cerrado.
Una hora más tarde, un apagón sucedió a escala global.
En esa época todo funcionaba a través de la red digital. Por lo que semáforos, televisiones, aparatos de cocina, cerraduras de todo tipo, libros electrónicos, coches, etc. se vieron perjudicados, causando el caos por todo el mundo. Al mismo tiempo, los seres digitales que residían en el mundo humano, sufrieron una especie de parálisis como si fuesen desconectados de una toma de corriente.
De todo eso no había transcurrido ni un minuto para que todo volviera a la normalidad y los digimon a recuperar la conciencia. Sin embargo, los segundos que habían pasado desde el apagón y de la parálisis de los digimon, había sido suficiente para que cundiera el pánico y los más experimentados en el tema de los digimon empezasen a pensar que la nueva amenaza a la que se enfrentaban sería la más dura y difícil a la que se habían enfrentado, donde seguramente, no saldrían victoriosos.
Daigo tenía el terrible presentimiento de que la desaparición de los Elegidos y el apagón estaban relacionados. La prueba la tuvo al ver cómo después del apagón en los hijos más pequeños de los elegidos llevaban una especie de dispositivo en forma de pulsera que jamás habían visto.
Y cuando ellos lo tocaron por simple curiosidad (rasgo típico en todos los seres humanos), una luz resurgió de ese extraño dispositivo. La luz se hizo más grande y envolvió al humano que lo portaba junto a su respectivo compañero digital y de forma distinta a sus padres, ellos también desaparecieron delante de sus ojos.
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El Mundo Digimon ese era el lugar donde doce niños habían sido teletransportados.
Todos ellos poseían el mismo dispositivo digital de pulsera que había aparecido de forma repentina, tras el apagón.
Todos ellos eran los hijos de los elegidos y aunque habían ido en numerosas ocasiones al Mundo Digimon y fuesen los hijos de los digielegidos, nunca habían tenido un dispositivo digital. No era necesario ya que, con el tiempo, Koushirou había desarrollado una nueva forma de entrada al Mundo Digimon que pudiese a cualquier humano acceder con tan solo poseer un simple ordenador conectado a Internet.
Pero ahora, ellos, los doce hijos de los elegidos poseían un dispositivo digital propio.
Tenía forma ovalada y alrededor de la mini pantalla, estaba tallado los doce emblemas pertenecientes a los doce digielegidos: Valor, amistad, amor, conocimiento, inocencia, sinceridad, esperanza, luz, unidad, perseverancia, justicia y bondad.
Los emblemas que pertenecían a Daisuke, Ken, Miyako e Iori nunca habían tenido la oportunidad de hacer que brillasen para que así sus digimon pudiesen alcanzar la etapa kyuukyokutai como el grupo de Taichi y así poder ayudar a la amenaza a la que se habían enfrentado en el año 2002.
Todo fue debido a Ichijouji Ken. Su dispositivo y emblema habían caído accidentalmente y antes de tiempo en el mundo humano ante él. Cuando Ken había cogido su dispositivo éste lo había llevado al Mar Oscuro, el mundo donde el poder y la maldad sucumbe toda inocencia. El que inconscientemente quisiera cambiar su dispositivo, había provocado un efecto en cadena con los de Daisuke, Miyako e Iori y que ellos no pudieran coordinarse con sus respectivos emblemas en el futuro para que adquiriesen su verdadero poder.
Gennai y su equipo habían sido, nuevamente, los encargados de crear aquellos dispositivos y emblemas. Pero ante la inesperada situación y que todo se volviera un caos, tuvieron que cambiar de planes y configurar los dispositivos de Daisuke, Miyako e Iori y mediante digimentals crear una nueva digievolución que pudiera combatir con los peligros que acecharían llamada "armor evolution".
Y aunque tenían la intención de presentarse ante Daisuke, Miyako e Iori para elegirlos de forma formal, había sufrido la invasión de Arukenimon y Mummymon frustrando así sus planes. Antes de que los dispositivos y los digimental fuesen destruidos, Gennai había escondido todo estratégicamente, con el deseo de que con la ayuda de la vieja generación, los ayudase y derrotarse a la nueva amenaza.
Nada había podido hacer Gennai para contactar con Koushirou o cualquiera de los elegidos para explicarles la situación, pues a partir de entonces, empezó a sufrir el constante ataque de los digimon controlados por el evil ring.
Esa historia se la sabían todos los hijos de los elegidos. Por eso, poseer un dispositivo con el dibujo de los doce emblemas tallados, simbolizaba que ahora ellos eran los nuevos Niños Elegidos con el propósito de salvar el Mundo Digimon.
Un mundo que habían pisado tantas veces y que ahora lo veían extraño, peligroso y sin saber qué hacer.
Los hijos de Yamato y Sora, Nat y Aki estaban juntos con rostros sorprendidos. Nat no entendía porqué su hermano tenía un dispositivo como ella. Aki era muy pequeño y no estaba cualificado para aventurarse en algo peligroso, sobre todo, tras haber perdido a su padre.
Los hijos de Takeru y Hikari, Isaki y Takeshi miraban a todos como si no se creyeran lo que estaban viviendo. Ante la luz brillante que había aparecido de la casa de sus tíos, se habían sentido preocupados por sus padres. Tras haber dejado a Hinode con su abuela Yuuko (Madre de Hikari) habían bajado hasta la vivienda Ishida y enterado que sus padres habían desaparecido.
Los hijos de Ken y Miyako, Minami y Osamu no entendían cómo habían llegado al Mundo Digimon así de la nada. Minami se sentía alterada y no paraba de hablar cosas sin sentido, mientras que Osamu solo podía ver a su hermana mayor cómo alguien intolerable que debía desaparecer.
La hija de Iori, Misato, no tardó en arrejuntarse con su mejor amiga Kazumi, la hija más pequeña de Koushirou. Sabía que estando con ella, podría descubrir respuestas inmediatas, cuando en realidad, ella no tenía más que multitud de preguntas sin respuesta.
El hijo de Daisuke, Musuko, tenía un sentimiento muy parecido al del hijo de Taichi y Meiko, Toji, el de querer hacerse cargo de la situación y a sentirse aterrorizado por dentro, porque no sabían que estaba pasando. La única diferencia estaba en que, al igual que sus primos Isaki y Takeshi, Toji sabía que su padre y sus amigos habían desaparecido y que su desaparición tenía que estar vinculado a que apareciese en el Mundo Digimon con un dispositivo propio.
Y finalmente, el hijo pequeño de Jou y Mimi, Shin, estaba con el miedo impregnado por todo el cuerpo. Le había aparecido un dispositivo mágico en la muñeca, posteriormente había pasado de su habitación, donde se mataba a hacer los deberes de verano, al Mundo Digimon y por si la mala suerte no lo perseguía, ante él estaba su medio hermano Satoshi, el hijo de su madre y de su segundo marido, Michael Ford. Aunque él lo conocía, ya que Satoshi era igual de famoso que sus padres, el niño de solo un año menos que Shin hizo una mueca desagradable y con aires de superioridad, con su Tanemon a la cabeza dijo.
-¿Quiénes sois y dónde demonios estamos? ¿Y por qué tengo esta misma porquería que vosotros en vez del reloj de quinientos dólares que me compraron mis padres?
Preguntas y más preguntas, todas ellas diversas y de acuerdo a su personalidad. Eso es lo que tenían los hijos de los elegidos, donde el tiempo y las circunstancias harían que éstas se resolviesen. Pero todavía era pronto y ellos eran solo niños que como sus padres, habían crecido en un ambiente de paz ideal. Y ahora, como ellos, tenían que enfrentarse a grandes peligros, grandes pérdidas si querían rescatar a sus padres, quiénes no estaban en el mundo digital, sino en un mundo desconocido, un mundo nuevo donde solo existían digimon renegados y el caos más absoluto.
