CAPÍTULO 3

Ella no podía seguir en su mente. No podía, ni debía. Lo invadía, lo perseguía; se sentía acorralado. Y él odiaba sentirse acorralado, casi tanto como odiaba esa sensación extraña que sentía al verla. Odiaba como se movía su cabello. Odiaba como caminaba de esa manera tan provocadora, contoneando sus caderas. Odiaba sus profundos y sensuales ojos y la forma en que ellos se clavaban en los suyos, como si pudieran leer cada uno de sus pensamientos.

No podía seguir así. Y tampoco podía seguir durmiéndose en la biblioteca con todo un trabajo de Transformaciones pendiente. Y no podía seguir distrayéndose de esa manera.

-Lo que me faltaba…- murmuró el joven licántropo, mirando como la culpable de sus distracciones se acercaba hacia él sonriéndole descaradamente.-Hola, Black. Que raro verte a vos… en una biblioteca…-

-Eso fue una indirecta, Lupin?.- preguntó Narcissa sentándose al lado del joven. Remus apretó la mandíbula conteniendo la rabia.

-…Tomalo como gustes, Black…Si querés empezá por…por…la introducción.- Es que acaso no podía ser tonto? No podía ser que se turbase de esa forma al sentir el tibio contacto de la pierna de ella contra la suya.

-La introducción?- sonrió Narcissa analizando el doble sentido de la palabra. Se acercó más a él y le quitó la pluma de la mano con lentitud…

-Sí, Black! QUÉ PARTE NO ENTENDISTE!- gritó incorporándose de su asiento.

-Vaya, Lupin…Nos despertamos de mal humor hoy…- dijo la chica, escribiendo "Introducción" en el borde superior de un pergamino.

-Perdón, yo no…Es que…- intentó disculparse Remus abochornado, sintiendo que sus mejillas se tornaban bermellón, antes de recordar que se merecía que le gritase. Narcissa lo observó detenidamente y sonrió de lado, sin evitar sentir deseo de besarlo.

-No pasa nada, Rem.- le murmuró socarrona lentamente al oído para que sólo él la escuchara…

-Narcissa…- articuló Remus trabajosamente, antes de sentir los labios de ella sobre su boca; y se dejó llevar como un estúpido. Se sentía inútil, no podía resistirse a su aroma, a su cabello, a sus labios… Por qué demonios era tan condenadamente irresistible? Por qué demonios le complicaba tanto la vida?- No…- exclamó él, sacándosela de encima y abriendo los ojos repentinamente.

-Merlín, Lupercalia…Yo sé que vos lo querés…Para qué negarlo?- sonrió ella, agarrándolo de las solapas de la camisa y atrayéndolo hacia ella.

-No lo sabés.- dijo él con voz ronca y separándose de nuevo.

-De qué se tiene que tratar la introducción?- dijo ella sonriente. EL castaño la miró incrédulo, es que acaso ella pretendía quedarse allí y actuar como si nada hubiera pasado…?-Lupin, por lo menos sé más disimulado, encanto.- El muchacho parpadeó nerviosamente y volvió a fijar su mirada dorada en el libro.- Decime… Qué es lo que tiene la biblioteca que nos reúne siempre?-

-Que tenemos que hacer un trabajo, y el material que necesitamos está acá.- dijo Remus, notando el punto al que quería llegar ella y evadiéndolo a toda costa.

-No me refiero a ése tipo de reuniones, Luperco…- continuó ella sonriéndole permisiva.

-Ah, no? Y a cuáles entonces?- inquirió inocentemente el licántropo. Narcissa tuvo que contener un bufido de exasperación, pero estaba dispuesta a concretar la idea.

-Creo que me entendés muy bien, cariño, y no es una actitud inteligente copiar al idiota de mi primo para nada. Pero volviendo al punto…Por qué la biblioteca? Podría ser un lugar más lindo y cómodo, como mi pieza o la tuya…Pero, la biblioteca? No la creés…inapropiada?- le sonrió dulcemente.

-Como digas, Black.- suspiró Remus, fingiéndose concentrado en el libro entre sus manos, aunque hacía un par de minutos que se había dado cuenta de que no avanzaba del mismo párrafo. Pero ella no iba a darse por vencida así como así, y continuó atosigándolo.

-De verdad, podrías escoger mil y un lugares diferentes… Y resulta la biblioteca?- ella negó con la cabeza pensativa.- Acaso no tenés experiencia, cariño? Aunque lo dudo… Ni las vírgenes de Gryffindor seguirían siendo vírgenes si convivieran constantemente con Sirius.-

-A qué te referís?- exclamó el joven molesto, y ella sonrió encantada: finalmente había picado.

-Bueno, que si elegís la biblioteca en vez de algún otro lugar…Supongo que tu experiencia es nula…- suspiró la rubia.

-Narcissa, yo…

-Aunque puede ser que dentro tuyo haya escondido un lobo salvaje más experimentado de lo que aparentás.- sonrió, y de repente, Remus parecía demasiado alarmado.

-Lobo?- preguntó, tratando de controlarse.

-Si, lobo. Lobo, tigre, león…Lo que prefieras.- continuó Narcissa, quitándole hierro, y él suspiró aliviado, aunque enseguida volvió a sentirse molesto por los golpes a su orgullo de ella.

-Mira, yo

-Aunque puede ser que no, y sólo seas un niño ingenuo…

-Basta! Acaso querés ir a mi cuarto para que te demuestre que no soy ningún ingenuo!- le gritó furioso, antes de darse cuenta de que media biblioteca tenía la vista fija en él, que respiraba agitadamente y estaba acalorado. Madame Pince le dirigió una mirada indulgente, que Remus comprendió como que era la última vez que gritase así.

-Tranquilo, cariño. No hace falta que grites, amor… Y si de verdad querés saberlo, es algo que me encantaría que hicieras.- sonrió ampliamente con satisfacción. Estaba convencida de que no se atrevería a realmente llevarla, por eso se sorprendió cuando él la agarró de la mano y la sacó a la rastra de la biblioteca.-Remus…- dijo ella cuando finalmente pudo asimilar eso.

-Qué!- le espetó él sin voltearse a mirarla.

-Me estas lastimando la muñeca.- respondió ella sin amilanarse en lo absoluto. Remus se detuvo de golpe al oírla, tan de golpe que ella chocó contra la espalda de él. Estaban en uno de los corredores que sólo los Merodeadores y el arquitecto del castillo conocían, por lo que no había nadie allí.

-Perdón.- dijo él, sin soltarla y sin voltearse. Ella se ubicó frente a él y le levantó el rostro para que la mirase y acomodó los rizos que se le formaban en la sien del chico tras sus orejas.

-Me vas a llevar a tu cuarto, o preferís el pasillo?- sonrió divertida.

-Tus jueguitos me tienen harto, Narcissa!

-Ni modo. No parecía lo mismo cuando metiste tu lengua en mi boca…Y por qué esa distancia? Podés llamarme de mil quinientas maneras más cariñosas.- dijo ella, posando sus manos sobre el pecho del chico, y comenzando a enumerar:- Cissa…Cissy…Naru…Amor…Cariño…Encanto…Preciosa…- con cada palabra, lo había empujado más contra la pared, y ahora lo tenía acorralado contra la misma.- Aunque supongo que tu inventivo cerebro puede idear otros epítetos mejores.- Y lo besó. Lo besó como había querido hacerlo desde que había entrado a la biblioteca. Y Remus respondió al beso como él había querido desde que ella había entrado a la biblioteca.

Sí, sí, lo sabemos, de verdad que lo sabemos... Nos tardamos unos... trece mil quinientos siglos en actualizar y encima, es corto... Pero ninguna estaba inspirada. Aimee empezó facu y cumplió la mayoría de edad, Eliz deprimida en 5º y yo, la más encantadora y madura, con problemas amorosos...

Asi que, lo sentimos, pero ahora estamos todas más acostumbradas y va a salir más rápido.

Dejen reviews! Por favorcito insertar los puppy eyes más encantadores del mundo mundial

Besos de limón con chocolate blanco por encima

o besos de frambuesa dados por el más sexy de los morenos (un premio para el que adivina!)