MARAÑA · Blanco más negro es gris

MUNDO DIGIMON

El ambiente que se respiraba entre los niños era diverso.

El día anterior, habían terminado con la tercera y última prueba, para que sus digimon llegasen al nivel kazentai.

Había sido un éxito rotundo con la excepción de que el digimon de Aki seguía permaneciendo en la segunda etapa younenki.

Aquello ya no era nada extraño ni preocupante. Lo que más extrañaba era la nueva actitud que habían desarrollado los componentes del equipo que habían ido al mundo ocho.

Osamu y Aki habían vuelto a ser los dos niños que eran antaño, antes de que sus respectivos incidentes les afectase, convirtiéndoles en niños retraídos y con una personalidad muy distinta a la que sus familiares y amigos estaban acostumbrados a ver.

Sin embargo, el cambio más notorio se reflejaba en la hija de Yamato y Sora.

Ella siempre había sido de carácter fuerte y decidida, pero bondadosa y afectiva cuando se trataba de su familia.

Pero tras la muerte de su padre, el secuestro de su madre y la ida obligada al Mundo Digimon con su hermano pequeño, la habían ido cambiando poco a poco.

La niña había buscado refugio en su propia soledad y a mantenerse con una única preocupación, la de proteger y cuidar de su hermano pequeño.

Al principio de la aventura, ella había contado con sus primos Isaki y Takeshi. Pero a medida que había ido pasando los días, esa confianza quedó anulada, y no permitió que nadie se hiciera cargo de su hermano.

Ella, únicamente y solo ella y Pyokomon (antes de que digievolucionara a Piomon) eran las únicas responsables del cuidado del más pequeño del grupo.

Se había volcado de tal manera, que en ningún momento la niña se había cuidado de sí misma. Por eso, había sido cuestión de tiempo en que Nat tuviera una recaída de agotamiento y de gripe.

Los cambios bruscos de temperatura que había sufrido en los dos mundos simulados a los que había ido, y sus pocas defensas, al haber estado más pendiente de su hermano y sobre esforzándose para que Piomon digievolucionase, le habían cobrado factura en el mundo ocho.

Pues la razón por la que Nat, Osamu, Aki y sus digimon se habían retrasado diez días (en el equivalente del mundo simulado) se debía a que Natsumi había caído gravemente enferma, donde el resfriado y el agotamiento, le habían impedido levantarse y continuar con el objetivo de aquella misión.

Ante el escándalo formado por Toji, Musuko y sus primos por su tardanza, la niña les había acabado por confesar que todo se había debido a que había caído enferma. Y cómo había más de una semana, postrada en una cama improvisada, y se negaba a volver al Mundo Digimon para que la trataran como fuera debido, la culpa de su tardanza era de ella.

Para sorpresa de todos, no lo había dicho con ese desprecio, para que la dejasen en paz, sino con un tono tan humilde y culpable, que ninguno de los cuatro niños entendía porqué de repente, ella se mostraba de esa manera.

Lo primero que Musuko había pensado es que Osamu le habría lavado la cabeza para que actuase de una manera más conveniente para el niño. Pero el hijo de los Ichijouji, también había sufrido un drástico cambio en aquel mundo y, además, su digimon había vuelto a la forma de digihuevo. Otra de las cosas que habían querido saber, especialmente, Minami. Pero lo único que el niño les había contado, es que Dokunemon, tras haber digievolucionado al nivel kazentai y enfrentado al digimon, había dado su vida para salvarles.

Aunque muchos quisiesen saber los detalles de cómo y por qué había sucedido alto tan trágico, el ver cómo Osamu había mirado a su digihuevo con pena, había hecho que Isaki detuviera a sus amigos para que no siguieran atosigándole con preguntas.

Osamu había cambiado y había vuelto a ser el que era. Seguramente, con la pérdida de su digimon, se había renovado y vuelto al mundo de la luz. Igual que su padre cuando había perdido a Woormon.

Teniendo a todos los digimon con el nivel adquirido, ya tenían que estar listos para ir al mundo nuevo. De hecho, tanto Toji como Musuko habían animado a sus amigos para poder ir y rescatar cuanto antes a sus padres. Pero antes de que Benjamin o Jose les detuviera para que aprovechasen mejor para descansar e ir al día siguiente, había sido la propia Nat quién lo había hecho.

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-Creo que lo mejor será que descansemos esta noche y partamos mañana estando más frescos. Además, debemos dejar que nuestros digimon se acostumbren un poco a la etapa kazentai.

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La misma niña que estaba empeñada en terminar pronto las pruebas para poder ir de inmediato al mundo nuevo, era la que ahora, les pedía una noche descanso.

Aquello sorprendía y extrañaba a más de uno. Incluso a los agentes de Gennai que se habían mirado entre sí asombrados.

Definitivamente, algo más tuvo que haber pasado en el mundo ocho para que la niña cambiase tanto.

Toji era el que más interesado estaba en saberlo, por eso, la noche anterior se había quedado con Jose. Aprovechando que tras haber vuelto, podrían monitorear con detalle lo que había pasado en cada mundo, Toji le había pedido a Jose, observar lo sucedido en el mundo ocho.

Como si hubiese una videocámara persiguiéndoles, como en los realitys de la tele, Toji había visto todo lo que había pasado.

La sorpresa había quedado pintada en su cara y que ahora, durante el desayuno, se dibujaba la más profunda depresión.

El niño observaba a Natsumi con pena.

Su cambio y de cómo el día anterior se había disculpado por el egoísmo, que había tenido últimamente, ante todos, había servido para que ahora, sus amigas pudieran sentirse más cómodas y poder acercarse a ella, especialmente Minami.

La hija más mayor de los Ichijouji se encontraba a su lado, hablando sin parar de la pelea entre chicas que habían provocado y sobre los digimon que tenían en kazentai, donde no paraba de presumir lo increíblemente guapo que era Penguinmon cuando era Jatayamon.

Al otro lado de Natsumi, se encontraba Aki. Feliz como unas pascuas, como si estuvieran en algún tipo de excursión grupal y habiéndose olvidado de que su padre había muerto hace poco.

La sonrisa y emoción que mostraban ahora, no se parecía en nada a cuando él había logrado animarlo en el mundo tres. No quería reconocerlo, pero se sentía bastante celoso, de no haber sido el principal protagonista de que el más pequeño se hubiera recuperado por completo.

Además, viéndolo con el digihuevo de Osamu en su regazo, cuidándolo como suyo propio con su Tsunomon ayudándole, le ponía de los nervios.

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Fuera de la sala donde los niños desayunaban, se encontraban Isaki, Takeshi y Osamu con Tsukaimon y Earmon.

El más joven había pedido hablar con ambos hermanos de un asunto muy importante y que tenía que ver con sus primos. Antes de ello, le había confiado su digihuevo a Aki para que lo cuidara. Pues después de lo que había visto, no solo podía confiarle algo tan importante, sino que tenía la sensación de que su calidez y su luz podría hacer que su digimon naciera muy pronto. Pues, en el mundo ocho, Osamu había visto cómo el pequeño cuerpo de Aki había brillado siendo la causa de la digievolución.

-¿Qué Aki brilló? -repetía Isaki a las palabras de Osamu.

-Así es. Natsumisan también lo vio, y se quedó sorprendida cómo si fuese algo inesperado. Pero… -recordando varios sucesos que había tenido en el mundo ocho-. A mí me dio la impresión que, para Akikun, aquello le era natural porque sucedió dos veces. La primera fue cuando Redbeetlemon y Saberdramon digievolucionaron al nivel kazentai, y la siguiente… -y ahí se puso ligeramente colorado, como si le diera vergüenza admitir algo en concreto-. Su luz me llegó a mí como si me quitase algo que me tenía controlado. Reconozco que, después de que mi hermana se fuera de casa, me he sentido un poco raro, como si algo o alguien me hubiera poseído… Y ese niño… Akikun… Logró que volviera a mi sano juicio -no quería darle más vueltas a lo que había tenido. Además, lo más importante era saber sobre ese niño y no sobre algo que ya había sido solucionado como era lo suyo-. No sé si esto ya ha pasado más veces o si es algo reciente.

Takeshi miró con cierta gravedad a los dos digimon que estaban en el suelo, uno al lado del otro. Isaki, que estaba adelantado, permanecía neutro, mientras que en su cabeza, se debatía sobre si contarle lo que había detrás de su primo o no.

-Pero lo que sí tengo claro, es que Akikun pueda suponer una amenaza para ese nuevo enemigo que secuestró a nuestros padres. Por lo que quería avisaros para que vosotros también estéis pendientes de él.

-Muchas gracias por avisarnos, Osamukun. La verdad es que no esperaba que su poder despertase tan pronto -murmuró Isaki inexpresivo.

Las palabras misteriosas del más mayor confundieron más a Osamu.

-Es cierto que mi primo tiene un poder misterioso. Pero eso es porque él es uno de los cuatro digielegidos legendarios.

-¿Digielegidos legendarios? ¿Qué es eso?

Isaki soltó un largo y pesado suspiro y procedió a explicarle lo que era. No tenía mucho conocimiento de ello, ya que se había enterado a escondidas y todo a causa de la muerte de Kibou, pero le contó todo lo que él sabía.

-Los digielegidos legendarios es un término que mis padres y los demás, le han dado a los primogénitos y a los últimos hijos que nacen de los poseedores de esperanza y luz; y de amistad y amor.

"Por nuestra parte, yo no formo parte de ese grupo, porque yo no soy el primogénito de mis padres. Mis padres tuvieron un hijo cuando eran muy jóvenes. Desgraciadamente, murió a los tres años de edad por pertenecer al grupo de digielegidos legendarios.

Cuando mi hermana murió, ni mis padres ni nadie, sabían de esa importancia que tenía el primer hijo de los que poseen los emblemas esperanza y luz. Emblemas sagrados que con su unión, el primer y último hijo serán considerados poderosos.

Lo mismo ocurre con los poseedores de amistad y amor, es decir, mis tíos Yamato y Sora. Según tengo entendido, sus emblemas conforman los valores más importantes en la vida humana. Y de la misma manera, el primer y último hijo, serán considerados especiales.

Se ve que el primer hijo ya emite una luz especial que alarma a los digimon demonios y su temor hacia su poder cuando crezca. Por esa razón, eliminaron a mi hermana y a su digimon.

Sin embargo, cómo nunca se puede saber cuando se tratará del último hijo, solo hay dos maneras para que su poder empiece a emerger.

La primera es cuando la mujer deja de ser fértil; Y la segunda, cuando un miembro de la pareja, fallezca. Con la muerte de mi tío, queda zanjado que Aki es otro de los cuatro miembros de los digielegidos legendarios."

-Pero entonces, ¿eso no significa que Yuutasan también es uno de ellos? -preguntó Osamu más confuso. Porque si estaban en lo cierto, el hijo mayor de Yamato y Sora debía de haber mostrado un poder descomunal y que él supiera, no pasaba con él nada fuera de lo normal.

Isaki permaneció callado durante unos segundos. Podía sentir como Takeshi y los dos digimon lo observaban con especial atención e incluso alarmados.

-La verdad… -comenzó.

-Oye, hermano… -trataba Takeshi de detenerle de que no dijese algo de vital importancia.

-…Es que Yuutaniisan no lo es -declaró ante la intensa confusión de Osamu y la perplejidad de los otros que no se podían creer que fuese a confesarlo-. Parece ser que hay una manera de que el primogénito, en este caso de mis tíos, no sea considerado especial. Y esa manera es, si otra pareja, poseedores de emblemas en ambas partes, tienen un hijo. Así, se rompería el poder que haría especial al primogénito de mis tíos.

Osamu se quedó pensativo, tratando de entender cómo era posible, que con la unión de otros poseedores de emblemas, el primogénito de amistad y amor no fuese considerado especial. Le resultaba un poco conveniente y poco razonable. Pero si lo decían ellos y él mismo tenía la evidencia de que no pasaba nada raro con el hijo de Yamato y Sora, tendría que pensar, que aunque no tuviese mucho sentido, era cierto.

-Entonces, imagino que será por eso, que Natsumisan ha cambiado de opinión, y ya no quiere intercambiar el puesto de Akikun con Yuutasan.

-Sería lógico pensar que es por eso -hablaba ahora Earmon-. Si Aki regresara al mundo humano y teniendo solo a Tsunomon, que no ha digievolucionado, sería el blanco perfecto de digimon siniestros. Especialmente ahora que ha empezado a manifestar su poder oculto.

-Quedándose aquí, tanto Nat como Piomon o nosotros mismos, podríamos protegerlo -le seguía Tsukaimon.

Osamu asentía. Ahora entendía un poco más la situación que envolvía a ese niño. Y también explicaba el hecho de que pudiera haberle curado de esa extraña posesión que había sentido.

-Muchas gracias por contármelo. Que sepáis que podéis contar conmigo para ayudar a Natsumisan.

Y ahí, una pequeña sospecha empezó a florecer en la cabeza de Takeshi. Adelantándose, hasta colocarse al lado de su hermano, le preguntó al Ichijouji con desconfianza.

-Parece que desde que estuvisteis juntos, andas muy interesado en mi prima. ¿No me digas que te empezó a gustar?

-¿Eh? ¡Qué va! ¡Qué va! -negando con las manos con una sonrisa-. Solo que estoy agradecido con su hermano pequeño, por haberme liberado de esa extraña sensación que me comía la cabeza.

-¿Seguro? -no muy convencido de su respuesta y acercándose peligrosamente al Ichijouji.

-Seguro -contestó el niño sintiéndose nervioso por el rostro receloso de su amigo.

Isaki le pidió a su hermano que parase, y que Osamu ya había dejado claro que no sentía nada por su prima. Pues el rubio sentía tanto afecto con su prima, que solo podría considerar a su primo Toji como alguien digno de ella.

Entonces, la voz clara y rabiosa del Yagami, se escuchó desde el exterior. Lo más preocupante es que esa rabia iba dirigida hacia el más pequeño del grupo.

Extrañados de ello, los dos hermanos junto a Osamu se adentraron para ver qué es lo que estaba ocurriendo. Lo que presenciaron, fue una molestia infantil que Toji sentía hacia el digihuevo de Osamu.

No le agradaba que el niño tuviese aquel digihuevo y que lo cuidase como si fuera suyo.

-¡Déjalo de una vez! ¡Tú tienes a tu propio digimon! ¡A Tsunomon no le estás haciendo el mínimo caso! -quería escudarse en lo que podría sentir Tsunomon, en vez de declarar públicamente que le irritaba que el niño estuviera pendiente del digihuevo de Osamu, como si eso fuese algo malo.

Los gritos que le lanzaba Toji a Aki, sorprendía mucho a Musuko que estaba a su lado. Él, detrás de esa rabia, podía diferenciar, que esa rabia era una tapadera, y que en el fondo estaba muerto de celos por un digihuevo que no le pertenecía al pequeño y que lo cuidaba con mucho mimo.

Y Aki, se encontraba perplejo de que Toji, el mismo con el que había crecido y quería, le gritase de esa forma tan inesperada.

Tsunomon algo avergonzado, le explicó a Toji que a él no le importaba, y que estaba encantado de cuidar junto a Aki de aquel digihuevo que no tenía culpa de nada. Eso enervó tanto a Toji, que el volumen de sus gritos se intensificó tanto que asustó al más pequeño.

-¡PERO NO ES SUYO! ¡QUE LO CUIDE SU COMPAÑERO QUE AKI NO TIENE NADA QUE VER CON ESO!

Natsumi que no estaba dispuesta a tolerar que Toji le siguiese gritando a su hermano menor, lo cogió para abrazarlo, arrimándolo contra ella para que supiera que no tenía nada de que preocuparse y que contaba con su apoyo, al tiempo que miraba a su mejor amigo desafiante.

-¡¿Qué derecho tienes tú para impedir que haga lo que quiera?! ¡Y deja de gritarle! ¡¿No ves que lo estás asustando?!

Minami que había logrado recuperar la buena amistad de Natsumi, saltó también defensora del más pequeño. Además, el digihuevo pertenecía a su hermano, así que se sentía con el derecho de apoyar a Natsumi y a su hermano.

-¡Eso! ¡Eso! ¡¿Te parece bonito lo que estás haciendo?!

Toji iba a volver a replicar, pero se encontró a su primo que lo retenía para que no siguiera con aquello tan estúpido e infantil.

-Ya es suficiente, Toji. Te pido por favor, que no sigas con esta tontería.

Ver el rostro severo de su primo, hizo que también se fijara en Takeshi que se encontraba del mismo humor que su hermano mayor. La presencia de Osamu al lado de ellos, hizo que su enfado se incrementara y tuviera que tragárselo. Sin decir nada, salió corriendo de la mesa con Fireagumon persiguiéndolo con desesperación. Musuko que se había quedado impresionado e intrigado de esa personalidad que nunca había visto, se sintió en la obligación de seguirle y preguntarle porqué había actuado tan celosamente.

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Musuko y Veidramon habían alcanzado a Fireagumon. El digimon de fuego se había detenido y observaba, desde una prudente distancia, cómo su compañero humano daba golpes contra la pared repetidas veces, como si quisiera descargar toda la rabia que había estado conteniendo.

El hijo de Daisuke se encontraba más impresionado y entendiendo cada vez menos que es lo que lo tenía tan molesto para actuar cómo si hubiera perdido la razón. Avanzando unos pasos más desde donde se encontraba Fireagumon, le preguntó qué es lo que le pasaba.

-Es que me ha dado la impresión de que estabas como celoso. Y lo que más me extrañó es que fuera contra el chavalín que tanto aprecias -justificando su pregunta para saber sobre su estado.

A Toji le empezaba a dolerle los nudillos de los golpes que daba contra la pared, por eso que la intensidad con la que golpeaba, iba siendo más pausada y con poca potencia. Cuando no pudo más, jadeante, dejó caer su frente contra la pared como peso muerto.

Lo que había visto monitoreado aparecía en su cerebro como un disco rallado. Y eso le carcomía.

Es que no podía creerlo, de no haberlo visto con sus propios ojos.

-Dime, Musuko -empezó el niño con voz neutra-, ¿sabías que tu padre estuvo enamorado de mi tía Hikari en su juventud?

-¿Eh? ¿En serio? -cuestionó Veidramon incrédulo mirando a su compañero humano con cara de impresionado cómo si quisiera que se lo confirmaran.

-Pues no -contestó sin darle mucha importancia-. Pero no me sorprendería porque Hikarisan es una mujer muy bella y atractiva. Pero, ¿a qué viene eso ahora? -donde no entendía qué relación tenía la obsesión amorosa de su padre del pasado con lo que le pasaba a Toji.

-¿Y a que no sabías que mi padre estuvo muy enamorado de Sorasan?

Por supuesto que tampoco lo sabía. Si no sabía la antigua vida amorosa de su padre, mucho menos iba a interesarse por la de otras personas ajenas. Pero eso solo sirvió para que Musuko volviera a preguntar.

-Y vuelvo a repetir, ¿a qué viene eso ahora?

El hecho de que Toji supiera de ambos hechos del pasado, se debía a que:

En el caso de su tía Hikari, lo había leído en el libro de su tío Takeru. Los actos convenientes del Daisuke de once años para impresionar a Hikari, eran tantos y tan relevantes, que era imposible no escribirlos y que cualquiera no interpretase cómo que Daisuke había tenido una obsesión enfermiza por su tía.

Sin embargo, en el caso de su padre, si volviese a leer el libro de su tío, podría interpretar entre líneas, como su padre había estado muy enamorado de Sora. Todo porque lo había escuchado accidentalmente, pocos días antes de que Yamato falleciese.

Había sido por la noche, cuando su hermana, los digimon y él estaban durmiendo. Pero la necesidad biológica del ser humano, había hecho que tuviera que despertarse e ir al baño. La tenue luz que había en la sala a aquellas altas horas de la madrugada y el sollozo de su madre, lo habían invitado a que curioseara.

Su padre hablaba con voz suave y convincente a su madre, de algo que al niño le había resultado extraño.

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-De verdad que ya no estoy enamorado de Sora. Eso es algo que murió hace muchísimos años.

-Pero… Pero… Tus actos cuando te diriges hacia ella… Y además… Estuviste enamorado de ella desde los once años… Incluso cuando la animaste a que se fuera con Yamatosan… Eso es algo que debe ser imposible de superar… Además, Yamatosan también lo intuye… ¿Cómo quieres que te crea? ¿Por qué tuviste que abrir esta herida, ahora que estoy embarazada de tu tercer hijo?

-Precisamente porque no sabía que pensaras lo que no es, de no ser porque Yamato me lo dijo. Por eso, no quería que siguieras pensando un día más lo que no es. Sé que no es el mejor momento, pero no quiero que sigas comiéndote la cabeza con cosas que no son, Meiko. Reconozco que nunca me rendí con este amor que sentía por ella. Solo hasta que ella me rechazó, que pude liberarme de ese amor que sentía y a enfocarme en ti… Por favor, créeme. Es la verdad. Yo ahora solo te quiero a ti…

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-Toji -lo llamó Musuko para que le contestara.

El niño suspiró con pesadez y declaró en un murmullo bajo.

-Como no hagamos algo, estaremos condenados a acabar igual que nuestros padres...

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El tiempo que tardaron Toji y Musuko en regresar fue bastante, pero cuando volvieron, los ánimos ya se habían recuperado en gran medida. Solo rotos, hasta que sus amigos notaron su presencia.

Nat parecía seguir resentida con Toji, ya que la buena cara que tenía junto a su hermano y las chicas, agradeciendo su apoyo, se había transformado en una de enfado, donde ni siquiera quería verle la cara. Incluso Isaki y Takeshi parecían seguir molestos con él. Había sido Takeshi que se había levantado, y dirigido hacia el Yagami con paso apurado y el disgusto pintado en su rostro. Tsukaimon que descansaba sobre su cabeza, a través de su tétrica mirada, parecía manifestar signos malignos como el digimon virus que era. Pero solo se trataba de un sentimiento desconforme, igual a la que sentía Takeshi.

Aunque Takeshi tenía unas ganas enormes de darle un sermón a su primo por haberle gritado a Aki. Pues no solo por parte de la familia de su tío que lo tenían adorado y consentido, sino que en la suya propia también. Que tuviera el valor de gritarle, era para darle una tunda, cómo habrían hecho Yuuta o su tío Yamato. Pero sabiendo como era el carácter de su primo pequeño, y cómo asumiría una culpabilidad sobre las consecuencias contra Toji, tuvo que guardarse todo lo que tenía que decir, y en un murmullo lo suficiente bajo para que no llegase a los oídos de Aki, le dijo.

-Pídele perdón ahora mismo.

Era una demanda muy exigente, que a Toji lo dejó con el corazón en un puño.

Aún así, lo entendía. Y reconocía que había obrado en contra de sus celos, tomándolo con el pobre niño que no tenía culpa de nada. Lo único que había conseguido con sus celos, es que ahora, todos le mirasen con expresiones molestas; Que Nat se sintiera enfadada; y que Aki quedase decepcionado. El único que mantenía una expresión distinta era Satoshi. El hijo de Mimi lo miraba con una sonrisita de triunfo, como si hubiese perdido para siempre el corazón de Natsumi.

Si eso es lo que pensaba, es que Satoshi no sabía quién era Yagami Tojiro. Él jamás se rendiría, porque, baches, mucha gente atraviesa por ellos y acaba aprendiendo de esos errores. Así, que en ese día, y en ese momento, aprendió que debía controlar sus impulsos, si no quería volver a decepcionar a sus amigos, a Natsumi y a Aki de nuevo.

Así que inclinando la cabeza, y mostrándose muy pero que muy sumiso, Toji pidió perdón al más pequeño, excusándose en que había perdido los nervios por culpa de la aventura a la que se embarcarían. Le prometió que no volvería a gritarle más. Y luego, se dirigió hacia la hermana del afectado, después a Osamu y finalmente al resto con la intención de quedar bien y hacerles ver que estaba arrepentido de veras.

Su disculpa hizo que todos se mirasen los unos a los otros, donde sus amigos, que conocían a Toji de toda la vida, no se esperaban que se arrepintiera de esa manera. Aki que fue el primero en hablar, le dijo que no hacía falta que fuese tan formal y que no había nada de lo que disculparse. Sin embargo, solo Nat sabía que el bueno de su hermano, si había dicho aquellas palabras, era para impedir que Toji siguiese disculpándose y humillándose. En el fondo, todavía le quedasen secuelas por los gritos de aquel por quién sentía una gran admiración, después de su padre y hermano. Eso provocó que la niña tomase una firme decisión. Hasta que Aki se hubiera recuperado por completo, ella no tenía la intención de perdonar a Toji. Después de todo, en aquella relación fraternal, si Aki era el bueno, ella podría ser la mala. Tenía mucho de los genes Ishida dentro de ella, y era probado que podrían ser tan tercos como una mula, que se necesitaba de muchísimo tiempo para entender que aquello no estaba bien.

Con aquella disculpa, Isaki animó el ambiente para que se despejasen los malos rencores. Pues ahora tenían que estar todos juntos y unidos para una misión que no se parecía en nada al que habían vivido en los mundos simulados.

-…Así que dejemos los malos rollos, hagamos las paces y enfoquémonos en lo que es más importante, el rescate de nuestros padres.

Y aunque todos se sentían motivados y decididos, por dentro, a algunos empezaron a crecerle el sentimiento de miedo y temor. Aunque en los últimos mundos hubieran atravesado un intenso peligro, sintiéndolo demasiado real, nada grave les iba a ocurrir, porque se trataba de un mundo simulado donde todo era falso y programado. Una especie de juego virtual, como les habían dicho al principio. Pero ahora, el peligro era auténtico y si diesen un paso en falso, no podrían volver a jugar la partida y mucho menos, rescatar a sus padres con vida. Tenían que ponerse serios y no dudar, pase lo que pase.

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Los doce niños y sus digimon habían sido llevados por Benjamin (que seguía haciéndose pasar por Gennai) y por Jose a otra sala muy distinta a la sala dónde estaban los monitores que llevaban al mundo simulado.

Durante el camino, Musuko para animar la tensión existente, había hecho un comentario en bajo, sobre el gran parecido que tenían ambos agentes y la imposibilidad de identificarlos, de no ser porque llevaban una placa con su nombre en la zona derecha del pecho.

La broma solo hizo reír forzadamente a unos cuantos, mientras que otros, empezaban a comerse la cabeza, imaginándose los peligros que habrían en el nuevo mundo y a auto animarse de que podrían rescatar a sus padres. Y ahora que estaban en la sala, con un monitor muy grande, del tamaño de una puerta frente a ellos, el corazón empezaba a bombardearles a gran velocidad.

-Bueno, niños y digimon -empezaba Benjamin con voz pesada y tratando de ocultar su preocupación-, hemos hecho todo lo que estuvo en nuestras manos para prepararos para esta aventura. Ahora, el resto y que la paz perdure en el mundo humano y digimon, depende de vosotros. No hace falta que os diga, que andéis con mucho cuidado. Sé que seréis juiciosos, y sabréis arreglárosla. Me encantaría ir con vosotros para ayudaros, pero, lamentablemente, tanto para mí, como para mis colegas, nos es imposible. Tenemos que permanecer aquí, para proteger a los digimon y para seguir con la construcción de los dispositivos para vuestros hermanos mayores.

-Tranquilícese, Gennaisan -le pidió Misato con bondad y compresión-. Ha hecho ya demasiado por nosotros. Y creo que hablo por todos, al decir que, a través de estas pruebas, hemos aprendido valores muy importantes que nunca hubiéramos aprendido en el colegio.

-Es cierto -asentía Kazumi-. Además, usted no tiene la culpa de que tengamos que ser los responsables de ir a ese nuevo mundo.

-¡Exacto! Es por culpa de esa cosa peligrosa que tiene encerrado a mi padre y a los demás -añadía ahora Musuko en una mezcla de ánimo y rabia.

Benjamin y Jose se sentían conmovidos con las palabras que les soltaban aquellos infantes, que solo eran las pobres víctimas de un peligro que no tendrían al que verse envueltos. Pero la fuerza desconocida, había demandado que acudiesen ellos y nadie más que ellos. De lo contrario, la raza digital se extinguiría para siempre.

Sin embargo, si los dos agentes creían que la compasión de los niños terminaba ahí, no se esperaron a que Isaki junto a sus amigos y digimon les dieran las gracias al unísono con una reverencia formal, y que habían planeado conjuntamente durante el desayuno, para agradecer toda la ayuda que Gennai y los suyos les habían brindado desde su llegada a la base.

El parecido físico de ambos agentes se rompió cuando Jose, que parecía ser más emotivo que Benjamin, desató unas pequeñas lágrimas de emoción hacia la gratitud de esos niños. Sin duda, si sus padres les hubiesen visto, habrían llorado de la emoción y del orgullo.

Benjamin, por su parte, tuvo que carraspear y no dejar que sus emociones le impidieran darles el último y el más valioso de los consejos.

-Tened muchísimo cuidado.

Todo lo demás, ya se había dicho.

Al igual que en los mundos simulados, les habían obsequiado con chaquetas impermeables; Mochilas con todo lo necesario para sobrevivir; Un bolso con varios víveres para subsistir los primeros días, donde Isaki se había ofrecido voluntario para llevarlo; Y otra bolsa con medicamentos y vendas, que Shin se había visto obligado a llevarlo. Todos lo habían decidido unánimemente ya que era el hijo de un médico. Pero ser hijo de un médico, no lo convertía a uno en experto de la materia. Era cierto que Shin aspiraba a ser médico como su padre, pero su miedo a la sangre y su falta de confianza, parecía ser un impedimento en su sueño para el futuro.

Después de que Benjamin les hubiera dado el último consejo, los niños enfocaron sus dispositivos (tal y como Jose les había indicado con anterioridad) en el monitor que tenían en frente. Los dispositivos brillaron a la par que el monitor, y la luz que salió del gran monitor los engulló hacia adentro.

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Luego de la marcha de los niños y los digimon, Benjamin y Jose se unieron al equipo que construía los nuevos dispositivos para Yuuta y su generación.

Cuando los dos agentes, vieron a Gennai, lo notaron fatigado y con marcas notables de que no había descansado cómo los demás. Aún así, se le veía decidido y firme en su trabajo. Estaba dispuesto a cumplir, a cualquier precio, el deseo de la niña Ishida.

-¿Ya se han ido? -les preguntó sin abandonar lo que hacía.

-Así es -contestó Jose con un largo suspiro.

-Gennai deberías parar un rato. No se te ve con buen aspecto -le pidió Benjamin empezando a estar preocupado por su salud.

-No queda otra -deteniéndose solo para dejar escapar el aire en una gran bocanada-. En teoría estos dispositivos tendrían que haber estado listos desde ayer. Entonces, les hubieran llegado a los mayores y los más pequeños, no tendrían que ir a semejante peligro. Pero… Tuvimos que tener ese corte de luz que hizo que tuviéramos que empezar todo desde el principio… -murmuró fastidiado.

Lo que más rabia les había dado, es que aquel corte de luz, lo habían sufrido cuando los dispositivos destinados a Yuuta y el resto, habían estado casi listos. Afortunadamente, no había alcanzado a la sala donde estaba todo lo relacionado con el mundo simulado, con los niños metidos dentro del programa. Había sido una gran suerte por un lado. Pero, la pérdida de datos y que los nuevos dispositivos sufrieran una especie de sobrecarga, autodestruyéndose, los había obligado a tener que volver a hacerlos de cero.

-También es mucha casualidad que pasase eso en el momento más apropiado -objetó Jose con ligera sospecha.

-Debemos creer dentro de lo malo, ha pasado algo bueno -mantenía Benjamin más ingenuo al desear que hubiese sido cosa de alguna providencia el que los niños y sus digimon no resultasen afectados-. Pues ahora mismo, no solo el Mundo Digimon y su raza está a punto de desaparecer, sino que además, nuestra propia existencia… -y ahí había dejado la conversación.

La tensión formada entre los agentes fue tanta, que lo primero que se les había venido a la cabeza había sido el fallecimiento de Ilya.

Él se había ofrecido a dar su energía vital para que los dispositivos, fuesen hacia los niños de la generación de Toji y así, tener un medio con el que pudieran entrar al Mundo Digimon.

A pesar de que Ilya hubiese dado su energía vital para ello, aún le había quedado algo de reserva en su cuerpo para seguir viviendo. Y con eso, habían creído inocentemente, que podría recuperarse. Pero lejos estaban de la cruel realidad a la que les esperaba.

Gennai que ya era consciente de que podría morir si ofrecía su energía, seguía sin desistir en su oferta de ofrecerse como voluntario. Él que siempre había estado al lado de la generación de Taichi, para guiarles y ayudarles, en el fondo, solo había acabado siendo un mero espectador sin que pudiera hacer algo cuando ellos lo estaban pasando fatal. Así que ahora, iba a compensar todo esa falta, ayudando a sus hijos con su propia vida.

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En un mundo de apariencia divina, donde se encuentran los dos seres misteriosos que juegan al ajedrez, el usuario de las piezas blancas y que acababa declarar el jaque, observaba a su compañero con los brazos cruzados, como si se sintiera triunfante de la partida. Por el contrario, su oponente parecía quedar desconcertado.

De pronto, en medio de aquella jugada, algo o alguien pareció alterarlos, para que se quedaran quietos por unos segundos, observando a algún lugar de aquel espacio vacío como si pudiesen ver algo.

-Parece que por fin han llegado -le contestó el usuario que jugaba con las negras.

-Y vienen solo los niños y sus digimon. Los mayores no están con ellos.

-¿Acaso pensabas que me iba a quedar de brazos y permitir que intercambiaran al mayor con el niño que nos interesa?

-¿No me digas que has hecho algo con Gennai y esos ineptos durante la partida? -clamó con un pequeño atisbo de incredulidad.

-Las mismas que las tuyas al hacer caer esa lluvia negra sobre el Mundo Digimon que extinguió a más de la mitad de la raza digital.

Una misteriosa sonrisa surcó del propietario que jugaba con las piezas blancas.

-A veces las cosas hay que hacerlas de manera más drástica para que puedan aprender. Pero se ve que ni el sacrificio de ese digimon llamado Meikuumon, ni la muerte de esa niña humana llamada Kibou, ha servido para que esos elegidos no se den cuenta del caos que han provocado contra los digimon.

El sujeto siguió hablando, pero ahora con una extraña mezcla de melancolía y arrepentimiento.

-Cuando salvaron el Mundo Digimon hace veintisiete años, se recompensó a esos niños de la siguiente manera:

"El Mundo Digimon giraría con el mismo flujo temporal que el mundo humano. Incluso, podrían tener, en contadas ocasiones, el acceso al Mundo Digimon para que pudieran reencontrarse con sus digimon. Por eso, creamos esas puertas digitales.

Tres años después, cuando sucedió el caos con Digimon Emperador, para ayudar a los niños, creamos nuevos dispositivos que ellos llamaron D3, para que tuvieran libre acceso al Mundo Digimon para ir cuando quisieran. Todo había ido bien. Derrotaron a Digimon Emperador y a todos los digimon malhechores que amenazaban nuestro mundo e incluso liberaron a las Cuatro Bestias Sagradas.

Pero el hecho de que existiesen muchos niños con dispositivos y digimon por todo el mundo humano fue nuestro mayor error.

Un error que tardamos en darnos cuenta y que empeoró cuando decidimos crear a Meikuumon como instrumento para que los digimon fuesen aceptados en el mundo humano.

La existencia de ese digimon solo fue para provocar a que los digimon de los digievolucionasen al último nivel, y con ese poder, convencer a la raza humana de la existencia de los digimon, y la posibilidad de convivir y luchar conjuntamente contra las amenazas y que no son un peligro.

La existencia de Meikuumon simplemente fue para eso. Un mero instrumento para poder congeniar ambos mundos en paz."

-Sin embargo, como eres muy benévolo -hablaba su oponente con cierta rabia y rencor-, te sentiste culpable por haber tratado a Meikuumon como un objeto, y diste rienda suelta a su deseo infantil de revivir a Meikuumon.

"¡Y así es cómo después nos lo pagan!

¡Ignorando todos los conflictos y los experimentos que los humanos hicieron contra los digimon! ¡Usándolos para su propio provecho!

Y no solo eso…

¡Los digimon han servido como meras mascotas de juego y que los usan para sus fines personales! ¡Lo más desagradable de todo, es ver cómo esos digimon, ciegos por ese sentimiento de lealtad, los siguen y cumplen sus caprichos!

¡Incluso los propios elegidos los usan para su conveniencia! ¡Y hasta para sus peleas personales!

¡Y tú…!

¡No se te ocurre otra cosa mejor que permitir que todos los humanos tengan un digimon!"

-Esperaba que con la muerte de esa niña y su digimon, los elegidos hubieran aprendido algo de humildad y se dieran cuenta de que un digimon no es una mascota de juegos, ni un medio de transporte que usar, sino un ser vivo como ellos con capacidades extraordinarios y con las mismas habilidades de los humanos para hablar y entender.

-¡Y en cambio, todo ha ido a peor! -comentaba el otro que ya no podía seguir tolerando esa falta-. Los humanos usan a sus digimon para experimentos, como instrumentos de guerra y lo más terrible de todo, es que incluso se deshacen de ellos si no les parecen bonitos cómo ha pasado decenas de ellos. Abandonados por sus propios compañeros humanos, olvidados por los propios digimon y marginados por la sociedad, casi todos ellos han perdido la vida. Y no hay forma de hacerlos revivir.

-Eso es algo que no podemos seguir permitiendo -declaró con determinación ante el recuerdo de aquellas pobres víctimas digimon, que por culpa, del egoísmo de la humanidad habían muerto. Eso lo animó a tomar una gran y severa decisión-. Si esos elegidos que presumen de tanto poder sobre la sociedad, no se dan cuenta de ello, habrá que demostrarlo a la fuerza cómo hicimos con el portador de la amistad.

"Sin embargo, por ahora, y tal y cómo habíamos acordado, si yo obtenía el siguiente jaque, tendría el poder de decisión sobre lo que se haría a partir de ahora.

Y quiero creer que tras la muerte del dueño de amistad, y contando con el hijo más pequeño de la Unidad y con los digimon que fueron desechados por la humanidad, podremos hacer entender a los elegidos, al resto de la comunidad humana y a sus digimon, que los digimon no son máquinas para usar y tirar, ni mascotas cómo las que tienen ellos en su mundo humano para la guerra o sus experimentos."

-¿Es que todavía piensas darles otra oportunidad? -preguntó incrédulo.

-Solo después de haber tomado otra medida drástica. La eliminación de la portadora original del amor. Esta vez se lo haremos entender tanto al mundo humano como al mundo Digimon, no quedará más remedio que exterminar a toda la raza digital y a esos agentes que ayudaron a los elegidos y a sus hijos. En otras palabras, esta vez, provocaremos un reseteo de verdad y eliminaremos a toda la humanidad. Ésta será la última oportunidad que les de, y es un juramento que quedará pactado en este lugar, Yggdrasill.

-Es la última oportunidad que te concedo, Homeostasis.