MARAÑA · Igi Ari!
MUNDO NUEVO
Los niños habían llegado al mundo nuevo.
El paisaje que tenían ante ellos era negro, tétrico y muy frío. Los abrigos hipertérmicos que portaban, no ayudaba mucho ya que el frío se colaba por cada poro de su piel. El miedo afloraba en algunos de ellos, siendo en Aki más visible, donde se había apegado a su hermana con desconfianza, manifestado su temor ante aquel simple paisaje. Nat trató de calmarlo con una sonrisa forzada.
Otros observaban nerviosos a su alrededor donde el paisaje era el mismo por todos lados sin importar hacia donde viesen. No había árboles ni naturaleza, todo era rocoso con pequeños montículos de tierra y en campo abierto.
Si aquel enemigo apareciese ante ellos, no tendrían ningún sitio hacia dónde esconderse o refugiarse.
Debido al peligro que representaba ya el propio lugar, Isaki se dirigió hacia sus compañeros para dar instrucciones.
-Bueno chicos, ahora que por fin hemos llegado, creo que lo más conveniente será reagruparnos para estar preparados ante un ataque sorpresa.
Aquellas últimas palabras hicieron que muchos tragasen saliva. Parecía que todavía se estaban haciendo a la idea, de que se encontraban en un mundo peligroso, donde si bajaban un instante la guardia, podrían morir. Los que sentían más miedo como Aki, Minami y Shin eran los que tenían a sus digimon en brazos y se aferraban a ellos con tanta fuerza como si fueran un salvavidas.
-He revisado los datos que ha recogido Kazumichan, y creo que lo mejor será que Takeshi, Earmon, Tsukaimon y yo lideremos la marcha; Mientras que Toji, Fireagumon, Musuko y Veidramon se encargarán de la retaguardia. ¿Os parece bien? -buscando el consenso en sus amigos.
Casi todos estuvieron de acuerdo, más que nada, porque ninguno tenía cabeza para pensar una estrategia. Estaban tan asustados y tensos por lo que pudiera pasar que confiaban en el buen criterio y la cabeza fría que parecía poseer Isaki.
-Un momento, a mí no me parece bien.
Y solo una persona parecía estar en desacuerdo con ese plan.
-Hermana… -había murmurado Osamu ante las palabras de Minami, así como no entender porque se encontraba tan molesta.
Hasta hace un rato su hermana parecía estar muerta de miedo, y no dejaba de apretar tanto a Penguinmon que al pobre le faltaba poco para perder el aire. Pero justo después de haber escuchado la organización del equipo planeada por Isaki, su hermana había ido cambiado de expresión poco a poco, hasta perder todo el miedo que la había recorrido cuerpo entero. Incluso Penguinmon que respiraba jadeante, libre de su presión, observaba a su compañera con confusión.
-¿Por qué todos los que están en el punto más peligroso son chicos? -y a Minami, lo único que le parecía mal de esa organización era que no hubiera una chica entre ellos, como si ni ella ni sus amigas pudiesen ser capaces de estar en primera fila o como si las considerasen débiles.
Penguinmon dejó escapar un profundo suspiro, pidiendo a todos los dioses que existiesen una infinita paciencia. Pues no podía creer, que en aquella situación, a su amiga le preocupase algo tan irrelevante como era el machismo.
-Bueno… -decía Isaki algo nervioso, pensando lo mismo que Penguinmon-, como ya he dicho, he estado revisando los datos que ha recogido Kazumichan. Que quede en constancia que no considero a ningún digimon como más fuerte que otro -aclarando de inmediato-. Pero si he distribuido así el equipo, es por el tipo de nuestros digimon y la facilidad de compenetración que tienen conjuntamente. En especial, Earmon y Tsukaimon que trabajan muy bien juntos. Por otro lado, sé que hay discrepancias entre Toji y Musuko, pero eso no parece afectarles a Fireagumon y Veidramon y, por lo que tengo entendido, también trabajan muy bien juntos.
Musuko estaba a punto de soltar un comentario sobre la poca gracia que le hacía aquellas palabras. Pues el niño necesitaba hablar, decir alguna tontería o lo que fuera. Aquel extraño mundo lo estaba poniendo nervioso a cada segundo, además del recordatorio de cómo había matado (indirectamente) a su medio hermano.
-Además, hay que tener un factor muy importante -añadía Isaki mirando con cierta gravedad a Aki y a Osamu. Cada uno cargaba a su respectivo digimon. Tsunomon que seguía en los brazos de su amigo, escuchaba todo con gran atención. Mientras que Osamu, cargaba su digihuevo con tanta firmeza como si tuviera miedo de que se fuera a romper y le pasara lo típico de un huevo normal y corriente, que se hiciera pedazos, provocando la muerte instantánea de su digimon-. Tsunomon sigue en la segunda etapa younenki y contamos con la baja de Dokunemon. Es fácil de suponer que para el enemigo, ellos serían los primeros blancos que atacarían.
No quería preocupar a Aki, pero quería hacerles entender, incluso al más pequeño que debían andar con pies de plomo y prestar atención a lo que les rodeaba.
-Por eso, es necesario que ellos estén en el centro y rodeados por el resto de nosotros para que puedan protegerles. Creo que eso también es igual de peligroso que ir en primera fila o en la retaguardia.
Minami se sintió convencida y contenta de poder desempeñar un papel importante, aún siendo chica. Contenta y sin poner más pegas, aceptó su propuesta.
Takeshi le susurró en bajo a su hermano de forma divertida.
-Que buen piquito tienes para convencerla a tu conveniencia -había sido un chiste de Takeshi con la intención de animar a su hermano mayor. Pues a pesar de su actitud firme, podía notar cómo él también estaba nervioso y ligeramente asustado. No podía culparlo, pues él, si no hacía bromas, se sentiría igual o peor que él.
Tenía que bromear y sentirse animado, sino quería que su verdadera personalidad saliese a flote delante de todos.
Después de que Isaki regañase a su hermano por su comentario, se dirigió hacia ellos con tono serio.
-Recordad de manteneros todos juntos y avisad ante cualquier sospecha que veáis.
Todos corearon estando de acuerdo. Isaki se sintió satisfecho y Earmon le murmuró lo buen líder que era ante esa situación peligrosa.
No es que Isaki hubiese nacido con madera de líder cómo había sido el caso de Taichi o de Daisuke. Simplemente, seguía su buen juicio, y además, de haber leído tanto el libro de su padre, tenía bases de cómo habían actuado su tío Taichi y Daisuke para poder llevar el equipo y que nadie estuviera en peligro.
Todos se distribuyeron según la orden de Isaki. Piomon se situó al lado de Aki y le murmuró a Tsunomon que se sentía deprimido por alguna razón. Una razón que la digimon parecía conocer.
-Deja ya de preocuparte, Tsunomon. No tienes porqué sentirte culpable por ser el único en no digievolucionar. Ahora ya hay otro que está mucho peor que tú -refiriéndose al digihuevo de Osamu.
-Pero… -sin sentirse aliviado por ese comentario.
-¿De qué estáis hablando? -le preguntó Nat acercándose, donde su hermano se había quedado inexpresivo por el comentario de Piomon-. Venga, no perdamos más el tiempo y situémonos como Isakiniisan nos ha dicho -apremiando para que se apuraran.
Isaki les recordó una vez más, la obligación de permanecer juntos y unidos, y encabezó la marcha.
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Los niños y sus digimon no sabían cuánto tiempo habían estado caminando. Seguían tensos y preocupados por lo que pudiera aparecer inesperadamente. Pues en aquel mundo, fue donde Huanlongmon había ido para enfrentarse al nuevo enemigo, obteniendo su desaparición, su derrota y, probablemente, su muerte.
Pero por mucho que anduvieran, no daban visto nada extraño, ni siquiera el cuerpo de Huanlongmon. El paisaje seguía siendo igual de rocoso y llano cómo si nunca tuviera fin.
Todos estaban en alerta y preparados ante lo que les viniese. Salvo Toji y Musuko que parecían estar en la luna.
Si hubiese un enemigo que les atacase por la espalda, la culpa sería de ellos y eso haría que los dos niños se sintiesen traumados por el resto de su vida. E incluso muertos, andarían deambulando como fantasmas por el limbo, con la culpa reconcomiéndoles, sin poder subir al mundo celestial.
Pero, es que no había nada extraño ni fuera de lo común que les resultase sospechoso.
Entonces, mientras seguían caminando, donde el único ruido que escuchaban era el de sus zapatos contra el suelo, Misato escuchó otro sonido más. El sonido de una voz al viento diciendo su nombre.
La niña paró de improvisto realizando un sonido con la boca, provocando que sus amigos y los digimon se detuvieran. Había sido Takeshi quién le había preguntado qué le pasaba.
-Acabo de escuchar una voz. La voz de alguien llamándome -reveló ella algo nerviosa.
Los niños y los digimon comentaron que ellos no habían oído nada. Incluso se habían quedado en silencio y agudizado sus oídos por si lo escuchaban de nuevo. Pero nada.
-Quizás haya sido producto de tu imaginación -declaró Earmon.
Earmon, debido a la longitud de sus orejas, tenía un poder auditivo superior al resto, y en ningún momento, había escuchado un sonido distinto al que emitían sus pasos.
-Puede ser… -decía ella no muy convencida.
Continuaron con el camino, donde Misato empezó a comerse la cabeza y a pensar si aquel mundo no le estaría provocando alucinaciones. Es cierto que estaba muy asustada y nerviosa. Se sentía preocupada por lo que pudiera pasar, así como a preguntarse cómo se encontraría su padre.
Habían pasado muchas semanas desde su secuestro y quién sabe en qué condiciones estaría. Rogaba día y noche que Armajimon y él estuvieran bien.
Al lado de la niña, se encontraba su mejor amiga Kazumi. Ella lucía muy calmada y tranquila, a diferencia de Misato, pero eso tenía su explicación. Se había quitado el dispositivo de la muñeca y lo observaba con mucha concentración, investigándolo sobre la marcha, como si esperaba que en aquel mundo pudiera servirle de alguna utilidad. La niña iba tranquila sin pensar en los peligros, porque estaba al lado de Honeymon, quién, por ella, se encargaba de vigilar lo que pasase a su alrededor. El digimon había aprendido de su padre, que debía tener dos pares de ojos. Uno para sí mismo, y otro para su compañero, para que éste pudiera estar hacer sus investigaciones con calma. La ventaja es que como Honeymon era un insecto como su padre, sus ojos se multiplicaban como el de los insectos del mundo humano y tenían un radio visual de ciento ochenta grados. Por lo que mejor no podía ser para poder caminar por dos.
Detrás de las niñas, iban Toji y Musuko. Los dos niños seguían metidos en su propio mundo, ignorando lo que pasaba frente a ellos. Solo Fireagumon y Veidramon tenían los cinco sentidos en alerta, aunque estaban más enfocados en lo que pudiese haber a su alrededor que lo que tenían sus amigos. Se habían tomado tan en serio su responsabilidad de vigilar la retaguardia, que con sus amigos en aquel estado, no podían bajar la guardia.
Pues Toji se sentía deprimido de ver cómo Nat seguía resentida con él, donde incluso, todavía no le había perdonado por haberle gritado a Aki. La prueba estaba en cómo, desde entonces, no le había mirado ni dirigido a él ni una sola vez.
Y en el caso de Musuko, el niño se había acabado obsesionando con lo sucedido en el mundo ilusorio que le había llevado Vandemon. Aquel mundo donde había visto a su hermano fallecido, con la venganza de querer deshacerse de él para estar con sus padres. No le habría tomado tanta importancia, sino fuera porque la noche después de haber regresado del mundo nueve, había soñado una y otra vez con la misma escena que del mundo ilusorio. Era como si el arrepentimiento y el pecado que había cometido de niño, le persiguiese, después de haberlo experimentado en el mundo ilusorio. Lo peor de todo, es que no podía desahogarse con sus amigos, porque tenía vergüenza de contarles lo terrible que le había hecho a su madre. Aunque, lo que más temía, es que llegase a los oídos de Natsumi. Sabía que ella jamás se lo perdonaría y le haría el vacío de por vida. Por eso, desesperado en querer sacárselo de la cabeza, había acabado convirtiéndose en una obsesión, donde, sino hacía hablaba de tonterías, como había hecho al expresar el parecido que tenían Benjamin y Jose como chiste, temía que a través de su cara (que era como un libro abierto), descubrieran la terrible verdad.
Había tenido la intención de hablar con Toji por el camino, pero el niño estaba tan deprimido y cabizbajo que no le hacía caso. Por lo que había tenido que quedarse callado y comerse la cabeza con algo que ya no podría solucionarse.
Por eso, que cuando Misato volvió a escuchar cómo la llamaban, aunque en esta ocasión de forma repetida, la niña se había detenido, mientras los demás seguían avanzando.
Misato ahora estaba convencida de que no era producto de su imaginación ni tampoco algo provocado por el eco. Alguien la estaba llamando, pero no sabía de quién provenía esa voz.
Cuarzomon al notar la ausencia de su amiga, la buscó desesperado con la mirada, viéndola bastante retrasada. Corrió hacia ella con rapidez, preguntándole qué pasaba.
-De verdad, Cuarzomon, ¿es que no lo oyes? Alguien me está llamando -decía ella observando a su alrededor, por si veía a la persona que la llamaba.
-Pues yo…
-¡Otra vez ha pasado! -expresó la niña sintiéndolo más claro. La voz sonaba como si fuera un eco, pero en su matiz podía diferenciar su género y hasta su etapa. La de un hombre adulto.
-Pues yo no he oído nada -decía Cuarzomon algo desconfiado y empezando a sospechar si no se trataba de algo relacionado con su enemigo.
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Mientras tanto, los niños seguían su camino sin darse cuenta de la ausencia de uno de ellos. Fue entonces que Tsukaimon, que descansaba sobre la cabeza de Takeshi, que se giró hacia atrás, para verificar que todos seguían detrás de ellos, y fue cuando notó la falta de Misato y cómo había quedado muy retrasada. Se lo dijo a su compañero, el cual fue escuchado por Isaki y los demás.
Cuando Toji y Musuko, que estaban en la luna, vieron los pies de los de delante detenidos, salieron de su trance y a observar a sus amigos, donde tenían sus ojos puestos en ellos con ligera confusión, a excepción de Isaki, Takeshi y sus digimon que lucían molestos.
-¿En qué se supone que estabais pensando?
Toji que no entendía el carácter agresivo de su primo mayor. Le contestó que no sabía a qué se estaba refiriendo. Y Musuko le siguió con lo mismo.
Isaki, más molesto que nunca, les acusó.
-Estáis atrás para vigilar la retaguardia y ninguno de los cuatro se ha dado cuenta de que Misatochan había quedado atrás.
Ahora fueron los dos digimon quiénes se excusaron.
-Es que yo estaba concentrado en el lado derecho -replicó Fireagumon para que no le echasen la culpa.
-Y yo en el izquierdo -siguió Veidramon con la misma idea de Fireagumon de escurrir el bulto.
Earmon soltó un pesado suspiro, mientras que con los brazos en jarras, meneaba la cabeza.
-Entonces, ¿quién miraba al frente? -preguntó el digimon conejo con sarcasmo.
-Ya… Lo siento… Lo siento -se disculpaba Musuko nervioso una y otra vez, agradeciendo el poder soltar algún comentario que lo hiciera olvidar de su depresión-. Ya vamos Veidramon y yo a traer de regreso a Misatochan y a Cuarzomon.
Obligando a su digimon dragón a que fuera con él, Musuko se fue corriendo hacia la niña, que seguía mirando a la nada, tratando de localizar la dirección de la voz.
-Sin embargo, es muy raro de Misatohan que se quede rezagada sin habernos avisado -murmuró Honeymon a Kazumi.
-Tienes razón. Ella siempre ha sido muy responsable y juiciosa -contestó Kazumi, con una idea en mente- ¿Tendrá alguna relación con la voz que dijo que había escuchado?
Y mientras observaban cómo Musuko iba corriendo hacia ella, y llamándola en alto para que le hiciera caso, lo que los niños vieron es cómo Musuko y Veidramon parecían haberse dado un tremendo porrazo contra algo, cayendo al suelo de forma brusca.
La sorpresa se dibujó en todos, especialmente en Misato y Cuarzomon para ir a revisar el estado de su amigo, pero ella también chocó contra algo. Algo que le impedía avanzar y que parecía tenerla encerrada.
El resto de los niños también habían llegado. Shin, Isaki, Kawamon y Earmon se ocuparon del estado de los caídos, pero cuando los niños y sus digimon habían llegado, se encontraron con el mismo impedimento para poder tocar a Misato y a Cuarzomon.
Era como si hubiese una pared invisible.
Kazumi se encargó de tocarlo, y luego, sacó su portátil, esperando que funcionase en aquel extraño mundo. La fortuna le sonrió. La portátil funcionaba. Enfocó la cámara sobre dónde estaba su mejor amiga y a través del monitor pudo verlo.
-Se trata de un cubo invisible. Misatosan y Cuarzomonsan están atrapadas en un cubo invisible.
-¿Atrapadas? ¿Cómo que atrapadas? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Y por qué? -preguntaba Cuarzomon algo desesperada.
Y entonces, todos, sin excepción, escucharon una voz.
Misato la reconoció como una voz distinta al de quién la había llamado.
Aquella voz, era la voz de una mujer joven.
Aquella voz reía escandalosamente, como si le hubieran contado un chiste y no pudiera parar de reír.
Aquella voz les recordaba a las niñas a la de Calamaramon, pero ahora, estaban más preocupadas en proteger sus oídos que en recordar a un digimon que habían derrotado y que no pertenecía a ningún nivel conocido.
La voz tomó forma dentro del cubo invisible. Lo que los niños y digimon vieron, fue la extraña figura de una muchacha adolescente con la habilidad de volar. Estaba a varios metros arriba de Misato y Cuarzomon. Poseía apariencia humana, pero a simple vista no pertenecía a la raza humana. El color de su piel era de un marrón pálido. Su cabellera era larga y espesa de un rosa como el color de las sakuras. Sus ojos eran negros como el carbón y llevaba un vestido de una pieza de color verde bastante sugerente por la cintura, que de no ser por un corto pantaloncito, se vería algo más que simple piel. La parte de arriba era sin mangas y tenía adornado sobre el vestido la forma de dos triángulos unidos entre sí. Sus pies se asemejaban a los de las raíces de un árbol. Y sus manos, parecían garras y una esponjosa pulsera verde estaba adornado alrededor de su muñeca.
-Bienvenidos, Niños y digimon, encantada de conoceros.
La presencia de esa figura, los alarmó, dónde Kazumi no perdió el tiempo para analizarlo, pero su sorpresa aumentó.
-¡No es ningún digimon! -declaró ante la ausencia de datos sobre aquel ser que había aparecido.
-Por supuesto que no lo soy -dijo ella, echando su melena hacia atrás en un gesto presuntuoso-. Mi nombre es Oroguram y soy el ser que os guiará en esta aventura y os explicará todo lo que debéis hacer para que podáis rescatar a vuestros padres.
Los niños no tardaron en desconfiar de ella y a no creer en nada de lo que dijese.
-¡Oh! ¡Pero es que no os queda otra que hacerme caso! -dijo haciéndose la ofendida-. Así que -cambiándole el ánimo, como si le restara importancia a la desconfianza de los niños-, empecemos cuanto antes a explicar las reglas del juego para que lleguéis a la casilla ganadora que es dónde están vuestros padres prisioneros.
Los niños habían escuchado bien.
¿Las reglas del juego?
¿Casilla ganadora?
¿Es que acaso aquel ser tomaba el rescate de sus padres como si fuese un juego de sobremesa?
Airados por ese pensamiento, los niños medio atendieron a las palabras de Oroguram.
-Las reglas son muy simples -comenzó ella, cruzando los pies y sentándose sobre la nada-. Imagino que no solo jugáis a esas cosas llamadas consolas o cómo le llaméis ahora y habréis jugado alguna vez a la oca o al parchís. Sino, menudos incultos que no saben de juegos verdaderamente entretenidos -acusándolos con un meneo de cabeza-. A lo que íbamos:
"En la oca y en el parchís -y ante Oroguram se vio una especie de holograma donde se mostraba un mapa del lugar con dos puntos distantes entre sí-, se juega con sus fichas avanzando con el número que se saque en los dados para llegar a la casilla ganadora. Esto será más o menos lo mismo. Solo que en lugar de dados, habrán pruebas y cada usuario con emblema, tendrá que atravesar una prueba para poder avanzar a la casilla siguiente. No os preocupéis que todos tendréis que hacer lo mismo. Ahora os cuento en qué consiste, porque la prueba es muy simple."
Y antes de revelarla, sus ojos se empequeñecieron y una misteriosa sonrisa surcó de sus labios.
-Es la de un combate de vida o muerte.
Los rostros de los niños y sus digimon palidecieron al instante.
¿Lo que aquel ser les había dicho era que cada uno tendría que luchar en un combate de vida a muerte si querían avanzar para llegar hasta dónde estaban sus padres?
Quería que matasen a alguien, cuando ya habían tenido problemas con los digimon hologramas del mundo simulado.
¡Ni de broma!
Eso no era un juego.
Era algo cruel y despiadado.
-¿Y te piensas que vamos a hacerlo? -le gritó Musuko airado.
Isaki se dirigió a sus amigos y digimon, animando a que los digimon digievolucionasen y eliminar a ese misterioso ser.
No iban a hacerle caso, y mucho menos, iban a seguirle el juego.
Todos los digimon y también el de Misato digievolucionaron al nivel seijukuki. Los digimon, menos Kentromon, se dirigieron hacia ella, olvidándose del cubo invisible. Mientras que, Kentromon atacó a Oroguram con su "Giro afilado". Sin embargo, la sorpresa se dibujó una vez más en los rostros de los niños, viendo que a pesar de que Kentromon le había dado de lleno a Oroguram, el digimon lo había atravesado y se había estampado contra la cara superior del cubo. El digimon dinosaurio cayó al suelo afectado más por el impacto contra el cubo que por otra cosa. Misato corrió hacia él, preguntándole qué pasaba.
Mientras, fuera, los niños recordaron el cubo y entonces, los digimon tomaron la decisión de que con la fuerza de sus ataques conjuntos pudieran ser capaces de destruirlo. Pero no ocurría nada. Entonces, aumentaron el nivel de digievolución esperando que en la forma kazentai pudieran romperlo. Kentromon también digievolucionó para derrotar a Oroguram.
Pero ni siquiera en el nivel kazentai, los de fuera pudieron romper el cubo y Metalkentromon volvió a estamparse contra la parte superior.
-¡¿Qué está pasando?! ¡¿Por qué no le da?! -preguntaba Shin tan asustado por lo que veía cómo por el aprieto que estaba pasando Misato sola.
Oroguram que no se había movido del sitio, bostezaba tranquilamente como si se sintiera aburrida.
-Pero vamos a ver -empezó con una gota de lágrima bajo su ojo, producto de su soñolencia-, ¿es que a estas alturas, no os habéis dado cuenta? -aquel ser hizo algo con sus manos y unos nuevos datos llegaron a la portátil de Kazumi para su sorpresa-. Para empezar, ni siquiera un digimon de nivel kyuukyokutai podría romper el cubo. En la portátil cochambrosa de esa niña, tenéis el nivel de potencia que tiene este cubo.
Y sin que Kazumi manipulase su portátil, empezaron a aparecerle un montón de datos sobre el cubo, así como la equivalencia al poder de los que sí podrían romperlo.
-Este cubo tiene el mismo poder que dos digimon en nivel kyuukyokutai fusionados o en su defecto, el de un digimon kyuukyokutai de tipo ángel. Para que podáis entenderlo mejor, si tenéis un Omegamon, un Seraphimon o un Ophanimon podréis romperlo. Pero tal como estáis, nopi -burlándose descaradamente-. Por otro lado, el que ese pequeño dinosaurio no pueda darme, es que… -y soltó una gran risotada, riéndose más de aquellos niños y sus digimon- ¿Acaso no sabéis lo que es un holograma?
Con ese dato, los niños descubrieron que el ser que tenían ante ellos no era el verdadero, sino un holograma de su persona. El verdadero estaba en otro lado, por lo que, con razón no podrían darle.
Sin nada que pudieran hacer para deshacerse de ella, tuvieron que verse obligados a seguir escuchando las reglas de aquel juego.
-Prosigamos -viéndolos rendidos y más asustados-. Como ya he dicho, se tratará de un juego de vida a muerte. Un combate entre los nuestros contra cada propietario de emblema. Como podéis ver, el cubo solo atrapa al poseedor de dicho emblema y a su digimon. El usuario de emblema y su digimon solo podrán salir si vence a su enemigo. Después de haber vencido, aparecerá un brote de hoja cómo este -mostrándole en otra pantalla- que al activarla, os abrirá una puerta para poder atajar el camino y llegar más rápido hacia vuestros padres.
"Si optáis por la opción de abandonar a uno de los vuestros dentro del cubo para que batalle, y el resto que siga adelante, os aseguro que os acabaréis perdiendo y moriréis de hambre.
Este mundo es enorme y no hay nada con lo que podáis orientaros."
Aquello daba tanto miedo que Aki no dejaba de abrazar a su hermana, deseando que aquella pesadilla acabase de una vez.
Es cierto que había querido ir con ellos, pero no se imaginaba que la situación a la que tuvieran que enfrentarse fuese tan dura. Ahora, más que nunca, deseó que su padre reviviera cómo los ángeles, y los sacasen de allí.
-Así que con todo dicho y sin ninguna duda -clamó emocionada dando una palmada cómo si no pudiera esperar, ni siquiera a que los niños le preguntasen algo sobre el juego- ¡Qué dé inicio el Último y Juego Final! -y tras ella, apareció un cartelito luminoso como el que suele haber en los inicios de programas de entretenimiento.
Algunos niños observaban eso con una gota y sin poder creerse, que aquel ser se lo tomara todo con diversión.
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Los digimon habían vuelto a su forma acostumbrada, a excepción de Metalkentromon, y observaban el interior del cubo con especial atención y animaban a Misato, dándole la confianza de que podría derrotar a quién fuese.
La niña solo podía observar al frente, donde una nube negra había aparecido ante ella.
Tenía que enfrentarse a algo o a un digimon y luchar a muerte.
Tenía que matar a un ser vivo.
Algo que le costaría y que en esos momentos, se negaba a hacerlo. Así que pensó, que quizás, podría haber otra forma para no matar a su oponente y salir de aquel cubo.
Sin embargo, inesperadamente, volvió a escuchar esa voz que la había estado llamando. Ahora soltaba palabras sueltas y nada coherentes como si hubiese una interferencia.
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"No es…"
"To… e… fa… so…"
"No… jes… ñar"
"Ellas… bi… el… mano…
"Digi… pue… me… fosear…"
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-¿Misatochan?
Misato había dejado en el olvido a aquella extraña voz que le estaba hablando para mirar al frente y quedar perpleja a lo que había ante ella.
-¿Pipimon? -pronunció ella confusa.
Pipimon había sido el digimon de Oikawa, y que tras su muerte, Iori había decidido hacerse cargo de él, cuidándolo de la misma manera que hacía con Armajimon. Pero, ahora, aquel pequeño digimon, que supuestamente, tenía que estar en casa con su madre y Kamimon, estaba allí, frente a ella, asustado y confuso.
-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó Metalkentromon.
-No… No lo sé… -tartamudeaba el digimon sin entender nada de nada.
Los niños que lo veían desde fuera, también estaban confusos y no entendían nada.
El pequeño digimon, muerto de miedo, fue corriendo hacia Misato con la esperanza de encontrar seguridad en ella, pero antes de que pudiera alcanzarla, la figura de una niña humana y su digimon se interpusieron en su camino. Una niña y digimon que Misato reconocía muy bien y también varios de los niños, donde las palabras no les salían de la boca.
Musuko, que una vez más, no se daba por enterado de las cosas, preguntó en alto quién era la niña que había llegado. Shin, que tampoco conocía aquella niña, no pudo darle la respuesta deseada. Lo único que ambos pudieron reconocer era al digimon de la niña. Pero cómo podrían existir muchos digimon con ese nombre, como Koromon o Tsunomon, no lo relacionaron con el que conocían.
-¿Y ese digimon no es Kamimon? -preguntó Veidramon con el mismo despiste que poseía su compañero humano.
Y la revelación total surgió de los labios de Misato, al pronunciar temblorosamente.
-¡Mamá!
La mayoría de los niños que habían visto fotos de sus padres cuando habían sido niños, les sorprendía que ante Misato, se presentara Noriko cuando había sido niña con una sonrisa maligna y unos ojos sin vida, como si estuviese poseída por alguna fuerza oscura. Tenía un aire de superioridad y de confianza que no cuadraba con la Noriko que los niños conocían. A su lado, se encontraba su digimon de tipo león llamado Kamimon con la misma mirada astuta que su compañera.
El pequeño digimon por alguna razón se sintió asustado por la presencia de Noriko. Mientras que los niños y los digimon estaban sin habla.
Los gritos de desesperación del pequeño digimon, molestaron a Noriko que miró de reojo a Pipimon. Esa mirada era aterradora y transmitía más de un mensaje.
-¡No molestes! -le gritó dándole una patada sin ningún tipo de emoción.
Aquel acto dejó perpleja a Misato que no se podía creer que aquella niña tan despiadada fuese su madre. Por eso, que tuvo que escuchar lo que Oroguram dijo.
-Sin lugar a duda, ésa es la verdadera personalidad de Kawada Noriko. Creo recordar que hace años, había liberado su auténtica personalidad gracias a la semilla de oscuridad. Y si no me equivoco -colocando un dedo sobre su mejilla, presionándolo-, fue la primera y única de los niños secuestrados por Oikawa en que su flor floreciese. Con razón, si guardaba una personalidad así.
-¡Mentira! -clamó Misato desesperada donde no podía imaginar que su dulce y querida madre fuese cómo Oroguram indicaba-. Mi madre es muy buena, dulce y cariñosa. Nunca ha dado motivos para enfadarse con nadie. Adora a los niños, a Kamimon y sobre todo, a Pipimon.
Noriko que se había girado para escuchar las palabras de su hija, sonrió de lado.
-¿Eso crees? -y de su bolsillo, sacó un D-3 con el detalle coloreado en rojo. La luz salió de la pantalla de su dispositivo y luego, el cuerpo de Kamimon brilló y digievolucionó al nivel seijukuki.
Su digievolución fue inesperada, así cómo la forma que tenía ahora mismo. La de Leomon. Un Leomon que no tenía iris y que parecía poseído como su compañera humana.
-Leomon -empezó Noriko cruzándose de brazos- mata a Pipimon.
Y antes de que alguien dijera o pudiera impedirlo, el digimon no vaciló en lanzar su ataque contra el pequeño e indefenso digimon. Y Pipimon quedó reducido a la nada.
Las lágrimas empezaron a asomarse en muchos de los niños e incluso de digimon, mientras que otros se sentían resentidos por haberlo visto y no poder haber hecho nada.
-Pi… Pi… Mon…
Metalkentromon se sentía furioso por ver cómo aquel digimon había matado al pequeño y dulce Pipimon. Olvidándose de que estaba ante su madre digimon, se abalanzó contra Leomon, pero Leomon le respondió con su ataque de "Puño real". Un ataque, que por la diferencia de nivel, no le afectó tanto.
-¡Para! -le gritó Misato a su digimon entre lágrimas afectada por la muerte de Pipimon y por lo que estaba presenciando- ¡Es el digimon de mamá!
-¡Ese no puede ser mamá Kamimon! -le replicó el digimon- ¡Jamás mataría a Pipimon!
-Pero… Pero…
-Sí que lo haría -intervino Oroguram que desde lo alto, observaba el combate con deleite-. Si un compañero humano es perverso, ese sentimiento se transmite a su digimon. Y tal cómo dije antes -y tras ella, se mostraron distintos fragmentos del pasado, cuando Noriko había tenido la semilla de oscuridad-, ella no mostraba afecto por nadie y se mostraba arrogante contra aquellos que querían salvarla.
Misato que veía aquellos fragmentos, cada vez quería creer menos que esa fuese la auténtica personalidad de su madre.
-¡Eso fue cosa del pasado! -gritó Takeshi que empezaba a hartarse de que le comieran la cabeza a Misato con algo que ahora no tenía sentido- ¡Misatochan, deberías entender, mejor que nadie, que esa personalidad se produjo a raíz de la semilla de oscuridad cómo le ocurrió a Kensan cuando fue Digimon Emperador!
-¡Misatosan! -ahora le gritaba Kazumi para que la escuchara- ¡Sé que estás confusa viendo la imagen de tu madre! ¡Pero date cuenta de que eso no puede ser! ¡¿Cómo va a ser ella Norikosan una niña?! ¡¿No ves que te están engañando?!
Era cierto.
El hecho de ver a su madre, la habían dejado blanca y a no pensar con sentido común. Además, el digimon de su madre no había alcanzado nunca el nivel seijukuki. Así que todo se trataba de una trampa.
La habían estado manipulando psicológicamente.
Trató de serenarse y pensar con calma.
-¡Oh! ¡Es verdad! -habló Noriko como si se hubiera dado cuenta de algo- Con esta apariencia, es imposible que me creáis ¿A ver qué tal esto?
Y la figura de Noriko fue creciendo hasta adoptar la figura que tenía en la actualidad.
-Esto ya es otra cosa -sentenció sintiéndose a gusto con su nuevo apariencia-. Ahora, será mejor poner más carne al asunto -y dirigió de nuevo su dispositivo hacia Leomon, donde una vez más brilló. Pero en vez de digievolucionar al nivel kazentai, lo hizo al nivel kyuukyokutai, transformándose en Saberleomon.
La diferencia de nivel estaba ahora por encima de Metalkentromon, donde la ventaja la llevaba el digimon león. Y Metalkentromon lo sintió cuando Saberleomon le atacó con una de sus zarpas, haciéndole mucho daño.
-¡Metalkentromon! -lo llamó la niña desesperada.
Con sus manos sobre el pecho, Misato sabía que la única solución era que su digimon digievolucionase al nivel kyuukyokutai. Pero, ¿cómo tenía que hacerlo? Ya estaba en esa situación llamada desesperación. Y tenía mucha justicia en su mente. ¿Por qué entonces no digievolucionaba?
La niña cómo se encontraba centrada viendo a su digimon, no se percató en cómo Noriko se había acercado hasta ella. Se percató cuando sintió un frío recorrerle por toda la columna. Al girarse para verla, obtuvo una buena bofetada que la hizo caer al suelo.
Metalkentromon se despistó para ver cómo habían golpeado a su amiga, y eso hizo que Saberleomon le diera un potente y poderoso ataque que lo dejó caído y lleno de heridas.
-Así me gusta -dijo Noriko con satisfacción, observando cómo Saberleomon se acercaba a Metalkentromon y empezaba a torturarlo como si aún no quisiera rematarlo.
Misato que estaba en el suelo, observaba sufrir a su digimon. Sus amigos también lo observaban con rabia y frustración de no poder hacer algo para salvarles. Lo peor, era ver cómo aquella tortura hacía llorar a Minami, Shin, Aki y hasta a Kazumi.
Misato que veía a su mejor amiga, se encontraba sorprendida. Kazumi que siempre se mantenía calmada y nunca la había visto llorar, se sentía asustada de ver aquel espectáculo tan grotesco.
Lo sentía por ella y por sus amigos, pero no podría ganar aquella prueba. No tenía la fuerza necesaria para hacer que Metalkentromon digievolucionase.
-¡Mierda! ¡¿Es que no podemos hacer nada?! -bramaba Toji donde apretaba los puños tan fuerte con ganas de hacer alguna locura.
-Basta… -decía Aki una y otra vez entre lágrimas, ocultando su carita en el cuerpo de su hermana.
Natsumi que también observaba eso con impotencia, pensaba una y otra vez qué hacer para evitar una tragedia.
Si pudiesen romper el cubo, podrían ayudar a Misato y a Metalkentromon. Pero solo un digimon ángel o la fusión de dos digimon en nivel kyuukyokutai podría romperlo. La solución más rápida en ese momento es que los digimon de sus primos digievolucionaran a ese nivel. Pues no creía que Piomon se convirtiese en un digimon ángel.
-¡¿Qué estáis haciendo?! -dirigiéndose a sus primos- ¡Solo vosotros podréis tener un digimon de tipo ángel en el nivel kyuukyokutai!
-¡Lo sé! -respondía Isaki con su puño contra la pared- ¡¿Crees que no lo he pensado?!
Y Takeshi dejó de poner atención a lo que veía para enfocarse en Tsukaimon que volaba para estar a su altura.
-¡Tsukaimon digievoluciona! ¡Tenemos que alcanzar el nivel kyuukyokutai ahora mismo como sea!
El digimon asintió.
Por lo que habían leído del libro de Takeru, el nivel kyuukyokutai se alcanzaba cuando el digimon estaba en el nivel seichouki, así que Takeshi animaba a que su digimon digievolucionase. El digimon solo cerraba los ojos y sus puñitos con fuerza, esforzándose en alcanzar ese deseado nivel como si eso fuera suficiente.
Ambos tenían la esperanza suficiente en que serían capaces de salvar a sus padres, así que en principio, cumplían todos los requisitos para llegar al nivel kyuukyokutai.
Pero entonces, ¿por qué no daba resultado?
Musuko también se animó e hizo lo mismo con Veidramon. Él era un digimon ángel en la etapa kazentai, así que podría haber posibilidades de que sucediera lo mismo en el nivel kyuukyokutai.
El resto de digimon, liderados por Earmon optaron digievolucionar al nivel kazentai e intentar romper el cubo. Quizás si no se rendían, y lanzaban sus ataques una y otra, podrían abrir una brecha.
Con todos los digimon con la intención de salvar a su amiga, se encontraron con dos sucesos que los dejaron en desesperación y a seguir insistiendo con más ahínco.
Metalkentromon había vuelto a su forma de Cuarzomon.
Y Noriko se había acercado demasiado a Misato y había colocado un pie sobre su cabeza, presionándolo con fuerza e insultándola.
-Tan modosita me saliste, que mira lo que pasa a la gente que carece de personalidad. ¿En serio creías que te quería? ¿Cómo voy a querer a alguien que carece de fuerza y es una blandengue?
Misato lloraba.
No.
Definitivamente, aquella no era su madre.
Pero las palabras dichas con su misma voz, le dañaban el corazón y la angustiaban.
Takeshi, Musuko y los digimon seguían esforzándose para hacer que sus digimon digievolucionasen. Incluso, Kazumi se había acercado hasta donde se encontraba Misato, llamándola una y otra vez, animándola a que no se rindiese. Sus lágrimas salían desbordadas de sus ojos negros.
Nat seguía abrazando a su hermano para evitar que siguiera viéndolo, mientras ella tenía los ojos cerrados, donde aquello también empezaba a afectarla. Su hermano lloraba como nunca lo había visto y murmuraba una y otra vez "Basta", "Basta"
Aunque Aki no viese lo que estaba sucediendo, escuchaba cómo Musuko y Takeshi les gritaba a sus digimon para que digievolucionasen; El sonido continuo de los ataques contra el cubo; Los llantos de Kazumi que se mezclaban con los de Minami y del terror de Shin; La impotencia de Isaki; El sonido de rabia que emitían Toji, Osamu y Satoshi; La sonrisa estridente de Oroguram; El sonido de la zarpa de Saberleomon contra la coraza quebrada de Cuarzomon; Y finalmente, los insultos de Noriko contra Misato. Todo eso en conjunto era un completo caos.
Y Aki no pudo seguir aguantando.
Gritó con todo lo que sus pulmones le dieron y brilló tan fuerte que cegó a todo el mundo, apartando el cuerpo de su hermana en el proceso.
La luz afectó a Noriko gravemente, apartándola bien lejos de Misato y a Saberleomon de Cuarzomon. Incluso Oroguram tuvo que cerrar los ojos molesta.
La luz dejó de emitirse, donde todos los niños observaban al más pequeño incrédulos y con asombro. Tsunomon que había estado en brazos de Aki, también había brillado, pero cuando Aki había dejado de hacerlo, el digimon también y caer al suelo, había vuelto a su forma de Punimon. Y Aki empezó a entrecerrar los ojos y a balancearse cómo si le hubieran quitado toda la energía vital.
Nat reaccionó de inmediato, pero su hermano ya estaba cayendo para atrás. Fue Satoshi quién se había encargado de atraparlo a tiempo y evitar que su cabeza diera contra el suelo.
Nat corrió rápida hacia su hermano. Llamándolo desesperada. Toji, Shin, Isaki y Takeshi también se acercaron para comprobar su estado. El niño entreabrió los ojos y susurró el nombre de su hermana. Ella, entre lágrimas, se alegró de que estuviera bien y lo abrazó con fuerza.
-¿Qué ha sido eso? -preguntaba Sanshougreymon que a pesar de no tener alas, tenía la habilidad de volar.
-Es el poder que hay dentro de Aki -reveló Piddowomon, donde por alguna razón se sentía llena de energía. ¿Sería a causa de la luz que ese niño había emitido?
Todos observaban al niño, y muy pocos, se centraron en lo que pasaba dentro del cubo. Entre ellos, Kazumi y Honeymon que al ver cómo Saberleomon y Noriko se levantaron, gritaron atónitas.
-¡Mirad eso!
Y volviendo sus miradas al interior del cubo, vieron que la figura de Noriko había desaparecido. En su lugar, había un pequeño ser, casi de la altura de los niños y de aspecto extraño.
Tenía por cabeza un televisor de la época de los ochenta y estaba vestido con un mono verde y adornado con unos cables que parecían estar enchufados a la televisión.
¿Qué era eso?
¿Qué había pasado?
¿A dónde había ido la figura de Noriko?
Era lo que todos se estaban preguntando.
El dispositivo de Kazumi logró identificar a aquel nuevo ser.
-Metamorfosismon. Digimon de nivel seichouki de tipo mutante y atributo datos. Su ataque es "Metamorfosis" que le permite transformarse en cualquier ser vivo o materia inorgánica -comunicaba Honeymon leyendo los datos.
-¡Claro! ¡Es eso! -sentenció Kazumi-. Metamorfosismon se transformó en Norikosan para confundir mentalmente a Misatosan. Entonces -enfocándose en Saberleomon-, es probable que Saberleomon sea producto también de una metamorfosis y no sea el real.
Metamorfosismon se acongojó y empezó a ponerse nervioso, dando a ver que en el fondo se trataba de un digimon débil y poco confiable. Misato lo observaba sorprendida, de que ese pequeño digimon le hubiera ocasionado tantos problemas. Se sentía furiosa con él, pero al mismo tiempo, sentía otra cosa. Algo parecido a la compasión.
-¿No me digas que hemos estado en aprietos por culpa de ese enclenque? -cuestionó molesto Elfmon.
-Es imperdonable -manifestó Ondinemon.
El pequeño digimon tartamudeaba del miedo sin saber qué hacer. No le quedó más remedio que animar a Saberleomon a que acabase de una vez con Cuarzomon. Pero por alguna razón, el digimon no le hacía caso.
Viendo aquello tan inusual, algunos empezaron a formar su propia hipótesis y deducir que quizás el digimon no era real. Y era algo metamorfoseado por el digimon o algún holograma cómo los que habían tenido en el mundo simulado o quizás puede que otro Metamorfosismon que solventaba lo que estaba ocurriendo y pensase en alguna forma de escapar.
Misato que lo observaba, empezó a levantarse y a acercarse a Cuarzomon. La digimon también había hecho lo mismo, y al poder tocarla, se relajó por completo, cerrando los ojos.
-Misato, no sé porqué, pero siento algo cálido rodeándome -decía la digimon con expresión satisfecha.
Misato no dijo nada, ya que sentía lo mismo que ella. Su digimon estaba muy malherida, ella también, pero solo por un lado de su mejilla. Lo más tranquilizador, es que ya no estaban pasándolo mal por figuras conocidas y se encontraban ante un digimon que ni se atrevía a acercarse a ellas. Solo ordenaba una y otra vez a Saberleomon que lo hiciese, y que, seguía sin hacerle caso.
-Parece que cada vez es más consistente el hecho de que Saberleomon es un holograma y que Metamorfosimon ha perdido el control sobre él -dedujo Isaki sintiéndose un poco aliviado.
Su hermano asintió con la mirada puesta en la niña y en el digimon que empezaba a perder la paciencia de que no le hiciera caso.
-No lo es… -hablaba Aki aún aturdido por la transmisión de luz que había ocasionado-. Es… Es real…
-¿Es real? ¿El qué? -preguntaba Minami impaciente y sin entender.
Y con mano temblorosa, Aki la levantó, señalando a Saberleomon.
-Él… Es real… Un digimon… auténtico…
-Así es -hablando Oroguram con voz neutra-. Debido a que Metamorfosimon es el más débil de todos nosotros, donde hasta un niño podría vencerle, se le concedió un compañero digimon de batalla. Aunque, es más correcto decir, que se le concedió uno de los digimon que capturamos en el Mundo Digimon.
La expresión de todos fue la misma al no poder creer que el digimon que tenían delante, se tratase del mismísimo Leomon que había ayudado a sus padres en el pasado, y muerto dos veces por ellos.
-¡Eso es imposible! -declaró Toji.
-¡¿Cómo va a ser ese digimon Leomon?!
-¡Gennaisan nos contó que Leomon había muerto! -exclamó Megaveidramon.
Oroguram se rió con ganas.
-Eso es lo que se deduce cuando la lluvia negra impacta sobre el lugar dónde estaba él. Pero no es así. Leomon no murió, sino que fue capturado para este juego. Hace años, había sido poseído por Devimon, por lo tanto, fue un juego de niños volver a poseerle. Considerad esto una segunda parte de la historia -con un guiño divertido.
Y por alguna extraña razón, Saberleomon por fin respondió a la orden de Metamorfosimon para que atacase a la niña y a su digimon, volviendo a quedar ambas en una situación precaria.
Saber qué realmente era Leomon el que estaba frente a ellas, el mismo digimon justiciero que había hecho lo imposible por ayudar a sus padres, ahora, iba a atacarlas. Lo peor de todo, es que sabiendo que se trataba de uno de los suyos, se sentían sin ánimo de poder atacarle. Ahora fue cuando Misato pudo entender cómo debieron sentirse Isaki y Takeshi cuando había aparecido el holograma de Wizardmon ante ellos. La diferencia ahora, es que no se enfrentaba a un holograma, sino al verdadero Leomon.
El entrenamiento para que la prepararan psicológicamente ante la posibilidad de enfrentarse contra algún aliado, no funcionaba en una práctica real.
-¡Vamos! ¡Eso! ¡Acaba con ellas! -animaba Metarmofosismon.
La desesperación volvió a aflorar en los niños y en sus digimon, que no se esperaron lo que sucedería a continuación:
-¡Igi Ari! (Término usado por los japoneses en un juicio al decir, Protesto)
Había sido Takeshi el que había exclamado con vehemencia y con su dedo índice estirado, señalando a Saberleomon como si estuviera en un juzgado y quisiese desmentir las acciones del digimon.
-Takeshi… -había murmurado su hermano sin entender porqué en semejante momento se le ocurría bromear.
-¡Ese no puede ser Saberleomon! -dijo Takeshi declarando con convicción-. Saberleomon es un digimon muy poderoso y tiene la fuerza de voluntad necesaria para no someterse en esa etapa a las fuerzas oscuras.
Takeshi lo decía con tanto convencimiento, creyendo firmemente en su declaración. Algo que sorprendía a los niños. Pues ante ellos, tenían la prueba evidente, de que no era cierto.
Oroguram se tronchó de risa por la declaración tan ridícula del niño, y le recordó cómo en el pasado, Leomon no solo había sido poseído por Devimon, sino también por el virus de Meikuumon, donde su fuerza de voluntad había sido insuficiente para recuperar el sentido común.
-Pero eso fue Leomon. Saberleomon está a un nivel muy superior de Leomon, siendo considerado como una bestia sagrada -seguía Takeshi replicándole.
-Por eso mismo, cómo estaba poseído siendo Leomon, siguiendo la línea de digievolución eso no lo haría recuperar el sentido común, sino que sigue en la línea del crecimiento previo.
-¡Igi Ari! -volvió a decir esta vez con una sonrisa como si celebrase una victoria-. Eso no es cierto. Un digimon virus puede transformarse en un digimon vacuna dependiendo del carácter con el que vaya creciendo, al igual que en los seres humanos. Lo mismo ocurriría a la inversa. Sin embargo, un digimon que está poseído por fuerzas oscuras, es imposible que al digievolucionar tenga algo sagrado en él. En todo caso, tendría que haber alguna modificación en su apariencia, pero no la hay. Así que, que tenga algo sagrado estando poseído por la oscuridad, es una contradicción clarísima.
Los colmillos de Saberleomon tenían pintados escrituras sagradas, por lo tanto, era imposible que un digimon sagrado que estaba por encima de lo maligno, pudiese estar poseído.
-¡Maldito! -perjuraba Metamorfosimon, declarando públicamente que lo que el niño decía era correcto.
-¡Vaya! Entonces es una tontería seguir permaneciendo en esta forma -hablaba Saberleomon pero con un tono animado y poco acorde con lo que era originalmente.
La figura de Saberleomon se encogió en una pelota de color gris y de ahí apareció un nuevo digimon con pose guay, como si se creyera el mejor del mundo.
Kazumi volvió a identificar al digimon.
Se trataba de Metaletemon.
Un digimon de nivel kyuukyokutai y enemigo natural de sus padres. En el pasado, Metaletemon había sido vencido dos veces. La primera, en su forma de Etemon por Metalgreymon. Y la segunda, con la combinación de Saberleomon y Zudomon, donde cualquiera pensaría que no se trataba de un digimon tan fuerte como les hacía creer.
-¡Ahrg! ¡Serás estúpido! -clamaba Metamorfosismon- ¡¿Cómo se te ocurre revelar tu forma original sin mi permiso?! ¡¿Es que eres tonto o qué?!
Metaletemon que era un digimon perverso, no iba a tolerar que ese pequeño y débil digimon siguiera insultándolo. Así que, con su dentadura sucia mostrándose en su cara, mató sin compasión a Metamorfosismon.
-Así está mucho mejor -dijo sintiéndose libre de ataduras-. Y ahora, te toca a ti, pequeña humana. Me vengaré con creces por todo lo que tus padres me hicieron pasar y dos veces.
Pero Misato no lo había escuchado.
Estaba en blanco.
El ver como aquel cruel digimon había matado a uno de los suyos sin contemplaciones, la había dejado anonada.
¿No se suponía que estaban en el mismo bando?
¿Es que así actúa los que están del lado oscuro?
¿Así de injusto son los que están dentro del sendero de la oscuridad?
Cuarzomon que intentaba erguirse y proteger a su compañera, volvió a sentir cómo algo cálido la envolvía por completo.
Y para sorpresa de todos, una vocecita se escuchó clara y concisa. La misma voz que Misato había estado escuchando desde el principio.
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"No debes de dudar con lo que crees.
Debes seguir adelante y no temer a luchar.
Tu ideal de justicia es muy parecida a la de tu padre.
Compasión por aquellos que son del lado oscuro y rabia con los del mismo bando.
Pero la balanza dentro de las distintas razas es como el bien y el mal. Siempre habrá de todo. Así que, cree en esa justicia que tienes en tu corazón.
Nadie te culpará de nada porque tienes amigos que te querrán, a pesar de todo"
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Las palabras de ese ser desconocido, motivaron a Misato. Sus lágrimas rozando sus mejillas contrastaban con su mirada firme y, de repente, algo dentro de su pecho brilló al unísono que su dispositivo.
Cuarzomon también brilló con una intensidad poco común y que cegaba a Metaletemon.
y Cuarzomon digievolucionó al nivel kyuukyokutai.
Los niños y digimon que lo observaban desde fuera, también se habían quedado cegados. La luz que Misato había emitido, no era tan potente cómo la que Aki había emitido, pero ver cómo se trataba de la luz de la digievolución y cómo Cuarzomon había alcanzado el nivel kyuukyokutai, fue motivo para que se alegraran por ella.
Hanwokentromon, ese era el nombre que los dispositivos identificaban al digimon de Misato. Tenía forma humana de mujer. Su cabeza estaba medio cubierta por un casco con detalles de Kentromon. Su cabellera era larga, lisa y negra, recogido en una coleta baja que tenía a la altura de las rodillas. Su vestimenta consistía en un traje sintoísta elegante de colores cálidos con una flor en el lado derecho del pecho. En una mano llevaba algo parecido a un abanico. Y sobre su junihitoe (El jūnihitoe es un kimono muy elegante y muy complejo que fue usado sólo por las damas de la corte en Japón. Traducido literalmente significa "traje de doce capas"), tenía tallado el emblema de la justicia con una corona encima.
Era una digimon que irradiaba paz y belleza.
La digimon abrió su abanico y lo puso frente a su rostro.
Metaletemon que se sentía nervioso por la presencia de ese digimon, solo pudo apretar sus puños y lanzar su poderoso ataque.
Pero una ráfaga de plumas rodeó a la digimon, impidiendo que el ataque la alcanzara.
-Metaletemon tus actos son imperdonables -manifestaba Hanwokentromon-. Y yo, como sacerdotisa de la justica, te condeno al lugar al que perteneces -y estirando la mano que sujetaba el abanico, dibujó la forma de una balanza- ¡Balanza del destino! -y de los dos lados de la balanza salieron dos luces. Una blanca y una negra y que impactaron contra el digimon.
El digimon gritó y mientras iba desapareciendo, dijo.
-¡Noo! ¡Otra vez, noooo! -y desapareció, y esta vez sí, para siempre.
Con su desaparición, apareció en lo alto una hoja marrón como si estuviese caduca. Aquella hoja, como si tuviese vida propia y envuelta en un brillo, se dirigió hacia Misato. La niña la sujetó entre sus manos feliz y alegre de haber ganado y conseguido la primera hoja que les permitiría avanzar el camino.
-La victoria es para Hida Misato y Hanwokentromon -declaró Oroguram con mutismo y sin mucho ánimo.
El saber que habían ganado, llenó de alegría y satisfacción para los niños, especialmente, cuando el cubo empezó a desvanecerse y pudieron entrar para estar cerca de su amiga.
Casi todos la rodearon y la felicitaron.
-¡Es que ha sido increíble al final! -exclamaba Minami entusiasmada que no dejaba hablar a nadie- ¡Y pedazo de digimon que tienes! ¡Es hermosísima! -mirándola, pero toda su felicidad se desvaneció de golpe al ver que en su lugar, se encontraba Upamon. La fuerza y el no estar acostumbrada a semejante nivel, había hecho que volviera a su segunda etapa de younenki.
-Bueno niños -interrumpiendo Oroguram su alegría-, parece que habéis conseguido superar la primera prueba. Ahora, ya tenéis en vuestra mano la hoja que os abrirá una puerta para atajar el camino de ida hacia vuestros padres. Os esperaré en la siguiente prueba, y os aseguro que será mucho más emocionante y entretenida -y Oroguram se desvaneció sin dejar rastro.
-¡Ahrg! ¡Maldita pendeja! -perjuró Musuko sin dejarse aterrorizar por su advertencia.
-¿Y cómo se supone que debemos usarla? -preguntaba Tsukaimon, observando la hoja caduca con atención.
-Dejádmelo a mí -pedía Kazumi, donde a pesar de su emoción, tenía los ojos rojos de haber llorado tanto.
Misato al verla, no tardó en disculparse por haberla preocupado tanto.
-En serio chicos -dirigiéndose ahora e a ellos-, siento mucho haberos preocupado y haber dudado.
-Mujer, no tienes que disculparte. Estabas ante una situación que ni nosotros hubiéramos sabido que hacer -decía Toji sin entender sus disculpas. De reojo, observaba como Nat seguía pendiente de su hermano, el cual había quedado dormido, como si hubiese agotado todas sus fuerzas. A su lado, estaba Piomon viendo confusa de porqué Tsunomon había vuelto atrás y convertido en Punimon. Con ella, también estaba Osamu, ayudándola a que su hermano estuviera más cómodo.
El niño tuvo que apartar la mirada para no volver a saltar de rabia.
-Mi primo tiene razón. No hace falta que te disculpes -le dijo Takeshi tendiéndole a Upamon para que lo cargara.
El contacto de sus manos con las suyas, hizo que Misato se pusiera toda colorada y a recordar que sino fuera por Takeshi, no habría podido seguir adelante.
-Muchas gracias por tus ánimos y tus palabras al revelar que no era Saberleomon, Takeshikun.
-Estabas muy cool -manifestó Upamon con brillos de emoción, entendiendo porqué su amiga estaba enamorada de ese niño.
-¿De verdad? -decía Takeshi algo colorado pero emocionado-. La verdad es que me gustó mucho esa sensación. Quizás en el futuro me acabe convirtiendo en abogado como tu padre.
-Así todo quedatía en familia -soltó Minami inconscientemente con una expresión de felicidad, donde veía lo que le convenía.
Pero lo único que pudo conseguir es que Misato se pusiera roja de vergüenza y a mirar al suelo, mientras que Takeshi no entendía a qué se refería. Isaki que sí sabía de los sentimientos de Misato por su hermano, por sus claras evidencias, solo pudo sonreír.
-Por ahora, dejémoslo así -dictaminó para no poner más en aprietos a, probablemente, su futura cuñada-. Lo primero será que te tratemos la herida que tienes en la mejilla, y aprovechar el tiempo para descansar, mientras Kazumichan investiga la hoja.
-¿Eh? Pero, ¿y qué hay de la extraña voz que escuchamos antes? -preguntó Shin aterrado por esa extraña voz que parecía ser un aliado, pero teniendo en cuenta de dónde se encontraban, no se fiaba mucho.
-No te preocupes, Shinsan -le dijo Misato con una sonrisa-. Creo imaginar de quién pudo haberse tratado -y en un murmullo muy bajo, con su mirada puesta en ese extraño cielo, pudo visualizar un camino de aire con mariposas de colores que se esfumaban en lo alto del cielo- ¿Verdad, Oikawasan?
.
MUNDO HUMANO
En la casa Ishida, Yuuta ya tenía su bolsa preparada para estar con todos en la casa Yagami. Viviendo unos pisos más abajo, Yuuta solo había cogido lo indispensable para pasar la noche. Tampoco es que le hiciese gracia estar con tanta gente y ver cómo ellos trataban de animar el ambiente y de hacerle vivir en esperanzas y no en hechos que él pudiese hacer.
Sin embargo, sus abuelos habían sido muy insistentes y consideraban en que no debería estar solo.
Sus abuelos habían vuelto a sus casas para descansar. El fallecimiento de su padre y los continuos momentos tensos, los habían dejado agotados. Iban ya muy mayores, y ya estaban cansados de tantas cosas de golpe.
Todo lo contrario a él, que tenía que moverse y hacer algo.
Así que, aprovechando la excusa de que tenía que preparar su bolsa, se había quedado solo en su casa con Zabumon. Pero el estar quieto, le ponía de los nervios. Así que, para distraerse, tanto humano como digimon habían estado recogiendo la sala. Incluso había limpiado a conciencia la cocina y ordenado su habitación.
Era muy tarde ya y debería ir bajando.
Pero…
De nuevo, esos pensamientos que lo atormentaban.
¿Cómo se encontraría su madre?
¿Y Natsumi?
¿Y Aki?
¿Estarían bien sus hermanos?
Yuuta suspiró y volvió a revisar el último mensaje recibido de Uta.
Ella llegaría al día siguiente, lo que significaba, que posiblemente pudiese ir a dónde estaba su madre y sus hermanos muy pronto. El solo pensar en su presencia, hizo que recordara cómo…
Y de repente, otro apagón. Un apagón que también había afectado en el exterior.
Lo primero que Yuuta hizo fue hablar con su digimon, pero no obtuvo respuesta.
Aquella situación le resultaba tan familiar que en menos de un minuto, la luz había vuelto y el dispositivo que había visto en sus hermanos y primos, había aparecido en su muñeca.
