Pronto daría el paso.

Solo sería un paso.

Un paso que lo separaba de la vida y de la muerte.

Su expresión era aliviadora y tranquila.

Dispuesta a dar ese salto y abandonar el mundo de los vivos.

Sin mirar atrás.

Sin recordar todo lo que dejaba.

Solo quería estar con él, de nuevo.

A su lado.

Al lado de Yamato.

Pero algo tras suya, brilló con intensidad. Con tanta intensidad que le impidió poder dar el salto hacia la muerte.

Luego, alguien la sujetó. Alguien que la alejaba de ese borde. De la muerte.

De Yamato.

La lejanía se iba haciendo tan lejana, que Sora solo pudo ver cómo era obligada a alejarse de Yamato.

La figura que la tenía sujeta era más fuerte que ella, y Sora solo se resistía mientras estiraba su mano y gritaba desesperada el nombre de su marido.


MARAÑA · Pasado pendiente

MUNDO HUMANO

Zabumon miraba a su compañero con gran sorpresa.

No sabía el qué, pero algo extraño había pasado. Pues no era nada normal que en un segundo, su compañero tuviera una pose distinta a la que tenía antes. Es como si el tiempo se hubiera detenido para él.

Un tiempo detenido para el digimon, que para los humanos había supuesto un apagón global y que él y el resto de digimon quedasen desconectados como los aparatos electrónicos. Sin embargo, al parecer, el apagón debía de estar asociado con el hecho de que hubieran aparecido los nuevos dispositivos. Unos dispositivos que los más pequeños de la casa, al tocarlo, habían sido tragados por él.

La expresión satisfecha que irradiaba Yuuta lo decía todo. Él también podría ir al mismo mundo dónde estaban sus hermanos pequeños.

La experiencia del día anterior, le había enseñado que con tan solo tocarlo, el dispositivo se activaría, llevándolo al mismo lugar que estarían Nat, Aki y sus primos.

Ver cómo Yuuta dirigía su mano hacia el dispositivo, hizo que Zabumon se alarmara y se lanzase a detenerlo.

Yuuta que no entendía la acción de su digimon, se lo quedó mirando con molestia e incredulidad y empezó a retarlo de que lo dejara. Tenía que ir al mismo mundo dónde estaban sus hermanos pequeños. No podía dejar que Aki estuviera en peligro.

-Lo sé y te entiendo Yuuta. Pero, no deberías ir así sin más -intentando de que se diera cuenta de que las consecuencias que podría suceder en su familia-. Tus abuelos ya lo están pasando fatal. Al menos, deberías avisarles y decirles que no estás desaparecido como tu madre.

Era verdad, pensaba Yuuta.

Sus abuelos ya estaban pasándolo mal por la muerte de su padre y la condición trágica de su madre. A eso, se le sumaba, la repentina desaparición de su madre y posteriormente, de sus hermanos pequeños. No era justo para ellos sumarles otra desgracia más.

Yuuta accedió al consejo de su digimon. Pero antes de que pudiera hacerlo, el sonido de su móvil se escuchó y al ver en la pantalla de quién se trataba, Yuuta vio cómo la llamada entrante provenía de Sanae.

No tardó en contestar a la llamada, pero al otro lado de la línea no estaba Sanae, sino Izumi.

El timbre de la pelirroja era alterado. Y como Yuuta se imaginaba, la razón de la llamada se debía a que ella y el resto de su generación también habían obtenido un dispositivo digital tras el apagón reciente.

-…Teniendo en cuenta lo pasado con nuestros hermanos pequeños, ninguno de nosotros hemos llegado a tocar el dispositivo -dando a entender que junto a ellas, se encontraba el resto de sus amigos. Como Meiko había solicitado, habían acordado en permanecer todos juntos en la casa de los Yagami, para ayudarse y protegerse mutuamente-. Además, creo que sería conveniente que vinieras de inmediato a la casa de Yagamisan. Nishijimasan ha llegado con una nueva información relevante que tiene que ver con nuestros hermanos pequeños.

No hizo falta que se lo dijeran dos veces. Yuuta colgó el teléfono y cogió a Zabumon y se fueron corriendo escaleras abajo dónde estaba el piso de los Yagami.

La casa donde vivía los Yagami se encontraba dos pisos más debajo de su casa, por lo que el tamaño de la vivienda era como la suya. La entrada dando a la sala. Una sala bastante espaciosa, pero no lo suficiente para que pudiera ser ocupada por más de diez personas con sus digimon. Y sin embargo, allí estaban. Todos habían sabido recolocarse para que cupieran sin problemas con su respectivo digimon.

Los únicos que no poseían un digimon eran Kido Yayoi y Nishijima Daigo, que hasta su llegada, el hombre se había mantenido sentado con la mirada perdida en algún punto de la sala.

Al verlo, como si él fuese alguien más importante que sus amigos, se levantó para encararlo. Con rostro serio y tenso, se fue acercando al muchacho y al observar el dispositivo que rodeaba su muñeca, suspiró con resignación.

Yuuta estaba expectante, pero antes de que pudiera decir algo, observó como al fondo, la señora Yagami, madre de Taichi y de su tía Hikari, también estaba allí presente y con Hinode en brazos. Ante la ausencia de sus tíos, quedándose la bebé sola y con sus abuelos paternos atravesando la desgracia de la muerte de su primogénito, solo los señores Yagami podrían suplir para el cuidado de su prima más pequeña.

Yagami Yuuko aunque parecía estar interesada en la conversación, estaba más centrada en su nieta, donde podía imaginar cuánto necesitaba el cuidado de sus verdaderos padres y no de alguien que la cuidaba ocasionalmente.

-Ahora que estamos todos reunidos -comenzando Daigo con voz cansada y tratando de no sonar angustiada y derrotada.

Pues, hace menos de una hora, Daigo había recibido la inesperada visita de un extraño digimon que nunca había visto en su vida.

Su primera impresión era la de desconfiar e incluso de sacar su arma (que siempre portaba para casos de emergencia) y dispararle, aunque supiera que una pistola no pudiera hacer nada contra las habilidades de un digimon. Pero estando la situación tan desesperada, no podía fiarse de nadie, ni siquiera de un digimon que parecía ser de tipo ángel.

Aquel digimon no había dicho nada, solo el pequeño movimiento de llevar la mano a una oreja que no tenía. Y entonces, Daigo había escuchado la voz de su digimon, Baihumon.

Una transmisión que había sido gracias a los poderes de aquel digimon ángel.

Baihumon le había aclarado que no se preocupara por ese digimon y que podía confiar en él. Y luego, Baihumon le había explicado lo desesperada que estaba la situación en el Mundo Digimon. Le contó como los adultos habían sido secuestrados por una extraña amenaza y que se encontraban en un mundo nuevo y desconocido. El digimon bestia le contó, además, cómo los apagones que habían sufrido en el mundo humano, ocasionando la parálisis en los digimon, se debía al envío de los dispositivos para los hijos de los elegidos. Unos dispositivos creados por Gennai y el resto de agentes, mejorados y con más funciones que los dispositivos originales. Sin embargo, debido a su nuevo poder, ocasionaba el apagón en el mundo humano y la parálisis en los digimon. Baihumon también había añadido (pidiéndole a Daigo que lo mantuviera en secreto) que el envío de los dispositivos, se necesitaba la energía vital de uno de los agentes. Con gran pensar, Baihumon le había comunicado que para el segundo envío, Gennai (mentor y principal ayudante de los adultos) se había ofrecido voluntario para imbuir su energía vital para el envío. A consecuencia, Gennai había perdido la vida.

Cuando Daigo lo había escuchado, se había quedado deshecho y a imaginarse cómo afectaría a Taichi y a los demás en cuanto lo supieran.

Pero esa no era la única desgracia.

Baihumon le contó cómo en aquel Nuevo Mundo, la extraña amenaza pedía que los hijos de los elegidos acudieran. En su lugar, ellos habían respondido con el envío de Huanlongmon al Nuevo Mundo para no exponer a los niños, donde el resultado había sido un total fracaso. Eso había provocado la caída del poder de las cuatro bestias sagradas.

Sin más opción, habían tenido que acceder a su petición y enviar a los niños.

Previamente, Gennai y los demás los habían preparado para que los digimon de los niños alcanzasen el máximo nivel posible.

No sabían que es lo que podría haber en ese mundo, y si algo estaban seguros, es que no podían enviarlos aún inminente peligro sin preparación prevoa. Ahora, los niños y sus digimon se encontraban en el Nuevo Mundo, donde Baihumon le había aclarado, que ante la necesidad de un poder con más experiencia (y la petición insistente de Ishida Natsumi). Fue por eso que Gennai y los suyos habían estado trabajado en la creación de los nuevos dispositivos para Yuuta y los demás.

Todo para evitar el genocidio humano y digital que vendría, si no conseguían derrotar a la nueva amenaza.

Y eso mismo, fue lo que Daigo les contó a todos (omitiendo la muerte de Gennai y que se usaba la energía vital de los agentes para el envío de dispositivos), dejándolos atónitos y más preocupados por lo que su familia estaba pasando.

-Pero, ¿están bien? ¿Mi madre y mis hermanos? -preguntó Yuuta donde la información obtenida, no le decía sobre el estado de su familia.

Él solo había versado las palabras de Baihumon, por lo que nada sabía del estado de los elegidos y de sus hijos.

Sin poder darle una respuesta, solo pudo contestar con un simple "No lo sé". Él solo había contado desgracias y tragedias, y dónde la situación estaba peor de lo que se imaginaban.

Yuuta estuvo a punto de gritarle y golpearle, pero la voz preocupada de Hida Noriko llamando con alarma el nombre de Meiko, le interrumpió.

De inmediato, Sanae, Snowoagumon, Meikuumon y la madre de Taichi, se volcaron hacia ella.

Meiko, tras haber escuchado la terrible situación que pasaba su marido y sus hijos, se había angustiado tanto que eso no era bueno en su estado. Sintiendo pequeños mareos, Meiko se había visto obligada a tener que agarrarse a algo para no caer y a empezar a angustiarse, así como a comerse la cabeza con la posibilidad de que la niña que estaba en su vientre nunca conociese a su padre.

Con esa idea, y con su hija mayor junto a las dos digimon hembra, que la habían obligado a sentarse, lo manifestó en alto con lágrimas de desesperación.

-No digas eso, mamá. Ya verás cómo papá vuelve con vida -trataba Sanae en un intento de animarla.

-Sachan tiene razón, querida. Además, ya sabes que mi hijo no es de los que se rinden tan fácilmente. Y debes recordar que con él están Agumon y sus amigos -decía Yuuko con una sonrisa en su faz, ocultando bien la inquietud que tenía por dentro.

-Y nosotros iremos a ayudarles -manifestó Yuuta con determinación sintiendo empatía hacia Meiko- ¿Verdad, Zabumon?

-Claro que sí -contestó el digimon azulado, motivado y con ganas de patearle el trasero a ese ser que había provocado estragos en la familia de su compañero.

-En ese caso -empezaba el hijo más mayor de Jou y Mimi ajustándose las gafas y mirando a todos-, ¿estamos listos para marcharnos? -preguntaba con la misma firmeza que su amigo.

Al contrario que los chicos, las tres chicas no estaban preparadas ni listas para irse al peligro, aunque cada una por distintas razones.

Sanae, no se sentía bien abandonando a su madre cuando estaba embarazada y en un estado de ansiedad. Sabía que su abuela Yuuko estaría con ella en todo momento, y seguro que su abuela materna también se presentaría para ayudarla. Aún así, no le gustaba nada dejarla y sumarle una nueva preocupación de lo que pudiera pasarle, cuando odiaba pelear.

Izumi tenía inseguridad sobre sí misma. Ella, a pesar de ser la hija del elegido del conocimiento, no tenía ni una cuarta parte de ese conocimiento como su padre. Todo el conocimiento había ido para su hermana pequeña, donde mostraba interés incluso en la cosa más pequeñita que hubiese. Si contaban con su inteligencia para la aventura, sin lugar a duda, quedaría en evidencia. Por no hablar de que por eso, no podría hacer que Tentoytomon digievolucionase.

Y Momoko sentía un miedo extremo al irse a un lugar tan peligroso con la posibilidad de morir. Habiendo vivido siempre entre algodones y acostumbrada a la buena vida, la sola idea de tener que batallar para poder rescatar a sus padres, la ponían al borde de un ataque. Además, estaba el hecho de que aún estaba enfadada con Seiichirou por haberla pegado.

Horas atrás, Momoko había llamado a su padrastro para quejarse de Seiichirou y rogarle que la llevase con él. Sin embargo, su padrastro le había pedido paciencia y con voz amable y cariñosa, le había pedido que entendiera la actitud de su hermano, así como a no ver correcto lo que le había dicho a Yayoi.

Su padrastro que influía mucho en Momoko, pudo convencerla, por el momento y que admitiera su error. Pero, ahora, Momoko sentía pavor de enfrentarse al peligro al lado de su hermano y pudiera darle la puñalada por la espalda, como castigo a su actitud egoísta.

Pero tras observar cómo Sanae se posicionaba al lado de Yuuta, como si estuviera de acuerdo con las palabras de Seiichirou, el amor que sentía por Yuuta pudo con todo el miedo que sentía Momoko y a manifestar que ella también estaba preparada.

Izumi tuvo que verse obligada a contestar con lo mismo, uniéndose al equipo.

Una escena vista por las madres de los chicos, donde la angustia había empezado a rodearlas y a no querer que fuesen. Pero no podían detenerlos. Si iban, era para ayudar a sus maridos y a sus hijos pequeños.

Sin poder expresar cómo realmente se sentían, solo pudieron desearles que tuvieran buena suerte y que tuvieran mucho cuidado.

Los chicos asintieron, y Daigo les lanzó el último consejo.

-Pase lo que pase, no os rindáis. Sucederán cosas inesperadas. Incluso es posible que tengáis que enfrentaros a la muerte de un ser querido. Será doloroso, pero tendréis que seguir adelante. Y lo más importante, no dejéis que la oscuridad sucumba vuestros corazones -dijo con la experiencia adquirida como Niño Elegido y lo que Taichi y los demás habían experimentado.

Los chicos y sus digimon asintieron, donde las palabras de Daigo habían preocupado a las chicas, y todos tocaron al unísono el dispositivo que los llevaría al Mundo Digimon. Los agentes y los pocos digimon aliados que quedaban les estaría esperando.

Después de que los cinco chicos se marchasen, la angustia pudo recorrerles libremente y a rogar a algún dios o ser divino que todo saliese bien y no les pasase nada malo.

Y justo en ese momento, la puerta de la vivienda Yagami sonó.

Debido al estado emocional que reinaba en todas las mujeres, donde el apoyo de los digimon reinó en ese momento, ninguna tuvo el coraje para abrir la puerta. Meiko contaba a mayores con su suegra, la cual la había cogido de la mano, para infundirle ánimos. Daigo, sin pedir permiso, se encargó de ello como si se tratara de su propia casa.

Al abrirla, sus ojos se abrieron como platos.

-Tú… ¡¿Qué haces aquí?!

Lo que las mujeres vieron desde el interior de la casa era la figura de una chica adolescente con un digimon que jamás habían visto.

Solo pocas mujeres pudieron reconocerla, mientras que otras se preguntaban quién era.

La chica con una mano apoyada sobre la cintura y gesto confiante.

-He vuelto para salvar a mi familia -contestó sin ningún miedo en la cara y con el mismo dispositivo en la muñeca que tenían Yuuta y los demás.

.

NUEVO MUNDO

Tras la victoria que Misato y Cuarzomon (ahora siendo Upamon) habían obtenido, los niños y sus digimon se encontraban dispersados en aquel punto en varios grupos, cada uno con una tarea distinta.

Kazumi, la hija de Koushirou, era la única solitaria en su grupo de no ser porque Honeymon estaba a su lado. Sin embargo, tanto la niña como la digimon no les importaba estar aisladas de los demás. Pues tenían una misión más importante que asumir. La investigación de la hoja que Misato y Upamon habían obtenido cómo premio de la prueba y que podía usarse cómo atajo para llegar hacia dónde estaban sus padres.

Según el mapa que Oroguram le había insertado en su portátil, había una extraña línea compuesta por once puntos. El primero parpadeaba y marcaba el inicio de la línea, por lo que era fácil de suponer que era el lugar dónde se encontraban actualmente. Y la hoja tenía la opción de llevarles al siguiente punto.

Pero…

¿Cómo debían usarla?

Aquel extraño ser no se había molestado en explicárselo.

Sin embargo, aquella hoja tenía un acabado muy peculiar. Un acabado que encajaba perfectamente en un agujero que había en su dispositivo digital. Pero sin importar las veces que lo manipulara, nada extraño sucedía. Le daban ganas de gritar de la rabia.

En otro grupo, e ignorando la rabia que la pequeña sentía, se encontraban Misato junto a Shin y su hermanastro y los hermanos de luz y esperanza.

Shin era el encargado de llevar el bolso de primeros auxilios que Gennai (cómo habían creído) les había otorgado. Y aunque Misato solo tenía una pequeña herida en la mejilla, Takeshi había considerado que lo mejor era curarla de inmediato. De hecho, él mismo se ocupaba de realizarle la cura, donde Misato no podía estar más roja que el tomate y emocionada por las atenciones que le brindaba el niño que le gustaba.

-¡Listo! -exclamó el rubio, con la tarea finalizada-. Así no cogerás ninguna infección.

Misato que estaba cabizbaja, solo pudo murmurar un débil gracias, mientras tenía a Upamon entre sus rodillas que dormía, cansado de la dura batalla que había tenido.

-Pa… Parece que se te dan bien estas cosas, Takeshikun -objetó Shin con algo de nerviosismo, como si aún se sintiera afectado por haber visto tan prueba que había atravesado su amiga-. Si… Si te parece bien… ¿Por qué no llevas… esto… la bolsa de primeros auxilios? -propuso, donde él no se sentía muy a gusto llevándola.

No era por el hecho de tener que cargar peso, simplemente, al llevar la bolsa, se sentía como el responsable de tener que encargarse de curar a los demás. Una etiqueta colocada por ser el hijo de un médico tan prestigioso como lo era Kido Jou. Pero a Shin que le horrorizaba ver sangre, no estaba nada apto para esas cosas.

-No, gracias -rechazando Takeshi-. Ya tengo suficiente con Tsukaimon sobre mi cabeza o mi hombro para añadir peso adicional.

El pequeño digimon, que aunque sabía que su amigo lo había dicho cómo excusa para no llevar la bolsa, le había molestado que lo llamase pesado.

Eso hizo que Takeshi y Tsukaimon discutieran brevemente sobre ese asunto, provocando una pequeña risa en Misato.

Isaki que se había acercado por detrás, se agachó hasta altura de la niña para preguntarle si realmente estaban bien (Misato y Upamon).

-Sí -contestó ella apenada-. Es cierto que me afectó lo de mi madre y aún ahora, tiemblo un poco por lo que ha sucedido, pero estamos bien -dedicándole una amable sonrisa.

-Y deberías estar orgullosa de ti misma -añadía Tsukaimon desde la cabeza de su amigo, donde la disputa poco había durado para que digimon y humano volviesen a ser buenos amigos-. Y menuda pasada de digimon que se convirtió Upamon. Era… -y se puso a pensar, sin recordar muy bien el nombre- Hake… o Hantro…

-Hanwokentromon -habló Satoshi un poco apartado de ellos y sin ninguna expresión positiva en su cara.

Si Satoshi se había acoplado a ese grupo, era porque ni loco se sumaba a dónde estaba la marginada de Kazumi y mucho menos al dúo de revoltosos de Toji y Musuko con su par de digimon despistados. Y en cuanto a su amada Nat, ella se encontraba con los Ichijouji. Y ni de coña se acercaba a los tercermundistas que eran esos dos hermanos. Eso dañaría su imagen y Nat lo vería con otros ojos. Además, no debía olvidarse lo que le había dicho hace dos noches, donde, su efecto de conseguirla, había dado un giro inesperado y ahora, ella era un poco más cercana a todos, especialmente al Ichijouji que, junto a ella, cuidaban del más pequeño.

-Vaya un nombre más raro -pronunció Aruraumon (ignorando los pensamientos de su compañero) con cara de asco, donde si a ella le pusieran ese nombre, daría el grito del siglo-. Aunque he de reconocer que la forma era bastante guapa.

-Yo también pienso lo mismo -concordó Takeshi- ¡Era una pasada!

Y mientras Takeshi se deshacía en elogios, haciendo que Misato se sintiera más colorada, Isaki dio un paseo al resto de grupos.

Su primo pequeño todavía no se había recuperado de la explosión de luz, donde de no ser por él, estaba convencido de que no hubieran ganado. Sin embargo, explotar con semejante luz, indicaba que para la fuerza desconocida aquello era algo que no debía ignorar, por lo que estaba claro, que ahora deberían tener los ojos más abiertos que nunca.

Estaba seguro de que su prima sería bien consciente de ello, y que se sobreesforzaría más de lo acostumbrado para defender a su hermano. En ese caso, debía pensar con cuidado sobre lo qué hacer en ese aspecto. Ahora mismo tenía a dos digimon de la primera etapa younenki y otro que aún era un digihuevo.

Luego de eso, se enfocó en Kazumi que seguía peleándose con el asunto de la hoja. Junto a Earmon, se acercó a ella, para ver si podría ayudar en algo.

-¿Qué tal? -le preguntó.

La niña que había estado concentrada, se llevó un susto al tener la presencia de Isaki cerca suya. Tras recuperarse, le explicó cómo la hoja podía encajar en su dispositivo, pero no sabía cómo hacerlo funcionar.

-¿Estás segura de que debemos introducir la hoja en el dispositivo? -le preguntó Earmon, donde Isaki había cogido la hoja para comprobar en su propio dispositivo cómo el acabado encajaba a la perfección en ese agujero tal cómo Kazumi le había indicado.

-Segurísima -contestó ella donde no barajaba otra teoría-. Su acabado extraño es lo primero que me llamó la atención. Y que encaje como un USB en un puerto USB es lo que me hace pensar que tiene que ser así.

Isaki estaba de acuerdo con esa teoría. Sin embargo, quizás debería haber alguna otra forma para activarla. Alguna que ellos desconocían y que tenían que saber de inmediato si querían seguir avanzando.

Mientras tanto, en otro lado, Natsumi tenía a Aki acostado entre sus piernas. El niño se encontraba bien, pero se sentía muy cansado, como si quisiera dormir por horas y se resistiera. Su hermana no lo apremiaba a que se recuperara y se mantuviera despierto. Ella bien sabía que esa luz provenía de ese poder oculto que empezaba a manifestarse en el interior de su hermano pequeño.

-Tsunomon… -murmuraba Aki con desesperación mirando a todos lados, buscándolo, como si con él pudiera sentirse más seguro y protegido- ¿Dónde está?

-Está aquí, aunque -le dijo Piomon con voz apagada con el digimon en brazos- ahora es Punimon.

El niño al ver cómo su digimon lucía triste por haber ido para atrás, se entristeció con él. Con mucho cuidado, lo cogió de los brazos de Piomon y murmuró una y otra vez, cuánto lo sentía. Sabía que él era el responsable de que no avanzase como el digimon deseaba, pero que fuera para atrás, era algo que no quería. Punimon no decía nada, solo seguía triste y más decepcionado consigo mismo como compañero digimon.

-Vamos, hombre, no deberías disculparte -trataba Minami de animar-. Ha sido una caña lo que hiciste. Y estoy convencida de que si Punimon fue para atrás, fue porque él también tendría algo que ver.

-Mi hermana tiene razón. De no ser por ti, Hidasan no habría ganado.

Esas palabras lograron convencer al pequeño e ingenuo niño de ocho años y a su digimon.

Ver a su hermano sonreír, alegró un poco más a Nat. Miró a ambos hermanos, agradeciéndoles su gesto con la mirada. Algo que alegró muchísimo a Minami, que se sentía cada vez mejor de recuperar su amistad con ella. La expresión de Osamu fue la de una pequeña sonrisa que duró un instante, ya que de repente, el digihuevo que tenía en sus manos empezó a brillar.

Su brillo fue la atención de todos, y segundos después, la forma del digihuevo cambió a la de un pequeño digimon que muchos conocían. Cuando cesó el brilló, todos allí se quedaron sorprendidos.

El digihuevo se había abierto, pero en lugar de la forma inicial de Leafmon, como tendría que haber sido, se encontraba Minomon. Por lo que, tras la ruptura del digihuevo, el digimon se había saltado una etapa y vuelto a ser aquel Minomon que había estado durante años con su compañero humano.

La felicidad que tuvo Osamu al ver de nuevo a su digimon y expresarlo en un abrazo, alegró tanto a su hermana y a Penguinmon como a los hermanos Ishida, en especial al más pequeño.

-Pero no entiendo porqué se ha saltado una etapa -dijo Penguinmon sin entender.

-Seguro que fue por la luz que Akikun emitió antes. Segurísima -expresó Minami crédula con esa idea- ¡Estoy tan feliz por ti, hermano! -clamaba de ver de nuevo a Minomon y con la esperanza de que con su hermano con su personalidad de siempre, la siguiente evolución de Minomon no fuese ese digimon virus llamado Dokunemon.

-¿Yo? No creo -dijo el niño modesto, donde no se creía que él pudiera influir en el digimon de otro.

-De todas formas, me alegro mucho de que puedas estar por fin con tu digimon -pronunció Nat con voz suave y feliz por su amigo.

-Gracias -contestó simplemente, pero acompañado de una amable sonrisa.

La miradita que se lanzaron ambos, fue algo que Toji veía desde donde estaba con Musuko. Sin poder aguantar más, y dejando a Musuko con la palabra en la boca, (el cual le comentaba sobre la batalla que había tenido Misato) se dirigió hasta dónde se encontraban los Ishida y los Ichijouji para decir con voz dura.

-Ichijouji, ven conmigo, tenemos que hablar -dirigiéndose a Osamu.

Antes de marcharse con él, observó como Nat había esquivado su mirada, donde seguía resuelta a no hablarle. En serio, que no pensaba que su amiga de la infancia fuese tan resentida. Pero eso ahora no importaba.

Llevándolo un poco más lejos de donde estaban sus amigos para que nadie escuchase su conversación, y esperando que Earmon, pese a su buen oído fuese discreta, Toji le preguntó claro y sin tapujos.

-¿Qué hay entre Nat y tú?

Osamu parpadeó varias veces, como si no entendiera qué quería decir con esa pregunta. Aquel gesto y que le contestase con confusión sin entender muy bien su pregunta, irritó a Toji para gritarle, por supuesto, cuidándose de que el resto no los escuchase.

-¡No te hagas el imbécil conmigo! ¡Sé muy bien que hay algo entre vosotros! ¡Lo vi!

-¿Viste el qué? -seguía preguntando confuso.

Más irritado que nunca, a Toji le faltó poco para cogerlo y estamparlo contra el suelo.

-¡Tengo ojos y a estas alturas sé reconocer a un rival! ¡Y vi perfectamente lo que sucedió en el mundo ocho! ¡Os vi a los dos…! -sin poder pronunciarlo porque le suponía una rabia enorme.

Osamu no decía nada. Se había quedado callado como si no tuviera palabras o excusas para decir. Unas palabras y excusas donde tenía la confianza de que para Toji no servían.

-¡Si te crees que por haber compartido esa experiencia juntos, puedes conseguir su corazón, estás muy equivocado! ¡Hasta que fuisteis al mundo simulado, ella y tú solo eráis unos simples conocidos! ¡Estar con ella diez días juntos, no va a cambiar nada! ¡Lo sé, porque yo la conozco mejor que tú! ¡Sé cómo es ella realmente! ¡Sé que con su familia es cariñosa y afectuosa, mientras que con el resto, se muestra solitaria! ¡Pero eso es porque en el fondo, ella es tímida y le cuesta expresar sus verdaderos sentimientos ante gente que no es de su confianza! ¡Ella parece fuerte y tiende a cargar con todos los problemas, pero en el fondo, siente miedo y las ganas de huir de todo! ¡Pero no lo hace, porque quiere demasiado a su familia! ¡Eso es algo que yo solo sé porque soy su amigo de la infancia! ¡Podré tolerar a Musuko, a Shin e incluso a Satoshi! ¡Pero que vengas tú de la nada, y te arrimes a ella como si fuerais amigos de toda la vida, es algo que me irrita y me enferma! ¡Tú solo la conoces de diez días, y seguro que no sabías de todo esto! ¡Sus sentimientos! ¡Sus anhelos! ¡Sus gustos! ¡Sus preocupaciones! ¡Yo sí! ¡Porque ella y yo tenemos un lazo que nadie puede romper! ¡Nuestros padres se llevan muy bien, considerándose como hermanos! ¡Y a pesar de mis indirectas evidentes ante Nat, a Yamatosan o a Yuuniisan nunca le han molestado! ¡Eso es porque ya me aceptan como parte de su familia! ¡Pues yo estaría dispuesto a poner mi vida en peligro si es por ella! ¡Porque yo la quiero de verdad! ¡No como tú que solo puede ser pasajero! ¡Porque no existe nadie en el mundo que pueda interesarse por alguien cuando apenas lo conoce! ¡Y hablo también por Nat! ¡No esperes que a ella puedas interesarle porque si supiera como te portabas con tu hermana, te odiaría para siempre! ¡Porque para ella, lo más importante es el amor familiar y fraternal! ¡Algo de lo que tú careciste estos últimos días! ¡Por eso, todos y con todos, me refiero también a mis primos, se encontraban preocupados por lo que pudieras hacer y sin ganas de estar contigo en el equipo en los mundos simulados! ¡Todo porque dabas miedo! ¡Incluso cuando Nat quiso formar equipo contigo, nadie estuvo de acuerdo con esa idea!

Osamu seguía sin hablar. En su interior quería declarar que el hecho de que fuesen amigos de la infancia, no le daba derecho a pronunciarse como único y especial en la vida de Natsumi. Sin embargo, todo lo que debía decirle, donde otro con sentido común, lo hubiera hecho, fue guardado en su corazón ante los siguientes argumentos que le había dado. Unos argumentos que le habían dolido.

Asomando una sonrisa, para tranquilizar a Toji le dijo.

-No hay nada entre ella y yo.

-¡Eso es mentira! -clamó Toji donde a pesar de que él le decía las palabras que quería escuchar, no se sentía contento con su falacia-. ¡Sé que te gusta! ¡Lo sé!

-Pues siento si he causado esa impresión, pero en realidad, solo siento un gran aprecio por Akikun. Él hizo que volviera a ser el que era. Y ya sabes que mi gratitud hacia Aki, hace que Nat le siga. Y es por eso que he estado acercando a ella.

Y eso es lo que a Toji le irritaba.

-De todas formas, vuelvo a disculparme si he causado este malentendido -inclinando levemente el cuerpo a modo de disculpa-. Pero te puedo asegurar que entre Natsumisan y yo no hay nada. Como tú has dicho, yo solo la conozco de pocos días y ella desconoce cómo me porté con mi hermana. Nada que ver contigo que os criasteis, prácticamente, juntos -murmurando.

El hecho de que se disculpara tan formal y le dejara en claro que no había nada, convenció un poco a Toji.

-Bueno… Te creeré… Pero, en serio, Ichijouji, que si te empiezas a interesar por Nat, que tengas en cuenta que no eres el único que va tras ella.

Y Osamu volvió a quedarse callado y con expresión neutra.

Osamu regresó a dónde estaba. Minomon estaba en brazos de su hermana y los hermanos Ishida lo miraban con expresión intrigante interesados en saber que es lo que Toji le había dicho.

Su expresión preocupó a Nat, para preguntarle.

-¿Acaso te dijo algo inadecuado o te gritó? -teniendo como referencia lo ocurrido el día anterior con su hermano. La actitud de su mejor amigo no parecía ser la de siempre últimamente. Era como si algo lo pusiera tan nervioso como para que estallara, incluso, contra Aki.

-No, para nada -mintiendo con una sonrisa-. Hermana, ¿por qué no vamos a ayudar a Kazumisan. Parece que tiene problemas con la hoja conseguida.

Minami no parecía complacida con esa idea. Ella quería seguir quedándose al lado de Nat, pero la propia Nat la convenció de que ayudasen a la más pequeña, que parecía haberse quedado estancada. Minami sin mucho ánimo, hizo caso a la petición, dejando a Nat asolas con Aki.

-Hermana… -pronunció Aki viendo cómo su hermana parecía haberse quedado algo deprimida- ¿qué te pasa?

-Nada… -murmuró ella forzando una sonrisa.

Piomon que estaba a su lado, había visto como su amiga había mentido, y cómo, por alguna razón, se había quedado deprimida.

Toji que había regresado junto a Musuko y los digimon, éste no tardó en preguntar qué le pasaba con Osamu.

-Ni que te cayera mal, porque a veces lo miras con una cara… -se justificaba Musuko.

-Solo le he dejado las cosas claras -decía observando como Osamu se había alejado de Nat para irse a dónde estaba su primo mayor con Kazumi-. Pero como vuelva a intentarlo, entonces le contaré a Nat lo que Ichijouji estuvo haciendo con su hermano y lo que todos pensamos de él.

-En serio, que no te entiendo -murmuró, viendo cómo ahora, Takeshi y el resto se sumaban al grupo de Kazumi.

Con casi todos alrededor de Kazumi, donde ahora Satoshi tenía que tragarse lo que había pensado de la marginada, todos estuvieron pensando en cómo activar la hoja. Hasta que Honeymon habló con una idea en la mente.

-¿Y qué tal si solo se activa con el dispositivo de la que ganó la prueba?

Sin dar tiempo a sopesarlo, Kazumi le arrebató la hoja a Isaki y lo probó en el dispositivo de Misato.

Y efectivamente, eso hizo que en un punto de aquel lugar brillase y se abriera como si fuera una especie de portal que pudiera transportarlos hacia otro lugar. Lo que llamaba la atención es que encima había un contador que marcaba un uno, dos puntos y dos ceros.

Y entonces, una vocecita de la nada, dijo.

"Portal hacia el segundo punto activada. Esta portal se cerrará después de un minuto, a partir de ahora. Cincuenta y nueve, cincuenta y ocho, cincuenta y siete…"

-¡No jodas! -promulgó Musuko.

Nadie estaba preparado para partir a las prisas. Apurados, y sin pensar en nada, todos los niños, se ocuparon de recogerlo todo y atravesar el portal antes de que el contador llegase a cero.

No habían tenido tiempo para descansar lo suficiente, y tanto Aki como Misato aún no se habían recuperado. Y no se esperaban que la puerta tuviera un límite de tiempo, y menos aún que se cerrase sin la posibilidad de poder abrirla. Para la próxima, lo pensarían bien, antes de activar la hoja.

Nat cargando a Aki con la ayuda de Piomon, corrieron junto al resto de sus amigos para atravesar a tiempo el portal que los llevaba al siguiente punto. Takeshi lideraba a sus amigos e Isaki y Earmon se encargaban de que todos pasasen para que nadie quedase atrás. Igual que un capitán del barco, que ante un naufragio, era el último en abandonar el barco.

Después de que todos atravesasen la puerta, los niños y sus digimon estaban jadeantes y con el corazón a mil. Cuando vieron que la puerta se había cerrado segundos después, echaron un vistazo a su alrededor.

El paisaje seguía siendo el mismo, con la diferencia de que había alguna roca por medio y algún que otro árbol, pero negro como las rocas. Los niños se aliviaron de tener al menos un lugar dónde apoyarse, si quisieran descansar la espalda.

Kazumi, abriendo de nuevo su portátil, se fijó en el mapa.

El mapa mostraba que estaban en el segundo punto, mientras que el anterior punto había dejado de parpadear para ponerse de un color claro uniforme. Arriba había una especie de marcados que señalaba que habían avanzado unos cien kilómetros. Kazumi se lo mostró a Isaki, para que él tomase la decisión adecuada como líder que era.

-Seguiremos con la misma estrategia de antes. Takeshi, Tsukaimon, Earmon y yo lideraremos la marcha, mientras que Toji, Musuko, Fireagumon y Veidramon se quedarán en la retaguardia.

"Ahora que tenemos una mejor idea de qué va esto, tenemos que pensar que alguno de nosotros, será el siguiente en afrontar la segunda prueba. Pero eso no significa que no ocurra nada adicional -mirando a su primo pequeño-. ¿Lo habéis entendido?"

Nat que sabía que se refería a su hermano pequeño, más que nunca, se mostró determinante y dispuesta a lo que sea para proteger a su hermano pequeño. Punimon estaba en los brazos de Piomon, donde si la siguiente prueba, tenía a Aki y a Punimon como protagonistas, ella, forzosamente, también tendría que estar en la prueba.

E Isaki inició la marcha con todos siguiéndoles, donde esta vez, Kazumi no se ocupó de investigar el dispositivo. Su mejor amiga estaba a su lado, y con ella, Upamon. Eran unas de las más indefensas del grupo, y tenía la obligación de defenderla si algo adicional (cómo había dicho Isaki) pasaba.

Todos estaban con los ojos bien puestos y expectante a lo que sucediese. Todos menos Osamu.

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EN EL MUNDO DONDE SE ENCUENTRAN HOMEOSTASIS E YGGDRASSYL

-Los niños y sus digimon han ganado la primera prueba y no solo eso, la manifestación de poder del hijo de la amistad y amor está creciendo.

-No te inquietes Homeostasis -le dijo Yggdrassyl mirando con cara aburrida el tablero con las piezas de ajedrez debatiéndose sobre qué pieza debería mover para salir del jaque-. Eso es fácil de neutralizar -cogiendo uno de sus peones pensando sobre si moverlo o dejarlo en el sitio.

-¿Es que sostienes en que deberíamos mandar al hijo de la Unidad para neutralizarlo?

-Sería una gran ventaja para nosotros, pero mejor no -dejando el peón en su sitio-. Tú ya fuiste el que propuso este juego para probarlos si son merecedores de una oportunidad para salvar a la raza humana y digital o su exterminio. Incluso fuiste un benévolo al enviar a ese digimon débil y a ese secuaz poco confiable. Es mi turno de enviar a alguien más apropiado para esta prueba -dijo con una sonrisa maliciosa y decidiendo qué pieza jugar.

-¿Pretendes enviar ya a los Siete?

-Por supuesto que no. Tengo a alguien mejor en mente -y girándose de lado tras haber movido la pieza que lo había sacado del jaque, con uno de sus brazos hizo un extraño movimiento, y de ahí, apareció un humano adulto. Un humano que sonreía maliciosamente y que tenía un aire de seguridad sobre sí mismo-. Te presento a Hatano Katsuya. Un estafador profesional japonés que se encuentra en búsqueda y captura por el gobierno japonés, el FBI y la CIA por haber estafado a diputados, famosos e incluso presidentes de varios países importantes. Una joyita de persona, cómo dirían los seres humanos.

-¿Y qué quieres hacer con este estafador?

-Me he enterado de cosas curiosas respecto a él y le he propuesto una oferta que no ha dudado en aceptar.

-¿Qué oferta? ¿No me digas que piensas usar sus habilidad como estafador contra esos niños? -y echándose para atrás, lo miró con una sonrisa sarcástica-. Esos niños puede que sean ingenuos, pero Gennai y los demás, les han preparado psicológicamente para situaciones como esta.

-Lo sé. Pero no podrán hacer nada ante la conexión que tuvo este humano con uno de los padres de los niños. Usaremos eso para manipularlo igual que hiciste tú con el segundo hijo de la Unidad.

Homeostasis se puso a pensar sin saber qué niño podría tener un corazón tan débil cómo había sucedido con Daichi, y así, poder usarlo para sus planes.

-La edad empieza a afectarte, viejo amigo -le dijo Yggdrassyl con satisfacción-. Ya has olvidado los efectos de la semilla de oscuridad.

Hace años la semilla de oscuridad había sido implantada en varios de los seres humanos. Y aunque muchas de ellas, habían germinado y mostrado el lado oscuro de los humanos como Ken o Noriko, eso no significaba que el poder de la semilla se hubiera desvanecido. Simplemente, había vuelto a su forma original de semilla. Solo hasta que una nueva oscuridad los alterara, que la semilla podría volver a nacer y brotar. Pero había algo más.

La semilla de oscuridad, independientemente si había germinado o no, se podía reproducir y ser transmitida a las siguientes generaciones del usuario original que la tuviera. Y dentro del grupo de niños, solo había cuatro que tuviesen esa semilla: Misato, Kazumi, Minami y Osamu. Y solo uno, había dejado que la oscuridad lo gobernara.

-¿No estarás hablando de…?

Y entonces, Katsuya se acercó a ellos y con una humilde reverencia, les dijo.

-Para mí será un enorme placer, manipular la mente del hijo de la persona que me humilló hace años.

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-El día anterior en el mundo simulado-

MUNDO 8 (Equipo formado por Natsumi, Osamu y Akito)

El mundo que los tres niños y sus digimon habían aterrizado era similar al Polo Norte donde una feroz ventisca de nieve, amenazaba aquel lugar. El frío se colaba por cada poro de su piel, donde los abrigos térmicos poco podrían hacer para protegerles del frío polar. Para Nat que ya se encontraba mal, aquel frío le afectaba más que a los demás, donde apenas tenía fuerzas para tenerse en pie.

Aún así, la niña, que tenía oculto ante todos (incluida a su digimon) cómo se encontraba realmente, seguía adelante, tratando de no pensar en el frío y en el terrible dolor de cabeza que la golpeaba violentamente y a ver borros todo lo que tenía a su paso.

Lo inesperado sucedió cuando había aparecido el digimon con el que tenía que enfrentar.

Cherrymon.

Un digimon que solo había entrado en contacto con Yamato y Gabumon.

Cherrymon había estado bajo las órdenes de uno de los cuatro Dark Masters, el digimon Pinocho conocido como Puppetmon.

El digimon árbol que gozaba de inteligencia, astucia y sabiduría, había usado eso como arma en vez de la fuerza física. Yamato había estado medio confundido por seguir estancado, sin haber madurado, a diferencia de sus amigos. El que se alejara de sus compañeros había sido el golpe de suerte que Cherrymon había aprovechado para comerle la cabeza y hacerle pelear contra uno los suyos.

Ahora, el mismo digimon, siendo un simple holograma, empleaba la misma técnica contra Osamu y Nat, donde eran los únicos que contaban con grandes poderes y fáciles de manipular.

Osamu ya estaba del lado oscuro a causa de la semilla de oscuridad que tenía en su cuerpo, y que se había activado tras los actos infantiles ocasionados por su hermana mayor. Y Nat, entre el dolor de cabeza donde no pensaba con claridad y la reciente muerte de su padre, era otro objetivo fácil para el astuto Cherrymon.

Manipular a los dos niños, significaba lo mismo con sus digimon. Pues ellos, como Gabumon, eran tan leales a sus compañeros humanos que no les importaría mancharse las manos, si era por ellos.

Pero manipularles cuando el pequeño Aki estaba presente, no era tarea sencilla.

El pequeño, en un arranque de valor, se había acercado hasta el digimon árbol y anulado su intento de manipulación.

No había hecho nada sobrenatural para proteger a su hermana y a Osamu, simplemente había usado el don de la palabra, y explicado el error en lo que hablaba, así como clamar la fuerza de voluntad tanto de su hermana como de Osamu era más fuerte de lo que Cherrymon pretendía.

Debido a las palabras del niño, el efecto que manipulación se vio anulado. Entonces, la rabia y la ira, acabaron consumiendo al digimon para explotar en un poderoso ataque, donde los dos digimon de nivel seijukuki (Saberdramon y Redbeetlemon) se ocuparon de la protección de sus compañeros humanos. Pero, el impacto había llegado a alcanzarles y a que cayesen por una pendiente.

A causa de eso, los dos digimon regresasen a su nivel anterior y los niños estuvieron inconscientes por unos segundos.

Osamu había sido el primero en recobrar el conocimiento, después, lo habían hecho los digimon y el más pequeño.

Lo primero que Osamu sintió es un pequeño dolor de cabeza y algo de frío, por culpa de la exposición en el sitio de aquel frío tan extremo. A su lado, Dokunemon empezaba también a erguirse y a preguntar por su compañero humano. El niño le respondió algo aturdido de que estaba bien. Al mismo tiempo, se encontraba molesto porque aquel digimon de poco poder le había derrotado. Algo imperdonable.

Mirando pendiente hacia arriba, se encontró con que solo no podría subirla para volver a enfrentarlo. Pero sí, si Dokunemon pudiese digievolucionar. Pero el ataque recibido y la exposición al frío, lo había debilitado bastante, llegando al punto que no era capaz de digievolucionar.

Olvidándose cómo a pocos metros se encontraban los otros miembros del equipo, Osamu tenía la intención de luchar solo contra Cherrymon, hasta que…

-¡Hermana! ¡¿Qué te pasa, hermana?! ¡Hermana! -exclamaba Aki con angustia y desesperación.

Aki se encontraba alterado y zarandeaba a su hermana mayor que estaba medio inconsciente y respiraba erráticamente. A su lado, Piomon y Tsunomon estaban igual de angustiados que el pequeño. Aki empezaba a llorar de angustia por el estado tan terrible en que se encontraba su hermana.

-¡Nat! ¡¿Qué te pasa?! ¡Responde, por favor! -y Piomon tampoco podía contener las lágrimas de desesperación y a pensar cosas peores, así como en su afán de anteponer la protección de Aki a la de su auténtica compañera, el ataque de Cherrymon la hubiera golpeado.

-Está enferma -soltó Osamu impasible con su Dokunemon sobre su brazo mirándolos.

Tanto el niño como los dos digimon miraron a Osamu con cara de no entender. Natsumi era una persona muy fuerte y que nunca se había puesto enferma.

-Si eres su hermano y tú su compañera digital, deberíais haber visto como yo, que desde ayer se encontraba ya mal. Y ahora, con este frío, su salud ha empeorado.

Aki no pudo entender en qué momento su hermana se había sentido mal. Aunque, también reconocía que cómo se sentía más animado y se había estado arropado por sus amigos, cuando Satoshi había dicho aquello, que no se había parado a observar en que su hermana estaba enferma.

Piomon, por su parte, lo había llegado a sospechar. Sobre todo, tras haber visto cuánto había dormido aquel día y cómo el día anterior se había mostrado demasiado vulnerable ante sus primos. Pero cómo ella le decía que estaba bien, había imaginado que se trataba del cansancio por haberse sobreesforzado.

-Lo mejor sería que regresase al Mundo Digimon -comentaba Osamu todavía con esa frialdad, producto de la semilla que iba floreciendo dentro de él.

-¡No! -y con voz débil, Nat había contestado y tratado de levantarse. No estaba dispuesta a regresar sin haber conseguido antes que su digimon alcanzase el nivel kazentai.

Los gritos desesperados de Aki y Piomon se escucharon como un eco como el viento para Nat, donde, tambaleándose, trataba de erguirse para completar la misión.

-Así no podrás seguir.

-Sí que… que puedo… -decía ella donde su vista era más borrosa y a empezar a tener los oídos taponados.

Y lo que todos vieron en ese momento, es cómo la niña había agotado sus últimas fuerzas para desplomarse contra el suelo donde la enfermedad la había vencido por completo.

Aquello alarmó más a Aki y a los digimon, los cuales se quedaron en blanco sin saber qué hacer.

Osamu, viéndola, solo pudo responder con un comentario lleno de frialdad, donde eso era algo que le había pasado por ser débil. Sin ningún tipo de sentimiento, y persiguiendo su idea de volver para derrotar a Cherrymon, se dio la media vuelta para irse, dejándolos solos a la intemperie y sin saber qué hacer.

No había dado más de tres pasos, cuando había sentido como alguien le había detenido. Al voltearse, se había encontrado con el pequeño Aki que lo miraba implorante.

-Por favor, ayúdanos. Por favor -le suplicaba el niño donde las lágrimas resbalaban de sus mejillas por culpa de la nieve. Sus ojos rojos brillaban de lágrimas y su nariz estaba roja como si fuese un reno, donde se apreciaba que al niño también empezaba a afectarle el frío-. Por favor -pedía en un hilo de voz-. No quiero perderla como a mi papá. Por favor -sus ojos brillaban tanto que si se descuidaba, rompería a llorar en el sitio. Pero ahora, debía ser fuerte por su hermana y solicitar toda la ayuda necesaria.

Piomon fue hacia el niño para evitar que perdiera el tiempo con alguien que no estaba dispuesto a ayudarles. Sus palabras anteriores cargadas con frialdad y pasotismo decían mucho, por no hablar de la actitud que Osamu llevaba desde hace días. No podía confiar en él. Pero Aki no quiso darse por vencido y soltándose de Piomon, perdiendo en el proceso la chaqueta que lo defendía un poco del frío, volvió a correr hacia Osamu para suplicarle.

-Por favor, ayúdanos. Por favor.

Piomon volvió a correr hacia el niño, para cuidarse de que no se resfriara también. Sabía que Nat jamás se lo perdonaría. Por lo que Piomon no se fijó en cómo a Osamu empezaba a dolerle la cabeza y a sentirse algo aturdido, como si algo o alguien le estuviera torturando la mente.

Al estar de espaldas a ellos, solo Dokunemon tuvo la suficiente visualización para ver cómo su amigo estaba pasándolo mal.

Algo dentro de la cabeza de Osamu parecía pelearse como si la razón y lo ilógico tuvieran su encuentro y luchasen ferozmente.

Al final, como si la batalla en su cabeza hubiera terminado, se encontró como si hubiera despertado de un largo y pesado sueño. Escuchó la voz de su digimon que ahora descansaba en suelo firme y le preguntaba si estaba bien.

Osamu no sabía muy bien qué responder. Pues lo primero que se preguntaba era porqué estaban en un lugar que parecía aislado del mundo y lleno de frío.

Sin embargo, poco a poco, sus recuerdos iban tomando cuerpo y forma, y comprendido qué es lo que había hecho y cómo se había comportado con todos, especialmente con su hermana mayor.

Llevándose una mano a la cabeza, la culpabilidad empezó a atormentarle, que cuando había escuchado tras suya unos ruidos como si alguien estuviese haciendo fuerza, fue cuando se volteó para ver qué es lo que estaba pasando. Se encontró con que Aki y Piomon trataban de cargar a Natsumi que había vuelto a recobrar la consciencia, pero que no tenía fuerzas para moverse.

Ella les pedía que la dejaran, que era inútil seguir adelante en el estado tan lamentable en el que se encontraba. Pero niño y digimon no querían hacerle caso, sino que estaban dispuestos a consentirle su capricho de seguir adelante, incluso en ese estado tan grave. Algo que a Nat no le gustaba. Tenía que reconocerlo. No se encontraba nada bien, y no quería ocasionar problemas a su digimon y causarle más angustias a su hermano.

-Dejadlo -les dijo ella sin tener cara para verlos-. No puedo seguir adelante. Es mejor… -tratando de coger fuerzas de donde fuese para llevar su mano hacia la muñeca dónde estaba su dispositivo. No podía seguir así en ese estado. Necesitaba ayuda urgente-… regresar… -dirigiendo la mano hacia los botones del dispositivo para avisar de que la trajeran de vuelta.

-Nat -murmuraba Piomon. Estaba de acuerdo con que ella debía regresar y ser cuidada por gente experta. Pero…-. Pero si regresamos, no podré conseguir el nivel kazentai y no podremos salvar a mamá Piyomon, a tu madre y a los demás.

-Lo sé… -contestaba ella con gran pesar y con un nudo en la garganta-. Pero… Pero… -luchando contra sigo misma sobre no darle al botón para que la llevase al Mundo Digimon. Las lágrimas de frustración aparecían en esos momentos, donde ya no le importaba mostrarse vulnerable frente a todo el mundo-…No… No puedo… -y el sentido común acabó ganando donde iba dispuesta a dar la voz de alarma para regresar.

Sin embargo, antes de que pudiera tocar al botón, su mano fue sujeta con firmeza.

Osamu había impedido que lo hiciera. Algo que hizo desconfiar a Piomon y a prepararse ante algo inesperado por parte del niño.

-No puedes rendirte después de haber llegado tan lejos.

Nat que no tenía fuerzas para contestar, solo pudo dejarse caer y que las lágrimas descendieran por sus lágrimas.

Con un profundo suspiro, Osamu sacó su chaqueta térmica y le pidió al más pequeño que se la sujetara. Aki obedeció sin entender muy bien la razón. Pero cuando Osamu les dio la espalda y colocó una rodilla contra el suelo y echó sus manos hacia atrás, el más pequeño sonrió de felicidad.

-Piomon, pon a Nat en mi espalda. Me encargaré yo de llevarla.

La digimon recelosa, a diferencia de Aki, tuvo sus dudas. Sin embargo, el que Aki la apremiara, no dejó a Piomon más opción que hacerle caso. Nat que estaba medio atontada, no se percató en cómo era transportada a una espalda que le transmitía tanta calidez como seguridad.

Osamu, antes de levantarse con Nat a su espalda, le pidió a Aki que cubriera a su hermana con su propia chaqueta.

-¿Y qué hay de ti? -preguntó el niño preocupado.

-No te preocupes. Lo más importante es tu hermana.

Esas palabras conmovieron tanto a Aki, que empezó a ver a Osamu con otros ojos. Hizo lo mandado, y de un impulso, Osamu empezó a caminar con la niña a cuestas.

-Por el momento, debemos alejarnos y encontrar un lugar dónde protegernos de esta ventisca.

-¿Crees que habrá alguno? -preguntó Piomon, que se cercioraba de que la chaqueta que llevaba su amiga por encima, la tapase bien. Pues estaba congelada y había empezado a tiritar.

-Es el mundo simulado que construyeron Gennaisan y los demás. Seguro que han pensado en algo así y habrán miles de sitios para poder resguardarse para que no nos pase nada -prueba de ello estaba en cómo los árboles bañados en la blanca nieve, habían objetos extraños que parecían ser medicamentos.

Osamu les señaló esos objetos a los digimon para que los cogieran para poder dárselos a Nat más tarde. En el tiempo que habían estado parados, mientras esperaban a que los digimon recogieran la medicina del árbol, Osamu pudo escuchar cómo Nat murmuraba:

-Papá…

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Los niños y los digimon no tardaron mucho en encontrar una entrada entre las rocas que daba al interior de una cueva bastante profunda. Con aquello, podrían resguardarse de la ventisca e incluso hacer una hoguera para protegerse del frío.

Todo estaba preparado para ello, incluso habían tenido la suerte de poder añadir ramas (Gennai y los demás habían sido muy minimalistas en dejarles todo el material en el lugar apropiado). Piomon que era un digimon que disparaba fuego, no tardó en encender la hoguera, mientras que Osamu la colocaba lo más cerca del fuego para que la Ishida entrase en calor. Con su chaqueta, siguió abrigándola, y no tardó en recibir la chaqueta de Aki como si quisiera que la utilizase también para abrigar a su hermana mayor.

-Es mejor que te la quedes tú -le sugirió viendo mejor la nariz roja del niño y el cuerpo tiritando.

-Tú tampoco la tienes -contestó el niño con sus brazos estirados para que cogiera su chaqueta.

-Yo ya me abrigaré con el calor de Dokunemon.

-Pues yo me abrigaré con el calor tuyo y el que Tsunomon y Piomon nos brinde -señaló Aki con seriedad.

Sin poder llevarle la contraria al niño, Osamu acabó aceptando la chaqueta que le ofrecía para que Nat estuviera más caliente. Con la medicina, que estaba custodiada por Piomon, le dio un poco a Nat para que se la tomase. Costó bastante para que ella se la tomara, pero en cuanto lo había hecho, medio abrió los ojos viéndole a él, y luego, volvió a cerrarlos, donde la respiración poco a poco iba haciéndose pausada y tranquila.

-Parece que funciona -dijo Osamu, cerrando el frasco, sorprendido de que no estuviera lleno como pensaba.

-¿Se pondrá bien? -le preguntó Aki preocupado, donde ya tenía a Piomon a su lado para abrigarlo.

-Claro. Solo necesita dormir y descansar.

-¿En serio que solo es eso? ¿No le pasará lo mismo que a mi papá? -preguntaba el niño con angustia y preocupación. Como Aki tenía la idea de la muerte muy tergiversada, pensaba que su hermana, como había ido creciendo, que acabaría igual que su padre.

-Claro que no va a morir. Es solo un resfriado.

-¿De verdad? -decía el niño no muy seguro.

-Yo creo que nadie se muere por un resfriado -opinó Tsunomon un poco inseguro.

-Claro que no se muere nadie por un resfriado -decretó Piomon donde veía absurdo de que se preocuparan de forma tan exagerada.

-Lo que debemos hacer es tener paciencia y cuidarla bien -dijo Osamu con tanta amabilidad que solo eso sirvió para convencer al pequeño. Pues su amabilidad no se podía comparar con la inseguridad de Tsunomon o con el tono casi despectivo de Piomon.

Sin nada más que hacer que esperar, los dos niños y los tres digimon, se arrejuntaron bien unos contra otros para entrar en calor. Los dos humanos iban sin sus chaquetas, que aunque no les abrigase suficiente ante ese frío, les servía un poco para poder combatirlo.

Ante el silencio existente, donde el único ruido era el que emanaba la ventisca que había afuera, y el calor del fuego, los dos niños y sus digimon se habían quedados dormidos al instante.

Tan a gusto estaban y el tener que estar en silencio para no molestar a Natsumi, que todos se fueron despreocupando de su obligación inicial.

Sin embargo, pocas horas después, Natsumi había empezado a hacer movimientos bruscos y a llamar a su hermano como si temiese que le hubiera pasado algo. Osamu fue el primero en despertar e ir hacia ella para tranquilizarla, antes de que los digimon y el niño se despertasen.

Los digimon estaban muy cansados de todas las experiencias vividas en el mundo simulado y con el combate contra Cherrymon, tenían el derecho de descansar. Y Aki, al ser más pequeño, tenía que dormir apropiadamente.

-Tranquila, tranquila. Él está bien. Está aquí -hablando en voz baja para evitar que el resto se despertara.

En cuanto Nat vio a su hermano, abrigado por el cuerpo de Piomon y abrazado a Tsunomon, donde Dokunemon también participaba haciendo de almohada para el niño, se tranquilizó y volvió a acostarse.

-¿Cómo te encuentras? -le preguntó colocando una mano sobre su frente como si quisiera verificar su temperatura.

-Un poco mejor, pero todavía muy cansada -y acto seguido, tosió un poco.

-Sé que cuidar a tu hermano es importante, pero deberías cuidarte tú también -le aconsejó sentándose a su lado.

Ella no dijo nada. Solo viró la cabeza y se cubrió con lo que tenía puesto. Fue entonces cuando descubrió que todavía estaba con su propia chaqueta, y sin embargo tenía una tapándola.

-Esto… -viendo que no solo era una, sino dos. Una de ellas era más pequeña que la otra. De hecho, al observar a su hermano, se fijó en que él no llevaba puesta la chaqueta.

-Tu hermano es realmente un niño muy generoso -le dijo él con una sonrisa-. Aunque le dije que no era necesario, él quiso poner también su granito de arena para que pudieras entrar en calor.

Y Nat volvió a mirarle algo colorada, percatándose de que la otra chaqueta pertenecía a él.

-Pero tú… Quiero decir… ¿Por qué…? Esto… Es que es… -hablando atropelladamente, donde no sabía qué decir con exactitud.

-Si quieres que tu digimon digievolucione, lo primero será que te recuperes, ¿no?

-Sí, pero…

-Descansa -le dijo él, abrigándola mejor con su chaqueta.

Aquel acto de amabilidad trastocó a Nat, donde se puso más colorada pero no a causa de la fiebre. La vergüenza se apoderó totalmente de ella, para darle la espalda con brusquedad, haciendo que Osamu quedara extrañado por esa actitud brusca e inesperada.

Sabía que ella tenía un carácter muy fuerte, y que no tenía ojos más que para su hermano pequeño. Pero también…

Suspiró con resignación, sin querer hurgar más en sus pensamientos. Estaba muy cansado.

El niño volvió a acomodarse buscando el apoyo en la pared más cercana. Hasta que una vocecita tímida y débil susurró.

-Gracias.

Había sido Natsumi quién, dándole la espalda, había dicho aquella simple pero una de las dos poderosas palabras, que en muchos casos, podría aclarar y solucionar muchas cosas.

Osamu solo sonrió, y acomodándose en la pared, se quedó dormido como los demás.

.

Al día siguiente, todos estaban rodeando a la única niña. Aunque parecía que había mejorado bastante, todavía se encontraba roja y débil cómo para seguir adelante. Osamu que tenía la experiencia, tras haber cuidado a Hawkmon cuando había estado enfermo, había tranquilizado a Piomon y a Aki, aludiendo que no esperaba que en una sola noche pudiera recuperarse por completo.

-Generalmente, se necesita de una semana o más, y por supuesto, seguir administrándole antibióticos.

-Anti… ¿qué? -preguntó Tsunomon donde aquella palabra la resultaba tan nueva cómo ver a la hermana de su compañero tan enferma.

-Es un fármaco que baja la fiebre. Pero claro, también se necesitará que descanse y tome mucho líquido.

Aki se encontraba maravillado de la forma que tenía hablar de Osamu. Sino fuera por el estado de su hermana, le haría preguntas sobre cómo era posible que hablase como es que sabía tanto.

Estaban de mañana y todavía no habían desayunado, por lo que era el momento ideal para que recolectaran comida y de paso, coger más medicina, que curiosamente, estaba enramado a un árbol. Un árbol cubierto de la blanca nieve que seguía amenazando en el exterior de la cueva.

Daban gracias a que Gennai y los agentes los hubieran preparado bien, para que el medicamento, estuviera bien protegido con su botellita de vidrio, y no tuviesen problemas de cogerla y poder usarla. Seguro que habrían pensado, que en aquellas condiciones climatológicas, alguno de ellos pudiera coger un resfriado. Lo que no se imaginarían, es que el resfriado ya comenzase en uno de ellos, desde días atrás, y la botellita que tenía tan solo una dosis, no les llegase para poder seguir administrando al enfermo.

-Necesitaremos darle más antibiótico -comentó Osamu para después dirigirse a su digimon-. Dokunemon, ¿recuerdas cuál era la medicina que recogimos?

-Claro. Incluso era la misma marca que se le daba a papá Hawkmon.

Osamu le preguntó si podía ir con ella. Sin embargo, la respuesta que obtuvo fue un silencio incómodo por parte del digimon. A Dokunemon no le importaba cumplir con lo que su amigo dijese, pero traer algo cuando era un digimon de tipo larva, era para que captara la indirecta de que él, por mucho que lo deseara, no podía cargar con nada.

Piomon pidió, entonces, ir por ella. Lo malo es que como había estado tan entretenida vigilando a su amiga, no recordaba el árbol dónde lo había recogido. Dokunemon sí que lo sabía, por lo que le ofreció acompañarla para indicarle el camino.

Piomon mantuvo sus reservas con ese ofrecimiento. Si los digimon se fuesen, no solo quedaría su amiga desprotegida, sino que Aki también. Sabía lo muy importante que era Aki para Nat, y sabía que de dejarlo solo, la tendría muy preocupada. Además, tenía que recordar que Osamu estaba con ellos.

Puede que el niño hubiese cambiado y no parecía ser aquel niño frívolo de hace unos días, pero no podía confiarse con algo tan importante.

-Yo también quiero ir -pidió Aki, donde quería hacer algo productivo para ayudar a su hermana.

Piomon analizó la situación. Llevándose a Aki podría tener algo de seguridad teniéndolo cerca, pero al mismo tiempo, ¿y qué pasaba con Nat?

Viéndola, ella no parecía estar muy alterada por la decisión que había tomado su hermano menor. Continuaba con los ojos medio cerrados y respirando entrecortada con la cara tan roja, que la digimon empezaba a pensar si su vida no estaría corriendo peligro.

-Pero, es que… Nat… -hablaba Piomon, esperando que así entendieran que no podía dejar sola a su compañera humana.

-¡Yo me quedaré a cuidarla! -exclamó Tsunomon saltando de los brazos de su compañero hasta el suelo.

Dando pequeños y graciosos saltitos, se fue acercando hasta su hermana digimon, para implorarle.

-Déjame hacerlo, por favor. Sé que en caso de que pase algo, podré defenderme como tú si algo le pasase a Aki.

La digimon ave miró con atención a Tsunomon. Era la primera vez que su hermanito digital se mostraba decidido en hacer algo, que no fuese estar en los brazos de su compañero de toda la vida.

Entonces, escuchó la voz de Osamu donde les tranquilizaba. Miraba su dispositivo digital de pulsera, descubriendo que podía usarlo como mapa de localización tanto de ellos, como del digimon holograma.

-Cherrymon se encuentra en dirección contraria. Quizás haya escapado debido al frío -concluyendo, siendo algo normal en un digimon de tipo árbol, donde la nieve y el frío eran el mayor enemigo para un árbol.

Se necesitó un poco más por parte del niño y de Tsunomon para convencer a Piomon, donde al final, tuvo que rendirse a las decisiones firmes de ambos. Eso sí, le hizo abrigarse bien a Aki, para que no acabase como su hermana. También, se aseguró de alimentar las llamas de la hoguera para que a su amiga no le faltase nada de calor. Y tras dejar todo bien asegurado, se marchó con Dokunemon y Aki a buscar la medicina para Nat y comida para ellos.

Tsunomon se quedó en la entrada de la cueva, cumpliendo obedientemente su rol de proteger a Nat cómo había acordado, donde nada extraño había pasado.

.

Así habían estado los siguientes cuatro días. El hecho de que Natsumi se fuera recuperando como el paso de un caracol, empezaba a preocupar tanto a Aki como a Piomon, e incluso a tomar la resolución de que lo mejor era que regresasen. Pero Osamu lo denegó, asegurándoles que la cosa iba bien y que solo necesitaba seguir descansando y continuar cómo lo estaban haciendo.

-Ya he dicho que esto puede durar una semana o más -les dijo, donde recordaba cómo Hawkmon había estado casi dos semanas enteras encamado por culpa de ese resfriado de verano que había pillado.

Poco después de que los dos digimon y Aki se marcharan a por la comida para ese día y que Tsunomon quedase al pie de la cueva, Nat se giró para ver a Osamu y volver a decirle.

-Oye… Gracias por lo que dijiste… -Osamu la miró sin entender a qué se refería exactamente, a lo que ella, escondiendo parcialmente su rostro le dijo-. Me refiero… A no ceder para que volviéramos…

-Ahora que estás a punto de recuperarte, es una tontería regresar.

Nat solo asintió con la cabeza y entonces, algo que había estado pendiente en preguntarle, se lo formuló siendo el mejor momento.

-¿Por qué cuando no podía seguir, me detuviste para que no regresara?

Osamu miró hacia afuera, cómo si le diera corte mirarla en ese momento.

-Me pareció que no era eso lo que querías y que te sentirías humillada si regresases sin que Piomon digievolucionase.

Nat agrandó los ojos, sorprendida de que Osamu se diera cuenta de cómo se sentía realmente. Empezaba a arderle la cara y a perder la razón para formular palabras con sentido. Quiso ignorar esa sensación que sentía, para añadir.

-Puede. Pero llevamos aquí cinco días, lo que son cinco horas en nuestro mundo. Es probable que por mi temeridad, mis primos estén preocupados por Aki y por mí.

Osamu se giró para verla, con una pequeña sonrisa.

-Puedo creerlo. Se ve que hay una muy buena relación entre tus primos y vosotros. Y también con Yagamisan -añadiendo.

-Toji… -y mencionarlo, no le provocó la misma tranquilidad que al hablar de sus primos-. Sé que estará preocupado… Me imagino… Pero… Con él, no es lo mismo que con Isakiniisan y Takeshiniisan. Después de todo, a ellos los considero como si fueran mis hermanos.

-Lo sé. Me di cuenta el otro día.

Nat le miró confusa y con la pregunta en la cara, Osamu le respondió a qué momento se refería.

-Me refiero a la última noche que estuvimos todos juntos, y Fordsan te lanzó aquellas palabras tan hirientes de que te victimizabas por la muerte de tu padre. Ishida Isakisan e Ishida Takeshisan -mencionando sus nombres completos para evitar desconcierto cuando había tanto Ishida dentro del grupo- se fueron tras tuya cuando te marchaste corriendo con lágrimas en los ojos -y ahora que lo pensaba bien, aquella noche, ella había estado tan callada pero tosiendo bastante, donde los síntomas del resfriado puede que ya estuviesen presentes desde entonces-. Yo me retiré después de ellos, y cuando me iba para mi habitación -donde su cerebro había sido un caos y solo pensaba en miles de sentimientos negativos-, os vi. Y vi como Ishida Takeshisan te había animado a que te desahogaras… -Osamu que hablaba con el recuerdo de lo que Dokunemon y él habían visto, que no se había parado a pensar que el momento era tan reciente, como el hecho de que se lo estaba contando a la persona que había sido afectada.

La observó de inmediato, pidiéndole disculpas por haber sido un desconsiderado y no haber tenido el tacto suficiente.

Pero Nat se giró, dándole la espalda, ahogando unos sollozos que comenzaban por salir.

Puede que se estuviera recuperando de la gripe. Pero, todavía seguía débil emocionalmente y la muerte de un padre, no es algo que ningún niño pueda superar tan fácilmente, sobre todo, cuando se hace mención de ello.

Culpable por lo que había dicho, e imaginándose que tendría la cara roja de vergüenza por haber evidenciado algo tan personal y recordado algo tan trágico, Osamu decidió levantarse y quedarse al pie de la entrada para simular que hacía guardia. Además…

-Lo siento -le dijo, tocándole la cabeza-. Por mí no te preocupes, que puedes llorar si lo deseas. Yo me iré afuera para dejarte la privacidad deseada -seguro que necesitaba llorar. Pues como había escuchado de Takeshi, aguantarse, empeora el estado emocional.

La prueba estaba en su madre, que nunca se aguantaba las lágrimas y la desesperación y descargaba todo como una niña pequeña. Preocupaba a su padre y a Hawkmon (y a él también). Pero ninguno de los dos les decía una palabra. Solo la abrazaban y le daban pequeñas caricias en la espalda, como si quisieran animarla a que continuase con su llanto. Era algo que Osamu nunca entendería hasta ese día.

Justo cuanto estaba a punto de levantarse para dejarle la privacidad deseada, Nat le sujetó el borde de la camiseta, deteniéndole. Y antes de que Osamu le preguntase qué pasaba, ella se echó a sus brazos y lloró con la misma desesperación que cuando lo había hecho frente a Takeshi e Isaki.

Osamu se encontraba parado, sin saber qué hacer y sin entender porque ella se había echado a sus brazos para llorar. Se aferraba tanto, como si fuera un salvavidas. Sus manos estaban en el aire sin saber qué hacer. Y fue cuando entendió porque su padre y Hawkmon solo se dedicaban a abrazar a su madre sin decir nada. Pues en aquella situación, donde no tenían palabras para consolarla, solo la fuerza de un abrazo era la seña para que la persona afectada, a pesar de la desgracia que padecía, contaban con una persona que la apoyaba y la comprendía. Y ella lloró más y más. Como si todavía no hubiese descargado toda la pena que sentía por haber perdido a su querido padre.

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Para cuando Aki y los digimon habían regresado, Nat había dejado de llorar y se había quedado profundamente dormida. Osamu, que los había sentido regresar, antes de que lo viesen con ella en brazos, se había encargado de depositarla en la cama improvisada para evitar preguntas incómodas.

Por la noche de ese mismo día, Osamu había decidido quedarse en la entrada de la cueva con la excusa de hacer guardia.

Aquel día se había sentido bastante confuso y nervioso, donde si había hablado algo, no lo recordaba.

Todo porque ella, Ishida Natsumi, se había echado a sus brazos para llorar, despertando un sentimiento desconocido.

¿Por qué lo había hecho?

Independientemente, de que ellos formasen parte en el mismo equipo en aquel mundo simulado, en realidad, eran dos simples desconocidos. Tenían en común que sus padres se conocían desde jóvenes, pero no tenían una relación tan estrecha como por ejemplo los Ishida con los Yagami. Ellos solo eran unos conocidos que sabían de la existencia del otro y de lo que los demás comentaban de como eran.

Y aún así…

Suspiró con fuerza, donde se encontraba tan confuso, que no sabía cómo denominar aquello.

Justo en esos momentos, apareció la niña culpable de su confusión. Lo primero que dijo Osamu fue reprenderla por haberse levantado, cuando debería de estar descansando.

-Necesito levantarme. He estado casi cinco días encamada y necesito movilidad en las piernas.

No se trataba de temeridad, ya que incluso había venido abrigada con las chaquetas de su hermano y Osamu. La diferencia estaba que la de su hermano era tan pequeña que la usaba para abrigar mejor la parte delantera de su pecho. Todo lo contrario a la de la de Osamu. Osamu era un año más joven que ella. Pero debido a que era más alto y ancho que el promedio de los niños de su edad, hacía que su chaqueta le quedase un poco grande.

Osamu miró hacia atrás, donde al parecer, Piomon refunfuñaba contra Aki y el resto por la terquedad de su compañera en querer levantarse y dejarla con la misión de que abrigase a Aki. Era como si la digimon no pudiese combatir contra ese carácter que la niña había heredado de su madre.

-Oye… -y aunque Nat necesitaba moverse para no quedar entumecida, se apoyó contra la roca más cercana donde todavía le costaba mantenerse en pie con su propio peso-. Perdona lo de hoy… -dijo ella, escondiendo parte de su rostro entre las chaquetas, denotando la vergüenza que le causaba confesar aquello-…Me refiero a cuando… -sin poder expresar la palabra.

Pero Osamu no necesitó que le dijesen con detalle a qué se estaba refiriendo. Además, él también se sentía bastante atorado cómo para recalcar y pedirle cuentas de porqué se había echado a llorar en sus brazos cuando ni siquiera tenían el título de amigos.

-Tranquila… Aunque, confieso que me extrañó… -sincerándose con la mirada puesta afuera.

La ventisca de nieve ya había parado y ahora solo quedaba nieve y escarcha. Un frío que Osamu mostraba cuando daba bocanadas de aire, dejando escapar el aire gélido que salía de su boca.

Nat vio eso y aunque aún estaba algo afectada por la fiebre, no estaba dispuesta a consentir que otro lo pasase mal por su culpa. Devolviéndole la chaqueta, antes de que el niño se excusara, ella aprovechó para añadir y evitar su negativa.

-La verdad… Es que si lo hice… Es porque, de alguna manera, me transmites confianza… -y el calor de sus mejillas ayudaba a soportar el frío que tenía. Un calor que Osamu compartía, ya que con la chaqueta en la mano, se la quedó mirando sin articular palabra-. No sé… Es que… Te portaste tan bien con Aki y conmigo… Que siento que eres alguien con quién puedo confiar… Como me pasa con Isakiniisan o Takeshiniisan… -añadiendo para no sonar tan evidente.

-Y con Yagamisan también, ¿no?

-Sssí… -arrastrando la ese no muy convencida-. Pero cuando se pone en plan molesto o se pelea con Musuko -perdiendo todo el nerviosismo para hablar con fluidez y molestia- no puedo confiar en él para nada. Es como si tuviera doble personalidad y usa la que le conviene cuando está conmigo. Contigo es distinto…

Al mirarle, se lo encontró con un rostro desconcertado, cómo si no se creyera lo que le estaba diciendo y estuviera contando cosas que no casaban con la personalidad de ella. Como tenía la etiqueta colgada de niña arisca y solitaria que no se relacionaba con ninguna niña de su edad, ni siquiera con las niñas de su grupo, era normal que la gente pensase que era una antisocial que no tenía sentimientos con nadie que no fuese dentro del seno de su familia.

-Es raro, lo sé… Estoy convencida de que habrás escuchado muchas cosas sobre mí, cómo que soy reservada y que tengo una excesiva fijación por mi hermano pequeño… Pero… Aunque te cueste creerlo, eso no es así… Mi madre ya me lo dice muchas veces. Debido a mi timidez, me cuesta expresarme ante los demás y me camuflo con el carácter fuerte que heredé de mi padre… Y bueno… Quizás no me creas y pienses que me estoy victimizando cómo dijo Ford, pero…

-Sí que te creo -cortándola. Y para su sorpresa, obtuvo una amplia sonrisa de su parte.

Osamu ya se había puesto su propia chaqueta y colocando las manos en los bolsillos para entrar en calor, comentó con la mirada puesta en el horizonte.

-No hace falta que expliques cómo eres, porque ya lo sabía -Nat le preguntó cómo era posible que lo supiera-. Mi hermana -empezó con un pequeño escalofrío por el cuerpo a causa del frío- cuando se había marchado de casa, no sé si recuerdas que lo primero había ido a casa de los Kido con su mejor amiga a buscar refugio -aunque personalmente, no veía a Kido Momoko como buena influencia sobre su hermana. Además, como su hermana es muy inocente, la Kido podría manipularla como quisiera-. Pero se ve que al final no estaba muy a gusto con ella, y acabó parando en tu casa.

"Cuando ella había vuelto a casa, reconozco que yo estaba un poco ido y enfadado con ella, Minami había contado las numerosas cosas que había aprendido en tu casa. Y también, no había dejado de hablar de ti, como si no creyese que la Ishida Natsumi que ella tenía entendido que era, fuese alguien sin prejuicios con los gustos raros de la gente y se ofreciera a brindar su ayuda sin pensárselo dos veces mirándola con una sonrisa-. Recuerdo que no había parado, incluso al día siguiente. Y a mí no me había quedado más remedio que escuchar como en el fondo, eres como dices ser: alguien bondadosa pero que le cuesta expresar sus sentimientos."

Nat se había quedado sin palabras. Agradecía que Osamu ahora mirase al frente, porque se había quedado roja como un tomate. Notaba que la fiebre volvía a subirle, y la necesidad de volver a acostarse.

-Pero con lo que te pasó -prosiguiendo- te alejaste de todos, y en cierto modo, es comprensible. Pero para mi hermana, estoy seguro de que le habrás dejado decepcionada, porque empezaba a apreciarte como una gran amiga.

Nat se quedó callada por unos momentos, para luego murmurar.

-Agradezco que me tenga en tanto estima… -solo pudo decir-. Y realmente, siento haberla decepcionado…

-No te preocupes. Estoy convencido de que ahora mismo, estará pensando en la forma de recuperar la amistad que teníais.

El cambio de tema fue tan natural, que los dos se habían olvidado del sentimiento frenético que habían tenido antes. Ahora se sentían relajados y cómodos de estar el uno al lado del otro.

-Oye, ¿te importaría si en lugar de llamarte Ichijouji, te digo Osamu?

-Solo si me dejas llamarte Natsumisan -pidiendo él a modo de condición.

-Hecho.

Para cuando se cumplió el décimo día que llevaban en ese mundo simulado, Nat ya se sentía con la energía recuperada y dispuesta a ir contra el digimon de tipo árbol.

Las ganas que tenía la niña habían animado tanto a Aki, como el hecho de que su hermana empezara a llevarse muy bien con Osamu. El tiempo que habían estado los tres juntos, el hecho de poder participar activamente en la recuperación de su hermana mayor, le habían animado por completo, así como a querer ayudarles de alguna manera en la lucha contra Cherrymon.

Siguiendo el mapa que tenían en la aplicación de su dispositivo, y con sus digimon ya en el nivel seijukuki, no tardaron mucho en alcanzar al digimon.

Saberdramon y Redbeetlemon estaban listos para pelear. Y aunque el digimon árbol había tratado de emplear la misma técnica otra vez contra los niños para confundirlos. En esta ocasión, estaban con la confianza en la mano y sin dudas ni pensamientos negativos. Algo que alegraba tanto a Aki, como para sonreír de felicidad y que su cuerpo brillase y causase automáticamente la digievolución de los dos digimon. Un hecho que había sido visto por Ichijouji Osamu y a reconocer aquella luz. Había sido la misma que había brillado cuando había dejado de estar poseído por aquello extraño.

Sin embargo, aunque se trataban de dos digimon de nivel kazentai contra un kazentai de nivel común, el hecho de que Gennai y el resto de los agentes, lo hubiesen seleccionado para que un grupo de tres digimon kazentai lo derrotasen, no era para concluir que siendo dos contra uno, pudiesen vencerle.

El digimon había digievolucionado al nivel kyuukyokutai. Pero su nivel seguía siendo tan bajo en comparación con otros digimon del mismo nivel. El combate había estado casi igualado, solo hasta que sucedió algo que causaría que el digimon de Osamu volviera a convertirse en digihuevo.

.

Poco después de que regresasen al Mundo Digimon y antes de cenar, Osamu tenía en sus manos el digihuevo de su digimon, esperando que con sus cuidados y el cariño que le daba al frotarlo, pudiera hacer que renaciese pronto.

Estando sentado en un lado y apartado de los demás, tuvo la visita de su hermana y de Penguinmon. Ambos se habían acercado preocupados y sin saber qué decir para consolar la pérdida de uno de los suyos. Osamu, intuyéndolo, les tranquilizó con una gran sonrisa.

-No os preocupéis. Pronto volverá a renacer.

El hecho de que les hablase como aquel niño bondadoso de antaño y con una mirada que no irradiaba maldad, hizo que ambos se mirasen entre sí, preguntándose una vez más qué es lo que había pasado.

-Oye, hermano -dijo Minami sentándose de rodillas e inclinándose hacia él para mirarle con atención-, ¿estás bien?

-Claro. Ya os he dicho que Dokunemon volverá a aparecer -malinterpretando su pregunta.

Esa no era la razón por lo que la niña le preguntaba si estaba bien. Pero abordar el tema, era como hurgar en la herida. Y Minami temía, que si lo hacía, aquel Osamu tenebroso podría volver.

-Por cierto hermana -con la mirada puesta en el digihuevo-, deberías dejar de preocuparte respecto a Natsumisan -Minami parpadeó varias veces sin entender de qué hablaba-. Quiero decir, que ella no tendrá problemas en aceptarte y considerarte como una amiga como antes.

Minami que observaba a su hermano, abrió la boca por completo al visualizar algo de carmín debajo sus mejillas.

-¡¿No me digas que estás interesado en Natsumi?! -proclamó Minami tan alto y sin ningún tapujo, que alteró a Osamu y a preocuparle de que alguien lo escuchara.

Cerrándole la boca, le pidió discreción. Algo complicado cuando su hermana era pura locura. Ella al tener la boca tapada, con señas, le prometió no volver a vociferar y le pidió que le soltara. Pues algo como eso, debía saber cómo, dónde, cuándo y por qué su hermanito había acabado metiéndose en el harem de la famosa Ishida Natsumi.

-Tampoco es que esté interesado en ella como Yagami o Motomiya -reconocía él. Minami se había sentado a su lado con Penguinmon al otro lado, el cual estaba más enfocado en el estado de su hermano digimon que en el chisme que quería saber Minami-. Pero, es cierto que hay algo.

-A mí me encantaría que Natsumi y tú estuvierais juntos -comentó ilusionada donde la mente de la niña empezaba a fantasear por lo alto, hasta que se acordó del resto de harem de la Ishida-. Pues vas a tener que sudar mucho, para poder conseguirla. Quizás, Shinsan y el idiota de Musuko no tengan esperanzas. Pero Tojisan va a ser un rival muy duro. Son amigos de la infancia y se llevan muy bien.

-Puede, pero… No es por fanfarronear, pero creo que yo tengo más posibilidades que él.

-¡¿Qué quieres decir?! -volviendo a gritar incrédula.

Una mirada de su hermano bastó para pedir disculpas por dejarse llevar por sus exagerados impulsos.

-Perdón, perdón, te prometo que no lo volveré a hacer -decía ella con las manos juntas a modo de disculpa-. Pero, ¿por qué crees eso? -y ante la multitud de locas ideas que pasaron por su mente, solo quiso saber cuál de todas ellas era la correcta- ¿Es que pasó algo especial entre vosotros en el mundo simulado?

Osamu la miró con atención. Luego a su digimon, y después, al escuchar la voz de sus amigos, pudo encontrar cómo Natsumi no solo estaba rodeada por sus primos y sus digimon, sino que Toji no parecía dejarla a sol y a sombra. Incluso le pareció que el Yagami le lanzaba una mirada llena de ira y molestia, después de eso, se apegó más a la Ishida.

-Nada. Quizás solo hayan sido imaginaciones mías -comentó con un profundo suspiro.

Minami no entendió porqué su hermano se había puesto tan deprimido de repente. Mirando hacia el frente, descubrió al grupo de los Ishida con Toji, donde no dejaba de hablar muy íntimamente con Natsumi.

Considerando a Toji como el rival más duro de pelar, Minami tomó una decisión.

-¡Anímate, hermano! Puedes contar conmigo. Porque si me acerco a Natsumi, tú, como hermano mío, estarías a mi lado y tendrías oportunidades para hablar más con ella.

-Gracias, hermana -siendo, quizás, una de las mejores ideas que su hermana había tenido.

.

Las quejas de Minami hicieron que Osamu dejase el pasado atrás para centrarse en el presente. Un presente donde había sido un tremendo error estar caminando con la guardia baja. Pero las palabras de Toji, lo habían aturdido tanto, que no podía evitar recordar en qué momento, Ishida Natsumi se había vuelto importante para él.

Ella iba justo delante de ella, cargando todavía a su hermano pequeño. De no ser por su hermana que se quejaba de las tres largas horas que llevaban caminando, no se percataría de que al llevar a Aki cargándolo durante tanto tiempo, empezaría a cansarla.

-¡Es que ya llevamos andando mucho tiempo! -exclamaba Minami ante la paciencia que le pedía Penguinmon.

La rareza de Minami era algo que casi todos compartían. De hecho, ante el silencio roto por la mayor, los dos hermanos que encabezaban la marcha, empezaron a murmurar de lo extraño que les parecía la situación.

Con el grupo de delante que empezaba a charlar, casi todos acabaron haciendo lo mismo. Kazumi empezó a hablar en alto, donde solo Misato. Honeymon y Upamon la escuchaban. La niña intentaba pensar sobre quién sería el siguiente del grupo y si a quién le tocase, tendría que vivir una situación similar a la que había sufrido Misato. Minami que estaba un poco más atrás, si ya estaba nerviosa por el tiempo pasado, que se le sumase la posibilidad de enfrentarse a su padre o a su madre, era algo que no quería.

Shin que también lo había escuchado, empezó a hablar entre tartamudeos, aludiendo que esperaba que no fuera así, así como a desear que su turno se prolongara bastante. El tiempo suficiente para, por si Gennai y los suyos daban conseguido crear los nuevos dispositivos y enviárselos a sus hermanos y al resto de adolescentes. Así, no tendría que batallar solo, o en todo caso, no tendría ni que luchar.

Nat por su parte, no decía nada. No quería pensar en la posibilidad de un enfrentamiento con el holograma de su padre o de su madre. Sus pensamientos estaban más centrados en desear que Aki no fuera el siguiente. Con su digimon en la primera etapa del younenki, no estaba capacitado para enfrentarse a un digimon. De hecho, el corazón le latía a mil ante la posibilidad de que su hermano fuese el próximo.

Tras haber manifestado parte de su poder como uno de los cuatro digielegidos especiales, estaba claro que el enemigo le prestaría más atención y a neutralizarlo de inmediato. Piomon sostenía a Punimon, por lo que si Aki fuese el siguiente, a fuerza tendrían que participar ellas dos también.

Eso no era lo único que pensaba la niña Ishida. Pues, por otra parte, empezaba a sentir sus brazos entumecidos de llevar tanto tiempo a su hermano en brazos. No es que su hermano fuese pesado, pero a sus once años sostener durante más de tres horas a un niño de ocho años no era algo que ningún niño pudiese realizar.

Sus brazos empezaban a perder fuerza, por lo que no dejó de hacer movimientos bruscos constantes, buscando la posición más cómoda. Aki que todavía estaba medio debilitado, se había dado cuenta de la carga que suponía para su hermana. Con voz débil la había llamado preocupado, pero ella fingió una sonrisa al responderle.

Atrás de todos, se encontraban los hijos de los dos antiguos líderes. Con casi todos hablando, Musuko podía soltar rienda suelta a su parloteo para no comerse la cabeza con el asunto de aquel medio hermano que, indirectamente, había matado.

-¿Quién creéis que pueda ser el siguiente? -preguntaba en alto tanto a Toji como a los dos digimon.

-Quien sabe -murmuraba Fireagumon sin mucha idea.

-Si nos toca a nosotros, no te preocupes, Musuko, que ganaremos en un abrir y cerrar de ojos -manifestaba Veidramon con los manos en forma de puños dispuesto a batallar.

-¡Eso es verdad! ¡Después de todo, somos los hijos del anterior líder! -le seguía Musuko, aliviado de poder contar con la confianza de su digimon.

-Nosotros también somos hijos de un líder -se quejó Fireagumon.

-Ya, pero nosotros somos del último líder -presumía Musuko.

El estar discutiendo sin que Toji participase, fue algo que llamaba la atención del niño y de los dos digimon. De hecho, cuando lo observaron con cara de extrañados de que estuviese tan callado, se lo encontraron con la mirada puesta al frente y con una cara tan seria que no parecía el Toji de siempre.

Fireagumon, más preocupado que los otros dos, no tardó en hacerle la pregunta. Toji al escuchar su nombre de boca de su digimon, fue como si hubiese despertado de algún trance y a contestar con que no pasaba nada. Luego de un rato de silencio y observando cuidadosamente los actos de Osamu y de Nat, sin decir nada, se adelantó varios pasos.

-Oye, Toji -le llamaba Musuko sin entender cómo es que rompía la formación así sin más.

Pero Toji no había hecho caso de su amigo/rival. Pasándose entre sus amigos, se acercó hasta Natsumi, provocando que todos se detuvieran para decir.

-¿Quieres que cargue yo a Aki?

La pregunta de Toji hizo que Nat se pusiera nerviosa y a no querer contestarle, por su resentimiento hacia él.

-Es que llevas ya mucho tiempo cargándolo, y me he dado cuenta de que eso empieza a cansarte y no haces más que fingir que estás bien.

Nat tendría que decirle que cargar a su hermano no le producía cansancio. No quería herir los sentimientos de su hermano. Pero era el resentimiento contra él, lo que le impedía decir lo que realmente pensaba. Además, no podía dejar a su hermano en sus brazos, después de cómo le había gritado el día anterior.

-Creo que… Toji tiene razón -pronunció Aki débilmente, dándose cuenta de que lo que se imaginaba era cierto y no mentira cómo su hermana le había hecho creer hace unos segundos.

Nat seguía sin decir nada. Parecía estar debatiéndose consigo misma, donde de ninguna manera quería cederle a su hermano a Toji. De hecho, miró de reojo hacia atrás, como si esperase que alguien más se ofreciera también voluntario para cargar a Aki, especialmente, Osamu. Pero éste no le devolvía la mirada.

-Pero así, se rompería la estrategia de Isakiniisan -objetó ella como excusa para que Toji no lo cargara, y pudiera hacerlo otro de los que estaban en el medio.

-No hay problema -objetó Isaki mirando hacia atrás-. Tú podrías sustituir el lugar de Toji.

-Tu digimon es de fuego como Fireagumon y Veidramon -recordó Earmon que también había visto los datos de la pequeña Kazumi.

-Y tengo entendido que hay buena compenetración entre Piomon y Veidramon -añadía Takeshi medio burlón esperando molestar así a su primo sin darse cuenta que ese efecto no había surtido en el Yagami.

Con sus primos de lado de Toji apoyándolo, Nat no tuvo más remedio que cederle a su hermano, así como Piomon a Fireagumon al tenderle al pequeño Punimon. Sin muchas ganas, la niña se colocó en la retaguardia, donde la cara de Musuko estaba iluminada de la felicidad de poder estar al lado de su querida Natsumi.

Musuko pensaba que el hecho de que Toji cargase a Aki era para ganar puntos sobre Natsumi, pero al final, el beneficiado en esa situación, era él al poder estar asolas con ella.

La cara de felicidad contrastaba con la tristeza que tenía la rubia, donde se sentía algo decepcionada. Cuando Musuko le habló, ella apenas le prestó la mínima atención. Solo se dedicó a mirar el frente y las espaldas que tenía en su campo de visión. Se fijó en cómo Toji trataba de hablar con su hermano pequeño para animarlo, y aprovechar el momento para disculparse por lo que le había dicho el día anterior.

-Estaba un poco nervioso por algunas cosas, pero espero que me perdones -le decía con una pequeña sonrisa.

-Claro que… que te perdono -le dijo Aki donde, al contrario que su hermana, no podía albergar ningún rencor hacia nadie.

Nat observaba eso, pero tuvo que dejarlo a un lado, para percatarse de que Musuko había empezado a abrir una conversación con ella.

-No te preocupes por el chavalín. Ya ves que está en buenas manos.

-Lo sé -respondió ella, donde ahí sí que tenía darle la razón.

-Y en cuanto a las pruebas que debemos atravesar, no hay de qué preocuparse. Seguro que podremos afrontarlas si estamos todos unidos -hablaba Musuko sin parar-. Ya has visto que el digimon de Hida no tardó ni un minuto en eliminar a Metaletemon.

-Pero solo era un sicario de Metamorfosismon -le recordó Piomon.

-Pero no se puede comparar la debilidad que parecía tener Metamorfosismon con Metaletemon -objetó Veidramon.

-Eso es cierto. Además, solo hace falta que nuestros digimon alcancen el nivel kyuukyokutai para ganar.

-Sí -decía Nat. Si el digimon de Misato se había convertido en algo increíble, entonces, los suyos también deberían de serlo porque eran mucho más ofensivos en sus siguientes evoluciones-. Así podríamos salvar a nuestros padres.

-Y por supuesto que lo conseguiremos -añadía Musuko con total convicción-. Ya verás cómo esta misma noche estaremos con ellos -seguía con su exceso de ánimo, como si quisiera convencer a Nat de que nada malo ocurriría.

-Eso espero -decía Nat sin mucho convencimiento.

Pero Musuko continuó animándola, así como a declarar que si algo malo sucedía, él estaría ahí dispuesto a ayudarla en lo que hiciera falta.

Aquella conversación desde luego empezaba a rallar un poco a Satoshi, que tenía ganas de interponerse y humillar a uno de sus rivales. Pero si lo hacía, sonaría muy poco creíble, sobre todo, después de lo que le había dicho hace dos noches. Estaba claro que dijera lo que dijera, Nat no lo iba a tomar en cuenta y el Motomiya volvería a lanzarse contra él.

Por otro lado, estaba Shin que si no sacaba un poco más de valor y confianza, no podría contra los mayores rivales que eran Musuko y Toji.

Y finalmente, se encontraba Osamu que tenía todo por partida doble. Delante, se encontraba Toji charlando amenamente con aquel niño, demostrando esa amistad que había sido cultivada durante tantísimos años; y por detrás, a Musuko que no paraba de sostener el buen ánimo en Nat, donde ella, poco a poco, empezaba a mostrarse como se sentía en realidad.

El recuerdo de cuándo habían estado juntos en el mundo simulado, donde ella le había dicho que no podía sincerarse de corazón con nadie más que con él, le parecía un gesto hipócrita.

Toji tenía razón. Él no la conocía muy bien.

Menos mal que le había mentido y cedido a alguien que sí estuviera dispuesto a cualquier cosa por ella.

Porque… … …ella no era alguien digna para que se la mereciera.

.

-Parece que la semilla vuelve a brotar. ¡Es la hora!

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Ante el silencio sepulcral que tenía Osamu, Minami lo miró de reojo con ligera preocupación. Su rostro apenas era visible, pero cuando se percató en cómo sus ojos volvían a empequeñecerse como hace unos días, la niña se detuvo. Se frotó con la manga los ojos, pensando en que estaba viendo visiones. Y cuando volvió a mirar a su hermano.

-¡Hermano!

El grito desesperado de Minami, hizo que todos se sobresaltaran de la sorpresa y mirasen en su dirección, descubriendo algo alarmante. Osamu y Minomon habían desaparecido.

-¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Dónde están?! -preguntó Penguinmon mirando hacia todos lados, como si esperase que estuvieran cerca.

Earmon y Tsukaimon se colocaron delante de sus compañeros humanos en pose ofensiva, preparados, a sabiendas que eso tendría que ser una trampa del enemigo. Debido al largo tiempo, se habían ido descuidando.

-Creo que hemos bajado demasiado la guardia -pronunciaba Takeshi airado.

Todos se habían detenido y observaban a su alrededor con especial atención y buscando al Ichijouji extraviado. Isaki les comunicó que se apegaran y estuvieran juntos.

-Pero… ¡Mi hermano! ¡Tenemos que buscarlo! -hablaba Minami tan desesperada como asustada.

-Tranquila, no pueden hacernos nada. Nos necesitan vivos para la prueba.

-Quizás -objetó Kazumi como si una idea se le hubiera venido a la mente-, pero en el mapa solo habían aparecido once puntos y solo somos doce -el hecho de enfocarse en la hoja que había obtenido Misato y en cerciorarse en protegerla, había hecho que no investigase con atención el mapa y descubrir que había algo en él que no cuadraba. Pero las malas suposiciones siempre llegan en el momento de la tragedia.

Minami ante las palabras de Kazumi se había alterado mucho más, y rompiendo la formación, había corrido y gritado el nombre de su hermano.

Isaki le dijo que regresara. Sin saber muy bien qué hacer en esa situación, dejó a su hermano al cargo y corrió tras ella.

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Osamu y Minomon habían sido trasladados a un mundo blanco, donde el suelo estaba recubierto de símbolos de datos digitales.

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estamos? -preguntaba Minomon mirando a su alrededor y buscando a su hermano digital y al resto.

Osamu no estaba asustado, pero sí dispuesto a combatir en solitario si era necesario. Colocando el puño frente a su rostro, mostrando su dispositivo, estaba decidido a activarlo si algún elemento extraño aparecía.

-Hola pequeño -pronunció una voz de hombre adulto a sus espaldas-. Es un placer conocerte.

El niño se giró de inmediato y Minomon se colocó delante de su compañero. Puede que su etapa fuese la de un bebé, pero podría dar guerra si era necesario.

Lo que vieron fue a un humano de unos treinta y algo de años. Su cabello estaba desaliñado y sonreía con tanta confianza, como si no temiera el poder de un digimon.

-Ojos azules y pelo púrpura -analizando al niño de arriba abajo-. Sin duda has heredado ambos rasgos de tus padres. Aunque viéndote mejor, te pareces más a tu padre que a tu madre.

-¿Quién eres tú? -volvió a preguntar Minomon, desconfiando más de ese hombre adulto que parecía conocer a los compañeros humanos de sus padres digimon.

-Aunque dijese mi nombre, seguro que no serviría de nada. Pero si tanto insistes en saberlo, mi nombre es Hatano Katsuya.

Desde luego un nombre que les sonaba a chino. El gesto de confusión hizo reír a Katsuya.

-Es lógico que no me conozcáis, después de todo, digamos que soy… -colocando un dedo sobre el mentón, pensando en qué palabra utilizar, hasta que se le vino una muy ingeniosa-. El primer amor de Miyakosan.

-¿De mi madre? -preguntó Osamu más confundido. Que él supiera, para su madre solo había existido un único amor y ése había sido su padre. En los libros de Ishida Takeru quedaba bien especificado ese detalle.

-Pues a no ser que tengas otra madre que se llame Inoue Miyako -se burló Katsuya-. Vaya, ¿no me digas que ignorabas que tu madre hubiese estado enamorado de otro, aparte de tu padre? -añadiendo con una sonrisa y acercándose demasiado a Osamu.

-¡¿Y qué más da eso?! -objetaba Minomon, donde si fuera verdad, era un tema que no tenía ninguna relevancia en ese presente en el que vivían.

Aquel sujeto irradiaba maldad y algo le decía que se la pasaba divirtiéndose a costa de los demás. El pequeño digimon se acercó a su compañero, y con su poca fuerza, forzó al humano a que se alejara de Osamu.

-Bueno -Katsuya retrocedía más por sí mismo que por Minomon-, a mí no me gustaría que me mintieran diciéndome que solo existió un solo hombre en la vida de mi madre. ¿Por qué tendría que mentirme? Eso solo genera mi desconfianza hacia ella.

-¡Si se trata de un canalla como tú, con razón Miyakosan no habrá querido hablar a Osamu de ti! -seguía protestando Minomon en defensa a sus palabras.

Osamu no decía nada. La semilla que había vuelto a florecer en su interior, hacía que sus sentimientos negativos lo controlasen sobre la lógica.

-Tengo entendido que tu hermana, Minamichan, lo sabe. Que lo sepa la cabeza hueca de la familia es algo que debe doler -dijo Katsuya echando más sal a la herida.

-Eso… -y Minomon no encontró con qué rebatirlo.

-La niña que es la copia a carbón de su madre; La que no para de meterse en líos; La que saca unas notas vergonzosas; Y curiosamente, es la más querida por sus padres. No me extraña nada. Siendo parecida a Miyako, es lógico que tu padre sienta predilección por ella.

-¡Eso es mentira! ¡Kensan y Miyakosan quieren a sus tres hijos por igual! -bramó Minomon- ¿Verdad que sí, Osamu? ¡Díselo! -volteándose para ver a su compañero, pero se asustó al ver una extraña flor oscura sobre su cabeza.

-¡Ohhh! ¡Esa debe ser la famosa flor de oscuridad que aparece tras sucumbir a los sentimientos negativos! -exclamó con satisfacción-

-¡Tú! -acusaba Minomon- ¡Tú lo has provocado!

-Yo no he hecho nada -declaró despreocupado-. Solo he dicho la verdad. Osamukun es un excelente estudiante con increíbles calificaciones y un niño obediente que hace todo lo que le manden sin protestar. Y aún así, no tiene ni una pizca de atención o cariño de sus padres. Solo me queda pensar, que no lo quieren. Y eso tendría sentido después del nombre que sus padres le pusieron. Un nombre de una persona que ha muerto a causa del deseo de Ichijouji Ken -hablando con tanto énfasis como si quisiera dejarlo bien claro- Porque si te ponen el nombre de alguien que ha muerto y no querido, eso solo significa que quieren verte muerto también.

Las palabras de Katsuya empezaron a trastornar a Osamu, donde ráfagas de luz oscuras habían empezado a envolverle. Minomon había empezado a verse afectado por el cambio que estaba pasando su compañero y a pedirle que se detuviera. Aquella terrible oscuridad que amenazaba con entrar al cuerpo de Osamu, hacía que luchase contra la poca luz que quedaba dentro de su cuerpo.

Su cabeza empezaba a dolerle, ante la resistencia de luz y de oscuridad que se formó dentro de él.

Pero Katsuya, que tenía todos los datos necesarios gracias a Yggdrassyl, lo remató con las siguientes palabras.

-Todos quieren verte muerto. Sino, ¿por qué todos te traicionan? ¡Tu padre! ¡Tu madre! ¡Tu hermana! ¡E incluso ella! ¡Esa niña que habías empezado a amar!

El recuerdo de todo cuánto había hecho por aquellos que había querido, como nunca había obtenido unas palabras amables hacia él, así como la traición mencionada, fue el detonante para que lanzase un grito desgarrador y la luz oscura se incrementase, envolviendo su cuerpo por completo y engullendo a Minomon, que solo pudo murmurar en un hilo de voz el nombre de su compañero humano.

.

La desesperación que sentía Minami era tan exagerada, como para que incluso no pensara en lo que provocaría el alejarse de sus amigos. Penguinmon, con sus pequeñas patitas, trataba de ir tras ella para detenerla. Aunque el digimon estaba preocupado por su hermano digimon y su compañero, su principal preocupación era su compañera humana.

El digimon vio cómo Isaki y Earmon lo habían adelantado, frustrando al pequeño digimon de no poder ser tan ágil como ellos.

Si al menos pudiera digievolucionar…

El ver cómo Isaki y Earmon iban persiguiendo a Minami, que solo estaba preocupada en saber de su hermano, hizo que Toji dejase en el suelo a Aki y animó a Fireagumon a ir tras su primo para ayudarlo.

Takeshi al ver cómo su primo también se alejaba, de inmediato miró hacia atrás, observando cómo Aki y Tsunomon estaban solos.

-¡Será idiota! -aunque las intenciones de Toji eran buenas, tenía que imaginar que no podía dejar solo al más pequeño.

Y entonces, sucedió lo inesperado.

Minami se dio de golpe y porrazo contra algo invisible.

Isaki y Earmon se habían detenido de repente, y los dos compartieron la misma idea en mente.

-No me digas…

-¿Está dentro del cubo?

Penguinmon que en ningún momento se había rendido de ir tras su amiga, había seguido corriendo, y ante la sorpresa de Isaki y Earmon vieron cómo Penguinmon había podido llegar hasta ella sin problemas.

¿Qué significaba eso?

Entonces, Isaki y Earmon escucharon la voz de Toji y Fireagumon llegando hasta ellos. Cuando los vieron, lo primero que pensó Isaki fue en la imprudencia que su primo había cometido. Y al mirar hacia dónde estaban los demás, los encontró desaparecidos también.

Antes de que Isaki o Earmon pudieran clamar su desaparición, Toji y Fireagumon también desaparecieron delante de sus narices, y posteriormente, sucedió lo mismo con ellos.

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Minami que trataba de recuperarse del golpe, con un dolor tremendo en la nariz, se encontró con Penguinmon que la llamaba una y otra vez.

La niña se quejó del mamporro que se había dado, donde la nariz y la cabeza le dolía horrores, pero al mirar a su alrededor, se percató de que estaba completamente sola.

-¡¿Y los demás?! ¡¿Dónde están?! ¡¿Qué le han pasado?!

Estaba tan desesperada, tan asustada que cuando se dio cuenta de que estaba atrapada en el cubo, se sintió palidecer.

En lo alto del cubo se visualizó un emblema, el de la perseverancia. Y Minami tuvo claro que ella era la siguiente para la realización de la segunda prueba.

La mágica aparición de Oroguram fueron las evidencias suficientes para ver qué no estaba equivocada.

Cogiendo a Penguinmon lo abrazó con fuerza, donde no podía creerse que le tocase en el segundo turno.

Ni siquiera se había preparado mentalmente.

Además, ¿luchar a muerte?

¿Cómo iba a hacerlo?

No quería.

¿Y qué pasaba con su hermano?

¿Y con sus amigos?

¿Es que acaso iba a luchar sin tener a nadie apoyándola cómo habían hecho con Misato?

-Bienvenidos, bienvenidos -gritó Oroguram efusiva saludando a la nula afición-. ¡Con todos vosotros, la segunda prueba de este gran juego!

Lo que Minami y Penguinmon vieron fue unas manos mágicas que aplaudían y el sonido de un aplauso expectante a ver la prueba que Oroguram presentaba.

Penguinmon que sentía el miedo de su amiga, tanto de estar en la prueba como por la desaparición de sus amigos, miró con ira a aquel extraño ser.

-¿Dónde están Minomon y los demás? ¿Qué hiciste con ellos?

-Solo tomé una pequeña precaución -y chasqueando los dedos, pudo ver cómo todos sus amigos habían vuelto, pero encerrados en pequeñas cápsulas. Lo que aliviaba al digimon era ver que los niños estaban acompañados de sus respectivos compañeros digimon. Pero al notar la falta de su hermano digimon y de Osamu, la impaciencia le rodeó para preguntar por ellos.

-Eso es un secreto -contestó Oroguram con un guiño coqueto-. Pero no os preocupéis que las cápsulas dónde están encerrados son inofensivas. Es solo evitar esas cosas llamadas ánimos o lucha conjunta… ¡Vamos! Para evitar que aúnen fuerzas para daros ánimos.

¡Mentira!

Fue lo primero que habían pensado los niños y digimon.

El objetivo claro de ese digimon era para anular el poder especial que poseía Aki.

Éste se encontraba más agotado de lo habitual y empezaba a respirar con fuerza como si le faltase el aire.

Natsumi al verlo quedó preocupada y horrorizada de ver a su hermano pequeño en ese estado y no poder hacer ni siquiera estar a su lado.

Ella no fue la única en verlo, sino que Isaki y Takeshi también lo habían visto. Earmon airada le preguntó porqué Aki y Punimon se veían tan mal.

-Yo no tengo la culpa de ello -negó con toda naturalidad como si realmente no fuese la culpable de lo que les pasaban a los más pequeños.

Algo que desde luego nadie se creía. Y entonces, sucedió que Isaki y Earmon empezaron a sentirse un dolor terrible en el corazón y a no poder respirar bien.

Takeshi observando cómo no solo su primo, sino que también su hermano mayor se encontraba en el mismo estado, no pudo aguantar más su ira para chocar con sus puños el borde de la cápsula y gritar a Oroguram.

-¡Maldita miserable! ¡¿Qué estás haciendo?!

-En serio que yo no tengo la culpa -volvió a decir Oroguram protegiéndose con las palmas de la mano al frente, mostrando una sincera inocencia-. Quizás la culpa de que estén así, la lleve el oponente de la niña de la Perseverancia. Después de todo, es un ser consumido completamente por la oscuridad. Y ya se sabe que las cosas oscuras no se llevan bien con los seres llenos de luz. Dependiendo de la voluntad de uno, la luz puede parecer débil ante la oscuridad y viceversa.

Aki al ser uno de los cuatro digielegidos legendarios estaba repleto de luz, mientras que Isaki, había heredado el emblema de la luz. Por lo que la causa de que se sintieran en aquel estado era, cómo Oroguram había dicho, la presencia de un ser consumido por la oscuridad.

-Supongo que volverán a estar bien si la niña de la Perseverancia lo mata -declaró Oroguram como solución al estado de Isaki, Aki y sus digimon.

Con esa tremenda responsabilidad añadida, Minami no pudo escaquearse de una prueba que lucía más peligrosa que la que había tenido Misato.

En serio que quería huir, y meterse bajo las sábanas de su cama y llorar durante horas y horas. Pero no podía hacerlo.

Ya no era solo el hecho de que tenía que enfrentarse a alguien y matarlo, sino que le habían incluido la tarea de que en sus manos estaba la vida de dos de sus amigos.

Viendo como Natsumi llamaba a su hermano y a su primo desesperados; La ira de Takeshi viendo a su hermano y culpando a Toji de que terminasen de esa manera; Provocó más temor y a querer que la tierra se la tragara.

No estaba capacitada para luchar.

Ya no estaba en un mundo simulado, donde si perdía, no importaba.

Aquello era la vida real. Y sus amigos corrían auténtico peligro de muerte.

Entonces, sintió las alas azules de su digimon posándose sobre las suyas, y el valor que su digimon le transmitía para animarla.

-Todo irá bien, Minamisan. Confía en mí.

La mirada de su digimon, un digimon pingüino que apenas tenía el poder para enfrentarse a enemigos de su misma etapa, lograron que de sus ojos miel saliesen lágrimas.

¿Y si le pasaba algo a Penguinmon?

¿Y si lo veía torturar cómo le había sucedido a Misato con Metalkentromon?

-Vamos, vamos -le dijo Penguinmon sin abandonar su confianza y apartando sus lágrimas de sus ojos-. Recuerda que si estamos aquí es para que puedas cumplir con lo que más deseas. ¿O ya lo has olvidado?

Claro que no. Pensaba la niña.

Su meta principal era rescatar a sus padres para pedirle perdón a su madre.

Frotándose los ojos para que las siguientes lágrimas no apareciesen, Minami se levantó y antes de que anunciasen el comienzo de la prueba, hizo que Penguinmon digievolucionase hasta el nivel kazentai.

Oroguram al verlo, fingió una falsa sorpresa.

-Eso lo llamo yo alguien impaciente -viendo cómo el digimon no había perdido el tiempo en digievolucionar al último nivel que podía llegar-. Pero ya que estamos preparados, ¡COMENCEMOS CON LA SEGUNDA PRUEBA!

Y otra vez esas imágenes de manos y sonidos de gente aplaudiendo.

Minami, gracias a las palabras de su digimon lucía convencida y decidida a combatir y salvar a Aki y a Isaki. Pudo escuchar, cómo Misato y Kazumi la animaban desde la pequeña cápsula, así como el comentario de que no se dejara engañar por ilusiones.

Jatayamon que estaba de pie, esperando con paciencia a su adversario, se encontraba tranquilo y con los brazos cruzados. Su capa de plumas bailaba en un suave compás, donde el aire parecía ir a su favor.

Pero esa corriente se volvió en contra de ellos, donde el largo cabello de Minami bloqueó su campo de visión. Jatayamon no se amedrentó cuando un agujero oscuro había aparecido ante ellos. Seguramente, allí aparecería aquel ser cubierto de oscuridad con el que tenía que pelear.

Se escucharon sus pasos. Unos pasos confiados y seguros. Jatayamon descruzó los brazos para mostrar sus puños. Empezó a verse la silueta de dos figuras. Una parecía la de ser pequeño y la otra la de un ser mucho más grande que él. Por la forma, el pequeño se parecía a un niño humano mientras que el otro a un gran y extraño insecto.

Cuando ambos salieron a la luz, más de uno había quedado boquiabierto.

Se trataba de un niño humano y de un digimon.

Un niño que muchos tardaron en reconocer.

¡Era Osamu!

Sin embargo, habían muchas cosas en él que lo hacían irreconocible.

Se había cambiado de ropa. Su cuerpo entero estaba recubierto por una especie de mono color púrpura que parecía sacado de las películas futuristas. Tenía alguna tonalidad blanca por el pecho, las mangas y las piernas, y un cinturón negro con una hebilla dorada en el centro. Sus manos estaban enguantadas por guantes negros con una especie de tornillo envolviéndolo al igual que en sus tobillos. Llevaba unas curiosas gafas oscuras con borde dorado, donde a pesar de todo, podía visualizarse una mirada maligna. Pero lo que más llamaba la atención era su pelo. Era como si se hubiese metido los dedos en un enchufe haciendo que se viera alborotado como el de Toji o Musuko.

Detrás de él había un digimon parecido a Redbeetlemon, pero su forma, se asemejaba más a la de un ciborg. Sus ojos no estaban visibles, y los colores grises y negros imperaban por todo su cuerpo.

-Es Machinebeetlemon -pronunció Natsumi con los ojos en blanco sin creerse que aquella persona fuese Osamu y causante del malestar que sufrían su hermano y su primo.

Takeshi que también lo observaba, se encontraba sin habla. La vestimenta que tenía Osamu, era casi la misma que su padre había descrito cuando había hablado de Digimon Emperador. La forma malvada que había asumido Ichijouji Ken, cuando había sido consumido por la semilla oscura.

¿Sería posible que ahora su hijo siguiese sus mismos pasos?

En cuanto Kazumi había escuchado el nombre de aquel digimon, no tardó ni dos segundos en visualizar con su dispositivo los datos del nuevo digimon.

Lo que la niña y su digimon leyeron fue que aquel digimon estaba en la etapa kazentai y que era de atributo virus. Era de tipo ciborg y el nombre de su ataque era tan común, que estaba convencida de que el nombre era solo una apariencia y en realidad era muy potente.

Minami y Jatayamon observaban boquiabiertos a los oponentes a los que tenían que enfrentarse, sus hermanos ni más ni menos. Oroguram lo confirmó al presentar a ambos oponentes.

-En el lado derecho, representado al emblema de la perseverancia, tenemos a Ichijouji Minami con su digimon, el increíble Jatayamon. Y en el lado izquierdo, representando al emblema de la bondad, está Ichijouji Osamu con la máquina de matar de su digimon, Machinebeetlemon.

Los pocos que no habían reconocido a Osamu, como era el caso de Musuko, Shin y Satoshi, se habían quedado a cuadros y sin entender.

-¿Qué significa eso? -preguntó Veidramon.

-¿Qué no se supone que en estas pruebas cada poseedor de emblema tenía que batallar contra uno de los vuestros? -bramó Musuko dirigiéndose a Oroguram.

-Y así es. Pero como tenemos falta de personal, se nos ocurrió que en vez de mandar a otro debilucho con un digimon, como pasó con Metamorfosismon y Metaletemon, manipular a uno de los vuestros para que nos haga el trabajo -contestó Oroguram como si fuera lo más sensato.

-Pero… pero… Enfrentarse a un hermano, es una crueldad -manifestó Misato mirando a Minami que estaba blanca como el papel. En su caso, no estaba frente a una figura paterna creada por algún holograma, sino ante su hermano de carne y hueso que había sido poseído por la oscuridad y que hacía sentir mal a Isaki y a Aki.

-Querida, después de la guerra que nos distes, tuvimos que ponernos serios y emplear un método más impactante.

¿La estaba culpando?

Se preguntó Misato horrorizada.

Que Minami y Osamu se enfrentasen, ¿era por su culpa?

-¡Eso solo son chorradas y excusas! -gritó Tsukaimon-. ¡Vosotros sois los que tenéis secuestrados a mis papás y a los demás! ¡No nos vengáis con cuentos ahora para confundirnos!

Las palabras del digimon de Takeshi, tranquilizaron un poco a Misato, así como cuando él le dedicó una mirada, como diciéndole que ella no tenía la culpa de nada.

Y harto de tanta espera, Machinebeetlemon se lanzó contra Jatayamon en un rápido y veloz ataque, que lo tumbó al suelo.

La sorpresa de Minami, así cómo ver a su digimon en el suelo, rompieron la conversación existente, así como a que Oroguram promulgara su molestia de que empezasen sin que hubiera dado la señal de inicio.

-¡Cállate! -le ordenó Osamu con voz tan gélida que producía escalofríos- ¡Mi único objetivo es matar a Jatayamon y a Minami!

¿Habían escuchado bien?

-¡¿Está loco o qué?! -exclamó Toji que no entendía ese cambio tan drástico de carácter dónde parecía otra persona.

Pero Minami se sintió más aterrorizada por esas palabras. Temblando de pies a cabeza, retrocedió varios pasos hasta chocar con el borde del cubo.

¡Estaba atrapada!

Sin embargo, Jatayamon se irguió, y con voz furiosa le dijo.

-¡¿Acaso piensas que te lo voy a permitir?! -y colocándose delante de Minami, Jatayamon colocó sus manos como si estuviera sujetando una pelota muy grande.

Una bola de fuego fue formándose entre sus manos, hasta ir agrandándose y lanzarla contra Machinebeetlemon.

El impacto fue fuerte, pero el sentimentalismo de Jatayamon había ido en su contra, para que no lanzar su ataque con todo su poder.

-¡No puede ser! -exclamaba Minami viendo que no le había hecho nada.

Sin ninguna esperanza y más aterrada, empezó a imaginarse cómo sería su futuro.

Un futuro donde su digimon y ella desaparecían.

Un futuro dónde no podía cumplir con su objetivo principal.

Pedirle perdón a su madre.

¿Por qué no lo había hecho antes?

¿Por qué había dejado que su vergüenza y orgullo pudieran con ella?

-No te rindas, Minamisan -le dijo su digimon indispuesto a abandonar la batalla-. Sea como sea, ganaremos y salvaremos a Dokunemonsan y a Osamusan.

-Jatayamon tiene razón, Minamisan -apoyaba Kazumi desde el interior su cápsula.

-No olvides la misión que te motiva a seguir adelante y luchar -fue el turno de Misato para apoyarla.

El ánimo que había comenzado con las dos niñas, fue seguido por el resto de sus amigos y los digimon. Emocionada de poder contar con ellos, Minami sonrió. Gracias a la confianza que le transmitieron, trató de mantenerse valiente y que el miedo que la recorría por dentro, no la evidenciasen y a dar un paso en falso.

Con la mano izquierda se la llevó al dispositivo que reposaba en su muñeca derecha y la llevó hacia su corazón, rogando que brillase y que con su perseverancia de querer encontrar a su madre para pedirle perdón, fuese suficiente para hacer que Jatayamon digievolucionase.

La magia y el milagro hicieron su efecto, y Jatayamon brilló para digievolucionar hasta el último nivel, el kyuukyokutai.

Un digimon híbrido mitad pájaro y mitad hombre como en su etapa anterior. Solo había una diferencia. Lucía cómo más viejo y más sabio. Su cuerpo era de un degradado entre blanco y azul oscura. Sobre su espalda habían cuatro alas que parecía una capa ondeando al viento. Su rostro, aunque se parecía a la de su forma anterior, tenía unos rasgos diferenciadores, como el hecho de que la parte superior de la cabeza era animal y de nariz hasta el cuello era humana. Debajo de su nariz salía un extenso bigote que llegaba hasta el pecho. Sus manos eran pequeñas garras como las de un animal.

Cuando la forma final de Penguinmon había aparecido, Kazumi no había perdido el tiempo en analizar al digimon en cuestión.

Su nombre era Ventusmon y de atributo vacuna. Su ataque más poderoso, era "Borrasca ciclónica".

La impresión que tuvo Minami al ver la nueva apariencia de su digimon, fue el trozo de confianza que le faltaba para creer que podría salvar a su hermano y a su digimon y cumplir su propósito inicial. Sin embargo, pese a que hora la desventaja la llevaba Osamu, éste no se mostró preocupado o inquieto. Al contrario, mostrando una sonrisa de inferioridad, colocó su mano hacia el frente enseñando su propio dispositivo.

Y sin haber hecho nada, su dispositivo brilló con la misma intensidad que el de su hermana cuando Jatayamon había digievolucionado.

Machinebeetlemon brilló y ante la estupefacción de todos, el digimon de Osamu también alcanzó el nivel máximo.

Una figura diferente a sus formas anteriores. Un digimon completamente negro con patas extrañas y parte del cuerpo gris. Sus manos eran garras con sus uñas demasiado largas y afiladas que podrían cortar desde la distancia. Su pelo negro, como su cuerpo, estaba de punta cómo si se hubiera electrocutado. Y su rostro estaba cubierto por una especie de máscara de una escultura, donde no se podía apreciar absolutamente nada de su cara. Un extraño arco con detalles de trueno, estaba adornado desde su espalda hasta por encima de su cabeza.

Aprovechando que Kazumi tenía su dispositivo activado, se encontró también con los datos del digimon de Osamu.

Indramon: Falldown Mode.

Un digimon de atributo virus y poderoso donde su ataque más poderoso era "Corriente eléctrica" que lanzaba desde el arco que tenía sobre su cabeza y que podría dirigir tanto hacia el frente como a la retaguardia.

-¿Falldown Mode? -repitió Honeymon mirando al digimon de Osamu, donde, desde su etapa seichouki ya era un digimon de atributo virus, cómo para que ahora, su última forma, tuviese el añadido de Falldown Mode.

Por lo que sabía de su padre digimon y de su compañero humano, los Falldown Mode no eran las versiones auténticas del digimon, sino la forma caída de un digimon. Es decir, un estado equivalente a la de un digimon demonio.

Fireagumon y Veidramon que habían escuchado cómo Kazumi había detallado en alto los datos tanto de Ventusmon como de Indramon: Falldown Mode, sin entender muy bien que quería decir el Falldown Mode, formularon la pregunta en alto.

Una respuesta que habían obtenido por parte de Takeshi, sin poder creer que el Ichijouji hubiera llegado tan lejos.

La forma Falldown Mode de Indramon había afectado más a Isaki y a Aki, que ya se encontraban postrados contra el suelo, cómo si aquel modo les hiciera sufrir todavía más.

Tanto Takeshi como Nat estuvieron más enfocados y angustiados por sus hermanos que por la terrible batalla que comenzaba de nuevo.

Ventusmon que se había sentido molesto de la forma caída de su hermano digimon, no desistió en querer salvarle. Sin vacilar por un momento, se lanzó contra él, donde Indramon: Falldown Mode hizo lo mismo, iniciando un feroz combate.

.

La batalla entre ambos fue intensa, donde no había ventaja ni para uno ni para otro. Minami solo miraba hacia arriba, dónde el combate se desarrollaba en el aire, observando angustiada y pensando en cómo hacer para poder vencer a Indramon: Falldown Mode y salvar a su hermano.

El tiempo que transcurría solo podía empeorar el estado que tenían Isaki y Aki, para que Takeshi acabase perdiendo los nervios. Furioso de la misma manera, como cuando recordaba que su hermana Kibou había sido sacrificada y asesinada por digimon oscuros, miró hacia la espalda de Osamu con ojos acusadores.

-¡Maldito, Ichijouji! ¡Te juro que esta no pienso perdonártelo en la vida!

Tsukaimon a su lado, exigía salir para luchar contra el digimon que también hacía sufrir a su hermana digimon. Lo que había motivado a Tsukaimon era el haber visto cómo Earmon había empezado a parpadear como si estuviera a punto de retroceder de etapa.

La ira que tenía Takeshi fue contagiada por el resto de los niños, que solo podían sentirse solidarios por lo que Nat y Takeshi estaban sufriendo (especialmente con Nat).

-¡Eres un maldito traidor! -gritaba Musuko airado.

-¡Después de acercarte y ganar la confianza de Aki e Isakiniisan! ¡¿Así es cómo se la pagas?! -le gritaba ahora Toji, donde solo podía pensar como Musuko. Que aquel niño que había creído que era de los suyos, era un maldito traidor. Ahora no se arrepentía de haberle gritado la noche anterior ni de haber sentido desconfianza por la relación que nacía entre Nat y Osamu. Pues, la evidencia de quién era realmente era, estaba demostrada.

Observaba a Nat, quién se había caído al suelo, y miraba a su hermano con rostro angustioso e impotente, por no poder hacer absolutamente nada por él. Piomon, a su lado, le gritaba como el resto, sintiéndose decepcionada de haber confiado en él.

Los gritos que todos lanzaban contra Osamu, empezaba a preocupar a Minami. Podía entender cómo se sentían, sobre todo, cuando la mayoría estaba de parte de Natsumi y sólo tenían ojos para ella. Nadie parecía recordar que su hermano estaba poseído por algún tipo de oscuridad, y que lo que hacía, no era algo consciente y propio del Osamu bondadoso que era en realidad.

La sonrisa que tenía su hermano, poco a poco fue desapareciendo para formar una línea con su boca. Sus ojos empequeñecidos, parecían estar mirando a la nada, como si ignorase la batalla que mantenían los dos digimon. Una batalla, dónde Ventusmon no cesaba en implorar a Indramon: Falldown Mode que volviese a la normalidad y se percatara de que estaba siendo controlado, y que eso dañaba el alma bondadosa que poseía su compañero humano. Pero Indramon: Falldown Mode, parecía estar igual de poseído cómo Osamu.

-¿Un traidor? -repitió Osamu-. ¿Me llamáis a mí, traidor? -sintiéndose incrédulo de lo que estaba escuchando, hasta que sonrió con sarcasmo-. Claro. Eso es lo que la gente debe pensar, para ignorar la mala conciencia que deben tener.

-¿De qué mala conciencia habla? -preguntó Misato, que aunque no le gustaba acusar a la gente, no podía evitar estar del lado de Takeshi.

-¡Está pirado! -soltó Satoshi.

Osamu volvió a sonreír con sarcasmo y mirando hacia sus compañeros, dijo.

-¿Acaso alguno de vosotros sabe cuál es el verdadero significado de la palabra amabilidad? -sin esperar respuesta, él procedió a explicarlo-. Amabilidad es ofrecer tu ayuda de forma voluntaria, sin recibir nada a cambio. Sin embargo, en este mundo corrupto, si una vez que ofreces genuinamente esa amabilidad, la gente empieza a aprovecharse y en vez de coger la mano que le ofreces, te coge todo el brazo.

-¡¿A qué viene eso ahora?! -preguntaba Musuko que no entendía a qué se estaba refiriendo.

-¿No me digas que la razón de porqué sucumbiste al poder oscuro es porque empezó a molestarse que abusáramos de tu confianza? -concluía la más inteligente del grupo, incrédula de que la razón fuese tan ridícula.

Osamu no dijo nada, simplemente, volteó la mirada al frente, hacia su hermana, dónde lo veía boquiabierta de que algo que no era cierto, lo hiciera cambiar de bando y llegar a semejante extremo.

-¡Pero…! ¡Si nunca abusamos de tu confianza! -comentó Shin, donde no recordaba haberlo hecho. Más que nada, porque apenas lo conocía. Además, antes de que se embarcasen en la aventura, él ya se mostraba raro, cómo si la oscuridad ya le hubiese rodeado.

-¡Shin tiene razón! ¡No montes películas tú solo para justificar tu traición! -lanzó Kawamon.

Incluso Minami estuvo a punto de soltar que ella no había abusado de su confianza. Puede que antes lo hubiera hecho. Antes de que se hubiera marchado de casa, dónde veía a su hermano, como un niño aburrido que acataba todo lo que sus padres decían sin queja alguna, salvándola a ella de tener que hacer los quehaceres domésticos. Quizás esa fuese la razón de porqué al principio se comportaba tan raro y despectivo con ella. Pero desde que había vuelto del mundo simulado con los hermanos Ishida, su hermano había vuelto a ser el que era e incluso le había ofrecido su ayuda en su relación con Natsumi.

-Hubo una persona -pronunció Osamu de repente, sin dejar que su hermana se defendiese- que dijo que confiaba en mí más que en otro de sus amigos. Y al final, eso quedó cómo un comentario sin valor y fundamento para estar al lado del que decía que no le transmitía confianza.

La sorpresa y confusión reinó en todos, y a creer que estaba tan pirado que contaba lo que se le venía a la mente.

Todos, menos Nat. Para la niña era fácil intuir que se refería a ella. Girando, lentamente la cabeza, no podía creerse que si se hubiera convertido en aquello era por su culpa.

-¡¿Te crees que nos vamos a tragar algo como eso?! -bramó Takeshi quién no atendía a razones y no dejaba de pedir para salir de esa capsula para darle más de un puñetazo.

-No importa que nadie me crea, porque ya da igual -mostrándose por primera vez con esa apariencia resignado.

-¡¿Y por esa tontería te pasaste al otro bando?! -cuestionó Aruraumon con burla, donde aquello era tan estúpido como cotidiano en los Estados Unidos de América.

Osamu no dijo nada, estaba claro que nadie entendería lo que significó para él, el ser abusado de su generosidad y traicionado, una vez más, por su amabilidad.

Solo Nat podía entender sus palabras y a comerse la cabeza.

Era por ella por lo que estaba pasando todo eso. Todo porque no había puesto las distancias con Toji, donde no entendía porqué de repente, desde que había vuelto del mundo simulado, se había arrimado tanto a ella. Incluso cuando empezó a estar resentida con él, éste no se rendía en acercarse y seguir llamando su atención y la de su hermano.

En otras palabras, que debía haber expresado con palabras la distancia que quería con él. Eso había llevado a que Osamu malinterpretara las cosas. Pero ahora, dijera lo que dijera, no podría solucionar nada.

Viendo cómo su hermano y su primo sufrían, solo pudo pensar una forma para salvarles. Y con esa idea en mente, se levantó y le gritó a Oroguram.

-Oroguram, ¿quisiera hacer una pregunta?

Aquel ser que había estado siendo ignorado por todos, se encontraba con las piernas cruzadas en el aire, observando con emoción el combate entre ambos digimon y comiendo palomitas tan tranquila que se le notaba que disfrutaba de lo que estaba viendo como si fuera una película o la final de algún partido importante.

-¿Es posible hacer un intercambio entre los que combaten con los que están fuera?

El ser tragó las palomitas que tenía en la boca, para presionar el dedo contra su mejilla de forma pensativa.

-Pues no se me había ocurrido. Pero, podría hacerse. Siempre y cuando no haya combatido antes. Eso sería trampa -decía con tono burlón.

-Nat, ¿en qué estás pensando? -preguntó su digimon, con una leve sospecha en la cabeza.

-En ese caso -pausando para después, declarar-, solicito un intercambio con Ichijouji Minami. Yo ocuparé su lugar para combatir contra Ichijouji Osamu.

La sorpresa general escapó en todos, donde nadie entendía porqué de repente a Natsumi se le ocurría la nueva temeridad de enfrentarse al Ichijouji cuando estaba en modo "Dark Vader".

-¿Y quedarme sin seguir viendo la tragedia Hamletesta? Lo siento, pero no puedo aceptarlo -rechazando para coger unas palomitas y lanzarlas de su mano hacia su boca-. Que no todos los días se puede ver un enfrentamiento a muerte entre dos hermanos -hablando con la boca llena-. Cuando lo hay, siempre se ve al malo de turno matando al buen hermano aprovechando que está con la guardia baja. Por una vez que hay batalla duradera entre hermanos, no pienso permitir que me la quiten.

La frialdad en sus palabras alucinaba a todos. Pero estaban más afectados por la traición de Osamu que no tenían tiempo para sumar otra molestia más.

-Pues en ese caso, te ofrezco una tragedia a lo Romeo y Julieta.

Aquella proposición volvió a sorprender a todos, así como a confundir a la mayoría, que no entendía qué quería decir con esas palabras. Solo Toji y Minami pudieron imaginarlo, y desde luego, el primero no estaba dispuesto a permitir que lo hiciera.

-Pues la idea es muy interesante -barajaba Oroguram.

-Eso sí, quiero que Piomon quede al margen de todo esto -puso Nat como condición.

-Pero, ¿de qué hablas, Nat? ¡Estás loca! -hablaba Toji sin poder permitir que hiciera semejante barbaridad.

-¡Ni creas que voy a dejarte ir sola! -decía Piomon abrazándola con fuerza, como si temiera que la trasladasen sin previo aviso.

-¡Suéltame, Piomon! ¡Solo así podremos salvar a Aki y a Isakiniisan!

-¡¿Pero cómo vas a salvarles si te expones a una muerte segura?! -preguntaba Toji donde no veía posible que pudiera salir viva en semejante combate.

-Eso es cierto -habló ahora Oroguram-. Cariño, está claro que te expondrías a la muerte. Y aunque tu digimon quedase al margen de la batalla, ella correría el mismo destino que tú. ¿O has olvidado que cuando un compañero humano, lo mismo sucede con su compañero digimon? Igual que pasó con tu padre y su digimon.

La mención de su padre la alteró, donde sus ojos estaban a punto de cubrirse de lágrimas, pero trató de mantenerse firme con su idea. Si ella moría, quizás Osamu abandonaría el lado oscuro, y Aki e Isaki dejarían de sufrir. La pérdida de ambos era más importante que la suya propia, cuando era la responsable directa de lo que estaba ocurriendo.

-Además -añadía Oroguram-, íbamos a contar esto más tarde y a retransmitirlo en directo, pero, creo que es conveniente que lo sepáis ahora.

Y Oroguram sin ningún escrúpulo, anunció la terrible noticia del estado actual de Sora y de cómo su digimon había vuelto a su forma de digihuevo donde la muerte amenazaba a ambas.

-Supongo que si no muere por disgusto, lo acabará haciendo de otra manera. Y querida -dirigiéndose ahora a Nat-. ¿En serio quieres causar más desgracias a tu hermano mayor y a tu hermano menor, lanzándote tú también a la muerte? ¿Es que quieres sumarle a la desgracia de tu padre y madre, la tuya también? -repitiéndose una y otra vez, como si disfrutase ensañándose con ella. Pero en cuanto Nat había escuchado el terrible estado en el que se encontraba su madre, las lágrimas que había tratado de aguantar, aparecieron inevitablemente-. Entiendo que a ningún niño le haga gracia quedarse huérfano, pero, si quieres contribuir a la desgracia que ya tendrá tus hermanos con otra desgracia más, eso ya es cosa tuya.

Pero Nat ya no escuchaba. Se encontraba medio ida y llorando ante la idea de perder también a su madre.

¡No podía ser cierto!

-¡No la escuches, Nat! ¡Seguro que lo que dice es mentira! -la animaba Piomon a que no se dejase caer por aquel comentario- ¡Mamá Piyomon no dejaría que Sora se derrumbase y se muriera!

-Pues ha pasado -decía Oroguram con satisfacción.

El saber que Sora y Piyomon estaban a las puertas de la muerte, era algo que también afectaba a Takeshi. Su tía Sora, la bonachona y cariñosa de su tía Sora, morir como su tío Yamato, era algo que sumado a ver el estado de su hermano, lo atormentaba más.

¿Por qué todas las desgracias tenían que ocurrir en su familia?

La noticia de Oroguram había bajado tanto los ánimos de los niños, que ya nadie seguía amenazando a Osamu. Éste que se mantenía en silencio, solo escuchaba cómo Oroguram no callaba en ningún momento, sobre la situación en la que se encontraba la madre de Natsumi. Era como si disfrutase torturándola.

-Calla… -empezaba a decir Osamu en bajo, ante el continuo parloteo de Oroguram, hasta que subió el timbre para gritar con todo lo que daban sus pulmones- ¡Cállate!

El ser observó al niño sin entender porqué le había gritado de la nada. Y luego, se fijó en que el niño empezaba a sufrir, como si tratase de resistirse a algo. Lo mismo empezó a ocurrir con Indramon: Falldown Mode, donde empezó a apreciarse cómo los vestigios de oscuridad que tenían, amenazaban con salir de ambos cuerpos.

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-"Parece que tratan de resistirse a la oscuridad que hay en su interior"

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Y en el cielo se escuchó una voz. Una voz masculina que sorprendió a los niños y a los digimon. Ninguno pudo distinguirla, pero lo que sí podían decir es que se trataba de una voz cargada con malicia.

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-"En ese caso, explotemos el poder de la flor que ha germinado en su totalidad"

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Y como si alguna fuerza divina interviniese, algo grande y oscuro rodeó ambos cuerpos, algo que los habían hecho gritar de desesperación, donde la resistencia de Osamu e Indramon les hacía sufrir más. Y entonces, vieron cómo la flor salía de la cabeza del Ichijouji.

-¿Qué es eso? -preguntó Musuko mirando con cara de atontado aquella flor que había florecido en la cabeza de Osamu.

-¡No me digas que es…! -Tsukaimon, uno de los devoradores de los libros de Takeru, podía reconocer aquello cómo la flor de oscuridad que habían albergado Ken, Noriko entre otros niños humanos.

El resto que no habían leído los libros de Takeru cien veces como los hijos, se encontraban cada vez más confusos y a cuestionarse un montón de cosas, en relación con esa flor.

¿Sería por eso por lo que había sucumbido a la oscuridad?

Podría ser, tenían que admitir. Pues Indramon: Falldown Mode se había vuelto más oscuro y más grande, y Osamu había perdido toda capacidad para razonar. Sus ojos habían perdido la pupila y ahora parecía un muñeco viviente.

-¡¿Qué está pasando?! -se cuestionaba Ventusmon viendo la figura horripilante de su hermano.

Lo que el digimon obtuvo fue un ataque directo y fortísimo de su hermano digimon que lo estampó contra el suelo.

La semilla de oscuridad no solo había provocado que Osamu hubiera perdido su sano juicio, sino que además, había hecho que su digimon se hubiese vuelto más peligroso que antes.

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UN POCO MÁS LEJOS…

Tailmon tenía sujeto el digihuevo de Piyomon.

El haber retornado a su forma de huevo había sido provocado por el estado trágico por el que pasaba Sora. Era como si ella misma se hubiese entregado a la muerte para poder estar con Yamato.

Algo que sus amigos no iban a permitir de ninguna manera.

Acostada en el suelo, con su cabeza entre las piernas de Taichi, a un lado se encontraba Koushirou junto a Agumon, Tentomon y Gomamon. Gomamon se ocupaba de verificar el pulso de Sora cómo si supiera cómo hacerlo. Al otro lado, inclinado sobre el cuerpo de Sora, se encontraba Jou.

Todos se encontraban observando como Jou le practicaba el RCP, donde la gran mayoría rezaba de que Jou pudiera salvarle la vida.

Solo a Mimi y a Palmon les producía algo de asco lo que estaban presenciando.

Ver una escena de boca a boca, era algo que Mimi no podía tolerar.

No era porque aún sentía algo por su antiguo marido, sino que para ella, que era muy superficial, consideraba que el boca a boca era como besarse.

Sin poder seguir aguantando cómo no dejaba de juntar sus labios con los suyos, Mimi acabó estallando.

-¡¿Quieres dejar de besar a Sora?!

La expresión de los elegidos fue la de la sorpresa pintada en sus caras. Jou, que con el tiempo, había acabado por poseer una faceta profesional y neutral, no se había alterado por las palabras de su exmujer. Ahora estaba más centrado en salvar la vida de Sora que en las tonterías de Mimi.

Como Jou seguía practicándole el boca a boca, Palmon le siguió gritando para que se detuviera.

-¡¿Es que no tienes consideración con la que una vez fue tu mujer?!

-¡¿Quieres callar, Palmon?! -le gritó Gomamon, que a diferencia de su compañero humano, no había desarrollado la paciencia-. ¡¿No ves que está tratando de salvarle la vida?!

-¡¿Y tiene que hacerlo, besándola?! -saltó Palmon irritada de que Gomamon le gritase y no entendiera su punto de vista.

-¿Es que acaso no sabes lo que es la respiración cardio pulmonar? -otro que había perdido la paciencia había sido Koushirou, donde su tono sarcástico no podía evitarlo cuando se trataba de la Tachikawa siendo ahora una Ford.

Mimi se puso roja como un tomate, como si la hubiesen llamado tonta y trató de defenderse.

-¡No estoy tan instruida como tú, sabelotodo! Pero sé que cuando se salva la vida a alguien, la gente lo hace colocando las manos sobre el pecho del sujeto y presionando fuertemente. En ningún momento, vi que se besasen.

A sabiendas que era inútil explicarle lo equivocada que estaba, Koushirou volvió a prestar la ayuda a Jou para salvar a Sora.

Aquel gesto ignorante, donde ni siquiera su exmarido se había dignado a mirarla, irritó tanto a Mimi, que no pudo quedarse en el sitio y continuar mirando algo tan repulsivo, donde estaba segura que Yamato, desde su tumba, estaría vomitando del asco.

-¡¿Queréis dejar de abusar de Sora?!

Antes de que Mimi y Palmon fuesen a detenerles y provocar (seguramente) la muerte de Sora, Miyako se había levantado corriendo, e interpuesto entre Mimi y los hombres para evitar que hiciese una tontería.

-¡Están tratando de salvar a Sora! ¡¿Es que no te das cuenta?!

-¡No te confundas, Miyakochan! -le espetó Mimi insistiendo en que lo que Jou hacía era besarla- ¡Sé que estás de parte de ellos, y eso hace que te veas influenciada a creer lo que no es!

-¡Eres tú la que se equivoca! ¡Jousenpai solo le está haciendo el boca a boca!

Pero Mimi seguía erre que erre, insistiendo en que eso jamás lo había visto y que Miyako estaba errada.

-Piénsalo, Miyakochan. ¡¿Cómo vas a saber con certeza lo que es el boca a boca, cuando apenas tienes tiempo para ver la televisión?!

Miyako molesta y sintiéndose insultada, le soltó que eso era algo que ya sabía desde hacía tiempo.

-¡No soy tan estúpida como piensas!

-Pues el no haber luchado por buscar un trabajo y dedicado a ser ama de casa, eso es algo que hace la gente estúpida y fea.

Hawkmon y Ken no estaban dispuestos a escuchar cómo Mimi insultaba a Miyako y no hacer nada. Iban a ir junto a ella, para dejarle un par de cosas claras a Mimi, olvidándose de que Miyako, cuando perdía la paciencia, podría gritar con demasiada sinceridad lo que realmente pensaba de todo. Y eso sucedió, después de que Miyako le diera una señora bofetada en la mejilla de Mimi.

-¡Puedo ser fea y una estúpida por ser ama de casa, pero sí lo hice, fue porque me vi obligada a escoger entre mi hija y el trabajo! ¡No hago como tú, que se vio superada por el llanto de unos niños pequeños y acabó huyendo al otro lado del globo, dejándole toda esa responsabilidad a un hombre que estaba cumpliendo todos sus sueños! ¡Puede que yo haya perdido el poder convertirme en alguien importante si hubiera escogido seguir trabajando dónde estaba, pero en su lugar, he ganado una hija de la que me siento muy orgullosa y dos niños encantadores que no cambiaría por nada en el mundo! ¡Puede que a veces me desesperen y me vuelvan loca, pero no pienso dejar de luchar para que acaben convirtiéndose en personas de provecho y dignas de confianza!

Las palabras de Miyako habían dejado anonada a Mimi. Incluso Ken que se había levantado de su sitio, observaba en una mezcla de asombro y orgullo a su mujer por las palabras que había dicho, entendiendo una vez más, porque se había enamorado de ella.

Mientras Miyako había soltado todo lo que tenía decirle, Jou había podido seguir, profesionalmente, con el boca a boca, sin verse desconcentrado por lo que pasaba a su alrededor. Cuando Gomamon le contó que Sora había recuperado el pulso, todos se sintieron felices y las dos mujeres que estaban de pie, la observaron con asombro. Mimi no se creía que mediante esa técnica tan ridícula de juntar unos labios contra otros, su mejor amiga se hubiera salvado. Y Miyako, que aún estaba alterada de los nervios, lo descargó en llanto de felicidad de que Sora se hubiera salvado. Fue entonces, cuando pudo contar con el abrazo amable de su marido y del apoyo de Hawkmon y Woormon que también se habían acercado a ella.

Todos se encontraban felicitando a Jou y clamando alegres de que Sora aún continuase entre ellos. Solo Mimi había quedado rezagada junto a Palmon sin poder reaccionar. El golpe de Miyako todavía le dolía. Era la primera vez que alguien dentro de su círculo la golpeaban para reprenderla.

Era sorpresa lo que sentía y a haberse quedado callada, a escuchar el discurso de Miyako sin poder defenderse. Un discurso, donde la mujer, a diferencia de ella, carecía de dinero y vestía como una pordiosera. Algo indispensable para proporcionar la felicidad y comodidad a un hijo. Aún así, ella estaba orgullosa de ser cómo era y de esos niños que vestían cómo ella.

¿Cómo podía estarlo, después de que le contase de que su hija mayor le gritase que la odiaba y, en consecuencia, se fuera de casa?

No entendía. De verdad que no podía entenderlo.

Y entonces, la felicidad que sus amigos sentían, se vio rota cuando escucharon el sonido de varios pasos acercándose a la celda dónde ellos estaban.

Todos los digimon se colocaron en primera fila, con poses ofensivas, como si así pudiesen defender a sus compañeros humanos.

Lo que todos vieron fue a esa digimon que custodiaba la celda y detrás de ella, un número importante de digimon que no conocían de nada.

-Bueno, ha llegado la hora de anunciar el sacrificio -dijo ella frotándose las manos.

La mirada que ese digimon le lanzó a Sora, fue suficiente para que todos imaginaran lo que pretendía. Taichi, Koushirou y Jou que todavía estaban cerca de ella, la retrasaron indicando a la digimon que si la quería, tenía que pasar por encima de ellos. Iori, Daisuke, Ken y Takeru también se sumaron para protegerla, mientras que Miyako junto a Hikari, abrazaban fuertemente a Sora, actuando como un escudo para protegerla.

La digimon sonreía con maldad, donde hicieran lo que hicieran sería inútil. Tenía tras de ella a un ejército de digimon en nivel kazentai para ayudarla y por mucho que los digimon y los humanos pataleasen, solo provocaría una lucha inútil.

-No lo hagáis tan difícil. Solo así provocaréis una masacre. ¿O acaso pensáis que vosotros podréis con toda esta horda de digimon en nivel kazentai?

Por supuesto que no.

Pero no iban a permitir que se llevasen a Sora así sin más.

En el momento en que la digimon introdujo la llave en la cerradura para abrirla, una especie de terremoto sacudió el lugar, sorprendiendo a todos sin excepción.

La digimon miró a sus espaldas preguntando por aquella sacudida. Y un digimon que había estado afuera, había llegado corriendo para informar y solicitar la ayuda de los digimon kazentai.

-¡Un digimon está atacándonos!

¿Un digimon?

¿De quién podría tratarse?