MARAÑA · Plantando raíces

Los niños y sus digimon estaban muy contentos de poder reencontrarse con los mayores. Era algo completamente inesperado. Después de haber pasado por un día muy largo con muchas emociones y altibajos, tener un foco de esperanza, ayudaba a poder visualizar la luz al final del túnel. Sobre todo, en ese momento, dónde los niños restantes que no habían participado en la prueba, les esperaban adversarios realmente duros.

Los mayores también se encontraban sorprendidos pero felices por reencontrarse con sus hermanos pequeños.

Las lágrimas que emanaban de algunos como Shin, hacía sonreír a Sei y a tranquilizarlo de que ahora ya estaba él allí para ayudarlo.

Sin embargo, para Yuuta reencontrarse con sus hermanos pequeños había sido una auténtica sorpresa por los cambios sufridos en ellos.

El objetivo principal de Yuuta era ir a aquel mundo, desesperado por cómo se encontrarían Aki y su madre. Incluso, después de que Daigo y Gennai (el cual seguía creyendo que con el que había hablado era él y no Benjamin) les contase todo lo sucedido, y la necesidad del enemigo en que acudieran los hijos de los elegidos, había sopesado, la posibilidad de que su hermano pequeño regresara al mundo real, para así ocupar su lugar. No tenía preocupaciones respeto a Natsumi. Pues ella era de carácter fuerte como él, y podía intuir que podría desenvolverse sola y sin problemas. Pero el panorama con el que se encontraba, era mucho peor de lo que se pudiera imaginar. Ver cómo el Tsunomon de su hermano había desaparecido y en su lugar había un digihuevo azul con líneas gruesas más oscuras, era algo que Zabumon no pudo contener para preguntar por su hermano digimon.

-¡¿Qué le ha pasado a Tsunomon?! ¡¿Cómo es que ahora es un digihuevo?!

El digimon se encontraba más desesperado que su propio compañero humano. Veía cómo su hermana digimon había pasado de ser Pyokomon a ser la imagen y semejanza de su madre, pero de color rojo, resaltando así la diferencia. La diferencia entre cómo ella había avanzado y su hermanito retrocedido a su punto de origen, era algo que no entendía.

La alarma de Zabumon hizo que la felicidad que tenía el resto se esfumara para prestar atención a los hermanos Ishida. Los mayores y sus digimon se habían quedado alucinados de ver cómo el digimon del más pequeño del grupo volvía a ser un digihuevo.

Sanae no había tardado en preguntar a su hermano y a sus primos la razón de porqué había pasado aquello. Pero ninguno de los tres, tuvo el coraje para poder confesarlo. Era una historia demasiado larga para poder contarla y con un final muy triste.

El ver cómo su hermano mayor y Zabumon se sentían tan preocupados y desolados, hizo que la pena de Aki se incrementara y sintiera lástima por su digimon, haciendo que la culpa lo envolviera.

-Nat, ¿qué es lo que ha pasado? -impaciente, Yuuta se había dirigido a su hermana para que se lo explicara.

Sin embargo, al verla, Yuuta encontró que había algo raro también en su hermana.

A diferencia de sus amigos, Nat no parecía muy contenta o aliviada por la presencia de su hermano mayor. De hecho, se sentía tan molesta y con una actitud como si no le importara nada, que se le hacía muy familiar a Yuuta. Era la misma imagen que había tenido él el año pasado, cada vez que se miraba al espejo.

¿Cómo era posible?

¿Qué es lo que le había pasado?

-¡Natsumi! -le gritó Yuuta desesperado de tal manera, que asustó a más de uno.

La niña cómo si hubiese despertado de algún trance, se giró para ver a su hermano mayor cómo si antes no se hubiese percatado de su presencia.

-Hermano… -murmuró ella con ligera sorpresa. Un comportamiento que a Elpidamon le resultó muy extraño.

-¿Estás bien? -le preguntó Yuuta más sorprendido de ver cómo sus ojos parecían a ser los mismos de siempre.

-Sí… Claro… -aunque su voz no sonaba muy convincente. Observando cómo se había convertido en el centro de atención de todos, se sintió avergonzada y a desviar sus ojos hacia su hermano pequeño.

La niña vio cómo Zabumon se sentía entristecido de ver lo que quedaba de su hermanito digimon, así como a volver a preguntar.

-¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué es otra vez un digihuevo? -acariciando con pena el digihuevo.

-La verdad… Es que… -empezaba Piomon sin saber cómo explicar lo que había pasado.

Elpidamon se hizo paso entre todos, hasta acercarse al más pequeño. Lucía tan deprimido y culpable que sólo hasta que Elpidamon se colocó enfrente suya, que no le había llamado la atención.

Sin haber hecho nada en especial, los dos hermanos mayores Ishida se sintieron alterados de que aquel extraño digimon se acercase tanto a su querido hermano pequeño.

Yuuta no lo conocía de nada y no sabía qué aquel digimon había sido el que había salvado a sus hermanos y a los demás de un peligro de muerte. Para Natsumi la presencia de ese digimon era misteriosa y no podía asegurar de que fuese realmente un aliado.

Viendo cómo el digimon ángel había estirado sus manos con las palmas hacia abajo, más alterados que nunca se pusieron los dos hermanos. Yuuta le había preguntado extrañado a su digimon porque no hacía nada, lo mismo había preguntado Nat a Piomon. Pero ambos digimon contestaron tranquilos que no deberían preocuparse ya que no sentían que el digimon ángel fuese una amenaza para ellos.

La prueba fue cuando una luz envolvió a Elpidamon y de sus manos, una luz más grande y brillante apareció y que fue dirigida hacia el digihuevo de Aki. Todos quedaron asombrados de ver esa luz, y más sorprendidos se quedaron cuando el digihuevo empezó a brillar y luego fue tomando forma. Cuando la luz cesó, de aquella forma apareció la figura de Tsunomon. Todo gracias a aquel digimon que curiosamente, tenía el poder de la luz de la digievolución.

Aki al poder ver de nuevo a su digimon, lo abrazó con fuerza y lágrimas, feliz de poder verle de nuevo, mientras que el resto quedaban alucinados por el tremendo poder de Elpidamon.

Tsunomon que no entendía nada de lo que había pasado, sólo se dejó llevar por el sentimiento nostalgia. No sabía porqué, pero tenía la extraña sensación de que había pasado mucho tiempo desde que no veía a su compañero humano. Era cómo si hubiera estado en un largo periodo de letargo. Y el poder ver de nuevo a su compañero, le producía una sensación de paz y tranquilidad.

A pesar de la entrañable escena que representaban los más pequeños, los mayores y sus digimon tenían la mirada puesta en Elpidamon y a querer saber quién era realmente y porqué había aparecido en compañía de sus hermanos. Fue Seiichirou quién hizo la pregunta a su hermano para que le explicara todo.

-Pues… No lo sé muy bien… Pero nos salvó y…

-¿Qué os salvó? ¿De qué? -preguntó Momoko dónde el terror empezó a adueñarla de que el enemigo estuviera más cerca de lo que pensaba. Era consciente que el ir a aquel mundo extraño no era una excursión, pero al menos, deseaba que tardasen en encontrarse con el enemigo que tenía encerrado a sus padres.

-De unos enemigos aterradores. Aún por encima, nos toca a nosotros tener que luchar contra ellos -expresó Satoshi con fastidio, dónde no estaba nada de acuerdo en que las pruebas de Misato y los demás hubiesen sido como ellos afirmaban.

-¿Unos enemigos aterradores? -Sanae, a pesar de ser la heredera del emblema del valor de su padre, era totalmente opuesto a ello. De hecho, ella era poco echada para adelante y preferiría huir que enfrentarse al peligro. Sin embargo, si estaba en aquel lugar era porque se había sentido obligada por el resto.

-¿Qué clase de enemigos? -exigió saber Yuuta.

Y fue cuando casi todos los niños y sus digimon comenzaron a hablar al mismo tiempo, explicándoles la razón, dónde se escuchaba más las voces de Toji, Minami, Fireagumon, Musuko y Veidramon. En el medio, Satoshi metía algún comentario subjetivo sobre la situación, dónde Kazumi tenía que intervenir para contradecirlo. En medio de todo aquel caos, donde ninguno se enteraba de nada, Seiichirou colocó las palmas en alto para que dejasen de hablar.

-A ver, calma, calma que no nos estamos enterando de nada -suspirando con paciencia para ajustarse las gafas-. Veamos -mirando a los niños, buscó al que más confianza le inspiraba y el que podría darle una explicación más coherente-, Isakikun, ¿serías tan amable de contarnos todo lo que ha pasado?

Una vez más, el hijo mayor de Takeru y Hikari era el único digno de confianza de todo aquel grupo. Su postura calmada y tranquila era lo que inspiraba confianza a todo aquel que lo conociera.

-Y empezando por decirnos quién es ese niño, porque o tengo que pedirle a Jou que me gradúe la vista o es que estoy viendo visiones al ver dos Musukos y dos Chikomon -expresó Bolamon con sus ojos puestos en el hijo pequeño de Daisuke y Chikomon. El digimon añadió por lo bajo-. Como si con uno no tuviéramos suficiente.

Tanto Musuko como su Chikomon protestaron por el insulto directo de Bolamon que había sido claramente escuchado y que hizo reír a varios de los niños y sus digimon.

Antes de que Isaki empezase a contarles todo lo que había pasado, el Chikomon de Musuko se le ocurrió una idea. Para evitar que siguieran confundiéndole con su hermano, se dirigió hacia Elpidamon.

-Oye, lo que hiciste antes fue una pasada -comenzó el digimon echándole flores. Su intención era aprovecharse de su emoción para pedirle-. ¿Podrías también devolvernos a mi hermano y a mí a nuestra forma de siempre? Es que es un rollo ser llamado el Chikomon de Musuko como si no hubiera originalidad.

Musuko ahora se enfadó con su propio digimon, mientras que el Chikomon de Daichi manifestó que a él no le importaba estar en esa forma y ser llamado de esa manera. Pero Elpidamon no dudó ni un segundo, y de la misma manera que antes, con su poder iluminó a ambos digimon que pasaron de ser Chikomon a Veidramon y Buidramon.

-Definitivamente tengo que ir al oculista -decretaba Bolamon algo burlón de seguir viendo doble. Puede que los colores fuesen el hilo que los diferenciaba, pero eso no dejaba de que delante de él, tenía a dos Veemon.

.

La historia de lo que habían vivido Isaki y sus amigos había dejado a los adolescentes e incluso a Elpidamon sorprendidos. No podían creerse que tuviesen un enemigo que pudiera considerar aquella batalla a muerte como si fuera un juego.

Aunque lo que más les había sorprendido era el hecho de que todos tuvieran que ir por turnos (cuando el enemigo quisiera) como en el típico juego de sobremesa para enfrentarse a su respectivo combate.

La terrible noticia de todo aquello, había sido cuando les habían contado que los enemigos con los que Isaki, Takeshi, Earmon y Tsukaimon se habían enfrentado, parecían, presuntamente, ser los culpables de la extinción de los digimon en el Mundo Digimon.

Los dos hermanos digimon formaban parte un grupo llamado los "Siete" por lo que todavía quedaban cinco más. Algo extraño para los mayores y sus digimon, ya que si quedaban cinco más, e iban por combate representando a su respectivo emblema, las cuentas no cuadraban. Pues todavía faltaban los emblemas de valor, amistad, amor, conocimiento, sinceridad e inocencia por participar

¿Significaría que el último tendría que enfrentarse al enemigo directamente?

Sin hacer cundir el pánico, ninguno de los adolescentes pronunció aquel importante detalle. Incluso varios de los niños, se habían percatado de que las matemáticas no daban y que resultaba extrañísimo todo eso. Pero, al igual que los mayores, quedaron callados y no hacer comentarios que pudieran cundir el pánico.

Ese era el problema que todos compartían generalmente.

Sin embargo, Yuuta tenía un problema más añadido: Su hermano.

El haber escuchado cómo en dos combates seguidos tanto Isaki cómo su hermano y sus digimon habían estado susceptibles al poder de la oscuridad, eso sólo significaba una cosa. El poder que tenía su hermano pequeño como Digielegido Especial, estaba empezando a emerger.

Isaki al haber heredado de su tía Hikari el emblema de la luz, era entendible que se viera afectado. Pero su hermano…

Se decía que un Digielegido Especial estaba repleto de una gran luz con un poder impresionante. Pero, Yuuta no sabía muy bien porqué, que eso sólo se aplicaba al primogénito y al último hijo de la pareja de "Esperanza" y "Luz" y a la pareja de "Amistad" y "Amor".

Con la muerte de su padre, quedaba demostrado que su hermano Aki estaba ya dentro del grupo de Digielegidos especiales.

Resoplando, sintiéndose como derrotado, Yuuta había tenido que replantearse lo de ocupar el lugar de su hermano como representante del emblema de la amistad. Pero saber que su hermano ya había demostrado en más de una ocasión su increíble poder, sería como mandar un oveja a la jaula de un lobo.

-Ya veo. Así que, entonces, tendremos que pasar por unas pruebas así -murmuraba Seiichirou demasiado pensativo, cómo si buscase una razón de porqué el enemigo hacía todo eso.

¿Sería realmente sólo por diversión?

¿Por qué tomarse tantas molestias cuando ellos habían salido perdiendo en las primeras pruebas?

-A nosotros nos ha tocado el marrón -declaró Satoshi.

Después de que Isaki contara su versión de la historia, podría tener argumentos válidos para que los más mayores con su (supuesto) buen juicio le diese la razón de que a ellos les había tocado lo más difícil, mientras que a los cuatro primeros lo más fácil.

-¿Por qué a nosotros? ¡Yo no quiero! -y Aruraumon opinaba lo mismo que su compañero.

-Nadie quiere, pero viendo lo visto, parece que estamos obligados a hacerlo -expresó Kazumi tan molesta de que no entendiera de que por mucho que se quejara, estaban forzados a pelear si querían salvar a sus padres.

El comportamiento intolerante de la pelirroja, resultó ser una era una sorpresa para Izumi y para Tentoytomon.

-Sino, no podremos rescatar a nuestros padres -y para mayor sorpresa, Honeymon se encontraba con el mismo carácter agresivo que su compañera humana.

Izumi le preguntó por lo bajo a Misato la razón de ese comportamiento. La Hida con una sonrisa triste, sólo pudo declarar que era una larga historia, pero que resumiendo, las que menos aguantaban a Satoshi y a Aruraumon eran Kazumi y Honeymon.

-Se ve que ambos fueron muy maleducados con ellas -añadió Cuarzomon como dato adicional.

-Si son cómo Ralmonhan y su compañera humana, puedo creérmelo -habló Tentoytomon por lo bajo, dónde cómo su hermana digimon tenía la misma particularidad de Tentomon al referirse alguien con aquel dialecto de Kansai tan característico.

-Pero, no entiendo -obviando los comentarios fuera de lugar de Satoshi, Sanae preguntaba-. ¿Por qué están haciendo esto? ¿Con qué propósito? -sin comprender qué ganaba el enemigo con aquellos combates. Por un lado, parecía que se divertía de ellos; pero por otro, es cómo si le diesen una oportunidad para que pudieran rescatar a sus padres.

-Desde mi punto de vista y tras lo escuchado -intervino ahora Elpidamon, quién se había quedado un poco al margen, pero atendiendo con mucha atención la conversación- el hecho de que el enemigo esté compuesto por dos o más líderes, significará que no deben tener un acuerdo común con sus propósitos principales. O quizás que uno sea más tonto que el otro.

-Eso sin contar a Dunkelmon y a Lichtmon -recordaba Isaki con gravedad.

-Desde el comienzo, no tuvimos ninguna oportunidad -comentó Earmon con pena y rencor.

-Pero -y ahora hablaba Takeshi con voz neutra-, al menos sabemos que la extinción de los digimon ha sido por culpa suya -el recuerdo de haber visto cómo los digimon supervivientes sufrían y lo pasaban mal, le hizo temblar cuerpo entero de ira y tener la suerte de poder vengarse de ellos por todo el daño que habían hecho-. ¡Es imperdonable lo que han hecho!

Tsukaimon viendo cómo el cuerpo de su compañero temblaba y cómo sus ojos parecían estar en otra parte, murmuró su nombre preocupado.

-No os preocupéis -la mano de Elpidamon sobre el hombro de Takeshi, hizo que la ira que sentía se esfumase por completo-. Si esos dos vuelven a presentarse, contaréis con mi ayuda para derrotarles -mirándoles a los dos con una agradable sonrisa.

Los dos niños y sus digimon sonrieron agradecidos. Sin embargo, Takeshi al ver a Elpidamon sentía algo más. Una extraña sensación paz y nostalgia, como si conociera a aquel digimon de toda la vida.

-Tú también brillas, ¿verdad?

El inocente comentario de Aki resultó sorprendente para algunos como confuso para otros, sin entender a qué se estaba refiriendo exactamente.

Elpidamon era el más maravillado de todos. El niño le miraba de una forma, cómo si conociera todos sus secretos y supiera su verdadera identidad.

Algo normal, pensó después, ya que ambos eran Digielegidos Especiales.

Sonriendo tranquilamente, le respondió, acercándose a él.

-Más que tú, sí -revolviéndole el pelo.

Aki sonrió como si pudiera leer entre líneas aquel comentario. Mientras que los demás, seguían más desconcertados que nunca.

Después de ello, el digimon se había dirigido a Nat y tocándole el hombro, le preguntó misteriosamente.

-¿Estás bien?

-Claro que sí -contestó ella maleducada e incómoda de que la hubiera tocado.

Aquel simple gesto molestó también a Toji, Musuko y Satoshi, los cuales creían que tenían un nuevo rival en el amor.

En medio de esa confusión, Momoko habló alto y de repente cómo si se hubiera percatado de algo de gran relevancia.

-¡Eso es! ¡Ya lo tengo!

-¿Qué pasa, Momo? -le preguntó Ralmon intrigada.

-Estaba preguntándome porqué el digimon del niño retrocedía de nivel, y ya sé la respuesta. Sí, sí -y luego con aires presuntuosos y dirigiendo una mirada maliciosa a las hermanas Izumi, añadió-. Algo tan evidente que ni siquiera las sabelotodo se dieron cuenta -eso provocó que ellas y sus digimon fruncieran el cejo molestas-. Es porque Aki brilla que su digimon retrocede. Su luz debe de perjudicarle o algo así y por eso Tsunomon pasó a ser Punimon y luego a un digihu… -su boca se vio cerrada por la mano de su hermano mayor, impidiendo que siguiera hablando.

La teoría que Momoko exponía era algo que seguramente las Izumi ya se habían dado cuenta. Incluso, tras haber visto los rostros del resto de mayores y de algunos de los niños, pudo imaginar que la gran mayoría se había percatado de la razón de porqué Tsunomon retrocedía. Pero ver la cara que se le había quedado a Aki, le hizo suponer que si nadie se lo decía era para que el niño no se sintiera culpable contra su compañero digimon. Y su hermana que sólo buscaba verse inteligente que los demás, delante de Yuuta, había estropeado todo ese esfuerzo.

-¡¿Sei?! ¡¿Quieres soltarme?!

-Por una vez, estate calladita y deja de soltar comentarios fuera de lugar -avisándola tan serio y amenazante que encogió a la chica.

Momoko sintiéndose aterrorizada por su hermano, pidió ayuda a Yuuta para que le dijera o advirtiera a su hermano. Además, él había sido testigo de cómo su hermano se había puesto agresivo con ella.

Pero al verlo, se lo encontró con que le había lanzado una dura mirada, mientras observaba cómo Zabumon trataba de animar al pequeño que por alguna razón, se había apenado tanto hasta el punto de contener unas lágrimas que aparecían en sus ojos rojos. Luego se encontró con que la gran mayoría también la observaban con molestia y desdén, como si hubiera dicho algo malo.

-¡Oye, maleducado! -le gritó Satoshi a Yuuta- ¡Mi hermana te ha pedido ayuda, no es para que la mires cómo si hubiera dicho la barbaridad del siglo!

La perplejidad estaba dibujada en los rostros de todos. Muchos ya no sabían qué pensar de aquel dúo de hermanos, dónde no sabían entender que lo que hacía era una provocación al sentido común.

Yuuta de no ser por el estado de ánimo de su hermano, donde Piomon se había sumado para animarlo, le habría dado un guantazo a ese niño por hablarle así. Observó cómo Momoko le había casi suplicado que no dijera nada más, y excusándose con una sonrisa nerviosa, lo alejó del grupo para hablar con él en privado y sin que el resto pudiera escucharlos.

Seiichirou resopló con resignación, y pidió una vez más disculpas por los problemas que estaba causando su hermana.

-En serio, lo lamento muchísimo.

-Vamos, Sei, tú no tienes la culpa de nada -le decía Bolamon animado.

-Tiene razón. Además, es ella quién debería disculparse -comentaba el digimon de Izumi.

Lejos estaba de que Momoko se disculpara por algo que ella no consideraba como provocación o algo parecido. De hecho, se sentía igual que su hermano pequeño, extrañada de que todos la mirasen raro. Lo más curioso de todo, es que aquello había comenzado desde que sus padres habían sido secuestrados, donde Seiichirou parecía haberse quitado la máscara de muchacho tranquilo y encantador, para ponerse agresivo con ella por cada cosa sincera que decía.

Y lo que menos entendía era porque Yuuta se ponía furioso con ella cada vez que buscaba atraer su atención. No quería llevarse mal con él, de hecho, se esforzaba todo lo posible con su físico para que se fijara en ella. Sobre todo, cuando la Yagami andaba merodeando alrededor de él tras la muerte de Yamato. Sabía que ambos se llevaban bien (salvo el año pasado) porque eran amigos de la infancia y vivían en el mismo edificio. Pero no podía entender porqué prefería la compañía de la aburrida y fea de Sanae a la suya.

Incluso se había apuntado al club de animadoras de baloncesto, deporte que Yuuta practicaba como actividad extraescolar. Todo para llamar su atención y estar más cerca de él. Que ahora, el único hermano que apreciaba, lo tratase con desaire al chico de sus sueños, era algo que tenía que cortar de raíz.

Estando lo suficiente alejados del resto en compañía de sus digimon, Momoko le pidió con súplica.

-Por favor, Satoshikun, no vuelvas a hablarle así a Yuukun.

-¿Con Yuukun? ¿Te refieres a…?

El hecho de que ni siquiera los mayores se presentaran ante él, era otro indicio de lo marginado que lo tenían. Podía reprochárselo también a su hermana mayor por no decirle quién era cada quién, ya que ella los conocía. Pero la emoción de estar con alguien que lo entendía y poder contar con ayuda extra en la prueba cuando le tocase era como si la suerte le hubiese caído del cielo, para olvidarse de lo demás.

-Al pelirrojo de coleta que ahora está encima del niñato llorica aquel. ¡Ése es el chico que me tiene loca! ¡Ishida Yuutakun! -proclamando con tanta emoción y con el colorete pintado en sus mejillas.

-¿Ishida? ¿Ese chico se apellida Ishida? -preguntó sorprendido, percatándose cómo aquel adolescente se parecía bastante a Natsumi- ¿Acaso está emparentado con Natsumi?

Momoko y Ralmon le explicaron cómo ambos eran hermanos, así como a interesarse de porqué parecía estar interesado en la rubia Ishida. Pues no era muy normal en Satoshi.

-Creo que sobran las palabras para explicar la razón -dijo Satoshi con aire sobrado.

-¿Acaso no veis que ella es una niña muy guapa y con criterio para la moda? Es perfecta para Satoshi -añadió Aruraumon cómo si eso fuera suficiente para que le gustase a su compañero.

-Bueno, si se ignora su mal carácter y su personalidad antisocial, no niego que es mona, aunque no tanto como Momo -recordó Ralmon, dónde cómo a Momoko, no les caía muy bien la niña Ishida.

-Ralmon tiene razón, hermanito. Ella es una niña muy frívola que no le importa nadie. Y tú te mereces algo mejor que eso. Pero… Pensándolo bien… -colocando un índice sobre su mentón pensativa-. Si a ti te gusta la niña esa y a mí Yuukun, podríamos ayudarnos mutuamente para poder conseguirlos.

-Es una buena idea, hermana -aceptó Satoshi pero luego echó una mirada desdeñosa al grupo. De vez en cuando, miraban hacia ellos, y luego volvían a mirarse entre ellos y murmuraban algo, como si estuviesen criticándolos-. De verdad, cómo agradezco que estés aquí, porque empezaba a estar harto de ese grupito de amigos que no paran de hacernos el vacío.

Y Satoshi y Aruraumon se desfogaron a gusto contándoles cómo desde el minuto uno, aquel grupo de niños y sus digimon les habían marginado y ni siquiera se habían dignado a presentarse ante él. Todo lo contrario con el último recién llegado, que había sido el principal centro de foco de todos, brindándole todas las atenciones que a él nunca le habían dado y considerándolo como si lo conocieran de toda la vida.

-Y mientras que a Satoshi ni una pizca de eso. Lo dejaban siempre de lado y le hablaban mal -se quejaba el digimon planta.

-Pero ¿Y Shin y su digimon? -dónde Momoko y Ralmon desconocían el nombre de su digimon- ¿Es que no se molestaron en presentarte a los demás ni nada?

-¡Nada de nada! -espetó Satoshi- Ya sabéis que no le caigo bien a Shin. Hasta tuvo el descaro de apartarse de mi lado. Se las arreglaba para estar al lado de los demás, dejándome más marginado. ¡Él! ¡Mi propia familia! -gritó el niño victimizándose.

Enfurecida por cómo se sentía su hermano pequeño, Momoko no se lo pensó dos veces. Dándose media vuelta, se dirigió al grupo para cantarle las cuarenta a Shin y de paso al resto de niños por haberle hecho el vacío a su hermano pequeño. La chica iba desbocada como un caballo salvaje. Seguro que Sei volvería a ponerse agresivo con ella, pero esta vez, su hermano mayor tendría que darle la razón y ver que lo que su querido hermanito Shin y el resto hacía era perjudicar a Satoshi.

Detrás de ella iban las dos especies de Palmon y Satoshi. Por primera vez desde que el niño había llegado, se sentía feliz y dichoso de que alguien por fin le escuchara y tuviera el coraje para defenderlo.

Justo cuando Momoko había llegado hacia dónde estaba el grupo, y antes de que pudiera darle cuenta a Shin del mal hermano que había sido, las nubes fueron amontonándose extrañamente sobre el cielo. El viento continuó después, así como la amenaza de rayos que asustó a los más pequeños. Y entonces, cuando todos pensaron que alguna desgracia iba a suceder o que Dunkelmon y Lichtmon regresaban para continuar el combate, tuvieron la sorpresa al escuchar una voz femenina que asustó más a Daichi y a Buidramon que al resto.

Aquella voz femenina era la misma que había amenazado a Daichi y a su digimon por su incompetencia en el combate contra Musuko y Veidramon.

El resto de niños y sus digimon tardaron un poco en reconocer aquella voz.

"Niños Elegidos y digimon. En compensación con las victorias que habéis conseguido en las primeras pruebas, se ha decretado que hasta el día de mañana, no estaréis sometidos a más pruebas.

También se ha tomado una decisión respeto a la prueba a la que se han visto involucrados los herederos de 'Esperanza' y 'Luz'"

La voz resonaba a través de todo aquel mundo, llegándose a escuchar incluso en la guarida dónde se encontraban Taichi y sus amigos. La mera insinuación de referirse a los herederos de esperanza y luz fue suficiente para que Takeru y Hikari se alteraran junto a sus digimon, observando con sus rostros llenos de pánico hacia el frente, dónde Taichi les devolvía la mirada con el mismo gesto de preocupación que ellos.

"En vista de que nuestros participantes han usado una técnica que se les tenía prohibida utilizar y que vosotros también hicisteis trampa con la intervención de ese digimon ángel, hemos decidido posponer vuestro combate para el final."

-¿Qué hicimos trampa? ¡No me vaciles! -expuso Toji molesto de que tergiversaran la situación a su gusto.

El niño no pudo seguir hablando ya que obtuvo un siseo por parte de Misato, que como el resto, se encontraban atentos y con la mirada puesta en el cielo, cómo si pudieran ver al ente femenino que les hablaba.

"Por lo tanto, que mañana se preparen los herederos de los emblemas valor, amor, amistad, conocimiento, sinceridad e inocencia.

Ahora que podéis contar con vuestros hermanos mayores, disponéis de una ayuda extra que vais a necesitar para combatir a los miembros de los Siete. Cualquiera puede ser elegido para la primera prueba de mañana. Así que os aconsejo que aprovechéis para descansar porque mañana será un día muy largo."

Y como si aquel ser tuviese poderes contra los fenómenos de la naturaleza, las nubes se despejaron, el viento dejó de soplar y las violentas tormentas desaparecieron, sin haber desembocado en truenos o lluvias.

-¡Maldita! ¡Parece que se esté cachondeando de nosotros! -bufó Yuuta chocando su puño contra la palma de su mano en un gesto de furia.

Sei les preguntó a los niños si esa voz era de la tal Oroguram de las que le había hablado, siendo la más partícipe en las pruebas que los niños y sus digimon se habían enfrentado. Sin embargo, la respuesta que el más mayor había obtenido era una negativa, así cómo a resaltar que provenía de la mujer que había querido deshacerse de Daichi y Buidramon.

Los mayores todavía seguían estando impresionados por la historia que envolvía a Daichi, así como no creerse que el Daisuke que ellos conocían, hubiera hecho algo tan inaudito. Se preguntaban si sus padres estarían enterados del tema.

-Pero, un momento -interrumpió Tentoytomon-, hay algo que no entiendo. Puede que sea una tontería, pero -el digimon aunque era cómo su padre salvo en los colores, era igual que su amiga en lo que corresponde al conocimiento. No era de muchas luces. Sin embargo, quizás debido a que había visto mucho a su padre digimon estar pendiente de lo que su compañero humano hacía, que Tentoytomon había desarrollado una alta capacidad de reflexión sobre lo que le rodeaba y a no encontrarle la lógica a lo que le tenía preocupado-, hay algo que no me cuadra. ¿Cómo es posible que en menos de un día hayáis estado entrenándoos en los mundos simulados de Gennaisan en el Mundo Digimon y combatido cuatro pruebas en este mundo?

-¿Cómo que en menos de un día? Si pasaron semanas desde que desaparecimos -contradijo Honeymon sin entender.

-Eso es imposible. Si fue ayer fue cuando papá y todos desaparecisteis.

Ante la confusión existente entre niños y adolescentes, dónde no comprendían cómo era posible, Elpidamon intervino para explicarles.

-Creo que existe una alteración temporal entre este mundo y el humano. Y por lo que habéis dicho -dirigiéndose a los niños-, me temo que también existe entre el digimon y el humano. Hasta hace poco he contactado con Wizardmon, el cual me ha asegurado que sólo han pasado unos segundos, cuando yo llevaba horas aquí.

-¿Has dicho Wizardmon? -preguntó Earmon con cierta conmoción, lo mismo que Tsukaimon- ¿Cómo que Wizardmon?

Elpidamon se percató de que había bajado tanto la guardia con ellos, que sin querer, había hablado de más.

Suspirando pesadamente, procedió a explicarles todo. El Wizardmon del que él hablaba era la forma fantasmal del digimon que había sido compañero de Tailmon y que ahora residía en la torre de televisión de Nichiuri TV, donde su alma parecía estar atada a aquel lugar. Puede que Wizardmon fuese un espectro, pero eso no le impedía el ayudarles en lo que pudiese cómo había hecho hace años cuando Ken era Digimon Kaiser. Elpidamon no se abstuvo de contarles qué él le había dado el poder a Wizardmon para poder trasladarle del mundo humano al mundo simulado, con acuerdo de Gennai, para que sirviese como oponente contra ellos para que pudieran madurar en cuerpo y alma.

-Entonces, en el mundo simulado, ¿estábamos enfrentándonos al Wizardmon que estuvo con mamá Tailmon? -preguntó Tsukaimon sobrecogido y comprendiendo cómo era que ese Wizardmon sabía muy bien de sus debilidades.

-Así es. Supongo que entenderéis que se hizo por vuestro bien, para que podáis fortaleceros. Además, se ve que varios de vosotros pasasteis por ese tipo de prueba de verdad -viendo a los combatientes de las primeras pruebas.

Los aludidos se sintieron afligidos, recordando con todo lujo de detalle las difíciles pruebas a las que se habían tenido que someter al enfrentarse unos contra otros. Puede que Misato no se enfrentara directamente a su madre, pero ella había sido el prólogo de una advertencia para que el resto se preparara para enfrentarse contra ellos mismos de verdad.

-Pero, entonces, si es cierto que hay una alteración temporal, eso quiere decir que nuestros padres llevan secuestrados durante más tiempo del que pensábamos -dijo Sanae con tristeza y abrazando con fuerza a Snowoagumon como si buscara consuelo en ella.

El saber que su padre había pasado más tiempo del que pensaba encerrado, era para preguntarse si realmente estaba bien y no quedarse tranquila con las palabras de aquel misterioso digimon.

¿En serio que podían confiar en él?

Puede que fuera un digimon ángel y se pareciera bastante a los de la especie de Angemon, pero aquel digimon parecía saber demasiado tanto de ellos como de las circunstancias por las que estaban atravesando.

-Creo que eso es motivo suficiente para esforzarnos en ganar las pruebas para rescatarles, Sanaeneesan. Sólo así, podremos avanzar para llegar hasta dónde están ellos -dijo Isaki dónde parecía que el valor estaba más dentro de él que de ella.

-Por no mencionar que pueden hacernos desaparecer y aparecer a su antojo -recordó Minami con ligero temblor. Puede que su turno hubiera pasado, pero eso no significaba que siguieran expuestos al peligro de aquella amenaza que tenía a sus padres secuestrados y que había ideado ese juego de supervivencia para su propia diversión.

Porque si llegaban al punto final dónde estaban ellos, ¿qué pasaría después?

-Sea lo que sea, propongo que nos quedemos aquí a descansar -comentó Sei.

-¿Es que piensas fiarte de la voz de esa mujer que dice que hasta mañana no habrán pruebas? -preguntó Yuuta escéptico de que su amigo fuese tan ingenuo.

-Claro que no. Pero tanto tu hermano como el mío y sus digimon parecen estar muy agotados y con ganas de dormir.

Y no eran los únicos, ya que Kazumi también mostraba signos de estar fatigada. La prueba estaba en que no se sentía tan espabilada como antes, a pesar de los constantes esfuerzos que hacía para mantenerse atenta a lo que todos decían.

-La verdad es que no sé cuánto tiempo llevamos desde que llegamos a este mundo. Con los numerosos altibajos y emociones que hemos sufrido -reconocía Takeshi bostezando.

Sin embargo, todos estuvieron de acuerdo en qué los niños y sus digimon tenían que descansar. Los adolescentes les aconsejaron que durmieran sin problemas, ya que ellos se encargarían de hacer guardia. Como los mayores también traían mochilas con provisiones, eso hizo que todos pudieran disfrutar de una buena comida, antes de quedarse profundamente dormidos. Se racionaron la comida con sentido común, en previsión de que pudieran estar en ese mundo durante varios días.

Tras el aviso del ente femenino, Momoko se había sentido tan angustiada, que su intención de hablar con Shin había quedado en el olvido.

Poco antes de que todos terminasen de comer y se acomodaran para dormir, Elpidamon sintió el aviso urgente de Wizardmon. El digimon ángel seguía manteniéndose apartado de los demás, rehusando su amabilidad de comer junto a ellos. No era porque no quisiera comer con ellos, sino porque temía que descubriesen su verdadera identidad. El más pequeño de todos, parecía saber quién era y aunque se encontraba algo adormilado, no quería que hiciera algún comentario que sirviera como pista a sus hermanos.

Después de todo, él ya no era ni Kibou ni Snowpoyomon.

Poco después de morir a manos de aquellos digimon demonios, algún ser divino y milagroso le había otorgado la oportunidad de volver a renacer. Pero ambos, lo habían hecho como una sola persona. Un digimon, cómo habían soñado cuando eran niños. Resultaba curioso que fuese macho en vez de hembra. Pues Snowpoyomon parecía ser más un digimon femenino que masculino. Aún así, no tenía pegas con lo que era. Lo que sí no podía permitir es que sus padres o sus hermanos supiesen que había renacido, y se atasen a ese milagro sin poder aceptar que la muerte es algo inevitable donde no queda la nada. Además, ahora mismo era un digimon ángel que velaba por la seguridad y el bienestar de los humanos y los digimon. Algo parecido a un ángel de la guarda. Sin vínculos sanguíneos con nadie. Sólo siendo un digimon que buscaba la paz y la armonía en el mundo humano y el mundo digimon.

-¿Qué ocurre, Wizardmon? -su voz sonaba baja. Pero, aún así, atrajo la atención del somnoliento Aki que se resistía a ser el primero en quedarse dormido.

La voz de alarma de Wizardmon al otro lado, hizo que resumiera brevemente lo que estaba sucediendo en el mundo humano.

Una ola de digimon malignos habían aparecido en el cielo del mundo humano, dónde su destino parecía ser los niños más pequeños, Ryu y Hinode.

Elpidamon con el rostro inquieto y apresurado, les comentó a los chicos y sus digimon que tenía que marcharse urgentemente al mundo humano. No se paró en detallar los sucesos que ocurrían. Suficiente tenían con las pruebas a las que tenían que enfrentarse. Sin embargo, antes de marcharse, les dio un ultimátum a sus hermanos para que no se enfrentaran solos a Dunkelmon y Lichtmon.

-Cuando os toque luchar contra Lichtmon y Dunkelmon apretad fuertemente esto -tendiéndoles una especie de gema de color verde a Isaki y Takeshi con un detalle curioso. Parecía una especie de fusión entre los emblemas de esperanza y luz-. Entonces, vendré de inmediato para luchar a vuestro lado.

Los dos niños asintieron y agradecieron el detalle que tenía para con ellos.

Asintiendo, y aconsejándoles que todos tuvieran cuidado, Elpidamon desapareció de aquel extraño mundo como por arte de magia.

Las primeras impresiones se iniciaron con Toji dónde aquel digimon les parecía un ser realmente raro. A Musuko le parecía demasiado sospechoso, aunque más por el hecho del poder tan increíble que poseía aquel digimon. Algo que los dos digimon de Isaki y Takeshi malinterpretaron para defender a capa y a espada a Elpidamon.

Sin poder contradecir a ambos digimon, los dos niños tuvieron que morderse la lengua y a no seguir hablando. Justo antes de que alguien dijera algo para romper el hielo, Yuuta llamó a sus primos para poder hablar con ellos en privado.

Dejando a Aki en la segura de compañía de Zabumon, Yuuta había apartado a sus primos pequeños del resto para poder hablar con calma, ahora que Elpidamon ya no estaba presente. Pues al contrario que a los dos digimon de sus primos, a él no le inspiraba mucha confianza. La forma en cómo se había acercado antes a su hermana; El extraño comentario al responder a Aki; Y su constante mirada sobre sus primos y digimon como si para ese digimon solo existiesen ellos, le daba muy mala espina.

Por no hablar de un gran poder que parecía tener. Había podido salvar a su familia y a sus amigos. Pero según lo contado, no existían datos en los dispositivos actuales que tenía.

¿Por qué ese digimon se encontraba en el anonimato y misterio?

¿Por qué se había negado a dar sus datos cuando Kazumi se lo había pedido?

¿Por qué estaba tan desesperado al final con sus primos?

Sea como sea, es algo que descubriría en persona cuando volviese.

Ahora lo prioritario era descubrir qué es lo que le pasaba a su hermana. Se encontraba tan arisca y extraña, que se sentía preocupado por ella.

Puede que a veces se llevasen como el perro y el gato, pero eso era debido a la similitud de fuerte personalidad que tenían y que habían heredado de su padre. El choque entre dos personas con mal genio nunca desembocaba nada bueno.

Por fortuna tenían la calma que los tranquilizaba en el cuerpo de su hermano. Debido al máximo afecto que ambos le tenían y lo que sabían que era, tanto Nat como él se subordinaban ante las palabras del más pequeño.

La pregunta que Yuuta les hizo a sus primos sobre qué le pasaba a su hermana cogió por sorpresa a ambos hermanos, quiénes se habían mirado sin entender muy bien la pregunta.

-¿Cómo que no le pasa nada? Puede que ella fuese una arisca, pero no a semejante nivel.

Isaki comprendiendo entonces, le explicó apenado que cómo desde su llegada se había sentido así, pues ya se habían acostumbrado a ese carácter suyo, tratándolo como algo normal en su persona.

-Imagino que debió de mezclarse todo en Natneechan. La muerte del tío Yamato, el secuestro de nuestros padres y el ser enviados al Mundo Digimon sin más.

-Aunque bueno, al principio no lo era tanto -contradijo Takeshi-. Puede que se mostrara escéptica y se mantuviera en alerta por el bien de Akikun. Pero al menos, nos permitía a mi hermano, Toji y a mí cuidar de Aki para que ella descansara. Con el paso de los días en el Mundo Digimon, no quiso aceptar la ayuda de nadie y empezó a apartarse de nosotros como si no confiara en nadie.

Yuuta analizaba las palabras de Takeshi que era la viva imagen de su tío Takeru.

El adolescente podía entender la decisión de su hermana. Pasar muchos días sin suceder ninguna novedad e ir sin saber hacia dónde se dirigían, le haría desconfiar del grupo con el que iba, así como a no permitir que nadie se hiciera del cuidado de Aki. Sobre todo, cómo tras la muerte de su padre, había pasado a convertirse en un Digielegido Especial cuyos poderes podían despertar en cualquier momento.

Sin embargo, lo que a continuación sus primos le habían contado, hizo que se quedara perplejo por lo que escuchaba.

-La verdad es que estuvo así incluso en la base de Gennaisan y sus agentes, y eso nos preocupaba mucho. Sobre todo, cuando teníamos que ir a los mundos simulados para hacer que nuestros digimon digievolucionaran. A sabiendas cómo es ella, le pedimos a Tojiniichan que la vigilara con mucha atención, imaginando en que ella podría cometer alguna barbaridad.

-Aunque no imaginamos que cometiera una pero de forma exagerada -añadía Takeshi aún impresionado por la temeridad de su prima.

Isaki le contó a Yuuta todo lo que sabía por su primo, sobre las graves imprudencias que había cometido Natsumi para provocar la digievolución de su digimon.

-¡¿Qué se puso delante del enemigo?! ¡¿Qué se tiró desde un acantilado a propósito?! -Yuuta repetía atónito sobre las locuras de su hermana.

¿Es que tan desesperada había estado para no recordar que la digievolución de un digimon no se provocaba de forma forzada?

Estaba convencido que si su madre se enteraba, le daría un ataque.

-Nosotros nos quedamos igual que tú. Por eso, que con más razón queríamos que estuviera en la última prueba con alguien de confianza como lo es Tojiniichan.

-E incluso barajamos la posibilidad de ir uno de nosotros. Pero tu cabezota hermana acabó escogiendo a Ichijouji -terminando la frase con un deje de molestia dónde aún se sentía resentido con los actos que Osamu había hecho contra su hermana-. Estuvo con él en ese mundo simulado unos diez días y con gripe.

-¡¿Con gripe?! -preguntaba nuevamente con extrañeza de que su hermana, que siempre se cuidaba, estuviera tan enferma- ¡¿Diez días?!

-Así es -hablaba ahora Isaki con algo de culpa-. La verdad es que deberíamos habernos dado cuenta de que no se encontraba bien el día anterior de la ida al mundo simulado. Porque -dirigiéndose ahora a su hermano- reconoce que esa noche durante la cena ya se comportaba de forma extraña.

-Sí. Puede que tengas razón. Aunque yo creía que se debía más a lo que dijo… -Takeshi sostenía que el principal motivo se debía a Satoshi, por haberle hecho aquel comentario hiriente. Pero, optó por no comentarlo en alto y dejar la frase en el aire. De lo contrario su primo no dudaría en dar más de un sopapo a ese niño mimado por haber dicho semejantes palabras con sus hermanos pequeños delante. Y aunque se lo mereciera, tenía que pensar en las consecuencias que eso podría desencadenar en el grupo.

El misterio que Takeshi había dejado, intrigó a Yuuta. Isaki, sabiendo lo que iba a decir, distrajo la atención de su primo con lo sucedido después de que el grupo de su prima volvieran del mundo simulado.

-Sin embargo, cuando regresaron del mundo simulado, no sé que debió de haber pasado allí, que Natneechan había cambiado muchísimo. Incluso Akikun se sentía muy animado como antaño. Su cambio nos sorprendió a todos, y alegró mucho a las chicas, dónde Natneechan se integró al fin con ellas. De hecho, ahora que lo pienso… -mirando al piso cómo si ahí tuviera la imagen del recuerdo-. Ella había estado bien y actuado normal. Incluso después del combate contra los Ichijouji. Hasta apoyó a Ichijouji con mucho esmero. Y justo cuando nos volvimos a reunir para decidir sobre qué hacer, al no haber conseguido la hoja para avanzar, fue cuando Natneechan empezó a comportarse de forma extraña.

-Antes de reunirnos todos, yo la estaba mirando de vez en cuando -añadía Takeshi con mirada neutra-, y me dio la impresión de que hubo una conversación muy tensa entre Natneechan e Ichijouji. Parece que algo pasó entre ellos.

El hecho de que ambos hermanos se refirieran a Osamu por el apellido, confundía a Yuuta que pensaba que estaban hablado de Minami.

Como Minami y su hermana habían creado lazos hace unas semanas, cuando la Ichijouji se había refugiado en su casa, por iniciativa de Natsumi, pues en ningún momento se le ocurrió pensar qué Osamu y ella empezaran a amistarse. Incluso pensaba que en el mundo simulado donde su hermana había estado diez días enferma, había estado con Minami en vez de con Osamu. Sin embargo, le resultaba extraño que Isaki y Takeshi se dirigiesen a la niña por su apellido en vez de por su nombre con el sufijo honorífico de respeto, sobre todo Isaki con el que compartía clase y era la imagen de respeto como su tía Hikari.

-¿Así que estáis diciendo que ahí puede estar la causa?

-Seguro -contestó Takeshi, sintiéndose animado por alguna razón- Quizás Natneechan se dio cuenta de cómo es realmente, alguien que no le conviene, y quiso cortar su relación de raíz…

-¡Takeshi! -le reprendió Isaki. Sabía que su hermano seguía resentido con el Ichijouji y que no estaba dispuesto a perdonarlo. Pero no había necesidad de alimentar su ira y dirigirla hacia otra persona- ¡Ya habíamos dicho que dejábamos ese tema zanjado! ¡Nadie tiene la culpa de que…!

-Pero -intervino Yuuta sin dejar hablar su primo y así salir de su propio malentendido- aunque pasase algo, no es motivo para que ella esté de esa manera.

-Pues eso es todo lo que sabemos. Aunque sí es cierto que está actuando muy raro, sobre todo cuando antes se veían juntos y parecía entenderse.

Yuuta dejó escapar un pesado suspiro. No podía creerse que de la nada, su hermana dejase de hablar con Minami (con quién creía que estaba el problema) como la típica niña egoísta que deja de hablar con su amiga porque le daba la gana y comportarse como si nada le preocupase. Sabía que por mucho que le volviera a preguntar sobre qué era lo que Minami le había hecho para ponerse así, ella, terca como su madre, jamás se lo diría. Quizás debería pedirle a Sanae que hablase con su hermana. Pues ambas tenían buenas migas y Natsumi la consideraba como una hermana. Quizás en Sanae podría confiarle lo que le había ocurrido, e incluso la propia Yagami podría hacerle entrar en razón de que no estaba bien tomar con el resto su enfado. Pues, ante la ausencia de ella, ahora mismo sólo podía confiar en Sanae.

-Muchas gracias, chicos -agradeciendo a sus primos por haberles contado todo lo que sabían sobre su hermana.

Al volver con los demás, dónde Aki había quedado dormido en el regazo cálido de Zabumon, el resto también empezaron a dormirse, con la seguridad de los mayores a su lado para vigilar los alrededores. Los mayores dispusieron grupos para que también pudieran descansar en previsión del día duro que tendrían dentro de unas horas.

Para ellos, todavía era hora de comer y estaban muy lejos de la noche. Pero teniendo en cuenta las aventuras que sus hermanos pequeños habían vivido, les esperaba unas horas con mucha tensión y duras batallas. Tendrían que estar despiertos si no querían ser ellos una molestia. Así que se decretó que entre ellos mismos, harían grupos de dos para hacer guardia, mientras que los otros aprovecharían para descansar.

Momoko y Ralmon se negaron a hacer guardia, aludiendo de que ella si no tenía algo productivo que hacer después de comer, tenía que echar su siesta. Sei, tomándolo como un caso perdido, le consintió en que durmiera tranquila sin tener la obligación de hacer guardia. Así podrían estar un poco más tranquilos.

Se dispuso que Yuuta y Sanae harían el segundo grupo de guardia, mientras que Izumi y él harían el primero.

En el momento en que les había tocado hacer a Yuuta y a Sanae la guardia, fue cuando éste le había pedido que hablase con su hermana. Le contó todo lo que le habían dicho sus primos para tenerla en antecedentes, así cómo a buscar su opinión sobre si a ella también le resultaba extraño su comportamiento.

-Claro que me parece extraño. Desde el primer momento en que la vi, me pareció que no estaba ante la misma Natsumichan de siempre.

-Pues si me hicieras ese favor, te estaría agradecido. Porque ya has visto que no me quiere contar nada.

-Pero, ¿por qué no se lo preguntas a Akikun o a Piomonchan? Ellos estuvieron pegados a ella, así que sabrá lo que tiene.

-Piomon es totalmente fiel a Nat. De ninguna manera, contaría algo personal de ella sin su consentimiento. Y mi hermano -viéndolo dónde su cabeza reposaba entre sus piernas con el abrigo de Zabumon cubriéndolo- es demasiado considerado en ese aspecto -mirándolo con una sonrisa tierna y acariciando suavemente su cabello-. Antes no lo era tanto, hasta el año pasado. Queriendo buscar la armonía familiar -refiriéndose a la época en la que él agredía a Sanae y que de no ser por las palabras de Aki, ahora sería una causa perdida- que dispuso de todo lo que sabía a su alrededor, para hacerme ver mi error. Es cierto que lo consiguió y eso hizo que todo en casa volviera a estar en calma y felices. Pero, después de que Aki se lo contara a ella y tras la bronca que me echó, se sintió fatal y culpable -sonriendo en una mezcla de resignación y fastidio al recordarlo-. Desde entonces, Aki se ha mantenido reservado con lo que pasa a su alrededor.

-Entiendo -comprendiendo cómo el niño debió de haberse sentido culpable al presenciar las consecuencias de habérselo contado a ella-. No te preocupes, Yuuta. Hablaré con tu hermana. No estoy segura de que pueda ayudarla o de que me cuente su problema, pero haré lo que pueda.

-Gracias -mirándola con sus ojos azules llenos de bondad y afecto. Algo que provocó el sonrojo en Sanae, pero que a pesar de todo, sostuvo aquella dulce y cálida mirada.

El momento era tan bonito y tierno que no se habían percatado de que Momoko se había despertado, y había observado a su rival con una expresión de odio y envidia.

¿Por qué ella?

¿Por qué Yuuta nunca la miraba cómo la miraba a ella?

¿Qué tenía aquella simplona de especial?

Ella era más guapa, más divertida y moderna.

Dándose la vuelta para no seguir viendo algo tan doloroso, decidió que tan pronto en cómo Satoshi se despertara, despertarían a Shin para cantarle las cuarenta.

Estaba tan enfadada y ofuscada que pensaba descargar toda su ira contra su hermano pequeño, aprovechándose de lo que le había hecho a Satoshi.

.

-¡Sei! ¡Sei!

El llamado de Bolamon al chico hizo que Sei abriera los ojos.

Aunque habían dispuesto guardias para que unos descansaran, él no pensaba quedarse dormido como los niños y sus digimon. Pero el estar relajado, en silencio y con la calidez del fuego de la hoguera, y el no haber dormido mucho la noche anterior, se le había acumulado para que le hubiera entrado la somnolencia.

Cogió las gafas que durante la siesta se le habían caído sobre el estómago y estirando un poco su espalda para aliviar el dolor de haber estado sentado y apoyado contra la dura piedra, le preguntó a su digimon qué pasaba, mientras echaba un vistazo a su alrededor.

El paisaje de aquel mundo seguía siendo oscuro, cómo si no tuviera día o noche. La hoguera hecha gracias a los digimon de tipo fuego, seguía abrigándolos con su calor. El grupo de Yuuta seguía haciendo guardia y ocupándose del fuego. Algunos de los niños ya se habían despertado, aunque en sus ojos se avistaba que aún seguían medio dormidos. A su lado, Izumi se había quedado dormida también. Cuando habían finalizado su turno, Izumi se había acostado al lado de su hermana, para brindarle el calor corporal. Tentoytomon había hecho lo mismo con su hermana digital, al apoyarse contra ella. Sin embargo, seguro que cómo él, la calidez, el silencio y el tiempo, había hecho que se adormeciesen.

-¿Qué pasa? -luego se dirigió hacia el sitio dónde estaba su hermano Shin con Kawamon. Pero su sitio estaba vacío. Antes de que pudiera preguntar por él, su digimon le dijo.

-Tu hermana y tu hermanastro está con él allá -avisaba el digimon preocupado, y sintiéndose mal por haberse quedado dormido y dejar que el pequeño humano se sintiera solo ante ese par de egoístas.

Al dirigir su pata hacia la dirección dónde estaba, Sei observó cómo sus dos hermanos no habían apartado a su hermano para tener una agradable charla. Desde lejos se notaba que estaban discutiendo bravamente con él.

El adolescente maldijo por lo bajo. Cogiendo a Bolamon, se fue hacia dónde estaba Shin. Seguramente, aterrorizado de recibir de un lado y de otro toda la furia que habían estado conteniendo y explotándola cuando habían creído conveniente.

.

-¡¿Cómo que no le hiciste la vida imposible?! ¡No seas mentiroso, Shin! -le recriminaba su hermana.

Al despertarse, Momoko había visto que su hermano mayor se había quedado profundamente dormido. Por lo que, viendo cómo Musuko también iba despertándose, consideró que podría despertar a su hermano Satoshi y hacer lo mismo con Shin y aprovecharse del momento para regañarlo. Se habían apartado lo suficiente de los demás, para que pudieran sermonearle a gusto. Aunque no podía gritar tan alto como le gustaría. En medio de aquel silencio, tenía que controlarse un poco.

-¡No es ninguna mentira! ¡Fueron ellos quiénes se apartaron de los demás! -rebatió Kawamon.

Cuando Momoko había pretendido despertar a Shin, éste se encontraba abrazando a Kawamon, por lo que también tendría que lidiar con su digimon. Sin embargo, ella tampoco iría sola con Satoshi. Contaba con Ralmon y Aruraumon para que el número no fuese equitativo.

-Si ya nos miran con cara como si fuéramos de otro planeta, para no apartarse -afirmó Aruraumon.

-Eso muestra lo mal hermano que sois. Tanto tú, como tu compañero humano -escupió Ralmon.

-Pero… Es que… Es que… -y aunque Shin contaba con el apoyo de Kawamon, el enfrentarse cara a cara contra las personas que menos deseaba, le aterrorizaba tanto que deseaba que su hermano se despertara de una vez y acudiera a su rescate.

-¡¿Es que, qué?! -exigió saber Satoshi sin darle oportunidad para defenderse-. En serio, Shin, tu falta de confianza da asco. Saber que somos hijos de la misma madre, me asquea.

-¡Yo estoy peor! ¡Que compartimos madre y padre! ¡Y aún así, a pesar de que no te aguanto, jamás se me ocurriría hacerte el vacío!

-¡En serio que decepcionas, Shin! -seguía Ralmon.

-No me extraña que mamá Palmon y Mimichan se marcharan de casa -reveló Aruraumon sin ningún tipo de escrúpulo.

Momoko y Ralmon quisieron saber a qué se estaba refiriendo con eso. Algo que Satoshi no tardó en desvelar.

-¿No me digas que no lo sabías? -preguntó Satoshi asombrado de que su hermana no supiera la verdadera causa del divorcio entre sus padres-. Resulta que mamá estaba tan harta de los lloriqueos de Shin, que se marchó bien lejos.

-¡¿Estás diciéndome que por culpa de Shin, mamá se marchó y a causa de eso, tengo que soportar a la estúpida de Yayoi?! -más razones para despreciar a su hermano Shin.

-¡¿Cómo puedes llamar estúpida a alguien que se esfuerza por ganarse tu cariño?! -gritó Kawamon harto de que la humana la tomase continuamente con alguien tan benévola y cariñosa como lo era Yayoi.

Para el digimon, la presencia de Yayoi había sido la salvación para su compañero humano. Se sentía solo e indefenso sin que nadie pudiera ayudarle. Sei y (en aquel entonces) Pukamon eran todavía muy pequeños y parecían estar pendientes de otro problema. Por otra parte, Jou y Gomamon se encontraban estresados entre su propia vida laboral y el cuidado de tres niños con sus digimon. Él, siendo Pichimon, se esforzaba todo lo que podía por su compañero humano. Pero a él nadie le había enseñado cómo hacer entender a un niño que no tenía uso de razón, lo que era el apoyo y la comprensión. Sin embargo, cuando se anunció que Jou había encontrado pareja y que se casaría con ella, desde el primer momento en que había visto a Yayoi y su dedicación con Shin, así como su paciencia cuando él lloraba, supuso para el digimon su salvavidas y a estarle eternamente agradecido. Pero la mujer, no solo se había volcado en el niño, sino que también había cuidado de él, tratándolo como a un hijo más. En aquel momento, Pichimon pudo sentir lo que era tener una madre, cómo sus amigos digimon que podían disponer de una pareja de digimon a la que llamar papá y mamá. A pesar del cuidado y dedicación que Yayoi les brindaba, eso no significaba que ellos fuesen sus predilectos. El digimon había visto, cómo ese cariño estaba igualmente proporcionado con el resto de sus hermanos digimon y sus compañeros humanos. Algo que Momoko y (en aquella época) Tanemon habían rechazado firmemente.

-¡Ella no se esfuerza! ¡Sólo finge que se esfuerza para ganarnos nuestro cariño para que nos olvidemos de nuestras mamás! -contradijo Ralmon- ¡Porque nuestra mamá sólo lo serán Palmon y Mimichan! ¡Ellas sí nos quieren de verdad!

Kawamon quiso tirarse de los pelos. Ellas eran tan cerradas de mente que no estaban dispuestas a aceptar la realidad.

-¡Es cierto! -apoyó Momoko- ¡Mi mamá es sólo Mimi! ¡No esa acoplada de Yayoi que no hace más que intervenir cuando quiero estar con papá! ¡Igual que el niñato ése! ¡Que no hace más que atraer la atención de Yuukun! ¡El incordio y molesto de ese niño llamado Akito!

-Cuidado, hermana. A ver si el tío ése te escucha -refiriéndose a Yuuta, dónde no podía tenerle el respeto que se merece-. Porque es igual que su hermana -haciendo una voz extraña de hastío-. Sólo se ocupan del mocoso ése que es más molesto como su digimon. Ambos son una carga que no sé que pintan aquí.

-Pues ya puede ir digievolucionando, porque sino, no podremos ver a mamá Palmon y a Mimichan -se quejaba Ralmon.

-¿Cómo va a digievolucionar si cada vez que el niño repelente ése brilla, va hacia atrás? Por su culpa, nuestra mamá estará condenada.

-Todo por culpa del mismo niño que mamá no quiso -dirigiéndose ahora hacia Shin.

-Si no hubiese nacido, mamá no se habría marchado de casa.

Todo eran comentarios ahora en contra suya, dejando en claro que para ellos su mera existencia era algo que no debería existir. Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas de tristeza y amargura.

Tarde fue cuando su hermano mayor había llegado para recriminar a Momoko, a Satoshi y a sus digimon, porque el daño ya estaba hecho.

A Sei no le importó alzar la voz y que ésta fuera escuchada por su grupo de amigos. Tras haber descubierto por Kawamon la sarta de barbaridades que le habían dicho a Shin, que ya no podía contenerse.

Su carácter encogió a ambos, dónde Sei no iba a quedarse callado con solo una simple advertencia. Sobre todo con su hermana, que estaba harto de que despotricase una y otra vez contra Yayoi.

-¡Ya que tanto idolatras a Mimi -para Sei, su madre biológica era algo que no podía aceptar por cómo los había dejado tirados y abandonando a su padre sin una razón de peso- te recuerdo que cuando ella se fue con su ahora maridito, no abandonó sólo a papá sino a ti también! ¡Y si te quisiera de verdad, como ella afirma, habría luchado para tener, al menos, la custodia compartida! ¡¿Lo hizo alguna vez?! ¡¿Te insinuó alguna vez el llevar el caso a los tribunales para poder quedarse contigo?!

Momoko que siempre había estado ciega ante lo evidente, se sintió sin argumentos para rebatir. Por fortuna, Satoshi parecía estar bastante enterado del tema, así como haber escuchado ciertas conversaciones entre sus padres.

-Mamá nunca lo hizo porque era obvio que no le habrían cedido la custodia, al haber sido ella la responsable. Pero mamá sí quiere a Momo.

-¡Eso no deja que Mimi nos abandonara a todos cuando éramos pequeños! ¡Tú la has tenido desde que naciste y te dio los mimos y caprichos que querías! Pero, nosotros… -dirigiéndose a su hermana- ¡¿Quién crees que nos abrazaba cuando llorábamos?! ¡¿Quién nos consolaba cuando teníamos miedo?! ¡¿Quién es la que estaba ahí para ayudarnos y protegernos cuando teníamos problemas?! ¡¿Acaso Mimi puede darte todo lo que "mamá" nos dio, a través de una pantalla y al otro lado del globo?!

-¡Sólo lo hace por mera apariencia! ¡Yayoi no es nada sincera como mamá! ¡Mamá es directa con todo lo que hace! ¡Y no busca acoplarse y contentar a los demás! ¡Todo lo hace por decisión propia! ¡Por mucho que quieras vendérmela, nunca dejaré de pensar que Yayoi jamás sustituirá a mamá cómo hiciste tú! ¡Que le diste la espalda nada más marcharse y consideras como madre a una recién llegada con la que no hay vínculo sanguíneo!

-¡¿Cuántas veces hay que decirte que fue Mimi la que nos abandonó?! -explotó Bolamon con la paciencia al límite.

-¡NOS ABANDONÓ POR ESE LLORICA DE HERMANO QUE TENEMOS! ¡SI ÉL NO ESTUVIERA, MAMÁ NO SE HUBIERA MARCHADO DE CASA!

-¡¿CÓMO TE ATREVES A DECIR ESO?! -explotó Kawamon rojo de ira de que tratara de esa manera a su compañero humano.

-Ya es suficiente, Kawamon -le retuvo Sei demasiado tranquilo para sorpresa del digimon. Shin estaba tan desolado que sus lágrimas salían a chorros sin poder contenerlas-. Está claro que vosotros y nosotros, a pesar de que somos hermanos, somos tan distintos y pensamos de otra manera que no hay manera de congeniarse y poder entendernos. Sigue viviendo en tu burbuja, Momoko, que yo ya estoy harto de tu trato despectivo contra Yayoi -cogiendo la mano de su hermano pequeño que lloraba por los comentarios de sus hermanos-. Pero esta vez, te has pasado al decir eso de nuestro hermano. Que sepas que una vez que se arregle todo esto, le contaré a papá lo que has dicho de Shin y cómo tratas a Yayoi realmente. Sino se lo he contado antes, es porque ella me lo ha suplicado para no destrozar la familia de nuestro padre y porque aún cree que puede ganar tu cariño. Pero se ve que es imposible. Es tu sola presencia quién está destruyendo la familia. Así que, desde ahora, te prohíbo que te acerques o te dirijas a Shin. Y no me busques para pedirme ayuda, porque no pienso dártela -espetó tan molesto que apenas pensaba en lo que decía.

-¡Eso os incluye a vosotros sobre nosotros! -añadió Bolamon, hablando por Kawamon y él, al dirigirse a Ralmon y Aruraumon.

-¡¿Qué no nos acerquemos?! ¡¿Qué nos lo prohíbes?! -repetía Momoko incrédula.

-¿Y piensas que vamos a obedecerte? -repuso Satoshi con una sonrisa sarcástica.

-Eso os conviene. Porque no sabes cómo estoy conteniendo las ganas de daros un par de guantazos por insensibles. Sois tan egoístas que parece que os divierte molestar a los demás. No me extraña que todos os estén haciendo el vacío -la última frase fue lanzada en un murmullo.

Aquel último comentario irritó tanto a Momoko, que empezó a despotricar contra Sei, así como a sentirse preocupada de que le pudiera decir a su padre todo lo que le había hecho a Yayoi.

-No te preocupes, hermana. Si tu padre se enfada contigo, míralo como una oportunidad para llevarlo al tribunal y tener una razón de peso para alejarte de él y vivir con nosotros en Estados Unidos.

-Es verdad. Además, papá Betamon y Mickey ya os consideran como si fuerais sus propias hijas.

-La verdad es que yo estoy cansada de estar en un lugar tan soso y aburrido, donde nadie nos entiende -confesó Ralmon, donde muchas veces le corroía la envidia de no poder estar con su madre Palmon en un lugar tan grande, divertido y siempre en movimiento. La monotonía no iba con ella y mucho menos con Momoko.

-Yo también. Además, papá apenas pasa tiempo en casa… Pero… Es que no me quiero separar de Yuukun -confesó Momoko dónde su única razón para no implorarle a su padre que quería irse a vivir con su madre, era la de estar con su amado Yuuta.

.

Durante la hora del desayuno (considerado por los niños y sus digimon por la diferencia horaria) todos se encontraban en tensión y sin decir una palabra. Todo por culpa de la discusión que habían tenido los hermanos Kido y Ford hace unos minutos. Debido a la lejanía, nadie había escuchado el tema de su discusión. Sin embargo, viendo cómo en Shin aún había restos de lágrimas y cómo Sei se sentía más serio y molesto de lo habitual unido a la distancia marcada con Momoko, Satoshi y sus digimon con ellos, era demasiado evidente el motivo de la discusión. También podían imaginar quién tenía la razón y quién no. Los niños y sus digimon habían aprendido demasiado de cómo era Satoshi y cómo se comportaba contra ellos, que teniendo a Momoko que era tal para cual, intentar razonar con ellas era un tema que no llegaba a buen puerto, ya que, según ellos, lo que hacían no era nada malo.

Daichi, a pesar de que solo llevaba medio día con ellos, también se había dado cuenta de cómo era la personalidad de Satoshi y su digimon, y a ver qué tratar de hablar con él para que comprendiera lo que hacía, era como hablar con una pared. Incluso Kazumi le había advertido de que Satoshi junto a Aruraumon no era buena influencia. Honeymon había añadido cómo ellos despreciaban a la gente que no vestía a la moda, tratándolos como si fuesen pobres y pordioseros. Algo que había entristecido a Minami, por alguna razón desconocida para él. Ella que siempre estaba llena de alegría y que lo hacía sentirse como uno más del grupo, le había dado pena que se pusiera así. Pero como apenas la conocía, no sabía muy bien qué decir para animarla. No tenía ese don como su hermano o cómo las otras chicas, que para su edad, parecían tener más experiencia en la vida que él.

-Momokoneesan y Satoshi piensan que Akikun es un llorica y una molestia.

Un comentario salido de la nada por parte de Shin. La perplejidad reflejada en el rostro de todos sin excepción. Unos se habían quedado con el cubierto en el aire, otros habían dejado de masticar la comida y otros habían dirigido sus miradas hacia Shin incrédulos de que ese comentario saliese de su boca.

Kawamon estaba dentro del último grupo.

Su compañero humano aún tenía las evidencias de haber llorado con desgracia. Pero en su cara se manifestaba ahora un sentimiento parecido al de rencor, dónde parecía haberse estado comiendo la cabeza durante todo el tiempo, y maquinado su venganza contra sus hermanos, para hacerles pagar por la humillación que había recibido.

Otro que se encontraba perplejo era Sei. No podía creerse que su hermano Shin, el que siempre se acobardaba ante cualquier cosa, el que se escudaba en su madre cuando tenía miedo, soltase semejante despropósito. Porque aquel comentario tenía una doble consecuencia. La primera, la de dejar mal en público a sus hermanos; y la segunda, herir los sentimientos del implicado.

-¡Shin! -le gritó molesto de que hiciera algo tan perverso. ¿Sería acaso que la sangre de su madre tiraba también de él?

-¡Es la verdad! -declaró con la mirada puesta en el piso y sin ningún tipo de culpa.

La verdad es que no había pensado en las consecuencias. Sólo en lo harto que estaba de que ellos siempre estuvieran humillándolo, cada vez que podían, y él sin poder protegerse debido a su debilidad. Por eso, no se percató que ese comentario no solo dañaría los sentimientos del más pequeño, sino que abriría una furia en los hermanos mayores del implicado.

Él no veía sus expresiones debido a que estaba cabizbajo y sólo veía la expresión de sorpresa que Kawamon tenía reflejado sobre él. Sin embargo, algo debió haber pasado, ya que Momoko por primera vez en su vida, se sentía nerviosa y aterrada.

-Yuukun, no te enfades… Es solo que me salió del alma… Pero porque estaba enfadada con Shin… No lo dije en serio…

-¡¿Entonces, sí que lo dijiste?! -expresó Zabumon molesto.

Yuuta no decía nada. Estaba tan callado que parecía un volcán a punto de ponerse en erupción. Cualquier toque, cualquiera rozadura, significaría el salvajismo en su estado puro.

Momoko se quedó callada sin saber qué añadir en su defensa. Satoshi sí que lo hizo.

-Lo que pensamos es cosa nuestra. Tampoco hay que ponerse así cuando la mayoría piensa lo mismo.

Y ahí estaba el comentario que hizo explotar al Ishida.

-¡ATRÉVETE A REPETIR ESO EN MI CARA Y TE MATO!

Aki que se había quedado profundamente dolido por el comentario, siendo arropado por Zabumon y Piomon, se asustó de ver cómo su hermano se había levantado violento y dirigido hacia Satoshi, dispuesto de veras a matarlo. Incluso Natsumi se había puesto aguerrida contra el hijo de Mimi, dónde su hermano no estaría sólo contra el atentado.

Todo sucedió tan rápido que Sei, Sanae, Isaki y Toji tuvieron que intervenir para evitar una locura.

-Tranquilízate, Yuu. No hagas nada de lo que te puedas arrepentir.

-¡SOLTADME! -pidiendo a Sei y a Sanae que lo sujetaban para evitar que golpease al niño.

Satoshi que no se esperaba semejante reacción, se encontraba igual de aterrorizado que su hermana. Incluso Aruraumon y Ralmon no se sentían valientes cómo para encarar a ambos hermanos y poder proteger a sus compañeros humanos.

Natsumi no decía nada, sólo observaba fríamente a Satoshi con multitud de pensamientos en su cabeza con ganas de decirle. Sin embargo, ninguno salía de sus labios, salvo las siguientes palabras.

-Lucha contra mí.

Isaki y Toji que estaban a su lado, sólo para evitar que ella no saltase como su hermano, se quedaron con los ojos en blanco como el resto.

Aquello era una clara señal de que la niña no estaba nada bien. Incluso a Yuuta le había sorprendido la petición de su hermana pequeña.

-¿Qué…? ¿Que luche contra ti…? -repitió Satoshi cómo si no hubiera escuchado bien-. ¿Cómo que contra ti? -asomando una sonrisa forzada.

-¡Así es! Mi digimon contra los vuestros -mirando también a Momoko, metiéndola en el combate-. Si gano, le pediréis perdón a mi hermano de rodillas.

Aquello ya era demasiado locura para alguien como Ishida Natsumi.

Piomon también se sentía extrañada por sus palabras y ese sentimiento tan perverso que parecía tener. A ella no le importaría pelear si la causa era su hermano digimon, pero de ahí, a humillar a sus rivales, eran dos cosas muy distintas y que no encajaban con la personalidad de su amiga.

Sintió como Aki se resistía a los brazos que su hermano Zabumon y ella le brindaban en señal de apoyo, para ir corriendo y ponerse delante de sus dos hermanos. Con ojos llorosos y suplicantes les pidió.

-¡Por favor, parad los dos! ¡Hermano, por favor, no les pegues! ¡POR FAVOR! -pidiendo con lágrimas cayendo sobre sus mejillas. Luego, con más desesperación que nunca, le suplicó a su hermana-. ¡Por favor, hermana, no luches contra ellos! ¡NO QUIERO ESO! ¡NO ME GUSTA ESO! ¡NO ME GUSTA NADA! -aferrándose a ella con fuerza, deseando que su súplica fuese escuchada.

Entonces, tanto el niño como Tsunomon sintieron algo extraño y negativo. Al mirar a su hermana, se la encontró bastante tranquila y mirándole con una sonrisa.

-Está bien. Como tú quieras.

La confusión se pintó en las caras de Aki y Tsunomon.

Su hermana había cedido a sus lágrimas, ¿así de fácil?

Pero, ¿por qué todos habían dejado de sentirse alucinados por las palabras de su hermana?

Era cómo si ya no lo tomasen importancia.

Observando a su hermano, se lo encontró con que había dejado de mirar a su hermana sorprendido, y volvía a ser ese chico eufórico pero con la ira disminuida.

-¡Está bien! ¡No les haré nada porque Aki me lo ha pedido! Pero, si se les ocurre decir otra vez lo mismo o algo parecido… ¡Les doy un puñetazo! -luego pidió que lo soltaran, prometiéndoles a Sanae y a Sei que no iba pegarle (por el momento)-. ¡Pero no los quiero ver delante! -advirtió.

Y así, todos volvieron a su sitio, dónde muchos comentarios empezaron a escucharse contra Momoko y Satoshi, sobre cómo se habían pasado al decir aquello de Aki, cuando él había sido su salvador en más de una ocasión.

Sin embargo, Aki no podía sentirse más extraño que nunca.

Algo había pasado.

Lo había percibido.

De eso estaba seguro.

Pero…

Ahora…

No sabía explicar el qué…

Era como si se hubiera olvidado y tuviese un vacío en sus memorias.

.

Después de haber terminado la comida en un ambiente mucho más tenso que antes, decidieron que era hora de seguir adelante. Sabían que era inútil caminar, ya que el enemigo hacía con ellos lo que quisieran, pero estar quietos era mucho peor.

Yuuta cargaba a Aki, ante la queja que había tenido el niño de que no quería ser consentido y una carga (dando más motivos a aquellos que pensaban que lo era). Pero ahí Yuuta fue firme, alegando que era más la desconfiaba que le inspiraba los trucos que hacía el enemigo que por otra cosa. Además, así se evitaba que pudiera tener con cualquier contacto con aquellos hermanos que no quería ver ni en pintura. Zabumon se encargaba de cargar a Tsunomon. Ahí no hubo quejas ya que el pequeño digimon estaba acostumbrado a ser cargado siempre.

Se siguió la estrategia que Isaki había estado usando desde el principio. En primera línea estaban Isaki, Takeshi y sus digimon. A ellos se les habían sumado Sei, Shin, Bolamon y Kawamon para tener la excusa de estar lo más lejos posible de sus hermanos. Los siguientes en la línea eran Musuko, su hermano y los Ichijouji con sus respectivos digimon. Detrás de ellos, se encontraban las hermanas Izumi, los Yagami y Misato con los digimon. Los penúltimos eran los hermanos Ishida y los digimon, con Nat un poco más retrasada. Y finalmente, mucho más apartado del resto, como si fueran la peste, Momoko, Satoshi y sus digimon.

Había quedado demostrado en cómo no les hablaban y ni se habían dirigido hacia ellos a la hora de emprender la marcha. Era cómo si tras el comentario anterior, fuese suficiente para no contar con ellos en la toma de decisiones.

Todos querían a Aki casi de la misma manera que los hermanos Ishida y sus digimon, que cualquier comentario malintencionado contra el niño, significaba el ser considerados como bichos raros.

Y no era solo eso. Debido a sus respectivas actitudes, para los que no estaban tan relacionados con los Ishida, como por ejemplo las hermanas Izumi, no les caía en gracia.

.

Momoko estaba muy decaída.

Su relación con Yuuta había tocado a su fin, incluso como amiga. Todo por lo que se había esforzado, al final no había servido para nada.

Satoshi observaba de reojo a su hermana. Se la veía tan deprimida cómo a su digimon. Eso le hizo pensar que hasta Ralmon pudiera estar enamorada de Zabumon. Ver así a su hermana y a Ralmon era algo que le disgustaba. Y todo por culpa de su hermano, el problemático de Shin que siempre tenía que amargarles la vida. No se imaginaba que pudiera tener semejante arranque vengativo para lo inútil que era. Sin embargo, había dejado muy claro que las apariencias engañaban, y su hermano Shin podría darles la puñalada por la espalda en cualquier momento como cualquier otra persona perversa.

Tan enfocados estaban con su propia pena que ambos hermanos chocaron contra una especie de pared invisible.

Momoko molesta por aquel golpe, se quejó por todo lo alto y sin entender contra qué había chocado.

Los dos digimon planta que habían estado unos pasos más atrás que sus compañeros, se habían dirigido hacia ellos para comprobar que no se hubieran hecho mucho daño. Momoko y Ralmon al ver a Satoshi y a Aruraumon, se quedaron asombrados por el rostro blanco que se les había quedado. Pues solo ellos dos podían intuir la razón de aquel enigmático golpe.

El cubo.

Había aparecido de nuevo.

Ahora les tocaba a ellos.

-Satoshi… ¿No me digas que esto es…? -preguntaba Momoko aterrorizada. Aún sin que su hermano le constase, la respuesta estaba en su rostro.

La chica con más miedo, se giró a ver al grupo que seguía adelante como si nada hubiera pasado.

Ninguno se había girado para verlos.

Absolutamente nadie.

Molesta por su falta de consideración, incluso cuando se había hecho daño de verdad, Momoko les grito.

-¡Ey! ¡Que nos hemos quedado atrapados! -tratando de levantarse. Pero le dolía demasiado el culo por la caída. Pero ellos seguían andando cómo si no les importaran, haciendo angustiar más a la chica- ¡CHICOS! ¡POR FAVOR, ESPERAD! -arrastrándose de rodillas hasta llegar al límite, empezó a golpear la pared invisible con sus puños.

-¡NO NOS DEJÉIS ATRÁS! -vociferaba Ralmon imitando a su compañera.

Pero nada, ellos seguían adelante.

-¡¿En serio que esto ya es pasarse?! -decretaba Satoshi molesto de que llegaran a semejante extremo de ignorarles cuando era el turno de enfrentarse al enemigo.

-¡TONTOS! ¡SOIS UNOS TONTOS! ¡ESO NO SE HACE! -insultaba Aruraumon con rabia de que hubieran llegado tan lejos.

Pero es que sus amigos no es que pasaran de ellos, sino que simplemente sus voces no les llegaban. Era como si hubieran insonorizado el cubo, donde era completamente imposible escuchar las voces de los de dentro. Además, algo extraño y misterioso había aparecido alrededor de los chicos y sus digimon y que era motivo de atención de la joven Kazumi.

Al principio cuando los niños y los digimon habían llegado, lo primero que les había llamado la atención era la nula naturaleza que había. Todo más vacío que un desierto. Pero a medida que iban avanzando, poco a poco iba apareciendo alguna que otra roca o terreno rocoso. Eso sí, todo oscuro como aquel mundo. Ahora, lo que había a su alrededor era una especie de planta a medio crecer y que Kazumi no dejaba de observar. Aquellas plantas tenían el tallo alto pero poco follaje, y no era de color oscuro cómo el resto del hábitat, sino de un color verde natural. Destacaba sobre el resto de paisaje por el color, pero al parecer, solo ella y Honeymon se percataban de ese extraño detalle. Los demás parecían seguir molestos por lo sucedido aquella mañana con los hermanos que nadie aguantaba (ella incluida). Pero es que eran tan insoportables, que no los daban aguantado.

-Kazumihan, ¿no te parece que esa planta ha crecido de tamaño? -le comentó su digimon que no había apartado los ojos de aquellas plantas, resultándole igual de extraño que a ella.

-¿Cuál?

El digimon no estaba ya muy seguro de cuál era ya que ahora todas las plantas tenían la misma altura y se camuflaban unas con otras.

Sin embargo, la presencia de aquellas plantas también había llamado la atención a Aki, así como a darle muy mala espina algo colorido entre tanta oscuridad. Sintiendo miedo por alguna razón, se apretó contra su hermano. Luego, sintiendo otro suceso extraño a su espalda, se giró y al ver en la lejanía cómo Momoko, su hermano y los digimon habían quedado retrasados y atrapados, alertó a sus amigos.

-¡HERMANO! ¡CHICOS! ¡EL CUBO! ¡HA APARECIDO EL CUBO!

Al dirigir las miradas hacia dónde señalaba el niño, Sei y Bolamon se quedaron horrorizados de que sus hermanos fuesen los siguientes en realizar aquella prueba mortal. Incluso había gritado sus nombres, para luego ir corriendo hacia dónde estaban.

Puede que Sei estuviera harto del comportamiento egoísta de sus hermanos y no quisiera tener ya nada con ellos. Pero en la práctica, cuando la vida de sangre de tu sangre está en peligro, los verdaderos sentimientos surgen y a no poder contra la sensatez y la lógica.

El resto de los niños también fueron corriendo tras él, dónde Toji preguntaba hastiado.

-Pero, ¿por qué no nos avisaron de que habían sido atrapados?

-¿Tanto les costaba? -le seguía Fireagumon igual de molesto que su compañero.

-No, Toji. Fíjate bien, no podemos oírles nada -le indicó Isaki sorprendido ante la nueva función del cubo.

Parece que a cada prueba, más difícil se lo ponían.

Y así era. Aunque Momoko y el resto parecían gritar y sentirse molestos por no haberse acordado de ellos, ninguno de los que estaba fuera les escuchaba. Todo lo contrario a los de dentro que podían escuchar a los de fuera sin ningún problema. Eso hacía que confundiera al par de hermanos y sus digimon.

-¡¿EN SERIO QUE ME PARECE FEO LO VUESTRO?! -se quejaba Satoshi.

Pero el ver cómo todos pasaban de su comentario, y los observaban con una mezcla de sorpresa y en silencio, lo irritó más.

-¡¿SI YA NO OS IMPORTAMOS, MARCHAROS QUE NO NOS HACÉIS FALTA PARA LA PRUEBA?!

El escuchar cómo Sei los llamaba, hacía que Momoko le contestase. Pero…

-¡Momoko! ¡¿Me escuchas?! ¡¿Estás bien?!

-¡Oy! ¡No hace falta gritar, Sei! ¡Ya te he dicho que estoy bien! ¡Así que deja de gritar!

-¡Momoko! ¡Responde!

-¡Que ya te he respondido, pesado! ¡Deja de gritar de una vez!

Pero cuando había interferencias en la comunicación, hacía que los de dentro se sintieran decepcionados con los de fuera, dónde tenían la sensación de que ignoraban lo que decían y aparentaban preocuparse por ellos.

Y entonces, los hijos de Mimi y descendientes de Palmon, escucharon otras voces. El timbre era del de los que estaban fuera, pero la voz no salía de sus bocas. Era como si se transmitiera sus pensamientos.

"¡Vaya, marrón! ¡Ahora les ha tocado a ellos! ¡Estoy seguro de que por su culpa no podremos avanzar!" -era la voz de Musuko.

"Espero que ahora prueben de su propia medicina y sepan lo que es el peligro y aprendan a ser humildes" -siendo ahora la voz de Minami.

"Cómo no consigan superar la prueba, me van a oír" -se escuchaba la voz de Yuuta.

"Espero que la prueba les haga pasarlo mal" -siendo ahora la voz de Honeymon.

"Por fin ya no escuchamos a la chillona de Ralmon y a la escandalosa de su compañera humana. Así, Sanae estará en paz" -ésa era la voz de Snowoagumon.

"Ojalá el enemigo patee el culo al digimon de Satoshi para que aprenda a comportarse con Akikun" -manifestaba con esperanza la voz de Toji.

"Cómo me gustaría que tuvieran que enfrentarse a un clon parecido a su madre para que sepan que no es tan fácil enfrentarse a la imagen de un ser querido" -deseaba con ganas la voz de Misato.

"Ahora aprenderán lo que es el verdadero terror y tendrán más sentido a la hora de hablar" -decía la voz de Takeshi.

-¡Malditos, hipócritas! -escupía Satoshi donde aquellas voces no cesaban, escuchándose la de todos y cómo para todos no les suponía ninguna preocupación el peligro por que el tendrían que pasar.

Incluso la de Sei o la de Isaki que eran los únicos en manifestar rostros inquietos, se podía escuchar lo que interiormente pensaban.

"A ver si así aprendéis a respetar a los demás de una vez" -siendo la voz del mayor.

"He intentado ser parcial contigo, pero me agotaste la paciencia, Satoshi. No puedo animarte, porque me tienes harto" -decía la voz de Isaki.

Escuchar esas voces, hizo que Momoko dejara de quejarse de los gritos de su hermano mayor. Aunque para ella, las palabras que más le habían impactado fueron las que provinieron de Sanae.

"¡Pobre Momoko! Yuuta no siente ninguna preocupación por ella. Y ella que creía que tendría alguna posibilidad. ¡Que ilusa! ¿Acaso es tan tonta para no darse cuenta de que Yuuta la detesta y que me quiere a mí?"

-¡Momo! ¡No le hagas caso! -le pedía Ralmon, imaginando que esas palabras debieron de haberle dolido muchísimo.

Sin embargo, viendo cómo Yuuta se mostraba frío ante la situación, no pudo evitar sentir frustración y a comerse la cabeza con la misma cantinela.

¿Por qué ella?

¿Por qué tuvo que escoger a Sanae?

Puede que fuesen amigos de la infancia, pero ella no tenía nada.

No era nada atractiva e iba siendo con ropa poco agraciada.

Y era una cobarde que nunca se atrevía a decir las cosas a la cara.

En comparación con Sanae, ella era todo lo contrario.

¿Por qué, entonces?

No lo entendía.

Satoshi viendo a su hermana molesta por el comentario de Sanae, tuvo también su ración al escuchar las voces dirigidas sobre él.

"¡Que pena da el pijo ese! Es el marginado del grupo, mientras que yo, que llegué hace nada y sin conocer a nadie, tengo más atenciones de las que tiene él" -decía divertido la voz de Daichi.

"A ver si pierden y dejan de ser una carga para nosotros. Estoy harta de tenerlo detrás mía, y no poder estar a solas con Toji." -fue ahora la voz de Natsumi.

La niña Ishida como su hermano mayor, se mostraba fría y sin mostrar ningún atisbo de preocupación cómo había hecho en pruebas anteriores. Observaba el interior con los brazos cruzados con rostro aburrido.

-Satoshi… -murmuraba Aruraumon mirando a su compañero con lástima.

Satoshi empezó a tener el mismo sentimiento que su hermana.

¿Por qué él?

¿Qué tenía Toji de especial?

A veces el chaval ése actuaba como un idiota y era uno más del montón.

¿Por qué Nat se había encaprichado con alguien que no era para ella?

Tan alicaídos estaban que entonces la verdadera voz de Izumi resonó sobre todos.

-¡MIRAD! ¡LA PLANTA QUE ESTÁ DENTRO! ¡ESTÁ CRECIENDO!

Dirigiéndose hacia una de las tantas plantas que se encontraba dentro del cubo.

Al principio, cuando Momoko y los demás se habían quedado atrapados, había pasado desapercibida entre las demás plantas, ya que sólo había sido una simple hoja plantada en el suelo. Pero, de repente, como si tuviera vida propia había empezado a crecer y a brillar de un color morado hasta convertirse en un gran y frondoso árbol.

Ralmon y Aruraumon sintieron peligro emanar de aquel árbol. Y sólo hasta que Kazumi lo investigó con su dispositivo, no se percataron de que aquel árbol con boca y ojos se trataba de un digimon.

-Unschuldmon. Etapa, desconocida. Tipo, desconocido. Atributo, desconocido. Ataque, desconocido -relatando los datos de aquel enigmático digimon.

Y por si alguien se había olvidado, Oroguram por fin apareció en escena, tan rebosante de energía y diversión como siempre. El marcador también brilló, visualizándose el emblema de la inocencia junto a otro totalmente desconocido, pero que carecía de originalidad, ya que había un árbol dibujado en él.

-Bienvenidos, bienvenidos, niños y digimon -al fijarse en los adolescentes, fingió sorpresa-. ¡Uy! ¡Pero cuánto ha aumentado el equipo!

La presencia de Oroguram que había sido desconocida para los mayores, hizo que buscasen la respuesta en los pequeños.

-¡Comencemos con la tan y esperada quinta prueba! -clamó emocionada y siendo acompañada por las manos enguantadas que aplaudían encantados.

Para los mayores aquello les resultaba tan ridículo que los niños ya se habían acostumbrado a esa estupidez creada por Oroguram.

-Por el lado derecho tenemos a los representantes del emblema de la inocencia, los hermanos Momoko y Satoshi con sus digimon Ralmon y Aruraumon -si a Oroguram le gustaba la diversión, lo demostró al hacer que se escucharan abucheos contra los mencionados, desanimándolos aún más-. Y en el lado izquierdo, a uno de los miembros más débiles de los Siete, Unschuldmon -y ahí se escucharon vitoreo y ánimos contra el digimon.

Un digimon con forma de árbol estancado contra el suelo. Tenía ojos que parecían ser los de una chica y una enorme boca sin nada en su interior, sólo un vacío de color negro. Sin embargo, aquel digimon actuaba bastante extraño. No hablaba y sólo sonreía maliciosa, moviendo sus ramas como si fueran sus brazos, y entonces, esas voces que provenían de los de fuera volvieron a ser escuchadas. Palabras que desalentaban a los dos humanos al escuchar cómo no eran nada queridos por el grupo de fuera.

Los de fuera cómo seguían sin seguir escuchando lo que pasaba dentro, salvo la voz cargante de Oroguram, sólo podían preguntarse confusos qué estaba pasando. Los de dentro parecían estar escuchando algo que realmente les hacía daño y que provocaba que les mirase con ira y rencor.

Pero el enfocarse en ellos, hizo que las ramas de aquel digimon que no podía moverse del sitio, atacasen la retaguardia de sus digimon.

-¡¿Se puede saber a dónde demonios están mirando?! -preguntaba Yuuta irritado de que se enfocaran más en ellos que en el enemigo que tenían delante.

El ataque de Unschuldmon llamó la atención de los dos hermanos y a llamar a sus digimon preocupados.

-¿Y estos son mis rivales? ¡Si son solo unos debiluchos! -se mofaba Unschuldmon.

Satoshi molesto por esas palabras, animó a Aruraumon a que digievolucionara. El digimon se transformó en Sabotenmon, pero aún así, aquella etapa era insuficiente contra aquel digimon árbol. Pero eso no impidió que Sabotenmon se rindiera, lo mismo que Satoshi, y Sabotenmon volvió a digievolucionar a Elfmon.

La transformación del digimon elfo dejó sorprendidos a sus hermanos mayores, que no se imaginaban que su digimon en la etapa kazentai luciera tan increíble.

Cogiendo su arco, Elfmon creó una flecha dorada y que disparó al tiempo que gritaba el nombre de su ataque.

La flecha impactó sobre el tronco de Unschuldmon, pero a éste no le hizo ni cosquillas.

-¡¿No puede ser?! -manifestaba Elfmon desconcertado. Le había dado de pleno, y aquel digimon ni se había inmutado.

-Parece que he sentido una caricia -se burló el digimon-. ¿Acaso esperas que tú, un digimon de la vieja escuela, pueda derrotarme? No sueñes tanto, muchacho. ¡Soy mucho mejor que tú! -ronroneaba divertida- ¡HOJAS DE LA VERDAD! -gritó ella estirando sus ramas en forma de cruz.

Los que estaban fuera empezaron a ver cómo las plantas que estaban a su alrededor empezaron a brillar de un color morado intenso. Aquello les preocupó tanto, que los digimon se pusieron ofensivos, preparados para luchar si era necesario.

Yuuta colocó a su hermano en el suelo. No era nada seguro tenerlo a su espalda cuando podía sufrir un ataque contra su retaguardia. Nat que sabía lo que pensaba su hermano mayor, se colocó al otro lado de su hermano pequeño, de manera que Aki quedase protegida por ambos lados.

Pero nada extraño sucedía en el exterior. De hecho, parecía que era en el propio interior, dónde estaban sucediendo las cosas peligrosas, ya que ambos hermanos se encontraban de rodillas en el suelo y tapándose los oídos como si escuchasen algún sonido agudo.

-¡¿Qué está pasando?! -preguntaba Bolamon.

Sin poder escuchar lo que pasbaa en el interior, no podía comprender la razón del sufrimiento de los compañeros humanos de sus hermanos digimon. Veía cómo Elfmon hablaba con desesperación a Satoshi, mientras que Ralmon trataba de tranquilizar a Momoko sin éxito.

-Sólo están escuchando la parte negativa que hay en el fondo de vuestros corazones -proclamaba Oroguram sin ningún problema en revelar las verdaderas intenciones de su camarada-. Unschuldmon tiene la capacidad de registrar con sus plantas lo que hay oculto en el corazón de todos los seres vivos, y usarlo para martirizar a su enemigo, para provocarles la envidia. Una envidia de la cuál Unschuldmon se alimenta para hacerse más grande y fuerte. En resumidas cuentas, que hubieran podido derrotarle cuando era solo una hoja. Ahora ya es demasiado tarde -riéndose divertida.

-¡¿De qué hablas?! ¡Puede que a veces nos fastidien, pero ni de broma, pensaríamos mal de ellos cuando están en peligro!

Oroguram hizo una mueca con la boca, moviendo el dedo índice de un lado para otro, expresando negatividad ante ese comentario.

-Pero es el pensamiento interno. O lo que una vez pensasteis o se os ocurrió de forma inconsciente. Pero debido a vuestro sentido común, lo tratasteis como malo y a haceros un examen de conciencia sobre que estaba mal pensar así. Pero lo pensado, pensado queda cómo un dato en vuestro interior que Unschuldmon recoge y que expone.

Ahora fue cuando todos pudieron recordar lo que habían llegado a pensar en más de una ocasión, inconscientemente (cómo había dicho Oroguram). Eso explicaba el porqué ellos estaban sufriendo tanto.

En ese momento, lo único que se les ocurrió es que tenían que dejar que escuchasen esas voces. Así que, la solución era deshacerse de aquellas plantas para evitar que aquellos pensamientos continuasen. Pero Oroguram, adivinando sus intenciones, se les adelantó, recordándoles que era imposible destruirlas.

-¿Ya habéis olvidado que sólo los representantes de los emblemas pueden hacer algo? Contra vosotros, nuestros colegas son inmunes a todos vuestros ataques.

-Entonces, si dejamos de pensar, Unschuldmon no tendrá con qué alimentarse -opinó Cuarzomon ingenuamente.

Oroguram se tronchó de risa.

-¡¿Ya me diréis cómo hacerlo?! ¡Porque dejar de pensar es lo mismo que morir! ¡Si tan gustosos estáis de hacerlo, entonces es que sois unos tontos! -y volvió a carcajearse de risa, ante la furia de todos.

Shin que veía el mal que lo estaban pasando sus hermanos, no podía evitar sentirse culpable por todo aquello. Es cierto, que cuando había lanzado aquel comentario por la mañana, era porque quería hacérselo pagar y que comprendieran que la suerte no siempre iba a sonreírles. Pero ahora, ver cómo lo pasaban realmente mal, por lo que ellos pensaban, era doloroso.

.

Las voces dejaron de resonar, y cuando Satoshi y Momoko vieron de nuevo a Unschuldmon, lo vieron más gigantesco e imponente.

-Es imposible… -clamaba Momoko tartamudeando cayendo de rodillas al suelo, cómo si no pudiera sostener todo el peso de su cuerpo.

-No podemos vencerle… -y Satoshi se encontraba igual de desesperanzado que su hermana.

Sin embargo, los dos digimon se negaban a rendirse. Elfmon no desistió en volver a tensar su arco para disparar una nueva flecha, al tiempo que animaba a Satoshi a que no se rindiera.

-¡Qué más da lo que piensen de ti, Satoshi! ¡No debería afectarte lo que diga una panda que apenas conoces! ¡Me tienes a mí, y también tienes a más gente que no te defraudarían!

-¡Tiene razón! -dijo Ralmon dispuesta a combatir, a pesar de que estaba en un nivel muy bajo. Si había algo que odiaba, es que su compañera lo pasara mal- ¡Estamos nosotros! ¡Y también tenéis a vuestros propios amigos! ¡Y sobre todo, tenéis a Mimichan que os quiere! ¡Recordad que tenemos que ganar para rescatarla! ¡A ella y a mamá Palmon!

La digimon planta avanzó hacia Unschuldmon a modo de distracción para que Elfmon pudiera darle en algún punto ciego que pudiera hacerle daño. Pero la diferencia de nivel entre Ralmon y Unschuldmon era muy grande, y con una simple rama, Unschuldmon mandó volar a Ralmon.

Momoko gritó con lágrimas el nombre de su digimon, y la luz envolvió a la digimon.

Ralmon digievolucionó al nivel seijukuki, siendo ahora una flor grande andante con la capacidad para volar.

El dispositivo de Momoko se movió accidentalmente hacia su digimon, y éste registró sus datos.

Sunflowmon, digimon planta de nivel seijukuki. Este digimon tiene el aspecto parecido al de un girasol. Su ataque más poderoso es "Sunshine Beam" con el que dispara un rayo de sol desde sus pétalos.

-¡Increíble! -murmuró Momoko impresionada. Aunque una parte dentro de ella, no le gustaba mucho la apariencia de su digimon. La veía un poco sosa. Pero mejor eso que el cactus en el que se transformaba Palmon.

El digimon girasol lanzó su ataque, pero éste seguía sin hacerle cosquillas a Unschuldmon.

Satoshi animó a su hermana a que siguiera esforzándose para que su digimon alcanzase el nivel kazentai. Pues Satoshi creía que dos digimon de nivel kazentai podrían hacer algo contra aquel extraño digimon.

Pero Momoko no sabía cómo hacerlo. Y entonces, Satoshi le dio las pautas necesarias, que él había aprendido cuando Elfmon había aparecido por primera vez.

Aún así, la teoría nunca era funcional en la práctica. Y Momoko por mucho que se sintiera resentida contra ese digimon, no era suficiente para que Sunflowmon alcanzase el nivel kazentai.

-Momochan -comenzó Sunflowmon-, sé que es difícil para ti entender lo que es la inocencia. Pero, espero que esto sea suficiente para que lo comprendas.

Unschuldmon sonreía divertida, creyendo que se lanzaría en un ataque suicida para provocar su evolución. Pero nada eso pasó. Unschuldmon se quedó extraña de que Sunflowmon le diera la espalda y se alejara de ella.

La sorpresa se reflejó también en Momoko que no entendía hacia dónde se dirigía su digimon. Y más grande fue cuando ésta se había colocado frente a Sei y Bolamon con el límite del cubo como separación.

Sin seguir comprendiendo muy bien sus intenciones, todos quedaron boquiabiertos cuando Sunflowmon inclinó su cuerpo hacia Sei con el método tradicional japonés para pedir humildemente disculpas.

-Lo siento -dirigiéndose a Sei que estaba igual de atónito que los demás. Seguían sin poder escuchar lo que había dentro, pero la forma en la que la digimon se disculpaba sumisamente, hacía que no se necesitaban palabras para entenderla. Sin embargo, no comprendían porqué de repente la digimon lo hacía-. Siento todas las cosas que Momo ha hecho. Todo ha sido culpa mía. Yo sabía que todo lo que hacía estaba mal. Pero cómo era su compañera incondicional, no quería defraudarla y que se quedara sola. Por eso, la animaba a que continuase con sus actos, sin darme cuenta de que aquellas acciones perjudicaban a los que la rodeaban. Todo lo he querido hacer por su bien, para hacerla feliz. Ahora me doy cuenta de que todo eso le ha pasado factura. Y ella no se merece esas palabras que le dijiste, pero es entendible por cómo os ha tratado. Puede que actúe egoísta, pero sé que si lo hace, es porque es su modo de expresar sinceridad. Como nunca le dije que estaba mal lo que hacía, ella atribuía que estaba bien y que era lo más normal. Por eso, la culpa de que Momo haya acabado así, es culpa mía. No de ella. Así que por favor, dirigid ese sentimiento de ira y odio contra mí. Ella en el fondo es una buena chica que se preocupa por los que quiere -mirándola dónde su amiga lloraba de emoción-. Quererte de esta forma es ser egoísta, ¿no? -le preguntó divertida Sunflowmon.

Que le dieran la espalda y se olvidaran de ella, fue algo que no gustó a Unschuldmon, así que airada, lanzó sus ramas contra la digimon flor. Momoko al verlo, la llamó para avisarla. Pero tarde fue el aviso, ya que la rama, la había atravesado por completo.

El horror se impregnó en los rostros de los de fuera, mientras que Momoko más angustiada que nunca gritó el nombre de su digimon.

El grito de Momoko hizo que se rompiera la insonorización que había fuera y entonces, su dispositivo brilló de verde claro. Los emblemas tallados giraron alrededor con rapidez, hasta que se detuvieron y el emblema de la inocencia brilló con intensidad. Esa misma luz envolvió a Sunflowmon que provocó que la rama que la había empalmado le doliera cómo si le estuvieran echando fuego. Unschuldmon retiró la rama con dolor, y sólo pudo ver cómo Sunflowmon digievolucionaba al nivel kazentai.

Y de allí apareció una digimon muy hermosa. Tenía forma de hada bastante parecida a Lilimon pero más alta que ella y con una lila a su espalda.

En esa ocasión fue Kazumi la que registró de datos.

-Lilamon. Nivel kazentai. Es un hada digimon de atributo datos. Su ataque más poderoso es "Lila Shower" con la que dispara rayos de hojas de sus dedos.

-Pero, aunque haya llegado al nivel kazentai, no creo que sea suficiente para vencer a Unschuldmon -dijo Honeymon sin mucho ánimo.

Sin embargo, eso no sacó la sonrisa de confianza que tenía Lilamon. Volando hasta situarse al lado de Elfmon, le dijo.

-Elfmon, prepara tu mejor flecha para apuntarla hacia sus raíces.

-¿Hacia sus raíces? -preguntó sin comprender muy bien el motivo.

-Creo que su punto débil es ése. Ya has visto que no se ha movido nada desde que ha aparecido. Si levantamos una poderosa corriente de viento contra ella, se volcará y ésa será tu oportunidad.

-¿Y cómo vamos a volcarlo?

La digimon sonriendo, le dijo que confiase en ella.

Descendiendo hasta colocarse frente a Unschuldmon, la digimon hizo un giro hermoso de cuerpo y colocando sus manos como si tuviera un bate de béisbol, la digimon gritó.

-¡BEAUTY SLAP! -balanceando sus brazos. De ellos salieron corrientes de viento que fueron contra Unschuldmon.

El continuo ataque no parecía afectar al principio a Unschuldmon. Pero cuando éste era constante, la digimon empezó a enfurecerse, así como sentir cómo sus raíces estaban siendo arrancadas del suelo. Elfmon desde el aire, ya tenía preparada su flecha más poderosa para dispararla a la mínima ocasión que tuviera. Pero Unschuldmon trató de aguantar todo lo que pudo.

Sólo hasta que escuchó el grito de ánimos de los de fuera animando a Lilamon, que su poder surgido de la envidia de ellos, empezó a decrecer y a que sus raíces empezasen a ser visibles. Algo que Elfmon no tardó en ver y a aprovechar el momento para disparar.

-¡ARCUS FORTUNA!

-¡HOMEOSTASISSAMA!

El viento que provocaba la digimon, y los gritos de ánimo de fuera impidió que los humanos y los digimon pudieran escuchar el nombre de una de las entidades que estaba detrás de todo aquello.

Y cuando todos pensaban que podían saborear la victoria, una luz surgió del cielo como un rayo, impactando sobre Unschuldmon. Esa luz, provocó que Elfmon, Lilamon, Satoshi y Momoko se estampasen contra la pared invisible del cubo.

La desesperación acudió de nuevo a los de fuera, al ver cómo Unschuldmon se había hecho tan grande que traspasaba el límite del cubo. Sus raíces también habían aumentado de tamaño. Se encontraban tanto por el interior del suelo cómo por el exterior. Antes que los que estaban dentro pudieran reaccionar, las raíces de fuera se movieron, haciendo que los dos hermanos y sus digimon volvieran a volar y caer en suelo duro.

-¡Momoko! ¡Satoshi! -gritaba Sei desesperado.

La risa resonó en Unschuldmon agradecida de la ayuda recibida por parte de Homeostasis, su creador o su padre cómo a veces lo consideraban los miembros de los Siete. Gracias a él, Unschuldmon había sacado su auténtico poder.

-¡Por fin! ¡Por fin! ¡La forma definitiva está en mis manos!

Los digimon y los humanos volvieron a tratar de levantarse, pero Unschuldmon quiso darles de nuevo con sus raíces. En esta ocasión, los dos digimon fueron rápidos, y apurados, y se dirigieron hacia su respectivo compañero para protegerles con su propio cuerpo, recibiendo ellos mismos el daño.

Teniéndolos contra las cuerdas, Unschuldmon reía con malicia, dispuesta a torturar a ambos digimon ante los ojos de sus compañeros humanos.

Irritados, se encontraban los de fuera, dónde los mayores ahora podían entender el sentimiento de frustración que debían haber tenido los niños de observar y no poder hacer nada para ayudar.

Aki que también veía aquello, se encontraba aterrado. Mirando hacia abajo, recordó cómo en más de una ocasión, él había podido ayudar con su luz a que los digimon pudieran digievolucionar. Pero si hacía eso, eso significaría que Tsunomon retrocedería. Y no quería eso. No quería eso para su digimon.

El llanto desesperado de Momoko para que Unschuldmon detuviera el ataque constante sobre Lilamon, no sirvió para nada. Satoshi también imploraba que se detuviera, pero cuánto más suplicaban, más daño ocasionaba Unschuldmon sobre los dos digimon.

Los dos sufrían por sus digimon, un dolor que hizo que Aki recordase una conversación mantenida con su madre hace tiempo.

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-Mamá, ya estamos en casa -había dicho Aki con Punimon en brazos entrando al estudio dónde ella realizaba su trabajo.

Al abrir la puerta, se encontró con su madre con lágrimas en los ojos, mientras miraba unas instantáneas. Al ver cómo su hijo había entrado sin haber llamado antes, se secó de inmediato las lágrimas. Pero era inútil. Su hijo ya las había visto y se había acercado hasta ella para preguntarle si estaba bien.

-Sí, estoy bien. No te preocupes.

El estudio que tenía Sora era su lugar dónde bocetaba sus diseños, por lo que Piyomon para no desconcentrarla, se quedaba fuera, dándole la libertad para que pudiera trabajar tranquila. Pero lo que la digimon no sabía, es que muchas veces, Sora usaba su estudio cómo refugio para recordar aquello que había perdido.

Su mejor amiga.

-¿Esas son fotografías? -cuestionó el niño. Habiendo nacido en una era dónde todo se hacía digitalmente, las cosas analógicas era algo que apenas conocía.

-Sí, de cuando era una niña.

El niño se sintió entusiasmado y a tener interés sobre si había alguna en la que su madre estuviera con su padre. Aki sabía que sus padres se habían conocido cuando tenían once años, y tres años después, habían iniciado su relación que perduraba en la actualidad.

Sin embargo, al curiosearlas, se percató en que no se encontraba en ninguna de ellas. En su lugar, se encontraba su madre con una niña muy bonita que no conocía y en otras, aparecían ellas con otros niños que Aki sí conocía.

-¿Quién es esta niña tan bonita? -preguntó percatándose que en todas las fotos, aparte de su madre, aquella niña aparecía en todas ellas.

-Es Mimichan. Ella es… -pensándolo bien, rectificó y dijo- era mi mejor amiga.

-¿Eh? ¿Y eso? ¿Ya no lo es? -preguntó el niño con rostro risueño, dónde la posibilidad de que la muerte fuese una opción para considerar su mejor amiga en pasado no estaba dentro de su mente.

-Bueno… Digamos que pasaron muchas cosas y ella hizo algo que me dolió muchísimo…

-Pero -mirando las fotografías y luego a su madre-, ahora no te duele, ¿no? Si no, no estarías llorando.

Sora quedó asombrada por lo espabilado que era su hijo pequeño.

-Claro que no -contestó asomando después una sonrisa dulce, acariciando el cabello que había heredado de ella-. Pero ya han pasado muchos años y ella está viviendo en otro país con su hijo.

-¿Tiene un hijo? -preguntó emocionado como si quisiera conocerlo.

-Bueno, en realidad, tiene cuatro. A tres de ellos ya los conoces.

Cuando Sora le contó de quiénes se trataban, Aki quedó más confuso para recordarle.

-¿Pero su mamá no es Yayoisan?

-No, cariño. Ella se casó con Jousenpai después de que él se divorciara de Mimichan.

-¿Divorciarse? -preguntó el niño con el cejo arqueado.

-Así es -cogiéndolo para sentarlo en sus rodillas-. Recuerdas que te hablé de ello, cuando te conté la historia sobre los papás de tu papá.

-¡Ah, sí! -recordando-. Los abuelos Hiroaki y Natsuko se habían separado cuando papá y el tío eran pequeños como yo, pero años después, el amor volvió a avivar en ellos y volvieron a casarse -resumiendo brevemente una de las tantas historias que le gustaba escuchar. Sora asintió con una sonrisa feliz. Sin embargo, eso confundió más a su hijo-. Pero no entiendo, ¿por qué entonces Jousan y Mimisan no se volvieron a casar cómo los abuelos?

Sora suspiró con pesadez. Y le explicó que muchas veces los sentimientos de los adultos cambian, además de añadir…

-Además, Jousenpai y Mimichan se casaron por impulso por algo por lo que tu papá y yo tuvimos que pasar. En realidad, ellos no se querían y amaban a las que son ahora sus parejas -suspirando con resignación, añadió en un murmullo-. Si hubiéramos estado aquí, habríamos hecho entrar en razón a Jousenpai y a Mimichan y a hacerles ver que era un error el que se casaran.

Pero cómo habían tenido que atravesar por aquel problema, provocando que estuvieran muy lejos de casa, para cuando se habían enterado, ya era demasiado tarde. Y aquella relación, se terminó de forma amarga para Jou e incluso para ella misma. Había perdido la amistad de Mimi, al haberse enterado cómo su mejor amiga no había tenido ningún reparo en abandonar a Jou y a sus tres hijos, para irse con Michael y no tardar en tener un hijo de él. Pero ahí no terminaba todo…

Recordarlo, hizo que nuevas lágrimas acudiesen a sus ojos, olvidándose que su hijo pequeño estaba sentado en su regazo y mirándola con atención. El niño al verlas, las apartó con sus pequeñas manitas y le dijo en un intento de animarla.

-No llores, mami. Si tan arrepentida estás, ¿por qué no la llamas y le dices que la has perdonado?

Sora sonrió entre lágrimas. Su hijo era tan inocente, que no sabía que las cosas no eran tan fáciles cómo parecía.

-No es tan fácil como crees.

-¿Por qué no?

-Son muchos factores los que hay por medio -siendo su marido el primero-. Además, han pasado muchos años…

-¿Y? -seguía insistiendo el niño-. El otro día vi una serie dónde dos niños se peleaban, y la madre los obligaba a que se perdonaran. ¿Por qué los mayores obligan a los niños a que se perdonen y ellos no lo hacen?

En serio que su hijo era demasiado espabilado para su edad. Sonriendo nuevamente, lo atrajo contra sí y acunándolo le dijo con voz dulce.

-Porque los mayores a veces somos muy tercos y nos cuesta dar nuestro brazo a torcer. Pero no te preocupes, cariño, puede que estemos separadas y ya no seamos amigas como antes. Pero el saber que ella tiene la vida que debería haber tenido, me hace muy feliz. Es cierto, que me apena que esté separada y tan alejada de Seikun, Momochan y Shinkun, pero pese a todo, ella los quiere mucho. Sé que le destrozaría el corazón si algo le pasase a alguno de ellos. Por supuesto, eso incluye a Satoshikun. Por eso, me gustaría poder hacer algo para que los hijos que tiene aquí puedan ser felices y no perjudiquen el corazón de Mimichan. Saber que ellos estarán bien, hará que Mimichan esté feliz. Y con eso, yo también soy feliz.

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Si su madre estuviera viendo lo mismo que él, estaba convencido que haría lo imposible para que ellos dejasen de sufrir de esa manera.

Puede que los que estaban sufriendo fuesen los que le habían dicho que era una carga y molestia. Pero no podía estar resentido por algo que era obvio.

Era una carga. Eso lo reconocía. Lo único que tenía de especial era ese extraño poder que perjudicaba a su digimon y a él mismo. Pero, quería que su madre no tuviera otra razón para seguir sufriendo. Además, ser la causa por la que todos les hacían el vacío no le gustaba nada. Aquella mañana, tenía que haberse mostrado firme y pedido a sus hermanos y a los demás, que no siguieran ignorándoles, y que se olvidaran del tema. Y ahora, ya era demasiado tarde poder arreglarlo y por eso, se encontraban sufriendo. Así que, si quería arreglarlo sólo había una manera.

-Lo siento, Tsunomon -pidiéndole disculpas a su digimon por lo que iba a hacer.

El digimon sólo entendió qué quería decir con esa palabra cuando su compañero había empezado a brillar.

Su brillo llamó la atención de todos, dónde Nat le pidió que se detuviera. Su luz perjudicaba a Tsunomon y a él mismo, pero Aki hizo oídos sordos y brilló con tanta intensidad que cegó a todo el mundo.

Su luz llegó por todo ese extraño mundo, alcanzando el lugar dónde se encontraban Taichi y los demás.

A través del único resquicio que tenían como vista al exterior (y que había resultado en su contra. Pues, el frío se colaba por aquel pequeño hueco) la luz se coló de tal manera que atrajo la atención de los adultos y sus digimon.

Debido a la barrera colocada por Elpidamon, los sirvientes de Lilithmon no podían atravesarla y abastecer a Taichi y los demás con agua y alimento. Y eso hacía que los adultos y sus digimon hubieran pasado más de ocho horas desnutridos, y con el frío era un arma de doble filo que los debilitaba y a perder toda esperanza de salir con vida. Pero aquella luz, colándose, los había revitalizado y a que sus digimon se sintieran con energías renovadas.

Extrañados, se encontraban unos mirándose a otros sin entender de quién podría tratarse esa luz tan milagrosa.

Una luz que había provocado que el digihuevo dónde estaba Piyomon se rompiera y que Sora despertase.

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La luz molestaba tanto a Unschuldmon que ésta se protegía con sus ramas tanto como podía.

Cuando por fin la luz dejó de emitirse, Aki cómo si sintiera que hubiese perdido energía vital, empezó a tambalearse con amenaza de caer de golpe al duro suelo. Nat ya estaba cerca para evitar eso. Yuuta también se había quedado preocupado por el estado de su hermano y le preguntó cómo se encontraba y porqué lo había hecho.

Ante los pies de Zabumon y Piomon se encontraba lo que otras veces había pasado. Debido a la luz de Aki, Tsunomon había retrocedido de nivel siendo ahora Punimon. Los dos digimon observaban como el bebé digimon se encontraba tan triste y desolado que él sólo podía mirar el suelo a punto de llorar.

-Es que… Es que… Lo pasaban mal… -murmuraba Aki, sintiendo cómo varios de los amigos cercanos de sus hermanos también se habían acercado.

-¡Pero ellos te criticaron y hasta te insultaron! -manifestó Toji.

-Pero… ¿Por eso no… no debemos ayudarles? Eso… No haría feliz a mamá… -decía el niño tan cansado que mezclaba las cosas.

Las palabras de Aki alteraron a Natsumi y a Yuuta sin comprender porque su hermano había mencionado a su madre. Sin embargo, también lo que había dicho tenía sentido. El ser insultado, ¿daba derecho a no ayudar a esa persona cuando estaba sufriendo un gran peligro?

¿No significaba eso que le estaban respondiendo con la misma moneda?

Como Aki había dicho, eso es algo que a su madre no le gustaría, sobre todo cuando ello eran los herederos de los emblemas de "Amistad" y "Amor": dos emblemas distintos pero que tenían un hilo conductor común, el buscar el bienestar de aquellos que les rodeaban.

Al mirar de nuevo hacia el interior del cubo, deseando que la luz de Aki no hubiera sido en vano, en su camino se encontraron con que Sei estaba boquiabierto observando el interior. Bolamon estaba igual que él, dónde no parecía dar crédito a lo que sus ojos veían. Lo mismo ocurría con Misato, Cuarzomon, las hermanas Izumi y sus digimon que estaban más interesadas en lo que sucedía en el interior que el estado de Aki.

Y Yuuta y Nat podían entenderlo.

Dentro del cubo, se encontraban dos digimon nuevos frente a Unschuldmon. Elfmon y Lilamon habían desaparecido, y en su lugar, se encontraba un digimon de armadura rosada y una digimon de tipo humano femenina de vestido blanco y vaporoso y cabello rosado y ondulado con adornos de hojas. Satoshi y Momoko desviaban sus miradas entre dónde estaban los hermanos Ishida y sus digimon, como si no diesen crédito a lo que habían presenciado para alternarla hacia los dos nuevos digimon de color rosa.

-¡¿QUÉ SIGNIFICA ESTO?! -bramaba Unschuldmon furiosa sin entender qué había sucedido.

-Parece que está enfadada -dijo el digimon de armadura rosada sacando una rosa roja de la nada y oliendo su delicioso perfume-. ¡Qué hermoso!

-Será por mi flagrante belleza -presumía la digimon femenina, echando uno de sus mechones ondulados hacia atrás.

-Querrás decir, por mi hermosa belleza -corrigió el digimon de armadura con tono tranquilo-. No existe digimon más hermoso que yo -asumía el digimon para aspirar de nuevo el olor de la rosa.

-No seas narcisista, Lordknightmon.

-Es la verdad, Sakuramon -proclamó el digimon echando la rosa al aire, de la cual aparecieron miles de pétalos volando por el cielo-. En este mundo tan oscuro y lúgubre, sólo la belleza de alguien elegante y hermoso es lo que resalta.

-Por eso mismo, yo soy la que más resalta -recalcando. La digimon colocó la palma de la mano sobre su barbilla y sopló hacia los pétalos que se transformaron en bellas flores de sakura-. El color simbólico del país nipon. La flor más bella del mundo. Como yo.

-No puedes suponer que una pequeña flor, puede ser más hermoso que una rosa que es el símbolo de la hermosura y lo bello -haciendo un chasquido con las manos, haciendo que las flores de sakura volvieran a ser pétalos de rosa.

-Las flores de sakura son valerosas y más fuertes que las rosas -contradijo Sakuramon molesta, a diferencia de Lordknightmon que no parecía perder la compostura. Volvió a soplar al aire y los pétalos volvieron a ser sakuras.

Así estuvieron ambos digimon discutiendo y cambiando de pétalos a flores de sakura y viceversa.

Todos estaban tan anonadados y alucinados que se habían olvidado de Unschuldmon. Lo que sí tenían claro, es que ambos digimon eran un par de narcisistas que discrepaban por el tema de cuál era la flor más bonita en una batalla absurda e infantil.

Unschuldmon también se había quedado boquiabierta. Tras recuperarse y ver que no le hacían caso y se preocupaban por una nimiedad como aquella, la hizo enfurecer.

-¡¿Os estáis burlando de mí?! -gritó furiosa, y sin esperar respuesta, cantó su ataque- ¡SAUCE ATREVIDO! -moviendo sus raíces energéticamente, deshaciendo en mil pedazos la transformación de pétalos de rosas a flores de sakura.

Los dos digimon se centraron entonces en la digimon y Sakuramon dijo.

-¡Maldito árbol! ¡DEJA DE ESTROPEAR LA BELLEZA! -estirando las palmas de las manos hacia el frente, gritó su ataque y una tremenda corriente de viento empujó de una sola vez a Unschuldmon, sacando sus raíces del suelo, dejándola vulnerable.

Lordknightmon sacó una nueva rosa y colocándose frente a la digimon, proclamó.

-Un digimon colorido como tú, merece tener una muerte muy hermosa -las largas cuchillas plegables doradas que adornaban sobre sus hombros cobraron vida y se lanzaron sobre Unschuldmon, mientras Lordknightmon se había quedado en el sitio- ¡Mascarada espiral! -dijo tranquilo.

Las cuchillas cortaron al digimon en pedacitos, hasta que no quedó nada de ella.

-Por favor -empezó Lordknightmon, observando a la rosa roja como si fuera lo más importante del mundo-, Oroguram, ¿serías tan amable de proclamar a los hermosos vencedores de esta hermosa batalla?

El ser molesto y sin mucho ánimo, declaró a Momoko y Satoshi cómo los vencedores, obteniendo así la hoja para que pudieran seguir avanzando. Aunque en este caso, se distribuyeron dos hojas, una para cada uno.

Oroguram no tardó en desvanecerse y lo mismo sucedió con el cubo. Sei fue el primero en entrar y preguntar a sus hermanos si estaban bien. A lo que ellos habían contestado con un estupefacto sí. Pues sus digimon volvían al debate floral sobre cuál era la flor más bonita, si la rosa roja o la flor de sakura.

-Lo siento -se disculpaba Sei, ignorando la disputa entre ambos digimon-. No debí de haberos dicho lo que os dije. Y tampoco dejaros de lado cuando sois mis hermanos.

-Por mucho que nos pese -añadió su digimon.

-¡Bolamon! -le reprendió Sei.

-Tranquilo, Sei. Creo que ahora entiendo un poco lo que hacía, aunque sigo sin comprender muy bien porqué está mal -declaraba Momoko, dónde las palabras de Sunflowmon habían hecho mella en ella.

-Eso es cuestión de tiempo -le dijo Sakuramon acercándose a ella con una sonrisa, tras haberse aburrido de la disputa floral-. Seguro que con tiempo, lo acabarás comprendiendo, Momo. Estoy segura.

-Gracias, Sakuramon -le dijo Momoko, agradecida de tener a una amiga incondicional como ella.

Satoshi sintiéndose también obligado a tener que decir algo, añadió.

-Yo también pienso que lo que hago está bien, pero parece que para los demás no. Aunque sí es cierto, que hay algunas cosas en las que no debí ser tan malicioso. Supongo que así no se consigue lo que uno quiere -murmurando por lo bajo, viendo especialmente a Natsumi.

Pero ella estaba más enfocada en su hermano, que en él.

Aki al observar a los victoriosos hijos de Mimi y a sus digimon, sonrió feliz de que siguieran bien.

Eso hizo que Satoshi y Momoko sintieran una especie de malestar y a sentirse en la necesidad de corresponder a ese gesto. Sobre todo cuando habían estado hablando mal de él. Mirándose el uno al otro, asintieron con la cabeza como si pensaran lo mismo y se dirigieron hacia el más pequeño con determinación. Los digimon de Yuuta y Nat se pusieron en guardia frente a ellos como si desconfiasen de lo que pudieran decir. Pero el asombro los inundó, así como a sus compañeros humanos, al verlos de rodillas y con el cuerpo inclinado a modo de disculpa sincera y de corazón.

-Pero, ¿qué estáis haciendo? -fue la pregunta de Yuuta que no comprendía a qué venía aquella humillación.

-No hace falta que exageréis -comentó Nat, para luego mirar cómo su hermano pequeño estaba asombrado por la acción hecha por Momoko y Satoshi-. Seguro que a Aki no le gusta eso.

Cierto. Pensaron después los hermanos, para mirarse con ligera extrañeza.

-Tienes razón -concordó Satoshi algo confundido-. No sé porqué se nos vino eso a la mente.

-¿Verdad? -asintió Momoko mirando a su hermano, aliviada de no ser la única que pensaba en paranoias-. Yo también sentí que debía hacerlo por obligación a algo o con alguien -decía ella pensativa, como si el hecho de pedir perdón de rodillas lo hubiera escuchado antes en alguna parte.

-Vaya tontería -espetó Natsumi con molestia, dando a entender que eso era lo más ridículo del mundo. Olvidándose que horas atrás, ella misma los había desafiado, incitándoles a que lo hicieran si perdían contra ella.

Unas palabras que el resto también habían olvidado por completo y a no poder asociarlo.

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En una zona más alejada, en una especie de acantilado alto y rocoso que sólo contaba con una única apertura de un hueco profundo, un extraño digimon miraba el horizonte con una extraña sonrisa misteriosa y de satisfacción en la cara.

Detrás de ella, se encontraba Dunkelmon disfrutando de unas patatas fritas de bolsa y degustándola a cada mordisco que daba. Lichtmon apareció en vuelo hacia su hermano digimon, para observarle con cierta desaprobación el que consumiera comida humana y luego, se dirigió volando hacia el digimon que estaba en la entrada.

-¿Es que no te cansas de estar ahí todo el tiempo? Eres demasiado trabajadora, Liebenmon.

-Sólo estoy preparando el terreno para cuando llegue mi turno.

-¡Hum! -haciendo un gesto divertida-. Pues me temo que tendrás que esperar un buen rato. Nuestro padre, Homeostasissama, acaba de comunicarme que Unschuldmon ha perdido…

La digimon llamada Liebenmon soltó una risotada interrumpiéndola.

-¿Y acaso te sorprende que ella perdiera? Después de todo, ella era una de los más débiles de los Siete.

-Eso es cierto -dándole la razón-. Pero no la más débil de todos. Y justamente, nuestro padre acaba de enviar al más débil de nosotros.

-¿Va a enviar al holgazán de Aufrichtigmon? -mirando a su compañera con más fastidio, imaginándose que la siguiente prueba iba a ser larga en su exageración. Resoplando, se resignó y a seguir con lo que estaba haciendo-. No importa. Pase el tiempo que pase, nadie se va a dar cuenta de lo que estoy haciendo.

Lichtmon voló hacia su alrededor cómo si quisiera averiguar por su propia cuenta, lo que estaba haciendo Liebenmon.

-Control mental -murmuró sintiendo un extraño aura flotar por el aire-. ¿Estás tratando de controlar la mente de tu oponente?

-A mi oponente, no. A su compañera humana.

Lichtmon se bufó de lo inútil que era usar ese truco tan viejo, sobre todo cuando los niños podrían darse cuenta de que algo extraño pasaba a uno de los suyos. Sobre todo, cuando a su lado estaba siempre ese niño tan especial, que los elegidos denominaban como Digielegido Especial.

-Puede que ese niño esté cerca. Pero su poder y el de cualquier otro, salvo el del heredero del "Amor" es inmune al mío. Además, no se trata de un control mental cualquiera -aclaró ella con una sonrisa de confianza-. Sino que es un control que me permite manipular sus emociones y a mostrar una faceta apática hacia aquellos a los que ella aprecia. Debido a que mi poder es insuficiente, tengo mis limitaciones. Pero, como tengo la habilidad de poder hacer que olvide cualquier cosa y de la gente que la rodea, nadie se dará cuenta de que algo sospechoso está pasando -y sonriendo más añadió-. Sólo es tiempo, el tiempo que Aufrichtigmon me dará para que pueda apropiarme de todos sus sentimientos afectivos y hacer que se olvide completamente de aquellos a quién aprecia. Entonces, su digimon no podrá digievolucionar si ella no tiene a nadie a quién dar su amor.

-Entonces, ¿lo que estás haciendo ahora mismo es jugar con sus sentimientos? -preguntó Lichtmon dónde no había entendido muy bien de las intenciones de su camarada.

-Algo así -declaró Liebenmon para después volver a repetir orgullosa-. Y nadie, absolutamente nadie, ni ese niño podrán percatarse de esta manipulación mental, porque soy inmune a los demás, salvo a los herederos del emblema del "Amor" -sonriendo más, se repitió una vez más cómo si no pudiera esperar a verlo-. Ella, esa niña, acabará olvidándose de todos a los que quiso. A sus padres, a sus hermanos, a su digimon y a los amigos que ella quiere. Ésa será mi victoria frente a Piomon. Yo seré quién haga que nuestro padre sienta orgullo de la nueva mejora de digimon que creó. Y eso hará crecer mi estatuto para que Freundmon me tenga en cuenta -terminando con un rostro de emoción.

-Pues espero que te salga bien, porque si tu rival acaba digievolucionando al nivel kyuukyokutai, igual que Unschuldmon, no vas a tener ninguna oportunidad para vencerle. Después de todo, tú también estás dentro del grupo de los débiles -marchándose Lichtmon riéndose a carcajada limpia.

Liebenmon se sintió molesta por ese comentario. Resentida, quiso vengarse de ser considerada cómo uno de los miembros más débiles. Y nuevamente, aquella niña iba a ser objeto de su posesión mental.

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MUNDO HUMANO

Elpidamon había llegado al mundo humano lo más rápido que había podido. El desgaste de poder entre el traspaso entre un mundo a otro, se notaba, pero ahora no podía descansar. La primordial era la de detener a la oleada de digimon malignos que, según Wizardmon, habían aparecido.

Aterrizando en la azotea de la emisora televisiva "Nichiuri TV", se había encontrado con el fantasma de Wizardmon cerca del borde, y contemplando el horizonte, sin molestarse a girarse para verlo. Elpidamon se acercó apresurado para que le señalara la dirección de dónde se encontraba el enemigo, pero lo que se encontró fue con la cara de estupefacción que tenía el digimon brujo y algunos importantes destrozos en varias viviendas.

-¡¿Qué pasa?! ¡¿Qué ha ocurrido?! -le preguntó Elpidamon desesperado.

-Han… Han sido… Derrotados… Todos ellos…

-¡¿Derrotados?! ¡¿Cómo es posible?! -exigía saber Elpidamon.

¿Había llegado tarde? Se preguntaba el digimon ángel frustrado.

¿Cómo era posible si existía una diferencia temporal abismal entre el mundo en el que había estado y el mundo humano?

Desde el aviso de Wizardmon hasta su llegada debía haber pasado algo menos que un minuto en el mundo humano.

-Vaya, vaya, parece que nos hemos dejado a uno -comentó una voz femenina a sus espaldas.

Elpidamon se giró dispuesto a combatir. No iba a perdonar a aquel que había dañado a lo que más quería.